Hola Saludos desde La Pedregosa. El pasaje evangélico de hoy relata el
encuentro de un letrado von Jesús. El legista pregunta al maestro qué mandamiento es el primero de todos. Se trata nada menos que de saber cuál es el principio fundamental de la religión. Este diálogo se inicia y desarrolla en tono amistoso, sin ánimo de polémica y sin intención capciosa. Al final, el Señor, viendo que había respondido sensatamente, le abre una puerta: "No estás lejos del reino de Dios". Porque ha captado que el amor a Dios y al hermano es lo constitutivo de ese Reino, la piedra de toque de una religiosidad auténtica, pues "vale más que todos los holocaustos y sacrificios". Lo novedoso de la respuesta de Jesús es la unión sin fisura ni dualismo que establece entre el primer mandamiento: amor a Dios, y el segundo: amor al prójimo. Preguntado por el primer mandamiento, Cristo señala también el segundo. "No hay mandamiento mayor que éstos". San Juan se planteó las mismas preguntas, y su respuesta fue: "Nosotros amemos a Dios, porque él nos amó primero. Si uno dice: 'Amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su hermano". No puede ser negativa una religión fundada en el amor y abierta a Dios, al hombre, al mundo y a la vida. Si la vida es lo más grande que tenemos, el cristianismo, no puede menos de ser una religión del sí a la vida. Es lo que debemos testimoniar los creyentes, amando a Dios y a los hermanos. El cristiano debe ser un especialista en amar y ayudar a los demás, como lo fue Jesús. Bueno que pases un feliz día Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo. Lunes 1 de noviembre.
Hola, Saludos desde La Pedregosa. Hoy es día de todos los santos. En la
carta a los Hebreos se mencionan distintos testimonios que nos animan a que «corramos, con constancia, en la carrera que nos toca». Allí se habla «una nube ingente de testigos» que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión. Estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. No pensemos solo en los ya beatificados. El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque «fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente». Dice el Papa Francisco: Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día. Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes. ¿Eres consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu pareja. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales. Bueno que pases un feliz día Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo. Martes 2 de noviembre.
Hola, saludos desde La Pedregosa. Hoy es día de los fieles difuntos.
Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos. Pero, no obstante, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Los muertos, por tanto, que tienen como Señor al que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven, y la vida los penetra hasta tal punto que viven sin temer ya a la muerte. Como Cristo que, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, así ellos también, liberados de la corrupción, no conocerán ya la muerte y participarán de la resurrección de Cristo, como Cristo participo de nuestra muerte. Cristo descendió a la tierra para librar nuestras vidas de la corrupción y atraernos hacia él, trasladándonos de la esclavitud a la libertad. Si este plan de salvación no lo contemplamos aún total mente realizado -pues los hombres continúan muriendo, y sus cuerpos continúan corrompiéndose en los sepulcros-, que nadie vea en ello un obstáculo para la fe. Que piense más bien cómo poseemos ya la prenda de nuestra ascensión a lo más alto de los cielos, pues estamos ya sentados en el trono de Dios, junto con aquel que, nos ha llevado consigo a las alturas. Creemos que nuestro cuerpo, que será sembrado en condición humilde, será transformado en cuerpo glorioso. Cristo elevó hasta el Padre las primicias
de nuestra naturaleza, dejémonos atraer por él hasta la vida eterna. Bueno
que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo.
Miércoles 3 de noviembre.
Hola, saludos desde La Pedregosa. Jesús continúa su viaje de subida a
Jerusalén, donde le espera el destino del mesías paciente. En este contexto adquieren pleno sentido las máximas que dirige a todos: Quien no posponga los afectos familiares, quien no lleve su cruz detrás de mí y quien no renuncie a todos sus bienes "no puede ser discípulo mío". Ante empeño de tal envergadura como es el seguimiento de Cristo, no se puede proceder impulsivamente y a la ligera, sino con la seria responsabilidad de quien sopesa los medios a su alcance antes de construir una casa o librar una batalla. Jesús pide abiertamente a todo discípulo suyo el desapego de la familia y de los bienes materiales, porque estos pueden llegar a condicionar, dificultar y, a veces, impedir su propio seguimiento. También reclama la prioridad sobre el propio yo y la propia vida del discípulo. De tal suerte que el que quiera conservar su vida para sí, la pierde; en cambio, el que la pierda por él, la encuentra. Ante la primacía del Reino pierden Al reclamar Cristo para sí, como Dios que es, un amor más grande que a la propia familia, ¿pretende acaparar afectos humanos tan entrañables y vivencias tan personales como la filiación, la paternidad y la maternidad? Si los lazos familiares significaran el obstáculo insalvable para la opción del discípulo por el reino de Dios, presente en la persona de Jesús, es el Reino el que tiene la primacía de valor y, por tanto, de opción. En tal caso, proceder contrariamente al requerimiento del Señor sería hacer bueno el refrán que dice: Hay amores que matan. Gracias, Señor Jesús, porque nos llamaste a tu seguimiento. Concédenos seguirte incondicionalmente sin claudicar ante la dificultad y la incomprensión. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo.
