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El virus de la insolvencia y la necesidad de una reglamentación especial de reorganización

empresaria
Por Rómulo Rojo Vivot[1]

A) Insolvencia generalizada
Es innegable que el aislamiento obligatorio está produciendo grandes problemas de índole
económico y financiero. Es generalizada la falta de crédito, de ahorro, de capital y de
liquidez para pagar deudas. Son sistemáticos los problemas contractuales, laborales y
financieros derivados de la repentina caída de las ventas. A ello se suma la presión fiscal,
las altas tasas de interés, la inflación, que deteriorarán aún más la marcha de los negocios
afectando la capacidad de acción de los empresarios.
La gravedad de la situación impone la necesidad de dictar decretos con medidas específicas
en materia fiscal, laboral, crediticia, etc. con el objeto de intentar restablecer el sistema y de
prevenir, evitar o disminuir los efectos nocivos de la insolvencia generalizada. Sin
embargo, es posible que estas medidas resulten insuficientes.
La crisis productiva y crediticia afectará a todas las empresas. Muchas de ellas encontrarán,
en el concurso preventivo, la posibilidad de superar la crisis empresarial. Para poner en
perspectiva, en el peor momento de la crisis del año 2002, se concursaron y/o quebraron
casi 8 empresas por día. Ese será el contexto en el corto y mediano plazo.
Ahora bien, ¿resulta necesario reformar la ley concursal? Es indudable que algunas
cuestiones procesales e instrumentales deberán ser modificadas o re-determinadas. Tanto es
así que en las redes sociales circula un proyecto de Decreto, el cual refiere a prórrogas,
ampliaciones y suspensiones de plazos vinculados con el período de exclusividad, con los
acuerdos concursales homologados, los pedidos de quiebra y las ejecuciones de deudas.
Dichas medidas son similares a las dispuestas por la Ley 25.563 en la crisis del 2002; ello a
pesar que, a los 3 meses de su publicación, fueron derogadas por la ley 25.589. En
cualquier caso, dichas normas contemplan situaciones que tienen por objeto proteger a los
empresarios que ya se encontraban en situación de insolvencia antes de producirse la
emergencia. Sin duda, esas medidas evitarán la declaración de muchas quiebras y
permitirán que las empresas concursadas se restablezcan económica y financieramente.
Sin embargo, los empresarios, que cayeron en insolvencia a consecuencia de la emergencia
pública, necesitan un régimen general de excepción adaptado a las necesidades actuales del
mercado; y para ello no es necesario reformar la ley concursal. Tan es así que podría
lograrse a través de una reglamentación especial de reorganización de las empresas que
resultaron afectadas por elaislamiento obligatorio, que facilite la conservación de las
fuentes de trabajo sin desatender la protección del crédito en tanto elemento esencial de la
economía actual.
En tal sentido, pienso que las medidas extraordinarias y transitorias deben estar orientadas a
flexibilizar y facilitar el acceso al régimen concursal, simplificando el proceso y reduciendo
los costos de ingreso y de tramitación (v.gr. requisito del art. 11 de la LCQ, tasa de justicia,
edictos, gastos de notificación a los acreedores, inscripción en los registros, honorarios,
etc.).
Asimismo, debería considerarse un tratamiento especial de las deudas fiscales y sus
privilegios; incluso respecto de las obligaciones impositivas y previsionales posteriores a la
presentación en concurso. Sin duda, también deberá establecer la exclusión de los créditos
fiscales quirografarios de la base del cómputo de las mayorías requeridas para la
aprobación de las propuestas concordatarias. El tema de los convenios colectivos de
emergencia es otro asunto que deberá ser considerado.
Del mismo modo, se deberían articular programas de asistencia financiera y crediticia para
empresas concursadas, a fin depermitirles generar recursos suficientes para continuar con
su actividad empresaria como unidad de explotación económica, en tanto útil para la
comunidad como fuente generadora de empleo y productora de bienes y servicios.
En este aspecto, el Banco Central debería eliminar de toda restricción que impida,
obstaculice o encarezca el acceso al crédito, además de instrumentar una línea de créditos
subsidiados y de crear una cuenta bancaria “inembargable” para la recepción de las
cobranzas y el pago de los proveedores, salarios y obligaciones fiscales.
Otro tema que debería ser analizado, es el referido a las sentencias de los juicios laborales
cuyos importes superen las posibilidades de cumplimiento inmediato, permitiendo planes
de pago que aseguren un ingreso mensual razonable al trabajador despedido.
Por otro lado, resultaría conveniente instrumentar diferentes herramientas jurídicas de
coyuntura que faciliten los acuerdos con determinados sectores de la economía (v.gr.
entidades financieras, servicios públicos, compañías de seguro, etc.). Desde luego que,
durante el período de negociación, deberían suspenderse -por un tiempo razonable- los
procesos de ejecución, cobro coactivo, restitución de tenencia y ejecución de garantías.
