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ANATOMIA DE LAS ABEJAS

MATERIA: CUNICULTURA
NOMBRE Y APELLIDO: AMADEO LUIS
MOSQUERA CAPOZZI
AÑO: 2019
CURSO: 1°
DOCENTE: CARLOS CORDOBA
ÍNDICE:
1. OBJETIVO (pág. 3).
2. DESARROLLO: La anatomía de la
abeja. (pág. 4).
3. Anatomía externa de la abeja
(págs. 4/11).
4. Anatomía interna de la abeja.
(págs. 11/23)
5. Importancia de las abejas. (pág.
24)
6. Conclusión. (pág. 25).
OBJETIVO: dar a conocer la anatomía de la abeja, externa e
interna, para poder tomar conciencia de la importancia de su
existencia en la alimentación y la misión esencial que tienen en el
planeta.
DESARROLLO:

La anatomía de la abeja
Las abejas son increíblemente eficientes produciendo miel. Su cuerpo se
divide en tres partes bien diferenciadas: la cabeza, el tórax y el abdomen.
Como la mayoría de los insectos, tiene un exoesqueleto fuerte.

La cabeza - En la cabeza están los ojos, la boca y las antenas (para


comunicarse). Todo el mundo sabe que las abejas tienen un aguijón, pero
¿sabías que además tienen una lengua sofisticada para probar la calidad del
néctar?

El tórax - El tórax se compone de tres segmentos debajo de la cabeza. En el


primer segmento están el primer par de patas, en el segundo otro par de
patas y el primer par de alas, y en el segmento final están el tercer par de
patas y el segundo par de alas. Las alas se mueven 11.000 veces por minuto
y pueden transportar a la abeja a 19 km/h. Todos los segmentos están
cubiertos de pelo, facilitando a las obreras la recolección de polen. El
zángano tiene el pelo más corto y la reina tiene poco.

El Abdomen - En el abdomen se alberga el aparto digestivo, la bolsa para la


miel y, en las hembras, los órganos reproductores y el aguijón. La bolsa de
la miel puede contener aproximadamente 0,25ml, por lo que son necesarios
unos 20.000 viajes para obtener un solo tarro de miel.
ANATOMIA EXTERNA DE LA ABEJA.

INTRODUCCIÓN

La morfología (Anatomía) externa e interna de la abeja melífera se corresponde


esencialmente con la de los demás insectos. Lo mismo puede decirse de la
fisiología (funciones vitales). No obstante existen diferencias que es preciso indicar
para una mejor comprensión de su etología (comportamiento).

Lógicamente las peculiaridades anatómicas y las funciones vitales están


interrelacionadas.

La abeja pertenece al reino animal, y


dentro de él, al tipo de los artrópodos (patas articuladas), a la clase insectos
himenópteros (alas membranosas) y familia de los ápidos.

El cuerpo de la abeja de la miel se divide en cabeza, tórax y abdomen, partes que


están unidas y se mueven entre sí. El esqueleto externo (exoesqueleto)
compuesto de quitina, que da al insecto la necesaria estabilidad, protege las tres
grandes partes en que se divide el cuerpo de la abeja; en las dos primeras
formando cajas rígidas y en la última de forma extensible.

El exoesqueleto, que tiene la particularidad diferencial con los vertebrados de ser


externo y por lo tanto limita definitivamente el crecimiento, aloja en su interior los
órganos blandos, al revés de los animales superiores, donde los órganos blandos
cubren el esqueleto.
Se halla constituido por la cutícula que la forman dos capas: una exterior muy dura
(exocutícula) y otra interior (endocutícula). Interiormente, el exoesqueleto se halla
recubierto por la membrana basal, donde se insertan los músculos.

CABEZA

La cabeza, caja quitinosa, que tiene forma de


triángulo invertido, alberga el órgano de la visión (ojos simples y ojos compuestos),
las antenas y el aparato bucal. Se encuentra unida al tórax por un cuello angosto y
membranoso.
La cabeza está formada por seis escleritos íntimamente soldados entre sí.

Los ojos simples u ocelos, en número de tres, están situados en la parte superior
de la cabeza, entre los ojos compuestos, están recubiertos de pelos táctiles y
tienen estructura muy sencilla.

Con ellos puede ver la abeja a corta distancia, y en condiciones de casi oscuridad
en el interior de la colmena. Se ha constatado que son órganos sensibles a la
intensidad de luz y son utilizados como fotómetros, determinando el principio y fin
de la jornada laboral.

