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Parroquia De la Santa Cruz

Vía crucis 2018

Diálogos
JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní y Jesús les dijo a sus


discípulos
JESÚS: Oren, para que no caigan en tentación.
NARRADOR: Después se alejo de ellos como a la distancia a la que
uno tira una piedra y doblando las rodillas oraba diciendo…
JESÚS: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga
mi voluntad si no la tuya.
NARRADOR: Después de orar se levanto y fue hasta donde estaban
sus discípulos y los hallo dormidos vencidos por la tristeza, y les
dijo:
JESÚS: ¿Cómo pueden dormir? Levántense y oren para que no
caigan en tentación.
NARRADOR: Estaba todavía hablando cuando llego un grupo de
soldados encabezados por Judas, uno de los doce
JUDAS: Al que yo le dé un beso, ese es, deténganlo y llévenselo.
(Se acerca a Jesús) ¡Maestro! (lo besa)
JESÚS: Judas ¿con un beso traicionas al hijo del hombre?
NARRADOR: Los soldados de acercan a tomar preso a Jesús, pero
en ese momento Pedro saca la espada y hiere a uno de ellos
cortándole la oreja. (El Diablo se encuentra cerca de Pedro)
JESÚS: ¡Basta! Vuelve esa espada a su sitio, pues quien hierro
mata a hierro muere
NARRADOR: Tocando la oreja del soldado para sanarlo Jesús se
dirige a sus captores.
JESÚS: ¿Soy un bandido para que hayan salido armados de
espadas y lanzas? Yo estaba día a día con ustedes en el templo, y
no me detuvieron, pero ahora que dominan las tiniebla, les toca su
turno.
NARRADOR: Entonces lo tomaron preso y lo llevaron a la casa del
sumo sacerdote donde entraron; Pedro los seguía de lejos. Como
los servidores habían encendido fuego en medio del patio y
estaban sentados alrededor, Pedro fue a sentarse con ellos; una
muchacha de la casa lo vio sentado junto al fuego y mirándolo
fijamente le dijo:
CRIADA: Creo que te he visto antes, tú estabas con ese hombre
Jesús el Galileo.
PEDRO: Mujer yo no lo conozco (El Diablo cerca de ambos)
CRIADA: Tú también eres uno de ellos
PEDRO: No lo soy, no conozco a tal hombre.
CRIADA: Pero se parece mucho a ti.
PEDRO: No entiendo lo que dices, te digo que no lo conozco.
NARRADOR: En ese preciso momento se oye el canto de un gallo y
llegaba María Magdalena.
MARÍA MAGDALENA: ¿Qué no sabes lo que dices? tú mismo lo
acabas de mandar a la muerte.
PEDRO: Tuve que hacerlo, si no también vendrían por mí.
MARÍA MAGDALENA: Jesús dijo que lo negarías.

JESÚS ANTE EL SANEDRÍN


NARRADOR: Cuando amaneció se reunieron los jefes judíos, los
jefes de los sacerdotes, y los maestros de la ley y mandaron traer a
Jesús ante su tribunal.
ANÁS: Háblanos sobre tus discípulos, sobre tus enseñanzas
JESÚS: Yo he hablado abiertamente, he enseñado en los lugares
donde se reúnen los judíos ¿Por qué me preguntas a mí? Interroga
a los que escucharon de lo que he dicho.
SOLDADO 1: ¿Así contestas al sumo sacerdote? (Dándole un
golpe).
JESÚS: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si
he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?
NARRADOR: Anás al darse cuenta del erróneo actuar del soldado
lo retira y Caifás se levanta de su silla y continua con el
interrogatorio.
CAIFÁS: En el nombre del Dios vivo dinos ¿eres tú el Cristo?
¡Respóndenos!
JESÚS: Si lo digo ustedes no me creerán y si les hago alguna
pregunta, ustedes no me contestarán, pero en adelante el hijo del
hombre estará sentado a la derecha del Dios todo poderoso.
CAIFÁS: Entonces ¿tú eres el hijo de Dios?
JESÚS: Dices bien, lo soy.
CAIFÁS: ¡Ha blasfemado! (se rasga las vestiduras) ¿Para qué
buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su
boca. ¿Qué dicen ustedes? (Dirigiéndose a los demás miembros del
Sanedrín).
SANEDRÍN: Merece la muerte, blasfemia, reo de muerte. (Todos
gritando al mismo tiempo).
NARRADOR: Después se levanto toda la asamblea enardecida y lo
llevaron ante Pilatos. Cuando Judas el traidor supo que Jesús
había sido condenado se llenó de remordimientos y devolvió las
treinta monedas de plata a los Jefes de los Sacerdotes y a los Jefes
de los Judíos.
JUDAS: He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.
ANÁS: ¿Qué nos importa eso a nosotros? Eso es asunto tuyo
Entonces el arrojando las monedas en el templo, se marchó

