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En 3 oraciones:
Jesús es llevado ante Herodes, quien se burla de sus milagros y poderes mágicos al pedirle que convierta agua en vino, lo que Jesús se niega a hacer. Herodes luego viste a Jesús con un manto en burla para reconocerlo como el "rey" que dice ser. Jesús permanece en silencio ante las burlas de Herodes, quien luego lo devuelve a Pilatos sin encontrarlo culpable de ningún delito.
En 3 oraciones:
Jesús es llevado ante Herodes, quien se burla de sus milagros y poderes mágicos al pedirle que convierta agua en vino, lo que Jesús se niega a hacer. Herodes luego viste a Jesús con un manto en burla para reconocerlo como el "rey" que dice ser. Jesús permanece en silencio ante las burlas de Herodes, quien luego lo devuelve a Pilatos sin encontrarlo culpable de ningún delito.
En 3 oraciones:
Jesús es llevado ante Herodes, quien se burla de sus milagros y poderes mágicos al pedirle que convierta agua en vino, lo que Jesús se niega a hacer. Herodes luego viste a Jesús con un manto en burla para reconocerlo como el "rey" que dice ser. Jesús permanece en silencio ante las burlas de Herodes, quien luego lo devuelve a Pilatos sin encontrarlo culpable de ningún delito.
Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní y Jesús les dijo a sus
discípulos JESÚS: Oren, para que no caigan en tentación. NARRADOR: Después se alejo de ellos como a la distancia a la que uno tira una piedra y doblando las rodillas oraba diciendo… JESÚS: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad si no la tuya. NARRADOR: Después de orar se levanto y fue hasta donde estaban sus discípulos y los hallo dormidos vencidos por la tristeza, y les dijo: JESÚS: ¿Cómo pueden dormir? Levántense y oren para que no caigan en tentación. NARRADOR: Estaba todavía hablando cuando llego un grupo de soldados encabezados por Judas, uno de los doce JUDAS: Al que yo le dé un beso, ese es, deténganlo y llévenselo. (Se acerca a Jesús) ¡Maestro! (lo besa) JESÚS: Judas ¿con un beso traicionas al hijo del hombre? NARRADOR: Los soldados de acercan a tomar preso a Jesús, pero en ese momento Pedro saca la espada y hiere a uno de ellos cortándole la oreja. (El Diablo se encuentra cerca de Pedro) JESÚS: ¡Basta! Vuelve esa espada a su sitio, pues quien hierro mata a hierro muere NARRADOR: Tocando la oreja del soldado para sanarlo Jesús se dirige a sus captores. JESÚS: ¿Soy un bandido para que hayan salido armados de espadas y lanzas? Yo estaba día a día con ustedes en el templo, y no me detuvieron, pero ahora que dominan las tiniebla, les toca su turno. NARRADOR: Entonces lo tomaron preso y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote donde entraron; Pedro los seguía de lejos. Como los servidores habían encendido fuego en medio del patio y estaban sentados alrededor, Pedro fue a sentarse con ellos; una muchacha de la casa lo vio sentado junto al fuego y mirándolo fijamente le dijo: CRIADA: Creo que te he visto antes, tú estabas con ese hombre Jesús el Galileo. PEDRO: Mujer yo no lo conozco (El Diablo cerca de ambos) CRIADA: Tú también eres uno de ellos PEDRO: No lo soy, no conozco a tal hombre. CRIADA: Pero se parece mucho a ti. PEDRO: No entiendo lo que dices, te digo que no lo conozco. NARRADOR: En ese preciso momento se oye el canto de un gallo y llegaba María Magdalena. MARÍA MAGDALENA: ¿Qué no sabes lo que dices? tú mismo lo acabas de mandar a la muerte. PEDRO: Tuve que hacerlo, si no también vendrían por mí. MARÍA MAGDALENA: Jesús dijo que lo negarías.
