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Narrador: Se encontraba Jesús con sus discípulos celebrando la pascua, al final de la cena
Jesús tomó el Pan en sus manos y dijo:
Jesús: Tomen y coman que esto es mi cuerpo.
Narrador: y tomando el cáliz lleno de vino dijo también:
Jesús: Tomen y beban que esto es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será
derramada por ustedes, Hagan esto en memoria mía.
Narrador: Luego de celebrar la cena pascual con sus discípulos, sale Jesús conversando con
Pedro y Juan, detrás vienen los otros discípulos conversando entre si, en la entrada se establece
el siguiente dialogo:
Jesús: Quédense aquí mientras yo hago mi oración.
Juan: Nosotros estamos contigo maestro.
Pedro: Siento temor lejos de ti maestro.
Jesús: Quédense aquí y oren, estén despiertos.
Narrador: En ese momento Jesús se retira a orar y los discípulos débiles se quedan dormidos, al
regresar Jesús les dice:
Jesús: No han podido orar un minuto conmigo, miren que el espíritu esta cerca y la carne es
débil.
Narrador: Jesús entonces se retira de nuevo a orar diciendo.
Jesús: Padre ha llegado la hora de glorificarte no permitas que ellos se pierdan.
Narrador: y al regresar les dice a los discípulos:
Jesús: Levántense, es hora se acerca el poder de las tinieblas.
Narrador: Aparece entonces una muchedumbre del pueblo, junto a los soldados romanos y
Judas.
Judas: Esperen aquí, veré si es fácil tomarle, es peligroso y puede escapar. Está ahí, yo me
acercaré, le daré un beso en la mejilla, sujétenlo bien.
Judas: ¡Salve maestro! y lo besa.
Jesús: ¿Judas con un beso vendes al hijo del hombre?
Jesús: ¿Y ustedes a quién buscan?
Soldado I: A Jesús de Nazaret.
Jesús: ¿les he dicho, a quién buscan?
Soldado II: a Jesús de Nazareth.
Jesús: Soy yo, pero si me buscan a mi dejen ir a mis amigos.
Narrador: Se produce, entonces un forcejeo entre los soldados y los apóstoles, allí Pedro hiere a
un soldado y Jesús dice:
Jesús: Pedro, vuelve la espada a la vaina, el que a hierro mata a hierro muere. ¿Por qué vienen
a aprenderme como un ladrón?, siempre estuve predicando en las sinagogas y en el templo, nada
dije a escondidas, pero tenía que hacerse así para que se cumpliesen las escrituras.
Soldado III: Amarrémosle bien y no perdamos más tiempo, nuestro pontífice espera.
Narrador: Jesús es conducido, entonces a la casa de Caifas EL Sumo Sacerdote y los ancianos
del Consejo, entre tanto era víctima de gritos, insultos, empujones. Llegan a la casa de Caifas:
II Escena.
Jesús ante el Consejo de Ancianos
Narrador: Jesús es hecho prisionero, comienzan las acusaciones y falsos testimonios de boca de
los Sumos Sacerdotes y ancianos del Consejo.
Anas: Al fin caíste falso profeta, ahora darás cuenta de todos tus embustes, a mí no me podrás
engañar, yo soy la ley y la tradición soy la voz del altísimo.
Caifas: Pueblo de Dios, estamos viviendo momentos importantes, debemos juzgar los delitos de
un impostor, por eso quiero convocar la sabiduría del pueblo. Compadezcan aquí, todos los
ancianos de Sanedrín.
Nicodemos: Las leyes no condenan a nadie sin justa razón, sería una vergüenza que nadie
defendiera a este hombre.
José de Arimatea: No podemos condenar a este hombre que a mi modo de ser es justo, no
tenemos nada de que condenarle.
Anciano I: Que sea justo o injusto ha de morir, porque no guarda las leyes de nuestros padres,
quitémosle la vida. Habla contra nosotros y denigra a los fariseos, es enemigo de Roma y de las
santas leyes del pueblo.
Anciano II: Desterremos a este hombre, como seductor del pueblo, nos indispone contra Roma y
eso es un peligro.
Anciano I: Échenle a la cárcel, por haber amotinado al pueblo, él es reo.
Anas: Galileo ¿qué dices a cerca de tus discípulos y doctrina?
Jesús: Siempre expuse mis doctrinas en público, nada dije escondidas, ¿por qué me preguntan a
mí, por qué no preguntan a quienes me han escuchado?.
Soldado I: (le da un golpe en la cara) Así no se le contesta al sumo sacerdote.
Jesús: Si he ofendido al contestar, cuál ha sido mi ofensa, pero si he contestado bien, ¿Por qué
me pegas?
Anciano II: Yo le he escuchado decir, yo destruiré este templo y en tres días construiré otro no
hecho por hombre alguno.
Narrador: y el sumo sacerdote rasgándose las vestiduras dice:
Caifas: ha blasfemado, que les parece.
Todos: Si ha mentido, que muera, échenlo a la cárcel.
