Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Documentos de Trabajo No 8
LA AFIRMACIÓN EN PSICOANÁLISIS1
BJøRN KILLINGMO
Se ha argüido que los desarrollos recientes en la teoría del psicoanálisis han preparado el espacio
teórico para un concepto de afirmación y han hecho necesaria una discusión sobre la justificación
de las intervenciones afirmativas en la práctica clínica. Tomando como ejemplo una escena de una
de las obras de Bergman, una intervención afirmativa se define como una comunicación que
elimina la duda sobre la experiencia de la realidad y restablece un sentimiento de identidad. Esta
definición se compara con la explicación de Freud de la afirmación. Clínicamente, la afirmación
puede funcionar como un telón de fondo silencioso o como una intervención delimitada en primer
plano. Las intervenciones afirmativas se ilustran en una viñeta clínica. La entonación de la voz del
analista parece ser especialmente eficaz al transmitir mensajes afirmativos. La afirmación y la
interpretación se aplican a diferentes modos de experiencia. Son modos complementarios de
intervenciones, y el analista ha de oscilar entre los dos. En conclusión, la cuestión que se plantea
es si la afirmación puede reparar defectos estructurales que son resultado de un déficit de afecto
temprano.
INTRODUCCIÓN
Parece ser una observación común el que los psicoanalistas se refieran en la actualidad a la idea
de afirmación con mayor frecuencia de lo que lo hicieron hace unas cuantas décadas. En las
discusiones clínicas se produce la necesidad de adoptar una actitud afirmativa, además de la
cuestión de cuándo aplicar un tipo afirmativo de intervención. Sin embargo, incluso si una
comprensión común puede prevalecer a nivel clínico, el concepto de afirmación es bastante
vago cuando se convierte en una definición formal. Una búsqueda exhaustiva de las
descripciones “afirmación” y “confirmación” revelan que estos términos no ocupan un lugar
destacado en los escritos sobre psicoanálisis. Aunque estas palabras puedan aparecer en los
textos, no tienen asignado el estatus de palabras índice, y por lo tanto no aparecen cuando se las
busca.
Unos cuantos analistas selectos han expresado la afirmación en su lenguaje técnico. Schafer
(1983) habla de una cualidad afirmativa intercalada en la actitud analítica, y esa parte de la
utilidad del analista consiste en mantener una actitud afirmativa respetuosa.
Además, Emde (1990) ha incorporado la noción de afirmación dentro de su comprensión del
proceso terapéutico. Para él, la afirmación parece referirse tanto a una intervención del analista
como a un estado de experiencia en el paciente: “Con un buen tratamiento, el
1 Killingmo, Bjørn (1995). Affirmation in psychoanalysis. Int. Journal Psycho-Analysis, 76: pp. 503-518. Versión
castellana revisada por el Colectivo GRITA
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
En una vista global, Leichtman (1990) sostiene que la teoría psicoanalítica basada en la
reconstrucción se enfrenta con un tremendo cambio procedente del crecimiento explosivo de la
investigación del desarrollo en la infancia temprana. Arguye que está teniendo lugar un
cataclismo en el psicoanálisis contemporáneo. Parece que el psicoanálisis está a punto de
cambiar de ser una teoría de estructuras conflictivas de la mente a una amplia teoría del
desarrollo de la personalidad a lo largo de un número de líneas de desarrollo. A continuación,
voy a elaborar tres áreas donde ya han ocurrido alteraciones sustanciales de la teoría clásica,
principalmente como resultado de un impulso de los estudios de desarrollo recientes. Estas
áreas son: (1) la ampliación de la concepción de motivación; (2) el incremento de la
importancia asignada a los afectos; (3) el ascenso de la experiencia subjetiva. La razón al elegir
estas áreas es que, en mi opinión, éstas constituyen las precondiciones teóricas para formular
un concepto terapéutico de afirmación.
Incluso si estos cambios en la perspectiva teórica son de origen reciente, sus precursores se van
a encontrar en los escritos de Freud. Algunos de los artículos de Freud difieren de otros en que
anuncian momentos decisivos en la teoría: “Sobre el narcisismo: una introducción” (1914) es
un ensayo así. Esto ha sido ampliamente demostrado en la reciente edición comentada del texto
de Freud (Sandler et al., 1991). En este artículo, no directamente sino por implicación, Freud se
aparta de una comprensión del narcisismo en términos energético-económicos y vuelve a
“conceptos que denotan estados emocionales y fantasías que son consecuencia del mundo
experiencial* de las relaciones” (Henseler, 1991, p. 198). De este modo, se anuncia una teoría
extendida de la motivación así como un ascenso del afecto y de la experiencia subjetiva en
relación con los objetos, y éstas son las últimas de las dimensiones que he mencionado arriba.
Además, la noción de afirmación la aborda Freud en su breve pero muy integrado artículo
“Negación” (1925). Considerando la importancia que Freud atribuye a la afirmación en este
artículo, uno se puede preguntar por qué el término no ha alcanzado el estado de una palabra
índice en la Standard Edition. Freud adjunta la dimensión afirmación/negación a la función de
juicio. Incluso si el juicio es una función intelectual, está dinámicamente vinculado a los
impulsos instintivos. Por último, la función de juicio no es sino una extensión de las
necesidades del original Yo-placer “introducir en uno mismo todo lo que es bueno y echar de
uno mismo todo lo que es malo” (p.237). Finalmente, Freud conecta la polaridad del juicio a la
polaridad de los instintos duales: “ La afirmación -como sustituto de la unificación - pertenece
a Eros; la negación - sucesora de la expulsión - pertenece al instinto de destrucción” (p. 239).
