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UNIVERSIDAD CEUNICO

COATZACOALCOS

Taller: TALLER DE TITULACIÓN I

Docente: Rebeca Valdez Pérez

Investigación: La indisciplina escolar en el


nivel básico

Alumnos:

YULIANA RONDANINI MARIN

KEVIN URIEL VAZQUEZ RUIZ

CARLOS ELLERI MARCELO CICERO


Elección del tema

La disciplina es imprescindible para la buena organización en


la socialización de docentes –alumnos y pares, logrando que se
facilite el proceso de enseñanza aprendizaje en su desarrollo.

Indisciplina

Según Sáenz López (1997), la dirección de la clase abarca


numerosos aspectos, siendo uno de los más relevantes el que hace
referencia a la organización y la disciplina, ya que sin esta no se
podrán llevar a cabo los objetivos planteados, las clases resultarán
desordenadas y el mayor tiempo quedará supeditado a la "lucha"
contra los discentes.

En este sentido, cuando se habla de control de la clase, se


hace referencia a un amplio rango de comportamientos por parte
del profesor, siendo el más crítico el control del comportamiento de
los alumnos. Según Fernández Balboa (1991), el mal
comportamiento puede desestabilizar tanto a los alumnos como a
los profesores, pudiendo, a su vez, contribuir a la generación de
sentimientos de decepción, estrés y burnout (abandono) en los
docentes (McCormack, 1997). A estos comportamientos se los
denomina "comportamientos disruptivos".

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Justificación

El ser humano, por el simple hecho de serlo, es


eminentemente social. La familia es el núcleo inmediato con el que
cada individuo socializa, sin embargo, a medida en que los seres
humanos crecen y se desarrollan, existen otros ámbitos donde les
es necesario convivir para formar parte de ellos. Uno de esos
ámbitos, inmediatamente posterior al familiar es la escuela, donde
el alumno aprende en gran medida a convivir con personas que no
pertenecen a su familia y en donde, en muchos de los casos, se
enfrenta a situaciones inesperadas, debido al nivel de socialización
que requiere llevar.

Estrategias para afrontar estrategias de indisciplina en el aula

1. Cambiar tu actitud

Maestros y estudiantes somos parte de un grupo de personas


que deben convivir de manera ordenada para lograr un fin común.
Es decir, tú y tus alumnos son un equipo. Y la calidad de tus
habilidades sociales dará pie a la manera en que fluirá tu clase.
Ahora, ¿Por qué menciono que debes cambiar tu actitud? Resulta
que en nuestro cerebro tenemos neuronas llamada coloquialmente
«espejo”. Estas se activan cuando otra persona desarrolla la
actividad que está observando.

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2. implementa nuevas formas de llamar la atención

Antes de reprender a tu alumno por sus acciones.

Obsérvalo y pregúntate

¿Por qué actúa así? O ¿Para qué actúa así? Resulta que los
estudiantes con déficits visuales, auditivos, dislexia, TDA/H, con
problemas familiares e incluso aquellos con altas capacidades. Son
los que en su mayoría tienen malos comportamientos como una
reacción automática y de defensa ante alguna situación. Distrae,
pega o grita para no tener que realizar las tareas escolares que le
parecen difíciles, imposibles o aburridas por que no representan
retos cognitivos.

3. establece las mutuas reglas de comportamiento y


convivencia en el aula

Asegúrate de que todos los alumnos entiendan por qué se


ponen esas reglas y cuáles son las consecuencias de cumplirlas o
no cumplirlas. Evita premios o incentivos materiales, aboga por las
habilidades sociales, comunicación, respeto, esperar o asignar
turnos, negociaciones honestas, etc. No subestimes a los más
pequeños, las reglas que sugieren a mí me han sorprendido mucho.
Para que no se les olviden tienes que repetirlas constantemente,
también puedes tenerlas a la vista a manera de infografía, con
imágenes que les recuerden el comportamiento deseado

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Planteamiento del problema

En los últimos años, múltiples autores han observado que el


número de alumnos que se comportan de forma no apta, ha ido
aumentando con el tiempo. De manera que esto es incluso a una
edad más temprana que casos anteriores, es decir estos solo
sucedían en su mayoría en niveles de secundaria por los efectos de
la pubertad, pero ahora también pertenece al nivel primaria.

Marco Histórico

Antecedentes de la investigación

Hay autores como Forehand y McMahon (1981), que


definen la conducta de desobedecer como “la negatividad a iniciar
o completar una orden realizada por otra persona en un plazo
determinado de tiempo. Esto citado por Larroy, C; de la puente,
ML. (1995).

