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HACIA UN PSICOANALISIS GRUPAL

Marcos Bernard*

1.- El psicoanálisis y los y, hasta cierto punto, comple-


grupos mentarios. Uno de ellos, el mani-
fiesto contractual, es el que
En la decada del ’40 co- denominó: grupo de trabajo.
menzaron a realizarse intentos Se cumplen en él las leyes
sistemáticos de trasladar las del proceso secundario: los
conceptualizaciones psicoanalí- p a rticipantes se adaptan a
ticas al campo de los pequeños los requerimientos de la reali-
grupos. La idea era implementar dad, tendiendo a cumplir la
métodos terapéuticos que amplia- t a rea que se han pro p u e s t o .
ran las posibilidades de tratamien- En el otro nivel, el grupo de su-
tos de los psicoanalistas; en algunos puesto básico, se dejan sentir las for-
casos, por la necesidad de entender maciones del inconsciente. A partir
los mecanismos grupales en juego de una capacidad de combinacion
en contextos institucionales (el caso instantánea de seres humanos, l a
de W. R. Bion en el Hospital de valencia, que actúa en presencia de
Northfield, en Inglaterra, con vete- un contexto grupal, este se organiza
ranos de guerra). En otros, por la de- de acuerdo a patrones inconscientes
manda producida por determinadas característicos, que responden a la
coyunturas (el impacto de los estu- vigencia de fantasías muy primiti-
dios de K. Lewin desde la psicología vas. La regresión es, para Bion, un
social; los esfuerzos de reconstruc- fenómeno propio e inevitable de los
ción soci al de la posg ue rra). En grupos: la presencia de estas fanta-
todos, por la curiosidad de compro- sías sería su consecuencia. Llegó a
bar en qué otros campos podría ser definir al grupo como a un conjun-
aplicada la herramienta de com- to de individuos en un nivel idénti-
prensión psicoanalítica. co de re g resión. Esto implica que
Una de las contribuciones mas todos los grupos humanos, cual-
significativas ha sido, seguramente, quiera que sea el trabajo al que
la de W.R. Bion. Los grupos, segun están abocados, sufren en mayor o
este autor, se desenvuelven en dos menor grado efectos provenientes
niveles de funcionamiento distintos del inconsciente de sus miembros,
con consecuencias diversas.
Estas premisas, que fueron am-
pliadas y confirmadas por otros in-
* Miembro Titular y Director del De- vestigadores (no todos aceptaron su
partamento de Grupos de la Asocia- propuesta de una mentalidad gru-
ción Argentina de Psicología y Psico- pal, sin embargo), se aplicaron a la
terapia de Grupo. terapia, a contextos institucionales
Arenales 1242 P.B. “B” (1061) Buenos y a problemáticas grupales de todo
Aires. tipo. Psicodramatistas, como J. Mo-
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reno, otros enfoques psicoanalíticos lla para su fantasía. Aún el solitario y fantasías que lo componen, y los
como el de Foulkes, Anzieu, etc. necesitará conversar consigo mismo, protagonistas concretos del grupo
confluyeron en el abanico de teorías en un diálogo que tendrá como refe- o rganizados alrededor de la tare a
y técnicas que encontramos en la rencia alguno de su historia. que los convoca, hace que su aden-
actualidad. tro no bien delimitado se derrame
El efecto inconsciente propio del en este afuera del que no consiguió
a g rupamiento, como dijimos, se 3. El individuo y el grupo delimitarse. En grados variables el
produce en todos los casos, no sólo sujeto debe dirigirse a los otros otor-
en un encuadre psicoanalítico. Pero Desde conceptualizaciones psi- gándoles lugares y roles que corres-
en este último es posible su análisis coanalíticas recientes, se piensa al ponden a objetos de su mundo in-
y modificación a partir de técnicas sujeto (lo hemos dicho antes) como terno. Reproduce así con ellos vín-
interpretativas, lo que permite cam- organizado a partir de una serie de culos que corresponden a sus fanta-
bios en la dinámica del grupo que contenidos y estructuras intrapsí- sías inconscientes, que quedan de
renueven estereotipos y aumenten quicas surgidos en ocasión de su este modo dramatizadas en la escena
la posibilidad de reflexión de sus existencia grupal. El ser humano de la que participa: no lograrlo lo
miembros. En el plano de la investi- emerje de estos vínculos, en un mo- sometería al sentimiento penoso de
gación, constituye un instrumento vimiento que produce su internali- una disgregación de su psiquismo,
de conocimiento del psiquismo hu- zación al mismo tiempo que su dis- perdidos los puntales concretos que
mano, especialmente en lo que hace criminación de ellos: el “adentro” lo sostienen.
a su origen vincular. que se forma, que constituye su psi- La problemática de los gru p o s ,
quismo, se diferencia del “afuera” psicoanalíticamente hablando, se