Ello, a fin de evitar la necesidad de tener que acudir al proceso concursal.
Por último, las nuevas medidas deberían ir acompañadas con la creación de nuevos
juzgados y/o secretarías especializadas en materia concursal. En cuanto a los honorarios de
la sindicatura, un plan de pago anticipado a cuenta de la regulación.
Si bien la angustia colectiva está enfocada en superar al virus, cuando se precipite la
depresión, la actividad empresarial colapsará y el desempleo aumentará a una velocidad
devastadora. Si además las empresas tienen deudas exigibles, la caída se acelerará.
La declaración de quiebras masivas está a un paso del abismo y sólo podrá ser evitada con
la intervención oportuna del Estado Nacional.

B) Las medidas dispuestas a consecuencia de la crisis del 2001/2002


La crisis financiera del 2001/2002 determinó la necesidad de introducir reformas
sustanciales que se incorporaron a la ley concursal vigente. Las principales innovaciones se
situaron en la etapa del acuerdo y su homologación.
Por otro lado, también se realizaron modificaciones instrumentales transitorias
pretendiendo facilitar la reestructuración de los pasivos de las empresas. Sin embargo, a
poco que se analizan las distintas medidas ordenadas por aquel entonces (Ley 25.563; BO
14/02/2002), se advierte que, 3 meses después de promulgada, fueron derogadas o
modificadas por la ley 25.589 (BO 16/05/2002). Ello pone de manifiesto que, una eventual
modificación, deberá mantener un criterio de razonabilidad.
No obstante, resulta apropiado mencionar cuáles fueron las medidas transitorias que se
pretendieron adoptar para afrontar y superar aquella crisis. Cuando aprendemos las
lecciones del pasado, podemos comprender el presente y construir el futuro.
1) Deudores en Concurso Preventivo: Una cuestión relevante es la referida a la situación de
los procedimientos concursales que se encuentran en trámite. Por aquel entonces, la ley
25.563 dispuso lo siguiente:
a. En los casos de acuerdos concursales homologados, el plazo para el cumplimiento de las
obligaciones asumidas por el deudor, se amplió por un año, a contar desde que las
obligaciones homologadas en el concordato fueran exigibles.
Sin embargo, la ley 25.589 modificó el plazo anual previsto, estableciendo que el día
30/06/2002 (un mes y 14 días después de promulgada la nueva ley) se reanudaban los
plazos que hubieran sido afectados por aquella norma. En este aspecto, la prórroga sólo
benefició a las obligaciones concordatarias vencidas, en tanto que las que no eran exigibles
no resultaron favorecidas por la ampliación de plazo alguno.
b. Asimismo, se prorrogó el vencimiento del período de exclusividad por un plazo no
menor a 180 días hábiles (más de 9 meses), contado desde la fecha de vencimiento prevista
o desde la última prórroga otorgada por el Juez del concurso. Esta norma fue derogada por
el art. 7 de la ley 25.589.
En relación a los nuevos concursos preventivos, se dispuso la ampliación del período de
exclusividad otorgado al deudor para formular propuestas de acuerdo preventivo a un
período máximo, a ser fijado por el juez, de entre 180 y 360 días hábiles. Esta norma fue
derogada por el art. 1 de la ley 25.589, modificando el art. 43 de la LCQ (que se mantiene
vigente en la actualidad).
c. Por su parte, se suspendió por el plazo de 180 días hábiles, la totalidad de las ejecuciones
en el marco de los concursos preventivos, incluidas las hipotecarias y prendarias de
cualquier origen que éstas sean. También suspendió por casi un año, la ejecución de
garantías de obligaciones financiera que, de cualquier modo, permitieran la transferencia de
control de las sociedades concursadas o sus subsidiarias. Esta norma fue derogada por el
art. 8 de la ley 25.589, sin perjuicio de lo establecido por el art. 12 de la ley 25.589.
d. Por otro lado, se dispuso que los fiados y codeudores quedarían obligados solamente en
la extensión de la nueva obligación nacida del acuerdo homologado.
Esta norma también fue derogada por el art. 6 de la ley 25.589, restableciendo el texto del
art. 55 de la LCQ (que se mantiene vigente en la actualidad), el cual dispone que las
obligaciones del fiador y codeudor no se extinguen ni se novan o transforman, quienes
siguen respondiendo por la garantía original que voluntariamente asumieron, y a la que el
acreedor acudió en previsión de la contingencia de máxima necesidad, que es el supuesto
de insolvencia del deudor.
