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Actividad de la Semana 3
EL HÉROE DISCRETO
Capítulo V
Felicito Yanaqué publica un mensaje hacia los extorsionadores en el periódico “El Tiempo”
diciendo que no se iba a dejar chantajear, y al publicarlo se hizo más reconocido y admirable
en toda Piura, la gente lo paraba en la calle y le mostraba su solidaridad, incluso los policías se
comprometieron seriamente en su caso, ya que recibieron una resondrada de su jefe. Tras una
charla con sus amigos Miguel y Tiburcio hablan con Felicito, le cuenta que casi todos los
transportistas ceden a los chantajes de los extorsionadores. Sus hijos estaban muy
preocupados así que le recomiendan que contrate un guarda espaldas o que porte un arma
para poder defenderse, y como era de Felicito Yanaqué dijo que no les dará el gusto a los
extorsionadores de gastar su platita por miedo a estos.
Capítulo VI
Don Rigoberto el padre de Fonchito junto con su madrastra Lucrecia estaban sumamente
preocupados por lo que estaba sucediendo con Fonchito y eso de las apariciones no sabían si
creerles o pensar que estaba mintiendo solo para llamar la atención de ellos ya que no era la
primera vez que el inventaba algo para llamar a la atención de ellos pero ya el empezaba
actuar muy extraño ya no habla ni siquiera con ellos estaba muy callado y apartado de los
demás, ellos les dieron mucha vuelta al asunto y finalmente decidieron llevar a Fonchito a un
psicólogo el cual sorprendente mente acepto a ir sin objeción alguna.
Al salir del consultorio la doctora césped ella les dijo que Fonchito era el niño más normal y con
los pies sobre la tierra que ella ha conocido aparte de ser muy inteligente y sensible que si el tal
Edilberto torres existía les aseguraba de que se trataba de una persona real de carne y hueso.
Despertando aún más la preocupación de los padres de Fonchito. Después de un tiempo no se
volvió hablar más sobre el asunto de las apariciones no se volvió a saber más del tal Edilberto
torres y Fonchito siguió con su vida normal iba al colegio a sus prácticas salía con amigos y se
quedaba horas estudiando pero aun así Rigoberto y Lucrecia no sentían que Fonchito era el
mismo. ¿Qué había cambiado en él? No era fácil decirlo, pero ambos estaban seguros de que
sí. Y la transformación era profunda. ¿Un problema de edad? Esa difícil transición entre la
niñez y la adolescencia, cuando, a la vez que le cambia la voz, enriqueciéndose, y comienza
a sal ir le en la cara un velillo que anuncia la futura barba, el niño empieza a sentir que ya no es
niño pero tampoco un hombre todavía, y trata, en la manera de vestirse, de sentarse, de
gesticular, de hablar con los amigos y con las chicas, de ser ya el hombre que será más tarde.