Está en la página 1de 178

GAYO PLINIO CECILIO SEGUNDO

(PLINIO EL JOVEN)

G. Plini Caecili Secundi

Panegyricus
dictus Traiano imperatori
Panegírico del emperador Trajano

Edición y traducción de José Carlos Martín


GAYO PLINIO CECILIO SEGUNDO
(PLINIO EL JOVEN)

G. Plini Caecili Secundi Panegyricus dictus Traiano imperatori.


Panegírico del emperador Trajano

Edición y traducción de José Carlos Martín

https://www.thelatinlibrary.com/pliny.panegyricus.html
https://la.wikisource.org/wiki/Panegyricus#II

Gayo Plinio (siglos I-II a.C.), conocido como Plinio el Joven, pertenecía a la rica aristocracia
italiana propietaria de grandes posesiones agrícolas y administradora de magistraturas municipales.
El apoyo de su tío materno, Plinio el Viejo, que los acogió a él y a su madre a la muerte del
padre y acabó adoptándolo como hijo, fue decisivo en la vida de nuestro autor. Plinio el Joven
agrupó en torno a su persona el círculo cultural y político probablemente más importante de su
tiempo, del que formaban parte ilustres escritores como Marcial, Tácito, ya en el cénit de su gloria, o
Suetonio que empezaba entonces a elaborar sus primeras obras. La verdadera pasión de su vida fue
la literatura y el afán por obtener una gloria literaria que le sobreviviera.
El Epistolario y el Panegírico de Trajano constituyen la principal producción conservada de Plinio.
Los diez libros que forman el Epistolario, de innegables cualidades literarias, han suscitado desde
antiguo el interés de filólogos e historiadores por la información de carácter histórico que puede
extraerse de ellos: instituciones, política, economía, religión, literatura, arte, agricultura, medicina,
etc.
El Panegírico es el discurso que pronunció en agradecimiento por su elección para el Senado, y
que el autor reelaboró y amplificó para su publicación. Este discurso constituye la única fuente
literaria sobre los primeros años del principado del emperador Trajano.
INTRODUCCIÓN

VIDA Y OBRA DE GAYO PLINIO CECILIO SEGUNDO (PLINIO EL JOVEN)1

GAYO Plinio nació en Como, en la Italia Transpadana, entre el 25 de agosto del año 61 d.C. y el 23 de
agosto del 62 d.C., pues tenía diecisiete años cumplidos (epist. 6, 20, 5) cuando el 24 de agosto del 79,
al comienzo del Principado de Tito (79-81), se produjo la famosa erupción del Vesubio en la que
murió Plinio el Viejo, su tío materno, y resultaron destruidas las ciudades de Herculano y Pompeya.
Nació, en consecuencia, en pleno Principado de Nerón (54-68), y tenía entre cinco y seis años cuando
el tirano se dio muerte en junio del año 68.
Su familia pertenecía a la rica aristocracia italiana propietaria de grandes posesiones agrícolas y
administradora de las magistraturas municipales, pero, como Cicerón, no contaba entre sus
antepasados con ningún miembro del Senado. Su padre, de rango ecuestre, probablemente el Lucio
Cecilio Segundo de una antigua inscripción de Como que ha llegado hasta nuestros días2, murió
siendo Plinio aún muy niño, lo que podría explicar que apenas haya en todo el Epistolario alguna
referencia concreta a él. Pueden aducirse únicamente dos vagas alusiones a la distinguida posición
de sus padres en su ciudad natal (epist. 1, 8, 5) y a los bienes heredados de su madre y de su padre
(epist. 7, 11, 5). Por el contrario, en sus cartas menciona en numerosas ocasiones a su madre Plinia,
por la que sentía un extraordinario afecto (epist. 1, 19, 1; 2, 15, 2; 4, 13, 5; 4, 19,7; 6, 20, etc.), y que
parece haber muerto en tiempos de Domiciano, con anterioridad, por lo tanto, a la redacción de las
más antiguas de las cartas incluidas por Plinio en su Epistolario (finales del año 96), pues es fácil
suponer que, en caso contrario, nuestro escritor no habría dejado de dedicar una de sus piezas
literarias a trazar un elogio fúnebre de su querida madre.
Sea como fuese, tras la muerte temprana de su padre, nuestro escritor pasó a depender de la tutela
de Lucio Verginio Rufo, dos veces cónsul en los años 63 y 69, gobernador de Germania Superior
durante los años 67-68 y que habría podido incluso alcanzar el Imperio, si en dos ocasiones, en los
años 68 y 69, no hubiese rehusado ser proclamado emperador por sus tropas. En la época que nos
interesa era, naturalmente, uno de los senadores más influyentes en Roma y un buen apoyo político
para el futuro de Plinio (epist. 2, 1,8). El segundo apoyo decisivo en la vida de nuestro escritor fue el
de su tío materno Gayo Plinio Segundo, el célebre escritor de esa monumental enciclopedia en 37
libros que es la Historia natural, hoy conocido como Plinio el Viejo, que acogió en su casa de Roma a
su hermana, tras quedarse ésta viuda, y a su pequeño sobrino. Unos años después Plinio el Viejo
acabó adoptando como hijo a este último, quizás a la finalización de la tutela legal de Verginio Rufo,

1 Los trabajos fundamentales en los que se basa esta introducción son los estudios citados en la Bibliografía (1-3), y en
especial los de E. Aubrion, E. Cizek, P. Cugusi, P. Fedeli y A. N. Sherwin-White, así como las introducciones de A. M.
Guillemin, M. Duny y F. Trisoglio a sus ediciones de Plinio el Joven, completados con la bibliografía específica señalada
en cada uno de los apartados en los que se divide esta presentación. Por el contrario, el volumen de J. González
Fernández que contiene una introducción y traducción del Epistolario de Plinio el Joven (Madrid, 2005, véase. Bibliografía
[l.b.]), apareció publicado cuando este libro se encontraba en prensa, por lo que no he podido servirme de él. Para un
estudio general de carácter prosopográfico de todas las noticias que hemos conservado sobre la vida de Plinio el Joven,
véase L. Vidman, “C. Plinius Caecilius Secundus”, en Prosopographia Imperii Romani saec. I. II. III, Editio altera, Pars VI, L.
Petersen.-K. Wachtel (eds.), Berlin-Nueva York, 1998, núm. 490 (págs. 204-209); que debe ser contrastado ahora con el
reciente trabajo de A. R, Birley, op. cit. en la Bibliografía (2), págs. 1-17.
2 E. Pais, Corporis Inscriptionum Latinarum Supplementa Italica, fase. I. Additamenta ad vol. V GaUiae Cisalpinae, Roma, 1884,

núm. 745, sobre la cual cfr. el artículo fundamental de G. Alfoldy, “Ein Tempel des Herrscherkultes in Comum”, Städte,
Eliten und Gesellschaft in der Gallia Cisalpina, Stuttgart, 1999, págs. 211-219 (revisión de un artículo aparecido con el mismo
título en Athenaeum 61, 1983, págs. 362-373). Se ha propuesto como fecha aproximada de su muerte el año 72 d.C., cuando
Plinio tenía unos diez años.
a los catorce años del niño, hacia el año 75/76, o más probablemente en su testamento en el 79. Como
resultado de ello, Plinio, nacido Gayo o quizás Lucio (el nombre de pila es incierto) Cecilio Segundo,
pasó a llamarse Gayo Plinio Cecilio Segundo, nombre con el que ha pasado a la posteridad. La
primera parte de su educación se desarrolló en Como, bajo la tutela de un gramático (epist. 1, 19, 1), y
se completó en Roma, donde Plinio recibió clases de retórica griega de Nicetes Sacerdote de Esmirna,
de la escuela asianista (epist. 6, 6, 3), y de retórica latina del famoso escritor Quintiliano (epist. 2, 14, 9
y 6, 6, 3).
La aparición en la vida pública de este homo nouus se produjo a una edad muy temprana, pues ya a
los dieciocho años defendió con éxito un proceso ante el tribunal de los centunviros, que entendía
sobre todo de problemas de propiedades y de herencias (epist. 5, 8, 8). Entró inmediatamente
después (hacia el 80/81) en la carrera de los honores como decemuir stlitibus iudicandis, es decir, como
presidente de una de las cuatro secciones en las que se dividía el tribunal de los centunviros. A
continuación fue nombrado tribuno militar de la legión III Gálica de Siria, a comienzos del gobierno
de Domiciano (81-96), hacia el 81/82 (epist. 1, 10, 2 y 3, 11, 5). A su regreso a Roma, hacia el 84, fue
designado séviro de los caballeros romanos, título honorífico con carácter anual que consistía en la
jefatura en las ceremonias públicas de una de las seis turmas (escuadrones) en las que era dividido
en el censo el estamento de los caballeros y en la organización de los llamados Juegos Sevirales. Este
cargo, no obstante, constituyó un gran honor para Plinio, pues el nombramiento de los séviros
dependía directamente del emperador, quien solía escoger para ese puesto a miembros del
patriciado romano al inicio de sus carreras políticas (antes o después de la cuestura), o incluso a
algún príncipe de la familia imperial, siendo raro encontrar entre ellos a un miembro del estamento
ecuestre, como era el caso de nuestro autor.
Así, toda su juventud transcurrió bajo Domiciano, contando Plinio unos treinta y cuatro o treinta y
cinco años cuando el emperador fue asesinado en su palacio el 18 de septiembre del 96. Es ésta la
época de la carrera de Plinio sobre la que existen más controversias entre los investigadores. El
aspecto clave de la discusión es la fecha en la que Plinio habría desempeñado la pretura, pues los
demás cargos oficiales con los que el escritor fue honrado se sitúan en el tiempo en relación con su
pretura. Para ésta se han propuesto numerosas fechas, que van desde el año 91 hasta el 95 (todas
ellas dependen de la epist. 3, 11). Tres o cuatro años antes de la pretura, Plinio obtuvo la cuestura,
que le abrió las puertas del Senado; y un año antes de ser pretor fue tribuno de la plebe. Así, la
mayoría de los críticos se inclinan hoy día por fijar en el año 93 la pretura, y, en consecuencia, en los
años 89 ó 90 la cuestura y en el 92 el tribunado. En efecto, aunque todo parece indicar que hasta la
edad de veintisiete o veintiocho años Plinio no habría alcanzado la primera magistratura importante
del cursus honorum, es decir, dos o tres años por encima de la edad mínima requerida (los veinticinco
años), y, por tanto, bastante tarde, a continuación su carrera conoció un éxito fulgurante,
desempeñando incluso el tribunado de la plebe y la pretura en años sucesivos contra lo establecido
por las leyes romanas, que exigían que mediase al menos un año entre el ejercicio de las
magistraturas inferiores y entre una de éstas y la pretura, lo que le fue posible gracias al favor del
emperador Domiciano (epist. 7, 16, 2).
Pese a la opinión relativamente extendida de que hacia el final de la vida del último de los Flavios
la carrera política de Plinio se habría visto paralizada por su oposición al régimen tiránico de este
Príncipe, parece indicar lo contrario el hecho de que, tras la pretura (año 93), nuestro escritor
obtuviese de inmediato la prefectura del tesoro militar (año 94) hasta la muerte de Domiciano en
septiembre del año 96. Sólo entonces se produce una pequeña interrupción en la carrera de los
honores de Plinio, que no es elegido para ningún cargo oficial para el 97. Pero ese mismo año, Nerva
y Trajano lo designan prefecto del tesoro de Saturno para el 98. Plinio desempeñó este cargo hasta
septiembre del año 100, pues en las elecciones consulares de comienzos de ese mismo año, Trajano lo
recomendó para el consulado, magistratura entonces de dos meses como regla general (aunque
podía prolongarse hasta cuatro), para la que salió elegido del 1 de septiembre al 31 de octubre del
año 100. Precisamente, al entrar en función de su cargo el 1 de septiembre de ese año, pronunció en
el Senado el acostumbrado discurso de agradecimiento al Príncipe, que constituye la base del
Panegírico de Trajano que hoy conservamos en una versión reelaborada por el propio autor con vistas
a su publicación.
A partir de ese momento, y en su calidad de senador de rango consular experto en derecho
(especialmente testamentario), fue invitado en varias ocasiones a participar en el Consejo privado del
emperador. Poco después, hacia el año 103, Trajano le otorgó el sacerdocio del augurado (epist. 4, 8),
y hacia el año 104 lo designó supervisor del cauce del río Tíber y del cuidado de las cloacas de Roma,
una de las magistraturas civiles más honorables y de mayor responsabilidad del Imperio, reservada
a senadores de rango consular, que Plinio debió de ejercer durante tres años aproximadamente, de
acuerdo con la duración habitual de este cargo.
Al final de su vida, Plinio fue nombrado por Trajano gobernador de Ponto-Bitinia en calidad de
legado imperial propretor con poderes proconsulares. Su elección respondió al deseo del Príncipe de
confiar esa provincia a una persona de su entera confianza y de una absoluta integridad que pusiese
fin a las numerosas irregularidades de todo tipo, en especial en materia de finanzas, pero también en
otros terrenos, como la administración de justicia, el estado y organización de las tropas romanas o el
orden público, que venían aquejando desde largo tiempo atrás a esa región del Imperio. Desde allí,
Plinio mantuvo una intensa correspondencia con el emperador, recogida en el libro X de su
Epistolario junto con muchas de las respuestas de Trajano. El hecho de que este intercambio epistolar
se interrumpa de forma brusca se ha interpretado como debido a la muerte súbita de nuestro autor.
Una vez más, las fechas de esta legación son discutidas, pues se cuenta únicamente con una fecha
segura: todas las epístolas del libro X dejan ver que Trajano se halla en Roma, por lo que Plinio tuvo
que morir antes del otoño del año 113, fecha en la que el emperador viajó a las provincias orientales.
Los estudios más recientes consideran más probable el periodo que va desde septiembre del año 110
a la primavera o verano del año 112. No obstante, cuenta con tantos o más partidarios el periodo
comprendido entre los años 109 a 111. Por el contrario, los años 111-113, que disfrutaron en el pasado
de amplia aceptación, son generalmente rechazados en nuestros días3. Sea como fuere, se acepta de
forma unánime que Plinio no llegó a regresar a Roma y que murió en Bitinia entre los años 111 y 112,
durante el desempeño de su cargo.
En vida, y principalmente a partir de la ascensión de Nerva, Plinio agrupó en tomo a su persona el
círculo cultural y político probablemente más importante de su tiempo, del que formaban parte
ilustres escritores como Frontino o Marcial, pero sobre todo Tácito, ya en el cénit de su gloria, y
Suetonio, que comenzaba entonces a elaborar sus primeras obras, entre otros muchos cuya
producción no ha llegado hasta nosotros (Caninio Rufo, Sencio Augurino, Gayo Fannio, Vergilio
Romano, Titio Aristón, etc.), así como un buen número de amantes de las letras, en general, entre los
que cabe citar a Domicio Apolinar, Septicio Claro, Vestricio Espurina y Licinio Sura, destacadas
figuras asimismo de la política de su tiempo (como lo era Frontino, tres veces cónsul, ya
mencionado). Así, sabemos que Plinio leyó críticamente las Historias de Tácito antes de que éstas
fuesen publicadas, y que a su vez ofreció muchos de sus escritos a Tácito para que éste le diese su
opinión sobre ellos, y es posible que inspirase a Suetonio la redacción de su De uiris illustribus, obra
conservada tan sólo parcialmente.
Por el contrario, dos distinguidos poetas de esa misma época parecen haber permanecido ajenos a
este círculo: Estacio, uno de los escritores más afectos al régimen de Domiciano, y el mordaz Juvenal,
cuyo carácter tan diferente al de Plinio y cuya oposición al régimen aceptado por nuestro autor

3Cfr., no obstante, A. Bérenger-Badel, “La circulation de l’information d’après la Correspondance de Pline le Jeune avec
Trajan”, L’information et la mer dans l’monde antique, J. Andreau. C. Virlouvet (eds.), Roma, 2002, págs. 219-231 : esp. 220-
221, que defiende una datación bien de 110 a 112, bien de 111-113, excluyendo los años 109-111.
quizás lo alejaba de los ambientes en los que éste último se movía. La importancia que Plinio
concedía a la literatura es evidente a lo largo del Epistolario, en el que son numerosas las cartas que se
ocupan de las recitaciones literarias ofrecidas por él mismo o a las que asistía a escuchar las nuevas
obras de sus amigos literatos. Consciente de la fragilidad de la vida humana y constantemente
preocupado por la muerte (cfr., por ejemplo, epist. 5, 5, 4-8), como resultado quizás de su precaria
salud (epist. 2, 11, 15; 7, 1, 4-6; 7, 21; 10, 5, 1; 10, 18, 1), consideraba la literatura como el medio más
seguro de conseguir la gloria en vida y la inmortalidad tras la extinción personal (epist. 3, 7, 14; 5, 8;
7, 20; 9, 14).
Desde un punto de vista ideológico, Plinio acepta la legitimidad del emperador, de quien el
Senado debe ser un leal colaborador y no un poder opositor, y es, sobre todo, un claro partidario del
gobierno de Trajano, en quien ve reunidos con toda sinceridad los más importantes valores de la
tradición romana. Su adhesión al sistema político de su tiempo se vio favorecida además por los
beneficios otorgados por Nerva y Trajano a la aristocracia municipal a la que él pertenecía. De ahí el
optimismo que se desprende de toda su obra.
La nostalgia de la República no es en sus escritos más que un tópico literario destinado a ensalzar
la propia historia de Roma y a los hombres ilustres del pasado, característico de finales del siglo I d.
C. Al mismo tiempo, manifiesta Plinio el tradicional conservadurismo romano en su respeto por las
costumbres de los antepasados, en su defensa de las instituciones y de los magistrados romanos, en
su apoyo a las familias patricias, en su aversión por los libertos imperiales, o en su religiosidad más
formal que sentida.
Tampoco parece haber tenido un gran apego por la filosofía, que, por lo poco que podemos
percibir en sus escritos, es de raigambre más estoica que epicúrea, aunque, en general, Plinio está
más cercano del eclecticismo y de la tolerancia características de la Nueva Academia, en boga en su
tiempo (como sus contemporáneos y amigos Tácito y Suetonio).
La única verdadera pasión que se aprecia en su vida es su amor por la literatura y su afán por
obtener una gloria literaria que lo sobreviva. Ello se manifiesta asimismo en su amor por el campo,
donde retirado en alguna de sus numerosas villas pueda disfrutar de un ocio que le permita escribir
poemas, reelaborar sus discursos pronunciados en el Senado o ante los tribunales de justicia, o
redactar y revisar esas cartas en las que plasma sus ideas sobre la vida y los hombres, basadas en la
cortesía, en una refinada educación, en la generosidad, en la sencillez, en una extraordinaria
sensibilidad para comprender los sentimientos de los demás y mostrar en todo momento su
solidaridad. Esa bondad natural, ese calor humano que se desprende de su correspondencia es lo
que sigue constituyendo hoy día el principal atractivo de Plinio, bondad que ha sido definida como
filantropía (característica de la filosofía estoica) y hasta como humanitas, y que ha sido considerada
como una reacción de muchos escritores de la época frente al régimen de terror de Domiciano (cfr.
epist. 8, 16 y 9, 21)4.
De la producción literaria de Plinio el Joven hemos conservado principalmente los diez libros del
Epistolario y el Panegírico de Trajano. Además, han llegado hasta nosotros algunos versos de la
producción poética de este autor, que habrían sido publicados quizás en forma de tres libros de
poemas de carácter licencioso y ligero en la tradición del epigrama, unos, y del género elegiaco, los
otros. Finalmente, aunque no nos queda ningún fragmento de ellos, el propio Plinio nos da noticia en
su Epistolario de algunos discursos de ocasión y judiciales (Sermo de bybliotheca ad Comenses, Actio pro
Patria, Oratio in Classici socios, Oratio pro Basso, etc.), de una pequeña biografía del hijo de su querido
amigo Vestricio Espurina (el opúsculo De uita Vestrici Coti), y de un tratado donde reivindicaba la
memoria de un amigo suyo, Helvidio Prisco hijo, ajusticiado por Domiciano (el De ultione Heluidi).

4Cfr., especialmente, P. V. Cova, Lo stoico impeifetto. Un’immagine minore dell’’uomo nella letteratura latina del principato,
Nápoles, 1978: cap. IV. “La misura umana di Plinio il Giovane”, págs. 86-113.
LOS DIEZ LIBROS DEL “EPISTOLARIO”5

Desde un punto de vista metodológico, he de señalar antes de comenzar este estudio que no
distinguiré aquí entre carta y epístola, distinción hoy día superada pero que ha desempeñado un
papel importante en la tradición de los estudios sobre el mundo antiguo. La citada distinción
remonta a A. Deissmann6 y considera “carta” el texto enviado realmente a un destinatario preciso,
mientras que “epístola” sería el texto enviado ficticiamente a un interlocutor existente o no y desti-
nado simplemente a su publicación. Los defensores de esta distinción hablan, así, de las “cartas” de
Cicerón y de las “epístolas” de Séneca.
La primera carta mencionada en la literatura de la Antigüedad clásica grecolatina es la que, en el
canto VI de la Ilíada de Homero (hacia el siglo VIII a.C.), Preto, rey de Tirinto, entrega al héroe
Belerofonte para el rey de Licia7. Es una carta que no se lee, simplemente se resume su contenido. Su
propósito es contribuir al desarrollo de la acción, según un procedimiento que va a ser frecuente
tanto en la tradición épica como en la dramática.
Todavía en el mundo griego, el historiador Tucídides (hacia 454-399 a.C.) ha conservado la primera
noticia sobre una correspondencia epistolar en la Antigüedad Clásica: las cartas intercambiadas en el
siglo v a.C. entre el general espartano Pausanias y el rey persa Jerjes I a propósito del matrimonio de
la hija de éste último con aquél.
A partir de finales del siglo v, los filósofos griegos comienzan a recurrir a las cartas para la
exposición de sus doctrinas, lo que hace que, con el tiempo, la carta se convierta en un medio de
expresión habitual de materias especializadas, en especial, además de la filosofía, las matemáticas y
la medicina. Del siglo IV a.C. en adelante se conservan numerosas cartas griegas. En esa época, la
epistolografía parece haberse constituido ya como un verdadero género literario con características
propias griegas (frente a la tradición oriental), gracias, sobre todo, a Isócrates y a Platón. El problema,
no obstante, es determinar la autenticidad o falsedad de muchas de las cartas conservadas. Así, de las
13 cartas conservadas de Platón, es probable que sólo un par de ellas sean auténticas; mientras que
de las 9 cartas atribuidas a Isócrates, se discute la autenticidad de cuatro de ellas.
En los primeros tratados de retórica griegos en los que se trata del género epistolar, se establecen
como elementos propios del mismo, fijados ya desde finales del siglo v a.C.: la brevedad, la sencillez
y claridad de la expresión, que debe rehuir el ornato retórico, la adecuación de su tono a la condición
del destinatario y la necesidad de reflejar la índole moral del remitente. Al mismo tiempo, se fijan
una serie de fórmulas de encabezamiento y despedida, y de expresiones filofronéticas con las que el
remitente debe manifestar sus sentimientos de afecto y amistad al destinatario o los que, en general,
han dado lugar a la misiva, así como los temas más apropiados para ser tratados en una carta, en

5 Sobre la epistolografía como género literario en la Antigüedad y el Epistolario de Plinio el Joven, véase asimismo P.
Cugusi, Evoluzione e forme dell’ epistobgrafia latina nella tarda repubblica e nei primi due secoli dell’ Impero, con cenni
sull'epistolografia preciceroniana, Roma, 1983; M.a N. Muñoz Martín, Teoría epistolar y concepción de la carta en Roma, Granada,
1985; G. Mazzoli, “La prosa filosófica, scientifica, epistolare”, La prosa latina. Forme, autori, problemi, F. Montanari (ed.),
Roma, 1991 (reimp. 1993), págs. 145-227; y B. Antón, “La epistolografía romana: Cicerón, Séneca y Plinio”, Helmantica 47,
1996, núms. 142-143, págs. 105-148.
6 A. Deissmann, Bibelstudien, Marburg, 1895, págs. 187-252; e id., “Epistolary Literature”, Encyclopaedia Bíblica, vol. 2,

Londres, 1901, cols. 1323-1329.


7 Resumo en las líneas siguientes las cómodas introducciones al tema elaboradas por P. Cugusi, “Studi sull’
epistolografia latina. I. L’età preciceroniana”, Annali dell’ Facoltà di Lettere, Filosofia e Magisterio dell’ Universitá di Cagliari
33, 1970, págs. 5-112; C. Castillo, “La epístola como género literario: de la Antigüedad a la Edad Media Latina”, Estudios
Clásicos 18,1974, núm. 73, págs. 427442; y J. A. Enriquez, “El género epistolar en la literatura latina”, Los Géneros Literarios.
Actes del VIIe Simposi d’Estudis Classics (21-24 de marzo de 1983), Bellaterra, 1985, págs. 259-268.
virtud de los cuales éstas se distribuyen en cartas de amistad, de censura, de consuelo, de amenaza,
de elogio, de exhortación, de súplica, de felicitación, de agradecimiento, de amor, etc.
En el mundo romano, la Historia de Roma de Tito Livio (siglos I a.C.-I d.C.) abunda en referencias a
cartas enviadas, sobre todo por los generales romanos al Senado con noticias sobre sus actuaciones
militares y preguntas sobre la línea de conducta que debían seguir, la más antigua de las cuales,
atribuida al dictador M. Furio Camilo, es de comienzos del siglo IV a.C. Pero las primeras muestras
conservadas del género epistolar se encuentran en las comedias de Plauto (siglos III-II a.C.): dos en
las Báquides, dos en el Pséudolo, una en el Gorgojo y otra en el Persa. Además, a lo largo de toda la
producción plautina, son abundantes las referencias a cartas de todo tipo, lo que pone de manifiesto
que el intercambio epistolar era algo común en Roma en la época. Las cartas de Plauto se ajustan a
los esquemas retóricos y a los tópicos propios de la epistolografía griega y cumplen además unas
funciones dramáticas muy precisas en los pasajes en los que se insertan, por lo que es evidente que se
han visto influidas por las comedias originales griegas que Plauto toma como base de sus propias
obras. Por todo ello, son evidentemente cartas artificiosas y de carácter literario.
De acuerdo con la edición de los Epistolographi Latini minores de P. Cugusi8, las primeras cartas en
prosa de las que conocemos siquiera algún fragmento literal, en este caso gracias al gramático Festo
(hacia el siglo II d.C.), son las de M. Porcio Catón el Censor, de la primera mitad del siglo II a.C.,
quien llegó a publicar además algunas de las cartas a su hijo, sin que pueda hablarse en este caso de
un Epistolario al uso, sino, más bien, de cartas de carácter didáctico con preceptos sobre la educación
que debe darse a los hijos. Otros pequeños fragmentos epistolares conservados del siglo II a.C.
proceden de cartas de P. Cornelio Escipión Emiliano (gracias a Frontón, autor del siglo II d.C.), G.
Sempronio Graco (merced de nuevo a Carisio) y Q. Cecilio Metelo Numidico (por obra de A. Gelio,
un anticuario del siglo II d.C.). En todos los casos citados, no se trata más que de unas pocas líneas.
Otros dos fragmentos epistolares, esta vez de una cierta entidad (32 líneas en la edición de Cugusi),
del siglo II a.C. son tan interesantes como problemáticos: pues, por un lado, son atribuidos por los
códices que los transmiten a Cornelia, la madre de los famosos hermanos Gracos, y habrían
pertenecido, según esos mismos manuscritos, a sendas cartas de ésta a su hijo Gayo que el escritor
del siglo I a.C. Cornelio Nepote citaba en una de sus obras históricas, hoy perdida y de difícil
identificación; pero, por otro lado, plantean graves dudas en relación con su autenticidad, aceptada,
no obstante, por P. Cugusi, el mayor experto en el tema. Según este estudioso, estos fragmentos
constituyen el primer ejemplo seguro de pasajes literales procedentes de cartas de carácter privado
de la Roma antigua, y habrían formado parte del Epistolario de Cornelia que Cicerón cita en uno de
sus tratados de retórica, Brutus (de mediados del siglo I a.C.). Este Epistolario, el primero concebido
como tal, debió de ser publicado, probablemente, por los descendientes de la famosa dama romana
en recuerdo de la extraordinaria personalidad de la difunta, para lo que se habrían servido de los
archivos privados de su familia.
A diferencia de los siglos precedentes, la producción epistolar del último siglo de la República fue
abundantísima. Tenemos noticia de que en la Antigüedad circularon colecciones de cartas de J.
César, M. Bruto y M. Terencio Varrón, ninguna de las cuales, desgraciadamente, ha llegado hasta
nuestros días. Parece, no obstante, que ninguno de estos Epistolarios fue publicado en vida de su
autor. Este fue el caso también, con toda probabilidad, del Epistolario de Cicerón, que se nos ha
conservado dividido en cuatro grandes colecciones de cartas formadas por 931 epístolas, de las que
casi 800 son del propio Cicerón y las restantes de sus corresponsales.
Sin duda, el principal antecedente de una colección epistolar publicada con el que contaba Plinio
era el de la correspondencia de Cicerón, cuya gloria como escritor de cartas aspira expresamente a
emular el de Como. Ya he señalado que diversas colecciones de cartas de Cicerón fueron publicadas

8 P. Cugusi, Epistolographi Latini minores, 4 vols., Turin, 1970-1979.


de forma póstuma por alguno o algunos de sus allegados, sobre todo, su amigo Ático y su liberto y
secretario Tirón, según la tesis más aceptada hoy día, aunque hay quien cree que las epístolas del
gran orador romano no fueron difundidas públicamente hasta época de Nerón. No obstante, hacia el
final de su vida el propio Cicerón tuvo la idea de difundir una breve recopilación de algunas de sus
mejores cartas a fin de aumentar su gloria literaria (ad Att. 16, 5, 5, de julio del año 44 a.C.).
Otra importante recopilación de cartas fue la del emperador Augusto, también perdida y que no
fue publicada tampoco en vida de su autor. Como en el caso de Cicerón, la de Augusto tuvo la
particularidad de incluir algunas respuestas de sus corresponsales, lo que pudo ser un antecedente
del libro X del Epistolario de Plinio (que contiene la correspondencia de éste con Trajano), pues,
además de estar formado por cartas privadas, también incluía muchas oficiales. Las cartas de
Augusto fueron conocidas por Plinio el Viejo (nat. 13, 83), Quintiliano (inst. 1, 7, 22) y Suetonio (Aug.
71, 2-3, y 87, 1), lo que sugiere que Plinio hubo de conocerlas.
El primero en publicar en vida una colección de cartas con fines literarios fue Séneca. Sus Epístolas
morales a Lucilio son, no obstante, de un tono muy diverso a las de Cicerón: no se trata de verdaderas
cartas enviadas a un destinatario con un propósito concreto, sino de pequeños tratados morales en
forma de epístolas dirigidas a un destinatario que, aunque realmente existente, es simplemente el
pretexto del que se sirve el autor para redactar en forma epistolar sus opúsculos, destinados a un
público más amplio.
Plinio tenía entre dos y tres años cuando en el año 65 d.C. Séneca se vio obligado por Nerón a
darse muerte. Algo más de cien años median entre su nacimiento (61/62 d.C.) y el asesinato de
Cicerón (43 a.C.). Su Epistolario nos ha llegado distribuido, como ya he señalado, en diez libros. De
éstos, hay que distinguir, por un lado, los nueve primeros y, por otro, el décimo. Las diferencias
entre estas dos partes, tan dispares por su extensión, son abundantes. La principal es que los nueve
primeros libros forman un solo bloque publicado por el propio Plinio y en el que éste incluyó una
recopilación de sus cartas (247 en total dirigidas a 105 destinatarios, de las cuales once a Tácito)
escritas entre el comienzo del principado de Nerva (finales del año 96 o comienzos del 97) y el año
108/109. Según se cree, Plinio habría esperado a gozar de una sólida reputación en el Senado antes de
comenzar a publicar su Epistolario, lo que se habría producido tras su nombramiento como cónsul
sufecto en septiembre del año 100 y confirmado posteriormente hacia el año 104 con su primera
misión oficial siendo ya un senador de rango consular como supervisor del cauce del río Tiber y del
cuidado de las cloacas de Roma.
Así, tras haber sido cuidadosamente revisadas por el autor, las cartas habrían sido publicadas en
forma de libros sucesivos entre el año 100, tras su consulado, o más probablemente, el 104, tras ser
nombrado supervisor del cauce del río Tíber y del cuidado de las cloacas de Roma, periodo durante
el que verosímilmente aparecieron los tres primeros libros, y el año 109/110 fecha de publicación de
los libros VIII y IX, siempre dependiendo de la fecha que se acepte para la partida de Plinio con
destino a Ponto-Bitinia (probablemente, verano del 110). También se ha sugerido, no obstante, que
difícilmente Plinio habría publicado los cuatro primeros libros del Epistolario en vida de M. Aquilio
Régulo, objeto de duras invectivas en varias cartas incluidas en esos libros (epist. 1, 5; 2, 20; 4, 2; 4, 7),
y que lo más probable es que Plinio hubiese esperado hasta la muerte de su odiado Régulo, hacia el
106 (epist. 6, 2), para difundir su correspondencia, que hasta entonces se habría limitado a dar a
conocer en recitaciones literarias entre un pequeño círculo de íntimos amigos 9. Las fechas de
publicación en ese caso habrían sido los años 106-109/110.

9 Así, R. Syme, Tacitus, vol. 2, Oxford, 1958, pág. 663; y sobre todo, Ch. E. Murgia, “Pliny’s Letters and the Dialogus”,
Harvard Stries in Classical Philology 89, 1985, págs. 171-206: págs. 192-193 y 201, quien señala, no obstante, que Plinio pudo
haber comenzado a publicar su obra desde el año 98, pero que, en ese caso, lo habría hecho sin incluir en los cuatro
primeros libros las cartas relacionadas con Régulo, las cuales habrían sido añadidas a la compilación posteriormente, con
motivo de una segunda edición revisada y conjunta de los nueve primeros libros del Epistolario.
En general, mientras que las cartas de los libros I y II son contemporáneas, las del III son
posteriores a las del II, las del IV a las del III, y así sucesivamente, pero dentro de cada uno de los
libros éstas aparecen agrupadas por temas y no cronológicamente. Dentro de este sistema general,
puede que el libro IX constituya una excepción en el sentido de que probablemente incluye, junto
con epístolas más recientes, material contemporáneo o incluso anterior (años 106-108/109) al de los
libros VII (años 106-107) y VIII (años 107-108/109), según se acepte una datación más temprana o más
tardía para algunas de las cartas de este noveno libro. Ello se debió, sin duda, al hecho de que Plinio
no disponía de un suficiente número de epístolas recientes para completar el contenido de su último
libro, lo que lo habría impulsado a incluir en él algunas cartas más antiguas.
Asimismo, debido a la estrechísima relación que algunas de las composiciones incluidas en libros
distintos guardan entre sí, se cree que es muy posible que algunos libros hayan conocido una
difusión conjunta o que hayan aparecido separados por mínimos intervalos de tiempo. Este habría
sido el caso de los libros I y II, de los libros IV y V, y de los libros VIII y IX.
En este sentido, una de las tesis más importantes, y que cuenta aún hoy con muchos partidarios, es
que los nueve primeros libros del Epistolario habrían aparecido agrupados por tríadas: los libros I-III
hacia mediados del 103 y comienzos del 104, los libros IV-VI hacia la primavera o el verano del 108, y
los libros VII-IX hacia la primera mitad del 109, si Plinio dejó Italia ese mismo año con destino a
Ponto-Bitinia, o hacia finales del año 109 o comienzos del 110, si el inicio de su gobierno provincial
debe situarse en septiembre de este último año. Otra posibilidad que se ha propuesto es la de una
agrupación en cuatro grupos: I-III, hacia el año 106; IV-V, hacia 107; VI-VII, hacia 108; y VIII-IX, hacia
109/11010. En fin, existe asimismo otra tesis que cito aquí por su originalidad, aunque no ha
conseguido imponerse entre la crítica especializada, según la cual Plinio habría ido difundiendo de
forma independiente los ochos primeros libros del Epistolario uno tras otro, pero al preparar para su
publicación el libro IX, habría llevado a cabo una revisión completa de sus anteriores libros,
añadiendo incluso en ellos algunas cartas nuevas, que no figuraban en la que podríamos denominar
primera edición de los mismos, por ejemplo, aquellas en las que se satiriza el carácter de Régulo11.
A este primer corpus se habría añadido posteriormente el décimo libro, que incluye probablemente
todas las cartas que desde Ponto-Bitinia y hasta su muerte Plinio escribió a Trajano. Estas son 61 en
total, a las que deben añadirse otras 12, al comienzo de la compilación, fechadas entre el
advenimiento de Trajano en enero del 98 y la victoria de éste en una de las dos Guerras Dácicas (años
102 y 106), probablemente la primera. Muchas de ellas aparecen seguidas de las respuestas del
emperador: 51 cartas (todas ellas de una gran brevedad), de las que tres, al comienzo también, son
anteriores a la partida de Plinio a Ponto-Bitinia. Algunas parecen dictadas, siquiera parcialmente,
por el propio Trajano, mientras que otras no son más que meros productos de la cancillería imperial
redactadas por secretarios especializados. Aunque, como las cartas de los primeros nueve libros no
aparecen fechadas, sin duda debían contener en el momento en el que fueron enviadas la indicación
precisa de la fecha de su redacción, por lo que la supresión de la misma debe atribuirse al editor
póstumo de la recopilación. Ahora bien, a diferencia de aquéllas, las epístolas del décimo siguen un
orden cronológico estricto y fueron publicadas tras la muerte del autor, por lo que no
experimentaron ese proceso de revisión de los libros anteriores. A través de ellas se pueden
reconstruir con bastante precisión los movimientos de Plinio durante los dos años escasos de su
gobierno provincial:

— durante el primer otoño de su estancia en Ponto-Bitinia (año 109 ó 110) Plinio se movió entre las
ciudades de Prusa, Nicomedia (la capital de la provincia) y Nicea, en Bitinia (epist. 10, 17-31);

10 R. Syme, op. cit. en la nota precedente, pág. 663, quien considera, no obstante, que la aparición de los nueve libros en
tres tríadas es una hipótesis más atractiva.
11 Así Ch. E. Murgia, art. cit. en la nota 9, esp. págs. 191-202.
— a continuación, durante ese primer invierno (años 109-110 ó 110-111), Plinio llevó a cabo, en un
principio, un viaje de inspección por el este de Bitinia, pasando por Claudiópolis (epist. 10, 33),
para regresar a Nicomedia y Nicea (epist. 10, 37-41), y continuar hacia el oeste, visitando
Bizancio, Apamea y Prusa (epist. 10, 43-59);
— seguidamente, durante esa primavera y ese verano (año 110 ó 111), tras una nueva estancia en
Nicomedia y Nicea (epist. 10,61), Plinio recorrió el sudeste de Bitinia, de Prusa a Juliópolis y de
nuevo desde allí a Prusa (epist. 10, 63-81), hasta establecerse una vez más en Nicea (epist. 10, 81-
83);
— durante el último otoño e invierno de su vida, los segundos de su cargo (años 110-111 ó 111-112),
Plinio viajó a la otra gran región de su provincia, el Ponto, al este, seguramente por mar,
estableciéndose en Sinope (epist. 10, 90), probable base naval de sus desplazamientos en la zona,
tanto hacia el este, hacia Amisos (epist. 10, 92 y 10, 110), como hacia el oeste, hacia Amástride
(epist. 10,98), y visitando, sin duda, otras importantes ciudades del Ponto como Heraclea y Tío
(mencionadas en la epist. 10, 75);
— en la primavera o verano siguientes (año 111 ó 112) parece que se encontraba de nuevo en Bitinia
(epist. 10, 112-120), sin que tengamos, no obstante, una completa certidumbre al respecto.

En general, hoy día se piensa que este décimo libro hubo de ser difundido poco después de la
muerte de Plinio por alguno de sus colaboradores en Bitinia a fin de completar los libros del
Epistolario de este autor aparecidos hasta entonces. Otras hipótesis que en el pasado gozaron de cierta
aceptación, pero con escasos seguidores actualmente, son las de que este libro X se habría publicado
por deseo de Trajano como una especie de manual del buen administrador provincial, encamado éste
en la figura de Plinio, o como una especie de manual de derecho en el terreno concreto de la
administración provincial12. Entre los nombres propuestos como posibles editores de este libro X se
encuentra Celio Clemente, pariente de Pompeya Celerina, la madre de la segunda esposa de Plinio,
quien sirvió como tribuno militar de éste último en Ponto-Bitinia13; pero, sin duda, el que goza con
más defensores es el del autor de las Vidas de los doce Césares, Suetonio, que formaba parte de ese
círculo de íntimos de Plinio en Bitinia. Sea como fuere, es evidente que la publicación no pudo ha-
cerse hasta que, una vez en Roma, la correspondencia de Plinio con Trajano desde Ponto-Bitinia
(epist. 15-121), llevada hasta Italia quizás junto con los despojos del gobernador, se completó con las
restantes cartas intercambiadas por éste con el emperador con anterioridad a su mandato provincial,
conservadas en los archivos personales de nuestro escritor ya fuese en Roma o, como ha sugerido
algún estudioso, en Como (epist. 1-14). Naturalmente, ello sólo pudo ser posible gracias al interés de
la viuda de Plinio, Calpurnia, por contribuir a la gloria literaria de su difunto esposo. Únicamente
ella, en efecto, pudo poner a disposición del editor del libro X una serie de cartas que Plinio no tenía
ningún interés en llevarse consigo a su provincia asiática y que debió de dejar preciosamente
guardadas en Italia.
Asimismo, dado que este décimo libro del Epistolario contiene la correspondencia oficial de un
gobernador romano con el emperador, su publicación hubo de contar con la aquiescencia del
Príncipe, ya fuese éste Trajano, si, como se cree, la nueva edición de las cartas completas que incluía
el libro X fue dada a conocer poco después de la muerte de Plinio (es decir, hacia los años 113-114), o
Adriano (años 117-138), si comenzó a ser difundida en tiempos de éste. Ésta es la opinión que
prevalece hoy día, si bien ha habido estudiosos que han defendido la tesis de que este libro X no nos
ha llegado completo, sino mutilado como resultado de una censura imperial debida a razones de
Estado y atribuida especialmente a Adriano, en la idea de que Trajano no habría tenido tiempo para

12 Cfr. respectivamente, F. Trisoglio, ed. cit. en la Bibliografía (1), pág. 23; y M. Durry, ed. cit. de 1948 en la Bibliografía
(1), pág. IX.
13 Véase la nota biográfica dedicada a este personaje en el Apéndice 1.
ocuparse de llevar a cabo semejante censura, dado que partió de Roma en el otoño del 113 para
supervisar en Asia los preparativos de la guerra contra los partos, a la que consagró los tres últimos
años de su vida (114-117)14. En fin, que Plinio no murió en Bitinia y, que a su regreso a Roma, se
encargó él mismo de la edición del libro X del Epistolario, es una tesis que nadie, salvo su autor, J.
Carcopino, ha admitido o admite15.
Otro aspecto que distingue a los nueve primeros libros del décimo es el hecho de que, mientras
nadie ha puesto en entredicho la historicidad de las cartas escritas desde Ponto-Bitinia, relacionadas
con los problemas propios de la administración de una provincia, ha sido, por el contrario, un asunto
muy debatido si las cartas incluidas en los nueve primeros libros son verdaderas cartas o, más bien,
simples ejercicios retóricos, especie de discursos en miniatura y hasta de poemas en prosa algunos de
ellos (en el estilo de algunas composiciones de poetas como Horacio, Propercio o Marcial), en los que
Plinio se ocuparía de forma deliberada de un solo tema, bien delimitado, que le permitiría mostrar
todo su ingenio y sus dotes literarias. Así, los destinatarios, aunque existentes, no serían más que los
personajes a los que Plinio habría dedicado, en su honor, esas cartas ficticias, meros ejercicios de
estilo. Hoy día, sin embargo, los críticos están en general de acuerdo en que estas cartas, pese a estar
escritas en un estilo elevado, fueron realmente enviadas a sus destinatarios, aunque posteriormente
fuesen objeto de una cuidada revisión y amplificación, en muchos casos, antes de su publicación
definitiva.
En efecto, la impresión que se tiene al leer estos nueve primeros libros del Epistolario es que Plinio,
en su versión escrita, ha desarrollado en cada una de sus cartas únicamente uno de los distintos
asuntos que debían de integrarlas, dejando deliberadamente de lado todo aquello que fuese ajeno a
la materia tratada, incluido el propio destinatario, que no desempeña, con frecuencia, papel alguno
en estas epístolas, en las que nuestro escritor se limita a desarrollar su tema, sin preguntar nunca
nada a su destinatario, ni responder a ninguna pregunta de éste 16. Apenas encontramos en sus cartas
alguna alusión a las de sus corresponsales, la vida de éstos parece haber sido dejada al margen del
Epistolario (la prueba evidente es que muchos de ellos no son para nosotros más que un nombre), y,
cuando penetra en él, no es sino el pretexto para tratar alguno de los asuntos característicos del
género (como la descripción de una finca, por ejemplo; o el elogio), o para que el escritor exponga
algún rasgo de su carácter o de su moral (como su generosidad o su moderación). Todo ello confirma
la impresión de que Plinio se dirige a un lector al que quiere hablar únicamente de sí mismo (en un
sentido amplio) o ante el que desarrolla algún asunto propio del género epistolográfico, como la
reflexión filosófica o el retrato moral. Precisamente, por dirigirse a un lector que le es más o menos
ajeno y a la posteridad, Plinio excluye de su Epistolario todo elemento de intimidad entre él y el
destinatario de la carta, en la idea de que, por un lado, algo así no ha de interesar a sus lectores, y de
que, por otro, esta intimidad se expresa inevitablemente por medio de giros obscuros y alusivos, de
chistes privados, incomprensibles para quien no forme parte de ella, como ocurre con frecuencia en
el caso de las cartas de Cicerón. En su aspiración a la universalidad, es natural que Plinio haya
renunciado a la particularidad.
En los nueve primeros libros, que como ya he señalado, fueron difundidos por el propio Plinio, se
advierte un gusto exquisito en la distribución de las cartas: hay una alternancia y una variedad
deliberada en los destinatarios, en los temas tratados (asuntos públicos y privados, descripciones de

14 Cfr. M. Durry, ed. cit. de 1948 en la Bibliografía (1), pág. XI; y J. Carcopino, art. cit. en la Bibliografía (2), n. 83 de la
pág. 196.
15 J. Carcopino, art. cit. en la nota precedente, esp. págs. 196-200.

16 Pueden encontrarse, no obstante, algunas excepciones, como la epist. 1, 18, dirigida a Suetonio, que solicita a Plinio

posponer un juicio en el que debe intervenir a causa de un mal sueño que ha tenido; o la epist. 6, 12, dirigida a Calpurnio
Fabato, abuelo de la esposa de Plinio, en la que éste intenta poner fin a ciertos malentendidos que se han suscitado entre
ambos en los últimos tiempos.
lugares y de personas, consejos, anécdotas, literatura, cartas de recomendación, agradecimientos,
reproches, etc.), en la longitud de las misivas o en el tono de las mismas (afectivo, objetivo, morali-
zante, despectivo, etc.).
Al mismo tiempo, aunque todas responden a esta perspectiva general, cada una de ellas constituye
una especie de opúsculo autónomo caracterizado por la unidad de estilo y de tono, y por tratar un
solo asunto respecto del cual ningún elemento de la epístola es accesorio o banal. La ambición por
crear una obra de arte es también evidente en la estructura de las cartas. Cuando éstas alcanzan una
cierta amplitud, Plinio las divide en partes perfectamente estructuradas que favorecen la claridad
expositiva o la progresión de la narración. El esquema habitual es el siguiente: al comienzo de la
carta se introduce el tema de la misma, que se desarrolla a continuación para ser finalmente
discutido desde distintos puntos de vista, adornados todos ellos con ejemplos pertinentes para el
tema tratado. Un caso paradigmático de este tipo de epístolas es la decimosexta del libro VI, dirigida
a Tácito: el famoso relato de la muerte de Plinio el Viejo durante la erupción del Vesubio del año 79,
de una admirable progresión dramática y una de las más estudiadas.
Igual que en su estructura, los nueve primeros libros difieren del décimo en el estilo: aquéllos se
caracterizan por la claridad y la brevedad de la frase, por una especie de rapidez en la exposición
mediante la ausencia deliberada de subordinación y de ornamentación (en general son pocos los
adjetivos y los adverbios), o mediante el empleo frecuente de la elipsis y de las formas participiales,
con lo que Plinio consigue dar una impresión de frescura y de espontaneidad, fruto naturalmente de
un largo trabajo de revisión y de corrección (lo que se manifiesta también en el abundante uso de
cláusulas métricas, por ejemplo). Por el contrario, las cartas a Trajano, que el autor no pudo revisar
antes de su publicación, están llenas de las fórmulas tradicionales del género y en ellas predomina el
estilo hipotáctico, reflejo del pensamiento inmediato que se fija por escrito, con sus tortuosidades y
obscuridades.
En fin, en ellas, las influencias más evidentes son las de Cicerón y Séneca. Del primero Plinio imita
incluso cartas enteras17, y con toda probabilidad se inspiró en él a la hora de recopilar un Epistolario
en el que reflejar los hechos y la sociedad de su tiempo18. Otros prosistas admirados por Plinio son
Salustio, Tito Livio y, naturalmente, Quintiliano, entre los romanos, y Demóstenes, Esquines, Platón,
Tucídides y Jenofonte, entre los griegos. Además, entre los poetas, se advierten numerosos ecos de
Horacio y Marcial, principalmente, pero también de Catulo, Virgilio, Estado, Lucrecio, Propercio y
Ovidio. Del mundo griego, Plinio cita con especial placer a Homero, y tiene en gran estima a
Calímaco, Herodas y Arato, y entre los poetas trágicos y cómicos, a Eurípides, Menandro,
Aristófanes y Eupolis. Todo ello pone claramente de manifiesto el gusto de nuestro escritor por la
poesía. Entre sus contemporáneos, Plinio admira sobre todo a Tácito, a quien juzga superior a él,
pero esperando, al mismo tiempo, poder igualarse a él algún día (epist. 7, 20, 4).
No obstante, si las cualidades literarias de la correspondencia de Plinio son innegables, desde
antiguo ésta ha suscitado principalmente el interés de filólogos e historiadores por la información de
carácter histórico que puede extraerse de ella, entendido esto en un sentido muy amplio:
instituciones, política, economía, religión, literatura, arte, agricultura, medicina, etc. Así, a través de
este Epistolario se ha estudiado, por un lado, el funcionamiento de las instituciones políticas romanas
en época de Plinio, la administración provincial, el funcionamiento de la justicia y las características
generales del derecho romano; y, por otro, la situación de las ciencias y de las artes a finales del siglo
I y comienzos del II d.C.: la de la medicina, la de la arquitectura, la de la vulcanología, la de la

17 Cfr., por ejemplo, Plinio el Joven, epist. 8, 24, y Cicerón, ad Quintum fratrem, 1, 1.
18 Cfr. epist. 9, 2. En la epist. 1, 5, 12 se lee expresamente: “Pues yo sí pretendo, le dije, emular a Cicerón, y no me siento
satisfecho con la elocuencia de nuestra época”; y cfr. igualmente epist. 4, 8,4: “Según me dices en tu carta, el que yo haya
alcanzado esta dignidad te agrada especialmente porque también M. Tulio fue augur. Te alegras, naturalmente, porque
en la vida pública sigo con exactitud los pasos de aquel a quien me afano en emular en mis trabajos literarios”.
escultura y del arte en general, la de las bibliotecas privadas, etc. Todos estos aspectos de interés para
el historiador de la cultura y de la vida política de la Antigüedad pueden agruparse en cuatro
grandes apartados: 1) la vida cultural; 2) la vida política, social y económica; 3) los estudios de
prosopografía; 4) y, aunque podría entrar en el apartado núm. 2 anteriormente citado, por la
magnitud de los trabajos que se ocupan de este tema, merece un tratamiento aparte el interés del
libro X del Epistolario de Plinio por la información que las cartas 96 (de Plinio) y 97 (la respuesta de
Trajano) proporcionan sobre la situación y la expansión del cristianismo en Asia Menor a inicios del
siglo II d.C., al margen de la larga polémica existente sobre su autenticidad, hoy día unánimemente
aceptada por los especialistas.

EL “PANEGÍRICO DEL EMPERADOR TRAJANO”19

Como ya he indicado, al entrar en función como cónsul sufecto el 1 de septiembre del año 100,
Plinio, en su propio nombre y en el de su colega, G. Julio Cornuto Tertulo, pronunció en el Senado y
en presencia del emperador Trajano el tradicional discurso de agradecimiento por la elección para la
primera de las magistraturas romanas. Este discurso, conocido hoy como Panegírico de Trajano, ha
llegado hasta nosotros en una versión reelaborada y publicada por el propio Plinio algún tiempo
después de la fecha de su exposición, probablemente hacia el año 101.
Es interesante señalar, en primer lugar, que el título con el que hoy se conoce esta pieza de oratoria
aparece por primera vez en una epístola de Sidonio Apolinar (epist. 8, 10, 3), mientras que Plinio se
refiere a la misma con el simple título de gratiarum actio, esto es, “discurso de agradecimiento” (paneg.
1, 6; 53, 6 y 90, 3).
En efecto, los discursos de agradecimiento de los cónsules en el Senado al entrar en el cargo eran
sin duda una tradición que remontaba a época republicana y que se conservó durante el Principado,
con una diferencia, no obstante: mientras que en tiempos de la República los cónsules dirigían su
discurso de agradecimiento a los dioses, a partir de Augusto, cuando el emperador divinizado es
asimilado a un dios, los cónsules comienzan a dedicar sus discursos al emperador. No se sabe en qué
momento se fijó definitivamente la tradición que imponía a los cónsules pronunciar al comienzo de
su cargo un discurso de agradecimiento al Príncipe, pero, sin duda, ya existía en tiempos del
emperador Claudio (41-54 d.C.), según se puede leer en la llamada Laus Pisonis (w. 68-71), en la que
el anónimo autor del citado poema atribuye a Gayo Calpurnio Pisón un discurso de este tipo con
motivo de su consulado, que se suele fechar en el año 47. Se ha propuesto como origen más
probable, que no todos los estudiosos aceptan, sin embargo, el Principado de Augusto, quien habría
fijado la ceremonia de la gratiarum actio a los dioses y al César por medio de un senadoconsulto, de
acuerdo con un pasaje de Ovidio a propósito de la entrada de Sexto Pompeyo en su cargo como
consul en el 14 d. C. (Epistulae ex Ponto, 4, 4, 35-39).
Tal y como ha llegado hasta nosotros, el Panegírico de Trajano habría necesitado, para ser expuesto
en su totalidad, tres sesiones de declamación de una hora u hora y media cada una. Su estructura ha
sido edificada en tomo a tres grandes bloques temáticos básicos: 1) la vida de Trajano hasta su
nombramiento como emperador, que concluye con la llegada de éste a Roma en el año 99 (caps. 5-24:

19 Sobre el género literario de los panegíricos y discursos de agradecimiento al Príncipe y el Panegírico de Trajano, véase
asimismo A. Giardina. M. Silvestrini, “Il principe e il testo”, Lo spazio letterario di Roma antica, G. Cavallo.- P. Fedeli. A.
Giardina (dirs.), vol. 2 La circolazione del testo, Roma, 1989, págs. 579-613; L. Pernot, La rhétorique de l’éloge dans le monde
grécoromain, 2 vols., París, 1993; C. E. V. Nixon.-B. S. Rodgers, In Praise of Later Roman Emperors. The Panegyrici Latini,
Berkeley-Los Ángeles-Oxford, 1994; M. Whitby (ed.), The Propaganda of Power. The Role of Panegyric in Late Antiquity,
Leiden, 1998; N. Méthy, “Éloge rhétorique et propagande politique sous le Haut-Empire”, Mélanges d’Archéologie et
d’Histoire de l’École Française de Rome, Antiquité 112, 2000, págs. 365-411.
su adopción por Nerva, sus hazañas militares y su entrada en Roma como emperador); 2) las
medidas políticas más sobresalientes de su gobierno (caps. 25-55: la buena administración, el
saneamiento financiero, las obras públicas, el castigo de los delatores, etc.); y 3) su comportamiento
durante sus tres consulados, con especial referencia al último de ellos (caps. 56-79: centrándose
principalmente en la modestia del emperador y en su respeto por el Senado y por las tradiciones
republicanas). Estas tres grandes partes culminan con la referencia de Plinio al título de Optimus
otorgado por el Senado al emperador, de lo que Nerva y el padre natural de Trajano se felicitan en
los cielos (caps. 88, 4-89). El discurso queda además enmarcado por un breve exordio destinado a
convencer a los oyentes de la sinceridad del orador (caps. 1-3) y una pequeña coda en la que Plinio
agradece a Trajano y al Senado en su propio nombre y en el de su colega su nombramiento como
cónsules, y suplica a los dioses que protejan al emperador (caps. 90-95).
La llamativa longitud del discurso es por sí misma uno de los principales argumentos que han
llevado a considerar a los estudiosos que esta obra debió de haber experimentado un cuidadoso
proceso de amplificación. Que Plinio revisó con vistas a su publicación la versión primitiva de su
discurso en el Senado nos es confirmado además por dos pasajes de su Epistolario: epist. 3, 13 y 3, 18
(fechadas entre finales del año 100 y el 103, aproximadamente). En esta última, por ejemplo, dirigida
a su amigo Vibio Severo, Plinio escribe que en el Senado había pronunciado un discurso que se
ajustaba a la tradición, y elaborado de acuerdo con las normas que imponían la solemnidad del lugar
y el tiempo que se concedía al orador, pero que a la hora de difundirlo públicamente le pareció de
gran utilidad para los buenos ciudadanos amplificar su discurso, por lo que procedió a desarrollar
más por extenso los contenidos del mismo.
Ya he advertido que, tal y como ha llegado hasta nosotros, el Panegírico habría necesitado, para ser
expuesto en su totalidad, tres sesiones de declamación de una hora u hora y media cada una. De
acuerdo con el testimonio del propio Plinio, algunos de sus discursos habrían alcanzado una
extensión semejante: por ejemplo, el que pronunció ese mismo año 100 en el Senado contra Mario
Prisco (exgobernador de África) se prolongó durante cinco horas (epist. 2, 11, 14), y otro, hacia el año
104/105, ante el tribunal de los centunviros llegó incluso a las siete horas (epist. 4, 16, 2). No obstante,
la duración habitual de un discurso de este tipo era de una hora, o incluso menos. Se cree que ésta
debía de ser también la duración de los discursos de agradecimiento al Príncipe, lo que ha hecho
pensar a Marcel Durry, uno de los mayores especialistas en el Panegírico de Plinio, que éste
probablemente amplificó hasta tres o incluso cuatro veces la extensión original de su discurso en
honor de Trajano en el momento de difundirlo por escrito20.
Mucho más difícil es llegar a distinguir qué partes del discurso que conservamos proceden de la
primera versión y cuáles fueron añadidas o reelaboradas por Plinio en la versión que conocemos.
Aunque existen varios trabajos sobre el problema, no se ha llegado aún hoy a conclusiones
definitivas. Dado que el Panegírico de Trajano responde al género del encomio en prosa, que contaba
con una larga tradición a finales del siglo I d.C.21, pueden aceptarse como añadidos o remodelados
todos aquellos pasajes en los que se advierte un claro desarrollo de los tópicos propios de este
género y que parecen, al mismo tiempo, ajenos a la estructura principal del discurso, los más
llamativos son los siguientes: los elogios del emperador situados al final del exordio (caps. 4, 4-7) y
de la primera parte de la obra (cap. 24), así como el que se halla en medio de la segunda parte (caps.
44-45), separando las medidas administrativas y financieras (caps. 25-43) de aquellas que reflejan la
moral del emperador (caps. 46-50); y al final del tercer bloque y justo antes de la conclusión final, los

20 M. Durry, ed. cit. de 1938 en la Bibliografía (1), pág. 8.


21 Las tres obras con las que se han encontrado más afinidades son el discurso En defensa de Marcelo de Cicerón, dirigido
a Julio César; la Historia de Roma de Veleyo Patérculo, que contiene en su parte final (libro 2,126-131) lo que se ha
considerado el primer panegírico latino de un Príncipe vivo, el elogio de Tiberio; y el tratado Sobre la clemencia de Séneca,
dedicado a Nerón.
parágrafos centrados en la vida privada del Príncipe: sus aficiones y sus relaciones con su familia,
amigos y libertos (caps. 81-88,3).
Un segundo problema planteado por esta obra es el de la fecha de publicación de su segunda
redacción. La discusión principal se centra en dos fechas: los años 101 y 103, y depende
principalmente del pasaje del Panegírico en el que Plinio anuncia la futura victoria de Trajano en la
guerra contra los dacios en 16,2-5 y 17. El problema es el siguiente: dicha guerra no comenzó hasta el
101, finalizando al año siguiente. De acuerdo con ello, una parte de la crítica cree que la predicción
que Plinio incluye en su discurso sobre la guerra y el triunfo del emperador no es sino un añadido
posterior a los hechos que el orador pretende presentar en el Panegírico como una especie de
profecía. Por tanto, el discurso hubo de publicarse después de la Primera Guerra Dácica,
probablemente en el año 103.
Frente a esta opinión, otra serie de estudiosos, basándose en el estudio de los tópicos del discurso,
considera que la alusión a la guerra contra los dacios y al futuro triunfo del emperador no es sino un
tópico literario (exaltar las virtudes militares del elogiado) con el que Plinio, que pertenecía al círculo
de los íntimos de Trajano, pretende simplemente adular a un Príncipe ansioso de gloria militar
haciendo alusión a una guerra que ya desde finales del año 100 y con mucha mayor razón en el 101
(la otra fecha propuesta) parecía inevitable. Esta misma corriente crítica cree además que con su
discurso Plinio, recién nombrado cónsul, además de exaltar al emperador, deseaba presentar a éste
una imagen de un Senado inteligente y activo con el propósito de aumentar la influencia de este
estamento ante Trajano y, en consecuencia, su peso político. Por todo ello, Plinio se habría
apresurado a revisar su discurso tras la pronunciación del mismo, publicándolo al año siguiente, el
año 101. Esta segunda opinión es hoy la más generalmente aceptada. Si Plinio, una vez publicado su
discurso, continuó revisándolo hasta su muerte, tesis que también se ha propuesto, es algo que no
podemos saber, aunque no tenemos noticia de ello en los últimos libros de la correspondencia22. En
fin, J. Carcopino, que no creía que Plinio hubiese muerto en Ponto-Bitinia, propuso, por su parte, que,
a su regreso a Roma, nuestro escritor habría procedido a elaborar una edición conjunta de los diez
libros del Epistolario, con motivo de la cual habría revisado asimismo el Panegírico23.
Desde un punto de vista literario, debe señalarse que el Panegírico de Trajano es el primer discurso
conservado en latín desde el final de la República y las Filípicas de Cicerón. El hecho de que el
discurso de Plinio se nos haya transmitido en una versión reelaborada no le resta importancia, si
tenemos en cuenta que también Cicerón revisaba cuidadosamente sus discursos antes de publicarlos,
e incluso llegó a publicar alguno sin haberlo pronunciado nunca, como su Segunda Filípica.
Del estilo del Panegírico se han resaltado dos aspectos: la importancia de los poetismos, que reflejan
una deuda evidente de Plinio para con Virgilio y Ovidio, principalmente; y, sobre todo, la emulación
con Cicerón, en lo que Plinio sigue los preceptos de su maestro Quintiliano, quien reaccionó contra
los modelos estilísticos de su tiempo en una vuelta al clasicismo de influencia asianista de Cicerón.
Así, frente al estilo sobrio y conciso característico de su Epistolario, en el Panegírico Plinio opta por la
abundancia de la expresión, llevada quizás hasta sus últimas consecuencias, que se manifiesta en
forma de redundancias, pleonasmos, quiasmos, antítesis, imágenes novedosas, y todo tipo de figuras
de estilo. La impresión general, frente a la deliberada naturalidad que Plinio consigue en los nueve
primeros libros de su Epistolario, es una enorme artificiosidad que pretende ser elegante y sublime,
pero que llega a cansar al lector moderno por estar excesivamente recargada de recursos estilísticos.
Si desde el punto de vista del estilo, la crítica siempre ha valorado el Epistolario por encima del
Panegírico, esta misma crítica ha resaltado también la capital importancia del discurso de Plinio
desde un punto de vista histórico por ser prácticamente nuestra única fuente literaria sobre la

22 Así M. Durry, “Les Empereurs comme historiens d’Auguste à Hadrien”, Histoire et historiens dans l’Antiquité,
Vandœuvres-Genève, 1956, págs. 213-235: esp. 231-234.
23 J. Carcopino, art. cit. en la nota 14, esp. págs. 201-231.
adopción de Trajano por parte de Nerva y los primeros años del Principado de aquél. En efecto, es
sabido que Tácito prefiere dejar fuera de su obra histórica el gobierno de este emperador, que
Suetonio finaliza sus Vidas de los doce Césares con la muerte de Domiciano, que la Historia Augusta se
inicia con Adriano, que la parte de las Historias de Amiano Marcelino en las que se narraban los
tiempos de Trajano se ha perdido, y que, en fin, no conservamos más que un brevísimo fragmento de
los comentarios que el propio Trajano escribió sobre sus guerras contra los dacios, sus Dacica, obra
escrita en primera persona y que constaba al menos de dos libros24.
En cuanto a la producción de los historiadores griegos, únicamente conservamos dos epítomes de
los siglos XI y XII del libro LXVIII de la Historia de Roma de Dión Casio, consagrado a los Principados
de Nerva y de Trajano. Por si esto fuese poco, a la pérdida de los Dacica ya citada se suma la de otra
obra importantísima, los Getica, una monografía sobre la historia y la conquista de la Dacia redactada
en griego por el médico de Trajano, Critón. No obstante, el hecho de que el discurso de Plinio sea un
encomio del emperador, elaborado por un convencido defensor de su política, obliga a quienes se
interesan por esta época del Imperio Romano a servirse con mucha cautela del Panegírico.
Finalmente, sobre el trasfondo ideológico del discurso, la opinión más generalizada hoy día es que,
además de ser un escrito imperial, destinado a exaltar al emperador, la insistencia de Plinio en el
respeto que ha mostrado en todo momento el Príncipe por las magistraturas republicanas constituye
probablemente una invitación a éste, en nombre de uno de los más importantes senadores de su
tiempo, a continuar manteniendo unas buenas relaciones con el Senado, fundamentales en opinión
de Plinio para el buen funcionamiento del Estado y evitar en lo sucesivo los tiempos de terror
vividos en época de Domiciano, que acabaron no sólo con la muerte de muchos senadores, sino
también con el asesinato del propio emperador.
La consecuencia natural de esa tesis, desde un punto de vista práctico, no expresada abiertamente,
pero sugerida, es que el emperador debe conceder al Senado una mayor autonomía y un mayor peso
en su política. Plinio, con gran habilidad, habría sabido escoger el momento más oportuno para un
discurso semejante al comienzo del Principado de un nuevo emperador.
Debe tenerse en cuenta, en efecto, que Trajano había comenzado a gobernar a principios del 98,
poco más de dos años antes, pero había permanecido en la frontera danubiana hasta mediados el 99
y no había entrado como emperador en Roma hasta finales del verano o comienzos del otoño de ese
mismo año. Debido a ello, no debía de estar aún seguro de sus apoyos en Roma. Por otro lado,
probablemente tenía aún fresco en su recuerdo el final de Domiciano y las luchas internas de las
distintas facciones políticas a las que había debido enfrentarse Nerva durante su breve gobierno. Por
todo ello, desde el comienzo de su Principado, Trajano había optado por una política de concordia
con el Senado. El discurso de Plinio no sería, entonces, más que el agradecido reconocimiento de este
estamento por la acertada política del emperador hasta la fecha, aprobando la misma y exhortando a
Trajano a perseverar en ella en el futuro con respeto por la dignidad del Senado, es decir,
proponiéndole un modelo de comportamiento.

LAS OBRAS PERDIDAS

La importancia que Plinio concede a la poesía se pone de manifiesto en numerosas ocasiones en su


Epistolario, donde alude con frecuencia a poetas contemporáneos suyos, en su mayoría personajes de
su mismo círculo social, es decir, aristócratas provinciales, caballeros romanos y patricios, de los que
apenas conservamos nada más que las noticias que Plinio incluye sobre ellos en su obra. El sentido

24 Fragmento preservado por Prisciano, Institutiones grammaticae, pág. 205, lín. 6-7 (ed. M. Hertz, en H. Keil, Grammatici
Latini, vol. 2, Lipsiae, 1855).
de estas alusiones es el de señalar los modelos en el que aquéllos se inspiran, el de comparar la
poesía de su tiempo con la de época republicana o augustea, o el de describir las obras de dichos
autores, composiciones todas ellas ligeras y breves en general, el tipo de versos por ellos empleado o
su estilo.
Es interesante esta pequeña introducción para comprender el tipo de sociedad en la que Plinio
vive, donde es común la composición de poemas, entendida principalmente como una actividad
lúdica y sin consecuencias, como una oportunidad para mostrar las capacidades naturales. Esta
actividad iba además ligada a la pasión romana por las recitaciones públicas de composiciones
literarias, y principalmente de poesía, y a la creencia de que escribir versos completaba la formación
del orador (cfr. epist. 7, 9, 7-14).
Entre las noticias que sobre poesía Plinio incluye en su Epistolario, las que más nos interesan aquí
son naturalmente aquellas en las que habla de su propia obra poética, principalmente a partir del
libro IV, en sus epístolas 4, 14, 5, 10, 7, 4, 7, 9, 8, 21, etc. Precisamente en las dos epístolas citadas del
libro VII (concretamente en los pasajes 7, 4, 6 y 7, 9,11) se conservan los únicos fragmentos que
tenemos de la poesía de Plinio (13 hexámetros y 4 dísticos elegiacos, respectivamente) junto con otros
dos dísticos elegiacos atribuidos a este mismo autor en una colección de epigramas incluida en un
manuscrito de las Etimologías de Isidoro de Sevilla que se encontraba en la catedral de Beauvais, pero
desaparecido ya a mediados del siglo XIX cuando Alexander Riese se interesó por él en 1869 con
vistas a su Anthologia Latina. Afortunadamente, estos versos nos han sido conservados en una edición
de esta colección aparecida en Poitiers en 1579 y debida a Claude Bi- net, texto que Riese reprodujo
en el segundo volumen de su Anthologia con el núm. 71025. Este breve epigrama, quizás traducción de
un original griego y de temática erótica y convival, es, no obstante, de autoría más que dudosa.
A partir de estos pocos versos y de lo que el propio Plinio dice sobre su poesía, parece que se
trataba de poemas de ocasión de carácter ligero, compuestos muchos de ellos rápidamente durante
una comida o un viaje, o en los baños, en los que predominaba la variedad tanto de los asuntos
tratados como de las estrofas utilizadas. Entre sus poemas sabemos que había elegías, género al que
se entregó desde su más temprana juventud, pero sobre todo epigramas de temas muy diversos:
bromas, amor, quejas, sexo, invectivas, descripciones de paisajes, etc.
Con ello Plinio no hacía sino participar como uno más de la afición por la poesía ligera de la
sociedad refinada, culta y literata a la que pertenecía. No obstante, se ha señalado una especie de
evolución en la actitud de Plinio hacia la poesía: de entender ésta en una primera etapa como un
simple juego, un divertimiento que quedaba reducido al círculo de sus amigos, este autor habría
pasado a advertir el interés que estos poemillas podrían tener para su gloria literaria (epist. 9, 25, 2),
lo que, en la tradición de los poetas alejandrinos y de Catulo, lo impulsó a publicar colecciones de
estos pasatiempos aparentemente banales, en forma de dos o quizás tres libros sucesivos dados a
conocer entre los años que median entre las cartas incluidas en el libro IV de su Epistolario, de hacia
104-105 (pues la primera noticia sobre la publicación de sus poemas aparece en la epist. 4, 14) y las
incluidas en los libros VIII, de hacia 107-108/109, y IX, de hacia 106-108/9, donde se hallan otros dos
testimonios sobre otras tantas recopilaciones de poemas (respectivamente, epist. 8, 21 y 9, 34). Sin
embargo, los pocos versos que nos quedan de este autor han sido considerados desde siempre como
de muy poca calidad, especialmente los hexámetros.
En efecto, algunos de estos epigramas, hasta completar un libro, fueron agrupados y publicados
bajo el título de Hendecasyllabi, es decir, endecasílabos falecios, que, tras ser utilizados por Catulo, se
habían convertido en el metro característico de la poesía frívola y ligera (cfr. epist. 4, 14, 8-10).
Además, de acuerdo con la epist. 8, 21, Plinio recogió en otra colección, compuesta también por un

25 Véase al respecto A. Riese.-F. Buecheler, Anthologia Latina siue poesis Latinae supplementum, fase. I. Libri Salmasiani
aliorumque carmina, Lipsiae, 18942, págs. XXXIII-XXXIV.
solo libro, otros muchos de sus poemas en distintos metros y de temática muy diversa que leyó
durante dos días, según su propio testimonio, a su círculo de allegados a fin de que éstos le
propusiesen las correcciones oportunas, destinadas a mejorar los versos antes de su publicación. Y
todo indica que estos dos libros se vieron seguidos de una tercera colección de poemas difundida por
Plinio poco antes de partir hacia Bitinia, según una noticia sobre la composición de nuevos versos de
la epist. 9, 16, y otra sobre la recitación de nuevos poemas que aparece en la epist. 9, 34, y, teniendo en
cuenta que lo que conocemos de los últimos años de vida de Plinio sugiere que el libro IX del
Epistolario fue publicado por su autor poco antes de abandonar Roma para desempeñar su cargo de
gobernador de Ponto-Bitinia.
Por lo que respecta a la obra oratoria de Plinio, salvo el Panegírico de Trajano, no conservamos
ningún otro de sus discursos. El número de los publicados no debió de ser muy elevado, y ha sido
fijado en unos 14 ó 15.
Dentro del género demostrativo pueden citarse, además del Panegírico, dos discursos: uno
pronunciado por Plinio con ocasión de la inauguración de una biblioteca construida a sus expensas
en su ciudad natal de Como, hacia el verano del año 96 (el Sermo de bybliotbeca ad Comenses, epist. 1, 8);
y otro ante el Senado, a comienzos del 97, en defensa de la memoria del senador Helvidio Prisco hijo,
íntimo amigo de Plinio ejecutado por Domiciano en el 93, y contra uno de los jueces que
contribuyeron a su condena, el senador Publicio Certo (In Publicium Certum oratio, epist. 4, 21, 3, y 9,
13).
Al género judicial pertenecen varios discursos pronunciados unos ante los tribunales de Roma y
otros en el Senado (un resumen de los principales de ellos puede leerse en la epist. 6, 29, 8-11): el
discurso con el que Plinio defendió ante un tribunal de Roma los intereses del municipio de Como,
su ciudad natal (Pro patria actio, epist. 2, 5); el pronunciado en el Senado en el 100 en defensa de los
provinciales de África y contra el antiguo procónsul de esta provincia Mario Prisco, el más
importante de sus procesos, cuya defensa compartió con Tácito, y en el que su discurso duró más de
cinco horas (In Marium Priscum oratio, epist. 2, 11-12); los dos discursos en defensa de la Bética, el
primero del año 93, contra el antiguo procónsul Bebió Masa (In Baebium Massam oratio, epist. 7, 33), y
el segundo del año 100, también contra el antiguo procónsul Cecilio Clásico y sus cómplices (In
Classici socios oratio, epist. 3, 4 y 3, 9); el discurso en defensa del municipio de Firmum, de hacia el año
106/107 (Pro Firmanos actio, epist. 6,18); los dos discursos en defensa de dos antiguos procónsules de
Ponto-Bitinia, Julio Baso y Vareno Rufo, el primero a comienzos del 103 (Pro Iulio Basso oratio, epist.
4,9), y el segundo de finales del 107 (Pro Vareno Rufo oratio, epist. 5, 20, 6, 5, 6, 13, 7, 6 y 7, 10),
acusados por los provinciales; el discurso en defensa de los intereses de Atia Viríola, desheredada
tras la muerte de su padre, antiguo cónsul, hacia el año 104, juzgado por Plinio como su obra maestra
dentro del género de la oratoria (Pro Attia Viriola actio, epist. 6, 33); y en fin, el discurso en defensa de
un tal Clario, del que no sabemos nada más, siendo incluso incierto el nombre del defendido,
pronunciado probablemente ante los tribunales de justicia más que en el Senado (Pro Clario actio,
epist. 9, 28, 5). Como en el caso del Panegírico de Trajano, Plinio revisó cuidadosamente sus discursos
antes de publicarlos e incluso los envió a sus amigos para que éstos le propusiesen sus correcciones
(cfr. epist. 7, 17, 5-10). A esta labor aparece entregado en sus momentos de ocio desde el libro V del
Epistolario (epist. 5, 8, 6), hacia el año 105/106, y hasta poco antes de partir hacia Ponto-Bitinia, pues
aún persiste en este trabajo en el libro IX, en una carta que puede fecharse con seguridad a finales del
año 108 (epist. 9, 15).
Dado que no conservamos ningún fragmento de estos discursos, sólo podemos hacernos una idea
sobre el estilo en el que fueron redactados a partir de las noticias que sobre ellos o, en general, sobre
la oratoria Plinio incluye en su Epistolario (especialmente interesantes en este sentido son las epist. 1,
20 y 9, 26).
Parece claro que, como en el caso del Panegírico, Plinio, que toma como modelos a Esquines,
Demóstenes y Cicerón, era amante de los discursos extensos en los que predominase, como en su
Epistolario y en sus poemas, la variedad en el estilo para dar gusto a todos los oyentes. Así, Plinio
creía que los argumentos del discurso debían ser tratados desde todos los puntos de vista posibles,
ilustrándolos ampliamente con citas y ejemplos, y que debían ser presentados además en un número
abundante hasta agotar el tema en cuestión.
Otras dos cualidades del estilo oratorio de Plinio que se han subrayado son la acumulación de
figuras (abundante adjetivación, aliteraciones, series de verbos o de substantivos con vistas a un
clímax en la expresión, uso profuso de las exclamaciones e interrogaciones retóricas, empleo de
imágenes rebuscadas, etc.), y su carácter sentencioso, el gusto del orador por la formulación de
máximas basadas en raras contraposiciones o llamativos paralelismos, contraponiendo así en una
perfecta antítesis el uso de frases breves, llenas de asíndetos y de carácter sentencioso con los
periodos largos llenos de adjetivos y con miembros perfectamente estructurados. Precisa- mente esta
deliberada variedad de su estilo hace que, aunque su modelo latino sea Cicerón, no pueda
considerarse a Plinio más asianista que aticista. Su estilo nace de un compromiso entre uno y otro
estilo con el deseo de mostrar su dominio de los diferentes registros del discurso y de agradar así a
todos sus oyentes.
Además de todo ello, de acuerdo con el testimonio de la epist. 3, 10, Plinio elaboró hacia el año 97
una breve biografía, a modo probablemente de elogio funebre, del joven Vestricio Cotio, hijo de su
amigo Vestricio Espurina: el opúsculo De uita Vestrici Coti, redactado en una primera redacción en un
solo libro, pero que, en el momento de escribir a Espurina, su autor se proponía ampliar a un
segundo libro, sin que sepamos si alguna vez llegó a hacerlo. Y en fin, según la epist. 7, 30, 4-5, Plinio
compuso asimismo un tratado, en al menos dos libros, en defensa de la memoria de su amigo
Helvidio Prisco hijo, publicado hacia el a. 98 probablemente bajo el título de De ultione Heluidi.