2) Modificaciones instrumentales de aquella emergencia: Entre otras medidas que
pretendían beneficiar a los deudores en situación de insolvencia, se destaca la suspensión
por el plazo de 180 días hábiles de las siguientes actuaciones judiciales:
a. Los pedidos de quiebra, dejando a salvo la posibilidad de decretar medidas precautorias
de protección de la integridad del patrimonio del deudor. Esta norma fue derogada por el
art. 10 de la ley 25.589.
b. Las ejecuciones judiciales o extrajudiciales, incluidas las hipotecarias y prendarias de
cualquier origen que éstas sean, estableciendo algunas excepciones vinculadas con
determinada clase de créditos. También se suspendieron las medidas cautelares trabadas y
se prohibió el dictado de nuevas medidas cautelares sobre aquellos bienes que resulten
indispensables para la continuidad de las actividades relacionadas con el giro habitual del
deudor. Asimismo, se suspendieron, por el mismo plazo, las ejecuciones fiscales y medidas
cautelares a que se refiere el art. 92 de la ley de procedimientos fiscales.
Estas medidas suspensivas fueron modificadas por art. 12 de la ley 25.589, el que quedó
redactado de la siguiente forma: “Se suspenden por el plazo de 180 días corridos: (a) Los
actos de subasta de inmuebles en los que se encuentre la vivienda del deudor o sobre bienes
afectados por él a la producción, comercio o prestación de servicios, decretadas en juicios
ejecutivos, ejecuciones de sentencias o en ejecuciones extrajudiciales. Se exceptuó de esta
disposición los créditos de naturaleza alimentaria, los derivados de la responsabilidad por
delitos penales, los laborales, los causados en la responsabilidad civil y contra las
aseguradoras que hayan asegurado la responsabilidad civil, los de causa posterior a la
entrada en vigencia de la ley y la liquidación de bienes en la quiebra. (b) La ejecución de
medidas cautelares que importen el desapoderamiento de bienes afectados a la actividad de
establecimientos comerciales, fabriles o afines, que los necesiten para su funcionamiento.
Luego, la Ley N° 25.640 (B.O. 11/09/2002) prorrogó el plazo por 90 días corridos.
3) Beneficios económicos y financieros: Entre las medidas dispuestas por la ley 25.563 que
no fueron derogadas ni modificadas por la ley 25.589, se encuentra aquella que disminuyó
la tasa de justicia y concedió planes de pagos de hasta 10 años para su cancelación (art. 13
ley 25.563). También la norma que incorporó el límite a la regulación de honorarios de los
funcionarios (art. 14 ley 25.563 y art. 266 de la LCQ).
Asimismo, en cuanto al acceso al crédito, se mantuvo la norma que impuso al Banco
Central a que procediera a eliminar de toda restricción que impidiese, obstaculizare o
encareciere el acceso al crédito de las personas concursadas. Además, se dispuso que el
Banco Central instrumentase una línea de redescuentos para asistir a las empresas
concursadas, lo que tenía por efecto asegurar a los concursados el acceso a créditos y avales
suficientes para formular una propuesta de acuerdo a sus acreedores, considerada razonable
y viable por la entidad bancaria a cuyo cargo se encontraba la asistencia crediticia (art. 12
ley 25.563).
Esa misma norma estableció que, las empresas concursadas y en quiebra con continuidad
empresaria, podían contratar libremente con el Estado, siempre que reuniesen las
condiciones exigidas por este último.
4) Consideraciones finales: No ignoro que es indispensable disponer medidas transitorias
que suspendan o difieran la exigibilidad de ciertas prestaciones. Sin embargo, tampoco
debe soslayarse la valoración crítica sobre ciertas medidas dispuestas por la ley 25.563, que
consistieron en una moratoria judicial en la que -a costa del crédito- se pretendió beneficiar
a los deudores, pero desprotegiendo a los acreedores y agudizando la retracción que se
estaba produciendo. Por su parte, los plazos de ampliación y suspensión se manifestaron
exorbitantes y arbitrarios (180 días hábiles; más de 9 meses).
Lo dicho no pretende aconsejar una postura escéptica acerca de la necesidad de realizar
modificaciones instrumentales a la ley concursal, sino simplemente indicar en qué medida
deben extremarse las precauciones. No debería ser posible pretender “salvar” a una
empresa a costa de irrogar perjuicios irreparables a sus acreedores. Estos también tienen
acreedores, empleados, cargas fiscales, otros contratos que cumplir. Admitir suspensiones y
prorrogas excesivas, sin considerar las circunstancias que lo hagan aconsejable, conduciría
a generar nuevos empresarios en cesación de pagos.
[1] Socio del Estudio Berdaguer, Rojo Vivot, Silvero, Canziani & Uriburu
(www.brvscu.com.ar). Magíster en Derecho Empresario (UCA). Posgrado en Derecho
Empresario (Univ. Austral). Prof. Ayudante Regular en "Concursos y Quiebras", UBA,
Cátedra Pisani – Frick.
Citar: elDial DC2A61
Publicado el: 27/04/2020
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