Los dos ojos compuestos están formados por numerosas facetas hexagonales y
cada uno de ellos por miles de ojos simples (3.000 en la reina, 6.000 en la obrera
y 13.000 en el zángano). La forma de las facetas hace pensar en el tipo de
construcción de los panales.
La visión de los colores varía con respecto a la visión humana. Tienen más
agudeza visual en el lado ultravioleta del espectro. En el lado del rojo se muestran
prácticamente ciegas. Ven muy bien el color azul, amarillo, verde-azulado y
ultravioleta.

El color rojo lo ven como si fuera negro y dentro del amarillo confunden el naranja
y el verde amarillento como si fueran amarillos.

La agudeza visual es inferior a la del hombre, pero a igualdad de tiempo, el ojo de


la abeja percibe 10 veces más imágenes.

Recibe la luz polarizada, o sea, la luz en la cual los rayos vibran en un solo plano.

Las dos antenas emergen del centro de la cara,


encontrándose muy próximas entre sí articulándose con la cabeza por medio de
una membrana. La antena está formada por una parte rígida (escapo) y otra
flexible (flagelo) que está dividida en segmentos (artejos). La porción que viene a
continuación del «escapo» se llama pedúnculo o pedicelo, es un artejo que
también forma parte del flagelo.
El número de artejos es de 12 en la reina y obrera y de 13 en el zángano.

Las antenas poseen numerosos órganos sensoriales, en forma pilosa y en placas


o poros, en número de 3.000, por antena en la reina, de 3.600 a 6.000 en la obrera
y unos 30.000 en el zángano, que son los responsables del tacto, oído y olfato.

Los pelos u órganos pilosos son órganos del tacto y recubren la mayor parte de la
antena, y las placas o poros tienen forma de embudo y sirven para el olfato.
Si hacemos un corte transversal de la antena, y la observamos al microscopio
veremos en su interior una red de nervios muy manifiestos que sirven como
aparato receptor y transmisor de sensaciones.

TÓRAX

En el tórax es donde se encuentra al


aparato locomotor, estando constituido por tres segmentos o anillos, que reciben
los siguientes nombres de adelante atrás: Protorax, Mesotórax y Metatórax y un
pequeño segmento adicional llamado propodeo.
En cada segmento lleva un par de patas, y en el segundo y tercero llevan cada
uno un par de alas membranosas. También disponen de espiráculos (orificios), por
donde entra el aire para la oxigenación del tórax.

Al tórax también se le llama «corselete» y en su parte superior dorsal es donde se


marcan las reinas, con el color del año correspondiente según el código
internacional de colores, para identificar el año de su nacimiento.

Como ya hemos visto anteriormente las abejas tienen tres pares de patas, y éstas
para que puedan tener movimientos se dividen en nueve piezas llamadas artejos,
dos cortos el primero de los cuales se encuentra unido al cuerpo, tres largos (el
fémur, la tibia y el tarso), estando constituido este último por cuatro piezas.

El primer par de patas se encuentra situado en el protórax, y tienen una serie de


dispositivos o piezas que las emplean fundamentalmente para: la limpieza de los
ojos, con una especie de cepillo; dos piezas (vellum y peine o cepillo), ésta última
articulada, que se cierra a voluntad para la limpieza de las antenas.
En el último artejo del tarso tiene dos
garfios, que los emplean para agarrarse a superficies sobre las que quiere
caminar, que pueden ser lisas o rugosas, y también para agarrarse a otras abejas,
formando la llamada cadena de la cera, o cuando enjambran al formar la clásica
bola o enjambre.
El segundo par de patas se encuentran situadas en el mesotórax y no tienen
ninguna característica especial.

En esta parte del tórax se abre el primer par de estigmas (espiráculos), de gran
importancia en el diagnóstico de la enfermedad denominada Acarapisosis.

Estas patas llevan en el extremo del tarso un garfio o espolón que emplean para
desprender las pelotas de polen, que llevan en las “cestillas” del tercer par de
patas.

Una especie de cepillo, la emplean para la limpieza de las alas.

El tercer par de patas se encuentran situadas


en el metatórax y son las más grandes.
Estas patas tienen los dispositivos para almacenar el polen y propóleos, llamadas
corbículas o “cestillos” del polen, que se encuentran en la parte exterior de la tibia,
estos cestillos tienen unos pelos fuertes y algo curvados, lo que les permite
retener el polen o propóleos recogidos de las flores o de los brotes que visitan las
abejas, después de ser amasado con las mandíbulas.

