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TEATRO/INTEATRO
Nro 37
Coordinador: Óscar Jairo González Hernández
Profesor Facultad de Comunicación. Comunicación y
Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín
Medellín. Febrero / 2020
ELKIN MIMO/ EL ARQUITECTO DE GESTOS
Por: J. ARTURO SÁNCHEZ (1954-)
Elkin el mimo, el artista, el viajero, el arquitecto
de gestos y origamis. Un caminante de muchos rostros,
que se ha construido paso a paso en no pocas artes.
Un mensajero que temprano tomó sus propios hilos, para
marchar por el mundo en productivo peregrinaje.
Pregonando siempre la vida, la esperanza, la risa.
Realizando un cruce que lo llevó por plazas y calles
de toda Suramérica y por muchas geografías de Europa,
donde fue pasajero intermitente de la comuna utópica
del ZEGG, el centro experimental social y cultural
creado en Alemania después de la caída del muro.
Noviembre 19 de 2016
3.
Adorno escribe en su Teoría Estética que “la verdad
es la antítesis de la sociedad existente” (1). Esta
idea sugiere que la autoridad de nuestras convenciones
es falsa, que sólo al negar los valores positivos que
legitiman las sociedades existentes podemos encontrar
la verdad. Sin embargo, esta cita es una paradoja
lógica que, como el ejemplo paradigmático: “Esta frase
es falsa”, parece contradecirse a sí misma. Si la
verdad es la antítesis de la sociedad existente,
entonces la falsedad es la tesis de la sociedad
existente, que incluye la cita de Adorno, o quizás la
verdad pertenezca únicamente a sociedades no
existentes y que una vez que ya existe como sociedad,
sólo es posible una falsa conciencia (incluidos los
puntos de vista errados sobre la inevitabilidad, o la
naturaleza, de lo Oscuro). Desearía revisar la idea
de Adorno al decir que la verdad es la síntesis de
las sociedades existentes, pero eso sería sustituir
mi propio pragmatismo poético por la perspicacia
retóricamente mordaz de Adorno, como si no entendiera
el juego. Hay un rango de actitudes que pueden tenerse
hacia la verdad o la falsedad de las sociedades
actuales, que no permite la negación, ni la afirmación
total; éste es el por qué la ironía en el sentido más
estrecho, al sugerir un modelo binario de
aceptación/rechazo y es formalmente inadecuado, para
permitir una mezcla de métodos cómicos, pletóricos y
objetivos que pueden lograr un corte interno que
corroa la centralidad de un discurso gobernante o
estrategia prosódica.
Cualquier cosa que se aparte de lo sincero o serio
entra a lo cómico, sin embargo lo cómico no es más
que un fenómeno unitario, y el rango de actitudes
cómicas van delo bien intencionado a lo vicioso, de
un amplio apoyo al reino social existente, al rechazo
total de todas las comunidades humanas: el poeta como
“hombre” de confianza, que despliega hipocresía para
destruir la autonomía formal del poema y su aparente
indiferencia; lo sincero y lo cómico como figuras
mezcladas, no “o… o…” sino ambos. Como nuestra
sinceridad es siempre cómica, siempre cuestionable,
está abierta a la burla. Somos patéticos y heroicos a
la vez, uno consecuencia del otro, una visión del ser
humano que es la base del trabajo como otro Williams,
Tennessee.
Al insistir en que las innovaciones se reconozcan no
sólo como convenciones estéticas alternativas sino
también como formaciones sociales alternativas, pido
que traigamos recursos de una hermenéutica
interpretativa puramente estructural. Para
desarrollar por completo el significado de una ruptura
o extensión formal, necesitamos una respuesta
sinóptica, multilateral e interactiva, que considere
por vías no convencionales, anti-autoritarias y
esperanzadoras: el sexo, la clase, la historia, lo
biográfico, la prosodia y las dimensiones
estructurales de un poema. Esto significaría leer toda
escritura, pero sobre todo sus formas oficiales o
dominantes, en parte, como discursos de “minorías”
con el objetivo de parcializar esos elementos
culturales y estilísticos, que son hegemónicos y para
colocar todas las prácticas de la escritura en
términos de igualdad desde el punto de vista social.
