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-La palabra "crédito" deriva del latín creditum, y esta locución proviene a su vez del verbo credere,
que significa "tener confianza o fe". El término "público" hace referencia a la persona de aquel
(Estado) que hace uso de la confianza en él depositada, pidiendo que se le entreguen bienes
ajenos en contra de la promesa de la ulterior restitución.
Por lo tanto, crédito público es la aptitud política, económica, jurídica y moral de un Estado para
obtener dinero o bienes en préstamo; empréstito es la operación crediticia concreta mediante la
cual el Estado obtiene dicho préstamo.
El hecho de que el crédito público se base actualmente en la confianza y buena fe, es producto de
su evolución histórica.
Las teorías modernas (Duverger, Somers, Laufenburger, Giuliani Fonrouge, Hart), aunque no en
forma unánime (Buchanan ha reivindicado en gran medida las concepciones clásicas), consideran
que el crédito público es un verdadero recurso, y que no puede estar limitado por circunstancias
excepcionales.
Por lo pronto, hay discrepancia en que la deuda pública pueda ser similar a la privada. Según Hart,
la diferencia esencial consiste en que el gobierno "dirige" la magnitud y composición de su deuda
mediante el control sobre la moneda y la banca, poderes de los que carece el prestamista privado.
Por otra parte, esa magnitud y composición no depende sólo de la necesidad de cubrir apremios
extraordinarios o déficit monetarios, sino que depende de otros objetivos muy diferentes (p.ej., el
deseo de iniciar obras públicas para combatir la desocupación o el intento de regular el mercado
de capitales o el volumen de la circulación monetaria). Tales características de las funciones del
Estado y de su utilización del crédito, diferencian esencialmente la deuda pública de la privada.
También se disiente en que la carga de la deuda pública pase a las generaciones futuras. Autores
como Einaudi, Duverger y Somers afirman que es la generación presente la que soporta la carga de
los gastos públicos, cubiertos con el crédito público. Se sostiene que el empréstito significa una
reducción de la renta nacional actual, al disminuir el poder de compra de los particulares, dado
que el dinero es empleado para financiar gastos públicos en vez de ser destinado a fines privados.
Además, se dice que si bien es cierto que el empréstito constituye una carga para los
contribuyentes futuros, que ven aumentados sus impuestos para que el Estado haga frente a los
intereses y reembolsos, no es menos cierto que esa carga está compensada por la ventaja
correlativa obtenida por los prestadores, que reciben dichos intereses y dichos reembolsos.
La conclusión de los sostenedores de estas teorías es que el empréstito estatal es un recurso que
nada tiene de anormal, y que no puede estar rígidamente limitado a "circunstancias
excepcionales" que requieran lugar a gastos imprevistos o urgentes.
4.- Concepto de deuda Pública. Explique en que consiste la Deuda: Interna, externa; administrativa
y financiera; directa e indirecta; flotante y consolidada.
Deuda pública es la obligación que contrae el Estado con los prestamistas como consecuencia del
empréstito.
a) Interna y externa. La diferencia entre ambos tipos de deuda debe ser considerada
separadamente, tanto desde el punto de vista económico como del jurídico.
En una consideración económica, la deuda es interna cuando el dinero obtenido en préstamo por
el Estado surge de la propia economía nacional, es decir, corresponde la frase de "debernos a
nosotros mismos". En cambio, la deuda es externa si el dinero prestado proviene de economías
extranjeras.
b) Administrativa y financiera. Esta clasificación es originaria de Wagner, para quien las deudas son
administrativas si provienen del funcionamiento de las distintas ramas del Estado (por ej. Deudas a
los proveedores) y en cambio son deudas financieras cuando provienen del empréstito público.
c) Directa e indirecta. La deuda pública directa es aquella asumida por el Estado en calidad de
deudor principal. La deuda pública indirecta es constituida por cualquier persona física o jurídica,
pública o privada, distinta de la misma, pero que cuenta con su aval, fianza o garantía.
La deuda flotante, en cambio, es la que el tesoro del Estado contrae por un breve período, para
proveer a momentáneas necesidades de caja por gastos imprevistos o retraso en los ingresos
ordinarios. Esta clasificación carece en la actualidad de importancia.
Ahora se considera más ajustada la distinción de deuda a largo plazo y a mediano plazo
(aproximadamente treinta años en el primer caso y de tres a diez años en el segundo), por
oposición a la deuda a corto plazo (generalmente a un año). Las deudas a largo y a mediano plazo
constituyen los empréstitos propiamente dichos, mientras que a las deudas a corto plazo se las
suele denominar empréstitos de tesorería. En realidad, la única diferencia actual constante radica
en el plazo, ya que otras modalidades, como los recursos especiales para atender los servicios de
la deuda, formalidades diversas, tipos de interés, carácter nominativo o al portador de los títulos,
etc., se dan indistintamente en ambas deudas.
El empréstito es voluntario cuando el Estado, sin coacción alguna, recurre al mercado de capitales
en demanda de fondos, con promesa de reembolso y pago de intereses. Éste es el único
empréstito que puede denominarse estrictamente así.
En los empréstitos forzosos, los ciudadanos están obligados a suscribir los títulos. Se discute, en
doctrina, si esta peculiar forma de obtener fondos puede considerarse realmente un empréstito.
Para Duverger, los empréstitos forzosos están en un punto intermedio entre el empréstito
propiamente dicho y el impuesto.
Neumark también afirma el carácter mixto. Se diferencian de los verdaderos empréstitos porque
carecen de voluntariedad; y de los impuestos, porque tienen un contravalor. Cree Neumark, sin
embargo, en el predominio del carácter fiscal, si se tiene en cuenta que las condiciones de
liquidación y pago de intereses son mucho menos favorables al prestamista que en una auténtica
emisión de empréstito.
El profesor Oria considera a esta figura una requisición temporaria de capital, con lo cual está de
acuerdo De Juano, quien expresa que "constituye una requisición de dinero fijada unilateralmente
por los Estados". Por su parte, Ahumada niega que pueda considerarse empréstito o impuesto
extraordinario.
Los autores brasileños Baleeiro y Araujo Falcáo consideran que el empréstito forzoso tiene
carácter tributario y a la cual se adhiere Giuliani Fonrouge. No creen que el empréstito forzoso
pueda ser considerado como un verdadero empréstito, ante la falta de un acuerdo de voluntades,
creador de la vinculación jurídica. Tiene, en cambio, carácter de tributo, ya que nace como
consecuencia del ejercicio del poder de imperio por parte del Estado, con prescindencia de la
voluntad individual.