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Manolo García

Teatro VS Realidad
http://www.012.mx/blogs/3381-teatro-vs-realidad.html

Intentemos esbozar un estado del teatro y “la realidad”.


Si el primero es un convenio donde las cosas
suceden en el aquí y el ahora, ¿hay algo más urgente
que re-presentar la realidad que nos circunda?
En cuanto se toma como marco referencial aquellos
sucesos que política o socialmente inquietan al campo
del arte y éste se transforma en un hecho escénico
donde se privilegia en la mayoría de los casos la
investigación documental y el anclaje en sucesos o
personas, no “personajes”, la idea del teatro como
ficción comienza a trastocarse.
Tanto las artes visuales como el cine documental han
aventajado al teatro en la irrupción de lo real con
temáticas diversas, donde se han creado procesos de
archivo estáticos o dinámicos para la producción de la
obra.
La necesidad del abordaje de lo real se manifiesta en la
escritura de narrativas (artes visuales y cine) o
dramaturgias que van desde la construcción de un texto
ex profeso imbuido fuertemente por lo real, hasta la
presencia en escena de algunos protagonistas de las
historias que se cuentan, donde el relato se extiende y
se sucede en un aquí y ahora presente, vivo,
demandante, testimonial.
Una de las constantes en estos procesos de interés por
lo real es la interconexión de los elementos (visuales,
sonoros, arquitectónicos, espaciales) que acuden a lo
que Nicolás Bourriaud denomina estética relacional,
donde cada disciplina se va contaminando entre sí para
generar nuevos discursos que tocan lo
transdisciplinar y en donde nuevos soportes y
materiales escénicos se dan cita.
El téorico español José Antonio Sánchez, es quien más
ha estudiado la llamada “irrupción de lo real” en el
teatro a partir del análisis de lo que considera un
acercamiento tímido a la realidad en los espectáculos de
Heiner Müller, Tadeusz Kantor o Robert Wilson, por
ejemplo.
De los años ochenta en adelante, la preocupación por lo
real va a constituir una temática importante en el campo
del arte y específicamente en lo escénico, sea éste
teatro, danza o performance.
Cambian las condiciones de pensar la representación, se
cuestiona el concepto ficcional en el teatro y los
edificios creados para tal efecto son cada vez más
desacralizados en aras de una libertad y un contacto
más cercano, real, con el público, hasta el punto de
hacerlo partícipe de las acciones escénicas y como co-
creador del espectáculo. Las calles, las escaleras, los
espacios abiertos, los cementerios, las fachadas o ruinas
de edificios se conciben como lugar idóneo para
escenificar.
En tanto al trabajo de los materiales con lo real, donde
se toma un estado de cosas, político o de incidencia
psico social en un periodo determinado, con su
consabida carga de un componente político.
Sánchez, lo afirma así: “El retorno de lo real implica
también, obviamente, la opción por una práctica
artística directamente comprometida en lo político y en
lo social”.
Acaso las muestras más inmediatas de esto se
encuentran en los espectáculos de performance e
intervenciones escénicas que tanto en México como en
Latinoamérica han proliferado y aún son numerosas en
muestras y festivales alternativos o de arte
contemporáneo.
Nombres, hay muchos. Tenemos al grupo peruano
Yuyachkani y la recuperación de las memorias colectivas
en sus espectáculos, el compromiso con las temáticas
de lo real y el rescate de los saberes y mitos regionales.
Mapa Teatro de Colombia con su trabajo de
reconfiguración de espacios y la síntesis del discurso de
la memoria y el despojamiento de los formatos
convencionales de representación es portador
fundamental del teatro vs realidad. La Candelaria,
Teatro de los Andes o Roger Bernat, son otros creadores
que en los últimos años han puesto énfasis en lo real.
Este último con sus formatos de teatro participativo ha
trastocado la idea de representación y se ha
concentrado en la gestación de procesos colectivos de
creación.
Un texto de gran valía que aborda el trabajo de algunos
colectivos que se mencionan es el de Ileana Diéguez
“Des/tejiendo escenas. Desmontajes: procesos de
investigación y creación”, donde la estudiosa incluye
testimonios y referencias de primera mano para
entender en parte el abordaje de lo real y su
transformación en espectáculo escénico.
Las historias mínimas
En el archipiélago del teatro y su forma de tomar la
realidad como tema, caben entonces múltiples estéticas,
determinadas poéticas, creaciones donde el testimonio
directo a la par del involucramiento de personas
comunes, por decirlo de alguna manera, no solamente
de actores, se suman a un particular convivio teatral.