LA TRADICIÓN MANUSCRITA Y LAS PRIMERAS EDICIONES26

La tradición manuscrita del Epistolario de Plinio es completamente independiente de la del


Panegírico de Trajano, por lo que una y otra obra deben ser estudiadas por separado.
Si comenzamos por el Epistolario, aunque, como he señalado, Plinio no llegó a publicar en vida el
décimo libro del mismo, todo parece indicar que, cuando éste fue publicado, lo fue junto con los
otros nueve libros, pues nuestra tradición manuscrita no aparece dividida entre una rama con los
nueve primeros libros y otra únicamente con el libro X, sino en una rama con los nueve primeros
libros y en otra con los diez. Es decir, la publicación en vida de Plinio de los nueve primeros libros es
probablemente el origen de una de nuestras dos ramas actuales. Tras la muerte de Plinio, según se
deduce de la tradición manuscrita, alguien debió de unir su décimo libro a los nueve anteriores y
llevar a cabo una segunda edición del Epistolario, esta vez, póstuma. A esta edición póstuma debe
remontar con toda seguridad el modelo del que proceden de forma más o menos directa los
manuscritos conservados que transmiten los diez libros de la correspondencia pliniana.
Por lo que se refiere a cada una de estas dos ramas, si comenzamos por la tradición que remonta a
la primera edición de la obra con los nueve primeros libros únicamente, se reconstruye mediante un
estema bipartito, una de cuyas dos familias se conoce como y, dividiéndose a su vez la otra en dos
subfamilias α y ϑ. La familia γ se caracteriza principalmente por contener únicamente los libros I-VII
y IX, por lo que se la conoce como la familia de los ocho libros, base de la editio princeps del

26 Además de las introducciones a las ediciones críticas citadas en la Bibliografía (1), véase, principalmente: B. Munk
Olsen, L’étude des auteurs das- siques latins auxXIe etXIIe siècles, vol. 2, París, 1985, págs. 275-280; y L. D. Reynolds (ed.),
Texts and Transmission. A Survey of the Latin Classics, Oxford, 19862 (reimp. 1990), pág. 289 (M. Winterbottom) y págs. 316-
322 (L. D. Reynolds).
Epistolario, la de Ludovicus Carbo (Luigi Carbone), aparecida en Venecia en 1471. Sabemos, sobre su
historia, que procede de un manuscrito actualmente perdido que se hallaba en la catedral de Verona,
el llamado Veronensis. Dicho ejemplar se encontraba ya en esta catedral en el siglo X (donde fue
utilizado por Raterio de Verona), permaneciendo allí al menos hasta el siglo xv. No conservamos
hoy día ninguna copia completa de γ. Algunos manuscritos contienen una selección de 167 de sus
218 epístolas, el más importante de los cuales es el Holkham Hall, Norfolk, Library of the Earl of
Leicester, 396, ejemplar italiano del siglo XV (cód. l). Esta familia no ha tenido un gran peso en la
tradición del Epistolario de Plinio. Fue principalmente utilizada por quienes conocían el códice
Firenze, Biblioteca Medicea Laurenziana, San Marco 284, elaborado en Francia en el siglo X (cód. F),
de la rama de los diez libros, que finalizaba en la epist. 5, 6, para completar en la medida de lo
posible el texto de las cartas de Plinio y contaminarlo al mismo tiempo.
En cuanto a la otra familia (α. y ϑ), poco se sabe del origen y fecha que deben atribuirse a ϑ, del
que tampoco existe hoy ninguna copia completa. Contenía, eso sí, el libro VIII, pero todo parece
indicar que incompleto y que carecía de las epístolas 8, 8, 3 a 8, 18, 1. Por los testimonios que
conservamos, no comenzó a ser utilizado hasta la segunda mitad del siglo XV. La mejor tradición de
estos primeros nueve libros es la que procede de a, un modelo carolingio del norte de Europa. Una
copia de este manuscrito es el actual códice Città del Vaticano, BAV, Vat. Lat. 3864, copiado en
Corbie en el segundo tercio del siglo IX (cód. V), y que contiene los cuatro primeros libros del
Epistolario (manuscrito famoso porque contiene asimismo los únicos fragmentos conocidos de las
Historias de Salustio). Junto con V, el apógrafo más importante de α es el Firenze, Biblioteca Medicea
Laurenziana, Plut. XLVII.36, copiado en Fulda en el siglo IX (cód. M), el ejemplar que conserva el
texto más completo de los nueve primeros libros del Epistolario. Otras copias de este mismo grupo
contienen únicamente fragmentos de la obra. Esta subfamilia desempeñó un papel muy importante
en las primeras ediciones renacentistas del texto de Plinio, que se basaron con frecuencia en uno u
otro de sus manuscritos.
En segundo lugar, y por lo que hace a la familia de los diez libros (conocida como ß), todo parece
indicar que conservamos el arquetipo del que derivan los ejemplares actuales: se trata del manuscrito
New York, Pierpont Morgan Library M. 462 (conocido como Π, el modelo sobre el que se habría
copiado ß), escrito en Italia a finales del siglo V, y del que no se conservan más que seis folios, que
transmiten un texto muy fragmentario, desde la epístola 2, 20, 13 a 3, 5, 4. Pese a que no incluye
ningún fragmento del libro X, los pasajes que tenemos presentan una serie de variantes
características de esta rama de la tradición.
De Italia este manuscrito pasó pronto a Francia, puesto que allí fueron copiados los otros testigos
de que disponemos. El estudio codicológico del códice de Nueva York pone de manifiesto que en el
siglo XIV se hallaba en la región francesa de Meaux, y a finales de la Edad Media en la librería de
Saint Victor en París. Las copias conservadas que proceden de Π (a través de ß) son los códices:
Firenze, Biblioteca Medicea Laurenziana, Ashbumham 98, de la segunda mitad del siglo ix y copiado
probablemente en Auxerre (cód. B), y Firenze, B. M. Laurenziana, San Marco 284, ya citado, de
finales del siglo X, copiado también en Francia (cód. F).
Desgraciadamente, B está mutilado, y transmite únicamente hasta la epístola 5,6 (incompleta). Por
su parte, F tampoco transmite los diez libros, sino tan sólo hasta 5,6 también, aunque presenta
completa esta carta. La coincidencia es asombrosa, pero parece que es fruto del azar, debido a que el
copista de F decidió incluir en su ejemplar únicamente las 100 primeras epístolas, que llegan
precisamente hasta 5, 6. Este segundo manuscrito es claramente inferior al primero, pues abundan en
su texto interpolaciones y glosas.
Mientras que la rama de B no ha dejado más testimonios, F fue muy copiado en los siglos XII y XIII,
y sus descendientes dejan entrever que, aunque no se conoce con exactitud el lugar de procedencia
de F, éste debió de encontrarse en la región de Orleans. Otras copias de F pasaron pronto a Italia,
donde ya en 1338 Simón de Arezzo legó al monasterio de los dominicanos de su ciudad un
manuscrito de esta clase. A continuación, muy pronto, el propio .F llegó a Florencia y fue utilizado
por Coluccio Salutati.
Del libro X no se tiene noticia hasta que en 1502 Hieronymus Avantius (Girolamo Avanzi) publica
en Venecia una edición de las epístolas 41 a 121 (ed. A) de este libro, basada, como su propio editor
indica, en el actualmente mutilado Π. El hecho de que en esta edición falten las cuarenta primeras
cartas se debe simplemente a que el copista que envió una copia de Π a Avantius las omitió por
error. Otro testimonio fundamental para reconstruir el texto de Plinio es la edición veneciana de 1508
de Aldo Manucio (ed. a), quien se procuró una buena copia de Π y luego, por medio del embajador
veneciano en París, consiguió que la abadía de Saint-Victor de esta ciudad le enviase el propio
manuscrito Π, aún completo. El texto de este ejemplar, contaminado con otros testimonios y
conjeturas propias, fue la base de su edición, que incluye todas las cartas del libro X.
Las ediciones de Avantius y de Manucio fueron la base de todas las posteriores hasta que en 1888
se descubrió en la Bodleian Library de Oxford un antiguo volumen, mitad impreso, mitad
manuscrito, con el Epistolario completo de Plinio debido a la labor filológica de Guillaume Budé. La
historia es como sigue. Cuando este gran erudito tuvo conocimiento del descubrimiento del olvidado
Π en París, se procuró rápidamente una copia de la edición veneciana de 1502 junto con la edición
boloñesa de los nueve primeros libros de Philippus Beroaldus (Filippo Beroaldo) fechada en 1498,
agrupando todo ello en un solo volumen, al que añadió en folios manuscritos aparte las epístolas del
libro X que faltaban por editarse, señalando además de su propia mano numerosas variantes de Π a
lo largo del texto. Este trabajo, que se conserva hoy día en la Bodleian Library de Oxford bajo la
signatura Auct. L.4.3 (cód. I), fue la base de la primera edición inglesa de Plinio de comienzos del
siglo XVIII (Thomas Hearne, Oxford, 1708), cayendo a continuación en el olvido hasta su
redescubrimiento a finales del siglo XIX. Hoy día está considerado el texto fundamental para
cualquier edición del Epistolario pliniano, y en él se han basado las últimas ediciones críticas que ha
conocido esta obra.
En segundo lugar, por lo que al Panegírico de Trajano se refiere, este discurso sirvió de modelo a los
otros once panegíricos de emperadores de los siglos III y IV (de Maximiano a Teodosio) con los que
aparece asociado por la tradición manuscrita. El conjunto es denominado como los XIIPanegyrici
Latini, una recopilación que debe fecharse a finales del siglo IV (siendo el terminuspost quem el año
389). El primer testimonio manuscrito de esta tradición son los folios palimpsestos del códice de la
Biblioteca Ambrosiana de Milán, E.147.sup. (cód. R), copiado en Bobbio probablemente a comienzos
del siglo VI. Estos tres folios transmiten otros tantos fragmentos del texto: del capítulo 7, 4 al 8, 5, del
78, 4 al 80, 3, y, en fin, del 85, 6 al 86, 6. Seguidamente, los testimonios sobre el Panegírico de Trajano
desaparecen de nuevo hasta que en 1433 Giovanni Aurispa encuentra en la catedral de San Martín de
Mainz un manuscrito (el Maguntinus) que transmite completo el corpus de los XII Panegyrici Latini y
hace rápidamente una copia de él (cód. X). Desgraciadamente, tanto el Maguntinus como su apógrafo
X se encuentran desaparecidos hoy día.
A partir de ese momento las copias y las ediciones se multiplican, apareciendo la primera de ellas
en Milán, en 1476 ó 1482 (la fecha es incierta), a cargo de Franciscus Puteolanus (Francesco dal
Pozzo), quien elaboró una edición completa de los Panegyrici Latini. Todos los editores del texto y los
que se han interesado por la tradición manuscrita del mismo, están de acuerdo en considerar el
manuscrito de Milán como una rama independiente del estema, sin un gran valor, no obstante, dado
que, pese a su antigüedad, está plagado de errores.
Muy discutido es, por el contrario, el problema de las relaciones de los recentiores entre sí y
respecto del arquetipo. Los recentiores copiados en Italia constituyen con toda probabilidad una
misma rama del estema que remonta al citado Maguntinus descubierto por Giovanni Aurispa, a
través de la copia realizada por éste. Este Maguntinm, sería otra de las ramas de nuestra tradición y el
texto base de las ediciones más antiguas del Panegírico de Trajano por ser el único testimonio
completo que se conocía de la obra, al principio, y luego, por considerar los primeros editores críticos
del texto que los manuscritos no italianos que se fueron descubriendo después derivaban todos en
última instancia del Maguntinus perdido. Estos nuevos códices no italianos, también del siglo XV,
son: Londres, British Library, Harley 2480 (cód. H), y Uppsala, Universitetsbiblioteket, C 917 (olim
Scr. lat. 18) (cód. A), algo posterior al anterior.
Finalmente, para la historia de la tradición manuscrita de los Panegyrici Latini deben ser tenidas en
cuenta asimismo las lecturas de otro códice perdido, el llamado Bertinensis (cód. B), por haber sido
encontrado en el monasterio de Saint-Bertin en Saint-Omer (Francia), del que apenas tenemos
noticias. Abundantes variantes de este ejemplar fueron incluidas en una edición de los Panegyrici
Latini aparecida en 1599 en Anvers y debida a Iohannes Livineius (Jean Liévens), y son hoy día de
gran interés para la reconstitución del texto de todos los Panegyrici salvo del dedicado a Trajano, del
que no se cita variante alguna, sin duda porque el Bertinensis contenía los otros once, pero no el de
Plinio, quizás por estar mutilado.
Pues bien, a partir del estudio de todos los testimonios citados, la crítica más reciente coincide en
reconstruir un solo arquetipo para los XII Panegyrici Latini del que procederían como ramas
independientes, por un lado, los folios palimpsestos de Milán, por otro, los recentiores italianos que
nos permiten reconstruir el Maguntinus perdido, y por otro, como tercera rama, el Bertinensis también
desaparecido (aunque también se ha propuesto que este manuscrito fue un códice gemelo del
Maguntinus).
Por lo que respecta a los manuscritos de Londres y de Uppsala, se ha impuesto la opinión de R. A.
B. Mynors (en su edición oxoniense de 1964) de que este segundo ejemplar no es más que un
apógrafo del de Londres.
Finalmente, las relaciones entre el manuscrito de Londres y el resto de la tradición han recibido
dos explicaciones: la mayoritaria hasta la edición de Mynors era considerar el códice londinense
como una copia del Maguntinus perdido, pero independiente de la tradición italiana, tesis asimismo
del último editor del Panegírico, D. Lassandro; sin embargo, Mynors defendió en su estudio
estemático que el testigo de Londres constituye una rama distinta e independiente que procedería
directamente del arquetipo, como el Maguntinus y el Bertinensis perdidos, y los folios palimpsestos
de Milán. Según se acepte una u otra reconstrucción, tendríamos, respectivamente, un estema de los
XII Panegyrici Latini con tres o cuatro ramas, una menos siempre en el caso del Panegírico de Trajano,
al no hallarse esta obra en el Bertinensis perdido.
RECEPCIÓN27

El Epistolario de Plinio, imitado tempranamente por el emperador Lucio Vero (año 161-169)28 y que
influyó probablemente sobre la correspondencia entre el joven Marco Aurelio (año 161-180) y su
tutor Marco Cornelio Frontón, no mereció a continuación un gran interés por parte de la posteridad.
A finales del siglo II d.C., el escritor cristiano Tertuliano, en su Apologético, 2, 6-7, se refiere a las
dos cartas del libro X sobre las comunidades cristianas de Ponto-Bitinia, que pudieron conocer una
difusión independiente en círculos cristianos. Durante todo el siglo III, no tenemos noticia alguna
sobre Plinio el Joven. El interés por este autor renace en el siglo IV, en que Jerónimo Estridonense, y
sobre todo, Quinto Aurelio Símmaco dejan ver una clara influencia del Epistolario de Plinio, siendo
incierto si Ambrosio de Milán llegó a conocerlo (tesis que cuenta con defensores y adversarios, pero
que parece poco probable). Se han señalado asimismo algunos ecos de la correspondencia pliniana
en los versos finales del Centón nupcial (elaborado entre 367 y 375) del poeta Décimo Magno
Ausonio.
A los juicios contra los cristianos que constituyen el asunto de las epístolas 10,96-97 hace de nuevo
alusión Orosio a comienzos del siglo V en sus Historias contra los paganos (7, 12, 3), si bien todo indica
que no llegó a conocer estos hechos directamente de las cartas de Plinio y de Trajano, sino a través de
la Crónica Universal de Eusebio-Jerónimo. Por esas mismas fechas, o quizás un poco antes, a finales
del siglo IV, un pasaje del Epistolario (epist. 4, 22, 5-6) es aprovechado casi literalmente en la narración
del Epitome de Caesaribus del Pseudo-Aurelio Víctor (12,5).
También por entonces, todavía en la primera mitad del siglo V, Macrobio, prefecto de Italia, conoce
la obra de Plinio, a quien cita en sus Saturnales (5, 1, 7), comparándolo con Símmaco. Pero el gran
descubridor de la obra de Plinio fue Sidonio Apolinar en la segunda mitad del siglo v, a quien
debemos quizás una de las ramas de nuestra actual tradición manuscrita, la única que contiene los
diez libros conocidos, aunque es un problema discutido. Parece asimismo que Magno Félix Ennodio,
obispo de Pavía (514-521), llegó a conocer el Epistolario, del que se ha creído detectar algún eco en la
correspondencia del citado autor cristiano.
Durante la Edad Media nuestro escritor cayó nuevamente en el olvido. Prueba de ello son los

27 Véase al respecto, sobre las obras de Plinio en general: E. Allain, Pline le Jeune et ses héritiers, vol. 3, Paris, 1902; F.
Trisoglio, “Plinio il Giovane in Dante e nel Manzoni”, Rivista di Studi Classici 10, 1962, págs. 133-152 y 232-245; y F.
Gamberini, “Materiali per una ricerca sulla diffusione di Plinio il Giovane nei secoli XV e XVI”, Studi Classici e Orientali
34,1984, págs. 133-170. Sobre el Epistolario (entre otros): A. Cameron, “The Fate of Pliny’s Letters in the Later Empire”, The
Classical Quarterly 15, 1965, págs. 289-298, e id., “The Fate of Pliny’s Letters in the Later Empire: An Addendum”, The
Classical Quarterly 17, 1967, págs. 421-422; A. Marcone, “Due epistolari a confronto. Corpus pliniano e corpus
simmachiano”, Studi di storia e storiografia anticheper Emilio Gabba, Como, 1988, págs. 143-154; P. Cugusi, “L’epistolografia.
Modelli e tipologie di comunicazione”, Lo spazio letterario di Roma antica, G. Cavallo.-P. Fedeli.- A. Giardina (dirs.), vol. 2
La circolazione del testo, Roma, 1989, págs. 379-419 (esp. 392-395), e id., “Sidonio, Epist. IV 22, Plinio, Epist. V 8 e Cicerone,
fam. V12”, Studi di Filología Classica in onore di Giusto Monaco, vol. 3 Letteratura latina dall’etá di Tiberio all’etá del Basso
Impero, Palermo, 1991, págs. 1329-1333; H. Savon, “Saint Ambroise a-t-il imité le recueil de lettres de Pline le Jeune?”,
Revue des Etudes Augustiniennes 41, 1995, págs. 3-17; F. García Jurado, “Plinio y Virgilio: textos de la literatura latina en los
relatos fantásticos modernos. Una página inusitada de la Tradición Clásica”, Cuadernos de Filología Clásica. Estudios
Latinos, n. s. 18, 2000, págs. 163-216; y N. Adkin, “The Younger Pliny and Jerome”, Respublica litterarum 24, 2001, págs. 31-
47. Y sobre el Panegírico de Trajano: F. Trisoglio, “Le idee politiche di Plinio il Giovane e di Dione Crisostomo”, Il Pensiero
Politico 5, 1972, págs. 3-43; E. Vereecke, “Le corpus des panégyriques latins de l’époque tardive: problèmes d’imitation”,
L’Antiquité Classique 44, 1975, págs. 141-160; F. Jacques, “Le schismatique, tyran furieux. Le discours polémique de
Cyprien de Carthage”, Mélanges d’Archéologie et d’Histoire de l’École Française de Rome, Antiquité 94, 1982, págs. 921-949; F.
Paschoud, “Les Panégyriques latins et l’Histoire Auguste: quelques réflexions”, Hommages à Cari Deroux, P. Defosse (ed.),
vol. 2, Bruxelles, 2002, págs. 347-356.
28 Cfr., por ejemplo, la carta de éste conservada en Frontón, ad Verum lib. 1,2, pág. 108 (ed. M. P. J. van den Hout, M.

Cornelii Frontonis Epistulae, Leipzig, 1988), del año 165/166, y Plinio el Joven, epist. 7, 33.
pocos manuscritos antiguos que de él tenemos: únicamente trece ejemplares entre los siglos IX y XII
(más un pequeño fragmento en un códice de finales del siglo V o principios del VI). Se pueden citar
como excepciones de esta ignorancia general tres autores entre los siglos IX y XIII: Eginardo, abad de
Selignenstadt, en una carta a Lupo de Ferriéres fechada en el 836 (MGH, Epistolae 6, Berlín, 1925,
epist. 3, pág. 10, lín. 6-7), imita, sin nombrar a Plinio, un pasaje de la epist. 2, 1 (en concreto, 2, 1, 10);
Raterio de Verona en el siglo x cita a Cicerón, Séneca y Plinio como precedentes de su decisión de
reunir en un libro una colección de sus propias cartas, (Phrenesis, proem. 7), y reproduce incluso una
sentencia de la epist. 1, 5, 16 de nuestro autor (Phrenesis, 25); en fin, Vicente de Beauvais en el siglo
XIII recoge en su Speculum historiale (X, 66-67) varios extractos de los cinco primeros libros del
Epistolario pliniano, aunque los atribuye al mismo autor de la Historia natural, es decir, Plinio el Viejo.
Pero citas como éstas no aseguran un conocimiento completo de las obras de Plinio, pues es muy
posible que todas ellas procedan de florilegios medievales que recogían sentencias de los autores de
la Antigüedad Clásica29.
No fue, ciertamente, hasta comienzos del siglo XIV cuando asistimos a un nuevo interés por Plinio.
Entre 1306 y 1320, Giovanni de Matociis, un sacerdote de la catedral de Verona, elabora una larga
Historia imperialis, desde Augusto hasta Car- lomagno, e incluye a nuestro escritor, del que conoce la
correspondencia, entre sus autores predilectos. En su obra Breuis adnotatio de duobus Pliniis, G. de
Matociis es además el primero en distinguir después de muchos siglos entre los dos Plinios,
confundidos durante la Edad Media: el tío, Plinio el Viejo, y el sobrino, nuestro Plinio el Joven.
No obstante, en general, los humanistas lo consideraron un escritor menor, sobre todo en
comparación con su contemporáneo Tácito, y apenas le dedicaron su atención. Ilustres excepciones
de esta tendencia son, sin embargo, Dante, Poliziano y, sobre todo, Petrarca, quien muestra una clara
influencia de Plinio en su propia correspondencia. La primera edición del Epistolario apareció en
Venecia en 1471 a cargo de Ludovicus Carbo (Luigi Carbone). Contenía únicamente los libros I-VII y
IX (ed. p). Desde entonces las ediciones se sucedieron durante los siglos XV y XVI, superando con
mucho por su número a las del Panegírico.
Por su parte, el Panegírico de Trajano se convirtió inmediatamente en un modelo clásico en su
género, largamente imitado, y en primer lugar por un contemporáneo de Plinio, el filósofo y
polígrafo Dión de Prusa, en sus cuatro discursos Περί βασιλείας o Sobre el Principado (y en especial
en el primero), pronunciados probablemente todos ellos ante Trajano a comienzos del siglo II d.C.
(entre los años 100-104).
Es posible que en el siglo III el Panegírico fuese conocido por Cipriano de Cartago (años 248/249-
258), quien podría haberse inspirado en su epístola LV del retrato que Plinio hace de Trajano.
Pero el más destacado fruto de la pervivenda del Panegírico son los llamados Panegyrici Latini, once
discursos fechados entre los años 289 y 389 y compuestos en su mayor parte en las Galias (en
Tréveris y Autun), junto con otros dos pronunciados en Roma y uno más en Constantinopla, en
honor de varios emperadores romanos comenzando por Maximiano (años 286-305 y 307-308) y
acabando por Teodosio I (años 379-392), a cuya cabeza se incluyó el de Plinio, lo que dio lugar al
corpus de doce panegíricos latinos que conservamos, fechado a finales del siglo IV. Precisamente
esta recopilación de discursos, y entre ellos en especial el de Plinio, habría sido a su vez imitada por
el autor de la llamada Historia Augusta30, que habría conocido el Panegírico de Trajano no como una
obra de transmisión independiente, sino en la versión que ha llegado hasta nuestros días como pieza
inaugural de los Panegyrici Latini.
Sin embargo, fue un éxito pasajero, pues la Antigüedad Tardía únicamente nos ha transmitido los
tres folios palimpsestos del citado manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana de Milán. A continuación,

29Cfr E. WOLFF, op. cit. en la Bibliografía (2), págs. 96-97.


30Un corpus de biografías de los emperadores romanos desde Adriano (117-138) hasta Marco Aurelio Caro (282-283),
Carino (283-285) y Numeriano (283-284).
la obra vuelve a desaparecer hasta que la encontramos como una de las fuentes principales de las
Institutionum Disciplinae del Pseudo-Isidoro de Sevilla, obra enigmática, quizás de la Hispania
visigoda de finales del siglo vil o más probablemente algo posterior, y, aunque de autor de cultura
visigoda, más bien de ambiente galo.
Como ya he señalado, desde entonces y a lo largo de toda la Edad Media ni la tradición manuscrita
ni la indirecta nos conservan testimonio alguno de esta compilación hasta que en 1433 Giovanni
Aurispa encuentra en la catedral de Mainz un códice que contiene los doce panegíricos. Este
descubrimiento promovió algo el interés de los humanistas por este corpus de discursos, que pese a
todo no fue muy grande. Sin embargo, ello favoreció que se multiplicasen las copias manuscritas
(más de 30) y apareciesen las primeras ediciones impresas desde finales del siglo xv y sobre todo a
partir de finales del siglo XVI. Así, la editio princeps de los XII Panegyrici Latini apareció así en Milán
en 1476 ó 1482, la fecha es incierta, al cuidado de F. Puteolanus (Francesco dal Pozzo).
ESTA EDICIÓN

La traducción del Epistolario ha sido realizada sobre las ediciones críticas de A.-M. Guillemin, Pline
le Jeune, Lettres, vols. I-III, París, 1927-1928 (libros ITX), y M. Durry, Pline le Jeune, vol. IV Lettres. Livre
X. Panégyrique de Trajan, Paris, 1948 (libro X). La traducción del Panegírico de Trajano ha sido
elaborada sobre la edición crítica de D. Lassandro, XII Panegyrici Latini, Turin, 1992, págs. 1-112.
Aunque éstas han sido las ediciones que he tomado como referencia, me he servido, no obstante, de
las principales ediciones citadas en la Bibliografía (1). Así, en aquellos pasajes que presentan
problemas textuales, he optado en cada caso por la variante que me ha parecido más apropiada,
señalando en notas a pie de página las distintas propuestas existentes con sus respectivas
traducciones.
Dado el bilingüismo grecolatino característico de la aristocracia romana, son frecuentes en el
Epistolario tanto las expresiones griegas propias de Plinio, como las citas de pasajes de autores
griegos como Homero, Demóstenes o Esquines. He optado por mantenerlas en mi traducción en su
lengua original y traducirlas en notas a pie de página junto con las explicaciones pertinentes, caso de
ser necesarias (por ejemplo, en los juegos de palabras). Me ha parecido que este recurso es el más
adecuado a la hora de dar cuenta de la impresión que debían de causar las cartas de nuestro autor a
sus contemporáneos. Todas las citas griegas han sido conservadas tal y como Plinio las escribió, el
cual no se abstuvo en alguna ocasión de reelaborar ligeramente los textos originales. En cuanto a los
giros y términos griegos propios de Plinio, como norma general, los he mantenido en sus casos
originales. Sólo en el pasaje de la epist. 5, 17, 2 en el que se cita el título de un poema griego de
Calpurnio Pisón, he transformado el genitivo plural griego del original por un nominativo plural.
Todas estas traducciones son mías.
En fin, debido al volumen de las obras latinas que constituyen el contenido de esta edición, diez
libros de cartas y un extenso discurso, he reducido al máximo las referencias bibliográficas tanto en
la “Bibliografía” de esta “Introducción” como en las notas a pie de página, señalando únicamente a
lo largo de la traducción y en los “Apéndices” aquellos estudios que me han parecido de una
especial relevancia ya sea por su novedad o por su originalidad. Las referencias internas a las obras
de Plinio traducidas en este volumen se harán mediante las abreviaturas: epist., por el Epistolario, y
paneg., por el Panegírico de Trajano.
BIBLIOGRAFÍA

1. EDICIONES Y TRADUCCIONES (POR ORDEN CRONOLÓGICO)

1.a. Principales ediciones críticas de la obra de Plinio el Joven

a) Del Epistolario
MERRILL, E. T., C. Plini Caecili Secundi Epistularum libri decem, Leipzig, 1922.
GUILLEMIN, A.-M., Pline le Jeune, Lettres, 3 vols., Paris, 1927-19281 (1953-55-592) (Libros I-IX, con
traducción francesa).
STOUT, S. E., Plinius, Epistulae. A Critical Edition, Bloomington, 1962.
MYNORS, R. A. B., C. Plini Caecili Secundi Epistularum libri decem, Oxford, 1963.

b) Del Panegírico de Trajano


BAEHRENS, W., XII Panegyrici Latini, Leipzig, 1911.
DURRY, M., Pline le Jeune. Panégyrique de Trajan. Préfacé, édité et commenté, Paris, 1938.
MALCOVATI, E., Plinio il Giovane. Il Panegírico di Traiano, Florencia, 19491 (19522, la primera edición
incluye una traducción italiana).
MYNORS, R. A. B., XIIPanegyrici Latini, Oxford, 1964.
LASSANDRO, D., XII Panegyrici Latini, Turin, 1992.

c) Del Epistolario y del Panegírico de Trajano


DURRY, M., Pline le Jeune, Lettres. Livre X. Panégyrique de Trajan, Paris, 1948 (con traducción francesa).
SCHUSTER, M., C. Plini Caecili Secundi Epistularum libri novem, Epistularum ad Traianum liber,
Panegyricus, Lipsiae, 19331 (19522).
SCHUSTER, M. y Hanslik, R, C. Plini Caecili Secundi Epistularum libri novem. Epistularum ad Traianum
liber. Panegyricus, Lipsiae, 19583.
RADICE, B., Pliny. Letters and Panegyricus, 2 vols., Londres-Cambridge (Mass.), 1969 (con traducción
inglesa).
TRISOGLIO, F., Opere di Plinio Cecilio Seconde, 2 vols., Turin, 1973 (sobre la base de la edición de M.
Schuster, Leipzig, 19522) (con traducción italiana).

d) De los tres fragmentos poéticos que conservamos (Plin. epist. 7,4,6, y 7,9,11; y Anth. Lat. 710 R)5.
COURTNEY, E., The Fragmentary Latin Poets, Oxford, 1993, págs. 367-370 (edición completa con
comentario).
MOREL, W.; BUECHNER, C. Y BLÄNSDORF, J., Fragmenta poetarum Latinorum epicorum et lyricorum praeter
Ennium et Lucilium, Stuttgart-Leipzig, 19953, págs. 338-339 (edición de los fragmentos conservados
en las cartas).

l.b. Otras traducciones de las obras de Plinio el Joven

En español

DE BARREDA, F., El Mejor Príncipe Trajano Augusto. Su Filosofía Política, Moral, y Económica; deducida y

5 A. Riese.-F. Buecheler, Anthologia Latina siue poesis Latinae supplementum, fase. II. Reliquorum librorum carmina, 19062,
Lipsiae, num. 710.
traduzida del Panegyrico de Plinto, ilustrado con márgenes y discursos, Madrid, 1622.
DE BARREDA, F. Y NAVARRO, F., Panegírico de Trajano y Cartas por C. Plinto Cecilio Segundo, 2 vols.,
Madrid, 18911 (19 1 72).
D’ORS, A., Plinio el Joven. Panegírico de Trajano, Madrid, 1955.
HERRERO LLORENTE, V. J., Plinio el Joven. Panegírico de Trajano, Madrid, 1963.
AA.W., Biógrafos y panegiristas latinos, Madrid, 1969, págs. 1080-1136 (trad, de V. J. Herrero Llorente).
SÁNCHEZ, D. Y MÁRQUEZ, D., Plinio el Joven. Epistulae (Tomo I), Córdoba (Argentina), 2001 (libros I-III).
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, J., “La Correspondencia entre Trajano y Plinio”, Marco Ulpio Trajano,
emperador de Roma. Documentos y fuentes para el estudio de su reinado, J. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ.-J. C.
SAQUETE (eds.), Madrid, 2003, págs. 15-75 (selección del libro X).
LÓPEZ-CAÑETE QUILES, D., “Plinio. El Panegírico de Trajano”, Marco Ulpio Trajano, emperador de Roma.
Documentos y fuentes para el estudio de su reinado, J. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ.-J. C. SAQUETE (eds.),
Madrid, 2003, págs. 87-238.
GONZALEZ FERNÁNDEZ, J., Plinio el Joven. Cartas, Madrid, 2005 (los diez libros del Epistolario).

En otras lenguas

OLIVAR, M., Plini elJove. Lktres, 2 vols., Barcelona, 1927.


— Plini el Jove. Correspondencia amb Trajá, Barcelona, 1932.

— Plini el Jove. Panegíric, Barcelona, 1932.


BELLARDI, G., Plinto il Giovane. Lettere, libro X. II Panegírico di Traiano, Bolonia, 1964.
HUCHER, Y., Pline le Jeune. Correspondance, París, 1966.
WILLIAMS, W., PUm: Correspondence with Trajan from Btihynia (Epistles X), Warminster, 1990.
LENAZ, L. y RUSCA, L., Plinio il Giovane. Lettere ai familiari. Libri I-IX. Testo latino afronte, Milán, 1994
(reimp. 2000).
LENAZ, L.; RUSCA, L. y FAELLI, E., Plinio il Giovane. Carteggio con Traiano: libro X; Panegírico a Traiano.
Testo latino a fronte, Milán, 1994 (reimp. 2000).
FLOBERT, A., Pline. Lettres: Livres I à X. Introduction, notes et traduction inédite, París, 2002.

2. ESTUDIOS ESPECÍFICOS SOBRE LA VIDA Y OBRA DE PLINIO EL JOVEN

ALFÖLDY, G. “Die Inschriften des jüngeren Plinius und seine Mission in Pontus et Bithynia”, Städte,
Eliten und Gesellschaft in der Gallia Cisalpina, Stuttgart, 1999, págs. 221-244.
AUBRION, E., “La Correspondance de Pline le Jeune: problèmes et orientations actuelles de la
recherche”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, vol. 11,33,1, W. Haase (ed.), Berlin-Nueva
York, 1989, págs. 304-374.
BERGMANN, B., “Visualizing Pliny’s Villas” Journal of Roman Archaeology 8, 1995, págs. 406-420.
BEUTEL, F., Vergangenheit als Politik. Neue Aspekte im Werk des jüngeren Plinius, Bern-Frankfurt am
Main, 2000.
BIRLEY, A. R., Onomasticon to the Younger Pliny: Letters and Panegyric, München-Leipzig, 2000.
BLOIS, L. de, “The political significance of friendship in the Letters of Pliny the Younger”, Aspects of
Friendship in the Graeco-Roman World, M. Peachin (ed.), Portsmouth, 2001, págs. 129-134.
BRAUND, S. M., “Praise and Protreptic in Early Imperial Panegyric: Cicero, Seneca, Pliny”, The
Propaganda of Power. The Role of Panegyric in Late Antiquity, M. Whitby (ed.), Leiden, 1998, págs. 53-
76.
BRUÈRE, R. T., “Tacitus and Pliny’s Panegyricus”, Classical Philology 49, 1954, págs. 161-179.
BÜTLER, H. P., Die geistige Welt des jüngeren Plinius. Studien zur Thematik seiner Briefe, Heidelberg, 1970.
CARCOPINO, J., “Les surprises du testament de Pline le Jeune”, Rencontres de l’histoire et de la littérature
romaines, Paris, 1963, págs. 170-231.
CASTAGNA, L. Y LEFEVRE, E. (eds.), Plinius der Jüngere und seine Zeit, Leipzig, 2003.
CIZEK, E., “La littérature et les cercles culturels et politiques à l’époque de Trajan”, Aufstieg und
Niedergang der Römischen Welt, vol. 11,33,1, W. Haase (ed.), Berlin-Nueva York, 1989, págs. 3-35.
COVA, P. V., “Problemi e orientamenti della critica recente suile let- tere vesuviane”, Bollettino di
Studi Latini 34, 2004, págs. 609-619.
— “Per una rilettura critica delle lettere vesuviane di Plinio”, BoUetti- no di Studi Latini 35, 2005, págs.

87-96.
DE NEEVE, P. W., “A Roman Landowner and his Estates: Pliny the Younger”, Athenaeum 78, 1990,
págs. 363-402.
DU PREY, P. DE LA R., The Villas of Pliny from Antiquity to Posterity, Chicago-Londres, The University of
Chicago Press, 1994.
FEDELI, P., “II Panegírico de Plinio nella critica moderna”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt,
vol. 11,33,1, W. Haase (ed.), Berlin- Nueva York, 1989, págs. 387-514.
FEURSTEIN, D., Auflau und Argumentation im Plinianischen Panegyricus, Innsbruck, 1979.
FÖRTSCH, R, Archäologischer Kommentar zu den ViUenbriefen des jüngeren Plinius, Mainz am Rhein,
1993.
GAMBERINI, F., Stylistic Theory and Practice in the Younger Pliny, Hildes- heim-Zúrich-Nueva York,
1983.
GIGANTE, M., II fungo sui Vesuvio secando Plinio il Giovane, Roma, 1989.
GIORDANO, F., “Tradizione ed innovazione nel Panegjrico di Traia- no”, L’idea di Roma nella cultura
antica, F. Giordano (ed.), Nápo- les, 2001, págs. 215-241.
GIOVANNINI, À., “Pline et les délateurs de Domitien”, Opposition et résistances à l’Empire d’Auguste à
Trajan, Ginebra, 1987, págs. 219-248.
GONZALES, A., Pline le Jeune. Esclaves et affranchis à Rome, Paris, 2003.
HENDERSON, J., Pliny’s Statue. The Letters, Self-Portraiture & Classical Art, Exeter, 2002.
HERSHKOWITZ, D., “Pliny the poet”, Greece & Rome 42, 1995, páginas 168-181.
HOFFER, S. E., The Anxieties of Pliny the Younger, Atlanta, 1999.
ILLLAS-ZARIFOPOL, Ch. I., Portrait of a Pragmatic Hero: Nanative Strategies of Self presentation in Pliny’s
Letters, Bloomington (Ind.), 1994.
JAL, P., “Pline épistolier, écrivain superficiel? Quelques remarques”, Revue des Études Latines 71, 1993,
págs. 212-227.
Jones, C. P., “A New Commentary on the Letters ofPliny”, Phoenix 22, 1968, págs. 111-142.
LASSANDRO, D. Y DIVICCARO, R., “Rassegna generale di edizioni e studi sui XII Panegyrici latini”,
Bollettino di Studi Latini 28, 1998, págs. 132-204.
LUDOLPH, M., Epistohgraphie und Selbstdarstellung. Untersuchungen zu den ‘Paradebriefen’Plinius des
Jüngeren, Tübingen, 1997.
MERWALD, G., Die Buchkomposition des jüngeren Plinius (Epistulae I-IX), Diss. Erlangen-Nürnberg,
1964.
METHY, N., “Adexemplar antiquitatis: les grandes figures du passé dans la Correspondance de Pline le
Jeune”, Revue des Etudes Latines 81, 2003, págs. 200-214.
MORELLO, R. Y GIBSON, R K. (eds.), Re-imaginig Pliny the Younger, Baltimore, 2003.
MURGIA, CH. E., “Pliny’s Letters and the Dialogus”, Harvard Studies in Classical Philology 89,1985, págs.
171-206.
MUTH, R., “L’inventario concettuale delle lettere sui cristiani di Plinio e dell’imperatore Traiano
rispecchiato nella letteratura latina successiva suile persecuzioni dei cristiani”, Wiener Studien 114,
2001, págs. 405-417.
PAUSCH, D., Biographie und Bildungskultur. Personendarstellungen bei Plinius dem Jüngeren, Gellius und
Sueton, Berlin-Nueva York, 2004.
PICONE, G., L’eloquenza di Plinio. Teoria eprassi, Palermo, 1978.
REES, R., “To be and not to be: Pliny’s paradoxical Trajan”, Bulletin of the Institute of Classical Studies of
the University of London 45, 2001, págs. 149-168.
SHERWIN-WHITE, A. N., The Letters of Pliny. A Historical and Social Commentary, Oxford, 19682 (reimp.
1998).
SOVERINI, P., “Impero e imperatori nell’opera di Plinio il Giovane. Aspetti e problemi del rapporto
con Domiziano e Traiano”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, vol. 11, 33, 1, W. Haase
(ed.), Berlin-Nueva York, 1989, págs. 515-554.
TELLEGEN, J. W., The Roman Law of Succession in the Letters of Pliny the Younger. I, Zutphen, 1982.
TRISOGLIO, F., La personalità di Plinio il Giovane nei suoi rapporti con lu politica, la società et la letteratura,
Turin, 1972.
VEYNE, P., “Autour d’un commentaire de Pline le Jeune”, Latomus 26, 1967, págs. 723-751.
VIDMAN, L., Etude sur la Correspondance de Pline le Jeune avec Trajan, Praga, 1960 (reimp. Roma,
1972).
WOLFF, E., Pline le Jeune ou Le refus du pessimisme. Essai sur sa Correspondance, Rennes, 2003.

3. ESTUDIOS Y MANUALES DE CARÁCTER HISTÓRICO Y LITERARIO SOBRE LA ÉPOCA

ADAMIK, “Flagitia Christianorum”, Wiener Studien 114, 2001, paginas 397-404.


ALBRECHT, M. VON, Historia de la literatura romana: desde Andronico hasta Boecio, 2 vols., Barcelona,
1997-1999.
ALVAR, J. Y BLAZQUEZ, J. M.A (eds.), Trajano, Madrid, 2003.
BARDON, H., La littérature latine inconnue, 2 vols., París, 1952-1956.
BENNETT, J., Traían. Optimus Princeps. A Life and Times, Londres-Nueva York, 20012.
BLÁZQUEZ, J. M., Trajano, Barcelona, 2003.
BOWMAN, A. Κ.; CHAMPLIN, E. Y LINTOTT, A. (eds.), The Augustan Empire, 43 b.c. -a. d. 69, Cambridge,
1996 (The Cambridge Ancient History, Second Edition, X).
BOWMAN, A. Κ.; GARNSEY, P. Y RATHBONE, D. (eds.), The High Empire, a. d. 70-192, Cambridge, 2000
(The Cambridge Ancient History, Second Edition, XI).
CANCIK, H. Y SCHNEIDER, H. (eds.), Da neue Pauly: Enzyklopädie der Antike. Altatum, 12 vols. (1-12,1/2),
Stuttgart-Weimar, 1996-2003.
CIZEK, E., L’époque de Trajan. Circonstances politiques et problèmes idéologiques, Bucarest-Paris, 1983.
CONTRERAS VALVERDE, J.; RAMOS ACEBES, G. Y RICO RICO, I., Diccionario de la Religion Romana, Madrid,
1992.
CUGUSI, P., “Studi sull’epistolografia latina. I. L’età preciceroniana”, Annali delle Facoltà di Lettere,
Filosofía e Magistero delTUniversità di Cagliari 33, 1970, págs. 5-112.
— “Studi sull’epistolografia latina. I. Le età ciceroniana e augustea”, Annali delle Facoltà di Lettere,

Filosofa e Magistero deü’Università di Cagliari 35, 1972, págs. 5-167.


— Evoluzione e forme dell’epistolografia latina nella tarda repubblica e nei primi due secoli de’ll Impero, con

cenni sull epistolografia preciceroniana, Roma, 1983.


DAREMBERG, CH. Y SAGLIO, E. (eds.), Dictionnaire des antiquités grecques et romaines d’après les textes et
les monuments, 5 vols., Pans, 18813.
DUNCAN-JONES, R., The Economy of the Roman Empire. Quantitative Studies, Londres, 1974 (Cambridge,
19822).
DURET, L., “Dans l’ombre des plus grands: II. Poètes et prosateurs mal connus de la latinité
d’argent”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, vol. 11,32,5, W. Haase (ed.), Berlin-Nueva
York, 1986, págs. 3152-3346.
EASTERLING, P. E. Y KNOX, E. M. W. (eds.), Historia de la Literatura Clásica (Cambridge University), I.
Literatura Griega, Madrid, 1990.
ECK, W., “Jahres und Provinzialfasten der senatorischen Statthalter von 69/70 bis 138/139”, Chiron
12,1982, págs. 281-362, y Chiron 13, 1983, págs. 147-237.
— L’Italia nell’Impero Romano. Stato e amministrazione in epoca imperiale, Bari, 1999.
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, J. (ed.), Imp. Caes. Nerva Traianus Aug., Sevilla, 1993.
— (ed.), Trajano, emperador de Roma, Roma, 2000.

GRAINGER, J. D., Nerva and the Roman Succession Crisis of AD 96-99, Londres-Nueva York, 2003.
GRIMAL, P., Diccionario de mitología griega y romana, Barcelona, 2003.
KERESZTES, P., “The Imperial Roman Government and the Christian Church I. From Nero to the Severi”,
Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, vol. 11,23,1, W. Haase (ed.), Berlin-Nueva York, 1979,
1974, págs. 247-315.
HORNBLOWER, S. Y SPAWFORTH, A. (eds.), The Oxford Classical Dictionary, Oxford, 19963.
LÓPEZ FÉREZ, J. A. (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 19922.
MILLAR, F. G. B., The Roman Near East, 31 BC-AD 337, Cambridge (Mass.)-Londres, 1993 (reimp. 2001).
MUÑOZ MARTÍN, M.a N., Teoría epistolar y concepción de la carta en Roma, Granada, 1985.
SOUTHERN, P., Domitian. Tragic Tyrant, Londres-Nueva York, 1997.
SYME, R., Tacitus, 2 vols., Oxford, 1958 (reimp. 1989).
— Roman Papers, 1 vols., vols. 1-2 E. Badian (ed.), y vols. 3-7, A. R. Birley (ed.), Oxford, 1979-1991.

4.ABREVIATURAS UTILIZADAS
CIL: Corpus Inscriptionum Latinarum, I-XVT, Berlín, 1863-1936.
ILS: H. Dessau, Inscriptiones Latinae selectae, I-III, Berlín, 1892-1916 (reimp. 1955).

5. FUENTES ANTIGUAS. TRADUCCIONES UTILIZADAS32

APULEYO: S. Segura Munguía, Apuleyo. Apología. Florida, Madrid, 1980.


ARISTÓTELES: J. Vara Donado, Aristóteles. Historia de los animales, Madrid, 1990.
BIBLIA: S. García (dir.), Biblia de Jerusalén, Bilbao, 1977.
CATULO: A. Soler Ruiz, Catulo, Poemas. Tibulo, Elegías, Madrid, 1993.
CICERÓN: J. Aspa Cereza, M. Tulio Cicerón. Discursos. III En defensa de P. Quincio. En defensa de Q.
Roscio, el cómico. En defensa de A. Cecina. Acerca de la ley agraria. En defensa de L. Flaco. En defensa de M.
Celio, Madrid, 1991.
— Cicerón. Discursos. V. En defensa de Sexto Roscio Amerino. En defensa de la Ley Manilia. En defensa de

Aulo Cluendo. Catilinarias. En defensa de Lucio Murena, Madrid, 1995.


—J. M. BAÑOS BAÑOS, Cicerón: Discursos cesarianos, Madrid, 1991
A. ESCOBAR, Cicerón. Sobre la naturaleza de los dioses, Madrid, 1999.
—J. GUILLEN CABAÑERO, Marco Tulio Cicerón. Sobre los deberes, Madrid, 1989.
— V. J. HERRERO LLORENTE, M. Tulio Cicerón. Del supremo bien y del supremo mal, Madrid, 1987.

—J. J. ISO, Cicerón. Sobre el orador, Madrid, 2002.


— J. C. MARTÍN, Marco Tulio Cicerón. Discursos contra Marco Antonio o Filípicas. Edición y traducción,

Madrid, 2001.
— J. M.a Núñez González, Marco Tulio Cicerón. La República y Las leyes, Madrid, 1989.

— M. Rodríguez-Pan toja Márquez, Cicerón. Cartas a Ático, 2 vols., Madrid, 1996.

— E. Sánchez Salor, Cicerón: El orador, Madrid, 1991.

CURCIO RUFO: F. Pejenaute Rubio, Quinto Curdo Rufo. Historia de Alejandro Magno, Madrid, 1986.

32 Las traducciones de aquellas obras que no aparecen incluidas en este catálogo son mías.
DIODORO DE SICILIA: F. Parreu Alasá, Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histórica. Libros I-III, Madrid, 2001.
DIÓN DE PRUSA: G. Del Cerro Calderón, Dión de Prusa. Discursos. XXXVI-LX, Madrid, 1997.
ESTACIO: F. Torrent Rodríguez, Publio Papinio Estado. Silvas, Madrid, 1995.
EUTROPIO: E. Falque, Eutropio, Breviario. Aurelio Víctor, Libro de los Césares, Madrid, 1999.
FILÓSTRATO: M.a C. Giner Soria, Filóstrato. Vidas de los sofistas, Madrid, 1982.
FLAVIO JOSEFO: J. M.a Nieto Ibáñez, FlavioJosefo. La Guena de los Judíos, 2 vols., Madrid, 1997-1999.
FLORO: G. Hinojo Andrés.-I. Moreno Ferrero, Floro. Epítome de la Historia de Tito Livio, Madrid, 2000.
HERÓDOTO: C. Schrader, Heródoto. Historias. Libros V-Vl, Madrid, 1981.
HISTORIA AUGUSTA: V. Picón.-A. Cascón, Historia Augusta, Madrid, 1989.
HOMERO: A. López Eire, Homero. Ilíada, Madrid, 1989.
HORACIO: H. Silvestre, Horacio. Sátiras, Epístolas, Arte poética, Madrid, 1996.
ISIDORO DE SEVILLA: J. Oroz Reta.-M. A. Marcos Casquero, San Isidoro de Sevilla. Etimologías, 2 vols.,
Madrid, 1982 (reimp. 1993-94).
ISÓCRATES: J. M. Guzmán Hermida, Isócrates. Discursos 1, Madrid, 1979.
JENOFONTE: O. Guntiñas Tuñón, Jenofonte. Obras menores. Pseudo Jenofonte. La República de los
Atenienses, Madrid, 1984.
JUSTINO: H. Yabén, San Justino. Apologías, Sevilla, 1990.
JUVENAL: M. Balasch Juvenal. Persio. Sátiras, Madrid, 1991.
LUCIANO: J. L. Navarro González, Luciano. Obras. 11, Madrid, 1988.
—J. Zaragoza Botella, Luciano. Obras. III, Madrid, 1990.
LUCRECIO: I. Roca Meliá, T. Lucrecio Caro. La naturaleza, Madrid, 1990.
MARCIAL: D. Estefanía, Marcial. Epigramas completos, Madrid, 1991.
OROSIO: E. Sánchez Salor, Orosio. Historias, 2 vols., Madrid, 1982.
OVIDIO: J. González Vázquez, Ovidio. Tristes. Pónticas, Madrid, 1992.
PAUSANIAS: M.a C. Herrero Ingelmo, Pausanias. Descripción de Grecia. Libros I-II, Madrid, 1994.
PLATÓN: C. García Gual.-M. Martínez Hemández.-E. Lledó Iñigo, Platón. Diálogos III. Fedón, Banquete,
Fedro, Madrid, 1988.
PLINIO EL VIEJO: J. Cantó.-I. Gómez Santamaría.-S. González Marín.
—E. Tarriño33, Plinio. Historia Natural, Madrid, 2002.
— E. Del Barrio Sanz.-I. García Arribas.

— A. M.a Moure Casas. L. A. Hernández Miguel.

— M.a L. Arribas Hemáez34, Plinto el Viejo. Historia natural. Libros VII-XI, Madrid, 2003.

— A. Fontán.-A. M.a Moure Casas (y otros), Plinto el Viejo. Historia natural. Libros I-II, Madrid, 1995.

PLUTARCO: A. Pérez Jiménez, Plutarco. Vidas paralelas. I. Teseo-Rómulo. Licurgo - Numa, Madrid, 1985.
—M. Valverde Sánchez. H. Rodríguez Somolinos.
—C. Alcalde Martín, Plutarco. Obras morales y de costumbres (Moralia). X, Madrid, 2003.
QUINTILIANO: A. Ortega Carmona, Marco Fabio Quintiliano. Sobre la formación del orador doce libros, 5
vols., Salamanca, 1997-2001.
RUTILIO NAMACIANO: A. García-Toraño Martínez, Rutilio Namaciano: El retorno. Geógrafos latinos
menores, Madrid, 2002.
SALUSTIO: B. Segura Ramos, Salustio: Conjuración de Catilina, Guerra de Jugurta, fragmentos de las
«Historias». Pseudo Salustio: Cartas a César, Invectiva contra Cicerón. Pseudo Cicerón, Invectiva contra
Salustio, Madrid, 1997.
SÉNECA: C. Codoñer, L. Annaei Senecae. Naturales Quaestiones. Texto revisado y traducido, 2 vols.,
Madrid, 1979.

33 Utilizado en las citas de los libros VIII-XI y XXVIII-XXXII.


34 Utilizado en las citas del libro VII.
—L. Anneo Séneca. Diálogos, Madrid, 1986.
—Lucio Anneo Séneca. Sobre la clemencia, Madrid, 1988.

— J. Luque Moreno, Séneca. Tragedias. II: Fedra, Edipo, Agamenón, Tiestes, Hércules en el Eta, Octavia,
Madrid, 1980 (reimp. 1988).
—L. Riber6, Lucio Anneo Séneca. Obras completas, Madrid, 1943.

—I. Roca Meliá, Séneca. Epístolas morales a Lucilio, 2 vols., Madrid, 1986-89.

SUETONIO: R. M.a Agudo Cubas, Suetonio. Vidas de los doce cesares, 2 vols., Madrid, 1992.
TÁCITO: J. L. Moralejo, Cornelio Tácito. Anales, 2 vols., Madrid, 1979-80.
—Tácito. Historias, Madrid, 1990.

—J. M. Requejo, Cornelio Tácito. Agrícola. Germania. Diálogo sobre los oradores, Madrid, 1988.

TERTULIANO: C. Castillo García, Tertuliano. Apologético. A los gentiles, Madrid, 2001.


TITO LIVIO: J. A. Villar Vidal, Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación, 8 vols., Madrid, 1990-94.
VALERIO MÁXIMO: S. López Moreda.
—M.a L. Harto Trujillo.-J. Villalba Alvarez, Valerio Máximo. Hechos y dichos memorables, 2 vols.,
Madrid, 2003.
VELEYO PATÉRCULO: M.a A. Sánchez Manzano, Veleyo Patérculo. Historia romana, Madrid, 2001.
VIRGILIO: J. De Echave-Sustaeta, Virgilio. Eneida, Madrid, 1997.
—T. A. Recio García.-A. Soler Ruiz, P. Virgilio Marón. Bucólicas. Geórgicas. Apéndice virgiliano, Madrid,

1990.
VITRUVIO: J. L. Oliver Domingo, Marco Lucio Vitruvio Polión. Los diez libros de Arquitectura, Madrid,
1995.

6 Utilizado en las citas del tratado De los beneficios, págs. 245-368.


SINOPSIS CRONOLÓGICA

a. 53 (aprox.): Nacimiento en Itálica, en la Bética, de Marco Ulpio Trajano, el futuro emperador.


a. 54: Muerte de Claudio. Nerón es proclamado emperador. Lucio Anneo Séneca, preceptor de
Nerón, publica su Apolocyntosis, dura sátira contra Claudio.
a. 55: Muerte del hijo natural del emperador Claudio y hermanastro de Nerón: Tiberio Claudio
Británico, probablemente envenenado por deseo del nuevo Príncipe. Séneca escribe su
tratado Sobre la clemencia, dirigido a Nerón.
a. 58: Por estas fechas nace el escritor Cornelio Tácito, íntimo amigo de Plinio.
a. 59: Nerón hace asesinar a su madre, Julia Agripina.
a. 61/62: Nacimiento en Como, en el norte de Italia, de Gayo (o Lucio) Cecilio Segundo, más
conocido por la posteridad bajo el nombre de Plinio el Joven. Por estas fechas, el poeta Marco
Anneo Lucano publica los tres primeros libros de la Farsalia, poema épico sobre la guerra
civil entre Julio César y Gneo Pompeyo.
a. 62: Nerón se divorcia de Octavia, la hija de Claudio, y se casa con Popea Sabina. Poco tiempo
después, Octavia es ejecutada por orden de Nerón. Séneca pierde el favor del emperador y se
retira de la vida pública.
a. 64: Incendio de Roma, que la historiografía hostil a Nerón atribuirá, sin razón, a este emperador.
Primeras persecuciones contra los cristianos.
a. 65: Nerón descubre una conspiración contra su vida acaudillada por el senador Gayo Calpurnio
Pisón. Entre los represaliados se encuentran los escritores Séneca y Lucano, que deben
suicidarse por orden del emperador. Muerte de Popea Sabina.
a. 66: Nerón se casa con Estatilia Mesalina. Petronio, probable autor del Satiricon, es condenado por
Nerón a darse muerte. Revuelta de Judea contra los romanos.
a. 67: El general Tito Flavio Vespasiano es puesto al frente de la Guerra contra los judíos.
a. 68: Gayo Julio Vindex, gobernador de la Galia Lugdunense, y Servio Sulpicio Galba, gobernador
de la Hispania Tarraconense, se alzan en armas contra Nerón. Lucio Verginio Rufo, al frente
de un ejército leal al emperador, acude rápidamente desde Germania Superior y derrota a
Víndex. Mientras tanto, en Roma, Nerón, abandonado por todos y declarado enemigo
público por el Senado, se da muerte. El Senado ofrece el imperio a Galba, quien entra
triunfalmente en Roma en otoño.
a. 69: El llamado “año de los cuatro emperadores”. Los ejércitos de Germania no aceptan a Galba
como emperador y se levantan contra él, proclamando a su vez emperador a su general Aulo
Vitelio. En Roma, Marco Salvio Otón, otro de los generales sublevados contra Nerón, con el
apoyo de los pretorianos y de otros sectores del ejército hace asesinar a Galba y se proclama
también emperador. En abril, Vitelio vence a Otón, quien acaba suicidándose. Sin embargo,
unos meses después, en julio, Vespasiano es proclamado en Alejandría emperador por sus
legiones y recibe el apoyo de los ejércitos de Siria y de Judea. Finalmente, en diciembre, el
ejército de Vitelio es derrotado por Antonio Primo, uno de los lugartenientes de Vespasiano.
Durante las luchas en Roma entre los partidarios de Vitelio y los de Vespasiano, un incendio
destruye el Capitolio. Vitelio es capturado en Roma y ejecutado. Inmediatamente, el Senado
reconoce a Vespasiano como nuevo emperador.
a. 70: En Roma, Tito Flavio Domiciano, hijo menor del emperador ejerce la pretura. En Oriente,
Tito Flavio Vespasiano, hijo mayor del emperador, continúa la Guerra contra los judíos. En
agosto, Jerusalén es finalmente conquistada y el Templo incendiado y destruido. En otoño,
hace su entrada en Roma el nuevo emperador, Vespasiano. Por estas fechas nace el escritor
Gayo Suetonio Tranquilo, íntimo amigo de Plinio.
a. 71: A partir de esta fecha, Tito es asociado al poder por su padre y ejerce como colega de éste sus
mismas funciones.
a. 72 (aprox.): Muerte del padre de Plinio, éste último queda bajo la tutela del eminente senador y
general Lucio Verginio Rufo.
a. 73 (aprox.): Marco Ulpio Trajano padre es nombrado gobernador de Siria. Su hijo, el futuro
emperador Trajano, sirve en el ejército a sus órdenes.
a. 75 (aprox.): Vespasiano ordena la expulsión de los filósofos y de los astrólogos de Roma, entre los
que se cuenta Helvidio Prisco padre, quien finalmente es condenado a muerte por el
emperador. En Siria, el rey parto Vologeses I (años 51/52-79/80) ataca las guarniciones
romanas, pero es rechazado por M. Ulpio Trajano padre.
a. 76: Nace en Itálica, en la Bética, el futuro emperador Publio Elio Adriano.
a. 77: Una terrible epidemia de peste se abate sobre Roma. Gayo Plinio Segundo, más conocido hoy
día como Plinio el Viejo, tío materno de Plinio (el Joven), publica su Investigación sobre el
mundo natural, vasta enciclopedia en treinta y siete libros dedicada a Tito.
a. 79: Muerte del emperador Vespasiano, su hijo Tito es proclamado emperador. El 24 de agosto el
Vesubio entra en erupción en el golfo de Nápoles, destruyendo Pompeya, Herculano y
Estabias. G. Plinio Segundo, prefecto de la flota romana en Miseno, que había desembarcado
en Estabias para socorrer a la población en peligro, muere asfixiado por los gases emanados
por el volcán el 25 de agosto. Plinio, adoptado probablemente como hijo por su tío en su
testamento, pasa a llamarse Gayo Plinio Cecilio Segundo. Por estas fechas, M. Ulpio Trajano
padre es nombrado procónsul de Asia.
a. 80: En Roma, un violento incendio que se prolonga durante tres días destruye, entre otras
construcciones, el Capitolio, el Panteón, las Termas de Agripa, la Biblioteca de Augusto y el
teatro de Pompeyo. Tito inaugura el Coliseo celebrando unos magníficos juegos que duran
más de cien días. Por estas fechas, Plinio hace su aparición en la vida pública, defendiendo
con éxito un proceso ante el tribunal de los centunviros.
a. 81: Muerte del emperador Tito; su hermano Domiciano es proclamado emperador. Por estas
fechas, Plinio desempeña el cargo de tribuno militar en el ejército de Siria.
a. 82: Finaliza la reconstrucción del Capitolio, que es consagrado por Domiciano en diciembre.
a. 84 (aprox.): Marco Ulpio Trajano, el futuro emperador, ejerce la pretura.
a. 89: Los astrólogos y los filósofos son expulsados de Roma.
a. 90 (aprox.): Plinio ejerce la cuestura en calidad de cuestor del César.
a. 91: Trajano ejerce el consulado.
a. 92 (aprox.): Plinio ejerce el tribunado de la plebe.
a. 93 (aprox.): Plinio ejerce la pretura. Los filósofos son expulsados de Italia.
a. 94: Plinio ejerce la prefectura del tesoro militar, en la que permanecerá hasta el año 96. Por estas
fechas, Marco Fabio Quintiliano, antiguo maestro de retórica latina de Plinio, publica su
Institutio oratoria, en doce libros, un tratado sobre la formación del perfecto orador.
a. 96: Asesinato de Domiciano en septiembre, el viejo senador Marco Cocceyo Nerva es
proclamado emperador por el Senado.
a. 97: Plinio pierde a su segunda esposa. Trajano es nombrado gobernador de Germania Superior;
en el desempeño de su cargo conoce que Nerva lo ha adoptado como hijo y asociado al
Imperio. Tácito ejerce el consulado. Muere Verginio Rufo.
a. 98: Muerte de Nerva a finales de enero, Trajano es proclamado emperador. Plinio comienza a
ejercer como prefecto del tesoro de Saturno, magistratura que conservará hasta su
nombramiento como cónsul. Tácito publica sus dos primeras obras, la Vida de Julio Agrícola y
Germania.
a. 99: Hacia el otoño, Trajano hace su entrada en Roma por primera vez como emperador.
a. 100: Plinio ejerce el consulado durante los meses de septiembre y octubre. Con ocasión de su
entrada en el cargo, pronuncia en el Senado el habitual discurso de agradecimiento al
Príncipe, conocido hoy día como el Panegírico de Trajano.
a. 101-102: Primera Guerra Dácica y primera victoria romana sobre los dacios.
a. 102: Por estas fechas, Tácito publica el Diálogo sobre los oradores.
a. 103 (aprox.): Plinio es nombrado augur.
a. 104: Plinio es nombrado magistrado responsable de la vigilancia de las crecidas del Tíber y del
cuidado de las cloacas de Roma, cargo que ejercerá hasta el año 106 aproximadamente. Ese
mismo año probablemente, se casa por tercera y última vez. Su esposa es una joven
muchacha de Como llamada Calpurnia. No tendrán hijos.
a. 105-106: Segunda Guerra Dácica: muerte del rey bárbaro Decébalo, victoria definitiva de los
romanos y anexión al Imperio de Dacia como nueva provincia romana.
a. 106: Creación de la provincia de Arabia.
a. 107 (aprox.): Calpurnia sufre un aborto natural.
a. 108: Publio Elio Adriano, el futuro emperador, ejerce el consulado.
a. 109: Por estas fechas, Tácito publica sus Historias.
a. 109 ó 110: Probable nombramiento de Plinio como gobernador de la provincia de Ponto-Bitinia.
a. 111 ó 112: Hacia la primavera o el verano, Plinio muere en el ejercicio de su cargo en Ponto-Bitinia.
a. 112-113: Por estas fechas, Tácito, que ya habría comenzado a trabajar en la última y más importante
de sus obras, los Anales, asume el gobierno de la provincia de Asia.
a. 113: Construcción de la llamada Columna de Trajano para conmemorar la victoria sobre los
dados. En octubre, Trajano parte de Roma para ultimar los preparativos de la inminente
guerra contra los partos.
a. 114: Comienzo de la guerra contra los partos. Conquista y anexión de Armenia. Invasión de
Mesopotamia.
a. 115: Comienzo de la revuelta judía que durante tres años (año 115-117) perturba seriamente el
norte de África (Cirenaica y Egipto) y Oriente (Chipre, Judea y Mesopotamia).
a. 115-116: Conquista y anexión de Mesopotamia y, quizás, de Asiría.
a. 116: La revuelta judía se extiende hasta el sur de Mesopotamia, en el norte de esta región y en
Armenia los partos atacan una y otra vez a las fuerzas romanas. Trajano, enfermo, decide
poner fin a sus conquistas en Oriente y regresar a Roma, abandonando los nuevos territorios
conquistados. Por estas fechas, Tácito publica quizás una primera versión de los Anales.
a. 117: En agosto, muerte de Trajano en Selinunte (Cilicia), Adriano es proclamado emperador.
Tácito continúa probablemente trabajando en los Anales.
a. 118: Adriano hace su entrada en Roma como emperador.
a. 117-120: Posible muerte de Tácito.
PANEGÍRICO DEL EMPERADOR TRAJANO1

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

I. Introducción: caps. 1-4.


1. Invocación a Júpiter.
2. La sinceridad del discurso.
3. La moderación del elogio.
4. El Príncipe ideal: virtudes morales y nobleza de rasgos de Trajano.

II. Trajano hasta su entrada en Roma como emperador el año 99: caps. 5-24.
II. A. La adopción de Trajano como hijo de Nerva y futuro Príncipe: caps. 5-9.
5. El presagio en el templo de Júpiter Capitolino.
6. La crisis del Imperio: la revuelta de los pretorianos en Roma.
7. La adopción. Teoría política: el Imperio no debe ser hereditario, el Príncipe ha de ser en
cada momento el mejor de los ciudadanos.
8. La ceremonia de la adopción oficial de Trajano.
9. Trajano aceptó el Imperio por obediencia, cumpliendo así con su deber de ciudadano.
II. B. La Muerte y divinización de Nerva, enero del año 98: caps. 10-11.
10. La muerte de Nerva.
11. La divinización de Nerva.
II.C. Las virtudes militares de Trajano: caps. 12-19.
12. El respeto impuesto a los bárbaros.
13. El respeto y afecto de los soldados.
14. La carrera militar de Trajano: de Asia a Hispania y a Germania.
15. Los diez años de Trajano como tribuno militar.
16. Trajano pacificará el Imperio y traerá la paz a Roma.
17. Presagio del triunfo de Trajano sobre los dacios.
18. El restablecimiento de la disciplina militar.
19. Trajano es respetado y amado tanto por los legados imperiales como por los soldados
rasos.
II. D. El regreso de Trajano a Roma el año 99: caps. 20-24.
20. Viaje de regreso desde el Danubio a Roma.
21. El título de “Padre de la Patria”.
22. La entrada de Trajano en Roma en medio de la alegría de los ciudadanos.
23. El sereno recorrido de Trajano a pie por la ciudad hasta el templo de Júpiter
Capitolino, primero, y el Palacio Imperial, a continuación.
24. La modestia de Trajano.
III.El buen gobierno de Trajano: caps. 25-55.
III.A. Munificencia del Príncipe: caps. 25-33.
25. Las distribuciones de trigo y el congiario al pueblo, el donativo a los soldados.
26. Las medidas benéficas en favor de la educación de los niños.
27. La liberalidad del Príncipe no es consecuencia de ningún crimen.
28. El emperador desea ganarse con ello el afecto de su pueblo, no hacerse perdonar

1 La version del Panegírico que ha llegado hasta nosotros no fue nunca pronunciada en público, sino elaborada por Plinio
para su publicación probablemente a comienzos del año 101 d. C., sobre la base del discurso realmente pronunciado por
él mismo ante Trajano en el Senado el 1 de septiembre del año 100 d.C.
ningún crimen.
29. La abundancia de la anona.
30. La carestía de Egipto.
31. Roma no necesita a Egipto.
32. Roma no permitirá que ninguna provincia del Imperio pase hambre. Roma asiste a
Egipto.
33. Magnificencia de los Juegos Públicos organizados por el Príncipe.
III. B. Las nuevas leyes favorables a los ciudadanos: caps. 34-43.
34. El castigo de los delatores.
35. Las nuevas leyes contra la delación.
36. Los tribunales encargados de juzgar las causas relacionadas con el tesoro imperial y la
honradez de los agentes fiscales del Príncipe.
37. Las anteriores injusticias de las leyes fiscales: la vicésima.
38. La primera medida de Trajano: exoneración del padre que heredase de su hijo.
39. La segunda medida de Trajano: exoneración de los parientes en segundo grado.
40. La tercera y cuarta medidas de Trajano: exoneración de los herederos beneficiados de
herencias pequeñas y perdón de las deudas como consecuencia de las causas
señaladas.
41. Todo ello es posible porque el Príncipe es un buen administrador y no es codicioso.
42. La supresión de los procesos por lesa majestad.
43. El respeto del Príncipe para con los testamentos de sus súbditos.
III. C. La ejemplaridad del Príncipe: caps. 44-55.
44. Las virtudes de Trajano estimulan las de sus conciudadanos.
45. Trajano favorece a los mejores y los promociona en la vida pública.
46. La supresión de las pantomimas por respeto a las buenas costumbres.
47. El renacimiento de las ciencias humanas bajo la protección del Príncipe.
48. La afabilidad del Príncipe en las audiencias a los ciudadanos.
49. La sencillez y bondad del Príncipe en las comidas.
50. El Príncipe no codicia los bienes de sus conciudadanos, sino que hace gala de una gran
generosidad.
51. La generosidad de Trajano en las construcciones públicas. El Circo Máximo.
52. La modestia de Trajano en relación con las estatuas honoríficas y el culto a los dioses.
53. El buen Príncipe debe permitir censurar a los malos emperadores.
54. Trajano rechaza la adulación.
55. Trajano sólo acepta honores discretos, sabedor de que la verdadera gloria reside en un
renombre de bondad.
IV. El tercer consulado de Trajano el año 100: caps. 56-79.
IV. A. La modestia de Trajano a la hora de aceptar un tercer consulado: caps. 56-62.
56. El segundo consulado de Trajano, ejercido en medio de los bárbaros del Norte.
57. El anterior rechazo de Trajano a desempeñar un tercer consulado.
58. El rechazo de Trajano fue buena prueba de su magnanimidad, modestia y bondad.
59. Las razones que obligaban a Trajano a aceptar el tercer consulado.
60. La aceptación del tercer consulado.
61. La modestia y bondad de Trajano lo llevaron a nombrar como colegas a otros dos
senadores que como él habían ejercido en dos ocasiones el consulado.
62. Trajano eligió a los dos senadores más apreciados por el Senado como testimonio de
su reconocimiento hacia este estamento.
IV. B. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado. I.
Las ceremonias relacionadas con la proclamación de los nuevos cónsules y la entrada en el
cargo de los mismos: caps. 63-68.
63. La participación de Trajano en la ceremonia de la proclamación de los nuevos
cónsules ante el pueblo en el Campo de Marte.
64. El juramento acostumbrado de los nuevos cónsules ante los cónsules salientes.
65. Los otros dos juramentos tradicionales de los cónsules al comienzo y a la finalización
de su cargo.
66. La sinceridad de Trajano a la hora de convocar al Senado y exhortar a los senadores a
asumir todas las responsabilidades del gobierno.
67. Los votos a los dioses por la prosperidad del Príncipe y la inmortalidad del Imperio.
68. Tranquilidad de Trajano en relación con el juramento de fidelidad de todas las
provincias del Imperio y el afecto de sus conciudadanos.
IV. C. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado. II. La
elección de los nuevos magistrados durante el consulado de Trajano: caps. 69-75.
69. El respeto de Trajano al patriciado romano a la hora de otorgar las magistraturas.
70. La justicia de Trajano a la hora de recompensar con nuevos cargos a cualquier
magistrado de mérito sea cual sea el origen social de éste.
71. La afabilidad de Trajano a la hora de felicitar a los candidatos a las magistraturas y a
los senadores que los habían apoyado.
72. Los votos de Trajano a los dioses en favor, primero, del Senado, luego del Estado y
por último del Príncipe.
73. Las aclamaciones a Trajano por parte del Senado y las lágrimas de emoción del
Príncipe.
74. Los votos del Senado a los dioses en favor de Trajano.
75. La publicación de las aclamaciones del Senado en las efemérides de la vida pública y
el grabado de las mismas en tablas de bronce.
IV. D. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado. III.
La modestia y equidad del Príncipe durante el ejercicio de su cargo: caps. 76-77.
76. El juicio de Mario Prisco en el Senado. El séquito de Trajano.
77. El comportamiento de Trajano en el Campo de Marte con ocasión de la proclamación
de los nuevos cónsules, y en el foro en la administración de justicia.
IV. E. El ofrecimiento de un cuarto consulado a Trajano por parte del Senado: caps. 78-79.
78. Los motivos por los que el Senado ha ofrecido un nuevo consulado a Trajano.
79. El celo de Trajano como cónsul y como Príncipe.
V. La vida privada de Trajano: caps. 80-87.
V. A. Introducción. Las responsabilidades del Imperio: cap. 80.
80. Trajano gobierna sobre el Imperio como Júpiter sobre el mundo.
V. B. Los recreos del Príncipe. I. Las actividades físicas: caps. 81-82.
81. La caza y la navegación.
82. Comparación con Domiciano. Elogio de Trajano por no entregarse a los placeres en
sus ratos de ocio.
V. C. Los recreos del Príncipe. II. La vida familiar: caps. 83-84.
83. Elogio de la esposa de Trajano: la emperatriz Plotina.
84. Elogio de la hermana de Trajano: Ulpia Marciana. Rechazo por parte de ambas del
título de “Augustas”.
V. D. Los recreos del Príncipe. III. Los amigos: caps. 85-87.
85. La importancia de la amistad para Trajano.
86. La generosidad de Trajano para con uno de sus mejores amigos, prefecto del Pretorio
87. Los ciudadanos deben mostrarse dignos de la amistad del Príncipe.
VI. El Príncipe Óptimo: caps. 88-89.
88. Las razones y el significado del título de “Príncipe Óptimo”.
89. La alegría de sus dos padres en el cielo: su padre adoptivo, el emperador Nerva; y su
padre natural, M. Ulpio Trajano.
VII. El agradecimiento de los nuevos cónsules a título individual: caps. 90-93.
90. Es ya tradicional que los nuevos cónsules al entrar en el cargo expresen públicamente
cuánta es su deuda de agradecimiento para con el Príncipe.
91. La alegría de Plinio y de su colega Cornuto Tertulo por ejercer juntos el consulado.
92. Es un gran honor ejercer el consulado el mismo año que Trajano y por añadidura el
mes del cumpleaños del Príncipe, organizando así los Juegos Públicos en honor de
éste.
93. La completa libertad con la que Trajano permite en todo momento ejercer su
magistratura a los cónsules.
VIII. Conclusión: caps. 94-95.
94. Votos a los dioses y en especial a Júpiter Capitolino para que protejan al Príncipe, en
quien reside la prosperidad del Imperio.
95. Agradecimientos de Plinio al Senado y promesa de mostrarse como un fiel servidor de
este estamento.
PANEGYRICUS Panegírico del emperador Trajano

I. Introducción: caps. 1-4.


I Invocación a Júpiter.
[1, 1] Bene ac sapienter, Patres Conscripti, [1, 1] Con razón y sabiduría, padres conscriptos,
maiores instituerunt, ut rerum nuestros mayores establecieron que el comienzo de
agendarum, ita dicendi initium a cualquier acto de nuestra vida o de cualquier discurso
precationibus capere: quod nihil rite, debía ir precedido de una invocación a los dioses en la
nihilque providenter homines, sine idea de que los hombres nada podían emprender
deorum immortalium ope, consilio, favorable ni adecuadamente sin la ayuda, el consejo y
honore, auspicarentur. [2] Qui mos cui la estima de los dioses inmortales. [2] ¿Y quién debe
potius, quam consuli, aut quando magis con mayor razón hacer uso de esta tradición y respetar-
usurpandus colendusque est, quam la que un cónsul?, ¿y qué ocasión más propicia puede
quum imperio senatus, auctoritate haber para ello que cuando, obedeciendo a la
reipublicae, ad agendas optimo principi autoridad del Senado y a la majestad del Estado,
gratias excitamur? [3] Quod enim acudimos a pronunciar un discurso de agradecimiento
praestabilius est aut pulchrius munus al mejor de los Príncipes? [3] ¿Qué presente de los
deorum, quam castus et sanctus et diis dioses, en efecto, puede haber más insigne o más
simillimus princeps? [4] Ac si adhuc hermoso que un Príncipe virtuoso, puro y semejante
dubium fuisset, forte casuque rectores por entero a los propios dioses? [4] Y aun en el caso de
terris, an aliquo numine darentur: que hubiese existido hasta ahora alguna duda de si son
principem tamen nostrum liqueret la fortuna y el azar o, más bien, algún numen quienes
divinitus constitutum. conceden al mundo sus gobernantes, sería, no obstante,
evidente que el advenimiento de nuestro Príncipe ha
[5] Non enim occulta potestate fatorum, sido dispuesto por una decisión divina. [5] En efecto,
sed ab Iove ipso coram ac palam éste no ha sido buscado y elegido por el obscuro poder
repertus, electus est: quippe inter aras et del hado, sino abierta y distintamente por el propio
altaria, eodemque loci, quem deus ille Júpiter, pues su elección tuvo lugar en medio de aras y
tam manifestus ac praesens, quam altares, en el mismo lugar en el que habita el gran dios
caelum ac sidera, insedit. de forma tan manifiesta y palpable como en el cielo y
[6] Quo magis aptum piumque est, te, en las estrellas2. [6] Es por ello tanto más apropiado y
Iupiter optime maxime, antea justo que te suplique, Júpiter Óptimo, fundador en el
conditiorem, nunc conservatorem imperii pasado de nuestro Imperio y protector ahora de él, que
nostri, precari, ut mihi digna consule, mi discurso resulte digno de un cónsul, digno del
digna senatu, digna principe contingat Senado y digno del Príncipe, que la libertad, la
oratio: utque omnibus, quae dicentur a sinceridad y la verdad que lo inspiran se muestren con
me, libertas, fides, veritas constet: claridad en todo lo que diré en él, y que mi agradeci-
tantumque a specie adulationis absit miento esté tan lejos de parecer adulatorio como yo lo
gratiarum actio mea, quantum abest a estoy de verme forzado a manifestarlo3.
necessitate.

II La sinceridad del discurso


[2, 1] Equidem non Consuli modo, sed [2, 1] Ciertamente, considero que no sólo el cónsul, sino

2 Alusión al templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio.


3 Cfr. al respecto la epist. 6, 27, 2.
omnibus civibus enitendum reor, ne quid todos los ciudadanos deben esforzarse por no decir
de Principe nostro ita dicant, ut idem nada de su Príncipe que parezca que habría podido ser
illud de alio dici potuisse videatur. igualmente dicho de algún otro de sus predecesores.
[2] Quare abeant ac recedant voces illae, [2] Que por ello se aparten de nosotros, que se retiren
quas metus exprimebat: nihil, quale ante, lejos de nuestra vista aquellas palabras que sólo el
dicamus; nihil enim, quale antea, miedo nos hacía pronunciar. No nos sirvamos de las
patimur: nec eadem de principe [palam], mismas expresiones que en el pasado, pues no
quae prius, praedicemus; neque enim sufrimos los mismos males que otrora, y no
eadem secreto loquimur, quae prius. proclamemos en voz alta los mismos elogios sobre el
Príncipe que en los tiempos precedentes, pues no
hacemos a éste en nuestras conversaciones privadas los
[3] Discernatur orationibus nostris mismos reproches que entonces. [3] Que por nuestros
diversitas temporum, et ex ipso genere discursos se perciba qué distintos son estos tiempos, y
gratiarum agendarum intelligatur, cui, que por el tono mismo de nuestras manifestaciones de
quando sint actae. Nusquam ut deo, agradecimiento se advierta a quién le fueron dedicadas
nusquam ut numini blandiamur: non y en qué época. No lo adulemos tratándolo de divini-
enim de tyranno, sed de cive; non de dad4, ni lo adulemos tratándolo de numen, pues no
domino, sed de parente loquimur. hablamos de un tirano, sino de un ciudadano, ni
hablamos tampoco de un amo5, sino de un padre.
[4] Unum ille se ex nobis, et hoc magis [4] Él, por su parte, tiene bien presente que es uno más
excellit atque eminet, quod unum ex entre nosotros (y precisamente por el hecho mismo de
nobis putat; nec minus hominem se, considerarse como tal, más sobresale y se distingue
quam hominibus praeesse meminit. entre todos), y si es plenamente consciente de que
gobierna sobre todos los hombres, no por eso se olvida
[5] Intelligamus ergo bona nostra, de que él mismo es también un hombre. [5] Así pues,
dignosque nos illis usu probemus, atque démonos cuenta de nuestra fortuna y mostrémonos
identidem cogitemus, quam sit dignos de ella haciendo un buen uso de la misma. Al
indignum, si maius principibus mismo tiempo, no apartemos en ningún momento de

4 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 13, 2: “Con la misma arrogancia, al dictar una circular en nombre de sus
procuradores, la comenzó por estas palabras: «Nuestro señor y dios ordena que se haga lo siguiente». De ahí que quedara
establecido a partir de entonces (i. del a. 86 aproximadamente) que nadie lo llamara de otra manera ni por escrito ni en sus
conversaciones”.
5 En latín: non de domino, sed de parente loquimur. Y sin embargo, en sus cartas, Plinio se dirige al Príncipe tratándolo de

domine. El término dominus en latín era el que utilizaban los esclavos para dirigirse a sus amos, los libertos a sus patronos,
e incluso los hijos a sus padres. Durante los dos primeros siglos del Imperio la mayoría de los emperadores rechazaron el
uso de este apelativo como título oficial, las dos principales excepciones que pueden citarse al respecto son Calígula y
Domiciano. Cfr. Suetonio, Augusto, 53, 1: “Siempre le produjo horror el título de ‘señor’, que consideraba como una
injuria y un insulto”; id., Tiberio, 27: “Aborrecía... las adulaciones.... Cuando un individuo lo llamó ‘señor’, le ordenó que
no le volviera a dar ese título ultrajante”; Tácito, Anales, 2,87: “... e increpó duramente (sc. Tiberio) a los que habían dicho
que sus ocupaciones eran divinas y lo habían llamado señor”. Sobre Domiciano, véase el pasaje de Suetonio citado en la
nota precedente, y cfr. asimismo Marcial, 8,2: “Jano, el creador y padre de nuestros fastos, al ver hace poco al vencedor
del Istro (sc. a Domiciano), pensó que no le eran suficientes tantos rostros y deseó tener más ojos y, expresándose con todas
sus lenguas al mismo tiempo, prometió al Dueño de las tierras y dios del mundo cuatro veces la vejez del anciano de
Pilos...”; Eutropio, 7, 23, 1-2: “Luego recibió el poder Domiciano..., más parecido a Nerón, Calígula o Tiberio que a su
padre o su hermano... Fue el primero en mandar que se lo llamara señor y dios”; Aurelio Víctor, 11,1-2: “Así Domiciano...
empezó a robar, a asesinar y a torturar,... tratando a los senadores con desmedida soberbia, pues los obligó a que lo
llamaran señor y dios, costumbre que fue inmediatamente abandonada por sus sucesores y mucho después retomada con
más fuerza”. Una vez muerto Domiciano, Marcial comienza así uno de sus poemas escritos en tiempos de Trajano, 10, 72,
vv. 1-4 y 12-13: “En vano venís a mí, Halagos dignos de compasión por vuestros labios desgastados: no voy a llamar
«Dueño y Señor» (en realidad: «Señor y Dios»), Ya no hay lugar en esta ciudad para vosotros... Bajo este príncipe, si eres jui-
ciosa, guárdate, Roma, de hablar con las palabras de antes”.
praestemus obsequium, qui servitute nuestra mente qué indigno sería mostrar una mayor
civium, quam qui libertate laetantur. lealtad a los Príncipes que se complacen con la
esclavitud de sus ciudadanos que a aquellos que
[6] Et populus quidem Romanus desean la libertad de los mismos. [6] Ciertamente, el
dilectum principum servat, quantoque pueblo romano sabe establecer diferencias entre unos
paullo ante concentu formosum alium, Príncipes y otros: con la misma unanimidad con la que
hunc fortissimum personat: quibusque poco antes aclamaba a uno por su hermosura6, aclama
aliquando clamoribus gestum alterius et ahora a éste por su extraordinario valor, y con el
vocem, huius pietatem, abstinentiam, mismo griterío con el que en otro tiempo elogió la
mansuetudinem laudat. expresividad y la voz de otro7, elogia en nuestros días
la devoción filial, la honestidad y la bondad de éste.
[7] Quid nos ipsi? divinitatem principis [7] ¿Y qué decir de nosotros mismos?8 ¿Es la divinidad
nostri, an humanitatem, temperantiam, de nuestro Príncipe lo que acostumbramos a celebrar
facilitatem, ut amor et gaudium tulit, con el mayor de los consensos, o más bien, su
celebrare universi solemus? humanidad, su moderación y su afabilidad,
Iam quid tam civile, tam senatorium, dejándonos llevar por nuestro amor por él y la alegría
quam illud additum a nobis OPTIMI general? ¿Y por otro lado, qué honor más digno de un
cognomen? ciudadano y de un senador que el título de “Óptimo”
quod peculiare huius et proprium que le hemos otorgado? La soberbia de los anteriores
arrogantia priorum principum fecit. Príncipes ha hecho que este título sea privativo y
propio del que ahora nos gobierna. [8] En efecto, que
[8] Enimvero quam commune, quam ex éstos son unos tiempos caracterizados por la
aequo, quod FELICES NOS, FELICEM comunidad de sentimientos con nuestro Príncipe y
ILLUM praedicamus? vividos por todos nosotros en pie de igualdad frente a
él, lo pone de manifiesto el hecho de que lo aclamemos
declarándolo afortunado al tiempo que nos
alternisque votis, HAEC FACIAT!, proclamamos afortunados también nosotros mismos, y
HAEC AUDIAT!, quasi non dicturi, nisi que en nuestros votos supliquemos todos juntos
fecerit, comprecamur? alternativamente: “Que así se comporte siempre”,
“Que siempre merezca estas aclamaciones”, dejando
ver nuestra intención de que no le dedicaremos
Ad quas ille voces lacrymis etiam ac nuestros elogios en el caso de que no se comporte
multo pudore suffunditur. Agnoscit enim como debe hacerlo. Ante estas palabras de aprobación,
sentitque, sibi, non principi, dici. sus ojos se bañan de lágrimas y su rostro se cubre de
rubor, pues comprende que están dedicadas al hombre,
no al Príncipe, y es plenamente consciente de ello.

