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Traducción: María Luisa Peralta, para Lesbianas a la Vista, 1998. Versión final
con revisión de Gabriela Adelstein, para bocavulvaria ediciones, 2015.
Disponible en: http://potenciatortillera.blogspot.com.ar/1998/07/gayle-rubin-
por-maria-luisa-peralta.html
Bocavulvaria Ediciones
1er Edición Otoño 2018 – Córdoba Argentina
Gayle Rubin
En el Crepúsculo del Brillo
La Teoría como justicia erótica
Indice
El tráfico de mujeres:
notas sobre la "economía política" del sexo.(1975) 5 - 68
De catamitas y reyes:
reflexiones sobre butch, género y frontera. (1992) 147 - 172
Tráfico Sexual
Entrevista de Judith Butler a Gayle Rubin (1994) 173 - 222
Geologías de los estudios queer. Déjà vu, otra vez (2011) 223 - 240
1
obras anteriores y marca un tácito precepto que impulsa como
estudiosa de la conducta erótica (in)aceptable y las
sexualidades minorizadas.
Si las políticas de conocimiento son políticas sexuales, estos
textos sobre tráfico de mujeres, masculinidad lésbica, trabajo
sexual, pornografía, sadomasoquismo, memoria de la
disidencia sexual, nos invitan a pensar e interrogar cómo el
trabajo intelectual -tanto académico como el que se realiza en
otros ámbitos-, pueden ser modos de lucha a favor de la
justicia eróticaI, al examinar las condiciones epistemológicas,
económicas, sociales, culturales y políticas para la expresión
sexual y de género (identidad, comportamientos, roles,
identificaciones, etc.).
Su preocupación por el desarrollo de una ética sexual
pluralista a partir de un concepto de variedad sexual benigna,
la llevó a investigar ciertos presupuestos constantes en el
pensamiento social acerca del sexo y cómo algunos de éstos
cobran mayor intensidad en momentos de crisis política y
económica. A su vez, su producción teórica gravita sobre un
desvelo: la membresía comunitaria, interpelando cómo las
comunidades construyen fronteras y límites que definen
lógicas de pertenencia y exclusión bajo convencionalismos de
pureza, lo que nos incita a interrogarnos sobre los criterios
que gobiernan y regulan nuestras propias comunidades de
identificación sexual y afectiva.
Su trabajo constituye una referencia ineludible para quienes
sostenemos una posición prosexo a nivel local, siempre
atendiendo a los diferentes marcos históricos de debate y sus
2
enunciaciones geopolíticas. En un contexto antisexo, represivo
y conservador de la actual coyuntura, no solo de Argentina
sino de América Latina, sus textos son herramientas
fundamentales para comprender la construcción de los
pánicos sexuales, la criminalización de la protesta sexual y las
guerras del sexo, así como para potenciar los análisis de la
militarización del espacio público, el ajuste, los despidos, la
inflación y los tarifazos, haciéndolos pivotear sobre esta clave.
En especial, para lxs educadorxs releer sus investigaciones en
diálogo con algunos postulados de la pedagogía queer, nos
introduciría en una tarea perturbadora al poner en tensión las
políticas sobre la educación sexual integral (ESI) desde una
posición prosexo, partiendo de su insistencia en la creatividad
erótica, para poder analizar en los lineamientos curriculares,
las experiencias escolares de ESI y las propuestas de
formación, los presupuestos antisexo que las sostienen.
Su ejercicio de la antropología la define como una delicada y
artera conocedora y rastreadora de múltiples estudios sobre
las sexualidades no heteronormativas, construyendo una
suerte de genealogía de los desvíos de la normalidad que
fueron configurando el campo de los estudios queer,
ponderando la importancia de los archivos, su creación y
sostenibilidad, como memoria viva del presente. Si nuestros
imaginarios están heridos por la amnesia que provoca la
heteronormatividad, Rubin llama la atención sobre los
conocimientos queer y sus condiciones de producción, y
expresa la necesidad de crear, sostener y preservar los
archivos, y sin ánimos fundacionales, apostar a cierta
estructura institucional que posibilite su mantenimiento en el
tiempo para que el parpadeo del presente nos encuentre
atentas a los estratos de conocimientos que hacen posible las
acciones políticas y teóricas en la actualidad.
Una pensadora crítica del marxismo, el psicoanálisis y el
estructuralismo, su trabajo intelectual y político se hace en
primera persona, desistiendo de conceptos universales para el
estudio de la relación entre sexualidad y género que considera
siempre situacional. En este sentido, Rubin habita la
3
bibliografía de muchos seminarios de género que se dictan en
nuestras universidades locales. Sin embargo, siempre llamó
mi atención cómo su figura era higienizada y desexualizada al
silenciar su activismo en las guerras del sexo en USA y su
afición por las prácticas sadomasoquistas lésbicas. La
respetabilidad académica y la asepsia sexual como requisito
del régimen de producción de conocimientos también precisa
ser interrogado como parte de la lucha por la justicia erótica.
¿Desde la disidencia sexual queremos seguir produciendo
académicxs impolutxs, desexualizadxs e incontaminadxs por
los placeres de la carne?
En nuestros días la purpurina inunda la fiesta y la protesta
del feminismo y la disidencia sexual, como destellos fugaces e
irreverentes que iluminan nuestras vidas, una afirmación de
vitalidad en un paisaje de aniquilamiento. Allí es interesante
importunar con el legado de Rubin, su inmiscuirse
obscenamente más allá del resplandor de la escena, su
transitar por los bordes de la penumbra hetero y
homonormativa así como por la masividad del feminismo a la
que asistimos hoy, indagando la opacidad de sus bordes, allí
donde habitan los desechos de esa luminosidad omnisciente de
los movimientos sociales y sexuales.
Lecturas que proponen un feminismo pervertido, que no se
ajusta a la normalidad -incluso la que se instala en el propio
activismo-, que es refugio y no expurgación del lumpenaje
sexual, uno que ve en las anomalías una preciosura de la
variedad de la vida.
val flores
4
EL TRÁFICO DE MUJERES:
NOTAS SOBRE LA “ECONOMÍA
POLÍTICA” DEL SEXO
1975
5
6
El tráfico de mujeres:
notas sobre la “economía política” del sexo
7
En alguna ocasión, Marx preguntó: “¿Qué es un esclavo negro?
Un hombre de la raza negra. Sólo se convierte en esclavo en
determinadas relaciones. Una devanadora de algodón es una
máquina para devanar algodón. Sólo se convierte en capital en
determinadas relaciones. Arrancada de esas relaciones no es
capital, igual que el oro en sí no es dinero ni el precio del azúcar
es azúcar” (Marx, 1971b, p. 28). Podríamos parafrasear: ¿Qué es
una mujer domesticada? Una hembra de la especie. Una
explicación es tan buena como la otra. Una mujer es una mujer.
Sólo se convierte en doméstica, esposa, mercancía, conejito de
play-boy, prostituta o dictáfono humano en determinadas
relaciones. Fuera de esas relaciones no es la ayudante del
hombre igual que el oro en sí no es dinero. ¿Cuáles son, entonces,
esas relaciones en las que una hembra de la especie se convierte
en una mujer oprimida? El lugar para empezar a desenredar el
sistema de relaciones por el cual las mujeres se convierten en
presa de los hombres está en las obras, que se superponen, de
Claude Lévi-Strauss y Sigmund Freud. La domesticación de las
mujeres, bajo otros nombres, está largamente estudiada en la
obra de ambos. Leyéndolas, se empieza a vislumbrar un aparato
social sistemático que emplea mujeres como materia prima y
modela mujeres domesticadas como producto. Ni Freud ni Lévi-
Strauss vieron su propio trabajo a esta luz, y ciertamente
ninguno de ellos echó una mirada crítica al proceso que
describen; por lo tanto, sus análisis y descripciones deben ser
leídos más o menos como Marx leyó a los economistas políticos
clásicos que lo precedieron (sobre esto, ver Althusser y Balibar,
1970: 11-69). Freud y Lévi-Strauss son en cierto sentido análogos
a Ricardo y Smith: no ven las implicaciones de lo que están
diciendo, ni la crítica implícita que su obra es capaz de generar
bajo un ojo feminista. Sin embargo, proporcionan los
instrumentos conceptuales con que podemos constituir
descripciones de la parte de la vida social que es la sede de la
opresión de las mujeres, las minorías sexuales y algunos aspectos
de la personalidad humana en los individuos. He llamado a esa
parte de la vida social el “sistema de sexo/género”, por falta de un
término más elegante. Como definición preliminar, un “sistema
de sexo/género” es el conjunto de disposiciones por el que una
sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la
8
actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades
humanas transformadas.
9
Marx
10
por trabajo, se reproduce y se aumenta a sí misma extrayendo
trabajo no pagado, o plusvalía, de la mano de obra para sí misma.
11
músculos, cerebro, nervios, etc., humanos, y es preciso
restaurarlos. . , (Ibid., p. 171).
2 Buena parte del debate sobre las mujeres y el trabajo doméstico se ha centrado en
la cuestión de si el trabajo doméstico es “productivo” o no. Hablando estrictamente,
el trabajo doméstico ordinariamente no es “productivo” en el sentido técnico del
término (I. Gough, 1972; Marx, 1969: 387-413). Pero esa distinción no tiene
importancia para la línea principal de la argumentación. El trabajo doméstico puede
no ser “productivo” en el sentido de producir directamente plusvalía y capital y sin
embargo ser un elemento crucial en la producción de plusvalía y capital.
12
sitio cuando resultan insuficientes los mecanismos habituales de
la intimidación masculina. “Domamos a nuestras mujeres con el
plátano”, dijo un hombre de Mundurucu (Murphy, 1959: 195).
Los documentos etnográficos están llenos de prácticas cuyo efecto
es mantener a las mujeres “en su sitio” cultos de hombres,
iniciaciones secretas, conocimientos masculinos arcanos, etc. Y la
Europa feudal precapitalista estaba lejos de ser una sociedad
donde no había sexismo. El capitalismo retomó, y reorganizó,
ideas del hombre y la mujer que eran muy anteriores. Ningún
análisis de la reproducción de la fuerza de trabajo en el
capitalismo puede explicar el ligado de los pies, los cinturones de
castidad ni ninguna de las fetichizadas indignidades de la
increíble panoplia bizantina, por no hablar de las más ordinarias,
que se han infligido a las mujeres en diversos lugares y tiempos.
El análisis de la reproducción de la fuerza de trabajo no explica
ni siquiera por qué son general-mente las mujeres las que hacen
el trabajo doméstico, y no los hombres.
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hombres, y que el capitalismo es heredero de una larga tradición
en que las mujeres no heredan, en que las mujeres no dirigen y
en que las mujeres no hablan con el dios. Es este “elemento
histórico y moral’ el que proporcionó al capitalismo una herencia
cultural de formas de masculinidad y femineidad. Es dentro de
ese “elemento histórico y moral” que está subsumido todo el
campo del sexo, la sexualidad y la opresión sexual. Y la brevedad
del comentario de Marx destaca solamente la vastedad del área
de la vida social que cubre y deja sin examinar. Sólo sometiendo
al análisis ese “elemento histórico y moral” es posible delinear la
estructura de la opresión sexual.
Engels
14
determinada por ambos tipos de producción: por la etapa de
desarrollo del trabajo por un lado y de la familia por el otro. . .
(Engels, 1972, pp. 71-72; subrayados míos).
3 El hecho de que algunas sean bastante raras desde nuestro punto de vista sólo
demuestra que la sexualidad se expresa a través de la intervención de la cultura
(Ford y Beach, 1972). Los exotismos en que se deleitan los antropólogos ofrecen
muchos ejemplos. Entre los banaro, el matrimonio implica varias sociedades
sexuales socialmente sancionadas. Al casarse, la mujer es iniciada en la relación
sexual por el amigo-pariente del padre de su novio. Después de tener un hijo de ese
hombre empieza a tener relaciones con su marido. También tiene una relación
institucionalizada con el amigo-hermano de su marido. Las socias del hombre
incluyen a su esposa, la esposa de su amigo-hermano y la esposa del hijo de su
amigo-hermano (Thurnwald, 1916). Las relaciones sexuales múltiples son una
costumbre muy pronunciada entre los marind-anim. Al casarse, la novia tiene
15
El reino del sexo, el género y la procreación humanos ha estado
sometido a, y ha sido modificado por, una incesante actividad
humana durante milenios. El sexo tal como lo conocemos —
identidad de géneros, deseo y fantasías sexuales, conceptos de la
infancia— es en sí un producto social. Necesitamos entender las
relaciones de su producción, y olvidar por un momento la
alimentación, el vestido, los automóviles y los radios de
transistores. En la mayor parte de la tradición marxista, e
incluso en el libro de Engels, el concepto de “segundo aspecto de
la vida material” ha tendido a desvanecerse en el fondo, o a ser
incorporado a las nociones habituales de la “vida material”. La
sugerencia de Engels nunca ha sido seguida y sometida al
refinamiento que necesita. Pero él indica la existencia y la
importancia del campo de la vida social que quiero llamar
sistema de sexo/género.
relaciones con todos los miembros del clan del novio, siendo el novio el último. Toda
fiesta importante es acompañada por una práctica llamada otiv-bombari, en que se
reúne semen para fines rituales. Unas pocas mujeres tienen relaciones con muchos
hombres, y el semen resultante se junta en cubetas de cáscara de coco. El varón
mariné es sometido a múltiples relaciones homosexuales durante su iniciación (Van
Baal, 1966). Entre los etoro, las relaciones heterosexuales están prohibidas entre
205 y 260 días por año (Kelly, 1974). En buena parte de Nueva Guinea los hombres
tienen miedo de la cópula y piensan que los matará si la practican sin precauciones
mágicas (Glasse, 1971; Meggitt,1970). Generalmente tales ideas de contaminación
femenina expresan la subordinación de las mujeres, pero los sistemas simbólicos
contienen contradicciones internas cuyas extensiones lógicas a veces conducen a la
16
relaciones sociales. No podemos relegar todos los multifacéticos
aspectos de la reproducción social al sistema sexual. El
reemplazo de la maquinaria es un ejemplo de reproducción en la
economía. Por otro lado, no podemos limitar el sistema sexual a
la “reproducción”, ni en el sentido biológico del término ni en el
social. Un sistema de sexo/género es simplemente el momento
reproductivo de un “modo de producción”. La formación de la
identidad de género es un ejemplo de producción en el campo del
sistema sexual. Y un sistema de sexo/género incluye mucho más
que las “relaciones de procreación”, la reproducción en sentido
biológico.
17
la capacidad y la necesidad humana de crear un mundo sexual, y
los modos empíricamente opresivos en que se han organizado los
mundos sexuales. El término patriarcado subsume ambos
sentidos en el mismo término. Sistema de sexo/género, por otra
parte, es un término neutro que se refiere a ese campo e indica
que en él la opresión no es inevitable, sino que es producto de las
relaciones sociales específicas que lo organizan.
18
hacerlo, podemos imitar a Engels en el método, no en los
resultados. Engels enfocó la tarea de analizar “el segundo aspecto
de la vida material” por la vía del examen de una teoría de los
sistemas de parentesco. Los sistemas de parentesco son y hacen
muchas cosas, pero están formados por, y reproducen, formas
concretas de sexualidad socialmente organizada. Los sistemas de
parentesco son formas empíricas y observables de sistemas de
sexo/género.
19
invención del lenguaje, fueron los hechos que marcaron
decisivamente la discontinuidad entre los homínidos
semihumanos y los seres humanos (Sahlins, 1960; Livingstone,
1969; Lévi-Strauss, 1969).
20
divergentes destinos sociales de los dos sexos. Como para Lévi-
Strauss la esencia de los sistemas de parentesco está en el
intercambio de mujeres entre los hombres, implícitamente
construye una teoría de la opresión sexual. Es justo que el libro
esté dedicado a la memora de Lewis Henry Morgan.
21
Tu propia madre, tu propia hermana, tus propios puercos, tus
propios camotes que has apilado, no los puedes comer. Las
madres de otros, las hermanas de otros, los puercos de otros,
los camotes de otros que ellos han apilado, los puedes comer.
(Arapesh, cita en Lévi-Strauss, 1969, p. 27).
23
de parentesco. Todos los demás niveles, cantidades y direcciones
de intercambio —incluyendo los hostiles— están ordenados por
esta estructura. Las ceremonias de matrimonio registradas en la
literatura etnográfica son momentos en una procesión incesante
y ordenada en que mujeres, niños, conchas, palabras, nombres de
ganado, peces, ancestros, dientes de ballena, puercos, camotes,
hechizos, danzas, esteras, etc., pasan de mano en mano, dejando
como huella los vínculos que unen. Parentesco es organización, y
la organización otorga poder. Pero ¿a quién organizan?
5 “¿Qué quieres casarte con tu hermana? ¿Qué te pasa? ¿No quieres tener un
cuñado? ¿No te das cuenta de que si te casas con la hermana de otro hombre y otro
hombre se casa con tu hermana, tendrás por lo menos dos cuñados, mientras que si
te casas con tu propia hermana no tendrás ninguno? ¿Con quién cazarás, con quién
cultivarás tu huerto, a quién irás a visitar?” (Arapesh, cita en Lévi-Strauss, 1949, p.
485).
24
precipita o permite que el intercambio se produzca, pero no
puede modificar su naturaleza. . . (Lévi- Strauss, Ibidp. 115). 6
6 Este análisis de la sociedad como basada en vínculos entre hombres por medio de
mujeres hace totalmente inteligibles las respuestas separatistas del movimiento de
las mujeres. El separatismo puede ser visto como una mutación de la estructura
social, como un intento de formar grupos sociales basados en vínculos inmediatos
entre mujeres. También puede ser visto como una negación radical de los “derechos”
de los hombres sobre las mujeres, y como una afirmación de las mujeres de sus
derechos sobre sí mismas.