JESÚS FRENTE A PILATOS


CAIFÁS: Quiero ser recibido por poncio Pilatos
SIRVIENTE PILATOS: Señor lo buscan los sumos sacerdotes.
PILATOS: No estoy interesado en sus predicadores, ni en sus
profetas y tú lo sabes.
SIRVIENTE PILATOS: Si lo sé señor. Pero el Sanedrín, cuya
cooperación nos ha sido de mucha utilidad, lo considera
extremadamente importante.
PILATOS: (con enfado) está bien, está bien, los atenderé aquí
mismo.
SIRVIENTE PILATOS: Señor, temo que debemos salir nosotros de
acuerdo a sus creencias, ellos no pueden entrar a la casa de un
romano. No en la pascua, estarían manchados.
PILATOS: ¿Manchados? ¡HE! Muy bien, saldremos…
Pilatos se dirige a Jesús
PILATOS: ¿Cómo puedes blasfemar de lo invisible? Ustedes han
visto a mi dios, el invencible Tiberio, pero nadie ha visto al suyo,
así… ¿cómo puede pecarse?
CAIFÁS: Se llama así mismo hijo de Dios y como tal estaba
dispuesto a iniciar una revuelta contra el gobierno.
ANÁS: Lo descubrimos pervirtiendo a la nación, prohibiéndole al
pueblo que pague tributo a Roma, y diciendo de si mismo que es
el Mesías es decir, el rey de los judíos.
PILATOS: Que se adelante el prisionero.
NARRADOR: Los soldados llevan a Jesús frente al procurador y la
sonrisa despectiva de Pilatos se desvanece ante la dignidad de
Jesús.
PILATOS: (Dirigiendo a sus acusadores) ¿Este es el hombre que
creen tan peligroso? El hombre que aspira a hacer rey,
(dirigiéndose a Jesús) ven ¡acércate! (Jesús se acerca)
Me dicen que eres el hijo del Dios invisible que adoran los
hebreos. (Jesús no responde) y bien, ¿lo eres?
JESÚS: (Contesta suavemente) ¿Dices eso por tu cuenta o por qué
te lo han dicho otros?
PILATOS: ¿Acaso soy yo judío para saber eso por mi mismo? Ellos
te han traído como un criminal peligroso, por tanto, debo suponer
que has hecho algo para merecer ese trato.
JESÚS: me persiguen por sus propias razones.
Pilatos sonríe y mira a los sacerdotes.
PILATOS: Y ¿por qué habrían de hacerlo?
JESÚS: Porque yo hablo del reino de los cielos y ellos tan solo de
este mundo.
PILATOS: Hablas en acertijos… ¿no sabes que está en juicio tu
vida?
JESÚS: Nadie me la puede quitar a menos que yo lo permita
PILATOS: (Ríe de manera maliciosa) Eso ya lo veremos; ahora
háblame de tu padre, ¿acaso mora también en estos sacerdotes
que te han traído amarrado?
JESÚS: (Se dirige a sus acusadores) Estos se burlan del Padre con
sus actos, sin embargo, pueden hallar la salvación si se
arrepienten.
PILATOS: También dicen que te haces llamar “rey de los judíos”...
y bien… ¿eres el rey de los judíos?
JESÚS: Si mi reino fuera de este mundo, mis seguidores impedirían
que yo fuera capturado.
PILATOS: ¡HO! Hablas de un reino. Entonces tú debes ser rey.
JESÚS: ¡Lo soy! vine al mundo con un propósito, ser portador de la
verdad. Aquellos que aceptan la verdad, oyen mi voz.
PILATOS: ¿Y qué es la verdad?
Jesús permanece callado. Pilatos se dirige a los presentes.
PILATOS: No… este hombre no es un criminal
CAIFÁS: ¡Esta alborotando al pueblo!
JUDÍO 1: Si, y difunde su doctrina por todo el país de los judíos.
Comenzó por Galilea y ha llegado hasta aquí.
PILATOS: Entonces ¿es galileo?
PUEBLO: Si, es galileo.
PILATOS: Si es así, este hombre no está bajo mi jurisdicción, si no
en la de Herodes, que él lo juzgue.
JESÚS Y HERODES

