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El Evangelio de hoy es una invitación a la fe y a una de sus expresiones, la oración.

Esa fe puede
lograr maravillas. Aquí ayuda a un padre, afligido por la enfermedad de su hijo, a verlo curado. A ti
te puede ayudar en tus tribulaciones, obstáculos, dificultades, a ver la Omnipotencia Amorosa del
Hijo de Dios. Ojalá coloquemos toda nuestra confianza en el Señor

Evangelio de Marcos 9,14-29

AL LLEGAR DONDE LOS DISCÍPULOS, VIO A MUCHA GENTE QUE LES RODEABA Y A UNOS ESCRIBAS
QUE DISCUTÍAN CON ELLOS. TODA LA GENTE, AL VERLE, QUEDÓ SORPRENDIDA Y CORRIERON A
SALUDARLE. ÉL LES PREGUNTÓ: « ¿DE QUÉ DISCUTÍS CON ELLOS?» (Jesús retorna adonde los
discípulos. Marcos no se preocupó de una armonización precisa, porque concretamente tendría
qué decir: "Jesús y los tres volvieron adonde los restantes discípulos". Sin embargo, el comienzo
que la perícopa tenía antes de Marcos, y que hablaba del retorno de Jesús, era oportuno. Ello hizo
también que se situara el relato en este lugar. Los discípulos son rodeados por el pueblo y por los
escribas. Discuten con estos últimos. No se indica el contenido de la discusión, pero lo que viene a
continuación sugiere que su incapacidad para curar es causa de la disputa y ofrece a los
adversarios la oportunidad para reprochar a los discípulos. La muchedumbre, que ve a Jesús, corre
asustada (ἐξεθαμβήθησαν. Esta es una palabra exclusiva de Marcos. Aparece en Marcos 14,33: "Y
tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho"; 16,5-6: "Y
entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y
ellas se asustaron. Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. Ha
resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde le pusieron") a su encuentro para saludarle. La
reacción asustadiza podría aparecer como carente de sentido, pero encaja perfectamente en el
contexto y en las intenciones de Marcos. En este Evangelio los milagros y la enseñanza de Jesús
suscitan el asombro excitado de la muchedumbre. En último término, esta reacción está
orientada a la persona de Jesús. Su presentación prepara su epifanía, que acontece en un proceso
amplio, y empalma con la transfiguración en la que fue revelado como Hijo de Dios. La pregunta
dirigida a los discípulos acerca de la causa de su discusión con los adversarios prepara la escena
que viene a continuación) UNO DE ENTRE LA GENTE LE RESPONDIÓ: «MAESTRO, TE HE TRAÍDO A
MI HIJO QUE TIENE UN ESPÍRITU MUDO Y, DONDEQUIERA QUE SE APODERA DE ÉL, LE DERRIBA, LE
HACE ECHAR ESPUMARAJOS, RECHINAR DE DIENTES Y LE DEJA RÍGIDO. HE DICHO A TUS
DISCÍPULOS QUE LO EXPULSARAN, PERO NO HAN PODIDO.» ÉL LES RESPONDE: « ¡OH
GENERACIÓN INCRÉDULA! ¿HASTA CUÁNDO ESTARÉ CON VOSOTROS? ¿HASTA CUÁNDO HABRÉ
DE SOPORTAROS? ¡TRAÉDMELO!» (Un padre pide en favor de su hijo o informa acerca del nulo
éxito conseguido en su conversación con los discípulos. El enfermo, que en este momento no está
presente, es objeto de una descripción: está poseído por un demonio mudo. Mientras que en los
relatos de exorcismo el demonio se presenta por su propia iniciativa a Jesús, aquí otra persona
pide por el enfermo. Efectivamente, el demonio es incapaz de hablar. El que se mezclen aquí
elementos de relatos de exorcismo con otros de curaciones no es algo totalmente desconocido.
