Está en la página 1de 10

DERECHO PENAL TEMA 12.

LA ACCIÓN Y LA OMISIÓN COMO


PRIMER ELEMENTO DEL DELITO.

1. - LA ACCIÓN Y LA OMISIÓN COMO PRIMER ELEMENTO DEL


DELITO.

1.1. EL CONCEPTO DE DELITO.

2. - LA POLÉMICA SOBRE EL CONCEPTO DE ACCIÓN.

2.1. LOS COCEPTOS CAUSAL, FINAL Y SOCIAL DE LA


ACCIÓN.
2.2. LA ACCIÓN COMO EXPRESIÓN DE LA
PERSONALIDAD Y LA ACCIÓN COMO CONCEPTO
SIGNIFICATIVO.

3. - AUSENCIA DE ACCIÓN.

4. - LOS SUJETOS DE LA ACCIÓN. LA SUPUESTA INCAPACIDAD DE


LA ACCIÓN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS Y EL ACTUAR EN
NOMBRE DE OTRO.

´-5. - EL SUJETO PASIVO.

6. - TIEMPO Y LUGAR DE LA ACCIÓN.


DERECHO PENAL TEMA 12.

LA ACCION Y LA OMISION COMO PRIMER


ELEMENTO DEL DELITO.
1. - LA ACCIÓN Y LA OMISIÓN COMO PRIMER ELEMENTO DEL DELITO.

La acción y la omisión cumplen la función de elementos básicos de la Teoría General del


Delito, aunque sólo en la medida en que coincidan con la conducta descrita en el tipo de la
correspondiente figura de delito serán penalmente relevantes.

Es decir, que no hay una acción abstracta, prejurídica, de robar o de agredir sexualmente,
sino que sólo puede calificarse como tal aquella acción que concuerda con la descrita en los
respectivos artículos del CP. La realidad ontológica del comportamiento humano sólo adquiere
relevancia jurídico-penal en la medida en que coincida con el correspondiente tipo delictivo.

Pero también hay que tener en cuenta que sólo aquello que puede ser considerado como
acción o, en su caso, omisión puede ser objeto de tipificación.

El concepto de acción cumple, así, una función para la Teoría del delito: es el objeto de
valoración, no la valoración misma que se hace posteriormente en las restantes categorías del
delito.

1.1. - EL CONCEPTO DE ACCION

Se llama acción a todo comportamiento que depende de la voluntad humana. Sólo el acto
voluntario puede ser penalmente relevante y la voluntad implica siempre una finalidad. No se
concibe un acto de la voluntad que no vaya dirigido a un fin. El contenido de la voluntad es siempre
una acción final, una acción dirigida a la consecución de un fin.

La dirección final de la acción se realiza en dos fases, una interna y otra externa:

A. En la fase interna (es la que se sucede en la esfera del pensamiento del autor): éste se
propone anticipadamente la realización de un fin (por ejemplo: realizar un viaje). Para llevar
a cabo este fin, selecciona los medios necesarios (viajar en coche, tren, avión ...). Esta
selección sólo puede hacerse a partir del fin. Es decir, sólo cuando el autor está seguro de
qué es lo que quiere, puede plantearse el problema de cómo lo quiere. En esta fase interna, el
sujeto tiene que considerar también los efectos concomitantes que van unidos a los medios
elegidos y a la consecución del fin que se propone (si por ejemplo, elige el coche como
medio de viaje y si éste es largo, sabe que tendrá que parar para dormir, tendrá en cuenta la
posibilidad de alguna avería ...). La consideración de estos efectos concomitantes puede
hacer que el autor vuelva a plantearse la realización del fin y rechace algunos de los medios
seleccionados para ello. Pero una vez que los admita como de segura y probable producción,
también esos efectos concomitantes pertenecen a la acción.
B. Fase externa: Una vez propuesto el fin, seccionados los medios para su realización y
ponderados los efectos concomitantes, el autor procede a su realización en el mundo externo;
pone en marcha, conforme a un plan, el proceso causal dominado por la finalidad y
procurada alcanzar la meta propuesta.

La valoración penal puede recaer sobre cualquiera de estas dos fases de la acción, una vez
que esta se ha realizado en el mundo externo.
DERECHO PENAL TEMA 12.