JESÚS ANTE EL SANEDRÍN
NARRADOR: Cuando amaneció se reunieron los jefes judíos, los jefes de los sacerdotes, y los maestros de la ley y mandaron traer a Jesús ante su tribunal. ANÁS: Háblanos sobre tus discípulos, sobre tus enseñanzas JESÚS: Yo he hablado abiertamente, he enseñado en los lugares donde se reúnen los judíos ¿Por qué me preguntas a mí? Interroga a los que escucharon de lo que he dicho. SOLDADO 1: ¿Así contestas al sumo sacerdote? (Dándole un golpe). JESÚS: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas? NARRADOR: Anás al darse cuenta del erróneo actuar del soldado lo retira y Caifás se levanta de su silla y continua con el interrogatorio. CAIFÁS: En el nombre del Dios vivo dinos ¿eres tú el Cristo? ¡Respóndenos! JESÚS: Si lo digo ustedes no me creerán y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán, pero en adelante el hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios todo poderoso. CAIFÁS: Entonces ¿tú eres el hijo de Dios? JESÚS: Dices bien, lo soy. CAIFÁS: ¡Ha blasfemado! (se rasga las vestiduras) ¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca. ¿Qué dicen ustedes? (Dirigiéndose a los demás miembros del Sanedrín). SANEDRÍN: Merece la muerte, blasfemia, reo de muerte. (Todos gritando al mismo tiempo). NARRADOR: Después se levanto toda la asamblea enardecida y lo llevaron ante Pilatos. Cuando Judas el traidor supo que Jesús había sido condenado se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los Jefes de los Sacerdotes y a los Jefes de los Judíos. JUDAS: He pecado, he entregado a la muerte a un inocente. ANÁS: ¿Qué nos importa eso a nosotros? Eso es asunto tuyo Entonces el arrojando las monedas en el templo, se marchó
JESÚS FRENTE A PILATOS
CAIFÁS: Quiero ser recibido por poncio Pilatos SIRVIENTE PILATOS: Señor lo buscan los sumos sacerdotes. PILATOS: No estoy interesado en sus predicadores, ni en sus profetas y tú lo sabes. SIRVIENTE PILATOS: Si lo sé señor. Pero el Sanedrín, cuya cooperación nos ha sido de mucha utilidad, lo considera extremadamente importante. PILATOS: (con enfado) está bien, está bien, los atenderé aquí mismo. SIRVIENTE PILATOS: Señor, temo que debemos salir nosotros de acuerdo a sus creencias, ellos no pueden entrar a la casa de un romano. No en la pascua, estarían manchados. PILATOS: ¿Manchados? ¡HE! Muy bien, saldremos… Pilatos se dirige a Jesús PILATOS: ¿Cómo puedes blasfemar de lo invisible? Ustedes han visto a mi dios, el invencible Tiberio, pero nadie ha visto al suyo, así… ¿cómo puede pecarse? CAIFÁS: Se llama así mismo hijo de Dios y como tal estaba dispuesto a iniciar una revuelta contra el gobierno. ANÁS: Lo descubrimos pervirtiendo a la nación, prohibiéndole al pueblo que pague tributo a Roma, y diciendo de si mismo que es el Mesías es decir, el rey de los judíos. PILATOS: Que se adelante el prisionero. NARRADOR: Los soldados llevan a Jesús frente al procurador y la sonrisa despectiva de Pilatos se desvanece ante la dignidad de Jesús. PILATOS: (Dirigiendo a sus acusadores) ¿Este es el hombre que creen tan peligroso? El hombre que aspira a hacer rey, (dirigiéndose a Jesús) ven ¡acércate! (Jesús se acerca) Me dicen que eres el hijo del Dios invisible que adoran los hebreos. (Jesús no responde) y bien, ¿lo eres? JESÚS: (Contesta suavemente) ¿Dices eso por tu cuenta o por qué te lo han dicho otros? PILATOS: ¿Acaso soy yo judío para saber eso por mi mismo? Ellos te han traído como un criminal peligroso, por tanto, debo suponer que has hecho algo para merecer ese trato. JESÚS: me persiguen por sus propias razones. Pilatos sonríe y mira a los sacerdotes. PILATOS: Y ¿por qué habrían de hacerlo? JESÚS: Porque yo hablo del reino de los cielos y ellos tan solo de este mundo. PILATOS: Hablas en acertijos… ¿no sabes que está en juicio tu vida? JESÚS: Nadie me la puede quitar a menos que yo lo