Al mismo tiempo, le daría un mayor énfasis a los
rasgos estilísticos e innovaciones estructurales de
los llamados escritos marginales que abundan hoy en
día. Como consecuencia, cada aspecto de la escritura
refleja su estética y política social; en realidad la
política y la estética constituyen una poética
inseparable.
La poesía puede conducir a crear conciencia sobre el
tema de la autoridad y la convencionalidad, no a
derribarlos, como en alguna lectura de intento
destructivo, sino para reconfigurar: una
desfiguración necesaria como prerrequisito o para la
refiguración, para la regeneración de la habilidad de
imaginar –es decir-, pensar de manera figurativa,
tropical. La poesía de la que hablo, es multi-
direccional y multi-vectorial; mientras algunos
vectores se debilitan, otros se mantienen intactos.
El modelo interpretativo y composicional que
propongo, entonces puede comprenderse como una
síntesis de los tres Marx (Chico, Karl y Groucho) y
los cuatro Williams (Raymond, William Carlos,
Tennessee y Esther).
4.
Cuando la convención y la autoridad chocan, puedes
escuchar el ruido a millas de distancia. Este ruido
social es un sonido del que la poesía no puede sino
hacerse eco y resonancia. Cuando esta convención de
los comités permanentes sobre la política de la forma
poética haya terminado, sólo hay una última directiva
que aprobar: escuchénse a sí mismos.
Los cuadernos
A
Anécdotas
B
Recortes ingeniosos
Keats: “Los hombres geniales son grandes como
determinadas sustancias químicas etéreas operando
sobre la masa de un intelecto neutro…, pero no tienen
ninguna individualidad, ni carácter determinado.”
C
Conversaciones y cosas oídas casualmente
- Insinúate.
- Bueno, entonces así se insinuaba Cristo.
D
Descripciones de cosas y ambientes
E
Epigramas, ingeniosidades y chistes
F
Sentimientos y emociones (sin chicas)
G
Descripciones de chicas
- Su belleza resultaba tan firme y segura como una
flor de recio tallo; tenía voz tranquila y serena,
sin instrumentos acompañantes que interpretasen
emociones.
- No tenía más de dieciocho años; una pequeña
belleza morena, con ese aura de cristal fino que,
en las morenas, ocupa el lugar del brillo
resplandeciente de las rubias.
- Las mujeres tienen únicamente un papel –su propio
encanto-, todo el resto es mímica.
- Los hombres acaban por ser una mezcla de las
manías encantadoras de las mujeres que han
conocido.
- Fuera a donde ella fuera, para Basil el sitio se
convertía en un lugar encantado, pero él no veía
las cosas de ese modo. Creía que la fascinación
era inherente al lugar, y a partir de entonces
una calle normal y corriente o simple nombre de
una ciudad desprendían un resplandor especial, un
sonido repetido, que llenaba su alma a la escucha
de placer. En presencia de ella, estaba demasiado
absorto para notar lo que le rodeaba; de manera
que su ausencia nunca lo dejaba vacío, sino, más
bien, le hacía salir en su búsqueda a través de
habitaciones encantadas y jardines que nunca
había visto de verdad.
- La voz de Helen Avery (1) y su caída de ojos,
cuando terminó de hablar, como una especie de
ejercicio de control, le fascinaron. Había notado
que ambos sufrían por algo, que cada uno sabía la
mitad de un secreto de gente y vida, que habría
una comunicación romántica de una intensidad casi
increíble. Fue este elemento de esperanza y
posibilidad lo que le había mantenido embrujado
toda la noche y ahora se estaba desvaneciendo.