Así, afirmación/negación se pueden ver como dos modos de experiencia, “sí” y “no” que
trascienden en la vida psíquica. Se refieren a todos los niveles de la teoría, desde la negación a
nivel clínico - por vía de la realidad que controla el
2
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
ego - al nivel más alto de abstracción, el de los instintos duales. El concepto de afirmación de
Freud está constantemente intercalado en términos de instinto. Sin embargo, su aclaración de
las funciones d e la afirmación parece estar también de acuerdo con un concepto extendido de
motivación.
Sandler y Sandler (1978) mantienen que además de complacer deseos-pulsiones, los humanos
también se esfuerzan por satisfacer deseos para la seguridad, confianza, gratificación narcisista
y afirmación. Éste es uno de los pocos pasajes en que aparece la afirmación como un término
en la literatura psicoanalítica. Los deseos o necesidades que se refieren aquí no son derivados
de pulsiones; son fuerzas motivacionales por su propio derecho.
3
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Crafoord (1986) describe lo que él llama un diálogo en desarrollo entre el niño y la madre.
Cuando los estímulos externos provocan una tensión, el niño se volverá hacia la madre en
busca de una “respuesta”. La “réplica” de la madre tiene un efecto triple: presenta la cualidad
emocional de la situación; presenta que la situación se ha percibido correctamente; y presenta
que la relación con la madre es segura. Este feedback (retroalimentación) afirmativo del objeto
prepara al niño para una nueva exploración del entorno. De acuerdo con la teoría estructural del
afecto, las dos clases de fenómenos psicológicos, afecto y cognición, se han visto al final como
derivados de pulsiones. Los afectos surgen como válvulas de seguridad e indicadores de la
tensión de la pulsión “cuando la descarga de la pulsión por la acción de la misma no es posible
debido a la ausencia del objeto pulsional en la realidad” (Rapaport, 1953, p. 505). Según esta
concepción, los afectos se degradan comparados con el rol que se les atribuyó en el período de
catarsis (Breuer & Freud, 1893-5).
La concepción revisada de afectos perfilada más arriba está íntimamente relacionada con el
reciente ascenso de la experiencia subjetiva en la teoría psicoanalítica. Meissner (1991)
propone cuatro tipos diferentes de datos que pueden constituir la fundación de la teorización
psicoanalítica: datos históricos, datos observacionales, datos asociativos y datos introspectivos.
La última de estas categorías es la que se ha hecho notar durante los últimos años. Ésta tiene
que ver con los datos de un tipo de experiencia, que implican que el analista use su experiencia
afectiva subjetiva para comprender la del paciente. Esta
4
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
perspectiva intersubjetiva implica que las cualidades de de los estados del self y la última
experiencia de existencia adquieren una posición central como conceptos teóricos así como
variables clínicas. Un estado del self implica aspectos de demarcación, continuidad y valor, los
cuales han de ser afirmados en un contexto intersubjetivo.
Resumiendo los desarrollos dentro de estas tres áreas en la teoría psicoanalítica perfilada arriba,
podemos determinar que la relación afectiva entre uno mismo y el objeto se ha convertido en
una unidad conceptual central. Para un número de psicoanalistas hoy en día, la idea de la díada
(pareja) madre/hijo ha adquirido prioridad sobre la idea de instintos fundamentados en lo
biológico para explicar el origen de la vida psíquica del individuo. Mitchell afirma de forma
sucinta:
La unidad básica de estudio no es el individuo como una entidad separada, cuyos deseos
chocan con la realidad externa, sino una zona interaccional dentro de la cual el individuo se
alza y lucha para hacer contacto y articularse a sí mismo (1988, p.3).
Parece probable que los seres humanos estén buscando una cualidad especial de experiencia en
sus relaciones con los objetos, un feed-back afectivo de afirmar u n sentimiento espontáneo de
significatividad* - un sentimiento de “yo soy”. El niño pequeño depende de recibir este
feedback de los objetos que están físicamente presentes. En el niño mayor y en el adulto, esto
también puede tener lugar en la fantasía así como en un diálogo interno con objetos
internalizados, principalmente a un nivel de inconsciencia. Los defectos en la internalización
temprana perjudicarán, sin embargo, la habilidad individual para dicho diálogo
auto-confirmante. De la anterior discusión, podemos concluir que la afirmación se refiere a una
necesidad en el sujeto así como a una reacción esperada por parte del objeto, tanto externa
como interna. La necesidad de afirmación se hace vital sólo cuando se amenaza su realización.
Sin embargo, es de primera necesidad que sea activada, y por lo tanto constituye un incentivo
motivacional inmediato en cualquier momento. Por ello, es un motivo de primer orden.