Puede suceder que el fin principal sea irrelevante desde el punto de vista penal y que lo
importante sean los efectos concomitantes o los medios seleccionados para realizarlo. Así, por
ejemplo, cuando el autor conduce un coche a más velocidad que la permitida, puede pretender una
finalidad absolutamente loable (llegar a tiempo al lugar de trabajo), pero todos los medios
empleados para ello (conducir imprudentemente un coche) o los efectos concomitantes (la muerte
de un peatón atropellado) son desvalorados por la ley penal.

Por tanto, cuando se dice que la acción final es la base del derecho penal no se quiere decir
que sólo sea el fin de esa acción lo que interesa al Derecho penal, pues éste puede estar igualmente
interesado en los medios elegidos para conseguir el fin o en los efectos concomitantes a la
realización de ese fin. Por eso, los tipos legales son, en definitiva, los que deciden qué partes o
aspectos de la acción son o pueden ser penalmente relevantes

2. - LA POLEMICA SOBRE EL CONCEPTO DE ACCION

2.1. - LOS CONCEPTOS CAUSAL, FINAL Y SOCIAL DE ACCIÓN.

El concepto de acción que acabarnos de ver, coincide en sus líneas generales con el de
teoría final de la acción, formulada por WELZEL a principios de los años 30.

La teoría final de la acción surgió para superar la teoría causal de la acción, dominante en
la Ciencia alemana del Derecho penal desde principios de siglo y que encontró su más acabada
expresión en los Tratados de LISZT y MEZGER.

Para esta teoría la acción es también conducta humana voluntaria pero, a diferencia de la
teoría final, la teoría causal prescinde del contenido de la voluntad, es decir, del fin. Para esta teoría
la acción es también conducta humana voluntaria pero, a diferencia de la teoría final, la teoría
causal prescinde del contenido de la voluntad, es decir, del fin. Según esta teoría lo importante para
establecer el concepto de acción es que el sujeto haya actuado voluntariamente. Lo que este sujeto
haya querido (es decir, el contenido de la voluntad) es irrelevante y sólo interesa en el marco de la
culpabilidad. La teoría causal reduce, pues, el concepto de acción a un proceso causal impulsado
por la voluntad, prescindiendo por completo de la vertiente de la finalidad, con lo que desconoce la
realidad de las acciones humanas, que no son simples procesos causales voluntarios, sino procesos
causales voluntarios dirigidos a un fin. Es pues, lógico que ese fin sea también tenido en cuenta ya
en el momento de establecer el concepto de acción.

En realidad, esta conclusión no es ignorada por el causalismo, pero para éste la finalidad
debe ser objeto de valoración en el ámbito de la culpabilidad, dejando a las otras categorías,
tipicidad y antijuricidad, la valoración del aspecto puramente causal del comportamiento humano.

Para el causalismo, sólo la acción entendida causalmente puede servir de base a todas las
formas de aparición del delito y tanto a la comisión dolosa como a la imprudente. Pero el legislador
cuando describe una conducta en el tipo penal (por Ej. , “el que matare a otro”) no describe un
simple proceso causal (también un rayo puede causar la muerte de otra persona), sino un proceso
causal en la medida en que se deriva de la realización de una acción final humana.

Por ello, también la finalidad, los medios necesarios para su realización y los efectos
concomitantes deben ser tenidos en cuenta ya en el primer estadio de la Teoría del Delito, en la
tipicidad, y subsiguientemente en los demás.

Luego se irán añadiendo y valorando otros datos que caracterizan la antijuricidad de la


acción en el caso concreto o que determinan la culpabilidad del autor; pero sólo a partir de la acción
DERECHO PENAL TEMA 12.

final que sirve de presupuesto a toda valoración y reacción jurídico-penal. Lo que importa es, por
tanto, que el legislador cuando describe o tipifica las acciones prohibidas lo hace pensando en la
acción, no como un simple proceso causal voluntario, sino como un proceso causal regido por la
voluntad dirigida a un fin (sea éste relevante o lo sean los medios elegidos para su realización o los
efectos concomitantes).

De ello se derivan importantes consecuencias sistemáticas y prácticas que serán


expuestas en su lugar.

Por ahora basta con decir que la teoría final de la acción, tal como aquí ha sido expuesta,
tiene cada vez más partidarios, aunque no todos acepten los postulados filosóficos de los que dicha
teoría o su fundador parten: vinculación del legislador a luS estructuras ontológicas, que no puede
modificar.