permita PILATOS: (Ríe de manera maliciosa) Eso ya lo veremos; ahora háblame de tu padre, ¿acaso mora también en estos sacerdotes que te han traído amarrado? JESÚS: (Se dirige a sus acusadores) Estos se burlan del Padre con sus actos, sin embargo, pueden hallar la salvación si se arrepienten. PILATOS: También dicen que te haces llamar “rey de los judíos”... y bien… ¿eres el rey de los judíos? JESÚS: Si mi reino fuera de este mundo, mis seguidores impedirían que yo fuera capturado. PILATOS: ¡HO! Hablas de un reino. Entonces tú debes ser rey. JESÚS: ¡Lo soy! vine al mundo con un propósito, ser portador de la verdad. Aquellos que aceptan la verdad, oyen mi voz. PILATOS: ¿Y qué es la verdad? Jesús permanece callado. Pilatos se dirige a los presentes. PILATOS: No… este hombre no es un criminal CAIFÁS: ¡Esta alborotando al pueblo! JUDÍO 1: Si, y difunde su doctrina por todo el país de los judíos. Comenzó por Galilea y ha llegado hasta aquí. PILATOS: Entonces ¿es galileo? PUEBLO: Si, es galileo. PILATOS: Si es así, este hombre no está bajo mi jurisdicción, si no en la de Herodes, que él lo juzgue. JESÚS Y HERODES
NARRADOR: Pilatos se retira y los soldaos toman a Jesús y lo
llevan al palacio de Herodes; la multitud lo sigue. Se encuentra Herodes sentado (acostado), cuando un sirviente se acerca. SIRVIENTE: ¡Salve Ho gran rey Herodes! HERODES: ¿Qué pasa lacayo? ¿Por qué osas interrumpir mi momento de meditación? SIRVIENTE: El procurador Poncio Pilatos le ha enviado un preso para que sea juzgado por su excelentísima, pues es un galileo y dice que le corresponde a su jurisdicción. HERODES: ¿Y de quién se trata? SIRVIENTE: Al parecer señor, se trata de Jesús de Nazaret HERODES: ¿El Nazareno? Hazlo pasar de inmediato. NARRADOR: Los soldados de Herodes le llevan a Jesús y la multitud los acompaña. HERODES: ¿Por qué traes a este hombre? (Dirigiéndose a Caifás) CAIFÁS: Ha blasfemado contra ¡el Dios vivo! ANÁS: Ha amenazado con ¡destruir nuestro templo! (se escuchan mormullos entre la gente). HERODES: ¡Basta! Yo juzgare a este, (de manera despectiva) al ¡hacedor de milagros! ¿Así es como te conocen? Un hombre que puede caminar ¡sobre el agua! (la multitud ríe) ¡silencio! (dirigiéndose a los presentes), se ríen de la brujería que no entienden, (se dirige a Jesús) he oído también que curas enfermos (Pausa). Yo tengo mucha fe en los poderes mágicos, yo creo en la magia, (pausa) ¿no respondes? (Pausa y Silencio por parte de Jesús) ¡Ah! También he oído de tu milagro en Cana donde convertiste el agua en vino. Herodes da una palmada, un sirviente se acerca y llena una copa con agua. HERODES: (Dirigiéndose a Jesús) Este sería la clase de milagro que me gustaría ver. Herodes bebe el agua y la escupe al probarla. (La escupe con desagrado) HERODES: Cambia esta agua en algo que se pueda beber, cambia esta agua en… vino. Herodes coloca la copa enfrente de Jesús y espera un momento; después se rió, bebe la copa creyendo que es vino, pero al beberla la escupe con desagrado al saber que sigue siendo agua mientras que Jesús permanecía inmóvil. HERODES: ¡¿Agua?! (Arroja copa sobre Jesús) ¿No tienes ningún poder galileo? o ¿es que solo los muestras con los pobres o enfermos y no quieres ahora mostrarlos ante tu rey? JUDÍO 2: ¿Olvidas Herodes que también ha dicho que él es el rey? HERODES: (Molesto) ¡Que así sea entonces! ¿Un rey quieres ser? ¡Pues haremos un rey! (Se dirige a sus soldados) ¡Un manto! Denle un manto que le vaya bien a este monarca para reconocerlo como tal. (Un soldado toma el manto y se lo pone a Jesús). (El Diablo se acerca a Herodes). HERODES: (Dirigiéndose a todos) ¡Vamos! Hacerle homenaje a este loco, rendir homenaje a la realeza que está con nosotros. (Obligando a los soldados a reverenciarlo) Todos a inclinarse rápido… jajaja pero su corona debe venir de Roma, llévenlo otra vez a Pilatos.
