Está en la página 1de 10

TEMA 1

La teoría de las Relaciones Internacionales


1. Origen y desarrollo, surgimiento y evolución de la Relaciones Internacionales. El nacimiento
de un término moderno. Su consolidación académica. 2. El aprendizaje de las Relaciones
Internacionales: una aproximación crítica.

CAPÍTULO II

IDEALISMO Y REALISMO EN LA TEORÍA INTERNACIONAL


Núcleo central de toda reflexión política de las Relaciones Internacionales: toda guerra
denigra a los seres humanos que la realizan, por acción, por delegación o por omisión de
medidas efectivas que la impidan. Todas las modalidades que esta reflexión sustancial
presenta configuran las líneas generales de la Teoría Internacional.

El objetivo de esta teoría es el estudio, análisis, investigación de un objeto (cosa o “res”)


llamada “realidad internacional”, aquello que sucede en la “sociedad internacional”, “sistema
internacional” o “comunidad internacional”, el escenario donde se producen como
interacciones estructurales y funcionales de los actores, las Relaciones Internacionales.

Las Relaciones Internacionales, como materia académica impartida en el transcurso de unos


estudios universitarios, surgen a partir de la Primera Guerra Mundial, la “Gran Guerra”. Poder
circunscribir ese inicio al final de la guerra es de vital importancia para poder comprender su
evolución.

1. RAZONES –Y SINRAZONES- PARA UN DEBATE: REALISMO VERSUS IDEALISMO

Como actividad política entre diversos sujetos y actores (Estados, naciones, imperios,…) las
relaciones internacionales existen desde el origen de la historia. Surgen con la finalidad de
relacionarse, contender, negociar, tanto la guerra como la paz, los acuerdos comerciales como
las declaraciones bélicas. El tratado internacional más antiguo surgió en Mesopotamia (3010
a.C.).

De la opinión y forma de pensar de las personas que dirigen los destinos de un país, nación,
Estado, de la forma de pensar generalizada en una sociedad, se derivan comportamientos que
condicionan el destino de millones de personas.

Datos
Desde el 3600 a.C. hasta la mitad del siglo XX el número de guerras documentadas es de 14.351.
En todo este tiempo la humanidad sólo ha disfrutado de unos 292 años de paz.
En el transcurso de 3357 años se han firmado unos 800 tratados de paz, que en ningún caso han
durado más de 10 años.
La Segunda Guerra Mundial costó 17 millones de vidas militares y 34 millones de vidas civiles.
Sólo en 1989 se produjeron 92 conflictos bélicos.

1
A) LAS “TRES TRADICIONES” DEL PENSAMIENTO INTERNACIONAL: REALISMO,
RACIONALISMO Y REVOLUCIONARISMO

En el vasto campo de la teoría política y de la historia de las ideas políticas, Aristóteles,


Tucídides, Maquiavelo, Bodino, Hobbes, Spinoza, Vattel, Hegel,… considerarán a la naturaleza
humana como algo intrínsecamente egoísta, calculador, interesado, belicoso. Esta es la
tradición del Realismo político general: la guerra es algo inevitable, inherente a la condición
humana, una necesidad e incluso un factor de progreso de las sociedades humanas
particulares y de la especie humana en su conjunto, al eliminarse los más débiles y menos
capaces. La política internacional se entiende como una “política de fuerza”, siendo el Derecho
expresión y sanción del poder que ejercen los más fuertes de la escena internacional sobre los
más desfavorecidos, que jugarán la carta de las alianzas oportunistas para sacar cortas
ventajas de su relación subordinada con las potencias. “El fin justifica los medios”. El fin es
consolidar posiciones dominantes o de fuerza en la escena internacional, perpetuamente
agitada por la competencia y la codicia de los actores quienes persiguen su interés particular.
Así el ámbito de las Relaciones Internacionales es, en consecuencia, un “teatro bélico de
operaciones” permanente, en que todos luchan contra todos (bellum ómnium contra omnes).

En el realismo internacional la “justicia” tiene un cierto carácter de venganza, de sanción


impartida por el vencedor sobre el vencido (vae victis). Prima el símbolo de la espada.

