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“AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE

INDEPENDENCIA”

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

REDACCIÓN Y ARGUMENTACIÓN

TEMA: RESUMEN DE LOS CAPITULOS 5,6,7,8,


EL HEROE DISCRETO

DOCENTE: Zacarías de la Cruz, Luis Rodrigo

ALUMNOS:
 Antezana Huamanceli, Marjorie Alexandra
 Guerrero Salazar Jane
 León Melgar, Herald
 Nishiyama Saavedra, Tukushima
 Pacheco Quispe, Brenda Valerie
 Pilihuamán Huamaní, Lizeth Yuliana

CICLO: 2021-II

LIMA-
PERÚ 2021
RESUMEN DE LOS CAPITULOS

Capítulo V
Felícito Yanaqué publica un mensaje hacia los extorsionadores en el periódico “El
tiempo” y tras este acontecimiento, Felícito se hace famoso en todo Piura, gracias a eso
la gente lo detenía en la calle y le mostraba su solidaridad, incluso los policías se
comprometieron seriamente en su caso, ya que recibieron una llamada de atención de su
jefe.
Tras una charla con su amigo Vignolo, este le cuenta que casi todos los transportistas
ceden a los chantajes de los extorsionadores. Sus hijos también estaban muy
preocupados así que le recomiendan que contraten a un guardaespaldas o que porte un
arma para poder defenderse, y como era de esperarse Felícito dijo que no les iba a dar el
gusto a los extorsionadores de gastar su plata por miedo a estos.
Tras el incendio ocurrido en la oficina, el número de pasajeros disminuye, ya que estos
tenían miedo de que atacaran los buses o los asaltaran en pleno viaje; tres semanas
después le llega la tercera carta en donde le decían que olvidarían el episodio del
periódico y que iban a empezar de cero, dándole un plazo de dos semanas para que
recapacite y ceda a dichas peticiones. Entonces decide ir a la comisaria, pero los
sargentos no se encontraban, así que opta por ir a visitar a Mabel, cuando llega ella se
pone un poco tensa, pero después se le pasa y lo recibe como antes, le cuenta sobre la
carta, tienen una larga conversación y después Felícito se dirige otra vez a la comisaria
en donde lo recibe el capitán Silva, pero Felicito al salir de allí siente nuevamente que
no lo ayudan con su caso.

CAPITULO VI
A punto de acostarse Rigoberto comento a su esposa Lucrecia que, por fin después de
tantos días, los hijos de Ismael se contactaron con él y pactaron una cita. Sin embargo,
no le prestaron mucha importancia a ese tema pues su principal preocupación en esos
momentos era Fonchito, quien cada vez se notaba más distante a ellos y parecía que ya
no confiaba en sus padres. Habían intentado de todo hasta el momento para que su hijo
vuelva a ser el de antes; contactaron a una psicóloga, habían charlado con sus maestros,
trataban de hablar más con él para volverse a ganar su confianza, pero nada hacía
cambiar de parecer al muchacho. Como último recurso Lucrecia pensó en que Rigoberto
podría hablar con el padre O ‘Dónovan, a lo que él le dijo que ya se había tomado muy
en serio lo de la broma del diablo.
La broma del diablo había empezado desde ya hace tiempo cuando Fonchito les relato a
sus padres de su encuentro con el hombre desconocido que vestía siempre un traje gris y
una chompa morada característica de él. Contó que la primera vez que lo vio, el hombre
lo llamo Luzbel, sus padres se aterraron al pensar que su hijo corrió peligro en ese
momento, pero Fonchito los tranquilizo diciéndole que el hombre no parecía peligroso,
que en todo caso él sabe que no puede hablar con desconocidos, pero había algo en ese
sujeto que despertaba su curiosidad. Tiempo después, en su segundo encuentro el
hombre confesó al muchacho que él conocía a su padre, a su madrastra y que conoció
alguna vez a Eloísa su madre, a todo eso Rigoberto y Lucrecia pensaron que todo era
parte de una historia que Fonchito se había imaginado.
Mucho tiempo después, no hubo más relatos del hombre con traje. Hasta una tarde en la
que su hijo llego de la escuela totalmente asustado y pálido, conto a su padre que había
vuelto a ver al hombre en las gradas del patio del colegio en el recreo y que su nombre
era Edilberto Torres, pero lo que más asusto al muchacho fue que, cuando su amigo el
Chato Pezzuolo fue a advertirlo de que el recreo había terminado, este no había visto a
nadie que estuviera acompañando a Fonchito e incluso pensó que estaba loco pues vio
que estaba hablando solo. Seguido de este acontecimiento, Lucrecia y Rigoberto
decidieron que Fonchito debía visitar una psicóloga, ella después de muchas sesiones
les dijo que su hijo no estaba inventando absolutamente nada y que debían creer lo que
él les decía sobre Edilberto Torres.