Es importante mencionar que el interés por la


diversidad de comportamientos que alteran el orden de un aula ha
sido objeto de estudio en diversos momentos del siglo XX y del
XXI. Estos análisis ayudan a mejorar no solo la evolución del tema

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en sí, sino también algunos cambios presentados en las
perspectivas de análisis que atañen a la psicología de la educación.

En la década de los años 50 en investigaciones como la


que se dedicaban autores como Schrupp y Gjerde se consideraba
como comportamientos muy graves el insultar, robar e incluso el
ser cruel, más adelante en los años 60, autores como Mehrens y
Espósito consideraban como los peores comportamientos el hecho
de robar y engañar, así como el hacer dibujos de aspecto obsceno.

Según Houghton & Wheldall & Merrett (1988), se podría


definir comportamiento disruptivo como: una actividad molesta,
que preocupa y estresa en este caso a los profesores, y que
interrumpe el buen orden en el aula, causando problemas y
llevando a los profesores a comentar sobre ello continuamente.

Este comportamiento es el principal problema que se


planteara en esta investigación, ya que esta indisciplina es un
problema que afecta desde ya tiempos atrás, y aunque se sigan las
recomendaciones de otros autores, hay algunos casos en donde no
se queda claro que esto sea una conducta de desobediencia.

No obstante las definiciones de Larroy, C; de la Puente,


M.L (1995), muchas personas opinan que estas no están del todo
ciertas, ya que para estos el desobedecer también implicaría en

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diversas situaciones en que la norma dice que es correcto. Es por
eso que Galloway & Rogers (1994), citados por Cameron, R. J
(1998), concluyen toda esta paradoja en que el comportamiento
disruptivo y la indisciplina incluye cualquier comportamiento en el
que haya un problema que se encuentre inapropiado o molesto
para el profesor.

Con todo lo anterior mencionado podemos decir que en


ciertas situaciones se establecen diversas condiciones, una de estas
podría ser el no tener una unión en los criterios, haciendo que los
alumnos se sientan desorientados y por ese motivo muchas veces
la conducta que ellos desarrollan sea una conducta indisciplinaría.

Muy a pesar que el control del grupo es algo primordial en las


diversas actividades del docente, este campo ha ido poco a poco
abandonándose ocasionando más dificultas y tensiones inherentes a
su aplicación y discusión en distintos ámbitos esto según Furlan
(2003), sin embargo el “Rendimiento Académico”, es un aspecto
muy utilizado por la escuela para referirse al funcionamiento de una
clase.

En una investigación hecha por Badia, M (2001), se


encontró que ante comportamientos como olvidarse de las tareas o
de los deberes entre otros, la forma en que los profesores ven esto
fue que solían dar aviso a los padres cuando surgía problemas de

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esa índole, pero los alumnos no lo veían esto como algo bueno,
aunque dar el aviso solucionara el problema.

Según la literatura especializada este es dependiente de


factores como los estilos intelectuales, las estrategias de
aprendizaje o comportamientos como la disciplina e incluso la
misma conducta de los alumnos.

En este sentido muchos docentes coinciden que el tener una


clase bien disciplinada es uno de los indicadores más importantes
de la enseñanza exitosa, esto dicho por Gotzens, Castelló,
Genovard y Badia (2003). Aunque esto también es un pensamiento
que comparte diversos autores como Urbina, Simon y Echeita.

La disciplina escolar no es primordialmente una cuestión de


faltas y fracasos de parte de los alumnos en su comportamiento, ya
sea que este fuese causado por problemas extraescolares, el
trabajo de la escuela y docentes es no dejar de ver estos problemas
como algo primordial, sino también hacerse esto algo positivo, ya
que también su función es servir de guía y orientación sobre el
cómo actuar ante diversas situaciones de la vida en la escuela.

Con todo esto es considerado algo valioso el ampliar la


perspectiva del estudio de la disciplina y su predicción en relación
con el rendimiento académico, dado que constituye, en la era

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moderna que este sea uno de los temas más importantes entre
otros que conforman el panorama educativo. Pensando de forma
extrema se puede afirmar que la falta disciplina es la principal
causante del bajo rendimiento académico en muchas escuelas de
hoy en día. Gotzens, Badia, Genovard, & Dezcallar, (2010).