25
Desde luego, también hay tráfico de hombres, pero como esclavos,
campeones de atletismo, siervos o alguna otra categoría social
catastrófica, no como hombres. Las mujeres son objeto de
transacción como esclavas, siervas y prostitutas, pero también
simplemente como mujeres. Y si los hombres han sido sujetos
sexuales —intercambiadores— y las mujeres semiobjetos
sexuales —regalos— durante la mayor parte de la historia
humana, hay muchas costumbres, lugares comunes y rasgos de
personalidad que parecen tener mucho sentido (entre otras, la
curiosa costumbre de que el padre entregue a la novia).
26
caso, personas) a y por un propósito subjetivo (por este sentido de
la producción, Marx, 1971a, pp. 80-99). Tiene sus propias
relaciones de producción, distribución e intercambio, que
incluyen ciertas formas de “propiedad” de personas. Esas formas
no son derechos de propiedad exclusivos y privados, sino más
bien tipos diferentes de derechos que unas personas tienen sobre
otras. Las transacciones de matrimonio —los regalos y el
material que circulan en las ceremonias que marcan un
matrimonio— son una rica fuente de datos para determinar con
exactitud quién tiene qué derechos sobre quién. No es difícil
deducir de esas transacciones que en la mayoría de los casos los
derechos de las mujeres son bastante más residuales que los de
los hombres.
27
determinadas convenciones sexuales. El “intercambio de
mujeres” es el paso inicial hacia la construcción de un arsenal de
conceptos que permitan describir los sistemas sexuales.
28
estado de dependencia recíproca entre los sexos, (Lévi-
Strauss, 1971, pp. 347-48).
La división del trabajo por sexos, por lo tanto, puede ser vista
como un “tabú”: un tabú contra la igualdad de hombres y
mujeres, un tabú que divide los sexos en dos categorías
mutuamente exclusivas, un tabú que exacerba las diferencias
biológicas y así crea el género. La división del trabajo puede ser
vista también como un tabú contra los arreglos sexuales distintos
de los que contengan por lo menos un hombre y una mujer,
imponiendo así el matrimonio heterosexual.
29
tierra y el cielo, el yin y el yang, la vida y la muerte. En realidad,
desde el punto de vista de la naturaleza, hombres y mujeres
están más cerca el uno del otro que cada uno de ellos de cualquier
otra cosa —por ejemplo, montañas, canguros o palmas. La idea
de que los hombres y las mujeres son más diferentes entre sí que
cada uno de ellos de cualquier otra cosa tiene que provenir de
algo distinto de la naturaleza. Además, si bien hay una diferencia
promedio entre machos y hembras en una variedad de rasgos, la
gama de variación de esos rasgos muestra una superposición
considerable. Siempre habrá algunas mujeres que son más altas
que algunos hombres, por ejemplo, aun cuando en promedio los
hombres son más altos que las mujeres. Pero la idea de que los
hombres y mujeres son dos categorías mutuamente excluyentes
debe surgir de otra cosa que una inexistente oposición “natural”. 7
Lejos de ser una expresión de diferencias naturales, la identidad
de género exclusiva es la supresión de semejanzas naturales.
Requiere represión: en los hombres, de cualquiera que sea la
versión local de rasgos “femeninos”; en las mujeres, de la versión
local de los rasgos “masculinos”. La división de los sexos tiene el
efecto de reprimir algunas de las características de personalidad
de prácticamente todos, hombres y mujeres. El mismo sistema
social que oprime a las mujeres en sus relaciones de intercambio,
oprime a todos en su insistencia en una división rígida división
de la personalidad.
30
implícita en los dos aspectos del género: macho y hembra los
crea, y los crea heterosexuales. La supresión del componente
homosexual de la sexualidad humana, y su corolario, la opresión
de los homosexuales, es por consiguiente un producto del mismo
sistema cuyas reglas y relaciones oprimen a las mujeres.
31
marido si tiene con qué pagar el precio necesario (Herskovits,
1937).
32
Esta generalidad, igual que las referentes al género y la
heterosexualidad, está sujeta a considerables variaciones y juego
libre en los sistemas concretos. Los lele y los kuma proveen dos
de los ejemplos etnográficos más claros del intercambio de
mujeres. En ambas culturas, los hombres están perpetuamente
dedicados a planes que exigen que tengan pleno control sobre el
destino sexual de sus parientas mujeres. Buena parte del drama
en ambas sociedades consiste en intentos femeninos de escapar al
control sexual de sus parientes. Sin embargo, en ambos casos la
resistencia femenina está severamente circunscrita (Douglas,
1963; Reay, 1959).
33
tranquilamente que hemos de casarnos convencionalmente con la
hija del hermano de nuestra madre, o con el hijo de la hermana
de nuestro padre: sin embargo existen grupos en que ese futuro
conyugal se da por sentado.
34
parte están mejor documentados los efectos sobre las mujeres de
los sistemas sociales dominados por los hombres que en la
literatura clínica. Según la ortodoxia freudiana, alcanzar una
femineidad “normal” es algo que tiene severos costos para las
mujeres. La teoría de la adquisición del género pudo haber sido la
base de una crítica de los papeles sexuales, pero en cambio las
implicaciones radicales de la teoría de Freud fueron radicalmente
reprimidas. Esa tendencia es evidente incluso en las
formulaciones originales de la teoría, pero se ha exacerbado a lo
largo del tiempo hasta que el potencial de una teoría
psicoanalítica crítica del género sólo es visible en la
sintomatología de su negación —una intrincada racionalización
de los papeles sexuales tal como son. No es el objeto de este
artículo hacer un psicoanálisis del inconsciente psicoanalítico,
pero sí espero demostrar que existe.
8 "Al estudiar a las mujeres no podemos dejar de lado los métodos de una ciencia de
la mente, una teoría que intenta explicar cómo las mujeres llegan a ser mujeres y los
hombres, hombres. La frontera entre lo biológico y lo social que halla expresión en la
familia es el territorio cuyo mapa se propone trazar el psicoanálisis, el territorio donde
se origina la distinción sexual". (Mitchell, 1971, p. 167). "¿Cuál es el objeto del
psicoanálisis?... sino los ‘efectos prolongados en el sobreviviente adulto, de la
extraordinaria aventura que desde el nacimiento hasta la liquidación de la fase
edípica transforma a un animalito engendrado por un hombre y una mujer en un niño
humano. . . los 'efectos' aún presentes en los sobrevivientes de la ‘humanización’
forzada que transforma al animalito humano en hombre o mujer. . .?” (Althusser,
1969, pp. 57, 59. Subrayados en el original).
35
El Hechizo de Edipo
36
exhibían toda la gama de actitudes libidinales, activas y pasivas.
Y para los niños de ambos sexos, el objeto del deseo era la madre.
En particular, las características de la hembra preedípica
desafiaban las ideas de una heterosexualidad e identidad de
género primordiales. Si la actividad libidinal de la niña se dirigía
hacia la madre, había que explicar su heterosexualidad adulta:
Sería una solución de simplicidad ideal si pudiéramos suponer
que desde determinada edad en adelante la influencia
elemental de la atracción mutua entre los sexos se hace sentir
e impulsa a la mujercita hacia los hombres. . . Pero las cosas
no serán tan fáciles; escasamente sabemos sí podemos creer
en serio en esa fuerza de que tanto y con tanto entusiasmo
hablan los poetas, pero que no se puede disecar
analíticamente. (Freud, 1965, p. 119).
se hacen; Deutsh, que consideraba que las mujeres se hacen, no nacen, desarrolló
una teoría del masoquismo femenino cuyo mejor rival es la Historia de O. He
atribuido el núcleo de la versión “freudiana” del desarrollo femenino a Freud y Lampl
de Groot por igual porque leyendo los artículos me ha parecido que la teoría es tanto
(o más) de ella como de él.
37
asume una pasiva posición femenina frente al padre. Esa
explicación de Freud puede leerse como afirmación de que la
femineidad es consecuencia de las diferencias anatómicas entre
los sexos. Por eso se lo ha acusado de determinismo biológico. Sin
embargo, aun en sus versiones más anatómicamente expresadas
del complejo de castración femenino, la “inferioridad” de los
genitales de la mujer es producto del contexto situacional: la niña
se siente menos “equipada” para poseer y satisfacer a la madre.
Si la lesbiana preedípica no se enfrentara a la heterosexualidad
de la madre, podría sacar conclusiones diferentes sobre la
posición relativa de sus genitales.
38
¿No es sorprendente que Lévi-Strauss, al sugerir esa
implicación de las estructuras del lenguaje con la parte de
las leyes sociales que regula los lazos de matrimonio y
parentesco, esté conquistando ya el territorio mismo en que
Freud ubica el inconsciente? (Lacan, 1968, p. 48).
39
en el caso de que el niño rechace su lugar, no puede evitar
conocerlo. Antes de la fase edípica, la sexualidad del niño es
maleable y está relativamente poco estructurada. Cada niño
contiene todas las posibilidades sexuales disponibles para la
expresión humana, pero en cualquier sociedad determinada sólo
algunas de esas posibilidad se expresan, mientras que otras son
reprimidas. Cuando el niño sale de la fase edípica, su libido y su
identidad de género han sido organizadas en conformidad con las
reglas de la cultura que lo está domesticando.
40
En la terminología de Freud, el complejo de Edipo presenta al
niño una alternativa: o tener pene o estar castrado. En contraste,
la teoría lacaniana del complejo de castración deja atrás toda
referencia a la realidad anatómica:
La teoría del complejo de castración equivale a hacer
desempeñar al órgano masculino un papel dominante —esta
vez como símbolo— en la medida en que su ausencia o
presencia transforma una diferencia anatómica en una
clasificación esencial de los seres humanos, y en la medida en
que, para cada sujeto, esa presencia o ausencia no se da por
sentada, no se reduce pura y simplemente a un dato, sino que
es el problemático resultado de un proceso intra e
intersubjetivo (la asunción de su propio sexo por el sujeto),
Laplanche y Pontalis, en Mehlman, 1972, pp. 198-99;
subrayados míos).
de Freud también está en algún punto medio entre ambas. Freud habla de pene, de
la "inferioridad" del clítoris, de las consecuencias psíquicas de la anatomía. Los
lacanianos, por otra parte, sostienen que Freud es ininteligible si se toman sus textos
literalmente y que una teoría totalmente no anatómica puede deducirse como su
intención (Althusser, 1969). Creo que tienen razón: el pene circula demasiado para
tomar su papel literalmente. La separabilidad del pene y su transformación en
fantasía (por ejemplo, pene-heces-niño-regalo) apoya vigorosamente una
interpretación simbólica. Sin embargo, creo que Freud no fue tan consistente como
quisiéramos Lacan y yo, y es necesario hacer algún gesto hacia lo que
efectivamente dijo, aun mientras jugamos con lo que debe haber querido decir.
41
sociales: “hombre” y “mujer” (Jakobson y Halle, 1971, sobre los
rasgos distintivos).
42
Las huellas que deja incluyen la identidad de género, la división
de los sexos. Pero deja más que eso. Deja la “envidia del pene”,
que adquiere un rico significado de inquietud de las mujeres en
una cultura fálica.
Revisión de Edipo
falo sólo pasa por ella, pero no se instala en ella. El "falo” tiene que pasar por ella
porque la relación de todo macho con otro macho se define a través de ella: un
hombre está ligado a su hijo por la madre, al sobrino por su hermana, etc. Toda
relación entre parientes hombres se define por la mujer que hay entre ellos. Si el
poder es una prerrogativa masculina y debe ser transmitido, tiene que pasar por la
mujer-en-medio. Marshall Sahlins (comunicación personal) sugirió una vez que la
razón de que tan a menudo se defina a las mujeres como estúpidas, contaminantes,
desordenadas, tontas, profanas, etc., es que todas esas categorizaciones definen a
las mujeres como '‘incapaces” de poseer poder que debe transferirse por medio de
ellas.
43
que le dará a él, si llega a ser un hombre, una mujer propia. A
cambio de la afirmación por el niño del derecho de su padre a a
su madre, el padre afirma el falo en su hijo (no lo castra). El niño
cambia a su madre por el falo, la prenda simbólica que más tarde
podrá cambiar por una mujer. Lo único que se le pide es un poco
de paciencia. Conserva su organización libidinal original y el sexo
del objeto original de su amor. El contrato social que ha aceptado
reconocerá eventualmente sus propios derechos y le dará una
mujer propia.
44
es resultado de las definiciones de la situación —la regla de la
heterosexualidad obligatoria y la postergación de las mujeres (sin
falo, castradas) frente a los hombres (los que tienen falo).
Entonces la niña empieza a apartarse de la madre, volviéndose
hacia el Padre.
45
catástrofe. Ahora el camino hacia el desarrollo de la
femineidad está abierto para la niña. (Freud, 1961b, p. 239).
46
especial del punto de vista de Freud es más bien que ve el
deseo de la maternidad no como una formación innata sino
como algo que psicológicamente puede reducirse a sus
elementos ontogenéticos y que extrae originalmente su energía
de elementos instintivos homosexuales o fálicos. . .
47
paz en la renunciación” (ibidp. 231) tendrán dificultad para
alcanzar una actitud saludable hacia las relaciones sexuales y la
maternidad. Por qué para Deutsch aparentemente esas mujeres
son casos especiales no queda claro.
48
reordenar. Mujeres, únanse para eliminar el residuo edípico de la
cultura.
49
reorganizara de manera que los hombres no tuvieran derechos
superiores sobre las mujeres (si no hubiera intercambio de
mujeres) y si no hubiera género, todo el drama edípico pasaría a
ser una reliquia. En suma, el feminismo debe intentar una
revolución en el parentesco.
50
“Papa, Papa, Bastardo, Me Cansé”
Sylvia Plath
51
representan cierta categoría de signos, destinada a cierto tipo
de comunicación, cada mujer conserva un valor particular que
surge de su talento, antes y después del matrimonio, para
hacer su parte en un dúo. En contrasté con las palabras, que
se han convertido totalmente en signos, la mujer sigue siendo
a la vez un signo y un valor. Esto explica por qué las relaciones
entre los sexos han conservado su riqueza afectiva, el ardor y el
misterio que sin duda impregnaban originalmente todo el
universo de las comunicaciones humanas. (Lévi-Strauss, 1969,
p. 496; subrayado mío).
52
es necesario para los hombres pero imposible para las mujeres.
La pasividad es trágica en el hombre, mientras que la falta de
pasividad es trágica en una mujer.
53
La argumentación que es preciso tejer a fin de asimilar a Lévi-
Strauss y Freud en la teoría feminista es algo tortuosa. La he
iniciado por varias razones. Primero, porque si bien ni Lévi-
Strauss ni Freud cuestionan el indudable sexismo endémico de
los sistemas que describen, las preguntas que deberían hacerse
son deslumbradoramente evidentes. Segundo, porque su obra nos
permite aislar el sexo y el género del “modo de producción” y
contrarrestar cierta tendencia a explicar la opresión sexual como
reflejo de fuerzas económicas. Su obra produce un marco en que
todo el peso de la sexualidad y el matrimonio puede ser
incorporado al análisis de la opresión sexual. Sugiere una
concepción del movimiento de las mujeres como análogo, antes
que isomórfico, al movimiento de la clase trabajadora dirigidos
cada uno contra una fuente distinta de descontento humano. En
la visión de Marx, el movimiento de la clase trabajadora puede
hacer algo más que arrojar la carga de su propia explotación:
además tiene el potencial para cambiar la sociedad, liberar a la
humanidad, crear una sociedad sin clases. Quizás al movimiento
de las mujeres corresponda la tarea de efectuar el mismo tipo de
cambio social para un sistema que Marx sólo imperfectamente
percibió. Algo de esto está implícito en Wittig (1973) —la
dictadura de las guerrileras amazonas es un medio transitorio
para llegar a una sociedad sin géneros.
55
La de que el matrimonio en sociedades simples implica un
“intercambio” es una idea algo vaga que con frecuencia ha
confundido el análisis de sistemas sociales. El caso extremo es el
intercambio de “hermanas” que se practicaba en partes de Australia
y Africa. Aquí el término tiene el significado preciso del diccionario,
“dar y recibir recíprocamente”. Desde un punto de vista bastante
distinto, la prohibición casi universal del incesto significa que los
sistemas matrimoniales necesariamente comportan el “intercambio”
de hermanos por cónyuges, originando una reciprocidad que es
puramente nominal. Pero en la mayoría de las sociedades el
matrimonio pasa por la mediación de un conjunto de transacciones
intermediarías. Si pensamos que esas transacciones implican
simplemente reciprocidad inmediata o a largo plazo, es probable que
el análisis se empobrezca. . . El análisis se limita aun más si vemos
el traspaso de propiedades simplemente como un símbolo de la
transferencia de derechos, porque entonces la naturaleza de los
objetos entregados.. . tiene poca importancia.. . Ninguno de estos
enfoques es errado, pero ambos son inadecuados. (Goody, 1973, p. 2.)
56
autocontenida, en cuanto el pago de un precio en puercos y
conchas cancela la deuda. Por lo tanto la mujer melpa tiene más
amplitud para escoger a su marido que la mujer kuma. Por otra
parte, su destino está ligado al precio pagado por ella. Si los
parientes del marido tardan en pagar, los parientes de ella le
aconsejarán que lo abandone. Por otra parte, si sus
consanguíneos están satisfechos con la balanza de pagos, son
capaces de rechazarla en caso de que ella quiera abandonar a su
marido. Además, sus parientes hombres utilizan el precio de la
novia para sus propios fines, para el intercambio moka y para sus
propios matrimonios. Si una mujer abandona al marido, hay que
devolver todo o parte del precio; si, como generalmente sucede,
los puercos y las conchas ya están repartidos o prometidos, sus
parientes vacilarán en respaldarla en caso de discordia conyugal.
Y cada vez que una mujer se divorcia y se vuelve a casar su
precio tiende a descender. En definitiva, sus parientes hombres
pierden en el caso de un divorcio, a menos que el marido no haya
cumplido en los pagos. De modo que aunque la mujer melpa es
más libre al casarse que la mujer kuma, por el sistema del precio
de la novia le resulta difícil o imposible divorciarse (Strathern,
1972).
