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por facusaxe
serás-heterosexual-o-no-serás
Monique Wittig
Hace años murió Berta. Fue de esos momentos en los que intento parecer o ser fría para evitar
que las cosas importen. Pero tengo que ser sincera con eso que me cierra la garganta y me hace
pensar. A Berta la extraño. Aunque haya sido una mujer dura y difícil a Berta la extraño. Yo
estaba muy enojada con Berta cuando murió. Le había hecho cosas muy horribles a mi madre y
me costó aceptar esas cosas. Pero al mismo tiempo fue mi abuela. La bruja, la curandera, la
abortera, la portera Berta. Era una mujer petisa, de pelo gris, en mi recuerdo se me aparece
como una mujer casi tanguera. Era gordita y petisa. Un poco como yo. Creo que algo de mi ser
petiso viene de Berta. Así como algo de mi identidad escritural. Cuando murió yo me quedé con
dos cosas. Una taza común, transparente, que me recordaba cómo Berta me hacía el té. La otra
cosa que me quedé es una carta. O una nota. Escrita en una hoja un poco amarillenta. Mi abuela
no había terminado la escuela primaria. No era escritora. Ni una gran lectora. Era una mujer
trabajadora, una sirvienta, una sobreviviente. En esa nota de media página ella cuenta con sus
palabras lo que sintió cuando se enteró de la muerte de su hijo Silvio en 1979. Desde que leí esa
nota me fascinó la potencia de ese escrito y esas palabras. De esa necesidad de escribir, ese
dolor. Me sentí muy identificada. No sé cuándo escribió esa nota y que yo sepa no volvió a
escribir cosas así. Para mí, algo de lo que hay en esa nota me acompaña desde siempre. La
guardo como una de mis reliquias. A la abuela Berta nunca pude contarle que soy marica.
¿Serán maricas nuestras abuelas? ¿ahí estamos nosotras silenciadas, acalladas negadas, pero
vivas en nuestras abuelas? Berta nos conocía muy bien a mí y a Gabriel. Por algo, en su forma
de llamarnos desde chicos nos llamaba sus chanchas. Gabriel era la chancha puta, la chancha
que corre, se golpea, se ensucia. Yo era la chancha fina, la cancha modosita, la temerosa, la
cuidadosa, ¿la chancha marica? Lo decía con mucho amor. Y no debe haber mejor descripción
para mí como niña marica patagónica que la de chancha fina. Quizás, todo se trató simplemente
de que Berta fue una gran abuela marica, bruja, abortera y marica, la gran Berta marica.
2.
Brujería marika
Mis ojos cerrados focalizan. No se puede explicar desde lo científico. Me olvido de mis anteojos
y por momentos me olvido de que mi mirada sobre el mundo está toda borrosa, desenfocada. ¿O
será que por unos momentos veo bien? ¿Será mi mirada marika?
la lengua marika
la laguna marika
la vida marika
Me dicen algo del tercer ojo y el dibujo me devuelve fragmentos
me dicen algo de la razón
y el cuerpo hace cosas que no se pueden explicar
el calor en la frente no para y se expande
suspiro
suspiro marika
Me dicen que tatuarse una flor
es un símbolo de protección
brujería marika
abrir los ojos
tatuarse una flor
un ojo marika que ve una luz
que ve las preguntas del dibujo marica
la brujería marika
Cuando las manos marica cubren los oídos
el poema se vuelve realidad
con el calor en mi frente
Hasta que voces humanas nos despierten y nos ahoguemos
Hasta que los oídos marica comiencen a escuchar
eso del ojo marica, de la brujería marika
lo que se llevaron
cuando arrancaron el jardín.
La sensación de que algo me mira en la oscuridad
acaricio la oscuridad marica
y es tibia
4.
Nacimiento marica
Una voz que no tengo. ¿Quién soy? ¿qué soy? ¿un espejismo? Algo que habita el borde entre la
realidad y la ficción. Estoy buscando una voz para poder escribir. O más bien revelando esa voz
que tengo atragantada en la faringe y lucha por salir.
Leer es un acto de insurgencia política para mí, de placer perverso, de aislamiento incorrecto.
Dejo de existir y me hundo en el pantano que contamina las supuestas perfecciones. Y ahí busco
mi voz, mi forma de expresar eso que tengo dentro y quiere corromper la supuesta normalidad.
Siento que puedo acariciar algo a partir de la suma de recuerdos maricas. Mi primer intento fue
escribir un ensayo. Me faltan las referencias, me falta el lenguaje. Pero si la escritura puede ser
ese acto subversivo, esa máquina de guerra definitiva, ¿por qué nuestra escritura no puede serlo?