5
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Comenzaré con dos cuestiones: cómo se va a definir la afirmación y cuál es el propósito clínico
de la afirmación. Para elucidar estas cuestiones, tomaré como punto de partida una de las obras
televisivas de Ingmar Bergman. En (Face to Face) (1976), el personaje principal, una mujer,
Jenny, está en la cama de un hospital. Está a punto de recuperarse después de haber tomado una
sobredosis. Tomás, su amigo, sentado a su lado, le habla con calma mientras ella revela con
desesperación sus emociones profundamente ambivalentes sobre sus padres y abuelos, que
oscilan entre el odio, el amor y despiadadas autoacusaciones, culminando en un estado de
gestos mudos, paralizados. De repente, tras un instante, ella rompe el silencio y dice en voz
alta: “¿Puedes imaginarte encerrar a una niña que teme la oscuridad en un armario ropero?.
¿No es asombroso?” (p.95). Tomás, sentado expectante en su silla, responde en voz baja y de
un modo definitivo: “Sí, es asombroso”. El estado de la mente de Jenny cambia con la
respuesta de Tomás. Se tranquiliza gradualmente. La agonía ha terminado. Algo ha llegado a su
fin.
Utilizando esto como ilustración de una respuesta afirmativa, estamos preparados para formular
una definición: una respuesta afirmativa se refiere a una comunicación donde se comprueba
un determinado asunto o se supone que es correcto. Este asunto, en nuestro caso, es el estado
de asombro de sucesos en los que gente mayor puede encerrar a un niño en un armario ropero,
incluso a un niño al que le aterra la oscuridad. La respuesta verifica la opinión de la mujer. ¡Es
asombroso!. Uno no hace ese tipo de cosas. Algo ha sido establecido. ¡Ella ha tocado fondo! La
cuestión de Jenny, así como su actitud, expresan una duda inextricable (imposible) y roedora.
Ella está en un estado de atormentada y crónica expectación, esperando una respuesta, y
cuando al final recibe la respuesta que ha estado esperando, la duda ya no tiene ninguna base y
el tormento ha acabado. De esto podemos concluir que el propósito de una intervención
afirmativa es eliminar la duda. Lo que puede asombrar a un lector de la obra de Bergman es
que esta simple declaración afirmativa sea tan efectiva. El nivel de funcionamiento de Jenny
cambia casi dramáticamente. De ser como una niña indefensa, al borde de la confusión, se
tranquiliza de una forma lenta pero segura y emerge como una mujer madura que puede cuidar
de sí misma. La intervención afirmativa crea un momento decisivo, si bien es cierto que no
estamos tratando con un caso de la vida real. Tenemos que considerar que es una pieza de
ficción y como tal, se le debe conceder licencia poética. No obstante, la escena es creíble.
6
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Podemos admitir de forma intuitiva que la psicología es sostenible. ¿Por qué es así? Para
responder esto, tenemos que investigar el tipo de duda expresada en este caso. La cuestión es
que en el momento de la pregunta, la duda de Jenny ya no se refiere a fuerzas intra- psíquicas
que se oponen entre sí, manteniéndola perpetuamente en un estado infantil. No es una cuestión
de duda dentro de la esfera del crimen y castigo, como en el caso del neurótico compulsivo.
Más bien es sobre la duda fuera d e la culpa, lo que podríamos llamar duda existencial.
Si volvemos al texto de la obra, veremos que durante mucho tiempo Jenny permanece en un
intenso estado de ambivalencia. Obviamente, su oscilación entre los ataques agresivos hacia la
abuela y la auto represalia es un derivado de los conflictos internos de amor y odio. Tras el
descanso (de la obra, el intermedio), sin embargo, ha tenido lugar un cambio. Su estado de
mente ha cambiado. Obsérvese que su voz es además ahora clara. Ella habla desde otro nivel de
personalidad. Es como si pudiéramos oírle decir: “Bueno, he estado equivocada, no lo voy a
negar. Sin embargo, ¿cómo pudieron hacerme eso a mí, cómo puede hacer la gente mayor tales
cosas a una niña?. Es como si se hubiera movido una regla básica, que todos esperamos que sea
irrompible, una especie de garantía última de seguridad, de continuidad, de sentido e identidad.
Quizás éste es un modo de parafrasear lo que Hartmann (1939) alude en su concepto del
“entorno esperable normal”. La misma noción también se expresa en la canción popular
antigua noruega sobre Olav y Kari: “¿Cómo crecerá hierba sobre la tierra, si el hijo no puede
confiar en su madre?”. Esto tiene que ver con la cualidad de las relaciones de objeto fuera de
la comprensión de un niño, que amenaza la última experiencia de existencia.
Lo que Jenny siente parece ser algo como esto: “Si los adultos pueden hacer esto a un niño,
entonces no entiendo nada. Luego debe de haber algo equivocado conmigo y mi existencia”.
Resumiendo: nos enfrentamos con un estado de confusión de identidad, con una aguda
amenaza a la integridad de la persona. Cuando este estado de duda existencial desaparece, ella
es capaz de levantarse y seguir en la vida. Sobre este telón de fondo podemos concluir que la
función de una respuesta afirmativa es eliminar la duda conectada a la experiencia de la
realidad y de ese modo establecer o restablecer un sentimiento de identidad2.
¿En qué coincide esta explicación de la función de la afirmación con la de Freud? En el artículo
“Negación”, Freud dice:
La función del juicio tiene que ver principalmente con dos tipos de decisiones. Esto afirma o no
la posesión por una cosa de un atributo particular; y afirma o cuestiona el que una presentación
tenga una existencia en la realidad (1925, p.236).