En Argentina, a partir de la crisis de 2001, la irrupción
de lo real toma una importancia fundamental en los
trabajos de hacedores como Rafael Spregelburd, Javier
Daulte o Ricardo Bartís.
Durante ese periodo, la directora Viviana Tellas organizó
a lo largo de cuatro años un ciclo de biodramas, donde
invitó a teatristas diversos a trabajar sobre personas
vivas en aquél país.
Con ello, se procuró hablar de la vida “en bruto” para
despojar al teatro de sus mecanismos ficcionales y
dotarlo de una mayor carga de realidad.
De entre los diversos montajes que se generaron, cada
uno con su poética particular sin traicionar el constructo
teórico propuesto por Tellas, destacó “La forma que se
despliega”, de Daniel Veronese, donde la reflexión sobre
la pérdida de un hijo, es decir, sobre la ausencia, se
convierte en un ensayo sobre el dolor y el vaciamiento.
Estos biodramas incluyeron en algunos casos la
participación de los propios familiares de quiénes se
hablaba, para que relataran los entresijos de su
cotidianidad.
Al respecto de la contaminación de lo real en el teatro
argentino y la resolución escénica de cada uno de los
teatristas al biodrama, Óscar Cornago, escribió: “La
diversidad de sus poéticas garantizó la diferencia en los
caminos adoptados, lo que no impide extraer algunas
reflexiones comunes. Lo primero que debemos
constatar es, por tanto, la variedad de maneras de
confrontar el teatro con la realidad, la escena con la vida
o el personaje con la persona, las distintas posibilidades
para citar la realidad desde la escena, para abrir el
espacio a eso que llamamos vida”.
Recientemente, hacedores como Lola Arias o Federico
León, se han insertado en la corriente de lo real.
Arias, quien está muy vigente en el plano internacional y
visitó México en 2010 como parte del festival
Transversales, puso en escena “Mi vida después”, una
reconstrucción o mejor dicho, retrato familiar a partir de
fotografías, recuerdos de los padres y amasijos de ropa
que va cayendo al escenario desde el comienzo de la
obra.
León en tanto con “Yo en el futuro”, otro trabajo de
reconstrucción de la memoria y la infancia ha puesto
como otros, al teatro argentino en el debate de lo real
para la escena, lo que es urgente, importante y
necesario contarse para que signifique.
Apenas en febrero pasado, León estuvo en el Festival
Escena Contemporánea de Madrid con esta obra al igual
que el colectivo alemán Rimini Protokoll, una de las
agrupaciones más innovadoras en el campo del teatro
documental y que se caracteriza por la integración de no
actores en sus espectáculos sino en varios casos, a los
propios involucrados en el tema.
Con “Black Tie”, programada también en Escena
Contemporánea, los alemanes construyen el relato de la
vida de Miriam Young Min Stein, alemana nacida en
Corea y que fue adoptada a los 9 meses.
¿Quién soy?, es la pregunta más importante con la que
inicia el montaje y alrededor de la cual van
cuestionándose aspectos como la bondad, el altruismo,
la ayuda internacional.
Hay también en esta puesta una frase devastadora:
“Fuiste encontrada en una caja en Corea del Sur en
1977, envuelta en periódicos”.
Con los pocos indicios de sus antecedentes que tiene
sobre sus orígenes, Miriam Young Min Stein traza unas
coordenadas para saber dónde situarse y contar su
propia historia.
De Colombia, han sido también vitales las aportaciones
a lo real de Mapa Teatro, que con “Testigo de las
Ruinas”, hurgó entre 2001 y 2003 el proceso de
desalojo y demolición del barrio Santa Inés-El Cartucho,
en Bogotá, que generó entre otros materiales escénicos:
libros, paseos, video instalaciones e intervenciones
teatrales.
La mirada en el Zócalo
¿Cómo entender entonces ya el contexto teatral para
que siga funcionando como tal: un espectáculo de
teatro?
Al dotar de sentido los registros documentales,
testimonios e historias personales que involucran una
lectura y puesta en el aquí y ahora de lo real, la
significación del espectáculo se multiplica para que sea
percibido como un acontecimiento escénico que vitaliza
la mirada de los otros y los hace complejizar la historia
que se cuenta para catapultarla a diversos planos de
reflexión.
Con el proyecto de “La rebeldía”, Luisa Pardo y Gabino
Rodríguez, del colectivo mexicano: “Lagartijas tiradas al
sol”, han elaborado todo un fresco de los
acontecimientos guerrilleros en nuestro país.
Su última puesta “El rumor del incendio”, donde una
mujer toma el papel protagonista y al final nos damos
cuenta que todo el tiempo se estuvo hablando de la
madre de Luisa Pardo, la directora; contempló más de
un año de investigación donde a través de un blog y la
edición de un libro en conjunto con un trabajo de video,
se fue construyendo el recorrido de los hallazgos de su
investigación.