También puede observarse esto en otras narraciones de milagro (1,31: "Él se acercó, la tomó de la
mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos "; 7,35: " enseguida
se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente "). Pero en este caso
concreto tal particularidad está relacionada con el tipo especial de la enfermedad. Los términos
utilizados «echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y queda rígido» no aparecen en otras
narraciones evangélicas de milagro, pero documentan los síntomas de esta enfermedad, conocida
también en la antigüedad. El pueblo llamaba a la epilepsia la enfermedad santa. Probablemente,
se le dio tal denominación a causa de las proporciones del sufrimiento que llevaba consigo o
porque se la consideró como padecimiento enviado por una divinidad. Frecuentemente se la
relacionó con la diosa luna (Mateo 17,15: " le dijo: «Señor, ten piedad de mí hijo, que es lunático y
está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua"). En el ámbito cristiano
desapareció por completo la valoración de la epilepsia como enfermedad santa. Se la concibió
como posesión ocasionada por el demonio. El que se diera más frecuentemente entre los niños
hizo que se la llamara también puerilis passio, pero se la consideraba como especialmente
peligrosa en los niños. Los discípulos, a los que se había dirigido el padre en primer lugar, se
mostraron completamente impotentes frente a la enfermedad. El contraste de la incapacidad de
los discípulos del taumaturgo con el poder de éste es un tema preferido en relatos antiguos de
milagro. Tal vez aparece por primera vez en Eliseo y su criado Guejazi (2 Reyes 4,29-31: " Eliseo
dijo a Guejazí: «Cíñete el cinturón, toma mi bastón y vete. Si encuentras a alguien por el camino no
lo saludes, y si alguien te saluda no le respondas. Coloca mi bastón sobre el rostro del muchacho».
Pero la madre replicó: «Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré». Entonces
Eliseo se levantó y fue detrás de ella. Mientras tanto, Guejazí se les había adelantado y había
puesto el bastón sobre el rostro del muchacho, pero este no dio señales de vida. Volvió entonces a
presentarse ante Eliseo y le comunicó: «El muchacho no se ha despertado» "). Adquiere rango
especial mediante la lamentación de Jesús, dirigida a la totalidad de la generación incrédula (8,12:
" Jesús, suspirando profundamente, dijo: « ¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro
que no se le dará ningún signo» "; Lucas 24,25: " Jesús les dijo: «¡Hombres duros de
entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!"). Exclamaciones
similares encontramos en el antiguo testamento como lamentaciones de profetas o de Dios. La
incredulidad hace recordar a Deuteronomio 32,20 LXX: " Y dijo: «Apartaré mi rostro de ellos, y
mostraré qué será de ellos en los postreros días; porque generación perversa es, hijos en quien no
hay fe en ellos"; la acuciante pregunta « ¿por cuánto tiempo aún?» a Números 14,27: " ¿Hasta
cuándo esta comunidad perversa va a seguir protestando contra mí? Ya escuché las incesantes
protestas de los israelitas "; el versículo 19 ("Él les responde: « ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta
cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!» ") apunta de
manera especial a este último lugar citado (Isaías 6,11: " Yo dije: « ¿Hasta cuándo, Señor?». Él
respondió: «Hasta que las ciudades queden devastadas, sin habitantes, hasta que las casas estén
sin un hombre y el suelo devastado sea una desolación» "). En los textos veterotestamentarios,
por lo general la palabra de amenaza viene a continuación de la lamentación (Números 14,27-32: "
¿Hasta cuándo esta comunidad perversa va a seguir protestando contra mí? Ya escuché las
incesantes protestas de los israelitas. Por eso, diles: «Juro por mi vida, palabra del Señor, que los
voy a tratar conforme a las palabras que ustedes han pronunciado. Por haber protestado contra
mí, sus cadáveres quedarán tendidos en el desierto: los cadáveres de todos los registrados en el
censo, de todos los que tienen más de veinte años. Ni uno solo entrará en la tierra donde juré
establecerlos, salvo Caleb hijo de Iefuné y Josué hijo de Nun. A sus hijos, en cambio, a los que
ustedes decían que iban a ser llevados como botín, sí los haré entrar; ellos conocerán la tierra que
ustedes han despreciado. Pero los cadáveres de ustedes quedarán tendidos en este desierto";
Isaías 6,11-13: "Yo dije: « ¿Hasta cuándo, Señor?». Él respondió: «Hasta que las ciudades queden
devastadas, sin habitantes, hasta que las casas estén sin un hombre y el suelo devastado sea una
desolación. El Señor alejará a los hombres y será grande el abandono en medio del país. Y si queda
una décima parte, ella, a su vez, será destruida. Como el terebinto y la encina que, al ser abatidos,
conservan su tronco talado, así ese tronco es una semilla santa» "; Jeremías 5,21-6,1: "Escuchen
bien esto, pueblo estúpido y sin inteligencia: ellos tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.
