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Fuente 7:

De consenso al manual de comunicación no sexista de México, escrito por Claudia Guichard


(2015), uno de los planos en el que la invisibilización de la dama se genera es en la lengua. En la
misma se usa el sexo masculino como mundial y el femenil como género marcado, por lo cual las
féminas no son nombradas de manera explícita. La creadora confirma que el genérico varonil anula
automáticamente la probabilidad de la realidad de féminas en cualquier conjunto de individuos.
“Un papel fundamental lo juega el fenómeno de los términos “marcados” en la consolidación de lo
femenil y las damas como “lo otro”, lo no mundial, lo especial y específico. De esta forma la dama
es sentida como correspondiente al campo de lo específico y el ser humano al campo de lo
universal” (Facio s/f: 17-18 apud Guichard, 2015: 64).
“En interacción con los principios del lenguaje humano, las teorías androcéntricas de la evolución
de la cultura humana y de la génesis y la evolución del lenguaje, han favorecido la teoría del papel
autor primario de las personas. En la mayoría de las civilizaciones, el ser humano se ha atribuido no
únicamente los principios del lenguaje, sino además el fin del mismo” (1991: 21). En correlación
con esta iniciativa, Guilia Colaizzi (1990) previene que “Si la dama no es sino amujer; si, en tanto
mercancías, las féminas son únicamente objetos pasivos de trueque en la economía de mercado de
una sociedad varonil; si la Cultura y la Historia, en tanto producto de los hombres, permanecen
fundamentadas en la cosificación y la falta de la dama, (…) ¿Cómo puede una dama concebir tomar
parte activa en un sistema de representación con base en su exclusión e invisibilidad, en la
silenciosa aquiescencia y aprobación de su no-existencia como sujeto? ¿Cómo puede una dama
arrostrar al hecho de la creatividad y productividad si es ella quien fundamenta uno y otro, sin
embargo, en términos masculinos y exclusivamente en beneficio de los hombres?
“(…) el orden varonil está tan profundamente arraigado que no estricta de ni una justificación: se
obliga a él mismo como autoevidente, mundial (el hombre, vir, es aquel ser especial que se
experimenta a él mismo como mundial, que preserva un monopolio sobre lo humano, homo)”
(2005: 245). “(…) En impacto, los dominados, o sea, las féminas, aplican a todos los objetos de
todo el mundo (natural y social) y en especial a la interacción de opresión a la que son cautivas, así
como a los individuos por medio de las cuales se hace esta interacción, esquemas impensados de
pensamiento que son el producto de una encarnación de esta interacción de poder en pares
conceptuales (alto / bajo, enorme / diminuto, adentro / afuera, recto / curvo, etcétera.), llevándolas
por consiguiente a edificar esta interacción a partir de la perspectiva del dominante, o sea como
natural” (2005: 245).
Por consiguiente, y siguiendo la línea de argumento de Bourdieu, en los principios del desarrollo de
la lengua, el ser humano como ser humano en postura dominante le habría comenzado a dar cuerpo,
sus primeros y en general aspectos, según su visión e instaurando una interacción de poder sobre su
“par conceptual”: la dama. Entonces, puede decirse que la manera de creación de la lengua ha sido
con base a una interacción de poder entre géneros, justamente ya que, en la lengua, así como en
otras esferas de todo el mundo, la dama estaba relegada, de allí la naturaleza no natural
androcéntrica de la lengua oficial.