NARRADOR: Pilatos se retira y los soldaos toman a Jesús y lo


llevan al palacio de Herodes; la multitud lo sigue. Se encuentra
Herodes sentado (acostado), cuando un sirviente se acerca.
SIRVIENTE: ¡Salve Ho gran rey Herodes!
HERODES: ¿Qué pasa lacayo? ¿Por qué osas interrumpir mi
momento de meditación?
SIRVIENTE: El procurador Poncio Pilatos le ha enviado un preso
para que sea juzgado por su excelentísima, pues es un galileo y
dice que le corresponde a su jurisdicción.
HERODES: ¿Y de quién se trata?
SIRVIENTE: Al parecer señor, se trata de Jesús de Nazaret
HERODES: ¿El Nazareno? Hazlo pasar de inmediato.
NARRADOR: Los soldados de Herodes le llevan a Jesús y la
multitud los acompaña.
HERODES: ¿Por qué traes a este hombre? (Dirigiéndose a Caifás)
CAIFÁS: Ha blasfemado contra ¡el Dios vivo!
ANÁS: Ha amenazado con ¡destruir nuestro templo! (se escuchan
mormullos entre la gente).
HERODES: ¡Basta! Yo juzgare a este, (de manera despectiva) al
¡hacedor de milagros!
¿Así es como te conocen? Un hombre que puede caminar ¡sobre
el agua! (la multitud ríe) ¡silencio! (dirigiéndose a los presentes),
se ríen de la brujería que no entienden, (se dirige a Jesús) he oído
también que curas enfermos (Pausa). Yo tengo mucha fe en los
poderes mágicos, yo creo en la magia, (pausa) ¿no respondes?
(Pausa y Silencio por parte de Jesús) ¡Ah! También he oído de tu
milagro en Cana donde convertiste el agua en vino.
Herodes da una palmada, un sirviente se acerca y llena una copa
con agua.
HERODES: (Dirigiéndose a Jesús) Este sería la clase de milagro que
me gustaría ver.
Herodes bebe el agua y la escupe al probarla. (La escupe con
desagrado)
HERODES: Cambia esta agua en algo que se pueda beber, cambia
esta agua en… vino.
Herodes coloca la copa enfrente de Jesús y espera un momento;
después se rió, bebe la copa creyendo que es vino, pero al beberla
la escupe con desagrado al saber que sigue siendo agua mientras
que Jesús permanecía inmóvil.
HERODES: ¡¿Agua?! (Arroja copa sobre Jesús) ¿No tienes ningún
poder galileo? o ¿es que solo los muestras con los pobres o
enfermos y no quieres ahora mostrarlos ante tu rey?
JUDÍO 2: ¿Olvidas Herodes que también ha dicho que él es el rey?
HERODES: (Molesto) ¡Que así sea entonces! ¿Un rey quieres ser?
¡Pues haremos un rey!
(Se dirige a sus soldados) ¡Un manto! Denle un manto que le vaya
bien a este monarca para reconocerlo como tal. (Un soldado toma
el manto y se lo pone a Jesús). (El Diablo se acerca a Herodes).
HERODES: (Dirigiéndose a todos) ¡Vamos! Hacerle homenaje a
este loco, rendir homenaje a la realeza que está con nosotros.
(Obligando a los soldados a reverenciarlo) Todos a inclinarse
rápido… jajaja pero su corona debe venir de Roma, llévenlo otra
vez a Pilatos.

