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OBSERVACION
Psicología
Universidad Andina del Cusco (UAC)
26 pag.
Recopilado por:
Mg. Manuel Jesús Ortega Zea
Docente de asignatura: Entrevista y observación psicológica
La evaluación
Objetivos de la entrevista
Es mejor no tomar notas durante las entrevistas, puesto que esta actitud puede inhibir
al niño y privarle de expresar todo lo que podría. En el juego libre que se establece
el entrevistador hará preguntas que favorezcan una mayor creatividad e iniciativa y
en ningún momento dirá nada que pueda cortar la espontaneidad del estudiado.
Estructura de la entrevista
Preparación y orientación del niño: Antes de reunirse con el psicólogo, los padres
deberían hablar con el niño sobre la naturaleza y finalidad de la evaluación y de la
entrevista. Se recomienda establecer un objetivo en términos de apoyo, sin ser
peyorativos o acusadores, para evitar poner innecesariamente a la defensiva al niño
o hacer que la evaluación sea una especie de castigo. Los niños a veces necesitan
alguna explicación de quien es el
entrevistador en términos adecuados
a la consulta y asegurar que no habrán
agujas ni ningún otro procedimiento
doloroso. Es importante que los
padres permitan y estimulen al niño
para que éste le haga saber al
entrevistador cualquier preocupación
que tenga, incluso aunque sean
problemas relacionados con temas
familiares privados.
disponibles o preguntar por temas neutrales o agradables, como puede ser con qué se
divierte el niño. Esta manera de enfocar el inicio de la entrevista también aporta
información útil sobre el estilo de manejo de la ansiedad situacional, motivaciones y
habilidades recreativas, capacidad de disfrutar, fluidez verbal y relaciones sociales
del niño.
Preguntarle al niño qué es lo que sabe del porqué de la visita: Permite reconducir
los conceptos erróneos o resumir y organizar la comprensión del propio examinador
en cuanto al motivo de consulta. La duración de la evaluación, la confidencialidad y
el papel del clínico deben exponerse también en términos adecuados al nivel del
desarrollo.
La entrevista del niño requiere un tipo de técnicas diseñadas con flexibilidad y con
tacto, que tengan en consideración los siguientes factores: nivel del desarrollo,
cognitivo y lingüístico del niño; dificultad emocional del tema bajo discusión y el
grado de "rapport".
Para atender adolescentes no basta con tener unos conocimientos sobre las
características de su desarrollo, su forma de enfermar y los recursos terapéuticos de
que se dispone. También es necesaria una capacidad para “sentirse a gusto” delante
del adolescente y cierta experiencia en el trato con la gente joven.
En este primer contacto el psicólogo tiene que saber escuchar, observar y valorar,
tres funciones simples en apariencia y complejas en la realidad. Si es necesario las
entrevistas pueden repetirse, cuantas veces convengan y sean necesarias, pero todas
ellas deben tener como exigencia la consecución de un clima de comunicación y de
ausencia de recelos. Hay que dedicar
el tiempo que sea necesario y hay
que hacerlo todo en un ambiente
relajado, en el que parece que el
tiempo no importa, en el que la
familia se sienta comprendida,
atendida y expresada con toda
libertad, sin directividad por parte
del clínico y que el paciente se
encuentre a gusto, sin rechazos, ni
barreras.
el paciente adolescente, que haya descubierto a un adulto que sabe escuchar y puede
orientarle en lo que a su salud integral se refiere.
Pero además será muy importante que sepa mantener viva la capacidad para el
asombro constante, el afán de búsqueda y un infinito afecto por la vida misma. La
atención al adolescente obliga a que el profesional de la salud se sienta comprometido
para brindar orientación práctica a través de técnicas adecuadas y una sensibilidad
madura. A través de la entrevista se deberá ver más allá para percibir cuáles son las
demandas implícitas que se esconden tras cualquier motivo banal y explícito de
consulta.
Esta capacidad para ver más allá ofrece una perspectiva de aquellos factores que
pueden amenazar la homeostasis psíquica y social del adolescente. El profesional de
la salud debe sentirse a gusto con el adolescente. Sus ideas, por muy arraigadas y
extraordinarias que sean, no deben influir ni en el tratamiento ni en los consejos que
pueda dar al adolescente. Ha de ser capaz de prestar al adolescente un verdadero
interés y un sincero respeto, aunque no siempre le sea posible aceptar su problema,
sus ideas y su conducta.
