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Envases biodegradables para alimentos

Los envases biodegradables deben aumentar la vida útil de los alimentos, asegurar su calidad y
salubridad y, además, suponer una solución ambiental

Por NATÀLIA GIMFERRER MORATÓ 2 de agosto de 2012

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Imagen: jenny8lee

Las innovaciones en el ámbito de los envases alimentarios avanzan de manera continua. Cada
vez son más las novedades que pretenden mejorar el estado de los alimentos y facilitar la
información al consumidor. La última de ellas la presenta el proyecto de cooperación
tecnológico Plasticons, que desarrolla un nuevo sistema de envasado con activos
biodegradables que mejoran la seguridad y la calidad de los alimentos. La conservación de los
alimentos es la máxima prioridad, así como respetar el medio ambiente y, por tanto,
desarrollar materias primas biodegradables, es decir, que se descomponen por la acción de
agentes biológicos. Así se explica a continuación, junto con las características del logotipo para
envases ecológicos.

Un proyecto llevado a cabo en el Centro de Innovación y Tecnología Agroalimentaria (Citagro),


centro operativo del Instituto Andaluz de Tecnología (IAT), ha estudiado el desarrollo de
sistemas de envasados activos a lo largo de la cadena de producción de alimentos. En el
trabajo han participado empresas andaluzas y centros que disponen de tecnología de última
generación, cuyo objetivo ha sido evitar el deterioro habitual de los productos envasados. Se
ha pretendido aumentar su vida útil, asegurar su calidad y salubridad y aportar una solución
ambiental, ya que se han diseñado nuevos envases biodegradables, que no dañan el medio
ambiente.

Los expertos explican que el proyecto pretende estudiar las propiedades de los componentes
activos de los nuevos envases, la interacción con los alimentos y el diseño de los envases, sin
dejar de lado los procesos de fabricación y las simulaciones de vida útil. Entre las técnicas
aplicadas, destaca la modificación en la composición del aire o del gas que envuelve el
producto mediante la liberación de sustancias en el envase. Los resultados se validan con
ensayos y calibraciones industriales de envasado.

La conservación de los alimentos es la máxima prioridad

La tecnología busca mejores respuestas para la conservación de alimentos

Para los investigadores, así como para los consumidores, la conservación de los alimentos
representa el factor clave y el mayor reto de la industria alimentaria. Es imprescindible
proporcionar al consumidor la máxima garantía de calidad, fiabilidad y seguridad en los
alimentos que ofrecen, aunque no siempre representa una tarea fácil. La gran mayoría de los
alimentos se dañan con facilidad, por lo que es obligatorio asegurar ciertas condiciones
relativas al tratamiento, la manipulación y la conservación de alimentos para asegurar que
están en buen estado cuando llegan al consumidor.

Se debe evitar o retrasar el desarrollo de factores que alteren el producto, como los
patógenos, la oxidación o la deshidratación. En respuesta a ello, la tecnología de los alimentos
busca e investiga nuevas aplicaciones y tecnologías que aporten mejores respuestas para la
conservación de los alimentos. En este estudio, la tecnología se aplica a los envases, debido a
la demanda de los consumidores, que piden alimentos lo más frescos posibles o muy parecidos
a los frescos, nutritivos y envasados, que son los más fáciles y rápidos de manipular.

Respetar el medio ambiente

Con el proyecto, y según sus responsables, se pretende contribuir al desarrollo de nuevos


productos sostenibles mediante el uso de materias primas biodegradables, es decir, productos
que pueden descomponerse por completo gracias a la acción de agentes biológicos como
plantas, animales, microorganismos y hongos y bajo unas condiciones ambientales naturales.
Se autodestruyen sin ocasionar daños al medio ambiente. El proyecto está en estudio y, por
ahora, pendiente de salir al mercado. Sin embargo, ya se han elaborado algunos tipos de
envases biodegradables:

Bioware: con aspecto similar al plástico, se utiliza para ensaladas preparadas y sopas listas para
consumir. Los envases pueden retornarse a través de compostaje y están elaborados a partir
de resinas procedentes del maíz.

Envases PET: estos envases de politereftalato de etileno se denominan poliésteres, son ligeros,
resistentes, transparentes y brillantes. Conservan el sabor y aroma de los alimentos y son una
barrera eficaz contra los gases. Son totalmente reciclables.

Biota: este material proviene del maíz y puede disolverse por compresión en 80 días. Se utiliza
para agua embotellada.