Fuente 8:
Soy consciente de la disparidad de género existente en la sociedad y me complace ser testigo de los
adelantos que a diario consiguen las damas referentes a igualdad y protagonismo en el escenario
mundial.
Coincido con Claire en que dialogar de las “artes” y los “artos” no viene mucho al caso pues, como
bien lo muestra ella, son palabras que no se refieren a personas propiamente, empero sí concuerdo
con que en español es viable utilizar palabras en varonil como “padres”, “niños”, “enfermeros” para
referirse a hombres y damas ligados pues el género es del vocablo no de los individuos a quienes
hace referencia.
Es como si peleáramos por mencionar “personas” y “personos”, pensando que el término
“personas” hace referencia únicamente a féminas por ser una palabra femenil. Por esto, una vez que
se insiste tan vehementemente en que “abogados” no se entienda como hombres y féminas ligados,
sino solo como hombres, percibo una necesidad malintencionada de lograr que los vocablos no
signifiquen lo cual significan para mencionar que el lenguaje discrimina.
Neutralización: Otro caso problemático se genera una vez que se pretende situar una “e” en vez de
la “o” para “neutralizar” el género de los vocablos y se cuenta “arquitectes” o “maestres”, a medida
que otras palabras buenas candidatas para ser neutrales, como “presidente”, “gerente” o “fiscal”, no
son aceptadas tampoco.
Las feministas son incapaces de percibir de que a aquellas palabras el género se lo da el artículo
que las antecede: “la gerente”, “el gerente”, y no el término en sí, y que, en el mejor de los casos, lo
cual tendría más sentido podría ser neutralizar el artículo: “les gerentes”, “les profesionales”.

Fuente 9:
Lenguaje inclusivo: Más allá de la lingüística.
Un momento: ¿Qué es el lenguaje inclusivo?
El lenguaje inclusivo –también conocido como lenguaje de género o lenguaje no sexista– hace
referencia a un lenguaje que incluye directa y conscientemente a hombres y féminas igualmente.
Ejemplificando: La organización X está intentando encontrar a un o una economista. Por otro lado,
la misma oración utilizando un lenguaje no inclusivo (que habitualmente es masculino) podría ser:
La organización X está intentando encontrar a un economista. Al final, la misma oración utilizando
un lenguaje neutro podría ser: La organización X está intentando encontrar a una persona licenciada
en economía.

Ahora sí: ¿Cuáles son estas divergencias?


Punto de vista 1: ¿Qué dice la lingüística?
De acuerdo con la FUNDEU, en la lingüística de España se habla de género marcado, y por
consiguiente excluyente (género femenino), y de género no marcado, y no excluyente (masculino).
Por consiguiente, y partiendo de esta conjetura, el sexo masculino –al opuesto que el femenino–
encierra los dos géneros: el varonil y el femenil.
Basándose en que las féminas no son discriminadas por el hecho de que el género no marcado
coincida con el varonil, la FUNDEU argumenta que la discriminación es un hecho principalmente
social y que la lengua, per se, no discrimina.

Punto de vista 2: ¿Qué dicen los estudios empíricos?


Diferentes estudios empíricos evidencian que la utilización de un lenguaje no inclusivo puede tener
un impacto adverso, aunque sutil, en situaciones sociales, perjudicando mayoritariamente a la
población femenil.
En específico, una averiguación de la Universidad de Harvard (EE.UU.) basada en 3 estudios
correlacionados, ha hallado que la utilización de un lenguaje no inclusivo en una oferta de trabajo
hace que las damas tengan sentimientos de exclusión, falta de identificación con el puesto de trabajo
y una menor motivación como para pedir el puesto como para desempeñarlo, comparado con
féminas y hombres que recibieron la misma oferta de trabajo utilizando un lenguaje inclusivo o
neutro.
Los sesgos lingüísticos provocados por un lenguaje no inclusivo van más allá de consumar con el
inicio fundamental de economía lingüística. Van más allá de que la lingüística de España haya
dictaminado que el género no marcado sea un género en específico, y desde luego, van más allá de
que este género no marcado coincida con el varonil.
Por consiguiente, el lenguaje inclusivo es más que lingüística; es más que algo sutil. El lenguaje no
inclusivo produce sentimientos de retiro en medio de las féminas e inclusive podría ser una de las
causas por las cuales las damas escogen ciertas superficies expertos pese a estar enormemente
cualificadas para realizarlas.

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