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Palabras clave
En el presente trabajo se muestra una breve revisión bibliográfica sobre el concepto de falso
self, desarrollado por D. Winnicott en 1965. Se describe al Yo, instancia psíquica descrita
por Freud en 1923 y se incluye la definición de self. Winnicott describe al falso self (medio
de no ser uno mismo) como una distorsión de la personalidad que consiste en desarrollar
desde la infancia una existencia ilusoria con el fin de proteger, por medio de una organización
defensiva, al verdadero self; plantea cinco niveles del falso self ubicando en uno de ellos a
la patología esquizoide, en la que el falso self se establece como única realidad. Explica el
papel de la madre y su influencia en la formación de esta organización defensiva e introduce
términos como holding y madre suficientemente buena. Además, señala las dificultades en
la relación terapéutica con pacientes que poseen falso self y propone alternativas para el
tratamiento. Al final, se ejemplifica la instauración del falso self en un niño de 6 años de edad
y se muestran algunas reflexiones e implicaciones en la clínica psicoanalítica actual.
This work shows a short reference about the ‘false self’ concept, developed by D. Winnicott
in 1965. It describes the Ego, a psychical instance described by Freud in 1923, and includes
the definition of 'self'. Winnicott describes the 'false self' (a way of not being yourself) as a
distortion of the personality that consist in developed an illusory existence since the childhood
in order to protect the 'true self' through a defensive organization. It lays five levels of 'false
self', setting in one of them the schizoid pathology, where 'false self' is placed as the unique
reality. It explains the mother's role and its influence in the formation of this defensive
organization; and introduces terms like ‘holding’ and ‘mother good enough’. It also points out
the difficulties in the therapeutic relationship with patients having false self and proposes
alternatives for treatment.Finally, is exemplified a 'false self' implant in a 6 years old child;
and it shows some reflections and implications for the current psychoanalytic clinic.
Introducción
La clínica psicoanalítica actual impone nuevos retos a los psicoanalistas, tanto a los
que se dedican a la práctica privada como a los que colaboran en instituciones de
salud pública. Es por ello que, cada vez más, encontramos publicaciones de textos
psicoanalíticos en los que se reflexiona sobre este tema y en los cuales existen
aportaciones teóricas y técnicas muy valiosas.
“la clínica psicoanalítica actual nos pone ante un enorme reto: transitar del silencio a la
palabra. Frase que insiste no solo a lo largo de nuestros consultorios sino como consigna
que acompaña a los alarmantes procesos sociales que estamos viviendo. Las adicciones,
las violencias, las depresiones, las enfermedades psicosomáticas y las narcisopatías, males
a los que propongo agrupar bajo el nombre de enfermedades del silencio constituyen un
problema de dimensiones numéricas tan grande, que no solo son el principal componente
en nuestra clínica psicoanalítica, sino que conforman algunos de los problemas más
apremiantes en salud pública que enfrenta la humanidad” (p.1).
Otros autores como Recalcati (2008) afirman que las anorexias, las dependencias,
las psicosis, incluyendo la psicosomática, forman parte de la clínica del vacío; otros
más, como Chamizo (2009) mencionan que las adicciones, la psicosis, la
psicosomática así como los denominados “trastornos de la alimentación” (anorexia
y bulimia) pertenecen a la clínica del narcisismo.
“con la tesis de la existencia de una clínica del vacío no se pretende definir una nueva
estructura, sino un aspecto crucial de la clínica psicoanalítica contemporánea. Los
denominados “nuevos síntomas” (anorexia y bulimia, toxicomanía, ataques de pánico,
depresión, alcoholismo) aparecen como efectivamente irreductibles ante la lógica que
preside la constitución neurótica del síntoma. En este sentido, aunque no se refiera a las
personalidades borderline, es en sí misma una clínica borderline, en la medida en que asume
posiciones del sujeto que son difícilmente descifrables recurriendo al binomio neurosis-
psicosis y en la medida en que afronta una declinación del síntoma que no puede reducirse
al esquema clásico del retorno metafórico de lo reprimido. Los nuevos síntomas parecen
definirse no tanto a partir del carácter metafórico, enigmático y cifrado que adquiere el retorno
de lo reprimido como agente de la división del sujeto, cuanto más bien a partir de una
problemática que afecta directamente a la constitución narcisista del sujeto” (p. 11).
Así, Recalcati (2008) sugiere que la clínica del vacío es también una clínica de las
máscaras, pero que la importancia de la máscara no está en relación con el juego
histérico de las identificaciones, más bien en esta clínica del vacío la máscara está
encaminada a hacer que el sujeto exista en su ser; la máscara no funciona como un
recubrimiento fálico del sujeto, sino como institución del sujeto que no existe, como
cobertura de su vacío de ser fundamental.