del que ha surgido, adquiriendo con establece, entonces, entre las de-
2. El grupo y la formación del respecto a éste cierta autonomia. El mandas adaptativas de sus miem-
psiquismo grado de discriminación alcanzado b ros, organizados en el nivel del
entre este “adentro” y este “afuera”, grupo de trabajo de Bión, y la nece-
Desde que Charles Cooley descri- asi como el tipo de vínculo que se sidad de controlar y/o canalizar los
biera, a principios de siglo, la im- establezca entre ambos, marcará el efectos que el inconsciente de cada
p o rtancia de los grupos de pert e- estilo, el carácter, la identidad y la uno de ellos produce en la interac-
ne nc ia —la fami lia e n pr imer patología del sujeto. ción del conjunto. Podemos así en-
lugar— e n la formación y cre c i- Si el sujeto no ha aprendido a contrar una analogía entre la estruc-
mi e nto de la iden ti dad d e s us distinguirse de aquel grupo del que tura del grupo y la del síntoma .
miembros, se han sucedido al res- ha surgido (o de los que le sucedan) C o mo l o h ab ía obs erv ad o J.
p ect o mu c has inv es tig ac io nes, queda condenado a depender exce- Bleger, en los niveles de indiscrimi-
desde la psicología social y el psi- sivamente de el: no puede ejercer nación sujeto-objeto, el sujeto es el
co aná li sis . El sujeto humano es una actividad mental autónoma, ya grupo. Se confunde con los demás
siempre esperado por un grupo, del que en su vivencia los otros son en un despliegue de antiguas esce-
que la madre es representante; tiene parte de él, tal como un niño pe- nas, ante la sorpresa o complicidad
un lugar a sign ado en él que lo queño no puede prescindir de su de los otros, que a su vez pueden
marca y determina desde el inicio. madre, de quien se siente una parte estar pasando por el mismo proceso.
Lo que será la patología del sujeto indivisible. Por fin, llegarán a un acuerdo* en
guarda una estrecha relación con lo Si bien todos los cuadros de la que la dramática compartida pueda
que fue en algún momento la pato- patología pueden referirse en su ver- contener las fantasías de todos, aun-
logía de sus grupos, en especial su tiente psicológica a esta circunstan- que esto sea, a veces, a costa de un
familia: el psiquismo del sujeto —lo cia, no debe pensarse que el meca- abandono o desviación relativa de
afirmó Freud en 1921 es el resultado nismo es simple: las formas en que los roles originales, aquellos que es-
de un precipitado de vínculos de los el sujeto manifiesta o intenta supe- taban determinados por la tarea que
que ha participado, y que lo ubican, rar esta dependencia son, a veces los habia convocado.
le proporcionan identidad, lo fijan sumamente comple jas, y sue len La experiencia demuestra que
en determinadas pautas (o estereoti- aparecer aparentemente alejadas del esta tarea raramente es abandonada
pos), lo enriquecen, y a veces lo des- punto de partida original. totalmente: estaríamos entonces en
garran y destruyen. Cuando un sujeto con un déficit presencia de un grupo de psicóticos,
Consecuencia del vínculo, ya que, de identidad como el descripto se determinado totalmente en su ac-
en su indefensión infantil, necesita incluye en un contexto grupal, ten- cionar por la fantasía inconsciente
de los otros para compensar la ho- derá a tomar a sus circunstanciales de sus miembros. Pero rara vez ,
meostasis perdida con el nacimien- c o m p a ñ e ros como a partes de su también, la tarea grupal no es in-
to, el sujeto humano volverá al vín- propio ser. La regresión propia de fluenciada por la necesidad de apo-
culo para apuntalar, repetir o elabo- estos encuentros incrementará este yar en el grupo la identidad de cada
rar, las marcas que estas primeras re- efecto de vivencia de fusión. Su acti- cual, de utilizar la pertenencia gru-
laciones dejaron en él. El grupo —en vidad con ellos (hablo de un grupo pal para apuntalar un self no siem-
principio la relación con la madre— cualquiera, “natural”) además de pre bien delimitado. En estos casos
reemplaza al vientre materno y, en estar dirigida a resolver las vicisitu-
cierto sentido, de ahí en mas lo re- des de la tarea que los ha convoca-
presenta en su inconsciente. Se bus- do, se verá influenciada por esta di- * De todos modos, este acuerdo no se reali-
za sin un grado variable de conflicto. Es
cará en él protección, reconocimien- ficultad para contemplar las diferen- éste uno de los factores de sufrimiento
to, afecto, y también realización y cias. Su incapacidad para discrimi- para los integrantes del grupo. En los casos
poder. Será siempre una herramienta nar entre los contenidos de su psi- extremos, la constitución del grupo queda
de trabajo y un soporte, una panta- quismo inconsciente, los personajes imposibilitada.

