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El lenguaje inclusivo como medio de reivindicación feminista

Sofía Achuri Vargas


sachuri@unal.edu.co
Ciencia política
Yesenia Rincón, profesora

Resumen

[Texto argumentativo] El presente ensayo expone las razones por las que el lenguaje inclusivo puede ser
tomado como una apuesta política válida en esta nueva ola de visibilización feminista y de género. Así, en
primera instancia, se cuestiona la imparcialidad y apoliticidad sobre las que se cimientan y legitiman las
instituciones del lenguaje, dando cuenta de una moral patriarcal que hay detrás de ellas. Luego, se hace
visible la necesidad de incluir a la diversidad de género en nuestro lenguaje cotidiano. Después, se exponen
las iniciativas de diferentes instituciones y autoridades de implementar el uso del lenguaje no sexista con
miras a reducir las violencias basadas en género; y, por último, se da a conocer la conclusión a manera de
reflexión.

Palabras clave: lenguaje no sexista, visibilización, instituciones del lenguaje, diversidad y violencias basadas
en género.

En la actualidad, estamos ante novedosas proclamas feministas y álgidos debates en torno


a ciertas exigencias respecto al género y la sexualidad; discursos que ya no solo abogan por la
igualdad de derechos y de reconocimiento de las mujeres, sino que también cuestionan, a
profundidad, todas las estructuras sociales en las que está inmersa la humanidad, y a partir de las
cuales ella se construye. De esta manera, esta nueva ola del feminismo trata de hacer visible que,
más allá de las mujeres, todas aquellas personas que se salgan del molde heteronormativo1 se ven
perjudicadas u oprimidas. Una de las formas en que se hace visible es a través del lenguaje
inclusivo, que se encarga de evitar que haya un sesgo hacia un género en particular, mediante el
uso de ciertos mecanismos lingüísticos, tales como el uso de la x, @, e, desdoblamiento y palabras
de género neutro, etc. (Fundeú, s.f.) Este ha sido centro de discusiones debido a su carácter
“radical” de poner en debate la influencia patriarcal y los prejuicios sexistas en el uso cotidiano del
lenguaje. De esta manera, el lenguaje incluyente, o no sexista, es una forma válida de reivindicar la
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Según Alexis Emanuel Gros, y tomando como referencia los planteamientos de Judith Butler, la heteronormatividad
hace referencia a la matriz binaria impuesta por el patriarcado, según la cual se asignan, clasifican y regulan las
identidades de género en las sociedades occidentales; la cual está basada en una construcción sociohistórica (2015, pág.
246).

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lucha feminista y de género en este espectro. En este ensayo, se delimita su estudio, únicamente,
en el idioma español.

Hablar sobre lenguaje inclusivo acarrea muchos retos, entre los cuales está, en un primer
momento, enfrentarse y cuestionar la potestad que representa la institucionalidad. La Real
Academia Española (RAE) es la máxima entidad reguladora sobre el idioma castellano que se
encarga, como misión principal, de “velar por que los cambios que experimente la lengua
española, en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes, no quiebren la esencial
unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico” (Real Academia Española, 2019), por lo tanto,
como autoridad de la lengua, influye sobre la posición de las personas en lo que compete a la hora
de hablar de esta temática. La RAE ha manifestado en más de una ocasión no estar de acuerdo con
el uso de la x, la e y el @ como marca de género gramatical, como también con el desdoblamiento
del genérico masculino (ej. En vez de decir solamente todos, decir todos y todas). De esta manera,
la posición de la RAE puede ser usada como un argumento válido para descartar, de entrada, el
uso del lenguaje inclusivo.

Sin embargo, afirmar en el debate que “el problema radica en confundir gramática con
machismo”, como lo expresó el actual director de la RAE, Darío Villanueva, es cuestionable ¿por
qué? Al tomar como referencia algunas definiciones que da el diccionario de la lengua española
acerca del término mujer, se trae a colación conceptos claramente machistas e invisibilizadores
como: mujer de su casa, prostituta, de cortos talentos e instrucción; lo que demuestra que hay una
moral oculta tras la afirmación de Villanueva. Si bien es cierto que el diccionario de la RAE aclara
que estas definiciones tienen una intención despectiva y discriminatoria, es evidente que su
intención no es inofensiva, sino que pretende institucionalizar la visión común que tiene la
sociedad con respecto a la mujer. En otras palabras, la RAE se está encargando de replicar una
realidad que el feminismo pretende desdibujar, y deja en claro que es válido cuestionar su
supuesta imparcialidad y apoliticidad como institución reguladora de la lengua.