H
Descripciones de la humanidad (física)
I
IDEAS
- Obra de teatro en la que el revolucionario, en
una gran escena –“Matadme”, etc.-, pone en
cuestión todos los talentos burgueses subrayados
hasta entonces, los paraliza con su superioridad,
y luego dispara contra ellos.
- Hada se enamora de un muñeco de cera.
- Un criminal le confiesa sus métodos a un asistente
social, que los pone en práctica esa misma noche.
- La bailarina que descubrió que podía volar.
Traducción de
JESÚS BAL Y GAY
La literatura japonesa. México. Fondo de Cultura
Económica. 1969. Págs. 103-106.
EVOLUCIÓN PERMANENTE / EL SIGLO XX
Por: E. H. Gombrich (1909-2001)
(…)
La misma preocupación por la sinceridad, la misma
disconformidad con la insoportable y teatral
ostentación del arte oficial que guío a los pintores
de Barbizon y a Courbet hacia el “realismo”, hizo que
un grupo de pintores ingleses emprendieran un camino
distinto. Estos pintores meditaron acerca de las
causas que habían llevado al arte por tan peligrosa
ruta; sabían que las academias declaraban representar
la tradición de Rafael y lo que se conocía con el
nombre de “gran estilo”. Si esto era cierto,
evidentemente el arte había tomado un giro erróneo
con y a través de Rafal. Fueron él y sus continuadores
quienes exaltaron el procedimiento de “idealizar” a
la Naturaleza, conduciendo hacia lo bello a expensas
de la realidad. Si el arte tenía que ser reformado,
era preciso, por consiguiente, retroceder más allá de
Rafael, volver a la época en que los artistas todavía
eran cortesanos “fieles al Señor” que se esforzaron
cuanto pudieron en copiar la Naturaleza, no pensando
en la fama terrenal, sino en la mayor gloria de Dios.
Creyendo que el arte se había vuelto insincero por
influjo de Rafael, y que su misión era volver a la
“Edad de la Fe”, este grupo de amigos se dio a sí
mismo el nombre de “Hermandad Prerrafaelista”. Uno de
sus miembros mejor dotados fue el hijo de un refugiado
italiano, Dante Gabriel Rossetti (1828-1882). La
figura 306 muestra el cuadro “La Anunciación”, de
Rossetti. Generalmente, este tema se representó de
acuerdo con el modelo de las imágenes medievales, como
la de la figura 133. El propósito de Rossetti de
volver al espíritu de la Edad Media no significa que
quisiera imitar los cuadros de entonces; lo que deseó
fue emular su actitud, leyendo fervorosamente el
relato bíblico, e imaginándose esta escena en que el
ángel se presentó a la Virgen dirigiéndole su
salutación: “Y ella se turbó al oír estas palabras y
discurría que podría significar esta salutación” (San
Lucas, 1:29). Podemos observar cómo se esforzó
Rossetti en ser sencillo y sincero en su nueva
concepción, y cuánto procuró hacernos ver el relato
antiguo con el espíritu más puro. Pero precisamente
por su intento de plasmar la Naturaleza tan fielmente
como los admiradores del Quattrocento, algunos
considerarán que la Hermandad Prerrafaelista se
propuso un fin inalcanzable. Admirar la fe ingenua de
los antiguos primitivos es una cosa, y esforzarse uno
mismo en serlo es otra, pues esas son cualidades que
ni con la mejor voluntad del mundo pueden conseguirse.
Lejos de carecer de artificiosidad, los cuadros de
los prerrafaelistas la tienen en extremo. Así,
mientras su punto de partida fue muy semejante al de
Millet y Courbet, su honrado intento les colocó en un
callejón sin salida. Su propósito de convertirse en
nuevos primitivos era demasiado contradictorio en sí
mismo para triunfar. El ya aludido de los maestros
franceses, de explorar la Naturaleza desdeñando los
convencionalismos, demostró ser mucho más fructífero.