DE REGRESO CON PILATOS
NARRADOR: Los soldados de Pilatos toman a Jesús y lo llevan ante él. Pilatos se acerca a la turba. PILATOS: ¿Por qué me traen otra vez a este hombre? ¿No lo ha juzgado ya Herodes? CAIFÁS: Según las leyes de Roma, Herodes no puede crucificar, por lo tanto, juzga a este hombre Pilatos (el pueblo iracundo grita y están aglomerados) PILATOS: Ustedes me presentaron a este hombre como agitador, lo interrogue personalmente delante de ustedes, pero no lo halle culpable de ninguno de los crímenes que lo acusan, ahora tampoco Herodes lo encontró culpable puesto que me lo mando de vuelta, como ustedes ven, en todo lo que hizo no hay ningún crimen que merezca la muerte. No, este hombre no es un criminal, es un soñador, llévenselo y azótenlo como muestra de justicia romana, ¡esto lo despertara! Pilatos se retira y lo soldados se llevan a Jesús, lo atan a un poste y lo desvisten... CENTURIÓN: Pilatos ordena 40 azotes para su majestad. VERDUGO: magnifico los reyes son mi especialidad. (Le quitan la ropa lo azotan entre risas y muestras sarcásticas de veneración). NARRADOR: Este verdugo es un soldado desenfrenado y no se preocupa, se ensaña a placer, hasta dejarlo sin sentido. Le azota de firme, despiadadamente, con gran frenesí. A cada azote se estremece el cuerpo en dolorosos sobresaltos. Pero Jesús no abre la boca, y ese mismo silencio es el que acrecienta la rabia satánica de su verdugo. No es ya la fría ejecución de una orden judicial; es un demonio desencadenado. (EL diablo de frente a Jesús). CENTURIÓN: ¡Es suficiente! pónganle de nuevo la ropa. (Mientras le ponen la ropa los soldados empiezan a hablar entre ellos). NARRADOR: La cuenta de los azotes sale cabal, si bien es verdad que nadie ha contado. Dejándole a Jesús un momento para que se reponga van por sus vestiduras pues aun podrían divertirse con él. SOLDADO 1: Lo vi cuando entro a Jerusalén como un rey… SOLDADO 2: Y mírenlo ahora… jajaja. SOLDADO 3: El rey de los judíos… Pues deberíamos vestirle como rey, El soldado toma un manto rojo y se lo ponen a Jesús, SOLDADO 4: Si es rey, necesita una corona El soldado corre, prepara una corona de espinas mientras el resto de los soldados siguen burlándose de él; el soldado que trae la corona vuelve y se la pone a Jesús y cada uno pasa haciéndole reverencia, golpeándolo y haciendo mofa de él SOLDADO 5: ¡Ahora si es un rey! Jajaja SOLDADO 1: Espera necesita un cetro (toma un cetro y golpea a Jesús con él) Jesús soportaba todas estas humillaciones en silencio SOLDADO 2: En verdad esto no es divertido (y lo golpea con el cetro) SOLDADO 3: Mírate Rey en mi coraza SOLDADO 4: Salve, Rey de los Judíos (El soldado le da una cachetada a Jesús) CENTURIÓN: ¡Suficiente! llévenlo ante Pilatos. Llevan a Jesús ante Pilatos, este lo observa con lastima. PILATOS: (Dirigiéndose a sus acusadores) ¡Vean al hombre! (Dirigiéndose a Jesús y mostrándolo a la turba) ¿Qué tienes que decir a favor tuyo?... ¡habla! (Jesús guarda silencio mientras que Pilatos se acerca más a él) ¿quién eres? ¿Qué eres? ¡Di algo! ¡Vamos! ¿No quieres defenderte? ¡Quieres morir! ¿No sabes que tengo el poder de liberarte o de crucificarte? (Pausa) JESÚS: No tendrías poder sobre mí, si no te hubiese sido dado desde arriba, por eso, el que me entregó a ti es culpable de mayor delito que tú. Pilatos observa y se aleja desconcertado, después llama a un sirviente. PILATOS: (A su sirviente) ¿no es una antigua costumbre honrando a la pascua, en que el procurador puede liberar a un preso sentenciado a muerte como acto de misericordia? SIRVIENTE: si, tal costumbre existe aún… PILATOS: Y tenemos a dos prisioneros… SIRVIENTE: ¿Barrabas? PILATOS: Y a Jesús, así que el pueblo decida.