DE REGRESO CON PILATOS


NARRADOR: Los soldados de Pilatos toman a Jesús y lo llevan ante
él. Pilatos se acerca a la turba.
PILATOS: ¿Por qué me traen otra vez a este hombre? ¿No lo ha
juzgado ya Herodes?
CAIFÁS: Según las leyes de Roma, Herodes no puede crucificar, por
lo tanto, juzga a este hombre Pilatos (el pueblo iracundo grita y
están aglomerados)
PILATOS: Ustedes me presentaron a este hombre como agitador,
lo interrogue personalmente delante de ustedes, pero no lo halle
culpable de ninguno de los crímenes que lo acusan, ahora
tampoco Herodes lo encontró culpable puesto que me lo mando
de vuelta, como ustedes ven, en todo lo que hizo no hay ningún
crimen que merezca la muerte. No, este hombre no es un criminal,
es un soñador, llévenselo y azótenlo como muestra de justicia
romana, ¡esto lo despertara!
Pilatos se retira y lo soldados se llevan a Jesús, lo atan a un poste y
lo desvisten...
CENTURIÓN: Pilatos ordena 40 azotes para su majestad.
VERDUGO: magnifico los reyes son mi especialidad. (Le quitan la
ropa lo azotan entre risas y muestras sarcásticas de veneración).
NARRADOR: Este verdugo es un soldado desenfrenado y no se
preocupa, se ensaña a placer, hasta dejarlo sin sentido. Le azota
de firme, despiadadamente, con gran frenesí. A cada azote se
estremece el cuerpo en dolorosos sobresaltos. Pero Jesús no abre
la boca, y ese mismo silencio es el que acrecienta la rabia satánica
de su verdugo. No es ya la fría ejecución de una orden judicial; es
un demonio desencadenado. (EL diablo de frente a Jesús).
CENTURIÓN: ¡Es suficiente! pónganle de nuevo la ropa. (Mientras
le ponen la ropa los soldados empiezan a hablar entre ellos).
NARRADOR: La cuenta de los azotes sale cabal, si bien es verdad
que nadie ha contado. Dejándole a Jesús un momento para que se
reponga van por sus vestiduras pues aun podrían divertirse con él.
SOLDADO 1: Lo vi cuando entro a Jerusalén como un rey…
SOLDADO 2: Y mírenlo ahora… jajaja.
SOLDADO 3: El rey de los judíos… Pues deberíamos vestirle como
rey,
El soldado toma un manto rojo y se lo ponen a Jesús,
SOLDADO 4: Si es rey, necesita una corona
El soldado corre, prepara una corona de espinas mientras el resto
de los soldados siguen burlándose de él; el soldado que trae la
corona vuelve y se la pone a Jesús y cada uno pasa haciéndole
reverencia, golpeándolo y haciendo mofa de él
SOLDADO 5: ¡Ahora si es un rey! Jajaja
SOLDADO 1: Espera necesita un cetro (toma un cetro y golpea a
Jesús con él)
Jesús soportaba todas estas humillaciones en silencio
SOLDADO 2: En verdad esto no es divertido (y lo golpea con el
cetro)
SOLDADO 3: Mírate Rey en mi coraza
SOLDADO 4: Salve, Rey de los Judíos (El soldado le da una
cachetada a Jesús)
CENTURIÓN: ¡Suficiente! llévenlo ante Pilatos.
Llevan a Jesús ante Pilatos, este lo observa con lastima.
PILATOS: (Dirigiéndose a sus acusadores) ¡Vean al hombre!
(Dirigiéndose a Jesús y mostrándolo a la turba) ¿Qué tienes que
decir a favor tuyo?... ¡habla! (Jesús guarda silencio mientras que
Pilatos se acerca más a él) ¿quién eres? ¿Qué eres? ¡Di algo!
¡Vamos! ¿No quieres defenderte? ¡Quieres morir! ¿No sabes que
tengo el poder de liberarte o de crucificarte? (Pausa)
JESÚS: No tendrías poder sobre mí, si no te hubiese sido dado
desde arriba, por eso, el que me entregó a ti es culpable de mayor
delito que tú.
Pilatos observa y se aleja desconcertado, después llama a un
sirviente.
PILATOS: (A su sirviente) ¿no es una antigua costumbre honrando
a la pascua, en que el procurador puede liberar a un preso
sentenciado a muerte como acto de misericordia?
SIRVIENTE: si, tal costumbre existe aún…
PILATOS: Y tenemos a dos prisioneros…
SIRVIENTE: ¿Barrabas?
PILATOS: Y a Jesús, así que el pueblo decida.