(…)
Simone Martini. Anunciación entre los santos Asano y Margarita
(1333). Detalle.
Buenos días.
Ah, ¿viene usted por lo del puesto de poeta maldito?
Llega un poco tarde. ¿No se ha cruzado, al subir, con
un joven de aire adusto? Se ha llevado la vacante.
¡No puede uno dormirse en su oficio, caramba!
Vamos, vamos, no se ponga así, todo tiene arreglo.
¿Ha traído su carné de poeta? A ver. Está usted
homologado, sí… su aspecto se adapta a los requisitos…
y las referencias son buenas… que lástima. En fin,
será mejor no darle pie a arrepentimientos inútiles.
Tome asiento. ¿A ver esas muestras?... ¡Oh! No cabe
duda de que es usted poeta, sus certificados no
mienten… hay tanto enchufismo o en los tiempos que
corren… y además ha leído, es evidente… con el carné
de poeta no se puede ser lo bastante exigente, no me
canso de decirlo… corre por ahí un montón de jóvenes
que, en cuanto tienen el título en el bolsillo, y vaya
a saber cómo se lo han sacado, se creen que ya está
y, lo que es peor, se lo hacen creer a los demás y se
los recibe en todas partes como tales… Pero no es su
caso, no, veo rebelión aquí, y está muy a la moda,
permítame que lo felicite… sí, sí… ¿Qué preferiría
algo más concreto, dice?... pues espere… ¿no querría
enrolarse?... no, en la Legión Extranjera no, por
supuesto que no, le hablo de enrolarse, de escoger un
rol… el que usted quiera… no corre ningún riesgo ni
se compromete a nada… lo digo porque si se anima, le
coloco en un santiamén…
Hummm… pero, caramba, lo que escribe usted aquí es de
lo más profundo… se lo comento porque ya no es usted
muy joven y no va a tener mucho tiempo de retractarse…
en vida, digo, porque después de todo se arregla… de
aquí a cincuenta años, lo que usted haya dicho o haya
querido decir no tendría mucho valor, si es que
alguien se empeña en averiguarlo… sí, sí, ya veo que
es sincero, pero si supiera lo que se llega a hacer
hoy en día… Vaya, que no se haga ilusiones, sirve
usted para el pie de la cruz, como el resto…
Mire, échele un vistazo a esta pila de expedientes
que me han devuelto esta mañana de la sección de
blanqueado… El señor Klosowsky les ha dado un buen
repaso… No siempre es fácil, pero en nombre de la
humanidad todo esfuerzo es poco. Aquí tiene unos
cuantos títulos decentes:
Robespierre cristiano
El éxtasis religioso en Lautréamont
Mística del erotismo
Kafka y la esperanza católica
La parte de Dios en Organ
Lewis Carroll: una vida de pastor
Panteón de París
En el Panteón de París, Soufflot combinó elementos de
origen griego y romano logrando con proporciones y
secuencias rítmicas un espacio quieto y callado, que
más que dialogar con el observador, pareciera
observarlo fríamente desde la distancia. En la Escuela
Española de Equitación en Viena, la solemnidad del
tratamiento del ámbito de presentaciones ecuestres,
lograda por medio del lenguaje clásico y la escala,
logra que el silencio del espacio acalle aún el
golpear de cascos. Pero es en el Teatro Olímpico de
Palladio, en Vicenza, donde la arquitectura se
convierte en el mejor ejemplo de un testigo silencioso
y distante, capaz de albergar (sin interferir) las
escenas de Edipo Rey, obra para la cual fue concebido
el teatro. Palladio logró aquí, sugerir el misterio
de las formas por medio de una geometría legible bajo
el recubrimiento de todo el repertorio clásico que
disponía en los últimos momentos del Renacimiento, el
Manierismo.