Es cierto que ante determinados comportamientos que se


podrían catalogar como de gravedad, como robar, pelear o incluso
los que involucren a los padres, la percepción del docente es que
suelen avisar a los padres, es para en determinado caso estos
tengan algo que ver con el comportamiento del alumno. Esto nos
dice que la familia juega un papel muy importante dentro del
desarrollo académico de un alumno.

No obstante esto no deja de ser algo preocupante ya que los


alumnos no perciben este tipo de estrategia de parte de los
profesores y estos quedan como los villanos del cuento.

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Marco teórico

De algún modo, los académicos o profesores que


pertenecemos a la generación nacida a mediados del siglo XX,
crecimos en una sociedad que, efectivamente, parecía tener esas
tendencias. Vivimos una época donde prevalecieron las políticas de
la configuración del Estado de bienestar, lo que posibilit un
proceso de mejoría notable en la vida de importantes sectores de la
población de los países occidentales, aunque débilmente en las
naciones menos desarrolladas.

La progresiva pacificación de la socio dad la creciente


autonomi aci n de los sujetos, vía interiorización de las normas, se
ha expresado en el terreno educativo a través del cambio de
discurso pedagógico. cre la imagen del estudiante como alguien a
quien la escuela puede darle una ma or responsabili aci n evitar
partir del supuesto de la fatalidad de la conducta transgresiva.

Pero también nos toc participar en el brutal quiebre de las


tendencias que caracterizaban al mundo de la posguerra, incluso el
mundo de la guerra fría. Sin pretender explicar este quiebre,
resulta claro que es producto de la implantación de un modelo
económico en donde se impuso una fuerte acumulación basa da en
la desaparición de las conquistas laborales que fueron una de las
bases sobre las que se constru el Estado de bienestar. Vimos

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desaparecer progresivamente a las economías nacionales e
implantarse un mercado global en el que dominan cada vez menos
corporaciones trasnacionales. Cuando revisamos algunos textos de
historia de la educación, comprobamos un alto grado de presencia
de la violencia.

Durkheim (1969) refiere la violencia que caracterizaba a los


primeros estudiantes de las universidades medievales lo cual, entre
otras cosas, tuvo como una de sus consecuencias la creación de los
colegios como lugar donde se conjuntaban vivienda y enseñanza (lo
que permitía mantener bajo control a los jóvenes salvajes).

Santoni Rugiu (1994) nos ensena que, durante mucho


tiempo, en la escuela se portaban armas, además de que en
algunos institutos se enseñaba a usarlas. La relación entre las
practicas caballerescas y la educación estaban entrelazadas.

los hechos clasificados como indisciplina, han aumentado


tanto en frecuencia como en intensidad. En nuestro país,
aproximadamente durante los últimos tres años de la década
pasada y con más fuerza a partir de esta, nos hemos encontrado
con un cambio radical en el tipo de acontecimientos que preocupan
a los actores del sistema escolar, identificados como indisciplina y
paulatinamente como violencia.

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En México, ante el evidente aumento de estos
acontecimientos, se han creado dispositivos y estrategias
encaminados a la prevención y/o detención de fenómenos
catalogados como violentos, mismos que hasta hace poco solo
estuvieron a cargo de las instancias de salud y su propósito era
detectar y canalizar a adolescentes y jóvenes consumidores de
droga a las unidades de rehabilitación.

Estas estrategias generalmente eran recomen daciones de


médicos, psicólogos y psiquiatras investigadores del Instituto
Mexicano de Psiquiatría quienes, a través de sus estudios
epidemiológicos, han dado cuenta de los factores asociados con el
consumo de drogas, entre los que se consideran las riñas entre
jóvenes consumidores, la comisión de delitos, el intento o
consumación de suicidios y el abuso sexual.

A partir de 2001 se lanzaron nuevas estrategias que atienden


el problema del con sumo y venta de drogas desde una mirada
preventiva, coordinados por las instancias judiciales. Organizar
foros donde los alumnos ejerciten practicas ciudadanas (elección de
representantes, formación de sociedades estudiantiles, expresión
pública de sus necesidades y derechos); ofrecer platicas con
psicólogos, médicos y trabajadores sociales, as como trípticos a los
estudiantes y a sus padres sobre los temas de maltrato, adicciones,
abuso sexual y violencia.

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También, han establecido convenios con instituciones
gubernamentales y no gubernamentales con el fin de realizar
campañas conjuntas de atención psicológica y farmacológica a los
estudiantes que as lo requieran.