PRIMERA ESTACIÓN JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
PILATOS: He tomado mi decisión, el pueblo lo decidirá, llévenselo Salen y entra Claudia esposa de Pilatos. PILATOS: ¡Ah! ¿Eres tu Claudia? ¿A qué debo la fortuna de verte tan temprano? pero... Estas conmovida... pálida ¿Qué tienes? CLAUDIA: ¡Ah, Poncio! He tenido un sueño horrible, espantoso, pero lo más particular, lo más extraño es que he soñado despierta. PILATOS: Desecha tus temores, esposa mía, pero, ¿qué quieres? tu pariente TIBERIO, dice que necesita que un hombre como yo, le represente en Israel. Y es preciso vivir en este desierto hasta el día que se apiade de nosotros. CLAUDIA: ¡No es eso, no Poncio! Lo que en este momento me sobresalta, lo que me aflige. ¡Es un sacrilegio! El que van a cometer los sacerdotes y que no quiero que Tú sanciones con tu aprobación. ¿Conoces tú a Jesús de Nazaret? Pilatos permanece en silencio CLAUDIA: Pues bien, Jesús ha sido preso esta noche por tus soldados y jamás hombre alguno se ha visto tan cruelmente maltratado. ¿Desde cuándo los hijos del Tiberio, escupen el rostro y golpean a sus indefensos prisioneros? PILATOS: ¿Cómo sabes tú eso? ¿Estuviste ahí? CLAUDIA: ¡No! ya te he dicho que he tenido un sueño horrible. ¿Dudas de mis palabras? PILATOS: No creo en los sueños querida Claudia. CLAUDIA: Pues yo he visto a través de las paredes de mi cámara, una horda de hombres feroces, entre ellos iban soldados tuyos, ancianos y sacerdotes del consejo, llegaron al monte de los olivos; Allí estaba Jesús orando como de costumbre. Al verle se le arrojaron sobre él como lobos hambrientos. Jesús con su mansedumbre, se dejo atar las manos a la espalda; luego le condujeron a casa del Pontífice; Por el camino las burlas y los crueles golpes se prodigaron con un lujo criminal. Jesús sufría todo, diciendo con dulcísima voz. “Perdónalos padre mío, no saben lo que hacen… ¡Poncio, Poncio! En Jerusalén va a cometerse un crimen espantoso. La sangre del inocente caerá sobre tu nombre mancillándole eternamente. “Tú eres juez Romano, tu solo tienes derecho de vida y muerte sobre los judíos”. Yo vengo a rogarte, a suplicarte que no seas cómplice de tan nefasto crimen. PILATOS: ¡Confía! la sentencia de Jesús será positiva, jamás el pueblo liberaría a un ser tan atroz como Barrabas. CLAUDIA: ¡OH!, Si Poncio mío. Estoy contenta porque voy a evitar una infamia. Claudia viendo la duda en la cara de su esposo mientras éste salía le pregunta en vano CLAUDIA: ¿Dudas todavía de la realidad de mi sueño? Pilatos sale a donde el pueblo lo espera PILATOS: En muestra de su magnanimidad y su benevolencia, nuestro divino emperador ha decidido que la costumbre de liberar a un prisionero sentenciado a muerte continué (la turba muestra su asombro) tenemos dos prisioneros, uno (señala a Jesús) Jesús de Nazaret acusado de agitador por haberse proclamado rey de los judíos… y… a Barrabas (los soldados traen a Barrabas) acusado de sedición y matar a un auxiliar romano (con desprecio). ¿Cuál de ellos prefieren que salga libre, a Jesús de Nazaret en quien no veo ninguna culpa? o ¿a Barrabas? (la multitud se alborota y pide a Barrabas) PUEBLO: ¡A Barrabas! (varias veces) PILATOS: ¡A callar! ¡No veo motivo para matar a este hombre! (Señala a Jesús) PUEBLO: No… ¡libera a Barrabas! Al otro ¡Crucifícalo! Pilatos obligado a dar una sentencia y sin que el pueblo le diera otra opción