Palladio. Teatro Olímpico
PARTIDA Y RETORNO
La franja de luz bajo la puerta del dormitorio, la
noche de la víspera, cuando los otros estaban
levantados, ¿no era la primera señal para el viaje?
¿No entraba en la noche de los niños, llena de
expectativas, como más adelante, en la noche del
público teatral, entre la franja de luz bajo el telón?
Creo que el barco que nos cogía en sueños a menudo se
meció ante nuestras camas entre el estruendo de olas
de las conversaciones y la espuma del ruido de los
platos; luego, a primera hora de la mañana, nos dejaba
por fin, enfebrecidos, como si hubiéramos vuelto de
ese viaje que estábamos a punto de iniciar.
[CUADERNO 30]
[Alrededor de marzo de 1929 – Noviembre de 1941 o más
tarde]
10 de marzo
En el futuro, colocarme al escribir solamente en el
lugar de un personaje secundario, de un espectador.
En la novela me he situado en el centro, aunque no me
describa a mí mismo, eso dificulta la “fabulación”;
es muy posible que todo dependa realmente de actitud
al principio. Así pues, al inventar una historia,
colocarse desde el comienzo en el papel de un
observador. Lo anoto aquí, porque es probable que
tenga importancia para la comprensión de todo el
proceso.
15 de marzo
He leído un artículo sobre la conferencia de Diebold
(3) que me ha agradado bastante y que me parecido muy
cercanos a mi ensayo sobre la decadencia del teatro.
En lo que respecta a Georg Kayser (4), su punto de
vista parecer ser el siguiente: que él es el único
que ha planteado esa situación por la que atraviesa
el espíritu en una dimensión teatral. Sería una
apreciación justa.
En mi opinión, el punto de vista de Diebol se asemeja
al de un experto que dice: así es la evolución que va
de Ibsen a Piscator; es posible que ésta haya
resultado perjudicial para el teatro, pero tal como
están las cosas, los dramaturgos habrán de ocupar ese
escenario si quieren subsistir. (Suponiendo que el
artículo de Der Tagsea correcto en sus matizaciones.)
Frente a esto podría objetarse: ¡aplica eso a la
novela, y Ullstein, los folletones y otras cosas por
el estilo adquirirán dignidad estética!
Pero he pensado también que, naturalmente, la gente
siente interés por lo que dice el crítico berlinés
del FrankfurterZeitung, mientras que muy poca gente
sentirá inicialmente interés por lo que yo pueda
decir. De ahí se deduce la necesidad de una
“presentación” graciosa o eficaz de mis artículos
sobre teatro.
¿Del año 5000 a. C. hasta Piscator?
O también: ¿Historia de la forma dramática? Desde la
Antigüedad [¡No!] hasta Ibsen más o menos, las mismas
formas. ¿Y éstas han cambiado súbitamente de Ibsen a
Piscator? ¿Y qué relación guardan las formas
extraeuropeas con las europeas?
¿Trabajar en Berlín, en el Instituto de investigación
dramática?
Antigüedad – Racine, Moliére.
Shakespeare – Herder – Goethe (¿Cuál es la forma
original de Shakespeare?
Cuestión: ¿De qué es capaz el público de teatro? Por
ejemplo, en Japón, representaciones que duran ocho
días, entre nosotros, dos horas y media. (Clara
dependencia de las formas de vida.)
Título: El Mausoleo (de Schwärmer, el teatro alemán).
a André Breton
CUADRO PRIMERO
El fondo del escenario es un gran espejo. Diez
personajes vestidos con blusas negras uniformes, se
miran en él. Bruscamente se vuelven de cara al
público, se llevan la mano derecha a los ojos como
una visera, se toman el pulso mirando el reloj, se
arrodillan, vuelven a levantarse y se van a sentar en
las diez sillas colocadas en el proscenio. Una
detonación hace añicos el espejo, descubriendo en una
pared blanca la sombra de una mujer desnuda, que
abarca toda la altura del teatro y va disminuyendo
paulatinamente hasta alcanzar la estatura normal.
