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Revolución feminista
causas de los mayores problemas de nuestro tiempo.
REVOLUCIÓN FEMINISTA
Y POLÍTICAS DE LO COMÚN
FRENTE A LA EXTREMA DERECHA
Introducción
¿De dónde sale este libro? 5
I. Crisis de régimen y ascenso de las derechas 9
La política como mercado y el mercado
de la política 9
¿Por qué las derechas pueden cautivar
a buena parte de la clase obrera? 12
¿Por qué «fracasan» las izquierdas? 15
Viaje al centro: una tentación para morir mejor 19
El eje social-nacional de la extrema derecha 21
Amistades peligrosas: connivencias y complicidades
con la extrema derecha 25
La crisis de los partidos socialdemócratas 27
La revolución conformista de la extrema derecha 30
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I
13 de febrero de 2011. «Se non ora quando?». Todas las ciu-
dades italianas acogieron una masiva movilización de mujeres
que luchaban por su reconocimiento y su dignidad, y contra su
cosificación como objetos de intercambio sexual.
En India, las asambleas masivas registradas en 2012 para
condenar la violación en grupo de Jyoti Pandey y los flash-mobs
feministas contienen las operaciones de control moral de los
fundamentalistas hindutva.
3 de junio de 2015. «Ni una menos» #Niunamenos. La
movilización de las mujeres ocupa 80 ciudades argentinas contra
las violencias machistas y el feminicidio. En 1995, la mexicana
Susana Chávez utilizó el lema «Ni una mujer menos, ni una
muerta más» para protestar por los feminicidios en Ciudad Juárez.
Chávez fue después una víctima de feminicidio (2011). Su lema
fue propuesto por la argentina Vanina Escales para la maratón de
lectura del 26 de marzo de 2015, dando nombre, finalmente, a la
movilización del 3 de junio de ese mismo año. «Ni una menos»
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II
En España, las mujeres sufren más paro, más jornadas parciales,
una abultada brecha salarial —aunque su nivel formativo es
superior al de los varones—, una vejez más depauperada, mayor
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III
La emergencia global feminista frente a todas las violencias
machistas —física, psíquica, sexual, social, cultural y/o simbóli-
ca—, con las que se intenta continuamente laminarnos, ha sido
también la respuesta de las mujeres a las opciones políticas que
han colonizado las instituciones con planteamientos agresivos y
excluyentes, en los que el machismo y la misoginia han jugado
un papel decisivo: frente a Trump y sus agresiones verbales, frente
a Macri, Erdogan, la Rusia de Putin o el atroz Bolsonaro. Si en
2008 eclosionó la movilización mundial contra los recortes y
la ideología de la austeridad; contra la depauperación, la pre-
carización y la desposesión a la que tal ideología nos condujo,
y contra la ausencia de una respuesta institucional que pudiera
contenerla, no hay duda de que estos últimos años han sido los
años de las mujeres.
El feminismo ha desmontado las falacias meritocráticas que
han alimentado un sinfín de gobiernos conservadores y neoli-
berales; se ha alzado contra el desmantelamiento de las políticas
sociales, el abierto desdén por las acciones afirmativas, la tajante
división público-privado, la exclusiva protección de la familia
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IV
El feminismo universalizado en esta última década ha girado,
además, alrededor de la centralidad del cuerpo de las mujeres,
un campo de batalla violentado y agredido por la barbarie capi-
talista y patriarcal, pero también la última frontera en la confor-
mación/deconstrucción de sus identidades y la reivindicación
de sus derechos. Y ha sido esta centralidad del cuerpo la que
ha llevado a algunas feministas a poner en valor la experiencia
del inacabamiento, la finitud y la fragilidad; la de vivir inmer-
sas en un nudo de relaciones concretas que visibiliza nuestra
inter/ecodependencia. Este feminismo ha reivindicado, entre
otras cosas, el cuidado como una virtud cívica y un deber público
de civilidad, colocando en primer plano las prácticas feministas,
la vivencia y el aprendizaje de las mujeres.