Por lo anterior, surge el interés por retornar a Donald W. Winnicott y revisar las
hipótesis teóricas que formuló gracias a su extensa labor clínica (tanto como
pediatra y como psicoanalista) ya que, como he podido corroborar últimamente en
publicaciones y conferencias recientes de algunos psicoanalistas, varios de sus
conceptos están cobrando actualidad y relevancia en la práctica clínica. Así, el
objetivo de este trabajo es presentar una breve revisión bibliográfica sobre el
concepto de falso self, desarrollado por Winnicott en 1965 así como una síntesis de
algunos otros términos. Además, se exponen las dificultades en la relación
terapéutica con pacientes que poseen falso self así como las alternativas de
tratamiento que propuso este autor y, por último, se ejemplifica, por medio de la
descripción de un caso clínico, la instauración del falso self en un niño de 6 años de
edad.
El yo y el self
Para definir el Self, primero se tiene que revisar el concepto de Yo debido a que
ambos se relacionan, sin embargo, teóricamente hay que distinguirlos.
Menciona que el Yo es una parte del Ello modificada por la influencia del mundo
exterior, transmitido por el P-Cc (sistema percepción consciente). El Yo se esfuerza
en transmitir al Ello dicha influencia del mundo exterior y aspira a sustituir el principio
del placer, que reina sin restricciones en el Ello, por el principio de la realidad. El Yo
representa lo que la razón o la reflexión, opuestamente al Ello, que contiene las
pasiones. Así, la importancia funcional del Yo está en el hecho de regir los accesos
a la motilidad, sin embargo, a veces el Yo se ve forzado a transformar en acción la
voluntad del Ello.
Así, para Freud al nacer carecemos de un Yo, sin embargo, otros autores
argumentan que desde el nacimiento existe un Yo prematuro. Como es el caso de
M. Klein citada en Michaca (1987), quien señaló que al inicio de su desarrollo el Yo
se encuentra sometido a la presión de las situaciones tempranas de ansiedad y
como aún es débil está expuesto, por un lado, a las exigencias del Ello y, por otro
lado, a las amenazas del Superyó y debe ejercer su poder para satisfacer a ambos.
La principal labor del débil e inmaduro Yo del niño pequeño es dominar la presión
de la ansiedad. Klein decía que en ciertos casos, dicha presión puede ser tan fuerte
como para detener por completo el desarrollo del Yo.
Afirmó que la ansiedad estimula el desarrollo del Yo debido a que, en sus esfuerzos
por dominar la ansiedad, el Yo del niño se apoya en sus relaciones con los objetos
y con la realidad. Para Klein, el concepto de instinto es importante en la elaboración
de sus teorías; concibe las fantasías inconscientes como la expresión mental de los
instintos y señala su presencia desde el inicio de la vida. Para ella, la formación de
las fantasías es una función del Yo; es la expresión instintual a través del Yo, lo cual
significa que éste puede formar relaciones objetales primitivas impulsado por los
instintos y por la ansiedad. Las fantasías inconscientes determinan la interpretación
de la realidad, sin embargo, ésta influye de manera secundaria en ellas; la fantasía
también tiene funciones defensivas, ya que la gratificación derivada de ella
contrarresta la frustración del mundo externo. Así, Klein hace surgir al Yo como
estructura desde el principio de la vida y señala la aparición del Superyó entre los
seis y nueve meses ubicando la existencia de la triangularidad edípica a partir de
dicha edad.
En otro texto, Winnicott (1965) afirma que la capacidad para estar solo constituye
un síntoma de madurez; dicha capacidad tiene como base las experiencias infantiles
de estar a solas en presencia de alguien. Estas experiencias pueden tener lugar en
una fase muy temprana, cuando la inmadurez del Yo se ve compensada por el
apoyo del Yo proporcionado por la madre. Con el tiempo, el individuo introyecta a la
madre sustentadora del Yo y de esa manera se ve capacitado para estar solo sin
necesidad de buscar con frecuencia el apoyo de la madre.
Por otro lado, en cuanto al término self, sus traducciones son diversas: yo, sí mismo,
uno mismo, ser, persona, personalidad, etc. Sin embargo, se ha preferido conservar
el vocablo inglés “self”. Los diccionarios lo definen como adjetivo y sustantivo que
alude a esencia o individualidad. Además es un prefijo traducible por “auto”, como
en self-esteem (autoestima), self-containment (auto-contención), etc. Este uso
demuestra lo reflexivo del término y, por lo tanto, alude a la posibilidad de acceder
a la conciencia de sí.
