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Poncio Pilato a —también conocido en español como Poncio Pilatos— fue un miembro

del orden ecuestre y quinto prefecto de la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36.


Los evangelios canónicos lo presentan como responsable ejecutivo
del suplicio y crucifixión de Jesús de Nazaret, siendo este uno de los pocos episodios en los
que se menciona a este personaje conocido también por autores judíos (Filón, Flavio Josefo),
romanos (Tácito) y un testimonio arqueológico epigráfico.

Índice

 1Nombre
 2Fragmentos biográficos
 3Poncio Pilato, personaje histórico
 4Poncio Pilato en los evangelios
 5Poncio Pilato como símbolo
 6Poncio Pilato en el arte
o 6.1Poncio Pilato en la literatura
o 6.2Poncio Pilato en el séptimo arte
 7Notas
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Nombre[editar]
En español su cognomen suele ser Pilatos, quizás por influencia de la forma griega; Πιλάτος o
también reflejando el nominativo latino Pilatus. Aun cuando Pilato puede considerarse la forma
más correcta, Pilatos ha sido sancionado por el uso y, por ello, está reconocido por
las Academias de la Lengua, las cuales la emplean en diversas entradas del Diccionario de la
lengua española.2

Fragmentos biográficos[editar]
Copia de una inscripción, cuyo original en piedra se atesora en el Museo de Israel.3 Se trata de
una prueba epigráfica de relevancia hallada en 1961, entre los restos del teatro de Cesarea Marítima.
En ella consta el nombre, mutilado, de Poncio Pilato ([..]ntius Pilatus) junto al término Tiberieum, lo cual
acredita la presencia de Poncio Pilato como funcionario romano en Judea.

Los detalles de la biografía de Poncio Pilato antes y después de su nombramiento como


prefecto de Judea y tras su participación en el proceso contra Jesús de Nazaret son
desconocidos. Aunque varias fuentes textuales posteriores (los Annales de Tácito y los
escritos de Flavio Josefo) lo mencionan como procurator (procurador) o
como præses (gobernador), su denominación oficial fue la de praefectus que, según había ya
sospechado O. Hirschfeld en 1905, era la que correspondía a tal cargo hasta la época
de Claudio. Este dato quedó documentado sin duda tras el hallazgo en 1961, entre los restos
del teatro de Cesarea, importante puerto antiguo entre Tel-Aviv y Haifa, de una inscripción
fragmentaria oficial, en la que Pilato dedicaba o rehacía un Tiberieum o templo de culto al
emperador Tiberio. Su texto4se suele restituir de la siguiente forma:
[- c. 3 -]s Tiberieum /
[ -c.3- Po]ntius Pilatus /
[praef]ectus Iudae[a]e /
[ref]e[cit].5
Moneda de bronce acuñada entre 26 y 36 d. C. en Jerusalén, cuando Poncio Pilato era praefectus.
Se conserva en el Museo Británico.

Muchos detalles que carecen de cualquier confirmación por otras vías, especialmente
relativos a sus supuestos arrepentimiento, suicidio o condena y decapitación, han sido
añadidos a la tradición biográfica a partir de las Actas de Pilato, un relato contenido en
los evangelios apócrifos, que circularon con más profusión por Oriente; entre aquellos se
cuentan también un nombre para su esposa, Claudia Prócula, canonizada como santa por
la Iglesia ortodoxa etíope y por la bizantina, o un (improbable) nacimiento de Pilato
en Tarraco (Tarragona). Lo cierto, sin embargo, es que históricamente no se sabe nada
seguro sobre los lugares de nacimiento y muerte de Pilato, ya que su rastro histórico se
pierde en los años 36-37 cuando, destituido de su cargo, regresó a Roma. 6
Fue designado prefecto de Judea por Tiberio, a instancias de su prefecto del
pretorio, Sejano, adversario de Agripina y destacado antijudío7.8
Intentó introducir imágenes del emperador en Jerusalén y construir un acueducto con los
fondos del Templo. Algunos autores señalan que estas desavenencias con el
pueblo judío lo llevaron a trasladar su centro de mando de Cesarea a Jerusalén para
controlar mejor las revueltas, en especial porque comenzaban a actuar en la provincia
grupos armados contrarios al poder romano. Se supone que el personaje mencionado en
los evangelios, Barrabás, era parte de una de estas bandas.
Poncio Pilato fue relevado del mando de Judea en el año 36, después de reprimir
fuertemente una revuelta de los samaritanos, durante la cual crucificó a varios
alborotadores9.