En la búsqueda de la niña marica que de forma momentánea soy hay una clave, un principio,
una forma de rebelión enunciada en la palabra en primera persona. Esa voz es la que tiene que
hablar, es la voz que susurra ahora. Pero no con formas complacientes. Escribir y ser leída me
vuelve vulnerable, me alejo del espejismo que siempre fui. Ese sobre el que siempre escribí
cuentos, el niño que habita en mis anteojos. Si escribir me da miedo, si ser leída me vuelve
vulnerable, ¿por qué no pueden ser el miedo y la vulnerabilidad mis formas de subversión vital
y política? Esos lugares que puedo habitar y pueden tornarse formas de empoderamiento y
refugio. Toda la vida quise combatir mis miedos y mi vulnerabilidad. Pero mi voz está en el
miedo y la vulnerabilidad. Esa soy ahora, aquí, en este instante. Y desde ahí quiero ser leída,
quiero ser eso que me aleja y cristaliza mi espejismo. Eso que, aquí y ahora, quiero y voy a
llamar la escritura del pantano. Mi escritura. La voz de la niña marica golpeada y violada,
espejismo de miedos y vulnerabilidades, la voz de mi escritura literaria, académica, teórica,
vital, terrorista.
7.
Poema marika
Nacer demonio
nacer demonio de la angustia y la palabra ahogada
se me revienta un ojo
y no puedo parar de llorar
gimo
me ahogo
no estás
no están
¿Qué fue lo que me hicieron?
¿Qué mierda me hicieron?
¿Por qué no puedo hablar?
¿Por qué no puedo decir?
Se me cierra el pecho y no puedo respirar
me ahogo
se me rompen los dientes de tanto apretarlos
se me rompe el corazón
no puedo hablar
no puedo ver
Me ahogo.
8.
Tristeza marika
La destrucción marika
Estaba pensando en tres cosas que se relacionan con la destrucción. En algún momento la niña
marika abrazó la destrucción (¿O la auto-destrucción?). Pienso en eso de las vidas que no
pueden ser vividas. O los momentos de las vidas que no pueden ser recordados con facilidad.
Los recuerdos se me mezclan pero ahí están esas tres cosas. La primera tiene que ver con que yo
aprendí a leer de chiquitx, imitando a madre que había aprendido a leer para poder escapar de la
realidad. Ella nunca paró de leer desde ese día en el que la bibliotecaria de la escuela le prohibió
leer “Los miserables”. Como si hubiera servido para algo esa prohibición. Ahí aparece mi
recuerdo, viendo películas con madre y padre y hermanitx. Películas con subtítulos, tengo el
recuerdo de un momento en particular, viendo una película de cine catástrofe de esas de aviones
que se estrellan y muere medio avión. Hermanitx no llegaba a leer los subtítulos. Y era muy
insistente. Y madre y padre se cansaban de leerle todo. Entonces yo le leía hermanitx. Le leía
los subtítulos y le explicaba la película. Y cuando éramos chiquitxs le ataba los cordones.
Muchas décadas después sigo leyendo y explicando textos. Todavía me acuerdo ese día en el
que le conté “La letra escarlata” a marida. El segundo recuerdo tiene que ver con el cine. Con
madre siempre vimos películas, desde muy chiquitxs, todo tipo de películas. Y a mí siempre me
gustó mucho eso. Entre lo que veíamos, el cine catástrofe siempre nos llamó mucho la atención
a madre y a mí. Había algo en el cine catástrofe que generaba una especie de goce. Las escenas
de destrucción siempre me emocionaron. Desde la primera vez que las vi, casi como si me
generaran placer. El tercer recuerdo se encadena con todo esto. Desde muy chicx, tendría unos 7
u 8 años, la niña marika de mi infancia empezó a dibujar. Dibujar siempre me gustó. No soy un
gran dibujante pero es de esas cosas que me hace bien hacer. Y durante años dibujé lo mismo
una y otra vez: una ciudad de grandes edificios, muy bella y moderna, muy diferente al pueblo
montañés en el que vivía. Y una vez que estaba dibujada, la destruía. Pero no se trataba de
romper el papel. Era otra cosa, era ir dibujando la catástrofe sobre la ciudad, borrando y
dibujando encima incendios, terremotos, naves espaciales, inundaciones, todo lo que se me
ocurría. Nunca era el mismo tipo de destrucción, alternaba entre uno y otro. Y había una suerte
de historia de cómo se iba destruyendo la ciudad. Las catástrofes devastaban la ciudad y no
quedaba nada, nadie sobrevivía. Pasaba horas haciendo eso. Tengo el recuerdo muy vívido. Pasé
años una y otra vez dibujando eso. En algún momento me mandaron a la psicopedagoga. Y
también inventaba catástrofes y melodramas en mis juegos con juguetes. Muy de niñx marica.
Siempre jugué sola. Y lo que le ocurría a mis juguetes eran grandes catástrofes o dramas o
tragedias. Mis juguetes nunca fueron felices. Hace un tiempo le conté lo de los dibujos en
terapia, nunca se me había ocurrido hablar de eso. Sentí que pareció importante. ¿Qué habrán
significado mis dibujos? En la ficción familiar Facunda destruía para construir. Pero yo no
construía nada cuando dibujaba, sólo dibujaba catástrofes. Psicológx me dijo algo así que piense
un poco en eso. Y dijo algo de la agresividad. Tal vez haya sido una forma de expresar mi
agresividad ante el mundo que me asfixiaba. Tal vez destruía un lugar al que no podía ir. No
había forma de escapar del pueblo montañés. Tal vez no significa nada. Décadas después ya no
dibujo catástrofes, aunque recuerdo a la perfección esos dibujos y podría hacer uno igual ahora
mismo. Y tal vez no dibuje imágenes de destrucción pero muchas veces me encuentro diciendo
que hay que salir a romper todo y prender fuego todo. Son las ganas de hacer colapsar el mundo
espantoso. En general, no hablo de una destrucción material, se trata más de este mundo
espantoso en el que tenemos que habitar y vivir vidas que la humanidad no quiso existieran
como tales.