Lo que al penalista, al juez, o al intérprete interesa, sobre todo, es la acción típica y ésta, como se
desprende del articulado de las leyes donde se definen los delitos, no es puede distinguir, en efecto,
la acción humana de matar a otro de la muerte producida por un rayo.

Pero también para distinguir las acciones humanas unas de otras hay que recurrir a
la finalidad con la que éstas se realizan:

 un disparo puede ser una tentativa de homicidio o un simple acto de caza


 una insolvencia puede ser producto de la ruina económica del deudor consecuencia
de un incendio, o de una maniobra fraudulenta de éste que oculta su patrimonio a la
acción de los acreedores

sólo la finalidad de su autor puede dar sentido a estos procesos puramente causales.

Igualmente hay que recurrir desde el principio, es decir, desde el primer momento,
para tipificar la acción a determinados elementos subjetivos que exige la ley en delitos tales
como el hurto (ánimo de lucro) o la manipulación genética (que sólo es constitutiva de delito
cuando se realiza sin finalidad terapéutica, Art. 159,1).

Esto no quiere decir, sin embargo, que el sistema de la Teoría del Delito vaya ya
prejuzgado por un concepto de acción prejurídico, ni que éste pueda ser establecido sin recurrir a
ningún tipo de valoraciones. Como seguidamente vamos a ver, el concepto de acción no puede ser
sólo un concepto ontológico, sino que depende también de valoraciones.

Para superar la polémica entre teoría final y teoría causal surgió una tercera teoría, la teoría
social de la acción, que llama la atención sobre la relevancia social del comportamiento humano.

Esta teoría puede ser aceptada en la medida en que sólo atendiendo al contenido de la
voluntad del autor se puede determinar el sentido social de la acción Pero este concepto de
relevancia social es excesivamente ambiguo y, en última instancia, es un dato prejurídico que no
interesa directamente al jurista.

2.2. LA ACCIÓN COMO EXPRESIÓN DE LA PERSONALIDAD Y LA ACCIÓN COMO


CONCEPTO SIGNIFICATIVO.

Más acertada parece la concepción de ROXIN, que entiende de la acción como un


conjunto de datos fácticos y normativos que son “expresión de la personalidad”, es decir, de la parte
anímicoespiritual del ser. Ello hace preciso recurrir, a veces, a valoraciones que dotan de sentido a
DERECHO PENAL TEMA 12.

la acción; pero estas valoraciones dependen, en realidad, del contexto en el que la acción se realiza.

Esto no excluye la validez del concepto final de la acción como concepto prejurídico, lo
único que demuestra es que éste, por sí mismo, no puede servir de único criterio para determinar el
concepto de acción jurídicamente relevante. Por eso es necesario, además, recurrir a criterios
valorativos extraídos de las propias normas jurídicas que seleccionan aquella parte de la acción que
les interesa (concepto significativo de acción).

Así, por ejemplo, si alguien conduce a más velocidad de la permitida y, al entrar en una
curva peligrosa, pierde el control del vehículo al tratar de espantar con la mano un insecto que le ha
picado en la cara, lo que importa es la acción de conducir como un todo y no el acto concreto
involuntario, puramente instintivo o reflejo, ya que éste no es más que una parte de la acción, que
como un todo interesa al Derecho penal

Lo mismo sucede con las acciones que se realizan de un modo inconsciente y


rutinario, producto de una aprendizaje voluntario que, tras repetirse muchas veces, se hacen
automáticamente. Así, por ejemplo, apretar el embargue y acelerar al arrancar el coche,
cambiar de marcha o frenar, son acciones que se realizan cientos de veces por cualquier
conductor experimentado, sin que ello suponga una acción consciente y voluntaria cada vez
que se realizan.

Estas conductas sólo pueden servir de objeto a una valoración integradas en una acción
global de conducir, ésta sí consciente, voluntaria y final, por eso, en caso de accidente provocado
por uno de esos actos particulares (frenazo brusco, giro violento del volante), valoramos la acción
de conducir como un todo y no el acto concreto, probablemente inconsciente y automático, de pisar
el freno o girar el volante. Igualmente, la acción de andar la valoramos globalmente como un todo,
y no descomponiéndola en los pasos que damos mecánicamente.

Todavía con mayor claridad se ve esto en la omisión que, como veremos más adelante,
no se puede definir por sí misma, sino en referencia a una acción que se puede realizar, pero
no toda omisión de una acción que se puede realizar.