El adolescente y la familia
Entrevistas conflictivas
manera para resolver esta situación puede consistir en reconocer los propios
sentimientos (“Estás muy molesto”), identificar la causa del enojo (tal vez
una larga y aburrida espera en la consulta). En cualquier caso habrá que
intentar ofrecer ayuda o excusas si la falta es del profesional.
d) El adolescente lloroso: Ante las lágrimas del paciente nos podemos sentir
incómodos, pero hay que reconocer que estas lágrimas pueden ser
beneficiosas y terapéuticas para el paciente y representan también una
oportunidad del profesional para estar más cerca del paciente. Será
recomendable el apoyo silencioso, ya que la mayoría de los pacientes logran
controlarse en una período corto de tiempo. Es útil tener a mano pañuelos.
La entrevista a los padres debe incluir tanto al padre como a la madre. Si conviven,
lo recomendable suele ser realizarla de forma conjunta para poder observar su
interacción y aclarar inconsistencias. Si no conviven o si mantienen un conflicto
importante, una entrevista conjunta puede convertirse en un intento por parte de
ambos de defender su actuación como padres y desprestigiar al otro. En estos casos,
serán preferibles las entrevistas por separado (incluso cuando los padres manifiestan
que no tienen ningún problema en realizarla conjuntamente). Los padres son a
menudo la mejor fuente de información sobre sus hijos, y se les considera
informadores excelentes sobre el desarrollo, duración, frecuencia e intensidad de los
síntomas, así como sobre sus fortalezas conductuales y cognitivas. Como se ha visto,
esta “posición privilegiada” como
observadores no incluye las experiencias
internas, por lo que estas consideraciones
podrían no aplicarse para problemas en
los que estas experiencias son
fundamentales, como los trastornos
internalizantes. Además, los datos
proporcionados por los padres están
sujetos a importantes sesgos, ya que
podrían minimizar los problemas para
preservar su autoimagen o la imagen de
la familia, o podrían exagerarlos, bien para obtener algún tipo de beneficio, bien por
su baja tolerancia hacia algún tipo de comportamiento disfuncional. A muchas
situaciones de entrevista, los padres llegarán con emociones negativas provocadas
por los problemas del niño y sus intentos de manejo. Un buen entrevistador prestará
atención a estos aspectos a la vez que mantendrá el foco de la entrevista. De hecho,
las preocupaciones acerca del significado y las implicaciones de los problemas del
hijo son a menudo un contenido relevante. Éstas incluyen a menudo00 la causa de
los problemas; si existe una posible intervención y sus características; la repercusión
sobre el funcionamiento familiar; la responsabilidad que tienen sobre sus problemas,
y el estigma asociado a tener un problema psicológico (¿qué pensará el niño y sus
personas cercanas de que vaya a un psicólogo?). Establecer un clima de colaboración
con los adultos relevantes es un requisito indispensable para la evaluación y
tratamiento psicológico de los menores. Los aspectos relacionales serán por tanto
prioritarios también en la entrevista con los padres. Algunas actitudes por parte de
éstos pueden dificultar conseguir dicha colaboración.
La fatigabilidad
deberse más a la alta fatigabilidad de los sujetos que a una competencia intelectual
reducida. En relación con la fatiga en la situación de evaluación, también debe
mencionarse la mayor susceptibilidad de cansancio de los músculos utilizados al
escribir o para mantener una postura corporal, así como la dificultad en mantener la
vigilancia perceptiva (tiempos de reacción). En este sentido, para incrementar la
calidad de la información recogida se recomienda el espaciamiento de las tareas que
conllevan las sesiones de evaluación, así como utilizar en la medida de lo posible
instrumentos cuya administración requiera un breve espacio de tiempo.
Condiciones sensoriales
Las condiciones sensoriales del sujeto evaluado constituyen una importante fuente
de sesgo. Los hallazgos empíricos sobre la disminución del rendimiento en los test
de inteligencia, confusión en los test proyectivos, aparición de respuestas aleatorias
en los cuestionarios de lápiz y papel, al igual que distorsiones perceptivas en tareas
visomotoras, pueden estar en relación con déficits sensoriales periféricos o de la
función motora y no constituirían un “problema de orden psicológico”. En este
sentido debe tenerse en cuenta que existen una serie de deficiencias visuales típicas
en la vejez, tales como la debilitación del músculo que controla el tamaño de la pupila
por lo que se requiere una mayor cantidad de luz ambiental, la pérdida de
transparencia del cristalino, la alteración de la percepción del color, dificultad en
discriminar entre los diferentes tonos pastel así como entre colores oscuros y cambios
en el humor vítreo. Por ello, para incrementar la validez y fiabilidad de la evaluación
es necesario superar estos problemas utilizando las correspondientes medidas,
algunas de las cuales se exponen a continuación. Así mismo se debe tomar en cuenta
el tema de la audición ya que muchos
adultos mayores comienzan a perder
la audición, por lo que el
entrevistador deberá cerciorarse que
el entrevistado pueda escuchar
claramente el tono de voz que utiliza
el psicólogo, de lo contrario puede
que se origine un sesgo ya que el
paciente no escuchará claramente las
preguntas y puede que responda en
función a las palabras que cree haber
escuchado, las cuáles tal vez no sean
las palabras exactas del entrevistador.