10.
Marica desidentificada
La marica desaparece
De a poco se va
de una a otra fotografía
hay miradas muy maricas
y miradas vacías.
A medida que avanzan las fotografías algo se va
queda una mirada pero ya no hay marica
queda algo, un resto
una mirada con miedo
nunca pude sonreír.
Mi amiga me dice que soy bella cuando sonrío
yo no puedo
no tengo sonrisa
mi sonrisa marica se la llevaron
con mi lengua
con mi cuerpo
con mis brazos
sólo quedó una mirada triste
y algo en la garganta
14.
I
Ser marica, sola, en la oscuridad
ser niña, ahí, sin aire
mirar todo con miedo
Eras tan bueno. Demasiado bueno.
Nunca fui bueno ni genial
ni hermoso ni flaco
ni hijo ni padre ni varón
Fui una mariquita sensible
a la que le gustaban mucho las mariposas y los colores.
Una niñita marica que miraba todo sorprendida
que movía sus manos y sus brazos como una mariposa
Primero me prohibieron el uso de las manos
después me quitaron los colores.
¿Qué puede dibujar una niña marica sin colores?
Lo único que quedó fue odio
crecer escuchando que eras el odio
que traes mala suerte
que las maricas contagian
Ese puto no va a sostener a mi bebé.
No queríamos tener una hija.
II
Crecer, temer, odiar
Tengo miedo a que me haga algo ella
¿o vos sabés cuál es su sexualidad?
Crecer en el discurso del odio
Su cuerpo es malo.
Su cuerpo hace mal.
Tené cuidado, es una degenerada.
Me da miedo quedarme sola con ella.
A ustedes lo que les falta es pija.
Hijito querido, te falta un marido.
¿Dónde están mis nietos?
¿Dónde están marica asquerosa?
¿Dónde están mis nietos marica de mierda?
¿Para qué carajo viniste al mundo?
¿Para ser una marica puta y asquerosa?
Yo no crié un hijo para que se vuelva una marica
¿Dónde están mis nietos?
¿Qué le hiciste a mi hijo marica de mierda?
Marica asquerosa, mi hijo era bueno, era tranquilo, un genio, hombre, masculino
Un hijo por el que cuento las arenas del mar
¿Qué le hiciste a mi hijo?
15.
La caverna
El espejo marica
¿Hay una sensación de extrañeza cuando se mira en el espejo? Alguna vez sintió algo así.
Siempre sentí eso. No sé qué o quién es eso del otro lado. No me siento reflejada. La
advertencia vino en el cuerpo de una mascota muerta. No te muevas así. Traes mala suerte.Y el
reflejo no soy. No es. No soy. La sensación siempre estuvo. Yo no soy la del espejo. ¿Será por
eso la sensación de desidentificación? ¿Será por eso la sensación de no estar viva? ¿Qué hay del
otro lado del espejo? La frase exagerada me aparece insistente. La grandilocuencia de un
nombre asfixiado. ¿Qué mierda es eso que hay en el espejo? ¿Por qué siento que eso se
relaciona con la escritura? ¿Por qué no puedo parar de escribir? ¿Cuándo tenés tiempo de
escribir? Capaz la pregunta debería ser otra pero todavía no puedo descifrarla. ¿Cuántas páginas
escribiste? ¿Cuántos cuentos, poemas, novelas, cuánto texto? ¿Puede ser que haya más textos
que días en tu vidita marika? ¿Será que la niña marica muerta encontró un lugar de refugio ahí?
¿Será eso el reflejo? ¿Será la realidad? ¿Será la criatura espejo sobre la que escribí hace
décadas?
17.
Parpadeo
Cuando ya no estuve
sólo quedó la sangre
mis dientes que sangran
la vida de una niña pequeña
contenida en una muela
arrancada en la pesadilla.
Cuando ya no estuve
me quedaba la muerte
la tumba ausente
la novela que me amputaron
una pareja en la nieve
un hijo asesino
el cuento de mis horrores
el que me obligaron a escribir
Cuando ya no estuve
era porque no me quedaban ojos
el globo ocular
el ano universal que se lo traga
Cuando ya no estuve
fue que me había muerto
reencarnar en la tinta
de una pobre señora besada
escritora de versos horribles
Cuando ya no estuve
fue que algo se había roto
un silencio. El miedo.
Esa canción
que nos recordó
que los jardines vuelven a florecer
Cuando yo no estuve
fue tu mirada
que me despertó
la verdad no era mi ficción
la verdad fueron tus ojos
pero yo ya no estaba.