Pero no toda omisión de una acción posible se puede definir como omisión. Por ejemplo,
el que no abofeteemos a la gente que pasa por la calle, no quiere decir que omitamos ese hecho, ya
que, en principio, nadie espera que lo hagamos. Luego la omisión sólo puede ser definida con
ayuda de un criterio normativo corno omisión de una acción esperada, por mas que
ontológicamente sea siempre una omisión de una acción posible.

Por eso, igual que en el Derecho contractual se le da significado al silencio como


sentimiento tácito, en Derecho penal puede dar lugar a una estafa no declarar los defectos de una
cosa.

Esto no quiere decir que haya que renunciar a un concepto prejurídico de acción (sin acción
no puede haber acción típica), sino reducirlo a una función puramente negativa que permita excluir
del Derecho penal lo que ni siquiera puede ser calificado como acción humana.

En realidad, con este concepto de acción se excluyen el ámbito del Derecho penal unos
pocos casos límites de escasa trascendencia práctica. Para resolver o excluir los casos más
importantes hay que recurrir a valoraciones que pertenecen a otras categorías. incluso el propio
concepto prejurídico de acción es, como ya hemos dicho, producto de una valoración, consecuencia
de la intersubjetividad y de la comunicación entre las personas, que es lo que le da, en última
instancia, su significado.
DERECHO PENAL TEMA 12.

3. - AUSENCIA DE ACCION

El Derecho penal sólo se ocupa de las acciones voluntarias, y por ello, no habrá acción
penalmente relevante cuando falte la voluntad.

Sucede esto en tres grupos de casos:

1. Fuerza irresistible: es un acto de fuerza que proviene del exterior y actúa


materialmente sobre el agente.
El Art. 9.8 antiguo CP declaraba exento de responsabilidad criminal al que obra
violentado por una fuerza irresistible.
Sin embargo, en el CP actual se considera que el efecto eximente de la fuerza
irresistible va implícito en el concepto de acción, supone que se anula la voluntad y que
no puede haber en estos casos acción
.Por tanto, se diga o no expresamente, está claro que la fuerza irresistible es una
causa de ausencia de acción. Para que pueda hablarse de fuerza irresistible, han de darse
unos requisitos:

1.Fuerza absoluta: es decir, que el que la sufre no pueda resistirla.


2.Fuerza que provenga del exterior: que provenga de una tercera persona o
de fuerzas naturales.

En la práctica, la fuerza irresistible carece de importancia, salvo raras hipótesis,


en los delitos de acción; sin embargo, es importante en los delitos de omisión, p.
Ejemplo, caso del que ata al guardagujas para que no pueda accionar el cambio en las
vías.

La consecuencia principal de la apreciación de esta eximente es que el que


violenta, empleando fuerza irresistible contra un tercero, responde como autor del delito
cometido y el que actúe u omite violentado por la fuerza irresistible, no sólo no
responde, sino que su actuación u omisión es irrelevante penalmente.

2. Movimientos reflejos: p. Ejemplo las convulsiones epilépticas o los movimientos


instintivos de defensa, no constituyen acción, ya que el movimiento no está en estos
casos controlado por la voluntad.
Desde el punto de vista penal no actúa la persona que en un ataque epiléptico deja
caer un valioso jarrón que tenía en la mano en ese momento, ni quien aparta la mano de
una placa al rojo vivo rompiendo con ello un valioso objeto de cristal, aunque, como
veremos después, el hecho habrá de ser valorado globalmente como parte de uno acción.
Actos de cortocircuito: son distintos de los actos reflejos. Son reacciones
impulsivas en las que sí participe la voluntad, aunque sea fugazmente, p. Ejemplo, el
caso del atracador que, nerviosos ante un gesto equívoco de huida del dependiente del
banco, aprieta instintivamente el gatillo.

3. Estados de inconsciencia: también falta en estos. casos la acción. Son, p. Ejemplo, el


sueño, el sonambulismo, la embriaguez letárgica...
En estos casos los actos que se realizan no dependen de la voluntad y, por tanto,
no pueden considerarse acciones penalmente relevantes. Se discute en la doctrina si la
hipnosis puede dar lugar a uno de estos estados. La opinión dominante dice que no,
DERECHO PENAL TEMA 12.

aunque teóricamente no está excluida la posibilidad de que el hipnotizador llegue a


dominar totalmente al hipnotizado, sobre todo si este es de constitución débil, surgiendo
en este caso una situación muy parecida a la de la fuerza irresistible.
4. - LOS SUJETOS DE LA ACCION: LA SUPUESTA INCAPACIDAD DE ACCION DE
LAS PERSONAS JURIDICASY EL ACTUAR EN NOMBRE DE OTRO.