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el rendimiento del grupo disminu- teórico como técnico, puede ser be- Bibliografía
ye, tanto cuanto estas demandas in- neficioso para la tarea y eficacia del
conscientes incidan en la dinámica g rupo, como así también para el Anzieu, D., (1974), “El grupo y el In-
consciente”. Biblioteca Nueva, Ma-
de su estructura de roles, trabándola cuestionamiento y modificación de
drid, 1986.
o distorsionándola. la identidad de sus integrantes. Bernard, M., (1940), “The structure of
Si se piensa en la tarea grupal, el roles and the status of the uncon-
beneficio recae sobre el conjunto, cious”. En Pines, M. y Kaffaelsen, L.,
4. Las técnicas aunque es inevitable que ésto re- “The individual and the Group”. Ple-
dunde también sobre cada uno de num Press, New York, 1982.
Lo dicho nos sirve de introduc- sus integrantes. El objetivo no es B e rn a rd, M., (1982) Consideraciones
ción para plantear las posibilidades realizar una terapia sobre el sujeto, sobre la tendencia a la burocratiza-
operativas de un enfoque psicoana- sino controlar y modificar los efec- ción en los grupos terapéuticos. Re-
vista de Psicología y Psicoterapia de
lítico de los grupos. tos que el proceso de agrupamiento
Grupo. Tomo X, Nº 1, 1987.
Toda inserción de un sujeto en ha producido sobre el conjunto. Se Bernard, M., (1987), Los grupos Burocra -
un contexto grupal desencadena fe- trata aquí de los grupos psicoanalíti- tizados. Revista de Psicología y Psico-
nómenos que afectan tanto al pro- cos de reflexión, utilizables en con- terapia de Grupo. Tomo X, Nº 1,
pio sujeto como al conjunto. textos diversos, con fines de forma- 1987.
Al sujeto: revive inevitablemente ción o de terapia institucional. Bión, W. R. ,(1948), “Experiencias en
otras experiencias de pasaje, que tie- Por otra parte, los grupos psicoa- Grupos”. Paidós. Bs. As. 1966.
nen que ver con sus entradas y sali- nalíticos terapéuticos tienden a ins- Bleger, J. (1971), El grupo como Institu-
ción y el grupo en las Instituciones.
das en otros vínculos y, en definiti- trumentar el ámbito grupal, a través
En Temas de Psicología Social. Nueva
va, con aquella en que comenzó su de un encuadre apropiado, para Visión. Bs. As. l971.
experiencia como ser humano. De poner en juego y tratar diversas pro- Foulkes, S. N., Anthony, E. J., (l957),
nuevo se encuentra en una situa- blemáticas psicológicas, en este caso “P sic oterapia psicoanalítica de
ción desconocida, para la que se personales, de sus miembros. Grupo”. Paidós. Bs. As. 1964.
siente insuficientemente preparado, Las técni cas difieren se gún la Kaës, R. (1976) “El aparato psíquico gru-
en la que depende de los otros, que tarea que cada tipo de grupo se pro- pal”. Gedisa. Barcelona, 1976.
le proporcionan además un código ponga: en los de reflexión el foco Pichon Rivière, E. (1977) “El Pro c e s o
que debe aprehender. Su mayor o está puesto en la interacción del Grupal”. Nueva Visión. Bs. As. 1977.
menor elaboración de esas experien- conjunto, y el efecto que el desplie-
cias anteriores harán que esta etapa gue fantasmático produce en ella.
nueva sea superada sin inconve- En los terapéuticos, en el análisis de
nientes mayores, o se constituya en la neurosis de transferencia de cada
un escollo insoportable que conde- uno de los miembros, desplegada en
na al sujeto al aislamiento, al con- el contexto vincular que provee el
flicto con los otros, o, por lo menos, grupo.
a un sufrimiento inadecuado. La
forma patológica con que haya re-
suelto las inserciones anteriore s , 5. El futuro
tenderá a repetirse, en lo que consti-
tuirá un despliegue transferencial. El desarrollo creciente de las in-
Entendemos aquí este término en vestigaciones en este campo relati-
una de sus acepciones posibles: la vamente nuevo del psicoanálisis,
vivencia de situaciones nuevas a permite preveer una participación
partir de pautas pretéritas e inade- importante de estos recursos, espe-
cuadas, sin poder percibir la diferen- cialmente en contextos institucio-
cia entre lo anterior y lo novedoso, nales ■
es decir, entre lo que ya estaba y lo
que adviene; el antes y el ahora, lo
“mío” y lo “otro”.
Al grupo: el despliegue transferen-
cial de los agrupantes tiende a indu-
cir, en la estructura de roles que de-
t e rmina la tarea manifiesta, cam-
bios, promoviendo alteraciones en
ella: estereotipos o desviaciones.
Esto, a su vez, no deja de producir
efectos de rebote sobre los partici-
pantes, pudiendo eventualmente es-
tablecerse un círculo vicioso: el suje-
to fuerza en el grupo una tendencia
al estereotipo, y el grupo, a su vez,
desde este estereotipo, limita las po-
sibilidades de realización y enrique-
cimiento de quienes lo componen.
Es aquí donde la implementación
de un enfoque psicoanalítico, tanto

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