PRIMERA ESTACIÓN JESÚS ES CONDENADO A MUERTE


PILATOS: He tomado mi decisión, el pueblo lo decidirá, llévenselo
Salen y entra Claudia esposa de Pilatos.
PILATOS: ¡Ah! ¿Eres tu Claudia? ¿A qué debo la fortuna de verte
tan temprano? pero... Estas conmovida... pálida ¿Qué tienes?
CLAUDIA: ¡Ah, Poncio! He tenido un sueño horrible, espantoso,
pero lo más particular, lo más extraño es que he soñado despierta.
PILATOS: Desecha tus temores, esposa mía, pero, ¿qué quieres? tu
pariente TIBERIO, dice que necesita que un hombre como yo, le
represente en Israel. Y es preciso vivir en este desierto hasta el día
que se apiade de nosotros.
CLAUDIA: ¡No es eso, no Poncio! Lo que en este momento me
sobresalta, lo que me aflige. ¡Es un sacrilegio! El que van a
cometer los sacerdotes y que no quiero que Tú sanciones con tu
aprobación. ¿Conoces tú a Jesús de Nazaret?
Pilatos permanece en silencio
CLAUDIA: Pues bien, Jesús ha sido preso esta noche por tus
soldados y jamás hombre alguno se ha visto tan cruelmente
maltratado. ¿Desde cuándo los hijos del Tiberio, escupen el rostro
y golpean a sus indefensos prisioneros?
PILATOS: ¿Cómo sabes tú eso? ¿Estuviste ahí?
CLAUDIA: ¡No! ya te he dicho que he tenido un sueño horrible.
¿Dudas de mis palabras?
PILATOS: No creo en los sueños querida Claudia.
CLAUDIA: Pues yo he visto a través de las paredes de mi cámara,
una horda de hombres feroces, entre ellos iban soldados tuyos,
ancianos y sacerdotes del consejo, llegaron al monte de los olivos;
Allí estaba Jesús orando como de costumbre. Al verle se le
arrojaron sobre él como lobos hambrientos. Jesús con su
mansedumbre, se dejo atar las manos a la espalda; luego le
condujeron a casa del Pontífice; Por el camino las burlas y los
crueles golpes se prodigaron con un lujo criminal. Jesús sufría
todo, diciendo con dulcísima voz. “Perdónalos padre mío, no
saben lo que hacen… ¡Poncio, Poncio! En Jerusalén va a cometerse
un crimen espantoso. La sangre del inocente caerá sobre tu
nombre mancillándole eternamente. “Tú eres juez Romano, tu
solo tienes derecho de vida y muerte sobre los judíos”. Yo vengo a
rogarte, a suplicarte que no seas cómplice de tan nefasto crimen.
PILATOS: ¡Confía! la sentencia de Jesús será positiva, jamás el
pueblo liberaría a un ser tan atroz como Barrabas.
CLAUDIA: ¡OH!, Si Poncio mío. Estoy contenta porque voy a evitar
una infamia.
Claudia viendo la duda en la cara de su esposo mientras éste salía
le pregunta en vano
CLAUDIA: ¿Dudas todavía de la realidad de mi sueño?
Pilatos sale a donde el pueblo lo espera
PILATOS: En muestra de su magnanimidad y su benevolencia,
nuestro divino emperador ha decidido que la costumbre de liberar
a un prisionero sentenciado a muerte continué (la turba muestra
su asombro) tenemos dos prisioneros, uno (señala a Jesús) Jesús
de Nazaret acusado de agitador por haberse proclamado rey de
los judíos… y… a Barrabas (los soldados traen a Barrabas) acusado
de sedición y matar a un auxiliar romano (con desprecio).
¿Cuál de ellos prefieren que salga libre, a Jesús de Nazaret en
quien no veo ninguna culpa? o ¿a Barrabas? (la multitud se
alborota y pide a Barrabas)
PUEBLO: ¡A Barrabas! (varias veces)
PILATOS: ¡A callar! ¡No veo motivo para matar a este hombre!
(Señala a Jesús)
PUEBLO: No… ¡libera a Barrabas! Al otro ¡Crucifícalo!
Pilatos obligado a dar una sentencia y sin que el pueblo le diera
otra opción proclamó
PILATOS: Entonces que quede escrito, que Jesús de Nazaret es
culpable de traición por haberse proclamado rey de los judíos y su
sentencia es… es ser crucificado.
PUEBLO: Si… crucifícalo.
NARRADOR: Pilatos al ver que nada podía hacer a favor de Jesús
llamo a un soldado pidió agua y se lavo las manos
PILATOS: Soldado (Señalando a la mesa donde hay agua) yo no me
hago responsable de la sangre que se va a derramar, así que
quieren crucificarlo háganlo ustedes mismos.
ANÁS: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
PILATOS: ¡Liberen a Barrabas!
NARRADOR: Pilatos regresa a su silla, llama al centurión y a un
esclavo, el esclavo le trae una tablilla y le ordena que se escriba
“Jesús de Nazaret rey de los judíos”, y la muestra al pueblo.
JUDÍO 3: No, así no es, sino que “dijo que sería rey de los judíos”.
PILATOS: Lo que escribí escrito queda, soldado (Dirigiéndose al
centurión) preparar la cruz.
CLAUDIA: ¡Cobarde! (cachetada) Como has podido entregarlo a
esos salvajes para que lo maten
PILATOS: ¿Qué otra cosa podría hacer? tu viste como gritaban,
además ¿qué tanto escándalo por un santo judío?