Para Sullivan (citado en Cueli, Reidl, Martí, Lartigue y Michaca, 1997), el sistema
del self surge como resultado de la ansiedad vivida por el niño; dicho sistema
mantendrá seguro al sujeto, alejado de la tensión. En el niño, conformarse a las
reglas sociales de sus padres le evita la ansiedad; no conformarse, la produce. La
ansiedad da como resultado tensión y ésta es dolorosa. Como solución, el niño
creará una forma de hacer las cosas con base en lo establecido socialmente, pues
sucede que muchas veces este sistema del self, no corresponde al self real. Cuando
se percibe que el sistema del self creado evita la ansiedad, se puede aislar del self
real que, con frecuencia, puede estar en contra de lo que el sistema del self hace
para conformarse a la sociedad. Este sistema del self tiende a persistir y a ser
reforzado a medida que transcurre la vida debido a que disminuye las tensiones. En
ocasiones este self y sus demandas de conformidad no están de acuerdo con el self
real. La personalidad continúa usando el sistema del self, en especial para
protegerse de la crítica proveniente del self real. Cuanto mayor sea la distancia que
separa a estos sistemas, el real y el creado, éstos se vuelven más complejos e
independientes como medios de defensa contra la ansiedad, y si esta distancia se
hace aún más grande, se puede desarrollar un estado esquizoide.
Sullivan afirmó que algún tipo de sistema del self era esencial para evitar o, por lo
menos, para reducir la ansiedad del mundo en que vivimos. Postuló siete etapas del
desarrollo (infancia, niñez, etapa juvenil, preadolescencia, adolescencia temprana,
adolescencia tardía y adultez) durante las cuales el sistema del self se va
estableciendo.
Por otra parte, Horney (1990) consideró que cada individuo, al partir de su self real
o actual, desea lograr una realización completa de todas sus necesidades para
alcanzar el máximo de su desarrollo, y que esto es un sentimiento universal. Para
alcanzar esta autorrealización, el hombre debe poseer un self idealizado al que
pueda seguir como modelo; el problema es que en muchas ocasiones dejará a un
lado la meta de la autorrealización, para concentrarse en actividades y conductas
que correspondan más a su self ideal que al otro. Cuando esto sucede, el individuo
está luchando por alcanzar una meta inaccesible y, al ver frustrada esta lucha por
no lograr su objetivo, aparecerán las conductas neuróticas, perdiendo así la
posibilidad de regresar a la espontaneidad del self real, y alejándose cada vez más
de éste para dedicarse a seguir la imagen de lo que le gustaría ser. Cuanto más se
aparte el hombre del self real tratando de acercarse a metas ilusorias, más conflicto
interno se producirá y, por tanto, se manifestará la conducta neurótica, como último
intento de resolución a los conflictos creados. De esta forma, cuando el individuo
pierde su espontaneidad, su self real se enferma y se trastorna emocionalmente.
De acuerdo con este autor, las teorías pulsionales suelen estimular en el terapeuta
un esfuerzo para desenmascarar lo que está escondido, para resolver jeroglíficos
en los que los derivados pulsionales se hallan disfrazados, de manera que las
defensas y resistencias se conviertan en enemigos a derribar. Por el contrario, el
énfasis en la comprensión empática, incita a que el terapeuta logre crear un marco
relacional óptimo con su paciente para que éste despliegue sus afectos (es decir,
su “self nuclear”) durante el proceso analítico.
Esta idea kohutiana del self nuclear, que necesita de un entorno empático adecuado
para desarrollar sus potencialidades, es muy parecida a la conceptualización de
Winnicott acerca del “verdadero self”.
Por su parte, Winnicott (1991) menciona que el self no es el Yo, es la persona “que
soy yo y solamente yo”, que tiene una totalidad basada en el funcionamiento del
proceso madurativo. A su vez, el self se divide en partes y está formado por ellas;
estas partes se unen en una dirección interior-exterior en el curso del
funcionamiento del proceso madurativo, auxiliadas según el caso (en un grado
máximo al inicio) por el ambiente humano, que sostiene, manipula y facilita. El self
se encuentra ubicado en el cuerpo, pero en ciertas situaciones puede disociarse del
cuerpo, o el cuerpo de él; el self se reconoce a sí mismo en los ojos y la expresión
facial de la madre y en el espejo que puede llegar a representar su rostro. A la larga,
el self llega a establecer una relación significativa entre el niño y la suma de
identificaciones que (luego de una suficiente incorporación e introyección de
representaciones mentales) se organiza en la forma de una realidad psíquica
interna. La relación entre el niño o niña y su organización psíquica se modifica de
acuerdo a las expectativas desplegadas por el padre, la madre y por aquellos que
se han vuelto significativos. Para este autor el self es la única base para el
autodescubrimiento y para el sentimiento de existir.