Los “cestillos” del polen solamente los tienen las obreras, por el contrario las
reinas y zánganos carecen de ellos por no necesitarlos.

En este tercer par tienen otro dispositivo, que lo emplean a modo de pinza para
recoger las laminillas de cera elaboradas en las glándulas cereras y
posteriormente pasarlas a las mandíbulas para su amasado y posterior
construcción de panales.

Las alas se encuentran en el tórax, las


dos primeras más grandes se insertan en el metatórax y las otras dos más
pequeñas en el mesotórax.
Estos dos pares de alas están formadas por una membrana muy delgada y
transparente y reforzada por una red de nervaduras quitinosas, que al mismo
tiempo permiten el riego de la hemolinfa (sangre de la abeja) y el aporte de
oxígeno.

Poseen nervaduras convexas y nervaduras cóncavas y tienen, en una zona


determinada, una disposición y medida (índice cubital) que sirve para clasificar las
diferentes razas de abejas.

Cuando la abeja hace vuelos largos une las dos alas por medio de unos garfios o
ganchos para formar una sola ala grande que hace que el vuelo sea mucho más
veloz.

Por el contrario cuando hace vuelos de precisión para visitar las flores y recoger el
néctar o polen estas las desenganchan y pueden quedarse quietas en el aire
como las libélulas.
EL ABDOMEN

El abdomen se compone de 9
segmentos, pero solo son visibles 6 en las hembras y 7 en los machos. Los
segmentos abdominales poseen dos placas cada uno, llamándose a los dorsales
«tergitas» y a los ventrales «esternitas», estando unidos éstos por membranas
flexibles, lo que les permite una gran variedad de movimientos, como alargarse o
acortarse y también curvarse en cualquier dirección.
Las membranas intersegmentarias de las esternitas, de débil consistencia, son
perforadas por Varroa destructor para alimentarse con la hemolinfa de la abeja.

En cada tergita tienen un pequeño agujero que son los estigmas o espiráculos, por
donde entra el aire en el interior del insecto.

El abdomen se encuentra recubierto de pelos, y según su longitud y coloración de


los segmentos son índices que también se emplean para la identificación de las
diferentes razas de abejas. En el abdomen nos encontramos con: las glándulas
cereras, glándula de Nosanoff y aparato de defensa.
ANATOMIA INTERNA DE LA ABEJA.
INTRODUCCIÓN

La morfología (Anatomía) externa e interna de la abeja melífera se corresponde


esencialmente con la de los demás insectos. Lo mismo puede decirse de la
fisiología (funciones vitales). No obstante existen diferencias que es preciso indicar
para una mejor comprensión de su etología (comportamiento).
Lógicamente las peculiaridades anatómicas y las funciones vitales están
interrelacionadas.
 

APARATO DIGESTIVO

La boca, primera parte del aparato digestivo,


que lo forma un tubo continuo, se halla situada en la parte anteroinferior de la
cabeza, pertenece al tipo lamedor chupador y consta de las siguientes piezas: el
labro o labio superior cubre las mandíbulas. La reina, la obrera y el zángano
presentan piezas mandibulares diferentes. En la abeja obrera, las mandíbulas son
más estrechas en la parte central que en la base. En su extremo terminal son lisas
y terminan en forma de cuchara teniendo movimientos horizontales.
Son empleadas para abrir las anteras de los estambres, recoger el polen de las
flores, ablandar, amasar y dar forma a las láminas de cera con la saliva y construir
las celdillas y panales así como retirar fuera de la colmena los elementos extraños
que haya en ella.
Cuando las abejas toman alimentos líquidos utilizan una estructura especializada:
la probóscide o trompa. La forman distintas piezas del aparato bucal y el labio y se
adapta a esa función cuando es necesario.

La lengua o glosa, que en su extremo proximal tiene las paraglosas, dispone a


ambos lados de los palpos labiales. Es larga, flexible, pelosa y acanalada
terminando en una especie de botón en forma de cuchara.

En estado de reposo, la trompa está replegada debajo de la cabeza; cuando la


abeja se dispone a absorber líquidos, la proyecta hacia delante extendiendo sus
partes distales alrededor de la lengua, de tal manera que se forma un verdadero
tubo que se cierra en la parte delantera del extremo distal de las maxilas; en la
parte posterior la cierran los palpos labiales.