Desde la ética del cuidado, la autonomía no se concibe como
inmunidad o autosuficiencia, fruto de experiencias psicológicas
estrictamente subjetivas, estrictamente solipsistas, sino como
el resultado de sinergias relacionales, en permanente estado de
regeneración, reflexión, revisión y diálogo. La diferenciación
no se entiende como separación o fragmentación, sino como
un modo particular de estar conectada con las otras. La auto-
nomía es, aquí, sinónima de capacidad distintiva; la capacidad
de crear y transformar las condiciones de la existencia y la vida
propia en un mundo común. Y el cuidado no se percibe solo en
su dimensión material sino también inmaterial, de ahí que se
haya hablado de una política de los afectos. Por supuesto, no se
trata aquí de apelar a las relaciones de cuidado generadas en la
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V
La misma violencia que nos desposee de nuestras relaciones, que
nos fragmenta, nos divide y nos disocia hasta de nosotras mismas,
es también la que acaba con nuestros territorios y con los recur-
sos naturales a los que debemos nuestra subsistencia. El colapso
civilizatorio que hoy padecemos, y que se muestra en el cambio
climático, el fin de la biodiversidad, la tortura animal, la crisis
hídrica y alimentaria, el expolio de los territorios y sus cultivos,
entre otras cosas, muestra también los efectos devastadores de
esos valores masculinos asociados al crecimiento desenfrenado,
el egoísmo como presupuesto racional, el individualismo, el
narcisismo, la competitividad como motor del «bienestar», el
«progreso» o la visión lineal del tiempo. Y en todas partes del
mundo, las mujeres resisten a diario frente al expolio de los
comunes, defendiendo la reproducción de la vida, con todos
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VII
De manera que los derechos que reivindican las mujeres y su
resistencia frente a la violencia sistémica están fuertemente en-
raizados en su experiencia relacional y en una construcción que
apela más a las vivencias concretas y colectivas que a la abstrac-
ción y la formalidad propias del androcentrismo jurídico y el
discurso clásico de los derechos. Las mujeres hemos comprendido
que la lucha por acceder al poder y a la riqueza en condiciones
de igualdad, no podía desvincularse de nuestra «diferencia», ni
de un horizonte de emancipación en el que tuviera cabida un
«nosotras» plural. Y este discurso anclado en la subjetividad nos
ha permitido subvertir los códigos culturales dominantes, situán-
donos más cómodamente en un universo poshegemónico que en
el de las rígidas ideologías y los grandes relatos. Si hay algo que
el feminismo ha dejado claro es que no son los macrorrelatos los
que hoy motivan, movilizan y socializan.
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IX — inacabado
Venceremos, porque «en cada jardín habrá un rumor de bosque».
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Feminizar la política
Cuando algunas feministas reivindicamos la feminización de la
política, lo que queremos es una política organizada en torno a la
interdependencia, la ecodependencia y el cuidado. Una política
que ponga lo relacional en el centro, que se oriente a construir
formas estables de lo común, facilite encuentros, sincronice rit-
mos. Una política en la que el poder no se ejerza verticalmente
sobre los otros, sino con los otros, como decía Petra Kelly; un
«liderazgo transformacional» que fomente el trabajo en equipo,
la horizontalidad, la participación y el poder compartido.
Cuando hablamos de feminización de la política, hablamos de
garantizar derechos sociales que se orienten a cubrir necesidades
básicas, y no solo a asegurar el acceso privado al consumo; que
se construyan a partir de nuestra radical vulnerabilidad, y que
no se articulen en el vacío, sino a partir de la comunidad que
somos y que queremos ser, a partir de un relato y un imaginario
común. Porque no entendemos la política únicamente como el
arte de administrar los recursos de forma calculada, ni como una
actividad administrativa y gerencial, propia de la cultura neolibe-
ral, sino como una actividad orientada a cultivar la solidaridad,
las emociones positivas y los sentimientos morales; como esa
cosmovisión que refleja el modo en que las personas viven y se
reconocen, y donde el miedo al otro y las psicopatías sociales
pueden ser sustituidas por unas relaciones más incluyentes y
más amables. Cuando hablamos de feminización de la política,
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11. Nancy Fraser: «La contradicción del capital y los cuidados», New Left
Review, nº 100, segunda época, septiembre-octubre de 2016.
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13. Amanda Hess: «What Happens to Women Who Are Denied Abortions?»,
Slate / XX Factor, 14 de noviembre de 2012.
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14. Verónica Gago: «Nos tienen miedo», Revista Anfibia, agosto de 2018.
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19. L’anima del corpo. Contro l´utero in affito, La Scuola, Milán, 2016 (El alma
del cuerpo, Icaria 2017).
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Activismo judicial
M. E.: —Es cierto que nuestra legislación, nuestra Constitución,
igual que las constituciones europeas, se apoyan fundamentalmente
en la defensa de los derechos civiles, que son los que oficialmente y
en la práctica se consideran derechos fundamentales, porque son los
que, circularmente, están especialmente protegidos y garantizados
constitucionalmente, y por supuesto los derechos civiles hay que
defenderlos, solo faltaría… hablamos de las libertades individuales.
Lo que ocurre es que hemos establecido una jerarquización que da
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«Ejes para una política de lo común» es una versión del artículo del
mismo título publicado en Fernando Prats, Yayo Herrero y Alicia To-
rrego (eds.), La Gran Encrucijada. Reflexiones en torno a la crisis ecosocial
y el cambio de ciclo histórico, Libros en Acción, Madrid, 2017; «Releer
los derechos humanos en el espacio de lo común», en Comunitaria
(eds.), Rebeldías en común. Sobre comunales, nuevos comunes y economías
cooperativas, Libros en Acción, Madrid, 2017; «Pensar lo común y
transformar la política», La U. Revista de cultura y pensamiento, 22 de
mayo de 2017; «(Re)municipalizar para recuperar lo nuestro», eldiario.
es, 13 de enero de 2017; «Un marco constitucional para los nuevos
modelos productivos, energéticos y de consumo», intervención pú-
blica impartida en III Encuentros Ecosocialistas Internacionales, Bilbao,
24 de septiembre de 2016; «Sobre el tipo de proceso constituyente
que exigiría la sostenibilidad», intervención pública impartida en el
Congreso internacional de la Red española de Filosofía, Valencia, 3 de
septiembre de 2014; y «Reconocimiento, defensa y preservación de
bienes comunes en los textos constitucionales», papeles de relaciones
ecosociales y cambio global, nº 122, fuhem, Madrid, Barcelona e
Icaria, 2013.
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