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Teorías Psicológicas II

Prof. Lic. Leandro M.


Sánchez VERDADERO Y FALSO SELF – D. WINNICOTT

 Diccionario Self (falso y verdadero)


La expresión "Falso self" ´fue introducida por Donald Woods Winnicott en 1960 para designar
una distorsión de la personalidad que consiste en emprender desde la infancia una existencia ilusoria
(el sí-mismo inauténtico) a fin de proteger mediante una organización defensiva un verdadero self (el
sí-mismo auténtico). El falso self es por lo tanto el medio de no ser uno mismo, en diversas
gradaciones, que llegan hasta una patología de tipo esquizoide, en la cual el falso self es instaurado
como única realidad, y en consecuencia significa la ausencia del verdadero self. El término self
(verdadero y falso) se impuso en lengua francesa en su forma inglesa.
En un artículo de 1960 titulado "La distorsión del yo en función del verdadero y el falso self",
Donald W. Winnicott introdujo su célebre "Falso self", que haría carrera en la historia del freudismo.
Como siempre en su pluma, el concepto aparece construido de manera luminosa a partir de un caso
clínico (la historia de una mujer que tenía la impresión de no haber existido nunca), para ampliarse a
continuación a una comprensión general de naturaleza existencial de lo "auténtico" y lo
"inauténtico", en la cual la relación con la madre se revela como determinante. Winnicott extrae de
esta observación una enseñanza fructífera para la técnica psicoanalítica, y muestra cómo desbaratar
en la transferencia las numerosas astucias mediante las cuales el falso self recubre al verdadero, al
punto de hacer impracticable la cura en sí.

Anexo explicativo

D. W. Winnicott diferencia entre un self (sí-mismo) verdadero y un self falso. El verdadero self surge
como consecuencia de la devoción hacia su hijo, por parte de una madre “suficientemente buena”;
en esencia, de él surgen los gestos espontáneos y las ideas personales. Sólo el self verdadero es
capaz de crear y de ser percibido como real. El self verdadero emana de la vida misma.
El falso self, en cambio, tiene la función defensiva de ocultar y proteger al verdadero. Se
ocupa de buscar las condiciones que le permitan al self verdadero apropiarse de lo que le interesa.
Se edifica sobre identificaciones. En los casos “sanos”, es toda la organización cortés y bien educada
(adaptada) que permite vivir en sociedad, renunciando en cierta medida al proceso primario. Así se
puede ganar un lugar en la sociedad, lo que jamás podría lograrse (ni mantenerse) sólo con el self
verdadero. En los casos patológicos, el falso self reemplaza al verdadero y le permite a éste una
suerte de vida secreta, es decir, la preservación del individuo a pesar de condiciones ambientales
desfavorables. La madre que no es suficientemente buena es incapaz de cumplir con la omnipotencia
del pequeño; deja de responder al gesto de este, y en su lugar coloca el propio gesto. El niño
reacciona atacando o sometiéndose, con lo que se consolida la primera fase del falso self, resultado
de la incapacidad materna para interpretar las necesidades del pequeño. Por medio de este self
falso, el niño construye un juego de relaciones falsas, e incluso llega a producir una ficción, de tal
manera que, al crecer, se convierte en una especie de copia de la madre o tutor. Con el tiempo, el
niño va desarrollando una habilidad para someterse sin exponerse, para comprometerse sin
arriesgar. Solamente el verdadero self puede ser creativo y sentirse real. Muy cerca de la idea de ello
propuesta por Freud en su segunda tópica, y originado en el funcionamiento de lo somático, para
Winnicott el verdadero self es el corazón instintivo de la personalidad, la capacidad de cada infante
para reconocer y representar sus genuinas necesidades. Aparece espontáneamente y se relaciona
con el sentido de la integridad y de la continuidad.
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Prof. Lic. Leandro M.
Sánchez VERDADERO Y FALSO SELF – D. WINNICOTT

La Distorsión del Yo en términos de Verdadero y Falso Self


Fuente: www.winnicott.net

Cuando Winnicott se refiere a los aportes del psicoanálisis a la psiquiatría y sus clasificaciones,
enumera tres ideas propias a las que “encuentra interesantes”.
Se refiere a:

1. La idea de que existe un ser verdadero y un ser falso.

2. La idea de que la psicopatía y la delincuencia son derivadas de una deprivación emocional efectiva
y percibida.

3. La idea de que la psicosis está relacionada con la privación emocional en una fase previa a la
capacidad del individuo para percibir tal privación, o sea que tiene su origen en una fase en la cual el
ser humano inmaduro se encuentra en situación verdadera dependencia de la posición ambiental.