57
indirectos a fin de que no se vean perturbados los intercambios
moka (Bulmer, 1969, p. 11). El peso de todo ese sistema puede
llegar a recaer sobre una mujer obligada a permanecer en un
matrimonio desastroso.
58
tierras es en casi todos los casos equivale a casarse con una
mujer del linaje del señor” (ibid., p. 89). En el sistema kachin,
el precio de novia se desplaza de plebeyos a aristócratas, y las
mujeres van en dirección contraria.
59
linaje hasta entonces inferior. En Hawai, la situación tradicional
era la contraria: las mujeres se casaban hacia abajo, y el linaje
dominante daba esposas a linajes más jóvenes. Un personaje
supremo se casaba con su hermana o bien obtenía una esposa de
Tonga. Cuando un linaje menor usurpaba un rango superior,
formalizaba su ascenso dando una esposa al linaje antes
superior.
60
Un análisis completo de las mujeres en una sola sociedad, o en
toda la historia, tiene que tomar en cuenta todo: la evolución de
formas de mercancía a mujeres, los sistemas de tenencia de la
tierra, ordenamientos políticos, tecnología de subsistencia, etc.
61
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66
Agradecimientos
67
68
REFLEXIONANDO
SOBRE EL SEXO
1984
69
70
Reflexionando Sobre el Sexo
71
sexualidad debe tratarse con especial interés en épocas de fuerte
tensión social.
17 Linda Gordon y Hilen Dubois, “Secking Ectasy on the Battlefield: Danger and
Pleasure in Ninetcenth Century Feminist Sexual Thought”, Feminist Studies , vol. 9,
n. 1, primavera de 1983; Steven Marcus, The Others Victorians, New York, New
American Library, 1974; Mary Ryan, “The Power of Women’s Netw'orks: A Case
Study of Female Moral Reform in America”, Feminist Studies, vol. 5, n." 1, 1979;
Judith R. Walkowitz, Prostitution and Victorian Society, Cambridge, Cambridge
University Press, 1980; Judith R. Walkowitz, “Male Vice and Feminist Virtuc:
Feminism and the Politics of Prostitution in Nine tenth Century Britain”; History
Workshop Journal, n." 13, primavera de 1982; Jeffrey Weeks, Sex, Politics and
72
infantil, en las preocupaciones de los padres, en la conducta de la
policía y en las leyes sobre el sexo.
Society: The Regulation of Sexuality Since 1800, New York. Longman, 1981.
18 GJ. Barker-Benfield, The Horrors of the Half-Known Life, New York, Harper
Colophon, 1976; Marcus, op. cit.; Weeks, op. cit., en especial las páginas 48-52;
Zambaco, op. cit.
19 Sarah Sencfield Beserra, Sieriing G. Franklin y Norma Clevenger (editores),
Sex Code of California, Sacramento. Planned Parenthood Affiliates of California,
1977; pág. 113.
73
El Tribunal Supremo comenzó a derogar la legislación Comstock,
tanto la federal como las estatales, durante los años cincuenta.
En 1975, la prohibición que afectase a materiales o información
relacionados con la contracepción y el aborto ya era considerada
anticonstitucional. Sin embargo, aunque las disposiciones anti-
obscenidad han sido modificadas, su constitucionalidad básica se
ha mantenido. Así, continúa siendo un delito la fabricación,
venta, envío por correo o importación de material cuyo único
propósito sea la excitación sexual20.
74
persecución legal de los varones homosexuales en Gran
Bretaña hasta 1967... las cláusulas del nuevo proyecto de
ley iban dirigidas principalmente contra las mujeres de la
clase obrera y regulaban la conducta sexual de los adultos
más que la de los jóvenes”22.
75
se extendió por todos los cuerpos legislativos estatales 25. Estas
leyes proporcionaron a las profesiones psicológicas mayores
poderes policiales sobre los homosexuales y otros “desviados”
sexuales.
76
la tostada permanecieron en su mesa durante dos días hasta que
alguien de la escuela llegó allí a ver qué le había ocurrido” 28.
77
entonces, la actividad policial contra la comunidad gay ha
aumentado de forma notoria. La prensa gay se ha hecho eco de
centenares de detenciones, desde las bibliotecas de Boston hasta
las calles de Houston y las playas de San Francisco. Incluso las
comunidades gay urbanas grandes, organizadas y relativamente
poderosas, han sido incapaces de detener estas medidas. Las
redadas a los bares y baños gays han tenido una frecuencia
alarmante y la policía se ha hecho cada vez más osada. En un
incidente particularmente dramático, la policía de Toronto asaltó
los cuatro baños gays de la ciudad. Irrumpieron en cada cubículo
armados con barras y sacaron a las calles, en pleno invierno, a
casi 300 hombres vestidos únicamente con sus toallas de baño. Ni
siquiera la “liberada” San Francisco ha salido inmune. Ha habido
medidas contra varios bares, ha habido incontables detenciones
en parques y, en el otoño de 1981, la policía detuvo a más de 400
personas en una serie de redadas, en la calle Polk, uno de los
centros de la vida nocturna gay. Los ataques a homosexuales se
han convertido en una actividad lúdica de importancia entre los
jóvenes machos de las ciudades. Llegan a los barrios gays
armados con bates de béisbol y buscando camorra, sabedores de
que sus padres o aprueban en secreto sus acciones o bien hacen
la vista gorda.
en “Gay Ann Arbor Purges”, parte II, por Daniel Tsang, en Midwest Gay Academic
Journal, vol. 1, nro. 2, 1977. En la Universidad de Michigan, el número de profesores
expulsados por supuesta homosexualidad parece rivalizar con el de expulsados por
supuestas tendencias comunistas. Sería interesante poseer cifras del número de
profesores que perdieron sus trabajos durante este período debido a delitos sexuales
y políticos. En reformas reguladoras, muchos estados aprobaron leyes, durante esos
años, que prohibían la venta de bebidas alcohólicas a los “pervertidos sexuales
conocidos” o que disponían el cierre de bares que reuniesen a “pervertidos
sexuales”. Una ley semejante fue aprobada en California en 1955, y declarada
anticonstitucional por el Tribunal Supremo estatal en 1959 (Alian Bérubé,
comunicación personal). Sería muy interesante saber exactamente qué estados
78
evidencias criminales se han relajado. Esta sutil codificación
legal de controles más estrechos sobre la conducta sexual adulta
ha pasado en gran parte desapercibida fuera de la prensa gay.
79
niños desnudos en los textos escolares de antropología y muchas
de las películas etnográficas que se proyectan en las
universidades son técnicamente ilegales en varios estados. De
hecho, los profesores podrían ser objeto de una acusación
adicional de felonía por cada estudiante menor de 18 años a
quien mostraran tales imágenes. Aunque el Tribunal Supremo
ha dictaminado también que es un derecho constitucional poseer
material obsceno para uso privado, las leyes sobre pornografía
infantil prohíben incluso este tipo de posesión de cualquier
material sexual relacionado con menores.
Berlier Press, 1977; “Preface” de J. B. Rund, en Bizarre Fotos, vol. 1, New York,
Berlier Press, 1978, y el “Preface” de J. B. Rund, en Bizarre Katalogs, vol. 1, New
York, Berlier Press, 1979. Sería de utilidad poseer más información sistemática
sobre las reformas legales y actividad policial que afectaron a la disidencia erótica no
gay.
31 “Chicago es el Centro de la red internacional de porno infantil: los
depredadores de niños”, “Sexo infantil: una plaza en New Tocom lo dice todo”,
Chicago Tribune, 16 de mayo de 1977; “Dentista detenido en redada de corrupción
sexual de menores”, “Las tretas para atraer víctimas a la pornografía infantil”,
Chicago Tribune, 17 de mayo de 1977; “Audiencias en Estados Unidos sobre
pornografía infantil: Rodino llamó ultraje una fiesta sexual”. “Cazados seis hombres y
80
dólares. El proyecto recibió la aprobación del Congreso por 400
votos a favor y uno en contra33.
81
correo postal se han unido en un inmenso aparato, cuya única
finalidad es eliminar de la comunidad a los hombres que aman a
jóvenes menores de edad. Dentro de veinte años o así, cuando la
humareda se haya disipado, al menos en parte, resultará mucho
más fácil demostrar que estas personas han sido víctimas de una
caza de brujas salvaje e injustificada. Serán muchos los que se
avergüencen de haber colaborado en ella, pero será demasiado
tarde para poder hacer algo por estos hombres que han pasado
sus vidas en prisión.
Radical Case, por Tom O’Carrol, Londres, Peter Owen, 1980; The Age Taboo, de
Tsang, op. cit., y The Man They Called a Monster, de Paul Wilson, New South Wales,
Casselt Australia, 1981.
82
degradar las normas morales absolutas y “destruir la cohesión
racial”, al exponer a los blancos (en especial a las mujeres) a las
normas sexuales supuestamente “inferiores” de los negros 37.
83
conseguir anticonceptivos o abortar. Los fructíferos ataques al
Programa de Estudios sobre la Mujer de la Universidad Estatal
de California de Long Beach estuvieron inspirados por el
retroceso sexual.
84
relaciones sexuales. Las batallas libradas dejan un residuo en
forma de leyes, prácticas sociales e ideologías de la sexualidad
que a su vez afectarán a las maneras en que se perciba a la
sexualidad durante mucho tiempo después. Todos los indicios
apuntan a que la era actual es otra de este tipo en política sexual.
Los resultados de las luchas en los años 80 dejarán sus huellas
durante mucho tiempo. Por lo tanto, es imperativo comprender
qué es lo que está pasando y qué es lo que está en juego para
poder decidir adecuadamente qué políticas debe apoyarse y a qué
políticas hay que oponerse.
and the New Right”, Radical America, invierno de 1977-78; Sasha Gregory-Lewis,
“The Neo-Right Political Apparatus”, Advocate, 8 de febrero de 1977; Sasha
Gregory-Lewis, “Rigth Wing Finds New Organizing Tactic”, Advocate, 25 de junio de
1977; Sasha Gregory-Lewis, “Vuravelling the Anti- Gay Network”, Advocate, 7 de
septiembre de 1977; Andrew Kopkind, “America's New Right”, New Times, 30 de
septiembre de 1977; Rosalind Pollack Petchesky, “Anti-Abortion, Anti-Feminism, and
the Rise of the New Right”, Feminist Studies, vol. 7, n.“ 2, verano de 1981.
41 Rhonda Brown, “Blueprint for a Moral America”, Nation, 23 de mayo de 1981.
85
II Pensamiento sobre el sexo
86
Uno de tales axiomas es el esencialismo sexual: la idea de que el
sexo es una fuerza natural que existe con anterioridad a la vida
social y que da forma a instituciones. El esencialismo sexual está
profundamente arraigado en el saber popular de las sociedades
occidentales, que consideran al sexo como algo eternamente
inmutable, asocial y transhistórico. Dominado durante más de un
siglo por la medicina, la psiquiatría y la psicología, el estudio
académico del sexo ha reproducido el esencialismo. Todas estas
disciplinas clasifican al sexo como una propiedad de los
individuos, algo que reside en sus hormonas o en sus psiques. El
sexo puede, indudablemente, analizarse en términos psicológicos
o fisiológicos, pero dentro de estas categorías etnocientíficas, la
sexualidad no tiene historia ni determinantes sociales
significativos.
43 Este concepto fue articulado por primera vez por Mary Mcintosh, “The
Homosexual Role”, Social Problems, vol. 16, n." 2, otoño de 1968. La idea ha sido
desarrollada por Jeffrey Weeks en Corning Out: Homosexual Politics in Britain from
the Nineteenth Century to the Present, New York, Quartet, 1977, y en Wccks, Sex,
Politics and Society, op. cit.; véase también D’Emilio, Sexual Politics, Sexual
Communities, op. cit., y Gayle Rubin, “Introduction” a A Woman Appeared to Me, de
Renée Vivicn, Weatherby Lake, Mo., Naiad Press, 1979.
44 Bert Hansen, “The Historical Construction of Homosexuality”, Radical History
Review, n.° 20, Primavera/Verano de 1979.
87
médica pueden modificar la estructura de la conducta sexual y
alterar sus consecuencias45.
45 Walkowitz, Prostitution and Victorian Society , op. cit., y Walkowitz, “Male Vice
and Female Virtue”, op. cit.
46 Michel Foucault, The History of Sexuality, New York, Pantheon, 1978. (N.T.
Hay traducción castellana: Historia de la sexualidad, S. XXI ed., Madrid, 1980.)
47 Puede encontrarse un análisis muy útil de estos temas en Robert Padgug,
“Sexual Mattcrs: On Conceptualizing Sexuality in History”, Radical History Review,
n.“ 20, Primavera/Verano de 1979.
88
concretas de experimentarlo, ni sus formas institucionales. Más
aún, nunca encontramos al cuerpo separado de las mediaciones
que le imponen los significados culturales. Parafraseando a Levi
Strauss, mi posición en lo referente a la relación entre biología y
sexualidad es un “Kantismo sin libido trascendental” 48.
48 Claude Lévi-Strauss, “A Confrontation”, New Left Review, n.1’ 62, julio - agosto
de 1970. En esta conversación, Levi-Strauss denomina a su propia postura “un
kantismo sin sujeto trascendental”.
89
la existencia de la represión sexual, sino que la inscribe dentro de
una dinámica más amplia49. La sexualidad en las sociedades
occidentales ha sido estructurada dentro de un marco social
estrechamente punitivo y se ha visto sujeta a controles formales
e informales muy reales. Es necesario reconocer los fenómenos
represivos sin caer por ello en las suposiciones esencialistas del
lenguaje de la libido, y es importante el estudio de las prácticas
sexuales represivas, aunque las situemos dentro de una totalidad
diferente y empleando una terminología más refinada50.
90
peligroso, destructivo, como una fuerza negativa51. La mayor
parte de la tradición cristiana, siguiendo a San Pablo, mantiene
que el sexo es en sí pecaminoso. Puede redimirse si se realiza
dentro del matrimonio para propósitos de procreación, y siempre
que los aspectos más placenteros no se disfruten demasiado. A su
vez, esta idea descansa en la suposición de que los genitales son
una parte intrínsecamente inferior del cuerpo, mucho menos
sagrada que la mente, el “alma”, el “corazón” o incluso la parte
superior del sistema digestivo (el estatus de los órganos
excretores es similar al de los genitales) 52. Tales ideas han
adquirido ya una vida propia y no dependen solamente de la
religión para su supervivencia.
51 Véase Weeks, Sex, Politics and Society, op. cit., pág. 22.
52 Ver, por ejemplo, “El Papa alaba a las parejas por su autocontrol”, San
Francisco Chronicle, 13 de octubre de 1980, pág. 5; “El Papa dice que la excitación
sexual no es pecado si es ética”, San Francisco Chronicle, 6 de noviembre de 1980,
pág. 33; “El Papa condena la ‘lujuria carnal’ como un abuso de la libertad humana”,
San Francisco Chronicle,15 de enero de 1981, pág. 2; “El Papa da otro golpe al
aborto. Control de la natalidad”, San Francisco Chronicle, 16 de enero de 1981, pág.
13, y “Sexualidad. No hay sexo en el ciclo”, San Francisco Chronicle, 3 de diciembre
de 1981, pág. 50. Ver también la nota 62 más abajo.
91
ha convertido en ‘caso especial’ en nuestra cultura” 53. Las leyes
sobre el sexo han incorporado la actitud religiosa de que el sexo
erótico es un pecado especialmente atroz, que merece los castigos
más duros. Durante gran parte de la historia europea y
americana, un simple acto voluntario de penetración anal era
motivo de ejecución. En algunos estados la sodomía todavía hoy
supone condenas de 20 años de prisión. Fuera del terreno legal, el
sexo es también una categoría marcada. Las pequeñas
diferencias en valores o en conducta se contemplan a menudo
como amenazas cósmicas. Aunque la gente puede ser intolerante,
tonta o quisquillosa sobre qué es una dieta adecuada, las
diferencias en los menús raramente provocan las iras, ansiedades
y terror que acompañan normalmente a las diferencias en los
gustos eróticos. Los actos sexuales están gravados con un exceso
de importancia.
53 Susan Sontag, Styles of Radical Will, New York, Farrar, Strauss & Giroux,
1969, pág. 46.
92
respetabilidad, legalidad, movilidad física y social, apoyo
institucional y beneficios materiales. A medida que descendemos
en la escala de conductas sexuales, los individuos que las
practican se ven sujetos a la presunción de enfermedad mental, a
la ausencia de respetabilidad, criminalidad, restricciones a su
movilidad física y social, pérdida del apoyo institucional y
sanciones económicas.
93
condenas tradicionales a la prostitución, la sodomía y el
adulterio. La última edición, DSM-III, excluía la homosexualidad
de la categoría de desórdenes mentales, tras una larga lucha
política. Pero el fetichismo, el sadismo, el masoquismo, la
transexualidad, el travestismo o el exhibicionismo, el voyeurismo
y la pedofilia están firmemente clasificados como disfunciones
psicológicas55. Aún se siguen escribiendo libros sobre la génesis,
etiología, tratamiento y cura de estas supuestas “patologías”.
94
ideológicos del racismo, el etnocentrismo y el chovinismo
religioso. Racionalizan el bienestar de los sexualmente
privilegiados y la adversidad de la “chusma” sexual.
95
imaginaria entre el sexo bueno y malo. La mayor parte de los
discursos sobre sexo, ya sean religiosos, psiquiátricos, populares
o políticos delimitan a una porción muy pequeña de la capacidad
sexual humana y la califican de segura, saludable, madura,
santa, legal o políticamente correcta. La “frontera” separa a éstas
del resto de las conductas eróticas, a las que se considera
peligrosas, psicopatológicas, infantiles, políticamente
condenables u obra del diablo. Las discusiones por tanto versan
sobre “dónde trazar la línea divisoria” y determinar a qué otras
actividades se les podría permitir cruzar la frontera de la
aceptabilidad.