Uno de los espectadores que presenció el trabajo en
España, escribió en un blog de discusión.
“Podemos pensar que ayer Godot venía de México
aunque fuese disfrazado del Angelus Novus de
Klee: Lagartijas tiradas al sol en El rumor del incendio
pone escena un tipo de teatro al que ya no estábamos
acostumbrados: representación, máscaras, narratividad,
figuraciones, muñecos, fragmentos, citas, palabras,
historias, personajes, ficciones, documentos, montaje,
reflexividad, etc.”
La mirada sobre los acontecimientos políticos y
sociales es un tipo constante de abordaje de la
realidad, de lo que por ejemplo ha hecho su veta de
exploración Teatro Ojo, con Héctor Bourges a la cabeza.
Sus intervenciones públicas son eminentemente
políticas, poniendo en el plano de lo real algunos de los
imaginarios sociales más recurrentes. Así han
intervenido La Plaza de las Tres Culturas, el Multifamiliar
Juárez, el antiguo edifico de Relaciones Exteriores, la ex
cárcel de Lecumberri o los pasajes de y el Zócalo mismo.
Las acciones escénicas que protagonizan llevan como
marca la participación del otro, que hace multiplicar y
expandir la mirada sobre lo teatral su impacto en el
espacio tiempo en el que se desarrolla.
Y es precisamente ese otro el que le imprime en su
construcción mental el cariz teatral al concebirse
entonces la escena como acontecimiento, más
preocupada por el proceso y las reacciones que se
generan.
Si la realidad es convulsa, violenta y con múltiples
contextos, ¿a qué sitio hay que ir para preguntar sobre
lo que es necesario ponerse en escena?
Con sus excepciones, pasaron en la polisemia teatral,
de unos quince años a la fecha, las
escenificaciones de un teatro fundamentado en las
obras de repertorio en espacios convencionales,
junto con las temáticas sobre el narcotráfico y las
historias puestas en papel en un texto dramático, a un
teatro más enfocado en lo circundante pero no desde la
dramaturgia de un hacedor (dramaturgo o director)
dictatorial, sino a escarbar en los testimonios de la
historia, en recopilar periódicos, audios y entrevistar o
poner frente a los otros a ese hombre o mujer que tiene
toda una vida por contarnos.
¿Qué tipo de teatro o abordaje teatral necesitamos
entonces? ¿Cuál es el teatro que debe re-significarnos o
re-presentarnos como contemporaneidad social? ¿Por
qué la ficción por la ficción misma ya no toca tan
hondo?
Con sus múltiples variantes, el interés por lo real parece
ser un campo escénico en plena efervescencia en tanto
se construye como memoria de la historia, de la
reformulación de los mitos fundacionales de lo que
llamamos patria o incluso de los sinsabores de una
familia o comunidad perdida en la Sierra.
Inmerso desde hace años en procesos de laboratorio de
creación e interés por la significación de los objetos, los
contextos, lo espacial y la idea de la re-presentación
dentro del teatro, Jorge Vargas con Teatro Línea de
Sombra ha construido en los últimos años un discurso
poderoso sobre el teatro y lo real.
“Amarillo” ha constituido todo un diálogo en torno a la
idea de la migración, los migrantes y el abandono. Con
esta apuesta, Vargas se ha puesto a conversar con la
corriente del teatro de lo real en el mundo.
Recientemente, “La forma que se despliega”, a partir del
texto de Daniel Veronese y que aún está en temporada,
ofrece una disección puntual de algunos
cuestionamientos fundamentales como el entendimiento
de lo real, la ficción, la simulación de la representación,
el despojamiento de artificios y el trabajo con los
objetos y las atmósferas que entran en la vertiente de lo
que Sánchez denomina como teatro expandido.
La intervención textual de Noé Morales Muñoz y el
trabajo de objetos de Shaday Larios, amén de los
protagonistas, conviven atinadamente en este montaje.
Más confabuladores de la escena y lo real son además
Rubén Ortiz y Alberto Villareal, quienes incluyen un
lenguaje poético al que hay que prestar mucha atención.
No obstante la ocupación de estos y más hacedores por
lo real en el teatro, existen pocos estudios al respecto
que se hayan documentado desde el punto de vista
académico, pues su referencia se encuentra más en
revistas y algunas reseñas periodísticas.
Como documento para un presente vertiginoso, vale
mucho la pena ir configurando esta historia reciente de
lo real en el teatro nacional, cuyo dinamismo, estéticas y
lenguajes aún tienen mucho qué decirnos  

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