Parece que la mujer haya escogido este momento para
revelarse. Aparece entonces saliendo de la pared misma
en forma de estatua de escayola. Se dirige al primero
de los diez personajes, quien le da un par de guantes
rojos que ella se pone en seguida. Pasa al segundo
personaje que le da una barra de pintura con la que
se maquilla los labios. El tercero le regala unas
gafas negras. El cuarto una piel. El quinto una peluca
azul. El sexto unas medias de seda blanca. El séptimo
un manto de crespón con el que se hace una cola. El
octavo un revólver. El noveno un niño. El décimo se
desnuda y la persigue con un martillo.
CUADRO SEGUNDO
La escena representa un cuarto con el suelo cubierto
de cascotes de escayola. Del jarro del palanganero
brota un surtidor de líquido negro. Las sábanas de la
cama moldean un bulto enorme. Suena un despertador.
Se abre la puerta y asoma una cabeza de caballo. Se
balance un momento y la cama se abre misteriosamente.
Despide una densa humareda que oscurece
momentáneamente el cuarto. Al disiparse, se ve una
cabellera que cae del techo sobre un diamante de
tamaño descomunal, aparecido encima de la cama. Un
personaje cruza la escena restregándose las manos; se
dirige hacia el armario de luna, deteniéndose allí un
momento. Alza los brazos al cielo, abre la boca y
luego se sienta ante una mesa. Toca una campanilla.
Al momento, una mujer vestida con un traje de perlas
le trae una bandeja para pintar su propia silueta en
la luna del armario. Apenas ha concluido, cuando se
abre el armario y se le echa en los brazos la mujer
del traje de perlas. La derriba en una silla y le da
un largo beso en la boca. Pero del armario abierto
salen doce soldados y un oficial que apuntan contra
ellos.
CUADRO TECERO
La escena representa un poema escrito:
Entre el amor y la ortografía
hay una pluma para pensar
en el grito.
La sangre recorre la plaza
hombre en pie con el verano.
Libertad libertad de las tierras
perdida. Qué bruto
calzado de terciopelo
punta del escalpo y de la reina
menos la tortuga con amor.
CUADRO DUODÉCIMO
La escena representa una boca que hace simulacro de
hablar.
Traducción de JOSÉ ESCUÉ
PROLOGO
Hombre justo, si lamentas este lienzo confuso agitado
por risa y demencia,
créeme, de aquí hasta que nos volvamos a ver
mi héroe irá en sendas más morales.
¡Amén!
PERSONAJES:
BARBA AZUL
EL ANCIANO
HERBERT
ELISABETH
HERBERT
¡Cómo camina… semeja una luz que se apaga,
un sueño lejano… oh no sientes lo que es ella!
Al mirarla experimento ardiente fiebre
y quisiera arrodillarme ante ella.
¡Qué hay para hacer así arder mi corazón
y prestar mil voces a la noche?
EL ANCIANO
No es necesario mirarla, pobre hijo mío.
HEBERT (arrodillado)
¡Dios guarde a la pálida novia!
(angustiado).
Me parece oír subir de la noche
como un suspiro. ¡Dios bondadoso!
¡Ven en ayuda de los pecadores, sácalos de su
tormento!
¡No puedo más!
EL ANCIANO
¡Arriba en los árboles, la primavera aúlla y delira!
¡Calla, hijo mío, que se acercan!
HERBERT
Déjame huir, anciano, déjame huir.
¡Ve batir de nuevo en el aire el ala de los cuervos!
Derrama sangre en el umbral…
allá donde la novia debe ponerse de rodillas.
Observa, anciano, ¿ves la sangre?
EL ANCIANO
Veo las antorchas que refulgen y enrojecen.
HERBERT
Las sombras señalan a la pálida novia.
¡Algo me dice hacer… aquella que tanto horror me
causa!
¡Da la media vuelta, oh niña! ¡Aléjate de esta puerta!