Desplegada la trompa la introduce en el líquido y en rápidos movimientos hacia


atrás y hacia delante, el líquido asciende. Las mandíbulas y probóscide, cuando se
encuentran contaminadas, son el vehículo de infestación de las larvas, de Loque
americana (Paenibacillus larvae) o de Loque europea (Melissococcus pluton).

La boca se sitúa entre las bases de las mandíbulas, abriéndose al final del órgano
de succión; ésta se dispone, después de la correspondiente abertura, de forma
vertical a lo largo de la cabeza hasta el esófago. Es una cavidad en forma de saco
con paredes musculares que permiten la aspiración (dilatadores) de los líquidos
desde la trompa, para pasar al esófago a través de la faringe (compresores).

El esófago es un tubo que se extiende a lo largo del tórax por el que avanza el
alimento gracias a sus movimientos de contracción.

En el extremo proximal del abdomen el tubo digestivo se ensancha formando un


saco de paredes finas y muy elástico. En las abejas recibe el nombre específico
de buche melario. Cuando éste se llena de alimento sus paredes se expanden
rítmicamente haciendo que su contenido (polen, néctar, elementos sólidos), se
mezcle. También es utilizado como almacén de alimento. Le sirve a la abeja para
el transporte de néctar y agua desde el exteriorh asta la colmena, donde es
regurgitado.

El buche melario también se distiende cuando la abeja consume alimento sólido o


líquido con una gran carga de virus que tienen el aparato digestivo como vía de
entrada. El proventrículo controla la entrada de alimento en el estómago
(ventrículo) de las abejas. Actúa de filtro eliminando los sólidos del contenido del
buche melario.

El ventrículo es el lugar donde se realiza la digestión y absorción del material


alimenticio. Los pliegues de la membrana interior aumentan la superficie digestiva.
La membrana peritrófica, protege al epitelio de la acción directa de los alimentos y
es protagonista del paso de los jugos digestivos hacia los alimentos y de estos, ya
digeridos, hacia la zona de absorción.

En la larva es el lugar de ataque de Paenibacillus larvae (Loque americana) los


esporos de la bacteria germinan en el ventrículo justo después de la operculación
que es el momento en que la concentración de azucares baja, posteriormente la
bacteria invade toda la larva.

También es el lugar de germinación de las ascas de Ascophaera


apis (Ascosferosis), sus hifas invaden la larva y provocan su muerte antes de la
operculación. El virus Morator aetutalae (cría sacciforme), también comienza su
invasión por el ventrículo.

También encuentra aquí el medio adecuado para desarrollarse el


microsporidio Nosema apis (Nosemosis), que multiplica sus efectivos cuando las
defensas de la abeja son lo suficientemente bajas y permiten su multiplicación.

El intestino delgado, es el tramo siguiente del aparato digestivo que termina en el


recto. En esta parte del intestino vacían su contenido los tubos de Malpigio, que
actúan como elementos de filtración (riñones), de la abeja. En estos tubos se
asienta el agente causante de la Amebosis (Malpigamoeba mellificae).

En su parte distal está la ampolla rectal, que tiene un papel principal en la


absorción del agua y en retener el material fecal, hasta que se produce la
evacuación en el exterior de la colmena.

La Nosemosis (Nosema apis) produce gran cantidad de material de desecho que


al acumularse en la ampolla, provocan una gran distensión del ventrículo,
presionando los sacos aéreos e impidiendo de esta forma el vuelo.

Aquí también podemos encontrar quistes de Malpighamoeba mellificae,


procedentes de los tubos de Malpighi. Durante la invernada, las abejas almacenan
los productos de su metabolismo en la ampolla rectal y no la vacían en todo el
invierno hasta que realizan los llamados vuelos de limpieza, al iniciarse la
primavera.