En la Teoría del derecho penal, sólo la persona humana, individualmente


considerada, puede ser sujeto de una acción penalmente relevante. Ni los animales ni las cosas
pueden ser sujetos de acción.

Tradicionalmente se considera que tampoco pueden ser sujetos de acción penalmente


relevante, aunque sí puedan serlo en otras ramas del ordenamiento jurídico, las personas
jurídicas (“societas delinquere non potest”).

Desde el punto de vista penal, la capacidad de acción, de culpabilidad y de pena exige


la presencia de una voluntad, entendida como facultad psíquica de la persona individual, que
no existe en la persona jurídica (mero ente ficticio al que el Derecho penal atribuye capacidad
a otros efectos distintos a los penales)

Sin embargo, existe la necesidad de que el Derecho penal pueda reaccionar de un


modo u otro frente a los abusos que, especialmente en el ámbito económico, se producen a
través de la persona jurídica, sobre todo, cuando ésta adopta la forma de sociedad mercantil
-anónima o limitada-.

Así, para evitar contradicciones con el ppio de irresponsabilidad penal de las


personas jurídicas, lo que se propone es castigar a las personas físicas individuales que
cometen realmente tales abusos, sin perjuicio de las medidas civiles o administrativas que
proceda aplicar a la persona jurídica como tal -disolución, multe, prohibición de ejercer
determinadas actividades.

En un principio, esta parece ser la opinión recogida en el vigente CP; sin embargo, los
arts. 129 y 370 CP prevén la adopción de sanciones contra personas jurídicas que permiten
replantear la posibilidad de que éstas pueden ser también consideradas penalmente
responsables.

El fundamento de esta responsabilidad lo constituyen siempre los actos


individualmente realizados por las personas físicas que integran la persona jurídica, pero
para prevenir estos actos procede adoptar también sanciones que afecten a la persona
jurídica como ente jurídico a cuyo amparo se cometen acciones delictivas.

El CP recoge algunas de estas sanciones de modo general, en el Art. 129, calificándolas,


junto con otras de parecida índole, como “consecuencias accesorias”, evitando así cualquier
discusión sobre si son auténticas penas o medidas de seguridad.

Sin embargo, la simple presencia de estas en el CP como consecuencias jurídicas del


delito, supone, de hecho, admitir la responsabilidad penal de las personas jurídicas como
tales.

Por ello, parece que aunque la responsabilidad individual sigue siendo la única fuente
tanto de la pena, como de la medida de seguridad, hay ya un sistema de sanciones de carácter
penal aplicables a las personas jurídicas, que permiten hablar de responsabilidad penal de las
mismas.
DERECHO PENAL TEMA 12.

Independientemente del problema de la responsabilidad de las personas jurídicas,


hay que decir que en algunos casos no es posible castigar a la persona física que actúa en
nombre de la persona jurídica, porque algunos tipos de delitos exigen determinadas
cualidades personales (“deudor”, “obligado a pagar impuestos”) que no se dan en las
personas físicas, sino en las personas jurídicas en cuyo nombre actúan.

Por ello, para evitar lagunas de punibilidad, el legislador puede optar por una doble
vía:


sancionar expresamente en los tipos delictivos donde se den estos casos a las
personas físicas que actúan en nombre de la persona jurídica (gerentes,
administradores, etc.)
 crear un precepto general que permite esta sanción en todos los casos donde
concurran problemas de este tipo
L
5. - EL SUJETO PASIVO

El sujeto pasivo del delito es el portador del bien jurídico lesionado, puesto en peligro o
agredido.

Por tanto, no siempre coincide el titular del bien jurídico protegido en el tipo legal con el
sujeto sobre el que recae la acción típica: POR EJEMPLO, en la estafa: sujeto pasivo es el
perjudicado patrimonialmente por el engaño, pero el engaño puede recaer sobre otra persona (un
empleado, administrador, etc).

Sujeto pasivo puede serlo:

• un individuo,
• un conjunto de individuos,
• una persona jurídica,
• una sociedad,
• el Estado
• o la comunidad internacional

El hecho de que SOLO el Estado pueda aplicar una pena o una medida de seguridad,
dado el carácter público del Derecho penal, no significa que el Estado sea sujeto pasivo
inmediato o mediato de todos los delitos.