Todos estos modelos asumen una teoría del dominó del peligro
sexual. La frontera parece levantarse entre el orden sexual y el
caos, y es una expresión del temor de que si se le permite a algo
cruzar la, la barrera levantada contra el sexo peligroso se
derrumbará y ocurrirá alguna catástrofe inimaginable.
96
situados en el “lado bueno”. Por ejemplo los encuentros
heterosexuales pueden ser sublimes o desagradables, libres o
forzados, curativos o destructivos, románticos o mercenarios.
Mientras no viole otras reglas, se le concede a la
heterosexualidad la plena riqueza de la experiencia humana. Por
el contrario todos los actos sexuales del lado malo son
contemplados como repulsivos y carentes de cualquier matiz
emocional. Cuanto más separado esté el acto de la frontera más
regularmente se le muestra como una experiencia mala.
97
el sexo es que hay una forma de hacerlo mejor que todas las
demás, y que todo el mundo debería practicarlo en dicha forma.
98
una fuerte controversia56. De entre los seguidores de Kinsey,
John Gagnon y William Simón han sido los pioneros en la
aplicación de los conceptos sociológicos a la variedad erótica 57.
Incluso parte de la vieja sexología es de utilidad. Aunque su
trabajo está imbuido de ideas eugenésicas muy poco atractivas,
Havelock Eilis fue un agudo observador. Su monumental Studies
in the Psychology of Sex (Estudios en la Psicología del Sexo) es
prolífico en detalles58.
56 Alfred Kinsey, Wardell Pomeroy y Clyde Martin, Sexual behavior in the Human
Male, Philadclphia, W.B. Saunders, 1948; Alfred Kinsey, Wardelí Pomeroy, Clyde
Martin y Paul Gebhard, Sexual Behavoir in the Human Female, Philadelphia, W.B.
Saunders, 1953. (N.T. Ambas obras han sido traducidas al castellano: Conducta
Sexual del Hombre y Conducta Sexual de la Mujer, S. XX, Buenos Aires, 1967.)
57 John Ganon y William Simón, Sexual Deviance, New York, Harper & Row, 1967;
John Gagnon y William Simón, The Sexual Scene, Chicago, Transaction Books,
Aldinc, 1970; John Gagnon, Human Sexualities, Glenview, Illinois, Scott, Forcsman,
1977.
58 Havelock Ellis, Studies in the Psychology of Sex (dos volúmenes), New York,
Random House, 1936.
99
III Transformación sexual
“Según los antiguos códigos civiles y canónicos, la
sodomía era una categoría de actos prohibidos, por
tanto el que la perpetraba no era más que el sujeto
jurídico de éstos. El homosexual del siglo XIX se
convertía en un personaje, un pasado, un caso y una
infancia, además de ser un tipo de vida, una forma de
vida y una morfología de indiscreta anatomía y
posiblemente misteriosa fisiología... El sodomita había
sido una aberración temporal, el homosexual era ahora
una especie.”
Michel Foucault59
100
que se embarcan en batallas políticas para alterar o mantener su
lugar en el ranking. La política sexual contemporánea debe ser
reconceptualizada en términos de la aparición y desarrollo de
este sistema, de sus relaciones sociales, de las ideologías que lo
interpretan y de sus formas específicas de conflicto.
60 Gilberl Herd, Guardians of the Flutes, New York, McGraw-Iíill, 1981; Raymond
Kelly, “Witchcraft and Sexual Relations”, en Paula Brown y Georgeda Buchbinder
(editores), Man and Woman in the New Guinea Highlands, Washington DC,
American Anthropological Association, 1976; Gayle Rubin, “Coconuts Aspects of
Male/Female Relationships in New Guinea”, sin publicar, 1974; Gayle Rubín,
comentario a Guardians of the Flutes, Advocate, 23 de diciembre de 1982; J. Van
Baal, Dema, La Haya, Nijhoff, 1966; F.E. Williams, Papuans of the Transfly, Oxford,
Clarendon, 1936.
101
pertenencia a un grupo o incluso el término homosexual no eran
parte del universo del Conde.
102
en la década de los cincuenta. La migración por motivos sexuales
a lugares como Greenwich Village se había convertido en un
fenómeno sociológico de importancia. A finales de los años
setenta la migración sexual se daba en escala tan grande que
comenzó a tener un impacto notable en la política urbana de los
Estados Unidos, siendo San Francisco el ejemplo más notable y
notorio63.
63 Véase Bérubé, “Behind the Spectre of San Francisco”, op. cit.; Bérubé,
“Marching to a Different Drummer”, op. cit.; D’Emilio, Gay Politics, Gay Comunity, op.
cit.; D‘Emilio, Sexual Politics, Sexual Comunities, op. cit.; Foucault, op. cit.; Hansen,
op. cit.; Katz, op. cit.; Weeks, Corning Out, op. cit., y Weeks, Sex, Politics and
Society, op. cit.
64 Walkowitz, Prostitution and Victorian Society, op. cit.
65 La policía antivicio hostiga también a todo negocio sexual, ya sean bares
gays, baños, librerías de adultos, productores y distribuidores de artículos eróticos o
clubs.
103
a formarse otras poblaciones de disidentes eróticos, las
comúnmente llamadas “perversiones” o las “parafilias”. La
sexualidad continúa escapando de las páginas del DSM hacia las
de la historia social. Actualmente otros grupos están intentando
emular los éxitos de los homosexuales. Los bisexuales, los
sadomasoquistas, los individuos que prefieren los encuentros
intergeneracionales, los travestidos y los transexuales están en
etapas distintas de formación de comunidades y de adquisición
de identidad. No es que las perversiones estén proliferando sino
más bien están intentando adquirir espacio social, pequeños
negocios, recursos políticos y algún alivio a los castigos impuestos
a la herejía sexual.
104
IV Estratificación sexual
105
embargo, tal sistema existe y su forma contemporánea es
consecuencia de la industrialización occidental.
106
dicha ley defiende. La legislación sexual resulta especialmente
fácil de aprobar, dado que los legisladores se oponen a ser
benignos en los asuntos referidos al “vicio”. Pero una vez en los
libros es extremadamente difícil de eliminar.
107
y funcionamiento de los negocios “para adultos”. La industria del
sexo y la economía gay han conseguido evitar parte de esta
legislación, pero el proceso no ha sido fácil ni sencillo. La
criminalidad que siempre se presume vinculada al comercio
orientado al sexo condena esta actividad a la marginación, el
subdesarrollo y la deformación. Los negocios relacionados con el
sexo sólo pueden operar en los vacíos legales. Ello hace que la
inversión sea baja y que gran parte de la actividad se dirija a
salvarse de la cárcel, en vez de al suministro de bienes y
servicios. Hace además a sus trabajadores más vulnerables a la
explotación y a las malas condiciones de trabajo. Si el comercio
sexual fuera legal, su mano de obra tendría más posibilidades de
organizarse y luchar por mejores salarios y condiciones de
trabajo, un mayor control sobre éste y por aliviar el estigma que
pesa sobre ellos.
67 Karl Marx, en The Grundrisse, David McLellan (editor), New York, Harper &
Row, 1971, pág. 94.
108
La ley es especialmente fiera en la tarea de mantener la frontera
entre la “inocencia” infantil y la sexualidad “adulta”. En vez de
reconocer la sexualidad de los jóvenes e intentar ocuparse de ella
con cariño y responsabilidad, nuestra cultura niega y castiga el
interés y actividad erótica de todo aquel que esté por debajo de la
edad dé consentimiento. La cantidad de leyes dedicadas a
proteger a la gente joven de una prematura exposición a la
sexualidad resulta sorprendente.
109
común. En la mayor parte de los estados existen leyes por las que
los maestros arrestados por delitos sexuales pierden sus trabajos
y acreditación profesional. En ocasiones se ha despedido a un
profesor porque su estilo de vida no convencional llega a oídos de
sus superiores. La depravación moral es una de las pocas razones
por las que puede perderse una plaza académica 69. Cuanto más
influencia tiene un individuo sobre la generación siguiente,
menos libertades se permiten a su conducta y opiniones. Por
medio de este tipo de controles sobre padres y profesores, el poder
coercitivo del estado asegura la transmisión de los valores
sexuales conservadores.
110
circunstancia. El hecho de que los individuos consientan en ello o
incluso los prefieran es considerado como evidencia adicional de
su depravación. Este sistema de legislación sobre el sexo es
similar al racismo legalizado. La prohibición sobre la penetración
anal, el sexo oral y el contacto sexual entre varones convierte a
los homosexuales en un grupo criminal al que se niegan los
privilegios de la ciudadanía plena. Con tales leyes, el
procesamiento es persecución. Incluso aunque no se vigile
estrictamente su cumplimiento, como normalmente ocurre, los
miembros de las comunidades sexuales criminalizadas siguen
siendo vulnerables a la posibilidad de arresto arbitrario o a
convertirse en las iras del pánico social durante ciertos períodos.
En estos últimos, las leyes se hacen funcionar y la acción policial
es rápida. La puesta en práctica esporádica de esta legislación
sirve para recordar a los individuos que son miembros de un
grupo perseguido. El arresto ocasional por sodomía, sexo oral,
conducta lasciva o provocación mantiene a todo el mundo
nervioso, atemorizado y cauto.
111
En su maravilloso estudio etnográfico sobre la vida gay en los
años 60, Esther Newton observaba que la población homosexual
estaba dividida entre los que ella llamaba los “abiertos” y los
“ocultos”. “Los abiertos pasan la totalidad de su tiempo laboral
en la comunidad (gay); los segundos viven la totalidad de su
tiempo de ocio dentro de ella”71. En los años de estudio de
Newton, la comunidad gay proporcionaba muchos menos trabajos
que ahora y el mundo del trabajo no gay era casi totalmente
intolerante frente a la homosexualidad. Había algunos individuos
afortunados que podían ser abiertamente gays y ganar salarios
decentes, pero la inmensa mayoría de los homosexuales debía
escoger entre la pobreza honesta y la tensión de mantener una
identidad falsa.
112
estrictas de conducta erótica desalienta a pervertidos sexuales de
todas clases a buscar estos puestos. Por el contrario, los
disidentes eróticos son canalizados hacia posiciones de menor
impacto en la corriente de actividad y opinión sociales.
113
fricción en todos los demás aspectos de la vida cotidiana. El
público en general ayuda a penalizar la no conformidad erótica
cuando, siguiendo los valores que les han sido enseñados, los
caseros niegan el alojamiento, los vecinos llaman a la policía y los
gamberros golpean con la aprobación de la sociedad. Las
ideologías de inferioridad erótica y peligro sexual reducen el
poder de las y los desviados y trabajadores del sexo en los
encuentros sociales de todo tipo. Disfrutan de menos protección
frente a las conductas criminales o carentes de escrúpulos, tienen
menos acceso a la protección policial y menos recursos legales.
Las relaciones con las instituciones y burocracias —hospitales,
policía, tribunales, bancos, funcionarios públicos— son más
difíciles.
72 D’Emilio, Sexual Politics, Sexual Communities, op. cit., págs. 40-53. Tiene un
análisis excelente de la opresión gay que cubren muchos de los temas que he
mencionado en la década de los 50. La dinámica represiva que describe opera con
algunas modificaciones sobre otras poblaciones eróticas y en otros períodos. El
esquema de la opresión sobre los homosexuales debe generalizarse para aplicarlo,
con las oportunas modificaciones, a otros grupos sexuales.
114
V Conflictos sexuales
115
inspirado principalmente por las campañas antialcohólicas. En
Vices Are Not Crimes: A Vindication of Moral Liberty ( Los vicios
no son crímenes: una reivindicación de la libertad moral),
Spooner argumentaba que el gobierno debía proteger a sus
ciudadanos del crimen, pero que es estúpido, injusto y tiránico
legislar contra el vicio. Analiza además las racionalizaciones que
todavía hoy se escuchan en defensa del moralismo legalizado: que
los “vicios” (Spooner está refiriéndose a la bebida, pero podíamos
sustituirla por la homosexualidad, la prostitución o el uso de
drogas como diversión) conducen al crimen y por tanto deben
evitarse: que aquellos que practican los “vicios” son non compos
mentis (no son dueños de su mente) y por tanto el Estado debe
protegerles de su propia autodestrucción a través de la ruina, y
que debe protegerse a los niños de conocimientos supuestamente
dañinos74. El discurso sobre delitos sin víctima alguna no ha
cambiado mucho. La lucha legal sobre las leyes sexuales
continuará hasta que no estén garantizadas las libertades
básicas de acción y expresión sexual, lo que exige el rechazo de
todas las leyes sobre sexo, con excepción de las pocas que tratan
con una coerción real. Exige además la abolición de toda policía
antivicio, cuyo trabajo es hacer cumplir la moralidad legislada.
116
Según el prejuicio más extendido en los medios de comunicación
y en la ideología popular, los mundos sexuales marginales son
tristes y peligrosos. Son retratados como empobrecidos,
desagradables y habitados por psicópatas y delincuentes. Los
nuevos emigrantes deben estar lo bastante motivados como para
resistir el impacto de tales imágenes desalentadoras. Los
intentos de contrarrestar la propaganda negativa por medio de
información más realista se topan normalmente con la censura, y
se dan batallas ideológicas continúas sobre qué representaciones
de las comunidades sexuales irán a los medios de comunicación
más populares.
117
una ruta peligrosa. Aunque los jóvenes homosexuales intentan
continuamente utilizar las fuerzas armadas para escapar de
situaciones intolerables en sus pueblos y acercarse a
comunidades gays, deben afrontar los riesgos de ser descubiertos,
del tribunal militar o de la expulsión deshonrosa.
118
bajas, terminan compitiendo con otros grupos económicamente
desfavorecidos por la limitada oferta de casas baratas. En San
Francisco, esta competencia ha exacerbado el racismo y la
homofobia, y es una de las causas de la epidemia de violencia
callejera contra los homosexuales. En lugar de estar aislados y
ocultos en los ambientes rurales, los homosexuales de la ciudad
son ahora blancos obvios y abundantes de las frustraciones
urbanas.
119
acción política y de allí al cambio social 75. La histeria sobre la
esclavitud blanca de la década de 1880, las campañas
antihomosexuales de los años 50 y el pánico a la pornografía
infantil de finales de los 70 son ejemplos típicos de este “pánico
moral”.
75 He tomado esta terminología del muy útil análisis de Weeks, Sex Politics and
Society, op. cit., págs, 14-15.
120
alguno, puede ser prohibida, pues se afirma que “conduce” a algo
mucho peor (otra manifestación de la teoría del dominó) 76. Se han
construido grandes y poderosos edificios sobre la base de tales
fantasmas. Generalmente, el estallido de un pánico moral viene
precedido por una intensificada búsqueda de semejantes chivos
expiatorios.
76 Véase Spooner, op. cit., págs. 25-29. El discurso feminista antiporno encaja
perfectamente en la tradición de justificar los intentos de control moral aduciendo que
dicho control protegerá de la violencia a mujeres y niños.
121
desproporcionado de crímenes sexuales. La literatura
antipornográfica convierte a una minoría sexual impopular y a
sus lecturas en chivo expiatorio de problemas sociales que ellos
no crean.
122
alcance de las leyes actuales sobre obscenidad. Sería
especialmente fácil aprobar leyes contra las publicaciones
eróticas sadomasoquistas, semejantes a las leyes contra la
pornografía infantil. El propósito de tales leyes sería
“obviamente” reducir la violencia mediante la prohibición del
llamado porno violento. Una campaña enfocada contra la leather
amenaza podría tener como resultado adicional la aprobación de
leyes que criminalizaran conductas sadomasoquistas que no son
ilegales actualmente. El resultado último de un pánico moral
como este sería el asalto legalizado a una comunidad inofensiva
de pervertidos. Es dudoso que una caza de brujas como ésta
hiciese contribución alguna a la reducción de la violencia contra
las mujeres.
123
deterioro físico letal. El síndrome, sus peculiaridades y
transmisibilidad están siendo utilizados para revitalizar los
viejos temores de que la actividad sexual, la homosexualidad y la
promiscuidad conducen a la enfermedad y la muerte.
79 Moral Majority Report, julio de 1983. Estoy en deuda con Allan Bérubé por
haber llamado mi atención sobre esto.
80 Citado en “Capítol Report”, por Larry Bush, en Advocate, 8 de diciembre de
1983, pág. 60.
124
haya extendido. Es todavía peor tener que cargar también con las
consecuencias sociales. Antes incluso del temor al SIDA, en
Grecia se había aprobado una ley que permitía a la policía
arrestar a homosexuales sospechosos y obligarles a someterse a
un examen de enfermedades venéreas. Hasta que no se
comprendan plenamente el SIDA y sus formas de transmisión, es
probable que seamos testigos de toda clase de propuestas de
control de la enfermedad a través del castigo a la comunidad gay
y el ataque a sus instituciones. Cuando se desconocía la causa de
la Enfermedad del Legionario, nadie exigió la cuarentena para
los miembros de la Legión Americana, ni el cierre de sus locales
de reunión. La Ley de Enfermedades Contagiosas Inglesa
contribuyó muy poco al control de la sífilis, pero causó muchos
sufrimientos a las mujeres afectadas. La historia del pánico que
ha acompañado a las epidemias nuevas, y del daño ocasionado a
sus víctimas inocentes debiera hacernos a todos reflexionar y
contemplar con extremo escepticismo cualquier intento de
justificación de políticas antigay que se apoyen en el SIDA.
125
VI Los límites del feminismo
“Sabemos que en un extraordinario número de casos el
crimen sexual está asociado a la pornografía. Sabemos
que los criminales la leen, que están claramente
influidos por ella. Creo que si conseguimos eliminar la
distribución de tales publicaciones entre niños
impresionables, reduciremos considerablemente nuestra
aterradora tasa de crímenes sexuales”.
