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SÍNTESIS

Capítulos III - VIII

El pueblo de Israel o grupo de gentes – como los historiadores y


arqueólogos lo denominan, para significar sus inicios vasados en datos
extrabíblicos– ha representado la realidad del proceso; un proceso que
lo antecedió, que lo secundó y que lo sigue determinando hoy por hoy;
Israel por elección colectiva, consecuencia de la necesidad o la
posibilidad, se acento en lo que se denominaba la tierra de los
cananeos, una tierra que había sido poblada tiempo atrás por otros
grupos de gentes que progresivamente habían desarrollado un proceso
cultural iluminado por la vivencia, que evidentemente era prolongada,
en estos espacios topográficos: “La arqueología ha demostrado que la
urbanización y la cultura de esta época de Canaán (Bronce Reciente) era
rica e incluso refinada”1 En el momento histórico en el que los israelitas
se asientan en la tierra de Canaán es improbable que las tribus se
encontraran ya constituidas, las complicaciones que dicho asentamiento
constituyo siguen siendo aún difícil de precisar; lo importante es resaltar
que durante el transcurso del tiempo la formación de las ya
mencionadas tribus significó el proceder expansional de lo que se
determinaría como el pueblo; las tribus se repartieron a través del
territorio, generando al interior de cada una procesos de evolución
cultural, que desembocarían en la compresión de la divinidad y
posteriormente de la relación con ésta (religiosidad).
El punto de partida de lo que los israelitas denotarán como historia del
pueblo, es la liberación de Egipto, y con base a esta realidad formularán
percepciones matizadas por la conveniencia, en las dimensiones socio-
político-económicas: la historia precisa que fue solo la casa de José –
tribus del centro: Efraím, Manases y Benjamín– la que pudo haber vivido
“la liberación de Egipto”, lo que varios historiadores conciben como un
eufemismo erróneo de lo que en realidad fue la finalización de un
período de estadía en Egipto, a causa de un trabajo realizado por parte
de este colectivo nómada. En el norte se asentaron cuatro tribus: Aser,
Zabulón, Neftalí e Isacar; quienes serían desconocedoras o al menos no
testigos vivenciales del hecho estelar ya mencionado; al sur tomaron
propiedad las tribus de Judá, Simeón y Dan, “la relación [de la primera
de estas] con los acontecimientos del éxodo provendría de las
tradiciones del clan efrateo y, quizás de los calebitas. La importancia de
la tribu de Judá adquirirá dimensiones considerables con David hasta

1
Autores varios, Introducción al estudio de la Biblia – I. la Biblia en su entorno, VD, Navarra, 1990, p.136.
quedarse prácticamente sola tras la desaparición del reino del norte. 2 A
la región de la Transjordania más específicamente Galaad llegarían las
tribus de Gad y Rubén; Leví o tribu sin tierra, se especializaría en el
culto.
En lo concerniente al cómo se constituiría Israel en pueblo dominante de
toda el país se especifican dos hipótesis: “unos piensan que los hebreos
se fueron instalando lenta y progresivamente en las zonas deshabitadas
y que solamente con David se habría llegado a la conquista militar
propiamente dicha de las ciudades cananeas. Otros subrayan que hay
relatos bíblicos que muestran que la conquista militar fue un hecho y
que la arqueología vendría a confirmar los textos de Josué y Jueces. No
hay oposición entre ambas opiniones.”3
Bajo los eventos históricos mencionados, se encuentra una realidad que
progresaba conjuntamente con el devenir expansional de las gentes de
Israel, su religiosidad, y es precisamente ésta la que determina
sustancialmente la historia de este pueblo; probablemente la
recolección fontanal de los elementos primarios de la religión del pueblo,
se ubica en las vivencias religiosas ya iniciadas por parte de los pueblos
del oriente próximo, de allí beberían expresiones como la del dios que
prodiga protección y libera de los opresores, al igual que expresiones
sacrificiales, de prerrogativa y acción de gracias como la pascua. Dentro
de las adopciones realizadas por los israelitas en el ámbito religioso se
rescatan dos aspectos: su particularismo y su pluralidad; particularismo
al concebirse como un pueblo separado y diferente en todos sus
aspectos incluyendo el religioso; pero paradójicamente con un alto nivel
de pluralidad porque, como ya se dijo, la gesta de lo que se evidenciaba
como religión fue determinada por un proceso de asimilación e
integración de caracteres específicos de otras culturas. Este
procesualismo ve sus orígenes en la época patriarcal que se
caracterizaba por representar a la divinidad con un carácter de
protección hacia el grupo, sucesivamente y con el paso del tiempo bajo
el afianzamiento de las tribus y su comprensión religiosa, se determina
como acontecimiento medular la liberación de Egipto que hasta el día de
hoy, representa la significación del acontecer socio-económico-político; a
Dios, en esta etapa se le concibe como un dios guerrero, que lucha en
beneficio de su pueblo, es importante resaltar que el arca de la alianza
era el objeto cultual y representaría a posteriori la permanencia del dios
guerrero con su pueblo.

2
Ibíd. p. 138
3
Ibíd. p. 139 -140
Esta síntesis rescata elementos que han encontrado expresividad veraz,
gracias a la arqueología y la historia, como a las críticas de las que
vienen acompañadas (textual, literal, histórica); no obstante este
proceso de comprensión amerita siempre la improbabilidad, es decir no
se cataloga una respuesta como el axioma último que compendia todo
lo que aconteció; por tanto este devenir investigativo se hace tarea
exhaustiva y casi interminable.
Juan Sebastián Bustamante Caicedo
juanchoc457@gmail.com

Antropología y culturas bíblicas

Pbro. Juan Pablo Jiménez Fetecua


jpjfpbro@gmail.com

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