El falso self
La expresión falso self fue introducida por Winnicott (1965) para designar una
distorsión de la personalidad que consiste en emprender desde la infancia una
existencia ilusoria a fin de proteger mediante una organización defensiva
un verdadero self. El falso self posee una naturaleza defensiva; su función consiste
en ocultar y proteger al verdadero self, cualquiera que sea éste. Postula la siguiente
clasificación de las organizaciones del falso self:
1) En un extremo: el falso self se establece como real, siendo esto lo que los
observadores tienden a tomar por la persona real; sin embargo, en las
relaciones de la vida, del trabajo y en la amistad, el falso self comienza a
fallar. En algunas circunstancias donde hace falta una persona completa, el
falso self se encuentra con que le falta algún elemento primordial. En este
extremo, el verdadero self se encuentra oculto.
3) Más cerca de la salud: el falso self se ocupa de buscar las condiciones que
permitan al verdadero self entrar en posesión de lo suyo. En caso de no
encontrarlas, es necesario reorganizar una nueva defensa contra la
explotación del verdadero self; en caso de duda, el resultado clínico es el
suicidio. Aquí, el suicidio consiste en la destrucción del self total a fin de evitar
el aniquilamiento del verdadero self. Cuando el suicidio constituye la única
defensa que queda contra la traición al verdadero self, entonces le toca al
falso self organizar el suicidio. Esto, obviamente, entraña su propia
destrucción pero, al mismo tiempo, elimina la necesidad de su existencia
continuada, ya que su función radica en proteger al verdadero self.
Como se puede observar, esta clasificación es amplia, por lo que permite aplicarla
en varios casos clínicos, es decir no solo se puede utilizar para entender la patología
esquizoide, sino también para otro tipo de patologías o padecimientos.
Algunos autores, entre ellos, Painceira (1988), realizó algunas hipótesis teóricas
sobre la génesis de la caracteropatía esquizoide, basándose en su práctica clínica.
Retoma lo postulado por Winnicott y explica que los cinco niveles en la organización
del falso self se vinculan con un área específica de patología: en el nivel 1, estarían
los pacientes que tarde o temprano tienen rupturas psicóticas; en el 2, se ubican los
pacientes esquizoides; en el nivel 3, un fracaso obligará a una reestructuración de
las defensas o al suicidio; en el 4 estaría el neurótico, postdepresivo; y en el nivel 5,
el falso self está representado por la actitud social y cortés.
En esta fase puede ocurrir que una madre no buena, que no sea capaz de
proporcionar el holding, lleve a su hijo al trauma. El trauma en este contexto es una
violación del ambiente, y las reacciones individuales ocurren antes de que el
individuo desarrolle el mecanismo que hace a lo impredecible, predecible. En el
principio de la vida el trauma se relaciona con la amenaza de aniquilación, lo cual
se extiende hacia las ansiedades primitivas tales como:
a) desintegrarse
d) estar desorientado
Para Winnicott, como para otros autores, todo lo que sucede al principio de la vida
(en la relación madre-hijo) influye en el establecimiento ya sea de la salud, o bien
de la enfermedad; es evidente que son las relaciones de objeto, sobre todo al inicio
de la vida, las que condicionan, en gran parte, la formación y el desarrollo de la
estructura psíquica.
De esta manera, Winnicott (1965) afirma que el falso self se desarrolla al inicio de
la relación madre-hijo. Explica que la teoría relacionada con esta fase del desarrollo
ontogenético pertenece a la observación de la relación madre-hijo (paciente-analista
en la regresión) y no corresponde a la teoría de los mecanismos precoces de
defensa del Yo organizados en contra de los impulsos del Ello, sin embargo, ambos
temas coinciden en parte. Afirma que para explicar el proceso de desarrollo es
necesario revisar el comportamiento y la actitud de la madre debido a que, en esa
etapa, la dependencia es real y casi absoluta, es decir no es posible formular lo que
sucede haciendo únicamente referencia al niño.
Así, afirma que al buscar la etiología del falso self, se debe examinar la fase de las
primeras relaciones objetales ya que durante esta fase el Yo del niño se va
integrando paulatinamente; la cohesión de los diferentes elementos sensorio-
motores dependerá de que la madre o el cuidador contenga a la criatura, a veces
literalmente, y en todo momento figurativamente. Menciona que con frecuencia, el
gesto del niño da expresión a un impulso espontáneo; la fuente del gesto es el
verdadero self, por lo que el gesto indica la existencia de un self verdadero el cual
es capaz de crear y de ser sentido como real; en cambio, la existencia de un falso
self provoca una sensación de irrealidad o un sentimiento de futilidad. Se debe
observar de qué manera responde la madre a esta omnipotencia infantil revelada
por el gesto (o por un agrupamiento sensorio-motor).