J. Edgar Hoover81
126
variantes de expresión sexual, tachándolas de antifeministas. En
este marco de pensamiento, el lesbianismo monógamo que se da
en relaciones íntimas prolongadas y que excluye la polarización
de roles ha sustituido al matrimonio heterosexual procreador
como vértice de la pirámide jerárquica de valores. La
heterosexualidad ha sido relegada a la zona media. Aparte de
este cambio, todo lo demás permanece más o menos igual. Las
profundidades de la jerarquía están ocupadas por los grupos y
conductas habituales: la prostitución, la transexualidad, el
sadomasoquismo y las relaciones intergeneracionales 83. La mayor
parte de la conducta gay masculina, todo el sexo casual, la
promiscuidad y la conducta lesbiana no monógama, o con roles o
extrañezas son también censuradas84. Se denuncia incluso como
influencia falocéntrica la fantasía sexual durante la
masturbación.85
127
mujeres hacia individuos, prácticas y comunidades inocentes. La
propaganda antiporno a menudo lleva implícito el mensaje de
que el sexismo se origina dentro de la industria del sexo
comercial y que de allí se propaga al resto de la sociedad.
Sociológicamente hablando, esto no tiene ningún sentido. La
industria del sexo no es ciertamente una utopía feminista, pero
simplemente refleja el sexismo imperante en la sociedad en su
conjunto. Es necesario analizar y oponerse a las manifestaciones
de desigualdad sexual específicas de la industria del sexo, pero
ello es muy distinto a intentar eliminar el sexo comercial.
silencios, Icaria, Barcelona, 1983.) (“Por otro lado, existe una cultura patriarcal
homosexual, una cultura creada por varones homosexuales que refleja estereotipos
masculinos tales como la dominación y la sumisión como formas de relación y la
separación del sexo del lazo emocional. Esta cultura está teñida de un profundo odio
a las mujeres. Además, ha ofrecido a las lesbianas los estereotipos de los roles de
‘macho' y de ‘hembra’, de ‘activo’ y ‘pasivo’, ligue, sadomasoquismo y el mundo
violento y autodestructivo de los bares ‘gay’.”) Judith Pasternak, “The Strangest
Bedfellows: Lesbianne Feminist and de Sexual Revolution”, WomanNews, octubre de
1983; Adrienne Rich, “Compulsory Heterosexuahty and Lesbian Existence”, en
Powers of Desire: The Politics of Sexuality; Ann Snitow, Christine Stansell y Sharon
Thompson (editoras), New York, Monthly Review Press, 1983.
128
sexo ha incluido a individuos como Havelock Ellis, Magnus
Hirschfeld, Alfred Kinsey y Victoria Woodhull, además de al
movimiento por la educación sexual, a las organizaciones de
prostitutas y homosexuales militantes o al movimiento en favor
de los derechos de procreación y a organizaciones como la Sexual
Reform League (Liga para la Reforma Sexual) de los años 60.
Esta variada colección de reformadores, educadores y militantes
sexuales tiene conceptos mezclados en aspectos sexuales y
feministas, pero está ciertamente más próxima al espíritu del
feminismo moderno que los cruzados de la moral, el movimiento
por la pureza social y las organizaciones antivicio. A pesar de
ello, la demonología sexual feminista actual eleva a los cruzados
antivicio a posiciones de honor ancestral, mientras que condena
como antifeminista la tradición más liberadora. En un ensayo
representativo de varias de éstas tendencias, Sheila Jeffreys
culpa a Havelock Ellis, a Edward Carpenter, a Alejandra
Kollantai (creyentes en el goce del sexo en cualquier persecución
política posible) y al Congreso de 1929 de la World League for
Sex Reform (Liga Mundial por la Reforma Sexual) de haber
contribuido enormemente “a la derrota del feminismo
militante”86.
129
comunes hoy en día87. Aunque las fuerzas antiporno han
intentado excluir del movimiento a cuantos están en desacuerdo
con ellas, el pensamiento feminista sobre el sexo continúa
estando profundamente polarizado88.
130
a luchar para defender su pertenencia al movimiento y a
defenderse a sí mismas de la calumnia. Ni una sola de las
portavoces del sadomasoquismo lesbiano ha afirmado nunca que
exista supremacía alguna de su preferencia sexual sobre las
demás, ni defendido que todo el mundo debiera ser
sadomasoquista. Además de autodefenderse, las lesbianas
sadomasoquistas han reclamado el reconocimiento de la
diversidad erótica y una discusión más abierta sobre la
sexualidad92, intentar encontrar un camino intermedio entre la
WAP y Samois es un poco como decir que la verdad sobre la
homosexualidad está en algún punto intermedio entre las
posiciones de la Mayoría Moral y las del movimiento gay.
Deirdre English, Amber Hollíbaugh y Gayle Rubín, “Talking Sex”, Socialist Review,
julio/agosto, 1981; “Sex Issue”, Heresies, número 12, 1981; Amber Hollibaugh, “The
Erotophobic Voice of Women: Building a Movement for the Nineteenth Century”, New
York Native, 26 de septiembre-9 de octubre, 1983; Maxine IIolz, “Porn: Turn On or
Put Down, Soiíie Thoughts on Sexuality”, Processed World, número 7, primavera de
1983; Barbara O’Dair, “Sex, Love and Desire: Feminists Struggle Over the Portrayal
of Sex”, Alternative Media, primavera de 1983; Lisa Orlando, “Bad Girls and ‘Good’
Politics”, Village Voice, suplemento literario, diciembre, 1982; Joanna Russ, “Being
Agaínst Pornography”, Thirteenth Moon, vol. VI, números 1 y 2, 1982; Samois, What
Color is your Handkerchief Berkeley, Samois, 1979; Samois, Corning to Power,
Boston, Alyson, 1982; Deborah Sundahl, “Stripping for a Living”, Advocate, 13 de
131
de la etiología en las discusiones sobre sexualidad. Es decir, que
se considera el sadomasoquismo, la prostitución, la
homosexualidad o el amor intergeneracional como algo misterioso
y problemático en una forma en que no lo son las sexualidades
“respetables”. La búsqueda de una causa equivale a la búsqueda
de algo que podría cambiar para que estos erotismos
“problemáticos” simplemente no existieran. Algunos militantes
sexuales han replicado a estas pretensiones que, aunque la
cuestión de la etiología o de la causa sean de interés intelectual,
no lo son desde el punto de vista de la agenda política y que,
además, hacer hincapié en ellas es en sí misma una opción
política regresiva.
octubre, 1983; Nancy Wechsler, “Interview with Pat Califia and Gayle Rubin”, parte L,
Gay Community News, Book Review, 18 de julio, 1981, y, parte II, Gay Community
News, 15 de agosto, 1981; Ellen Willis, Beginning to see the Light. New York, Knopf,
1981; Hay un excelente análisis de la historia de los cambios ideológicos en el
feminismo que han influenciado los debates sobre el sexo en Alice Echols, “Cultural
Feminism: Feminist, Capitalism and the Anti-Pornography Movement”, Social Text,
número 7, primavera y verano de 1983.
88 Lisa Orlando, “Last at Last! Spandex Invades the Academy”, Gay Com- munily
News, 15 de mayo de 1982; Ellen Willis, “Who ís a Feminist? An Open Letter to
Robin Morgan”, Village Voice, Suplemento Literario, diciembre de 1982.
132
heterosexuales mientras no caiga en el alcance de otras leyes y
mientras exista acuerdo mutuo.
89 Ellen Willis, Beginning to See the Light, op. cit., pág. 146. Mi agradecimiento a
Jeanne Bergman por haber llamado mi atención sobre esta cita.
90 Ver “Master and Slave: The Fantasy of Erotic Domination”, de Jessica Benjamin, en
Snitow y otros, op. cit., pág. 297, y el comentario sobre Powers of Desire de B. Ruby Rich, en
In These Times, 16 al 22 de noviembre, 1983.
91 B. Ruby Rich, op. cit., pág. 76.
92 Samois, What Color Is Your Handkerchief, op. cit.; Samois, Corning to Power,
op. cit.; Pat Califia, “Feminism and Sadomasochism’', op. cit.; Califia, Sapphistry, op.
cit.
133
decidieron casarse. Se les arrestó y consideró culpables de delito
de incesto y se les puso en libertad condicional. Una de las
condiciones de ésta era que no podían vivir juntos como marido y
mujer. De no haber aceptado, tendrían que habérselas visto con
una condena de 20 años de prisión97.
134
Las leyes sobre sodomía, sobre incesto adulto y las
interpretaciones legales, tales como la arriba mencionada,
interfieren claramente con la conducta consensuada y le imponen
penas criminales. En la ley, el consentimiento es un privilegio del
que disfrutan sólo aquellos cuyas conductas sexuales son del más
alto “status”. Los que practican conductas sexuales de bajo status
no tienen derecho legal a éstas. Además, las sanciones
económicas, las presiones familiares, el estigma erótico, la
discriminación social, la ideología negativa y la falta de
información sobre conductas eróticas sirven todas para dificultar
la elección de opciones sexuales no convencionales. Existen
ciertamente limitaciones estructurales a la libre opción sexual,
pero difícilmente puede decirse que presionen a alguien a
convertirse en pervertido. Por el contrario, su labor de coerción
empuja a todos hacia la normalidad.
135
La psicología es siempre el recurso último de los que rehúsan
reconocer que los disidentes sexuales son tan conscientes y libres
como cualquier otro grupo. Si los desviados no están siguiendo
las manipulaciones del sistema social, entonces quizá debe
buscarse la causa de sus incomprensibles opciones sexuales en
una mala infancia, una socialización defectuosa o una
inadecuada formación de la identidad. En su ensayo sobre la
dominación erótica, Jessica Benjamín recurre al psicoanálisis y a
la filosofía para explicar por qué lo que ella llama
“sadomasoquismo” es una actividad insatisfactoria, alienada,
carente de afecto, deformada y sin sentido que busca “aliviar el
fracaso de un pasado esfuerzo de diferenciación”101. Este ensayo
sustituye la inferioridad psico-filosófica por la más habitual
devaluación del erotismo disidente. Ha habido ya un investigador
que ha interpretado la argumentación de Benjamín como prueba
de que el sadomasoquismo es simplemente una “repetición
obsesiva de la lucha del niño por el poder” 102.
101 Benjamín op. cit., pág. 292, pero véanse también las páginas 286, 291-7.
102 Barbara Ehrenreich, “What Is Thing Called Sex”, Nation, 24 de Septiembre
de 1983, pág. 247.
136
la teoría de la opresión sexual es no distinguir entre género y
deseo erótico.
103 Gayle Rubin, “The Traffic in Women”, Rayna R. Reiter (editora), en Toward
an Anthropology of Women, New York, Monthly Review Press, 1975, pág. 159.
104 Rubin, “The Traffic in Women”, op. cit., pág. 166.
137
“En especial desde el siglo XVIII en adelante, las sociedades
occidentales crearon y desplegaron un nuevo aparato que se
sobreimpuso al anterior y que, sin suplantarlo por completo,
ayudó a reducir su importancia. Hablo del despliegue de la
sexualidad... para el primero (el parentesco), lo pertinente es el
vínculo entre compañeros y las leyes definidas; el segundo (la
sexualidad) se preocupa de las sensaciones del cuerpo, la calidad
de los placeres y la naturaleza de las impresiones”105.
138
sobre ello, el hecho es que las lesbianas han compartido muchos
de los rasgos sociológicos y muchos de los castigos sociales con los
varones gay, los sadomasoquistas, los travestidos y las
prostitutas.
106 Catherine McKinnon, “Feminism, Marxism, Method and the State: An Agenda
for Theory”, Signs, vol. 7, n.ü 3, Primavera de 1982, págs. 515, 516.
107 Catherine McKinnon, “Feminism, Marxism, Method and the State: Toward
Feminist Jurisprudence”, Signs. vol. 8, n.° 4, Verano de 1983, pág. 635.
139
Las relaciones entre el feminismo y una teoría radical de la
opresión sexual son similares. Las herramientas conceptuales
feministas fueron elaboradas para detectar y analizar las
jerarquías basadas en el género. En la medida en que dichas
jerarquías se sobreponen a las estratificaciones eróticas, la teoría
feminista posee cierto poder de explicación, pero a medida que las
cuestiones son menos de género y más de sexualidad, el análisis
feminista pierde utilidad y es a menudo engañoso. El
pensamiento feminista simplemente carece de ángulos de visión
que puedan abarcar la organización social de la sexualidad. Los
criterios fundamentales del pensamiento feminista no le
permiten ver ni valorar las relaciones de poder básicas en el
terreno sexual.
140
VII Conclusión
Estos placeres a los que con ligereza llamamos físicos...
Colette108
141
literatura lesbiana. Los años cincuenta fueron una era formativa
además de represiva.
142
barbarismo y alentar la creatividad erótica. Aquellos que se
consideren progresistas deben examinar sus preconcepciones.
Poner al día su educación sexual y familiarizarse con la
existencia y funcionamiento de una jerarquía sexual. Es
momento ya de reconocer las dimensiones políticas de la vida
erótica.
143
Nota sobre las definiciones
A todo lo largo de este ensayo utilizo términos tales como homosexual,
trabajador del sexo y pervertido. Empleo homosexual para referirme tanto a
mujeres como a hombres. Si quiero ser más precisa, empleo términos tales como
“lesbiana” o “varón gay”. “Trabajador sexual” intenta ser un término más global
que “prostituta”, a fin de incluir los muchos trabajos de la industria del sexo.
Trabajador sexual se refiere a las bailarinas y bailarines eróticas, de striptease, a las
modelos de pornografía, a las mujeres desnudas que hablan con el cliente por
medio de un teléfono y que pueden ser vistas pero no tocadas, a los y las que
trabajan en encuentros sexuales telefónicos y a otros empleados del sex business
tales como recepcionistas, porteros y otros. Obviamente incluye también a las
prostitutas y los “modelos masculinos”. Utilizo el término “pervertido” como
abreviatura de todas las orientaciones sexuales estigmatizadas. Solía referirse a
la homosexualidad masculina y femenina también, pero como estas dos
orientaciones han ganado respetabilidad, el término ha designado cada vez más
a las otras “desviaciones”. Términos tales como “pervertido” o “desviado”
tienen, en su uso general, una connotación de desaprobación de repugnancia y
disgusto. Yo los utilizo con una función descriptiva, y no es mi intención que den
la impresión de desaprobación alguna por mi parte.
Agradecimientos
Es para mí siempre un placer llegar al momento de un escrito en que
puedo expresar mi agradecimiento a cuantos contribuyeron a su
realización. Muchas de mis ideas sobre la formación de comunidades
sexuales se me ocurrieron por primera vez durante un curso impartido
por Charles Tilly sobre “La urbanización de Europa desde 1500 hasta
1900”. Pocos cursos serán tan apasionantes, estimulantes y
conceptualmente ricos como aquél. Daniel Tsang llamó mi atención
144
sobre la importancia de los sucesos de 1977, y me enseñó a prestar
atención a la legislación sobre el sexo. Pat Califia hizo aumentar mi
estima por la variedad sexual humana, y me enseñó a respetar los
denostados campos de la investigación y educación sexual. Jeff
Escoffier compartió conmigo sus amplios conocimientos de la historia y
sociología gays, y me he beneficiado especialmente de sus ideas sobre
la economía gay. El trabajo que actualmente realiza Alian Bérubé sobre
la historia gay me ha permitido pensar con más claridad sobre la
dinámica de la opresión sexual. Las conversaciones mantenidas con
Ellen Dubois, Amber Hollibaugh, Mary Ryan, Judy Staccy, Kay
Trimberger y Martha Vicinus han influido en mi pensamiento.
En especial doy las gracias a dos amigos cuyos cuidados mitigaron las
penas de la escritura. E. S. mantuvo mi espalda en funcionamiento y me
guió firmemente a través de varios ataques de bloqueo intelectual. Las
incontables gentilezas e incansable apoyo de Cynthia Astuto me
permitieron trabajar a un ritmo absurdo durante muchas semanas.
145
146
DE CATAMITAS Y REYES:
Reflexiones sobre butch,
género y fronteras.
1992
147
148
De catamitas y reyes: reflexiones sobre
butch; género y frontera
Qué es butch?
Concepciones y malos entendidos
sobre el género lésbico
149
butches afectaban un estilo masculino, mientras que las fems
aparecían como característicamente femeninas. Butch y fem
también se complementaban el uno al otro en un sistema erótico
en el cual se esperaba que la butch fuera tanto la que hacía como
la que daba, la pasión de la fem era la plenitud de la butch.
Segundo, los roles butch-fem eran lo que llamamos un imperativo
social. Eran el principio organizador para la relación de esta
comunidad con el mundo exterior y para las relaciones entre sus
miembros.112 Si bien no quiero negar ni subestimar la
complejidad de sus funciones, voy a sostener que la definición
más simple de butch es también la más útil. La manera más útil
de entender butch es como una categoría de género lésbico que es
constituida mediante el despliegue y manipulación de códigos de
género y símbolos masculinos.
150
no tenemos equivalentes contemporáneos, aunque a veces,
lesbiana o torta son usados para indicar a mujeres cuyos
mensajes de género no son marcadamente butch ni femme114.
También soy consciente de las muchas críticas que hacen dificultoso el uso literal de
términos como identidades. En este artículo, sin embargo, estoy menos interesada
en un uso riguroso de la terminología o la teoría que en explorar las creencias
populares de las lesbianas con respecto al género, y aspectos de la experiencia de
género entre las lesbianas y las mujeres bisexuales. No pretendo excluir a las
mujeres bisexuales al hablar principalmente de las lesbianas. Muchas bisexuales
tienen intereses y experiencias similares.
Además, no estoy interesada en sumarme a la discusión acerca de que los roles
butch-femme son un residuo nocivo de la opresión patriarcal ni a la afirmación de
que los roles butch-femme se sitúan de manera única “fuera de la ideología” e
incorporan una crítica inherente del género.
