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En su conferencia, Carlos Gaviria Díaz se refirió a la necesidad de construir el sujeto de la democracia, es decir, el pueblo. Propuso que se debe educar al ciudadano para que pueda ejercer su autodeterminación individual y colectiva de forma real. Según Gaviria, el sujeto de la democracia debe ser crítico, pluralista, solidario y auténtico para que la democracia pueda funcionar de manera vibrante y transformar el conflicto en un debate racional. También argumentó que cultivar estas cualidades
En su conferencia, Carlos Gaviria Díaz se refirió a la necesidad de construir el sujeto de la democracia, es decir, el pueblo. Propuso que se debe educar al ciudadano para que pueda ejercer su autodeterminación individual y colectiva de forma real. Según Gaviria, el sujeto de la democracia debe ser crítico, pluralista, solidario y auténtico para que la democracia pueda funcionar de manera vibrante y transformar el conflicto en un debate racional. También argumentó que cultivar estas cualidades
En su conferencia, Carlos Gaviria Díaz se refirió a la necesidad de construir el sujeto de la democracia, es decir, el pueblo. Propuso que se debe educar al ciudadano para que pueda ejercer su autodeterminación individual y colectiva de forma real. Según Gaviria, el sujeto de la democracia debe ser crítico, pluralista, solidario y auténtico para que la democracia pueda funcionar de manera vibrante y transformar el conflicto en un debate racional. También argumentó que cultivar estas cualidades
Construir el sujeto de la democracia Rodolfo Arango
En su última conferencia, Carlos Gaviria Díaz se refirió al sujeto de la
democracia: el pueblo.
Por: Rodolfo Arango
En ella hizo un llamado a pensar cómo educar al ciudadano de forma que el
sueño de autodeterminación individual y colectiva pueda convertirse en realidad. Para auscultar el tema, el maestro Gaviria remitió, como era su costumbre, a la literatura universal. A partir de su defensa de las utopías, realidades no actuales pero posibles, el exmagistrado enfatizaba la necesidad de construir el sujeto de la democracia para así hacerla posible. La importancia de esta reflexión se acrecienta en momentos de incertidumbre ante el aumento del fanatismo y la profundización de las desigualdades en el mundo, y en particular para un país cansado del odio y el dolor que engendra una confrontación armada prolongada. Cuatro son las cualidades que deben aflorar en el sujeto de la democracia según el diálogo gavirista con el profesorado gimnasiano: ser crítico, pluralista, solidario y auténtico.
Una democracia vibrante, que transforma el conflicto sangriento en
confrontación discursiva, exige actores informados y con capacidades de análisis, síntesis y crítica, de forma que la arbitrariedad, la dominación y la fuerza sean minimizadas en las relaciones humanas. Un pueblo crítico y bien informado es a lo que más teme la minoría rica, rodeada de privilegios, que impera en la mayoría de los países del mundo. Ciudadanos bien nutridos en lo físico y espiritual representan una amenaza para las élites en el poder. Ahora bien, la crítica deviene en extremismo o cinismo si no se acompaña de otras disposiciones que dan al carácter integridad.
Es por ello que una segunda cualidad indispensable es la actitud pluralista. La
verdad absoluta, en el contexto espacial y temporal humano, no existe o, si existe, no tendremos cómo conocerla conclusivamente. Tal es la enseñanza de un pensamiento científico que es humilde ante la magnitud de la ignorancia y el insondable misterio de la existencia humana. Consecuencia de la inasequible verdad absoluta es la relatividad de las verdades parciales, evidencia que obliga aprender a respetar las diferencias en creencias, convicciones y opiniones de los demás. El pluralismo de conocimientos y concepciones de la buena vida no es incompatible, no obstante, con la defensa de parámetros normativos compartidos que todos respetemos, incluso con precedencia sobre razones personales. Este aprendizaje histórico y civilizatorio nos vacuna contra el fanatismo y la dominación.
Las cualidades tercera y cuarta del sujeto de la democracia reúnen facetas
éticas, estéticas y políticas. Sin incentivar y cultivar la sensibilidad hacia y la cooperación con otros seres vivos (incluyendo la naturaleza y los animales) no es posible una autodeterminación inteligente que se acople con el medio y permita el florecimiento de la belleza y el cultivo de la virtud. La desigualdad y la pobreza, así como la opulencia y la riqueza, son, digámoslo sin ambages, no sólo antiéticas, sino también antiestéticas. Luchar inteligente y pacíficamente en su contra es un imperativo democrático.
Estas cuatro actitudes o disposiciones fundamentales no deben confundirse
con las habilidades o competencias. Ser crítico, pluralista, solidario y auténtico no tiene que ver con ser bueno en matemáticas, inglés, física o química. Las primeras son condición de posibilidad de la democracia. Las segundas son instrumentos al servicio de diversos fines. Incentivar el cultivo de las actitudes o disposiciones permite forjar el carácter; desarrollar destrezas o competencias nos enseña a optimizar los recursos disponibles. Ambas facetas son importantes; confundirlas conlleva, no obstante, a resultados antidemocráticos.