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ


NARRADOR: Tan pronto como Jesús quedo en manos de los
soldados, estos organizaron la ejecución como si temieran que se
retrasara, Jesús cargo con el madero y salió del patio de palacio a
las calles de Jerusalén acosado por el infame cortejo de sus
enemigos que no cesaban de insultarle.
JUDÍO 4: Tráigale una cruz al Nazareno para que cargue con ella
JUDÍO 1: Que muera el impostor.
PUEBLO: Si, la cruz para el Nazareno.
MUJER DE JERUSALÉN 1: Es Jesús el salvador, ¿por qué lo
maltratan?, apenas si puede arrastrarse y lleva una cruz a cuestas
MUJER DE JERUSALÉN 2: Mira al profeta que nos embelesa con
sus hermosos discursos ahora parece un malhechor

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ


NARRADOR: Siendo la cruz tan larga y pesada era sumamente
difícil de llevar para Jesús, pero empezó arrastrarla lentamente,
sus fuerzas estaban agotadas y en unos pasos se doblo por el peso
de la cruz. (Jesús cae con la rodilla en el suelo)
SOLDADO 3: ¡Levántate! No te detengas que falta mucho para que
llegues, ¡vamos! ¿Qué no eres el hijo de Dios? ¡Que ni si quiera la
cruz puedes levantar! Anda camina, ¡levántate!

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE


NARRADOR: Perdidos entre la gente algunos amigos de Jesús,
observaban angustiados la escena, doliéndose de su impotencia
para ayudarlo, también se encontraba MARÍA, la madre de Jesús,
sostenida por Juan el discípulo amado y MARÍA Magdalena.
MARÍA: Jesús hijo mío… ¡hijo!
SOLDADO 4: ¡Atrás! ¡No se puede pasar!

QUINTA ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRINE AYUDA A CARGAR LA CRUZ


NARRADOR: Jesús camina con dificultad, los soldados le quieren
obligar a que camine más rápido, Jesús continúa con su paso
lento. El soldado centurión al ver el cansancio de Jesús busca
entre la multitud a un hombre para que le ayude a Jesús con la
cruz.
CENTURIÓN: Hey tú ¿cómo te llamas? ¿de qué región eres?
CIRINEO: Mi nombre es Simón, soy de Cirine
CENTURIÓN: ¿Cirineo eh? Pues bien, Simón de Cirine, ¡ayúdale a
cargar con la cruz al Galileo!
CIRINEO: Pero ¿Por qué he de cargar con la cruz de otro?
CENTURIÓN: ¡No hagas pregunta y obedece!
NARRADOR: Simón ayuda a cargar con la cruz y siguen su
recorrido entre insultos de su cortejo.

SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS


NARRADOR: Una de las mujeres vio terriblemente acongojada el
rostro de Jesús, lleno de sangre sudor y tierra del camino.
VERÓNICA: Cuánto han de odiarte por tratarte así, ¡es él! Con la
misma luz celestial que brillo en sus ojos cuando me miro. Mi
señor, no hay dudas que seas el Mesías, ¡el hijo de Dios!
NARRADOR: Alguien del pueblo jala desesperado a la mujer y el
lienzo que ella estrechaba contra su corazón se extendió en ese
momento (verónica alza el lienzo mostrando el rostro de Jesús)
todos fueron testigos de un hecho extraordinario, el rostro del
nazareno había quedado impreso en el lienzo con que ella lo había
limpiado, una enorme emoción embargaba el corazón de verónica
al verlo y algunas de las personas del pueblo intentaron acercarse
a Jesús para pedirle perdón, pero los guardias lo impedían.

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ


NARRADOR: Jesús se topa con una piedra saliente del camino,
como va muy agotado tropieza con ella, cae sobre la rodilla
derecha, pero logra sostenerse con la mano izquierda, la cruz que
se le escapa de las manos, cae golpeado duramente su espalda, le
obligan a agacharse para levantarla y ponérsela de nuevo sobre la
espalda.
SOLDADO 5: (El diablo se acerca y permanece junto a Jesús)
¡vamos arriba!
JUDÍO 2: ¡esta fingiendo levántenlo a latigazos!
NARRADOR: El soldado habría seguido dando de latigazos de no
ser por el Centurión.
CENTURIÓN: Espera, de seguir así, este hombre morirá en el
camino, y es necesario que llegue vivo al calvario.

OCTAVA ESTACIÓN LAS MUJERES LLORAN AL VER A JESÚS


HIJA DE JERUSALÉN: ¡Piedad para él! Nunca hizo mal a nadie.
Jesús ¿me recuerdas? Soy la viuda de Nahúm, iba a quedar
desamparada cuando mi hijo murió y tú le devolviste la vida.
HIJA DE JERUSALÉN 2: Cuánta sangre emana de tu frete coronada
de espinas, (se dirige al soldado) no le pegues más desalmado
romano, (Voltea a ver a Jesús) ¿cómo pueden ser tan crueles?
NARRADOR: El rostro de Jesús denotaba enorme sufrimiento, con
la mano izquierda se seca el sudor y la sangre que cae en los ojos y
mirando a las hijas de Jerusalén con enorme compasión les dice:
JESÚS: Hijas de Jerusalén no lloren por mí, lloren por ustedes y sus
hijos, no saben las terribles desgracias que les esperan.
NARRADOR: Sus palabras enfurecieron más a los fariseos
JUDÍO 3: Córtenle la legua, ¿no oyen lo que está diciendo?
JUDÍO 4: Se atreve a maldecirnos mátenlo a palos.

NOVENA ESTACIÓN JESÚS CAE POR TERCERA VEZ


NARRADOR: Viene el dolor de la tercera y completa caída, esta vez
no es porque haya tropezado, sino que de pronto perdió las
fuerzas. Cae cual largo es, pegando su rostro contra las baldosas, y
sigue así en el suelo, con la cruz que le queda encima, los soldados
tratan de levantarlo, pero parece que está muerto. Segundos
después Jesús vuelve en sí y lentamente se levanta y se coloca en
su lugar.
JUDÍO 1: ¡Déjate de farsas y levántate! Procura que no muera sino
en la cruz
CENTURIÓN: Cállate judío ¿qué no sabes cómo hablarle a un
ciudadano romano?
NARRADOR: Otro soldado le trajo un poco de agua y se la
arrojaron en la cara a Jesús.
SOLDADO 1: ¡Levántate! (arrojándole el agua a Jesús) De seguir así
no acabaremos nunca, ¡vamos arriba, levántate!
NARRADOR: Jesús volvió a cargar su cruz, decidido a soportar
todos los dolores que debía padecer.
PUEBLO: Camina, no sigas fingiendo, péguenle para que se
apresure.