¡Vosotras, amadas, avanzad!
¡La muerte ante el umbral! ¡Rogad por mí!
¡La muerte ante el umbral: déjame morir por ti!
¡Virgen María, intercede por mí!
(se arroja por la ventana).
EL ANCIANO
¿Es por esto, oh Dios, que en la sombría tierra
dejas llegar la primavera?
ELISABETH
¡Señor! Al atravesar esta morada
vi apagarse todas las antorchas.
BARBA AZUL
Paloma mía, ¿hasta a eso le encontrarás sentido?
ELISABETH
No lo sé, Señor. ¡Mis manos arden!
¡Me parece que oigo llorar y llorar en algún sitio!
BARBA AZUL
Anda, anciano. Acuéstate y descansa.
BARBA AZUL
¿Por qué lloras?
EL ANCIANO
Cien años ya que fluye mi sangre
y nunca, Señor, he visto a nadie en el mundo
que fuera como vos tan torturado por Dios!
Bien os daría yo el resto de mi vida,
y no puedo sino llorar de rodillas ante vos.
BARBA AZUL
¡Dice locuras! Anda, viejo niño.
EL ANCIANO (le besa las manos)
¡Ten piedad, Jesús, de estas manos tan pálidas!
De estas manos tan pálidas…
¡Buenas noches!
(Sale)
ELISABETH
Tengo frío.
ELISABETH
Quince años, Señor, que cumplo esta misma noche.
¿Qué tenéis, pues, Señor?
BARBA AZUL
¿Me he reído, quizás?
Toma, bebe, oh tierra prometida.
¡Ve cómo arden en ti las miradas de la luna!
ELISABETH
No os comprendo, me dais miedo.
BARBA AZUL
¡Cierto! ¡Tienes las mejillas pálidas!
Te cantaré algo que te haga reír.
ELISABETH
¿Vais a cantar, vos?
BARBA AZUL
¡Por Dios!, conozco una cancioncita, escucha,
que noches como esta a menudo he oído.
(Canta)
ELISABETH
¡Lo derramé… brilla como sangre!
BARBA AZUL
¿Sangre, dices? ¡Sólo es el rojo resplandor de la
luna!
¿Escuchas el bosque de mayo estremecerse?
ELISABETH
Me parece que alguien tiembla acechando en la
ELISABETH
¿Qué es lo que me llega en torno de los labios?
BARBA AZUL
Y en su recorrido que recomienza,
detente, pues, bote ebrio.
¡Aléjate de mí, Dios-Satán!
(bajo) ¿Ahora que somos tres,
¡Quemantes y sordos!
BARBA AZUL
¿Son tus pequeñas lágrimas que tienen tan claro
murmullo?
ELISABETH
Ayer tuve una pesadilla bajo el tilo
que toca la casa de Padre.
(como soñando)
¡Enrique, tesoro mío, socorro!
BARBA AZUL
Cuando la última estrella se apague, entonces…
BARBA AZUL
¡Abre la puerta de la alcoba nupcial!
Su secreto, podredumbre y muerte,
se dilata en la miseria absoluta de la carne.
(Da la medianoche… Todas las luces se apagan)
Sí, medianoche, ferviente novia,
en flor de muerte brota vieja y azul,
que este tierno secreto te sea confiado.
Si Dios murió un día por la miseria de la carne,
el Diablo voluptuosamente debe celebrar la muerte.
(Abre la puerta)
Escucha cómo bate el ala de Azrael
cómo llegan los pájaros que gritan.
La azotan voluptuosidad, odio, podredumbre y muerte,
brotando sangre, sus gritos, su escarlata,
ven, novia temblorosa.
(Se precipita sobre ella)
ELISABETH
¡Oh! ¡Oh! ¡qué horror me sacude!
¡Tú no! ¡Tú no! ¡Oh, sálvame tesoro mío!