Caifás: Soldados llévenlo a casa de Hérodes que el decida que hacer con este Nazareno.
Jesús ante Herodes.
Narrador: Ha llegado la hora esperada por Herodes, él buscará la forma para declarar
culpable a Jesús.
Soldado I: Mi Señor traen preso a Jesús, el Carpintero de Nazareth.
Mayra: ¡Ese el gran profeta de Nazareth!. Dicen que es un hombre bueno y que hace milagros.
Herodes: ahora vamos a conocer al que llaman profeta de Galilea.
Mayra: Dicen que irradia luz divina y tiene un gran atractivo en su bondad.
Herodes: Ahora saldremos de todas nuestras dudas.
Herodes: Al fin llegaste a mi presencia, profeta de Nazareth, es verdad que provienes de Galilea
y eres hijo del carpintero, hablemos un poco para ver si nos convences ¿o es que se te ha secado
la lengua ante la grandeza de mi trono? He escuchado de tus famosos milagros, que haz curado
y hasta que resucitaste a uno de tus amigos, ¿es verdad que te llaman Rey, Mesías y libertador
de Israel; ¿dónde esta tu corona y tu ejercito, yo no veo sino odio contra ti y gente que te acusa.
Herodes: Mayra tráeme una taza con agua, para ver si nos hace un milagro.
Herodes: ¡Quiero probar vino santo nazareno!, ¿qué esperas, acaso quieres irritar a tu rey o es
que estas loco, acaso no quieres que te defienda de la ira del sanedrín y la indiferencia del
pueblo.
Sabinty: Señor, está loco, no manches tus manos reales con él, no perdamos más tiempo, vístelo
de loco y envíalo a Pilato, ahora es la oportunidad de ganar su amistad:
Herodes: Vístanlo de túnica roja y llévenlo a Pilato.
Narrador: De la multitud, aparece, una mujer humilde a quien Jesús le había hecho un favor, ella
en agradecimiento dice:
Verónica: Señor tu curaste a mi hija recuérdalo, bien, yo creo en ti, aunque ellos te odien, yo
agradeceré de por vida lo que hiciste con mi hija
Señor, deja que seque tu rostro.
Jesús: Hija te aseguro, que el mundo recordará este gesto de amor.
Narrador: Entonces seca el rostro de Jesús débil y agobiado, los soldados la retiran de la
procesión.
Verónica: Es un milagro, el rostro de Jesús esta reflejado, es un milagro.
Jesús es crucificado
Narrador: Cuando llegaron al lugar llamado calavera y mientras procedían a la crucifixión los
soldados empezaron a repartirse las vestiduras por medio de sorteos.
Soldado I: Sorteemos las túnicas, primero la de gestas y dimas, aunque poco valor tienen.
Soldado I: mira es uno son mías las túnicas.
Soldado II: Ahora es un dos, son mías las túnicas de este Nazareno, esta hecha de suaves hilos,
lo amaba mucho quien se la fabrico.
Narrador: Lo crucificaron allí, a él y a los dos malhechores uno a su derecha y otro a su
izquierda, la gente que estaba allí, los sacerdotes se burlaban de él.
Anas: Nazareno tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, baja de esa cruz y
creeremos en ti.
Jesús: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen.
Gestas: ¡Tú eres el Rey de judíos!, sálvate a ti mismo y a nosotros contigo.
Dimas: Ni siquiera temes a Dios estando en el mismo suplicio, lo nuestro es justo porque
recibimos el precio de nuestras culpas, pero este hombre no tiene culpa alguna. Rabí acuérdate
de mi cuando llegues a tu reino.
Jesús: Te aseguro que hoy estaras conmigo en el paraíso.
Jesús: Eli eli, laba sabatani. Dios mío, Dios mi. ¿Por qué me haz abandonado?
Soldado III: Mira esta llamando a su Dios.
Soldado II: Esperaremos haber si viene y creeremos en él.
Narrador: Junto a la cruz llega maría, Juan y unas mujeres de Jerusalén.
María: Hijo, Hijo mío.
Jesús: Madre, madre mía, hay tienes a tu hijo, hijo hay tienes a tu madre.
Narrador: Y nos dio a su madre como madre espiritual para todos los cristianos, haciéndonos
hermanos en la fe.
Jesús: ¡Tengo sed!
Narrador: los soldados mojando una esponja con vinagre, le dan de beber.
Soldado I: toma Nazareno, esto calmará tu sed y tu dolor.
Caifas: Profeta milagrero, muere de una vez para que esto acabe.
Jesús: Todo está cumplido.
Jesús: Padre en tus manos encomiendo mí espíritu.
Narrador: Jesús ha muerto.
Centurión: Solados quebranten los huesos de los reos, al nazareno no se los rompan, pues ya
ha sufrido bastante.
Narrador: Entonces todo el cielo se cubrió de oscuridad, las cortinas del templo se rasgaron y un
fuerte temblor estremeció a la multitud.