Platón, Cicerón, Dante, Vitoria; Suárez, Grocio, Pufendorf, Wolff, Kant, Wilson,… tienen una
visión del hombre, que sin ser optimista, en cuanto a sus raíces, sí entiende que las situaciones
de violencia y necesidad, inherentes a la vida, pueden mejorarse mediante el ejercicio de la
razón, la templanza, la sociabilidad y la cultura. Es la tradición del Racionalismo político
general: la guerra puede, bien paliarse con mecanismos que atemperen su crueldad, bien
evitarse con dispositivos diplomáticos y de otro tipo (económico, social, cultural) que
desmantelen sus causas en origen.

Junto a la agresividad y la belicosidad los racionalistas sitúan una cualidad humana que las
atempera: la sociabilidad, la sociabilitas, predilecta del estoicismo. En las sociedades existen
dispositivos de consenso (consensus iuris) y mecanismos de conciliación sobre la base de una
mutua fe contractual, siendo la premisa fundamental la cláusula “pacta sunt servanda”, es
decir, que los pactos deben ser cumplidos, puesto que por fidelidad recíproca entre las partes,
éstas se obligan y comprometen entre sí. La política internacional está, pues, presidida por el
Derecho en mayor medida que por la fuerza.

La política internacional de los racionalistas implica el ejercicio consecuente de la “razón” que


implica análisis de los intereses, expectativas, ventajas, condiciones y valores de una
multiplicidad de sujetos, cuya negociación sirve para lograr acuerdos duraderos y estables, que
calman la competencia y la concurrencia internacionales, lo cual favorece un clima de
confianza mutua, tal vez relativa, pero beneficiosa para las relaciones pacíficas y de
cooperación.

Los conflictos inevitables se negocian. Se pactan arreglos que satisfacen las aspiraciones
legítimas de todas las partes. Los Estados reconocen instancias internacionales que, sin ser
superiores a ellos, ostentan autoridad jurídica y moral explícita: las Organizaciones

2
Internacionales. En este caso el simbolismo de la alegoría de la justicia, pone el énfasis en la
balanza.

Otros como Agustín de Hipona, Calvino, De las Casas, Campanella, Rousseau, Penn, Payne,
Fourier, Marx, Rosenberg, Chomsky, el subcomandante Marcos,… ven en el hombre a una
criatura situada en un mundo que les trasciende, bien en sentido “espiritual”, porque creen o
afirman creer en Dios, en un Ser Supremo, en una Religión, en una Filosofía, etc.; bien en
sentido “material”, porque creen o afirman creer en la Historia, la Filosofía, el Progreso, la Raza,
la Lucha de Clases, etc. Esta tendencia, la más compleja de todas, representa la tradición del
Revolucionarismo político general escindido en dos vocaciones definidas: la del
revolucionarismo violento y la del revolucionarismo pacífico.

Comparten con los realistas un pesimismo existencial antropológico y cultural, básico. Suelen
denunciar las miserias de la condición humana; unos las atribuyen a la naturaleza perversa del
hombre (Calvino), otros a la de la sociedad (Rousseau). La cualidad que los distingue del
realismo es que son idealistas, muchos de ellos utópicos y optimistas respecto de sus propias
posibilidades de transformar ambas cosas con métodos drásticos, radicales que excluyen toda
tibieza. La realidad se describe de manera dicotómica (bien-mal). Sus adeptos suelen
responder al tipo de los “conversos”. Su horizonte de acción es el genérico “futuro” sede de la
comunidad utópica que realizará sus ideales. En ella reinan la paz, la concordia, la solución de
todos los conflictos, la armonía. Todos los seres humanos se entienden entre sí, pro no según
las normas del racionalismo, sino porque se han erradicado los disensos, incluso con la
eliminación física de los disidentes. La máxima es “extra eccesiam nulla salus” (fuera de la
iglesia no hay salvación). Su manifestación actual más visible se conoce como
“fundamentalismo”. Sin embargo, hay también un revolucionarismo pacífico, que Martin
Wight denomina “revolucionarismo invertido”. Su radicalidad en favor de sus ideales es
también extrema si bien heroica y benéfica, llegando muchos de sus defensores al martirio y la
inmolación en aras de sus ideales.

Tanto los revolucionarios pacíficos como los violentos no aprecian demasiado los pactos o
tratados internacionales, pues los tienen como expresión de una situación de compromiso o
componenda, dictada por el interés, la codicia o la tibieza, marcada por su ambigüedad o
incluso por su falsedad manifiesta. No valoran la diplomacia. Su simbolismo de la justicia
tiende a preferir las cualidades de la espada.