6 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 18, 1: “Era de estatura elevada;... era además apuesto y bien
proporcionado, sobre todo en su juventud...”, e ibidem, 20: “No obstante, su conversación no carecía de elegancia, y a
veces tenía incluso unos dichos muy notables, como cuando exclamó: «Me gustaría ser tan hermoso como Meció se cree
que es»”.
7 Alusión a Nerón, cfr. Tácito, Anales, 14,1 5, 1-5, cito el § 5: “Al fin se presenta él mismo (sc. Nerón) en escena, tentando

con gran cuidado la cítara a modo de preludio y acompañado por sus maestros de canto... Los tales le aplaudían día y
noche, aclamando la belleza y voz del príncipe con invocaciones apropiadas a los dioses...”; Suetonio, Nerón, 21, 1-3:
“Consideraba de gran importancia cantar también en Roma; así pues, convocó los Juegos Neronianos antes de la fecha
prevista y, cuando todos los espectadores exigieron oír su celestial voz, respondió que cumpliría sus deseos en sus
jardines; pero al sumarse a las preces del pueblo incluso los centinelas que estaban de guardia en aquel momento,
prometió encantado actuar sin dilación... Representó también tragedias con el rostro cubierto por máscaras de héroes y
de dioses, así como de heroínas y de diosas” (y en general, ibidem, 20-25).
8 El Senado, por oposición al resto de los ciudadanos.
III La moderación del elogio.
[3, 1] Igitur quod temperamentum omnes [3, 1] Así pues, esa misma moderación que todos juntos
in illo subito pietatis calore servavimus, observamos en los elogios que dirigimos a nuestro
hoc singuli quoque meditatique Príncipe en los repentinos arrebatos de devoción por él,
teneamus; sciamusque, nullum esse conservémosla también individualmente en los
neque sincerius, neque acceptius genus discursos que hemos podido meditar con sosiego, y
gratiarum, quam quod illas tengamos bien presente que ningún tipo de
acclamationes aemuletur, quae fingendi agradecimiento es más sincero ni más grato que aquel
non habent tempus. que se asemeja a esas aclamaciones espontáneas que no
[2] Quantum ad me attinet, laborabo, ut tienen tiempo de ser elaboradas. [2] Por lo que a mí res-
orationem meam ad modestiam Principis pecta, me esforzaré por acomodar mi discurso a la
moderationemque submittam, nec minus modestia y moderación de nuestro Príncipe, y no
considerabo, quid aures eius pati possint, atenderé en menor medida a no sobrepasar el límite de
quam quid virtutibus debeatur. [3] lo que pueden soportar sus oídos que a tributarle los
Magna et inusitata Principis gloria, cui elogios debidos a sus méritos. [3] Grande y excepcional
gratias acturus, non tam vereor, ne me in es la gloria de este Príncipe, pues en el momento en el
laudibus suis parcum, quam ne nimium que me dispongo a manifestarle mi agradecimiento, no
putet. temo tanto que me considere parco en mis alabanzas a
[4] Haec me cura, haec difficultas sola su persona como exagerado en ellas. [4] Esta es la única
circumstat: nam merenti gratias agere preocupación que me asalta, ésta la única dificultad
facile est, Patres Conscripti. Non enim que se me presenta, pues es sencillo, padres
periculum est, ne, quum loquar de conscriptos, mostrarse agradecido ante quien lo
humanitate, exprobrari sibi superbiam merece. En efecto, no existe el peligro de que, cuando
credat; quum de frugalitate, luxuriam; me refiera a sus virtudes, él crea que, en realidad,
quum de clementia, crudelitatem; quum censuro sus vicios, y que, así, por su afabilidad
de liberalitate, avaritiam; quum de entiendo su soberbia, por su clemencia su crueldad,
benignitate, livorem; quum de por su templanza sus excesos, por su liberalidad su
continentia, libidinem; quum de labore, avaricia, por su bondad su envidia, por su continencia
inertiam; quum de fortitudine, timorem. su lujuria, por su laboriosidad su indolencia, por su
[5] Ac ne illud quidem vereor, ne gratus valor su cobardía. [5] Y no temo tampoco resultar grato
ingratusve videar, prout satis aut parum u odioso al Príncipe dependiendo de que mi discurso
dixero. Animadverto enim, etiam deos sea extenso o más bien breve. En efecto, observo que
ipsos non tam accuratis adorantium los propios dioses no se alegran tanto por las súplicas
precibus, quam innocentia et sanctitate, elaboradas de quienes los veneran que por la
laetari; gratioremque existimari, qui integridad y rectitud de éstos, y que encuentran más
delubris eorum puram castamquem grato a quien acude a sus templos con un corazón puro
mentem, quam qui meditatum carmen y virtuoso que a quien se presenta ante ellos con una
intulerit. oración cuidadosamente preparada.

IV El Príncipe ideal: virtudes morales y nobleza de rasgos de Trajano.


[4, 1] Sed parendum est Senatusconsulto, [4, 1] Pero debemos sometemos al decreto que el
quo ex utilitate publica placuit, ut Senado aprobó en beneficio del interés público y que
Consulis voce, sub titulo gratiarum establece que por medio del discurso del cónsul y bajo
agendarum, boni principes, quae el pretexto de una ceremonia de agradecimiento, los
facerent, recognoscerent; mali, quae buenos Príncipes pasen revista a su actuación de
facere deberent. gobierno y los perversos reflexionen sobre lo que
[2] Id nunc eo magis solemne ac debería ser ésta. [2] Este deber es hoy tanto más
necessarium est, quod parens noster sagrado y necesario cuanto que nuestro Padre rehúsa y
privatas gratiarum actiones cohibet et rechaza las manifestaciones privadas de
comprimit, intercessurus etiam publicis, agradecimiento, e incluso prohibiría los
si permitteret sibi vetare, quod Senatus agradecimientos públicos si se permitiese oponer su
iuberet. [3] Utrumque, Caesar Auguste, veto a lo que ordena el Senado7. [3] Ciertamente, César
moderate, et quod alibi tibi gratias agi Augusto, en ambas medidas muestras tu moderación:
non sinis, et quod hic sinis. Non enim a te tanto en no permitir que nadie en ninguna otra ocasión
ipso tibi honor iste, sed agentibus te manifieste su agradecimiento como en permitirlo en
habetur. Cedis affectibus nostris, nec este acto en concreto. En efecto, no es éste un honor
nobis munera tua praedicare, sed audire que tú mismo te concedas a ti mismo, sino que se lo
tibi necesse est. concedes a quienes te expresan su reconocimiento. En
realidad, tú cedes ante nuestro afecto, y mientras que a
nosotros nada nos obliga a celebrar los beneficios que
nos prodigas, sí forma parte de tu deber tener que
[4] Saepe ego mecum, Patres Conscripti, escucharlos. [4] 8 Con frecuencia, padres conscriptos,
tacitus agitavi, qualem quantumque esse medité en silencio en mi interior qué cualidades y qué
oporteret, cuius ditione nutuque maria, grandeza convenía que poseyese aquel cuya autoridad
terrae, pax, bella regerentur: quum y voluntad debían regir los mares y las tierras, la paz y
interea fingenti formantique mihi la guerra. Y sin embargo, cuantas veces me imaginé y
principem, quem aequata diis me representé a ese Príncipe ideal digno de
immortalibus potestas deceret, nunquam administrar un poder comparable al de los dioses
voto saltem concipere succurrit similem inmortales, nunca, ni siquiera dejándome llevar por
huic, quem videmus. mis mejores deseos, llegué a atribuirle unas virtudes
semejantes a las de este que vemos aquí entre nosotros.
[5] Enituit aliquis in bello, sed obsolevit [5] Uno se distinguió en la guerra, pero perdió su vigor
in pace: alium toga, sed non et arma en la paz9; a otro toda la honra que le proporcionó la
honestarunt: reverentiam ille terrore, toga, no se la procuraron las armas10; uno quiso
alius amorem humanitate captavit: ille imponer el respeto a su nombre por medio del terror11,
quaesitam domi gloriam in publico, hic otro, por su parte, ganarse el afecto de los ciudadanos
in publico partam domi perdidit. aun a costa de su propia humillación12; aquél perdió en
Postremo adhuc nemo exstitit, cuius la vida pública la gloria que había merecido en su vida

7 Alusión a la potestad tribunicia que desde Augusto todos los emperadores incluían entre sus múltiples poderes. En
virtud de la potestad tribunicia, los emperadores eran tribunos de la plebe vitalicios, lo que les permitía vetar cualquier
decreto del Senado o de los magistrados. Naturalmente, los emperadores no necesitaban apelar a su potestad tribunicia
para impedir cualquier medida del Senado, pero de ese modo se preservaba la apariencia de una cierta legalidad
republicana. Véase “Tribuno de la plebe” en el Apéndice 5.
8 Desde aquí y hasta el final del capítulo algunos estudiosos han visto una ampliación de la versión original del discurso

que permitiría a Plinio desarrollar las virtudes de Trajano según las reglas del encomio en la Antigüedad.
9 Posible alusión a Tiberio, cfr. Tácito, Anales, 1, 4, 3-4: “Tiberio Nerón había madurado con los años y probado su valor

en la guerra, pero tenía la vieja soberbia ingénita en la familia Claudia... Además —advertían— se había educado desde
la primera infancia en una casa de reyes; se lo había colmado, cuando aún era un muchacho, de consulados y triunfos; y
ni siquiera en los años pasados en el exilio de Rodas con apariencia de retiro había alimentado en su interior más que
odio y simulación y secretas concupiscencias”. También podría tratarse de alguno de los grandes generales del siglo I
a.C., tales como Gayo Mario, L. Cornelio Sila, Gn. Pompeyo o M. Antonio.
10 Posible alusión a Augusto. Si bien, podría tratarse también de Marco Tulio Cicerón.

11 Posible alusión a Calígula, cfr. Suetonio, Calígula, 30,1: “A menudo repetía aquel verso de tragedia: Que me odien, con tal

de que me teman”·, o quizás a Domiciano, cfr. más adelante el cap. 49,3: “En vano se ha de proteger con el terror quien no
haya sabido rodearse de afecto, pues las armas llaman a las armas”.
12 Evidente alusión a Nerón. Algún estudioso cree, sin embargo, que podría tratarse más bien de Otón, lo que me parece

menos claro, citando en apoyo de esta tesis el pasaje de Suetonio, Otón, 6,3: “... con el fin de atraerse mediante promesas
los ánimos de los soldados, se limitó a declarar (sc. Otón) ante la asamblea que sólo conservaría aquello que quisieran
dejarle”.
virtutes nullo vitiorum confinio privada13, éste la gloria alcanzada en la vida pública la
laederentur. echó a perder en su vida privada14. En fin, hasta ahora
no ha habido nadie cuyas virtudes no se viesen
[6] At Principi nostro quanta concordia, obscurecidas por la proximidad de algún vicio. [6] ¡Por
quantusque concentus omnium laudum el contrario, cuántos méritos y cuánta gloria de todo
omnisque gloriae contigit! Ut nihil tipo se reúnen en la figura de nuestro Príncipe en la
severitati eius hilaritate, nihil gravitati más absoluta concordia y armonía! 15. ¡No sufre su
simplicitate, nihil maiestati humanitate seriedad el menor menoscabo por su jovialidad, no lo
detrahitur! sufre su dignidad por su sencillez, ni lo sufre su
[7] Iam firmitas, iam proceritas corporis, majestad por su afabilidad! [7] ¿Acaso la robustez de
iam honor capitis, et dignitas oris, ad hoc su cuerpo y su elevada estatura, acaso la belleza de su
aetatis indeflexa maturitas, nec sine cabeza y la nobleza de sus rasgos, acaso, además de
quodam munere deum festinatis todo ello, la plenitud de su edad, no encorvada aún por
senectutis insignibus ad augendam el paso del tiempo16, y sus cabellos, que, como por un
maiestatem ornata caesaries, nonne longe presente de los dioses, se hallan prematuramente
lateque principem ostentant? adornados con las insignias de la vejez para acrecentar
así su majestad, acaso todo esto no revela en él clara y
manifiestamente a un Príncipe?

II. Trajano hasta su entrada en Roma como emperador el año 99: caps. 5-24.

II.A. La adopción de Trajano como hijo de Nerva y futuro Príncipe: caps. 5-9.

V El presagio en el templo de Júpiter Capitolino.


[5,1] Talem esse oportuit, quem non bella [5,1] Así convenía que fuese el Príncipe que no nos
civilia nec armis oppressa respublica, sed impusieron guerras civiles ni la opresión del Estado
pax, et adoptio, et tandem exorata terris bajo las armas, sino que nos fue concedido por la paz,
numina, dedissent. por una adopción y por los númenes, finalmente
conmovidos por las súplicas que les llegaban desde la
[2] An fas erat, nihil differre inter tierra. [2] ¿O acaso sería natural que no existiese
imperatorem, quem homines, et quem dii ninguna diferencia entre un emperador escogido por
fecissent? quorum quidem in te, Caesar los hombres y uno designado por los dioses?
Auguste, iudicium et favor, tunc statim, Ciertamente, la elección que habían hecho de tu
quum ad exercitum proficiscereris, et persona y su inclinación por ti, César Augusto, se
quidem inusitato indicio enituit. manifestaron el día en que debías partir para ponerte al
frente de tu ejército17, y por medio de una señal,

13 Probable alusión a Galba, cfr. Suetonio, Galba, 14,1: “Su favor y su prestigio fueron mayores, sin duda, en el momento
de alcanzar el poder que durante el ejercicio de éste, aunque diera muchas pruebas de ser un excelente príncipe...”.
14 Probable alusión a Augusto, de nuevo, cfr. Tácito, Anales, 3, 24,2: “Así como el divino Augusto gozó de invariable

fortuna en los asuntos del estado, la de su casa fue poco próspera a causa de la desvergüenza de su hija y de su nieta...”.
15 Cfr. Eutropio, 8, 2,1: “Administró (sc. Trajano) el estado de manera que motivadamente aventajó a todos los

emperadores, siendo un hombre de inusitada bondad y energía”, e ibidem, 8,5,3: “Tanto se lo ha recordado (sc. a Trajano)
que hasta nuestros tiempos en el Senado no se aclama a los Príncipes de otra manera, sino diciendo: «Más afortunado que
Augusto, mejor que Trajano». Hasta tal punto prevaleció la fama de su bondad que ofrece la ocasión de servir como el
más destacado ejemplo tanto a los aduladores como a los que alaban sinceramente”; Aurelio Víctor, 13, 2: “Difícilmente se
encontraría un hombre más preclaro que éste (i. Trajano), tanto en la paz, como en la guerra”.
16 Trajano, nacido probablemente en septiembre del 53 d.C., tenía por lo tanto cuarenta y cuatro años en el momento de

su adopción por Nerva a finales de octubre del año 97.


17 Tras asumir el Imperio a la muerte de Domiciano en septiembre del 96, Nerva nombró a Trajano a comienzos del año
[3] Nam ceteros principes aut largus además, verdaderamente extraordinaria. [3] Así es. En
cruor hostiarum, aut sinister volatus el caso de los demás Príncipes fueron la abundancia de
avium consulentibus nuntiavit: tibi la sangre que manaba de las víctimas o el vuelo de las
ascendenti de more Capitolium, aves por el costado izquierdo los que revelaron su
quamquam non id agentium civium destino a los adivinos18, mientras que en tu caso,
clamor, ut iam principi, occurrit. cuando según la costumbre ascendiste al Capitolio19,
los gritos de los ciudadanos te aclamaron como si ya
fueses Príncipe, aunque éstos tenían otra cosa en la
[4] Siquidem omnis turba, quae limen cabeza. [4] En efecto, toda la multitud que había
insederat, ad ingressum tuum foribus ocupado la explanada frente al templo, al abrirse las
reclusis, illa quidem ut tunc arbitrabatur, puertas del mismo con motivo de tu entrada en él,
deum, ceterum, ut docuit eventus, te saludó a Júpiter con el título de Imperator, eso es, al
consalutavit imperatorem. Nec aliter a menos, lo que ella creía, pero en realidad, como han
cunctis omne acceptum est. mostrado luego los acontecimientos, fue a ti a quien en
ese instante saludó como emperador20. Y no fue otra la
interpretación que todos dieron a ese presagio.
[5] Nam ipse intelligere nolebas: [5] Tú eras el único, ciertamente, que no querías
recusabas enim imperare, recusabas; comprender el sentido de la señal, pues no deseabas
quod bene erat imperaturi. gobernar, no lo deseabas, no, lo que era ya una
excelente prueba de que gobernarías como un buen
[6] Igitur cogendus fuisti. Cogi porro non Príncipe21. [6] Hubo, por consiguiente, que forzarte a
poteras, nisi periculo patriae, et nutatione hacerlo. Y no podías ser forzado a ello a menos que la
reipublicae. Obstinatum enim tibi non patria se hallase en peligro y que el Estado corriese
suscipere imperium, nisi servandum riesgo de desmoronarse, pues habías tomado la firme
fuisset. decisión de no asumir el poder supremo a no ser que
[7] Quare ego illum ipsum furorem fuese necesario salvar el Imperio. [7] Creo que fue ése
motumque castrensem reor exstitisse, el motivo por el que aconteció aquel delirio furioso, la
quia magna vi magnoque terrore sublevación de los soldados, pues sólo una gran
modestia tua vincenda erat. violencia y una grave amenaza podían vencer tu
[8] Ac sicut maris coelique temperiem modestia22. [8] Y del mismo modo que los torbellinos y

97 general en jefe del ejército de Germania Superior.


18 Tanto la abundancia de sangre de las víctimas sacrificiales como el vuelo de las aves por el costado izquierdo eran

presagios de buen augurio.


19 Era costumbre que los generales romanos, antes de partir para la guerra o para asumir el gobierno de una provincia,

acudiesen al templo de Júpiter Capitolino a hacer votos por la victoria o por un feliz mandato al padre de los dioses
(véase “Júpiter” en el Apéndice 1).
20 Juego de palabras con la palabra Imperator, por un lado, epíteto de Júpiter, y por otro, el término que designa al

“emperador” romano, aunque Plinio la utiliza menos que Princeps, “Príncipe”. Entre las estatuas de Júpiter en el templo
del Capitolio, había, por lo tanto, una dedicada a Júpiter Imperator. Según el gran historiador romano Tito Livio, 6, 29, 8,
habría sido el general Tito Quincio Cincinato quien habría llevado desde Preneste la primera estatua de Júpiter Imperator
a Roma el año 380 a.C. Según Cicerón, Veninas 2, 4, 129, habría sido Tito Quincio Flaminino quien la habría llevado desde
Macedonia en el 197 a.C., pero parece que esta última noticia es una confusión de Cicerón. Sin embargo, el templo de
Júpiter en el Capitolio fue destruido por un incendio el 83 a.C., y de nuevo en los años 69 d.C. y 80 d.C. El presente pasaje
de Plinio es el único que nos informa de la existencia de una nueva estatua de Júpiter Imperator en el Capitolio en esta
época.
21 Tópico del encomio del Príncipe. Veleyo Patérculo atribuye la misma actitud a Tiberio en su elogio de éste, véase

Veleyo Patérculo, 2,124,2: “No obstante, hubo cierta pugna en la ciudad, un forcejeo del Senado y del pueblo romano con
César para que ocupara el puesto de su padre, pese a que él prefería ser un ciudadano como los otros antes que un
eminente ciudadano principal. Finalmente venció la razón más que el honor, al darse cuenta de que cualquier cosa que él
no hubiera aceptado proteger, se perdería”.
22 Alusión a la revuelta de los pretorianos en tiempos de Nerva. Los soldados del Pretorio en Roma lamentaron
turbines tempestatesque commendant; las tempestades hacen apreciar la serenidad del mar y
ita ad augendam pacis tuae gratiam illum del cielo, así también estoy convencido de que aquella
tumultum praecessisse crediderim. revuelta precedió a la paz de que disfrutamos gracias a
ti para proporcionar un mayor encanto a ésta.
[9] Habet has vices conditio mortalium, [9] Tales son las vicisitudes por las que pasamos los
ut adversa ex secundis, ex adversis seres humanos: de la prosperidad nace la adversidad y
secunda nascantur. Occultat utrorumque de la adversidad la prosperidad. La divinidad oculta
semina deus, et plerumque bonorum los orígenes de una y otra, y así, en general, las causas
malorumque caussae sub diversa specie de los bienes y de los males se esconden bajo
latent. apariencias contrarias.

VI La crisis del Imperio: la revuelta de los pretorianos en Roma.


[6, 1] Magnum quidem illud seculo [6, 1] Ciertamente, aquellos hechos constituyeron un
dedecus, magnum reipublicae vulnus gran deshonor para nuestro tiempo, con ellos se
impressum est. Imperator, et parens infligió una grave herida al Estado: el emperador y el
generis humani, obsessus, captus, padre del género humano se vio cercado, aprisionado,
inclusus: ablata mitissimo seni recluido por la violencia; a un bondadosísimo anciano
servandorum hominum potestas; se le retiró el poder de salvar vidas humanas23, y a un
ereptumque principi illud in principatu Príncipe se le arrebató la más afortunada prerrogativa
beatissimum, quod nihil cogitur. del Principado: no verse obligado a hacer nada contra
[2] Si tamen haec sola erat ratio, quae te su voluntad. [2] No obstante, si éste era el único medio
publicae salutis gubernaculis admoveret; de que asumieses el timón de la nave del Estado para
prope est ut exclamem, tanti fuisse. conducirla a su salvación, estoy a punto de exclamar
Corrupta est disciplina castrorum, ut tu que todo aquello mereció la pena. La disciplina del
corrector emendatorque contingeres: ejército se corrompió para que tú te mostrases como su
inductum pessimum exemplum, ut restaurador y su reformador, se nos ofreció un pésimo

profundamente el asesinato de Domiciano en septiembre del 96 d.C. Por ello, en el otoño del 97, acaudillados por el
nuevo prefecto del Pretorio Casperio Eliano (un veterano que había servido en el 69 a las órdenes de Vespasiano y que
también había comandado la Guardia Pretoriana en tiempos de Domiciano), exigieron a Nerva que castigase a los
tiranicidas. Aunque el nuevo emperador se resistió al principio, pronto tuvo que ceder ante las exigencias de la Guardia
Pretoriana, a la que acabó por entregar a dos de los conjurados, que fueron asesinados: el anterior prefecto del Pretorio,
Petronio Segundo (ajusticiado sin más); y el antiguo camarero mayor de Domiciano, un liberto llamado Partenio
(castrado primero y luego lentamente estrangulado), sin que sepamos por qué los restantes tiranicidas escaparon al
castigo, a no ser que hubiesen muerto con anterioridad a esa fecha. A la muerte de Nerva, Trajano, en viaje de inspección
por las fronteras del Rin y del Danubio, ordenó acudir ante él a Casperio y a los principales cabecillas de la revuelta y les
dio muerte. Cfr. al respecto, Suetonio, Domiciano, 23, 1: “El pueblo recibió con indiferencia la noticia de su asesinato (.i.
del de Domiciano)·, en cambio, a los soldados les causó una enorme indignación: al punto intentaron darle el título de
«divino», e incluso se habrían aprestado a vengarlo si hubieran tenido quienes los guiaran; no obstante, poco después lo
lograron reclamando con la mayor insistencia que se ejecutara a los autores del asesinato”; Aurelio Víctor, 11, 8-10: “Por
su parte el Senado decretó que fuera enterrado (sc. Domiciano) como un gladiador y se borrara su nombre. Movidos por
esto, los soldados que recibían con considerable largueza beneficios privados a cargo del dinero público, empezaron a
pedir el castigo para los responsables de su muerte, según su costumbre, con una gran sedición. Estos sólo a duras penas
fueron contenidos por hombres sensatos y se reconciliaron con la nobleza”.
25 Nerva, nacido hacia el 35 d.C., tenía, por lo tanto, alrededor de 61 años cuando fue designado emperador a la muerte

de Domiciano en septiembre del año 96. Las vidas humanas que Nerva no pudo salvar fueron, naturalmente, las de los
magnicidas responsables del asesinato de Domiciano. La imagen de Nerva como un bondadoso anciano prevaleció entre
los historiadores de la Antigüedad Tardía, cfr. Eutropio, 8, 1, 1: “... a Domiciano, un funesto tirano, lo sucedió Nerva,
hombre moderado en su vida privada, valeroso y de mediana nobleza, el cual ya anciano... fue nombrado emperador. Se
comportó de forma muy justa y afable”; Aurelio Víctor, 12, 1-2: “Pues ¿quién fue más sensato y más moderado que el
cretense Nerva? El cual, puesto que había tomado el mando por decisión de las legiones siendo ya anciano...”. Y cfr.
asimismo Marcial, 12, 6, 1-2: “Al palacio de Ausonia le ha caído en suerte Nerva, el más apacible de los príncipes”.
optimum opponeretur: postremo coactus ejemplo para oponerle uno excelente en tu persona, y
princeps, quos nollet, occidere, ut daret en fin, un Príncipe fue forzado a ajusticiar a unos
principem, qui cogi non posset. hombres a los que no quería matar para que nos diese
un Príncipe tal que no admite ningún tipo de coacción.
[3] Olim tu quidem adoptari merebare; [3] Sin duda, desde mucho tiempo atrás tú merecías ser
sed nescissemus, quantum tibi deberet adoptado, pero no habríamos sabido cuánto te debe el
imperium, si ante adoptatus esses. Imperio, si hubieses sido adoptado antes.
Exspectatum est tempus, in quo liqueret, Se esperó el momento en el que fuese manifiesto que
non tam accepisse te beneficium, quam con ello no recibías un beneficio, sino que lo
dedisse. Confugit in sinum tuum dispensabas. El Estado convulso se refugió entre tus
concussa respublica, ruensque imperium brazos, y un Imperio que amenazaba con
super imperatorem imperatoris tibi voce desmoronarse sobre el emperador te fue confiado por
delatum est. [4] Imploratus adoptione, et boca del propio emperador. [4] Mediante la adopción
accitus es, ut olim duces magni a se te suplicó que regresases24, como en otro tiempo se
peregrinis externisque bellis ad opem acostumbraba a hacer volver de las guerras contra los
patriae ferendam revocari solebant. Ita extranjeros en tierras lejanas a los grandes generales
filius ac parens uno eodemque momento con el deseo de que éstos prestasen su asistencia a la
rem maximam invicem praestitistis: ille patria25. Así, hijo y padre os hicisteis el uno al otro al
tibi imperium dedit, tu illi reddidisti. mismo tiempo el mayor de los presentes: él te entregó
[5] Solus ergo ad hoc aevi pro munere el Imperio, tú se lo devolviste26. [5] Por lo tanto, tú has
tanto paria accipiendo fecisti, immo ultro sido el único que hasta nuestros días, al recibir tan
dantem obligasti: communicato enim gran don, has ofrecido otro semejante, es más, incluso
imperio, solicitior tu, ille securior factus has hecho que el que te lo proporcionó se sienta más
est. obligado hacia ti que tú hacia él, pues, desde el
momento en el que tú compartiste con él el Imperio,
tus preocupaciones aumentaron, mientras que él, por
su parte, se quedó más tranquilo.

24 Según el historiador griego Dión Casio, 68, 3,4, Nerva escribió a Trajano una carta de su puño y letra en la que citaba
un verso de la Ilíada de Homero, 1, 42: “Que con tus flechas los dánaos paguen estas lágrimas mías”. Así, como en el
poema homérico el sacerdote Crises suplica al dios Apolo que castigue a los griegos, que habían raptado a su hija, así
también Nerva, citando este verso, habría rogado a Trajano que castigase a los responsables de la revuelta de los
pretorianos en Roma, que lo habían ofendido en su calidad de Príncipe.
25 Algunos ejemplos de este tipo son citados por Cicerón, En defensa de la ley Manilia, 8 (el Senado solicita el regreso de L.

Sila y de L. Murena desde Asia para que pongan remedio a la crítica situación que vive Italia): “Triunfó sobre Mitrídates
Lucio Sila, triunfó Lucio Murena, ambos hombres sumamente valientes y consumados generales, pero su triunfo fue tal
que aquél, aun puesto en fuga y vencido, seguía remando. Sin embargo, debemos alabanza a estos generales por lo que
hicieron e indulgencia por lo que dejaron de hacer; porque a Sila lo hizo venir de aquella guerra a Italia la situación
política y a Murena, Sila”; ibidem, 30 (el Senado reclama urgentemente el regreso de Pompeyo desde Hispania para que
participe en la guerra contra los esclavos): "... testigo es insistentemente Italia, que, estando en aprieto por culpa de la
horrible y peligrosa guerra de los esclavos, reclamó el auxilio de Pompeyo, el cual se hallaba ausente (sc. en Hispania), y la
lucha cedió y se amortiguó a la sola espera de su regreso; y, con su llegada, se extinguió totalmente”; Salustio, Guena de
Jugata, 114 (se solicita urgentemente el regreso de G. Mario de África para ponerlo al frente de la guerra contra los
cimbros): “Por las mismas fechas nuestros generales Quinto Cepión y Gneo Malio sufrieron una derrota frente a los galos.
Con ello toda Italia se echó a temblar de miedo... Pero una vez terminó la guerra de Numidia y se informó de que traían
prisionero a Jugurta a Roma, Mario fue elegido cónsul en su ausencia y se le asignó la provincia de la Galia... Por aquel
tiempo las esperanzas y las fuerzas de la ciudad estaban cifradas en su persona”.
28
Posible alusión a unas palabras de Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 13, 1: “Pero cuando alcanzó el Principado no
vaciló en declarar en el Senado que había dado el Imperio a su padre y a su hermano, y que ellos no habían hecho más
que devolvérselo...”.
VII La adopción. Teoría política: el Imperio no debe ser hereditario, el Príncipe ha de ser en cada
momento el mejor de los ciudadanos.
[7, 1] O novum atque inauditum ad [7, 1] ¡Qué camino éste tan nuevo y excepcional de
principatum iter! Non te propria acceder al Principado! No te hicieron Príncipe ni tu
cupiditas, proprius metus; sed aliena propia ambición ni tu propio temor, sino el interés y el
utilitas, alienus timor principem fecit. miedo de otra persona. [2] Justo es que parezca que has
[2] Videaris licet quod est amplissimum alcanzado la mayor gloria posible entre los hombres,
consequutus inter homines; felicius no obstante, era más dichosa aquella vida a la que
tamen erat illud, quod reliquisti: sub renunciaste, pues dejaste de ser un ciudadano
bono principe privatus esse desiisti. particular en tiempos de un buen Príncipe. [3] Fuiste
[3] Assumptus es in laborum asociado a compartir penalidades y cuidados, y no te
curarumque consortium, nec te laeta et empujaron a aceptar ese puesto los atractivos y alegrías
prospera stationis istius, sed aspera et del mismo, sino sus asperezas y durezas: asumiste la
dura ad capessendam eam compulerunt. dirección del Imperio cuando otro se arrepentía de
Suscepisti imperium, postquam alium haberla asumido. [4] No existía ningún parentesco
suscepti poenitebat. [4] Nulla adoptati entre el adoptado y el que adoptaba, ningún estrecho
cum eo, qui adoptabat, cognatio, nulla vínculo de amistad, lo único que los unía era que uno y
necessitudo, nisi quod uterque optimus otro eran hombres honorables, y que uno era digno de
erat, dignusque alter eligi, alter eligere. ser elegido por el otro y el otro digno de elegirlo a él. Y
Itaque adoptatus es, non, ut prius alius así, no fuiste adoptado como otros en el pasado para
atque alius, in uxoris gratiam. Adscivit complacer a una esposa, ni te acogió como hijo tu
enim te filium non vitricus, sed princeps, padrastro, sino el Príncipe27. Y el divino Nerva se
eodemque animo divus Nerva pater tuus convirtió en tu padre llevado por el mismo sentimiento
factus est, quo erat omnium. [5] Nec que lo hacía padre de todos28. [5] 29 Y no conviene que
decet aliter filium adsumi, si adsumatur a de otro modo sea adoptado un hijo, si es adoptado por
principe. An Senatum Populumque el Príncipe. ¿O acaso, cuando se han de confiar el Se-
Romanum, exercitus, provincias, socios nado y el pueblo de Roma, los ejércitos, las provincias

27 Alusión, por un lado, a la adopción de Tiberio por parte de Augusto (en el 4 d.C.) para complacer a su esposa Livia
Drusila, madre de Tiberio, fruto de un anterior matrimonio de ésta; y por otro, a la de Nerón por parte de Claudio (50
d.C.) para complacer a su esposa Julia Agripina, madre de Nerón, nacido también de un anterior matrimonio de ésta.
Sobre Tiberio, cfr. Tácito, Anales, 1, 3, 3-4: “Una vez que... le quedaba (sc. a Augusto) de sus hijastros sólo Nerón (esto es,
Tiberio), todo se concentró en él: lo hizo hijo, colega en el Imperio, consorte en la potestad tribunicia, y fue presentado
ostentosamente ante todos los ejércitos, ya no —como antes— con las oscuras recomendaciones de su madre, sino con
abierta recomendación. En efecto, Livia se había impuesto de tal manera al ya decrépito Augusto, que éste relegó a la isla
de Planasia a su único nieto, Póstumo Agripa...”; ibidem, 1, 7, 7: “En interés de su propio prestigio procuraba (sc. Tiberio)
parecer elegido y llamado por la república más que sinuosamente impuesto por las intrigas de una esposa y la adopción
de un viejo”; Suetonio, Tiberio, 21, 2: “Tampoco ignoro lo que otros han contado, a saber, que Augusto... consintió en
adoptarlo (sc. a Tiberio) vencido por los ruegos de su mujer”. Sobre Nerón, cfr. Tácito, Anales, 12, 25, 1-2: “En el consulado
de Gayo Antistio y Marco Suilio se acelera el trámite de la adopción de Domicio (esto es, Nerón) por iniciativa de Palante,
que, estrechamente ligado a Agripina... azuzaba a Claudio diciéndole que pensara en el bien del Estado, que rodeara de
una protección la infancia de Británico... Vencido por estos argumentos pone (sc. Claudio) por delante de su hijo a
Domicio, tres años mayor que aquél...”; Suetonio, Claudio, 43: “Hacia el final de su vida (sc. Claudio) había dado algunas
muestras inequívocas de que se arrepentía de haberse casado con Agripina y de haber adoptado a Nerón”; e id., Nerón, 7,
1: “A los once años (sc. Nerón) fue adoptado por Claudio y entregado a Anneo Séneca, ya por entonces senador, para que
lo educara”.
28 Plinio quiere decir que Nerva adoptó a Trajano llevado de su afecto paternal por todos sus súbditos, en la idea de que

la elección de aquél era el mejor medio de asegurar el bienestar de su pueblo.


29 Para algunos estudiosos, aquí comenzaría una amplificación del texto original del discurso hasta el final del capítulo.

Plinio introduciría, así, una serie de reflexiones con carácter general sobre el modo en el que el Príncipe debe elegir a su
sucesor. La tesis política de Plinio es que el Imperio no debe ser hereditario, y que el Príncipe ha de ser en cada momento
el mejor de los ciudadanos.
transmissurus uni, successorem e sinu y los aliados a una sola persona, se ha de aceptar como
uxoris accipias? summaeque potestatis sucesor tan sólo a aquel que se recoja en el regazo de
heredem tantum intra domum tuam una esposa?, ¿o se ha de buscar al heredero del poder
quaeras? non per totam civitatem supremo únicamente dentro de la familia de uno
circumferas oculos? et hunc tibi mismo? ¿No se ha de buscar a esa persona entre el
proximum, hunc coniunctissimum conjunto de los ciudadanos, volviendo la mirada en
existimes, quem optimum, quem diis todas las direcciones, y considerar que el más allegado,
simillimum inveneris? que el amigo más querido es aquel en quien se ha
descubierto al mejor de los ciudadanos, al más
[6] Imperaturus omnibus, eligi debet ex semejante a los dioses?30 [6] El que ha de gobernar a
omnibus. Non enim servulis tuis todos los ciudadanos debe salir del conjunto de éstos,
dominum, ut possis esse contentus quasi pues no se trata de entregar un amo a tus esclavos, de
necessario herede, sed principem civibus modo que puedas darte por satisfecho con cualquiera,
daturus es imperator. Superbum istud et como si se tratase de un heredero forzoso, sino un
regium, nisi adoptes eum, quem constet Príncipe y un emperador a los ciudadanos, lo que se
imperaturum fuisse, etiamsi non convierte en un acto de soberbia y de tiranía a menos
adoptasses. que adoptes como hijo a aquel sobre el que existe un
consenso general a la hora de pensar que habría
gobernado igualmente, aunque tú no lo hubieses
[7] Fecit hoc Nerva, nihil interesse adoptado31. [7] Así lo hizo Nerva, considerando que no
arbitratus, genueris an elegeris, si existiría la menor diferencia entre nacimiento y
perinde sine iudicio adoptentur liberi, ac elección, si, igual que ningún criterio puede determinar
nascuntur: nisi tamen quod aequiore qué clase de hijos vamos a engendrar, así tampoco
animo ferunt homines, quem princeps ninguna reflexión influyese en la adopción de los
parum feliciter genuit, quam quem male mismos32, y que, de haberla, sería quizás el hecho de
elegit. que los hombres soportan más pacientemente a un hijo
natural del Príncipe que se revelase como un
nacimiento poco afortunado, que a un sucesor mal
elegido por éste.

VIII La ceremonia de la adopción oficial de Trajano.


[8, 1] Sedulo ergo vitavit hunc casum, nec [8, 1] En consecuencia, quiso evitar cuidadosamente
iudicia hominum, sed deorum etiam in esta circunstancia, y no sólo escuchó la opinión de los
consilium assumsit. Itaque non tua in hombres, sino que también hizo caso del juicio de los
cubiculo, sed in templo; nec ante dioses. Y así, no fue en su dormitorio, sino en el
genialem torum, sed ante pulvinar Iovis templo, ni fue ante el lecho conyugal, sino ante el lecho

30 Cfr. el discurso que Tácito pone en boca de Galba con motivo de la adopción de L. Calpurnio Pisón en las Historias, 1,
15-16, en el que probablemente se inspira el Panegírico de Trajano, por ejemplo, 1, 15, 2: Augusto buscó sucesor en su casa,
yo en la República; y no porque no tenga parientes o camaradas de guerra, sino porque tampoco yo acepté el Imperio por
ambición; y sirvan de testimonio de mi criterio no sólo mis parentescos, a los que puse por detrás de ti, sino también los
tuyos. Tienes tú un hermano de igual nobleza y mayor edad, digno de esta condición si tú no valieras más”; e ibidem, 16,
1: “Bajo Tiberio, Gayo y Claudio fuimos como heredad de una sola familia; el que ahora hayamos empezado a ser
elegidos ocupará el lugar de la libertad y, acabada la casa de los Julios y los Claudios, la adopción sabrá encontrar en cada
caso al mejor”.
31 Cfr. de nuevo Tácito, Historias, 1, 16, 2: “En efecto, el ser engendrado y nacer de Príncipes es algo fortuito, y no se entra

en más averiguaciones; en la adopción la elección no está acondicionada, y si se quiere escoger, el común parecer brinda
una orientación”.
32 Dión Casio, 69, 20, 2-3, pone la misma reflexión en boca de Adriano (117-138 d.C.) con ocasión de la adopción de

Antonino Pío (138-161 d.C.).


optimi maximi, adoptio peracta est: qua sagrado de Júpiter Optimo Máximo donde se llevó a
tandem non servitus nostra, sed libertas cabo esa adopción que no suponía nuestra esclavitud,
et salus et securitas fundabatur. sino que garantizaba nuestra libertad, nuestra
[2] Sibi enim dii gloriam illam salvación y nuestra seguridad33. [2] Los dioses
vindicaverunt: horum opus, horum illud reclamaron para ellos la gloria de esta elección: ésta fue
imperium; Nerva tantum minister fuit: obra suya, el fruto de sus órdenes. Nerva fue tan sólo
teque qui adoptaret, tam paruit, quam tu, su servidor, y cuando te adoptó se limitó a obedecer en
qui adoptabaris. Allata erat ex Pannonia la misma medida que tú, el adoptado. Por deseo de los
laurea, id agentibus diis, ut invicti dioses, había llegado desde Panonia un ramito de
imperatoris exortum victoriae insigne laurel para que, así, el símbolo de la victoria adornase
decoraret. [3] Hanc Imperator Nerva in el advenimiento de un emperador invencible34. [3] El
gremio Iovis collocarat: quum repente emperador Nerva había colocado este ramito en el
solito maior et augustior, advocata regazo de Júpiter, cuando de repente, mostrando una
hominum concione deorumque, te filium gravedad y una majestad mayores de lo habitual, en
sibi, hoc est, unicum auxilium fessis presencia de la asamblea de los hombres y de los
rebus adsumsit. dioses te adoptó como hijo suyo, esto es, como su único
apoyo en las críticas circunstancias que vivía el Estado.
[4] Inde quasi deposito imperio, qua [4] Y así, feliz por la tranquilidad y la gloria que le
securitate, qua gloria laetus (nam procuraba esa suerte de abdicación del Imperio (¿pues
quantulum refert, deponas, an partiaris qué poca diferencia hay, en efecto, entre renunciar al
imperium, nisi quod difficilius hoc est?) poder supremo y compartirlo?, la única que existe es,
non secus ac praesenti tibi innixus, tuis quizás, que esto último es mucho más difícil),
humeris se patriamque sustentans, tua apoyándose sobre ti igual que si estuvieses allí
iuventa, tuo robore invaluit! presente y echando su propia persona y la patria sobre
tus hombros, adquirió nuevas fuerzas gracias a tu
[5] Statim consedit omnis tumultus. Non juventud y a tu vigor. [5] De inmediato cesaron todos
adoptionis opus istud fuit, sed adoptati: los disturbios. Ello no fue el resultado de la adopción,
atque adeo temere fecerat Nerva, si sino de la elección del adoptado. Es más, Nerva se
adoptasset alium. Oblitine sumus, ut habría comportado imprudentemente, si hubiese
nuper post adoptionem non desierit adoptado a otro como hijo suyo. ¿O acaso hemos
seditio, sed coeperit? Irritamentum istud olvidado que unos pocos años antes, después de otra

33 La adopción se efectuó a finales de octubre del 97 d.C. (se han propuesto al menos tres fechas: el 25, el 27 y el 28 de este
mes), estando Trajano ausente de Roma, en las provincias danubianas, pues era por entonces general en jefe del ejército
de Germania Superior. En su alusión a la adopción, Plinio subraya el carácter político de ésta más que familiar: “... no fue
en su dormitorio, sino en el templo...”. Buena prueba de ello es que, contra las costumbres romanas, Trajano conservó sus
nombres y no tomó los de Nerva.
34 Cuando los generales romanos obtenían una victoria sobre el enemigo en Italia o en las provincias, enviaban

inmediatamente al Senado, en tiempos de la República, y al Príncipe, en tiempos del Imperio, una carta con la noticia del
triunfo, acompañada ésta de un ramito de laurel, símbolo de la victoria, que el mensajero ofrecía en Roma a Júpiter
Capitolino. Cfr. principalmente Plinio el Viejo, 15, 133-134: “El laurel es pacífico, puesto que, incluso mostrado por
enemigos armados es símbolo de tregua. Sobre todo, se adorna con él como mensajero de alegría y de victorias las cartas,
las lanzas y las jabalinas de los soldados, y decora también las fasces de los generales de los ejércitos. Tomándolo de allí,
se lo deposita en el regazo de Júpiter Optimo Máximo siempre que una nueva victoria nos proporciona alegría”. Cfr.
además Livio, 5, 28, 13: “... tras la funesta noticia procedente de Túsculo que había aterrado a la población sin motivo,
llega una carta laureada de Postumio diciendo que la victoria ha correspondido al pueblo romano y que el ejército de los
ecuos ha sido destruido”; Estacio, Silvas, 4, 1, 40-42: aún has de someter (sc. Roma) a Bactria y Babilonia bajo nuevos
tributos; aún no se ha recibido en el seno de Júpiter el laurel obtenido de los indios...”; Marcial, 9, 35, 3-6: “Sabes (sc.
Filomuso) qué delibera Pacoro en el palacio de los Arsácidas, conoces el número de soldados del ejército del Rhin y de
Sarmacia, descubres las palabras confiadas al papel por el rey de los dacios, ves el laurel de la victoria antes de que
llegue...”; Dión Casio, 54, 25, 4.
irarum et fax tumultus fuisset, nisi adopción, no sólo no se puso fin a una sedición, sino
incidisset in te. que ello supuso, precisamente, el comienzo de una?35.
Así, la elección de Nerva habría provocado todo tipo
de iras y habría sido la antorcha de graves disturbios,
[6] An dubium est, ut dare posset si no hubiese recaído en tu persona. [6] ¿O acaso existe
imperium imperator, qui reverentiam la menor duda de que el que un emperador que había
amiserat, auctoritate eius effectum esse, perdido el respeto de sus ciudadanos pudiese entregar
cui dabatur? Simul filius, simul Caesar, a otro el Imperio fue posible gracias al prestigio de
mox Imperator, et consors Tribuniciae aquel a quien se entregaba? Te convertiste al mismo
potestatis, et omnia pariter, et statim tiempo en hijo y en César, y poco después en
factus es: quae proxime parens verus emperador y en copartícipe de la potestad tribunicia, y
tantum in alterum filium contulit. así, acumulaste sobre ti a un tiempo e inmediatamente
unas después de otras todas aquellas dignidades con
las que unos pocos años antes un padre natural sólo
había honrado a uno de sus dos hijos36.

IX Trajano aceptó el Imperio por obediencia, cumpliendo así con su deber de ciudadano.
[9, 1] Magnum hoc tuae moderationis [9, 1] Constituyó, además, una gran prueba de la
indicium, quod non solum successor modestia de tu carácter el hecho de que no sólo fuiste
imperii, sed particeps etiam sociusque designado sucesor del Imperio, sino también
placuisti. Nam successor, etiamsi nolis, copartícipe del mismo y asociado al trono. En efecto,
habendus est: non est habendus socius, un sucesor, aunque no se quiera, se ha de tener, pero
nisi velis. no es necesario contar con un asociado al trono si no se
[2] Credentne posteri, patricio et quiere. [2] ¿Creerán los hombres venideros que el hijo
consulari et triumphali patre genitum, de un padre de rango patricio, antiguo cónsul y gene-
quum fortissimum, amplissimum, ral honrado con las insignias honorarias del triunfo 37,
amantissimum sui exercitum regeret, cuando se hallaba al frente de un ejército valerosísimo,
imperatorem non ab exercitu factum? de importantísimos efectivos38 y completamente afecto
eidem, quum Germaniae praesideret, a él, no fue nombrado emperador por este ejército?,
Germanici nomen hinc missum? nihil ¿que a este mismo general, cuando gobernaba

35 Alusión a la adopción de Lucio Calpurnio Pisón por parte del emperador Galba el 10 de enero del 69 d.C. (véase “Galba
(emperador)” y “1 Pisón” en el Apéndice 1).
36 Alusión al emperador Vespasiano, que únicamente asoció a su poder a Tito, su primogénito. Cfr. Suetonio, Tito, 6, 1: “Y

desde ese momento (sc. Tito) no dejó de actuar como partícipe e incluso como protector del Imperio. Celebró el triunfo
junto con su padre y ejerció la censura con él, siendo también colega suyo en la potestad tribunicia y en siete consulados;
se hizo cargo de casi todas las tareas del gobierno, dictando cartas en nombre de su padre...”; e id., Domiciano, 2, 1:
“Emprendió igualmente (sc. Domiciano) una expedición contra la Galia y las dos Germanias, a pesar de no ser necesaria y
de que los amigos de su padre trataban de disuadirlo, sólo para equipararse con su hermano en poder y en
consideración... Es más, de los seis consulados que ejerció, sólo uno fue ordinario, y eso porque su hermano se lo cedió y
le prestó su apoyo”. Ello fue debido probablemente a las críticas que mereció Domiciano por su comportamiento en
Roma tras la muerte de Vitelio, antes de que su padre entrase en la ciudad como emperador a su regreso de Oriente, cfr.
Tácito, Historias, 4, 51, 2: “Vespasiano, atento a Italia y a los asuntos de la Urbe, se entera de los comentarios poco
favorables que corrían sobre Domiciano, como si sobrepasara los límites propios de su edad y lo que está permitido a un
hijo de familia. En consecuencia, entrega a Tito la parte más poderosa del ejército para llevar a término el resto de la
guerra de Judea”.
37 La referencia al padre natural de Trajano, el general M. Ulpio Trajano, podría ser también una ampliación del texto

original del discurso, pues, de acuerdo con las reglas que conformaban el encomio en la Antigüedad, debían consagrarse
algunas líneas al linaje de la persona a la que se quería elogiar.
38 Exageración de Plinio. En realidad, Trajano, como general en jefe del ejército de Germania Superior, estaba únicamente

al frente de tres legiones. En tiempos del Imperio, los efectivos de una legión eran, aproximadamente, de 5.280 soldados
de infantería y 120 de caballería.
ipsum, ut imperator fieret agitasse? nihil Germania, le fue otorgado en Roma el título de
fecisse, nisi quod meruit et paruit? Germánico?39, ¿que él, por su parte, no conspiró en
ningún momento para convertirse en emperador?,
¿que su comportamiento no fue otro que el de
[3] Paruisti enim, Caesar, et ad mostrarse digno de ello y obedecer? [3] En efecto,
principatum obsequio pervenisti, César, te limitaste a obedecer, y asumiste el Principado
nihilque magis a te subiecti animi factum por tu sumisión al Estado, y nunca en tu vida has dado
est, quam quod imperare coepisti. Iam una prueba mayor de la docilidad propia de tu espíritu
Caesar, iam imperator, iam Germanicus, que cuando comenzaste a gobernar, cuando eras ya
absens et ignarus, et post tanta nomina, César y emperador, y disfrutabas ya del título de
quantum ad te pertinet, privatus. Gérmánico, hallándote ausente de Roma y sin saber
nada de todo ello, y te mostrabas, pese a tantos
honores, como un ciudadano más, por lo que a ti
[4] Magnum videretur, si dicerem, respectaba. [4] Parecería exagerado que dijese: “No
Nescisti te imperatorem futurum: eras sabías que ibas a ser emperador”, pero de hecho,
imperator, et esse te nesciebas. Ut vero entonces eras emperador y no sabías que lo eras. Y
ad te fortunae tuae nuntius venit, cuando te llegó la noticia de tu elevación, ciertamente
malebas quidem hoc esse, quod fueras, habrías preferido seguir siendo lo que habías sido
sed non erat liberum. Annon hasta ese momento, pero no era posible. ¿Acaso como
obsequereris principi civis, legatus ciudadano no debías obediencia a tu Príncipe, como
imperatori, filius patri? [5] Ubi deinde legado a tu emperador, como hijo a tu padre? [5] ¿Qué
disciplina? ubi mos a maioribus traditus, sería en lo sucesivo de la disciplina y de la tradición
quodcunque imperator munus transmitida por nuestros mayores de que ha de
iniungeret, aequo animo paratoque cumplirse con entereza y solicitud cualquier misión
subeundi? Quid enim, si provincias ex que nos encomiende nuestro emperador? ¿Cuál
provinciis, ex bellis bella mandaret? debería ser, en efecto, nuestra reacción si el emperador
nos confiase una provincia tras otra, una guerra tras
Eodem illum uti iure posse putes, quum otra? Es evidente que, cuando el emperador te hace
ad imperium revocet, quo sit usus, quum llamar para ponerte al frente del Imperio, debes
ad exercitum miserit; nihilque interesse, observar la misma obediencia que muestras cuando te
ire legatum, an redire principem iubeat, envía al frente de un ejército, y que no hay ninguna
nisi quod maior sit obsequii gloria in eo, diferencia entre que aquél te ordene acudir como
quod quis minus velit. gobernador a una provincia o regresar de ella como
Príncipe, a no ser el hecho de que es merecedor de
mayores elogios el cumplimiento de aquel mandato
que a uno le satisface menos.

II. B. La Muerte y divinización de Nerva, enero del año 98: caps. 10-11.

X La muerte de Nerva.
[10, 1] Augebat auctoritatem iubentis in [10, 1] Confería una mayor autoridad al que así te lo
summum discrimen auctoritas eius ordenaba el que su autoridad corría un gravísimo
adducta: utque magis parendum peligro, y pensabas que tu obligación de obedecer a tu
imperanti putares, efficiebatur eo, quod emperador era aún mayor precisamente debido a que
ab aliis minus parebatur. [2] Ad hoc había otros que no lo obedecían. [2] Asimismo, tenías

39A finales del 97 d.C. y debido al éxito de Vestricio Espurina en Germania Inferior, donde éste último había restablecido
en el trono al rey de los brúcteros, Nerva adoptó el título de “Germánico”, y se lo concedió igualmente a Trajano (véase
“Vestricio Espurina” en el Apéndice 1).
audiebas Senatus Populique consensum. noticia del consenso que existía entre el Senado y el
Non unius Nervae iudicium illud, illa pueblo: esa decisión no era sólo de Nerva, tu elección
electio fuit. Nam qui ubique sunt no se debía únicamente a él. En efecto, en todas las
homines, hoc idem votis expetebant; ille regiones las gentes hacían votos por ello. Nerva tan
tantum iure principis occupavit, sólo se adelantó a sus deseos en virtud de las
primusque fecit, quod omnes facturi prerrogativas de que disponía en su calidad de
erant. Nec Hercule tantopere cunctis Príncipe, e hizo el primero lo que todos tenían la
factum placeret, nisi placuisset, intención de hacer. Ciertamente, ¡por Hércules!, esa
antequam fieret. medida no habría agradado tanto a todos, si no hubiese
sido sido ya grata a todos antes de llevarse a cabo.
[3] At quo, dii boni, temperamento [3] Y, ¡por nuestros buenos dioses!, ¡con qué
potestatem tuam fortunamque moderación usaste de tu poder y elevación! Eras ya
moderatus es! Imperator titulis et emperador en las inscripciones, en los medallones
imaginibus et signis, ceterum modestia, militares40 y en las enseñas41, sin embargo, por tu
labore, vigilantia dux et legatus et miles, modestia, tu laboriosidad y tu solicitud te mostrabas
quum iam tua vexilla, tuas aquilas como un simple general, como un mero legado, como
magno gradu anteires, neque aliud tibi ex un soldado más, y así, caminabas a grandes zancadas
illa adoptione, quam filii pietatem, filii por delante de tus estandartes y tus águilas42, sin
obsequium adsereres, longamque huic reivindicar ningún otro privilegio de tu adopción que
nomini aetatem, longamque gloriam la devoción filial y la obediencia que un hijo debe a su
precarere. padre, y suplicando a los númenes poder conservar tu
título de hijo adoptivo durante largo tiempo y
[4] Te providentia deorum primum in adornarlo de una gran gloria. [4] Ya la providencia de
locum provexerat; tu adhuc in secundo los dioses te había elevado al primer puesto del Estado,
resistere atque etiam senescere optabas: pero tú aún deseabas permanecer en un segundo lugar
privatus tibi videbaris, quamdiu e incluso envejecer en esa situación, y te parecía que
imperator et alius esset. Audita sunt vota eras un simple particular mientras hubiese al mismo
tua, sed in quantum optimo illi et tiempo otro emperador. Fueron escuchados tus votos,
sanctissimo seni utile fuit, quem dii coelo pero en la medida en que ello resultó provechoso a
vindicaverunt, ne quid post illud aquel excelente anciano y el más intachable de los
divinum et immortale factum mortale hombres, a quien los dioses llamaron junto a ellos en el
faceret. cielo a fin de que no realizase ningún acto propio de un
simple mortal después de haber efectuado ese hecho
[5] Deberi quippe maximo operi hanc divino e inmortal que fue tu adopción. [5] Pensaron, en
venerationem, ut novissimum esset, efecto, que se debía a este acto extraordinario el honor
auctoremque eius statim consecrandum, de que fuese el último en la vida de su autor, y que éste
ut quandoque inter posteros quaereretur, había de ser de inmediato objeto de culto para que con
an illud iam deus fecisset. el paso del tiempo los hombres venideros se
preguntasen un día si no lo habría llevado a cabo

40 Medallones que representaban el busto del emperador y que se sujetaban de las enseñas de las cohortes pretorias de las
legiones (véase “Cohorte” en el Apéndice 5).
41 No ha llegado hasta nuestros días ningún estandarte romano que tenga inscrito el nombre del emperador, pero otras

fuentes antiguas nos confirman que así era, cfr. Suetonio, Vespasiano, 6, 3: “Así pues, (sc. las tres legiones del ejército de
Mesia) tras haber expuesto los nombres de los legados consulares que por entonces había en todo el Imperio, en vista de
que los demás eran desaprobados cada uno por una causa y de que algunos soldados de la tercera legión... se deshacían
en alabanzas de Vespasiano, le dieron unánimemente su aprobación y, sin más tardanza, inscribieron su nombre en
todos sus estandartes”.
42 Por “estandartes” Plinio entiende las enseñas propias de la caballería, por “águilas” las enseñas propias de las tropas

de infantería de las legiones.


[6] Ita ille nullo magis nomine publicus cuando era ya un dios. [6] Así, ningún otro título le
parens, quam quia tuus. Ingens gloria, proporcionó más derechos a ser considerado Padre del
ingensque fama, quum abunde expertus Estado que el haber sido padre tuyo. Grandísima es
esset, quam bene humeris tuis sederet ahora su gloria, y grandísimo su renombre, pues luego
imperium, tibi terras, te terris reliquit; eo de haber comprobado perfectamente qué acertada
ipso carus omnibus ac desiderandus, había sido su decisión de cargar sobre tus hombros la
quod prospexerat, ne desideraretur. dirección del Imperio, tras su muerte a ti te dejó el
mundo en herencia, y al mundo dejó un Príncipe como
tú. Y por esto mismo todos lo quieren y lo añoran, por-
que él tomó las precauciones necesarias para que nadie
lo echase de menos.

XI La divinización de Nerva.
[11, 1] Quem tu lacrymis primum, ita ut [11, 1] Tú lo honraste primero con tus lágrimas, como
filium decuit, mox templis honestasti, convenía que hiciese su hijo, y después con templos,
non imitatus illos, qui hoc idem, sed alia pero sin imitar a aquellos que hicieron lo mismo con
mente, fecerunt. Dicavit coelo Tiberius propósitos bien diferentes43. Tiberio consagró a
Augustum, sed ut maiestatis crimen Augusto como dios del cielo, pero para reintroducir en
induceret: Claudium Nero, sed ut nuestro derecho la acusación de lesa majestad44; Nerón
irrideret: Vespasianum Titus, Domitianus a Claudio, pero para burlarse de él45; en fin, Tito a Ves-
Titum: sed ille, ut dei filius, hic, ut frater pasiano y Domiciano a Tito, pero para aparecer el

43 Pese a las palabras de Plinio, en las monedas en lengua latina del Principado de Trajano (no así en las de lengua griega)
no existen referencias a la divinización de Nerva hasta el momento de la divinización de Trajano padre, el año 113/114. A
partir de esa fecha, las monedas ya incluyen la leyenda ‘divi Nerva et Traianvs pater’, es decir: “Los divinos Nerva y
Trajano padre”. Así pues, si se tiene en cuenta que ningún emperador con anterioridad a Trajano había concedido un
honor semejante a su padre natural cuando éste no había sido emperador, parece que la apoteosis de Nerva no fue tanto
el resultado de la piedad del nuevo Príncipe, como el pretexto que justificaba un honor semejante, e inaudito hasta
entonces, a Trajano padre. De hecho, ya Plinio en el Panegírico sitúa a los dos padres de Trajano, el adoptivo y el natural,
juntos en el cielo, véase cap. 89, 2.
44 Sobre la divinización de Augusto, cfr. Veleyo Patérculo, 2, 126, 1: “César (.i. Tiberio) consagró a su padre (.i. a Augusto),

no por imposición, sino por el culto religioso; no lo llamó dios, pero hizo que lo fuera”; Tácito, Anales, 1, 10, 8: “Por lo
demás, terminado el sepelio (sc.. de Augusto) según el rito tradicional, se le decretan un templo y cultos divinos”. Sobre la
referencia a la reintroducción de la acusación de lesa majestad, cfr. Tácito, Anales, 1, 72, 32-3: “Mas no por ello se ganaba
crédito de talante liberal (sc. Tiberio), pues había reactualizado la ley de majestad... Fue Augusto el primero que se escudó
en esa ley para perseguir judicialmente los libelos escandalosos... Más tarde Tiberio, cuando el pretor Pompeyo Macro le
consultó sobre si debían tramitarse procesos de majestad, le respondió que las leyes había que aplicarlas”. En realidad, la
ley de lesa majestad remontaba al siglo II a.C., y ya antes de Tiberio, Augusto se había servido de ella en el 12 d.C. No
obstante, Tácito coincide con su buen amigo Plinio en que Tiberio fue el primer emperador que abusó de la citada ley, cfr.
Anales, 3, 38, 1-2: “Ancario Prisco había denunciado a Cesio Cordo, procónsul de Creta, por concusión, añadiendo el
cargo de majestad, que entonces era complemento de todas las acusaciones. Cuando Antistio Vétere, uno de los notables
de Macedonia, fue absuelto de adulterio, el César increpó a los jueces y lo arrastró de nuevo ante los tribunales para
responder de la acusación de majestad, alegando que había andado en sediciones...”.
45 Cfr. Tácito, Anales, 12, 69, 3: “Se decretan honores celestiales para Claudio, y se celebra una solemnidad fúnebre

semejante a la del divino Augusto”; ibidem, 13, 2, 3: “... al tiempo se decretó para Claudio un funeral público y luego la
apoteosis”; Suetonio, Claudio, 45: “Murió (sc. Claudio)... a los sesenta y tres años de edad y en el decimocuarto de su
mandato; sus funerales se celebraron con la pompa habitual reservada a los emperadores, y fue incluido entre los dioses,
honor que Nerón interrumpió y abolió más tarde, y que luego le fue devuelto por Vespasiano”. Sobre las burlas de Nerón
a propósito de Claudio divinizado, cfr. Suetonio, Nerón, 33, 1: “Sus parricidios y asesinatos comenzaron con el de
Claudio, de cuya muerte, si bien no fue el autor, fue, desde luego, cómplice; y no se recató de demostrarlo, pues a partir
de ese momento tuvo por costumbre, citando un proverbio griego, alabar las setas, el plato en el que aquél había ingerido
el veneno, como un manjar de dioses. Lo cierto es que atacó al muerto con todo tipo de ultrajes de palabra y obra,
acusándolo unas veces de estupidez y otras de crueldad...”.
videretur. primero como hijo de un dios, y el segundo como
[2] Tu sideribus patrem intulisti, non ad hermano de un dios46. [2] Tú elevaste a tu padre hasta
metum civium, non in contumeliam las estrellas no para infundir miedo a los ciudadanos,
numinum, non in honorem tuum, sed ni para causar ninguna ofensa a los númenes, ni con el
quia deum credis. deseo de proporcionarte honra a ti mismo, sino porque
lo crees realmente un dios.
[3] Minus est hoc, quum fit ab his, qui et [3] Esta distinción es menos importante cuando la
sese deos putant. Sed licet illum aris, llevan a cabo quienes se consideran también dioses
pulvinaribus, flamine colas; non alio ellos mismos47. Pero aunque tú rindes culto a Nerva
magis tamen deum et facis et probas, con altares, lechos sagrados y un flamen, sin embargo,
quam quod ipse talis es. lo conviertes en un dios y demuestras que lo es
principalmente por tus extraordinarios méritos.
In principe enim, qui electo successore En efecto, en el caso de un Príncipe que ha pagado el
fato concessit, una itemque certissima tributo debido al inevitable destino de los mortales, la
divinitatis fides est bonus successor. única prueba y al mismo tiempo el más evidente
testimonio de su divinidad es la excelencia de su
[4] Num ergo tibi ex immortalitate patris sucesor. [4] ¿Acaso como consecuencia de la in-
aliquid arrogantiae accessit? num hos mortalidad de tu padre se ha añadido a tu carácter la
proximos divinitate parentum desides ac arrogancia? ¿Acaso pretendes emular a esos recientes
superbos potius, quam illos veteres et emperadores a los que la divinidad de sus padres hizo
antiquos aemularis? qui hoc ipsum desidiosos y soberbios, antes que a aquellos grandes
imperium peperere, quod modo hostes generales del pasado que <fundaron> este mismo
invaserant contemserantque; quoniam Imperio...?48, ¿o... antes que a ese emperador cuya
imperatoris pulsi fugatique non aliud prueba más evidente de que había sido puesto en fuga
maius habebatur indicium, quam si y derrotado era la celebración de un triunfo?49.
triumpharetur. [5] Ergo sustulerant [5] Por todo ello, los pueblos extranjeros se habían
animos, et iugum excusserant: nec iam envalentonado y habían intentado sacudirse nuestro
nobiscum de sua libertate, sed de nostra yugo, y no luchaban ya contra nosotros para defender
servitute, certabant: ac ne inducias su libertad, sino buscando nuestra esclavitud, ni
quidem, nisi aequis conditionibus firmaban ninguna tregua si no era en pie de igualdad
inibant, legesque ut acciperent, dabant. frente a nosotros, y nos imponían sus condiciones para

46 Muchas fuentes antiguas ponen de manifiesto el placer con el que Domiciano acogía las alusiones a su parentesco con
los dioses, cfr. Estacio, Silvas, 1, 1, 94-98 (el poeta se dirige a Domiciano): “Y aquí, al amparo de la noche silente, cuando
los dioses de lo alto se complacen en las cosas de la tierra, la turba de los tuyos, abandonando el cielo, descenderá a
abrazarse en tomo a ti; y acudirán con ellos a ese abrazo tu hijo y tu hermano y tu padre y tu hermana: tu cuello acogerá a
todos los astros”; Marcial, 8, 2 (citado supra en la nota 5); ibidem, 9, 101, 23-24: “La divinidad de Hércules no fue suficiente
para tan grandes hazañas: que este dios nuestro (sc. Domiciano) preste su rostro al Padre de Tarpeya (sc. a Júpiter)”; y
Eutropio, 7, 23 ,2 (citado también supra en la nota 5).
47 De nuevo, Plinio piensa en Domiciano.

48 Hay aquí una laguna en el texto transmitido por todos los manuscritos. En mi traducción incluyo entre corchetes

angulares el verbo “fundaron”, ausente del texto latino, para dar sentido al pasaje de acuerdo con lo que me parece que
quiso decir Plinio (de una u otra forma) en este contexto.
49 Alusión a Domiciano, quien en el 89 d.C. celebró la ceremonia del triunfo en Roma para festejar la victoria romana

sobre los dacios, que en el invierno de los años 85-86 habían invadido la provincia de Mesia. Aunque el ejército romano
rechazó a los dacios, Domiciano concluyó apresuradamente un tratado de paz con el rey Decébalo, en virtud del cual éste
último siguió reinando entre los suyos sin sufrir la menor pérdida de sus territorios. El principal motivo que llevó a
Domiciano a firmar la paz con Decébalo en unos términos tan favorables al rey bárbaro fue la grave derrota sufrida ese
mismo año por el ejército de Panonia, comandado personalmente por el emperador, ante los marcomanos y los cuados
(dos tribus germánicas).
aceptar las nuestras50.

II. C. Las virtudes militares de Trajano: caps. 12-19.

XII El respeto impuesto a los bárbaros.


[12, 1] At nunc rediit omnibus terror et [12, 1] Ahora, por el contrario, se ha vuelto a apoderar
metus, et votum imperata faciendi. de todos los pueblos el terror y el miedo a Roma, así
Vident enim Romanum ducem, unum ex como el deseo de cumplir lo que les ordenemos, pues
illis veteribus et priscis; quibus ven a un general romano semejante a aquellos antiguos
imperatorium nomen addebant contecti caudillos del pasado a los que los campos cubiertos de
caedibus campi et infecta victoriis maria. cadáveres y los mares teñidos por la sangre de nuestras
victorias otorgaban el título de “Generales Victoriosos”.
[2] Accipimus obsides ergo, non emimus: [2] Y así, recibimos rehenes, no los compramos, ni
nec ingentibus damnis immensisque pactamos la victoria a costa de enormes perjuicios e
muneribus paciscimur, ut vicerimus. inmensos presentes51. Nuestros enemigos nos ruegan y
Rogant, supplicant; largimur, negamus, suplican, y nosotros accedemos a sus peticiones o las
utrumque ex imperii maiestate: agunt rehusamos, según conviene a la dignidad de nuestro
gratias, qui impetraverunt; non audent Imperio. Nos dan las gracias quienes obtienen lo que
queri, quibus negatum est. solicitan, y no se atreven a quejarse aquellos a los que
negamos nuestra gracia. [3] ¿Acaso se han de atrever
[3] An audeant, qui sciant, te adsedisse cuando saben que tú has acampado frente a los pueblos
ferocissimis populis eo ipso tempore, más feroces, y precisamente en la época del año más
quod amicissimum illis, difficillimum favorable a ellos y más adversa a nosotros, cuando el
nobis: quum Danubius ripas gelu iungit, Danubio une con una capa de hielo sus dos orillas,
duratusque glacie ingentia tergo bella cuando este río, endurecido por efecto de las heladas,
transportat: quum ferae gentes non telis transporta sobre su dorso a poderosos ejércitos,
magis, quam suo coelo, suo sidere cuando, en fin, esos pueblos salvajes no sólo se ven
armantur? armados con sus propias armas, sino que además
cuentan con la ayuda del clima y la influencia de los
astros? [4] Por el contrario, cuando tú estableciste tu
[4] Sed ubi in proximo tu, non secus ac si campamento en sus proximidades, como si hubiese
mutatae temporum vices essent, illi cambiado la estación del año, estos pueblos bárbaros se
quidem latibulis suis clausi tenebantur; mantenían encerrados en sus refugios52, mientras que
nostra agmina percursare ripas, et aliena nuestras columnas disfrutaban recorriendo las orillas
occasione, si permitteres, uti, ultroque del Danubio, aprovechándose, cuando lo permitías, de
hiemem suam barbaris inferre, esas mismas circunstancias que en otros tiempos eran
gaudebant. favorables a nuestros enemigos, y tomando la iniciativa

50 Nueva alusión al tratado de paz entre Domiciano y el rey dacio Decébalo firmado el 89 d.C., tras cuatro años de guerra,
cfr. Dión Casio, 67, 7, 2.
51 De nuevo, Plinio piensa en la paz firmada en el 89 por Domiciano con Decébalo, rey de los dacios.

52 Cfr. Virgilio, Geórgicas, 3, 376-380: “Los hombres (sc. del norte) disfrutan los ocios de una vida tranquila en cavernas

cavadas profundamente bajo tierra y arriman a los hogares montones de robles y olmos enteros y los arrojan al fuego.
Aquí pasan en el juego las largas noches y, satisfechos, sustituyen el jugo de la vid por el caldo de la cebada fermentada y
los ácidos frutos del serval”; Tácito, Germania, 16, 1-4: “Es de sobra conocido que los pueblos germanos no habitan en
ciudades; ni siquiera soportan que sus casas estén agrupadas... Tienen la costumbre de abrir cuevas subterráneas y ponen
encima gran cantidad de estiércol: refugio para el invierno y almacén para las cosechas; este tipo de lugares suaviza el
rigor de los fríos y, si alguna vez llega el enemigo, saquea lo que está al descubierto, pero lo oculto y enterrado le pasa
desapercibido, o bien precisamente el tener que buscarlo impide su descubrimiento”.
de atacarlos en invierno conforme a su propia táctica53.

XIII El respeto y afecto de los soldados.


[13, 1] Haec tibi apud hostes veneratio: [13, 1] 54 Tanto es el respeto que te profesan nuestros
quid apud milites? Quam admirationem enemigos. ¡Y qué decir de la admiración que supiste
quemadmodum comparasti? quum ganarte por parte de nuestros soldados, y del modo en
tecum inediam, tecum ferrent sitim; el que lo hiciste! En efecto, compartías con ellos su
quum in illa meditatione campestri hambre y su sed, durante el entrenamiento militar
militaribus turmis imperatorium mezclabas el polvo y el sudor de un emperador con los
pulverem sudoremque misceres, nihil a escuadrones de tu ejército; y sin distinguirte en nada
ceteris, nisi robore ac praestantia de los restantes combatientes salvo por tu vigor y tu
differens; quum libero Marte nunc porte y en una lucha en la que no disfrutabas de
cominus tela vibrares, nunc vibrata ningún privilegio, ora arrojabas tu lanza en un
susciperes, alacer virtute militum et combate cuerpo a cuerpo, ora te defendías de las que
laetus, quoties aut cassidi tuae aut clypeo se lanzaban contra ti, y te mostrabas feliz y alegre por
gravior ictus incideret; [2] (laudabas el valor de tus soldados cada vez que un golpe
quippe ferientes, hortabarisque, ut especialmente firme alcanzaba tu casco o tu escudo.
auderent: et audebant iam:) quum [2] Y así, elogiabas a los que te golpeaban, exhortabas a
spectator moderatorque ineuntium tus tropas a que se atreviesen a ello, y bien que se
certamina virorum, arma componeres, atrevían. Además, te gustaba observar a los soldados
tela tentares, ac si quid durius accipienti que trababan combate y actuabas como árbitro en las
videretur, ipse vibrares. contiendas, distribuías los escudos, probabas las
lanzas, y si a alguno le parecía que le había tocado en
suerte una demasiado pesada, tú mismo la sopesabas57.
[3] Quid quum solatium fessis, aegris [3] ¿Y qué decir del consuelo que ofrecías a los
opem ferres? Non tibi moris tua inire cansados y del sostén que proporcionabas a los

53 Tradicionalmente, los bárbaros aprovechaban el invierno para atravesar el Danubio, helado, y realizar incursiones y
pillajes en territorio romano, mientras que los romanos aguardaban a la primavera para dar inicio a sus campañas de
guerra. Las incursiones de las tribus bárbaras del Norte en territorio romano aprovechando que las aguas del Danubio se
han helado es el tema fundamental de un hermoso poema de Ovidio, Tristes, 3,10, cito algunos pasajes: “... No obstante,
mientras que la brisa es tibia, nos protege el Histro (esto es, el Danubio) que discurre por medio: éste, mientras fluye
líquido, aleja los ataques con sus aguas... Así pues, cuando la violencia salvaje del crecido Bóreas congela las aguas
marinas o las del río desbordado, al instante, allanado el Histro por los secos Aquilones, el bárbaro enemigo se pasea en
veloz caballo; este enemigo, terrible por sus caballos y por sus flechas que vuelan a bastante distancia, devasta
extensamente la región vecina. Unos huyen y, al no haber nadie que proteja los campos, los bienes sin custodia son presa
del pillaje: pequeñas recolecciones del campo, ganado y chirriantes carretas y todos aquellos bienes que suelen poseer los
pobres indígenas. Otros son llevados cautivos con los brazos atados detrás de la espalda y volviendo en vano los ojos
hacia sus campos y sus hogares; otros caen lastimosamente traspasados por arponadas saetas, pues un veneno tiñe el
volátil hierro. Todo aquello que no pueden llevar consigo o arrastrar lo destruyen y la llama enemiga quema las inocentes
chozas...”.
54 Para algunos estudiosos, aquí comenzaría una nueva amplificación del discurso en el momento de su publicación. El

texto añadido sería el de los capítulos 13-15, y ello se deduciría del hecho de que con ellos se rompe el orden cronológico
de los sucesos relatados en el discurso entre los capítulos 12 y 16, dado que Plinio, después de ocuparse del gobierno de
Trajano en Germania Superior, se refiere en los cap. 13-15 a los puestos ejercidos anteriormente por Trajano durante su
juventud como legado imperial de rango pretorio los años 88-89 en Hispania y Germania (cap. 14) y a su carrera como
tribuno militar durante los años 73-80, aproximadamente, (cap. 15). Ello sería debido a que otra de las normas del
encomio era ocuparse de la juventud del personaje objeto del elogio. Para otros, la adición comenzaría en el cap. 14, pues
en el cap. 13 Plinio trata aún del comportamiento de Trajano al frente del ejército de Germania Superior en el 98, una vez
asumido el Imperio a la muerte de Nerva.
57 Algunos editores del texto latino optan por otra lectura en el presente pasaje: ipse uibrares, esto es, “tú mismo la

lanzabas”.
tentoria, nisi commilitonum ante enfermos?58. Tenías por costumbre no retirarte a tu
lustrasses; nec requiem corpori, nisi post tienda sin haber recorrido antes las de tus soldados, y
omnes, dare. no dar descanso a tu cuerpo sino el último de todos.
[4] Hac mihi admiratione dignus [4] A duras penas me parecería digno de semejante
imperator non videretur, si inter admiración un general como éste si se hubiese
Fabricios, et Scipiones, et Camillos talis comportado así en tiempos de los Fabricios, los
esset. Tunc enim illum imitationis ardor, Escipiones y los Camilos, pues en aquella época lo
semperque melior aliquis accenderet. habrían animado a ello una mera ansia de imitación y
la existencia en todo momento de un general más
virtuoso que él.
[5] Pero después de que nuestro amor por las armas ha
[5] Postquam vero studium armorum a pasado de que las manejemos con nuestras propias
manibus ad oculos, ad voluptatem a manos a que contemplemos su uso por parte de otros
labore translatum est; como simples espectadores, y que lejos de esforzamos
ya con ellas, sirven únicamente para proporcionarnos
postquam exercitationibus nostris non diversión, después de que los entrenamientos de
veteranorum aliquis, cui decus muralis nuestros soldados no están dirigidos por algún
aut civica, sed Graeculus magister veterano honrado con una corona al valor en el asalto
assistit: de una muralla enemiga o con una corona por salvar la
vida de un ciudadano en combate59, sino por un
quam magnum est, [unum] ex omnibus maestro de armas griego, ¡qué hermoso es que al
patrio more, patria virtute laetari, et sine menos uno entre todos nosotros se complazca en
aemulo ac sine exemplo secum certare, preservar las costumbres de nuestros padres y en
secum contendere, ac sicut imperat solus, mostrar su mismo arrojo, en rivalizar y en competir
solum ita esse, qui debeat imperare! consigo mismo pese a no tener rival ni ejemplo que
imitar, y que, así como él solo gobierna sobre todos, así
también sea únicamente él quien posee los méritos
necesarios para gobernar!

XIV La carrera militar de Trajano: de Asia a Hispania y a Germania.


[14, 1] Nonne incunabula haec tibi, [14, 1] ¿No participaste ya de este tipo de vida desde tu
Caesar, et rudimenta, quum puer infancia, César?, ¿no adquiriste tu primera formación
admodum Parthica lauro gloriam patris en los campamentos, cuando, siendo aún
augeres, nomenque Germanici iam tum prácticamente un niño, aumentabas la gloria de tu
mererere, quum ferociam superbiamque padre con tus triunfos sobre los partos60 y merecías ya
barbarorum ex proximo auditus magno entonces el sobrenombre de Germánico?, ¿cuando la
terrore cohiberes, Rhenumque et simple noticia de que te hallabas en la región ponía fin
Euphratem admirationis tuae fama a las crueldades y a la arrogancia de los partos por el
coniungeres? quum orbem terrarum non gran terror que inspiraba tu nombre, y asociabas el Rin
pedibus magis, quam laudibus con el Eufrates en una común admiración hacia ti?, ¿o

58 Elogio tópico del buen general, cfr. Tácito, Anales, 13, 35, 4: “Corbulón, con ropa ligera y la cabeza descubierta, estaba
siempre en las marchas y trabajos, alabando a los esforzados, consolando a los débiles y dando a todos ejemplo”.
59 La primera, de oro, se concedía al soldado que escalaba el primero una muralla enemiga; la segunda, de ramas de

encina, a quien salvaba la vida de un ciudadano romano durante una batalla.


60 El padre de Trajano fue nombrado gobernador de Siria hacia el año 73 d.C., cuando el futuro emperador contaba unos

veinte años. Probablemente estemos ante una deliberada exageración por parte de Plinio. Algunos comentaristas creen,
no obstante, que Trajano pudo haber recibido hacia el año 76 las insignias honorarias del triunfo por una misión ante los
partos quizás de carácter diplomático.
peragrares? apud eos semper maior et cuando recorrías el mundo entero no sólo con tus
clarior, quibus postea contigisses. botas, sino también en los elogios de los hombres,
mostrándote siempre más grande y más ilustre ante los
pueblos ante los que te presentabas a medida que ibas
[2] Et necdum imperator, necdum dei pasando de unas regiones a otras?61. [2] Y aún no eras
filius eras. Germaniam quidem quum emperador, aún no eras hijo de un dios. A Germania e
plurimae gentes, ac prope infinita Hispania las defienden y separan no sólo muchísimos
vastitas interiacentis soli, tum Pyrenaeus, pueblos y una extensión de terreno entre ambas casi
Alpes, immensique alii montes, nisi his infinita, sino también los Pirineos, los Alpes y otras
comparentur, muniunt dirimuntque. montañas inmensas si no las comparamos con las
[3] Per hoc omne spatium quum legiones anteriores. [3] Cuando conducías tus legiones por todas
duceres, seu potius (tanta velocitas erat) estas tierras62, o más bien, cuando las hacías avanzar a
raperes: non vehiculum unquam, non la carrera, pues tanta era tu velocidad, en ningún
equum respexisti. Levis hic, non momento pensaste en montar en un carruaje o en
subsidium itineris, sed decus, et cum servirte de tu caballo63. Éste te seguía sin llevar carga
ceteris subsequebatur: ut cuius nullus tibi alguna, y no como sostén a lo largo del viaje, sino como
usus, nisi quum die stativorum símbolo de tu graduación, tanto es así que no recurrías
proximum campum alacritate, discursu, a él salvo cuando en los días de descanso levantabas
pulvere attolleres. nubes de polvo en los campos cercanos por la
[4] Initium laboris mirer, an finem? vivacidad de tus galopadas. [4] ¿Debo admirar más el
Multum est, quod perseverasti: plus inicio de semejante empresa o su conclusión? Es
tamen, quod non timuisti, ne perseverare admirable el hecho de que la llevases felizmente a
non posses. término, no obstante, es más admirable aún el hecho de
que no temiste en ningún momento no poder llevarla a
[5] Nec dubito, quin ille, qui te inter illa cabo. [5] Y no dudo que ese emperador que en medio
Germaniae bella ab Hispania usque, ut de las guerras de Germania te hizo llamar desde
validissimum praesidium, exciverat, Hispania por considerarte su más firme sostén64, pese a
iners ipse alienisque virtutibus tunc ser él mismo un cobarde65 y por aquel entonces

61 El elogio de la gloria militar es uno de los tópicos propios del encomio. En este pasaje, muy próximo al comienzo del
capítulo siguiente (cap. 15, 1), Plinio ha podido inspirarse en Cicerón, Discurso por el regreso de M. Marcelo, 5 (Cicerón se
dirige a Julio César): “A menudo acostumbro a considerar y utilizar de buen grado en frecuentes conversaciones la
siguiente idea: que todas las gestas de nuestros generales, todas las de los pueblos y naciones más poderosos, todas las de
los reyes más famosos no pueden compararse con las tuyas ni por la magnitud de las confrontaciones, ni por el número
de batallas, ni por la variedad de frentes de combate, ni por la diversidad de las guerras, ni por la rapidez en concluirlas;
y que, en verdad, nadie ha podido recorrer tierras tan alejadas más rápidamente de lo que tú las has visitado no diré en
tus marchas, sino con tus victorias”.
62 Exageración, Trajano estaba al frente de una sola legión: la VII Gemina.