Esta estrategia, seguida por las abejas en lo que se refiere a los elementos no
digeridos, favorece extraordinariamente la higiene en el interior de la colmena y la
presencia de manchas fecales en distintos puntos de la colmena hace saltar la
alarma ante la presencia de problemas de orden fisiológico o patológico.
SISTEMA RESPIRATORIO

La abeja no dispone de un órgano expresamente


determinado para el intercambio gaseoso. Éste lo efectúa por un sistema traqueal,
formado por; estigmas o espiráculos, traqueas, sacos traquéales y traqueolas (es
donde verdaderamente se produce el intercambio gaseoso).
Los estigmas son los orificios externos que existen para la ventilación. Tanto en la
larva como en el adulto existen 10 pares y todos salvo el segundo, que es muy
pequeño, disponen de válvulas de cierre. Los estigmas se abren en respuesta a
bajas concentraciones de oxígeno y a altas concentraciones de anhídrido
carbónico en los tejidos, permitiendo la entrada y salida de aire.

La válvula del primer estigma no cierra completamente, subsanándolo la abeja con


pelos. Este espiráculo es el punto de entrada del ácaro Acarapis woodi,
(Acarapisosis); éste entra especialmente en las abejas jóvenes, recién nacidas,
atravesando la barrera de pelos, que en estas abejas no están muy endurecidos.
También entran por estas aberturas el agente causal de la septicemia.

Las traqueas son conductos que comunican los estigmas o espiráculos con los
sacos traquéales. Los más largos son los que salen del primer par, en estos es
donde habita preferentemente A. woodi, que se alimenta de hemolinfa y la obtiene
perforando la traquea, lo que provoca procesos de melanización de la misma.

Las tráqueas principales se extienden a los lados del cuerpo formando grandes
ensanchamientos a los lados del abdomen.

Las traqueolas es donde se produce el intercambio gaseoso. Las abejas carecen


de pulmones a semejanza con los mamíferos; el oxígeno es llevado directamente
a todas las partes del cuerpo merced a una serie de tubos llamados tráqueas.
La respiración de las abejas es casi opuesta a la de todos los vertebrados, pues
en lugar de dirigir la sangre hacia el aire, o sea hacia los pulmones, el aire es
transportado hacia la sangre, que es un líquido claro y amarillento (llamado
hemolinfa). El oxígeno llega hasta las proximidades tisulares reduciendo al mínimo
el transporte de gases en fase líquida.

Los sacos traquéales están constituidos por el ensanchamiento traqueal y se


distribuyen por el cuerpo de forma irregular. Se colapsan con la presión y juegan
un papel esencial en la ventilación traqueal. Intervienen en el mecanismo de vuelo.
Todos los sacos están interconectados.

SISTEMA NERVIOSO

La larva tiene un cerebro con un ganglio


subesofágico, once ganglios, comisuras longitudinales formadas por pares de
nervios gemelos. La abeja adulta posee un cerebro de mayor tamaño con un
ganglio subesofágico así como siete ganglios formando un cordón ventral que
discurren por debajo del tubo digestivo.
En el tórax se encuentran dos ganglios torácicos, y los nervios que salen del
primero de ellos van dirigidos al primer par de patas, los nervios del segundo
ganglio van dirigidos hacia los músculos alares y al segundo y tercer par de patas.

En el abdomen existen otros cinco ganglios que regulan las funciones de los
órganos de la respiración, y de los intestinos. Los dos últimos algo mayores que
los otros, regulan los órganos de la reproducción y el aparato vulnerador (aguijón).
Como consecuencia de esta distribución del sistema nervioso cada una de las tres
partes del cuerpo del insecto (cabeza, tórax y abdomen) funcionan más o menos
independientemente.
Esto lo podemos comprobar cortando la cabeza a uno de estos insectos y
comprobaremos que el cuerpo puede seguir desplazándose de una parte a otra,
mover las alas y proseguir sus funciones vitales durante un largo tiempo, muriendo
irremisiblemente al final.

Lo mismo nos ocurre si seccionamos el abdomen, el insecto puede continuar


absorbiendo líquidos, néctar y jarabes, pero todo lo que ingiera saldrá
inmediatamente por detrás hacia el exterior. El cerebro de la abeja obrera es
mucho más grande que el de los zánganos a pesar de ser la cabeza del zángano
mayor.

Nuestro mayor interés radica en que es blanco de los virus neurotropos.

SISTEMA CIRCULATORIO

El sistema circulatorio de la abeja esta


compuesto por un tubo largo que recorre todo el cuerpo de la abeja, estando
cerrado en el extremo abdominal y abierto en la cabeza pasando por encima del
tubo digestivo.
Su principal función es la de transporte de nutrientes y retirada de desechos. Sus
componentes son; linfa, diafragma ventral y dorsal, corazón, aorta y vesículas de
las antenas.