El lenguaje, como parte de la estructura que construye la realidad, ha sido cimentado bajo
los patrones del largo proceso cultural de la humanidad. Así, si como lo ha establecido Simone de
Beauvoir: “el presente envuelve al pasado, y en el pasado toda la historia la han hecho los
varones” (Beauvoir, 2014, pág. 23), ¿qué impide cuestionar que la estructura patriarcal no solo
esté presente en la historia y la cultura sino también en la construcción del lenguaje? Para nadie es
un secreto que, a través de la historia, la mujer ha sido reprimida en materia de derechos,

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invisibilizada en las transformaciones sociales, y que de ella se esperan ciertos roles, que, hasta en
la actualidad, se siguen cuestionando de fondo. Sin embargo, esa dicotomía hombre-mujer que
llamaremos binarismo y el desarrollo de una institucionalidad androcentrista2, no solo tienen
cabida en los aspectos sociales, sino también en los que respecta al lenguaje. Como plantea
Simone de Beauvoir: “se comprende que, la dualidad de los sexos, como toda dualidad, se haya
manifestado mediante un conflicto. Y se comprende que si uno de los dos logra imponer su
superioridad ésta se establezca como absoluta” (Beauvoir, 2014, pág. 24)

Desde el ámbito lingüístico, dando cuenta de las relaciones de poder que se dan en la
construcción del lenguaje, Bourdieu señala que “No hay agente social que no desee tener ese
poder de nombrar y de hacer el mundo nombrándolo, (…) el derecho de hablar y actuar en
nombre del grupo, de tomarse por el grupo que encarna” (Bourdieu, 2008, págs. 65-66). Es decir,
que el que tiene el poder sobre la palabra, tiene poder sobre la construcción del mundo. En este
orden de ideas, la cuestión a resolver aquí es ¿La mujer también está sometida en el lenguaje, así
como en las relaciones sociales? Se puede concluir que, haciendo un contraste entre la postura de
Beauvoir de la dominación patriarcal y las relaciones de poder en el lenguaje de Bourdieu; el
hombre sí ha sometido a la mujer y se ha logrado imponer sobre ella en lo que respecta al
lenguaje. Tal como apuntó la escritora española Rosa Montero: “La lengua es como la piel del
cuerpo social que refleja el movimiento de ese cuerpo. Por eso, si la sociedad es machista, la
lengua es machista” (Bachillerato de Bellas Artes, 2018, pág. 5). De tal manera, si la mujer se ha
visto sometida también en el ámbito del lenguaje, es justo cuestionar las instituciones que, en
cierta medida, legitiman y no hacen visible la presencia de la violencia sexista en este ámbito.

No obstante, la discusión va más allá de la violencia y discriminación de la mujer en el


lenguaje, ya que no se está tomando en cuenta la invisibilización de la que también son víctimas
las personas que no caben en el espectro del binarismo. En este orden de ideas, si “el lenguaje
condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra visión del mundo” (Paoli, 1999, pág. 2), y si
en este, en el caso del español, solo es visible el uso del género masculino y femenino ¿Es posible
que se esté negando de nuestra visión del mundo y de la realidad, a todas aquellas personas que
no se identifiquen con uno o con otro género? Judith Butler dice que sí es posible, y analiza “la
forma en que el lenguaje, en su dimensión performativa (de acto que produce efectos) juega un
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Según April H. Bailey , Marianne LaFrance y John F. Dovidio, el androcentrismo se refiere a la propensión de centrar la
sociedad en torno a las necesidades, prioridades y valores de los hombres, y a relegar a las mujeres a la periferia. El
androcentrismo también posiciona a los hombres como el estándar neutral de género, mientras que marca a las mujeres
como específicas respecto a este.

3
papel central en la constitución subjetiva (en la producción de la identidad), y cómo de este modo
está implicado en la reproducción tanto como en la subversión de las relaciones de poder” (Butler,
1997) (Citado en García, 2005, pág. 01).

De tal forma, el lenguaje inclusivo posibilita el reconocimiento de las personas que están fuera
del espectro binario y, al mismo tiempo, permite que la formación de su género tome valor y
legitimidad. A su vez, deconstruir la heteronormatividad da paso a “reformular las limitaciones
morfológicas idóneas que recaen sobre los seres humanos para que quienes se alejan de la norma
no estén condenados a una muerte en vida” (Butler, El género en disputa, 2007, pág. 24). En este
caso, en el uso de la e o la x a la hora de referirse a un grupo de personas, se hace visible que,
dentro de este, hay una diversidad de género más amplia que el binarismo “hombre-mujer” y, por
consiguiente, se construye una realidad más incluyente, de la cual todos, todas y todes podemos
ser parte.

En contraposición, el discurso cientificista y biologista también ha sido tomado como punto de


referencia para deslegitimar la reivindicación feminista con respecto al género y, por consiguiente,
también al uso del lenguaje inclusivo. Afirmar que el binarismo es algo natural, que se deriva de
los dos sexos biológicos (femenino, masculino), y que el lenguaje tiene que debe construirse en
función de estos, es un planteamiento, además de erróneo, contradictorio. Si el discurso va a girar
en torno a lo natural es importante recalcar que incluso, genéticamente, el binarismo en la raza
humana no es posible, ya que existe un tercer sexo biológico que es a lo que se le denomina como
intersexual, que son aquellas personas que nacen con ambos sexos (masculino y femenino).
Además, cabe destacar que el género con el que se ha designado arbitrariamente a distintos
objetos (como la casa, el avión, la manzana), no responde necesariamente a una cuestión
biológica. Así, el argumento del binarismo como base constructiva del lenguaje puede ser tomado
como insuficiente, ya que las distintas esferas de la sociedad, como la cultura, también juegan un
papel importante en su conformación.