Gradualmente, el niño alcanza un nivel de desarrollo tan avanzado que en lugar de
decir que el falso self oculta al verdadero resulta más adecuado decir que oculta la
realidad interna del niño; al llegar a este nivel de desarrollo, el niño ha establecido
una membrana restrictiva, cuenta con un interior y un exterior y se ha liberado, en
gran medida, del cuidado materno. El concepto de una realidad interna de los
objetos corresponde a una fase posterior a la del verdadero self, es decir, el self
verdadero aparece tan pronto como exista alguna organización psíquica del
individuo y no va más allá de constituir la suma de la vida sensorio-motora.
Por otra parte, la madre que no es buena (Winnicott, 1965) es incapaz de cumplir
la omnipotencia del niño, por lo que con frecuencia deja de responder al gesto del
mismo y en su lugar coloca su propio gesto, cuyo sentido depende de la sumisión
del mismo por parte del niño; esta sumisión constituye la primera fase del falso self
y corresponde a la incapacidad materna para interpretar las necesidades del
pequeño.
Así, Winnicott explica que es posible localizar el origen del falso self el cual
constituye una defensa contra lo inconcebible: la explotación del verdadero self y su
consiguiente aniquilamiento. Menciona que si se produce la explotación y el
aniquilamiento, será en la vida del niño cuya madre no sólo no es buena, sino que
es buena y mala de forma exasperantemente irregular; en este caso, parte de la
enfermedad de la madre consiste en su necesidad de provocar y mantener la
confusión en quienes la rodean.
Otro aspecto que agrega en cuanto al papel de la madre, es el hecho de que una
mujer normal, al saber que está embarazada adquiere gradualmente un elevado
grado de identificación con su hijo; la identificación se va desarrollando durante el
embarazo, alcanza su punto culminante cuando la mujer está de parto y luego
desaparece paulatinamente durante las semanas y meses siguientes.
La función de la mirada
Explica que algunos bebés no abandonan del todo las esperanzas y estudian el
objeto y hacen todo lo posible para ver en él algún significado; otros, atormentados
por este fracaso materno relativo, estudian el variable rostro de la madre en un
intento de predecir su estado de ánimo. Así, en dirección de la patología, se
encuentra la predictibilidad, la cual obliga al bebé a esforzarse hasta el límite de su
capacidad de previsión de acontecimientos lo que provoca una amenaza de caos y
el bebé organiza su retirada, o no mira, excepto para percibir, a manera de defensa.
El bebé que es tratado de esta forma, crecerá con desconcierto en lo que se refiere
a los espejos y a los que éstos pueden ofrecer. Si el rostro de la madre no responde,
un espejo será entonces algo que se mira, no algo dentro de lo cual se mira.
Winnicott afirma que la apercepción se vincula con la percepción al postular un
proceso histórico (en el individuo) que depende del ser visto:
Por esto, empezamos por enfocar el tratamiento en su relación con su bebé y a los
tres meses tuve oportunidad, en una de las sesiones, de observar por unos minutos
cómo sostenía L. a su hija y fue llamativo que la bebé no logró enfocar su mirada
en el rostro de L. (a pesar de que la paciente le hablaba por su nombre y la miraba).
Al comparar esta observación con algunas otras observaciones de bebés que tienen
la misma edad que la hija de L. (6 meses), pude corroborar la importancia de la
función de la mirada desde el inicio del nacimiento ya que, cuando las madres logran
dirigir su mirada y ver el rostro de sus hijos desde el nacimiento, el bebé va logrando
enfocar también su mirada: primero en el rostro de la madre y, posteriormente, con
la maduración y desarrollo de la percepción, logran enfocarse en los ojos de su
madre y/o cuidador primario. De tal forma en esta comparación de observaciones,
los otros bebés que pude observar sí lograban enfocar su mirada en el rostro de la
madre.
Así, todo lo ocurrido alrededor del embarazo y la concepción influyó para que L.
tuviera dificultades en mirar a su bebé y proporcionarle un holding adecuado desde
el nacimiento, sin embargo, gracias a que su médico psiquiatra la canalizó
rápidamente al departamento de psicoterapia, se está trabajando para que L. logre
proporcionar ese holding y dirija su mirada a su hija, la cual le permitirá ser y existir
pese a las adversidades experimentadas. De igual forma, este caso ejemplifica
también las vicisitudes que pueden influir en la constitución narcisista del aparato
psíquico.