La linfa es un líquido complejo que contiene unas células, linfocitos, los cuales
tienen capacidad fagocitaria y poseen movimiento propio y circula libremente por
el organismo toda vez que es impulsada por el corazón hasta el cerebro.

Nosema apis (Nosemosis), provoca anemia y también podemos encontrar aquí


Pseudomona apiseptica.

En la parte dorsal del abdomen se encuentra un órgano llamado corazón, formado


por ventrículos unidos entre sí por válvulas llamadas ostiolos. Las cámaras
ostiolares están unidas por válvulas que se abren
solamente hacia adelante, permitiendo el avance de la hemolinfa, pero no su
retroceso.
Los diafragmas dorsal y ventral se encargan de la circulación en el abdomen y
ayudan en el retorno de la sangre del tórax y las vesículas de las antenas
bombean la sangre a las antenas.

SISTEMA EXCRETOR

Esta constituido por los tubos de malpighi, estos retiran las sustancias de desecho
de la sangre y las vierten en el intestino anterior para su eliminación con las heces.
Estas sustancias son principalmente derivados nitrogenados. Es el blanco
de Malpighamoeba mellificae.

CELULAS ADIPOSAS

Forman delgadas membranas que se encuentran dispersas junto a las paredes del
abdomen. En la abeja de invierno estas células son pobres en grasa y ricas en
albúmina, en la abeja de verano es al revés. Entre las células adiposas se
encuentran los oenocitos, son células relacionadas con el metabolismo de la cera.
Estas células, además de grasa también contienen proteinas y glicógeno. En las
células adiposas es donde se reproduce Pseudomona apiseptica antes de invadir
la sangre.

SISTEMA REPRODUCTOR

En la reina esta constituido por 2 ovarios


piriformes, que a su vez los forman tubos largos llamados ovariolas que terminan
en finas puntas, que se insertan cerca de la cara ventral del corazón. Las ovariolas
están llenas de óvulos (oocitos) en diferentes estados de maduración.
Al final del ovario se añade al oocito el corion. Una reina puede poner hasta 3.000
huevos por día, aunque lo normal es ponga hasta 1500. En un año una reina
puede llegar a poner hasta 200.000 huevos.

Los ovarios desembocan en sendos oviductos, los que se unen en un conducto


común, oviducto medio. En su base se comunica con la espermateca que es
donde se acumulas los espermatozoides de las cópulas hasta su empleo.
El sistema continúa con la vagina, que termina en el orificio vaginal que se halla
protegido por un pliegue. A esa altura están dos sacos laterales para finalizar con
la bolsa copuladora.

En el zángano esta constituido por 2


testículos, 2 vasos deferentes, 2 vesículas seminales, 2 glándulas del mucus,
conducto eyaculador y órgano copulador.
Los testículos están formados por los tubos testiculares y en ellos es donde se
producen los espermatozoides. Según madura el zángano pierden tamaño, hasta
quedarse reducidos a 1/3 de su tamaño original (prenacimiento).

Los vasos deferentes comunican los testículos con las vesículas seminales, en el
trayecto los  espermatozoides siguen madurando.

Las vesículas seminales producen secreciones que acompañan a los


espermatozoides y en su interior terminan de madurar. Las glándulas del mucus
se comunican con las vesículas seminales y con el conducto eyaculador.
Producen una sustancia que solidifica en contacto con el aire y con el agua, pero
no con las secreciones seminales.

Conducto eyaculador comunica las glándulas del mucus con el órgano copulador.
El órgano copulador en estado de reposo se encuentra invaginado. Se evagina, se
introduce en la bolsa copulatriz de la reina y se desprende del zángano una vez
introducido el semen, funcionando como tapón.

Los músculos abdominales de zángano están muy desarrollados lo cual es


importante desde el punto de vista fisiológico, para que en el momento de la
cópula pueda producirse rápidamente la eversión del endofalo.
SISTEMA GLANDULAR

Una glándula es una formación orgánica especializada, o un conjunto de células


diferenciadas del tejido epitelial, encargada de elaborar, segregar y excretar
ciertas sustancias que intervienen de forma exclusiva en determinados procesos
fisiológicos.

Glándulas hipofaringeas.

Se localizan en la cabeza de las abejas obreras, de forma esférica muy


desarrolladas en la etapa de nodrizas. En la reina son rudimentarias y en el
zángano no existen. Sus células secretoras se agrupan en forma de racimos y
vierten su secreción en la parte inferior de la laringe por medio de un conducto
central. Aquí se acantona el virus de la cría sacciforme.