151
enfermedades mentales en 1973116. No estoy usando disforia de
género en el sentido clínico, con sus connotaciones de neurosis o
daño psicológico. Lo estoy usando como un término puramente
descriptivo para personas que tienen sentimientos de género e
identidades que están en desacuerdo con su estatus de género
asignado o con sus cuerpos físicos. Lxs individuos que tienen una
disforia de género muy poderosa, particularmente aquellxs con
fuertes impulsos de alterar sus cuerpos para que se adecuen a
sus identidades de género preferidas, son llamadxs
transexuales117. La comunidad lésbica está organizada a lo largo
de un eje de orientación sexual y comprende a mujeres que tienen
relaciones sexuales, afectivas, eróticas e íntimas con otras
mujeres. No obstante, alberga una gran cantidad de disforia de
género118. Drag, cross-dressing, pasar, travestismo y
transexualidad son palabras comunes en las poblaciones
lesbianas, particularmente en aquellas que no intentan alcanzar
estándares constreñidos de virtud política119.
Para una defensa de la primera posición, ver Sheila Jeffreys, “Butch and Femme:
Now and Then," Gossip 5, London: Onlywomen Press, 1987, pp. 65-95; para la
última, ver Sue-Ellen Case, "Towards a Butch-Femme Aesthetic," Discourse 11,
Winter 1988-1989, 55-73. Extrañamente, Jeffreys y Case sostienen agendas
similares. Cada una de ellas sostiene que el lesbianismo en alguna de sus formas es
un camino a la salvación filosófica o política. Para Jeffreys, esto puede ser logrado
sólo por la pareja lésbica que “hace el amor sin roles” (p. 90) mientras que para Case
es la pareja butch-femme la que le da “influencia y autodeterminación al
históricamente pasivo sujeto [femenino]” (p. 65). La aproximación de Case es, de
lejos, preferible a la de Jeffreys. Sin embargo, ambos análisis están demasiado
exagerados y ponen una indebida carga de gravedad moral sobre el comportamiento
152
(MAVs), aunque muchas lesbianas y MAVs encuentran muy
perturbadoras las áreas de superposición entre el ser butch y la
transexualidad121. Decir que muchas butches se identifican como
masculinas en cierto grado no significa que todas, ni siquiera la
mayoría, de las butches “quieren ser hombres”, aunque algunas
sin dudas lo desean. La mayoría de las butches disfrutan
combinando expresiones de masculinidad con un cuerpo
femenino. La coexistencia de caracteres masculinos con una
anatomía femenina es una característica fundamental de “butch”
y es una señal lésbica altamente cargada, erotizada y llena de
consecuencias122.
114 “Andrógina” es a veces usado para indicar a las mujeres en algún lugar
entre butch y femme. Andrógina solía significar alguien que era intermedia entre
153
familias convencionalmente constituidas también podrían ser
llamadas “identificadas con los hombres”.
Variedades de butch
154
salvaje (1954) hasta el personaje de James Hurley en “Twin
Peaks” (1990). Usualmente la acompaña un criatura
ultrafemenina semivestida arteramente enroscada a sus botas,
su moto, o uno de sus musculosos y tatuados antebrazos124.
155
Hay muchas maneras diferentes de ser masculina. Los hombres
logran expresar masculinidad con numerosos y variados códigos
culturales, y no hay razón para asumir que las mujeres están
limitadas a un repertorio de dialectos más acotado. Hay al menos
tantas maneras de ser butch como maneras de ser masculinos
para los hombres; en realidad, hay más maneras de ser butch,
porque cuando las mujeres se apropian de estilos masculinos, el
elemento del travestismo produce nuevos sentidos y significados.
Las butches adoptan y transmutan los muchos códigos
disponibles de masculinidad125.
117 Para una visión general de los temas de género, incluyendo algunos
aspectos de la transexualidad, ver Suzanne J. Kessler y Wendy McKenna, Gender:
An Ethnomethodological Approach.Chicago: University of Chicago Press, 1978. Para
transexuales de mujer-a-varón, ver Lou Sullivan, Information for the Female to Male
Cross Dresser and Transsexual, 3rd edition. Seattle: Ingersoll Gender Center, 1990;
y Marcy Scheiner, "Some Girls Will Be Boys," On Our Backs 7, no 4, March-April
1991: 20-22, 38-43.
118 No todas las lesbianas tienen disforia de género, y no todas las mujeres con
disforia de género son lesbianas o bisexuales. Por ejemplo, hay mujeres
heterosexuales varoniles que muchas veces atraen (y confunden) a las lesbianas.
Hay transexuales de mujer-a-varón que están eróticamente atraídos por las mujeres
156
otras pueden estar en el límite de ser o convertirse en
transexuales.
157
y carpinteros. Las presentaciones de sí mismos de los
intelectuales con empleos marginales difieren de aquellas de los
prósperos abogados. Los músicos clásicos difieren de los músicos
de jazz, quienes son distinguibles de los músicos de rock and roll.
El pelo corto, las cabezas afeitadas y los Mohawks no hicieron
que los rockeros punk de los ochenta estuvieran más tachonados
que los actuales estruendosos heavy-metal de pelo largo. Todos
estos son estilos masculinos reconocibles y hay butches que
expresan su masculinidad dentro de cada ensamble simbólico.
Sexualidades butch
158
salir con femmes? ¿Eso hace “lesbianas” a las femmes que salen
con femmes”?
159
que les gusta tener el control y hay butches que prefieren que sus
parejas determinen la direccionalidad y los ritmos al hacer el
amor. Esas butches pueden salir a buscar femmes sexualmente
dominantes o butches sexualmente agresivas. Existe toda
combinación concebible de butch, femmes, intermedia, arriba,
abajo y cambio de posición, a pesar de que algunas son
raramente reconocidas. Hay butches “top” y butches “bottom”,
femmes “top” y femmes “bottom”. Hay parejas butch-femme,
parejas femme-femme y parejas butch-butch.
160
mismas como mujeres teniendo sexo homosexual masculino la
una con la otra. Hay “catamitas” que son parejas sumisas o
pasivas de “sodomitas” activas. Hay “daddies” y “daddy's boys” *.
Hay fisicoculturistas que adoran la musculatura de la otra y se
lamen el sudor mutuamente. Hay dandys de cuero que salen
juntas de levante en busca de “víctimas” del placer 129.
este volumen.
125 Ver Butler, Gender Trouble, p. 31. Además, no sólo las butches juegan con
símbolos de masculinidad. Las lesbianas femme pueden jugar con la vestimenta de
varón, como las mujeres heterosexuales, por una variedad de razones. Un traje y
una corbata no necesariamente “hacen a la butch”.
126 Esto es similar al uso que le dan los varones gays. Los hombres gay usan
butch para referirse a hombres especialmente masculinos (Rodgers, The Queen's
Vernacular). Para una parodia humorística de las nociones de butch de los varones
gay, ver Clark Henley, The Butch Manual (New York: Sea Horse Press, 1982).
161
son psicológicamente indistinguibles de los transexuales de
mujer-a-varón, excepto por las identidades que eligen y el grado
en el cual están dispuestas o son capaces de alterar sus cuerpos.
Muchos MAVs viven como butches antes de adoptar identidades
transexuales o de varón. Algunos individuos exploran cada
identidad antes de elegir una que es más significativa para ellos,
y otros usan ambas categorías para interpretar y organizar su
experiencia. Las fronteras entre las categorías de butch y
transexual son permeables132.
127 Varias butches muy conocidas de la ficción lésbica clásica exhiben parte del
espectro de clase de la masculinidad butch. Beebo Brinker es paradigmática de la
butch blanca de clase trabajadora (Ann Bannon, I am a Woman.Greenwich, Conn.:
Fawcett Gold Medal, 1959; Woman in the Shadows [1959]; Journey to a Woman
[1960]; y Beebo Brinker [1962]). Christopher "Chris" Hamilton, de Randy Salem, es
una butch educada, blanca, de clase media (Randy Salem, Chris.New York:
Softcover Library, 1959). Dos de las cross-dressers de clase alta, aristocráticas, son
Jesse Cannon (Randy Salem, The Unfortunate Flesh, New York: Midwood Tower,
1960) y, por supuesto, Stephen Gordon de The Well of Loneliness (Radclyffe Hall,
The Well of Loneliness, New York: Permabooks, 1959). Y el ser butch toma muchas
más formas que las que estos pocos ejemplos pueden expresar.
162
biografía escrita por Louis Sullivan, un líder y académico en la
comunidad MAV hasta su muerte reciente a causa del SIDA. El
estudio de Sullivan resaltaba el cambio de sexo de Garland
añadido a sus relaciones con mujeres134. Es interesante pensar
qué otras venerables ancestras lesbianas pueden ser
consideradas transexuales; si la testosterona hubiera estado
disponible, sin duda algunas habrían aprovechado la oportunidad
de tomarla.
128 Para una discusión de las diferencias entre roles eróticos tales como "top"
(arriba) y "bottom" (abajo), y roles de género tales como butch y femme, ver Esther
Newton y Shirley Walton, "The Misunderstanding: Toward a More Precise Sexual
Vocabularly," en Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality, editado por
Carole S. Vance. Boston: Routledge & Kegan Paul, 1984.
* N.T.: daddies: papitos, daddy's boys: nenes de papito.
129 Las lesbianas, a su vez, proveen modelos para otras permutaciones de género,
sexo, y rol. Conozco una pareja técnicamente heterosexual que consiste de una
mujer identificada como lesbiana cuya pareja primaria es un hombre afeminado
principalmente gay identificado como mujer. La mujer una vez me dijo que ella tiene
163
de los años, los grupos lésbicos han atravesado por intentos
periódicos de purgar a las transexuales de varón-a-mujer, a las
sadomasoquistas, a las lesbianas butch-femme, a las bisexuales y
aún a las lesbianas que no son separatistas. Los MAVs son otra
caza de brujas en ciernes135.
164
políticas discriminatorias basadas tan groseramente en el
determinismo biológico reciclado.
133 San Francisco Lesbian and Gay History Project, "She Even Chewed
Tabacco': A Pictorial Narrative of Passing Women in America." en Hidden from
History: Reclaiming the Gay and Lesbian Past, editado por Martin Bauml Duberman,
Martha Vincinus, and George Chauncey, Jr. New York, New American Library, 1989.
134 Louis Sullivan, From Female to Male: The Life of Jack Bee Garland. Boston:
Alyson, 1990. Además de la biografía de Garland, Sullivan escribió prolíficamente
sobre temas transexuales y editó el boletín MAV (FTM) desde 1987 a 1990.
135 Es interesante especular sobre cómo se van a manejar los hombres gay con
los MAVs que se identifican como hombres gay. Tradicionalmente, las comunidades
de hombres gay trataron relativamente bien con las travestis y transexuales de
varón-a-mujer, mientras que no fue así en las comunidades lesbianas. Pero los
165
lesbianas se fastidian con ellos. Cuando el cuerpo de una mujer
comienza a cambiar a un cuerpo de varón, la transposición de
señales masculinas y femeninas que constituyen a la “butch”
comienza a desintegrarse. Una butch cross-dresser, que lleva
dildo, físicoculturista puede usar un nombre de varón y
pronombres masculinos, pero aún tiene la piel suave, carece de
vello facial, la curva visible de los pechos y las caderas bajo la
ropa de varón, manos y pies pequeños o algún otro signo
detectable de femineidad. Si la misma persona se deja el bigote,
desarrolla una voz más grave, se faja los pechos o comienza a
quedar calva, su cuerpo no ofrece evidencia que contradiga sus
señales sociales. Cuando él comienza a ser leído como un hombre,
muchas lesbianas dejan de encontrarlo atractivo y algunas
desean desterrarlo de su universo social. Si los MAVs tienen
parejas lesbianas (y muchos las tienen), corren el riesgo de sufrir
ostracismo.
hombres gay se ven ahora enfrentados con mujeres que son hombres, que pueden o
no tener genitales masculinos de orígenes indetectables. Espero que los varones
gay estén a la altura del desafío de aceptar a los MAVs gays con equilibrio y buen
humor.
136 "Genetic Lesbians", Gay Community News, Mayo 19-25, 1991, p. 4.
137 "Festival Womyn Speak Out", Gay Community News, Noviembre 17-23,
1991, p. 4. Es interesante notar que el S/M no fue para nada un tema en Michigan en
1991, ni hubo controversia en torno al S/M en la Conferencia Nacional de Lesbianas.
Me entristece que las lesbianas, de las que esperaba más, parezcan tan propensas
a necesitar un blanco para la hostilidad horizontal.
166
ansiosos de vivir como hombres tan pronto como sea posible.
Abandonarán los contextos lésbicos por su cuenta, cuando
puedan, cuando estén listos, cuando esos ambientes ya no sean
confortables. No es necesario que las vigilantes del género los
echen. Algunos MAVs experimentarán con el cambio de sexo y
elegirán abandonar el esfuerzo. No deben ser privados de sus
credenciales lésbicas por haber explorado esa opción.
138 Y si una mujer que no era apreciada inicia un cambio de sexo, el cambio de
sexo se convierte en el pretexto conveniente para librarse de ella/él.
Comportamientos desagradables que serían tolerados en una butch, con frecuencia
serán considerados intolerables en un MAV. Al igual que otros grupos de individuos
estigmatizados, lxs transexuales son sometidxs a estándares de conducta
particularmente estrictos.
167
tradicionalmente estereotipados en sus géneros después del
cambio.
168
de la vida en los tiempos posmodernos. Cada estrategia y cada
conjunto de categorías tiene sus habilidades, logros y
desventajas. Ninguna es perfecta y ninguna funciona para todas
todo el tiempo.
169
Nuestras categorías son importantes. No podemos organizar una
vida social, un movimiento político ni nuestras identidades y
deseos individuales sin ellas. El hecho de que las categorías
invariablemente tengan filtraciones y que nunca puedan
contener todas las “cosas existentes” relevantes no las hace
inútiles, solo limitadas. Categorías como “mujer”, “butch”,
“lesbiana” o “transexual” son todas imperfectas, históricas,
temporarias y arbitrarias. Las usamos y ellas nos usan. Las
usamos para construir vidas con significado, y ellas nos moldean
en formas históricamente específicas de ser persona. En vez de
pelear por clasificaciones inmaculadas y límites impenetrables,
esforcémonos por mantener una comunidad que entiende la
diversidad como un regalo, ve las anomalías como preciosas y
trata todos los principios básicos con una robusta dosis de
escepticismo.
170
Agradecimientos
Estoy en deuda con Jay Marston por las conversaciones y el coraje que me
dio para escribir este ensayo, y con Jay Marston, Nilos Nevertheless, Allan
Bérubé, Jeffrey Escoffier, Jeanne Bergman, Carole Vance, y Lynn Eden por
leer los borradores y hacer innumerables sugerencias útiles. Kath Weston
amablemente compartió parte de su trabajo en marcha. Gracias a Lynne
Fletcher por la edición despiadada (mi favorita.). Yo, por supuesto, soy
responsable por cualquier error o malentendido. Estoy en este limbo sola,
pero les agradezco a todxs ellxs por ayudarme a llegar ahí.
171
172
TRÁFICO SEXUAL
Judith Butler
Entrevista a Gayle Rubin
1994
173
174
Tráfico Sexual
Judith Butler entrevista a Gayle Rubin
175
el marxismo. De alguna forma, el marxismo permitió que se
formulen preguntas que el marxismo no podía responder
satisfactoriamente.
176
producción e incluso algunos pensamientos muy creativos sobre
las relaciones de reproducción. Surgió una literatura maravillosa,
muy interesante sobre el trabajo doméstico, por ejemplo. Se
hicieron buenos estudios sobre la división del trabajo, sobre el
lugar de la mujer en el mercado laboral, sobre el rol de la mujer
en la reproducción del trabajo. Parte de esa literatura era muy
interesante y muy útil, pero no podía llegar a ciertos temas
cruciales que nos interesaban a las feministas: deferencia de
género, opresión de género y sexualidad. Entonces había un
esfuerzo general para diferenciar al feminismo del contexto
político y sus preocupaciones dominantes. Había mucha gente
intentando entender el problema de la opresión de las mujeres y
buscando herramientas para obtener diferentes ángulos por
donde mirarlo. "El tráfico de mujeres" fue parte de ese esfuerzo y
aborda esos problemas. Había muchos otros artículos que
trataban problemas similares; uno de mis favoritos era "Un
matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre
marxismo y feminismo" de Heidi Hartman.
177
de la clase de Sahlins. Un* de mis coautor*s dudaba de incluir
este material salvaje en el trabajo, así que escribí la primera
versión de "El tráfico" como un apéndice de ese trabajo. Después
seguí leyendo y pensando sobre eso.
178
JB: Decías que de alguna forma querías hacer una intervención
en el marxismo feminista y hacer del feminismo algo más que un
movimiento secundario dentro del marxismo. ¿Podrías elaborar
sobre eso?
GR: Bueno, tod*s éramos utópic*s en esa época. O sea, fue entre
1969 y 1974. Era joven y optimista sobre el cambio social. En
esos tiempos existía una esperanza común de que la utopía
estaba a la vuelta de la esquina. Pienso muy diferente ahora. Me
preocupa que sea el fascismo lo que esté a la vuelta de la esquina
en estos tiempos. Soy casi tan pesimista ahora como era
optimista en esa época.
179
JB: Sí. ¿Podrías contar algo sobre la distancia que tomaste de esa
visión particular y lo que te llevó a escribir "Reflexionando sobre
el sexo"?
180
JB: ¿Querés decir que yo uso "diferencia sexual" como vos usabas
"género" en "El tráfico de mujeres"?
181
creencia de que si podías reconfigurar y cambiar tus arreglos de
parentesco también podías reconfigurar tu sexualidad y tu
psiquis, y que la transformación psíquica realmente seguía
directamente de la transformación social de los arreglos de
parentesco. Y luego cuando tod*s habían hecho eso y descubrían
que sus psiquis seguían en las mismas viejas fosas en las que
siempre habían estado, pienso que la posición lacaniana se volvió
muy popular. Imagino que el problema se volvió cómo describir
esas restricciones en la sexualidad que parecían más persistentes
que lo que podemos cambiar a través de la transformación de las
relaciones sociales y de parentesco. Quizás existe algo obstinado,
quizás existe algo más persistente...