Poncio Pilato, personaje histórico[editar]


Existen varias referencias históricas sobre Poncio Pilato. Las más antiguas corresponden
al filósofo judío Filón de Alejandría.
Filón de Alejandría.

Este autor, quien vivió en el siglo I y actuó como representante de su comunidad ante las
autoridades imperiales, narra un acto de Pilato durante su gobierno en Judea. En esa
ocasión el conflicto se relacionó con unos escudos de oro que llevaban los nombres de
Pilato y Tiberio, y que el prefecto había colocado en su residencia de Jerusalén. Los
judíos apelaron al emperador de Roma, ya que en virtud de los tratados vigentes debía
respetarse la ley judía en la ciudad, y Pilato recibió la orden de llevar los escudos
a Cesarea.10 Filón se refiere a Poncio Pilato como un hombre «de carácter inflexible y
duro, sin ninguna consideración». Más aún, según este escritor de Alejandría, el gobierno
de Poncio se caracterizó por su «corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades,
condenas continuas sin proceso previo, y una crueldad sin límites».
Cronológicamente, las siguientes menciones de Pilato en fuentes históricas corresponden
a las obras de Flavio Josefo, historiador judío y ciudadano romano, quien escribió en el
último cuarto del siglo I. En efecto, tanto en la Guerra de los judíos, publicada entre los
años 75 y 79, como en las Antigüedades judías, de la década del 90, aparece varias
veces como gobernador de Judea entre los años 26 y 36. Según este historiador, Pilato
tuvo un mal comienzo en lo que respecta a las relaciones con los judíos de su provincia:
de noche envió a Jerusalén soldados romanos que llevaban estandartes militares con
imágenes del emperador. Y la situación se complicó porque las insignias fueron colocadas
en la Torre Antonia, cuartel general de las cohortes romanas, es decir, justo frente a uno
de los ángulos del complejo del Templo, con el añadido de que los judíos creyeron que los
auxiliares romanos quemaban incienso frente a las imágenes de Tiberio y Augusto. Este
suceso provocó un gran resentimiento debido a que vulneraba la prohibición de
la Torah del uso de ídolos, y una delegación de principales entre los judíos,
representantes del Sanedrín, viajó a Cesarea para protestar por la presencia de las
insignias y exigir que las quitasen.
Imagen de Flavio Josefo presentada en una edición de The Jewish War de 1888.