Estos propósitos de la afirmación parecen estar a la par con lo que he interpretado de la viñeta
literaria. La respuesta decisiva de Tomas afirma un atributo especial de los
2
Se debe averiguar que la “realidad” en su contexto se refiere a una experiencia de realidad en el aquí y
ahora, y no implica una postura como en el debate continuo sobre verdad histórica v. narrativa en el
psicoanálisis.
7
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
pensamientos de Jenny, a saber, lo inconcebible de la noción de que los adultos puedan hacer
tales cosas a los niños. Por lo tanto él también afirma la existencia real externa d e algo que está
presente en sus pensamientos. Su experiencia de la realidad es válida. Hay otro punto de Freud
que parece coincidir. Freud declara:
Juzgar es la acción intelectual que decide la elección de la acción motor, que coloca un final al
aplazamiento debido al pensamiento y que conduce del pensamiento a la acción (1925, p. 238).
Para explicar el rol clínico de la afirmación, postularé tres modos de experiencia, o auto-
estados, que el analista dirige en los pacientes. El primero es el de conocer o adquirir
conocimiento experimentando cómo están conectadas las cosas. El segundo es de sentimiento
conectado a una base firme (segura). Éste parece corresponderse con la noción de Sandler de
un telón de fondo de seguridad (1960). El tercero es de significatividad* en la experiencia de
uno mismo, un sentimiento de estar vivo y de tener el derecho de estar así. Aunque estas
cualidades de experiencia puedan mezclarse, digamos que es apropiado mantenerlas aparte. En
el marco terapéutico saldrán a la superficie alternativamente, formando el foco emocional al
que ha de responder el analista. Sin embargo, tenemos que asumir que la experiencia de
conocer es secundaria a las otras dos, porque éstas forman la base de la primera. Para poder
funcionar dentro del modo de conocimiento, se ha de establecer primero un grado razonable de
afinidad y significatividad de experiencia. Esto viene de la afirmación hecha antes en este
artículo de que el sistema de afinidad emocional predomina sobre el de las pulsiones. Por lo
general, las necesidades, que sostienen
8
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
¿Cómo se va a formular una intervención afirmativa? Probablemente sea más fácil describir
varias intervenciones a lo largo de la línea estratégica que pretende una interpretación e insight.
Las intervenciones relevantes para este propósito buscan asociaciones, señalar, aclaración y
confrontación, todo lo cual prepara el terreno para la interpretación. Apenas podemos delimitar
o agrupar las intervenciones afirmativas del mismo modo. Como se refiere más a una cualidad
emocional, la afirmación se puede expresar entre, o incluso a través, de otras afirmaciones. En
el escenario de Bergman, se filtró un mensaje afirmativo a través del contenido de las palabras:
¡Es asombroso que los adultos puedan encerrar a un niño en el ropero!. En terapia, la
afirmación también se puede impartir verbalmente en breves declaraciones tales como:
“Apenas podrías sentirte de otra manera en la situación en la que estabas”. A veces pueden ser
necesarias reconstrucciones más amplias para aclarar la confusión y referir a quién pertenece
de modo realista la causa y la responsabilidad. Una afirmación más compleja podría ser ésta:
Sí, tienes buenas razones para sentirte insegura cuando yo no te respondo. Es como lo que
sentiste cuando mamá no te respondió cuando eras pequeña y necesitabas saber
desesperadamente lo que ella pensaba de ti. Y ahora sientes que yo soy como ella y que te voy
a abandonar (Killingmo, 1989, p.73).
Un proceso organizado se debe entender como algo que está teniendo lugar continuamente en
la vida psíquica. En el adulto, se combinan los derivados del déficit y conflicto tempranos en
patrones tan complejos de carácter que es casi imposible distinguir claramente el uno del otro
(Killingmo, 1989). Así:
A menudo, un conglomerado emocional tiene que interpretarse inicialmente sobre una base
conflictiva. A continuación, los elementos del mismo grupo han de responderse
afirmativamente hasta que, al menos, el patrón como una totalidad se interprete de nuevo como
una expresión de conflicto (pp. 74-5).
9
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Al principio del análisis, contó un sueño: “Estaba sentado en un orinal y me estaba cayendo
por el aire. Intentaba sujetarme a los bordes, pero no había nada donde sujetarse, por lo que
no hacía más que caer y caer”. Este sueño se convirtió en la entrada a recuerdos y fantasías
sobre asuntos anales. En la edad escolar, él había padecido encopresis. Cuando aumentaba la
necesidad de ir al baño, solía presionar sus nalgas contra la costura de sus pantalones para
posponer la defecación lo más posible. Recordaba una sensación de placer y triunfo, sintiendo
la presión del taburete en su ano antes de que lo soltara en sus calzoncillos. También recordaba
un sentimiento de humillación y degradación, especialmente cuando recibía reproches no
manifiestos de sus padres.
Cuando se revela el material analítico, se hacen notorios los múltiples puntos de similitud entre
sus actitudes conectadas con el conflicto infantil y su manera de relacionarse como un adulto.