Otra cuestión a tener en cuenta en la entrevista hace referencia al rapport entre las
personas mayores examinadas y el entrevistador, de tal modo que las primeras
manifiestan cierta complacencia hacia el entrevistador. Tal relación parece depender
de factores asociados al efecto cohorte (nivel educativo). Así, por ejemplo, se ha
hallado que los ancianos con un mayor nivel de escolarización son más
independientes en sus respuestas de la conducta del entrevistador. Otro aspecto es el
problema de la especial “vulnerabilidad” de las personas mayores ante determinadas
cuestiones. Por ello, parece necesario intercalar aquellas preguntas que puedan
El examen del estado mental puede ser necesario al principio de la consulta para
determinar si la información ofrecida por el paciente es fiable; este examen debe
realizarse con delicadeza de manera que el paciente no se sienta incómodo, ofendido
o adopte una actitud defensiva. Se deben hacer anualmente estudios de detección de
rutina para los trastornos físicos y psicológicos a partir de los 70 años.
A menudo, ciertas claves verbales y no verbales (p. ej., la forma en que se relata la
historia, la velocidad del habla, el tono de la voz, el contacto ocular) pueden ofrecer
información, como se ve a continuación:
• Depresión: los ancianos pueden omitir o
negar los síntomas de ansiedad o
depresión, pero los expresan a través de
un disminución del volumen de la voz y
el entusiasmo o, incluso, con lágrimas.
• Salud física y mental: la información de
los pacientes acerca del sueño y el
apetito puede ser muy reveladora.
• Aumento o descenso de peso: se debe
señalar cambios en la forma en que les
calza la ropa o las prótesis dentales.
A menos que haya un deterioro del estado mental, el paciente debe ser entrevistado
solo para estimular el comentario de aspectos personales, también se puede necesitar
hablar con un familiar o un cuidador, que puede dar una perspectiva diferente acerca
de la función, y el estado mental y emocional. Estas entrevistas se pueden realizar
con el paciente ausente o presente. Se debe pedirle permiso al paciente antes de
llamar a un familiar o un cuidador para que esté presente durante la entrevista y le
debe explicar que esto es habitual. Si se entrevista al cuidador sin el paciente
presente, se le debe proporcionar al paciente una ocupación (p. ej., completar un
cuestionario estandarizado, entrevista con otro miembro del equipo
multidisciplinario).
Este tipo de entrevistas siguen los patrones generales pero presentan algunas
peculiaridades. En ellas, el entrevistador, frecuentemente un clínico, trata de recabar
gran cantidad de información y organizarla mientras observa al paciente y examina
su estado mental. Además, intentará obtener información que le permita comprender
los problemas del paciente y el contexto en el que se han desarrollado, así como llegar
a un diagnóstico. Para conseguir esta información, necesitará poner en práctica en
primer lugar las técnicas de escucha activa y progresivamente irá empleando técnicas
más directivas para obtener los datos necesarios para contrastar las hipótesis
diagnósticas. Sin embargo, recabar información es sólo uno de los objetivos de este
tipo de entrevistas, en las que será igualmente relevante establecer una relación de
confianza y empatía con el entrevistado, algo que facilitará la obtención de
información y la adherencia al tratamiento en caso de que fuera necesario
Objetivo
Ámbitos de acción
Objetivo
Ámbitos de acción
La función motivadora de la
entrevista psicológica se enmarca
principalmente en el ámbito
clínico (tratamiento de problemas
mentales) y en el ámbito de la
salud (promoción de hábitos de
vida saludables). En ambos casos
el objetivo principal es ayudar a
la persona a promover un cambio
que no es capaz de llevar a cabo
por sí misma. Por ejemplo, en
pacientes con adicción a las
drogas, o también en personas con una enfermedad como la diabetes o después de un
ataque al corazón, para motivar a realizar cambios en sus hábitos de vida. En el
ámbito de la salud se ha ido produciendo una transición desde una concepción
paternalista en la que los profesionales, los médicos o los clínicos en general eran los
que mejor sabían lo que les sucedía a sus pacientes y quienes debían dirigir el cuidado
del enfermo y la toma de decisiones sobre su tratamiento hacia una visión en la que
el cliente es el que debe convertirse en un agente activo de su salud y de su manera
de “cuidarse”.
Objetivos
Ámbitos de acción