63 Otro elogio característico del buen general, cfr. Suetonio, El divino Julio, 57: “Era un hombre (sc. Julio César) de gran

experiencia en las armas y en la equitación, resistente a la fatiga hasta extremos increíbles. En las marchas iba delante,
algunas veces a caballo, más a menudo a pie, con la cabeza descubierta, hiciera sol o lloviese...”. Puede que Plinio desee
igualmente contraponer la fortaleza de Trajano a la debilidad de Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 19, 1: “Incapaz de
soportar la fatiga, casi nunca iba a pie por la ciudad, y muy rara vez a caballo en sus expediciones y en sus marchas, pues
por lo general viajaba en litera”.
64 Alusión a la revuelta de L. Antonio Saturnino, gobernador de Germania Superior, contra Domiciano en enero del 89

d.C. El Príncipe llamó entonces en su ayuda a Trajano, a la sazón al mando de una legión de la Hispania Tarraconense,
quien, sin embargo, no llegó a entrar en combate. Saturnino fue derrotado por A. Buccio Lapio Máximo, gobernador de
Germania Inferior. Cfr. Suetonio, Domiciano, 6, 2: “Puso fin (sc. Domiciano) a la guerra civil promovida por Lucio
Antonino, gobernador de Germania Superior, sin estar presente en el campo de operaciones y por un admirable golpe de
fortuna, pues el súbito deshielo del Rin, ocurrido en el mismo momento en que se daba la batalla, impidió a las tropas de
los bárbaros cruzarlo para unirse a Antonio”; y Dión Casio, 67, 11, 1.
65 Nos consta, por el contrario, que Domiciano, nada más tener noticia de la sublevación de L. Antonio Saturnino, partió
quoque invidus imperator, quum ope asimismo alguien que se mostraba envidioso de las
earum indigeret, tantam admirationem cualidades de los demás, incluso cuando tenía
tui non sine quodam timore conceperit, necesidad de ellas, sintió tanta admiración por ti (no
quantam ille genitus Iove post saevos exenta de cierto temor), cuanta aquel famoso
labores duraque imperia regi suo descendiente de Júpiter causaba a su rey al presentarse
indomitus semper indefessusque ante él siempre invencible e infatigable después de los
referebat; quum aliis super alias crueles trabajos y los duros mandatos que tenía que
expeditionibus munere alio dignus soportar66, puesto que, como consecuencia de aquel
invenireris. viaje, fuiste encontrado digno de dirigir, una tras otra,
nuevas campañas.

XV Los diez años de Trajano como tribuno militar.


[15, 1] Tribunus vero disiunctissimas [15, 1] Pero como simple tribuno67 ya recorriste el
terras, teneris adhuc annis, viri firmitate mundo de un extremo al otro68, mostrando en todo
lustrasti: iam tunc praemonente Fortuna, momento, pese a ser aún muy joven, la firmeza de un
ut diu penitus perdisceres, quae mox hombre. Ciertamente, ya entonces la diosa Fortuna
praecipere deberes. pretendía advertirte que aprendieses a fondo y durante
un largo periodo todo aquello en lo que más adelante
[2] Neque enim prospexisse castra, deberías instruir a otros. [2] Y en efecto, no quisiste
brevemque militiam quasi transisse contentarte con mirar los campamentos de lejos y
contentus, ita egisti tribunum, ut esse concluir, por así decirlo, con la mayor rapidez posible
statim dux posses, nihilque discendum tu servicio militar, sino que desempeñaste tu tribunado
haberes tempore docendi. con el mayor celo, para poder así llegar cuanto antes a
comandante en jefe y no tener nada que aprender
cuando se te presentase el momento de enseñar.
[3] Cognovisti per stipendia decem [3] Durante diez años de campañas conociste las

de Roma hacia Germania Superior para ponerse él mismo al frente de las operaciones. Suetonio, no obstante, no dice
nada de esta iniciativa de Domiciano, véase Suetonio, Domiciano, 6, 2 (citado en la nota precedente).
66 Alusión a Hércules. La más famosa de las leyendas de la mitología griega en tomo a este semidiós era la de los “Doce

Trabajos de Hércules”, que el rey de Micenas Euristeo habría impuesto al héroe como expiación por un crimen cometido
por éste último. Estos “trabajos” consistían principalmente en liberar al mundo de cierto número de monstruos, como el
león de Nemea o la hidra de Lema, y en capturar una serie de animales extraordinarios como el jabalí de Erimanto y el
toro de Creta. Desde el siglo I a.C. era común en Roma la identificación de los grandes hombres, primero los mejores
generales de la República y luego los emperadores, con el semidiós griego, símbolo para los antiguos del héroe que lucha
por causas justas, libera de los males y pacifica las tierras. Así, habían sido comparados con Hércules: L. Cornelio Sila,
Gn. Pompeyo, Marco Antonio, Augusto y Domiciano. También Trajano asoció su imagen a la de Hércules, como dejan
ver algunas monedas del año 100, contemporáneas por lo tanto del Panegírico, que representan al emperador en el
anverso y a Hércules en el reverso, o una estatua del Museo Nacional Romano en la que Trajano, adornado con una
corona cívica y vestido tan sólo con una piel de león sobre el hombro izquierdo y anudada sobre el derecho, aparece
identificado con Hércules. A ello se añade el hecho de que una de las dos nuevas legiones creadas por Trajano hacia el
104, la legión II Trajana, llevaba como emblema en su estandarte una representación de Hércules; y en fin, el que en el
Arco de Benevento, erigido en el 114 y dedicado por el Senado y el Pueblo de Roma a Trajano, el emperador aparece
representado junto a Hércules. Sobre los Doce Trabajos de Hércules y la comparación de éste con Domiciano, véase, por
ejemplo, Marcial, 9, 101.
67 Esto es, como tribuno militar laticlavio (véase “Tribuno militar” en el Apéndice 5).

68 Como ha señalado antes Plinio, Trajano sirvió como tribuno en el Éufrates y en el Rin, esto es, en Siria y en Germania,

las regiones limítrofes del Imperio por el este y el norte. La duración del servicio de un tribuno militar era de un año, pero
el de Trajano se prolongó desde el año 73 aproximadamente hasta los años 78/80, entre cinco y ocho años, un hecho
excepcional en la carrera de un romano de rango patricio. Prueba de ello es que los servicios más largos de otros tribunos
militares de los que tenemos noticia fueron de unos cuatro años en el caso de P. Elio Adriano (el emperador), del 95 al
98/99; y de tres en el de Lucio Minicio Natal Cuadronio Vero (cónsul sufecto en el 139 d.C.).
mores gentium, regionum situs, distintas costumbres de los pueblos, la configuración
opportunitates locorum, et diversam de las regiones y las ventajas y desventajas de sus
aquarum coelique temperiem, ut patrios territorios, y te acostumbraste a soportar el diferente
fontes patriumque sidus, ferre consuesti. sabor de sus aguas y las peculiaridades de sus
estaciones como las fuentes y el clima de nuestra
[4] Quoties equos, quoties emerita arma patria69. [4] ¡Cuántas veces cambiaste de caballo,
mutasti! Veniet ergo tempus, quo posteri cuántas de armas, después de que unos y otras no pu-
visere, visendum tradere minoribus suis diesen ya seguir prestándote servicio! Vendrá, sin
gestient, quis sudores tuos hauserit duda, un tiempo en el que los hombres venideros
campus, quae refectiones tuas arbores, arderán en deseos de visitar ellos mismos y de hacer
quae somnum saxa praetexerint, quod visitar a sus descendientes los campos que absorbieron
denique tectum magnus hospes las gotas de tu sudor, los árboles que con su sombra
impleveris: ut tunc ipsi tibi ingentium refrescaron tu reposo, las rocas que protegieron tu
ducum sacra vestigia, iisdem in locis, sueño, en fin, las moradas que acogieron a tan gran
monstrabantur. huésped, del mismo modo que en su momento en esos
mismos lugares se te mostraron a ti los sagrados
recuerdos de los grandes generales del pasado.
[5] Verum haec olim: in praesentia [5] Pero todo esto ocurrirá en el futuro, por el
quidem, quisquis paullo vetustior miles, momento, en nuestros días, todos los soldados que son
hic te commilitone censetur. Quotus enim un poco veteranos gozan de un gran prestigio por ha-
quisque, cuius tu non ante commilito, ber sido compañeros tuyos de armas. ¡Qué pocos
quam imperator? Inde est, quod prope soldados hay, ciertamente, que no hayas conocido
omnes nomine appellas: quod como compañero de armas antes de convertirte en su
singulorum fortia facta commemoras: nec emperador! De ahí que a casi todos los llames por su
habent adnumeranda tibi pro republica nombre, que recuerdes los actos más heroicos de cada
vulnera, quibus statim laudator et testis uno de ellos, y que no tengan que enumerarte las
contigisti. heridas que han recibido en defensa del Estado, pues
tú fuiste testigo de ellas y el primero que los elogió por
su coraje70.

XVI Trajano pacificará el Imperio y traerá la paz a Roma.


[16, l] Sed magis praedicanda moderatio [16, l] 71 Pero, precisamente, tanto más debe celebrarse
tua, quod innutritus bellicis laudibus tu moderación por el hecho de que, pese a haber sido
pacem amas: nec quia vel pater tibi educado en el culto a la gloria militar, amas la paz, y
triumphalis, vel adoptionis tuae die porque, aunque tu padre natural fuese honrado con las
dicata Capitolino Iovi laurus, idcirco ex insignias honorarias del triunfo y el día de tu adopción

69 Trajano sirvió durante diez años en el ejército antes de ejercer la pretura hacia el año 84 u 85/86 y asumir el mando de
una legión hacia el año 86/87, pero no sólo como tribuno militar, como señalan algunos comentaristas, sino
desempeñando asimismo diferentes mandos de rango superior que nos son desconocidos, temporalmente interrumpidos
por el ejercicio de la cuestura (hacia el año 78 o el 81) y el del tribunado de la plebe o la edilidad (dos años después,
aproximadamente).
70 Otro elogio tópico del buen general, cfr. Tácito, Anales, 1, 71, 3: “Además, para suavizar también con la benevolencia el

recuerdo del desastre procuraba (sc. Germánico) visitar a los heridos y ensalzar las hazañas de cada cual; examinando las
heridas, a unos con la esperanza, a otros con la gloria, a todos con su palabra y su desvelo se los ganaba para sí y los
robustecía cara a la guerra”.
71 Los estudiosos que ven en los capítulos 13-15 una amplificación del discurso original, señalan que, después de haber

desarrollado las virtudes militares de Trajano, Plinio vuelve a ocuparse del tema de la adopción y del respeto impuesto
por Trajano a los pueblos bárbaros, el tema principal del cap. 12, en especial a las tribus danubianas: 12, 3-4 y de nuevo
16, 2.
occasione omni quaeris triumphos. un ramito de laurel fuese consagrado a Júpiter
Capitolino, no por ello buscas todas las ocasiones
posibles para emprender nuevas guerras que te pro-
[2] Non times bella, nec provocas. porcionen triunfos. [2] No temes las guerras, pero no
Magnum est, Imperator Auguste, las provocas. Es hermoso, Emperador Augusto,
magnum est stare in Danubii ripa, si hermoso sí, permanecer a esta orilla del Danubio72,
transeas, certum triumphi; nec decertare cuando se está seguro del triunfo en caso de cruzar al
cupere cum recusantibus: quorum otro lado, y es hermoso, también, no desear luchar
alterum fortitudine, alterum moderatione contra un enemigo que rechaza el combate. Lo primero
efficitur. es prueba de valor, lo segundo, de moderación.
[3] Nam ut ipse nolis pugnare, [3] En efecto, tu moderación te lleva a no querer
moderatio; fortitudo tua praestat, ut batallar, y tu valor lleva a tus enemigos a no desearlo
neque hostes tui velint. Accipiet ergo tampoco. Así, recibirá el Capitolio un día no unos
aliquando Capitolium non mimicos carros de comediantes ni las vanas apariencias de una
currus, nec falsae simulacra victoriae; sed falsa victoria73, sino a un emperador provisto de una
imperatorem veram ac solidam gloriam gloria verdadera y sólida, portador de la paz y de la
reportantem, pacem, tranquillitatem, et seguridad, y que habrá logrado una sumisión tan
tam confessa hostium obsequia, ut sincera por parte de todos nuestros enemigos que no
vincendus nemo fuerit. nos quedará ya ninguno a quien vencer.
[4] Pulchrius hoc omnibus triumphis. [4] 74 Un logro como éste será más hermoso que todos
Neque enim unquam, nisi ex contemptu los triunfos, pues nunca nos hemos decidido a
imperii nostri factum est, ut vinceremus. combatir y a vencer sino como consecuencia de una
[5] Quod si quis barbarus rex eo ofensa a nuestro poder. [5] Pero si algún rey bárbaro
insolentiae furorisque processerit, ut llegase a tal grado de soberbia y de frenesí que se
iram tuam indignationemque mereatur: hiciese merecedor de tu ira y de tu indignación75,
nae ille, sive interfuso mari, seu aunque esté, ciertamente, separado de nosotros por un
fluminibus immensis, seu praecipiti vasto mar76, aunque lo protejan ríos inmensos77 o una
monte defenditur, omnia haec tam prona, montaña inaccesible78, comprobará que todas estas
tamque cedentia virtutibus tuis sentiet, ut defensas tanto se inclinan y ceden ante tus virtudes

72 Alusión al viaje de inspección de Trajano, ya emperador, a lo largo de las fronteras del Rin y del Danubio durante el
invierno de los años 98-99.
73 Alusión a Domiciano, cfr. Tácito, Agrícola, 39,1: “Tenía conciencia (sc. Domiciano) de que su reciente, pero falso triunfo

en Germania (sc. sobe los catos, en el año 83) había servido de mofa: se habían comprado esclavos a cuya vestimenta y
cabellos proporcionó el aspecto de prisioneros de guerra”; y Dión Casio, 67, 7, 4. Quizás Plinio piense asimismo en
Calígula, cfr. Suetonio, Calígula, 47: “Pasó a ocuparse de su triunfo, y, además de los cautivos y los tránsfugas barbaros,
seleccionó y reservó para el desfile a todos los individuos más esbeltos de las Galias, que eran, según sus propias
palabras, «dignos de figurar en un triunfo», y a algunos miembros de la nobleza, obligándolos a teñirse de rojo los
cabellos y a dejárselos crecer, e incluso a aprender la lengua germánica y a adoptar nombres bárbaros”.
74 El elogio de la moderación del Príncipe durante el invierno de los años 98-99 (cap. 16,3) se ve aquí interrumpido por

una nueva amplificación del discurso, desde 16, 4 a 17, 3, pues en 17, 4 Plinio se ocupa de nuevo de la moderación de
Trajano. Esta adición es quizás la más evidente del discurso, pues se refiere verosímilmente a la Primera Guerra Dácica,
años 101-102, posterior, por lo tanto, en un año a la fecha en la que Plinio pronunció su discurso en el Senado ante
Trajano.
75 Probable alusión a Decébalo, rey de los dacios.

76 El Adriático. En las dos guerras contra los dacios, Trajano reunió a su ejército en Italia y ganó a continuación Iliria por

mar. Tenemos noticia de que en la Segunda Guerra Dácica, años 105-106, Trajano se embarcó en Ancona.
77 El Danubio y sus afluentes.

78 El carácter montañoso de la región, que coincide aproximadamente con la actual Transilvania, era un tópico entre los

escritores romanos, cfr. Estacio, Tebaida, 1, 20; id., Siluas, 1, 1, 80-81; ibidem, 3, 3, 167-169: “Y no es extraño, apacible
caudillo, si tal es la clemencia que concede a los catos derrotados un tratado indulgente, que otorga su monte a los
dacios...”; Floro, 2, 28: “Los dacios viven pegados a sus montes”.
subsedisse montes, flumina exaruisse, que creerá que las montañas se han allanado, que los
interceptum mare, illatasque non classes ríos se han secado, que el mar ha desaparecido, y que
nostras, sed terras ipsas arbitretur. no sólo nuestras flotas79, sino incluso la propia
naturaleza lucha contra él.

XVII Presagio del triunfo de Trajano sobre los dacios.


[17, l] Videor iam cernere non spoliis [17, l] Me parece ver ya esa distinguida ceremonia del
provinciarum, et extorto sociis auro, sed triunfo80 adornada no con los botines robados a las
hostilibus armis captorumque regum provincias ni con el oro arrebatado a nuestros aliados81,
catenis triumphum gravem. Videor sino con las armas de los enemigos derrotados y las
ingentia ducum nomina, nec indecora cadenas de los reyes capturados. [2] Me parece oír ya
nominibus corpora noscitare. los nombres interminables de esos caudillos y
[2] Videor intueri immanibus ausis distinguir sus cuerpos, de una estatura no indigna de
barbarorum onusta fercula, et sua sus nombres. Me parece contemplar las andas cargadas
quemque facta vinctis manibus con las inmensas atrocidades de los bárbaros82 y a
sequentem: mox ipsum te sublimem, todos ellos caminar con las manos atadas detrás de las
instantemque curru domitarum gentium representaciones de sus hechos de guerra, y a
tergo; ante currum autem clypeos, quos continuación, inmediatamente después de todos los
ipse perfoderis. pueblos sometidos por ti, a ti mismo, de pie en lo alto
de tu carro, y por delante de éste los escudos que con
[3] Nec tibi opima defuerint, si quis tus propias armas tú mismo has atravesado. [3] Y no te
regum venire in manus audeat, nec modo han de faltar los despojos de los caudillos enemigos, si
telorum tuorum, sed etiam oculorum algún rey se atreve a luchar contigo cuerpo a cuerpo y
minarumque coniectum toto campo, no siente horror de enfrentarse no sólo con tus armas,
totoque exercitu opposito, perhorrescat. sino incluso con tus ojos y tus amenazas, aunque todo
el campo y todo su ejército os separe a ambos.
[4] Meruisti proxima moderatione, ut, [4] Asimismo, con la última muestra que has dado de
quandocunque te vel inferre vel tu moderación te has hecho acreedor a que, siempre
propulsare bellum coegerit imperii que la dignidad del Imperio te exija emprender una
dignitas, non ideo vicisse videaris, ut guerra ofensiva o rechazar un ataque enemigo, todos
triumphares, sed triumphare, quia piensen que no has vencido para celebrar la ceremonia
viceris. del triunfo, sino que la celebras porque has vencido83.

79 Dos eran las flotas del Danubio: la Flota Panónica y la Flota Mésica.
80 Algunos estudiosos, sobre la base de este pasaje, creen que la publicación del Panegírico debe situarse en el 103, con
posterioridad a la celebración de Trajano en Roma de la ceremonia del triunfo sobre los dacios a la finalización de la
Primera Guerra Dácica, probablemente el 28 de diciembre del 102. No obstante, en general, se cree que Plinio publicó su
discurso en el 101, cuando la guerra ya había comenzado o estaba a punto de hacerlo, y que, si anuncia en este pasaje el
futuro triunfo de Trajano, es simplemente porque ello constituía un tópico literario en los elogios del Príncipe.
81 Nueva censura a Domiciano. Suetonio, sin embargo, elogia el buen funcionamiento de la administración provincial en

tiempos del último de los Flavios, véase Domiciano, 8, 2: “Puso asimismo (sc. Domiciano) tanto esmero en reprimir a los
magistrados de la ciudad y a los gobernadores de las provincias, que nunca fueron más comedidos ni más justos,
mientras que después de él hemos visto a muchos de éstos acusados de todo tipo de crímenes”.
82 Las representaciones, principalmente pictóricas, de los más destacados episodios de la guerra, a las que Plinio se

refiere inmediatamente a continuación.


83 Probable alusión de nuevo a Domiciano y a la simulada ceremonia del triunfo del año 83 para celebrar una victoria

sobre los catos, a lo que Plinio se refiere ya en 16,3 (cfr. supra nota al pasaje). Nueva prueba de que el texto comprendido
entre 16,3 y 17,4 es una interpolación posterior que interrumpe el desarrollo de un mismo tema.
XVIII El restablecimiento de la disciplina militar.
[18, l] Aliud ex alio mihi occurrit. Quam [18, l] Un razonamiento me lleva a otro. ¡Qué
speciosum est enim, quod disciplinam magnífico es el que hayas restablecido la disciplina
castrorum lapsam exstinctamque militar, que había caído en desuso y desaparecido de
refovisti, depulso prioris seculi malo, nuestros campamentos!84 Lo lograste poniendo fin a los
inertia et contumacia et dedignatione males de los tiempos precedentes: la negligencia, la
parendi? indisciplina y el desprecio a obedecer las órdenes.
[2] Tutum est reverentiam, tutum [2] No supone ningún riesgo merecer el respeto y el
caritatem mereri: nec ducum quisquam, afecto de la tropa, y nuestros generales no temen ya ser
aut non amari a militibus, aut amari o no ser apreciados por sus soldados, y así, sin
timet: et inde offensae gratiaeque pariter preocuparse por provocar la animadversión de éstos o
securi, instant operibus, adsunt ganarse su favor, apresuran los trabajos, presencian los
exercitationibus, arma, moenia, viros entrenamientos, mantienen en perfecto estado armas y
aptant. fortificaciones, y tienen bien preparados a sus hombres.
[3] Quippe non is princeps, qui sibi [3] En efecto, no es éste un Príncipe que considere que
imminere, sibi intendi putet, quod in lo amenazan a él y que se dirigen contra él las
hostes paretur: quae persuasio fuit disposiciones que se toman contra los enemigos.
illorum, qui hostilia quum facerent, Semejante obsesión fue propia de aquellos
timebant. Iidem ergo torpere militaria emperadores que temían ataques contra ellos por
studia, nec animos modo, sed et corpora tramar ellos, a su vez, intrigas contra todos. En
ipsa languescere, gladios etiam incuria consecuencia, estos mismos emperadores se alegraban
hebetari retundique gaudebant. de que se perdiese la devoción por la gloria militar, de
que se debilitasen, no sólo los espíritus, sino también
los cuerpos de nuestros soldados, y de que incluso sus
espadas perdiesen su filo y se mellasen por un uso
Duces porro nostri, non tam regum descuidado. Por todo ello, nuestros generales no
exterorum, quam suorum principum temían tanto las insidias de los reyes extranjeros como
insidias, nec tam hostium, quam las de sus propios Príncipes, ni los brazos y el hierro de
commilitonum manus ferrumque los enemigos como los de sus propios compañeros de
metuebant. armas.

XIX Trajano es respetado y amado tanto por los legados imperiales como por los soldados rasos.
[19, 1] Est haec natura sideribus, ut parva [19, 1] Ésta es la ley que la naturaleza ha establecido
et exilia validiorum exortus obscuret: para los astros: la salida de los más luminosos
similiter Imperatoris adventu Legatorum obscurece a los pequeños y a los débiles. Del mismo
dignitas inumbratur. modo, la gloria de los legados85 se ve eclipsada por la
[2] Tu tamen maior omnibus quidem llegada del emperador. [2] No ocurrió así en tu caso.
eras, sed sine ullius deminutione maior: Tú eras, ciertamente, más grande que todos tus
eandem auctoritatem praesente te legados, pero eras más grande que ellos sin perjuicio
quisque, quam absente, retinebat: quin de ninguno, pues todos conservaban en tu presencia la
etiam plerisque ex eo reverentia misma autoridad que tenían cuando tú te hallabas
accesserat, quod tu quoque illos ausente. Es más, incluso el respeto de que gozaban
reverebare. aumentaba en la mayoría de los casos por el hecho de

84 Nueva crítica a Domiciano, que también puede leerse en la epist. 8, 14, 7. Los historiadores, sin embargo, no han
encontrado indicios de que la disciplina del ejército restablecida por Vespasiano el año 69 se hubiese relajado en tiempos
de Domiciano. El elogio de Trajano como restaurador de la disciplina militar puede leerse también en la epist. 10, 29, 1.
85 Fundamentalmente, los legados imperiales, esto es, los gobernadores de las provincias del Imperio. Si bien, puede que

Plinio piense también en los legados legionarios de rango pretorio, comandantes en jefe de las legiones.
[3] Itaque perinde summis atque infimis que también tú les mostrabas respeto. [3] En
carus, sic imperatorem commilitonemque consecuencia, eras igual de querido por los altos
miscueras, ut studium omnium mandos que por los más humildes de los soldados, y
laboremque, et tanquam exactor tan perfectamente habías sabido mezclar en tu persona
intenderes, et tanquam particeps al emperador y al compañero de armas que, en tu
sociusque relevares. calidad de supervisor del ejército, conseguías que
aumentase el celo y la laboriosidad de toda la tropa, y
como copartícipe de sus trabajos y su camarada, sabías
[4] Felices illos, quorum fides et industria aliviar sus fatigas86. [4] ¡Qué afortunados aquellos cuya
non per internuntios et interpretes, sed lealtad y aplicación a tu servicio no merecían tu
ab ipso te, nec auribus tuis, sed oculis aprobación por medio de mensajeros y agentes, sino
probabantur! Consecuti sunt, ut absens por ti mismo en persona, y no por las noticias que otros
quoque de absentibus nemini magis, te transmitían, sino por lo que tú mismo veías con tus
quam tibi crederes. propios ojos! Con ello consiguieron incluso que,
ausente tú ya de su lado, en lo que a ellos se refiere y
en la lejanía no confíes en la opinión de ningún otro
más que en la tuya propia.

II. D. El regreso de Trajano a Roma el año 99: caps. 20-24.

XX Viaje de regreso desde el Danubio a Roma.


[20, 1] Iam te civium desideria [20, 1] Ya te llamaban de regreso a Roma los deseos
revocabant, amoremque castrorum que los ciudadanos tenían de verte, y tu devoción por
superabat caritas patriae. Iter inde la patria se imponía en ti sobre tu amor por los
placidum ac modestum, ut plane a pace campamentos. Tu viaje desde tu provincia fue
redeuntis. tranquilo y modesto87, como correspondía, ciertamente,
[2] Nec vero ego in laudibus tuis ponam, a quien regresaba de la paz88. [2] Y no he de ser yo el
quod adventum tuum non pater que incluya entre tus títulos de gloria el que ningún
quisquam, non maritus expavit. Affectata padre ni esposo tembló ante tu llegada89: en otros la
aliis castitas, tibi ingenita et innata, pureza de las costumbres adolece de afectación90, en ti

86 Nuevo elogio tópico del buen general, cfr. Tácito, Historias, 5, 1, 1: “Él (sc. Tito), para que se lo tuviera por superior a su
fortuna, se mostraba espléndido y decidido con las armas, fomentando con su benevolencia y su accesibilidad el sentido
del deber, y sobre todo, al mezclarse con los soldados de tropa en los trabajos y en las marchas, sin mengua alguna de su
dignidad de general”.
87 Durante el invierno de los años 98-99, Trajano habría recorrido en visita de inspección la frontera del Rin, primero, y

del Danubio, a continuación, hasta la provincia de Panonia. Una vez allí, habría decidido regresar a Roma hacia
comienzos del otoño del 99.
88 Es decir, desde su adopción a finales de octubre del 97 hasta su regreso a Roma hacia el mes de octubre del 99, Trajano

no se habría visto obligado a entrar en combate.


89 Cfr. Suetonio, Calígula, 36, 1-2: “No respetó (sc. Calígula) ni su propio pudor ni el ajeno... Además de los incestos que

cometía con sus hermanas y de su famosísimo amor por la cortesana Pirálide, apenas hubo mujer de condición ilustre
que escapara de sus manos. Solía invitarlas a comer con sus maridos, y, mientras pasaban por delante de él, las
examinaba con toda atención y detenimiento, a la manera de los compradores, levantándoles incluso el rostro con la
mano cuando lo bajaban por pudor; luego, abandonaba el triclinio cada vez que le apetecía, llevándose consigo a la que
más le gustaba, y poco después volvía, con las marcas de la lascivia todavía frescas...”; id., Domiciano, 1, 3: “... por lo
demás, ejerció (sc. Domiciano) el poder absoluto tan a su antojo, que ya por entonces daba muestras de cómo sería en el
futuro. Para no referir cada una de sus actuaciones, después de haber mantenido comercio camal con las esposas de
muchos personajes sedujo incluso a Domicia Longina, casada con Elio Lamia, y contrajo matrimonio con ella”.
90 Alusión a Domiciano. Plinio se refiere a la contradicción que existía entre la severidad que Domiciano afectaba como

censor vitalicio (desde el año 84) y la depravación de sus costumbres, cfr. Suetonio, Domiciano, 8, 3-5: “Cuando asumió la
reforma de las costumbres, puso freno a la licencia que imperaba en los teatros..., destruyó los escritos difamatorios
interque ea, quae imputare non possis. es algo natural e innato, y por tanto forma parte de
aquellas cualidades tuyas que no puedes contar entre
[3] Nullus in exigendis vehiculis tus méritos. [3] No cometiste violencia alguna a la hora
tumultus, nullum circa hospitia de requisar los carruajes para el viaje, no te mostraste
fastidium; annona, quae ceteris; ad hoc difícil de satisfacer en ninguno de los alojamientos
comitatus accinctus et parens: diceres donde te detuviste y disfrutaste de la misma ración de
magnum aliquem ducem, ac te comida que los demás. A ello debe sumarse un séquito
potissimum, ad exercitus ire: adeo nihil, siempre alerta y disciplinado. Se habría dicho que
aut certe parum intererat inter algún gran general acudía a ponerse al frente de sus
imperatorem factum, et brevi futurum. ejércitos, y especialmente que eras tú quien lo hacías,
pues hasta ese punto no existía ninguna diferencia o, si
la había, era ciertamente mínima, en tu
comportamiento una vez ya proclamado emperador
respecto al que mostrabas en la época anterior a tu
elevación. [4] ¡Qué diferente había sido unos pocos
[4] Quam dissimilis nuper alterius años atrás el regreso de otro Príncipe!91. Si es que
principis transitus! si tamen transitus ille, aquello fue un viaje de regreso y no una devastación,
non populatio fuit, cum abactus cuando el hospedaje de este Príncipe era causa de
hospitum exerceret, omniaque dextra saqueos y todo a su paso quedaba calcinado y arrasado
laevaque perusta et attrita, ut si vis a derecha e izquierda, como si alguna calamidad se
aliqua, vel ipsi illi barbari, quos fugiebat, hubiese abatido sobre esos lugares o incluso hubiesen
inciderent. Persuadendum provinciis realizado una incursión en ellos aquellos mismos
erat, illud iter Domitiani fuisse, non bárbaros de los que ese emperador huía92. Había que
principis. hacer comprender a las provincias que aquél era el
modo en el que viajaba Domiciano, no el que
[5] Itaque non tam pro tua gloria, quam correspondía a un Príncipe. [5] En consecuencia, no
pro utilitate communi, edicto subiecisti, tanto para contribuir a tu propia gloria como por el
quid in utrumque vestrum esset interés general, expusiste en un mismo edicto qué coste
impensum. Adsuescat imperator cum habían supuesto al Estado los viajes de uno y otro. Es
imperio calculum ponere: sic exeat, sic bueno que el emperador se acostumbre a calcular sus
redeat, tanquam rationem redditurus; gastos ante su Imperio, que salga de Roma y regrese a

difundidos entre el pueblo, en los que se denigraba a los hombres y mujeres de más viso, no sin tachar de infames a sus
autores..., prohibió utilizar la litera a las mujeres licenciosas y las privó del derecho de recibir legados y herencias...”,
frente a ibidem, 22: “Era de una lascivia exagerada, y así, llamaba a sus constantes ayuntamientos camales «combates de
cama», como si se tratara de un tipo de ejercicio físico; se creía asimismo que depilaba a sus concubinas con sus propias
manos, y que nadaba entre las más vulgares meretrices”.
91 Nueva alusión a Domiciano, en concreto al regreso de éste a Roma entre diciembre del año 92 y enero del año 93, tras

la campaña contra los sármatas, pueblo nómada asentado en el curso medio del Danubio entre la provincia romana de
Panonia y el reino de los dacios. Domiciano quiso supervisar él mismo sobre el terreno el desarrollo de las operaciones,
en las que los romanos obtuvieron importantes victorias sobre los bárbaros. Plinio falsea, por lo tanto, la realidad de los
hechos cuando más adelante dice: "... como si alguna calamidad se hubiese abatido sobre esos lugares o incluso hubiesen
realizado una incursión en ellos aquellos mismos bárbaros de los que ese emperador huía”.
92 Censura característica contra los malos Príncipes. Tácito se muestra igualmente crítico con Vitelio con ocasión del viaje

de éste desde la Galia a Roma como emperador, véase Historias, 2, 87, 1-2: “Vitelio, cada día más despreciado y más
abotargado, parándose en todas las fiestas de municipios y villas, se dirigía hacia la Urbe con su oneroso cortejo. Lo
seguían 60.000 hombres armados, corrompidos por la indisciplina, y un número mayor de porteadores y de cantineros,
cuya desvergüenza llamaba la atención incluso entre los esclavos. Un cortejo de tantos legados y amigos era incapaz de
obediencia alguna aunque se lo dirigiera con la máxima moderación... Y no sólo a las colonias y municipios se los
saqueaba para allegar provisiones, sino incluso a los propios campesinos y los campos mismos..., como si se tratara de
tierra enemiga”. Una descripción parecida de este mismo viaje puede leerse en Suetonio, Vitelio, 10, 2.
edicat, quid absumpserit. ella teniendo presente que tendrá que rendir cuentas, y
que dé a conocer públicamente cuánto ha gastado.
[6] Ita fiet, ut non absumat, quod pudeat [6] Así se conseguirá que no gaste unas sumas tales que
dicere. Praeterea futuri principes, velint luego se avergüence de dar a conocer públicamente93. Y
nolint, sciant tamen, propositisque además, es útil que los Príncipes venideros, lo quieran
duobus exemplis meminerint, perinde o no, sepan que es de todos conocido cuánto <costó el
coniecturam de moribus suis homines viaje de Domiciano, y cuánto> ha costado el tuyo 94, y
esse facturos, prout hoc vel illud que, así, teniendo ante su vista estos dos ejemplos,
elegerint. recuerden que los hombres se harán una idea de sus
costumbres según elijan para ellos como modelo una u
otra manera de viajar.

XXI El título de “Padre de la Patria”.


[21, 1] Nonne his tot tantisque meritis [21, 1] ¿No merecías, acaso, en virtud de todos estos
novos aliquos honores, novos titulos méritos tan numerosos y extraordinarios honores
merebare? At tu etiam nomen patris nunca antes concedidos, títulos nunca antes otorgados?
patriae recusabas. Quam longa nobis Sin embargo, tú rehusabas incluso el de “Padre de la
cum modestia tua pugna! quam tarde Patria”. ¡Qué prolongada fue nuestra lucha contra tu
vicimus! [2] Nomen illud, quod alii modestia!, ¡cuánto tardamos en vencerla! [2] Ese ilustre
primo statim principatus die, ut título que, como los de Emperador y César, otros desde
Imperatoris et Caesaris, receperunt, tu el primer día de su Principado inmediatamente
usque eo distulisti, donec tu quoque, aceptaron, tú lo declinaste hasta el momento en que
beneficiorum tuorum parcissimus también tú mismo, el más severo valorador de tus
aestimator, iam te mereri fatereris. beneficios, reconociste que ya eras digno de él95.
[3] Itaque soli omnium contigit tibi, ut [3] Y así, tú fuiste el único entre todos los Príncipes en
pater patriae esses, ante quam fieres; eras ser Padre de la Patria antes de ser proclamado tal.
enim in animis, in iudiciis nostris: nec Pues, en efecto, lo eras en nuestros corazones y en
publicae pietatis intererat, quid vocarere; nuestros pensamientos, y poco importaba a la devoción
nisi quod ingrata sibi videbatur, si te filial de tu pueblo en qué terminos debía referirse a tu
imperatorem potius vocaret et Caesarem, persona, pero le parecía adolecer de ingratitud al
quum patrem experiretur. llamarte Emperador y César, cuando había encontrado

93 Esto fue justamente lo que ocurrió a Julio César en una ocasión según el relato de Suetonio, El divino Julio, 47:
“Afirman... que ponía siempre (sc. Julio César) una extraordinaria pasión en adquirir piedras preciosas, vasos labrados,
estatuas y cuadros de factura antigua; e igualmente esclavos muy bien formados y cultos, a un precio exorbitante y del
que se avergonzaba incluso él mismo, hasta el extremo de prohibir su inclusión en las cuentas”.
94 Lassandro, siguiendo en ello a Mynors, defiende la existencia de una laguna en este pasaje, cuyo contenido debía ser

poco más o menos el que reflejo en mi traducción entre corchetes angulares.


95 Tras rechazar el título de Padre de la Patria al comienzo de su reinado, en febrero del año 98, Trajano acabó por

aceptarlo un poco más adelante ese mismo año, antes de las elecciones consulares de octubre, tal y como se deduce más
adelante del cap. 57,5. Plinio falsea una vez más la realidad con el deseo de adular a Trajano, cuando dice un poco antes
en este mismo capítulo: “Ese ilustre título (sc. de Padre de la Patria) que... otros desde el primer día de su Principado
inmediatamente aceptaron”, pues sabemos, por el contrario, que durante el siglo I d.C. fue costumbre que todos los
emperadores rechazasen ese título la primera vez que se les ofreció: Augusto no lo aceptó hasta el 2 a.C. (gobernaba en
solitario desde el 31 a.C.), Tiberio lo rechazó siempre, Calígula lo aceptó durante el primer año de su gobierno, y Claudio
y Nerón lo aceptaron sólo un año después de haber asumido el Imperio (después por lo tanto que Trajano); Galba, Otón y
Vitelio gobernaron tan poco tiempo que nunca llegaron a llevar semejante título; Vespasiano lo rechazó el año 69 y sólo lo
aceptó dos años después, y algo parecido ocurrió en el caso de Tito. Una vez más, cabe pensar que Plinio piensa en
Domiciano, pero las monedas que nos han llegado del reinado de este emperador prueban que tampoco él aceptó
inmediatamente semejante honor. El único Príncipe con anterioridad a Trajano que parece haber aceptado en seguida el
título de Padre de la Patria es Nerva.
[4] Quod quidem nomen qua benignitate,en ti a un verdadero padre. [4] ¡Y ciertamente, con
qua indulgentia exerces! ut cum civibus
cuánta bondad, con cuánta dulzura pones en práctica
tuis, quasi cum liberis parens, vivis! ut
ese título! ¡Qué relación tan familiar tienes con tus
reversus imperator, qui privatus exieras,
ciudadanos, semejante a la de un padre con sus hijos!96
agnoscis, agnosceris! ¡Después de regresar a Roma como emperador, tú que
habías salido de ella como un simple particular, qué
perfectamente recuerdas a todo el mundo, y qué
fácilmente todos reconocen en ti al mismo de antes!
Consideras que nosotros somos los mismos de
Eosdem nos, eundem te putas: par entonces y que tú también lo eres. Pones de manifiesto
omnibus, et hoc tantum ceteris maior, que eres un hombre semejante a todos los demás, y
quo melior. demuestras ser únicamente más grande que el resto de
los ciudadanos porque eres mejor que ellos.

XXII La entrada de Trajano en Roma en medio de la alegría de los ciudadanos.


[22, 1] Ac primum, qui dies ille, quo [22, 1] ¡Y ante todo, qué hermoso día aquel en el que,
exspectatus desideratusque urbem tuam después de ser largamente esperado y deseado,
ingressus es! Iam hoc ipsum, quod entraste caminando en tu ciudad!97 Ya este hecho por sí
ingressus es, quam mirum laetumque! mismo, el que entrases en Roma caminando, ¡qué
Nam priores invehi et importari solebant: magnífico fue!, ¡qué buen augurio! En efecto, los
non dico quadriiugo curru, et albentibus anteriores Príncipes acostumbraban a hacer su entrada
equis, sed humeris hominum, quod en carros o en literas, no digo ya sólo en una cuadriga
arrogantius erat. tirada por caballos blancos98, sino sobre las espaldas de
los hombres, lo que era más arrogante aún99.
[2] Tu sola corporis proceritate elatior [2] Tú, destacando entre los demás y mostrándote por
aliis et excelsior, non de patientia nostra encima de todos únicamente por la elevada estatura de
quendam triumphum, sed de superbia tu cuerpo, obtuviste, por así decirlo, una gran victoria
principum egisti. Ergo non aetas no sobre nuestra sumisión, sino sobre la soberbia de los
quemquam, non valetudo, non sexus Príncipes. En consecuencia, a nadie su edad, su mala
retardavit, quo minus oculos insolito salud o su sexo impidieron contemplar con detalle tan
spectaculo impleret. [3] Te parvuli insólito espectáculo. [3] Los más pequeños te conocían
noscere, ostentare iuvenes, mirari senes; por primera vez, los jóvenes te señalaban, los ancianos

96 Pensamiento característico de la ideología política de los senadores, cfr. Séneca, Sobre la clemencia, 1, 14, 1: “¿Cuál es su
tarea entonces (sc. la del buen Príncipe)? La de los buenos padres que suelen reñir a sus hijos algunas veces con suavidad,
otras veces amenazadoramente...”; Suetonio, Tito, 8, 3: “En este cúmulo de adversidades de semejante calibre mostró (sc.
Tito) no sólo la solicitud de un príncipe, sino incluso el cariño que sólo un padre sabe demostrar”.
97 Trajano entró en Roma como emperador a finales del verano o comienzos del otoño del año 99 (hacia el mes de

octubre).
98 Así lo hacían los generales victoriosos que celebraban en Roma la ceremonia del triunfo, cfr. Livio, 5, 23, 4-5: “También

la llegada del dictador, con todos los estamentos volcados a recibirlo, fue más concurrida que la de ningún otro
anteriormente, y el triunfo sobrepasó en buena medida todo lo que es habitual para dar solemnidad a un día semejante.
Sobre todo se concentran las miradas en el propio Camilo, llevado por Roma en un carro tirado por caballos blancos, y
esto pareció poco en consonancia no ya con un ciudadano, sino incluso con un mortal”. Si bien, tal vez Plinio piensa aquí
en Nerón, cfr. Suetonio, Nerón, 25, 1: “A su regreso de Grecia, puesto que Nápoles había sido la ciudad en la que había
exhibido por primera vez su talento, hizo su entrada en ella en un carro tirado por caballos blancos, a través de una
brecha abierta en la muralla, como acostumbran los vencedores de los juegos sagrados; de igual manera entró en Ancio,
luego en su finca de Albano y, finalmente, en Roma”.
99 En este caso, Plinio piensa, sin duda, en Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 19: “Incapaz de soportar la fatiga, casi

nunca iba a pie por la ciudad, y muy rara vez a caballo en sus expediciones y en sus marchas, pues por lo general viajaba
en litera”.
aegri quoque, neglecto medentium te admiraban, e incluso los enfermos, sin atender a las
imperio, ad conspectum tui, quasi ad órdenes de sus médicos, se arrastraban a verte como en
salutem sanitatemque prorepere. Inde busca de la salud y el restablecimiento100. Unos
alii, se satis vixisse te viso, te recepto; alii, aseguraban que ya habían vivido suficientemente
nunc magis esse vivendum, puesto que te habían visto y te habían recibido a tu
praedicabant. Feminas etiam tunc vuelta, y otros que era entonces cuando había sobre
foecunditatis suae maxima voluptas todo que vivir. E igualmente, en aquel momento se
subiit, quum cernerent, cui principi cives, apoderó de las mujeres una satisfacción como nunca
cui imperatori milites peperissent. antes habían conocido como consecuencia de su
fecundidad, pues veían para qué Príncipe habían
engendrado ciudadanos, para qué emperador
[4] Videres referta tecta ac laborantia, ac alumbrado soldados. [4] Se veían los altos de las casas
ne eum quidem vacantem locum, qui non llenos de gente, hasta el punto de que parecían ame-
nisi suspensum et instabile vestigium nazar con desmoronarse, y ni siquiera estaban libres
caperet; oppletas undique vias, los lugares que no ofrecían sino una posición inestable
angustumque tramitem relictum tibi; con los pies en el aire. A lo largo de todo el recorrido
alacrem hinc atque inde populum, las calles estaban repletas de espectadores, a ti se te
ubique par gaudium paremque había dejado tan sólo un estrecho pasaje en medio de
clamorem. ellas, mientras que a uno y otro lado el pueblo se
mostraba feliz, y por todas partes se advertía el mismo
júbilo y se dejaba oír el mismo griterío.
[5] Tam aequaliter ab omnibus ex [5] Así como tú habías venido a Roma para el bien de
adventu tuo laetitia percepta est, quam todos, así también todos con motivo de tu llegada
omnibus venisti: quae tamen ipsa cum experimentaron la misma alegría, e incluso ésta
ingressu tuo crevit, ac prope in singulos aumentó en el momento de tu entrada en la ciudad, y
gradus adaucta est. prácticamente con cada paso que diste resultó
acrecentada.

XXIII El sereno recorrido de Trajano a pie por la ciudad hasta el templo de Júpiter Capitolino,
primero, y el Palacio Imperial, a continuación.
[23, 1] Gratum erat cunctis, quod [23, 1] A todos agradó que a tu regreso acogieses a los
senatum osculo exciperes, ut dimissus senadores con un beso, tal y como te habías despedido
osculo fueras; gratum, quod equestris de ellos con un beso101, que honrases a los miembros

100 Más allá de la probable exageración de Plinio, tenemos noticia de un caso muy curioso acaecido a Vespasiano en
Alejandría en el 69, poco después de la victoria de sus legados sobre Vitelio en Roma. La anécdota puede leerse en Tácito,
Historias, 4, 81; y resumida en Suetonio, Vespasiano, 7, 2-3: “Dos individuos de la plebe, el uno ciego y el otro cojo, vinieron
juntos a verlo (sc. a Vespasiano) cuando se hallaba sentado en su tribunal, para pedirle que los curara como Serapis les
había indicado en sueños; el dios había dicho al ciego que Vespasiano le devolvería la vista si escupía sobre sus ojos, y al
cojo, que fortalecería su pierna si se dignaba tocarla con el pie. Aunque le costaba trabajo creer que el asunto pudiera salir
bien en modo alguno, y por este motivo no se atrevía ni siquiera a intentarlo, al fin, animado por sus amigos, ensayó
ambos remedios ante la asamblea, a la vista de todos, y el éxito coronó su intervención”. Y cfr. asimismo Dión Casio, 65,
8, 1.
101 El beso entre amigos, y por extensión el del Príncipe a sus súbditos, era una costumbre oriental que se había extendido

en Roma en tiempos de Augusto. De la importancia del gesto en el caso del Príncipe dan buena prueba los reproches que
Suetonio y Tácito dirigen a Nerón y Domiciano por rehusar besar a sus súbditos o besarlos de mala gana. Sobre Nerón,
véase Suetonio, Nerón, 37,3: “Lo cierto es que no besó a ningún senador ni a su entrada ni a su salida de la curia, y que ni
siquiera les devolvió el saludo”. Sobre Domiciano, véase Tácito, Agrícola, 40,3: “... llegó (sc. Agrícola) de noche a la Ciudad
y al Palacio, tal como se le había indicado. Recibido con un breve beso (sc. por parte de Domiciano) y sin mediar palabra, se
confundió con la turba de los cortesanos”. Plinio insiste más adelante en la amabilidad con la que Trajano besaba a sus
súbditos, a los magistrados elegidos en los comicios y a sus amigos (véase, respectivamente, cap. 24, 2, 71, 1 y 86, 3).
ordinis decora honore nominum sine más ilustres del estamento de los caballeros
monitore signares; gratum, quod tantum llamándolos por sus nombres sin necesidad de que
non ultro clientibus salutatis quasdam nadie te los recordase102, o que, tras saludar por tu
familiaritatis notas adderes. propia iniciativa a tus clientes, una persona tan distin-
guida como tú tuvieses en tu trato con ellos algunos
[2] Gratius tamen, quod sensim et detalles de gran familiaridad. [2] Pero aún resultó más
placide, et quantum respectantium turba grato el que caminases con lentitud y tranquilidad,
pateretur, incederes; quod occursantium poco a poco y en la medida en que lo permitía la
populus te quoque, te immo maxime, multitud de los que querían verte, que la
adstaret; quod primo statim die latus muchedumbre de los presentes también a ti te apre-
tuum crederes omnibus. miase, e incluso a ti más que a nadie, y que desde el
primer día te mostrases confiadamente accesible a
[3] Neque enim stipatus satellitum manu, todos. [3] En efecto, no avanzabas protegido por una
sed circumfusus undique nunc senatus, guardia armada, sino que, rodeado ora por los más
nunc equestris ordinis flore, prout ilustres de los senadores ora por la flor de los
alterutrum frequentiae genus invaluisset, caballeros, según aumentaba la afluencia de los
silentes quietosque lictores tuos miembros de uno y otro estamento, seguías a tus
subsequebare: nam milites nihil a plebe lictores, que caminaban silenciosa y pacientemente103. Y
habitu, tranquillitate, modestia en cuanto a los soldados, por su compostura, su
differebant. serenidad y su moderación en nada se distinguían del
[4] Ubi vero coepisti Capitolium pueblo. [4] A continuación, cuando comenzaste a subir
adscendere, quam laeta omnibus al Capitolio, ¡qué alegre resultó a todos el recuerdo de
adoptionis tuae recordatio! quam tu adopción!, ¡y qué grande fue, en particular, la dicha
peculiare gaudium eorum, qui te primi de aquellos que en ese mismo lugar te habían saludado
eodem loco salutaverant imperatorem! los primeros como emperador! Es más, estoy
Quin etiam deum ipsum tuum convencido de que también tu propio padre divinizado
praecipuam voluptatem operis sui experimentó el mayor de los placeres por su decisión104.
percepisse crediderim.
[5] Ut quidem iisdem vestigiis institisti, [5] Y cuando, siguiendo los pasos de tu padre, te
quibus parens tuus ingens illud deorum detuviste en el mismo lugar en el que él lo había hecho
prolaturus arcanum, quae en aquella ocasión en que se disponía a revelar ese
circumstantium gaudia! quam recens gran y secreto consejo de los dioses, ¡qué
clamor! quam similis illi dies, qui hunc manifestaciones de alegría por parte de todos los
genuit diem! ut plena altaribus, augusta presentes!, ¡qué renovados clamores!, ¡qué día tan
victimis cuncta! ut in unius salutem semejante a aquel otro que lo hizo nacer! ¡Qué poblado
collata omnium vota! quum sibi se ac estaba el templo entero de altares, que, sin embargo,
liberis suis intelligerent precari, quae pro resultaban insuficientes para tantas víctimas
te precarentur. sacrificiales como había!105. ¡Qué unanimidad en las

102 Característico elogio del buen emperador, cfr. Suetonio, Augusto, 53,3: “Los días que había sesión del Senado, nunca
saludaba a los senadores en otro lugar que en la curia, y, por cierto, permaneciendo éstos sentados y dirigiéndose
Augusto a cada uno de ellos por su nombre, sin que nadie se lo recordara”; e id., Nerón, 10,2 (elogio de los primeros
tiempos del Principado de Nerón): “Saludaba con frecuencia y de memoria a personas de todos los órdenes sociales”.
103 Esto es, sin hacer uso del grito habitual por el que estos funcionarios advertían de la llegada de la autoridad a la que

acompañaban, los magistrados o el Príncipe: Animaduertite! (“¡Atención!”); y sin empujar a los curiosos ni abrirse paso a
la fuerza, como era su derecho. Sobre los honores debidos a los magistrados en la calle, cfr. Séneca, Epístolas, 64, 10: “Si
me encuentro con un cónsul o un pretor, otorgaré a ellos todos los cumplidos con los que suele dispensarse el honor
debido a los personajes honorables: saltaré del caballo, me descubriré la cabeza, les cederé el paso...”.
104 Alusión al emperador Nerva.

105 De la importancia de estas ofrendas religiosas con ocasión del advenimiento de un nuevo Príncipe da cuenta la
plegarias de todos por el bienestar de una sola persona,
pues sabían que las oraciones que elevaban por ti a los
dioses eran súplicas que también hacían por ellos
[6] Inde tu in Palatium quidem, sed eo mismos y por sus hijos! [6] Desde allí te dirigiste al
vultu, sed ea moderatione, ut si privatam Palacio Imperial, pero con el mismo gesto y la misma
domum peteres: ceteri ad penates suos modestia que si te retirases a tu casa como un simple
quisque, iteraturus gaudii fidem, ubi ciudadano. Los demás también se retiraron, todos
nulla necessitas gaudendi est. ellos, a sus propios hogares para continuar en la
intimidad dando muestras de su sincera alegría, donde
nadie está ya obligado a mostrarse alegre.

XXIV La modestia de Trajano.


[24,1] Onerasset alium eiusmodi [24,1] 106 Un comienzo como éste habría abrumado a
introitus; tu quotidie admirabilior et cualquier otro. Tú, sin embargo, día tras día te
melior, talis denique, qualis alii principes muestras más digno de admiración y mejor Príncipe,
futuros se tantum pollicentur. Solum en fin, tal y como todos los emperadores prometen ser,
ergo te commendat augetque temporis pero que en el caso de tus predecesores no había
spatium. Iunxisti enim ac miscuisti res pasado de ser una mera promesa. Así pues, tú eres el
diversissimas, securitatem olim único al que el paso del tiempo recomienda y
imperantis, et incipientis pudorem. engrandece107, y ello es debido a que has unido y
armonizado en tu persona dos cualidades muy
diversas: la seguridad en sí mismo del que gobierna
desde antiguo y la modestia del que apenas comienza a
[2] Non tu civium amplexus ad pedes hacerlo. [2] No humillas a tus ciudadanos obligándolos
tuos deprimis, nec osculum manu reddis. a abrazar tus pies108, ni correspondes a sus besos
Manet Imperatori, quae prior oris tendiendo tu mano109. Ya emperador muestras la
humanitas, dexterae verecundia. misma delicadeza que antes en tus labios, el mismo
Incedebas pedibus; incedis: laetabaris respeto en tu mano derecha110. Ibas de un lado a otro a
labore; laetaris: eademque omnia illa pie, así también vas ahora111. Disfrutabas con el
circa te, nihil in ipso te Fortuna mutavit. esfuerzo, también disfrutas con él ahora. La diosa

siguiente noticia de Suetonio, Calígula, 14, 1: “Nada más entrar en Roma (sc. Calígula) se le otorgó, por decisión unánime
del Senado y de la multitud que irrumpió en la curia, el poder absoluto... y ello produjo tanta alegría en el pueblo, que,
según dicen, en los tres meses que siguieron, y ni siquiera completos, fueron sacrificadas más de ciento sesenta mil
víctimas”.
106 También en este capítulo se cree que Plinio debió de reelaborar su texto original, al menos en los § 1 y 4-5.

107 Pese a las palabras de Plinio, parece que Trajano no fue el único Príncipe que fue cada vez más y más apreciado a lo

largo de su reinado. Tácito dice lo mismo de Vespasiano, véase Historias, 1, 50, 4: “Además era ambigua la fama de
Vespasiano y fue, a diferencia de todos los príncipes que lo precedieron, el único que cambió para mejor”.
108 Séneca cuenta, por ejemplo, cómo Calígula dio a besar su pie izquierdo al senador Pompeyo Peno, al agradecerle éste

último que le hubiese perdonado la vida, véase Séneca, De los beneficios, 2,12,1: “Calígula dio la vida a Pompeyo Peno, si
es que la da quien no la quita. Después de absuelto, dándole Pompeyo Peno las gracias por el favor, Calígula le dio el pie
siniestro para que se lo besase. Los que excusan este acto y dicen que no lo hizo por insolencia, afirman que le quiso
mostrar la chinela dorada, o mejor, de oro adornada de perlas. Así debió ser. ¿Qué tiene de afrentoso el que un varón
consular besase oro y perlas, si por otro lado no podía escoger en su cuerpo parte que besar con menos asco?”.
109 Así hizo en una ocasión Domiciano de acuerdo con el relato de Suetonio, Domiciano, 12, 3: “Desde su juventud mostró

un carácter extremadamente soberbio... y así, cuando en cierta ocasión Cénide, la concubina de su padre, a su regreso de
Istria le ofreció, como tenía por costumbre, su mejilla para que la besara, él le tendió la mano”.
110 La afabilidad de Trajano fue proverbial en la Antigüedad, cfr. Dión Casio, 68, 7, 3.

111 Algo muy apreciado en un Príncipe, cfir. Suetonio, Augusto, 53, 2: “Cuando ejercía el consulado (sc. Augusto) casi

siempre iba a pie por la ciudad”.


Fortuna, que todo lo ha cambiado a tu alrededor, en
[3] Liberum est, ingrediente per nada te ha hecho cambiar a ti mismo112. [3] Cuando el
publicum principe, subsistere, occurrere, Príncipe camina entre la gente, todo el mundo tiene
comitari, praeterire: ambulas inter nos, libertad para detenerse, acudir a su encuentro,
non quasi contingas; et copiam tui, non acompañarlo o sobrepasarlo. Paseas entre nosotros sin
ut imputes, facis. Haeret lateri tuo, pretender dar la impresión de que nos haces un gran
quisquis accessit, finemque sermoni suus honor con ello, y te pones en todo momento a nuestra
cuique pudor, non tua superbia, facit. disposición sin la intención de presumir luego de ello.
Todo el que se acerca a ti, puede quedarse largo tiempo
a tu lado, y es la discreción de tu interlocutor la que
pone fin a vuestra conversación, no tu soberbia.
[4] Regimur quidem a te, et subiecti tibi, [4] Ciertamente, somos gobernados por ti y estamos
sed quemadmodum legibus, sumus. sujetos a tu persona, pero igual que lo estamos a las
Nam et illae cupiditates nostras leyes. En efecto, éstas ponen una medida a nuestras
libidinesque moderantur, nobiscum ambiciones y a nuestros excesos, no obstante, viven
tamen et inter nos versantur. Emines, con nosotros y entre nosotros. Tú te distingues y
excellis, ut honor, ut potestas, quae super sobresales como las dignidades, como el poder civil,
homines quidem, hominum sunt tamen. que están, sin duda, por encima de los seres humanos,
y sin embargo, son propios de los seres humanos.
[5] Ante te principes, fastidio nostri, et [5] Antes de ti, los Príncipes, por repugnancia hacia
quodam aequalitatis metu, usum pedum nosotros y por una especie de temor de parecer iguales
amiserant. Illos ergo humeri cervicesque a los demás, habían renunciado a servirse de sus
servorum super ora nostra; te fama, te piernas. Y en consecuencia, las espaldas y las nucas de
gloria, te civium pietas super ipsos los esclavos los transportaban por encima de nuestras
principes vehunt; te ad sidera tollit cabezas113. Por el contrario, a ti tu renombre, tu gloria,
humus ita communis, et confusa la devoción de los ciudadanos por ti y la libertad de
principis vestigia. nuestra época te llevan por encima de los propios
Príncipes. A ti esta tierra sobre la que caminas igual
que nosotros, donde las huellas del Príncipe se mezclan
con las de su pueblo, te eleva hasta las estrellas.

III. El buen gobierno de Trajano: caps. 25-55.


III. A. Munificencia del Príncipe: caps. 25-33.

XXV Las distribuciones de trigo y el congiario al pueblo, el donativo a los soldados.


[25, 1] Nec vereor, Patres Conscripti, ne [25, 1] No temo, padres conscriptos, que parezca que
longior videar, quum sit maxime me extiendo en demasía, pues nada es más deseable
optandum, ut ea, pro quibus aguntur que sean numerosos los motivos por los que debemos
principi gratiae, multa sint: quae quidem estar agradecidos al Príncipe. Si bien, sería quizás más
reverentius fuerit integra illibataque apropiado que todos estos actos del Príncipe quedasen

112 Pensamiento propio de la filosofía estoica, y elogio tópico de la época referido al buen Príncipe, cfr. Plinio el Viejo,
pref. 3: “Tú (i. Tito), triunfador, censor, seis veces cónsul y asociado a la potestad tribunicia..., prefecto del pretorio. Todo
eso lo eres tú para la República. Pero para nosotros eres el mismo que en la convivencia de los campamentos, sin que la
grandeza de tu fortuna haya cambiado en ti nada, salvo poder hacer todo el bien que quieres”; Tácito, Historias, 2, 80, 1:
“Entonces acudieron los demás llamándolo (sc. a Vespasiano) César y Augusto, y acumulando sobre él todos los títulos
propios de un Príncipe. Su ánimo había pasado del miedo a la fortuna; en su persona no hubo nada de soberbio, de
arrogante o de nuevo ante la nueva situación”.
113 De nuevo, probable alusión a Domiciano. Plinio ya se había referido a ello en el cap. 22, 1 (y cfr. supra la nota al

pasaje).
cogitationibus vestris reservari, quam reservados a vuestra reflexión en toda su magnitud y
carptim breviterque perstringi; quia fere extensión antes que ser objeto de una exposición
sequitur, ut illa quidem, de quibus parcial y somera, habida cuenta de que, por lo general,
taceas, tanta, quanta sunt, esse videantur. ocurre que aquello sobre lo que se guarda silencio ad-
quiere en nuestra imaginación toda la grandeza que
[2] Nisi vero leviter attingi placet, efectivamente posee114. [2] A no ser que se prefiera
locupletatas tribus, datumque hacer tan sólo una breve alusión al hecho de que las
congiarium populo, et datum totum, tribus se beneficiaron de distribuciones de trigo y que
quum donativi partem milites se repartió el congiario entre el pueblo, en toda su
accepissent. An mediocris animi est, his cuantía, además, cuando los soldados tan sólo habían
potius repraesentare, quibus magis recibido una parte del donativo tradicional115. ¿Es acaso
negari potest? quamquam in hac quoque propio de un espíritu débil mostrarse generoso de
diversitate aequalitatis ratio servata est. preferencia con aquellos a los que con mayor facilidad
Aequati sunt enim populo milites, eo se puede rehusar cualquier dádiva? Aunque también
quod partem, sed priores; populus en esta desigualdad en el trato se observó un principio
militibus, quod posterior, sed totum de igualdad, pues el favor del Príncipe igualó a los
statim accepit. soldados con el pueblo por el hecho de que, aunque
aquéllos sólo recibieron una parte del donativo,
disfrutaron los primeros del reparto del dinero, y al
pueblo, a su vez, con los soldados por el hecho de que,
aunque aquél fue el último en beneficiarse de ello,
obtuvo en una sola entrega la cuantía íntegra del
[3] Enimvero qua benignitate divisum congiario. [3] ¡Y con qué bondad se procedió, además,
est! quantae curae tibi fuit, ne quis expers a la distribución del dinero!, ¡cuánto esmero pusiste en
liberalitatis tuae fieret! Datum est iis, qui que nadie se viese privado de tu liberalidad! Se re-
post edictum tuum in locum erasorum partió el congiario también a aquellos que, con
subditi fuerant: aequatique sunt ceteris posterioridad a tu edicto, habían sido incluidos en la
illi etiam, quibus non erat promissum. lista de los beneficiarios en lugar de los que habían
sido suprimidos de ella, y se trató igual que a los
demás incluso a aquellos a los que no se había

114 Recurso literario recomendado por el maestro de retórica latina de Plinio, Quintiliano, 2, 13, 12: “En un cuadro tiene
atractivo el rostro entero: Apeles, sin embargo, deja ver la figura de Antígono sólo de un lado, para ocultar la deformidad
del ojo perdido. ¿Y qué? ¿No tendrán que quedar ocultas en el discurso ciertas cosas, sea porque no deben manifestarse,
sea porque no pueden expresarse como es merecido?”.
115 Tanto el congiario como las distribuciones de trigo se repartían entre todos los ciudadanos romanos residentes en

Roma que no pertenecían a ninguno de los dos estamentos superiores: al de los caballeros y al de los senadores. Trajano
distribuyó tres congiarios durante su gobierno: el primero, al que hace alusión aquí Plinio, tras el regreso del Príncipe a
Roma en el 99, probablemente el mismo día en el que Nerva lo adoptó como hijo y sucesor del Imperio, para conmemorar
tal acontecimiento; el segundo, el año 103 (para celebrar la victoria en la Primera Guerra Dácica), y el tercero, el año 107
(para celebrar la definitiva victoria sobre los dacios en la Segunda Guerra Dácica). Se discute la cuantía del primer
congiario: lo más probable es que fuese de 300 sestercios, semejante a los de la mayor parte de los anteriores
emperadores, como Claudio (en dos ocasiones), Vespasiano, Domiciano (en tres ocasiones) y Nerva —Nerón, por su
parte, distribuyó un congiario de 400 sestercios—; se cree, por el contrario, que los otros dos congiarios de Trajano
pudieron haber sido el doble del primero: 600 sestercios. Era costumbre que, al mismo tiempo que se distribuía el
congiario al pueblo, se repartiese un donativo entre los soldados. En cuanto a las distribuciones de trigo, éstas se llevaban
a cabo una vez al mes. Los beneficiarios (alrededor de 200.000 ciudadanos en tiempos de Trajano) debían presentarse en
una fecha determinada del mes ante una oficina situada en el Pórtico de Minucio (en el Campo de Marte), en la que
atestiguaban ante el funcionario de turno su derecho a esta ayuda mediante una tésera. Conforme iba habiendo bajas en
la lista de los beneficiarios, se iban incorporando a ella otros nuevos. Entre las liberalidades de Trajano, se contó la
inclusión de 5.000 niños (residentes en Roma) en la lista de beneficiarios con derecho a trigo (cfr. el cap. 28, 4).
[4] Negotiis aliquis, valetudine alius, hic prometido entrega alguna de dinero. [4] Algunos se
mari, ille fluminibus distinebatur: veían retenidos por diferentes motivos: unos por sus
exspectatum est provisumque, ne quis negocios, otros por su mala salud, éste por el mar,
aeger, ne quis occupatus, ne quis denique aquél por los ríos, a todos se los esperó y se cuidó de
longe fuisset: veniret quisque, quum que nadie se hallase enfermo, ni ocupado ni, en fin,
vellet: veniret quisque, quum posset. lejos de Roma, permitiendo que cada uno acudiese a la
ciudad cuando quisiese, que cada uno acudiese a ella
[5] Magnificum, Caesar, et tuum, cuando pudiese. [5] Fue algo extraordinario y digno de
disiunctissimas terras munificentiae ti, César, el acercar, por así decirlo, las tierras más
ingenio velut admovere, immensaque lejanas por medio de tu munificencia, el acortar
spatia liberalitate contrahere: intercedere inmensas distancias por medio de tu generosidad, el
casibus, occursare fortunae, atque omni salir al paso de las distintas eventualidades humanas,
ope adniti, ne quis e plebe Romana, el oponerte a los designios de la diosa Fortuna, el
dante congiarium te, hominem magis esforzarte, en definitiva, con el mayor empeño porque
sentiret se fuisse, quam civem. nadie entre el pueblo romano con ocasión del reparto
del congiario se viese a sí mismo más como un simple
mortal que como un ciudadano de Roma.

XXVI Las medidas benéficas en favor de la educación de los niños.


[26, 1] Adventante congiarii die, [26, 1] En los tiempos pasados, cuando llegaba el día de
observare principis egressum in distribuir el congiario, era costumbre que enjambres de
publicum, insidere vias examina chiquillos, el futuro pueblo, vigilasen el momento en el
infantium futurusque populus solebat. que el Príncipe se dejaba ver en público y se apostasen
Labor parentibus erat, ostentare a su paso por las calles. Los padres se esforzaban por
parvulos, impositosque cervicibus exponer a sus hijos a la vista del emperador y por
adulantia verba blandasque voces enseñar a éstos, sentados sobre sus hombros, todo tipo
edocere: [2] reddebant illi, quae de lisonjas y adulaciones. [2] Los niños repetían lo que
monebantur. Ac plerique irritis precibus se les decía y en la mayoría de los casos importunaban
surdas principis aures adstrepebant; al Príncipe con vanas súplicas, pues éste, por lo
ignarique quid rogassent, quid non general, hacía oídos sordos, y así, perfectamente
impetrassent, donec plane scirent, ignorantes de lo que habían solicitado y de lo que no
differebantur. habían obtenido, eran dejados para más adelante,
cuando fuesen ya plenamente conscientes de lo que
[3] Tu ne rogari quidem sustinuisti, et ello significaba. [3] Pero tú, por tu parte, ni siquiera
quamquam laetissimum oculis tuis esset, permitiste que te dirigiesen la menor súplica116, y
conspectu Romanae sobolis impleri, aunque no había satisfacción más grande para tus ojos
omnes tamen, antequam te viderent que saciarse con la contemplación de los vástagos de
adirentve, recipi, incidi iussisti: ut iam Roma, sin embargo, antes de que te viesen y acudiesen
inde ab infantia parentem publicum a tu encuentro, ordenaste que todos ellos fuesen
munere educationis experirentur; incluidos e inscritos en la lista de los beneficiarios de
crescerent de tuo, qui crescerent tibi, tus liberalidades, con el fin de que ya desde la infancia
alimentisque tuis ad stipendia tua conociesen por el presente de tu contribución a su

116 Porque el mejor beneficio es aquel que se hace sin que tenga que ser solicitado. Pensamiento propio de la filosofía
estoica, cfr. Séneca, De los beneficios, 2, 1, 3: “Gratísimos son los favores rápidos, fáciles, espontáneos, en los cuales la
rémora única fue la vergonzosa timidez del que los recibe. Lo mejor es anticiparse al deseo de cada uno o irle a los
alcances muy de cerca; no hay tal como prevenir el deseo antes que se nos manifieste; porque puesto que a todo hombre
honesto, cuando pide, le tiemblan los labios y se le cubre el rostro de vergüenza, cualquiera que le ahorrase este tormento,
multiplica la valía de su don”.
pervenirent, tantumque omnes uni tibi manutención que tú eres verdaderamente el Padre del
quantum parentibus suis quisque Estado, de que creciesen gracias a tu asistencia quienes
deberet. crecían para estar a tu servicio, de que nutridos por tus
alimentos llegasen a formar parte de tu ejército, de que
todos ellos, en definitiva, te debiesen a ti solo tanto
como cada uno debía a sus padres naturales117.
[4] Recte, Caesar, quod spem Romani [4] Es muy justa, César, tu decisión de sostener a tus
nominis sumptibus tuis suscipis. Nullum propias expensas las esperanzas de la gloria de Roma.
est enim magno principe En efecto, ningún género de inversión es más digno de
immortalitatemque merituro impendii un gran Príncipe, destinado a alcanzar la inmortalidad,
genus dignius, quam quod erogatur in que el dinero que se gasta en beneficio de las nuevas
posteros. [5] Locupletes ad tollendos generaciones de hombres. [5] A los ricos, enormes
liberos ingentia praemia, et pares poenae, recompensas y penas igual de grandes los exhortan a
cohortantur; pauperibus educandis una tener descendencia118, pero para los pobres la única
ratio est, bonus princeps. razón de criar a unos hijos es un buen Príncipe.
[6] Hic fiducia sui procreatos nisi larga [6] Este, a menos que con mano generosa sostenga,
manu fovet, auget, amplectitur, occasum cuide y rodee de atenciones a los niños engendrados
imperii, occasum reipublicae accelerat, por sus padres por confianza en él, acelera el ocaso del
frustraque proceres, plebe neglecta, ut Imperio y el ocaso del Estado, y en vano protege a los
defectum corpore caput nutaturumque principales de la ciudad si desprecia al pueblo119, pues
instabili pondere, tuetur. en ese caso aquéllos serán como una cabeza separada
del cuerpo, destinada inevitablemente a desplomarse
[7] Facile est coniectare, quod perceperis por falta de una base estable. [7] Es fácil imaginar la
gaudium, quum te parentum, liberorum, dicha que sentiste cuando te recibieron las
senum, infantium, puerorum clamor aclamaciones de padres e hijos, ancianos y niños. Esos
exciperet. Haec prima parvulorum fueron los primeros gritos con los que llenaron tus
civium vox aures tuas imbuit, quibus tu oídos los más pequeños de los ciudadanos, a los que
daturus alimenta, hoc maximum tú, al llevar a cabo el reparto de los alimentos, habías
praestitisti, ne rogarent. Super omnia est dado esta prueba manifiesta de tu afecto, superior a
tamen, quod talis es, ut sub te liberos cualquier otra: evitarles tener que suplicarte tu
tollere libeat, expediat. asistencia.

117 Las palabras de Plinio se explican porque el dinero para las distribuciones de trigo procedía del tesoro imperial, esto
es, la fortuna personal del emperador, por oposición al tesoro público, el tesoro del Estado. Así lo dice explícitamente
Plinio más adelante, en el cap. 27, 3.
118 Alusión a una ley Julia del año 18 o quizás del 17 a.C. sobre el matrimonio, y a la ley Papia Popea del año 9 d.C., que

completaba a la anterior, sancionadas una y otra por deseo de Augusto. Sobre ellas, véase “2 Ley Julia” en el Apéndice 5.
Cfr. Tácito, Anales, 3, 25, 1: “Luego se presentó (sc. en tiempos de Tiberio) una moción para moderar la ley Papia Popea, que
Augusto había sancionado en su vejez, después de las leyes Julias, con el fin de incrementar las multas a los solteros y
enriquecer el erario”; ibidem, 3, 28, 3: “A raíz de ello (sc. de las leyes de Augusto) fueron más estrechas las ataduras: se
pusieron guardianes y, en virtud de la ley Papia Popea, se los indujo con recompensas, de manera que, si se dejaban de
ejercer los privilegios propios de un padre, el pueblo como padre de todos se convirtiera en propietario de los bienes
vacantes. Pero los delatores iban más allá: habían quedado a su merced Roma, Italia y los ciudadanos todos dondequiera
que estuviesen, y arruinaron así a muchos”; Dión Casio, 56, 10.
119 La misma idea política puede leerse en Cicerón, Sobre los deberes, 1, 85: “Los que hayan de gobernar el Estado deben

tener siempre muy presentes estos dos preceptos de Catón: el primero, defender los intereses de los ciudadanos...; el
segundo, velar sobre todo el cuerpo de la República, no sea que, atendiendo a la protección de una parte, abandonen a las
otras. Lo mismo que la tutela, la protección del Estado va dirigida a utilidad no de quien la ejerce, sino de los que están
sometidos a ella. Los que se ocupan de una parte de los ciudadanos y no atienden a la otra introducen en la patria una
gran calamidad: la sedición y la discordia, de donde resulta que unos se presentan como amigos del pueblo y otros como
partidarios de la nobleza: muy pocos favorecen el bien de todos”.
XXVII La liberalidad del Príncipe no es consecuencia de ningún crimen.
[27, 1] Nemo iam parens filio, nisi [27, 1] Pero por encima de todo, lo principal es que
fragilitatis humanae vices horret; nec posees unas cualidades tan afortunadas que bajo tu
inter insanabiles morbos principis ira gobierno es tan grato como ventajoso criar a los hijos.
numeratur. Magnum quidem est Ningún padre teme ya que sobrevenga ningún mal a
educandi incitamentum, tollere liberos in su hijo a no ser los propios de las vicisitudes a las que
spem alimentorum, in spem se ve sometida la fragilidad de los seres humanos, ni se
congiariorum; maius tamen, in spem cuenta entre las enfermedades que no conocen cura la
libertatis, in spem securitatis. ira del Príncipe. Es, sin duda, un gran estímulo a la
hora de criar a los hijos la esperanza de recibir
alimentos y beneficiarse de congiarios; no obstante, es
un estímulo aún mayor, la esperanza de vivir en
[2] Atque adeo nihil largiatur princeps, libertad y a salvo de temores. [2] Es más, que no se
dum nihil auferat; non alat, dum non muestre generoso el Príncipe, con tal de que no robe
occidat: nec deerunt, qui filios tampoco, que no contribuya a la manutención de los
concupiscant. Contra, largiatur et auferat; ciudadanos, con tal de que no los mate tampoco. Si esto
alat et occidat: nae ille iam brevi tempore es así, no faltarán quienes deseen tener hijos. Que, por
effecerit, ut omnes non posterorum el contrario, se muestre generoso y robe al mismo
modo, sed sui parentumque poeniteat. tiempo, que al mismo tiempo contribuya a la
manutención de los ciudadanos y los mate, un Príncipe
semejante conseguirá, ciertamente, en muy poco
tiempo que todo el mundo se arrepienta no sólo de
haber tenido descendencia, sino incluso de haber na-
[3] Quocirca nihil magis in tua tota cido y de tener unos padres. [3] Por ello, ningún otro
liberalitate laudaverim, quam quod aspecto de tu munificencia me parece más digno de ser
congiarium das de tuo, alimenta de tuo: elogiado que el hecho de que das el congiario de tu
neque a te liberi civium, ut ferarum propio patrimonio, que pagas los alimentos que
catuli, sanguine et caedibus nutriuntur: repartes con tus propios recursos, y que no alimentas a
[4] quodque gratissimum est los hijos de los ciudadanos con sangre y asesinatos
accipientibus, sciunt dari sibi, quod como si fuesen cachorros de bestias feroces. [4] Esto es
nemini est ereptum, locupletatisque tam lo que resulta más grato a los que se benefician de estos
multis, pauperiorem esse factum repartos: saben que lo que se les da no es arrebatado a
principem tantum: quamquam nec hunc nadie y que, por el hecho de que sean tan numerosos
quidem. Nam cuius est, quidquid est los que resultan enriquecidos, ningún ciudadano se ve
omnium, tantum ipse, quantum omnes, empobrecido, sino tan sólo el Príncipe, aunque
habet. tampoco él, pues aquel a quien pertenece cualquier
bien que pertenece a todos, él solo posee tanto como
todos los demás juntos120.

120Pues de acuerdo con la doctrina política del Imperio, tal y como es expuesta por Séneca, al Príncipe pertenecen con
carácter general todos los bienes de su reino, lo que no es obstáculo para que éstos pertenezcan con carácter particular a
sus propietarios, véase De los beneficios, 7, 4, 2: “En derecho civil, todo es del soberano; y no obstante, todas estas cosas
cuya pertenencia universal recae en el monarca, están distribuidas entre muchos dueños y cada cosa tiene su poseedor
propio. Así es que podemos dar al rey la casa, el esclavo y el dinero, y no por ello decimos que le damos de lo suyo. A los
reyes pertenece la potestad de todas las cosas, y la propiedad a cada uno”.
XXVIII El emperador desea ganarse con ello el afecto de su pueblo, no hacerse perdonar ningún
crimen.
[28, 1] Alio me vocat numerosa gloria [28, 1] A otra parte me llaman tus numerosos títulos de
tua: alio autem? quasi vero iam satis gloria. ¿A otra parte, digo? Como si ya hubiese
veneratus miratusque sim, quod tantam manifestado suficientemente mi veneración y mi
pecuniam profudisti, non ut flagitii tibi admiración por el hecho de que prodigases tanto
conscius ab insectatione eius averteres dinero y no con el fin de evitar que la opinión pública
famam; nec ut tristes hominum censurase algún crimen que tuvieses sobre tu
moestosque sermones laetiore materia conciencia, ni con el de proporcionar un tema de
detineres. conversación más alegre a las tristes y sombrías
[2] Nullam congiario culpam, nullam discusiones de los ciudadanos. [2] El congiario no fue
alimentis crudelitatem redemisti, nec tibi una compensación ofrecida al pueblo por alguna falta
bene faciendi fuit caussa, ut, quae male de la que fueses culpable121, ni el reparto de alimentos
feceras, impune fecisses. Amor impendio la contrapartida de ninguna crueldad por tu parte, y
isto, non venia quaesita est; populusque tampoco el motivo que te impulsó a dispensar ese
Romanus obligatus a tribunali tuo, non beneficio fue asegurarte la impunidad en relación con
exoratus recessit. alguna mala acción que hubieses cometido. Con esos
obsequios quisiste ganarte el afecto de los ciudadanos,
no su perdón, y el pueblo romano se retiró de tu
tribuna lleno de reconocimiento hacia ti y no aplacado
[3] Obtulisti enim congiarium por tus súplicas122. [3] En efecto, alegre y sin ningún
gaudentibus gaudens, securusque temor repartiste el congiario a unos ciudadanos
securis; quodque antea principes ad también alegres y también exentos de temor, y ese
odium sui leniendum tumentibus plebis mismo presente que en el pasado los Príncipes con
animis obiectabant, id tu tam innocens desprecio arrojaban a un pueblo que les era hostil para
populo dedisti, quam populus accepit. calmar así el odio existente contra ellos123, tú, por tu
parte, lo ofreciste a los ciudadanos tan libre de culpa
como ajenos a toda malicia lo recibieron ellos.
[4] Paullo minus, Patres Conscripti, [4] Fueron casi cinco mil niños nacidos libres, padres
quinque millia ingenuorum fuerunt, conscriptos, a los que buscó, encontró e incluyó en la
quae liberalitas principis nostri lista de los beneficiarios de la munificencia pública la
conquisivit, invenit, adscivit. [5] Hi liberalidad de nuestro Príncipe. [5] Estos a los que el
subsidium bellorum, ornamentum pacis, Estado cría a sus propias expensas se convierten en su
publicis sumptibus aluntur, patriamque más firme sostén en tiempo de guerra y en su
non ut patriam tantum, verum ut ornamento más preciado en la paz, y aprenden, así, a
altricem amare condiscunt. Ex his castra, amar la patria, y no sólo como su patria, sino también
ex his tribus replebuntur; ex his como su nodriza. De ellos se llenarán los
quandoque nascentur, quibus alimentis campamentos, de ellos las tribus, de ellos nacerán

121 La misma idea en Tácito, Anales, 13, 18, 1: “A continuación colmó (sc. Nerón) de larguezas a sus principales amigos. Y
no faltaron quienes reprocharan a aquellos varones que hacían gala de austeridad el haberse repartido casas y villas
como un botín con aquella ocasión. Otros creían que los había obligado el Príncipe, consciente de su crimen y esperando
su perdón si ataba con larguezas a los más influyentes”; Historia Augusta, Adriano, 7, 3: “En consecuencia, para refutar
enseguida el amarguísimo concepto que corna sobre su proceder, puesto que había permitido que se diera la muerte
simultáneamente a cuatro consulares, regresó a Roma después de haber confiado a Turbón la Dacia, honrándolo con el
título de prefecto de Egipto, para que gozara de mayor autoridad; y, para reprimir los rumores que corrían en tomo a su
persona, mandó que se distribuyera al pueblo ante su vista un doble congiario...”.
122 Esto es, aplacado por la liberalidad del Príncipe, que mediante la distribución del congiario suplicaría el perdón de

sus conciudadanos.
123 En latín, en virtud de los términos utilizados, subyace la idea de arrojar comida a un perro.
opus non sit. finalmente un día quienes no necesitarán ya de la
[6] ¡Dent tibi, Caesar, aetatem dii, quam manutención pública. [6] ¡Que los dioses, César, te
mereris, serventque animum, quem concedan una vida tan larga como mereces, y que te
dederunt: et quanto maiorem infantium conserven la misma bondad que te dieron!124, ¡cuánto
turbam iterum atque iterum videbis crecerá entonces el número de los niños que poco a
incidi! poco irás ordenando inscribir en la lista de las
[7] Augetur enim quotidie et crescit: non distribuciones de alimentos! [7] Ciertamente, ya
quia cariores parentibus liberi; sed quia aumenta y crece día tras día, y no porque los hijos sean
principi cives. Dabis congiaria, si voles; ahora más gratos a sus padres, sino porque los
[praestabis alimenta, si voles:] illi tamen ciudadanos son más queridos por su Príncipe. Darás
propter te nascuntur. congiarios, si así lo deseas, y si así lo deseas,
distribuirás alimentos; no obstante, el motivo de que
nazcan tantos niños eres tú mismo.

XXIX La abundancia de la anona.