Jueves 4 de noviembre de 2021.
Hola saludos desde La Pedregosa. El evangelio de hoy contiene dos
parábolas, la oveja y la dracma perdidas, que junto con la del hijo pródigo constituyen las tres parábolas de la misericordia de Dios. En ellas resalta el gozo y la alegría de recuperar lo que estaba perdido, gracias a la salvación de Dios. El motivo que da pie a estas parábolas de Jesús fue la crítica que le hacían los puritanos: "Acoge a los pecadores y come con ellos". Cristo justifica su conducta mediante la enseñanza que se desprende de las tres parábolas. Con ello viene a decir: Yo me porto así porque también así actúa Dios, acogiendo a los perdidos, los fracasados, los malos, los que nadie quiere. Dios, padre de todos, no margina a nadie, sino que se alegra de recuperar y salvar al hombre perdido, restaurándolo a su dignidad propia. Porque "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva". Dios se compadece de todos porque lo puede todo, cierra los ojos a los pecados del hombre para que se arrepienta, le perdona y ama a todos los seres que por amor creó él mismo, que es amigo de la vida. Es la mirada paternal de Dios lo que nos libera del sentimiento de culpabilidad, de la sensación de fracaso, del peso de una vida inútil y perdida, de la angustia e impotencia que nos produce la mezquindad propia y ajena. Te bendecimos, Dios, porque tu Hijo, Cristo Jesús, fue conocido como "quien acoge a los pecadores". Gracias, Padre, porque somos objeto de tu amor y porque tu ternura es más fuerte que nuestro pecado. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo.
Viernes 5 de noviembre del 2021.
Hola saludos desde La Pedregosa. La parábola del administrador infiel, a
quien su amo despide por malversación de fondos, tiene una conclusión desconcertante que dificulta su comprensión: "El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz" El amo alaba su previsión del futuro queriendo granjearse amigos para los tiempos malos que se le avecinan. Al reducir la cifra de los recibos, renunciaba a su propia ganancia. Los hijos de la luz, deben imitar la agudeza, astucia y previsión que en sus negocios ponen los hijos de este mundo. En el empeño por conseguir los bienes y la meta definitiva del Reino, el creyente debe imitar el esfuerzo y dedicación de tantos otros por alcanzar objetivos terrenos y provisorios: adquirir dinero, ganarse influencias y poder, culminar una carrera, conseguir un puesto de renombre, asegurar el éxito político o deportivo. Pues si estos intereses suscitan de tal modo las energías del hombre, cuánto más debe hacerlo el reino de Dios, que ha de tener la primacía absoluta en nuestra vida y es fuente de bienes eternos. Por ellos vale la pena sacrificarlo todo. Hoy Jesús nos señala el camino: invertir los bienes que tengamos especialmente en los pobres, colocando nuestros haberes en el banco del amor y no en el del egoísmo. Si no convertimos nuestro corazón a los criterios de Jesús sobre los bienes, renunciemos a ser cristianos. No valemos para ello. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo.
Sábado 6 de noviembre del 2021.
Hola saludos desde La Pedregosa. El evangelio de hoy contiene tres
aplicaciones que se desprenden de la parábola del administrador infiel. 1ª "Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte os reciban en las moradas eternas". Usad bien el dinero que tenéis, a fin de asegurar vuestra situación en la última hora, cuando fallen los bienes terrenos, seréis bien recibidos en el reino de Dios. 2ª "El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar... Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?" Esta segunda aplicación, sitúa el acento, en la fidelidad cotidiana. Dios nos ha confiado lo menudo, los bienes de la tierra. Hemos de ser buenos administradores de este depósito, empleándolo no sólo en nuestro provecho, sino también en el servicio de los demás. Entonces Dios nos dará lo que vale de veras: el Reino. 3ª "Nadie puede servir a dos amos... No podéis servir a Dios y al dinero". El que adora al Dios verdadero y ama a sus hermanos no puede hacer de la riqueza la meta de su vida. Si el dinero y los bienes no nos valen para "ganar amigos" poniéndolos al servicio de los demás, se convierten en un ídolo incompatible con Dios. El peligro de rendir culto al dinero lo tenemos todos con nuestras apetencias de rico. El dinero es un dios que tiene altar y banco en casi todos los corazones. El dinero es un ídolo tirano que nos insensibiliza ante las necesidades de los demás, a quienes hace ver como cliente y no como hermanos. El dinero es un ídolo que con frecuencia tiene como aliados la injusticia, la opresión y la explotación de los demás. Donde esté nuestro tesoro allí estará también nuestro corazón. Si el dinero es lo primero en nuestra vida, no somos discípulos de Cristo, quien siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza y proclamó bienaventurados a los pobres. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos en el espejo.