¿No me temen a mí? –oráculo del Señor–. ¿No temblarán delante de mí, que puse la arena como
frontera del mar, límite eterno e infranqueable? Sus olas se agitan, pero son impotentes, braman,
pero no traspasan. Este pueblo tiene un corazón rebelde e indócil, se han apartado y se han ido, y
no han dicho en su corazón: «Temamos al Señor, nuestro Dios, que da la lluvia, la lluvia de otoño y
la lluvia de primavera a su debido tiempo, y que nos asegura las semanas fijas para la cosecha».
Las iniquidades de ustedes han desordenado esto, sus pecados los han privado de estos bienes. Sí,
en mi pueblo hay hombres malvados, que están al acecho, agazapados como cazadores, tienden
trampas, atrapan a los hombres. Como una jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de
engaño. Por eso se hacen poderosos y ricos, están gordos, rozagantes, traspasan los límites del
mal. Ellos no hacen justicia, no hacen justicia al huérfano, y prosperan, no juzgan con rectitud a los
indigentes. ¿No los voy a castigar por esto? –oráculo del Señor–. De una nación semejante, ¿no me
voy a vengar? Es algo espantoso, horrible, lo que sucede en el país: los profetas profetizan
falsamente y los sacerdotes dominan a su arbitrio. ¡Y mi pueblo le gusta que sea así! Pero ¿qué
harán ustedes al fin? ¡Busquen un refugio, benjaminitas, fuera de Jerusalén! ¡Toquen la trompeta
en Técoa, levanten una señal en Bet Haquérem! Porque desde el Norte amenaza una desgracia y
un gran desastre "; Ezequiel 12,2-15: "Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde:
ellos tienen ojos para ver, pero no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo
rebelde. En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje como si tuvieras que ir al exilio, y
parte en pleno día, a la vista de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a
la vista de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde. Sacarás tu equipaje en pleno
día, a la vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a la vista de ellos, como salen los deportados.
Abrirás un boquete en el muro y saldrás por él, a la vista de ellos. Cargarás el equipaje sobre tus
espaldas y saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque yo te he
convertido en un presagio para el pueblo de Israel. Yo hice exactamente lo que se me había
ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por la tarde abrí un
boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y cargué el equipaje sobre mis
espaldas, a la vista de ellos. A la mañana, la palabra del Señor me llegó en estos términos: Hijo de
hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo?
Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el
pueblo de Israel que vive en medio de ella. Diles también: Yo soy un presagio para ustedes. Lo
mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al exilio. El príncipe que está en
medio de ellos cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el boquete
que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro, para no ver el país. Yo tenderé
mi red sobre él y él quedará preso en mi trampa. Lo llevará a Babilonia, la tierra de los caldeos,
pero no la verá y morirá allí. Y a todos los que lo rodean, a su guardia y a todas sus tropas, los
dispersaré a todos los vientos y desenvainaré la espada detrás de ellos. Y cuando los disperse
entre las naciones y los disemine por los países, sabrán que yo soy el Señor"). La pregunta permite
todavía un breve espacio de tiempo (Apocalipsis 6, 10: " Ellas clamaban a voz en cuello: «¿Hasta
cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los
habitantes de la tierra?» "). Contraposición de la generación Incrédula es el Jesús creyente, el Hijo
de Dios, que no permanecerá ya por mucho tiempo en esta tierra (Marcos 9,7: " Entonces se
formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo
amado, escuchadle» "). Jesús pide a los que le rodean que traigan al muchacho enfermo) Y SE LO
TRAJERON. APENAS EL ESPÍRITU VIO A JESÚS, AGITÓ VIOLENTAMENTE AL MUCHACHO Y,
CAYENDO EN TIERRA, SE REVOLCABA ECHANDO ESPUMARAJOS. ENTONCES ÉL PREGUNTÓ A SU
PADRE: « ¿CUÁNTO TIEMPO HACE QUE LE VIENE SUCEDIENDO ESTO?» LE DIJO: «DESDE NIÑO. Y
MUCHAS VECES LE HA ARROJADO AL FUEGO Y AL AGUA PARA ACABAR CON ÉL; PERO, SI ALGO
PUEDES, AYÚDANOS, COMPADÉCETE DE NOSOTROS.» JESÚS LE DIJO: « ¡QUÉ ES ESO DE SI
PUEDES! ¡TODO ES POSIBLE PARA QUIEN CREE!» AL INSTANTE, GRITÓ EL PADRE DEL MUCHACHO:
« ¡CREO, AYUDA A MI POCA FE!» (Traído a Jesús, el demonio detecta a su verdugo. Se produce un
nuevo ataque epiléptico en el que el muchacho es lanzado al suelo y se contorsiona
espasmódicamente de un lado para otro, echando espumarajos. La pregunta de Jesús acerca de
cuánto dura ya la enfermedad pretende subrayar la gravedad de la situación del enfermo (5,2-5: "
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un
espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas pero él había roto las cadenas y destrozado los
grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando
alaridos e hiriéndose con piedras"; 5,25: " Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años
padecía de hemorragias"). Es epiléptico desde su infancia. Y cuando le sobreviene un ataque en las
proximidades del fuego o del agua, corre el riesgo de caer en ellos. La condicional petición del
padre «si tú eres capaz» presupone la experiencia decepcionante con los discípulos. Así se habla a
un médico «del que no se sabe hasta dónde llega su pericia» (Lohmeyer). La exclamación pidiendo
clemencia, en variantes secundarias ampliada con el tratamiento Κύριε (Señor), respeta la
majestad de Jesús, pero éste se hace el desentendido. En la respuesta, Jesús se refiere a la
condición que ha expresado el padre y le corrige la postura ya que todavía no ha llegado a la fe
propiamente dicha. El que cree supera toda limitación porque todo es posible para él. De esta
manera se traslada al creyente la frase que habla de la omnipotencia de Dios (10,27: " Jesús,
fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque
para él todo es posible»"; 11,23: "Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña:
«Retírate de ahí y arrójate al mar», sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que
dice, lo conseguir "). Surge la pregunta de qué fe se trata. ¿Contrapone Jesús su fe a la petición
incrédula y dubitativa del padre o quiere mover al padre a la fe que todo lo puede? Habrá que
atender a ambas alternativas. El tenor del relato de milagro apunta a la revelación majestuosa de