DÉCIMA ESTACIÓN JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS


NARRADOR: En cuanto llegaron Dimas y Gestas los despojaron de
sus vestiduras, amarrándoles enseguida en sus respectivas cruces,
y así como lo habían hecho con los ladrones, los guardias se
dirigieron a despojar a Jesús de sus vestiduras.
SOLDADO 2: Que asco… la ropa se le pegó con la sangre…

UNDÉCIMA ESTACIÓN JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


NARRADOR: A los ladrones los han amarrado a las cruces y los han
colocado en los extremos. Sin demostrar la menor piedad, los
soldados jalan a Jesús hasta donde se encuentra su cruz para
colocar en su lastimada espalda el madero.
SOLDADO 3: Dame una cuerda para amarrarlo.
SOLDADO 4: Espera me han dado unos clavos para que lo fijemos
con ellos a la cruz.
NARRADOR: Las vestiduras fueron echadas a la suerte para que
se cumpliera aquello había dicho “se repartirán mis vestiduras y
las echaran a la suerte entre ellos” Jesús se extiende sobre el leño
sin oponerse. Se tiende y pone la cabeza donde le dicen que lo
haga. Abre los brazos como se le ordenan, extiende las piernas
como le mandan, el verdugo coloca la punta del clavo en el pulso,
levanta el martillo y da el primer golpe.
JESÚS: ¡Aghhh!
NARRADOR: La mano derecha ha sido ya clavada, pasan a la
izquierda, Jesús no grita más, pero sus ojos nadan en lágrimas. Es
el turno de los pies. (Pausa) Junto a la cruz estaba su madre y
junto a ella Juan el discípulo a quien él quería mucho.
JESÚS: Mujer ahí tienes a tu hijo.
Luego le dijo al discípulo
JESÚS: Hijo ahí tienes a tu madre.
NARRADOR: Y desde aquel momento el discípulo se la llevo a vivir
a su casa.
ANÁS: Y bien tu salvador porque no te salvas.
CAIFÁS: Ha salvado a otros y decías que con la ayuda de Dios y no
logras salvarte a ti mismo.
JUDÍO 1: ¿Quieres que te crea? Has entonces un milagro, ¿no
puedes ya verdad? Ya que tienes las manos clavadas.
JUDÍO 2: Baja de la cruz y creeremos en ti.
JESÚS: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. ¡Dios
mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Tengo sed. Tengo
sed.
NARRADOR: Un soldado corrió a llenar de vinagre con hiel una
esponja, la cual acomodo en un carrizo y se la ofreció a beber pero
Jesús no quiso.
GESTAS: No eres tú el Cristo, pues sálvate y sálvanos.
DIMAS: Calla Gestas, nosotros hemos recibido lo que merecíamos,
pero él no hizo ningún mal. Señor acuérdate de mí cuando estés
en el paraíso.
JESÚS: Yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el
paraíso.
DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
NARRADOR: Es el tormento extremo, el que apresura la muerte,
porque exprime las últimas gotas de sangre, ha empezado la
muerte, hay un gran silencio y se escucha un grito desgarrador de
agonía.
JESÚS: Todo está consumado.
NARRADOR: Luego se oye con infinita dulzura, con ferviente
plegaria, que Jesús ora
JESÚS: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. ¡Aghhh!
NARRADOR: Y dejando caer la cabeza, entrego el espíritu. (De
rodillas), (Pausa), (de pie). Fueron los soldados a quebrarles las
piernas a los crucificados, pero al ver que Jesús estaba muerto,
uno de los soldados le abrió un costado con una lanza y por ella
salió agua y sangre, para que se cumpliera aquello que él había
dicho “verán al que traspasaron”.
CENTURIÓN: Verdaderamente este era el Hijo de Dios

DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

NARRADOR: Después de estos acontecimientos José de Arimatea,


discípulo de Jesús pidió permiso a Pilatos para quitar el cuerpo de
Jesús de la cruz y lo envolvieron en lienzos blancos empapados de
perfumes.

DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO


NARRADOR: Tomaron el cuerpo de Jesús, y lo pusieron en un
sepulcro nuevo, donde nadie antes lo había ocupado. José de
Ariamatea hizo rodar una gran piedra hacia la entrada del sepulcro
y se fue.

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