LOGOTIPO PARA ENVASES ECOLÓGICOS

Según un nuevo Reglamento de la Comisión Europea, a partir del pasado 1 de julio, todos los
alimentos biológicos preenvasados y elaborados en la UE deberán añadir un logotipo que les
confiere un carácter ecológico. Para los alimentos no envasados u otros importados, el
logotipo será voluntario y, en cualquier caso, el distintivo reemplaza logotipos nacionales o
privados. Según los expertos, los consumidores europeos ven el logotipo con buenos ojos y
argumentan que añade calidad a la producción de los alimentos, un factor determinante al
decantarse por la compra de uno u otro alimento. El logotipo consta de un fondo verde y doce
estrellas blancas que dibujan una forma de estrella. Los productores han tenido dos años de
transición para adaptarse a la nueva normativa, con lo que ya está en vigor al 100%.

Menaje biodegradable

La comida le dice adiós al plástico

El negocio de los alimentos y bebidas es una de las grandes fuentes de basura plástica en el
país. Pero eso es algo que podría cambiar. Estas empresas locales han empezado a
comercializar platos, vasos, envases y sorbetes hechos a partir de materias vegetales como el
maíz, el trigo y la caña de azúcar. Todos alternativos al plástico y biodegradables.

Óscar Miranda

Domingo, 20 de Mayo del 2018

El sorbete que George Capristán tiene en las manos es un sorbete especial. Está hecho de
ácido poliláctico (PLA), un material muy parecido al plástico, obtenido del almidón del maíz. En
su fabricación no se usaron derivados del petróleo. Es compostable: puede convertirse en
abono para cultivos al cabo de seis u ocho meses. Es 100% biodegradable.

El sorbete que George Capristán tiene en sus manos es una pieza fundamental del modelo de
consumo que este cocinero convertido en empresario quiere promover en la industria
gastronómica peruana: Dejar a un lado los utensilios de plástico descartables, que ensucian los
océanos y enferman a los animales marinos, y optar por productos que vengan de la tierra y
puedan volver a ella sin problemas, que no contaminen la salud del planeta.

George, con su marca Qaya, no es el único. Fiorella Boccacci, de Sasha Natura, y Rayda
Romero, de Qapac Runa, tienen la misma visión. Gracias a estos empresarios pioneros, los
negocios de venta de comidas y bebidas del país ahora disponen de alternativas para
reemplazar a los perniciosos sorbetes, vasos, platos y envases de plástico y de tecnopor.

Es hora de empezar el cambio.


NO TODO ES PROHIBIR

Las bolsas de plástico de los supermercados y bodegas no son el único problema. La industria
gastronómica es una fuente importante de basura plástica y eso, que ocurre en todo el mundo,
es particularmente notorio en el Perú, donde cada día se abren 56 empresas que ofrecen
comidas y bebidas, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). En el año
2016 había en el país 159 mil 795 empresas de este tipo, y eso sin contar al sector informal,
donde los puestos de comida ambulante son simplemente incontables.

Hablamos de cientos de miles de negocios regalando productos desechables todos los días.
Sorbetes en las juguerías y los bares. Vasos de plástico en los cafés y las carretillas de
desayuno. Contenedores de tecnopor en las pollerías, los chifas y en todo aquel restaurante
que ofrezca comida para llevar. Platos de plástico en los patios de comidas. Cubiertos.
Productos que usamos unos pocos minutos pero que tardan en degradarse cientos de años.

El boom gastronómico, que tanto ayudó a nuestra economía y a nuestra autoestima, podría
ser una amenaza para nuestro ecosistema marino. De los 10 productos plásticos más
encontrados en las jornadas de limpieza que el Instituto Vida lleva realizando hace dos décadas
en el litoral peruano, al menos cuatro vienen de los negocios de comidas: vasos y platos de
plástico, vasos y platos de tecnopor, utensilios de plástico y sorbetes.

–Cada vez encontramos más vasos y platos de plástico –dice Arturo Alfaro, su presidente–.
Más, incluso, que bolsas de supermercado.

El Gobierno y la clase política, conscientes de esta situación de emergencia, se han puesto


manos a la obra con sendos proyectos de ley del Ministerio del Ambiente y de media docena
de legisladores que buscan reducir el uso del plástico y el tecnopor en el país.

Pero, como dice George Capristán, no podemos limitarnos a regular o a prohibir. Hay que
ofrecer a los consumidores alternativas que reemplacen a estos materiales.

Con ese objetivo nació Qaya Ecoenvases.

EMPIEZA EL CAMBIO
En el verano del año pasado, cuando George Capristán y otros cocineros amigos llevaban
alimentos a las zonas golpeadas por los huaicos, una preocupación siempre los asaltaba:
estaban llevando envases y utensilios desechables, que seguramente terminarían en la basura,
en los ríos, en el mar. ¿No había otros productos menos contaminantes que pudieran usar?