Los actores del sistema escolar han respondido de diferentes


maneras a estas estrategias. Como lo confirma la doctora Sylvia
Ortega Salazar en la entrevista que se incluye en este número, los
programas de intervención son propuestos a las escuelas como un
“men de opciones” del cual sus integrantes eligen llevan a cabo
de acuerdo con su problemática particular y sus formas de
organización.

Por otro lado, a la par que se realizan esfuerzos por dotar a


las escuelas de estrategias adecuadas para enfrentar las
problemáticas de indisciplina y/o violencia, crece también la
tendencia, a nivel de la investigación que se realiza, a incluir
comportamientos como el “relajo” en clase, el desorden pro bocado
por los alumnos, las faltas de respeto al maestro, el maltrato, el
acoso y el abuso entre compañeros o entre profesores y alumnos,
bajo la palabra “violencia”, se va desdibujando la cuestión de la
disciplina.

Maestros, directivos y alumnos difícilmente enuncian la


palabra violencia para calificar los acontecimientos que dificultan el
trabajo escolar. Sin embargo, maestros y directivos señalan que los
alumnos son cada vez más “agresivos”, “groseros”, “provocadores”
y ven a las condiciones socia les y familiares como la causa

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principal, lo que hace que también en este terreno –como en el de
la investigación– la palabra “indisciplina” desaparezca del
vocabulario del personal escolar haciendo casi imposible encontrar
formas de abordar la conducta disruptiva de los estudiantes desde
los procesos educativos.

En las conductas individuales o en el quehacer institucional.


La respuesta fue excepcional: se recibieron 21 artículos de los que
fueron aceptados 11 para integrar los dos números que ponemos a
disposición de los lectores. Esta respuesta extraordinaria, qui
podríamos interpretarla también como muestra de que el problema
est creciendo y va a seguir haciéndolo por mucho tiempo, lo que
incita a plantear la pregunta acerca de si estamos en un proceso
des civilizatorio, categoría también utilizada por Norbert Elias.

En la sección temática de la revista, específicamente en la de


Investigación, participan colegas de é ico Argentina quienes
estudian los problemas de convivencia, disciplina, indisciplina y/o
violencia desde hace por lo menos una década.

Han realizado sus investigaciones en escuelas de secundaria


y de educación media superior; cinco de los artículos tienen a la
violencia escolar como su objeto de estudio central, mientras que
en los otros seis la indisciplina o la violencia son temáticas que
forman parte del objeto central o se han convertido en cuestiones

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ineludibles, a partir de los resultados obtenidos en el proceso de
indagación.

Claudia L. Saucedo Ramos, desde un enfoque sociocultural,


analiza como los discursos y las prácticas de posicionamiento,
clasificación y exclusión que utilizan maestros y alumnos de una
escuela secundaria van constru endo la identidad de “alumnos
problema”. El problema de la indisciplina en la escuela del nivel
básico forma parte de un campo recién instaurado en cuanto tal,
que reúne diversos trabajos, muchos de ellos estuvieron dispersos
en otros campos del conocimiento

En décadas anteriores. Dada la importancia que ha cobrado –


tanto nacional como internacionalmente la reflexión sobre los
procesos y prácticas de disciplina y convivencia en la escuela,
derivada en parte del notable incremento de problemas de
indisciplina y violencia, se plantea la necesidad de impulsar la
investigación sobre este ámbito fundamental del trabajo escolar.

A pesar de que el control del grupo es una de las tareas que


cualquier docente debe resolver como condición para desarrollar el
trabajo pedagógico, posiblemente este aparente abandono del
campo ha tenido relación con las dificultades y tensiones inherentes
a su abordaje y discusión en distintos ámbitos (Furlana,
2003:247248).

La investigación se sitúa en la perspectiva biogr ficonarrativa,


dentro de una metodología de corte hermenéutico. El término
“investigación biogr ficonarrativa” inclu e un e tenso conjunto de

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modos de obtener y analizar cualquier forma de reflexión oral y
escrita que utiliza la experiencia personal en su dimensión temporal
(Bolívar, 2001:1718). Una de las líneas de la perspectiva narrativa
la vincula con el desarrollo/psicología moral y educación moral.

Esta enfoca como los individuos otorgan significado a sus


experiencias al expresarlas en forma narrativa; sostiene que los
sujetos desarrollan su moralidad al “dar autoría” a sus propios
relatos y derivar lecciones aprendidas de las historias que cuentan
basadas en sus experiencias. Este es un recurso que,
necesariamente, alude a un “telas” o referencia valorar, desde la
cual se establecen los argumentos.