19. Cenizas
Cuidado
Uñas maricas
I
Una historieta marica
Batman y Robin maricas
la niña marica Mujer Maravilla
le gusta la vida de Marvila
se excita con el dios Hermes
todo desnudo y con alitas
el cuerpo desnudo de Heracles
despierta cosas
muy adentro
II
Dibujos animados marica
Tigro tiene una especie de barba
en inglés es Tygra
y tiene un látigo
la adulta marica se acuerda
de Tigro
del cuerpo semidesnudo
felino
III
Televisión marica
a la adulta le gustan rapados
pelados
obsesión marica de la infancia
Jean-Luc Picard
señor mayor de calva hermosa
la niña marica anhelaba
tocar
esa piel
IV
Un álbum de figuritas marica
Te gustaba el arquero
Italia 90, Bodo
Arquero de Alemania
La belleza que interpela a la niña marica
¿Cómo llamamos al perrito?
Bodo lo bautiza la niña marica
Bodo lo maldice la niña marica
como uno de sus amores de niña marica
Los perros putos traen mala suerte
Bodo desaparece
Las niñas marica también
24.
Vivir con miedo. Vivir con miedo a caminar. Vivir con miedo a hablar. Hay una sensación de
desprotección. Nadie diría que yo fui una niña desprotegida. ¿Eso explicará lo que siempre
busqué? ¿Lo que siempre sentí? Vivir con miedo. Vivir muerta. Una niñita marika sabe que la
van a culpar. A las niñitas marikas las pueden tocar que siempre van a ser las que provocan. Por
algo son marikas. Aparecen fragmentos y todos tienen que ver con mi cuerpo, con la marika.
Con la niña. Sí, Facunda, ud puede haber tenido un noviecito en la infancia: recuerdos,
fragmentos, amputaciones, partes silenciadas. Ver las cosas desde afuera como si no me
pasaran. ¿Una forma de protegerse? La angustia puede venir de esa sensación. ¿Dónde estoy
yo? ¿Dónde me quedé? Los perros sí me gustan madre. Algunos me gustan mucho. Los perros
putos traen mala suerte. Falta una frase ahí. ¿Cómo los hijos? Unir que al perro que tiraron a la
basura es la hija marika que no debía existir. ¿Cómo se sueña en el pantano? ¿Cómo se vuelve
de la basura?
26.
No puedo gritar
no pude gritar
no pude defenderme
en mi cuerpo se quedó atorado un grito
no puedo hablar
digo cosas pero no estoy
no te dejan otra posibilidad
El grito se queda atorado
queda ahí atrapado durante décadas
un monstruo marica multiforme
dicen cómo te tenés que mover
cómo tenés que hablar
cómo tenés que amar
cómo tenés que odiar
El grito se queda atorado
es la marca en mi garganta
el grito hace que la garganta se enferme una y otra vez
El grito queda atorado
se posa en los ojos
los ojos que todo lo miran
ellos no quieren un error
El grito se queda atorado
sale por los miedos
por las lágrimas
El grito atorado se concentró en una rama que me raspó la garganta
y la obsesión por un poema
Hasta que voces humanas nos despierten y nos ahoguemos
27.
Facundita
I
No hables dice la voz
no hables y que todo quede adentro
no hablo y adentro sangro
me seco
no hablo pero me consumo
voy rompiendo y odiando
este cuerpo
mi cuerpo
lo no dicho se queda adentro
y se convierte en suicidio
en autodestrucción
¿Qué pasó cuando ya no dibujaste imágenes de destrucción?
Todo quedó adentro.
Y comenzaste a destruir tu cuerpo
a odiarlo
a odiarte
no hablar y odiarte
no moverse y destruirse
Facundita quieta en un rincón
escuchando
llorando en silencio
Facundita quieta en un rincón
testigo de su propio suicidio
testigo de su autodestrucción
arrancarse partes con una hoja de afeitar
¿Cómo se recuperan las partes amputadas?
¿Cómo se vuelve del suicidio?
II
Vomitaste tu voz
arrancaste tu cuerpo
de tu propio cuerpo
Ya no había voz. Ni cuerpo. Ni lengua. Ni palabras con las que decirse.
¿Por qué le tengo tanto miedo a los gritos?
La garganta duele
la garganta enferma
la garganta muerta
vos la cortaste con una hoja de afeitar
hasta que quedó seca
te lo dijeron
no tenías otra opción
te lo dijeron
te obligaron
no hables
no te muevas
no mires
no respires
porque las que son como vos no terminan bien
¿Por qué pensás que dije que a mi bebé no lo va a sostener ninguna marika?
porque las marikas no existen
y ahí la luna de sangre se derramó en tu garganta hasta que se secó
III
¿Cómo se vuelve del suicidio?
La garganta duele
hablar con la garganta muerta
[La otra opción: No hablar y repetir el suicidio. ¿Es una opción? En la mirada de la noche, de mi
amiga, veo la comprensión. Ella une los puntos mucho más fácil y entiende lo que mi garganta
apenas puede decir]
[Facundita se refugió en un témpano gigante muy adentro. Y cerró la boca. Pero adentro de la
boca quedó el fuego, que la fue consumiendo y dándole vida. Facundita refugiada en un rincón.
Ahí con su fuego, un fuego que le da un poco de calor a la garganta de Facunda. Así, tal vez, en
alguno de estos intentos pueda hablar de vuelta]
28.