[29, 1] Instar ego perpetui congiarii reor [29, 1] 125 Por mi parte, la abundancia de la anona la
affluentiam annonae. Huius aliquando considero como una suerte de congiario permanente.
cura Pompeio non minus addidit gloriae, En otro tiempo, el cuidado de la anona proporcionó a
quam pulsus ambitus campo, exactus Pompeyo una gloria no menor que poner fin a las
hostis mari, Oriens triumphis intrigas electorales en el Campo de Marte, que expulsar
Occidensque lustratus. a nuestros enemigos del mar, o que, en fin, recorrer
[2] Nec vero ille civilius, quam parens victoriosamente Oriente y Occidente126. [2] Y sin
noster, auctoritate, consilio, fide reclusit embargo, ni siquiera ese gran hombre fue un
vias, portus patefacit, itinera terris, ciudadano más útil al Estado que nuestro padre, quien
litoribus mare, litora mari reddidit, con su autoridad, previsión y dedicación ha construido
diversasque gentes ita commercio calzadas y erigido puertos, ha abierto nuevos caminos
miscuit, ut, quod genitum esset usquam, en los campos, ha hecho entrar el mar en las costas al
id apud omnes natum esse videretur. tiempo que ha extendido las costas mar adentro, y ha
unido de tal modo con el comercio a los pueblos más
alejados que cualquier producto propio de una región
parece, sin embargo, darse por igual en todas ellas127.

124 Discreta alusión a aquellos emperadores que durante los primeros años de su gobierno mostraron grandes virtudes,
para cambiar a partir de un momento dado, convirtiéndose a continuación en malos Príncipes. Sin duda, Plinio piensa
especialmente en Nerón y en Domiciano. Plinio vuelve sobre la misma idea más adelante en los cap. 43, 3 y 45, 6.
125 Desde el cap. 29 hasta el cap. 32, consagrados a la abundancia de la anona en Roma, contrapuesta a la carestía de

Egipto, algunos estudiosos han señalado la presencia reiterada de las mismas ideas, como si en este punto de su discurso
Plinio se hubiese visto falto de inspiración y, en consecuencia, se hubiese repetido en exceso.
126 Véase “Pompeyo” en el Apéndice 1. Gn. Pompeyo (⸸48 a.C.) fue encargado de la anona en el 57 por un periodo de

cinco años; la ley Pompeya sobre la corrupción electoral fue promulgada el año 52; el mando de la guerra contra los
piratas le fue concedido el año 67; en fin, en cuanto a los triunfos celebrados en Roma por Pompeyo a lo largo de su
carrera militar, el 12 de marzo del 79 celebró un triunfo por sus victorias en África en la guerra civil de los tiempos de L.
Cornelio Sila, el 29 de diciembre del 71 por sus victorias en Hispania en la guerra contra Sertorio, y el 28 y 29 de
septiembre del 61 otro más por sus victorias en Asia en la Tercera Guerra contra Mitrídates. La asimilación de Trajano
con Pompeyo no es casual. Desde los tiempos de Augusto, la figura de Pompeyo era utilizada con fines propagandísticos
como símbolo del defensor de la libertad republicana muerto en la lucha contra el tirano, Julio César. Así, Augusto,
primero, y luego Trajano pretendieron mostrarse como los restauradores de los valores de la antigua República frente a
los regímenes autocríticos de sus predecesores, Julio César y Domiciano, respectivamente.
127 Para algunos estudiosos estaríamos ante una serie de generalidades y de tópicos, para otros, por el contrario, Plinio

alude al vasto plan de construcciones públicas tanto en Italia como en las provincias emprendido por Trajano durante su
gobierno, por el cual está considerado como el más decidido constructor de calzadas, puentes, acueductos y puertos de
[3] Nonne cernere datur, ut sine ullius [3] ¿No salta a la vista acaso que, sin que nadie resulte
iniuria omnis usibus nostris annus perjudicado, todos los años el suministro de Roma
exuberet? Quippe non, ut ex hostico sobrepasa nuestras necesidades? En efecto, nuestros
raptae perituraeque in horreis messes, aliados no sufren ya que se les arrebaten sus cosechas
nequidquam quiritantibus sociis mientras claman justicia en vano, igual que si se tratase
auferuntur. de un botín de guerra obtenido en territorio enemigo y
destinado a echarse a perder en nuestros graneros.
[4] Devehunt ipsi, quod terra genuit, [4] Ellos mismos transportan hasta nuestra ciudad lo
quod sidus aluit, quod annus tulit: nec que la tierra hizo brotar, el clima crecer y el paso del
novis indictionibus pressi ad vetera tiempo madurar, y así, al no verse oprimidos por im-
tributa deficiunt. puestos extraordinarios, no dejan de pagar los
[5] Emit fiscus, quidquid videtur emere. tradicionales tributos. [5] El tesoro imperial compra
Inde copiae, inde annona, de qua inter realmente lo que dice comprar. De ahí la profusión de
licentem vendentemque conveniat: inde todo tipo de productos, de ahí el éxito de la anona,
hic satietas, nec fames usquam. cuyo precio resulta del acuerdo al que llegan el
comprador y el vendedor, de ahí la presente
abundancia en Roma y que en ningún lugar del
Imperio haya hambre.

XXX La carestía de Egipto.


[30, 1] Aegyptus alendis augendisque [30, 1] Mucho se había preciado Egipto de hacer crecer
seminibus ita gloriata est, ut nihil y prosperar las semillas, llegando incluso a decir que
imbribus coeloque deberet: siquidem nada debía ni a las lluvias ni al cielo. En efecto, regado
proprio semper amne perfusa, nec alio permanentemente por su propio río y acostumbrado a
genere aquarum solita pinguescere, no ser fecundado por ningún otro género de aguas más
quam quas ipse devexerat, tantis que las que él mismo había vertido sobre sí, se veía
segetibus induebatur, ut cum feracissimis cubierto por tantas cosechas que rivalizaba con las
terris, quasi nunquam cessura, certaret. tierras más feraces como si nunca hubiese de ceder en
[2] Haec inopina siccitate usque ad fertilidad ante ellas. [2] Pero de repente, por una
iniuriam sterilitatis exaruit: quia piger inesperada sequía tanto se resecó que su suelo se
Nilus cunctanter alveo sese ac languide volvió estéril, pues el perezoso Nilo había salido de su
extulerat, ingentibus quoque tunc lecho con cierta indecisión y desgana128. Sin duda,
quidem ille fluminibus conferendus. incluso entonces era digno de ser comparado con los
ríos más caudalosos, no obstante, no era ya más que un
[3] Hinc pars magna terrarum, mergi río que podía ser comparado con otros. [3] Como
palanti amne consueta, alto pulvere consecuencia de ello, la mayor parte de las tierras de
incanduit. Frustra tunc Aegyptus nubila esa región, acostumbradas a verse inundadas y
optavit, coelumque respexit, quum ipse vivificadas por el río, ardían bajo una espesa capa de
foecunditatis parens contractior et exilior, polvo. En vano deseó entonces Egipto la llegada de las
iisdem ubertatem eius anni angustiis, nubes, en vano miró al cielo, cuando el padre de su
quibus abundantiam suam, cohibuisset. fertilidad, menguado y disminuido, restringió la
feracidad de sus campos a los estrechos límites a los
que había reducido su caudal.

todos los Príncipes.


128 La época en la que se produjo esta gran sequía en Egipto ha podido ser fechada recientemente en el 99 d.C. gracias a

un papiro. No fue, sin embargo, la única que vivió Egipto en el siglo I d.C., pues ya había conocido otra persistente sequía
en tiempos de Nerón, tal y como nos han permitido conocer algunos papiros hallados en la región. Sabemos asimismo
que pocos años después, durante el Principado de Adriano, Egipto sufrió nuevamente de falta de lluvias.
[4] Neque enim solum vagus ille, quum [4] En efecto, no sólo el famoso río, que vaga de un
expanditur, amnis intra usurpata semper lado a otro cuando se desborda, se había detenido y
collium substiterat atque haeserat; sed estancado por debajo de las alturas de las colinas de las
supino etiam ac detinenti solo placido se que siempre se apoderaba, sino que, asimismo, de los
mollique lapsu refugum abstulerat, terrenos en los que la pendiente es menos pronunciada
necdum satis humentes terras addiderat y que deberían, por tanto, retener más fácilmente sus
arentibus. aguas, no se había retirado con un suave y dulce
movimiento, sino como huye un fugitivo, y así, a las
tierras completamente resecas había sumado otras que
[5] Igitur inundatione, id est ubertate, no habían sido suficientemente regadas129. [5] Debido a
regio fraudata, sic opem Caesaris ello, esa región al verse privada de su inundación, esto
invocavit, ut solet amnem suum: nec es, de su abundancia de cosechas, invocó la ayuda del
longius illi adversorum fuit spatium, César en los mismos términos en los que acostumbra a
quam dum nuntiat. Tam velox, Caesar, invocar a su río130, y no tuvo que soportar esa ad-
potentia tua est, tamque in omnia pariter versidad más tiempo del que tardó en darla a conocer
intenta bonitas et accincta, ut tristius en Roma. Tan veloz es, César, tu poder, tan vigilante y
aliquid seculo tuo passis, ad remedium tan alerta está siempre tu bondad ante cualquier
salutemque sufficiat, ut scias. eventualidad, que, si algunas gentes sufren algún mal
en tu época, basta que tengas noticia de ello para
acudir en su ayuda y poner remedio a su desgracia.

XXXI Roma no necesita a Egipto.


[31, l] Omnibus equidem gentibus fertiles [31, l] 131 Ciertamente, a todos los pueblos deseo años
annos gratasque terras precor: fértiles y tierras feraces, sin embargo, creo que con la
crediderim tamen per hunc Aegypti situación que vivió Egipto la diosa Fortuna quiso poner
statum tuas Fortunam vires experiri, a prueba tus fuerzas y contemplar tu solicitud. En
tuamque vigilantiam exspectare voluisse. efecto, aunque eres merecedor de que exista una
Nam quum omnia ubique secunda prosperidad general en todo el Imperio, ¿no es acaso
merearis: nonne manifestum est, si quid evidente que, si sobreviene alguna adversidad, se te
adversi cadat, tuis laudibus, tuisque ofrece una amplia materia y un amplio campo para que
virtutibus materiem campumque acumules nuevos elogios y pongas de manifiesto tus
prosterni, quum secunda felices, adversa cualidades? Y es que la prosperidad permite conocer a
magnos probent? los afortunados, pero la adversidad a los
verdaderamente grandes132.

129 Cfr. a este respecto la información proporcionada por Plinio el Viejo, 5, 57-58: “El nivel de las crecidas (sc. Del Nilo) se
toma por medio de pozos con señales de medida. El incremento justo es de dieciséis codos (i. aproximadamente 8,32 m).
Menor volumen de agua no riega todo, mayor cantidad produce retraso al retroceder más lentamente; esto deja pasar el
tiempo de sembrar por estar el suelo mojado, aquello no lo permite por estar reseco. La provincia se resiente de ambas
cosas. En doce codos pasa hambre, en trece todavía siente hambre, catorce codos llevan alegría, quince seguridad,
dieciséis gozo. La mayor crecida hasta ahora ha sido de dieciocho codos (i. aproximadamente 9,36 m), siendo Claudio
emperador; la menor, de cinco (i. aproximadamente 2,60 m), durante la guerra de Farsalia (i. en el año 48 a. C.), como si el río
mostrara con algún prodigio su repulsa por la muerte del Magno (i. de Gn. Pompeyo)”.
130 Esto es, al río Nilo divinizado.

131 Para muchos estudiosos, este capítulo y el que sigue son ampliaciones del discurso original, añadidas por Plinio con

vistas a la publicación del mismo.


132 Pensamiento propio de la filosofía estoica, cfr. Séneca, Sobre la providencia, 4, 2-3 y 6: “Eres un gran hombre, pero

¿cómo lo voy a saber si la fortuna no te da la oportunidad de mostrar tu valor?... Lo mismo puedo decir también a un
hombre bueno si una situación difícil de verdad no le ofreció ocasión alguna de mostrar la valía de su espíritu: «Te
considero desdichado porque nunca fuiste desdichado. Pasaste la vida sin un adversario; nadie sabrá cuál ha sido tu
capacidad, ni siquiera tú mismo»... Por favor, no os asustéis de estas pruebas que los dioses inmortales lanzan sobre el
[2] Percrebuerat antiquitus, urbem [2] Desde antiguo había existido la creencia de que
nostram nisi opibus Aegypti ali nuestra ciudad no podría sustentarse y sobrevivir si no
sustentarique non posse. Superbiebat fuese por los recursos de Egipto. Esa raza vanidosa e
ventosa et insolens natio, quod victorem insolente se jactaba de alimentar al propio pueblo que
quidem populum, pasceret tamen; la había sometido y de ser, gracias a su río y a sus
quodque in suo flumine, in suis navibus naves, nuestra abundancia o nuestra hambre.
vel abundantia nostra vel fames esset.
[3] Refudimus Nilo suas copias: recepit [3] Restituimos al Nilo sus riquezas: recibió el grano
frumenta, quae miserat, deportatasque que nos había enviado, recuperó las cosechas que nos
messes revexit. Discat igitur Aegyptus, había hecho llegar. Que por la experiencia vivida
credatque experimento, non alimenta se aprenda, por lo tanto, Egipto, y se convenza de que no
nobis, sed tributa praestare: sciat, se non nos proporciona alimentos, sino que nos paga un
esse Populo R. necessariam, et tamen tributo; y que sepa que no es indispensable al pueblo
serviat. romano, y permanezca, no obstante, sumiso a él133.
[4] Post haec, si volet, Nilus amet alveum [4] Después de esto, que el Nilo, si así lo quiere, se
suum, et fluminis modum servet: nihil contente con seguir el curso de su lecho y se mantenga
hoc ad urbem, ac ne ad Aegyptum dentro de las dimensiones propias de un río, en nada
quidem, nisi ut inde navigia inania et afecta ello a nuestra ciudad, y ni siquiera a Egipto, a no
vacua et similia redeuntibus, hinc plena ser por el hecho de que desde allí se nos enviarán
et onusta et qualia solent venire, naves vacías y sin carga alguna, tal y como ahora
mittantur; conversoque munere maris, regresan a esa región, y desde Roma se enviarán naves
hinc potius venti ferentes et brevis cursus repletas y bien provistas de suministros, tal y como es
optentur. costumbre que ¡leguen hasta nosotros, y de que, al
prestar el mar sus servicios en sentido contrario, será
desde aquí desde donde las tripulaciones desearán
disfrutar de vientos favorables y de una rápida
[5] Mirum, Caesar, videretur, si desidem travesía. [5] Habría parecido prodigioso, César, el mero
Aegyptum cessantemque Nilum non hecho de que el aprovisionamiento de la ciudad no se
sensisset urbis annona: quae tuis opibus, hubiese visto afectado por la penuria de Egipto y la
tua cura usque illuc redundavit, ut simul indolencia del Nilo, pero es que, gracias a tus esfuerzos
probaretur, et nos Aegypto posse, et y a tu solicitud, la anona ha sido tan abundante que se
nobis Aegyptum carere non posse. ha puesto de manifiesto que, mientras que nosotros
podemos prescindir de Egipto, Egipto no puede
[6] Actum erat de foecundissima gente, si prescindir de nosotros. [6] Semejante calamidad habría
libera fuisset: pudebat sterilitatis supuesto el fin de ese pueblo tan rico, si hubiese sido
insolitae, nec minus erubescebat fame, libre. Este se sentía humillado por su insólita
quam torquebatur; quum pariter a te esterilidad y no le causaba menor vergüenza el hambre
necessitatibus eius pudorique subventum que lo torturaba, cuando tú subveniste a un tiempo a
est. Stupebant agricolae plena horrea, sus necesidades y a su turbación. Con estupefacción los
quae non ipsi refersissent, quibus de campesinos contemplaban repletos unos graneros que
campis illa subvecta messis, quave in no habían llenado ellos mismos, y se preguntaban
Aegypti parte alius amnis. desde qué campos se habría traído aquella cosecha y en
qué parte de Egipto existiría otro río. Así, gracias a tu
Ita beneficio tuo, nec maligna tellus, et beneficio la tierra no se mostró avara y el Nilo propicio,
obsequens Nilus Aegypto quidem saepe, que con frecuencia había bañado más generosamente

espíritu a modo de aguijadas: la calamidad es la oportunidad del valor”; e ibidem, 5, 10: “El fuego pone a prueba el oro, la
desgracia a los hombres de valía”.
133 Introduce aquí Plinio el tema de la unidad del Imperio, que desarrollará en el capítulo siguiente.
sed gloriae nostrae nunquam largior Egipto, nunca bañó, sin embargo, con tanta
fluxit. generosidad nuestra propia gloria.

XXXII Roma no permitirá que ninguna provincia del Imperio pase hambre. Roma asiste a
Egipto.
[32, 1] Quam nunc iuvat provincias [32, 1] ¡Cuánto se alegran todas las provincias de estar
omnes in fidem nostram ditionemque bajo nuestra protección y nuestras leyes desde el
venisse, postquam contigit princeps, qui
advenimiento de un Príncipe capaz de trasladar y
terrarum foecunditatem nunc huc, nunc
mover ora aquí ora allí la feracidad de los campos,
illuc, ut tempus et necessitas posceret,
según lo requieran las circunstancias y las necesidades,
transferret referretque! qui diremptam
y de alimentar y sostener a unas gentes que habitan al
mari gentem, ut partem aliquam populi
otro lado del mar como si fuesen una parte del pueblo
plebisque Romanae, aleret ac tueretur!
y de la plebe de Roma!
[2] Et coelo quidem nunquam benignitas
[2] Y ciertamente el cielo nunca se mostró tan
tanta, ut omnes simul terras uberetbondadoso que favoreciese y concediese fertilidad a
foveatque: hic omnibus pariter, si non
todas las regiones al mismo tiempo, mientras que nues-
sterilitatem, at mala sterilitatis exturbat:
tro Príncipe pone fin, si no a la esterilidad, sí, al menos,
hic, si non foecunditatem, at bona a los males que se derivan de ella, proporciona, si no
foecunditatis importat: hic alternis
fecundidad, sí, al menos, los beneficios que resultan de
commeatibus orientem occidentemque ella, y une Oriente y Occidente con transportes en uno
connectit, ut, quae ubique feruntur,
y otro sentido, de modo que todos los pueblos, tanto
quaeque expetuntur, omnes gentes los que abastecen a los demás de suministros como los
invicem capiant, et discant, quantoque los reclaman, aprenden y aprecian uno tras otro
libertate discordi servientibus sit utilius,
cuánto más útil es para quienes están sometidos a una
unum esse, cui serviant. libertad que es causa de discordias tener un solo señor
[3] Quippe discretis quidem bonis a quien servir134. [3] En efecto, cuando los bienes de
omnium, sua cuiusque ad singulos mala;
todos los pueblos se quedan dentro de las tierras que
sociatis autem atque permixtis,
los producen, cada región debe enfrentarse ella sola a
singulorum mala ad neminem, ad omnes
sus propios males, pero cuando estos bienes se
omnium bona pertinent. Sed sive terris
comparten e intercambian, los males de una región en
divinitas quaedam, sive aliquis amnibus
particular no perjudican a nadie, y los bienes de todos
genius, et solum illud et flumen ipsum
los pueblos contribuyen a la prosperidad de todos los
precor, ut hac principis benignitate
pueblos. Pero si las tierras poseen su propia divinidad,
contentum, molli gremio semina
si los ríos poseen su propio genio tutelar, suplico al
recondat, multiplicata restituat. suelo de Egipto y al propio Nilo que, dándose por
satisfechos con esta muestra de bondad de nuestro
Príncipe, acojan en lo sucesivo la simiente en su dulce
seno y la restituyan multiplicada. [4] Ciertamente, no
[4] Non equidem reposcimus foenus: reclamamos los intereses. No obstante, que tenga
putet tamen esse solvendum, presente ese pueblo que está en deuda con nosotros, y

134 Alusión a las frecuentes discordias civiles que padecían los pueblos del Imperio antes de ser sometidos por Roma, y
en particular Egipto. Sobre esta región, cfr. Tácito, Historias, 1, 11, 1: “Egipto y las tropas necesarias para mantenerlo a
raya están, ya desde los tiempos del Divino Augusto, en manos de caballeros romanos que hacen las veces de reyes. Así
le pareció a él que convenía conservar para su casa aquella provincia de difícil acceso, fecunda en grano, turbulenta y
voluble por la superstición y la indisciplina, ignorante de las leyes y desconocedora de los magistrados”. Sobre las Galias,
cfr. Tácito, Historias, 4, 74, 1-3: “En las Galias hubo siempre reinos y guerras hasta que os acomodasteis a nuestras leyes.
Nosotros, aunque tantas veces hostigados, en virtud del derecho de victoria sólo os hemos impuesto los medios de
conservar la paz... En efecto, si los romanos fueran arrojados de aquí —lo que los dioses no permitan—, ¿qué otras cosas
quedará que guerras entre todos los pueblos?”.
fallacemque unius anni fidem, omnibus que se haga perdonar el haber faltado un año a su
annis, omnibusque postea seculis tanto palabra manteniéndola a continuación todos los años y
magis, quia non exigimus, excuset. los siglos por venir, y con tanta mayor solicitud cuanto
que no se lo exigimos por escrito.

XXXIII Magnificencia de los Juegos Públicos organizados por el Príncipe.


[33, 1] Satisfactum qua civium, qua [33, 1] Así se atendieron en la medida de lo debido las
sociorum utilitatibus. Visum est necesidades de los ciudadanos y de los aliados.
spectaculum inde non enerve, nec Seguidamente, asistimos a unos juegos nada
fluxum, nec quod animos virorum afeminados ni blandos135, que pudiesen debilitar o
molliret et frangeret, sed quod ad quebrantar el vigor del hombre romano, antes bien, tan
pulchra vulnera contemptumque mortis admirables que enardecían a los espectadores
accenderet: quum in servorum etiam incitándolos a afrontar nobles heridas y a despreciar la
noxiorumque corporibus amor laudis et muerte, al ver el amor a la gloria y el ansia de la
cupido victoriae cerneretur. victoria incluso en los cuerpos de los esclavos y de los
[2] Quam deinde in edendo liberalitatem, criminales136. [2] ¡Qué espléndido se mostró además
quam iustitiam exhibuit, omni affectione nuestro Príncipe en la organización de los juegos!137,
aut intactus, aut maior! Impetratum est, ¡qué justo, ya sea que es inaccesible a cualquier
quod postulabatur: oblatum, quod non parcialidad, ya sea que es más grande que ellas!138.
postulabatur. Institit ultro, et, ut Concedió todo aquello que se le solicitó, e incluso
concupisceremus, admonuit: ac sic ofreció por su propia iniciativa lo que no se le había
quoque plura inopinata, plura subita. solicitado. Es más, insistió y nos animó para que le
expresásemos nuestros deseos139, y aun así hubo
numerosas diversiones inesperadas e imprevistas.

135 Probable alusión a los combates de mujeres, puestos de moda por Nerón, pero que sabemos que se celebraron también
en tiempos de Tito y, sobre todo, de Domiciano. Sobre el Principado de Nerón, cfr. Tácito, Anales, 15, 32: “Aquel año (sc. el
año 63 d.C.) hubo también espectáculos de gladiadores, con la misma munificencia que los precedentes; pero un mayor
número de damas ilustres y senadores se deshonró en la arena”; y Dión Casio, 61, 17, 3. Sobre el de Tito, cfr. Dión Casio,
66, 25, 1. Sobre el de Domiciano, cfr. Estacio, Silvas, 1, 6, 51-54: “Entre aquellos clamores y aquel lujo inaudito, se diluye,
ligero, el goce de los juegos: ¡ahí está el sexo débil, que desconoce el hierro! ¡Con qué denuedo arrostra los viriles
combates!”; Suetonio, Domiciano, 4, 1: “Dio continuamente espectáculos magníficos sin reparar en los gastos, tanto en el
anfiteatro como en el circo... Ofreció espectáculos de caza y luchas de gladiadores hasta de noche, a la luz de las
lámparas, y no sólo combates de hombres, sino también de mujeres”.
136 Aquí y en la epist. 6, 34, Plinio aprueba los juegos gladiatorios del anfiteatro (combates de gladiadores y caza de

animales salvajes). Por el contrario, en la epist. 9, 6, pone de manifiesto su desinterés por las carreras de carros del circo.
La misma idea aquí expuesta por Plinio puede leerse en Cicerón, Conversaciones en Túsculo, 2, 41: “A muchos les parece
que los juegos gladiatorios constituyen un espectáculo cruel e inhumano, y no sé si puede que así sea tal y como hoy día
se desarrollan estos espectáculos. No obstante, en aquel tiempo en que los que luchaban en ellos eran criminales
condenados, quizás existían muchas enseñanzas más valiosas de entre las dirigidas a los oídos que nos mostrasen cómo
afrontar adecuadamente el dolor y la muerte, pero, sin duda, de entre las dirigidas a la vista ninguna lo era tanto”.
Séneca, por su parte, se muestra muy crítico contra los juegos públicos en general, cfr. Epístolas, 7, 1-5, por ejemplo, el § 2:
“El contacto con la multitud nos es hostil: cualquiera nos encarece algún vicio, o nos lo sugiere, o nos lo contagia sin que
nos demos cuenta. Ciertamente, el peligro es tanto mayor cuanto más numerosa es la gente entre la que nos mezclamos.
Pero nada resulta tan perjudicial para las buenas costumbres como la asistencia a algún espectáculo, ya que entonces los
vicios se insinúan más fácilmente por medio del placer”.
137 A modo de ejemplo de la magnificencia de los juegos públicos que acostumbraba a organizar Trajano puede citarse la

noticia de Dión Casio, 68, 15, 1, según la cual los juegos celebrados en Roma para festejar la victoria en la Segunda Guerra
Dácica, en el 107, duraron 123 días, y en ellos combatieron 10.000 gladiadores y fueron abatidos 11.000 animales.
138 Pensamiento propio de la filosofía estoica: el sabio es inaccesible a las pasiones, y en el caso de que se viese asaltado

por alguna, sabría imponerse a ella.


139 Suetonio cuenta la misma anécdota a propósito de Tito, véase Tito, 8, 2: “... en efecto, después de haber anunciado (sc.

Tito) un combate de gladiadores, declaró que lo celebraría no conforme a su gusto, sino al de los espectadores, y cumplió
[3] Iam quam libera spectantium studia, [3] ¡Y con qué libertad podían los espectadores
quam securus favor! Nemini impietas, ut manifestar sus gustos!, ¡con qué tranquilidad podían
solebat, obiecta, quod odisset expresar sus preferencias!140. A nadie se acusó, como
gladiatorem: nemo e spectatore había sido costumbre en el pasado, de sacrilegio por
spectaculum factus, miseras voluptates haberse mostrado contrario a un gladiador141, nadie,
unco et ignibus expiavit. convertido de espectador en parte del espectáculo142,
expió con el garfio o el hierro candente143 su
[4] Demens ille, verique honoris ignarus, participación en unas fiestas funestas. [4] Fue un loco,
qui crimina maiestatis in arena colligebat, alguien que ignoraba en qué consistía la verdadera
ac se despici et contemni, nisi etiam dignidad, aquel emperador que recogía en la arena
gladiatores eius veneraremur, sibi acusaciones de lesa majestad, que entendía que lo
maledici in illis, suam divinitatem, suum ultrajábamos y lo ofendíamos si no venerábamos a sus
numen violari, interpretabatur; quum se gladiadores, que pensaba que en ellos se insultaba a su
idem quod deos, idem gladiatores quod persona y se cometía sacrilegio contra su divinidad y
se putabat. su numen, y que, considerándose a sí mismo el igual
de los dioses, tenía a los gladiadores por sus iguales.

III. B. Las nuevas leyes favorables a los ciudadanos: caps. 34-43.


XXXIV El castigo de los delatores.
[34, 1] At tu, Caesar, quam pulchrum [34, 1] ¡Qué hermoso, por el contrario, fue, César, el es-
spectaculum pro illo nobis exsecrabili pectáculo que tú nos ofreciste en lugar de ese otro que
reddidisti! Vidimus delatorum iudicium, nos era tan odioso! Vimos conducida la tropa de los
quasi grassatorum quasi latronum. Non delatores hasta el anfiteatro y castigada en medio de la
solitudinem illi, non iter, sed templum, arena como si fuesen salteadores o ladrones144. No
sed forum insederant: nulla iam habían cometido éstos sus fechorías en parajes
testamenta secura, nullus status certus: solitarios ni en los caminos, sino en un templo145 y en el

cabalmente su palabra, pues no negó ninguna de las peticiones que le hicieron e incluso invitó espontáneamente al
pueblo a pedirle lo que quisiera”.
140 Al contrario de lo que había sucedido en tiempos de Calígula y Vitelio, por ejemplo. Cfr. Suetonio, Calígula, 30, 2:

“Irritado (sc. Calígula) con la multitud porque mostraba unas preferencias distintas a las suyas, exclamó que ojalá el
pueblo romano tuviera una sola cerviz”; e id., Vitelio, 14, 3: “Hizo matar (sc. Vitelio) incluso a algunos individuos de la
plebe por el único motivo de haber hablado mal abiertamente del equipo de los azules (i. uno de los equipos que competían
en las carreras de carros en el circo), juzgando que se habían atrevido a ello llevados del desprecio que sentían por su
persona y con la esperanza de que se produjera un cambio de gobierno”.
141 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 10, 1: “En vista de que un padre de familia había dicho que un tracio

podía tanto como un mirmillón, pero menos que el organizador de los juegos, lo hizo arrancar de su asiento y arrojar a
los perros en la arena, con un cartel que decía: «Partidario de los tracios que ha pronunciado palabras impías»”.
142 Un episodio acaecido en tiempos de Calígula del que da cuenta Suetonio puede servir para ilustrar este comentario de

Plinio, véase Calígula, 35, 2: “Existía un tal Esio Próculo, hijo de un primipilo, al que llamaban «el Amor Coloso» por su
notable corpulencia y belleza. Durante unos espectáculos, Calígula lo hizo arrancar de repente de su asiento y sacar a la
arena, donde lo enfrentó primero con un tracio y después con un hoplómaco. Pero como las dos veces resultó vencedor,
ordenó al punto que lo encadenaran, lo pasearan por las calles de la ciudad cubierto de harapos, se lo mostraran a las
mujeres y después lo degollaran”.
143 Alusión al garfio con el que se arrastraban los cadáveres de los muertos fuera de la arena, y al hierro candente con el

que se comprobaba si los caídos estaban o no completamente muertos.


144 Un castigo muy semejante había aplicado Tito a los delatores, cfr. Suetonio, Tito, 8, 5: “Entre las plagas de la época se

encontraban también los delatores y aquellos para quienes trabajaban, debido a la larga licencia de la que habían
disfrutado. Después de haberlos hecho azotar y apalear en el Foro repetidas veces, y desfilar, por último, a través de la
arena del anfiteatro, ordenó que unos fueran sacados a subasta y vendidos como esclavos y que otros fueran
transportados a las islas más inhóspitas”.
145 Probable alusión al templo de Saturno, donde se guardaba el tesoro público (cfr. infra cap. 36, 1). Plinio se refiere a las
non orbitas, non liberi proderant. foro. Con ellos, ningún testamento era firme, ninguna
fortuna estaba segura146, no aprovechaba carecer de
[2] Auxerat hoc malum principum hijos ni tampoco tenerlos147. [2] Habían acrecentado este
avaritia. Advertisti oculos, atque ut ante mal en parte <..., en parte>148 la avaricia. Volviste hacia
castris, ita postea pacem foro reddidisti: él tus ojos, y así como antes habías devuelto la paz a los
exscidisti intestinum malum: et provida cuarteles149, así también entonces lo hiciste en el foro.
severitate cavisti, ne fundata legibus Pusiste fin a ese mal que nos consumía por dentro, y
civitas eversa legibus videretur. con rigor y sabiduría cuidaste de que no pareciese que
el Estado, fundado sobre las leyes, era destruido por
las propias leyes150. [3] Así pues, aunque tu elevada
[3] Licet ergo cum fortuna, tum liberalitas posición y, sobre todo, tu liberalidad nos habían
tua visenda nobis praebuerit, ut praebuit, ofrecido, como nos lo ofrecieron, magníficos
nunc ingentia robora virorum, et pares espectáculos ora de luchadores de un vigor
animos, nunc immanitatem ferarum, extraordinario y de un valor no menos grande, ora de
nunc mansuetudinem incognitam; nunc bestias salvajes de una fiereza o de una docilidad
secretas illas et arcanas, ac sub te primum nunca vistas151, ora de unas riquezas de las que tanto

denuncias de los delatores sobre testamentos falsificados, sobre herederos que, en virtud de las leyes romanas sobre la
herencia, y en especial la ley Papia Popea del año 9 d.C., no tenían derecho a recibir las herencias o los legados que les
habían sido dejados por un fallecido, y en general sobre cualquier irregularidad que atentase contra las leyes sobre la
herencia (adopciones simuladas, falsos embarazos, etc.). De acuerdo con estas denuncias, los funcionarios de finanzas del
Imperio (¡entre ellos el propio Plinio, en su calidad de prefecto del tesoro militar durante los años 94-96!) se apoderaban
de estas herencias, que pasaban así a engrosar el tesoro del Estado. De ahí que existiese una continua actividad en el
templo de Saturno por el ir y venir de los delatores: allí exponían sus denuncias y allí recibían la recompensa establecida
por las leyes (fijada por Nerón en un cuarto de los bienes confiscados por el Estado, cfr. Suetonio, Nerón, 10, 1).
146 Cfr. Suetonio, Domiciano, 12, 1-2: “... no tuvo ningún reparo (sc. Domiciano) en lanzarse a todo tipo de rapiñas. Los

bienes de los vivos y de las personas difuntas eran arrebatados por doquier bajo cualquier acusación presentada por el
delator que fuera. Bastaba con alegar cualquier hecho o dicho contra la majestad del emperador. Se confiscaban las
herencias más ajenas sólo con que hubiera una persona que declarara haber oído de labios del difunto, mientras estaba
con vida, que César era su heredero”. Sobre el apropiamiento indebido de las herencias por parte de Domiciano, cfr. infra
cap. 43,1.
147 Alusión a las leyes Julia y Papia Popea sobre el matrimonio y en favor de la natalidad (véase “2 Ley Julia” en el

Apéndice 5).
148 Laguna en el texto muy difícil de reconstruir. La mayor parte de los editores modernos prefieren mantener el texto tal

y como lo traduzco aquí: auxerat hoc malum partim <***partim> auaritia. Sin embargo, una corrección aceptada por muchos
de los antiguos y por Trisoglio, entre los modernos, es la siguiente: auxerat hoc malum principum auaritia (es decir, corrigen
partim en principum), lo que significa: “Había acrecentado este mal la avaricia de los Príncipes”.
149 Alusión a la revuelta de los pretorianos a la que ya se ha referido al comienzo del discurso (véase caps. 5, 6-9 y 6, 14).

150 Nueva alusión a las leyes Julia y Papia Popea de los tiempos de Augusto, que, por culpa de los delatores, lejos de

favorecer el matrimonio y la natalidad, se habían convertido en un grave problema para el Estado. Era un mal que se
venía padeciendo en Roma desde el Principado de Tiberio, cfr. Tácito, Anales, 3, 25, 1: “Luego se presentó una moción
para moderar la ley Papia Popea, que Augusto había sancionado en su vejez después de las leyes Julias, con el fin de
incrementar las multas a los solteros y enriquecer el erario. Mas no por tales medidas aumentaban los matrimonios ni la
cantidad de hijos que se criaban, prevaleciendo sobre ellas la falta de descendencia; por lo demás crecía el número de los
que se encontraban en peligro, pues todas las casas se veían expuestas a los trastornos causados por los enredos de los
delatores, y al igual que antes por los escándalos, se sufría ahora por culpa de las leyes”.
151 A modo de ejemplo de los espectáculos que protagonizaban en Roma los animales amaestrados sirva el siguiente

pasaje de Plinio el Viejo, 8, 4-5: “En los combates de gladiadores ofrecidos por Germánico César unos elefantes ejecutaron
unos pasos desordenados como si estuvieran bailando. Era un espectáculo corriente que arrojaran por los aires armas sin
que el viento las moviera y que representaran combates de gladiadores entre ellos o que retozaran juntos bailando una
danza pírrica. Después también empezaron a avanzar sobre cuerdas, incluso grupos de cuatro elefantes llevaban en litera
a otro que imitaba a una parturienta, y en comedores llenos de gente iban a colocarse a la mesa entre los lechos con pasos
tan medidos que no rozaban a ninguno de los que bebían”. Marcial cita también muchos espectáculos de este tipo, véase
el siguiente, en el que intervienen leones y liebres, 1, 14: “Hemos visto, César, las delicias y los juegos y bromas de los
communes opes: nihil tamen gratius, habíamos oído hablar, pero que hasta entonces habían
nihil seculo dignius, quam quod contigit permanecido fuera de nuestra vista y rodeadas de
desuper intueri delatorum supina ora, misterio, y que gracias a ti fueron accesibles a todos
retortasque cervices. nosotros por primera vez152, no obstante, nada nos
resultó tan grato, nada encontramos tan digno de tu
época como el haber tenido la dicha de ver desde las
gradas del anfiteatro los rostros de los delatores
vueltos hacia arriba y sus cabezas dobladas hacia
[4] Agnoscebamus et fruebamur, quum atrás153. [4] Los reconocíamos y nos deleitábamos con
velut piaculares publicae solicitudinis ello, mientras, pisando por encima de la sangre de los
victimae, supra sanguinem noxiorum, ad criminales, eran conducidos a ser entregados a lentos
lenta supplicia gravioresque poenas suplicios y penas más graves igual que si fuesen
ducerentur. víctimas expiatorias ofrecidas a los dioses para poner
[5] Congesti sunt in navigia raptim fin a la aflicción de la patria. [5] Fueron amontonados
conquisita, ac tempestatibus dediti. en todo tipo de embarcaciones reunidas con la mayor
Abirent, fugerentque vastatas celeridad y abandonados a las tormentas. Se les ordenó
delationibus terras: ac, si quem fluctus ac que se alejasen y rehuyesen las tierras devastadas por
procellae scopulis reservassent, hic nuda las delaciones, y que, si a alguno de entre ellos las olas
saxa et inhospitale litus incoleret: ageret y las tempestades le conservaban la vida para arrojarlo
duram et anxiam vitam, relictaque post sobre algunos arrecifes, que éste habitase en esos
tergum totius generis humani securitate, desnudos peñascos y en esa inhospitalaria costa, que
moereret. allí llevase una vida de penalidades y angustias, y que
allí se lamentase por haber dejado a sus espaldas la
tranquila existencia de todo el género humano.

XXXV Las nuevas leyes contra la delación.


[35, 1] Memoranda facies, delatorum [35, 1] 154 ¡Qué escena tan memorable: la flota de los
classis permissa omnibus ventis, delatores a merced de todos los vientos, obligada a
coactaque vela tempestatibus pandere, desplegar sus velas a las tempestades y a seguir las
iratosque fluctus sequi, quoscunque in airadas olas a cualesquiera arrecifes contra los que

leones —pues también la arena te ofrece esto—-, cuando una liebre apresada escapaba tantas veces del diente que no le
hacía daño y corría de un lado a otro a través de la abierta boca. ¿Cómo puede un voraz león perdonar a la presa que ha
capturado? Pero dicen que ese león es tuyo: entonces puede”.
152 Alusión a los objetos preciosos acumulados por Domiciano en el Palacio Imperial (la Domus Flavia) y que Trajano

mostró a los romanos en el anfiteatro antes de regalar algunos de ellos y poner en venta la mayoría (cfr. infra cap. 50, 5-7).
Marcial se encontraba ese día entre los espectadores, véase 12, 15: “Todo lo que brillaba en el palacio del Palatino ha sido
regalado a nuestros ojos y a nuestros dioses. Júpiter contempla asombrado las llamas de las esmeraldas incrustadas en
oro que verdea y queda atónito ante las delicias y los lujos abrumadores de un dueño soberbio: éstas son las copas que
convienen al Tonante, éstas son las que convienen al copero frigio. Ahora todos somos afortunados con Júpiter, pero hace
poco —da vergüenza, ay, da vergüenza confesarlo— todos éramos pobres con Júpiter”.
153 Era costumbre en Roma pasear a los condenados por la ciudad obligándolos a levantar la cabeza tirándoles hacia atrás

de los cabellos o poniéndoles la punta de la espada bajo el mentón. Cfr. Tácito, Historias, 3, 85: “A Vitelio lo obligaban con
la punta de las espadas ya a levantar la cara y presentarla a las vejaciones, ya a mirar a sus propias estatuas mientras
caían y, sobre todo, a los Rostros y al lugar donde Galba había sido asesinado”; Suetonio, Vitelio, 17, 1: “... al fin, le ataron
(sc. a Vitelio) las manos a la espalda, le echaron un lazo al cuello y, con las ropas desgarradas, medio desnudo, fue
arrastrado al Foro, sufriendo, durante todo el recorrido de la Vía Sacra, grandes ultrajes de palabra y obra, pues lo
llevaban con la cabeza hacia atrás tirándole del cabello, como suelen ir los condenados, e incluso obligándolo con la
punta de la espada a mantener el mentón levantado, para que dejara ver su rostro y no pudiera bajar la cabeza”.
154 Probablemente este capítulo es una nueva ampliación del texto del discurso original del año 100, pues, la primera parte

del mismo (35, 1-2) retoma el final del capítulo precedente (34, 4-5), y su segunda parte (35, 3-5) establece una
comparación entre Trajano y los anteriores Príncipes (Tito y Nerva), un recurso característico del encomio.
scopulos detulissent. Iuvabat, quisiesen empujarla! ¡Qué alegría ver cómo en el
prospectare statim a portu sparsa horizonte las embarcaciones apenas salidas del puerto
navigia, et apud illud ipsum mare agere eran dispersadas por los elementos, y manifestar al
principi gratias, qui, clementia sua salva, borde mismo del mar nuestro agradecimiento a un
ultionem hominum terrarumque diis Príncipe que, sin comprometer su clemencia, había
maris commendasset. confiado a los dioses del mar vengar los sufrimientos
[2] Quantum diversitas temporum de los hombres y de las tierras! [2] Qué importantes
posset, tum maxime cognitum est, quum consecuencias tiene sobre la vida humana el paso de
iisdem, quibus antea cautibus unas épocas a otras, nunca se puso de manifiesto de
innocentissimus quisque, tunc una forma más evidente que entonces, cuando los más
nocentissimus affigeretur; quumque criminales eran abandonados en esos mismos
insulas omnes, quas modo senatorum, farallones en los que antes lo habían sido los más
iam delatorum turba compleret, quos inocentes, y cuando todas las islas que recientemente
quidem non in praesens tantum, sed in habitaba una multitud de senadores, ahora las llenaba
aeternum repressisti, in illa poenarum la turbamulta de los delatores155. Y ciertamente, no sólo
indagine inclusos. has acabado con ellos en nuestros días, sino para
siempre, toda vez que los has rodeado con una red de
[3] Ereptum alienas pecunias eunt? mil castigos. [3] Que pretenden apoderarse del dinero
perdant, quas habent: expellere de los demás, que pierdan el que ellos tienen. Que
penatibus gestiunt? suis exturbentur: arden en deseos de expulsar a los demás de sus
neque, ut antea, exsanguem illam et hogares, que sean arrojados ellos de los suyos. Que no
ferream frontem nequidquam ofrezcan como en el pasado sus frentes incapaces de
convulnerandam praebeant punctis, et enrojecer de vergüenza y tan insensibles como el hierro
notas suas rideant; sed spectent paria para recibir en ellas el estigma de sus crímenes156, ni se
praemio damna, nec maiores spes, quam rían de sus marcas infamantes, antes bien, que sepan
metus habeant, timeantque, quantum que los aguardan unos castigos tan grandes como sus
timebantur. ganancias, que sus esperanzas no superen a su miedo,
y que sientan tanto temor como antes inspiraban157.
[4] Ingenti quidem animo divus Titus [4] Con su gran corazón, el divino Tito ya había
securitati nostrae ultionique prospexerat, tomado algunas medidas en favor de nuestra
ideoque numinibus aequatus est: sed seguridad y nuestra venganza, y por ello fue igualado

155 Por cortesía hacia algunos de sus colegas, Plinio prefiere no hacer referencia alguna al hecho de que los principales
delatores de los tiempos de Domiciano no han sido alcanzados por el castigo de Trajano y siguen formando parte del
Senado, como Marco Régulo, senador de rango pretorio, y quizás también Fabricio Veyentón, éste de rango consular (si
es que aún vivía en esa época).
156 Alusión a la pena impuesta a aquellos que, tras acusar a otro de un delito, eran condenados por calumnias, y

consistente en grabar sobre sus frentes con un hierro candente la letra “K”, abreviatura de Kalumniator (“calumniador”).
Cfr. Cicerón, En defensa de S. Roscio Amerino, 57: “Pero, si actuáis acusando a alguien de haber dado muerte a su padre sin
estar en condiciones de demostrar por qué lo mató y cómo, si no hacéis más que ladrar aun sin tener sospechas, nadie —
de seguro— os quebrará las piernas; pero, si yo no conozco mal a estos jueces, esa famosa letra, de la que sois tan
enemigos..., la grabarán con tanta fuerza en vuestra frente que, en lo sucesivo, no podréis acusar a nadie más que a
vuestra mala suerte”.
157 Augusto había promulgado una ley en virtud de la cual los delatores que fuesen condenados por calumnia debían

pagar una pena equivalente a aquella a la que se exponía el denunciado en el caso de ser declarado culpable, véase
Suetonio, Augusto, 32, 2: “Hizo quemar (sc. Augusto) las listas de los antiguos deudores del erario, principal pretexto para
las acusaciones falsas; adjudicó en Roma a sus propietarios los terrenos del Estado sobre los que eran dudosos los
derechos reclamados por ambas partes; hizo borrar los nombres de los acusados que llevaban largo tiempo en esta
situación y cuyos harapos sólo servían para regocijar a sus enemigos, con la condición expresa de que, si alguien quería
perseguir judicialmente de nuevo a alguno de ellos, quedara expuesto al mismo castigo”.
quanto tu quandoque dignior caelo, qui a los númenes158. ¡Pero cuánto más digno del cielo serás
tot res illis adiecisti, propter quas illum tú un día, cuando has añadido tantas nuevas medidas
deum fecimus! Id hoc magis arduum fuit, a aquellas por las que hicimos un dios de aquel gran
quod imperator Nerva, te filio, te Príncipe! Y además, este acto tuyo de gobierno fue
successore dignissimus, postquam tanto más difícil cuanto que el emperador Nerva, digno
magna quaedam edicto Titi adstruxerat, de todo punto de tenerte como hijo y como sucesor,
nihil reliquisse tibi videbatur, qui tam había reforzado el edicto de Tito con algunas otras
multa excogitasti, ut si ante te nihil essetmagníficas disposiciones, y parecía que no había
inventum. Quae singula quantum tibi dejado ya a nadie la menor posibilidad de mejorar esas
gratiae dispensata adiecissent! leyes, a nadie salvo a ti, que, a fuerza de reflexionar
sobre ello, imaginaste tantas nuevas resoluciones que
se creería que antes de ti no se había encontrado
ninguna. ¡Cuánto mayor reconocimiento habrías
encontrado entre los ciudadanos si todas esas medidas
[5] At tu simul omnia profudisti; ut sol et las hubieses ido aprobando una por una! [5] Pero tú
dies non parte aliqua, sed statim totus, quisiste entregárnoslas todas a un tiempo, del mismo
nec uni aut alteri, sed omnibus in modo que el sol y el día no se muestran poco a poco y
commune, profertur. parcialmente, sino en un instante y en todo su es-
plendor, y no iluminan a éste o a aquél, sino a todos los
hombres en general.
XXXVI Los tribunales encargados de juzgar las causas relacionadas con el tesoro imperial y la
honradez de los agentes fiscales del Príncipe.
[36, 1] Quam iuvat cernere aerarium [36, 1] ¡Qué felicidad ver el tesoro público silencioso y
silens et quietum, et quale ante delatores tranquilo, tal y como estaba antes de los tiempos de los
erat! Nunc templum illud, nunc vere delatores! Ahora es un templo, ahora es,
deus, non spoliarium civium, verdaderamente, la morada de la divinidad, no una
cruentarumque praedarum saevum cámara destinada a despojar a los ciudadanos de sus
receptaculum, ac toto in orbe terrarum bienes159 ni un cruel depósito de cruentos botines, y el
adhuc locus unus, in quo, optimo único lugar en todo el mundo en el que, en tiempos del
principe, boni malis impares essent. mejor de los Príncipes, la gente de bien continuase es-
[2] Manet tamen honor legum, nihilque tando a merced de los malvados. [2] No obstante, se
ex publica utilitate convulsum: nec poena guarda el debido respeto a las leyes, ningún principio
cuiquam remissa, sed addita est ultio, de legalidad ha sido violado en nombre del interés
solumque mutatum, quod iam non público, ni se ha concedido a nadie remisión alguna de
delatores, sed leges timentur. sus penas160. Tan sólo se han aprobado unas
disposiciones que permitan a los ciudadanos vengarse
de los males sufridos, y así lo único que ha cambiado
es que ya no se teme a los delatores, sino a las leyes.

158 Cfr. Suetonio, Tito, 8, 5: “Después de haberlos hecho azotar y apalear en el Foro (sc. a los delatores) repetidas veces, y
desfilar... a través de la arena del anfiteatro, ordenó que unos fueran sacados a subasta y vendidos como esclavos y que
otros fueran transportados a las islas más inhóspitas. E incluso, a fin de reprimir para siempre a los que en un futuro se
atrevieran a emprender acciones semejantes, prohibió, entre otras medidas, que se volviera sobre una misma materia
invocando varias leyes, y que se investigara sobre la condición social de cualquier persona difunta pasado un número
determinado de años”.
159 La traducción que propongo intenta mantener el sentido del texto latino, sin ser literal. El término utilizado por Plinio:

spoliarium, designa una sala del anfiteatro en la que se despojaba de sus armas y vestimentas a los cadáveres de los
gladiadores muertos. Plinio se sirve del término con un valor figurado al añadir el genitivo plural ciuium, que designa a
los ciudadanos romanos.
160 Nueva alusión a las leyes Julia y Papia Popea (cfr. caps. 26, 5 y 34, 1-2).
[3] At fortasse non eadem severitate [3] Alguien puede pensar quizás que no controlas con
fiscum, qua aerarium, cohibes. Immo el mismo rigor el tesoro imperial que el público: al
tanto maiore, quanto plus tibi licere de contrario, lo controlas con tanto mayor rigor cuanto
tuo, quam de publico credis. Dicitur que crees que tienes más derechos sobre tus propios
actori, atque etiam procuratori tuo: In ius bienes que sobre los del pueblo161. Cualquiera puede
veni: sequere ad tribunal. decir a uno de tus agentes fiscales o de tus
procuradores162: “Acompáñame ante los jueces,
[4] Nam tribunal quoque excogitatum sígueme a presencia del tribunal”. [4] En efecto, el
principatui est, par ceteris, nisi illud tribunal creado para juzgar las causas relacionadas con
litigatoris amplitudine metiaris. Sors et el Principado163 es semejante en todo a los otros
urna fisco iudicem assignat: licet reiicere, tribunales si no se tiene en cuenta la grandeza de uno
licet exclamare: Hunc nolo, timidus est, de los litigantes. La suerte y una urna asignan un juez
et bona seculi parum intelligit: illum al tesoro imperial. El ciudadano puede rechazarlo,
nolo, quia Caesarem fortiter amat. puede exclamar: “A éste no lo quiero, es un pusilánime
Eodem foro utuntur principatus et y no comprende la dicha de nuestra época. Quiero a
libertas. aquel otro, que ama al César sin renunciar por ello a su
independencia”. Él Principado y la libertad se sirven
del mismo tribunal, y éste es tu principal título de
gloria: la mayor parte de las veces la sentencia es
contraria al tesoro imperial, cuya causa nunca es
[5] Quae praecipua tua gloria est, saepius derrotada sino en tiempos de un buen Príncipe. [5] Este
vincitur fiscus; cuius mala caussa es un mérito extraordinario, pero mayor aún es que
nunquam est, nisi sub bono principe. cuentas con unos procuradores tan honrados que, en
Ingens hoc meritum: maius illud, quod general, tus ciudadanos los prefieren como jueces a
eos procuratores habes, ut plerumque cualquier otro. Existe, por lo demás, una completa
cives tui non alios iudices malint. libertad a la hora de elegir la sede en la que se ha de
Liberum est autem disceptanti dicere: resolver el conflicto. No deseas, en efecto, forzar a
Nolo eum eligere. Neque enim ullam nadie en lo más mínimo a hacer uso de tus favores,
necessitatem muneribus tuis addis, ut qui pues eres consciente de que lo fundamental en los
scias, hanc esse beneficiorum beneficios de un Príncipe es que sea lícito a los
principalium summam, si illis et non uti ciudadanos no servirse de ellos.
licet.

161 Cfr. Eutropio, 8, 4: “Mostrándose (sc. Trajano) igual a todos tanto en Roma como en las provincias,... sin molestar a
ningún senador ni cometer injusticia para enriquecer el erario público (en realidad, el tesoro imperial), fue generoso con
todos, enriqueciendo y concediendo honores tanto públicos como privados a todos, incluso a los que había tratado poco”.
162 Los procuradores a los que aquí se refiere Plinio eran los funcionarios imperiales encargados de administrar los bienes

del Príncipe, y tenían a sus órdenes una serie de agentes fiscales (véase “Procurador” en el Apéndice 5). Sobre estos
funcionarios, cfr. Suetonio, Vespasiano, 16, 2: “Se cree incluso que acostumbraba (sc. Vespasiano) a promover a propósito a
los más importantes cargos a los procuradores más rapaces, para condenarlos más tarde cuando se hubieran enriquecido
bastante; se decía vulgarmente que se servía de ellos como de esponjas, porque, por así decirlo, los empapaba cuando
estaban secos y los exprimía cuando ya estaban bien mojados”; id., Domiciano, 12, 2: “El fisco judaico fue administrado
con más rigor que ningún otro; eran acusadas ante él (sc. ante Domiciano) tanto las personas que vivieran con arreglo a las
costumbres judías, sin haberlo declarado, como aquellas que, ocultando su origen, no hubieran pagado los tributos
impuestos a su pueblo. Recuerdo que... asistí a la inspección a que se sometía, por parte de un procurador y un consejo
muy numeroso, a un anciano nonagenario para ver si había sido circuncidado”.
163 Fue creado por Nerva. Del mismo modo que ocurría en los procesos ordinarios, las causas concernientes al tesoro

imperial eran instruidas por un pretor: el pretor fiscal. A continuación pasaban a ser juzgadas por un juez privado,
designado por sorteo entre los incluidos en una lista de jueces elegibles.
XXXVII Las anteriores injusticias de las leyes fiscales: la vicésima.
[37, 1] Onera imperii pleraque vectigalia [37, 1] 164 Las numerosas obligaciones a que debe hacer
institui, ut pro utilitate communi, ita frente el Imperio obligaron a instituir una serie de
singulorum iniuriis coegerunt. His impuestos que así como redundan en beneficio del
Vicesima reperta est, tributum tolerabile interés común, así también causan un cierto perjuicio a
et facile heredibus dumtaxat extraneis, cada uno de los ciudadanos en particular. Para
domesticis grave. subvenir a estas obligaciones se creó la vicésima, un
impuesto soportable y ligero para los herederos de
fuera de la familia, pero sumamente gravoso para los
[2] Itaque illis irrogatum est, his de la propia familia165. [2] Así pues, se impuso a los
remissum: videlicet, quod manifestum primeros y se perdonó a los segundos, pues era
erat, quanto cum dolore laturi, seu potius evidente con cuánto dolor iban a aceptar los
non laturi homines essent, destringi ciudadanos, o más bien, no iban a aceptar, que se les
aliquid et abradi bonis, quae sanguine, arrebatase y arrancase una parte de unos bienes a los
gentilitate, sacrorum denique societate, que tenían derecho por vínculos de sangre y de
meruissent, quaeque nunquam ut aliena parentesco y por la observancia de un mismo culto
et speranda, sed ut sua semperque familiar, unos bienes, en fin, que nunca habían
possessa, ac deinceps proximo cuique considerado como pertenecientes a otros ni como algo
transmittenda cepissent. que tuviesen que desear que la suerte les deparase,
sino como algo propio que siempre habían poseído y
que, a su muerte, transmitiría cada uno de ellos a sus
[3] Haec mansuetudo legis veteribus más allegados. [3] Este beneficio de la ley quedaba
civibus servabatur: novi, seu per Latium reservado para los ciudadanos que lo eran desde
in civitatem, seu beneficio principis antiguo. Quienes habían adquirido recientemente el
venissent, nisi simul cognationis iura derecho de ciudadanía, ya sea que la hubiesen
impetrassent, alienissimi habebantur, alcanzado a través del derecho latino o por el favor del
quibus coniunctissimi fuerant. Príncipe, a menos que hubiesen obtenido asimismo el
reconocimiento de los derechos de la consanguinidad,
eran considerados completamente extraños a aquellos
a los que habían estado unidos por los vínculos más
[4] Ita maximum beneficium vertebatur estrechos166. [4] Como consecuencia de ello, el más

164 Aquí comienza probablemente una nueva ampliación del discurso original, que desarrolla durante los capítulos 37-40
el tema de las leyes de Trajano sobre la vicésima. En especial, los parágrafos 38, 2, 38, 4-5, 39, 3-4 y 40, 3 parecen haber
sido redactados con motivo de la reelaboración de la obra. Ello explicaría que en el cap. 41,1 Plinio se vea obligado a hacer
un resumen del contenido de esta parte de su discurso. Naturalmente, este resumen sería también un añadido con vistas
a la publicación de la obra. Debe tenerse en cuenta, por otro lado, que Plinio era un auténtico especialista en cuestiones
fiscales por haber sido, primero, prefecto del tesoro militar los años 94-96, y luego, del tesoro de Saturno los años 98-100.
165 El impuesto de la vicésima fue creado por Augusto el año 6 d.C. con el fin de contribuir al sostenimiento de los

soldados veteranos. Para su recaudación se creó el tesoro militar, administrado por tres prefectos de rango pretorio y
cuya sede se encontraba en el Capitolio. En virtud de la vicésima, el Estado se quedaba con el 5% de todas las herencias y
legados, estableciendo para ello que todos los testamentos se abriesen en una ceremonia pública, en Roma en el Foro
Romano o en una basílica, en presencia del pretor, y en el resto del Imperio en presencia de un magistrado local,
probablemente un duunviro o cuatorviro. Seguramente también asistiría a este acto algún agente del tesoro. Experimentó
diversas modificaciones a lo largo del Imperio. Caracala (años 211-217), por ejemplo, aumentó este impuesto de herencias
al 10%, suprimió las exenciones concedidas a los parientes más próximos y concedió la ciudadanía romana a todos los
habitantes del Imperio con el propósito de aumentar los ingresos del Estado (cfr. Dión Casio, 78, 9, 4-5). Su sucesor en el
Imperio, Macrino (años 217-218), redujo de nuevo el impuesto al 5% y restableció las exenciones suprimidas por Caracala
(cfr. Dión Casio, 79, 12, 2). No se tienen noticias de la vicésima a partir de finales del siglo III d.C., por lo que se cree que
fue definitivamente abolida por Diocleciano (años 284-305).
166 Ello se debía a que el derecho romano no admitía la doble ciudadanía, de modo que quien hubiese obtenido la
in gravissimam iniuriam, civitasque importante de los beneficios se convertía en la más
Romana instar erat odii et discordiae et cruel de las injusticias, y la ciudadanía romana causaba
orbitatis, quum carissima pignora, salva los mismos efectos que el odio, la discordia y la
ipsorum pietate, distraheret. orfandad, pues separaba a los unos de los otros a los
seres queridos pese a que seguía existiendo entre ellos
[5] Inveniebantur tamen, quibus tantus el mayor de los afectos. [5] Con todo, había quienes
amor nominis nostri inesset, ut sentían tanto amor por nuestro nombre que con-
Romanam civitatem non Vicesimae sideraban que la ciudadanía romana compensaba con
modo, verum etiam affinitatum damno amplitud no sólo del pago de la vicésima, sino también
bene compensari putarent; sed iis de la pérdida del parentesco. Pero justamente aquellos
maxime debebat gratuita contingere, a que tenían la ciudadanía romana en tan alta estima,
quibus tam magno aestimabatur. merecían más que ningún otro obtenerla de forma
[6] Igitur pater tuus sanxit, ut, quod ex gratuita. [6] Y así, tu padre167 dispuso que los nuevos
matris ad liberos, ex liberorum bonis ciudadanos no pagasen la vicésima de aquellos bienes
pervenisset ad matrem, etiamsi que hubiesen pasado de la madre a los hijos o de los
cognationum iura non recepissent, quum hijos a la madre, aunque no hubiesen obtenido el re-
civitatem adipiscerentur, eius Vicesimam conocimiento de los derechos de la consanguinidad al
ne darent. [7] Eandem immunitatem in alcanzar la ciudadanía romana. [7] Y la misma
paternis bonis filio tribuit, si modo exención concedió al hijo en relación con los bienes de
reductus esset in patris potestatem: ratus, su padre, siempre y cuando se encontrase bajo la tutela
improbe et insolenter ac paene impie his paterna, en la idea de que era una vileza, una
nominibus inseri publicanum, nec sine impertinencia y casi una impiedad mezclar estos dos
piaculo quodam sanctissimas nombres con el del recaudador de impuestos, de que
necessitudines velut intercedente los más sagrados vínculos de parentesco no podían ser
Vicesima scindi; nullum esse tanti desunidos metiendo de por medio, por así decirlo, la
vectigal, quod liberos ac parentes faceret vicésima sin cometer una especie de sacrilegio, y de
extraneos. que ningún impuesto era tan importante como para
convertir en unos extraños a padres e hijos168.

XXXVIII La primera medida de Trajano: exoneración del padre que heredase de su hijo.
[38, 1] Hactenus ille: parcius fortasse, [38, 1] Estas fueron las medidas de aquel gran
quam decuit optimum principem, sed emperador, menos generosas quizás de lo que
non parcius, quam optimum patrem, qui convenía a un Príncipe excelente, pero no menos
Optimum adoptaturus, hoc quoque generosas de lo que convenía a un padre excelente, el
parentis indulgentissimi fecit, quod cual, teniendo presente la inminente adopción que iba
delibasse quaedam, seu potius a realizar, también en este terreno quiso comportarse
demonstrasse contentus, largam ac prope como el más afectuoso de los padres, pues, en efecto,
intactam benefaciendi materiam filio contentándose con ocuparse ligeramente de este
reservavit. problema, o más bien, con indicar la solución del

ciudadanía romana se convertía en un extraño con respecto a todos aquellos parientes suyos que no fuesen asimismo
ciudadanos romanos. Esto sólo se evitaba si el Príncipe concedía a unos y otros los llamados “derechos de la
consanguinidad”, por los que aquellos miembros de una misma familia conservaban los derechos que les eran propios en
virtud de sus vínculos familiares pese a que unos poseyesen un estatuto legal diferente a los otros en lo que a la
ciudadanía se refería.
167 El emperador Nerva, padre adoptivo de Trajano.

168 Esta misma delicadeza explica el comportamiento de Plinio con su buena amiga Corelia con motivo de la venta a ésta

de una de sus propiedades junto al lago Lario en Como, obtenida por él en herencia. Corelia quiso que el precio de venta
incluyese la vicésima que Plinio se vería obligado a pagar por la herencia recibida, a lo que éste se negó (cfr. Plinio, epist.
7, 11 y 7, 14).
mismo, reservó a su hijo un amplio campo de
actuación, prácticamente intacto, en el que hacer el
[2] Statim ergo muneri eius liberalitas tua bien. [2] Por consiguiente, tu liberalidad añadió de
adstruxit, ut, quemadmodum in patris inmediato a las concesiones de tu padre el que, así
filius, sic in hereditate filii pater esset como en relación con la herencia de su padre el hijo
immunis, nec eodem momento, quo estaba exento de impuestos, así también lo estuviese el
pater esse desisset, hoc quoque amitteret, padre respecto a la herencia de su hijo, con el fin de
quod fuisset. que, en el mismo momento en que un padre dejase de
serlo, en ese momento no perdiese igualmente la
[3] Egregie, Caesar, quod lacrymas condición de haberlo sido. [3] Es algo que te honra,
parentum vectigales esse non pateris. César, el que no hayas permitido que las lágrimas de
Bona filii pater sine deminutione los padres estén sometidas a contribución: que el padre
possideat, nec socium hereditatis posea los bienes de su hijo sin merma de los mismos y
accipiat, qui non habet luctus: nemo no comparta su herencia con aquel con quien no
recentem et attonitam orbitatem ad comparte su luto, y que nadie exija echar cuentas a
computationem vocet, cogatque patrem, quien ha sufrido una pérdida reciente y se halla aún
quid reliquerit filius, scire. fuertemente conmocionado, ni obligue a un padre a
[4] Augeo Patres Conscripti principis saber qué bienes le ha dejado su hijo. [4] Aumento,
munus, quum ostendo, liberalitati eius padres conscriptos, el valor del presente de nuestro
inesse rationem. Ambitio enim et Príncipe al mostrar que su generosidad estaba
iactantia, et effusio, et quidvis potius, justificada. En efecto, una medida de este tipo, si no
quam liberalitas existimanda est, cui ratio existe una razón que la recomiende, debe considerarse,
non constat. más bien, ansia de popularidad, ostentación,
prodigalidad o lo que se quiera, antes que gene-
[5] Dignum ergo, Imperator, rosidad169. [5] Fue, en definitiva, Emperador, un acto
mansuetudine tua, minuere orbitatis digno de tu bondad el aliviar los sufrimientos causados
iniurias, nec pati quemquam, filio por la muerte de un ser querido y no permitir que
amisso, insuper affici alio dolore. Sic nadie, después de perder a su hijo, padeciese asimismo
quoque abunde misera res est, pater filio otro dolor añadido. Ya es una situación sumamente
solus heres: quid si coheredem non a filio penosa que un padre se convierta en el único heredero
accipiat? de su hijo, ¿cuánto más penosa sería, entonces, si un
padre tuviese que sufrir a un coheredero que no le ha
[6] Adde, quod, quum divus Nerva sido dejado por su hijo?170 [6] A esto se añade que,
sanxisset, ut in paternis bonis liberi puesto que el divino Nerva dispuso que los hijos
necessitate Vicesimae solverentur, quedasen eximidos de la obligación del pago de la
congruens erat, eandem immunitatem vicésima respecto de los bienes paternos, era lógico que
parentes in liberorum bonis obtinere. los padres se beneficiasen de la misma exención
[7] Cur enim posteris amplior honor, respecto de los bienes de sus hijos. [7] ¿Por qué, en
quam maioribus, haberetur? curve non efecto, se habría de mostrar una mayor consideración
retro quoque recurreret aequitas eadem? hacia los descendientes que hacia los ascendientes?, ¿o
Tu quidem, Caesar, illam exceptionem por qué no habría de aplicarse también en sentido
removisti, si modo filius in potestate inverso la misma equidad en el trato? Y así, tú, César,
patris fuisset: intuitus, opinor, vim anulaste la condición que decía: “siempre y cuando el
legemque naturae, quae semper in hijo se halle bajo la tutela paterna”, teniendo presente,
ditione parentum esse liberos iussit, nec, creo, la más importante de las leyes de la naturaleza,

169 Sobre esta idea propia de la filosofía estoica, cfr. epist, 1, 8, 9 y nota al pasaje.
170 Es decir, el recaudador de impuestos.
uti inter pecudes, sic inter homines que ordena que los hijos estén siempre sometidos a la
potestatem et imperium valentioribus autoridad de sus padres y que, a diferencia de lo que
dedit. ocurre entre las bestias, no dio entre los seres humanos
el poder y el mando a los más fuertes.

XXXIX La segunda medida de Trajano: exoneración de los parientes en segundo grado.


[39, 1] Nec vero contentus primum [39, 1] Pero nuestro Príncipe no se contentó con haber
cognationis gradum abstulisse privado a la vicésima del primer grado del
Vicesimae, secundum quoque exemit, parentesco171, también eximió del pago de este
cavitque, ut in sororis bonis frater, et impuesto a los parientes en segundo grado172 y se cuidó
contra, in fratris soror, utque avus, avia, de que quedasen exentos del mismo el hermano
in neptis nepotisque, et invicem illi, respecto de los bienes de su hermana y, al contrario, la
servarentur immunes. hermana respecto de los bienes del hermano, e
igualmente el abuelo y la abuela respecto de los bienes
[2] His quoque, quibus per Latium civitas de su nieta y de su nieto y viceversa. [2] Además,
Romana patuisset, idem indulsit, acordó este mismo favor a aquellos que habían
omnibusque inter se cognationum iura accedido a la ciudadanía romana a través del derecho
commisit, simul et pariter, et more latino, y a todos ellos concedió a un mismo tiempo, por
naturae; quae priores principes a singulis igual y de acuerdo con las leyes de la naturaleza, los
rogari gestiebant, non tam praestandi derechos de la consanguinidad, esos mismos derechos
animo, quam negandi. que los anteriores Príncipes deseaban que cada uno de
los ciudadanos les solicitase individualmente, y no
tanto para otorgarlos, como para denegarlos173.
[3] Ex quo intelligi potest, quantae [3] Puede comprenderse fácilmente, en consecuencia,
benignitatis, quanti spiritus fuerit, qué bondad y qué grandeza de espíritu revela el
sparsas, atque, ut ita dicam, laceras reunir, poner en relación y, por así decirlo, ordenar
gentilitates colligere atque connectere, et renacer a familias que se hallaban dispersas y, si se me
quasi renasci iubere; deferre, quod permite, que estaban mutiladas de varios de sus
negabatur, atque id praestare cunctis, miembros, el dar lo que antes se negaba, el otorgar a
quod saepe singuli non impetrassent, todos lo que a menudo no obtenían los que lo
postremo, ipsum sibi eripere tot solicitaban a título individual, y en fin, el que el
beneficiorum occasiones, tam Príncipe se privase a sí mismo de tantas ocasiones de
numerosam obligandi imputandique dispensar beneficios, y de un campo de actuación tan
materiam. amplio a la hora de ganarse el reconocimiento de los
ciudadanos y de hacer méritos ante ellos174.
[4] Indignum credo ei visum, ab homine [4] Le pareció, creo, inconveniente que se suplicase a

171 El primer grado del parentesco lo constituyen el padre, la madre y los hijos.
172 El segundo grado del parentesco lo constituyen los hermanos, los abuelos y los nietos.
173 Parece que al menos Tito no merece esta censura, cfr. Suetonio, Tito, 8, 1: “Era, por otro parte, (sc. Tito) sumamente

benévolo por naturaleza, y así, mientras que todos los Césares posteriores a Tiberio, siguiendo la práctica establecida por
éste, no ratificaban los beneficios concedidos por los emperadores anteriores, a no ser que también ellos los hubieran
otorgado a las mismas personas y en idéntica forma, fue el primero que confirmó en un solo edicto todos los favores
concedidos en el pasado y no consintió que se los pidieran”.
174 Cfr. Séneca, De los beneficios, 2, 5, 1: “No hay cosa más amarga como estar largo tiempo pendiente de una promesa. De

mejor gana sufren algunos que le corten la esperanza que no que se la dilaten. Pero muchos tienen ese vicio, a saber:
diferir el cumplimiento de las promesas por una perversión del amor propio, para que no disminuya la turba de
pedigüeños, como acostumbran ser los administradores del poder real, a quienes halaga el largo espectáculo de su
soberbia y se les antoja que pueden menos si por espacio de muy largo tiempo no hacen ostentación de lo que pueden.
Nada hacen inmediatamente; nada de una vez; precipitadas son sus injurias; tardíos sus beneficios”.
peti, quod dii dedissent. Sorores estis et un hombre algo que había sido dado por los dioses.
frater, avus et nepotes, quid est ergo, cur Sois hermana y hermano, abuelo y nieto, ¿qué
rogetis, ut sitis? vobis estis. Quid? pro necesidad hay, por lo tanto, de que roguéis ser
cetera sua moderatione non minus reconocidos como tales? Vuestro emperador, de
invidiosum putat dare hereditatem, conformidad con su habitual moderación, no considera
quam auferre. menos odioso tener que dar él una herencia175 que
[5] Laeti ergo adite honores, capessite apoderarse de ella. [5] Así pues, aspirad alegres a las
civitatem, neminem hoc necessitudinis magistraturas, y alegres intentad obtener la ciudadanía
abruptum, velut truncum amputatumque romana. Su nuevo estatuto no dejará a nadie
destituet: iisdem omnes quibus ante abandonado como un tronco quebrado y mutilado de
pignoribus, sed honestiores perfruentur. sus ramas. Todos los nuevos ciudadanos seguirán
Ac ne remotus quidem, iamque disfrutando de las mismas prendas de amor familiar
deficientis affinitatis gradus, a qualibet que antes, pero su dignidad se habrá acrecentado. Y ni
quantitate Vicesimam inferre cogetur. siquiera los grados de parentesco más alejados y ya
Statuit enim communis omnium parens apenas existentes se verán obligados a pagar como
summam, quae publicanum pati possit. antes la vicésima por cualquier cantidad que sea que
hayan heredado. En efecto, el padre común de todos
nosotros ha fijado la suma mínima a partir de la cual se
debe soportar la actuación del recaudador de
impuestos.

XL La tercera y cuarta medidas de Trajano: exoneración de los herederos beneficiados de


herencias pequeñas y perdón de las deudas como consecuencia de las causas señaladas.
[40, 1] Carebit onere Vicesimae parva et [40, 1] Se verá libre de la carga de la vicésima cualquier
exilis hereditas: et si ita gratus heres herencia pequeña y reducida, y si así lo quiere un
volet, tota sepulcro, tota funeri serviet. heredero agradecido, toda ella podrá ser empleada en
Nemo observator, nemo castigator el sepulcro y en los funerales del fallecido. Ningún
adsistet. Cuicumque modica pecunia ex agente del tesoro asistirá a ellos para supervisar la
hereditate alicuius obvenerit, securus ceremonia o censurarla176. Que todo aquel que se haya
habeat quietusque possideat. visto beneficiado por una módica cantidad de dinero
procedente de la herencia de alguien, la guarde sin in-
[2] Ea lex Vicesimae dicta est, ut ad quietud y la disfrute con tranquilidad. [2] La ley de la
periculum eius perveniri, nisi opibus, vicésima ha quedado redactada en unos términos tales
non possit. Conversa est iniquitas in que nadie puede verse sometido a sus rigores a menos
gratulationem; iniuria in votum: optat que posea grandes riquezas. El sentimiento de padecer
heres, ut Vicesimam debeat. una injusticia se ha transformado en alegría, el
convencimiento de sufrir un perjuicio en un vivo
deseo: el heredero ansia tener que pagar la vicésima.
[3] Additum est, ut, qui eiusmodi ex [3] Se aprobó asimismo que aquellos que el día del
caussis in diem edicti Vicesimam edicto que reformaba la ley de la vicésima debiesen al
deberent, nondum tamen intulissent, non Estado el pago de la misma por alguna de las causas
inferrent. At in praeteritum subvenire ne señaladas, pero no hubiesen aún procedido a su

175 La idea es que Trajano encuentra odioso tener que conceder él unas herencias que entiende que pertenecen por
derecho natural a los beneficiarios de las mismas, en este caso, los parientes en segundo grado.
176 Pues los familiares del fallecido podían intentar engañar posteriormente al tesoro militar, al que debían pagar la

vicésima de la herencia, elevando los gastos del funeral más allá de sus costes reales a fin de apropiarse de la diferencia
con anterioridad a la satisfacción del citado impuesto. En efecto, de la herencia del difunto debían sustraerse las sumas
empleadas en los funerales y en el sepulcro, así como el valor de los esclavos manumitidos en el testamento.
dii quidem possunt: tu tamen subvenisti, ejecución, ya no lo ejecutasen. Ni siquiera los dioses
cavistique, ut desineret quisque debere, pueden remediar el pasado, y sin embargo, tú lo hiciste
quod non esset postea debiturus. Idem y te cuidaste de que todo el mundo quedase exento de
effecisti, ne malos principes pagar lo que desde el momento del edicto en adelante
habuissemus; nadie tendría ya que pagar, y con ello conseguiste
igualmente que no hayamos tenido malos Principes177.
[4] quo ingenio, si natura pateretur, [4] ¡Con estos sentimientos, si la naturaleza lo
quam libenter tot spoliatis, tot trucidatis permitiese, con qué agrado habrías restituido sus
sanguinem et bona refudisses! bienes y su sangre a tantos ciudadanos robados, a
[5] Vetuisti exigi, quod deberi non tuo tantos ciudadanos asesinados! [5] Prohibiste que se
seculo coeperat. Alius ut contumacibus exigiese el pago de aquellas deudas anteriores a tu
irasceretur, tarditatemque solvendi dupli época. Otro se habría enojado contra estos deudores
vel et quadrupli irrogatione mulctaret: tu como si fuesen culpables de rebeldía, y habría
nihil referre iniquitatis existimas, exigas, castigado el retraso en el pago con una multa del doble
quod deberi non oportuerit, an o incluso del cuádruple de la suma adeudada. Tú, sin
constituas, ut debeatur? embargo, consideras que tan injusto es exigir el pago
de un impuesto que nunca habría debido existir como
aprobar su existencia.

XLI Todo ello es posible porque el Príncipe es un buen administrador y no es codicioso.


[41, 1] Feres, Caesar, curam et [41, 1] Te ruego, César, que soportes pacientemente las
solicitudinem consularem. Nam mihi preocupaciones e inquietudes de un cónsul178. En
cogitanti, eundem te collationes efecto, cuando me paro a pensar que has rehusado las
remisisse, donativum reddidisse, contribuciones voluntarias de los ciudadanos en favor
congiarium obtulisse, delatores abegisse, del Estado, que has pagado el donativo a los soldados,
vectigalia temperasse, interrogandus que has repartido el congiario al pueblo, que has
videris, satisne computaveris imperii expulsado de Roma a los delatores y que has reducido
reditus, an tantas vires habeat frugalitas los impuestos, me parece que debo preguntarte si has
principis, ut tot impendiis, tot calculado adecuadamente los ingresos del Imperio. ¿O
erogationibus sola sufficiat. acaso a tanto alcanza la economía de un Príncipe que
ella sola se basta para hacer frente a tantos gastos y
[2] Nam quid est caussae, cur aliis tantas larguezas?179 [2] ¿Cuál es el motivo de que los
quidem, quum omnia raperent, et rapta otros Príncipes, pese a que perpetraban todo tipo de
retinerent, ut si nihil rapuissent, robos y se quedaban con lo robado, careciesen de todo,
defuerint omnia? tibi, quum tam multa como si nada hubiesen robado y no se hubiesen
largiaris, et nihil auferas, omnia quedado con nada180, mientras que tú, a pesar de que te

177 Era costumbre entonces quemar públicamente los recibos de las deudas, cfr. Suetonio, Augusto, 32, 2: “Hizo quemar (sc.
Augusto) las listas de los antiguos deudores del erario, principal pretexto para las acusaciones falsas”; e Historia Augusta,
Adriano, 7,6: “No omitiendo (sc. Adriano) ninguna oportunidad para ganarse el favor popular, perdonó a los deudores
privados de la Ciudad y de Italia las incalculables sumas de dinero que debían al fisco y a las provincias también las
inmensas cantidades que adeudaban, una vez que fueron quemados en el foro del divino Trajano los pagarés, para
conferir a todos mayor seguridad”.
178 Plinio finge que, en su calidad de cónsul, somete a control la política financiera del Príncipe.

179 Así pues, Trajano, al asumir el Imperio, no se habría visto obligado a imponer una política económica severa tendente

a aumentar los ingresos del Estado. Algún estudioso ha visto en este pasaje una prueba indirecta de que, pese a las
palabras de Plinio en otros momentos de su discurso, Domiciano habría sido un buen administrador.
180 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 12, 1: “Arruinado (sc. Domiciano) por el desembolso que le habían

supuesto sus construcciones y espectáculos, así como por el aumento de sueldo que había hecho a las tropas, intentó
reducir el número de soldados para disminuir los gastos militares; pero, al darse cuenta de que con ello quedaba
supersint? muestras tan generoso y no te apoderas de los bienes
de nadie, tengas una abundancia tan grande de
recursos, como si no mostrases ninguna generosidad y
te apoderases de los bienes de todo el mundo?
[3] Nunquam principibus defuerunt, qui [3] Nunca faltaron a los Príncipes quienes con rostro
fronte gravi et tristi supercilio utilitatibus severo y el ceño fruncido mirasen con firmeza por los
fisci contumaciter adessent; et erant intereses del tesoro imperial, y los propios Príncipes
principes ipsi sua sponte avidi et rapaces, eran por su propia naturaleza gente ávida y codiciosa,
et qui magistris non egerent: plura tamen tanto como para no necesitar ningún maestro, sin
semper a nobis contra nos didicerunt. embargo, siempre aprendieron de nosotros muchas
Sed ad tuas aures quum ceteris omnibus, astucias contra nosotros. Pero tú has cerrado el paso
tum vel maxime avaris adulationibus hasta tus oídos a cualquier tipo de aduladores, y muy
obstructus est aditus. especialmente a los que se mueven inspirados por el
[4] Silent ergo et quiescunt, et postquam ansia de enriquecerse. [4] Y así, éstos callan y guardan
non est, cui suadeatur, qui suadeant, non silencio, y desde que no hay a quien se aconsejen
sunt. Quo evenit, ut tibi quum plurimum medidas encaminadas a ese fin, no hay tampoco
pro tuis, plus tamen pro nostris moribus quienes las aconsejen. De ahí resulta que, si bien
debeamus. nuestra deuda hacia ti es muy grande por tu conducta,
no obstante, lo es mucho más aún por la mejora que
gracias a ti ha experimentado la nuestra181.

XLII La supresión de los procesos por lesa majestad.


[42, 1] Locupletabant et fiscum et [42, 1] Enriquecían el tesoro imperial y el tesoro
aerarium non tam Voconiae et Iuliae público no tanto las leyes Voconia y Julia como la
leges, quam maiestatis singulare et acusación de lesa majestad, la única posible contra
unicum crimen eorum, qui crimine quienes no podían ser acusados de ningún otro
vacarent. Huius tu metum penitus delito182. Tú acabaste por completo con el miedo que
sustulisti, contentus magnitudine, qua provocaba semejante acusación, satisfecho con tu
nulli magis caruerunt, quam qui sibi grandeza183, de la que nadie careció más que aquellos
maiestatem vindicabant. [2] Reddita est que reclamaban para sí la majestad. [2] Los amigos
amicis fides, liberis pietas, obsequium vuelven a ser leales, los hijos piadosos184, los esclavos
servis: verentur, et parent, et dominos sumisos: muestran respeto, obedecen y tienen amos185.

expuesto a los ataques de los bárbaros, sin conseguir por otro lado salir de sus apuros económicos, no tuvo ningún reparo
en lanzarse a todo tipo de rapiñas”.
181 Por el hecho de que Trajano no incita a sus conciudadanos a convertirse en aduladores ni delatores.