Igual que retenía sus productos anales en una lucha por la autonomía con sus padres,
abiertamente liberales, pero latentemente degradantes, ahora él retenía palabras escritas,
símbolos de disciplina y deber, para rescatar un sentimiento de libertad y auto determinación.
Entonces, como ahora, se posponían las obligaciones hasta que se hacían urgentes. En el
tribunal, este tema conflictivo se activaba inconscientemente. El escenario del tribunal implica
éxito: se espera de ti que pronuncies argumentos bien formados en el
10
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
momento oportuno; puedes ganar o perder; te arriesgas a un fracaso total cara a cara con el
juez. Al mismo tiempo es una arena de combate, donde tienes la oportunidad de presionar a tu
oponente. Además, la actuación, la defensa, es congruente con un estilo compulsivo: primero
en un lado, después en el otro.
Los lazos inconscientes entre este conflicto infantil y sus síntomas se interpretaron,
especialmente cuando se expresaron en la transferencia. Él intentó forzar al analista a la
posición de un oponente, para poderle acusar agresivamente, para imponerle el golpe final:
usted no es un adversario respetable en este tribunal de hombres3. Esto parecería una buena
ilustración de inversión de rol. Se forzó al analista al papel de víctima, un papel bien conocido
por el niño que no puede pronunciar lo correcto en el momento oportuno, mientras que él
mismo toma el rol de la imagen paternal degradando al analista por no sacar a colación material
valioso.
A pesar de esta fuerte resistencia -aceptar una interpretación para él equivale a sumisión y
fracaso- el paciente comprende lentamente su modo indirecto de expresar la agresión y su
tendencia a manipular las relaciones sociales dentro de escenarios de poder. Sin embargo,
incluso si las interpretaciones en términos del conflicto infantil dominaban la ansiedad, y de
este modo hacían su inhibición menos aguda, el insight permanecía algo intelectual. Ni hizo
captar esta perspectiva interpretativa otros aspectos de sus síntomas En primer lugar no
facilitaba una explicación razonable del sentimiento de irrealidad que le invadía al entrar en el
edificio del tribunal. En segundo lugar, no proporcionaba un telón de fondo satisfactorio para
entender la cualidad de desesperación total de su necesidad de escapar. Por último, este
paradigma del conflicto no explicaría otro tema de transferencia, el de “los hombres de pelo
gris”: “La visión de los hombres de pelo gris como tú me conmueven. Cuando los veo por la
calle -veo sus caras, un sentimiento tan extraño- ya no van a estar ahí nunca más”. Este tema
solía desencadenar en un llanto transitorio pero intenso. No aparecían recuerdos o fantasías,
sólo un sentimiento de infinita desesperación. Este modo pasivo de desesperación surgía en
marcado contraste con el modo activo de agresión usual, y tenía que ser explicado desde otro
conjunto de circunstancias que habían influido en la organización de la estructura de
personalidad del paciente.
Poco después de su nacimiento, se le descubrió un defecto congénito del corazón, que hizo
necesarias dos largas hospitalizaciones antes de la edad de 10 meses. También había tenido
estancias prolongadas en el hospital en varias ocasiones durante la infancia. Como la familia
vivía en el campo, donde no había especialistas disponibles, se le mandó a instituciones lejos
de casa. De un modo muy preciso, él describe la atmósfera de sus últimas hospitalizaciones así:
“Recuerdo especialmente la luz inclinada del sol, los sonidos que se desvanecían en el gran
edificio por la tarde y el viento que silbaba por los árboles del exterior -en el otro mundo-
donde vivían los que estaban sanos. De alguna manera, era delicioso estar tumbado escuchando
los sonidos sin hacer nada por mí mismo, sólo seguir tumbado allí”. Sin embargo, la tendencia
oculta emocional, que a él le cuesta un gran esfuerzo describir en palabras, es un sentimiento de
irrealidad y extrañeza, una extraña esfera aislada de la propia casa: “Me sentía como si
estuviera en una tierra desolada donde
3
En realidad, los componentes de la rivalidad edípica también tienen lugar en esta lucha.
11
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
12
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
El sentimiento de ser alguien que ha de soportar “aislamiento eterno” se expresó en las sesiones
cuando el paciente estiraba sus brazos y trataba de asir vehemente el aire, para dejarlos caer de
nuevo desesperado. El analista comentó: “Es como si sus manos quisieran apoderarse de
alguien. Pero no hay nadie allí y por lo tanto abandonan, mientras se siente totalmente
desamparado, incluso por mí. Al mismo tiempo, hay todavía fuerza en esas manos”.
13
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
La experiencia clínica nos enseña que a menudo no se aceptan las afirmaciones o que tienen un
efecto emocional sólo si se expresan a un nivel semántico. Esto está en línea con una noción
central en la reciente teoría del desarrollo, donde la mayoría de las experiencias de relación con
el objeto de central importancia son de una naturaleza preverbal (Cashdan, 1988). Éstas se
almacenan preverbalmente y han de ser activadas no verbalmente. No se alcanzan con el
contenido de palabras. Este punto de vista tiene consecuencias de largo alcance. ¿Cómo
establecer un diálogo con significado emocional sin usar palabras? En realidad es un reto
técnico, especialmente cuando los derivados de patología de déficit se han de incluir en nuestra
estrategia terapéutica. En mi opinión, ésta es una esfera donde la investigación y las
formulaciones teóricas están todavía en un estadio temprano.