Marika playmobil
Cuando era una niñita marica me regalaron un playmobil. Fue uno de mis juguetes preferidos
como niñitx putx. Era una nena playmobil con un triciclo. Con un vestidito amarillo y piernas
blancas. A mí me gustaba mucho. Jugaba en otro mundo. Aislada, sola, juntaba la nena
playmobil con otrxs compañerxs juguetes e inventaba historias dramáticas e increíbles.
Inventaba mundos. Porque me costaba mucho respirar. Y en esos mundos había mucho aire,
mucho oxígeno, no me raspaba algo en la garganta como me pasó durante mucho tiempo en el
afuera. Tuve que escaparme a ese mundo para poder sobrevivir. En el exterior siempre fui
lágrimas. Adentro respiraba. La nena playmobil era mi favorita. La llevaba a todos lados. Me
gustaba metérmela en la boca y tenerla ahí, entre un beso y una forma de devorarla. Le puse un
nombre que nadie entendía. Un nombre que sólo yo entendía y tenía que ver con mantenerla ahí,
en mi boca, conmigo, en mis labios de niña marica. Hace poco abrí una caja y ella estaba ahí.
Cuando escribo, me lleno de lágrimas. Pero hay aire. Son casi como los mundos esos de la nena
playmobil con su triciclo. La nena con su vestido amarillo que ya está un poco ajada y se cae.
No se logra mantener parada. Esa nena playmobil que tenía mundos donde respirar con un
nombre que sólo yo entendía.
29.
Cazadora marika
scullymarica
Coyunturas
El odio
¿Qué te pasa petiso fascista? ¿Te pasa algo ahí adentro? Mirá que yo soy una marica petisa de
esas que se abren mucho pero mucho el culo (me entran dos dicen las lenguas maricas. O como
dice el grafitti ese: “Me banco la doble anal”).
Entonces, ¿qué te pasa petiso fascista y mediático? ¿Qué le pasa a tu culito que se frunce? Yo sé
como somos algunas petisas por dentro. Y ahí en tu mirada, en tu palabra, en tus gestos, hay un
culo deseante. Un culo lleno de tinieblas y telarañas. Un culo que se dilata cuando dice anal. Un
culo que se dilata más cuando dice abrir. Un culo que chorrea ganas. ¿Tantas ganas me tenés? Si
tantas ganas tenés vení que nos cogemos por todas partes y por todos los agujeros. Vení que nos
damos. Vení que te va a gustar. Se te nota en la cara que tenés ganas. Vení que te enseño mi
dildo doble. Vení que te abro el ano castrado de la humanidad. Aunque mejor no. No vengas.
Porque a mí me gusta leer con el culo abierto y que se convierta en un cosmos chorreante que
nos cubra a todas. Y vos no sos así. Yo soy sólo una mariquita petisa que lee y sueña con el
culo. Una mariquita miedosa. Vos sos de esos petisos mediáticos y seguro estás lleno de plata.
Yo no tengo de esas cosas. Soy hija de una bruja pobre. Soy hija de un niño asustado. Soy hija
de aborteras, brujas, putas, indios, negros y ladrones. Mis amigas son todas campesinas muertas
de hambre como yo. Habitamos los márgenes y no tenemos tus medios y tu plata. No somos de
esconder nuestras ganas de abrirnos el culo como vos.
Qué feo ser vos. Con tanta plata y tanto odio. Qué feo ser vos. En serio, qué horrible, tanto odio
y tanta violencia. ¿No te hace mal? ¿No te hace mal ser eso que mostrás? ¿Ese petiso mediático
de ano castrado? Yo soy sólo una marica petisa que se banca la doble anal.
Pero ¿sabés qué? El amor (y no el amor romántico), el afecto que hay acá, del lado fakunda de
la vida le pasa el trapo y le pone el culo abierto a todo tu odio. Vomitamos y cagamos y
abortamos sobre tu odio. Porque somos miles de flores del mal degeneradas que querés
exterminar. Pero no vas a poder. Porque estas muy solo con tu culo anhelante que no se banca el
deseo.
Y sí, había pensado en decir “vení petiso mediático que te enseño cosas del culo, vení que te
muestro como cogemos las maricas”, pero ¿sabés qué?
Me acordé de algo mientras pensaba todo eso.
Me acordé que yo
con fachos
no cojo
36.
El ejercicio siempre tiene sus ritos: me saco los anteojos, escucho voces. ¿Serán las mismas
voces que escucho mientras duermo, cuando cierro los ojos? “Esa sensación viene de muy
adentro”. No dice vísceras pero yo pienso en esa palabra. Leo esa frase y me suena tan ahí, tan
desnuda en la frase de otrx. Y se me cruzan los días. Nos matan, nos olvidan, nos odian por
besar y por coger. Nos odian por amar o por no amar. Nos odian por salir de la oscuridad. ¿Qué
hacemos con el odio? ¿Qué hacemos con lxs muertxs? ¿Qué hago con mis lágrimas? ¿Qué hago
con mis silencios? Desde que aprendí a leer y escribir tengo una mirada triste y asustada. Esa
mirada nunca supo qué hacer. Yo no sé nada. No sé qué hacer con mis lágrimas. No sé qué
hacer con lxs muertxs. No sé qué hacer con esos besos que nos robaron. ¿Qué hacemos con el
odio? Yo no sé qué hacer ni con mi propio miedo y todo el rencor que tengo adentro.