El producto de la secreción sirve de alimento a las larvas en sus tres primeros días
de vida y a la reina durante toda su vida. Es la conocida jalea real. Cuando la edad
de las abejas avanza, estas glándulas pierden su funcionalidad, su volumen
disminuye comenzando a producir la invertasa, necesaria para provocar el
desdoblamiento de los azúcares del néctar.

Glándulas salivales.

Estas glándulas se encuentran en la


cabeza y en el tórax (postcerebrales o torácicas). Los dos conductos comunes
vierten la saliva (líquido acuoso ligeramente alcalino), a ambos lados de la lengua.
La saliva ayuda a diluir la miel y disolver los cristales de azúcar, además de
humedecer las sustancias (polen en el momento de la recolección). Contiene
enzimas encargadas de la transformación del néctar y los mielatos en miel. En las
glándulas torácicas se acantonan los virus de la parálisis aguda.

Glándulas mandibulares

Se sitúan en la cabeza de las abejas obreras y de la reina (los zánganos carecen


de ellas). El conducto excretor vierte en el interior de las mandíbulas.

En las abejas obreras produce una fracción de la jalea real y en la reina secreta
una feromona que juega un importante papel en la cohesión social de la colonia
(efecto aglutinante de las obreras, inhibición de la construcción de realeras,
atracción de los zánganos en los vuelos de acoplamiento).

Glándula de Nassanof

La glándula de Nassanof es una glándula odorífera, situada en la parte dorsal del


abdomen, en la cara anterior de la 7ª tergita abdominal. Cuando la abeja se
encuentra en reposo no se aprecia la glándula, solamente se ve cuando la abeja
dilata el abdomen y adapta la posición característica de «llamada» con el
abdomen hacia arriba y batiendo las alas, entonces despide un olor característico
que identifica y atrae a todas las abejas de la misma colonia que se pueden
encontrar desorientadas.

Glándulas cereras

En la parte anterior de las esternitas de


los segmentos 4 al 7 se encuentran las glándulas cereras, formando en total 4
pares uno por cada segmento. En cada esternita hay dos zonas de color claro
denominadas «espejos de la cera» que llevan poros por donde sale la secreción
grasosa de las glándulas cereras, ubicadas en la parte interna de cada esternita.
Las escamas o placas de cera las llevan las abejas a la boca con el segundo par
de patas y con las mandíbulas las amasan y moldean para posteriormente ir
construyendo los panales. Las escamas tienen forma de
pentágono irregular y son muy pequeñas, pesando cada una 0,0008 g con lo que
se necesitan aproximadamente 1.250.000 escamas para producir 1 kg de cera.

Solamente las abejas poseen glándulas cereras, las cuales empiezan a funcionar
aproximadamente a los 12 días de vida de la abeja y terminan a los 20 días
cuando se convierten en pecoreadoras.

Para fabricar cera las abejas tienen que consumir mucho polen y miel, cuando las
colmenas están flojas consumen unos 15 kg de miel y polen para producir 1 kg de
cera. Por el contrario cuando la colmena esta fuerte, consume solamente unos 10
kg de miel y polen.

Glándula del veneno

El aparato de defensa es indispensable para la supervivencia de la especie, sin él,


la atracción que la miel tiene para el hombre y otros animales habría desaparecido
hace siglos. Este órgano de defensa esta compuesto fundamentalmente por el
aguijón y la bolsa de veneno.

El aguijón tiene un par de lancetas adosadas una a la otra de modo que forman un
canal, a través del cual pasa el veneno, para salir al exterior por los dientes
curvados o barbas que guarnecen la punta de las lancetas, cada lanceta tiene
unos nueve dientes, con las puntas vueltas hacia atrás como los de un anzuelo, y
al clavarse en la herida ya no lo pueden sacar. La abeja al intentar retirar el
aguijón no puede sacarlo y en este forcejeo pierde este órgano y parte del
intestino, muriendo la abeja al poco tiempo.

Otro componente es una vesícula blanquecina llamada «saco del veneno». El


líquido que contiene lo producen dos glándulas que desenvocan en esta bolsa,
una de las cuales vierte una substancia ácida y la otra una substancia alcalina.
Ninguna de estas substancias es tóxica por sí misma, pero al combinarse produce
una fuerte irritación con posterior inflamación.