En consecuencia, dar “autoría” contrasta con el simple


enlistado de eventos en situaciones de conflicto moral en las que el
individuo no asume una responsabilidad personal, es decir no
reclama una autoría o autoridad moral respecto de sus
pensamientos, sentimientos y acciones (Tapan y Brown, 1989:175,
180 ). ué se entiende por “mal comportamiento” en la
escuela?

De acuerdo con las narraciones, el comportamiento


disciplinado se basa en dos ejes: obediencia y respeto. La primera
supone la observancia en el aula de tres normas fundamentales:
guardar silencio, poner atención y trabajar sentado en su lugar, de
acuerdo con las indicaciones del docente. El segundo supondr

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dirigirse de forma respetuosa y considerada hacia los compañeros y
autoridades, as como hacia sus pertenencias, prescindiendo de
insultos, golpes, burlas, destrucción o robo de objetos ajenos, mal
trato del mobiliario o instalaciones escolares. 4 En no pocos casos,
estar también considerado como comportamiento respetuoso
asumir determinación

Fierronadas convenciones escolares sobre el arreglo personal


(vestimenta, corte de pelo, peinados, maquillaje, etcétera), cuyo
incumplimiento en dos casos ser motivo de expulsión.

Con ayuda de una narración, cuya autora utiliza los reportes


escolares para elaborar su caso, presentamos una descripción típica
de las acciones consideradas como “mal comportamiento o
indisciplina”, en este caso sobre un alumno de secundaria:

El ultimo eslabón de la cadena

Los casos reunidos permiten destacar un primer aspecto


relevante. La fi gura directiva es involucrada cuando llega el
momento de tomar la decisión acerca de la expulsión o
permanencia en la escuela de alumnos con “mal comportamiento”.
Esto significa que frente a un tema importante como el de la
disciplina –en razón del que se juega para muchos estudiantes la
posibilidad de concluir o no el ciclo de educación básica el director

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aparece tardíamente. Participa en el último eslabón de una cadena
de decisiones de la que no fue interlocutor de proceso sino que
representa la instancia decisoria final ante situaciones que
previamente generaron pos turas, decisiones y acciones por parte
de los involucrados. La indisciplina, un problema con perspectiva de
género

Si se analiza quien es el sujeto del problema de indisciplina,


los casos mostraran que cuando se habla de niños “mal portados”
en la escuela, básicamente se alude a varones. Ninguno de los
casos de expulsión en primaria o secundaria tiene a una niña como
protagonista.

En este último nivel habr únicamente dos casos referidos a


aplicación de sanciones que las involucren. Del gran conjunto de
problemas de comportamiento de alumnos, únicamente en dos
ocasiones aparecen niñas y en ambos casos su presencia se debe a
que ellas son el objeto del maltrato de algún compañero. El
problema de uno afecta a todos los demás.

El mal comportamiento, además de ser un rasgo peculiar de


algunos alumnos, tiene consecuencias negativas para los demás
compañeros, quienes se ven amenazados en su integridad física as
como en su derecho a estar en un ambiente ordenado y relajado en
tanto el compañero permanezca en su aula.

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Representa un mal ejemplo para el resto del grupo. El orden y
el trabajo del resto no únicamente se ven amenazado al tolerar el
mal comportamiento tú de algunos alumnos, sino que se corre el
peligro de que otros compañeros se “dejen influir” se generalice
una situación de desorden en el aula.

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Fuentes consultadas

M. Del Mar Badia Martín. (2006). Gravedad e importancia


de los comportamientos de indisciplina. Causas y factores asociados
a ciertas conductas: una revisión de diferentes estudios.
Barcelona. Universidad Autónoma de Barcelona.

María Cecilia Fierro Evans. (2005). Revista Mexicana de


Investigación Educativa: EL PROBLEMA DE LA INDISCIPLINA DESDE
LA PERSPECTIVA DE LA GESTIÓN DIRECTIVA EN ESCUELAS
PÚBLICAS DEL NIVEL BÁSICO. México. León, Guanajuato.
Consejo Mexicano de Investigación Educativa A.C.

GOTZENS BUSQUETS, CONCEPCIÓN; CLADELLAS PROS,


RAMON; CLARIANA MUNTADA, MERCÈ; BADIA MARTÍN, MAR.
(2015). Indisciplina Instrucciones y Convencional: Su Predicción
en el Rendimiento Académico Revista Colombiana de Psicología,
vol. 24, núm., pp. 317-330. Bogotá, Colombia. Universidad
Nacional de Colombia.

Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80441602006

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