¿Qué hacemos con el odio? Con ese odio que me aterra tanto como la oscuridad (no digan nada
pero estoy durmiendo con la luz prendida cuando no me abrazan), con ese odio bailamos, con tu
odio nos abrazamos, con tu odio nos metemos cosas en todos los agujeros posibles de esta vida
degenerada, con nuestro odio nos amamos, nos cogemos. Ese odio siempre lo conocimos y ese
odio fue, es y será una criatura espantosa. A ese odio le respondemos con nuestras vidas (que a
veces respiran y a veces no) y nuestras ganas de habitar libres este mundo horrible al que vamos
a prender fuego hasta sus cimientos con nuestra brujería travatortamarika. Porque el odio
alimenta nuestros saberes, nuestras vidas, nuestras genealogías, nuestra brujería. Y ese odio, en
nosotras, es la libertad que todas esas fachas reprimidas siempre nos van a envidiar.
37.
¿Sabés lo que cuesta animarse a hablar? ¿Sabés lo que cuesta devenir sujetx enunciadorx?
¿Lo que cuesta salir a la calle y no tener miedo?
¿Alguien las quiere a las niñas marikas? Porque sus madres las abandonaron. Las abuelas
mueren. Los padres no existen.
¡Qué me vienen a hablar con sus discursos de humanidad cis, blanca, heterosexual! ¡Qué me
vienen a hablar de cambio!
Una vez más se van a olvidar de todas nosotras, las que habitamos el pantano.
Me ahoga esta humanidad horrible, me ahoga el mundo, me ahoga mi cuerpo. Lo que me cuesta
querer este cuerpo y me lo quieren robar. Lo que me costó parir a la niña marika para que me la
quieran matar de vuelta. Homo sapiens y sus discursos. Homo sapiens y sus violencias. Sus
cuerpos.
La humanidad me produce un escepticismo sangrante que no se me quita del cráneo y me duele.
Tengan cuidado igual. Porque nuestro cuerpo es un cuerpo multiforme. Y si lo decide va a rajar
la realidad de sus discursos del cambio social. Nuestro cuerpo mostra va a destruir todo. Si lo
decidimos. No nos hagan enojar que es nuestra la energía de millares de mostras chamánicas
llenas de odio, rencor y ganas de vengar los silencios y las ausencias.
Porque venganza se pronuncia con la lengua monstruosa que tejimos en siglos de silencio.
38.
Me hablan de mi propia voz ausente. ¡Qué fácil sería seguir escribiendo sobre la muerte y la
tristeza! ¿Y si escribo sobre eso que ven mis ojos? ¿Y si dibujo la imagen de mis párpados?
Desidentificarse de la propia vida como destino, como salvación, como refugio. ¿Pero cómo
volver a identificarme? ¿Cómo encontrar esa voz, esa lengua, esa mirada? ¿Cómo volver de la
amputación? ¿Cómo volver del pantano? ¿O será que tengo que abrir los ojos y que el pantano
los inunde? Abrir la boca y tragar el pantano. El pantano soy yo. Ahí con los ojos muy abiertos.
Me hablan de la tensión en mi dentadura, en mi boca, de la compresión en mi boca y mis
dientes. Casi como si no pudiera hablar. Casi como si todo se hubiera cerrado, amarrado,
anudado. Asfixiado. Un texto que no leí habla de la confianza en la escritura. De eso que no
tengo. De la identificación ausente. Todo eso le pasó a otra marica. Es un punto de inflexión me
dice alguien. Abrir los ojos, abrir la boca, reconocer la propia lengua. Mi lengua marica del
pantano que me enseñaron a callar.
40.
Todavía siento algo en el culo. Me despierto y se siente mi cuerpo. Aparece y me besa el pecho.
Ya sabe que los pezones me abren todo el cuerpo. Me besa y me vuelve a besar. Me entra por
los ojos cerrados. Le gusta que gima. Que sienta. Tengo un poco de ganas de cogerlo. Me chupa
la pija marica. Y enseguida se nota que me quiere coger. Pienso que me va a costar. Me dejo
llevar. Me apoya. Entra un poco. Se siente algo, apretado. Saliva en la pija. Lubricante y
empieza a entrar. Se siente raro. No es la primera vez ni mucho menos. Sé que me va a gustar.
De a poco entra. Y en un momento algo se dilata y entra toda. Dejala toda adentro. Hasta que
me acostumbre. Después me empieza a coger. Fuerte y con ritmo. Algo me estalla por dentro.
No es un placer que se pueda explicar con palabras. Se siente todo marica y estoy arriba suyo y
ya no hay resistencia alguna. Entra y sale. Ahí siempre se vuelve todo más intenso. No puedo
parar de gemir y siento algo que casi me desmaya. Ya no me acuerdo si tengo pija o culo o vida
en ese momento. En un instante me mira gemir y se sonríe con ternura (eso debe ser el amor
pienso un rato después). Y todo sigue y yo me muevo y me canso y se mueve y entra y sale y
algo y te voy a llenar de leche y yo ya no me acuerdo de mi cuerpo y la pija sale y la vuelvo a
meter mientras acaba y yo ya no puedo dilatarme más y tenerla más adentro y me toco con todo
adentro y acabo y gime y después de un rato nos miramos.