JB: Como sabés por tus lecturas de Lacan, hay una tendencia a
entender diferencia sexual como coextensiva al lenguaje en sí. Y
a que no es posible hablar, de tomar una posición en el lenguaje
fuera de movimientos diferenciadores, no sólo a través de una
diferenciación de lo maternal, que se dice que instala un hablante
en el lenguaje por primera vez, sino por otras diferenciaciones
entre hablantes en el contexto de parentesco, que incluye la
prohibición del incesto. En la medida que esto se haga dentro de
182
la constelación de, digamos, Madre/Padre como posiciones
simbólicas...
183
sexuales ("Social"). Como con las lenguas, algunas personas
tienen más flexibilidad que otras con respecto al género y el
erotismo. Algunas pueden adquirir lenguas sexuales o genéricas
secundarias, e incluso menos tendrán fluidez total en más de una
posición. Pero la mayoría de las personas tienen una lengua
nativa, y zonas nativas de confort sexual o de género que no van
a cambiar mucho. Esto no significa que estas cosas no sean
sociales, de la misma forma que las dificultades para adquirir
otras lenguas no significa que las lenguas no sean sociales. Los
fenómenos sociales pueden ser increíblemente obstinados. No
obstante, en "El tráfico" quería poner género y sexualidad en un
marco social, y no quería ir completamente en la dirección de lo
simbólico lacaniano y quedarme atascada en una categoría
primaria de diferencias de género que podrían estar inscriptas en
piedra.
184
Estuvimos hablando antes sobre las relaciones aparentes de
"Reflexionando sobre el sexo" con el trabajo de MacKinnon. En
retrospectiva, muchas personas interpretaron que
"Reflexionando sobre el sexo" fue una reacción a su obra
antipornografía.
185
GR: Sí. "Reflexionando sobre el sexo" tuvo sus raíces en 1977/78 y
empecé a leer versiones en conferencias en 1979. Creo que
estabas en una de esas, en la Second Sex Conference en el New
York Institute for the Humanities.
(risas)
186
GR: Como mínimo. Y también estaban surgiendo otros temas.
Alrededor de 1977- 78, hubo una represión en Michigan dirigida
contra el sexo público entre hombres. De repente se empezó a
arrestar a los gays de una forma mucho más agresiva por tener
sexo en parques y teteras. Había un par de viejas zonas de yire
en la zona universitaria, una en el Union y otra en Mason Hall.
Vinieron los policías y arrestaron algunas personas. También
arrestaron algunos hombres en la I-94 entre Ann Arbor y Detroit,
y en una redada en un parque creo que agarraron a un
funcionario del sistema de escuelas públicas de Detroit y lo
despidieron. Y cuando estas historias empezaron a filtrarse en
las comunidades feministas y lesbianas, la opinión más común
que escuchaba era que eran sólo hombres haciendo cosas
horribles, masculinas y patriarcales por las que probablemente
deberían ser arrestados. Yo no podía aceptar esta posición. Nadie
estaba arrestando a las personas que tenían sexo heterosexual en
parques y autos. Apoyar o racionalizar los arrestos de cualquiera
por tener sexo homosexual con consentimiento era detestable
para mí.
187
prácticas laborales injustas en el Concejo de relaciones laborales
de Michigan. Fue asombroso.
JB: Fabuloso.
188
Carol Ernst murió más tarde de forma trágica en un accidente
automovilístico. Pero fue una visionaria y su peculiar
combinación de políticas feministas y sindicales realmente dejó
una marca. Cuestionó mi uso retórico de la prostitución para que
debatiéramos sobre el horror de la opresión de las mujeres. Yo
solía convencer a la gente de sentir indignación moral
comparando la situación de las mujeres en el matrimonio y otros
arreglos sexuales y económicos con la prostitución. Carol
argumentaba que yo estaba usando el estigma de la prostitución
como una técnica de persuasión, y que al hacerlo estaba
manteniendo e intensificando tal estigma a costa de las mujeres
trabajadoras sexuales. Tenía razón. Finalmente me di cuenta de
que la efectividad retórica venía del estigma, y decidí que mi
ganancia retórica no podía justificar la reafirmación de actitudes
que racionalizaban la persecución de trabajadoras sexuales.
Todos estos incidentes comenzaron a carcomer algunos de mis
prejuicios sobre cómo pensar acerca del poder y el sexo, y las
políticas del sexo.
189
JB: ¿Objetaste llamar "lesbiana" a toda la experiencia de amistad
femenina?
JB: Pero entonces sobre la idea del continuo de Rich, imagino que
vos...
190
deficientes, degradadas o inferiores. Por ejemplo, al leer
Surpassing the Love of Men [Superando el amor de los hombres],
se podría concluir que las "lesbianas masculinas" fueron
inventadas por sexólog*s como un complot para desacreditar la
amistad romántica. Además, los análisis tanto de Sahli como de
Faderman implican que las condiciones que permiten la
emergencia de lesbianas sexualmente conscientes, identidades
lesbianas conscientes y subculturas lesbianas a fines del siglo
XIX son de lamentar, porque socavaron las viejas pasiones
inocentes y amistades puras. Después de eso, casi nada bueno
ocurrió para las lesbianas hasta la emergencia del feminismo
lesbiano a principios de los 70. Desafortunadamente, esta
aparente edad oscura coincide bastante con los desarrollos
tempranos de las culturas, literaturas, identidades,
autoconciencia y políticas lesbianas.
191
antifeminista, y pensaba que con frecuencia eran una expresión
de homofobia reconstituida. Hacia finales de los 70, surgieron
varios escritos políticos gay sobre temas de la práctica sexual
gay. Esta literatura me resultó fascinante, y pensé que no sólo
era útil para pensar sobre la sexualidad gay masculina, sino que
también tenía implicancias para las políticas de la práctica
sexual lesbiana.
192
GR: Hacia fines de los setenta y principios de los ochenta, justo
antes del impacto del sida que cambió las preocupaciones de todo
el mundo, hubo una literatura emergente de teoría política de
sexualidad gay. Mucho de esta apareció en los dos mejores
diarios gays/lesbianos de la época en América del Norte, The
Body Politic [El cuerpo político] y GCN (Gay Community News)
[Noticias de la comunidad gay]. Tenían artículos sobre sexo
público, fist-fucking, amor hombre-niño, promiscuidad, yire, sexo
público y avisos sexuales. Los gays estaban articulando una
teoría política autóctona de su(s) propia(s) cultura(s) sexual(es).
Estas obras evaluaban el comportamiento sexual gay masculino
en sus propios términos, en lugar de apelar al feminismo ya sea
como justificación o como condena.
193
JB: Entiendo que también objetaste el lenguaje disponible para
describir l*s llamad*s desviad*s sexuales.
194
cualidades autoritarias del equipo médico o el atractivo de las
motocicletas y las libertades elusivas de dejar la ciudad por la
carretera. En este sentido, ¿cómo podemos pensar sobre
fetichismo sin el impacto de las ciudades, de ciertas calles y
parques, de zonas rojas y "lugares de diversión baratos", o las
seducciones de los mostradores con altas pilas de mercaderías
deseables y glamorosas (Walkowitz, Peiss, Matlock)? Para mí, el
fetichismo plantea todo tipo de problemas con respecto a cambios
en la manufactura de los objetos, las especificidades históricas y
sociales de control y etiqueta social, o invasiones corporales
ambiguamente experimentadas y jerarquías milimétricamente
graduadas. Si toda esta información social compleja se reduce a
la castración o al complejo de Edipo o a saber o no saber lo que no
se supone saber, pienso que se perdió algo importante.
195
ahora tenemos un lacanianismo vulgar. Incluso las mejores ideas
de mentes creativas de verdad pueden usarse demasiado y
degradarse. Recuerdo estar sentada entre el público en una
conferencia y pensar que había una "phallus ex machina", un tipo
de técnica teatral para resolver artículos académicos. Recordaba
una imagen de una impresión japonesa famosa, en la que los
hombres tienen unas pijas muy grandes y un hombre tiene un
miembro tan inmenso que se lo envuelve en una carretilla. Tenía
esta imagen del falo traído al escenario en un carro. Ya escuché
demasiadas ponencias en los que el falo o su falta se tomaban
como si eso proveyera un análisis profundo o una repentina
iluminación. En muchas de esas ocasiones, no eran ni una cosa ni
la otra.
196
comenzaron a recolectar casos y registrar estudios de invertid*s y
pervertid*s que vivían, respiraban y hablaban. Su recolección de
datos era muy irregular –unas mejores que otras. Y much*s
historiador*s señalan las limitaciones de sus prácticas empíricas.
Por ejemplo, del juicio a Alice Mitchell, Lisa Duggan discute
cómo l*s sexólog*s tomaban, sin ningún escepticismo, a noticias
de diarios o informes de otr*s sexólog*s como fuente principal.
Robert Nye y Jann Matlock han analizado presunciones y
prejuicios, especialmente sobre hombres y mujeres, que dieron
forma a tempranas configuraciones de las categorías de
fetichismo sexual y perversión. No obstante, los primeros
compendios sexológicos son fuentes increíbles para mí. Incluso
Kraft-Ebing es útil. Por ejemplo, "invertidos" y "pervertidos"
reales leyeron sus pequeñas obras y le escribieron. Le enviaron
sus historias de vida, sus angustiantes autoexámenes y sus
furiosas críticas sociales. Algunas de estas fueron, como era de
esperar, publicadas en ediciones posteriores de Psychopathia
Sexualis. Entonces están estas voces asombrosas, como la de l*s
primeros activistas que denunciaban con elocuencia las sanciones
sociales y legales contra la homosexualidad. O hay un informe de
lo que fue llamado el baile de "los odia mujeres", pero que en
realidad fue un baile drag a comienzos de siglo en Berlín. La
descripción detallada toma nota de que el baile estuvo
acompañado por "una orquesta muy lujosa" y que muchas
"mujeres" hermosamente arregladas repentinamente prendían
cigarros o hablaban en un tono barítono grave.
197
Tanto Ellis como Freud reconocen una deuda considerable a
Hirschfeld. Prácticamente todos los escritos sobre
homosexualidad a comienzos de siglo citan la publicación de
Hirschfeld, el Jahrbuch für sexuelle Zwischenstufen [Anuario
para los estados sexuales intermedios]. Otros sexólogos
importantes incluían a Albert Moll, Albert Eulenberg e Iwan
Bloch. En la primera nota al pie de su famoso ensayo sobre
aberraciones sexuales, Freud enumera vari*s de l*s sexólog*s
más influyentes. Estos son l*s escritor*s con quien dialoga. Cada
uno tiene su propio enfoque y algunos son más interesantes que
otros. A pesar de un aparato teórico limitado, en esta literatura
se refleja una abundante complejidad social, histórica y cultural
que se pierde en muchos escritos psicoanalíticos.
198
cantidad de historiador*s, antropólog*s y sociólog*s fue
completamente borrado en el contexto de esta discusión. Me
asombra lo rápido que se olvida la historia reciente, y la
disposición a proyectar hacia el pasado actitudes actuales según
una secuencia cronológica ficticia. A mí me influyó tanto Weeks
como Foucault. En mi opinión, Weeks es una de las grandes
figuras subestimadas en los estudios gays y la teoría social de la
sexualidad. Él publicó la tesis básica de la construcción social de
la homosexualidad en 1977, el año antes de que se tradujera
Historia de la sexualidad de Foucault.
199
cambios en la forma de experimentar el tiempo, y yo ya estaba
familiarizada con las discusiones de Althusser sobre las
diferentes formas de individualidad histórica (Reading 251-53).
Fue un pequeño salto desde el impacto de la urbanización y la
industrialización en los repertorios de protesta política, las
convenciones del tiempo y las formas de individualidad histórica
a pensar cómo diferentes formas de identidad sexual y
subjetividad podrían haber surgido de los mismos cambios
sociales a gran escala. Estas ideas parecían dar sentido a mis
conclusiones de mi exploración de la historia lesbiana. No le di la
etiqueta de "construcción social" a ninguna de ellas pero estaba
alcanzando maneras de pensar sobre esos temas. Pero much*s
académic*s diferentes estaban tomando los enfoques comunes de
la historia social, la antropología y la sociología para aplicarlas
de forma consistente a la homosexualidad. Hubo una
convergencia bastante difundida de este tipo de pensamiento
sobre la homosexualidad masculina y femenina, y un repentino
cambio de paradigma, a mediados de los 70.
200
Cuando encontré que tenían Idylle Sapphique [Idilio sáfico] de
Liane de Pougy (su roman à clef sobre su romance con Natalie
Barney), fui a la Réserve a leerla. Encontré un depósito completo
de libros del grupo de Natalie Barney y Renée Vivien, con
comentarios al margen llenos de información biográfica increíble
sobre los personajes. Así que terminé pasando el verano en la
Réserve, aferrada a mi diccionario y libro de verbos, leyendo
novelas obscenas de lesbianas.
201
JB: Entonces, ¿qué encontraste útil en Foucault para pensar
sobre prácticas sexuales y sexualidad en general?
JB: Es verdad.
202
cambiador de la sexualidad y de la alianza: transporta la ley y la
dimensión de lo jurídico hasta el dispositivo de sexualidad; y
transporta la economía del placer y la intensidad de las
sensaciones hasta el régimen de la alianza" (132). Incluso llama a
la familia "el más activo foco de sexualidad" (133). Haciendo eco
de esta discusión, nunca se me ocurrió que alguien pensaría que
estaba sosteniendo que el parentesco o la familia, y sus
dinámicas respectivas, ya no tienen ninguna relevancia. Lo que
él estaba diciendo me ayudó a pensar sobre los contornos de otro
sistema que tenía una dinámica diferente, una topografía
diferente y líneas de fuerza diferentes. En toda esta sección de
Foucault, se pueden escuchar los ecos de sus conversaciones con
Lévi-Strauss y Lacan. Tuve la sensación de que su evaluación de
esas relaciones era novedosa, perspicaz y precisa.
203
redes de apoyo dentro de la comunidad de gays y lesbianas no
pueden entenderse también como formas contemporáneas de
parentesco.
GR: Sí, pero estoy diciendo que los términos no son equivalentes.
En la teoría feminista, mucho se basa en la noción
levistraussiana de parentesco, que no puede trasladarse así
nomás a una noción más fluida de los sistemas de parentesco
modernos o de tipo gay. Así que hay que tener cuidado sobre lo
que se dice cobre parentesco en este sentido diferente. Un
sistema de asociación voluntaria es muy diferente de un sistema
en que matrimonios obligatorios crean sistemas dinásticos u
otras formas de organización política.
204
antropólog*s llamarían parentesco "informal" o "ficticio". Esos
sistemas de parentesco informal o ficticio son incluso menos
institucionalizados y estructuralmente estables que esas
relaciones reforzadas por la autoridad estatal.
GR: No. No quiero sugerir eso. Una vez más, un tema es cómo
definimos parentesco.
205
autonomía de los dos. Entonces quizás sería mejor si te pidiera
que hables sobre esa cuestión ahora.
206
entre feminismo y estudios gays y lesbianos. Ese no era un tema
con el que estaba tratando. Yo estaba intentando hacer un
espacio para trabajar sobre sexualidad (e incluso género) que no
suponga que el feminismo es el enfoque obligatorio y suficiente.
Pero no estaba tratando de fundar un campo. Por un lado, en esa
época todavía era un sueño bastante lejano la
institucionalización de los estudios gays y lesbianos. Y no
obstante, por otro lado, estos ya habían comenzado.
"Reflexionando sobre el sexo" fue parte de este proceso.
207
políticas homosexuales en Gran Bretaña] de Jeffrey Weeks eran
de un período incluso anterior. También se había publicado otro
libro sobre el movimiento alemán por los derechos gay en 1974
escrito por John Lauritsen y David Thorstad. Muy a principios de
la década del 70, académicas lesbianas comenzaron a desarrollar
estudios a partir de los trabajos bibliográficos vanguardistas
realizados por Jeannette Foster y Barbara Grier. Traigo todos
estos trabajos a colación para mostrar que los estudios gays y
lesbianos precedieron a "Reflexionando sobre el sexo" y que ya era
una iniciativa en crecimiento mucho antes de su
institucionalización.
208
feminismo tenía las respuestas para todos los problemas que el
marxismo no había solucionado. Me acuerdo del comentario
maravilloso de un académico marxista que creía que empezaba a
aplicarse también a un cierto tipo de feminismo. No recuerdo
bien quién hizo el comentario, aunque creo que fue Martin
Nicolaus. Lo que criticaba era a es*s marxistas que trataban El
Capital como si fuera un limón al que se podía exprimir y del que
gotearían todas las categorías de la vida social. Para principios
de los 80, mucha gente abordaba al feminismo de la misma
forma. Para algún*s, el feminismo se había vuelto el sucesor del
marxismo y se suponía que sería la próxima gran teoría de todas
las miserias humanas. Soy muy escéptica de todo intento de
privilegiar unas herramientas analíticas sobre todas las otras y
de todo intento de omnipotencia teórica y política.
209
Finalmente, quería agregar la práctica sexual a la gran lista de
estratificaciones sociales, y establecer que la sexualidad es un
vector de persecución y opresión. En los sesenta, se entendía que
las estratificaciones importantes eran la casta, la clase y la raza.
Una de las grandes contribuciones del feminismo fue agregar el
género a esa lista. Para principio de los ochenta, para mí estaba
claro que el género no tenía en cuenta los problemas de
persecución sexual, y que se necesitaba agregar la sexualidad
también.
210
cierto modo, continúa en muchas obras posteriores, incluyendo
partes del feminismo.
A un* amig* mí* le gusta decir que "todos los datos están sucios".
Quiere decir que los datos no son solo cosas que están esperando
a ser cosechadas, con significados intrínsecos que son práctica o
inevitablemente aparentes. Los datos están también construidos
socialmente y siempre hay perspectivas que determinan lo que
constituyen los datos o afectan las evaluaciones de lo que puede
aprenderse de los datos. A pesar de eso, es un grave error decidir
que, por ser imperfectos los datos, es mejor evitar los desafíos de
lidiar con los datos. Me horroriza esta actitud creciente que
parece pensar que no tener datos es mejor que tener cualquier
dato o que trabajar con datos es una actividad inferior y
deslegitimada. Una falta de trabajo descriptivo sólido, bien
investigado y cuidadoso empobrecerá a la larga al feminismo y a
los estudios gays y lesbianos, tanto como una falta de examen
conceptual riguroso. Encuentro a este idealismo galopante tan
inquietante como positivismo ciego.