Sujetos pasivos pueden ser los incapaces para ser sujetos activos: así, el menor y el
loco son titulares de bienes jurídicos, no obstante su incapacidad para cometer delitos.

Puesto que solo en hombre vivo es sujeto de derechos, no pueden ser sujetos pasivos
del delito los muertos. Por ello, en el caso de la profanación de cadáveres, que es infracción
criminal, el sujeto pasivo será aquí a colectividad, en tanto que, aquella lesiona un
sentimiento de respeto a los muertos que forma parte de la cultura.

Igualmente, en el caso de injurias a los muertos se acostumbre a ver al sujeto pasivo


no en el injuriado cuya memoria se menosprecie, sino en los familiares a quienes trasciende el
insulto, es decir, a los herederos.

Por último, hay que decir que sujeto pasivo del delito no es precisamente el
DERECHO PENAL TEMA 12.

perjudicado por el mismo. Perjudicado es un concepto más amplio que abarca a toda persona
que haya sufrido un perjuicio material o moral por la comisión del delito, aunque no sea
portador del bien jurídico lesionado, puesto en peligro o agredido.

POR EJEMPLO:

Homicidio:
o Sujeto pasivo: el que pierde la vida
o Perjudicados: familiares que vivían de su trabajo, amigos..
6. - TIEMPO Y LUGAR DE LA ACCION

El tiempo y lugar de la acción pueden ser problemáticos en relación a dos tipos de


delitos:

- Delitos a distancia: cuando el resultado se realiza:

- en un lugar distinto a la acción (p. Ejemplo, desde Madrid se envía una carta injuriosa a
un residente en Barcelona)

- o en un momento posterior a la acción (PE, lesiones a consecuencia de las cuales la


víctima muere después de una enfermedad más o menos larga).

- Delito continuado, permanente o habitual: delitos en que la manifestación de


voluntad, es decir, la acción, comprende pluralidad de actos.

Para determinar el tiempo y lugar de comisión del delito, se han formulado diversas teorías:

- Teoría de la actividad el delito se comete en el momento y lugar en que el autor


realiza la acción.
- Teoría del resultado, el delito se comete en el momento y lugar en que se
produce el resultado.
- Teoría de la ubicuidad: el delito se considera cometido tanto en el momento o en
el lugar en que se cometió o no la acción o la omisión, como en el momento en
que se produjo el resultado.

Ni en el CP ni en la LECRIM se establecen criterios de carácter general para


determinar el tiempo y el lugar de comisión del delito, si bien en el Art. 14 de la LECRIM se
declara que será competente el Tribunal del lugar de comisión del delito.

En cuanto a la jurisprudencia, ésta atiende generalmente al criterio del resultado.

A juicio de la doctrina, entre otros, R. Mourullo, no es posible seguir un criterio


uniforme, sino que en cada caso habrá que adoptar la solución más conveniente a la función
de cada institución jurídica.

POR EJEMPLO:

- El criterio para determinar el tiempo de comisión del delito será:

1. Criterio de actividad: en aplicación de los principios de legalidad, irretroactividad de


DERECHO PENAL TEMA 12.

las leyes penales desfavorables, o para ‘a determinación de la antijuricidad o


culpabilidad de su conducta.
2. Criterio de resultado: para contar los plazos de prescripción, que habrá que atender
al momento de producción del resultado, en los delitos de resultado, y si no, al momento
en que finalice la acción (Art. 132.1 CP).

En cuanto al criterio para determinar el tiempo de comisión del delito, ninguna de


estas tres teorías conduce a resultados satisfactorios
.
- El criterio para determinar el lugar de comisión del delito, en relación con la
aplicación del principio de territorialidad, debería ser, para que no se
produjeran lagunas de impunibilidad, el criterio de la ubicuidad.

Así, el delito se entendería cometido en España tanto si se realiza la acción (total o


parcialmente) o la omisión, como si se produce el resultado, en territorio español.

Como ya vimos, el CP vigente no incluye un precepto general de este tenor, por haber
sido regulada esta materia en la LOPJ, la cual, aunque tampoco incluye un precepto
específico en este sentido, tampoco excluye el criterio de la ubicuidad.

La única referencia a la teoría de la ubicuidad que aparece en nuestro CP, es la


contenida en el Art. 301.4, donde se establece el criterio de la ubicuidad para la persecución
del delito de blanqueo de capitales.

También podría gustarte