B) IDEALISMO ¿Y PACIFISMO?

En el ámbito de la Relaciones Internacionales el idealista será un utópico, dispuesto a luchar y


sacrificarse por las causas perdidas. A veces conviene mantenerle y cada formación política
tiene su idealista particular que en ciertos debates convendrá, incluso para la discrepancia con
el máximo líder en aras de la “credibilidad”.

Johan Huizinga los califica de aguafiestas inopinados (Spielverderber), el bufón de las cortes
medievales, renacentistas y barrocas regidas por el absolutismo. Ahora algunos ejercen de
comentaristas a sueldo y otros, permanecen callados en su apacible rincón.

3
La virtual oposición entre “realismo” e “idealismo” puede parecer confusa. En principio los
idealistas se adscribirían a los postulados del “racionalismo” y del “revolucionarismo”. Los
idealistas racionalistas serán los partidarios del Derecho internacional, de la idea de sociedad
internacional, de la regulación de la vida internacional mediante los principios de buena fe y
arreglo pacífico de controversias internacionales, de la promoción de las mejoras económicas y
el progreso social y cultural de sectores cada vez mayores de la humanidad, etc.

Los idealistas revolucionarios serían los empeñados en lograr cosas parecidas, sólo que de un
modo mucho más decidido y rápido y, sobre todo, de ir al fondo de las estructuras. Si se trata
de idealistas revolucionarios benéficos lo harán aboliendo cualquier condición y manifestación
de la violencia institucionalizada, en el medio internacional, imponiendo un régimen de justicia,
paz, igualdad y solidaridad internacionales. Si no son benéficos tratarán de parecerlo y dirán
que luchan por estas hermosas causas. Entre idealistas racionalistas y revolucionarios hay un
grado de diferencia en virtud de la radicalidad de sus postulados y métodos para lograr sus
fines.

Los idealistas pasan por ser los grandes benefactores y filántropos de la política internacional.
Sin embargo no todos los realistas son perversos dominadores y explotadores de sus
congéneres; en muchos de ellos alienta un profundo y sincero sentimiento de preocupación
por el bienestar de la humanidad, que intentan promover a través de sus particulares
concepciones de la política. Morgenthau, politólogo estadounidense y uno de los autores
principales del realismo internacional, defendía la política de fuerza de los Estados Unidos
convertidos en potencia mundial. Consideraba que las políticas de apaciguamiento y
compromiso con regímenes y dirigentes totalitarios eran erróneas e ineficaces. Por eso
recomendaba ser realista y luchar con las mismas armas, oponiendo violencia a la violencia
fuerza a la fuerza, astucia a la astucia.

C) ¿A QUÉ LLAMAMOS “IDEALISMO” EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES?

Los denominados “idealistas” nunca formaron un movimiento o una corriente definidos como
tal, sino que fueron llamados de esa forma por los “realistas” que les relevaron en el análisis
de la política internacional, a finales de la década de 1930. La corriente surge con el fin de la
Primera Guerra Mundial (28/7/1914-11/11/1918).

Esa contienda fue devastadora a causa de lo novedoso de su forma. Fue un laboratorio donde
experimentar nuevas formas de producir bajas tan masivas que alcanzaron a unos diez
millones de muertos, junto a otros diez millones de afectados (heridos, enfermos crónicos,
mutilados, desplazados, refugiados y desaparecidos). Se empezó a emplear la aviación de
guerra y el uso de submarinos, los carros de combate y las armas automáticas, la utilización de
gases letales de diverso tipo, junto con otros sistemas tecnológicos adaptados a usos bélicos y
post-bélicos. Las sucesivas Revoluciones Industriales del XIX habían dado sus frutos
abundantemente. Hicieron su aparición cosas hoy tan cotidianas como las latas de conserva, la
margarina, la sacarina y la heroína, derivado opiáceo destinado en origen, como su propio
nombre indica, a alentar a combatientes deshechos en el frente por una “guerra de trincheras”
delirante, sustituyendo al viejo alcohol.

4
La magnitud de los desastres de la guerra fue inmensa. Durante los cuatro años que duró, la
voz de algunos intelectuales logró imponerse en medio del fragor de las hostilidades, si bien
con dificultades, que no cesaron tampoco con el advenimiento del armisticio.

