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1.

El realismo fantástico de Franz Kafka


La realidad vista a través del espejo de nuestra mente es el dilema del siglo XX al enfren-
tarse el ser humano a una serie de avances tecnológicos, el desarrollo deshumanizador
del capitalismo, así como una primera guerra mundial, lo cual se percibe en la ruptura de
los viejos esquemas de manifestaciones artísticas para dar paso a otras donde lo que im-
porta es evitar caer en la sistematización de la vida. A partir de este momento se da un
desmembramiento en las sociedades que genera una falta de identidad en la gente, que
empieza a cuestionarse sus estándares cotidianos y a buscarle sentido a su vida. Escrito-
res, pintores…, se revelan ante el sistema tradicional preexistente para hacerse escuchar
ante esta avalancha de desasosiego, que perdura hasta nuestros días, ocasionada por el in-
mutable virus del “desarrollo”.
Kafka (1883-1924) se convierte en uno de los principales transgresores de la moderni-
dad, al ser uno de los desmembrados: nacido en Bohemia, Praga, durante el Imperio Aus-
tro-Húngaro, habla alemán y no checo; es judío, pero no sabe nada de yiddish ni de he-
breo, lo que le estimula a ir en busca de la tierra prometida[1], así como del sentido de su
vida, del quién soy y a dónde voy. Su cosmovisión, influenciada por la familia y la reli-
gión, lo hace moverse de un bando a otro, de extremo a extremo, viviendo siempre al lí-
mite entre el ser y el deber ser. Amante apasionado de la letra, encuentra en el lenguaje la
vía de escape para su única obsesión: escribir. Atormentado por el hecho de no poderse
dedicar tiempo completo a la escritura: “Toda mi forma de vida está centrada exclusiva-
mente en la creación literaria […] El tiempo es breve, las fuerzas exiguas, la oficina un
horror, el hogar ruidoso, y si uno no sirve para llevar una vida recta y hermosa, es preciso
que se arregle con artificios”[2]. Kafka vela sus textos en la soledad de la noche.
Humanista comprometido con la sociedad, Kafka, escritor realista de principios de siglo
XX, hace de los temas “universales” como la verdad y la justicia, el hilo conductor de su
vida y obra, la cual refleja cómo el hombre se confronta a sí mismo, luchando contra sus
propios demonios, ya sean monos que simulan ser humanos; objetos inanimados que
transgreden la existencia de un padre; hombres que se transforman en insectos para huir
de la autoridad, de una realidad que no les pertenece porque no soportan el yugo castral
de las instituciones que coartan la libertad de los seres y los convierten en entes robotiza-
dos:

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