proclamó PILATOS: Entonces que quede escrito, que Jesús de Nazaret es culpable de traición por haberse proclamado rey de los judíos y su sentencia es… es ser crucificado. PUEBLO: Si… crucifícalo. NARRADOR: Pilatos al ver que nada podía hacer a favor de Jesús llamo a un soldado pidió agua y se lavo las manos PILATOS: Soldado (Señalando a la mesa donde hay agua) yo no me hago responsable de la sangre que se va a derramar, así que quieren crucificarlo háganlo ustedes mismos. ANÁS: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos. PILATOS: ¡Liberen a Barrabas! NARRADOR: Pilatos regresa a su silla, llama al centurión y a un esclavo, el esclavo le trae una tablilla y le ordena que se escriba “Jesús de Nazaret rey de los judíos”, y la muestra al pueblo. JUDÍO 3: No, así no es, sino que “dijo que sería rey de los judíos”. PILATOS: Lo que escribí escrito queda, soldado (Dirigiéndose al centurión) preparar la cruz. CLAUDIA: ¡Cobarde! (cachetada) Como has podido entregarlo a esos salvajes para que lo maten PILATOS: ¿Qué otra cosa podría hacer? tu viste como gritaban, además ¿qué tanto escándalo por un santo judío?
SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
NARRADOR: Tan pronto como Jesús quedo en manos de los soldados, estos organizaron la ejecución como si temieran que se retrasara, Jesús cargo con el madero y salió del patio de palacio a las calles de Jerusalén acosado por el infame cortejo de sus enemigos que no cesaban de insultarle. JUDÍO 4: Tráigale una cruz al Nazareno para que cargue con ella JUDÍO 1: Que muera el impostor. PUEBLO: Si, la cruz para el Nazareno. MUJER DE JERUSALÉN 1: Es Jesús el salvador, ¿por qué lo maltratan?, apenas si puede arrastrarse y lleva una cruz a cuestas MUJER DE JERUSALÉN 2: Mira al profeta que nos embelesa con sus hermosos discursos ahora parece un malhechor
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
NARRADOR: Siendo la cruz tan larga y pesada era sumamente difícil de llevar para Jesús, pero empezó arrastrarla lentamente, sus fuerzas estaban agotadas y en unos pasos se doblo por el peso de la cruz. (Jesús cae con la rodilla en el suelo) SOLDADO 3: ¡Levántate! No te detengas que falta mucho para que llegues, ¡vamos! ¿Qué no eres el hijo de Dios? ¡Que ni si quiera la cruz puedes levantar! Anda camina, ¡levántate!
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
NARRADOR: Perdidos entre la gente algunos amigos de Jesús, observaban angustiados la escena, doliéndose de su impotencia para ayudarlo, también se encontraba MARÍA, la madre de Jesús, sostenida por Juan el discípulo amado y MARÍA Magdalena. MARÍA: Jesús hijo mío… ¡hijo! SOLDADO 4: ¡Atrás! ¡No se puede pasar!
QUINTA ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRINE AYUDA A CARGAR LA CRUZ
NARRADOR: Jesús camina con dificultad, los soldados le quieren obligar a que camine más rápido, Jesús continúa con su paso lento. El soldado centurión al ver el cansancio de Jesús busca entre la multitud a un hombre para que le ayude a Jesús con la cruz. CENTURIÓN: Hey tú ¿cómo te llamas? ¿de qué región eres? CIRINEO: Mi nombre es Simón, soy de Cirine CENTURIÓN: ¿Cirineo eh? Pues bien, Simón de Cirine, ¡ayúdale a cargar con la cruz al Galileo! CIRINEO: Pero ¿Por qué he de cargar con la cruz de otro? CENTURIÓN: ¡No hagas pregunta y obedece! NARRADOR: Simón ayuda a cargar con la cruz y siguen su recorrido entre insultos de su cortejo.