Pese a la dimensión conservadora del lenguaje, su influencia en nuestra construcción del


pensamiento y frente al problema del sexismo lingüístico aún presente, las reivindicaciones
feministas y de género han logrado ganar un espacio legitimado en instituciones y autoridades
estatales que avalan el uso del lenguaje inclusivo a través de políticas públicas “con el propósito de
disminuir las desigualdades y jerarquías fundadas en las relaciones sociales de género y
sexualidad” (Ministerio de Educación Nacional de Colombia, 2018, pág. 63) a través de la

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elaboración manuales o guías para su correcto uso. Cabe mencionar que tanto instituciones no
gubernamentales, como gubernamentales de gran prestigio, incentivan el manejo de un lenguaje
no sexista y respetuoso. En el caso de la ONU y la UNESCO, se promueve y destacan “la necesidad
de emplear un lenguaje de género inclusivo y respetuoso y considerar el uso de este por parte de
otras organizaciones de las Naciones Unidas, gubernamentales e intergubernamentales” (Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, 2018)

Por otra parte, tomando como referencia instituciones gubernamentales, el Ministerio de


Educación de Colombia plantea que para la transformación cultural que se quiere llevar a cabo con
un enfoque en identidades de género, es necesario incentivar la producción de manuales o guías
de lenguaje inclusivo y velar por su cumplimiento en las IES (Ministerio de Educación Nacional de
Colombia, 2018, pág. 64). Asimismo, plantean que es imprescindible generar estrategias de
implementación de dicha inclusividad en documentos institucionales, certificaciones académicas,
etc. Otro claro ejemplo, es la guía de lenguaje inclusivo de género que impulsa el Consejo Nacional
de Cultura y las Artes del gobierno de Chile, como también, la guía para el uso del lenguaje
inclusivo: si no me nombras no existo que elaboró el Ministerio de la Mujer y Poblaciones
Vulnerables de Perú. Por último, y no menos importante, hay que tener presente que la
producción de estos manuales también se ha llevado a cabo en distintas universidades de
Latinoamérica, como la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Costa Rica, y en el caso de
la Universidad Nacional de Colombia, por medio de su Escuela de Estudios de Género, también ha
contribuido, no solo en la creación de dichos manuales, sino también en la construcción de nuevas
políticas de educación superior inclusiva.

En conclusión, es posible afirmar que el lenguaje inclusivo es una de las muchas maneras
de reivindicar las nuevas proclamas feministas y de género, ya que se cuestiona la influencia
patriarcal de las instituciones del lenguaje, se reconoce la diversidad de identidades de género y se
legitima dicha inclusividad en el uso cotidiano de la lengua. Ahora, el reto más grande es la buena
implementación y la aceptación por parte de la gente de este nuevo lenguaje. Es cierto que genera
incomodidad tener que adaptar antiguas conductas que se enseñaron como normales, pero que,
haciendo un estudio un poco más profundo, como lo muestra este ensayo, son formas de violencia
sexista y patriarcal que necesitan ser erradicadas. Así como la conducta, el lenguaje también
puede ser discriminatorio, por tanto, es necesario sensibilizarse y entender que el uso del lenguaje
inclusivo es una herramienta válida para tomar posición frente a este problema.

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Referencias
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados. (Febrero de 2018). La agencia de la
ONU para los refugiados. Obtenido de recomendaciones para el uso de un lenguaje
inclusivo de género: https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2018/11627.pdf

Bachillerato de Bellas Artes. (2018). El lenguaje inclusivo. Argentina.

Beauvoir, S. d. (2014). El segundo sexo. Bogotá D.C.: Penguin Random House .

Bourdieu, P. (2008). ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos. Madrid,
España: Ediciones Akal.

Butler, J. (1997). Lenguaje, poder e identidad. Madrid: Sintesis.

Butler, J. (2007). El género en disputa. Barcelona: Ediciones Paidós.

Fundeú. (s.f.). Fundeú. Obtenido de Lenguaje inclusivo: una breve guía de lo que está pasando:
https://www.fundeu.es/lenguaje-inclusivo/

Gros, A. E. (2015). Judith Butler y Beatriz Preciado: una comparación de dos modelos teóricos de la
construcción de la identidad de género en la teoría queer. Civilizar, 16.

Ministerio de Educación Nacional de Colombia. (2018). Mineducacion.gov.co. Obtenido de


https://www.mineducacion.gov.co/1759/articles-357277_recurso_3.pdf

Paoli, B. (1999). UNESDOC biblioteca digital. Obtenido de Recomendaciones para un uso no sexista
del lenguaje: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000114950

Real Academia Española. (2019). Real Academia Española. Obtenido de La Institución:


https://www.rae.es/la-institucion

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