Estas tres formulaciones no sólo aportan, también cuestionan a la psiquiatría de la época ya que
apuntan a destruir la “vieja idea” de las entidades patógenas rígidamente definidas.
En cambio, dice Winnicott, la descripción de un caso psicoanalítico consiste “en una serie de casos
clínicos… “ya que es posible seguir la marcha de un trastorno desde la niñez y constatar las
trasmutaciones de un tipo de desorden a otro que se han producido a lo largo del recorrido, así como
la graduación de la normalidad, no sólo a la psiconeurosis sino también a la psicosis”.
En las tres ideas, se evidencia la fuerza en que se hace presente el medio ambiente primero,
facilitador o catastrófico, lo decisivo de la madre-medioambiente en la estructuración de la vida
psíquica, según sea o no capaz de sostener la ilusión de fusión y permitir una breve experiencia de
omnipotencia allá en la historia precoz de cada caso.
La primera de estas ideas, se desarrolla en muchos pasajes de su obra pero especialmente en su
artículo de 1960 el que comienza diciendo que “un acontecimiento reciente del psicoanálisis ha sido
el creciente uso del concepto del ser falso que lleva consigo la idea de un ser verdadero”.
Resulta casi inevitable pensar esta idea (y las otras dos) como un acontecimiento en el sentido de
Badiou, como irrupción de una novedad radical, como hipótesis nueva que produce reordenamientos
en un campo determinado y prueba en él su eficacia y así es como nos abre la clínica tanto en su
extensión como en profundidad.
A su vez, como todo acontecimiento, tiene un anclaje en las series previas a los que viene a
inscribirse; Winnicott dice que estos conceptos del ser falso aparecen, no sólo en las distintas formas
en psiquiatría descriptiva y en ciertos sistemas religiosos y filosóficos, sino que, fundamentalmente,
le parece “enlazable con la división freudiana en una parte central y accionada por los instintos (lo
que él llamó sexualidad pregenital y genital) y otra parte volcada hacia fuera y en relación con el
mundo”.
Difícil e intrincado buscar equivalencias en la primera y en la segunda tópica freudiana ya que “la
parte central accionada por los instintos” parece remitir al Ello de Freud. Winnicott que el ser
verdadero es fuente de energía y espontaneidad pero también implica una persona vivenciante que
pueda reconocer las pulsiones como propias y hacer uso de ellas, ya que “no hay id alguno antes del
ego” y el principio está en el momento en que el ego empieza. El ego, “la parte de la personalidad
humana en crecimiento que dadas unas condiciones favorables queda integrada en una unidad”, se
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asimila al yo instancia de Freud, y como tal es una organización que se desarrolla. Esta unidad, no
impedirá su bipolaridad, su escisión en verdadero-falso dentro de un mismo individuo.
Este self verdadero de Winnicott arraigado en la vida de los tejidos del cuerpo y en la acción de las
funciones corporales, se halla estrechamente ligado a la idea de proceso primario y en esencia es
primario y no reactivo. Parece ligado al yo que es ante todo un yo corporal del Freud de 1923, pero si
todo va bien, agregará Winnicott como “no es posible plantear lo que sucede haciendo únicamente
referencia al niño” , es necesario ver cómo responde la madre al gesto espontáneo de aquél que
indica a un self verdadero en potencia. Aparece tan pronto como haya alguna organización mental
del individuo y no va mucho más allá de constituir la suma de la vida sensoriomotora.
Pero si el ego de Winnicott es asimilable al yo-instancia de Freud, del self, – que lo implica y lo
trasciende- dice que no es el yo, sino que es “la persona que soy yo y solamente yo”, que tiene una
totalidad basada en el funcionamiento del proceso madurativo. El self se divide en partes y está
constituido por ellas, que se aglutinan en una dirección interna-externa, auxiliados por el ambiente
humano que sostiene y manipula de una manera viva, facilita. El self se halla naturalmente ubicado
en el cuerpo, pero puede disociarse del cuerpo o el cuerpo de él. Esencialmente el self se reconoce a
sí mismo en los ojos y la expresión del rostro de la madre y en el espejo que puede llegar a
representar al rostro de la madre. El self llega establecer una relación significativa entre el niño y la
suma de identificaciones que se organiza en la forma de una realidad interna viva. “…El self, la vida
del self, es lo único que otorga sentido a la acción o al vivir”.
Podemos entender a partir de acá que el self es un tributario del yo soy, logro de integración,
producto a su vez del holding materno-paterno. También afirma que el concepto de falso self,