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
NARRADOR: Una de las mujeres vio terriblemente acongojada el rostro de Jesús, lleno de sangre sudor y tierra del camino. VERÓNICA: Cuánto han de odiarte por tratarte así, ¡es él! Con la misma luz celestial que brillo en sus ojos cuando me miro. Mi señor, no hay dudas que seas el Mesías, ¡el hijo de Dios! NARRADOR: Alguien del pueblo jala desesperado a la mujer y el lienzo que ella estrechaba contra su corazón se extendió en ese momento (verónica alza el lienzo mostrando el rostro de Jesús) todos fueron testigos de un hecho extraordinario, el rostro del nazareno había quedado impreso en el lienzo con que ella lo había limpiado, una enorme emoción embargaba el corazón de verónica al verlo y algunas de las personas del pueblo intentaron acercarse a Jesús para pedirle perdón, pero los guardias lo impedían.
SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
NARRADOR: Jesús se topa con una piedra saliente del camino, como va muy agotado tropieza con ella, cae sobre la rodilla derecha, pero logra sostenerse con la mano izquierda, la cruz que se le escapa de las manos, cae golpeado duramente su espalda, le obligan a agacharse para levantarla y ponérsela de nuevo sobre la espalda. SOLDADO 5: (El diablo se acerca y permanece junto a Jesús) ¡vamos arriba! JUDÍO 2: ¡esta fingiendo levántenlo a latigazos! NARRADOR: El soldado habría seguido dando de latigazos de no ser por el Centurión. CENTURIÓN: Espera, de seguir así, este hombre morirá en el camino, y es necesario que llegue vivo al calvario.
OCTAVA ESTACIÓN LAS MUJERES LLORAN AL VER A JESÚS
HIJA DE JERUSALÉN: ¡Piedad para él! Nunca hizo mal a nadie. Jesús ¿me recuerdas? Soy la viuda de Nahúm, iba a quedar desamparada cuando mi hijo murió y tú le devolviste la vida. HIJA DE JERUSALÉN 2: Cuánta sangre emana de tu frete coronada de espinas, (se dirige al soldado) no le pegues más desalmado romano, (Voltea a ver a Jesús) ¿cómo pueden ser tan crueles? NARRADOR: El rostro de Jesús denotaba enorme sufrimiento, con la mano izquierda se seca el sudor y la sangre que cae en los ojos y mirando a las hijas de Jerusalén con enorme compasión les dice: JESÚS: Hijas de Jerusalén no lloren por mí, lloren por ustedes y sus hijos, no saben las terribles desgracias que les esperan. NARRADOR: Sus palabras enfurecieron más a los fariseos JUDÍO 3: Córtenle la legua, ¿no oyen lo que está diciendo? JUDÍO 4: Se atreve a maldecirnos mátenlo a palos.
NOVENA ESTACIÓN JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
NARRADOR: Viene el dolor de la tercera y completa caída, esta vez no es porque haya tropezado, sino que de pronto perdió las fuerzas. Cae cual largo es, pegando su rostro contra las baldosas, y sigue así en el suelo, con la cruz que le queda encima, los soldados tratan de levantarlo, pero parece que está muerto. Segundos después Jesús vuelve en sí y lentamente se levanta y se coloca en su lugar. JUDÍO 1: ¡Déjate de farsas y levántate! Procura que no muera sino en la cruz CENTURIÓN: Cállate judío ¿qué no sabes cómo hablarle a un ciudadano romano? NARRADOR: Otro soldado le trajo un poco de agua y se la arrojaron en la cara a Jesús. SOLDADO 1: ¡Levántate! (arrojándole el agua a Jesús) De seguir así no acabaremos nunca, ¡vamos arriba, levántate! NARRADOR: Jesús volvió a cargar su cruz, decidido a soportar todos los dolores que debía padecer. PUEBLO: Camina, no sigas fingiendo, péguenle para que se apresure.