Con anterioridad a la guerra, Tolstoi influyó en el Zar Nicolás II, con su pacifismo en el periodo
de la “paz armada”. Las Conferencias de Paz de la Haya (1899 y 1907) marcaron un hito en el
panorama jurídico internacional, En Gran Bretaña el grupo de Bloomsbury (Keynes, Wolf,…),
destacó de manera particular.

La nueva asociación entre “idealismo” y “pacifismo” se hizo evidente en el ámbito de la cultura,


con personajes como: Freud, Graves, Russell, Wittgenstein, Hesse, Einstein, Mann, Whitehead,
Curie, etc. Algunos de ellos formaron parte del Comité de Cooperación Intelectual, cristalizado
en el seno de la Sociedad de Naciones (1922).

La “paz posterior” fue precaria e imperfecta y, en este contexto traumatizado es en el que


surge esta primera corriente teórica de las Relaciones Internacionales, llamada “idealismo”.

No fue tanto una “corriente”, ni una “escuela” teórica, sino un movimiento que trató de
interpretar los aspectos morales de las Relaciones Internacionales. Las primeras cátedras se
crearon en Gran Bretaña: Gales, Oxford y la London School of Economics. La principal obra del
idealismo es The League of Nations and the Rule of Law, de sir Alfred Zimmern, en la que
analiza el periodo prebélico para compararlo después con los mecanismos previstos en el
Pacto de la Sociedad de Naciones, puesto en práctica posteriormente por esta última.

D) ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL IDEALISMO INTERNACIONAL

Los temas tratados por los autores idealistas abarcan la soberanía del Estado; el principio
político del equilibrio de poder (balance of power), criterio decisivo de la política internacional
europea y mundial, desde el Renacimiento, especialmente para Gran Bretaña; la diplomacia
tradicional; la masiva fabricación de armamentos, resultado de la Revolución Industrial y de la
ciega rivalidad entre potencias; o la deslegitimación de la guerra.

Objetivo: conseguir la pacificación del mundo. Para ello revisaron los principios generales de la
filosofía política y del Derecho.

Características de sus opiniones: la generalidad y la abstracción. En cierta manera podría


afirmarse que se apartaban de la realidad, en tanto que tomaban sus especulaciones, deseos,
aspiraciones y “misticismos” por predicados positivos de lo real. Esta es la raíz de su
descalificación posterior como “idealistas”.

Valor principal: entusiasmo, devoción en la dedicación a su investigación.

Supeditaban el interés e los Estados a lo que concebían como el “interés internacional”, es


decir, el de unas organizaciones internacionales que aún estaban en fase de consolidación
incipiente, sin definir con claridad en qué consistía este último.

Pecaron de audacia en éstas y otras formulaciones. Tenían una concepción abstracta e ideal
del hombre, similar a la de los filósofos de la Ilustración.

5
2. ¿POR QUÉ EMPLEAR EL TÉRMINO “DEBATE”?

Una de las muchas sistematizaciones posibles de las corrientes teóricas que estudian las
Relaciones Internacionales es la opción por la clasificación de las diversas posturas en forma de
lo que se llaman “debates”, ajustados a una definición de características y tópicos
fundamentales y acompañados, eventualmente, de una cronología específica.

La contraposición entre realismo e idealismo, entendidos como corrientes de las Relaciones


Internacionales se debe a los realistas. Estos, los bautizaron así en la década de los años treinta
del siglo XX, argumentando los defectos de la corriente idealista: exceso de teorización y
abstracción, formalismo jurídico, ambigüedad política y debilidad ideológica que se
contraponía al modo de pensar realista. Todo ello en el contexto histórico de los totalitarismos
europeos y mundiales, que proporcionaba un clima político enrarecido más aún que a finales
de la primera contienda mundial. Los realistas se planteaban esta realidad como objeto de sus
investigaciones y escenario de las posibles soluciones que imaginaban para resolver sus
problemas.

- Primer debate: realismo versus idealismo

Enfrenta a realistas: partidarios del estatocentrismo de la Relaciones Internacionales,


defensores de las doctrinas del interés nacional, la política de fuerza, la ausencia de una
instancia superior del Estado en la escena internacional,

Con idealistas: más preocupados con un orden internacional sometido al arbitrio de las
Organizaciones Internacionales, con primacía del Derecho Internacional Público y de una
política internacional de compromiso, negociación y resolución pacífica de conflictos.

Sociedad Internacional:

- El realismo la ve como una estructura jerarquizada del poder.