Quiero señalar una línea de comunicación relevante en esta conexión. Varios autores
(Killingmo, 1990; Steiner, 1987; Strenger 1989) han subrayado la enorme importancia de la
entonación o el tono de la voz del analista al expresar mensajes afectivos. Steiner mantiene:
La entonación que uno elige adoptar en sus aspectos positivos contribuye enormemente, por lo
tanto, a la construcción de un núcleo afectivo de nuevos objetos o estados internos del ser, a la
revitalización de los antiguos para permitir que se forjen nuevos vínculos (1987, p.269).
Strenger subraya que el modo en que se pronuncia una intervención puede dar a un contenido
significados completamente diferentes. También llama la atención sobre la importancia de un
“mhmm”, quizá lo más frecuente de todas las intervenciones del terapeuta. Dependiendo de la
cualidad del sonido, la pronunciación de esta vocal simple puede, en mi opinión, expresar un
mensaje emocional complejo que sea como éste: “Sí, así es como te sientes, así es como uno se
puede sentir. Estoy de acuerdo con ello. Lo acepto sin reprochártelo. Así es como se le permite
sentirse a uno en un mundo como éste. Todavía estoy a tu lado. No te voy a dejar solo”. La
cuestión es que este mensaje podría no haber sido aceptado por el paciente si se hubiera
expresado con palabras. Sólo el último tono de la voz puede atravesar los estados de
experiencia más allá de la semántica (Killigmo, 1990). Quizá un mensaje tan emocional es
parte de lo que alude el concepto de contención, una afirmación de la sensación de existencia.
14
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
comprende/alcanza lo que es ser como él y que es legítimo sentir como lo hace. Cuanto más
exacto pueda formular el analista esta comprensión, más efectiva será la afirmación. El impacto
de la comprensión del analista se divide en dos partes: 1) Rompe el aislamiento emocional del
paciente, afirmando un sentimiento de ser compartido. En términos de experiencia: “Puedo ser
entendido, no estoy solo en el universo, he llegado del frío”. 2) Expresa un tipo de lógica
emocional al paciente, afirmando un sentimiento de sí mismo. En términos de experiencia: “Él
me entiende, luego otros me pueden entender, por consiguiente debo existir”.
De los dos ejemplos de Bergman que he mencionado, podemos esbozar una conclusión sobre la
técnica: Para que una intervención afirmativa funcione terapéuticamente, no puede ser sólo una
frase o un artificio técnico, tiene que expresar la auténtica experiencia del analista.
15
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Antes he argüido en favor de ampliar la esfera de técnica. A nivel de principio esto plantea la
cuestión de qué se va a considerar campo apropiado del psicoanálisis como una disciplina
terapéutica. ¿Esto se va a delimitar a derivados de conflictos inconscientes y su expresión
simbólica, o abarcará además consecuencias dinámicas de defectos de desarrollo impuestos en
el individuo por déficits de afecto (Killingmo, 1992)?. En mi opinión, la respuesta a esta
cuestión no se debe dejar al dogmatismo, sino a una discusión abierta.
AFIRMACIÓN Y GRATIFICACIÓN
En “Líneas de avance en la terapia psicoanalítica” Freud afirma: “El tratamiento analítico debe
llevarse a cabo siempre que sea posible, bajo privación, en un estado de abstinencia”( 1919,
p.162). Esta recomendación ha permanecido como uno de los principios más inflexibles que
caracterizan al psicoanálisis como un método terapéutico. El argumento principal de Freud de
no gratificar los deseos de transferencia del paciente fue que al suministrar satisfacción
sustituta, disminuiría la cantidad de energía psíquica disponible como una fuerza de
movimiento en la terapia. Incluso si consideramos el punto de vista energético-económico
como anticuado, hay todavía un buen número de razones para ser fiel al principio de
abstinencia. Quizá el más importante es que salvaguarda un análisis consistente d e la
transferencia. Si el analista cede a las demandas del paciente, también facilita implícitamente al
paciente con un argumento casi incontestable de
16
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
permanecer en una posición demandante: “Cuando el analista me gratifica una vez, ¿por qué no
ha de hacerlo de nuevo?”. Esta actitud se puede volver una difícil resistencia que impidaa al
analista de reasumir del todo su postura analítica. Mientras permanecemos dentro del
paradigma de drive clásico, parece poco polémico mantener la noción de abstinencia, al menos
a nivel de principio. Pero si se adoptan las necesidades relacionales como fuerzas
motivacionales en su propio derecho, igual para drives, entonces la regla de abstinencia debe
también considerarse. Al suministrar una intervención afirmativa, el analista lleva a cabo
obviamente un acto de necesitar- gratificación (need-gratification). Por lo que nos enfrentamos
a una paradoja: el análisis debería realizarse, en la medida de lo posible, en un estado de
privación; al mismo tiempo, no se puede realizar el análisis a menos que se proporcione alguna
need-gratification. ¿Cómo se va a resolver esta aparente contradicción?.