Jesús, pero hay que considerar como intención de Marcos la sugerencia de que la fe del hombre
tiene que encenderse en Jesús, en su ayuda que viene de Dios, en su fe (11,12-14: "A l día
siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta
de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no
era la época de los higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: «Que nadie más coma de tus frutos». Y
sus discípulos lo oyeron "; 11,20-24: " A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la
higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: «Maestro, la higuera que has
maldecido se ha secado». Jesús respondió: «Tengan fe en Dios. Jesús respondió: «Tengan fe en
Dios. Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: «Retírate de ahí y arrójate al mar»,
sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo:
Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán»"). No el padre, sino
Jesús es el modelo de la fe. Sólo él puede pronunciar la frase de la omnipotencia del que cree. Sólo
él puede prometer esa fe. Podemos considerar la reacción del padre como el punto culminante
dramático de toda la narración. En el encuentro con Jesús, vio con toda claridad su situación ante
Dios. El acento se desplaza del hijo enfermo al padre. Mirando a su interior y reconociéndose a sí
mismo, lanza un grito. La exclamación pone de manifiesto su desamparo; que también él necesita
la compasión de Jesús tan radicalmente como su hijo. A la luz de la palabra de Jesús reconoció que
su propia fe no era aún fe; que, por consiguiente, su incredulidad necesitaba ayuda. Y espera que
Jesús le abra la fe auténtica. Porque él sabe ahora que el encuentro con Jesús puede
proporcionarle la libertad de esta fe) VIENDO JESÚS QUE SE AGOLPABA LA GENTE, INCREPÓ AL
ESPÍRITU INMUNDO, DICIÉNDOLE: «ESPÍRITU SORDO Y MUDO, YO TE LO MANDO: SAL DE ÉL Y NO
ENTRES MÁS EN ÉL.» Y EL ESPÍRITU SALIÓ DANDO GRITOS Y AGITÁNDOLE CON VIOLENCIA. EL
MUCHACHO QUEDÓ COMO MUERTO, HASTA EL PUNTO DE QUE MUCHOS DECÍAN QUE HABÍA
MUERTO. PERO JESÚS, TOMÁNDOLE DE LA MANO, LE LEVANTÓ Y ÉL SE PUSO EN PIE (Tras el
diálogo, la narración retorna al enfermo. La afluencia de la gente es el motivo externo para que se
pronuncie ahora la orden, dirigida al espíritu inmundo. Después de 14-15 ("Al llegar donde los
discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la
gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle"), esto resulta extraño. Pero Marcos,
que incluyó 14-15 ("Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos
escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a
saludarle"), habrá visto en el tradicional versículo 25 ("Viendo Jesús que se agolpaba la gente,
increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no
entres más en él»") la posibilidad de aludir a su secreto mesiánico. Entonces hay que suponer que
se ha pensado que Jesús, el padre y el muchacho se habían alejado de la muchedumbre. En cuanto
a la afluencia de la gente no es necesario insistir en la motivación psicológica de que, tal vez, el
nuevo ataque del muchacho habría desatado la curiosidad de la multitud. Cuando, en la orden de
salir, se califica al espíritu de mudo y sordo no se está dando otra diagnosis de la enfermedad. La
singular añadidura «y no vuelvas a entrar más en él» pone en claro que el demonio ejerce su
poder sobre su víctima en momentos separados temporalmente entre sí, es decir: cuando se
producen los ataques. Su víctima no es muda y sorda, sino que se le priva de su sentido y de su
habla temporalmente (afasia), Esta diagnosis coincide plenamente con la epilepsia. A pesar de que
pone en práctica todo su poder y atormenta a su víctima, el demonio no puede oponerse a la
palabra imperiosa de su vencedor. Deja libre al muchacho, que yace en el suelo como muerto.