Winnicott (1965) menciona que al tratar en psicoterapia a un paciente con falso self,
podrá suceder lo siguiente:
Agrega que en ocasiones el análisis parece no terminar nunca debido a que se está
llevando a cabo con base en el falso self.
Winnicott (1990) afirmó que en los niños psicóticos hay mayores posibilidades de
que el psicoterapeuta pueda crear las condiciones que permitan al verdadero self
salir de la celda acolchada por un tiempo. A continuación, se presenta una síntesis
de algunos de los casos tratados por el autor en diferentes momentos de su labor
analítica así como las técnicas que utilizó:
De esta forma, Winnicott explica que el falso self logra engañar al terapeuta
si éste no se da cuenta de que el falso self, confundido con una persona en
plenitud de funciones y por muy bien establecido que esté, carece de algo: el
elemento primordial constituido por la originalidad creadora.
Viñeta clínica
A continuación se describe el caso clínico de un paciente, Mario de 6 años de edad,
que llegó a psicoterapia en el año 2003; se expone el motivo de consulta referido
por los padres y por Mario; de igual forma, se muestran datos de la historia del
desarrollo relatada en las entrevistas llevadas a cabo con ambos padres.
Finalmente, las viñetas de algunas sesiones servirán para exponer las hipótesis
clínicas que sirven para ejemplificar la instauración del falso self en este paciente.
Mario llega a consulta en el 2003 referido por el colegio al que asistía (cursaba el
tercer año de preescolar); tenía 6 años y 1 mes, nació en febrero de 1997 en la
ciudad de México, D. F. Su madre L., de 42 años, es arquitecta y trabaja por
proyectos; su padre F., de 42 años, es ingeniero y trabaja en una consultoría. Su
hermana S. cursaba la primaria y tenía 11 años de edad.
Motivo de consulta: La madre menciona que a Mario le gusta que le lean cuentos
antes de dormir pero ellos no le hacen caso ya que no tienen tiempo para leerle; “le
encanta la nintendo y los juegos educativos del PC”, pasa mucho tiempo jugando a
la nintendo al grado de no comer; ve programas que hablan sobre animales. A los
dos niños les gustan mucho los animales por eso tienen muchas mascotas.
Presenta constantes berrinches y le tiene miedo a la oscuridad porque dice que hay
monstruos (esto se relaciona con la ansiedad de separación y de castración).
“Siempre ha sido un niño inquieto y antes era muy sociable pero ahora regala sus
cosas para que los niños jueguen con él”; regala su merienda y sus juguetes a sus
compañeros; no le gusta estar solo, empieza a llorar si siente que lo van a dejar
solo. Mario hace muchos berrinches, pide algo y si no se le da hace el berrinche,
llora, pega a la pared con la cabeza y se pega a sí mismo con ambas manos. Así,
desde pequeño “ha sido agresivo, no quiere comer, hace berrinche por cualquier
cosa, inventa muchas historias (fantasea), regala sus cosas para que la gente esté
con él, se cambia constantemente el nombre”; de hecho los padres reportan que
desde pequeño decía que se llamaba de diferente manera, es decir, utilizó varios
nombres; principalmente los de personajes que estaban de moda, por ejemplo,
Mario Bros , Luigi, etc. Se pega en la cara, en la cabeza y “golpea a su papá”.
Mario fue producto de la tercera gestación ya que, antes de que naciera su hermana,
la madre tuvo un aborto a los 3 ó 4 meses. Mario no fue deseado ni planeado por
sus padres debido a que existían conflictos entre ellos. La madre tenía 36 años
cuando se embarazó de Mario por lo que los últimos tres meses de embarazo estuvo
en cama debido a que fue un embarazo de alto riesgo.
Fue amamantado con leche materna hasta los 8 meses y le empezaron a dar
biberón (la madre no sabe cómo recibió el biberón porque no estuvo con él) y lo dejó
hasta los 2 o 3 años. Después del destete, se empezó a “chupar su ropa”. Cuando
Mario tenía 8 meses de edad su mamá se enfermó y la tuvieron que internar de
emergencia por lo que estuvo una semana en el hospital, al niño lo llevaron con sus
abuelitos maternos y se dormía con ellos; estuvo con sus abuelos un mes y
medio en lo que se recuperaba por completo su mamá. Cuando su madre fue por
él, Mario la recibió con mucho llanto.
