Está en la página 1de 2

Prendimiento del Señor – noche del jueves santo

Escena 1
Entra Judas al templo temeroso de ser descubierto y se encuentra con un guardia.
Guardia: Que haces aquí sabandija, es tarde, no estarás pretendiendo robarte algo del templo sagrado de Dios.
Judas: (tartamudeando) No, No…. Yo vengo a hablar con los sumos sacerdotes.
Guardia: Tu??? Jajajajajajajaja pobre ladrón, porque habría de llevarte ante ellos??
Judas: Porque puedo entregarles a Jesús, el Nazareno.
Guardia: ¡El revoltoso! Claro, pero si tú eres uno de los que anda en ese combito de agitadores, ven, camina que
esto es de gran interés para las autoridades.
Sale Judas escoltado por el guardia, quien lo conduce a un cuarto del templo donde se hallan los sumos sacerdotes
y militares confabulando de como atrapar al Jesús.
Guardia: Shalom Anás, Shalom Caifás, aquí esta uno de los discípulos del Nazareno, el que tantos problemas nos
ha causado, dice que puede entregárnoslo.
Anás: Habla gusano, ¿estás dispuesto a traicionar a tu líder?
Judas: ese nuestro maestro es despilfarrador, lo único que hace es darles nuestro dinero a los pobres, compartir y
compartir…. Nosotros nos vemos a gatas para vivir, no nos queda casi nada, estoy cansado y por eso vengo a
estregároslo.
Caifás: que astuto es ese Nazareno, se la pasa repartiendo los bienes e invitando a los pobres a compartir, así
llenando sus barrigas los subleva contra nosotros.
Anás: ¿Cuál es tu precio avaro traidor?
Judas: 30 monedas de plata.
Caifás: Jajajaja así será, pero asegúrate de entregárnoslo lo más pronto posible, no sea que el pueblo se levante
contra nosotros, ya le tienen por profetas y hay algunos blasfemos que se atreven a decir que incluso es el mesías.
Anás: Traédnoslo o nos aseguraremos de encontrarte y hacerte pagar a ti. (le tira la bolsa con las monedas)
Judas: Les aseguro que encontraré el momento más oportuno.
Judas sale corriendo con la bolsa y los sacerdotes, militares y demás se quedan discutiendo y entran a otra sala.

Escena 2
Entra Jesús al huerto de los olivos con sus discípulos y Llegado al lugar les dijo.
Jesús: «Pidan para que no caigan en tentación.» (Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas
oraba diciendo) «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (sumido en
agonía, insistía más en su oración, levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos)
y les dijo: «¿Cómo es que están dormidos? Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se
acercó a Jesús para darle un beso.
Jesús: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!»
Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron
Andrés: «Señor, ¿los atacamos?» (uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.)
Jesús: «¡Paren! ¡Basta ya!» (Y tocando la oreja le curó) (dirigiéndose Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la
guardia del Templo y ancianos que habían venido contra él): «¿Acaso van a atrapar tun bandido para llevar
espadas y palos? Estando yo todos los días en el Templo con ustedes y no me pusieron las manos encima; pero
esta es su hora y el poder de las tinieblas.»
Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo
de lejos. 55.Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre
ellos. 56.Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.»
Pedro: «¡Mujer, no le conozco!»
Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.»
Pedro: «¡Hombre, no lo soy!»
Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.»
Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» (en aquel momento, estando aun hablando, cantó un gallo y saliendo
fuera, rompió a llorar amargamente)
Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban; y cubriéndole con un velo le preguntaban:
«¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.
Caifás: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.»
Jesús: «Si se los digo, no me creen. Si se los pregunto, no me responden. De ahora en adelante el Hijo del hombre
estará sentado a la diestra del poder de Dios.»
Anás: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»
Jesús: «Ustedes lo dicen: Yo soy.»
Caifás: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»
Anás: llévenlo preso, tendremos que presentarlo ante Pilato.

Salen de escena y se cierran las puertas del templo.

También podría gustarte