El aparato de defensa está dotado de unos potentes músculos que se emplean


para clavar las lancetas en la herida, teniendo también unos movimientos
contráctiles que duran algunos minutos después de ser desprendidos de la abeja,
con estos movimientos el veneno se sigue introduciendo en la herida.
El aguijón de la reina es liso, curvo y algo más largo que el de la obrera y
solamente lo emplea cuando luchan las reinas entre sí.

Las avispas tienen también aguijón liso y estas pueden clavarlo varias veces sin
peligro de perderlo, causando por lo general más irritación que las picaduras de
las abejas. Sistema inmunitario La base de la buena salud tanto en el hombre
como en los animales está en poder defenderse con éxito de los gérmenes
patógenos (bacterias, parásitos, virus, etc.).

El sistema inmunitario en los insectos ha sido poco estudiado. Los insectos como
protección frente a las agresiones que vienen del exterior disponen de la quitina
(elemento principal del exoesqueleto y en el interior les protege la pared intestinal).
Las abejas disponen de defensas inmunológicas en su organismo. Las células
denominadas hemocitos, de las que existen diferentes tipos, protegen de la
invasión de bacterias y parásitos utilizando varios mecanismos: la fagocitosis, la
encapsulación y la formación de nódulos.

El proceso de la fagocitosis consiste en la emisión, por parte de las células de


defensa, de prolongaciones que engloban alas partículas extrañas. El proceso
finalización la digestión de la partícula extraña por enzimas que provienen de los
lisosomas. Cuando el cuerpo extraño es muy grande no puede ser fagocitado y es
encapsulado. Para ello varios hemocitos se unen y crean una especie de cápsula
que lo envuelve. La falta de oxígeno o la acumulación de residuos tóxicos
producen la muerte del cuerpo extraño.

Cuando el número de cuerpos extraños es muy alto el mecanismo utilizado es el


de la formación de nódulos. El mecanismo actúa como la unión de la fagocitosis y
la encapsulación.

Los nódulos formados se adhieren a las paredes de los órganos internos donde
los cuerpos extraños serán destruidos. También se han podido evidenciar la
existencia de defensas inmunitarias, apidecinas y lisozimas, no celulares, que
desarrollan en la hemolinfa acción antibacteriana.

Las apidecinas están formadas por grupos de polipéptidos que presentan un


amplio poder bactericida. Las lisozimas son enzimas presentes en muy bajos
niveles en las abejas sanas y que aumentan cuando las abejas son infectadas por
bacterias. Por otra parte la colonia de abejas reacciona anta la presencia de una
patología con la eliminación de las abejas enfermas y la extracción de las crías
afectadas.
IMPORTANCIA DE LAS ABEJAS PARA EL SER HUMANO: Si la abeja
desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida”. Esta
frase, atribuida por el cine a Albert Einstein, puede parecer excesiva, pero es
una impactante manera de situar a este animal en el importante lugar que
ocupa para la especie humana. Ahora, el planeta debe lamentar una peligrosa
amenaza: las abejas son ya una especie en peligro.

Estos pequeños insectos son cruciales para el ser humano. Los problemas que
afectan a las abejas y otros insectos polinizadores suponen una importante
amenaza para la alimentación mundial, especialmente en las zonas del planeta
con dificultades para abastecer de nutrientes a los grupos sociales más
desfavorecidos.

Los insectos polinizadores aportan alrededor del 10% del valor económico de la


producción agrícola a nivel mundial, pero su contribución para la nutrición
humana es potencialmente mucho mayor.
CONCLUSIÓN:
Si las abejas desaparecen, con ellas se irían multitud de plantas que
dependen de ellas y detrás, asolados por el hambre, probablemente
los seres humanos.

Las abejas son mucho más importantes de lo que pensamos. La


producción de alimentos a nivel mundial y la biodiversidad
terrestre dependen en gran medida de la polinización, un proceso
natural que permite que se fecunden las plantas y den así frutos y
semillas. Las abejas, son los mayores responsables de este proceso
y, sin embargo, sus poblaciones están disminuyendo rápidamente.
Creo que la solución del problema pasa necesariamente por una
mayor educación ambiental y conocimiento por parte de la
sociedad, del mundo de la abeja y del beneficio que aporta al
medio. Educación y concienciación como parte de la solución al
grave problema al que nos enfrentamos

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