BARBA AZUL
Tu tesoro… oh, como él también te amo castamente.
Mas a ti, pequeña niña, debo poseerte…
¡Necesito, Dios lo quiere, abrirle la garganta!
¡De tus entrañas a mis labios extraer
tu sexo y tu virginidad, paloma,
y beber tu sangre purpúrea
y los espasmos y espuma de tu muerte!
ELISABETH
¡Piedad! ¿Por qué tirarme del cabello?
Rosa, casta rosa y floreciendo sobre mi altar…
ELISABETH
¡Dios me ayude! ¡Oh! ¡Bestia espumante!
BARBA AZUL
¿Es un simio, un toro, un lobo,
o alguna otra bestia de caza?
Vamos, ánimo, ánimo, que esta noche nos entrelazamos
hasta no hacer sino uno de dos,
¡y este uno, es la muerte!
ELISABETH
¿Y nadie para inclinarse en mi horrorosa penuria?
BARBA AZUL (gritando)
¡Dios!
(La arrastra al fondo. Se escucha un grito agudo.
Luego, un profundo silencio. Después de un momento
aparece Barba Azul, chorreando sangre y fuera de sí,
y cae segado ante un crucifijo).
(Su voz se extingue) ¡Dios!
DE LA AUTORA
La idea de escribir Lecturas no obligatorias surgió
de la columna que normalmente aparece en todas las
revistas literarias con el nombre de Libros recibidos.
Era fácil comprobar que únicamente un pequeño
porcentaje de los libros en ella mencionados
conseguían llegar a después al escritorio de los
críticos. Se solía otorgar preferencia a las bellas
letras y a los artículos sobre la política actual.
Las memorias y las reediciones de los clásicos gozaban
de una menor importancia. Prácticamente ninguna se
concedía a las monografías, las antologías y los
diccionarios. Y ninguna en absoluto a los libros de
divulgación científica o a cualquier tipo de guía.
Pero las cosas se veían de otra manera en las
librerías: la mayoría de los libros afanosamente
reseñados (la mayoría, aunque no todos) acumulaban
polvo en los estantes durante meses hasta que los
empaquetaban para convertirlos en pasta, mientras que
todos los otros (los no valorados, los no discutidos
y los no recomendados) se agotaban en un visto y no
visto. Sentí la necesidad de dedicarles un poco de
atención. Al principio pensaba que escribiría
verdaderamente reseñas, es decir, que determinaría en
cada caso la naturaleza del libro, lo colocaría en
una determinada corriente y daría a entender cuál de
ellos es mejor o peor. Pronto me di cuenta de que no
era capaz de escribir reseñas y que ni siquiera tenía
ganas de hacerlo. Que en realidad soy y quiero
continuar siendo una lectora amateur sobre la cual no
recaiga el apremiante peso de la constante evaluación.
El libro es a veces el tema central; en otras
ocasiones, solo el pretexto para entretejer libres
asociaciones. Aquel que califique estas Lecturas de
folletinescas, estará en lo cierto. Quien se empecine
en que son reseñas se llevara un desengaño.
Y una cosa más, lo digo de corazón: soy una persona
anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo
más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens
baila, canta, realiza gestos significativos, adopta
posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra
refinadas ceremonias. Para nada desprecio la
importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida
humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable
y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son
actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor
o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo
ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como
él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del
juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad.
Puede permitirse no solo leer libros inteligentes de
los que aprenderá cosas, sino también libros estúpidos
de los que algo sacará. Es libre de no leer un libro
hasta la última página, y de empezar otro por el final
e ir retrocediendo. Puede echarse a reír en un punto
no destinado a ello o, de repente, detenerse ante unas
palabras que recordará durante el resto de su vida.
Y, finalmente, es libre –y ningún otro pasatiempo
puede ofrecerle esto- de escuchar de qué habla
Montaigne o de zambullirse en el Mesozoico por un
instante.
W. S.