edificado en base a la sumisión y que tiene función defensiva en cuanto protege al verdadero,” no
pasa a constituir un rasgo significativo del desarrollo normal”. Porque justamente el falso self se
desarrollaría cuando las partes que constituye el self no se aglutinan se lo interno a lo externo, sino al
revés, cuando el ambiente humano no facilita los procesos de maduración y cuando está disociado
del cuerpo. Su etiología está en la fase de las primeras relaciones objetales, cuando la fusión de la
movilidad y de los elementos eróticos se halla en proceso de constitución, cuando la madre coloca su
gesto en lugar de reflejar el del niño, y lo obliga precozmente a percibirla como objeto diferente a él,
intrusivo e imprevisible. El niño sólo podrá depender de sus humores, intentará prever sus
reacciones y someterse a sus cambios: la sumisión, primera fase del falso self da idea de la
incapacidad materna de interpretar las necesidades del pequeño.
En cambio si la adaptación de la madre es buena, el niño goza de la ilusión de creación y control
omnipotente para reconocer más tarde, gradualmente, el elemento ilusorio, el hecho de jugar e
imaginar. La capacidad de usar un símbolo será el resultado: el símbolo consistirá tanto en la
espontaneidad del niño como en el objeto “creado y finalmente catectizado”.
En cambio la protesta por el hecho de ser forzado a una falsa existencia es detectable muy
rápidamente: el cuadro clínico muestra irritabilidad, trastornos de la nutrición, del sueño o de otras
funciones.
La mamá de Nico, un niño violento, irritable y destructivo decía: “como yo siempre estuve sola con
Nico le inventaba juegos antes de que él me los pidiera”. En la hora de juego, cuando Nico pidió jugar
a los soldados con su mamá, ella dijo” yo a matar no juego”.
El falso self es siempre reactivo. Según los grados, se establece como real y oculta el self verdadero o
lo defiende y le permite una vida secreta o le busca las condiciones para manifestarse, pero sino las
encuentra puede organizar el suicidio como la única manera de evitar la aniquilación del verdadero
self. Imposible no recordar el adolescente suicida de “La sociedad de los poetas muertos”.
Un peligro especial se da cuando la escisión entre el verdadero y el falso self coincide con la
disociación mente/psique-soma. Cuando el ser falso se organiza en un individuo con gran potencial
intelectual la mente es el sitio donde se ubica el falso self, el pensamiento, “la cabeza”, asume el
sostén, el control, el cuidado ambiental ausente o distorsionado y la disociación se desarrolla entre la
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actividad intelectual y la existencia psicosomática. La enfermedad psicosomática será aquí una señal
de esperanza, para volver a restablecer la unidad psique-soma. La psicosomatosis, la dificultad de
jugar en estos niños buenos y juiciosos, (una forma clínica precoz de la presencia del yo ideal, según
Pierre Marty) nos avisa de esta manera un falso self.
Dice Winnicott: “Cuando ha tenido lugar esta anormalidad por partida doble que consiste en: a) la
organización de un ser falso para ocultar el ser verdadero y b) el intento, por parte del individuo, de
resolver su problema personal mediante el uso de un excelente intelecto, se obtiene un cuadro
clínico caracterizado por la facilidad con que llama al engaño”.
Natalia, de apenas 3 años, cuando llegó a la consulta, tenía apenas 27 meses cuando nació su
hermanita Karina. No la atacó, la cuidó, no regresó. “Ella <decía la mamá> está siempre demasiado
bien”. A los dos meses del nacimiento de Karina, Natalia sufrió una meningococcenia que la colocó al
borde de la muerte. Tuvo que afrontar tratamientos cruentos y luego repitió en su cuerpo
periódicamente el mismo cuadro clínico: fiebre, tos, broncoespasmos y erupción, sin la presencia de
un solo meningococo. En su relación con el jardín y con el mundo era exitosa, inteligente, mandona.
En su primera hora de juego, en la que impresiona por su independencia y el dominio intelectual y
del lenguaje, les saca el sombrero “de bombero” a las muñecas, se pega en la cabeza y dice: “aquí me
parece que vinimos a jugar… no sé “.
Parece querer perder el sombrero-cabeza que fue su ”bombero” frente al fallo ambiental, golpearse
la cabeza como intento de producir un apagón y a partir de allí poder aceptar no saber y ser
sostenida, poder jugar y simbolizar. Necesitaba para ello, al igual que nuestros pacientes limítrofes,
un marco contenedor para poder regresar a la dependencia y a partir de allí poder habitar al final
espacio potencial heredero de la transicionalidad, que al decir de Pontalis, no es el objeto ni instancia
sino espacio donde el sí mismo habita.
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