En cuanto al desarrollo motor, se sentó a los 4 meses, casi no gateó. Caminó al año
y tres meses. No le gustan las actividades manuales y es un poco “torpe” en sus
movimientos motores gruesos y finos.
Desde antes del nacimiento de Mario, sus padres tenían conflictos fuertes e incluso
pensaban separarse. De hecho, cuando Mario tenía 2 años y hasta los 4 años sus
padres siguieron con muchos problemas y nuevamente estuvieron a punto de
separarse. En ese momento de la entrevista reportaron que su situación de pareja
era más estable. Los padres comentaron que su relación con Mario
era distante debido a que ambos trabajaban todo el día y dejaban a Mario y a su
hermana al cuidado de su abuela materna.
Sesiones
Primera sesión: Llevó 4 animales prehistóricos (aves) y decía que uno de ellos era
el más peligroso, que vive en la selva y “puede atravesarte el cuello”.
Al preguntarle cómo se llamaba me dijo primero que Mario pero que mejor se lo
había cambiado por Roy, “soy Roy… así ya no me pegan ni me molestan mis
compañeros de la escuela. Antes me pegaban en la cabeza y me decían pelonchas
pero desde que me llamo Roy ya no me dicen nada”.
Al preguntarle cómo quería que yo lo llamara me dijo: “Mario porque aquí no me van
a hacer nada o Angelito como los ángeles” (hizo un ademán como un ángel que va
a volar).
Habló mucho acerca de los animales e insistió en mencionar en que uno de ellos
atraviesa el cuello pero que si se mete al mar un tiburón se lo comerá porque está
muy grande “como mi casa o como todo esto” (señaló el consultorio). Habló de dos
de sus compañeros de la escuela que lo molestan mucho, pero ya no desde que se
cambió el nombre.
Empezó a jugar con las aves y dijo: “las aves se unen, se juntan todas y son más
veloces (juntó a todas) y tienen que ser 5, pero no traje la otra, se me olvidó”.
Al preguntarle si sabía por qué lo habían traído a psicoterapia dijo: “estoy enfermo,
tengo fiebre pero sólo en la frente y me pongo así en las noches, en el día estoy
frío; también tengo hormigas en el estómago y creo que son rojas porque me pican
y me duele el estómago, también tengo un poco de tos”. Debido a que el estómago
tiene que ver con la relación con la madre, este síntoma indica cómo la relación con
la madre es complicada debido a la forma en que la ha internalizado.
Le pregunté: “qué quieres hacer hoy” y le mostré el juguetero. Tomó las canicas (las
dos bolsas que hay) y también tomó las que estaban fuera de las bolsas. Sacó todas
las canicas y las puso en el sillón todas juntas; me enseñó un juego: las puso todas
en el centro, tomó una y la empujó para pegarle a las que estaban en el centro y a
las que les pegó las tomó y las puso cerca de él. Ganaba el que sacara el mayor
número de canicas.
En esta sesión, hizo unos muñecos con plastilina, dijo “estos animales viven en el
mar”; luego, hizo una anguila y otros muñecos a los cuales les asignó nombres
extraños. Toma uno y dice: “mira éste es un monstruo y él es el ancestro de la
imaginación de los niños”
P.: No, eso sí es verdad lo que pasa es que no traje mi aparato pero lo que te digo
es verdad, yo sí me puedo convertir en lo que quiera con ese aparato.
Hipótesis clínicas
Se observa que este paciente utiliza otro nombre o nombres (falso self) porque no
puede ser él mismo, es decir, su verdadero self se halla oculto. Se observa además,
su omnipotencia, (las personas con falso self no han renunciado a su omnipotencia),
así como su falla en el sentido de realidad. Esta omnipotencia se observa en sus
historias ya que cuenta hazañas muy complicadas (por ejemplo, que lavó todos los
departamentos de todo su edificio, que es capaz de hacerle daño a un niño
“lanzando” un poder que surge de sus manos, etc.).
Es reactivo (las personas con falso self son reactivas y buscan ser provocados para
reaccionar al ambiente) ya que al pensar que todos a su alrededor le quieren hacer
daño, reacciona ante ello con agresión.
Por otra parte, el uso de los mecanismos de escisión e identificación proyectiva no
le permiten la integración adecuada de su Yo; además, se observa que esto no le
ha permitido establecer relaciones objetales adecuadas. Esta escisión es la que
menciona Melanie Klein (1952) en la posición esquizoparanoide, así se observa que
Mario utiliza los mecanismos propios de esta posición debido, por un lado, a las
vicisitudes que rodearon su nacimiento y, por el otro, a la experiencia traumática de
separación que vivió a los 8 meses, cuando su madre fue hospitalizada. Se puede
suponer que a esa edad ya se encontraba en la posición depresiva en la cual se va
logrando internalizar al objeto como total, sin embargo, ante la repentina separación
de su madre, Mario empezó a utilizar nuevamente los mecanismos defensivos
propios de la posición esquizoparanoide para así lograr “sobrevivir” y existir aunque
sea de manera falsa. Como refiere Joyce McDougall (1998), los síntomas que
presenta el paciente sirven muchas veces para sobrevivir psíquicamente e incluso,
en muchas ocasiones, físicamente.