211
De muchas maneras, es más desafiante. Sé que esta es una
opinión completamente herética, pero suele ser mucho más difícil
reunir, asimilar, entender, organizar y presentar datos originales
que trabajar con un grupo de textos canónicos que ya han sido
cultivados por tanto tiempo por tant*s que ya están en gran parte
digeridos. Hay mucha "teoría" en los mejores estudios empíricos,
incluso si esos estudios a menudo no citan la última lista de l*s
25 "teóric*s" esenciales que los respaldan o legitiman.
212
descripciones de poblaciones vivas o explicaciones de sus
comportamientos.
213
literarios y algún conocimiento personal afirmaciones sobre
"masoquismo" y "sadismo" en un contexto mayor. Este ensayo es
fascinante, aunque difícilmente definitivo. Sin embargo, se está
volviendo un texto autorizado para escribir sobre masoquismo y
sadismo.
214
se forman las comunidades sexuales. Esto surgió de un trabajo
que había hecho sobre historia lesbiana, e inicialmente intentaba
entender de donde provenían las comunidades lesbianas o cómo
comenzaron a existir. Las comunidades gays me despertaban la
misma curiosidad que las comunidades lesbianas. Después me di
cuenta que muchas sexualidades estaban organizadas como
poblaciones urbanas, algunas bastante territoriales. Me empecé a
preguntar sobre qué cigüeña juntó todas estas poblaciones
sexuales y cómo pasó. Todo esto fue parte de reorientar mi
reflexión acerca de categorías como lesbianismo, homosexualidad,
sadismo, masoquismo o fetichismo. En lugar de verlas como
entidades clínicas o categorías de psicología individual, quería
aproximarme a ellas como grupos sociales con historias,
territorios, estructuras institucionales, modos de comunicación,
etc.
215
simbólicas. Por ejemplo, el SM heterosexual por la mayor parte
del mismo período no se organizó alrededor de símbolos leather,
expresiones de masculinidad o territorios urbanos. "Leather" es
una construcción histórica y cultural específica en que ciertas
formas de deseo entre hombres gays se organizaron y
estructuraron socialmente.
216
El leather gay, incluyendo al SM gay, codifica como masculinos
tanto a los sujetos deseantes/deseados como los objetos
deseados/deseantes. En este sistema, un hombre puede ser
dominado, torturado y penetrado e incluso así mantener su
masculinidad, deseabilidad y subjetividad. También existe
simbología del homosexual SM afeminado, pero estos son un
tema relativamente menor en los cincuenta años del leather gay.
Otras comunidades no combinan estas cosas de la misma forma.
Durante la mayoría de este mismo período, el SM heterosexual se
organizó más a través de avisos sexuales, dominación profesional
y algunos clubes privados. Para el SM heterosexual, lo leather
fue un fetiche pero no el símbolo principal que aseguró su
institucionalización. Éste no era territorial y las expresiones
estilísticas dominantes eran femeninas.
217
JB: Me gustaría que volvamos al género.
Agosto 1994.
218
Bibliografía
Althusser, Louis. “Freud and Lacan.” New Left Review 55 (1969): 48–66.
Bérubé Allan. Coming Out Under Fire: The History of Gay Men and
Women in World War II. New York: Free, 1990.
219
Historia de la locura en la época clásica. México: Fondo de Cultura
Económica, 1976.
Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Trad.
Elsa Cecilia Frost. Buenos Aires: siglo xxi editores, 1968.
Grier, Barbara [Gene Damon]. The Lesbian in Literature. 1967. 3rd ed.
Tallahassee, Florida: Naiad, 1981.
House, Penny, and Liza Cowan. “Can Men Be Women? Some Lesbians
Think So! Transsexuals in the Women’s Movement.” Dyke, A Quarterly
5 (1977): 29–35.
Katz, Jonathan. Gay American History: Lesbians and Gay Men in the
U.S.A. New York: Crowell, 1976.
220
Lévi-Strauss, Claude. Las estructuras elementales del parentesco. Trad.
Marie Therèse Cevasco. Buenos Aires: Paidós, 1969.
Mannoni, Maud. The Child, his “illness” and the Others. New York:
Pantheon, 1970.
Bad Girls and Dirty Pictures: The Challenge To Reclaim Feminism. Ed.
Allison Assiter and Avedon Carol. London: Pluto, 1993. 18–40.
221
"Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la
sexualidad". En: Vance, Carole S. (Comp.) Placer y peligro. Explorando
la sexualidad femenina. , Ed. Revolución, Madrid, 1989 pp. 113-190.
"El tráfico de mujeres: notas sobre la 'economía política' del sexo".
Trad. Stella Mastrangelo. Nueva Antropología, Vol. VIII, No. 30, México,
1986.
Vance, Carole S., ed. Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality.
Boston: Routledge, 1984.
Wilden, Anthony. “Lacan and the Discourse of the Other.” Lacan 157–
311.
222
GEOLOGÍAS DE LOS ESTUDIOS
QUEER
DÉJÀ VU, OTRA VEZ
2011
223
224
Geologías de los estudios queer
Déjà vu, otra vez139
Se me ocurrió utilizar la ocasión de esta conferencia para pensar
sobre los conocimientos queer y sus condiciones de producción.
Quiero usar una experiencia que tengo repetidamente con los
conocimientos GLBTQ (gay, lésbicos, bisexuales, transgénero y
queer) para acentuar la continua necesidad de construir formas
institucionales estables que aseguren el desarrollo en curso, la
preservación y la transmisión de tales conocimientos. Éste es el
déjà vu al que se refiere mi título: cuanto más exploro estos
conocimientos queer, más descubro cuánto ya hemos olvidado,
redescubierto, y rápidamente olvidado nuevamente. Yo misma
he intentado reinventar la rueda, en varias oportunidades.
Quiero pensar sobre por qué esto ha ocurrido con tanta irritante
regularidad. Un problema importante es que todavía carecemos
de suficientes recursos organizacionales como para rutinizar la
conservación de conocimientos previamente adquiridos y su
transferencia a las nuevas generaciones.
139 Este capítulo del libro es un extracto de la “Twelfth Annual David R. Kessler
Lecture”, presentada en el Graduate Center, City University of New York el 5 de
diciembre de 2003 y publicada en CLAGS News 14, N° 2 (Summer 2004), pp. 6-10.
225
llamado The Ladder, ni que The Ladder seguía siendo publicado,
aunque no por DOB.
226
Lesbian in Literature, escrita por Gene Damon (el seudónimo de
Grier) y Lee Stuart, publicada en 1967. También fui
debidamente reprendida por mi ignorancia del libro de Jeannette
Foster (que era aún anterior), Sex Variant Women in Literaure,
publicado en 1956. La poderosa máquina de escribir de Grier
podía haber despellejado un rinoceronte, y ciertamente apabulló
un poco mi juvenil entusiasmo. Puedo informar con felicidad que
después de este encuentro inicialmente difícil, Barbara se
ablandó, compartiendo generosamente su conocimiento,
extraordinariamente detallado y amplio, de las riquezas ocultas
de los textos lésbicos. De todos modos, el objeto de este cuento es
lo difícil que era encontrar, alrededor de 1970, tales
publicaciones. El trabajo había sido hecho, pero era inaccesible
en su mayor parte. Los mecanismos para impartir y adquirir
sistemáticamente conocimiento lésbico eran, en el mejor de los
casos, rudimentarios.
227
muchas bibliotecas universitarias y públicas las rechazaba por
considerarlas basura pornográfica. Resultó que casi todo lo yo
había estado buscado estaba, efectivamente, en el piso de arriba
en Labadie, un país de las maravillas de la investigación
homófila. La colección tenía todo: The Lesbian in Literature de
Damon y Stuart, Sex Variant Women in Literature de Foster,
algunas bibliografías tempranas compiladas por Marion Zimmer
Bradley, y la tirada casi completa de The Ladder.
Tampoco sabía que mis propios intereses eran parte de una gran
ola de estudios que estaba surgiendo a partir del movimiento de
liberación gay. Entendí sólo retrospectivamente cuánto
construyó mi cohorte sobre los caminos trazados por nuestrxs
predecesorxs homófilxs, aunque a menudo lxs descartáramos por
carecer ostensiblemente de sofisticación teórica o de precisión
terminológica. Mientras estaba preparando esta presentación,
mandé e-mails a varixs de mis viejxs amigxs que también
estaban haciendo investigación gay en esa época, para
preguntarles cómo encontraron orientación y material originales.
Todxs reconocieron deudas importantes con la investigación
homófila, los registros organizacionales y las colecciones
individuales.
228
pruebas documentales. Muchos de los registros que consultó
habían sido acumulados y preservados por individuos,
básicamente Jim Kepner en su departamento de Los Angeles, y
Don Lucas en su garaje de San Francisco. John también consultó
los archivos verticales del Kinsey Institute, y visitó Ann Arbor
para utilizar la colección de periódicos de Labadie. Para su
magistral Gay American History (1976), Jonathan Ned Katz
también se apoyó muchísimo en la riqueza bibliográfica
producida por la prensa homófila temprana. Cuando le pregunté
a Jonathan sobre sus mapas del tesoro, mencionó The Lesbian in
Literature, Mattachine Review, One, y varias bibliografías gay
masculinas, especialmente las de Noel Garde.
229
serie llamada “Bibliography on Homosexual Subjects”
[“Bibliografía sobre Sujetos Homosexuales”, N. de T.]. En 1959
Noel Garde publicó The Homosexual in Literature, presentada
como una “bibliografía cronológica desde 700 A.C. hasta 1958”, y
en 1964 Vantage Press sacó su libro From Jonathan to Gide: The
Homosexual in History. En el momento de su publicación, los
compendios de Garde y de Damon/Stuart estaban a la
vanguardia de la bibliografía gay. Aunque mi yo más joven
habría criticado esta clase de trabajo por la ausencia de
interrogación de la categoría “homosexual”, ahora considero esos
textos como un logro muy importante. Además, tales
compilaciones hicieron posible la aplicación del armamento
teórico de la historia social, la antropología cultural y la
sociología urbana de fines de la década de 1960 al objeto de
estudio GLBTQ.
141 Para una biografía de Foster, ver Joanne Passet, Sex Variant Woman: The
Life of Jeannette Howard Foster, Cambridge: Da Capo Press, 2008.
230
Mundial. Noel Garde reconoce explícitamente las referencias de
Cory, así como una bibliografía producida por la filial New York
de la Mattachine Society. The Homosexual in America tiene
muchos aspectos problemáticos, pero también estableció una
agenda para gran parte de la investigación homófila a la que que
precedió y prefiguró.142 Cory recogió todos los documentos del
gobierno estadounidense más importantes referidos a la
homosexualidad, incluyendo “The Employment of Homosexuals
and Other Sex Perverts in Goverment” [“El empleo de
homosexuales y otros pervertidos sociales en el gobierno”, N. de
T.] y las reglamentaciones de la Veterans Administration sobre el
personal militar licenciado deshonrosamente por
homosexualidad. The Homosexual in America lista también los
estatutos legales que regulaban las actividades homosexuales en
todos los estados, que en ese momento eran 48. La propia
bibliografía y lista de fuentes de Cory sigue siendo notable, y el
libro incluía como apéndice especial una “Check List of Novels
and Dramas” [lista de novelas y obras de teatro] referidas a la
homosexualidad. Foster también había leído, usado y citado a
Cory, y sospecho que las bibliografías publicadas en la
Mattachine Review comenzaron como actualizaciones del trabajo
de Cory.
142 Fue Jeffrey Escoffier quien me alertó sobre la importancia del libro de Cory.
143 Harry Oosterhuis, Stepchildren of Nature: Krafft-Ebing, Psychiatry, and the
Making of Sexual Identity, Chicago: University of Chicago Press, 2000.
231
reunieron recursos polémicos con los cuales articular las críticas
tempranas de la injusticia y la persecución sexuales. Estos
recursos incluían biografías de homosexuales famosos, material
extraído de los clásicos griegos y latinos, testimonios personales
sobre los efectos del chantaje y la privación sexual, informes
etnográficos, datos científicos sobre comportamiento animal,
observaciones sobre la vida comunitaria homosexual, y algunas
de las primeras compilaciones modernas de bibliografía queer.
Tomado en su conjunto, el corpus que llamamos sexología es una
empresa intensamente colaborativa entre los médicos y los
pervertidos. Tuvo como resultado una consolidación masiva de
un estrato fundamental del conocimiento queer a veces
investigado provechosamente, otras veces ignorado, descartado u
olvidado. Pero algo ha quedado suficientemente claro: así como
mi cohorte de la época de la liberación gay construyó sobre las
publicaciones y los recursos de archivo reunidos por nuestrxs
predecesorxs inmediatxs, lxs investigadorxs de la época homófila
recurrieron a estratos previos, en particular el “sexológico”.
232
histórica, y gran parte del análisis que atribuimos a Ellis. 145 La
propia obra de Symonds contiene incisivas reseñas de la
bibliografía médica, en la cual él es a su vez citado.146
Modern Ethics Being an Inquiry into the Phenomenon of Sexual Inversion: Addressed
Especially to Medical Psychologists and Jurists, Londres, 1896. Hay excelentes
ensayos sobre Ulrichs, Krafft-Ebing y Hirschfeld en la espléndida colección editada
por Vernon Rosario, Science and Homosexualities, New York: Routledge, 1997. Ver
también Crozier, Ivan (ed.), Sexual Inversion: A Critical Edition, Palgrave Macmillan,
2007; Bland, Lucy y Doan, Laura, Sexology in Culture: Labelling Bodies and Desires,
Chicago: University of Chicago Press, 1998 y Sexology Uncensored: The Documents
of Sexual Science, Chicago: University of Chicago Press, 1998. Las biografías
incluyen Kennedy, Hubert C., Ulrichs: The Life and Works of Karl Heinrich Ulrichs,
Pioneer of the Modern Gay Movement, Boston: Alyson Publications, 1988;
Rowbotham, Sheila, Edward Carpenter: A Life of Liberty and Love, Londres: Verso,
233
uso de avisos personales para encontrar parejas.148 Y la
significancia de esta subcultura urbana es evidente, señaló, por
lxs “muchxs que, día tras día, pocas veces han podido sacarse las
máscaras, y aquí se sienten como liberadxs. La gente ha visto a
homosexuales de las provincias poner pie en tales bares por
primera vez y romper en lágrimas violentamente emocionales.” 149
Hirschfeld también dedicó un espacio considerable a la
victimización, la persecución y el procesamiento de homosexuales
en ámbitos legales y sociales. Incluyó una historia detallada del
movimiento organizado contra esta persecución, así como un
listado de leyes anti-gay en el mundo.
234
anterior a la Primera Guerra Mundial se verían enriquecidas por
un grupo de investigadores homófilos que estaba surgiendo.
236
Quiero usar esta breve reseña para hacer algunos comentarios.
El primero es la prevalencia de la amnesia sobre los estudios
queer pasados. Me horroriza continuamente la presunción de
que los estudios GLBTQ comenzaron recién en algún momento de
la década de 1990. Elegí la metáfora de geología porque nos
ayuda a pensar en marcos temporales más largos,
desenfocándonos del presente. En tiempo geológico, el presente
es un parpadeo. Nuestro sentido de lo que es importante en la
investigación queer no debería ser distorsionado por el brillo de lo
actual, lo que está de moda, lo nuevo. Quiero que pensemos
sobre procesos más largos, que han moldeado el presente y en los
que el presente está profundamente enraizado. Cualquier
proyecto de estudio puede beneficiarse de una acumulación de
conocimiento que puede ser evaluado, validado, criticado,
actualizado, pulido, mejorado, o utilizado para brindar nuevas
pistas para investigar. Debemos ser más conscientes e incluir los
materiales más antiguos en el canon contemporáneo de los
estudios queer.
237
centros, líneas académicas, puestos de personal, y pago de
salarios. Debemos trabajar para acumular más recursos y
construir mejores burocracias.
238
estas comunidades son complicadas, pero una de ellas es su
fragilidad infraestructural. En San Francisco, por ejemplo, la
mayoría de los negocios estaban en locales alquilados, a lo largo
de un corredor comercial de bajo costo. Cuando los alquileres
comerciales empezaron a dispararse, estos negocios fueron
expulsados. El único resabio de este barrio de mujeres que una
vez fue tan vibrante es el Women’s Building, y la única razón por
la cual todavía está ahí es porque había sido comprado, no
alquilado. Pero un espacio construido es caro para obtener y
difícil de mantener. La estabilidad consume muchos recursos.
152 Gerth, H.H. y Mills, C. Wright (eds.), From Max Weber: Essays in
Sociology, New York: Oxford University Press, 1958, p. 228.
239
240
Gayle Rubin
241
En su ensayo Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría
radical de la sexualidad (1984), interroga el sistema de valores que
grupos sociales -tanto de tendencia de izquierdas, como de
derechas, feministas o patriarcales- atribuyen a la sexualidad que
definiría determinados comportamientos como buenos y naturales
mientras otros (como el sadomasoquismo) serían malos y
antinaturales.
Formó parte de la junta directiva del Museo y archivos de la cultura
de la peletería desde 1992 hasta 2000.
En 1994 finalizó su doctorado en antropología en la Universidad de
Míchigan, Estados Unidos, con una disertación titulada The Valley of
the Kings: Leathermen in San Francisco, 1960 – 1990 (El valle de los
reyes: Peleteros en San Francisco de 1960 a 1990"). Actualmente,
Rubin trabaja como asistente de profesor en antropología en dicha
universidad. En 2006 recibe una notoriedad y unos elogios
indeseados al aparecer en la lista de la obra de David Horowitz, "The
Professors: The 101 Most Dangerous Academics in America" (Los 101
profesores más peligrosos de Norteamérica).
242