182 Sobre las leyes Voconia y Julia, véase “Ley Voconia” y “2 Ley Julia” en el Apéndice 5. Sobre la acusación de lesa

majestad, véase supra cap. 11, 1. A los textos allí aducidos, puede añadirse en relación con el presente comentario de
Plinio éste de Suetonio, Nerón, 32, 2: “... al verse defraudado (sc. Nerón) y tan arruinado ya y falto de recursos que le era
preciso incluso retrasar y diferir las pagas de los soldados y las recompensas debidas a los veteranos, entonces recurrió a
las argucias y a los robos... estableció... que incurriera en la ley de lesa majestad todo dicho o hecho que simplemente
fuera denunciado por un delator”.
183 Cfr. las palabras de Trajano a Plinio en la epist. 10, 82, 1: “Mi queridísimo Segundo, bien pudiste no haber dudado en tu

actuación en ese caso sobre el que consideraste oportuno consultarme, pues conoces perfectamente mi voluntad de no
imponer entre las gentes el respeto debido a mi nombre por el miedo y el terror, o mediante acusaciones de lesa
majestad”.
184 Cfr. Suetonio, Tiberio, 61, 2: “Muchos fueron acusados y condenados junto con sus hijos, e incluso por sus propios

hijos”.
185 Cfr. Tácito, Historias, 1, 2, 1-3, a propósito del periodo del Imperio Romano que se extiende desde Galba a Domiciano:

“Pongo mano a una historia pródiga en desgracias... Los esclavos fueron corrompidos en contra de sus señores, los
libertos en contra de sus patronos, y aquellos a quienes faltaba un enemigo fueron aplastados por sus amigos”.
habent. [3] Non enim iam servi nostri [3] Ya no son, en efecto, nuestros esclavos los amigos
principis amici, sed nos sumus: nec pater del Príncipe, sino nosotros, y el Padre de la Patria ya no
patriae alienis se mancipiis cariorem, se cree más querido por los siervos ajenos que por sus
quam civibus suis credit. Omnes propios ciudadanos. Nos liberaste a todos de esos
accusatore domestico liberasti, unoque acusadores que vivían en nuestras propias casas, y bajo
salutis publicae signo illud, ut sic la sola enseña del bienestar de tu pueblo pusiste fin,
dixerim, servile bellum sustulisti, in quo por así decirlo, a aquella guerra contra los esclavos.
non minus servis, quam dominis Con ello no prestaste un menor servicio a los esclavos
praestitisti. Hos enim securos, illos bonos que a sus amos, pues a nosotros nos permitiste
fecisti. [4] Non vis interea laudari; nec disfrutar de una vida libre de inquietud, y a ellos llevar
fortasse laudanda sint: grata sunt tamen una vida honrada. [4] No deseas que se te elogie por
recordantibus principem illum in capita esta actuación tuya186, y quizás no merece elogios, no
dominorum servos subornantem, obstante, qué grata nos resulta cuando recordamos a
monstrantemque crimina, quae tanquam aquel Príncipe que sobornaba a los esclavos en perjui-
delata puniret magnum et inevitabile, ac cio de las vidas de sus amos y les señalaba los crímenes
toties cuique experiendum malum, que se proponía castigar como si hubiesen sido
quoties quisque similes principi servos realmente denunciados187, un mal tan terrible como
haberet. inevitable, y que todos habían de sufrir tantas veces
cuantas tuviesen esclavos semejantes a su Príncipe.

XLIII El respeto del Príncipe para con los testamentos de sus súbditos.
[43, 1] In eodem genere ponendum est, [43, 1] Dentro de este mismo tipo de beneficios debe
quod testamenta nostra secura sunt: nec incluirse el que gracias al Príncipe nuestros
unus omnium, nunc quia scriptus, nunc testamentos fueron de nuevo firmes188, y no era ya uno
quia non scriptus, heres. Non tu falsis, solo el heredero de los bienes de todos, unas veces
non tu iniquis tabulis advocaris. Nullius porque había sido designado como tal y otras porque
ad te iracundia, nullius impietas, nullius no lo había sido189. No eres invitado a participar como
furor confugit: nec quia offendit alius, testigo en testamentos falsos o injustos. Nadie, llevado
nuncuparis, sed quia ipse meruisti. por su ira, por su desprecio de los sagrados vínculos
familiares o por su delirio, busca tu protección, ni eres
nombrado heredero porque otro haya cometido una
ofensa, sino porque tú mismo te has hecho acreedor a
ello.

186 Pensamiento propio de la filosofía estoica: no se debe elogiar a nadie por comportarse como debe hacerlo un hombre
de bien, ni se deben destacar las virtudes negativas (no mostrarse altivo, no ser codicioso, etc.). Cfr. Tácito, Agrícola, 9, 4:
“Insistir en la honradez y en la integridad de un hombre tan extraordinario sería ofender al conjunto de sus virtudes”.
187 Posible alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 12, 1: “Los bienes de los vivos y de las personas difuntas eran

arrebatados por doquier bajo cualquier acusación presentada por el delator que fuera. Bastaba con alegar cualquier hecho
o dicho contra la majestad del emperador”.
188 Cfr. supra cap. 34, 1.

189 Cfr., por ejemplo, Suetonio, Calígula, 38, 2: “Anuló (sc. Calígula), en razón de la ingratitud que demostraban, los

testamentos de aquellos centuriones primipilos que, desde el comienzo del principado de Tiberio, no habían instituido
como heredero ni a éste ni a él; e igualmente, alegando que no eran válidos, los de todas aquellas personas que, según las
palabras de cualquier individuo, habían proyectado dejar a César como heredero cuando murieran”; id., Nerón, 32, 2: “...
estableció (sc. Nerón)... que fueran a parar al fisco las herencias de aquellas personas que hubieran demostrado ingratitud
con el emperador, y que no quedaran impunes los abogados que hubieran escrito o dictado tales testamentos”; id.,
Domiciano, 12, 2: “Se confiscaban las herencias más ajenas sólo con que hubiera una persona que declarara haber oído de
labios del difunto, mientras estaba con vida, que César era su heredero”.
[2] Scriberis ab amicis, ab ignotis [2] Eres incluido en los testamentos de tus amigos,
praeteriris: nihilque inter privatum et ignorado en los de aquellos que no te conocen190, y en
principem interest, nisi quod nunc a nada te diferencias como Príncipe de lo que fuiste
pluribus amaris: nam et plures amas. como simple particular, a no ser en el hecho de que
eres apreciado por un mayor número de gente, pues
[3] Tene, Caesar, hunc cursum, et también tú, por tu parte, amas ahora a muchos más
probabitur experimento, sitne feracius et que antes. [3] Mantén, César, este mismo rumbo y la
uberius, non ad laudem modo, sed ad experiencia probará si no es más interesante y
pecuniam, principi, si herede illo mori provechoso para un Príncipe, no sólo por lo que hace a
homines velint, quam si cogantur. su gloria sino también por lo que hace a su fortuna, el
[4] Donavit pater tuus multa, et ipse que los hombres quieran dejarlo como heredero al
donasti. Cesserit parum gratus: manent morir antes que el que se vean forzados a ello. [4] Tu
tamen ii, qui bonis eius fruantur, nihilque padre llevó a cabo muchas liberalidades, y tú mismo
ex illis ad te nisi gloria redit. Nam también has llevado a cabo otras muchas. Que alguien
liberalitatem iucundiorem debitor gratus, muere y se muestra poco agradecido, siguen vivos, no
clariorem ingratus facit. obstante, aquellos que han entrado en posesión de sus
bienes, y ellos no han de contribuir sino a acrecentar tu
gloria. En efecto, el beneficiario de una generosidad
que se muestra agradecido por ella aumenta el encanto
[5] Sed quis ante te laudem istam de ésta, y el que se muestra ingrato aumenta el
pecuniae praetulit? quotusquisque esplendor de la misma. [5] ¿Y qué Príncipe con
principum ne id quidem in patrimoniis anterioridad a ti antepuso ese tipo de gloria al dinero?
nostris suum duxit, quod esset de suo? ¿Cuántos Príncipes no han considerado ni siquiera
Nonne ut regum, ita Caesarum munera como suya aquella parte de nuestros patrimonios que
illitos cibis hamos, opertos praeda procedía de su propia fortuna? ¿Del mismo modo que
laqueos, aemulabantur; quum privatis los presentes de los reyes, así también los de los
facultatibus velut hausta et implicata, Césares no eran semejantes a anzuelos provistos de
retro secum, quidquid attingerant, cebo191 o a lazos ocultos bajo una presa, en la medida en
referrent? que, una vez tragados por los bienes de los ciudadanos
particulares, por así decirlo, o cerrados en tomo a ellos,
arrastraban tras de sí todo lo que habían atrapado?

190 La misma actitud habían mostrado Augusto y Tiberio, y mostró luego Adriano, cfr. Suetonio, Augusto, 66, 4: “A su vez,
él (sc. Augusto) exigió también a sus amigos iguales muestras de afecto, tanto en vida como después de muertos.
Efectivamente, aunque no ambicionaba en absoluto las herencias, pues jamás soportó recibir nada del testamento de un
desconocido, examinó las últimas voluntades de sus amigos con extrema minuciosidad, sin disimular su disgusto si
alguno lo trataba con demasiada mezquindad o sin los debidos cumplimientos, ni su satisfacción si lo hacían con gratitud
y afecto; Tácito, Anides, 2, 48, 1-2: “Los bienes de Emilia Musa, rica dama muerta sin testar, que fueron reclamados por el
fisco, los entregó (sc. Tiberio) a Emilio Lépido, que parecía pertenecer a su familia. La herencia de un rico caballero
romano llamado Pantuleyo, aunque el propio Tiberio aparecía inscrito como heredero parcial, la cedió a Marco Servilio,
pues sabía que estaba designado en un testamento anterior y no sospechoso... Y no aceptó la herencia de nadie si no se la
había ganado con su amistad; a los desconocidos que, movidos de su rencor para con otros, ponían por delante el nombre
del príncipe, los rechazaba”; Historia Augusta, Adriano, 18, 5: “Rehusó las herencias de las personas desconocidas, y no
aceptó tampoco las de las conocidas si tenían hijos”.
191 Probable alusión a un proverbio del tipo: “los presentes de los reyes son como anzuelos”. La comparación de los

presentes con anzuelos se encuentra también en Marcial, 5, 18,6-8: “Odio las artimañas engañosas y malignas de los
regalos: los obsequios se parecen a los anzuelos: pues ¿quién no sabe que el escaro voraz es engañado por la mosca que se
ha tragado?”; e ibidem, 6, 63, 1-6: “Sabes que se te persigue, sabes que el que te persigue es un avaro y sabes qué quiere el
que te persigue, Mariano. Sin embargo, tú, tonto, lo nombras heredero en tu testamento y quieres, loco, que él ocupe tu
lugar. «Me ha enviado, no obstante, regalos magníficos». Pero te los ha enviado en un anzuelo: ¿y puede el pez amar al
pescador?” (y cfr. asimismo ibidem, 4, 56). Cfr. asimismo Plinio, epist. 9, 30, 2.
III. C. La ejemplaridad del Príncipe: caps. 44-55.

XLIV Las virtudes de Trajano estimulan las de sus conciudadanos.


[44, 1] Quam utile est, ad usum [44, 1] 192 ¡Qué provechoso es haber llegado a disfrutar
secundorum per adversa venisse! Vixisti de la felicidad después de un periodo de adversidad!
nobiscum, periclitatus es, timuisti, quae Viviste como uno más de nosotros, corriste peligro,
tunc erat innocentium vita. Scis et temiste. Esta era entonces la vida que llevaba cualquier
expertus es, quantopere detestentur ciudadano libre de culpa. Conoces y sabes por
malos principes etiam, qui malos faciunt. experiencia con cuánta intensidad detestan a los malos
Meministi, quae optare nobiscum, quae Príncipes incluso aquellos que los convierten en tales193.
sis queri solitus. Recuerdas perfectamente cuáles eran los deseos y los
lamentos que acostumbrabas a expresar junto con
[2] Nam privato iudicio principem geris, todos nosotros. [2] En efecto, ejerces como Príncipe
meliorem immo te praestas, quam tibi conservando la mentalidad de un ciudadano
alium precabare. Itaque sic imbuti particular, es más, te comportas mejor de lo que
sumus, ut, quibus erat summa votorum suplicabas a los dioses que otro emperador se
melior pessimo princeps, iam non comportase contigo194. Y así, hemos adquirido unos
possimus nisi optimum ferre. hábitos tales que, esos mismos cuyo mayor voto era
tener un Príncipe algo mejor que el peor de todos, ya
no podemos soportar sino a uno que sea excelente.
[3] Nemo est ergo tam tui, tam ignarus [3] Sin duda, nadie hay que te conozca tan poco a ti y
sui, ut locum istum post te concupiscat. que tan poco se conozca a sí mismo que desee ocupar
Facilius est, ut esse aliquis successor tuus tu lugar después de ti. Más fácil es que alguien tenga
possit, quam ut velit. las cualidades necesarias para ser tu sucesor, antes que
[4] Quis enim curae tuae molem sponte el deseo de serlo. [4] En efecto, ¿quién ha de soportar
subeat? quis comparari tibi non por voluntad propia la enorme carga de tus
reformidet? Expertus et ipse es, quam sit responsabilidades?195, ¿quién no ha de temer ser
onerosum succedere bono principi, et comparado contigo? Tú mismo has comprobado qué
afferebas excusationem adoptanti. difícil es suceder a un buen Príncipe, y en tu caso tenías
[5] An prona parvaque sunt ad la excusa de la adopción. [5] ¿O acaso es algo
aemulandum, quod nemo incolumitatem insignificante y fácil de emular el que nadie pague su
turpitudine rependit? Salva est omnibus seguridad con su deshonor, que todos los ciudadanos
vita, et dignitas vitae: nec iam estén libres de inquietud en lo que hace a su vida y a la
consideratus ac sapiens, qui aetatem in dignidad de ésta, y que ya no sea considerado un hom-
tenebris agit. bre prudente y sabio aquel que lleva una existencia
[6] Eadem quippe sub principe virtutibus obscura? [6] Ciertamente, bajo nuestro Príncipe las

192 La abundancia de tópicos que Plinio acumula en este capítulo y el siguiente han hecho sospechar a los estudiosos que
estamos ante una parte del discurso amplificada con vistas a la publicación.
193 Sin duda, Plinio piensa especialmente en los aduladores y en los delatores.

194 Cfr. Eutropio, 8, 5, 1: “... cuando sus amigos le echaban en cara (sc. a Trajano) que era demasiado accesible a todos,

respondió que él era para los ciudadanos un emperador tal como él hubiera querido que fueran los emperadores con él si
hubiera sido un simple ciudadano”. Cfr. asimismo Tácito, Historias, 1, 16, 4, palabras de Galba a L. Calpurnio Pisón al
adoptarlo como hijo y sucesor del Imperio: “El criterio más práctico y también el más rápido para distinguir entre el bien
y el mal es el de pensar qué es lo que querrías o no querrías bajo otro Príncipe”.
195 Tópico, cfr. Tácito, Anales, 1, 11, 1: “Luego las preces se dirigieron a Tiberio. Empezó él a divagar sobre la magnitud del

Imperio y sobre su propia modestia: sólo la mente del divino Augusto —decía— estaba a la altura de tan inmensa mole;
él, a quien aquél había llamado a participar de sus trabajos, sabía por experiencia cuán ardua era, cuán sujeta a la fortuna
la carga de gobernarlo todo”.
praemia, quae in libertate: nec benefactis virtudes merecen las mismas recompensas que en los
tantum ex conscientia merces. Amas tiempos de la libertad, y las buenas obras no
constantiam civium, rectosque ac vividos encuentran su única satisfacción en la conciencia de
animos non, ut alii, contundis ac quien las lleva a cabo196. Amas la firmeza en los
deprimis, sed foves et attollis. ciudadanos, y a los espíritus rectos y vigorosos no los
aplastas ni los oprimes como los otros Príncipes, sino
[7] Prodest bonos esse, quum sit satis que los favoreces y enalteces. [7] En nuestro tiempo es
abundeque, si non nocet: his honores, his provechoso ser un hombre de bien, cuando, en general,
sacerdotia, his provincias offers: hi ya es más que suficiente si ello no resulta, por el
amicitia tua, hi iudicio florent. Acuuntur contrario, un perjuicio. Ahora, tú les otorgas las
isto integritatis et industriae pretio magistraturas, los sacerdocios y las provincias, y
similes, dissimiles alliciuntur: nam prosperan gracias a tu amistad y a tu estima. Los que
praemia bonorum malorumque bonos ac poseen una naturaleza semejante se ven estimulados a
malos faciunt. perseverar en ella por la recompensa que merecen la
integridad y el celo, y los que no son de esta misma
naturaleza se ven, no obstante, atraídos a ella. En
efecto, los premios que alcanzan los honrados y los
malvados hacen a los hombres honrados o malvados.
[8] Pauci adeo ingenio valent, ut non [8] Pocos hay que posean un carácter tan firme que no
turpe honestumque, prout bene ac secus deseen o rehúsen llevar una vida vergonzosa u honesta
cessit, expetant fugiantve; ceteri, ubi según el bien o el mal que de ello se derive. Los
laboris inertiae, vigilantiae somno, restantes, cuando la recompensa debida al esfuerzo se
frugalitatis luxuriae merces datur, eadem entrega a la indolencia, el premio debido a la
ista, quibus alios artibus assequutos vigilancia, al sueño, y el galardón debido a la
vident, consectantur: qualesque sunt illi, moderación, a los excesos, persiguen esos mismos
tales esse et videri volunt; et dum volunt, beneficios por los mismos medios por los que ven que
fiunt. otros los han alcanzado, y tal y como son ésos otros, así
quieren ser y parecer ser también ellos, y como lo
desean, lo consiguen.

XLV Trajano favorece a los mejores y los promociona en la vida pública.


[45, 1] Et priores quidem principes, [45, 1] Además, los anteriores Príncipes, a excepción
excepto patre tuo, praeterea uno aut de tu padre y quizás uno o dos más (y creo que ya son
altero, (et nimis dixi,) vitiis potius demasiados)197, se alegraban más por los vicios de los
civium, quam virtutibus laetabantur: ciudadanos que por las virtudes de éstos, en primer
primum, quod in alio sua quemque lugar, porque a todos agrada encontrar en otros su
natura delectat; deinde, quod propia naturaleza, y después, porque consideraban que
patientiores servitutis arbitrabantur, quos soportarían mejor la esclavitud unas gentes que no
non deceret esse nisi servos. eran dignas de ser otra cosa sino esclavos198.
[2] Horum in sinum omnia congerebant: [2] Acumulaban en los brazos de éstos todos los
bonos autem otio aut situ abstrusos, et honores, mientras que a los mejores ciudadanos los
quasi sepultos, non nisi delationibus et tenían arrinconados y, por así decirlo, sepultados,

196 Idea propia de la filosofía estoica (cfr. epist. 1, 8, 14, y nota al pasaje).
197 El emperador Nerva, padre adoptivo de Trajano, y quizás Augusto y Tito.
198 Cfr. Tácito, Agrícola, 2, 3: “Dimos, preciso es reconocerlo, grandes muestras de sumisión y, mientras que las épocas

pasadas vieron qué había en el límite extremo de la libertad, a nosotros nos sucede lo mismo con la esclavitud, tras
habérsenos arrebatado, gracias a los espías (esto es, a los delatores), hasta el trato del hablar y del escuchar”.
periculis in lucem ac diem proferebant. forzados a la inacción y en un completo abandono, y
no los sacaban a la luz del día a no ser para hacer que
se enfrentasen a alguna delación y a algún peligro199.
[3] Tu amicos ex optimis legis, et hercule [3] Tú, sin embargo, eliges a tus amigos entre los
aequum est, esse eos carissimos bono ciudadanos más honorables, y, ¡por Hércules!, es justo
principi, qui invisi malo fuerint. Scis, ut que los más queridos para un buen Príncipe sean
sunt diversa natura dominatio et aquellos que fueron los más odiosos a uno malo. Sabes
principatus, ita non aliis esse principem bien que, así como la tiranía y el Principado son dos
gratiorem, quam qui maxime dominum regímenes de naturaleza completamente diferente, así
graventur. también no hay otros ciudadanos que más aprecien a
un Príncipe que aquellos que más detestan a un tirano.
[4] Hos ergo provehis, et ostentas quasi [4] En consecuencia, tú a éstos los favoreces en la
specimen et exemplar, quae tibi secta carrera de los honores, y los muestras como modelo y
vitae, quod hominum genus placeat: et ejemplo de cuál es el género de vida y el tipo de
ideo non censuram adhuc, non hombres que merecen tu aprobación. Por eso no has
praefecturam morum recepisti, quia tibi ejercido aún la censura ni la prefectura de las
beneficiis potius, quam remediis ingenia costumbres, pues prefieres poner a prueba nuestra
nostra experiri placet. Et alioquin nescio, naturaleza por medio de recompensas antes que de
an plus moribus conferat princeps, qui castigos. Y por lo demás, no sé si contribuye en mayor
bonos esse patitur, quam qui cogit. medida a la mejora de las costumbres el Príncipe que
permite que haya buenos ciudadanos que el que obliga
[5] Flexibiles quamcunque in partem a éstos a ser tales. [5] Nos dejamos llevar dócilmente a
ducimur a principe, atque, ut ita dicam, dondequiera que sea que nuestro Príncipe desee
sequaces sumus. Huic enim cari, huic conducimos, y, por así decirlo, somos seguidores de su
probati esse cupimus; quod frustra doctrina. Deseamos, en efecto, serle gratos y que
speraverint dissimiles: eoque obsequii nuestra conducta sea aprobada por él, lo que en vano
continuatione pervenimus, ut prope han de esperar quienes no se le asemejan, y, así, gracias
omnes homines unius moribus vivamus. a la constancia de nuestra obediencia hemos
Porro, non tam sinistre constitutum est, conseguido vivir casi todos los hombres conforme a las
ut, qui malum principem possumus, costumbres de uno solo. Y por otro lado, no hemos
bonum non possimus imitari. sido conformados por la naturaleza de un modo tan
desdichado que podamos imitar a un mal Príncipe y no
[6] Perge modo, Caesar, et vim a uno bueno. [6] Tú, César, continúa simplemente
effectumque censurae tuum propositum, comportándote como lo has hecho hasta ahora, y tus
tui actus obtinebunt. Nam vita principis principios y tus actos tendrán la misma eficacia y los
censura est, eaque perpetua: ad hanc mismos efectos que la censura. Y es que la vida de un
dirigimur, ad hanc convertimur: nec tam Príncipe es una censura en sí misma y además una
imperio nobis opus est, quam exemplo. censura vitalicia200: de acuerdo con ella disponemos
Quippe infidelis recti magister est metus. nuestras propias vidas y a ella tenemos siempre
Melius homines exemplis docentur, quae vueltos nuestros rostros, por lo que no necesitamos
in primis hoc in se boni habent, quod tanto recibir órdenes como que se nos ofrezca un

199 Las mismas ideas pueden leerse en Tácito, Historias, 1, 2, 3: “La saña fue más atroz en Roma: nobleza, riquezas, cargos
declinados y desempeñados daban lugar a acusaciones, y las virtudes eran la causa más segura de la perdición. Y no
resultaron menos odiosas las recompensas de los delatores que sus crímenes; porque, habiendo logrado los unos
sacerdocios y consulados como si de despojos se tratara, cargos de procuradores y poder en los círculos reservados los
otros, todo lo arrastraban y subvertían en medio del odio y del terror”.
200 Posible alusión a Domiciano, que fue el primero en tomar el título de “Censor vitalicio” el año 84 d.C.
approbant, quae praecipiunt, fieri posse. ejemplo digno de imitación201. Ciertamente, el miedo es
un maestro poco fiable a la hora de aprender a llevar
una vida recta202. Los seres humanos reciben una mejor
instrucción de los ejemplos, los cuales poseen por
encima de todo el gran mérito de probar que sus
preceptos son realizables.

XLVI La supresión de las pantomimas por respeto a las buenas costumbres.


[46, l] Et quis terror valuisset efficere, [46, l] 203 ¿Qué terror habría podido conseguir lo que ha
quod reverentia tui effecit? Obtinuit conseguido el respeto que te has ganado? Hubo un
aliquis, ut spectaculum pantomimorum emperador que consiguió que el pueblo romano
populus Romanus tolli pateretur; sed non soportase que se suprimiesen los espectáculos de
obtinuit, ut vellet. pantomimas, pero que no consiguió que lo quisiese204.
[2] Rogatus es tu, quod cogebat alius, [2] A ti el pueblo te rogó que aprobases una medida
coepitque esse beneficium, quod que otro obligaba a soportar, y comenzó a ser un
necessitas fuerat. Neque enim a te minore beneficio lo que había sido una imposición. Cierta-
concentu, ut tolleres pantomimos, quam mente, no fue menos unánime el clamor con el que se
a patre tuo, ut restitueret, exactum est. te solicitó la supresión de las pantomimas que aquel
con el que se había solicitado a tu padre el
[3] Utrumque recte: nam et restitui restablecimiento de las mismas. [3] Ambos actuasteis
oportebat, quos sustulerat malus como debíais: pues tan conveniente era restablecer un
princeps; et tolli restitutos. In his enim, espectáculo que había suprimido un mal Príncipe
quae a malis bene fiunt, hic tenendus est como suprimirlo de nuevo una vez restablecido. En
modus, ut appareat, auctorem efecto, en todas aquellas disposiciones que han sido

201 Pensamiento propio de los escritores del Alto Imperio, cfr. Veleyo Patérculo, 2, 126, 4, a propósito de Tiberio: “El
favoritismo fue superado con la equidad, la ambición con las virtudes, pues el mejor príncipe con su conducta enseña a
sus ciudadanos a conducirse con rectitud, cuanta más autoridad tiene, más influyente es con su ejemplo”.
202 La misma idea en Cicerón, Filípicas, 2, 90: “El miedo, que no es un duradero maestro de nuestros deberes, hacía que te

comportases (sc. Marco Antonio) como un hombre de bien”.


203 Se advierten también en este capítulo algunos indicios de reelaboración del texto. Por ejemplo, el pasaje 46, 8 se ocupa

de un tema ya tratado en el cap. 45, 4: Trajano favorece a los mejores en la carrera de los honores.
204 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 7, 1: “Hizo también (sc. Domiciano) muchas innovaciones en las

costumbres generales: ... impidió que los histriones salieran a escena, pero les dio permiso para practicar su arte en las
casas particulares”. Con anterioridad, las pantomimas habían sido prohibidas por Tiberio en el 23 d.C. y por Nerón en el
56, pero ni uno ni otro consiguieron acabar con la afición de los romanos por estas representaciones. Véase Tácito, Anales,
4, 14, 2 (prohibición de Tiberio): “Luego, como los pretores repitieran sus varias y tantas veces desoídas quejas acerca de
la desvergüenza de los cómicos, al fin el César se decidió a tratar el asunto. Recordó que con mucha frecuencia su osadía
los llevaba a gestos sediciosos en público y a deshonrar las casas privadas; que la antigua farsa osca, de muy escaso éxito
entre el vulgo, había llegado a tal extremo de escándalos y violencia que debía ser reprimida por la autoridad del Senado.
En consecuencia se expulsó de Italia a los histriones”; e ibidem, 13, 25, 4 (prohibición de Nerón): “También la licencia del
teatro y las banderías de los histriones las convirtió en una especie de combates con impunidades y premios... hasta que a
causa de las revueltas entre el pueblo y ante el temor de mayores desórdenes no se halló otro remedio que expulsar de
Italia a los histriones y que los soldados volvieran a montar guardia en el teatro”. Pese a todo, ya en el año 60, todavía en
tiempos de Nerón, se habían autorizado nuevamente en Roma las pantomimas, cfr. Tácito, Anales, 14, 21, 4: “La verdad
fue que el espectáculo pasó sin ningún deshonor realmente notable. Ni siquiera se encendió el apasionamiento de la
plebe, porque aunque se había devuelto a la escena a los pantomimos, les estaban prohibidos los certámenes sagrados”.
Como vemos por el discurso de Plinio, Domiciano prohibió de nuevo las pantomimas, pero Nerva abolió la prohibición y
Trajano, al comienzo de su Principado, puso una vez más fin a estas representaciones. Sabemos, no obstante, por Dión
Casio, 68, 10, 2, que con ocasión de las celebraciones de la victoria sobre los dacios en la Primera Guerra Dácica, en el 103
d.C., Trajano permitió nuevamente la representación de pantomimas en Roma. Ello se ve confirmado por la epist. 7, 24, 6
de Plinio, por la que sabemos que éste asistió junto a un amigo a una representación pública de pantomimas celebrada
con ocasión de unos juegos sacerdotales en Roma hacia el año 106.
displicuisse, non factum. justamente aprobadas por malos Príncipes, éste es el
criterio que debe seguirse con el fin de que se vea con
claridad que lo que merece nuestra repulsa es el autor
[4] Idem ergo populus ille aliquando de la medida, no la medida en sí. [4] Y así, ese mismo
scenici imperatoris spectator et pueblo que en otro tiempo acudió a ver y a aplaudir a
applausor, nunc in pantomimis quoque un emperador actuando sobre un escenario205, ahora
aversatur et damnat effeminatas artes, et rechaza y condena incluso en las pantomimas unas
indecora seculo studia. conductas afeminadas y unas pasiones indignas de
[5] Ex quo manifestum est, principum nuestra época. [5] De ello resulta claramente que
disciplinam capere etiam vulgus: quum incluso los más humildes aprenden de los Príncipes,
rem, si ab uno fiat, severissimam, fecerint pues todo el pueblo ha estado de acuerdo en la
omnes. Macte hac gravitatis gloria, aprobación de una medida que, si hubiese sido
Caesar, qua consequutus es, ut, quod aprobada por uno solo, habría sido considerada de un
antea vis et imperium, nunc mores extremado rigor. ¡Felicidades, César, por esta
vocarentur. reputación tuya de grave dignidad, por la que has
conseguido que una disposición tachada de violencia y
de prepotencia, se entienda ahora como exigida por las
[6] Castigaverunt vitia sua ipsi, qui buenas costumbres! [6] Han corregido sus propios
castigari merebantur: iidemque vicios ellas solas aquellas personas que tenían
emendatores, qui emendandi fuerunt. necesidad de corregirse, y así también quienes debían
Itaque nemo de severitate tua queritur, et enmendarse lo han hecho por su propia iniciativa. Por
liberum est queri. consiguiente, nadie se queja de tu severidad, y no
obstante, todo el mundo es libre de hacerlo.
[7] Sed quum ita comparatum sit, ut de [7] Y puesto que así lo ha dispuesto la naturaleza: que
nullo minus principe querantur homines, ningún Príncipe dé menos motivo de queja a los
quam de quo maxime licet; tuo in seculo hombres que aquel del que es posible quejarse con
nihil est, quo non omne hominum genus entera libertad206, puede decirse que no hay ningún
laetetur et gaudeat. aspecto de tu época del que todo el género humano no
se alegre y se felicite.
[8] Boni provehuntur; mali, qui est [8] Los mejores ciudadanos son favorecidos en la
tranquillissimus status civitatis, nec carrera de los honores y los malvados ni sienten temor
timent nec timentur. ni lo inspiran, que es la situación más apacible de la
que puede disfrutar un Estado.
Mederis erroribus, sed implorantibus: Aguardas el arrepentimiento de los vicios, reparas las
omnibusque, quos bonos facis, hanc faltas que se han cometido, pero tan sólo las de

205 Naturalmente, se trata de Nerón, cfr., por ejemplo, Tácito, Anales, 14, 15, 4-5: “Al fin se presenta él mismo (sc. Nerón) en
la escena, tentando con gran cuidado la cítara a modo de preludio y acompañado por sus maestros de canto. Aparecía
también con él una cohorte de soldados, tribunos y centuriones y Burro doliéndose y alabándolo. Entonces se reclutó por
vez primera a los caballeros romanos llamados Augustinianos... Los tales lo aplaudían día y noche, aclamando la belleza
y voz del Príncipe con invocaciones apropiadas a los dioses...”; e ibidem, 16, 4, 24: “Pero Nerón, repitiendo que no había
necesidad alguna de intrigas,... que competiría con sus rivales en plan de igualdad, y que en virtud de la rectitud de los
jueces obtendría merecidamente la gloria, empieza por recitar un poema en la escena. A continuación, como el pueblo
reclamaba que diera a la luz todas sus producciones..., se presenta en el teatro actuando conforme a todas las leyes de los
certámenes de cítara... Por último, rodilla en tierra y haciendo a aquella concurrencia un respetuoso saludo con la mano,
se quedó esperando el fallo de los jueces con fingida inquietud. Y la verdad es que la plebe de la Ciudad, acostumbrada a
jalear también las piruetas de los histriones, lo aclamaba a ritmo acompasado y con amañado aplauso. Se creería que
estaban disfrutando, y tal vez disfrutaban porque no les importa la pública infamia”.
206 Cfr. Tácito, Historias, 1, 1, 4: “Para el caso de que llegue a vivir lo bastante, he reservado para mi vejez el principado del

divino Nerva y el imperio de Trajano, materia más rica y más segura, en razón de la poco común felicidad de unos
tiempos en los que está permitido pensar lo que se quiera y decir lo que se piensa”.
adstruis laudem, ne coegisse videaris. aquellos que así te lo imploran, y a todos los que has
convertido en hombres de bien los haces merecedores,
además, de la gloria de parecer haber llegado a ser
tales por sí mismos y no gracias a ti207.

XLVII El renacimiento de las ciencias humanas bajo la protección del Príncipe.


[47, 1] Quid vitam? quid mores [47, 1] 208 ¿Qué más puedo decir? ¡Con qué sabiduría
iuventutis? quam principaliter formas! digna de un Príncipe fijas el plan de vida y las
Quem honorem dicendi magistris, quam costumbres por las que debe regirse nuestra juventud!
dignationem sapientiae doctoribus habes! ¡Qué respeto tienes por los maestros de retórica!, ¡qué
Ut sub te spiritum et sanguinem et consideración por los profesores de filosofía! ¡Qué
patriam receperunt studia! quae priorum nuevo vigor, qué nueva vida han recibido bajo tu
temporum immanitas exsiliis puniebat, gobierno las ciencias humanas!, ¡qué felizmente han
quum sibi vitiorum omnium conscius podido regresar a su patria! La crueldad de los tiempos
princeps inimicas vitiis artes non odio precedentes las había castigado con el exilio, cuando
magis, quam reverentia, relegaret. un Príncipe consciente de ser culpable de todo tipo de
vicios relegaba lejos de Roma todas las artes más
elevadas enemigas de los vicios, no tanto por odio
[2] At tu easdem artes in complexu, hacia ellas, como por miedo de las mismas209. [2] Por el
oculis, auribus habes. Praestas enim, contrario, tú acoges estas mismas artes en tus brazos,
quaecunque praecipiunt, tantumque eas las tienes siempre presentes ante tus ojos, les abres tus
diligis, quantum ab illis probaris. oídos, y en efecto, cumples todos sus preceptos y
sientes por ellas tanto aprecio como aprobación les
[3] An quisquam studia humanitatis merece a ellas tu conducta. [3] ¿O acaso alguno de
professus, non quum omnia tua, tum vel entre los que cultivan las ciencias humanas no cubre de
in primis laudibus ferat admissionum elogios todos tus actos y en especial la facilidad con la
tuarum facilitatem? [4] Magno quidem que concedes audiencia ante ti? [4] Ciertamente, con
animo parens tuus hanc ante vos gran nobleza de ánimo tu padre había hecho grabar la
principes arcem PUBLICARUM inscripción “PALACIO PÚBLICO” a la entrada de lo que
AEDIUM nomine inscripserat; frustra antes de vuestros dos principados había sido una
tamen, nisi adoptasset, qui habitare, ut in fortaleza210. No obstante, habría sido en vano, si no

207 Tópico del encomio, cfr. Tácito, Agrícola, 7, 3: “En estas condiciones, nombrado su sucesor y encargado, al tiempo, de
restablecer la disciplina, usando de un tacto poco frecuente, prefirió (sc. Agrícola) dar la impresión de que había
encontrado buenos soldados y no de que los había hecho buenos él”.
208 Dado que, al margen del contenido de este capítulo de Plinio, no tenemos otras noticias del favor concedido por

Trajano a las ciencias humanas, algunos críticos han visto en él un mero deseo de Plinio de contraponer también en este
aspecto a Trajano con Domiciano. Debe añadirse asimismo que en sus críticas a Domiciano, Plinio no duda en desfigurar
la realidad, pues si bien es cierto que Domiciano persiguió a los filósofos, no lo es menos, según todos los indicios, que
favoreció a los maestros de retórica.
209 Las fechas de estas medidas de Domiciano han sido objeto de gran controversia. En general, se fecha en el 89 un primer

edicto de Domiciano que habría expulsado de Roma a los astrólogos y a los filósofos, y en el 93 un segundo edicto por el
que los filósofos habrían sido expulsados de Italia, si bien según otros, este segundo edicto remontaría al año 95. Cfr.
Plinio, epist. 3, 11, 2: “Es cierto que cuando los filósofos fueron expulsados de Roma, fui a visitarlo (sc. al filósofo
Artemidoro) a su casa situada en las afueras de la ciudad”; Tácito, Agrícola, 2, 2: “Creían, sin duda, (sc. los triunviros al
servicio de Domiciano) que con aquel fuego se destruía la voz del pueblo romano, la libertad del Senado y la conciencia del
género humano, sobre todo tras la expulsión de los filósofos y el destierro de todas las artes nobles, para que nada
honesto les hiciera frente en parte alguna”; y Suetonio, Domiciano, 10, 2-3: “Hizo ejecutar (sc. Domiciano) a muchos
senadores... a Junio Rústico, por haber publicado panegíricos de Peto Trásea y de Helvidio Prisco, y haberlos llamado
varones dignos de la máxima veneración, delito que aprovechó para desterrar de Roma y de Italia a todos los filósofos”.
210 La Domus Flavia en el monte Palatino, comenzada a construir por Tito y finalizada por Domiciano. Se hallaba situada
publicis, posset. hubiese adoptado a alguien capaz de habitar en ese
palacio como en un verdadero edificio público.
[5] Quam bene cum titulo isto moribus [5] ¡Qué bien se adecúa esa inscripción a tus
tuis convenit! quamque omnia sic facis, costumbres, y hasta qué punto te conduces en todo
tanquam non alius inscripserit! Quod momento como si no fuese otro quien hubiese hecho
enim forum, quae templa tam reserata? grabarla! ¿Qué plaza pública, en efecto, qué templos
Non Capitolium, ipsaque illa adoptionis están tan abiertos al pueblo como tu casa? Tampoco la
tuae sedes magis publica, magis colina del Capitolio ni el propio santuario en el que
omnium. Nullae obices, nulli fuiste adoptado211 han sido nunca antes más accesibles
contumeliarum gradus: superatisque iam al pueblo ni han pertenecido más a todos. Nadie que
mille liminibus, ultra semper aliqua dura desee verte debe enfrentarse a ningún tipo de barreras,
et obstantia. ni pasar por distintos tipos de controles humillantes,
ni, después de haber dejado ya atrás mil puertas,
superar siempre de nuevo graves obstáculos212.
[6] Magna ante te, magna post te, iuxta [6] Antes de llegar a ti grande es la paz que uno
tamen maxima quies: tantum ubique encuentra en todo tu palacio, grande es también la paz
silentium, tam altus pudor, ut ad parvos que hay en él cuando uno se retira de tu presencia, no
penates et larem angustum ex domo obstante, ésta alcanza su grado máximo cuando se está
principis, modestiae et tranquillitatis ante ti: tan imponente es el silencio en todas las
exempla referantur. estancias, tan grande el respeto al Príncipe, que de la
casa de éste uno se lleva consigo a su humilde hogar y
a su estrecha morada un buen ejemplo de sencillez y de
sosiego.

XLVIII La afabilidad del Príncipe en las audiencias a los ciudadanos.


[48, 1] Ipse autem ut excipis omnes! ut [48, 1] ¡Y tú, por tu parte, con qué afabilidad sabes
exspectas! ut magnam partem dierum acoger y esperar a todo el mundo! ¡Qué gran parte del
inter tot imperii curas quasi per otium día, en medio de las numerosas responsabilidades del
transigis! Itaque non ut alias attoniti, nec Imperio, la pasas como si no tuvieses nada que hacer!
ut periculum capitis adituri tarditate, sed Y así, cuando nos resulta más cómodo acudimos a
securi et hilares, quum commodum est, verte, no pálidos ni llenos de temor, ni caminando
convenimus. lentamente, como si fuésemos a exponer nuestra vida a
[2] Et admittente principe, interdum est un grave peligro, sino confiados y alegres. [2] A veces,
aliquid, quod nos domi quasi magis aunque el Príncipe nos ha concedido audiencia, se nos
necessarium teneat: excusati semper tibi, presenta algún imprevisto que nos retiene en casa por
nec unquam excusandi sumus. Scis enim parecer- nos, por así decirlo, más imperioso que acudir

en la parte central del Palatino, entre la Domus Tiberiana (o Palacio de Tiberio), al noroeste, y la Domus Augustana (o
Palacio de Augusto), al sudeste. Una vez terminada, se convirtió en la residencia de la mayor parte de los emperadores
de los siglos II y III d.C.
211 El templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio.

212 Debido al temor de Domiciano de ser objeto de un atentado criminal. El miedo a perecer víctima de una conjura se

convirtió en una obsesión de Domiciano hacia los últimos años de su Principado, cfr. Suetonio, Domiciano, 14, 14:
“Temido y aborrecido (sc. Domiciano) de todos gracias a esta conducta, al fin cayó víctima de una conjuración tramada
por sus amigos y sus libertos más íntimos, con la complicidad también de su esposa. Ya hacía tiempo que sospechaba
cuál había de ser el año y el día de su muerte, y preveía hasta la hora e incluso el tipo de fin que le esperaba... Por este
motivo, vivía siempre lleno de temor y de angustia, y hasta las sospechas más nimias conseguían alterarlo sobremanera...
Conforme se acercaba el momento en el que temía ser asesinado, su angustia iba creciendo de día en día... a la mayor
parte de los prisioneros sólo les concedía audiencia por separado y a solas, reteniendo además sus cadenas en sus
manos”.
sibi quemque praestare, quod te videat, a nuestra cita. En esos casos, siempre nos excusas y
quod te frequentet: ac tanto liberalius ac nunca debemos excusarnos ante ti. Sabes, ciertamente,
diutius voluptatis huius copiam praebes. que a todo el mundo le agrada verte y frecuentarte, y
por ello nos permites disfrutar de ese placer con tanta
[3] Nec salutationes tuas fuga et vastitas mayor generosidad y paciencia. [3] 213 No nos rehúyes
sequitur. Remoramur, resistimus, ut in ni nos dejas en la más completa soledad después de
communi domo, quam nuper que te hayamos presentado nuestros respetos.
immanissima bellua plurimo terrore Permanecemos a tu lado, seguimos en tu presencia
munierat: quum velut quodam specu como si tu casa fuese la de todos nosotros, esa misma
inclusa, nunc propinquorum sanguinem casa que unos pocos años atrás la más cruel de las
lamberet, nunc se ad clarissimorum fieras había protegido rodeándola del mayor terror,
civium strages caedesque proferret. cuando, como una bestia encerrada dentro de su cue-
va214, ora se saciaba con la sangre de sus allegados215,
ora se entregaba al exterminio y a la carnicería de los
[4] Obversabantur foribus horror et más ilustres ciudadanos216. [4] Montaban guardia ante
minae, et par metus admissis et exclusis. las puertas de esa casa el horror y las amenazas, y el
Ad haec ipse occursu quoque visuque mismo temor sentían los que eran admitidos dentro y
terribilis: superbia in fronte, ira in oculis, los que eran rechazados lejos de ella. Asimismo, el
femineus pallor in corpore, in ore propio emperador resultaba terrible a cualquiera que
impudentia multo rubore suffusa. se acercase a él o lo viese: la arrogancia dominaba su
frente y la cólera sus ojos, una palidez femenina se
extendía por todo su cuerpo y su rostro mostraba una
gran desvergüenza teñida de un intenso rubor217.
[5] Non adire quisquam, non adloqui [5] Nadie se atrevía a acudir a su presencia ni a
audebat tenebras semper secretumque hablarle, pues él deseaba vivir siempre en la

213 A partir del cap. 48, 3 y hasta el cap. 49, 2 se ha visto una ampliación más del discurso originario.
214 La comparación del mal Príncipe con una bestia dañina se encuentra ya en Séneca, Sobre la clemencia, 1,3,3: “En fin, es
estable y bien fundamentada la grandeza de aquel que todos saben que está por encima de ellos, y también a favor de
ellos; son conscientes día tras día de que su preocupación por el bienestar de cada individuo y de la colectividad no
descansa, y cuando se presenta no escapan desordenadamente, como si saliera de su guarida un animal malo o dañino...”.
215 Domiciano condenó a muerte a sus dos primos carnales, los hijos del hermano de su padre Tito Flavio Sabino: T. Flavio

Sabino entre el 82 y 89 (si bien, probablemente hacia el 82-83), y T. Flavio Clemente el 95. Véase Suetonio, Domiciano, 10, 4:
“Hizo matar (sc. Domiciano)... a Flavio Sabino, uno de sus dos primos hermanos, porque el día de las elecciones de
cónsules, cuando fue designado para ocupar este cargo, el heraldo, por un error de título, lo había anunciado al pueblo no
como cónsul, sino como emperador”, e ibidem, 15, 1: “En fin, por una sospecha de lo más leve llevó de repente a la muerte
(sc. Domiciano), casi en el ejercicio mismo del consulado, a Flavio Clemente, su primo carnal, individuo de una desidia
digna del mayor desprecio”. Parece que, en efecto, Domiciano consideraba a Flavio Sabino como un posible rival en el
Imperio por estar casado éste último con Julia, hija de Tito. Flavio Clemente fue acusado de impiedad, un cargo por el
cual, según Dión Casio, en aquella época fueron ajusticiados muchos romanos simpatizantes del judaísmo, lo que parece
indicar que se trataba de cristianos (cfr. Dión Casio, 67, 14, 1-2).
216 La lista es interminable, cfr. Tácito, Agrícola, 45, 1: “No vio Agrícola la Curia sitiada (sc. en tiempos de Domiciano) ni el

Senado rodeado por las armas, ni la muerte de tantos consulares en una misma matanza, ni los destierros y fugas de
tantas mujeres de alcurnia...”; Suetonio, Domiciano, 10, 2-5: “Hizo ejecutar (sc. Domiciano) a muchos senadores, entre ellos
a varios excónsules...”. Cfr. asimismo Plinio, epist. 3, 11,3.
217 El color colorado del rostro de Domiciano ha sido destacado por los historiadores, bien como muestra de crueldad

bien de modestia, cfr. Tácito, Agrícola, 45, 2: “... el aspecto más cruel de nuestras miserias bajo Domiciano era verlo y ser
visto cuando nuestros suspiros se anotaban, cuando para hacer resaltar la palidez de tantos rostros bastaba aquel rostro
cruel y enrojecido con el que se protegía contra cualquier manifestación del rubor”; Suetonio, Domiciano, 18, 1-2: “Era (sc.
Domiciano) de estatura elevada; su rostro reflejaba modestia y se cubría fácilmente de rubor... Era tan consciente de que el
pudor que mostraba su semblante le granjeaba la simpatía de los demás, que en cierta ocasión se expresó en el Senado de
la siguiente manera: «Al menos hasta ahora habéis aprobado mi carácter tanto como mi rostro»”.
captantem, nec unquam ex solitudine sua obscuridad y apartado del mundo, y sólo salía de su
prodeuntem, nisi ut solitudinem faceret. soledad para provocar la desolación218.

XLIX La sencillez y bondad del Príncipe en las comidas.


[49, 1] Ille tamen, quibus sibi parietibus et [49, 1] Y sin embargo, un hombre como ése, dentro de
muris salutem suam tueri videbatur, esas mismas paredes y esos mismos muros con los que
dolum secum et insidias, et ultorem le parecía que protegía su vida219, encerró junto a él la
scelerum deum inclusit. Dimovit traición, las insidias y a la diosa vengadora de los
perfregitque custodias poena, crímenes220. La Pena, apartando lejos de sí al cuerpo de
angustosque per aditus et obstructos, non guardia y quebrantando toda resistencia, irrumpió por
secus ac per apertas fores et invitantia esos pasajes estrechos y de difícil acceso que llevaban
limina, irrupit: longeque tunc illi hasta él como a través de puertas abiertas y de
divinitas sua, longe arcana illa cubilia umbrales acogedores. De nada le sirvió entonces su
saevique secessus, in quos timore, et pretendida divinidad, de nada le sirvieron esos
superbia, et odio hominum agebatur. secretos escondrijos ni ese cruel retiro en los que
consumía sus días, llevado del temor, la soberbia y el
[2] Quanto nunc tutior, quanto securior odio al género humano. [2] 221 ¡Cuánto más segura es
eadem domus, postquam non ahora esa misma casa, cuánto más libre de inquietud se

218 Sobre el amor de Domiciano por la soledad, inspirado no sólo por el temor, sino también por una cierta inclinación
personal, cfr. Tácito, Agrícola, 39, 3: “Atormentado (sc. Domiciano) por tales preocupaciones y, lo que era indicio de una
mentalidad siniestra, cebándose en su aislamiento, decidió que lo mejor era deponer su odio por el momento...”;
Suetonio, Domiciano, 3, 1: “Al comienzo de su Principado solía reservarse (sc. Domiciano) cada día unas horas de
intimidad...”.
219 Cfr. Suetonio, Domiciano, 14,3: “Conforme se acercaba el momento en el que temía (sc. Domiciano) ser asesinado, su

angustia iba creciendo de día en día; ésta lo llevó a revestir las paredes de los pórticos por los que solía pasear con piedra
traslúcida que reflejara las imágenes y permitiera ver todo lo que pasaba a sus espaldas”, e ibidem, 17,2: “El niño que se
hallaba, como de costumbre, al cuidado de los lares de su habitación (sc. de la de Domiciano) fue testigo del asesinato; y
contaba que... halló todas las puertas cerradas”.
220 Cfr. Suetonio, Domiciano, 17, 1-2: “Esto es, poco más o menos, lo que se divulgó sobre el tipo de emboscada que le

tendieron (sc. a Domiciano) y el modo en que acabaron con él... manifestando entonces (sc. el procurador Estéfano) que tema
pruebas de una conspiración, logró que Domiciano lo recibiera, y, mientras éste leía lleno de estupor el billete que le
había entregado, le clavó el puñal en la ingle. Una vez herido, y mientras intentaba rechazar a su agresor, cayeron sobre él
Clodiano, ayudante militar, Máximo, liberto de Partenio, Satur, decurión de sus camareros, y algunos gladiadores, y
todos a una acabaron con él asestándole siete puñaladas”; Eutropio, 7, 23, 5: “Pero como había empezado a ser odiado (sc.
Domiciano) por todos a causa de sus crímenes, fue muerto en una conspiración de sus propios hombres en palacio a los
cuarenta y cinco años”; Aurelio Víctor, 11, 7: “Así pues, de una crueldad más y más excesiva y por ello más sospechoso
incluso para los suyos, por una trama de sus libertos que no ignoraba su esposa, la cual había preferido el amor de un
actor al de su marido, pagó sus culpas cuando contaba cuarenta y cinco años”.
221 El contenido de este capítulo es un tópico que puede leerse en muchos otros autores tanto griegos como romanos. Cfr.

Isócrates, A Nicocles, 21: “Ten por cierto que la mejor protección personal es el valor de los amigos, el afecto de los
ciudadanos y tu propia sensatez; así, cualquiera podría obtener y mantener un poder absoluto”; Jenofonte, Hierón, 11, 9-
12: “No sólo serás contemplado por particulares, sino amado también por muchas ciudades y admirado por todos, tanto
en privado como en público (sc. si proporcionas, Hierón, prosperidad a la ciudad). Y podrás marchar a donde quieras con total
seguridad para asistir a un espectáculo, y también podrás hacerlo permaneciendo aquí mismo; pues siempre habrá a tu
lado grupos de personas que deseen mostrarte la sabiduría o bondad que cada uno posee y que quieran ayudarte. Cual-
quier persona presente será tu aliada y la ausente ansiará verte... No serás presa del miedo; antes bien, inspirarás en los
demás temor a que te ocurra algo, y tendrás a los súbditos contentos y los verás velando por ti voluntariamente. Y si
hubiera algún peligro, los verás a tu lado y, a la vez, combativos y animosos”; y sobre todo, Séneca, Sobre la clemencia, 1,
13, 4-5: “Por el contrario, el que se preocupa por todos y todo lo vigila,... aquél en cuyo ánimo no existe hostilidad ni
salvajismo, que ejerce su poder pacífica y benévolamente en su deseo de que sus órdenes merezcan la aprobación de sus
ciudadanos,... afable en la conversación, asequible y abordable... ése merece el amor, el respeto y la veneración de la
ciudad entera... Este princeps, seguro gracias a su comportamiento, no necesita de protección, tiene las armas como
adorno”.
crudelitatis, sed amoris excubiis, non encuentra, desde que su amo no está bajo la protección
solitudine et claustris, sed civium de la crueldad, sino del amor, y se ve defendido no por
celebritate defenditur! la soledad y los cerrojos, sino por la afluencia de sus
[3] Ecquid ergo discimus experimento, ciudadanos! [3] ¿Qué concluir, así pues, de todo ello?
fidissimam esse custodiam principis La experiencia nos ha enseñado que la guardia más
ipsius innocentiam? Haec arx inaccessa, segura del Príncipe es su propia bondad. La fortaleza
hoc inexpugnabile munimentum, más inaccesible, la defensa más inexpugnable es no
munimento non egere. Frustra se terrore necesitar defensa alguna222. En vano se ha de proteger
succinxerit, qui septus caritate non fuerit: con el terror quien no haya sabido rodearse de afecto,
armis enim arma irritantur. pues las armas llaman a las armas223.
[4] Num autem serias tantum partes [4] Y por lo demás, ¿acaso permaneces bajo nuestra
dierum in oculis nostris coetuque mirada y estás en nuestra compañía únicamente
consumis? non remissionibus tuis eadem durante las horas del día consagradas al trabajo? ¿No
frequentia, eademque illa socialitas está a tu alrededor también durante los momentos de
interest? ocio la misma afluencia de ciudadanos, el mismo
[5] Non tibi semper in medio cibus, círculo de amistades? [5] ¿No comes siempre en
semperque mensa communis? Non ex público?, ¿no está siempre tu mesa abierta a todo el
convictu nostro mutua voluptas? Non mundo? ¿No te resulta a ti tan grato como a nosotros
provocas reddisque sermones? Non participar de los mismos banquetes? ¿No invitas a los
ipsum tempus epularum tuarum, quum demás a dar su opinión y expresas tú también la
frugalitas contrahat, extendit humanitas? tuya?224 ¿Y en cuanto a la duración misma de las
comidas, aunque tu frugalidad reduce el tiempo que
dedicas a éstas225, no las prolonga, sin embargo, tu
[6] Non enim ante medium diem afabilidad? [6] Ciertamente, no te hartas de comida en
distentus solitaria coena spectator solitario antes del mediodía para acechar luego a tus
adnotatorque convivis tuis immines: nec comensales, vigilándolos y tomando nota de lo que
ieiunis et inanibus plenus ipse et dicen, ni te presentas bien saciado y eructando ante
eructans, non tam apponis, quam obiicis unos invitados que no han comido y tienen el
cibos, quos dedigneris attingere, estómago vacío para arrojarles más que servirles unos
aegreque perpessus superbam illam platos tales que tú no te dignarías siquiera tocar, ni, en
convictus simulationem, rursus te ad fin, después de haber soportado con disgusto este
clandestinam ganeam occultumque insolente simulacro de banquete, vuelves a entregarte a

222 Pensamiento que se encuentra ya en Séneca, Sobre la clemencia, 1, 19, 6: “No es necesario elevar ciudadelas que
dominen, ni amurallar colinas escarpadas, ni cortar las laderas de los montes y rodearse de murallas y torres sin fin: la
clemencia propiciará al rey una seguridad sin poner obstáculos. Única protección inexpugnable es el amor de los
ciudadanos”.
223 Cfr. Cicerón, Filípicas, 2, 112: “¿Pero no es, acaso, preferible morir mil veces antes que no poder vivir entre sus propios

conciudadanos sin una guardia de hombres armados? Sin embargo, créeme, esa protección que te has buscado de nada te
ha de servir. Lo justo es que te veas protegido por el amor y el afecto de tus conciudadanos, no por las armas”.
224 Rasgo propio del buen Príncipe que Suetonio atribuye también a Augusto, véase Augusto, 74: “Daba comidas

continuamente, pero siempre formales, y no sin hacer una cuidadosa selección de personas y rangos... Las comidas que
ofrecía constaban de tres platos o, como máximo, de seis, pero si el gasto que en ellas hacía no era excesivo, su
amabilidad era extrema. En efecto, lo mismo animaba a los que estaban callados o conversaban en voz baja a participar
en la conversación común, que hacía intervenir artistas...”.
225 Plinio elogia la frugalidad de Trajano, como corresponde a quien hace un panegírico. Sin embargo, era conocida en la

Antigüedad la afición de Trajano por el vino, cfr. Historia Augusta, Adriano, 3, 3: “... acompañó a Trajano (sc. Adriano) a la
guerra dácica, manteniendo una relación muy amistosa con él, puesto que, como él mismo afirma, llegó incluso a darse al
vino para mostrarse complaciente con las costumbres de Trajano”; Aurelio Víctor, 13, 10: “Más aún, había moderado (sc.
Trajano) por prudencia su excesiva afición por el vino, vicio del que, como Nerva, adolecía, prohibiendo que se
cumplieran sus órdenes dadas tras banquetes demasiado prolongados”.
luxum refers. [7] Ergo non aurum, nec tus secretas orgías y ocultos excesos226. [7] No
argentum, nec exquisita ingenia admiramos, por lo tanto, ni el oro ni la plata de tu
coenarum, sed suavitatem tuam vajilla, ni el exquisito refinamiento de tus platos, sino
iucunditatemque miramur: quibus nulla tu afabilidad y tu buen humor, que nunca llegan a
satietas adest, quando sincera omnia, et producirnos hartazgo, sin embargo, pues allí reinan la
vera, et ornata gravitate. [8] Neque enim sinceridad, la franqueza y una noble dignidad. [8] No
aut peregrinae superstitionis mysteria, recorren, en efecto, las mesas del Príncipe los
aut obscena petulantia, mensis principis sacerdotes de ninguna superstición extranjera227 ni
oberrat: sed benigna invitatio, et liberales repugnantes indecencias228, antes bien, acogen a los
ioci, et studiorum honor. Inde tibi parcus invitados una amable hospitalidad, entretenimientos
et brevis somnus, nullumque amore dignos de hombres libres y una gran devoción por
nostri angustius tempus, quam quod sine todas las ciencias humanas. A continuación, te entregas
nobis agis. a un reducido y corto sueño, pues, por el amor que nos
profesas, prefieres abreviar, antes que cualquier otro,
aquel momento del día que pasas sin nosotros.

L El Príncipe no codicia los bienes de sus conciudadanos, sino que hace gala de una gran
generosidad.
[50, 1] Sed quum rebus tuis ut participes [50, 1] Pero aunque disfrutamos de tus bienes como si
perfruamur: quae habemus ipsi, quam fuésemos copropietarios de los mismos, por lo que se
propria, quam nostra sunt! Non enim refiere a aquellos que, a nuestra vez, nosotros
exturbatis prioribus dominis, omne poseemos, ¡qué auténtica propiedad ejercemos sobre
stagnum, omnem lacum, omnem etiam ellos!, ¡qué verdaderamente nuestros son! En efecto, no
saltum, immensa possessione incluyes dentro de tus inmensas posesiones todos los
circumvenis: nec unius oculis flumina, estanques, todos los lagos e incluso todos los pastizales
fontes, maria deserviunt. arbolados, después de haber expulsado de ellos por la
fuerza a sus anteriores propietarios. Tampoco los ríos,
los montes y los mares están reservados para los ojos
[2] Est, quod Caesar non suum videat; de un solo hombre. [2] Hay objetos y lugares sobre los
tandemque imperium principis, quam que se detiene la mirada del César y que no son suyos,
patrimonium, maius est. Multa enim ex y así, finalmente, el Imperio sobre el que gobierna el
patrimonio refert in imperium, quae Príncipe es mayor que su patrimonio. Y éste devuelve
priores principes occupabant, non ut ipsi incluso al Imperio muchas posesiones pertenecientes a

226 Suetonio coincide con Plinio en que la principal comida del día de Domiciano era el almuerzo y que el resto del día
éste apenas comía nada más. Sin embargo, no advertimos en Suetonio el tono de crítica de Plinio, e incluso la descripción
de aquél presenta una imagen más bien positiva de Domiciano, véase Suetonio, Domiciano, 21: "... se bañaba de día y
almorzaba hasta quedar ahíto, de suerte que durante la comida rara vez tomaba algo más que una manzana de Macio y
unos pocos tragos de una botella. Celebraba con frecuencia espléndidos festines, pero casi con precipitación; al menos, no
se prolongaban más allá de la puesta del sol, ni iban seguidos de francachelas, pues, hasta la hora de dormir, lo único que
hacía era dar un paseo en solitario por algún lugar retirado”.
227 Posible alusión a la celebración en el Palacio Imperial de ceremonias relacionadas con el culto de la diosa Isis (véase

Apéndice 1), el único culto oriental que parece haber sido favorecido por Domiciano. Cfr. Eutropio, 7, 23, 5: “En Roma
construyó (sc. Domiciano) muchos edificios, entre ellos el Capitolio, el Foro Transitorio, el Pórtico de los Dioses, el templo
de Isis y Serapis y el estadio”.
228 Plinio describe este tipo de indecencias, habituales en los banquetes de muchos romanos, en la epist. 9, 17, 2.: “Porque

no me agrada en modo alguno nada de lo que pueda decir gente como ésa, ni puedo conceder que sean ocurrencias
ingeniosas y divertidas los gestos lascivos de un bailarín afeminado, las impertinencias de un bufón o las necedades de
un monstruo”. La única referencia de la afición de Domiciano por este tipo de bufones y monstruos la encontramos en
Suetonio, Domiciano, 4, 2: “Durante el espectáculo de gladiadores permanecía a sus pies un jovencito vestido de escarlata,
que tenía una cabeza pequeña y monstruosa, con el que no cesaba de hablar, a veces en serio”.
fruerentur, sed ne quis alius. su patrimonio y que los anteriores Príncipes retenían
en su poder, no para disfrutar ellos mismos, sino para
[3] Ergo in vestigia sedesque nobilium que no disfrutase ningún otro. [3] En consecuencia, en
immigrant pares domini, nec iam las moradas y en las casas de la nobleza romana entran
clarissimorum virorum receptacula amos dignos de ellas, y los retiros que acogieron a los
habitatore servo teruntur aut foeda más ilustres varones no se ven ya pisoteados por
vastitate procumbunt. esclavos ni se vienen abajo por un vergonzoso
[4] Datur intueri pulcherrimas aedes, abandono. [4] Es posible igualmente ver las más
deterso situ auctas ac vigentes. Magnum hermosas mansiones, libres ya de la suciedad que las
hoc tuum non erga homines modo, sed cubría, embellecidas y llenas de vida. Es éste un gran
erga tecta ipsa meritum, sistere ruinas, mérito tuyo, no sólo por lo que hace a los hombres,
solitudinem pellere, ingentia opera sino también por lo que hace a los propios edificios:
eodem quo exstructa sunt animo ab detener la ruina de muchas casas, poner fin a su
interitu vindicare. Muta quidem illa et desolación, y preservar de la desaparición
anima carentia, sentire tamen et laetari extraordinarias construcciones con la misma grandeza
videntur, quod niteant, quod de ánimo con la que fueron levantadas. Ciertamente,
frequententur, quod aliquando coeperint son éstas obras que carecen tanto de voz como de vida,
esse domini scientis. y no obstante, parece que pueden sentir y que se
alegran de haber recuperado su esplendor, de estar de
nuevo habitadas y de haber comenzado por fin a
[5] Circumfertur sub nomine Caesaris pertenecer a un amo que conoce su valor. [5] Circula
tabula ingens rerum venalium; quo sit por toda Roma una enorme lista de bienes en venta229,
detestanda avaritia illius, qui tam multa lo que hace detestable la codicia de aquel que
concupiscebat, quum haberet supervacua continuamente ansiaba poseer más y más cosas, pese a
tam multa. [6] Tum exitialis erat apud que tenía ya tantas que no necesitaba230. [6] En tiempos
principem, huic laxior domus, illi de ese Príncipe, a uno le resultaba funesto poseer una
amoenior villa. Nunc princeps in haec casa especialmente espaciosa, a otro una villa
eadem dominos quaerit, ipse inducit: especialmente agradable. Ahora, el Príncipe busca
ipsos illos magni aliquando imperatoris unos amos para estas mismas posesiones y él mismo se
hortos, illud nunquam nisi Caesaris las entrega. E incluso pujamos por aquellos jardines
suburbanum, licemur, emimus, que fueron propiedad de un gran general de nuestro
implemus. pasado, y por esa mansión en las afueras de Roma que
nunca ha pertenecido a nadie sino al César, y los
compramos y nos instalamos en ellos.

229 Frecuente recurso de los Príncipes con objeto de aumentar el tesoro público. Cfr. Suetonio, Calígula, 38, 1-4:
“Arruinado, pues, (sc. Calígula)... se aficionó a la rapiña, recurriendo a diversos tipos de artimañas, subastas e impuestos
de lo más rebuscados... Anunció una subasta en la que sacó y puso en venta los restos de todos los espectáculos,
solicitando él mismo las pujas y haciéndolas subir tan alto que algunas personas, viéndose forzadas a adquirir los
artículos que fuera a un precio exorbitante y totalmente arruinadas, se abrieron las venas”; Historia Augusta, Antonino
Pío, 7, 10: “Vendió los ornamentos imperiales innecesarios y algunas propiedades y vivió en sus propias fincas rústicas”;
Historia Augusta, Marco Antonio el filósofo, 17, 4: “Mas como había agotado todo el tesoro... hizo una subasta pública de
los ornamentos imperiales en el foro del divino Trajano y en ella vendió copas de oro, de cristal y de mirra, vasos reales,
vestidos de seda y oro de su esposa, y aún más, numerosas piedras preciosas que había encontrado en el tesoro privado
de Adriano”. También Nerva recurrió a las subastas públicas para sanear el tesoro público, cfr. Dión Casio, 68, 2, 2.
230 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 12, 1: “Los bienes de los vivos y de las personas difuntas eran

arrebatados por doquier (sc. en tiempos de Domiciano) bajo cualquier acusación presentada por el delator que fuera”;
Eutropio, 7, 23, 1: “Luego recibió el poder Domiciano... en sus primeros años de reinado actuó con moderación; luego,
progresando en los grandes vicios de la lujuria, la ira, la crueldad, la avaricia, concitó contra sí tanto odio que hizo
olvidar los méritos de su padre y su hermano”; Aurelio Víctor, 11, 1: “Así Domiciano... después de una depravada
juventud, empezó a robar, a asesinar y a torturar...”.
[7] Tanta benignitas principis, tanta [7] Tanta es la bondad del Príncipe, tanta la
securitas temporum est, ut ille nos tranquilidad de nuestra época que él nos considera
principalibus rebus existimet dignos, nos dignos de unas posesiones propias de Príncipes, y
non timeamus, quod digni esse videmur. nosotros no tememos parecer que somos dignos de
Nec vero emendi tantum civibus tuis ellas231. Y no sólo ofreces a tus ciudadanos la
copiam praebes, sed amoenissima posibilidad de comprar una gran abundancia de
quaeque largiris et donas: ita, inquam, bienes, sino que asimismo regalas generosamente las
donas, in quae electus, in quae adoptatus villas más encantadoras, regalas sí, repito, aquellas
es: transfers, quod iudicio accepisti, ac villas de las que entraste en posesión al ser elegido y
nihil magis tuum credis, quam quod per ser adoptado por tu padre. Transmites a otros, así, lo
amicos habes. que recibiste como resultado de la decisión de aquél, y
consideras que nada te pertenece tanto como lo que
posees a través de tus amigos232.

LI La generosidad de Trajano en las construcciones públicas. El Circo Máximo.


[51, 1] Idem tam parcus in aedificando, [51, 1] Asimismo, eres tan moderado en construir en tu
quam diligens in tuendo. Itaque non, ut propio beneficio como diligente en conservar en buen
ante, immanium transvectione saxorum estado tus posesiones. Así pues, los edificios de Roma
urbis tecta quatiuntur. Stant securae no tiemblan como antaño233 debido al transporte de
domus, nec iam templa nutantia. gigantescos bloques de piedra a través de la ciudad234.
Las casas se elevan en plena seguridad y los templos ya
2] Satis est tibi, nimiumque, quum no oscilan de un lado a otro. [2] Tienes más que
successeris frugalissimo principi; mavis suficiente e incluso de sobra con lo que ya posees,
recidere aliquid et amputare ex his, quae aunque has sucedido a un Príncipe que se contentaba
princeps tanquam necessaria reliquit. con una vida muy sencilla. Es un acto hermoso que ha-

231 Parece que Calígula, por el contrario, despreciaba a los ciudadanos que eran tan ricos como él mismo y que, en virtud
de su fortuna, podían llegar a poseer riquezas propias de un Príncipe, cfr. Suetonio, Calígula, 39, 1-2: “También en la Galia
vendió (sc. Calígula) a precios fabulosos las joyas, el ajuar y los esclavos e incluso los libertos de sus hermanas, una vez
que las hubo condenado, y, estimulado por las ganancias que había obtenido, hizo traer de Roma todo el menaje de la
antigua corte... Para colocar este material, recurrió a todo tipo de ardides y de cuentos, reprochando unas veces a cada
comprador su avaricia y el que no les diera vergüenza ser más ricos que él, y fingiendo otras arrepentirse de entregar a
particulares los objetos de los príncipes”.
232 El elogio de la generosidad de aquel que posee amplias riquezas es uno de los tópicos propios del encomio, cfr.

Cicerón, Sobe el orador, 2,342: “Así pues, es evidente que en el hombre hay unas cosas deseables y otras dignas de elogio:
el linaje, la belleza, el vigor físico, los recursos, riquezas y todo lo demás que la naturaleza otorga al cuerpo o a nuestra
posición social, no merecen un verdadero elogio, que tan sólo se le debe a la excelencia; sin embargo, puesto que la
excelencia misma se comprueba en el uso de estas cosas... en los encomios hay que tratar también los bienes de la
naturaleza y de la fortuna de suerte que la abundancia de recursos no parezca haber dado ocasión y materia a la soberbia
y a la arbitrariedad, sino a la bondad y a la contención”.
233 Alusión a Domiciano y quizás también a Nerón, cfr. Suetonio, Nerón, 31, 1: “... en ningún asunto gastó tanto (sc. Nerón)

como en sus construcciones...”; e id., Domiciano, 5: “Reconstruyó muchos monumentos grandiosos destruidos por el
fuego, entre otros el Capitolio, que había sido de nuevo pasto de las llamas; pero en todos hizo grabar únicamente su
propio nombre, sin mencionar para nada a su primer constructor. Erigió, por otra parte, un nuevo templo en el Capitolio
a Júpiter Guardián y un Foro que ahora lleva el nombre de Nerva, así como un templo de la familia Flavia, un estadio, un
odeón y una naumaquia, que se empleó más tarde como cantera para reconstruir el Circo Máximo”. Hay que precisar, no
obstante, que el vasto programa de construcciones públicas emprendido por Domiciano se justificaba por el terrible
incendio que en el 80 d.C., en tiempos de Tito, había asolado Roma durante tres días, destruyendo numerosos edificios
tanto públicos como privados.
234 Este mismo efecto del transporte de materiales pesados por Roma está atestiguado por Séneca, Epístolas, 90, 9: “En

efecto, en las casas no se disponía (sc. en la Antigüedad) de un comedor idóneo para el banquete sagrado, ni para este fin se
transportaba en larga hilera de carros, con gran temblor de las calles, el pino o el abeto de donde pendiesen artesonados
de oro macizo”.
Praeterea pater tuus usibus suis yas renunciado a algunos de tus bienes y hayas
detrahebat, quae fortuna imperii dederat: querido privarte de una parte de aquello que ese
tu tuis, quod pater. Príncipe te dejó en su herencia como si fuese
indispensable. En fin, tu padre rehusaba aprovecharse
de lo que el azar del poder había puesto a su
disposición, tú, por tu parte, rehúsas disfrutar de
aquello que ha puesto a tu disposición tu padre.
[3] At quam magnificus in publicum es? [3] ¡Qué generoso, por el contrario, te muestras a la
Hinc porticus, inde delubra occulta hora de promover obras de interés público!235. Se
celeritate properantur, ut non levantan aquí unos pórticos, allí unos santuarios con
consummata, sed tantum commutata tan misteriosa celeridad que no parecen construcciones
videantur. Hic immensum latus Circi completamente nuevas, sino simplemente restauradas.
templorum pulchritudinem provocat, Más allá, la inmensa fachada del Circo236 rivaliza con la
digna populo victore gentium sedes, nec belleza de los templos, un monumento éste digno del
minus ipsa visenda, quam quae ex illa pueblo vencedor de todas las razas, y no menos
spectabuntur: visenda autem cum cetera admirable que los espectáculos que se contemplarán
specie, tum quod aequatus plebis ac desde sus gradas. Construcción admirable, por lo
principis locus. demás, no sólo por sus numerosos atractivos, sino
también, y especialmente por ello, porque el lugar que
en ella ocupa el Príncipe está al mismo nivel que el que
[4] Siquidem per omne spatium una ocupa el pueblo. [4] En efecto, toda ella, de un extremo
facies, omnia continua et paria, nec magis a otro, ofrece una misma apariencia, toda ella se
proprius spectanti Caesari suggestus, caracteriza por su uniformidad y la igualdad de todas
quam propria, quae spectet. sus partes, y en ella el César no posee una tribuna
propia desde la que contemplar el espectáculo, del
mismo modo que no disfruta de espectáculos privados
reservados a su sola persona.
[5] Licebit ergo civibus tuis invicem [5] Así pues, también tus ciudadanos, a su vez, podrán
contueri: dabitur, non cubiculum verte. Les será posible distinguir no el palco cerrado
principis, sed ipsum principem cernere: del Príncipe, sino al Príncipe en persona a la vista de
in publico, in populo sedentem: populo, todos237, sentado en medio del pueblo, de ese pueblo
cui locorum quinque millia adiecisti. para el que has hecho construir cinco mil nuevas
localidades. En efecto, habías acrecentado el número de
Auxeras enim numerum eius congiarii los miembros del pueblo con motivo de tu generosa
facilitate, maioremque in posterum distribución del congiario, y, confiado en tu

235 El testimonio de Plinio es confirmado por Eutropio, 8, 4: “... construyó (sc. Trajano) muchos edificios por todo el
mundo”; y Aurelio Víctor, 13, 3-5: “... se construyó (sc. en tiempos de Trajano) un camino a través de pueblos bárbaros para
cruzar más fácilmente desde el Ponto Euxino hasta la Galia. Se establecieron campamentos en los lugares más peligrosos
y adecuados, se tendió un puente sobre el Danubio, y se fundaron muchas colonias. Además en Roma mejoró y adornó
(sc. Trajano) más que espléndidamente el foro y otras muchas construcciones comenzadas por Domiciano...”; Dión Casio,
68, 7, 1. Como vemos, la actividad constructora de los emperadores puede ser aprovechada a su muerte tanto para
elogiarlos como para censurarlos: Plinio elogia a Trajano y censura a Domiciano por las construcciones públicas
promovidas por uno y otro.
236 El Circo Máximo (véase “Circo” en el Apéndice 1). La fachada restaurada por Trajano medía 600 m de largo.

237 A esta costumbre de los Príncipes de asistir a los juegos públicos, tanto en el anfiteatro como en el circo, protegidos por

un palco cerrado, desde el que contemplaban los espectáculos a través de una especie de celosía hace alusión Suetonio,
señalando que Nerón fue el primero que hizo descubrir el palco imperial, véase Nerón, 12, 2: “En efecto, éste (sc. Nerón)
no solía presidir el espectáculo más que en muy contadas ocasiones; por lo general, lo presenciaba tendido en un lecho, al
principio a través de pequeñas aberturas y luego con el podio totalmente descubierto”.
suscipi liberalitatis tuae fide iusseras. liberalidad, habías dispuesto que en el futuro este
número creciese aún más.

LII La modestia de Trajano en relación con las estatuas honoríficas y el culto a los dioses.
[52, 1] Horum unum si praestitisset alius, [52, 1] Si otro emperador hubiese dispensado uno solo
illi iam dudum radiatum caput, et media de todos estos beneficios, ya hace tiempo que su cabeza
inter deos sedes auro staret aut ebore, habría sido adornada con una corona de rayos238, que
augustioribusque aris et grandioribus tendría un trono de oro o de marfil entre los dioses y
victimis invocaretur. que se invocaría su asistencia en las aras más
venerables, sacrificándole pingües víctimas.
[2] Tu delubra non nisi adoraturus intras, [2] Tú, sin embargo, no entras en los santuarios sino
tibi maximus honor excubare pro para rendir culto a los dioses. El mayor honor para ti es
templis, postibusque praetexi. Sic fit, ut montar guardia ante los templos y custodiar sus
dei summum inter homines fastigium puertas239. Ocurre, así, que los dioses te permiten
servent, quum deorum ipse non adpetas. disfrutar de la mayor gloria posible entre los hombres,
puesto que no ambicionas los honores reservados a los
dioses.
[3] Itaque tuam statuam in vestibulo [3] Y por ello, a la entrada del templo de Júpiter
Iovis Optimi Maximi unam alteramve, et Optimo Máximo no vemos más que una o dos estatuas
hanc aeream, cernimus. At paullo ante tuyas, y éstas de bronce. Por el contrario, unos pocos
aditus omnes, omnes gradus, totaque años antes, todos los accesos al templo, todos sus
area hinc auro, hinc argento relucebat, peldaños, toda la explanada, en fin, relucían con el
seu potius polluebatur: quum incesti brillo del oro y de la plata240, o más bien se veían
principis statuis permixta deorum profanados con este resplandor, cuando las imágenes
simulacra sorderent. de los dioses resultaban mancilladas al encontrarse

238 El Príncipe adornado con una corona de rayos en la cabeza era la imagen característica de la moneda romana que
valía dos ases, o lo que es lo mismo, medio sestercio: el “dupondio”, de bronce. Durante los primeros tiempos del
Imperio, esta representación se reservaba para los Príncipes una vez muertos y divinizados, pero a partir de Nerón, la
encontramos sobre todo asociada al emperador reinante. Trajano aparece en ellas con esta caracterización desde los
comienzos de su Principado, en dupondios del 98, y hacia el final de su gobierno también en ases y en semiases, años 114-
117. La corona de rayos era uno de los atributos de Júpiter, de modo que el hecho de representar al Príncipe adornado
con ella contribuía a asimilarlo al padre de los dioses. De la importancia de este atributo da cuenta el sueño que Suetonio
atribuye al padre de Augusto al poco de nacer éste último, véase Augusto, 94,5: “... a la noche siguiente se le apareció a
Octavio su hijo (sc. El futuro emperador Augusto) con unas proporciones sobrehumanas, llevando el rayo, el cetro y los
atributos de Júpiter Óptimo Máximo, así como una corona de rayos, sobre un carro adornado de laurel, que arrastraban
doce caballos de una blancura extraordinaria”.
239 Plinio se refiere a las estatuas de Trajano, quien habría dispuesto que sus estatuas se situasen en la entrada de los

templos, y no dentro de ellos, como si él mismo fuese un dios. Naturalmente, Plinio tiene en mente, una vez más, el
recuerdo de Domiciano, quien se hacía tratar de “Señor y Dios” (cfr. supra cap. 2, 3). Trajano contaba con el precedente de
Tiberio, quien también se había negado a que sus estatuas fuesen situadas entre las de los dioses, cfr. Suetonio, Tiberio, 26,
1: “Prohibió (sc. Tiberio) que se le decretaran templos, flámines y sacerdotes, e incluso que se le erigieran estatuas y bustos
sin su permiso, que, por otra parte, sólo concedió a condición de que no los colocaran entre las imágenes de los dioses,
sino entre los adornos de los templos”.
240 Se trata de Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 13, 2: “Con la misma arrogancia, al dictar una circular en nombre de

sus procuradores, la comenzó con estas palabras: «Nuestro señor y dios ordena que se haga lo siguiente». De ahí que
quedara establecido a partir de entonces que nadie lo llamara de otra manera ni por escrito ni en sus conversaciones. No
permitió que se le erigieran estatuas en el Capitolio, a no ser de oro o de plata y de un peso determinado...”. A esta
misma orden de Domiciano se refiere Estado, en sus Silvas, 5, 1, 186-191: “Tú sigue de buen grado el camino emprendido
y ama, incansable, su presencia sagrada (sc. la de Domiciano), su poderoso Genio. Ahora —encargo que tú mismo deseas
recibir— ofrece al santuario del Capitolio una imperecedera dádiva de oro (sc. una estatua) en que brille la efigie de César
sacrosanto con cien libras de peso y atestigüe el amor de su esclava devota”.
mezcladas con las estatuas de un Príncipe incestuoso241.
[4] Ergo istae quidem aereae et paucae [4] Pero esas pocas estatuías tuyas de bronce perma-
manent, manebuntque, quam diu necen en pie y así permanecerán mientras exista el
templum ipsum: illae autem aureae et propio templo, sin embargo, esas innumerables
innumerabiles strage et ruina publico estatuas de oro, destruidas y echadas abajo, fueron
gaudio litaverunt. Iuvabat illidere solo ofrecidas en sacrificio a la dicha pública. Causaba una
superbissimos vultus, instare ferro, gran alegría arrojar contra el suelo esos rostros llenos
saevire securibus, ut si singulos ictus de arrogancia, golpearlos con las espadas o
sanguis dolorque sequeretur. encarnizarse con ellos con las hachas en la mano, como
si cada golpe provocase una herida sangrienta y un
[5] Nemo tam temperans gaudii seraeque profundo dolor242. [5] En medio de la dicha general y de
laetitiae, quin instar ultionis videretur, esa felicidad largo tiempo esperada, nadie se mostró
cernere laceros artus, truncata membra, tan moderado que no considerase como una venganza
postremo truces horrendasque imagines esas extremidades desgarradas y esos miembros
abietas, excoctasque flammis; ut ex illo mutilados, o ver cómo esas abominables y horrendas
terrore et minis in usum hominum ac estatuas eran entregadas a las llamas y fundidas por
voluptates ignibus mutarentur. ellas para que el fuego transformase esas imágenes
terroríficas y amenazantes en algo útil y agradable a los
[6] Simili reverentia, Caesar, non apud hombres. [6] Llevado de un respeto semejante a los
Genium tuum bonitati tuae gratias agi, dioses, no permites, César, que los ciudadanos
sed apud numen Iovis Optimi Maximi expresen su gratitud a tu bondad ante la efigie de tu
pateris: illi debere nos, quidquid genio tutelar, sino ante la de Júpiter Óptimo Máximo,
debeamus, illius, quod bene facias, pues dices que es a este gran numen a quien debemos
muneris esse, qui te dedit. cualquier bien que te debamos a ti, y que todos tus
beneficios son un presente de aquel que te concedió el
[7] Ante quidem ingentes hostiarum Principado. [7] Otrora, sin embargo, enormes rebaños
greges per Capitolinum iter, magna sui de víctimas sacrificiales debían soportar cómo una
parte velut intercepti, devertere via gran parte de ellos era, por así decirlo, interceptada en
cogebantur: quum saevissimi domini el camino del Capitolio y obligada a desviarse de su
atrocissima effigies tanto victimarum ruta, cuando se rendía culto a la abominable estatua
cruore coleretur, quantum ipse humani del más cruel de los tiranos243 con tanta sangre de
sanguinis profundebat. animales como sangre humana él mismo hacía correr.