Después de cinco días de discusión, Pilato intentó atemorizar a los que hicieron la
petición, amenazándolos con que sus soldados los ejecutarían, pero la enconada negativa
de aquellos a doblegarse, pues incluso se inclinaron en tierra y mostraron sus cuellos para
ser degollados, aunque Pilato solamente había pretendido engañarlos para que cedieran,
y, dado el alto coste político, ya que Pilato llevaba apenas seis semanas en el puesto y
habría tenido que ejecutar en esa sola ocasión hasta a seis mil judíos, le hizo acceder a
su demanda.11
Josefo menciona también otro alboroto: a expensas de la tesorería del templo de
Jerusalén, Pilato construyó un acueducto para llevar agua a Jerusalén desde una
distancia de casi 40 km. Pilato solicitó del Gran Sanedrín fondos del Tesoro del Templo
para financiar la obra, bajo la advertencia de que si eran negados tendría que aumentar
los impuestos. Los sacerdotes se negaron en principio alegando que era dinero sagrado,
pero cedieron bajo la condición de que se ocultara el origen de los fondos y de que el
principal flujo del líquido llegara a los depósitos del propio Templo, pero el acuerdo fue
descubierto. Grandes multitudes vociferaron contra este acto cuando Pilato visitó la ciudad
y el prefecto envió soldados disfrazados para que se mezclasen entre la multitud y la
atacasen al recibir una señal, lo que terminó con muchos judíos muertos o heridos. 12
Josefo informa que la posterior destitución de Pilato fue el resultado de las quejas que
los samaritanos presentaron a Vitelio, por entonces gobernador de Siria y superior
inmediato de Pilato. La queja tenía que ver con la matanza ordenada por Pilato de varios
samaritanos a los que engañó un impostor, reuniéndolos en el monte Guerizim con la
esperanza de descubrir los tesoros sagrados que supuestamente había escondido
allí Moisés. Vitelio mandó a Pilato a Roma para comparecer ante Tiberio, y puso
a Marcelo en su lugar. Tiberio murió en el año 37, mientras Pilato todavía estaba en
camino a Roma,13 temeroso de ser juzgado y ejecutado por su antigua relación con
Sejano, ya que tras la caída de éste, todos los que se relacionaron con él fueron tratados
como enemigos por el emperador Tiberio y en su mayoría ejecutados. Incluso, se ha
llegado a relacionar su decisión de ceder ante la presión del Sanedrín judío en el juicio de
Jesús, cuando los sacerdotes le recordaron que si soltaba a un supuesto subversivo como
Jesús, que se proclamaba rey, entonces no era amigo de César, es decir, del emperador
de ese momento, Tiberio, para salvar su carrera e incluso su vida y así evitar que Tiberio
sospechara de su lealtad y lo mandara llamar a Roma para investigarlo y juzgarlo como
asociado a Sejano. Además, y ya que Sejano había hostilizado en vida a la colonia judía
de Roma, después de su muerte, Tiberio ordenó a Pilato cambiar hacia una política
favorable a las costumbres judías.
El historiador romano Tácito, nacido alrededor del año 55, que no era amigo del
cristianismo, escribió poco después del año 100, menciona a Pilato en relación con
la persecución neroniana y el origen de los cristianos: «Cristo, el fundador del nombre,
había sufrido la pena de muerte en el reinado de Tiberio, sentenciado por el procurador
Poncio Pilato, y la perniciosa superstición (el cristianismo) se detuvo momentáneamente,
pero surgió de nuevo, no solamente en Judea, donde comenzó aquella peste, sino en la
capital misma (Roma)...».14
El apologista y filósofo cristiano Justino Mártir, quien escribió a mediados del siglo II,
señala a propósito de la muerte de Jesús: «Por las Actas de Poncio Pilato puedes
determinar que estas cosas sucedieron». Un texto que ha sido controvertido porque
supone la existencia de un testimonio legal sobre el juicio de Jesús de Nazaret. Agrega
que estos mismos registros mencionaban los milagros de Jesús, de los cuales dice: «De
las Actas de Poncio Pilato puedes aprender que Él hizo esas cosas». Según algunos
autores estos registros oficiales, que no se conservan, pudieron existir todavía en el siglo
II, por lo cual Justino instaba a sus lectores a comprobar con ellas la veracidad de lo que
decía. Del mismo modo, en su Apologeticus, escrito en 197, Tertuliano informó de datos
originales sobre Pilato según los cuales el gobernador habría hecho un informe al
emperador sobre los acontecimientos en Judea en relación con Cristo. Este informe
también es mencionado por Jerónimo de Estridón en su Chronicon (c. 380),15 y en
el Cronicón pascual, si bien no se sabe si tomaban el dato de una fuente independiente o
se apoyaban en las noticias de Justino1617. Las Actas de Pilato que se conservan
actualmente son una obra apócrifa que no parece tener relación con la mencionada por
Justino y, ciertamente, son muy posteriores.18

Poncio Pilato en los evangelios[editar]

Pilato (Duccio).