Encontró la respuesta en un viaje a Bruselas, a mediados de año. Sí, sí los había. Menaje hecho
de materias vegetales, compostable, 100% biodegradable. Después de investigar diversas
alternativas que ofrecía esta industria, eligió a un proveedor norteamericano, World Centric,
una empresa que destina parte de sus ganancias a proyectos sociales. Hizo un pequeño
estudio de mercado para conocer la demanda potencial. Sacó cuentas. Y, hace cuatro meses,
se lanzó.

Qaya Ecoenvases ofrece más de 30 productos para el negocio de alimentos y bebidas. Los
principales son sus sorbetes y vasos para bebidas frías hechos de PLA elaborado a partir del
almidón de maíz. Vasos para bebidas calientes, como el café, hechos de fibra de trigo y de
papeles ecológicos. Platos de fibra de trigo, en diversos tamaños. Contenedores para llevar
comida, hechos de una hierba llamada Silver Grass. Y, próximamente, bolsas.

Entre sus primeros clientes figuran restaurantes como Quina Cocina & Barra, de Miraflores, y
El Bigote Coffe & Waffles, de Barranco, cuyos propietarios están comprometidos con la
sostenibilidad. Hace unos días cerró un trato con Acurio Restaurantes para que sus sorbetes
biodegradables se entreguen en todos los locales de Tanta (a quienes los pidan). Y el último
viernes, cerró otro con Cencosud para hacer lo mismo en los patios de comida de Wong y
Metro.

–Es verdad que casi todos los negocios de comidas del país usan plástico y tecnopor –dice
Capristán–, pero muchos de ellos lo hacen porque hasta ahora no han tenido alternativas.
Cuando yo tenía La Calé (su food truck cevichero) me pasaba lo mismo. Ahora veo a los
cocineros con bastante predisposición a cambiar. Va a ser un cambio progresivo.

ALTERNATIVA AL TECNOPOR
Hace unas semanas Rayda Romero dio una charla a los chicos del colegio de sus hijos. Les
explicó por qué debían dejar de usar sorbetes, bolsas plásticas y tecnopor. Les mostró
imágenes de animales marinos con plástico en el estómago o en las fosas nasales. Al día
siguiente, algunas mamás la llamaron. “Mi hija ya no quiere tomar en cañitas. ¿Qué le has
dicho?”.

Romero es una promotora del consumo sostenible en colegios, municipios y empresas. Hace
algunos meses lanzó Qapac Runa, su marca de envases de alimentos para llevar. Ha
comenzado con un solo producto: un contenedor hecho de bagazo de caña de azúcar, que
importa de Asia, similar al de tecnopor que entregan las pollerías y chifas. Con una importante
diferencia: el de Qapac Runa no es nocivo para la salud de las personas ni la del planeta.

En efecto, el tecnopor o poliestireno está hecho de estireno, compuesto químico que figura en
la lista de posibles agentes cancerígenos de la Agencia Internacional de Investigación de
Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud. Por esa razón ha sido prohibido en más
de 100 ciudades de los Estados Unidos y en muchas otras alrededor del mundo.

Además, demora más de 500 años en degradarse, tiempo durante el cual el estireno pasa al
aire, a la tierra, a los ríos y a los animales y plantas que consumimos.

Por estas razones a Romero le pareció importante comenzar con este tipo de envases. Más
adelante empezará a comercializar otros que sirvan al mismo propósito: reducir la
contaminación plástica.

–Todos somos seres contaminantes –dice ella–. La diferencia es cuánto decidimos contaminar.

PLATOS HECHOS DE HOJAS

Fiorella Boccacci, de Sasha Natura, ha ido un paso más allá. Ella quiere producir los platos
biodegradables de su marca en el Perú. Inspirada en lo que hacen empresas como Leaf
Republic, cree que no será difícil hallar en nuestra selva la materia prima adecuada. Está
pensando probar con hojas de plátano, de bijao y de teca. Por lo pronto, ya compró las
máquinas, que deben de llegarle en julio desde China. Según sus cálculos, en agosto debería de
comenzar su producción.
Mientras tanto, esta ingeniera de sistemas está confeccionando sorbetes con carrizo de la
sierra central, y telas de algodón barnizadas con cera de abeja que pueden reemplazar al
plástico film con el que se embalan algunos alimentos. Y está comercializando cubiertos
orgánicos hechos en los Estados Unidos con madera de abedul.

George Capristán y Rayda Romero también quieren producir localmente pero a mediano plazo.
En lo que los tres empresarios coinciden es que este cambio en el negocio de las comidas y
bebidas no debe quedarse en los locales de Miraflores y Barranco. Estos vasos, platos y
envases deben llegar a los mercados de barrio, a las polladas y a las carretillas. Todo hace
pensar que los precios serán cada vez más accesibles. Por ahora, hay que dar a conocer las
alternativas. No solo abrir las bocas. Abrir la mente.

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