241 Alusión al hecho de que Domiciano mantuvo una larga relación con su sobrina Julia, hija de su hermano Tito, muerta
entre los años 87 y 90 (cfr. epist. 4, 11, 6 y nota al pasaje).
242 Cfr. Suetonio, Domiciano, 23, 1: “... los senadores se alegraron tanto (sc. del asesinato de Domiciano), que llenaron

atropelladamente la curia y no se abstuvieron de lanzar contra el difunto las más ultrajantes y crueles invectivas, ni de
ordenar incluso traer escalas para arrancar a la vista de todos sus clípeos (i. escudos adornados con el busto en relieve de
Domiciano) y sus estatuas y estrellarlas allí mismo contra el suelo, decretando, por último, que se borraran sus
inscripciones en todos los lugares del Imperio y se destruyera por completo su memoria”.
243 Probable alusión a la estatua de Domiciano que representaba a éste montado sobre un carro triunfal, erigida en el Foro

Romano a finales del año 89 d.C. y de dimensiones colosales, pues se ha calculado a partir de los pocos restos
conservados que tenía un tamaño seis veces superior al natural, cfr. Estacio, Silvas, 1, 1, poema del que cito tan sólo
algunos versos: “¿Qué mole es ésta, agigantada por el coloso que se alza sobre ella y que domina todo el Foro Latino?
¿Ha llovido del cielo esta obra acabada?... ¿O fueron, Germánico (i. Domiciano), las manos de Palas las que para nosotros
te plasmaron asiendo las riendas, tal como te han contemplado hace poco el Rin y la mansión fragosa del asombrado
dacio?... Tal obra no teme al invierno pluvioso, ni al triple haz de rayos de Júpiter, ni a las legiones de vientos que Eolo
retiene, ni a la injuria durable del tiempo: seguirá enhiesta mientras duren la tierra y el cielo y la gloria de Roma... Goza
por siempre de esta ofrenda que te brindan el pueblo y el egregio Senado...”.
LIII El buen Príncipe debe permitir censurar a los malos emperadores.
[53,l] Omnia, Patres Conscripti, quae de [53,l] 244 Todo aquello, padres conscriptos, que digo o he
aliis principibus a me aut dicuntur, aut dicho a propósito de los otros Príncipes245, tiene como
dicta sunt, eo pertinent, ut ostendam, único fin poner de manifiesto durante cuántos años se
quam longa consuetudine corruptos habían corrompido y depravado las costumbres de los
depravatosque mores principatus parens Príncipes que nuestro padre ahora reforma y corrige. Y
noster reformet et corrigat. Alioqui nihil por otro lado, no puede hacerse un buen elogio si no es
non parum grate sine comparatione mediante la comparación. [2] Asimismo, el primer
laudatur. [2] Praeterea hoc primum erga deber de los ciudadanos justos para con un Príncipe
optimum imperatorem piorum civium excelente es censurar a los que no fueron semejantes a
officium est, insequi dissimiles. Neque éste, pues no ama suficientemente a los buenos
enim satis amarit bonos principes, qui Príncipes el que no odia lo bastante a los malos.
malos satis non oderit. [3] Adiice, quod [3] Se añade a ello que no puede atribuirse a nuestro
imperatoris nostri non aliud amplius ac emperador un mayor mérito ni más popular que el que
diffusius meritum est, quam quod es posible censurar a los malos Príncipes sin ninguna
insectari malos principes tutum est. [4] inquietud. [4] ¿O acaso ha olvidado nuestro dolor que
An excidit dolori nostro modo vindicatus hace unos pocos años Nerón fue vengado?246 Habría
Nero? Permitteret, credo, famam permitido, naturalmente, que se criticase la reputación
vitamque eius carpi, qui mortem y la vida de Nerón el que vengó su muerte, y no habría
ulciscebatur: nec ut in se dicta interpretado como dicho contra él mismo lo que se
interpretaretur, quae de simillimo hubiese dicho contra un emperador de una naturaleza
dicerentur. [5] Quare ego, Caesar, muy semejante a la suya247. [5] Por ese motivo, César,
muneribus tuis omnibus comparo, multis con razón comparo con todos tus otros presentes y
antepono, quod licet nobis et in antepongo a muchos de ellos el hecho de que nos es
praeteritum de malis imperatoribus lícito vengamos a diario de los malos emperadores que
quotidie vindicari, et futuros sub hemos tenido en el pasado, y mediante este ejemplo
exemplo praemonere, nullum locum, advertir a los futuros que no habrá ningún lugar ni
nullum esse tempus, quo funestorum ningún tiempo en que los manes de los Príncipes
principum manes a posterorum perversos se vean libres de las maldiciones de los hom-
exsecrationibus conquiescant. [6] Quo bres venideros. [6] Expresemos por ello, padres
constantius, Patres Conscripti, et dolores conscriptos, con tanta mayor firmeza nuestros dolores
nostros et gaudia proferamus: laetemur y nuestras dichas. Alegrémonos de la felicidad de la

244 Nuevo capítulo que se considera escrito con vistas a la publicación del discurso, lo que se deduce de la manifiesta
relación existente entre el § 5 del mismo y la epist. 3, 18, en la que Plinio justifica las razones que lo han llevado a
reelaborar su discurso del año 100 en el momento de publicarlo. En efecto, al comienzo de dicha carta se lee (§ 1-2): “... he
creído, no obstante, que nada sería más propio de un buen ciudadano que recoger los contenidos de ese discurso en un
pequeño opúsculo, desarrollándolos algo más por extenso y más ricamente... para que los futuros Príncipes tengan ante su
vista cuál es el camino más adecuado para aspirar a la misma gloria... ofreciéndoles simplemente un ejemplo digno de imitación...".
De todo ello, se deduciría que todas las comparaciones del Panegírico entre Trajano y Domiciano habrían sido añadidas
por Plinio durante la revisión de su obra y no habrían formado parte del discurso pronunciado con ocasión de su entrada
en el cargo de cónsul en septiembre del año 100.
245 La costumbre era generalizar, aunque realmente Plinio ha centrado sus críticas en Domiciano.

246 En el 95, Domiciano condenó a muerte a Epafrodito, el liberto que ayudó a morir a Nerón, cfr. Suetonio, Nerón, 49, 3:

“Ya se acercaban los jinetes que tenían órdenes de arrastrarlo vivo. Cuando se dio cuenta de ello (sc. Nerón), exclamó
temblando: ‘El galope de caballos de ágiles pies golpea mis oídos’, y hundió el hierro en su garganta con la ayuda de
Epafrodito, jefe del departamento de peticiones”; e id., Domiciano, 14, 4: “... para convencer al personal de su casa de que
no debía atreverse a dar muerte a su patrono ni siquiera con un propósito encomiable, condenó (sc. Domiciano) a muerte a
Epafrodito, jefe de su departamento de peticiones, porque, según se creía, había ayudado con sus propias manos a Nerón
a darse muerte, después de su destitución”.
247 Irónico.
his, quibus fruimur; ingemiscamus illis, que disfrutamos y lamentémonos de los males que
quae patiebamur. Simul utrumque hemos padecido, puesto que una y otra cosa deben
faciendum est sub bono principe. Hoc hacerse en tiempos de un buen Príncipe. Hagámoslo
secreta nostra, hoc sermones, hoc ipsae así tanto en nuestras conversaciones privadas como
gratiarum actiones agant; públicas248, e incluso en los discursos de
meminerintque, sic maxime laudari agradecimiento, y recordemos que la mejor manera de
incolumem imperatorem, si priores secus elogiar a un emperador vivo es censurar a aquellos de
meriti reprehendantur. Nam quum de entre sus predecesores que no sirvieron al Estado tan
malo principe posteri tacent, manifestum bien como él. En efecto, cuando la posteridad guarda
est, eadem facere praesentem. silencio sobre un mal Príncipe, es evidente que el que
está en el poder se comporta igual que aquél.

LIV Trajano rechaza la adulación.


[54, 1] Et quis iam locus miserae [54, 1] 249 ¿Qué lugar permanecía libre de una miserable
adulationis manebat ignarus, quum adulación en aquel tiempo en que incluso los juegos
laudes imperatorum ludis etiam et públicos y los espectáculos que los inauguraban se
commissionibus celebrarentur, transformaban en una exaltación de los emperadores,
saltarentur, atque in omne ludibrium cuando los elogios de los Príncipes eran danzados en
effeminatis vocibus, modis, gestibus, pantomimas y degeneraban, así, en todo tipo de
frangerentur? Sed illud indignum, quod representaciones ridículas con voces, melodías y gestos
eodem tempore in senatu et in scena, ab afeminados? Pero lo más indigno de todo era que los
histrione et a consule laudabantur. emperadores eran elogiados al mismo tiempo en el
Senado y en el escenario, por el histrión y por el
cónsul250.
[2] Tu procul a tui cultu ludicras artes [2] Tú has separado netamente de las artes escénicas el
removisti. Seria ergo te carmina, culto que se te debe. Celebran tus méritos graves
honorque aeternus annalium, non haec poemas y el honor inmortal de nuestros anales, no esa
brevis et pudenda praedicatio colit: quin efímera y vergonzosa glorificación. Es más, los propios
etiam tanto maiore consensu in espectadores teatrales se pondrán en pie para rendirte
venerationem tui theatra ipsa consurgent, homenaje con tanta mayor unanimidad cuanto que
quanto magis de te scenae silebunt. sobre el escenario los actores guardarán silencio a
[3] Sed quid ego istud admiror, quum eos propósito de tu persona. [3] Pero ¿por qué admiro este
quoque honores, qui tibi a nobis gesto tuyo, cuando incluso aquellos honores que
offeruntur, aut delibare parcissime, aut nosotros te ofrecemos en el Senado, acostumbras bien a
omnino soleas recusare? Nihil ante tam aceptarlos con mucha moderación bien a rechazarlos
vulgare, tam parvum in senatu agebatur, por completo? Otrora, no había asunto que se tratase
ut non laudibus principum en el Senado, por trivial o insignificante que fuese, que
immorarentur, quibuscumque censendi no dedicasen extensos elogios a los Príncipes uno tras
necessitas accidisset. otro todos los senadores a los que hubiese llegado el

248 Pensamiento que se encuentra ya en Séneca. Se trata, probablemente, de un elogio tópico del buen Príncipe. Cfr.
Séneca, Sobre la clemencia, 1, 13, 5: “De él (.i. del buen Príncipe) los hombres dicen lo mismo en privado que en público”.
249 Se cree que tanto este capítulo como el siguiente fueron probablemente añadidos durante la ampliación del discurso

original con motivo de la publicación de la obra.


250 Sabemos por Tácito que se convirtió en costumbre que los actores (con seguridad los pantomimos) representasen en

escena los discursos de los mejores oradores, cfr. su Diálogo sobre los oradores, 26, 3: “Y lo que ni debería oírse: la mayoría
(sc. de los oradores) se jacta, como motivo de fama y gloria e indicio de su talento, de que sus discursos se canten y se
bailen. De aquí proviene aquella expresión desagradable y ofensiva, pero muy extendida, de que «nuestros oradores
hablan melosamente, nuestros comediantes bailan con elocuencia»”.
[4] De ampliando numero gladiatorum, tumo de intervenir251. [4] Discutíamos sobre la
aut de instituendo collegio fabrorum ampliación del número de los gladiadores252 o la
consulebamur: et quasi prolatis imperii creación de un colegio de especialistas253, y como si
finibus nunc ingentes arcus, quisiésemos celebrar la ampliación de los límites del
excessurosque templorum fastigium Imperio, dedicábamos a los Césares ora inmensos
titulos, nunc menses etiam, nec hos arcos254 e inscripciones honoríficas que no cabrían en
singulos, nomini Caesarum dicabamus. los frontones de los templos, ora incluso el nombre de
Patiebantur illi, et, quasi meruissent, un mes, y con frecuencia de más de uno255. Ellos lo
laetabantur. permitían y se felicitaban por ello, como si hubiesen
[5] At nunc quis nostrum, tanquam merecido honores semejantes. [5] Mientras que ahora,
oblitus eius, de quo refertur, censendi ¿quién de nosotros, como si hubiese olvidado el asunto
officium principis honore consumit? sobre el que se delibera, consume su tumo de
Tuae moderationis laus haec constantia intervención en elogiar al Príncipe? Este mérito se debe
nostra: tibi obsequimur, quod in curiam a tu modestia, no a nuestra firmeza, pues cedemos ante
non ad certamen adulationum, sed ad tu voluntad cuando nos reunimos en la curia no con la
usum munusque iustitiae convenimus, intención de participar en una competición de
hanc simplicitati tuae veritatique gratiam adulaciones, sino con la de aplicar las leyes y
relaturi, ut te, quae vis, velle, quae non administrar justicia, en la idea de que éste es el mejor
vis, nolle credamus. agradecimiento que podemos mostrarte por tu
sencillez y tu franqueza: creer que quieres lo que dices
que quieres, y que no quieres lo que dices que no
[6] Incipimus inde, desinimus ibi, a quo quieres. [6] Así, iniciamos y concluimos nuestros
incipi, in quo desini sub alio principe non discursos con unos comienzos y unos finales que no
posset. Nam plerosque ex decretis serían posibles bajo otro Príncipe256. En efecto, hubo

251 Un ejemplo de ello nos es transmitido por Tácito, Anales, 4, 74, 1-2 (a propósito del Principado de Tiberio): “Tampoco
el Senado se preocupó de si en regiones extremas se deshonraba al Imperio: el miedo por los asuntos de dentro había
ocupado los espíritus, y se le buscaba remedio en la adulación. Y así, aunque se los consultaba sobre asuntos diversos, los
senadores decretaron un altar a la Clemencia y otro a la Amistad, y a uno y otro lado estatuas de Tiberio y de Sejano”.
252 Ello dependía, naturalmente, de la situación de las finanzas del Estado. Cfr., por ejemplo, Suetonio, Tiberio, 34, 1:

“Redujo (sc. Tiberio) los gastos que ocasionaban los juegos y espectáculos recortando el salario de los actores y limitando a
un número determinado las parejas de gladiadores”.
253 Sobre la creación o no de un colegio de este tipo en Nicomedia escribe Plinio a Trajano en su epist. 10, 33, 3.

254 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 13, 2: “Levantó (sc. Domiciano) en las diversas regiones de Roma tal

cantidad de pasajes abovedados y arcos enormes rematados por cuadrigas e insignias de sus triunfos que en uno de ellos
apareció inscrito en griego: «¡Basta!»”. A uno de estos arcos se refiere Marcial, 8, 65, 7-12: “Un segundo presente atestigua
también la importancia del lugar: se alza allí un arco sagrado y conmemora la victoria sobre los pueblos sometidos. Aquí
dos carros son tirados por numerosos elefantes y el propio César, en oro, se basta para gobernar los enormes yugos. Esta
puerta, Germánico, es digna de tus triunfos; conviene que la ciudad de Marte tenga estas entradas”.
255 Al menos: Calígula, Nerón y Domiciano. Calígula, en el 37, dio el nombre de su padre, Germánico, al mes de

septiembre, véase Suetonio, Calígula, 15, 2: “En memoria de su padre llamó (sc. Calígula) Germánico al mes de
septiembre”. Nerón, en el 65, dio su propio nombre a abril, el de Claudio a mayo y el de Germánico a junio, éstos dos
últimos no en honor a su padre adoptivo, el emperador Claudio, y a su abuelo, el padre de Calígula, sino en referencia a
su propio nombre: Nerón Claudio Druso Germánico, véase Tácito, Anales, 16, 12, 2: “Además, a los meses inmediatos al
de abril, también llamado neronio, se le cambian los nombres, tomando mayo el de Claudio y junio el de Germánico”; y
Suetonio, Nerón, 55; “Sentía ansias de inmortalidad (sc. Nerón), de alcanzar una fama perdurable... Ésta lo impulsó a
quitar a muchas cosas y lugares su antigua denominación, para darles una nueva derivada de su nombre, y a llamar
Neróneo al mes de abril...” (cfr. asimismo Tácito, Anales, 15, 74, 1). En fin, Domiciano, en el 86, dio el nombre de
Germánico (por su propio título como vencedor de los germanos) a septiembre y el de Domiciano a octubre, véase
Suetonio, Domiciano, 13, 3; “Por otra parte, después de sus dos triunfos tomó (sc. Domiciano) el sobrenombre de
Germánico y cambió los nombres de los meses de septiembre y octubre por los suyos de Germánico y Domiciano, porque
en el primero había asumido el Imperio y el segundo era el mes de su nacimiento”.
256 Porque en el pasado, los senadores debían comenzar y finalizar sus intervenciones con un elogio del emperador.
honoribus et alii non receperunt; nemo también otros Príncipes que rechazaron muchos
ante tantus fuit, ut crederetur noluisse honores decretados por el Senado, pero ninguno en el
decerni. pasado fue tan grande que se creyese que no quería
[7] Quod ego titulis omnibus speciosius que le fuesen decretados. [7] A mi juicio, esto es más
reor, quando non trabibus aut saxis hermoso que cualquier inscripción honorífica, pues tu
nomen tuum, sed monumentis aeternae nombre no queda grabado sobre arquitrabes ni bloques
laudis inciditur. de piedra, sino en escritos que te proporcionarán una
gloria inmortal257.

LV Trajano sólo acepta honores discretos, sabedor de que la verdadera gloria reside en un
renombre de bondad.
[55, 1] Ibit in secula, fuisse principem, cui [55, 1] 258 Se transmitirá por los siglos de los siglos que
florenti et incolumi, nunquam nisi modici hubo un Príncipe a quien en pleno apogeo de su poder
honores, saepius nulli decernerentur. y de su vigor nunca se le decretaron sino honores muy
modestos, y con mucha mayor frecuencia ninguno en
[2] Et sane, si velimus cum priorum absoluto. [2] Ciertamente, si quisiésemos rivalizar con
temporum necessitate certare, vincemur: la tiranía de los tiempos precedentes, seríamos
ingeniosior est enim ad excogitandum vencidos, pues a la hora de proponer honores la
simulatio veritate, servitus libertate, simulación posee una imaginación más fértil que la
metus amore. franqueza, la esclavitud que la libertad, el miedo que el
[3] Simul quum iampridem novitas amor. [3] Al mismo tiempo, como ya con anterioridad a
omnis adulatione consumpta sit, non nuestra época la adulación agotó cualquier nuevo
alius erga te novus honor superest, quam hallazgo en este terreno, no nos queda ningún otro
si aliquando de te tacere audeamus. honor inusitado que podamos ofrecerte salvo el de
atrevemos de vez en cuando a guardar silencio en
[4] Age, si quando pietas nostra silentium tomo a tu persona. [4] Pero he aquí que, si de pronto
rupit, et verecundiam tuam vicit, quae nuestra devoción hacia ti rompe el silencio y consigue
qualiaque decernimus nos, tu non vencer tu modestia, ¡qué clase de honores te
recusas! ut appareat, non superbia et decretamos y tú no rechazas!, ¡cómo resulta entonces
fastidio te amplissimos honores evidente que no rehúsas los más amplios honores por
repudiare, qui minores non dedigneris. soberbia o desdén, puesto que no desprecias los más
[5] Pulchrius hoc, Caesar, quam si humildes! [5] Esto es más hermoso, César, que si los
recusares omnes: nam recusare omnes, rechazases todos, pues rechazar cualquier tipo de
ambitionis; moderationis est, eligere honores es signo de arrogancia, la verdadera modestia
parcissimos. Quo temperamento et nobis consiste en elegir los más sencillos. Optando por esta
et aerario consulis: nobis quidem, quod vía intermedia, <miras por> nuestros intereses y por los
omni liberas suspicione; aerario autem, del tesoro público: <por los nuestros, porque...; y por
quod sumptibus eius adhibes modum, ut los del tesoro público259, porque limitas sus gastos,
qui exhaustum non sis innocentium pues, en el caso de que se quede sin fondos, no tienes

257Plinio piensa, sin duda, aquí en su propio Panegírico, al hablar de estos escritos inmortales.
258 Este capítulo, que no es sino una ampliación del precedente, es considerado por algún estudioso como una adición
producto de la reelaboración de la obra con vistas a su publicación.
259 Lassandro, siguiendo en ello a Mynors, defiende la existencia de una laguna en este pasaje. En mi traducción, incluyo

entre corchetes angulares los términos que faltan en el texto, pero que parece que pueden restituirse de acuerdo con el
sentido general de la frase. Advierto, no obstante, que frente a estos dos editores, en las otras ediciones que he consultado
se opta por completar el pasaje de acuerdo con una adición presente en uno de los códices que transmiten el Panegírico.
Según esta adición, el texto quedaría como sigue: “Optando por esta vía intermedia, miras por nuestros intereses y por
los del tesoro público: por los nuestros, porque nos liberas de cualquier sospecha de ingratitud, y por los del tesoro
público, porque limitas sus gastos...”.
bonis repleturus. la intención de llenarlo de nuevo con los bienes de
[6] Stant igitur effigies tuae, quales olim ciudadanos inocentes260. [6] Así pues, están en pie tus
ob egregia in rempublicam merita efigies, semejantes a aquellas que en otro tiempo se
privatis dicabantur. Visuntur eadem e dedicaban a los ciudadanos particulares que habían
materia Caesaris statuae, qua Brutorum, prestado ilustres servicios al Estado, y se ven estatuas
qua Camillorum. del César labradas con los mismos materiales con que
se labraron las de los Brutos y las de los Camilos261.
[7] Nec discrepat caussa. Illi enim reges [7] Y también la razón es la misma: en efecto, aquellos
hostemque victorem moenibus grandes hombres expulsaron de nuestras murallas a
depulerunt: hic regnum ipsum, quaeque los reyes y al enemigo victorioso, el César aparta y aleja
alia captivitas gignit, arcet ac submovet; de nosotros el propio reinado y todos aquellos otros
sedemque obtinet principis, ne sit males que engendra la cautividad, y detenta el poder
domino locus. del Príncipe para no dar ocasión a que exista un tirano.
[8] Ac mihi, intuenti sapientiam tuam, [8] Por lo que a mí respecta, cuando me paro a
minus mirum videtur, quod mortales contemplar tu sabiduría, me parece menos admirable
istos caducosque titulos, aut depreceris, el que rehúses o moderes esos títulos efímeros y
aut temperes. Scis enim, ubi vera perecederos, pues sabes en qué reside la verdadera
principis, ubi sempiterna sit gloria: ubi gloria de un Príncipe, en qué reside su gloria inmortal.
sint honores, in quos nihil flammis, nihil Se trata de esos honores contra los que nada pueden las
senectuti, nihil successoribus liceat. llamas, ni el paso del tiempo ni los sucesores.
[9] Arcus enim et statuas, aras etiam [9] Ciertamente, los arcos y las estatuas, los altares
templaque demolitur et obscurat oblivio, incluso y los templos los destruye y los cubre de
negligit carpitque posteritas: contra, sombras el olvido262, y los menosprecia y los censura la
contemptor ambitionis, et infinitae posteridad; por el contrario, el espíritu que desprecia
potestatis domitor ac frenator animus los honores excesivos y sabe dominarse y moderarse en
ipsa vetustate florescit, nec ab ullis magis el ejercicio de un poder ilimitado, con el decurso de los
laudatur, quam quibus minime necesse años adquiere un gran brillo y nadie lo elogia más que
est. Praeterea, ut quisque factus est aquellos que ya no tienen ninguna necesidad de
princeps, extemplo fama eius, incertum hacerlo. Y además, cuando alguien se convierte en
bona an mala, ceterum aeterna est. Príncipe, de inmediato se asegura un renombre que
puede ser bueno o malo, pero que desde luego será
[10] Non ergo perpetua principi fama inmortal. [10] Por consiguiente, el Príncipe debe desear
quae invitum manet, sed bona no un renombre inmortal, pues éste perdurará incluso
concupiscenda est: ea porro non a su pesar, sino un renombre de bondad, y éste se
imaginibus et statuis, sed virtute ac transmite a la posteridad no por medio de imágenes y
meritis prorogatur. [11] Quin etiam de estatuas, sino por medio de la virtud y de los
leviora haec, formam principis méritos. [11] E incluso esas cualidades secundarias

260 Tema desarrollado con anterioridad en el cap. 36.


261 Esto es, labradas en bronce, por oposición a las de oro y plata de Domiciano. Trajano es comparado a los dos mayores
símbolos de la libertad republicana en Roma: Lucio Junio Bruto, que expulsó al último rey de Roma y fue el primer
cónsul de la República, y Marco Furio Camilo, considerado el segundo fundador de la ciudad por su victoria sobre los
galos a finales del siglo IV a.C.
262 Idea propia de la filosofía estoica, cfr. Cicerón, Discurso por el regreso de M. Marcelo, 11-12 (Cicerón se dirige a Julio

César): “... tú eres a la vez el general y el soldado responsable de esta gesta, tan insigne que el tiempo hará desaparecer
tus trofeos y monumentos —pues no existe nada, hecho por la mano del hombre, que el paso del tiempo no consuma o
destruya—, pero tu justicia y bondad resplandecerán cada día más”; Séneca, Sobre la brevedad de la vida, 15, 4: “Honores,
monumentos, todo lo que la ambición ha ordenado con decretos o ha elevado con su esfuerzo, se desploma rápidamente,
nada deja de demoler y transformar la prolongada vejez. En cambio, no puede dañar aquello que consagró la sabiduría:
ninguna edad acabará con ella, ninguna le quitará nada...”.
figuramque, non aurum melius, vel como la belleza y la apariencia del Príncipe, no las
argentum, quam favor hominum expresan ni las conservan mejor el oro o la plata que el
exprimat teneatque. Quod quidem amor de los hombres. Tú cuentas amplia y largamente
prolixe tibi cumulateque contingit, cuius con el afecto de tus ciudadanos, y tu alegre aspecto y tu
laetissima facies et amabilis vultus in afable rostro están presentes en todo momento en los
omnium civium ore, oculis, animo sedet. labios, en los ojos y en los corazones de todos ellos.

IV. El tercer consulado de Trajano el año 100: caps. 56-79.


IV. A. La modestia de Trajano a la hora de aceptar un tercer consulado: caps. 56-62.

LVI El segundo consulado de Trajano, ejercido en medio de los bárbaros del Norte.
[56, 1] Adnotasse vos credo, Patres [56, 1] 263 Supongo, padres conscriptos, que hace ya
Conscripti, iamdudum me non eligere, tiempo que os habéis dado cuenta de que no elijo
quae referam: propositum est enim mihi, cuidadosamente los distintos contenidos de mi
principem laudare, non principis facta. discurso. Me he propuesto, en efecto, hacer un elogio
Nam laudabilia multa etiam mali faciunt; del Príncipe, no de sus acciones, pues incluso los malos
ipse laudari, nisi optimus, non potest. Príncipes realizan muchas acciones dignas de elogio,
Quare non alia maior, imperator auguste, pero sólo un Príncipe excelente puede ser elogiado él
gloria tua, quam quod agentibus tibi por sí mismo. Por ello, venerable Emperador, tu mayor
gratias nihil velandum est, nihil gloria es que los oradores que pronuncian discursos de
omittendum est. agradecimiento a tu persona no deben ocultar ni omitir
[2] Quid est enim in principatu tuo, quod nada. [2] ¿Qué hay, en efecto, en tu Principado que el
cuiusquam praedicatio vel transsilire vel elogio de un orador deba pasar por alto o dejar a un
praetervehi debeat? Quod momentum, lado? ¿Qué momento de tu gobierno, es más, qué
quod immo temporis punctum, aut instante del mismo no ha producido algún beneficio o
beneficio sterile, aut vacuum laude? no contiene alguna actuación digna de alabanza? ¿No
Nonne omnia eiusmodi, ut is optime te son todos tus actos de tal naturaleza que parece que te
laudasse videatur, qui narraverit ha dedicado un excelente elogio aquel orador que los
fidelissime? Quo fit, ut prope in ha narrado con la mayor fidelidad? Ocurre por ello que
immensum diffundatur oratio mea: et mi discurso se extiende casi interminablemente y
necdum de biennio loquor. apenas me ocupo de un periodo de dos años264.
[3] Quam multa dixi de moderatione, et [3] ¡Cuánto he hablado ya de tu moderación, y cuánto
quanto plura adhuc restant! ut illud, me queda aún por decir!265. Como, por ejemplo, el que
quod secundum consulatum recepisti, aceptaste el segundo consulado porque te lo otorgaba
quia princeps et pater deferebat. At el Príncipe, que por añadidura era tu padre266, pero
postquam ad te imperii summam, et después de que los dioses depositaron en tus manos el
quum omnium rerum, tum etiam tui poder supremo sobre el Imperio y, en consecuencia, no

263 Los dos primeros parágrafos de este capítulo no desarrollan sino tópicos propios del encomio y, en consecuencia, se
cree que se trata probablemente de una ampliación más del discurso realmente pronunciado.
264 Este periodo comprendería desde la muerte de Nerva y el comienzo del Principado de Trajano, el 28 de enero del 98, al

1 de enero del 100, en que aquél desempeñó su tercer consulado, del que aún no se ha ocupado Plinio en su discurso,
pero que constituye el contenido de esta nueva parte del Panegírico.
265 El elogio de la moderación es uno de los tópicos del encomio. Aquí, permite introducir a Plinio el tema del tercer

consulado de Trajano a modo de ejemplo de esta virtud.


266 El segundo consulado de Trajano comenzó el 1 de enero del año 98, siendo el propio Príncipe, el emperador Nerva, su

colega en la magistratura. A mediados de enero (sin duda, coincidiendo con los idus del mes, el día 13) Gneo Domicio
Tulo reemplazó a Nerva como colega de Trajano en el consulado, y en febrero (sin duda, en las calendas del nuevo mes,
el día 1) S. Julio Frontino reemplazó, a su vez, a Domicio Tulo como colega del nuevo emperador, pues Nerva había
fallecido durante la noche del 27 al 28 de enero.
potestatem dii transtulerunt; tertium sólo el gobierno del mundo entero, sino también de tu
consulatum recusasti, quum agere tam propia vida, rehusaste el tercer consulado, aunque
bonum consulem posses. habrías podido ser un cónsul excelente267.
[4] Magnum est, differre honorem: [4] Es hermoso rechazar un honor, pero más hermoso
gloriam, maius. Gestum consulatum rechazar la gloria. ¿Sobre qué consulado he de expresar
mirer, an non receptum? gestum non in con preferencia mi admiración: sobre el que
hoc urbis otio, et intimo sinu pacis; sed desempeñaste o sobre el que rehusaste? Desempeñaste
iuxta barbaras gentes: ut illi solebant, tu segundo consulado no en la tranquilidad de Roma
quibus erat moris paludamento mutare ni en el protector regazo de la paz, sino frente a tribus
praetextam, ignotasque terras victoria de bárbaros, como solían hacer aquellos grandes
sequi. hombres de nuestro pasado que tenían por costumbre
cambiar la toga pretexta por el manto de general y
llevar victorioso el nombre de Roma hasta las regiones
[5] Pulchrum imperio, gloriosum tibi, más recónditas. [5] ¡Qué honroso para el Imperio, qué
quum te socii atque amici, sua in patria, glorioso para ti el que los aliados y los amigos de Roma
suis in sedibus adierunt. [6] Decora facies acudiesen a presentarte sus reclamaciones en sus
consulis: multa post secula tribunal viridi propias patrias, en sus propios hogares! [6] ¡Qué
cespite exstructum, nec fascium tantum, grandioso espectáculo que después de tantos siglos la
sed pilorum signorumque honore tribuna del cónsul se levantase de nuevo sobre un
circumdatum. montículo de verde césped, y que no sólo le rindiesen
honor a su alrededor las fasces, sino también las lanzas
Augebant maiestatem praesidentis, y los estandartes de nuestro ejército! Aumentaban la
diversi postulantium habitus, ac dissonae majestad del que presidía todo aquello la diversidad de
voces, raraque sine interprete oratio. los atuendos de los que reclamaban justicia, la
variedad de sus lenguas y las raras ocasiones en que
los discursos no requerían la intervención de un
[7] Magnificum est, civibus iura; quid, intérprete. [7] ¡Ya es algo ilustre administrar justicia
hostibus reddere? speciosum, certam fori entre los ciudadanos, pero cuánto más lo es
partem; quid, immanes campos sella administrarla entre los enemigos de la patria! ¡Es
curuli victorisque vestigio premere? hermoso sentarse en la silla curul en la segura paz del
imminere minacibus ripis tutum foro, pero cuánto más lo es sentarse en ella sobre las
quietumque; quid, spernere barbaros huellas de nuestras victorias en campos habitados por
fremitus, hostilemque terrorem non tribus salvajes, acampar tranquilo y libre de inquietud
armorum magis, quam togarum, junto a riberas amenazantes, despreciar los gritos de
ostentatione compescere? los bárbaros y contener el temor que puedan causar los
enemigos en nuestros aliados dejando ver no sólo
nuestras armas sino también nuestras togas!268 [8] Y así,
[8] Itaque non te apud imagines, sed todos te saludaban con gritos de “General Victorioso”,
ipsum praesentem audientemque dirigiéndose no a tus efigies269, sino a ti mismo, que
consalutabant imperatorem: nomenque, estabas allí presente y los oías, y el honor que otros

267 Era costumbre que el primer mes de enero de su gobierno los Príncipes ejerciesen el consulado para dar así su nombre
al año en su calidad de cónsules ordinarios. En consecuencia, se habría esperado de Trajano que reservase para sí el
consulado de enero del 99. Sin embargo, no ejerció nuevamente como cónsul hasta enero del año 100, fecha de su tercer
consulado, eligiendo de nuevo como colega a S. Julio Frontino (véase nota precedente).
268 Posiblemente Plinio tiene aquí en mente la famosa expresión de Cicerón: “Cedan las armas ante la toga”, la primera

parte de un verso de un poema hoy perdido que el propio Cicerón escribió en honor de su consulado del año 63 a.C. El
verso completo habría sido: “Cedan las armas ante la toga, ceda con ellas la corona de laurel ante la gloria civil”.
269 Los medallones que representaban el busto del emperador y que se sujetaban de las enseñas de las cohortes pretorias

de las legiones, a los que Plinio se refiere al comienzo de su discurso en el cap. 10, 3.
quod alii domitis hostibus, tu contemptis habían merecido por haber derrotado a los enemigos,
merebare. tú lo mereciste por despreciarlos.

LVII El anterior rechazo de Trajano a desempeñar un tercer consulado.


[57, 1] Haec laus acti consulatus; illa [57, 1] Hasta aquí el elogio del consulado que
dilati, quod adhuc initio principatus, ut desempeñaste. Viene ahora el de aquel que rehusaste,
iam excusatus honoribus et expletus, pues, cuando aún te encontrabas al inicio de tu
consulatum recusasti: quem novi Principado, como si ya estuvieses hastiado y cansado
imperatores destinatum aliis, in se de tantos honores, rechazaste el consulado que los
transferebant. nuevos emperadores se quedaban para sí mismos,
[2] Fuit etiam, qui in principatus sui fine aunque estuviese destinado a otros270. [2] Hubo incluso
consulatum, quem dederat ipse, magna quien en los últimos días de su Principado quitó y
ex parte iam gestum, extorqueret et arrebató a otros el consulado que él mismo les había
raperet. Hoc ergo honore, quem et concedido y que ya había sido desempeñado en su
incipientes principes et desinentes adeo mayor parte271. Así pues, ese honor que los Príncipes
concupiscunt, ut auferant, tu, otioso ac tanto al comienzo como al final de su gobierno ansían
vacante, privatis cessisti. para sí hasta el punto de privar a otros de él, tú, pese a
que no tenía titular ni estaba designado a nadie, lo
[3] Invidiosusne erat aut tibi tertius cediste a unos ciudadanos particulares. [3] ¿Temiste
consulatus, aut principi primus? Nam que el pueblo viese con malos ojos que desempeñases
secundum imperator quidem, sub tu tercer consulado, o que, como Príncipe,
imperatore tamen, inisti: nihilque desempeñases el primero de ellos? Ciertamente, tu
imputari in eo vel honori potest, vel segundo consulado lo ejerciste ya como emperador,
exemplo, nisi obsequium. pero no obstante, bajo el gobierno de otro emperador, y
lo único que puedes encontrar en él como título de
honor para ti y ejemplo digno de imitación para los
[4] Ita vero, quae civitas quinquies, atque demás es tu obediencia. [4] ¿Y entonces, en esa misma
etiam sexies, consules vidit, non illos, qui ciudad que vio ejercer su quinto e incluso su sexto
exspirante iam libertate per vim ac consulado no sólo a aquellos que en los tiempos en los
tumultum creabantur, sed quibus que la libertad se hallaba ya agonizante eran elevados a
sepositis et absentibus, in rura sua semejante dignidad por medio de violencias y
consulatus ferebantur: in hac civitate desórdenes272, sino también a aquellos otros a los que,
tertium consulatum princeps generis pese a encontrarse lejos de Roma, entregados al cultivo
humani, ut praegravem, recusasti? de sus tierras, se les llevaba el consulado hasta su
retiro273, en ella tú, el primero entre todos los hombres,

270 Los cónsules sufectos eran designados anualmente, como muy tarde, el 9 de enero. Así pues, a partir de esa fecha
todos los consulados quedaban ya atribuidos para el año en curso. Por ello, como cortesía hacia los cónsules designados
de ese año, los emperadores aguardaban hasta el comienzo del nuevo año para ejercer el consulado. No obstante, hubo
ejemplos de lo contrario, tal y como Plinio señala en su discurso. Así, Tiberio murió el 16 de marzo del 37 y Calígula se
reservó poco después el consulado de julio de ese mismo año, arrebatándoselo, sin duda, a un cónsul designado a
comienzos de año.
271 Alusión a Nerón, quien en la primavera del año 68, poco después de la sublevación en las Galias de Julio Víndex,

gobernador de la Galia Lugdunense, depuso a los cónsules en ejercicio para asumir él mismo el consulado, cfr. Suetonio,
Nerón, 43,2: juzgando necesaria una expedición (sc, para luchar contra J. Vindex en las Galios), depuso a los cónsules antes
del término previsto, y ocupó su lugar asumiendo él solo el consulado so pretexto de que, según las disposiciones de los
hados, las Galias no podían ser sometidas más que por un cónsul”.
272 Plinio piensa aquí quizás en Gayo Mario y en Julio César, siete veces cónsul el primero y cinco el segundo.

273 Un par de ejemplos de este tipo son citados por Valerio Máximo, 4, 4, 5 (a propósito probablemente de Gayo Atilio

Régulo, cónsul en 257 y 250 a.C.): “A Atilio, sin embargo, lo vieron sembrando quienes habían sido enviados por el
Senado a llamarlo para que asumiera el poder supremo del pueblo romano”, y 4, 4, 7 (a propósito de L. Quincio
rehusaste el tercer consulado como si fuese a resultar
[5] Tantone Papyriis etiam et Quinctiis odioso a los ciudadanos? [5] ¿En tanto aventaja tu
moderatior Augustus, et Caesar, et Pater modestia incluso a la de los Papirios y los Quincios,
patriae? At illos respublica ciebat. Quid? pese a que eres Emperador Augusto, César y Padre de
te non eadem respublica? non senatus? la Patria? Pero a aquellos grandes hombres, me obje-
non consulatus ipse? qui sibi tuis tarás, los llamaba en su ayuda el Estado. ¿Cómo?, ¿no
humeris attolli et augescere videtur? te llama también a ti en su ayuda ese mismo Estado274,
no te llama en su ayuda el Senado, no lo hace incluso el
propio consulado, que parece crecer en dignidad y
adquirir una nueva grandeza sobre tus hombros?`

LVIII El rechazo de Trajano fue buena prueba de su magnanimidad, modestia y bondad.


[58, 1] Non te ad exemplar eius voco, qui [58, 1] 275 No pretendo ponerte como modelo a aquel
continuis consulatibus fecerat longum que, acumulando sucesivos consulados, llegó a
quendam et sine discrimine annum: his completar un año entero sin interrupción276, te pongo
te confero, quos certum est, quoties como ejemplo a aquellos de los que sabemos con toda
consules fuerunt, non sibi praestitisse. seguridad que, cuantas veces fueron cónsules, no lo
Erat in senatu ter consul, quum tu fueron por su propio deseo. Había además en el
tertium consulatum recusabas. Senado un senador que había sido tres veces cónsul
cuando tú rehusaste tu tercer consulado277.
[2] Onerosum nescio quid verecundiae [2] Sin embargo, nuestro consenso había exigido una
tuae consensus noster indixerat, ut especie de penoso sacrificio a tu pudor al proponer que
princeps toties consul esses, quoties tú, el Príncipe, fueses cónsul en tantas ocasiones como

Cincinato, cónsul sufecto el 460 a.C. y dictador los años 458 y 439 a.C.): “De igual magnitud fueron los latifundios de
Lucio Quincio Cincinato: tuvo siete yugadas de tierra, de las que perdió tres en concepto de un pago que entregó al erario
para ayudar a un amigo... Y, sin embargo, a pesar de trabajar las cuatro yugadas restantes, no sólo conservó la dignidad
de su familia, sino que además le fue ofrecida la dictadura”. Sobre L. Quincio Cincinato, cfr. asimismo el emotivo relato
de Tito Livio, 3, 26, 7-10: “Merece la pena que presten atención los que menosprecian todo lo humano, a excepción de las
riquezas, y creen que no hay cabida para un gran honor ni para el valor, a no ser allí donde las riquezas corren a
raudales. Lucio Quincio, única esperanza del Imperio del pueblo romano, cultivaba al otro lado del Tíber... un campo de
cuatro yugadas llamado en la actualidad «Prado de Quincio». Allí estaba cavando un hoyo, hincando con todas sus
fuerzas la azada o bien arando... una delegación, después del intercambio de saludos, le rogó que, para bien suyo y del
Estado, vistiese la toga para escuchar las instrucciones del Senado... Tan pronto como se acercó vestido con ella después
de limpiarse el polvo y el sudor, los legados lo saludan como dictador felicitándolo, le dicen que vaya a la ciudad y lo
informan del pánico que reina en el ejército...”.
274 Plinio deja entender que en Roma bajo el Principado de Trajano existe la misma libertad que existía en los tiempos de

la República primitiva, de ahí que el Estado romano sea el mismo en una y otra época.
275 Se advierten en este capítulo nuevas pruebas de reelaboración del discurso: por un lado, la nueva comparación del

Príncipe actual con el precedente (Trajano con Domiciano; el hecho de que Nerva hubiese sido un buen Príncipe impedía
desarrollar el mismo tipo de comparación); por otro, el tema de la nobleza del linaje del elogiado. Tópicos ambos del
encomio.
276 Naturalmente, Domiciano, que fue 17 veces cónsul: 6 en tiempos de Vespasiano, 1 en tiempos de Tito en el 80, y las

restantes durante su Principado: 7 veces ininterrumpidamente durante los años 82-88, y otras 3 en 90, 92 y 95. De hecho,
el 84 el Senado lo nombró cónsul por diez años, quedando interrumpida esta serie de consulados sucesivos el 89. Cfr.
Suetonio, Domiciano, 13, 3: “Asumió (sc. Domiciano) diecisiete consulados, superando en el número a todos sus
predecesores; los siete centrales fueron consecutivos, pero casi todos los ejerció sólo nominalmente, ninguno más allá de
las calendas de mayo, y la mayoría sólo hasta los idus de enero”. El testimonio de Suetonio permite deducir que
Domiciano se reservaba para sí el consulado de enero únicamente para dar nombre al año, como era costumbre. Por ello,
al poco tiempo, a veces incluso a los pocos días, renunciaba al cargo. En ello, sin embargo, Domiciano no hacía sino imitar
una costumbre de otros emperadores como su padre Vespasiano o Calígula.
277 La identificación de este senador no es segura. Se cree que podría tratarse de Fabricio Veyentón (véase Apéndice 1),

tres veces cónsul sufecto los años 72, 80 y (probablemente) 83, si bien, no se sabe si aún vivía en el 99.
senator tuus: nimia modestia istud, etiam uno de tus senadores. Incluso como simple particular
privatus, recusasses. habrías mostrado una excesiva modestia al rechazar
[3] An consularis viri triumphalisque semejante dignidad. [3] ¿Acaso el hijo de un varón de
filius, quum tertio consul creatur, rango consular y honrado asimismo con las insignias
adscendit? non debitum hoc illi? non vel honorarias del triunfo, al ser elegido cónsul por tercera
sola generis claritate promeritum? vez, se ve enaltecido? ¿No es eso algo que se le debe?,
Contigit ergo privatis aperire annum, ¿no es algo que merece aunque sólo sea por la
fastosque reserare: et hoc quoque distinción de su linaje?278 Sea como fuere, recayó sobre
redditae libertatis indicium fuit, quod unos ciudadanos particulares inaugurar el año y
consul alius, quam Caesar, esset. Sic encabezar los fastos279, y fue también una clara muestra
exactis regibus coepit liber annus: sic del restablecimiento de la libertad el hecho de que
olim servitus pulsa, privata fastis nomina fuese otro el cónsul y no el César. Así comenzó el año
induxit. libre, cuando fueron expulsados los reyes280, así en otro
tiempo la finalización de nuestra esclavitud introdujo
los nombres de ciudadanos particulares en los fastos.
[4] Miseros ambitionis, qui ita consules [4] ¡Pobres desgraciados, enfermos de arrogancia,
semper, ut semper principes erant! aquellos que deseaban ejercer siempre el consulado al
Quamquam non ambitio magis, quam mismo tiempo que ejercían siempre el Principado!
livor et malignitas videri potest, omnes Aunque puede considerarse no tanto arrogancia como
annos possidere, summumque illud envidia y maldad el hecho de apoderarse todos los
purpurae decus non nisi praecerptum años del consulado y no transmitir a los demás esta
praefloratumque transmittere. máxima dignidad de la púrpura sino ya ajada y
marchita281.
[5] Tuam vero magnanimitatem, an [5] Pero no sé si he de admirar más tu magnanimidad,
modestiam, an benignitatem prius mirer? tu modestia o tu bondad: tu magnanimidad por
Magnanimitas fuit, expetito semper renunciar a un honor que siempre había sido tan
honore abstinere; modestia, cedere; deseado en el pasado, tu modestia por cederlo a otros,
benignitas, per alios frui. o tu bondad por disfrutar de él en la persona de otros.

278 Pensamiento propio del patriciado romano. La justificación del mismo puede leerse en Séneca, De los beneficios, 4, 30, 1:
“No negaré que alguna vez tendré que dar ciertas cosas aun a los indignos por respeto a otras personas, como por
ejemplo en la pretensión de honores, en que la razón de nobleza hace que sean preferidos ciertos hombres infames a otros
más capacitados, pero de reciente abolorio (.i. abolengo) y no sin razón, porque sagrada es la memoria de las grandes
virtudes y es bien quisto que los buenos sean muchos si el mérito de los buenos con ellos no fenece”.
279 Fueron cónsules ordinarios el 99 Aulo Cornelio Palma Frontoniano y Quinto Sosio Seneción. Sobre éste último, véase

Apéndice 1. En cuanto a A. Cornelio Palma, fue gobernador de Hispania Citerior hacia 101, gobernador de Siria hacia
104/5-108, anexionando en 105-106 Arabia como nueva provincia romana, por lo que mereció las insignias honorarios del
triunfo y una estatua ecuestre en el Foro de Augusto. Seguidamente, fue de nuevo cónsul ordinario el 109. A finales del
Principado de Trajano, Cornelio Palma resultó sospechoso al emperador de aspirar a alcanzar el Imperio. Ello explicaría
probablemente el que Adriano lo condenase a muerte al comienzo de su gobierno.
280 Según la tradición, el último rey habría sido Tarquinio el Soberbio (534-510 a.C.), expulsado de Roma el año 510 por

Lucio Junio Bruto, quien se habría convertido al año siguiente en el primero de los cónsules de la República romana.
281 Parece que en época imperial, al menos desde finales del siglo I d.C., tal y como se deduce de este pasaje de Plinio, la

ceremonia de entrada en el cargo de los nuevos cónsules se asemejó a la de la celebración del triunfo de los generales
victoriosos. Ese día, los nuevos cónsules acudían al Capitolio a ofrecer un solemne sacrificio a Júpiter haciendo votos por
la prosperidad del Imperio. A lo largo de su recorrido por la ciudad hasta el Capitolio, los nuevos cónsules, montados
sobre una cuadriga dorada, iban precedidos por lictores con fasces adornadas con laureles y vestían una toga púrpura
(diferente de la pretexta, que no distinguía a los cónsules de los restantes magistrados).
LIX Las razones que obligaban a Trajano a aceptar el tercer consulado.
[59, 1] Sed iam tempus est, te ipsi [59, 1] Pero ha llegado ya el momento de que, aun
consulatui praestare, ut maiorem eum contra tu voluntad, te otorgues a ti mismo al consulado
suscipiendo gerendoque augustiorem para así engrandecerlo mediante su aceptación y su
facias. Nam saepius recursare, ambiguam ejercicio. En efecto, el rechazarlo con frecuencia puede
ac potius illam interpretationem habet, dar origen a diversas interpretaciones, pero, sobre
tanquam minorem putes. Tu quidem ut todo, a que se crea que lo consideras un honor de poco
maximum recusasti; sed hoc persuadere valor. Ciertamente, tú lo rehusaste por considerarlo un
nemini poteris, nisi aliquando et non honor extraordinario, pero no podrás convencer a
recusa veris. nadie de ello a menos que en alguna ocasión no lo
[2] Quum arcus, quum tropaea, quum rehúses. [2] 282 Cuando te opones a la construcción en tu
statuas deprecaris: tribuenda est honor de arcos, monumentos de la victoria o estatuas,
verecundiae tuae venia; illa enim sane debemos ceder ante tu pudor, pues, ciertamente, todo
tibi dicantur: quum vero postulamus, [ut esto está dedicado a tu persona. Pero ahora te
consulatum suscipias gerasque, suplicamos que enseñes a los futuros Príncipes a
postulamus,] ut futuros principes doceas renunciar por un breve tiempo a la vida tranquila, a
inertiae renuntiare, paullisper delicias posponer por un breve tiempo las distracciones y
differre, paullisper et saltem ad despertarse al menos por un cortísimo periodo, por así
brevissimum tempus, ex illo felicitatis decirlo, de ese sueño de felicidad, vistiendo, en
somno velut excitatos, induere consecuencia, la toga pretexta que han tomado para sí
praetextam quam quum dare possent, cuando podían entregarla a otros, a sentarse en la silla
occuparint; adscendere curulem, quam curul cuyo uso se reservan en exclusiva, a ser, en fin, lo
detineant; esse denique, quod que han deseado ser, y a no querer ser cónsules
concupierunt, nec ideo tantum velle únicamente para decir que lo han sido.
consules fieri, ut fuerint. [3] Gessisti [3] Has desempeñado un segundo consulado, lo sé.
alterum consulatum, scio: illum Puedes incluirlo entre tus títulos de gloria ante los
exercitibus, illum provinciis, illum etiam ejércitos, ante las provincias, ante los pueblos
ceteris gentibus poteris imputare, non extranjeros, incluso, pero no ante nosotros. Tenemos
potes nobis. Audimus quidem, te omne noticia, ciertamente, de que cumpliste con todos los
munus consulis obiisse; sed audimus. deberes propios de un cónsul, pero tenemos noticia de
Diceris iustissimus, humanissimus, oídas. Se nos dice que te comportaste con muchísima
patientissimus fuisse; sed diceris. justicia, con muchísima bondad, con muchísima
moderación, pero lo sabemos porque otros nos lo
Aequum est aliquando nos iudicio cuentan283. Es justo que de una vez por todas lo
nostro, nostris oculis, non famae semper comprobemos por nosotros mismos, que lo veamos con
et rumoribus credere. nuestros propios ojos, y que no tengamos que seguir
creyendo las noticias que sobre ti ha hecho circular tu
[4] Quousque absentes de absente renombre. [4] ¿Hasta cuándo lejos de ti nos
gaudebimus? Liceat experiri, an aliquid felicitaremos por tenerte como emperador? ¡Que nos
superbiae tibi ille ipse secundus sea lícito comprobar si ese segundo consulado ha
consulatus attulerit. Multum in despertado en ti algún sentimiento de soberbia! Mucho
commutandis moribus hominum medius es lo que un intervalo de un año puede cambiar las

282 El que en este parágrafo se presente a Trajano como modelo para los futuros Príncipes pone de manifiesto que estamos
ante una nueva ampliación del discurso originario del año 100, de acuerdo con lo que Plinio dice a propósito de su
reelaboración del Panegírico en la epist. 3, 18 (cfr. supra cap. 53 y nota al respecto).
283 Porque durante su consulado del año 98 Trajano estuvo fuera de Italia, inspeccionando y organizando la defensa de las

fronteras del Rin y del Danubio, lo que le impidió regresar a Roma hasta finales del verano o comienzos del otoño del 99
(hacia el mes de octubre).
annus valet, in principum plus. costumbres de los hombres, y en el caso de los
Príncipes este cambio puede ser aún mayor.
[5] Didicimus quidem, cui virtus aliqua [5] Hemos aprendido, ciertamente, que aquel que
contingat, omnes inesse: cupimus tamen posee alguna virtud, las posee todas284. Deseamos
experiri, an nunc quoque una eademque comprobar, sin embargo, si también en nuestra época
res sit, bonus consul et bonus princeps. un buen cónsul y un buen Príncipe son la misma cosa.
[6] Nam praeter id, quod est arduum, [6] Y es que al margen de la dificultad de desempeñar a
duas, easque summas, simul capere un tiempo estos dos cargos, que son, por añadidura, los
potestates, tum inest utrique nonnulla dos poderes supremos dentro del Estado, existe entre
diversitas, quum principem quam ambos una importante diferencia por el hecho de que
simillimum esse privato, consulem quam conviene que el Príncipe se muestre lo más parecido
dissimillimum, deceat. posible a un ciudadano particular, y el cónsul lo menos
posible.

LX La aceptación del tercer consulado.


[60, 1] Atque ego video, proximo anno [60, 1] Me doy cuenta, ciertamente, de que el motivo
consulatus recusandi hanc praecipuam principal de que rechazases el consulado el año pasado
fuisse rationem, quod eum absens gerere fue la imposibilidad de desempeñarlo por encontrarte
non poteras: sed iam urbi votisque ausente de Roma285. Pero una vez ya de regreso en
publicis redditus, quid est, in quo magis nuestra ciudad, conforme a los votos públicos, ¿de qué
sis approbaturus, quae quantaque otro modo puedes mostramos con mayor eficacia
fuerint, quae desiderabamus? Parum est, cuáles son esas nobles cualidades tuyas de las que
ut in curiam venias, nisi et convocas: ut tanto deseábamos disfrutar? Carece de valor que
intersis senatui, nisi et praesides; ut acudas al Senado, si, además de ello, no lo convocas;
censentes audias, nisi et perrogas. Vis que asistas a las sesiones de la curia, si, además de ello,
illud augustissimum consulum no las presides; que escuches, en fin, las opiniones de
aliquando tribunal maiestati suae los senadores, si, además de ello, no las solicitas286.
reddere? adscende. [2] Vis constare [2] ¿Deseas restituir su majestad a la ilustre tribuna de
reverentiam magistratibus, legibus los cónsules, en otro tiempo tan venerable? ¡Sube a
auctoritatem, modestiam postulantibus? ella!287 ¿Deseas que las magistraturas gocen de respeto,
adi. que las leyes adquieran autoridad, que los que tienen
alguna reclamación que hacer muestren moderación?
¡Concede audiencia como cónsul a quien te la solicite!
[3] Quod enim interesset rei publicae, si [3] Ciertamente, del mismo modo que sería muy
privatus esses, consulem te haberet diferente para el Estado, si fueses un ciudadano
tantum, an et senatorem; hoc nunc scito particular, contar con tus servicios sólo como cónsul o
interesse, principem te habeat tantum, an como cónsul y senador al mismo tiempo, has de saber

284 Pensamiento propio de la filosofía estoica, cfr. Cicerón, Sobe los deberes, 2, 35: “Para que nadie se admire de que, siendo
opinión general de los filósofos y habiendo afirmado yo muchas veces en mis tratados filosóficos que quien tiene una
virtud las posee todas...”.
285 Por motivos literarios, Plinio se sitúa en el 99, antes del tercer consulado de Trajano, en enero del año 100, que

precedió, por lo tanto, al consulado del propio Plinio en septiembre de ese mismo año y que dio origen al presente
discurso. Así pues, cuando Plinio habla del “año pasado” se refiere a las elecciones de finales del 98 de las que debían
salir los cónsules del 99. Como ya he dicho con anterioridad, durante todo el año 98 Trajano estuvo ausente de Roma,
recorriendo las fronteras del Rin y del Danubio.
286 Los primeros emperadores tenían por costumbre convocar al Senado y presidirlo, de ahí que, en su calidad de

presidentes, consultasen los pareceres de los senadores en relación con los asuntos del día. A partir de Claudio, sin
embargo, no lo hicieron sino en contadas ocasiones. Por ejemplo, cuando ejercían el consulado.
287 Alusión a la tribuna situada en el Foro Romano sobre la que los cónsules administraban justicia.
et consulem. que así también ahora es muy diferente para el Estado
contar con tus servicios sólo como Príncipe o como
[4] His tot tantisque rationibus, Príncipe y cónsul al mismo tiempo288. [4] Aunque
quamquam multum reluctata verecundia durante largo tiempo se opuso a tan numerosos e
Principis nostri, tandem tamen cessit. At importantes argumentos, no obstante, finalmente el
quemadmodum cessit? Non se ut pudor de nuestro Príncipe cedió ante ellos289. ¿Pero de
privatis, sed ut privatos pares sibi faceret. qué modo cedió? No haciéndose él semejante a los
Recepit enim tertium consulatum, ut ciudadanos particulares, sino haciendo a los
daret. ciudadanos particulares semejantes a él mismo. En
efecto, aceptó el tercer consulado para poder
[5] Noverat moderationem hominum, concederlo a otros. [5] Conocía nuestro Príncipe la
noverat pudorem, qui non sustinerent discreción y la modestia de los ciudadanos, que hacían
tertio consules esse, nisi cum ter consule. que éstos no quisiesen ser cónsules por tercera vez si
Bellorum istud sociis olim, periculorum no tenían como colega a otro que fuese él también con
consortibus, parce tamen tribuebatur; ello tres veces cónsul. Este honor se otorgaba en el
quod tu singularibus viris, ac de te pasado a quienes habían sido compañeros de armas en
quidem bene ac fortiter meritis la guerra, a quienes habían compartido graves peligros,
praestitisti, sed in toga meritis. y aun así en muy pocas ocasiones290. Tú, por tu parte, lo
dispensaste a dos hombres excelentes y que te habían
prestado buenos y valiosos servicios, pero en tiempos
[6] Utriusque cura, utriusque vigilantia de paz291. [6] Te sentiste, César, obligado hacia ambos
obstrictus es, Caesar. Sed in principe tanto por su celo como por su capacidad de trabajo. Y
rarum ac prope insolitum est, ut se putet es raro y casi algo inusitado en un Príncipe que éste se
obligatum, aut, si putet, amet. considere obligado hacia alguien, o que, en el caso de
que así sea, ello le agrade.
Debes ergo, Caesar, et solvis. Sed quum Por consiguiente, César, te sientes en deuda hacia los
ter consules facis, non tibi magnus demás y pagas tus deudas. Y cuando conviertes a los
princeps, sed non ingratus amicus senadores en cónsules por tercera vez, no te ves a ti
videris. Quin etiam perquam modica mismo como un gran Príncipe, sino como un amigo
quaedam civium merita fortunae tuae que sabe mostrarse agradecido. Es más, incluso los
viribus in maius extollis. méritos más pequeños de los ciudadanos tú los exaltas

288 La idea aquí expuesta por Plinio resulta algo obscura para una persona de nuestro tiempo. Plinio quiere decir que el
rango de senador es al consulado lo que el consulado es al Principado, pues en ambos casos el título inferior (el de
senador frente al de cónsul, el de cónsul frente al de Príncipe) confiere una mayor autoridad al superior, permitiendo a
quien detenta éste último (al cónsul en el primer caso, al Príncipe en el segundo) servir de ese modo mejor al Estado. Por
ejemplo: el cónsul convoca al Senado y lo preside, pero no puede votar, mientras que los restantes senadores, aquellos
que no son cónsules, sí pueden hacerlo, en consecuencia, un senador que fuese al mismo tiempo cónsul podría convocar
al Senado, presidirlo y además participar en las votaciones. Del mismo modo, el Príncipe dirige el Estado, pero no
acostumbra en ese momento ni a convocar al Senado ni a presidirlo, salvo cuando ejerce el consulado. Así, el Príncipe
investido de la magistratura consular, prestaría aún mayores servicios al Estado al participar como un magistrado más en
las sesiones del Senado.
289 Aceptando en los comicios de finales del año 99 el consulado del año 100, el tercero de su vida.

290 Por orden cronológico: Marco Vipsanio Agrícola, el gran general de Augusto, destinado a suceder a éste último si no

hubiese muerto el 12 a.C., cónsul los años 37, 28 y 27 a.C.; Lucio Vitelio, el más influyente de los senadores romanos en
tiempos de Claudio, cónsul en 34, 43 y 47; Gayo Licinio Muciano, general de Nerón y Vespasiano, cónsul en 65, 70 y 72; y
Lucio Verginio Rufo, quien en dos ocasiones rehusó ser proclamado emperador por sus tropas, cónsul los años 63, 69 y 97
(sobre este último, véase Apéndice 1).
291 Trajano fue cónsul ordinario durante los meses de enero y febrero del año 100 teniendo como colegas en el cargo a S.

Julio Frontino, primero, y a Lucio Julio Urso, a continuación (el padre adoptivo del amigo de Plinio del mismo nombre).
Los dos habían sido cónsules en otras dos ocasiones: el primero, los años 73 y 98; y el segundo, los años 84 y 98.
como si fuesen mayores, haciendo uso de los recursos
de tu elevada posición.
[7] Efficis enim, ut tantum tibi quisque [7] Consigues, ciertamente, que parezca que todo el
praestitisse videatur, quantum a te mundo te ha prestado unos servicios comparables a los
recepit. Quid isti benignitati precer? nisi beneficios que de ti recibe. ¿Qué súplica puedo hacer a
ut semper obliges, obligeris; incertumque los dioses en favor de esa bondad tuya, sino que
facias, utrum magis expediat civibus tuis siempre te comportes de modo que los ciudadanos se
debere tibi, an praestitisse. sientan obligados hacia ti y tú hacia ellos, y que
continúes haciendo que tus ciudadanos no sepan si les
conviene más estar en deuda contigo o prestarte
buenos servicios?

LXI La modestia y bondad de Trajano lo llevaron a nombrar como colegas a otros dos senadores
que como él habían ejercido en dos ocasiones el consulado.
[61, 1] Equidem illum antiquum senatum [61, 1] Me parecía contemplar aquel ilustre Senado de
contueri videbar, quum ter consule otros tiempos cuando veía cómo tú, sentado junto a un
assidente, tertio consulem designatum cónsul que lo era por tercera vez, solicitabas su parecer
rogari sententiam cernerem. Quanti tunc a un senador que, a su vez, era cónsul designado por
illi, quantusque tu! tercera ocasión292. ¡Qué magníficos se mostraron
entonces aquéllos!, ¡qué magnífico te mostraste
[2] Accidit quidem, ut corpora quamlibet también tú mismo! [2] Ocurre, en efecto, que así como
ardua et excelsa, procerioribus admota, los hombres, aunque sean de elevada estatura, si se
decrescant; item, ut altissimae civium ponen al lado de otros más altos, se ven más pequeños,
dignitates collatione fastigii tui quasi así también las más importantes dignidades que
deprimantur, quantoque propius ad ejercen los ciudadanos, comparadas con el poder
magnitudinem tuam adscenderint, supremo del que tú disfrutas, parecen menos
tantum etiam a sua descendisse importantes, y cuanto más se aproximan a tu majestad,
videantur. tanto más parecen carecer ellas mismas de su propia
[3] Illos tamen tu, quamquam non grandeza. [3] Pese a todo, aunque no pudiste equiparar
potuisti tibi aequare, quum velles, adeo contigo a esos grandes hombres, tal y como era tu de-
in edito collocasti, ut tantum super seo, los situaste en una posición tan elevada que se los
ceteros, quantum infra te cernerentur. veía tan por encima de los demás ciudadanos como tú
[4] Si unius tertium consulatum eundem mismo estabas por encima de ellos. [4] Aunque sólo
in annum, in quem tuum, contulisses: hubieses otorgado un tercer consulado el mismo año
ingentis animi specimen haberetur. Ut en que también tú ejercías ese mismo cargo por tercera
enim felicitatis est, quantum velis, posse: vez, eso habría sido considerado ya como una prueba
sic magnitudinis, velle, quantum possis. de una enorme grandeza de ánimo, pues así como la
felicidad consiste en poder conseguir todo lo que uno
quiera, así también la grandeza de ánimo consiste en
[5] Laudandus quidem et ille, qui tertium querer todo lo que uno puede hacer293. [5] Ciertamente,

292 Esto es, Trajano, sentado en una silla curul junto a Sexto Julio Frontino, al solicitar las opiniones de los senadores,
pedía en primer lugar su parecer al cónsul designado que reemplazaría a Julio Frontino en el cargo: L. Julio Urso. Es
probable que Plinio se refiera a las sesiones del 13 al 15 de enero del año 100 durante las que se juzgó a Mario Prisco, y
que fueron presididas por Trajano, en su calidad de cónsul ordinario de ese año (cfr. infra el cap. 76).
293 La misma idea se encuentra en otros elogios a otros Príncipes (si consideramos a Julio César como tal), cfr. Cicerón, En

defensa de Quinto Ligario, 38 (Cicerón se dirige a Julio César): “El mayor don de tu glorioso destino es el poder salvar a los
más posibles; de tu naturaleza el querer salvarlos”; Plinio el Viejo, pref. 3 (el autor se dirige a Tito, que compartía en ese
momento el poder supremo junto a su padre Vespasiano): “Todo eso lo eres tú para la República. Pero para nosotros, eres
el mismo que en la convivencia de los campamentos, sin que la grandeza de tu fortuna haya cambiado en ti nada, salvo
consulatum meruit; sed magis, sub quo también es digno de elogio el ciudadano que mereció
meruit: magnus memorandusque, qui un tercer consulado, pero más lo es el Príncipe bajo el
tantum praemium cepit; sed maior, qui que aquél lo mereció. Es grande y digno de recuerdo el
capienti dedit. que obtuvo tan gran premio, pero mayor es aún quien
lo entregó a quien se había hecho acreedor a obtenerlo.
[6] Quid? quod duos pariter tertio [6] Pero ¿cómo calificar el que honrases a dos
consulatu collegii tui sanctitate decorasti? ciudadanos con el tercer consulado el mismo año en
ut sit nemini dubium, hanc tibi que tú mismo lo desempeñabas?, ¿el que ese mismo
praecipuam caussam fuisse extendendi año los honrases con la sagrada dignidad de ser tus
consulatus tui, ut duorum consulatus colegas? Por ello, nadie puede albergar la menor duda
amplecteretur, et collegam te non uni de que la razón principal de que prolongases tu
daret. consulado fue la de abarcar los consulados de dos
magistrados y que no fuese, así, tan sólo un cónsul el
[7] Uterque nuper consulatum alterum que te tuviese como colega. [7] Uno y otro habían
gesserat a patre tuo, id est, quanto minus ejercido recientemente el consulado, que les había sido
quam a te? datum: utriusque adhuc dispensado por tu padre (¡es decir, prácticamente por ti
oculis paullo ante dimissi fasces mismo!)294. Aún desfilaba ante los ojos de uno y otro la
oberrabant: utriusque solemnis ille imagen de las fasces, a las que habían renunciado hacía
lictorum et praenuntius clamor auribus muy poco, y aún resonaba dentro de los oídos de uno y
insederat; quum rursus curulis, otro el grito solemne de los lictores que anunciaba su
rursusque purpura: ut olim, quum hostis paso295, cuando de nuevo se los honraba con la silla
in proximo, et in summum discrimen curul y con la púrpura. Así también, en el pasado de
adducta respublica, expertum honoribus Roma, cuando la proximidad del enemigo y la
virum posceret, non consulatus situación crítica en la que se hallaba el Estado exigían a
hominibus iisdem, sed iidem homines un hombre que hubiese dado pruebas de su valía en el
consulatibus reddebantur. ejercicio de numerosas magistraturas, no se entregaban
los consulados a los mismos hombres, sino los mismos
hombres a los consulados296.
[8] Tanta tibi benefaciendi vis, ut [8] Tan poderoso es en ti el impulso de dispensar
indulgentia tua necessitates aemuletur. beneficios, que tu bondad produce los mismos
Modo praetextas exuerant; resumant: resultados que la necesidad. Hacía poco que habían
modo lictores abire iusserant; revocent: dejado de llevar la toga pretexta: ¡que se la vuelvan a
modo gratulantes amici recesserant; poner! Hacía poco que habían ordenado a sus lictores
revertantur. que no los acompañasen más: ¡que los vuelvan a
llamar! Hacía poco que sus amigos se habían retirado

poder hacer todo el bien que quieres”. Parece, por lo tanto, que estamos ante un tópico más del encomio.
294 Tanto Julio Frontino como Julio Urso habían sido cónsules el año 98, por lo que debían su nombramiento al emperador

Nerva, que, aunque fallecido en la noche del 27 al 28 de enero del 98, en los comicios consulares de finales del 97 había
designado a los cónsules ordinarios del año siguiente, y probablemente en los comicios del 9 de enero del 98 había
designado a los cónsules sufectos del año en curso.
295 En el caso de los cónsules, eran 12 los lictores que los precedían por la calle anunciando su paso a voces (véase

Apéndice 5).
296 La idea de que algunos hombres honran las magistraturas antes que son honrados por ellas se encuentra ya en Valerio

Máximo, 7, 5, 6: “Referiré ahora el mayor crimen cometido en unos comicios. Marco Porcio Catón, quien con sus
costumbres otorgaría a la pretura más dignidad que gloria personal alcanzaría él, no pudo conseguir del pueblo dicho
rango en cierta ocasión... Por tanto, si pretendemos valorar lo que sucedió realmente, no es que negaran la pretura a
Catón, sino Catón a la pretura”; y Séneca, Consolación a Helvia, 13, 5: “¿Quién está tan ciego para contemplar la verdad
que cree que fue doble la ignominia de Marco Catón, al ser rechazado de la candidatura a la pretura y al consulado? La
ignominia fue la de la pretura y la del consulado; a ellas el honor les venía de Catón”.
de su lado después de transmitirles sus felicitaciones:
[9] Hominisne istud ingenium est? ¡que se los haga venir de nuevo! [9] ¿Una naturaleza
hominis potestas? renovare gaudia, como ésta es tan sólo humana?, ¿es tan sólo humano
redintegrare laetitiam, nullamque un poder como éste, que se entrega a renovar las
requiem gratulationibus dare, neque alia alegrías y a restablecer la felicidad, que no concede
repetendis consulatibus intervalla reposo alguno a las felicitaciones y que, a la hora de
permittere, nisi dum finiuntur? repetir el consulado, no permite otros intervalos que
los impuestos por la finalización de los anteriores?297
[10] Facias ista semper, nec unquam in [10] ¡Ojalá que siempre te muestres así, y que nunca ni
hoc opere aut animus tuus, aut fortuna tu corazón ni tu elevada posición se cansen de que
lassetur. Des quam plurimis tertios obres de este modo! ¡Ojalá que otorgues el tercer
consulatus, et, quum plurimis tertios consulado al mayor número posible de ciudadanos, y
consulatus dederis, semper tamen plures, que, aunque hayas otorgado el tercer consulado a un
quibus debeas dare, supersint. número muy elevado de ciudadanos, sin embargo,
queden siempre aún muchos otros que sean dignos de
que se lo otorgues!

LXII Trajano eligió a los dos senadores más apreciados por el Senado como testimonio de su
reconocimiento hacia este estamento.
[62, 1] Omnium quidem beneficiorum, [62, 1] Sin duda, todos aquellos beneficios que se
quae merentibus tribuuntur, non ad ipsos dispensan a los que los merecen no producen una
gaudium magis, quam ad similes mayor alegría en los propios beneficiarios que en los
redundat: praecipue tamen ex horum que son semejantes a ellos, no obstante, esta alegría fue
consulatu non ad partem aliquam especialmente intensa con ocasión del consulado de
senatus, sed ad totum senatum tanta esos dos senadores. En efecto, tanta dicha se apoderó
laetitia pervenit, ut eundem honorem no ya de una parte del Senado, sino de todo el Senado,
omnes sibi et dedisse et accepisse que a todos les parece haber concedido y recibido ese
videantur. [2] Nempe enim hi sunt, quos mismo honor. [2] Y es que estos cónsules son dos de
senatus, quum publicis sumptibus aquellos que eligió el Senado, cuando hubo de
minuendis optimum quemque designar a todos los mejores senadores que debían
praeficeret, elegit, et quidem primos. Hoc formar parte de la comisión encargada de la
est igitur, hoc est, quod penitus illos disminución del gasto público, y además fueron los
animo Caesaris insinuavit. dos primeros senadores objeto de su elección298. Esta es,
sin duda, ésta es, sí, la razón que los hizo tan queridos
[3] An parum saepe experti sumus, hanc al César. [3] ¿O no hemos comprobado a menudo que
esse rerum conditionem, ut senatus favor éste es el modo en que funciona la vida pública: que el
apud principem aut prosit aut noceat? favor del Senado puede resultar tan provechoso como
Nonne paullo ante nihil magis exitiale perjudicial ante el Príncipe? ¿No es cierto que hace
erat, quam illa principis cogitatio? Hunc unos pocos años no había nada más funesto que esta
senatus probat, hic senatui carus est. reflexión del Príncipe: “A éste lo aprueba el Senado,
Oderat, quos nos amaremus; sed et nos, éste es grato al Senado”?299 El Príncipe odiaba a
quos ille. cualquiera que nosotros amásemos, pero también
nosotros odiábamos a cualquiera que él amase.
[4] Nunc inter principem senatumque [4] En nuestros días, el Príncipe y el Senado rivalizan

297 Entre los segundos y los terceros consulados de S. Julio Frontino y L. Julio Urso había pasado tan sólo un año, el 99,
pues ambos fueron cónsules por segunda vez el año 98 y por tercera vez el año 100.
298 Sobre esta comisión, cfr. epist. 2, 1, 9 y nota al pasaje.

299 Alusión a Domiciano.


dignissimi cuiusque caritate certatur. en su afecto por los senadores de mayor mérito. Tanto
Demonstramus invicem, credimus él como nosotros unas veces hacemos saber al otro de
invicem, quodque maximum amoris la valía de un senador, y otras veces confiamos en el
mutui signum est, eosdem amamus. juicio del otro, y lo que es la mayor prueba de un amor
recíproco: amamos a las mismas personas300.
[5] Proinde, Patres Conscripti, favete [5] ¡Por lo tanto, padres conscriptos, mostrad
aperte, diligite constanter. Non iam abiertamente vuestro favor, manifestad con firmeza
dissimulandus est amor, ne noceat: non vuestro afecto! No hay que disimular ya el amor a fin
premendum odium, ne prosit. Eadem de que a nadie perjudique, ni hay que ocultar el odio a
Caesar, quae senatus, probat fin de que a nadie favorezca: el César aprueba y
improbatque. Vos ille praesentes, vos censura los mismos comportamientos que el Senado.
etiam absentes in consilio habet. Tertio Tanto si os halláis en Roma como si no os encontráis en
consules fecit, quos vos elegeratis: et fecit la ciudad, el Príncipe solicita vuestro consejo. Nombró
hoc ordine, quo electi a vobis erant. cónsules por tercera vez a los que vosotros habíais
elegido, y lo hizo en el mismo orden en que habían
[6] Magnus utique honor vester, sive resultado elegidos por vosotros. [6] Es un gran honor
eosdem maxime diligit, quos scit vobis para vosotros tanto si el Príncipe ama especialmente a
esse carissimos: sive illis neminem aquellos que sabe que son los más gratos a vosotros,
praefert, quamvis aliquem magis amet. como si no antepone en la carrera de los honores a
[7] Proposita sunt senioribus praemia, ningún otro antes que a ellos, aunque él, por su parte,
iuvenibus exempla: adeant, frequentent aprecie más a algún otro. [7] Se ha mostrado, así, a los
securas tandem ac patentes domos: mayores las recompensas a las que pueden aspirar, y a
quisquis probatos senatui viros suspicit, los más jóvenes los modelos que deben imitar. Ya se
hic maxime principem promeretur. pueden visitar y frecuentar las casas de los ciudadanos,
finalmente libres de inquietud y abiertas a todo el
mundo, pues quien admira a los varones que el Senado
aprecia, éste se concilia sin reservas el favor del
[8] Sibi enim accrescere putat, quod Príncipe. [8] Éste último considera, en efecto, que lo
cuique adstruatur: nullamque in eo que engrandece a cada uno de sus ciudadanos lo
gloriam ponit, quod sit omnibus maior, engrandece también a él mismo, y entiende que carece
nisi maximi fuerint, quibus maior est. de gloria ser el primero de todos los hombres a menos
que sean lo más grandes posibles aquellos sobre los
[9] Persta, Caesar, in ista ratione que se ejerce la primacía. [9] Mantente fiel, César, a este
propositi, talesque nos crede, qualis fama principio, y continúa considerándonos tal y como
cuiusque est. Huic aures, huic oculos nuestra reputación dice que somos. Presta oídos
intende: ne respexeris clandestinas únicamente a ella y fija en ella tan sólo tu atención: no
existimationes, nullisque magis quam hagas caso de los juicios secretos sobre las personas ni
audientibus insidiantes susurros. Melius de las murmuraciones, que a nadie perjudican más que
omnibus, quam singulis creditur: singuli a quienes las escuchan301. Más vale confiar en la opinión
enim decipere et decipi possunt: nemo común de todos los ciudadanos que en la de uno solo,
omnes, neminem omnes fefellerunt. pues una sola persona puede aprovecharse de otra y
ser ella misma traicionada, pero nadie engañó nunca a
todos los ciudadanos, ni la opinión común de todos los
ciudadanos engañó nunca a nadie.

300 Definición tópica de la amistad, cfr. Salustio, C. de Catilina, 20, 4: “Pues querer lo mismo y no querer lo mismo, esto es
al cabo firme amistad”; y Séneca, De la ira, 3, 34, 2: ”... lo que debía ser un vínculo de amor es causa de separación y odio:
el querer lo mismo”.
301 Ataque contra los delatores de los tiempos de Domiciano.
IV. B. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado. I.
Las ceremonias relacionadas con la proclamación de los nuevos cónsules y la entrada en el cargo
de los mismos: caps. 63-68.

LXIII La participación de Trajano en la ceremonia de la proclamación de los nuevos cónsules


ante el pueblo en el Campo de Marte.
[63, 1] Revertor iam ad consulatum tuum: [63, 1] Paso ahora a ocuparme de tu consulado, aunque
etsi sunt quaedam ad consulatum hay algunos hechos que quiero mencionar y que, pese a
quidem pertinentia, ante consulatum estar relacionados con tu consulado, son, no obstante,
tamen. In primis quod comitiis tuis anteriores al mismo, y en primer lugar, el que
interfuisti, candidatus, non consulatus participaste en los comicios en que resultaste elegido 302,
tantum, sed immortalitatis, et gloriae, et comportándote, así, como un candidato no sólo al
exempli, quod sequerentur boni consulado, sino también a la gloria inmortal y a
principes, mali mirarentur. proporcionar un ejemplo digno de ser imitado por los
buenos Príncipes y admirado por los malos303.
[2] Vidit te populus Romanus in illa [2] El pueblo romano te vio en el ilustre y venerable
vetere potestatis suae sede: perpessus es lugar en el que reside su poder304. Tú, por tu parte,
longum illud carmen comitiorum, nec soportaste hasta el final la larga ceremonia de los
iam irridendam moram: consulque sic comicios y una espera que no era ya una ridícula
factus es, ut unus ex nobis, quos facis mentira, y, así, fuiste elegido cónsul como uno más de
consules. aquellos de nosotros a los que nombras cónsules.
[3] Quotusquisque principum [3] ¡Qué pocos de los Príncipes anteriores a ti
antecedentium honorem istum aut concedieron este honor al consulado o al pueblo! ¿No
consulatui habuit, aut populo? Non alii aguardaban unos el anuncio de su elección en los
marcidi somno hesternaque coena comicios embotados por el sueño y hartos de la cena de
redundantes, comitiorum suorum la víspera?305 ¿No lo aguardaban otros, ciertamente,
nuntios opperiebantur? Alii sane vigilantes y sin dormir, pero tramando dentro de sus
pervigiles et insomnes, sed intra cubilia habitaciones el exilio y la muerte contra esos mismos
sua illis ipsis consulibus, a quibus cónsules por los que eran proclamados cónsules?
consules renuntiabantur, exsilia et
caedem machinabantur. [4] O prava et [4] ¡Qué arrogancia tan depravada y tan ignorante de la

302 En el Imperio, la elección de los cónsules se llevaba a cabo del modo siguiente: en primer lugar, el Príncipe
recomendaba a los candidatos al consulado al Senado, los propuestos por el emperador eran a continuación nombrados
cónsules por el Senado, que no hacía, de hecho, sino ratificar los deseos del Príncipe; finalmente, los nombres de los
designados eran solemnemente anunciados al pueblo en el Campo de Marte, y la muchedumbre allí reunida los recibía
entre aclamaciones, como si el pueblo confirmase de ese modo a los elegidos. Trajano, como candidato designado en el
año 99 para el consulado del año siguiente cumplió con su deber de asistir de principio a fin a la ceremonia oficial de
proclamación de los cónsules elegidos.
303 Una vez más, la presentación de Trajano como un ejemplo digno de ser imitado por los buenos Príncipes es una prueba

de que este pasaje fue añadido al discurso originario durante la reelaboración del mismo, tal y como puede leerse en
Plinio, epist. 3, 18, 2 (cfr. supra cap. 53 y nota al comienzo del mismo).
304 En el Campo de Marte, donde se celebraban en tiempos de la República los comicios por centurias en los que se elegía

a los magistrados.
305 Posible alusión a Nerón, cfr. Juvenal, 4, 136-139: “Había conocido antaño (sc. Montano) el lujo de las veladas de Nerón,

prolongadas más allá de la medianoche, y el apetito renovado cuando el Falerno ya ardía en los pulmones”; Suetonio,
Nerón, 27, 1-2: “Poco a poco, al ir incrementándose sus vicios, se dejó (sc. Nerón) de bromas y secretos, y, sin preocuparse
lo más mínimo de disimular, se lanzó abiertamente a mayores excesos. Prolongaba sus festines desde el mediodía hasta la
medianoche, reanimándose a cada momento con baños de agua caliente y, en verano, enfriada con nieve; en muchas
ocasiones comía incluso en público... en el Campo de Marte o en el Circo Máximo, haciéndose servir por rameras y
cortesanas de toda la ciudad”.
inscia verae maiestatis ambitio, verdadera majestad ambicionar la dignidad que se
concupiscere honorem, quem dedigneris, desprecia y despreciar la que se ha ambicionado, y,
dedignari, quem concupieris: quumque aunque desde unos jardines cercanos se puedan ver el
ex proximis hortis campum et comitia Campo de Marte y los comicios, mantenerse tan al
prospectes, sic ab illis abesse, tanquam margen de ellos como si se estuviese separado por el
Danubio Rhenoque dirimare! Danubio y el Rin! [5] ¿Despreciarías tú los votos en los
[5] Averseris tu honori tuo sperata que habías depositado las esperanzas de obtener la
suffragia, renuntiarique te consulem dignidad a la que aspirabas y, contentándote con haber
iussisse contentus, liberae civitatis ne ordenado tu proclamación como cónsul, no
simulationem quidem serves? Abstineas conservarías siquiera una falsa apariencia de libertad?
denique comitiis, abstrusus atque ¿En fin, te mantendrías lejos de los comicios, en un
abditus, quasi illic tibi non consulatus lugar retirado y oculto, como si en ellos no se te fuese a
detur, sed abrogetur imperium? conceder el consulado, sino a privar del poder su-
[6] Haec persuasio superbissimis dominis premo? [6] Los más arrogantes entre los tiranos estaban
erat, ut sibi viderentur principes esse dominados por esta obsesión: les parecía que dejaban
desinere, si quid facerent tanquam de ser Príncipes si en algo se comportaban como
senatores. Plerique tamen non tam senadores. No obstante, la mayor parte entre ellos
superbia, quam metu quodam actuaban movidos no tanto por la soberbia como por
submovebantur. [7] An stuprorum sibi una especie de temor. [7] ¿O acaso, conscientes, como
incestarumque noctium conscii, auspicia eran, de ser culpables de relaciones ilícitas y de noches
polluere, sacratumque campum nefario incestuosas, se iban a atrever a profanar los auspicios y
auderent contaminare vestigio? a mancillar el sagrado Campo de Marte con sus cri-
[8] Non adeo deos hominesque minales pisadas? [8] No habían llegado a despreciar
contemserant, ut in illa spatiosissima hasta tal punto a los dioses y a los hombres como para
sede hominum deorumque coniectos in poder aguantar y soportar en esa amplísima explanada
se oculos ferre ac perpeti possent. Tibi que los ojos de todos los hombres y los dioses se
contra et moderatio tua suasit, et clavasen en ellos. A ti, por el contrario, tu modestia y tu
sanctitas, ut te et religioni deorum et virtud te convencieron de que te presentases ante el
iudiciis hominum exhiberes. sagrado poder de los dioses y ante los juicios de los
hombres306.