DÉCIMA ESTACIÓN JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
NARRADOR: En cuanto llegaron Dimas y Gestas los despojaron de sus vestiduras, amarrándoles enseguida en sus respectivas cruces, y así como lo habían hecho con los ladrones, los guardias se dirigieron a despojar a Jesús de sus vestiduras. SOLDADO 2: Que asco… la ropa se le pegó con la sangre…
UNDÉCIMA ESTACIÓN JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
NARRADOR: A los ladrones los han amarrado a las cruces y los han colocado en los extremos. Sin demostrar la menor piedad, los soldados jalan a Jesús hasta donde se encuentra su cruz para colocar en su lastimada espalda el madero. SOLDADO 3: Dame una cuerda para amarrarlo. SOLDADO 4: Espera me han dado unos clavos para que lo fijemos con ellos a la cruz. NARRADOR: Las vestiduras fueron echadas a la suerte para que se cumpliera aquello había dicho “se repartirán mis vestiduras y las echaran a la suerte entre ellos” Jesús se extiende sobre el leño sin oponerse. Se tiende y pone la cabeza donde le dicen que lo haga. Abre los brazos como se le ordenan, extiende las piernas como le mandan, el verdugo coloca la punta del clavo en el pulso, levanta el martillo y da el primer golpe. JESÚS: ¡Aghhh! NARRADOR: La mano derecha ha sido ya clavada, pasan a la izquierda, Jesús no grita más, pero sus ojos nadan en lágrimas. Es el turno de los pies. (Pausa) Junto a la cruz estaba su madre y junto a ella Juan el discípulo a quien él quería mucho. JESÚS: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo JESÚS: Hijo ahí tienes a tu madre. NARRADOR: Y desde aquel momento el discípulo se la llevo a vivir a su casa. ANÁS: Y bien tu salvador porque no te salvas. CAIFÁS: Ha salvado a otros y decías que con la ayuda de Dios y no logras salvarte a ti mismo. JUDÍO 1: ¿Quieres que te crea? Has entonces un milagro, ¿no puedes ya verdad? Ya que tienes las manos clavadas. JUDÍO 2: Baja de la cruz y creeremos en ti. JESÚS: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Tengo sed. Tengo sed. NARRADOR: Un soldado corrió a llenar de vinagre con hiel una esponja, la cual acomodo en un carrizo y se la ofreció a beber pero Jesús no quiso. GESTAS: No eres tú el Cristo, pues sálvate y sálvanos. DIMAS: Calla Gestas, nosotros hemos recibido lo que merecíamos, pero él no hizo ningún mal. Señor acuérdate de mí cuando estés en el paraíso. JESÚS: Yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso. DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ NARRADOR: Es el tormento extremo, el que apresura la muerte, porque exprime las últimas gotas de sangre, ha empezado la muerte, hay un gran silencio y se escucha un grito desgarrador de agonía. JESÚS: Todo está consumado. NARRADOR: Luego se oye con infinita dulzura, con ferviente plegaria, que Jesús ora JESÚS: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. ¡Aghhh! NARRADOR: Y dejando caer la cabeza, entrego el espíritu. (De rodillas), (Pausa), (de pie). Fueron los soldados a quebrarles las piernas a los crucificados, pero al ver que Jesús estaba muerto, uno de los soldados le abrió un costado con una lanza y por ella salió agua y sangre, para que se cumpliera aquello que él había dicho “verán al que traspasaron”. CENTURIÓN: Verdaderamente este era el Hijo de Dios
DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
NARRADOR: Después de estos acontecimientos José de Arimatea,
discípulo de Jesús pidió permiso a Pilatos para quitar el cuerpo de Jesús de la cruz y lo envolvieron en lienzos blancos empapados de perfumes.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
NARRADOR: Tomaron el cuerpo de Jesús, y lo pusieron en un sepulcro nuevo, donde nadie antes lo había ocupado. José de Ariamatea hizo rodar una gran piedra hacia la entrada del sepulcro y se fue.