Jesús, que le da la mano y lo pone en pie, aparece, además, como un vencedor sobre los muertos
(ἤγειρεν αὐτόν, καὶ ἀνέστη, lo levantó, y él se puso en pie) De esa manera se expresa de nuevo la
magnitud de la enfermedad y el poder del taumaturgo. Ya en el Judaísmo bíblico pueden
describirse graves enfermedades y sanación como liberación del reino de la muerte (Salmo 30,4: "
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al
sepulcro"). Si con ello se indica la recuperación completa y la reintegración en la comunidad,
puede prescindirse de una reacción confirmatoria de los circunstantes, tal como propiamente se
esperaba) CUANDO JESÚS ENTRÓ EN CASA, LE PREGUNTABAN EN PRIVADO SUS DISCÍPULOS: «
¿POR QUÉ NOSOTROS NO PUDIMOS EXPULSARLE?» LES DIJO: «ESTA CLASE CON NADA PUEDE SER
ARROJADA SINO CON LA ORACIÓN» (En lugar de la confirmación, viene a continuación un
adoctrinamiento especial de los discípulos en la casa. Este empalma con la incapacidad de los
discípulos para ayudar al muchacho. En la respuesta de Jesús se resume el relato con la mirada
puesta en los discípulos. Pero se hace de una forma que permite ver claramente el carácter
secundario de este epilogo. El problema que se presenta aquí no es el de Marcos, sino el de una
comunidad que, en el ejercicio de su actividad exorcista, llega a experimentar los límites de su
capacidad y se siente desconcertada. En el relato anterior a Marcos se trataba del poder de Jesús,
no de una receta para la actividad exorcista. A Marcos le importaba la fe. El severo
adoctrinamiento de que hay una clase de lo demoníaco que sólo puede expulsarse con la oración
es el consejo concreto. Se perdería la seriedad del adoctrinamiento si se considerara la oración
como medio absolutamente seguro o mágico para ayudar al otro en su necesidad. Por eso, para
Marcos no habrá resultado difícil unir su instrucción sobre la oración con su preocupación por la
fe. Él, que va más a lo fundamental y que toca problemas de la comunidad menos inmediatos,
puede unir también en otro lugar la oración y fe (11, 23-25: "Porque yo les aseguro que si alguien
dice a esta montaña: «Retírate de ahí y arrójate al mar», sin vacilar en su interior, sino creyendo
que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean
que ya lo tienen y lo conseguirán. Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en
contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas»").
Así puede decirse que oración «es la fe vuelta a Dios» (Grundmann). La inmensa mayoría de los
manuscritos añaden a la oración el ayuno. No obstante, hay que considerar el texto sencillo «solo
con la oración» como original, porque una añadidura del ayuno es más plausible que su supresión.
La ampliación permite extraer consecuencias acerca de una postura ascética que se extiende cada
vez más. En resumen, Marcos ha utilizado de diversas maneras el relato que recogería un recuerdo
histórico de un fracaso de los discípulos. El presupuesto de una ausencia transitoria de Jesús hizo
que se incluyera después de su retorno del monte de la transfiguración. La escena turbulenta del
principio refuerza la impresión de una secuencia de sucesos. La discusión con los escribas dirige ya
la atención a la inminente preocupación del evangelista: destacar fuertemente la postura de los
discípulos. Esto lo logra mediante la confrontación de la incapacidad de los discípulos con la
actitud del padre. En su conversación con Jesús se presenta la fe como la fuerza que todo lo
puede. De esta manera, se indica implícitamente que el fracaso de los discípulos se debe a su falta
de fe. El dialogo en 23-24 ("Jesús le dijo: « ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien
cree!» Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»") crea, junto al
dramatismo del acontecimiento de curación, otro clímax nuevo y superior: el de la lucha por la fe.
El milagro se subordina a esta lucha. Esto se posibilita por la unidad de padre e hijo, en la que el
padre representa plenamente los intereses de su hijo. La fe - y esto significa curación- solo es
alcanzable en la unión plena y confiada a Jesús, cuya fe es omnipotente. Porque la fe de Jesús, y no
la del padre, es ejemplar, la crítica a los discípulos aparece amortiguada. La aceptación interior de
la fe de Jesús, que como omnipotente nunca será alcanzable, debe constituir la meta permanente
de todos los esfuerzos. Esto sitúa en una nueva perspectiva la lamentación de 19 ("Él les responde:
« ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de
soportaros? ¡Traédmelo!»") y el adoctrinamiento de 28-29 ("Cuando Jesús entró en casa, le
preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» Les dijo:
«Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración»"). La lamentación del Hijo de Dios
contrasta con la fe de Jesús, mientras que la oración indispensable se convierte en la expresión
más pura de la fe. Todo esto nos hace ver que Marcos fue consciente de la división existente en el
hombre entre su fe e incredulidad. Todo creyente tiene una parte de incrédulo y debería
reconocer esto. Debería reconocer también que en el incrédulo está presente la fe soterrada. Sólo
será posible el regalo de la curación en la renuncia a toda auto seguridad equivocada y en la unión
incondicional a Jesús.

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