La distinción de Winnicott (1965) entre dos grupos de motivos “deseos” y “necesidades” puede
ser útil. En su concepción, los deseos son derivados de drive mientras que las necesidades son
derivados del ego, incluyendo las relaciones de objeto. Con esta distinción en mente,
podríamos decir que los deseos-drive son el tipo de motivos que se han de mantener en un
estado de abstinencia durante el análisis, mientras que las ego-necesidades no. Aunque útil, esta
distinción no es poco polémica. Para Freud, los drives fueron el único poder emocional en los
seres humanos: todo comportamiento y experiencia se derivan al final de ellos. Los drives son
previos a las relaciones de objeto individuales y también las forman básicamente. Hay varios
teóricos del psicoanálisis, sin embargo, que no se suscriben a esta definición estricta de Freud,
aunque se adhieran al concepto de drive. Como arguyó Greenberg (1991), los teóricos como
Jacobson, Loewald y Kernberg no conciben los drives como determinantes exclusivamente
endógenos previos a toda experiencia. Mantienen que las cualidades de la relación con objetos
primarios se han de integrar en el propio concepto de drive. De este modo, al permitir una
posición para las experiencias de objeto en el nivel básico de motivación, parece desvanecerse
una nítida distinción entre las dos categorías de motivos. Así, para poder hacer una clara
distinción en la situación clínica, tenemos que recurrir a formulaciones más descriptivas: los
motivos que se refieran a mezclas de amor y odio hacia representaciones de objeto, y que se
activen en la transferencia, no se gratificarán; los motivos que se refieran a ciertas necesidades
de auto-sustento, tales como los sentimientos de afinidad, seguridad, significatividad y
legitimidad de experiencia, han de satisfacerse en un grado razonable para que el ego funcione
dentro del modo de conocimiento.
En un sentido más amplio, la gratificación es una parte de todos los tipos de psicoterapia
dinámica, también del psicoanálisis. La última experiencia de recibir la atención fiel del otro
satisfará - si no conscientemente, después inconscientemente- las necesidades narcisistas, y el
aspecto de interés del marco analítico cumplirá con una necesidad de seguridad. No podemos
escaparnos de la gratificación. Sin embargo, en mi opinión, no es razonable usar la
gratificación en su sentido más amplio. El término debe usarse en un sentido más restringido,
que se refiera a la gratificación de los deseos específicos de amor/odio, activados en la
transferencia, mientras que la gratificación en el sentido más amplio se puede considerar como
parte de la infraestructura emocional del marco analítico.
17
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
No sólo tenemos que distinguir entre diferentes tipos de motivos para desentrañar la paradoja
de la abstinencia, sino también tenemos que diferenciar entre distintos tipos de gratificación. La
intervención afirmativa del analista a su paciente no está a la par con la respuesta afirmativa de
los padres a sus hijos; los diferentes tipos de gratificación están implicados. Al apreciar al niño
y a su comportamiento, los padres “cargan” la propia imagen del niño con un valor
incrementado. Al suministrar una intervención afirmativa, el analista no evalúa la propia
imagen del paciente, pero refuerza su sentido de existencia y significatividad. Dentro del marco
analítico, afirmar es validar la experiencia. Gullestad (1992) se refiere a la diferencia entre la
actitud de los padres y la del analista como la que hay entre una confirmación de primer y
segundo orden. Para concluir: al hacer distinciones considerando el tipo de motivo y el tipo de
gratificación, parece posible preservar la regla de Freud de la abstinencia incluso dentro de una
visión más abarcativa de la teoría del desarrollo.
LA AFIRMACIÓN Y LA TEORÍA DE CURACIÓN
En esta presentación he argüido que el analista tiene que oscilar entre una estrategia
interpretativa y otra afirmativa, dependiendo del modo de experiencia del paciente en un
momento dado. Las intervenciones afirmativas se necesitan mantener vivas en el proceso
terapéutico. Esto es especialmente relevante cuando los derivados de déficits infantiles influyen
en la transferencia (Killingmo, 1989).
También es esperable que la actitud afirmativa del analista pueda tener un efecto activante y
revitalizante sobre afectos congelados o inmovilizados, trayéndolos al diálogo terapéutico
(Killingmo, 1990). En el caso referido arriba, el principal efecto de la afirmación parecía ser
que liberaba afectos, derivados de déficit temprano, que habían permanecido inmovilizados por
el aislamiento, el mecanismo total de la estructura de carácter del paciente. Mientras que la
teoría psicoanalítica de la motivación se confine a un conflicto de drive, la interpretación y
percepción constituirán los principios predominantes de curación. Al incluir necesidades
relacionales como agentes motivacionales independientes, tenemos que reconsiderar la
concepción de la curación. ¿Podemos esperar que las intervenciones afirmativas tengan un
efecto reparador sobre defectos estructurales que vienen de déficits afectivos en las relaciones
tempranas madre e hijo?.
18
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Desde un punto de vista general, los dos casos de transferencia ideados por Modell parecen
reflejar las dos líneas actuales en la teoría psicoanalítica contemporánea: la posición
racionalista de Freud (Greenberg, 1991), que ve al hombre como creador de su mundo; y la
posición empirista de los interpersonalistas, que ven al hombre como creado por su mundo. La
oscilación del analista entre la interpretación y la afirmación es un reflejo del nivel técnico de
estas dos perspectivas.
Referencias
Bergman, I. (1976). Ansikte mot ansikte. ( Face to Face). Stockholm: Pan/Norstedts. Bowlby, J.