- El idealismo como una organización cosmopolita de equilibrio del poder.

Tanto realistas como idealistas parten de las Humanidades tradicionales como fundamento
teórico y metodológico de sus investigaciones (Filosofía, Derecho, Historia, Ciencia Política,
Geopolítica, Diplomacia).

Cronología propuesta de este primer debate: entre 1919 y 1949, es decir, final de la Primera
Guerra Mundial y comienzo de la Guerra Fría.

- Segundo debate: ciencias versus humanidades

Opone a los universitarios y académicos primordialmente anglófonos de ambas orillas del


Atlántico, partidarios unos de la aplicación del positivismo científico a las Ciencias Sociales
(Norteamérica) y, otros, de mantenerse fieles a los métodos tradicionales de las Humanidades
(Gran Bretaña).

Clave del debate: papel que desempeña la historia.

6
Positivistas: una función básica de la ciencia es su capacidad, mediante derivación de leyes o
teorías generales, de predecir comportamientos y sucesos. Desde la premisa de la singularidad
histórica (nada se repite), niegan toda validez científica a los estudios, teorías y métodos
anteriores.

Aplican métodos cuantitativistas, con una matematización que pretende exactificar el discurso.
Recurren a tecnologías nuevas (computación e interdisciplinariedad –Cibernética, Teoría
General de Sistemas, Psicología, Economía, Sociología, Historia y Filosofía de la Ciencia-).

Los partidarios de uno y otro método son, indistintamente, idealistas y realistas. Así, hay entre
los defensores del método tradicional muchos realistas y, a la inversa, existen positivistas
idealistas.

Clave que define a la Sociedad Internacional: su concepción en forma de Sistema.

Se trata de una reelaboración cientificista que modifica el concepto tradicional de estructura


internacional, vista como estructura anarquizada interactiva e interdependiente. El poder se
mide con arreglo a nuevos parámetros definidos por factores relevantes como la economía y el
progreso científico y tecnológico.

El Estado sigue ocupando el centro de la indagación, pero comparte con otros actores y
unidades la regulación del sistema internacional: organizaciones, corporaciones, subsistemas,
grupos,…

En el sistema importa determinar el funcionamiento definido por sus pautas regularidades,


matematizadas y cuantificadas de forma exhaustiva. De ahí el interés por las corrientes
behavioristas.

El sistema internacional es cerrado, en equilibrio y conservador; se adapta al modelo de Easton.

- Tercer debate: globalidad versus estatocentrismo

El término “globalización” se instituye en el lenguaje político general a comienzos de la década


de 1980, que en Francia se propone como “mundialización”.

Período precedente: las teorías funcionalistas respondían a la situación real del mundo, cada
vez más interdependiente, complejo y desorganizado, a causa del número creciente de actores
de las escena internacional: Estados, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales,
fuerzas transnacionales, regímenes internacionales, etc. Y un mundo más heterogéneo, tanto
jurídica como social y políticamente.

Así, los políticos de la globalización adquieren relevancia y se dividen en:

- defensores del sistema económico dominante y


- detractores más conspicuos (visibles, ilustres o destacados).

Contexto histórico: rearme ideológico de las superpotencias (Estados Unidos y la Unión


Soviética). Se van abriendo fracturas en los márgenes del sistema (conflicto de los rehenes de
Teherán y ascenso al poder de Jomeini -79-, invasión soviética de Afganistán -79-, crisis del
despliegue de misiles en Europa, huelgas y represión de los sindicatos en Polonia,…).
7
Eje principal del análisis: determinar la colisión entre las estructuras tradicionales de la
Sociedad Internacional, formadas por el sistema de Estados y las estructuras emergentes, más
dinámicas, sometidas a la presión de la economía, el progreso científico y tecnológico,
relevancia de los problemas medioambientales (recalentamiento de la atmósfera por
destrucción de la capa de ozono, catástrofes químicas y nucleares, contaminación de aguas,
regulación de la explotación de recursos naturales, desforestación y desertización, sequías,
plagas,…). A todo ello se le une, la aparición y consolidación de fuerzas, tampoco nuevas, pero
si más significativas cada vez: la opinión pública internacional, con un creciente interés por las
cuestiones humanitarias sanitarias educativas y ecológicas; los movimientos religiosos, con un
ascenso de los fundamentalismos e integrismos y una reviviscencia de la espiritualidad en
general; los movimientos sociales, con un incremento de activismo en cuestiones de género,
culturales y étnicas, solidaridad, pacifismo, discriminación racial, etc.