Según los Evangelios sinópticos Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados


pertenecientes a la guardia del Templo, por orden de Caifás y los sumos sacerdotes. En
cambio, el evangelio de Juan afirma que fue apresado por una compañía romana al
mando de un tribuno,19 lo que daría a entender que fue por orden del prefecto. Los
evangelios dicen que, luego de un interrogatorio nocturno, los líderes saduceos llevaron a
Jesús ante el prefecto romano por la mañana temprano, ya que los romanos solo hacían
juicios antes del mediodía, solicitando a Pilato que lo ejecutara, ya que le habían hallado
culpable de blasfemia, pero la pena capital solo podía ser aplicada por los romanos. Pilato
envía a Jesús a Herodes Antipas debido a un conflicto con la jurisdicción correspondiente
a un reo de Galilea. Al ser devuelto a sus manos, Pilato se declara incompetente para
resolver asuntos religiosos y declara no hallarle culpable. Los líderes judíos entonces
cambian la acusación sobre Jesús a sedición. A pesar de no hallarlo culpable, Pilato —
sabiendo que era víspera de Pascuas— deja que el pueblo decida entre liberar a un preso
de nombre Barrabás o liberar a Jesús.
El pueblo, dirigido por los sumos sacerdotes, escoge la liberación de Barrabás y
la crucifixión de Jesús. Ante esa decisión Pilato simbólicamente se lavó las manos para
indicar que no quería ser parte de la decisión tomada por la muchedumbre. Pilato dice
«No soy responsable por la sangre de este hombre». A lo que la multitud responde: «Que
su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes». Se narra también que
Pilato ordena la flagelación de Jesús antes de su ejecución, pero los evangelios discrepan
en cuanto a si esta medida fue tomada como un intento de sustitución de la ejecución, o si
era simplemente parte del proceso de la ejecución.
En cuanto a los Evangelios apócrifos, existe un muy breve y tardío Evangelio de la muerte
de Poncio Pilatos y un mucho más importante Evangelio de Nicodemo, también
llamado Hechos de Pilatos (Acta Pilati).

Poncio Pilato como símbolo[editar]


Según Pérez-Rioja, «Pilato se ha convertido en un símbolo tradicional de la vileza y de la
sumisión a los bajos intereses de la política».20

Representación de la primera estación del Via crucis: Pilato se lava las manos y con ese gesto
sella la condena a muerte de Jesús. De Gebhard Fugel, ubicado en Santa Isabel, Stuttgart.

El acto de «lavarse las manos» protagonizado por Pilato en el evangelio de Mateo, junto
con otros temas simbólicos emblemáticos de la pasión de Cristo (las treinta monedas de
plata, el beso de Judas, el canto del gallo), dejó su marca en el lenguaje cotidiano y en las
imágenes.
Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto,
tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre
de este justo. Vosotros veréis».
Evangelio de Mateo 27: 24

Según J. L. McKenzie, el acto de «lavarse las manos» no formaba parte del proceso legal:
ya no había audiencia ni interrogatorio de testigos, sino más bien una forma de hacer
comunicar a la muchedumbre, por medio de una costumbre judía, su desapego al caso.
La sentencia estaba implícita.21 El factor importante no era ya el proceso, sino las
presiones que provocaron el resultado del proceso. Los evangelios implican claramente
que Pilato se dio cuenta de que no había ningún cargo auténtico contra Jesús, b y el
lavatorio simbólico de las manos añadido por Mateo, viene a subrayarlo. Este acto quedó
en la cultura como símbolo de quien, por conveniencia personal, cede ante la presión de
otros al tiempo que pretende desentenderse de un veredicto injusto. El lavatorio de manos
implica un acto de purificación vacío de contenido que no consigue en conciencia eludir la
responsabilidad, puesto que quien condena a un hombre inocente por presiones no está
moralmente muy por encima de los que las ejercen. 21

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