CAPÍTULO VII

El sargento Lituma y el capitán Silva empezaron a trabajar arduamente en la


investigación sobre el caso del señor Felicito, la noticia sobre las amenazas de ´´la
arañita´´ y la respuesta pública del señor Yanaque había llegado a oídos de los más altos
funcionarios del Estado por lo que tenían en sus manos la obligación de reivindicar a la
policía. A pesar de esto el capitán no dejaba de admirar el físico de Josefita y referirse
sobre este de manera vulgar. Fue en una de esas conversaciones en las que Lituma
recordó que durante su niñez el conoció a un personaje que solía pintar arañitas, su
nombre era Josefino Rojas y era uno de los tres amigos que tenía. Los otros dos, José y
el Mono, eran sus primos.

Lituma estaba muy confundido, no estaba seguro de los recuerdos que tenía con los
dibujos de arañitas. Fue por el barrio donde vivió de niño y recordó la dirección de la
casa de uno de sus primos. Actualmente era un taller de mecánica, espero al dueño y se
dio con la sorpresa de que era uno de sus primos. El reencuentro fue muy agradable,
pero mientras conversaban el sargento se dio cuenta que la persona que dibujaba las
arañitas no era Josefino Rojas, sino su primo. Por lo que la pista de encontrar al
delincuente que extorsionaba al señor Yanaqué no era cierta. Lituma se reunió con José
y el Mono, pero el almuerzo no fue tan agradable como esperaba.

El sargento habló con el capitán y le explico que aquella pista que creía tener fue
errónea, estaban en la misma situación, sin pistas de los delincuentes. Apareció el señor
Felicito con una expresión aterrada y sin poder hablar les entregó una nueva carta en al
que los delincuentes aseguraban tener a Mabel. El capitán habló con Felicito y le pidió
obedecer las órdenes de los delincuentes por Mabel, el pedido fue publicar una nota en
el diario. Felicito aceptó, pero aseguró que no se rendiría y que se mantendría firme en
su posición.

CAPITULO VIII

Miki y Escobita fueron visitaron la casa de Rigoberto por la mañana, y al recibirlos


comenzaron a dialogar de manera muy amable y cordial en la sala de su casa. Luego, los
mellizos decidieron hablar sobre el matrimonio reciente de su padre, reclamándole a
Rigoberto por qué no había impedido o avisado dicha boda para que ellos puedan tomar
cartas en el asunto y evitar que su padre cometa tal insensatez. Se empezaron a alterar y
se sintieron decepcionados mientras lo amenazaban de que tomarían acciones legales
para que dicha boda no tenga validez, así que Rigoberto, de manera calmada les expresó
que él había aceptado ser testigo de su padre, al igual que Narciso, el chofer, y además
que su padre no había perdido la cordura, al contrario, se encontraba muy lúcido y
decidido a casarse.

Miki le decía que comprendía que haya aceptado porque se trataba de su jefe, y además
que su padre se encontraba enchuchado por la sirvienta y que eso serviría como
atenuante para el fallo del juez, sin embargo, Rigoberto negó que haya aceptado por ser
subordinado de su padre, lo hizo porque era un gran amigo suyo. Luego Escobita le
pregunto si su padre le había pagado por aceptar ser testigo, a lo que Rigoberto
sorprendido por lo que le decían, les pidió que se fueran de su casa y no vuelvan a
pisarla de forma serena, a pesar de encontrarse nervioso por las amenazas y el ambiente
tenso de la sala. Miki le exigió a Escobita que se disculpase con Rigoberto, luego tomo
a su hermano del brazo y se fueron.

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