(1969). Attachment and Loss. Vol. 1. Attachment. New York: Basic Books. Breuer, J. & Freud,
S. (1893-5). Studies on Hysteria. S.E. 2. Cashdan, S. (1988). Object Relations Therapy. Using
the Relationship. New York: Norton. Crafoord, C. (1896). En bok om borderline. Borås,
Sweden: Natur och Kultur. Emde, R. N. (1988). Development terminable and interminable II.
Recent psychoanalytic
theory and therapeutic considerations. Int. J. Psychoanal. , 69: 283-296. Emde, R. N.(1990).
Mobilizing fundamental modes of development: empathic availability
and therapeutic action. J. Am. Psychoanal. Assoc., 38: 881-913. Erikson, E. H. (1950).
Childhood and Society. New York: Norton. Freud, S. (1914). On narcissism: an introduction.
S.E. 14. Freud, S.(1919). Lines of advance in psycho-analytic therapy. S E. 17. Freud,
S.(1925). Negation. S.E. 19. Gedo, J. E. (1991). Between prolixity and reductionism:
psychoanalytic theory and
Occam's razor. J. Am. Psychoanal. Assoc., 3 9: 71-86.
19
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Greenberg, J. (1991). Oedipus and Beyond. A Clinical Theory. Cambridge & London:
Harvard Univ. Press. Gullestad, S. (1992). Autonomy and analytic attitude. Scand.
Psychoanal. Rev. , 15:122-
130. Hartmann, H. (1939). Ego Psychology and the Problem of Adaptation, trans. D.
Rapaport.
New York: Int. Univ. Press, 1958. Henseler, H. (1991). Narcissism as a form of relationship.
In Freud's ‘On Narcissism: An Introduction’, ed. J. Sandler et al. New Haven & London: Yale
Univ. Press, pp. 195- 215. Holt, R. R. (1989). Freud Reappraised. A Fresh Look at
Psychoanalytic Theory. New York
& London: Guilford Press. Killingmo, B. (1985a). Problems in contemporary psycho-analytic
theory: I. Controversial
issues. Scand. J. Psychol. , 26:53-62. Killingmo, B.(1985b). Problems in contemporary
psychoanalytic theory: II. Lines of
advance. Scand. J. Psychol., 26:63-73. Killingmo, B.(1989). Conflict and deficit: implications
for technique. Int. J. Psychoanal.,
70:65-79. Killingmo, B.(1990). Beyond semantics: a clinical and theoretical study of isolation.
Int. J.
Psychoanal., 71: 113-126. Killingmo, B.(1992). Issues in psychoanalytic research. Scand.
Psychoanal. Rev. , 15:37-57. Leichtman, M. (1990). Developmental psychology and
psycho-analysis: I. The context for
a revolution in psychoanalysis. J. Am. Psychoanal. Assoc., 38: 915-950. Meissner, W. W.
(1991). What is Effective in Psychoanalytic Therapy. The Move from
Interpretation to Relation. New Jersey/London: Jason Aronson. Mitchell, S. (1988). Relational
Concepts in Psychoanalysis. Cambridge, MA: Harvard
Univ. Press. Modell, A. H. (1990). Other Times, Other Realities. Toward a Theory of
Psychoanalytic
Treatment. Cambridge, MA/London: Harvard Univ. Press. Pine, F. (1992). From technique to
a theory of psychic change. Int. J. Psychoanal. , 73: 251-
254. Papaport, D. (1953). On the psychoanalytic theory of affects. In The Collected Papers of
David Rapaport, ed. M. M. Gill. New York & London: Basic Books, pp. 476-512, 1967.
Papaport, D.(1960). On the psychoanalytic theory of motivation. In The Collected Papers of
David Rapaport, ed. M. M. Gill. New York & London: Basic Books, pp. 853-915, 1967.
Rubinstein, B. B. (1967). Explanation and mere description: a metascientific examination of
certain aspects of the psychoanalytic theory of motivation. In Motives and Thought:
Psychoanalytic Essays in Honor of David Rapaport. Psychological Issues, 5 (Monograph No.
18/19), pp. 20-77. Sandler, J. (1960). The background of safety. Int. J. Psychoanal. , 41:
352-356. Sandler, J.& Sandler, A-M. (1978). On the development of object relationships and
affects.
Int. J. Psychoanal., 5 9: 285-296. Sandler, J.P, Gerson, E. S. & Fonagy, P. (eds) (1991).
Freud's ‘On Narcissism: An
Introduction.’ N ew Haven & London: Yale Univ. Press. Schafer, R.
(1983). The Analytic Attitude. New York: Basic Books.
20
Bjorn Killingmo Afirmación en Psicoanálisis (versión castellana)
Steiner, R. (1987). Some thoughts on ‘La Vive Voix’ by Ivan Fónagy. Int. J. Psychoanal..,
14: 265-272. Stern, D. N. (1985). The Interpersonal World of the Infant . New York: Basic
Books. Strenger, C. (1989). The classic and the romantic vision in psychoanalysis. Int. J.
Psychoanal., 70: 593-610. Winnicott, D. W. (1965). The Maturational Processes and the
Facilitating Environment.
New York: Int. Univ. Press.
21