De 1979-1980, hasta hoy, la institucionalización de la denominada “sociedad de la información”


unida a la revolución tecnológica, transforman por completo el mapa de la realidad mundial.

En este contexto, los teóricos de la Relaciones Internacionales renuevan sus ideas


conceptuales y asoman:

1. las teorías de la interdependencia:


2. Las de los regímenes internacionales:
3. Nuevo interés por las formas de gobierno auto-reguladas y los fenómenos de
integración supranacional.
4. Se busca una teorización epistémica
5. Aparece la Post-modernidad, revisora de teorías y métodos.
6. Irrumpen revisiones drásticas desde la izquierda intelectual (tesis de la Economía-
Mundo), del papel del Estado, el poder y el dominio mundiales, la tensión Centro-
Periferia, la hegemonía cultural, el imperialismo, con conceptos y métodos de las
Humanidades tradicionales: Historia, Filosofía, Ciencia Política, Sociología, etc.

Este tercer debate abarca el periodo comprendido entre 1979 y 1989.

- ¿Cuarto debate?:
1. Anarquía-caos.
2. Homogeneidad-heterogeneidad
3. Inclusión-exclusión

8
RESUMEN

Núcleo central de toda reflexión política de las Relaciones Internacionales: toda guerra
denigra a los seres humanos que la realizan, por acción, por delegación o por omisión de
medidas efectivas que la impidan. Todas las modalidades que esta reflexión sustancial
presenta configuran las líneas generales de la Teoría Internacional.

El objetivo de esta teoría es el estudio, análisis, investigación de un objeto (cosa o “res”)


llamada “realidad internacional”, aquello que sucede en la “sociedad internacional”, “sistema
internacional” o “comunidad internacional”, el escenario donde se producen como
interacciones estructurales y funcionales de los actores, las Relaciones Internacionales.

Las Relaciones Internacionales, como materia académica impartida en el transcurso de unos


estudios universitarios, surgen a partir de la Primera Guerra Mundial, la “Gran Guerra”. Poder
circunscribir ese inicio al final de la guerra es de vital importancia para poder comprender su
evolución.

1. RAZONES –Y SINRAZONES- PARA UN DEBATE: REALISMO VERSUS IDEALISMO

Como actividad política entre diversos sujetos y actores (Estados, naciones, imperios,…) las
relaciones internacionales existen desde el origen de la historia. Surgen con la finalidad de
relacionarse, contender, negociar, tanto la guerra como la paz, los acuerdos comerciales como
las declaraciones bélicas. El tratado internacional más antiguo surgió en Mesopotamia (3010
a.C.).

De la opinión y forma de pensar de las personas que dirigen los destinos de un país, nación,
Estado, de la forma de pensar generalizada en una sociedad, se derivan comportamientos que
condicionan el destino de millones de personas.

Datos
Desde el 3600 a.C. hasta la mitad del siglo XX el número de guerras documentadas es de 14.351.
En todo este tiempo la humanidad sólo ha disfrutado de unos 292 años de paz.
En el transcurso de 3357 años se han firmado unos 800 tratados de paz, que en ningún caso han
durado más de 10 años.
La Segunda Guerra Mundial costó 17 millones de vidas militares y 34 millones de vidas civiles.
Sólo en 1989 se produjeron 92 conflictos bélicos.
A) LAS “TRES TRADICIONES” DEL PENSAMIENTO INTERNACIONAL: REALISMO,
RACIONALISMO Y REVOLUCIONARISMO

Realismo político general: la guerra es algo inevitable, inherente a la condición humana, una
necesidad e incluso un factor de progreso de las sociedades humanas particulares y de la
especie humana en su conjunto, al eliminarse los más débiles y menos capaces.

Racionalismo político general: la guerra puede, bien paliarse con mecanismos que atemperen
su crueldad, bien evitarse con dispositivos diplomáticos y de otro tipo (económico, social,
cultural) que desmantelen sus causas en origen.

La política internacional está, pues, presidida por el Derecho en mayor medida que por la
fuerza.

9
Revolucionarismo político general escindido en dos vocaciones definidas: la del
revolucionarismo violento y la del revolucionarismo pacífico.

10

También podría gustarte