Está en la página 1de 1

De tal forma, David Roas afirma que “lo que caracteriza a lo fantástico contemporáneo

es la irrupción de lo anormal en el mundo en apariencia normal, pero no para demostrar


la evidencia de lo sobrenatural, sino para postular la posible anormalidad de la realidad”
(op. cit., p. 37). En este sentido, lo que impresiona del relato kafkiano es darnos cuenta
que el mundo no es como lo percibimos, no es una fantasía, sino una realidad fantástica.
Para analizar la obra de Kafka, desde una perspectiva fantástica, valdría la pena diferen-
ciar el relato fantástico del relato realista: en el primer caso, la verosimilitud de la historia
debe ser doble “puesto que debemos aceptar –creer- algo que el propio narrador recono-
ce, o plantea, como imposible” (op. cit., p. 25). De tal forma, “podríamos plantear lo fan-
tástico como una especie de ‘hiperrealismo’, puesto que, además de reproducir las técni-
cas de los textos realistas, obliga al lector a confrontar continuamente su experiencia de la
realidad con los personajes” (op. cit., p. 26). Como se puede observar, la línea divisoria
entre uno y otro es bastante frágil, ya el mismo Lovecraft lo dice: “todo relato fantástico
debe ser realista y ambiental, limitando su desviación de la naturaleza al canal sobranatu-
ral elegido, y recordando que el tono y los acontecimientos son más importantes a la hora
de comunicar lo que se pretende de los personajes y la acción misma”[12].
Bastantes son los teóricos han analizado la obra de Kafka y muchos de ellos no terminan
por ponerse de acuerdo respecto si es un escritor fantástico o no. Todorov al afirmar que
“la literatura fantástica no es más que la mala conciencia de ese siglo XIX positivista”
(op. cit., p. 25), rechaza la posible continuidad de la literatura fantástica en el siglo XX –
lo que de entrada niega la posible ficción en los textos de Kafka– al referirse que la fun-
ción social de ésta ha sido reemplazada por el psicoanalisis. En este sentido, apoyando la
teoría todoroviana Marthe Robert afirma que “lo supuestamente fantástico en Kafka no
es sino el instrumento del que saca un máximo de precisión realista: sus metamorfosis no
hacen más que reproducir visualmente las consecuencias extremas de un proceso psíqui-
co determinado, captado con un extraordinario sentido clínico”[13]. Asimismo, Louis
Vax, refiriéndose a La metamorfosis, concluye que “antes que al género fantástico corres-
ponde al psicoanálisis y a la experiencia mental… Su aventura es más trágica que fantás-
tica”[14].
Otros autores como Elías Canetti, Max Brod o la misma Robert no lo consideran así
puesto que, según esta última, “Kafka no tiene límites en la invención de esos personajes
que flotan entre dos reinos, entre dos estados, entre dos mundos, que por sí solos hacen su
reputación de autor fantástico, muy equivocadamente, puesto que no representan sino el
esquema de su propia realidad”[15]. En cambio, Alazraki, Reisz o Campra, sitúan la obra
de Kafka en otro tipo de fantástico, aquel donde se rompe con los esquemas del fantásti-
co tradicional que había perdurado en la época victoriana, dejando a un lado las historias
de vampiros y fantasmas, para abrir paso a una literatura pseudafantástica o neofantástica,
donde generar miedo ya no es el componente principal: lo ominoso cede paso a lo oníri-
co y este, a su vez, a la trasgresión de la realidad: la realidad de uno mismo.

También podría gustarte