Finalmente, otro aspecto que llama la atención es que los padres refirieron en la
historia del desarrollo que Mario evita a toda costa verse en los espejos que hay en
su casa. Esto se pudo corroborar durante el tratamiento ya que en la sala de espera
del consultorio había un espejo y Mario evitaba verse en él. Así, se puede corroborar
que Mario no se sintió mirado por su madre. De hecho, algunas psicoanalistas que
trabajan con niños, refieren que los pacientes (niños) que presentan síntomas
psicóticos, evitan mirarse en los espejos.
Unificar el self del paciente, integrarlo para que se sienta como persona, es
decir, al integrar el self del paciente con sus diferentes aspectos se habrá
integrado la identidad del paciente, por lo tanto, se sentirá persona con el
sentimiento de ser y existir.
Al niño se le debe ayudar a diferenciarse del objeto para que logre una
adecuada separación-individuación
Lograr que establezca una simbiosis con el terapeuta para después ayudarlo
en la separación-individuación. Aquí, como en los adultos, el terapeuta debe
cumplir con la función de contención ya que el niño llega a psicoterapia
regresionado (no como en el adulto en el cual se debe, en la mayoría de los
casos, promover la regresión).
Considero que esto es así debido a que en los síntomas actuales citados arriba -las
adicciones, las violencias, las depresiones, las psicosis y la psicosomática, así como
en la anorexia y bulimia- se encuentra comprometido el cuerpo.
En cuanto a las violencias, se observa que puede ir dirigida hacia otros en donde
pareciera que este contacto físico con el otro cobra mucha importancia, tal como se
demuestra en la historia de varios adultos agresores (principalmente hombres) los
cuales desde la infancia y adolescencia buscaban estas peleas y, a la par, existía
la ausencia del contacto físico con sus padres o cuidadores. Por otro lado, esa
violencia puede ir dirigida hacia sí mismo, tal como lo muestran las lesiones
autoprovocadas en el cuerpo y que encontramos en las cortaduras que se realizan
niños, adolescentes e incluso adultos. En estas autolesiones podemos ubicar
también quemaduras realizadas con monedas o con otros objetos o bien, los
tatuajes, piercing y otros adornos que traspasan el cuerpo. Recientemente, una
paciente diagnosticada por su médico psiquiatra con “trastorno borderline de la
personalidad” refirió en una de sus primeras consultas: “cuando me sentía
desesperada tomaba un cortaúñas y me arrancaba las uñas de los pies hasta
sangrarme”. Al señalarle que tal vez era una forma de expresar su dolor emocional,
respondió: “sí, es que ya no sé… creo que me duele el alma, me duele la vida”.
Por último, considero que el interés por revisitar el falso self sirvió para entender y
reflexionar más sobre esta idea de Recalcati, M. (2008) acerca de la clínica del
vacío, cuando señala que ésta es también una clínica de las máscaras en donde la
máscara está dirigida a hacer que el sujeto exista en su ser; la máscara funciona
como institución del sujeto que no existe, como cobertura de su vacío de ser
fundamental. Creo que esta máscara sirve para cubrir ese sentimiento de vacío y
de no existencia que escuchamos constantemente en la práctica clínica, sin
embargo pienso que los síntomas actuales parecieran ser también máscaras para
tratar de encubrir el dolor psíquico el cual se originó, entre muchas otras situaciones,
en experiencias traumáticas (muchas de ellas vividas a muy temprana edad) las
cuales han dejado una marca imborrable en el aparato psíquico.
Bibliografía
Cueli, J., Reidl, L., Martí, C., Lartigue, T. y Michaca, P. (1997) Teorías de la personalidad. México:
Trillas.
Freud, S. (1923/1981). El Yo y el Ello. Obras completas (pp. 2701-2728). España: Biblioteca Nueva.
Klein, M. (1952/1987). Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebé. Obras
completas, Vol. 3 Envidia y gratitud y otros trabajos (pp. 70-101). Buenos Aires: Paidós.
Recalcati, M. (2008). Clínica del vacío. Anorexias, dependencias y psicosis. Madrid: Síntesis.