41.
Malibú
Autohistoria
Ya tengo otro cuaderno. Hoy recordé que hace más de diez años escribí una novela. Está por ahí
sepultada entre las pilas de libros y papeles que me rodean. Quiero que escribir se vuelva una
forma de autoexploración, una autohistoria de mi propia teoría que no existe. Tengo ganas de ir
a un congreso académico y empezar mi exposición diciendo “Estoy harta. Estoy muy harta de
todas ustedes, de sus mentiras, de sus hipocresías y su falsa ciencia de mierda”. Todavía no me
animo. Los últimos tiempos aparecen como un juego de espejos que refleja distintos momentos
de esta vidita horrenda y autoficcional. ¿Cómo hago para dejar de existir e irme a vivir a la
literatura? ¿Cómo hago para huir, tal vez simular mi muerte, y que nadie vuelva a encontrarme?
Recién, mientras escribía esto una araña caminó sobre mi mano de uñas pintadas de rosa. Hace
años eso me daba miedo. “Te caminó una araña” me decía mi abuela para explicar lo que le
pasaba a mi piel o mis labios. Hoy me caminó una araña y la uña destelló en ese rosado con
brillos. Los momentos se reflejan de diferentes formas. Hay una sensación de algo inminente y
gigantesco que va a ocurrir(me) en este contexto de caos y apocalipsis. ¿Cómo hago para
autoexplorar en este ir y venir del pasado al presente? ¿Cómo hago para no arrancarme los ojos?
Sobreviví gracias a la ficción, pero eso me hizo, a veces, una marica adicta a la ficción. ¿Qué
queda de nosotras cuando ya no nos conocemos? ¿Qué queda de una historia inventada como
una telaraña que yo misma tejí? ¿Qué queda cuando nos miramos y dos muros de cristal nos
separan y sólo hay miradas de tristeza? La ficción me salvó la vida. Pero también me atrapó. Me
dejó rota y fallada y respondiendo a las preguntas de un psiquiatra y jugando sola y niña en mi
habitación medio alejada. Vuelvo al presente y se me escapan las lágrimas un par de días.
Después, sólo quedan los muros que nos desnudan. Porque cuando las ficciones se terminan o
mueren ya no hay mucho más que algo que parece dolor en la garganta. Yo escribo páginas y
páginas en mi cuaderno. Quiero mirarme, encontrar algo en mí misma. Hay algo en ese placer
de la enunciación marica que todavía saboreo aunque haya pasado tanto tiempo. ¿Será por eso
que estoy escribiendo así? Hay algo ahí de comprensión del caos. Y siento el latido en mi ojo
derecho. Esa es la bruja, la abuela, que algo me quiere decir. Detrás de mis ojos están mis
lágrimas y mi furia, mis frases, mi tormenta, ese enojo que acumulo hace siglos y se me
atragantó durante mucho tiempo. Y así y todo sigo siendo como Madame Bovary. Y me vuelvo
literata y estúpida ¿Qué Madame Bovary voy a ser? ¿La de los mundos imaginados o la que
toma arsénico? Pienso en mis fantasías de autodestrucción, en las fantasías de catástrofe que me
abren el culo y la boca. Pienso en eso que se llama amor y eso que se llama odio. ¿Qué le pasa a
una niña marica cuando le piden, le ordenan, le exigen que no sea marica para poder vivir? ¿A
dónde se va esa niña marica? ¿Puede vivir esa niña marica? ¿O lo ahogaron tanto que está
muerto para siempre? ¿Eso explica todas las veces que me asfixiaron? Las veces qué mi
garganta se sentía raspada por una rama de ese jardín que me arrancaron, que prendieron fuego.
En el reflejo que viene de atrás de los ojos siento la verdad de las otras. Los ojos de otras niñas
maricas ejecutadas para que no puedan volver. No quiero escapar del yo. Ni de mi misma.
Quiero ser todo. Todo y nada. Ver en los ojos separados por murallas como se cagaron en mi
vida. En mis ganas de jugar y sonreír. Como me asesinaron y seguí viva como una criatura
muerta que intento autodestruirse una y otra vez. Una criatura que odió su cuerpo y quiso
romperlo. Una criatura que mira a los ojos y siente como te cagaste en la vida marica que me
arrancaron. Las telarañas están hechas para atrapar. Yo tejo mis propias telarañas como forma
de huida, como modo de supervivencia, como hábito marica. Tejo una alfombra marica en la
que acostarme y olvidar un poco que, en el fondo, lo único que me queda es seguir siendo una
niñita marica que espera que lo abracen y nunca más le digan que para vivir tiene que cortarse la
garganta y dejar de hablar. Y aunque suene extraño hoy no tiene lágrimas para escribir. La
estupidez me las secó. Y en ese momento en el que siento algo gigantesco rodeándonos no me
quedan muchas más opciones que seguir haciendo lo que siempre hice para poder respirar y
sobrevivir: escribir, escribir hasta que mis palabras se confundan con música y enunciación, en
voces, latidos, sangre, escribir con la sensación de la abuela muerta en el ojo derecho, escribir
como forma de habitar el mundo y olvidar los golpes y la mentira y la estupidez. Escribir para
que la niña marica ahogada salga del mar y siga respirando. Tal vez sea oxígeno. Tal vez sea
que aprendió a respirar bajo el mar. ¿Será por eso que siempre me gustó tanto el mar y el agua?
¿Será que cuando nos ahogamos las niñas maricas solo esperamos voces humanas que nos
despierten? Y ahí el poema dice que nos ahoguemos, pero yo pienso en que nos abracen, el
abrazo que una mariquita necesita para sobrevivir a una vida que no la quiso respirando.
43.
Restos
Escribir lo que dura una canción puede ser uno de mis motivos. Escribir en la plaza con un
insecto minúsculo en mi hoja. Y otro paseándose por el vello de mi pierna derecha. Escribir
sintiendo que salgo de mi cuerpo y viajo y vivo y miro mi cuerpo desde afuera latiendo junto al
verde. Verde que te quiero verde. Escribir la poesía y escribir Lucrecia Borgia, el miedo y los
versos. Escribir lo mínimo y escribir el terror. Escribir la hija y la tecnología del caos. Escribir
la vida toda y las muertes horrendas.
47.
Conjuro marika
¿Ya tendré suficientes poemas para otro conjuro? Un conjuro marica, mi conjuro marica. La
última página de mi cuaderno marica. El mundo se desmorona y yo escribo todos los textos al
mismo tiempo y todo se me confunde. Hago una colección de besos marica y me doy cuenta de
algo: mi primer beso fue en la ficción. Y lo borré. El costo psíquico marica. Lo borré y era tan
bello. Y tan elocuente. Un beso en la ficción, en la vida que me tocó. La vida falsa, la ilusión de
una vida, la ficción de una vida. Un beso borrado. Otro beso violento que se confunde en los
recuerdos. Y ese primer beso marica mucho tiempo después. Besarse por primera vez décadas
después de la muerte. La tristeza de un beso. Un beso-realidad, un beso que no entendí. ¿Y los
besos que no tuvimos? ¿Y los besos que no tuve? El segundo advenimiento debería ser casto.
Tengo tanta tristeza que se me hunde la realidad en sueños marica, delirios de una vida que no
hubo. Un conjuro marica. Despierta algo que no entiendo, ¿dónde dejé mi cuerpo? ¿Cómo abro
el ataúd? Sentir que te arrancan las uñas y pintás con esmalte en los dedos sin uña. Esmalte rosa
como los labios de la marica jamás besada, la marica muerta que se quedó en ese beso de
ficción que fue tan hermoso. Sólo le quedó un resto de sangre que se ocultó en los dientes. Y en
algunos gestos. Como la mano doblada sobre mi mejilla cuando escribo en este cuaderno. La
tristeza de no existir. Tal vez siempre se trató de la búsqueda de un rastro, del mapa de mi
cuerpo y mi vida marica arrancada. Me gustaría tener un conjuro marica que me abra el tórax.
Adentro puede estar la letra del conjuro. No va a cambiar nada. Pero las piezas que encajan me
hacen entender algo. Escribir sobre el dolor, sobre lo que no quiero escribir, lo que soy, la
brujería. Tal vez no hubo ningún problema con mi vista. Tal vez los anteojos son sólo una
ficción más. La vida fue una ficción. El cuerpo marica es una realidad. Y un conjuro.
48.
Quizás se trate de aceptar que estoy rota y siempre lo estuve. Se trata de sentir ese dolor que
siempre oculté. Esa falta que nunca se va a ir. Quizás es que la única opción que tuve fue la
ficción. Y la ficción siempre estuvo rota.
La verdad es tan dolorosa que no tengo forma de recuperarla. La verdad es tan triste que no
puedo parar de llorar mientras escribo. La verdad me inunda de muerte. La verdad no tiene otra
posibilidad. La verdad es una niña marica que no puede. La verdad me ahoga, me asfixia. La
verdad me chorrea por los labios como lágrimas y saliva. Como verdad sólo tuve odio. La
verdad que angustia, la verdad marica, la verdad aullido, la verdad ahí, la verdad de reconocer
que nunca sobreviví, que estoy muerta.
49.
Flores maricas
De niño era el jardín más bello
Gabo Ferro
I
Tatuarse una flor
una decisión
de volver a florecer
de despertar al cadáver marica
quizás volver a vivir
quizás no
no importa
tambien puedo ser un cadáver viviente marica
que mueve sus brazos
y sus manos
y se tiñe
y se pinta las uñas
y sonríe
no importa si es un cadáver
o si es una marica que respira
porque muchas maricas nos ahogamos
la piel se puede tatuar igual
y la vida está sobrevalorada
II
La vida las maricas muertas
se la dejamos a ustedes
los normales
porque la marica que yace bajo la piel
viva o muerta
volvió a florecer
a hablar
una bebé marica
esa que no quisieron
una flor marica
esa que pisotearon
esa del jardín de huesos y cenizas
esa flor arrancada
esa flor marica tatuada en la piel
marica de mi cadáver marica
el cadáver de mi venganza marica