LXIV El juramento acostumbrado de los nuevos cónsules ante los cónsules salientes.
[64, 1] Alii consulatum ante quam [64, 1] 307 Otros merecieron el consulado antes de
acciperent, tu et dum accipis, meruisti. recibirlo, tú también lo mereciste en el momento
Peracta erant solennia comitiorum, si mismo de recibirlo. Ya habían concluido todos los ritos
principem cogitares, iamque se omnis propios de los comicios, teniendo en cuenta que el
turba commoverat, quum tu, mirantibus elegido era el Príncipe, y ya había comenzado a
cunctis, accedis ad consulis sellam: dispersarse toda la muchedumbre presente, cuando,
adigendum te praebes in verba ante la sorpresa de todos, te acercas hasta la silla del
principibus ignota, nisi quum iurare cónsul y te ofreces para que se te tome el juramento
cogerent alios. acostumbrado de acuerdo con la fórmula de la que los
Príncipes únicamente se sirven cuando obligan a otros
Vides, quam necessarium fuerit a prestar juramento. Ya ves qué necesario fue que no
consulatum non recusare? Non rechazases el consulado: nunca habríamos imaginado

306Plinio contrapone la modestia de Trajano a la arrogancia de los anteriores Príncipes, mencionada poco antes en el § 6, y
la virtud de este mismo emperador a todo el contenido del § 7 (relaciones ilícitas, noches incestuosas).
307 La acumulación de elogios que contiene el presente capítulo ha sugerido a los estudiosos la posibilidad de que este

capítulo haya sufrido una cierta reelaboración durante el trabajo de revisión de la obra con vistas a su publicación.
putassemus istud facturum te fuisse, si que eras capaz de hacer algo semejante, si lo hubieses
recusasses. [2] Stupeo, Patres Conscripti, rechazado. [2] Estoy atónito, padres conscriptos, y aún
necdum satis aut oculis meis aut auribus no creo del todo a mis ojos y a mis oídos, y no dejo de
credo: atque identidem me, an audierim, preguntarme si he oído bien y he visto lo que creo
an viderim, interrogo. Imperator ergo, et haber visto. Así pues, el Emperador Augusto, el César
Caesar, et Augustus, Pontifex maximus, y, por añadidura, Pontífice Máximo, permaneció de pie
stetit ante gremium consulis? seditque ante la mirada del cónsul, y el cónsul se quedó sentado,
consul, principe ante se stante? et sedit mientras el Príncipe estaba de pie ante él, y se quedó
inturbatus, interritus, et tanquam ita fieri sentado sin turbarse ni experimentar temor alguno,
soleret? [3] Quin etiam sedens stanti como si ésa fuese la costumbre308. [3] Es más, sentado
praeivit iusiurandum, et ille iuravit, dictó al Príncipe de pie el juramento que debía
expressit, explanavitque verba, quibus pronunciar, y éste juró, repitiendo y pronunciando con
caput suum, domum suam, si sciens voz clara uno tras otro los términos del juramento, de
fefellisset, deorum irae consecraret. acuerdo con los cuales ofrecía a la ira de los dioses su
Ingens, Caesar, et par gloria tua, sive vida y la de su familia como víctimas expiatorias en el
fecerint istud postea principes, sive non caso de que faltase deliberadamente a su deber. Tu
fecerint. gloria, César, es extraordinaria y ha de permanecer
inmutable tanto si en el futuro los Príncipes tienen el
mismo gesto que tú, como si no lo tienen.
[4] Ullane satis praedicatio digna est, [4] ¿Existe algún modo de celebrar en la medida en que
idem tertio consulem fecisse, quod lo merece el que, siendo cónsul por tercera vez,
primo? idem principem, quod privatum? tuvieses el mismo comportamiento que con ocasión de
idem imperatorem, quod sub tu primer consulado?309, ¿que, siendo el Príncipe,
imperatore? Nescio iam, nescio, actuases igual que lo habías hecho cuando tan sólo eras
pulchriusne sit istud, quod praeeunte un ciudadano particular?, ¿que, siendo el emperador,
nullo, an hoc, quod alio praeeunte iurasti. mostrases el mismo respeto que cuando eras el súbdito
de otro emperador? Ya no sé, no, ya no sé si es más
hermoso que prestases juramento sin que nadie te
hubiese mostrado con su ejemplo el camino que debías
seguir, o que lo prestases sometiéndote a los términos
que otro te dictaba310.

308 Plinio quiere decir que en otros tiempos, por ejemplo, durante el Principado de Domiciano, el cónsul en ejercicio, ante
quien Trajano pronuncia el tradicional juramento en el momento de ser proclamado cónsul para el año próximo, habría
corrido el riesgo de ser acusado de un delito de lesa majestad tanto si permitía que el emperador se comportase como un
ciudadano más, pronunciando así el mismo juramento que los otros cónsules, como si se negaba a ello. En el primer caso,
habría podido ser acusado de humillar al emperador, en el segundo, de oponerse a los deseos de éste.
309 En el 89 d.C., con motivo de la sublevación del gobernador de Germania Superior, L. Antonio Saturnino, Domiciano

solicitó el apoyo del ejército de Trajano, a la sazón comandante en jefe de una de las legiones de la Hispania
Tarraconense. Aunque Trajano no llegó a entrar en combate, puso de manifiesto entonces su lealtad al emperador.
Domiciano lo recompensó por ello nombrándolo cónsul ordinario el año 91.
310 Pese a las palabras de Plinio, Dión Casio, 53, 2, 6, señala que Augusto tuvo en el 28 a.C. la misma iniciativa que

Trajano, es decir, asistir en el Campo de Marte a toda la ceremonia de los comicios consulares hasta que el pueblo
ratificase con sus aclamaciones los nombramientos del Senado, y cumplir con todos los requisitos que se exigían a los
cónsules designados. Por otro lado, según el autor cristiano Casiodoro, del siglo VI, ningún otro emperador se sometió a
estas mismas formalidades hasta que lo hizo de nuevo el rey ostrogodo Atalarico en el 526 (cfr. Casiodoro, Variarum libri
XII, 8, 3, 5).
LXV Los otros dos juramentos tradicionales de los cónsules al comienzo y a la finalización de su
cargo.
[65, 1] In rostris quoque simili religione [65, 1] Llevado por la misma delicadeza de conciencia,
ipse te legibus subiecisti: legibus, Caesar, por tu propia iniciativa te sometiste de nuevo a las
quas nemo principi scripsit. Sed tu nihil leyes en la tribuna rostral, a unas leyes, César, que
amplius vis tibi licere, quam nobis: sic fit, nadie redactó pensando en el Príncipe311. Pero tú no
ut nos tibi plus velimus. Quod ego nunc deseas disfrutar de más derechos que nosotros, y
primum audio, nunc primum disco: non justamente por ello nosotros queremos que dispongas
est princeps supra leges, sed leges supra de algunos privilegios. Ahora oigo por primera vez,
principem: idem Caesari consuli, quod ahora aprendo por primera vez que no está el Príncipe
ceteris, non licet. por encima de las leyes, sino las leyes por encima del
Príncipe, y que el César, cuando es cónsul, tiene única
[2] Iurat in legem attendentibus diis; nam y exclusivamente los mismos derechos que los demás.
cui magis quam Caesari attendant? Iurat [2] 312 Jura respeto a las leyes bajo la atenta mirada de
observantibus his, quibus idem los dioses (¿pues a quién han de prestar más atención
iurandum est: non ignarus alioqui, los dioses que al César?)313. Jura mientras lo observan
nemini religiosius, quod iuraverit, aquellos que deben prestar el mismo juramento314,
custodiendum, quam cuius maxime sabedor, por lo demás, de que nadie debe cumplir más
interest, non peierari. Itaque et abiturus escrupulosamente lo que ha jurado que aquel que tiene
consulatu iurasti, te nihil contra leges más interés que ningún otro en que no se cometa
fecisse. Magnum hoc erat, quum perjurio. Y así, también en el momento en que te
promitteres; maius, postquam disponías a dejar el consulado, juraste que no habías
praestitisti. llevado a cabo ningún acto contrario a las leyes315. Fue
magnífico el que prometieses algo semejante, pero
[3] Iam toties procedere in rostra, mayor aún el que lo cumplieses. [3] Y en cuanto al
inascensumque illum superbiae hecho de acudir en tantas ocasiones a la tribuna rostral,
principum locum terere, hic suscipere, de frecuentar ese lugar al que nunca había subido la
hic ponere magistratus, quam dignum te, soberbia de los Príncipes, de asumir allí y de renunciar
quamque diversum consuetudine también allí a tu magistratura, ¡qué digno todo ello de
illorum, qui pauculis diebus gestum ti y qué diferente de la práctica de aquellos otros
consulatum, immo non gestum, emperadores que, después de haber desempeñado
abiiciebant per edictum! durante unos pocos días el consulado, es más, sin
haberlo desempeñado en absoluto, lo arrojaban lejos de
ellos por medio de un edicto!316

311 El mismo día de su entrada en el cargo, los cónsules debían acudir al templo de Júpiter Capitolino y prestar allí un
juramento solemne ante los dioses. Los cónsules debían prestar además otros dos juramentos: uno ante el cuestor en el
templo del dios Cástor, al comienzo de su magistratura, antes de que pasasen los primeros cinco días después de su
proclamación oficial, por el que se comprometían a actuar conforme a las leyes en el desempeño de su cargo; y otro a la
finalización del mismo, en la tribuna rostral, por el que juraban haber respetado el primer juramento (cfr. cap. 65,2).
Naturalmente, los Príncipes no prestaban ninguno de los dos juramentos. Trajano parece haber pronunciado ambos en la
tribuna rostral (cfr. infra el § 3 de este mismo capítulo).
312 Se cree que tanto este parágrafo como el siguiente (§ 2-3) habrían experimentado una cierta reelaboración durante la

revisión del discurso.


313 En tiempos de la República, los cónsules debían prestar juramento de acuerdo con una fórmula consagrada que decía:

“¡Por Júpiter y los dioses penates!”. En el Imperio, se añadió un tercer juramento por los emperadores divinizados.
314 Esto es, su colega en el consulado y los pretores del año 100.

315 Aquí Plinio cita literalmente el texto de la fórmula consagrada que debían pronunciar los cónsules al abandonar el

cargo: no haber cometido ningún acto contrario a las leyes. Conocemos este juramento por varias inscripciones, la más
antigua de tiempos de los Gracos, esto es, de finales del siglo II a.C.
316 Cfr. Suetonio, Tiberio, 26, 2: “No desempeñó más que tres nuevos consulados (sc. Tiberio), el primero durante unos
Hoc pro concione, pro rostris, pro Este era el procedimiento del que se servían en lugar
iureiurando: scilicet ut primis extrema de acudir a la asamblea de los ciudadanos, de
congruerent: utque hoc solo presentarse en la tribuna rostral y de prestar el debido
intelligerentur ipsi consules fuisse, quod juramento. Lo hacían así, naturalmente, para que el
alii non fuissent. final de su cargo coincidiese con lo que había sido el
comienzo del mismo, y para que se supiese que ellos
habían sido cónsules únicamente por el hecho de que
no había habido otros que lo hubiesen sido.

LXVI La sinceridad de Trajano a la hora de convocar al Senado y exhortar a los senadores a


asumir todas las responsabilidades del gobierno.
[66, 1] Non transsilivi, Patres Conscripti, [66, 1] No he pasado por alto, padres conscriptos, el
Principis nostri consulatum; sed eundem consulado de nuestro Príncipe. Simplemente, he
in locum contuli, quidquid de querido reunir en un mismo punto de mi discurso todo
iureiurando dicendum erat. Neque enim, lo que me parecía digno de ser señalado a propósito de
ut in sterili ieiunaque materia, eandem los juramentos. No debemos, en efecto, ocupamos
speciem laudis diducere ac spargere, repetidamente de un mismo título de gloria, aludiendo
atque identidem tractare debemus. a él una y otra vez o esparciéndolo por aquí y por allá a
lo largo del discurso, como si la materia fuese pobre y
[2] Illuxerat primus consulatus tui dies, escasa317. [2] Acababa de amanecer el primer día de tu
quo tu curiam ingressus, nunc singulos, consulado318, cuando tú, acudiendo a la curia, exhor-
nunc universos adhortatus es resumere taste a los senadores ora uno por uno ora a todos en
libertatem, capessere quasi communis conjunto a restablecer la libertad, a asumir las
imperii curas, invigilare publicis responsabilidades del gobierno, un gobierno que, por
utilitatibus et insurgere. así decirlo, nos pertenecía a nosotros en la misma
medida que a ti, a mirar en todo momento por el
interés del Estado y a esforzamos en el cumplimiento

pocos días, el segundo durante tres meses, y el tercero, estando ya ausente de Roma, hasta los idus de mayo”; id.,
Calígula, 17, 1: “Ejerció (sc. Calígula) cuatro consulados: el primero, a partir de las calendas de julio, por espacio de dos
meses; el segundo, desde las calendas de enero, durante treinta días; el tercero, hasta los idus de enero (es decir, del 1 al 13
de enero), y el cuarto, hasta el séptimo día antes de los idus de este mismo mes (es decir, del 1 al 7 de enero)”·, e id.,
Domiciano, 13, 3: “Asumió (sc. Domiciano) diecisiete consulados, superando en el número a todos sus predecesores; los
siete centrales fueron consecutivos, pero casi todos los ejerció sólo nominalmente, ninguno más allá de las calendas de
mayo, y la mayoría sólo hasta los idus de enero”.
317 El panegirista podía distribuir sus materiales bien de acuerdo con un orden cronológico bien por apartados, si bien se

acostumbraba a preferir este último sistema debido a que el primero podría obligar al escritor a repetir determinados
elogios en diferentes momentos de su obra, como señala aquí Plinio. Cfr. Quintiliano, 3, 7, 15: “La alabanza del alma es
siempre la verdadera, mas el recorrido de esta tarea no se lleva a cabo por un solo camino. Pues en ocasiones su más
brillante forma fue seguir las distintas etapas de la edad y el orden de las acciones realizadas, de suerte que en los
primeros años se elogien las cualidades innatas, luego el progreso en aprender, tras esto el de sus obras, es decir, el
conjunto de hechos y palabras; en otros casos será mejor organizar la alabanza de las virtudes según sus formas de
aparición: fortaleza, justicia, autodominio y otras restantes, asignando a cada una en particular cuanto en conformidad
con cada una de ellas se habrá realizado”. En el discurso de Plinio predomina la exposición cronológica de los hechos de
la vida de Trajano antes que su distribución por apartados; no obstante, nuestro autor intenta combinar ambos
procedimientos, como pone de manifiesto el presente pasaje. Suetonio, por su parte, en sus biografías de los primeros
emperadores, optó por la organización de sus noticias en apartados diferentes (vida privada, vida pública en Roma,
política exterior, aspecto físico, aficiones, etc.), cfr. Augusto, 9: “Después de haber presentado el conjunto, por decirlo así,
de su vida, pasaré a exponer cada una de sus partes, pero no por orden cronológico, sino a través de sus distintos
aspectos, para poder describirlas y hacerlas comprender de forma más clara”.
318 El 1 de enero del año 100.
[3] Omnes ante te eadem ista dixerunt, de nuestro deber319. [3] Todos los otros Príncipes se
nemini tamen ante te creditum est. Erant habían expresado antes de ti en esos mismos términos,
sub oculis naufragia multorum, quos y sin embargo, a ninguno de ellos se creyó antes de ti320.
insidiosa tranquillitate provectos Teníamos aún recientes en nuestros ojos las imágenes
improvisus turbo perculerat. Quod enim de los naufragios de muchos, que, cuando avanzaban
tam infidum mare, quam blanditiae confiados en una engañosa bonanza, se habían visto
principum illorum, quibus tanta levitas, sorprendidos por un inesperado huracán que los había
tanta fraus, ut facilius esset iratos, quam hecho pedazos. ¿Y qué mar puede ser tan poco seguro
propitios habere? Te vero securi et como lo eran los halagos de esos Príncipes, cuya
alacres, quo vocas, sequimur. Iubes esse ligereza y cuya perfidia eran tan grandes que resultaba
liberos; erimus. más fácil precaverse contra su ira que contra su
favor?321 A ti, sin embargo, a dondequiera que sea que
nos llamas, te seguimos libres de inquietud y alegres.
[4] Iubes, quae sentimus, promere in [4] Nos ordenas que seamos libres: lo seremos. Nos
medium: proferemus. Neque enim adhuc ordenas que manifestemos públicamente lo que
ignavia quadam et insito torpore sentimos: lo haremos. Ciertamente, no hemos
cessavimus: terror, et metus, et misera permanecido ociosos hasta ahora por una cierta in-
illa ex periculis facta prudentia monebat, dolencia o una incapacidad natural: el terror, el miedo
ut a republica (erat autem omnino nulla y esa desdichada precaución que surge en el ser
respublica) oculos, aures, animos humano cuando se corren mil peligros nos aconsejaban
averteremus. que mantuviésemos nuestros ojos, nuestros oídos y
nuestros espíritus apartados de las necesidades del
Estado (aunque, ¿dónde estaba entonces el Estado?).
[5] At nunc tua dextera tuisque promissis [5] Pero ahora, confiados en tu diestra322 y en tus
freti et innixi, obsepta diutina servitute promesas, y depositando en ellas nuestras esperanzas,
ora reseramus, frenatamque tot malis abrimos de nuevo nuestras bocas, cerradas por una
linguam resolvimus. Vis enim tales esse prolongada esclavitud, y liberamos de sus cadenas
nos, quales iubes, nihilque nuestra lengua, reprimida por tantos males. Quieres
exhortationibus tuis fucatum, nihil que seamos tal y como tú nos ordenas ser, y en tus
subdolum, denique nihil, quod exhortaciones no hay ninguna falsedad, ninguna

319 Este era, en efecto, el programa político de Trajano, tal y como lo confirman las primeras monedas de su Principado,
que muestran juntos a Trajano y a un senador como símbolo de la colaboración en las responsabilidades de gobierno
entre el emperador y el estamento senatorial.
320 Con seguridad, Tiberio y Nerón. Cfr. Tácito, Anales, 1, 11, 1: “Luego las preces se dirigieron a Tiberio. Empezó él a

divagar sobre la magnitud del Imperio y sobre su propia modestia: sólo la mente del divino Augusto —decía— estaba a
la altura de tan inmensa mole... Por ello, en un estado que se apoyaba sobre tantos ilustres varones, no debían
concentrarlo todo en uno solo; entre varios y aunando esfuerzos, llevarían a término con mayor facilidad las tareas de la
república”; e ibidem, 13, 4, 1-2: “En fin, consumados los simulacros de duelo, compareció (sc. Nerón) en la curia, y tras
comenzar hablando del apoyo de los padres y del consenso del ejército, recordó que disponía de consejos y de ejemplos
adecuados para ejercer el imperio de modo excelente... Luego esbozó la imagen que iba a ofrecer de su principado... El
Senado debía conservar sus antiguas prerrogativas; Italia y las provincias senatoriales habían de acudir a los tribunales de
los cónsules, que les facilitarían acceso al Senado; él, por su parte, se ocuparía de los ejércitos que le estaban
encomendados”.
321 Alusión a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 11, 1-2: “Su crueldad era no sólo grande, sino también sutil e

imprevista. La víspera del día en que crucificó a su tesorero, lo hizo venir a su habitación, lo obligó a sentarse en el lecho
a su lado, y lo despidió sin que el susodicho sintiera el menor recelo ni inquietud; incluso se dignó enviarle una parte de
su cena... Y, para abusar más descaradamente de la paciencia de todos, no pronunció jamás una sentencia inexorable sin
hacer un preludio cargado de clemencia, de suerte que no había indicio más seguro de una conclusión atroz que un
preámbulo benigno”.
322 Pues al prestar juramento, el cónsul extendía su mano derecha.
credentem fallere paret, non sine periculo mentira, ninguna astucia, en fin, que se proponga
fallentis. Neque enim unquam deceptus engañar a quien crea en ellas, y que no dejaría de
est princeps, nisi qui prius ipse decepit. resultar peligrosa para el causante del engaño. En
efecto, nunca fue traicionado un Príncipe que no
hubiese traicionado él mismo el primero a los demás.

LXVII Los votos a los dioses por la prosperidad del Príncipe y la inmortalidad del Imperio.
[67, 1] Equidem hunc parentis publici [67, 1] Éstos son, ciertamente, los sentimientos que he
sensum, cum ex oratione eius, tum creído observar en el Padre del Estado, y ello tanto por
pronuntiatione ipsa perspexisse videor. su discurso como, sobre todo, por el tono con el que lo
Quae enim illa gravitas sententiarum! ha pronunciado. ¡Qué gravedad ha mostrado en sus
quam inaffectata veritas verborum! quae juicios!, ¡qué sinceridad en sus palabras, exenta de
asseveratio in voce! quae affirmatio in cualquier afectación!, ¡qué convicción en su voz!, ¡qué
vultu! quanta in oculis, habitu, gestu, toto firmeza en su rostro!, ¡cuánta franqueza en sus ojos, en
denique corpore fides! su porte, en sus gestos, en fin, en todo su cuerpo!323
[2] Tenebit ergo semper, quod suaserit: [2] Sin duda, tendrá siempre presentes los consejos que
scietque nos, quoties libertatem, quam nos ha invitado a seguir, y será consciente de que,
dedit, experiemur, sibi parere. siempre que hagamos uso de la libertad que nos ha
[3] Nec verendum est, ne incautos putet, dado, no hacemos sino obedecerlo. [3] Y no debemos
si fidelitate temporum constanter temer que nos considere unos imprudentes porque nos
utamur, quos meminit sub malo principe sirvamos con firmeza de la confianza que nos inspiran
aliter vixisse. Nuncupare vota et pro estos tiempos, pues recuerda que nos hemos
aeternitate imperii, et pro salute civium? comportado de un modo bien distinto bajo el gobierno
immo pro salute principum, ac propter de un mal Príncipe. Acostumbrábamos a hacer votos a
illos pro aeternitate imperii solebamus. los dioses por la inmortalidad del Imperio y la
prosperidad de los Príncipes, es más, por la
prosperidad de los Príncipes y, por medio de ellos, por
[4] Haec pro imperio nostro, in quae sint la inmortalidad del Imperio. [4] Vale la pena fijarse en
verba suscepta, operae pretium est los términos en los que hemos hecho los votos a los
annotare: SI BENE REMPUBLICAM ET dioses por nuestro emperador: “EN EL CASO DE QUE
EX UTILITATE OMNIUM REXERIS. GOBIERNE SABIAMENTE EL ESTADO Y DE ACUERDO CON EL
Digna vota, quae semper suscipiantur, INTERÉS GENERAL”. Fueron unos votos dignos de
semperque solvantur. hacerse siempre y de que siempre se cumplan.
[5] Egit cum diis, ipso te auctore, Caesar, [5] Por tu propia iniciativa, César, el Estado ha llegado
respublica, ut te sospitem incolumemque a este acuerdo con los dioses: que ellos te conserven
praestarent, si tu ceteros praestitisses: si sano y salvo siempre y cuando tú hagas otro tanto con
contra, illi quoque a custodia tui [capitis] los ciudadanos, pero que, en caso contrario, aparten
oculos dimoverent, teque relinquerent sus ojos de ti, renunciando a seguir protegiendo tu
votis, quae non palam susciperentur. vida, y te entreguen a esos otros votos de los
ciudadanos que no se pronuncian en público324.

323 Ademanes propios del buen orador, tal y como señala Quintiliano, que conviene que se muestre el orador que desea
ganarse a su público y conmoverlo, cfr. Quintiliano, 11, 3, 154: “Mas la pronunciación del discurso debe procurar tres
cosas: que gane la atención, que persuada y que mueva, a todo lo cual se une de modo natural el hecho de que produzca
también deleite. El ganarse la atención estriba, por lo general, o en la recomendable fuerza de costumbres irreprochables,
que no sé de qué modo hasta se traslucen desde el tono de voz y de la acción procesal, o del estilo apacible del discurso, y
el poder de persuasión en la actitud de firmeza, que a veces tiene más eficacia que los mismos argumentos probatorios”.
324 Ejemplos de estos votos a los dioses en favor del Príncipe pueden leerse en tres epístolas de Plinio: 10, 35; 10, 52 y 10,

100.
[6] Alii se superstites reipublicae [6] Los otros Príncipes deseaban sobrevivir al Estado y
optabant, faciebantque: tibi salus tua se comportaban de acuerdo con ese deseo, pero a ti tu
invisa est, si non sit cum reipublicae propia prosperidad te es odiosa si no va unida a la
salute coniuncta. Nihil pro te pateris prosperidad del Estado. No permites que nadie for-
optari, nisi expediat optantibus: mule ningún deseo en beneficio tuyo si no resulta
omnibusque annis in consilium de te asimismo de interés para los que lo formulan, y todos
deos mittis; exigisque, ut sententiam los años solicitas a los dioses que juzguen tu vida y los
suam mutent, si talis esse desieris, qualis instas a que cambien su favorable sentencia sobre la
electus es. misma en el caso de que hayas dejado de ser el mismo
que eras en el momento de tu elección.
[7] Sed ingenti conscientia, Caesar, [7] Movido por tu extraordinaria honradez, César,
pacisceris cum diis, ut te, si mereberis, pactas, por así decirlo, con los dioses que te guarden
servent: quum scias, an merearis, sano y salvo en el caso de que lo merezcas, pues sabes
neminem magis, quam deos scire. Nonne que nadie puede saber mejor que los dioses si lo
vobis, Patres Conscripti, haec diebus ac mereces. [8] ¿Acaso no os parece, padres conscriptos,
noctibus agitare secum videtur? Ego que éstos son los pensamientos a los que día y noche
quidem in me, si omnium utilitas ita da vueltas en su cabeza el Príncipe: “Ciertamente, yo
posceret, etiam praefecti manum armavi: mismo he armado contra mí la mano del prefecto, si así
sed ne deorum quidem aut iram aut lo exigiese el interés general325, pero al mismo tiempo
negligentiam deprecor: quaeso immo et no suplico tampoco a los dioses que aparten de mí su
obtestor, ne unquam pro me vota ira o su indiferencia, es más, les ruego e imploro que el
respublica invita suscipiat; aut, si Estado nunca haga votos por mi prosperidad contra
susceperit invita, ne debeat. sus deseos, y que, en el caso de que así sea, no esté
obligado a cumplirlos”?

LXVIII Tranquilidad de Trajano en relación con el juramento de fidelidad de todas las


provincias del Imperio y el afecto de sus conciudadanos.
[68, 1] Capis ergo, Caesar, salutis tuae [68, 1] Así pues, César, de la unánime aprobación de los
gloriosissimum fructum ex consensu dioses recoges el gloriosísimo fruto de tu prosperidad.
deorum. Nam quum excipias, ut ITA En efecto, dado que has acordado con ellos que TE
DEMUM TE DII SERVENT, SE BENE GUARDEN SANO Y SALVO TAN SÓLO EN EL CASO DE QUE
REMPUBLICAM ET EX UTILITATE GOBIERNES SABIAMENTE EL ESTADO Y DE ACUERDO CON EL
OMNIUM REXERIS: certus es, te bene INTERÉS GENERAL, es evidente que gobiernas sabiamente
rempublicam gerere, cum servent. el Estado y de acuerdo con el interés general, puesto
[2] Itaque securus tibi et laetus dies exit, que te guardan sano y salvo. [2] En consecuencia, es
qui principes alios cura et metu para ti una fecha tranquila y alegre ese día que causaba
distinebat: quum suspensi et attoniti, inquietud y miedo a los otros Príncipes, cuando,
parumque confisi patientia nostra, hinc dominados por el desasosiego y la ansiedad y con poca
atque inde publicae servitutis nuntios confianza en nuestra paciencia, aguardaban la llegada
exspectarent. desde todas las regiones del Imperio de los mensajes
[3] Ac si forte aliquos flumina, nives, que confirmasen la esclavitud general326. [3] Y si, por

325 La anécdota nos es descrita con mayor detalle por Aurelio Víctor, cfr. Aurelio Víctor, 13, 9: “Fue justo (sc. Trajano),
clemente,... confiaba hasta tal punto en la integridad que, al darle, como era costumbre, al prefecto del pretorio, llamado
Suburano, un puñal como símbolo de su poder, le insistió diciendo: «Te entrego este puñal para que me protejas, si actúo
con rectitud, pero si no lo hago así, úsalo mejor contra mí», porque no está permitido al que gobierna todo cometer el
más mínimo error” (y cfr. asimismo Dión Casio, 68, 16, 12). El prefecto del Pretorio de nombre Suburano debe
identificarse con Sexto Acio Suburano (véase “2 Suburano” en el Apéndice 1).
326 Todos los años, el 3 de enero por todo el Imperio se dedicaban ofrendas a los dioses en agradecimiento por la salud y
venti praepedissent, statim hoc illud esse casualidad, los ríos, las nieves o los vientos habían
credebant, quod merebantur; nec erat retrasado a algunos de los correos, de inmediato creían
discrimen ullum pavoris: propterea que estaba ocurriendo lo que merecían, y en su miedo
quod, quum a malo principe tanquam todos eran objeto de sospecha por igual, pues como un
successor timeatur, quisquis est dignior, mal Príncipe teme por sucesor a cualquiera que sea
quum sit nemo non dignior, omnes más digno que él, dado que no hay nadie que no sea de
timentur. hecho más digno que él, todos son objeto de temor por
[4] Tuam securitatem non mora igual. [4] Tu tranquilidad no sufre dilación alguna ni
nuntiorum, non literarum tarditas differt. por el retraso de los mensajeros ni por la tardanza de
Scis tibi ubique iurari, quum ipse las cartas. Sabes que en todas las regiones del Imperio
iuraveris omnibus. Nemo hoc sibi non se te ha prestado juramento de fidelidad, puesto que tú
praestat. mismo también has prestado el mismo juramento a
todos. No hay nadie a quien no agrade hacerlo.
[5] Amamus quidem te, in quantum [5] Te amamos, ciertamente, en la medida en que lo
mereris; istud tamen non tui facimus mereces, no obstante, no lo hacemos por amor a ti, sino
amore, sed nostri: nec unquam illucescat por amor a nosotros mismos. ¡Y ojalá, César, que nunca
dies, quo pro te nuncupet vota non amanezca el día en que no sea nuestro interés, sino
utilitas nostra, sed fides, Caesar. Turpis nuestro deber de lealtad el que haga votos a los dioses
tutela principis, cui potest imputari. por tu prosperidad! Es vergonzoso proteger a un
Príncipe ante el que uno puede atribuirse esto como un
[6] Queri libet, quod in secreta nostra non mérito. [6] Con razón nos quejamos de que únicamente
inquirant principes, nisi quos odimus. sean los Príncipes a los que odiamos aquellos que se
esfuerzan por conocer nuestras conversaciones
[7] Nam si eadem cura bonis, quae malis privadas. [7] En efecto, si tanto los buenos como los
essent, quam ubique admirationem tui, malos Príncipes tuviesen la misma preocupación, ¡qué
quod gaudium exsultationemque admiración hacia ti descubrirías por todas partes!, ¡qué
deprehenderes! quos omnium cum alegría y qué dicha por doquier!, ¡qué conversaciones
coniugibus ac liberis, quos etiam cum de todos los hombres con sus esposas y sus hijos!, ¡qué
domesticis aris focisque sermones! Scires conversaciones incluso con los altares domésticos y los
mollissimis illis auribus parci. Et alioqui, dioses tutelares del hogar! Te darías cuenta del respeto
quum sint odium amorque contraria, hoc que mostramos todos en público hacia esos deli-
perquam simile habent, quod ibi cadísimos oídos tuyos. Y por lo demás, aunque el odio
intemperantius amamus bonos principes, y el amor son dos sentimientos absolutamente
ubi liberius malos odimus. contrarios, tienen algo en común: que amamos con
mayor pasión a los buenos Príncipes allí donde
podemos odiar con mayor libertad a los malos.

prosperidad del Príncipe y se hacían nuevos votos para el año que comenzaba, suplicando a los dioses que preservasen
al emperador de todo mal en beneficio del Estado. En Roma, participaban de esta ceremonia tanto el Senado como los
distintos colegios sacerdotales, y en las provincias los gobernadores y sus legados, los soldados y los magistrados locales.
Seguidamente, los gobernadores provinciales escribían al emperador para comunicarle sus buenos deseos y darle cuenta
de las ceremonias con las que se había celebrado dicha fecha. De ello se ocupan precisamente las epist. 10 ,35 y 10, 100 de
Plinio, probablemente la primera sobre los votos del 3 de enero del año 110 ó 111, y la segunda sobre los del 3 de enero
del año 111 ó 112. Las respuestas de Trajano pueden leerse en las epist. 10, 36 y 10,101.
IV. C. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado.
II. La elección de los nuevos magistrados durante el consulado de Trajano: caps. 69-75.

LXIX El respeto de Trajano al patriciado romano a la hora de otorgar las magistraturas.


[69,1] Cepisti tamen et affectus nostri et [69,1] 327 Tuviste, no obstante, una buena prueba de
iudicii experimentum, quantum nuestro afecto y nuestra opinión sobre ti, en la medida,
maximum praesens capere potuisti, illo naturalmente, en que podías tenerla estando tú
die, quo solicitudini pudorique presente, el día en que, en atención a la inquietud y al
candidatorum ita consuluisti, ne ullius amor propio de los candidatos, te cuidaste de que la
gaudium alterius tristitia turbaret. tristeza de unos no enturbiase la alegría de los otros328.
Alii cum laetitia, alii cum spe recesserunt: Unos se marcharon con alegría, otros con esperanza, se
multis gratulandum, nemo consolandus felicitó a muchos y a nadie hubo que consolar.
fuit. [2] Nec ideo segnius iuvenes nostros [2] Pero no por ello exhortaste con menos energía a
exhortatus es, senatum circumirent, nuestros jóvenes a que intentasen ganarse el favor del
senatui supplicarent, atque ita a principe Senado, a que suplicasen al Senado y a que esperasen
sperarent honores, si a senatu petissent. del Príncipe únicamente aquellos honores que antes
[3] Quo quidem in loco, si quibus opus hubiesen solicitado al Senado. [3] Y a ese respecto,
exemplo, adiecisti, ut te imitarentur. añadiste que, si algunos necesitaban tener presente un
Arduum, Caesar, exemplum, et quod modelo de comportamiento, te imitasen a ti. Pero el
imitari non magis quisque candidatorum, tuyo, César, es un ejemplo difícil de seguir, y que no
quam principum possit. Quis enim vel puede ser más fácilmente imitado por los candidatos a
uno die reverentior senatus candidatus, las magistraturas que por los Príncipes. ¿Qué
quam tu, cum omni vita, tum illo ipso candidato, en efecto, puede mostrarse incluso un solo
tempore, quo iudicas de candidatis? día más respetuoso hacia el Senado de lo que tú te
muestras no sólo todos los días de tu vida, sino
también, y por encima de cualquier otro momento, en
el preciso instante en el que expresas tu opinión sobre
[4] An aliud a te, quam senatus los méritos de los candidatos? [4] ¿O fue otra cosa y no
reverentia obtinuit, ut iuvenibus el respeto al Senado lo que te llevó a otorgar a los
clarissimae gentis debitum generi jóvenes de las más ilustres familias romanas el honor
honorem, sed antequam deberetur, debido a su linaje, pero antes del tiempo en que les era
offerres? [5] Tandem ergo nobilitas non debido?329 [5] Así pues, por fin la nobleza no se ve
obscuratur, sed illustratur a principe: relegada, sino enaltecida por el Príncipe, por fin el
tandem illos ingentium virorum nepotes, César ni causa temor ni teme a los ilustres nietos de los

327 En este capítulo y en el siguiente se han observado nuevas señales de reelaboración, pues a lo largo de los caps. 69, 2 a
70, 9 Plinio no hace sino desarrollar y ejemplificar el contenido del comienzo del capítulo, el parágrafo 69, 1, que debe
ponerse en relación con 71, 1, su continuación natural. Por lo tanto, el largo desarrollo de 69, 2-70, 9 sería una ampliación
de la versión original en la que 71,1 seguiría a 69, 1.
328 El día en que el Senado, a propuesta del Príncipe, designaba a los cónsules sufectos del año en curso y el resto de los

magistrados del año próximo con excepción de los cuestores (cuya elección se dejaba para el 23 de enero), probablemente
el 9 de enero del año 100. Podía darse el caso, como se deduce del texto de Plinio, de que el Príncipe propusiese un
número de candidatos mayor que el de cargos disponibles, dejando al Senado una relativa libertad a la hora de la
elección. No obstante, el Príncipe era especialmente elogioso para con aquellos candidatos que deseaba que fuesen
designados para los cargos propuestos, no dejando, así, ninguna duda sobre sus deseos. Plinio y su colega en el
consulado del año 100, Cornuto Tertulo, se habrían beneficiado de esta recomendación particularmente encomiástica (cfr.
infra el cap. 91,3).
329 En tiempos del Imperio, la edad mínima legal para desempeñar la cuestura eran los 25 años, y la de la pretura 30. Por

otro lado, estaba establecido que entre el ejercicio de las magistraturas inferiores debía mediar al menos un año, y dos
entre el de las magistraturas superiores. Pese a las palabras de Plinio, los Príncipes no parecen haber dispensado a
muchos candidatos de tener la edad mínima legal. Cfr. sobre todo esto supra la epist. 7, 16, 2 y nota al pasaje.
illos posteros libertatis, nec terret Caesar,
grandes hombres de nuestro pasado, a los ilustres
nec pavet: quin immo festinatis descendientes de la libertad330. Es más, el Príncipe los
honoribus amplificat atque auget, et eleva y engrandece con honores concedidos antes de lo
maioribus suis reddit. Si quid usquam que habría sido debido, y los iguala, así, a sus
stirpis antiquae, si quid residuae antepasados. Si en alguna parte sobrevive algún
claritatis; hoc amplexatur, et refovet, et in
miembro de un antiguo linaje, algún vástago de una
usum reipublicae promit. gloriosa familia no del todo desaparecida, lo rodea de
su afecto, le infunde nuevos ánimos y lo hace
participar en la vida pública para que pueda, así, servir
[6] Sunt in honore hominum, et in honore al Estado. [6] Gozan de la consideración de los
famae magna nomina ex tenebris hombres y de una reputación que corre de boca en
oblivionis, indulgentia Caesaris, cuis est, boca nombres de elevada alcurnia, sacados de las
ut nobiles et conservet et efficiat. tinieblas del olvido gracias a la bondad del César, cuyo
propósito es conservar vigorosa a la nobleza
tradicional romana y hacer entrar en ella al mismo
tiempo a nuevos miembros.

LXX La justicia de Trajano a la hora de recompensar con nuevos cargos a cualquier magistrado
de mérito sea cual sea el origen social de éste.
[70, 1] Praefuerat provinciae quaestor [70, 1] Uno de los candidatos había gobernado como
unus ex candidatis, inque ea civitatis cuestor una provincia, y en ella había organizado los
amplissimae reditus egregia ingresos de una importantísima ciudad de acuerdo con
constitutione fundaverat. Hoc senatui una admirable reglamentación331. Consideraste que este
allegandum putasti. buen servicio debía ser dado a conocer al Senado.
[2] Cur enim te principe, qui generis tui [2] ¿Por qué, en efecto, en tiempos de un Príncipe como
claritatem virtute superasti, deterior esset tú, que con tus méritos superaste la distinguida
conditio eorum, qui posteros habere alcurnia de tu linaje, aquellos que merecieron que sus
nobiles mererentur, quam eorum, qui descendientes formasen parte de la nobleza romana
parentes habuissent? O de dignum, qui habrían de encontrarse en una situación de
de magistratibus nostris semper haec inferioridad respecto a aquellos cuyos padres formaron
nunties, nec poenis malorum, sed parte de esa nobleza? ¡Qué digno eres de anunciar
bonorum praemiis bonos facias! siempre tan buenas noticias sobre nuestros
magistrados, y de hacer de ellos hombres de bien no a
fuerza de castigar a los malvados, sino mediante las
recompensas otorgadas a los mejores!

330 No existe acuerdo sobre quiénes constituyen esta nobleza romana a la que Plinio se refiere. Entre las propuestas
existentes, unos creen que se trata de los descendientes de los cónsules de la época republicana; otros, de los descen-
dientes de las familias senatoriales hasta que la elección de los senadores pasó de los comicios por tribus al Senado, a
propuesta del Príncipe, en el año 14 d.C. Sin embargo, junto a esta nobleza de rancio abolengo, los emperadores crearon
otra, formada por aquellas familias cuyos varones conseguían alcanzar las más altas magistraturas, como es el caso de
aquellos senadores a los que Plinio se refiere en los caps. 69, 6 y 70, 2.
331 Probablemente Sexto Quintilio Valerio Máximo, nacido en el seno de una familia de colonos romanos en Alejandría de

Tróade (Misia, en el extremo noroccidental de Asia Menor). Desempeñó en su patria todos los cargos municipales hasta
ser promocionado al estamento senatorial en Roma por Nerva, por quien fue designado cuestor de Ponto-Bitinia desde el
5 de diciembre del año 97 al 5 de diciembre del 98. En general, hoy se admite que este senador es el Máximo al que Plinio
dirige la epist. 8, 24. No obstante, una inscripción que hemos conservado que enumera los cargos y honores
desempeñados por Quintilio Valerio Máximo (CIL 3,384 [ILS 1018]) no recoge ninguna de las dignidades que Plinio
atribuye al Máximo de la epist. 8, 24. Por ello, la identificación del Máximo de esta epístola con el cuestor del cap. 70 del
Panegírico no ha sido aceptada por todos los estudiosos.
[3] Accensa est iuventus, erexitque [3] Debido a ello, la juventud se sintió incitada a la
animos ad aemulandum, quod laudari emulación y se dispuso a imitar lo que veía que
videbat: nec fuit quisquam, quem non merecía elogios, y no hubo nadie de quien no se
haec cogitatio subiret, quum sciret, apoderase la misma idea, pues todos sabían que todo
quidquid a quoque in provinciis bene buen servicio que cualquier servidor del Estado
fieret, omnia te scire. prestaba a la patria en las provincias llegaba a tu
[4] Utile est, Caesar, et salutare conocimiento. [4] Es provechoso y de gran valor, César,
praesidibus provinciarum, hanc habere que los gobernadores de las provincias tengan la
fiduciam: paratum esse sanctitati, seguridad de que su honradez y su celo merecerán el
industriae suae maximum praemium, mayor de los premios: la estima del Príncipe, el favor
iudicium principis, suffragium principis. del Príncipe.
[5] Adhuc autem quamlibet sincera [5] Hasta ahora, por el contrario, por noble y recta que
rectaque ingenia, etsi non detorquebat, fuese la naturaleza de los magistrados, éstos si bien no
hebetabat tamen misera, sed vera llegaban a desviarse de la virtud, sí se veían, al menos,
reputatio. [6] Vides enim: si quid bene desanimados por un pensamiento tan triste como
fecero, nesciet Caesar; aut si scierit, cierto: [6] “Mira, ¿en el caso de que preste algún buen
testimonium non reddet. servicio al Estado, lo sabrá el César?, ¿y aun en el caso
de que llegue a saberlo, me lo agradecerá?”.
[7] Ita eadem illa seu negligentia, seu [7] Y así, esa indiferencia o esa maldad de los Príncipes
malignitas principum, quum male que no distinguía entre buenos y malos magistrados, al
consultis impunitatem, recte factis asegurar la impunidad a quienes cometían injusticias y
nullum praemium polliceretur, nec illos a no ofrecer ninguna recompensa a quienes obraban con
crimine, et hos deterrebat a laude. rectitud, no alejaba a aquéllos del crimen y sí
desalentaba a éstos a la hora de mostrar una conducta
[8] At nunc, si bene aliquis provinciam digna de elogio. [8] Ahora, sin embargo, si alguien
rexerit, huic quaesita virtute dignitas gobierna sabiamente una provincia, sé le otorga la
offertur. Patet enim omnibus honoris et promoción que ha merecido por su virtud. En efecto,
gloriae campus: ex hoc quisque, quod está abierto para todos por igual el campo de los
cupit, petat, et assecutus, sibi debeat. honores y de la gloria: que todos y cada uno de los ciu-
Provinciis quoque in posterum, et dadanos busquen alcanzar en él cualquier meta que
iniuriarum metum, et accusandi hayan deseado, y que no deban más que a sí mismos lo
necessitatem remisisti. Nam si profuerint, que puedan conseguir. Al mismo tiempo, has liberado
quibus gratias egerint, de nullo queri para siempre a las provincias del miedo de sufrir
cogentur. Et alioqui [liquet,] nihil magis injusticias y de la penosa necesidad de denunciar a sus
prodesse candidato ad sequentes gobernadores. Ciertamente, si el hecho de que hayan
honores, quam peractos. Optime manifestado su agradecimiento a algunos magistrados
magistratus magistratu, honore honor ha sido provechoso para éstos, no tendrán que quejarse
petitur. ya de nadie, <...>332 y por otro lado, <en nuestro tiempo
todos saben que> nada beneficia más a un candidato a
la hora de aspirar a nuevas dignidades que el modo en
el que haya ejercido las anteriores. La mejor
recomendación para obtener una magistratura es otra
magistratura, el mejor apoyo para merecer una
dignidad es otra dignidad.

Según algunos editores del texto, entre los que se encuentran Mynors y Lassandro, habría una laguna en este pasaje.
332

Otros optan por introducir alguna corrección en el contexto siguiente a fin de dar sentido a estas líneas. Por mi parte, me
permito incluir la expresión: “en nuestro tiempo todos saben que”, con el único propósito de construir una frase
coherente.
[9] Volo ego, qui provinciam rexerit, non [9] Por mi parte, querría que quien hubiese gobernado
tantum codicillos amicorum, nec urbana una provincia no sólo presentase como méritos para la
coniuratione eblanditas preces, sed obtención de nuevos honores los billetes elogiosos de
decreta coloniarum, decreta civitatum sus amigos333 o las súplicas obtenidas a fuerza de
alleget. Bene suffragiis consularium halagos por una intriga urdida en Roma, sino también
virorum urbes, populi, gentes inseruntur. los decretos votados en su honor por las colonias y las
Efficacissimum pro candidato genus est ciudades. Es hermoso ver cómo los juicios de las
rogandi, gratias agere. ciudades, de los pueblos y de las regiones se mezclan
con los votos de los senadores de rango consular. El
medio más eficaz de solicitar el voto en favor de un
candidato es el de manifestarle agradecimiento.

LXXI La afabilidad de Trajano a la hora de felicitar a los candidatos a las magistraturas y a los
senadores que los habían apoyado.
[71, 1] Iam quo assensu senatus, quo [71, 1] ¡Y con qué aprobación por parte del Senado, con
gaudio exceptum est, quum candidatis, qué alegría se acogió el hecho de que te acercases a
ut quemque nominaveras, osculo abrazar y a besar334 uno por uno a todos los senadores
occurreres! devexus quidem in planum, cuyas candidaturas ibas proclamando, sin que te
et quasi unus ex gratulantibus. importase descender de tu estrado y allegarte a ellos
como si fueses uno más de los que acudían a
[2] Te mirer magis, an improbem illos, felicitarlos!335 [2] No sé si he de admirarte más a ti o he
qui effecerunt, ut istud magnum de censurar más a aquellos que hicieron que un gesto
videretur? quum velut affixi curulibus como el tuyo parezca algo grande por el hecho de que
suis manum tantum, et hanc cunctanter ellos, como si estuviesen clavados a sus sillas curules,
et pigre, et imputantibus similes, se limitaban a saludar con la mano, de un modo
promerent. además titubeante e indolente, y como si considerasen
[3] Contigit ergo oculis nostris insolita que actuaban con gran magnanimidad. [3] Así pues,
facies, princeps et candidatus [equitis] nuestros ojos han tenido la oportunidad de contemplar
simul stantes: [contigit] intueri parem un espectáculo digno de nuestros antepasados: un
accipientibus, honorem qui dabat. Príncipe convertido en el igual de los candidatos, y
hemos podido ver de pie juntos a uno y otros al mismo
tiempo, y a quien otorgaba el honor en todo semejante
[4] Quod factum tuum a cuncto senatu a quienes lo recibían336. [4] ¡Con qué sincera aclamación
quam vera acclamatione celebratum est, celebró el Senado entero este gesto tuyo!: “¡TANTO MÁS
TANTO MAIOR, TANTO AUGUSTIOR! GRANDE, TANTO MÁS AUGUSTO!” En efecto, el único

333 Billetes de recomendación semejantes a éstos, enviados por Plinio a Trajano, pueden leerse en las epist. 10, 85, 10, 86a,
10, 86b y 10, 87.
334 Sobre la importancia del beso del Príncipe, cfr. supra el cap. 23, 1.

335 Plinio se refiere aquí al sistema seguido en tiempos del Imperio en las elecciones a las magistraturas: el Príncipe

proponía al Senado a los candidatos que consideraba más dignos de obtener las distintas magistraturas (pretores,
cónsules, etc.), y el Senado procedía a continuación a votar a los candidatos propuestos. La recomendación del
emperador era un gran honor, pero no aseguraba el nombramiento, toda vez que, en general, el número de los
candidatos era superior al de las magistraturas existentes. Por ello, lo más importante a la hora de resultar elegido era el
calor con el que el Príncipe recomendase al candidato ante el Senado, poniendo así de manifiesto cuáles eran sus
verdaderas preferencias. Aquellos candidatos que no resultasen elegidos en una votación podían estar seguros, no
obstante, de que, de continuar agradando al emperador, alcanzarían en breve la dignidad a la que aspiraban.
336 Esta frase presenta graves problemas textuales en los códices que nos han transmitido la obra, por lo que ha recibido

numerosas correcciones, que varían mucho de unas ediciones a otras. Sigo el texto fijado por Lassandro, que es también
el de Mynors.
Nam cui nihil ad augendum fastigium modo en que aquel a quien no queda ya ningún honor
superest, hic uno modo crescere potest, si
con que acrecentar su majestad puede adquirir una
se ipse submittat, securus magnitudinis mayor gloria es que por su propia iniciativa descienda
suae. al mismo nivel que los demás, seguro de su grandeza.
[5] Neque enim ab ullo periculo fortuna [5] No hay ningún peligro, ciertamente, que en su
principum longius abest, quam ab elevada posición deban temer menos los Príncipes que
humilitate. Mihi quidem non tam el de ser considerados individuos de baja condición.
humanitas tua, quam intentio eius Por otro lado, yo encontraba mucho más admirable
admirabilis videbatur. aún que tu afabilidad la solicitud con la que intentabas
[6] Quippe quum orationi oculos, vocem, ponerla de manifiesto. [6] Y es que, al mismo tiempo
manum commodares: ut si alii eadem ista que adecuabas tus ojos, tu voz y tu mano a tus
mandasses, omnes comitatis numeros palabras, como si hubieses encomendado esta tarea a
obibas. Atque etiam, quum suffragatores otro, cumplías con todos los deberes de la cortesía. E
candidatorum nomina honore, quo incluso cuando los nombres de los senadores que
solent, exciperent: tu quoque inter habían apoyado las candidaturas eran acogidos con las
excipientes eras, et ex ore principis ille
habituales aclamaciones en su honor337, tú te
senatorius assensus audiebatur: [7] encontrabas también entre los que los aclamaban, con
quodque apud principem perhibere lo que la tradicional aprobación del Senado salía
testimonium merentibus gaudebamus, también de los labios del César, [7] y ese mismo
perhibebatur a principe. testimonio que antes nos alegrábamos de poder
manifestar ante el Príncipe en favor de los que así lo
habían merecido, ahora lo manifestaba también el
Faciebas ergo, quum diceres, OPTIMOS: propio Príncipe. Y así, tú los hacías CIUDADANOS DE
nec ipsorum modo vita a te, sed iudicium MÉRITO, al declararlos tales, y no sólo aprobabas de ese
senatus comprobabatur, ornarique se non modo la vida de esas personas, sino también el juicio
illos magis, quos laudabas, laetabatur. del Senado, que se alegraba de verse honrado por ti en
la misma medida que aquellos a los que elogiabas.

LXXII Los votos de Trajano a los dioses en favor, primero, del Senado, luego del Estado y por
último del Príncipe.
[72, 1] Nam quod precatus es, ut illa ipsa
[72, 1] ¿Y en cuanto a la súplica que hiciste a los dioses
ordinatio comitiorum bene ac feliciter de que la organización de los comicios resultase
eveniret NOBIS, REI PUBLICAE, TIBI; provechosa y afortunada PARA NOSOTROS, PARA EL
nonne tale est, ut nos hunc ordinem ESTADO Y PARA TI, no está formulada en unos términos
votorum convertere debeamus? deos tales que nosotros, por nuestra parte, debemos invertir
denique obsecrare, ut omnia, quae facis el orden de estos votos, y rogar a los dioses que todos
quaeque facies, prospere cedant TIBI, REItus actos, tanto presentes como futuros, sean favorables
PUBLICAE, NOBIS? vel, si brevius sit primero A TI MISMO, LUEGO AL ESTADO, Y POR ÚLTIMO A
optandum, ut UNI TIBI? in quo et res NOSOTROS?, o si debemos expresar nuestro deseo con
publica et nos sumus. mayor brevedad, ¿que simplemente te sean favorables
A TI, en quien se apoya el Estado y nos apoyamos
[2] Fuit tempus, ac nimium diu fuit, quo también nosotros? [2] Hubo un tiempo, y fue un
alia adversa, alia secunda principi et tiempo demasiado prolongado338, en el que unos eran

337Sobre la importancia de estos senadores, cfr. supra la epist. 3, 20, 5.


338Naturalmente, el Principado de Domiciano, del 81 al 96 d.C. Cfr. Tácito, Agrícola, 3, 2: “¿Qué decir, por otra parte, de
los muchos que murieron (algunos por causas fortuitas, los de mayores inquietudes por la crueldad del Príncipe) a lo
largo de quince años, lo que supone un amplio periodo de la vida humana? Pocos somos los supervivientes, no ya a
otros, sino, por decirlo así, a nosotros mismos, tras habérsenos arrancado tantos años de entre los mejores de nuestra
nobis: nunc communia tibi nobiscum tam los males del Príncipe y otros los nuestros, unos sus
laeta, quam tristia: nec magis sine te nos intereses y otros los nuestros. Ahora, sin embargo, nos
esse felices, quam tu sine nobis potes. son comunes a ambos tanto las alegrías como las
tristezas, y así como nosotros no podemos ser felices
sin ti, así tampoco tú lo puedes ser sin nosotros.
[3] An, si posses, in fine votorum [3] ¿Si ello te fuese posible, habrías añadido, acaso, al
adiecises, UT ITA PRECIBUS TUIS DII final de tus votos QUE LOS DIOSES ESCUCHASEN TUS
ANNUERENT, SI IUDICIUM SÚPLICAS SÓLO SI CONTINUABAS MERECIENDO NUESTRA
NOSTRUM MERERI PERSEVERASSES? ESTIMA? Hasta tal punto nada hay que te sea más pre-
Adeo nihil tibi amore civium antiquius, ciado que el amor de los ciudadanos, que prefieres ser
ut ante a nobis, deinde a diis, atque ita ab amado primero por nosotros y después por los dioses,
illis amari velis, si a nobis ameris. y que únicamente deseas ser amado por ellos si eres
[4] Et sane priorum principum exitus amado por nosotros. [4] Por lo demás, la muerte de los
docuit, ne a diis quidem amari, nisi quos anteriores Príncipes nos ha enseñado que los dioses no
homines ament. Arduum erat, has aman sino a aquellos a los que aman los mortales. Era
precationes tuas laudibus adaequare: difícil tributar a tus votos unos elogios dignos de ellos,
adaequavimus tamen. [5] Qui amoris no obstante, los encontramos. [5] ¡Qué gran amor, qué
ardor, qui stimuli, quae faces illas nobis exaltación, qué fuego se apoderaron de nosotros,
acclamationes subiecerunt! Non nostri, inspirándonos esas aclamaciones! No fue nuestro
Caesar, ingenii, sed tuae virtutis talento, César, sino tu virtud y tus méritos los que
tuorumque meritorum voces fuerunt: hicieron nacer esas loas que nunca imaginó adulación
quas nulla unquam adulatio invenit, alguna ni sugirió a nadie el terror.
nullus cuiusquam terror expressit.
[6] Quem sic timuimus, ut haec [6] ¿A qué Príncipe hemos temido tanto como para
fingeremus? quem sic amavimus, ut haec fingir unos sentimientos como ésos? ¿A cuál hemos
fateremur? Nosti necessitatem servitutis: amado tanto como para confesárselos? Conoces bien
quando simile aliquid audisti, et quando las imposiciones de la esclavitud: ¿escuchaste alguna
dixisti? vez unas alabanzas semejantes?, ¿las pronunciaste
[7] Multa quidem excogitat metus, sed alguna vez? [7] Muchos halagos, sin duda, encuentra el
quae appareant quaesita ab invitis; aliud miedo, pero tales que dejan ver que han sido hallados
solicitudinis, aliud securitatis ingenium por gentes forzadas a ello. Uno es el talento que nace
est; alia tristium inventio, alia de la inquietud, otro el que nace de la tranquilidad.
gaudentium; neutrum simulationes Una la inventiva de quienes están tristes, otra la de
expresserint. Habent sua verba miseri, quienes están contentos. Ni una ni otra emoción
sua verba felices: utque iam maxime podrían ser adecuadamente expresadas por medio de
eadem ab utrisque dicantur, aliter la simulación. Los desdichados tienen su propia
dicuntur. manera de expresarse, así como los felices la suya, y
aun cuando unos y otros se sirviesen exactamente de
las mismas palabras, las articularían de un modo
distinto.

LXXIII Las aclamaciones a Trajano por parte del Senado y las lágrimas de emoción del Príncipe.
[73, 1] Testis ipse es, quae in omnium ore [73, 1] Tú mismo eres testigo de la alegría que había en
laetitia. Non amictus cuiquam, non los rostros de todos. Ningún senador permanecía tan
habitus, quem modo extulerat. Inde cuidadosamente arreglado y vestido como había salido
resultantia vocibus tecta, nihilque tantis poco antes de casa. Ello explica que los techos de la

vida, durante los que hemos llegado, silenciosamente, los jóvenes a la vejez y los viejos casi al término de su existencia”.
clamoribus satis clausum. curia resonasen con nuestras voces y que ningún lugar
estuviese lo suficientemente cerrado como para escapar
[2] Quis tunc non e vestigio suo exsiluit? a tan grandes gritos. [2] ¿Quién no saltó entonces de su
quis exsiluisse sensit? Multa fecimus asiento? ¿Y quién, por lo demás, se dio cuenta de que
sponte, plura instinctu quodam et saltó? Hicimos muchas cosas de forma consciente, pero
imperio. Nam gaudio quoque cogendi vis muchas más llevados por una especie de impulso
inest. repentino, de orden imperiosa, pues también en la ale-
gría existe una fuerza a la que el hombre no se puede
[3] Num ergo modum ei tua saltem resistir. [3] ¿Acaso pudo imponer tu modestia al menos
modestia imposuit? Nam quanto magis a alguna medida a nuestra alegría? ¿No nos exaltábamos
te reprimebatur, exarsimus, non tanto más cuanto más intentabas tú contenemos? Si no
contumacia, Caesar: sed ut in tua te obedecimos, César, no fue por rebeldía. Ocurre
potestate est, an gaudeamus; ita, in simplemente que, mientras que está en tu poder que
quantum, nec in nostra. nos mostremos o no alegres, no está ni siquiera en el
nuestro poner un límite a nuestros sentimientos.
[4] Comprobasti et ipse acclamationum [4] Y tú mismo reconociste la sinceridad de nuestras
nostrarum fidem lacrymarum tuarum aclamaciones con la autenticidad de tus lágrimas.
veritate. Vidimus humescentes oculos Vimos húmedos tus ojos, vimos tu cabeza inclinada
tuos, demissumque gaudio vultum, por la alegría, y tanto rubor en tu rostro cuanto pudor
tantumque sanguinis in ore, quantum in en tu corazón.
animo pudoris. [5] Atque hoc magis [5] Y ello nos incitó aún más a suplicar a los dioses que
incensi sumus, ut precaremur, ne quando nunca tus lágrimas tuviesen otro motivo que ése, y que
tibi non eadem caussa lacrymarum, nunca arrugases el ceño por otra causa.
utque nunquam frontem tuam
[abstergeres]. [6] Hoc ipsum [templum], [6] Preguntemos a nuestros asientos, como si nos
has sedes nobis quasi responsuras fuesen a responder, si alguna vez vieron llorar a un
interrogemus, viderintne unquam Príncipe339. Sin embargo, al Senado lo vieron llorar a
principis lacrymas: at senatus saepe menudo. Has colocado en una difícil posición a los
viderunt. Onerasti futuros principes: sed futuros Príncipes, pero también a nuestros
et posteros nostros. Nam et hi a descendientes. En efecto, éstos exigirán a sus Príncipes
principibus suis exigent, ut eadem audire que se hagan acreedores a oír los mismos elogios, y
mereantur: et illi, quod non audiant, aquéllos se indignarán en caso de que no los oigan.
indignabuntur.

LXXIV Los votos del Senado a los dioses en favor de Trajano.


[74, 1] Nihil magis possum proprie [74, 1] No puedo decir nada más apropiado que lo que
dicere, quam quod dictum est a cuncto dijo entonces todo el Senado: “¡QUÉ HOMBRE TAN
senatu: O TE FELICEM! Quod quum AFORTUNADO!”. Y al decirlo, no admirábamos tus
diceremus, non opes tuas, sed animum riquezas, sino tu corazón, pues ésta es, en definitiva, la
mirabamur. Est enim demum vera verdadera felicidad: ser juzgado digno de ser feliz.
felicitas, felicitate dignum videri.
[2] Sed cum multa illo die dicta sunt [2] Muchas sabias y graves sentencias se pronunciaron
sapienter et graviter, tum vel inprimis aquel día, pero en especial la siguiente: “¡CONFÍA EN
[hoc]: CREDE NOBIS, CREDE TIBI. NOSOTROS, CONFÍA EN TI MISMO!”. Lo dijimos con gran

339Suetonio cita el caso de Augusto, véase Augusto, 58: “De improviso, todos llegaron unánimemente al acuerdo de
ofrecerle el título de Padre de la Patria: la plebe lo hizo en primer lugar a través de una embajada que le envió a Ancio...,
después lo hizo el Senado, en la curia, no por un decreto ni por aclamación, sino por boca de Valerio Mésala... Entonces
Augusto, con lágrimas en los ojos, le respondió con estas palabras...”.
Magna hoc fiducia nostri, maiore tamen confianza en nosotros mismos, pero con mayor con-
tui diximus. [3] Alius enim fortasse fianza aún en ti. [3] Ciertamente, una persona puede
alium, ipsum se nemo deceperit. quizás engañar a otra, pero nadie puede engañarse a sí
Introspiciat modo vitam, seque, quid mismo, con tal de que examine con detenimiento su
mereatur, interroget. Proinde dabat vida y se pregunte a qué se ha hecho acreedor en ella.
vocibus nostris fidem apud optimum Por lo tanto, daba credibilidad a nuestras palabras ante
principem, quod apud malos detrahebat. un Príncipe excelente lo mismo que se la quitaba ante
Quamvis enim faceremus, quae amantes los malos Príncipes, pues aunque mostrábamos hacia
solent: illi tamen, non amari se, credebant éstos el mismo comportamiento que acostumbran a
sibi. mostrar los que aman verdaderamente, no obstante,
ellos no creían en la autenticidad de nuestro amor.
[4] Super haec precati sumus, ut SIC TE [4] Asimismo, suplicamos a los dioses que ellos, por su
AMARENT DII, QUEMADMODUM TU parte, TE AMASEN TANTO COMO TÚ NOS AMABAS A
NOS. Quis hoc aut de se, aut principi NOSOTROS340. ¿Quién haría un voto semejante sobre sí
diceret mediocriter amanti? mismo o en favor del Príncipe si no se amasen el uno al
otro de todo corazón?
Pro nobis ipsis quidem haec fuit summa Ciertamente, los votos que hicimos pensando en
votorum, ut NOS SIC AMARENT DII, nuestra propia felicidad pueden resumirse en éste: que
QUOMODO TU. Estne verum, quod LOS DIOSES NOS AMASEN TANTO COMO TÚ NOS AMABAS.
inter ista clamavimus: O NOS FELICES! ¿No es cierta, acaso, esa exclamación que hicimos en
Quid enim felicius nobis, quibus non iam ese momento: “¡QUÉ AFORTUNADOS SOMOS!”? ¿Quién
illud optandum est, ut nos diligat puede ser, en efecto, más afortunado que nosotros, que
princeps, sed dii, quemadmodum no necesitamos ya desear que el Príncipe nos ame, sino
princeps? que los dioses nos amen tanto como nos ama el
[4] Civitas religionibus dedita, Príncipe? [4] Y así, nuestra ciudad, que siempre se ha
semperque deorum indulgentiam pie mostrado respetuosa de las tradiciones religiosas y que
merita, nihil felicitati suae putat adstrui por su piedad siempre se ha hecho acreedora a la
posse, nisi ut dii Caesarem imitentur. bondad de los dioses, considera que lo único que
puede añadirse ya a su felicidad es que los dioses
imiten al César.

LXXV La publicación de las aclamaciones del Senado en las efemérides de la vida pública y el
grabado de las mismas en tablas de bronce.
[75, 1] Sed quid singula consector et [75, 1] Pero ¿por qué enumero y me ocupo una por una
colligo? Quasi vero aut oratione de todas estas particularidades? ¡Como si pudiese
complecti, aut memoria consequi possim, reunir en mi discurso o recordar con un esfuerzo de mi
quae vos, Patres Conscripti, ne qua memoria todos aquellos acontecimientos que vosotros,
interciperet oblivio, et in publica acta padres conscriptos, a fin de que el olvido no los hiciese

340Varios ejemplos de aclamaciones de este tipo nos han sido conservados en las biografías incluidas en la Historia
Augusta, por ejemplo, en la de Alejandro Severo, 6, 3-7, 6: “... los senadores aclamaron: «Oh Augusto virtuoso, que los
dioses te protejan. Alejandro, emperador, que los dioses te protejan. Los dioses nos han regalado a tu persona, que los
dioses nos la conserven... Vivimos dichosos con tu reino, dichosa vive la República... Dioses inmortales, prolongad la
vida de Alejandro. Los juicios de los dioses se muestran en casos así...»”; y en la de Tácito, 4-5: “... todos los senadores
prorrumpieron en aclamaciones: «Tácito Augusto, que los dioses te protejan. A ti te elegimos, a ti te nombramos
emperador, a ti te confiamos el gobierno de la República y del Orbe. Acepta por mandato del Senado el Imperio al que te
has hecho acreedor, pues lo merece tu rango, tu conducta y tu inteligencia... Que tu gobierno sea feliz, próspero y
saludable...»”. Las aclamaciones tenían por finalidad aprobar, o más bien, ratificar, una propuesta del Príncipe, como si
de una votación se tratase. Por ello, existían una serie de fórmulas fijas sobre las que se introducían los cambios
oportunos según lo requiriesen las circunstancias.
mittenda, et incidenda in aere censuistis. desaparecer, propusisteis que fuesen incluidos en las
efemérides de la vida pública341 y grabados en tablas de
[2] Ante, orationes principum tantum bronce. [2] Antes era costumbre confiar a la
eiusmodi genere monumentorum inmortalidad por medio de ese tipo de procedimientos
mandari aeternitati solebant: tan sólo los discursos de los Príncipes342, mientras que
acclamationes quidem nostrae parietibus nuestras aclamaciones no salían de las paredes de la
curiae claudebantur. Erant enim, quibus curia. Se trataba, ciertamente, de unas aclamaciones
nec senatus gloriari nec principes tales que ni el Senado ni los Príncipes podían mostrarse
possent. [3] Has vero et in vulgus exire, orgullosos de ellas. [3] Por el contrario, convenía dar a
et posteris prodi, cum ex utilitate, tum ex conocer públicamente nuestras aclamaciones y
dignitate publica fuit: primum, ut orbis transmitirlas a los hombres venideros tanto en atención
terrarum pietatis nostrae adhiberetur al interés público como, sobre todo, a la dignidad del
testis et conscius: deinde, ut manifestum Estado: en primer lugar, con el deseo de que todas las
esset, audere nos de bonis malisque regiones de la tierra fuesen testigos y confidentes de
principibus, non tantum post ipsos nuestra lealtad; en segundo lugar, a fin de mostrar que
iudicare: postremo, ut experimento no nos atrevemos a manifestar nuestra opinión sobre
cognosceretur, et ante nos gratos, sed los buenos y los malos Príncipes sólo tras la muerte de
miseros fuisse; quibus esse nos gratos éstos; y, finalmente, para que se supiese, y fuese un
probare antea non licuit. hecho probado por la experiencia, que también en el
pasado éramos un pueblo afectuoso, pero desdichado,
pues las circunstancias no nos permitían manifestar
nuestro afecto343.
[4] At qua contentione, quo nisu, quibus [4] ¡Con qué insistencia, con qué vehemencia, con qué
clamoribus expostulatum est, ne affectus gritos te suplicamos que no ocultases ni nuestro amor
nostros, ne tua merita supprimeres! por ti ni tus propios méritos, y, en definitiva, que
denique, ut in posterum exemplo mirases por el bien de la posteridad, ofreciéndole el
provideres! [5] Discant et principes testimonio de tu ejemplo! [5] ¡Que aprendan también
acclamationes veras falsasque discernere, los Príncipes a distinguir las aclamaciones sinceras de
habeantque muneris tui, quod iam decipi las fingidas, y que reciban este presente tuyo: el no
non poterunt. Non instruendum illis iter poder ya ser engañados! No deben preocuparse más
ad bonam famam, sed non deserendum: por trazar el camino que conduce a la consecución de
non submovenda adulatio, sed non una buena reputación, bastará con que no se aparten
reducenda est. Certum est, et quae facere, del que tú has trazado; ni tienen que suprimir del Es-
et quae debeant audire, si faciant. tado la adulación, bastará con que no la introduzcan de
nuevo en él. Ha quedado definitivamente bien
establecido tanto la conducta que deben observar como
los elogios que deben oír en caso de que observen la
[6] Quid nunc ego super ea, quae sum debida conducta. [6] ¿Qué votos puedo yo ahora, por
cum toto senatu precatus, pro senatu mi parte, hacer a los dioses en nombre del Senado
precer, nisi ut haereat animo tuo además de los que ya hice junto con todo el Senado, a

341 Véase Apéndice 5.


342 Da noticia de ello el propio Plinio en las epist. 5, 13, 8 y 8, 6, 14.
343 Esta última expresión de Plinio debe interpretarse a la luz de la epist. 8, 12, 5: “Así pues, me parece que cumplo con un

deber religioso si asisto ahora a esta especie de elogios fúnebres, tardíos, sin duda, pero por eso mismo tanto más
sinceros, de todos aquellos grandes hombres a los que no pude acompañar en su cortejo fúnebre”. Es decir, en tiempos
de Domiciano, era peligroso mostrar admiración y afecto por los grandes hombres, pues ello podía suscitar la
animosidad del Príncipe, ya fuese porque algo así suscitase la envidia del emperador, ya fuese que éste último lo
interpretase como una velada crítica hacia su persona.
gaudium, quod tunc oculis protulisti? no ser que permanezca siempre dentro de tu corazón la
Ames illum diem, et tamen vincas: nova alegría que entonces manifestaste en tus ojos344, que
merearis, nova audias: eadem enim dici, recuerdes con afecto aquel día y que, no obstante,
nisi ob eadem facta, non possunt. conozcas otros mejores, que te hagas acreedor a nuevos
elogios y que oigas nuevas aclamaciones? En efecto, los
mismos elogios no pueden tributarse sino a las mismas
acciones.

IV. D. El respeto de Trajano para con las tradiciones republicanas durante su tercer consulado.
III. La modestia y equidad del Príncipe durante el ejercicio de su cargo: caps. 76-77.

LXXVI El juicio de Mario Prisco en el Senado. El séquito de Trajano.


[76, 1] Iam quam antiquum, quam [76, 1] ¡Por lo demás, qué digno de nuestros
consulare, quod triduum totum senatus antepasados, qué digno de la tradición consular el que
sub exemplo tui sedit, quum interea nihil el Senado, siguiendo el ejemplo de tu resistencia, se
praeter consulem ageres! reuniese durante tres días seguidos, durante los cuales
tú cumpliste escrupulosamente con los deberes de un
[2] Interrogavit quisque, quod placuit: cónsul!345 [2] Todos los senadores, al serles preguntado
dissentire, discedere, et copiam iudicii su parecer, se expresaron en los términos en que les
sui reipublicae facere, tutum fuit: consulti pareció oportuno. Hubo entera libertad para disentir,
omnes, atque etiam dinumerati sumus: para apoyar la opinión de quien se quisiese y para
vicitque sententia non prima, sed melior. ofrecer al Estado el punto de vista propio. Todos
fuimos consultados e incluso se contaron los votos, y
venció no la primera propuesta, sino la mejor346.
[3] At quis antea loqui, quis hiscere [3] Por el contrario, en el pasado ¿quién se atrevía a
audebat, praeter miseros illos, qui primi hablar, quién se atrevía a abrir la boca excepto los
interrogabantur? Ceteri quidem defixi et desdichados que eran consultados los primeros? ¡Los
attoniti ipsam illam mutam ac demás, por su parte, inmóviles y conturbados, con qué
sedentariam assentiendi necessitatem, dolor en su corazón, con qué miedo en todo su cuerpo
quo cum dolore animi, quo cum totius se sometían a un asentimiento forzado que los dejaba
corporis horrore perpetiebantur! [4] Unus mudos y clavados a sus asientos! [4] Un solo senador
solusque censebat, quod sequerentur proponía el parecer que todos los demás debían seguir,
omnes, et omnes improbarent, in primis aunque todos lo desaprobaban, incluido el propio
ipse, qui censuerat. Adeo nulla magis senador que lo había propuesto. Hasta tal punto nada
omnibus displicent, quam quae sic fiunt, hay que desagrade más a todos que lo que se hace
tanquam omnibus placeant. [5] Fortasse como si agradase a todos. [5] A veces, el emperador
imperator in senatu ad reverentiam eius aparentaba en el Senado mostrar el debido respeto a
componebatur: ceterum egressus, statim este estamento, sin embargo, en cuanto salía de la
se recipiebat in principem, omniaque curia, volvía a comportarse como un Príncipe y
consularia officia abigere, negligere, rehusaba cumplir con los deberes propios de un

344 Al llorar de alegría, cfr. sufra el cap. 73, 6.


345 Con ocasión del juicio de Mario Prisco en el Senado en enero del año 100, los días 13, 14 y 15 de ese mes (cfr. epist. 2, 11,
1 y nota al pasaje). Trajano, en su calidad de cónsul (no de Príncipe), presidió el Senado, cfr. Plinio, epist. 2, 11, 10.
346 De hecho, venció la primera propuesta, emitida por Cornuto Tertulo (cfr. Plinio, epist. 2, 11, 19-22), pero Plinio quiere

decir que venció no por ser la primera, sino por ser la mejor. Según Plinio, en el pasado siempre vencía la primera
propuesta porque ningún senador se atrevía a censurarla y a proponer otra diferente debido a que la principal aspiración
de todos ellos era no llamar la atención del Príncipe, confiando en que el silencio les proporcionaría seguridad. Cfr. al
respecto supra el cap. 66, 5, y sobre todo, la epist. 8, 14, 8.
contemnere solebat. cónsul, mostrándose indiferente a ellos y hasta
[6] Ille vero ita consul, ut si tantum despreciándolos. [6] Nuestro Príncipe, por su parte,
consul foret: nihil infra se putabat, nisi ejerció su consulado como si tan sólo fuese cónsul, y
quod infra consulem esset. consideraba únicamente indigno de él lo que era
[7] Ac primum, ita domo progrediebatur, indigno de un cónsul. [7] 347 Y para empezar, salía de
ut illum nullus apparatus arrogantiae palacio sin que el fasto propio de la soberbia de los
principalis, nullus praecursorum Príncipes ni una muchedumbre de servidores lo
tumultus detineret. Una erat in limine obstaculizasen. Tan sólo se detenía un instante en la
mora, consultare aves, revererique puerta a fin de consultar los auspicios y recibir
numinum monitus. respetuosamente las advertencias de los númenes.
[8] Nemo proturbabatur, nemo [8] Nadie era empujado ni apartado al paso del
submovebatur: tanta viatoribus quies, Príncipe, sus alguaciles eran tan pacíficos, sus lictores
tantus pudor fascibus, ut plerumque tan discretos que, a menudo, una aglomeración casual
aliena turba subsistere et consulem et obligaba a detenerse a un cónsul y a un Príncipe.
principem cogeret. [9] Ipsius quidem [9] Y hasta su séquito personal era tan reducido y tan
officium tam modicum, tam temperatum, disciplinado que parecía que pasaba alguno de los
ut antiquus aliquis magnusque consul grandes cónsules de la antigüedad al servicio de un
sub bono principe incedere videretur. Iter buen Príncipe.
illi saepius in forum, frequenter tamen et
in campum.

LXXVII El comportamiento de Trajano en el Campo de Marte con ocasión de la proclamación de


los nuevos cónsules, y en el foro en la administración de justicia.
[77, 1] Nam comitia consulum obibat [77, 1] Acudía principalmente al foro, pero también
ipse; tantum ex renuntiatione eorum acudía con frecuencia al Campo de Marte. En efecto,
voluptatis, quantum prius ex por su propia iniciativa asistió a los comicios en los que
destinatione capiebat. se anunciaron los nombres de los nuevos cónsules, y
experimentó tanto placer en el momento de la
proclamación oficial de éstos como el que antes había
experimentado en el momento de su designación348.
[2] Stabant candidati ante curulem [2] Los candidatos permanecieron de pie ante la silla
principis, ut ipse ante consulis steterat: curul del Príncipe como él mismo había permanecido
adigebanturque in verba, in quae paullo de pie ante la del cónsul, y prestaron juramento en los
ante ipse iuraverat princeps; qui tantum mismos términos en los que poco tiempo antes había
putat esse in iureiurando, ut illud et ab jurado el propio Príncipe, quien considera tan

347 A partir de este momento (cap. 76, 6) y hasta el final del capítulo siguiente (cap. 77, 8), Plinio describe en tercera
persona el comportamiento de Trajano durante su tercer consulado. Este recurso ha hecho sospechar a los estudiosos que
estamos ante una nueva ampliación del discurso original.
348 Los comicios senatoriales en los que se designaba a los cónsules sufectos del nuevo año se celebraron probablemente el

9 de enero del año 100, y la proclamación oficial de los nombres de los elegidos seguramente tres días después, el 12 de
enero, en el Campo de Marte. Entre los elegidos se contaba el propio Plinio (cfr. infra cap. 92, 3). De la expresión de Plinio
se ha deducido que Trajano se habría reservado la presidencia de los comicios por centurias en los que se proclamaban
los nombres de los nuevos cónsules y los pretores, dejando a su colega en el consulado la presidencia de los comicios por
tribus correspondientes a las magistraturas inferiores (cuestores, tribunos de la plebe y ediles). Tenemos noticia de que,
con anterioridad a Trajano, Augusto y Vitelio habían hecho lo mismo, cfr. Suetonio, Augusto, 56, 1: “Siempre que asistía
(sc. Augusto) a las elecciones de magistrados, circulaba por las tribus con sus candidatos y solicitaba los votos según la
costumbre establecida. El mismo votaba también dentro de su tribu, como uno más...”; y Tácito, Historias, 2, 91, 2: “Sin
embargo, acudiendo (sc. Vitelio) como un ciudadano más a los comicios consulares en compañía de los candidatos,
procuró hacerse propicios los comentarios de la plebe vil, en el teatro como espectador y adhiriéndose a ella en el circo”.
aliis exigat. importante el juramento que lo exige también a los
[3] Reliqua pars diei tribunali dabatur. Ibi demás. [3] El resto del día lo consagraba a la
vero quanta religio aequitatis! quanta administración de justicia. ¡Qué escrupulosidad por
legum reverentia! Adibat aliquis ut actuar con equidad a la hora de cumplir con ese deber!,
principem: respondebat, se consulem ¡qué respeto, al mismo tiempo, por las leyes! Alguien
esse. acudía ante él tratándolo de “Príncipe”, respondía que
[4] Nullius ab eo magistratus ius, nullius él era cónsul. [4] Ningún magistrado vio reducidos sus
auctoritas imminuta est: aucta etiam; derechos ni sus competencias, al contrario, éstos les
siquidem pleraque ad praetores fueron incluso aumentados, pues el Príncipe remitía la
remittebat, atque ita, ut collegas vocaret: mayor parte de los asuntos a los pretores, e incluso se
non quia populare gratumque dirigía a ellos llamándolos “colegas”, no porque cre-
audientibus, sed quia ita sentiebat. yese que eso le granjearía las simpatías de la gente y
que resultaría grato a los que lo escuchaban, sino
[5] Tantum dignationis in ipso honore porque lo pensaba sinceramente349. [5] Tenía en tanta
ponebat, ut non amplius esse censeret, estima la propia magistratura que no creía que fuese
quod aliquis collega appellaretur a un honor mayor el que alguien fuese tratado como
principe, quam quod praetor esset. Ad “colega” por el Príncipe que el que fuese pretor.
haec tam assiduus in tribunali, ut labore Además, acudía con tanta asiduidad a los tribunales
refici ac reparari videretur. que parecía que el esfuerzo lo reanimaba y
[6] Quis nostrum idem curae, idem reconstituía350. [6] ¿Quién de entre nosotros muestra el
sudoris sumit? quis adeo expetitis mismo celo, la misma laboriosidad? ¿Quién se
honoribus aut deservit, aut sufficit? consagra de tal modo a las magistraturas que ha
ambicionado, y cumple hasta tal punto con sus
[7] Et sane aequum est, tantum ceteris obligaciones? [7] Por otro lado, es, sin duda, adecuado
praestare consulibus ipsum, qui consules que tanto sobresalga sobre los otros cónsules
facit: quippe etiam Fortunae videbatur precisamente aquel que nombra a los cónsules, pues
indignum, si posset honores dare, qui parecería indigno de su elevación si pudiese conceder
gerere non posset. dignidades y no estuviese capacitado para ejercerlas.
[8] Facturus consules doceat, [8] ¡Que el que ha de nombrar a los cónsules enseñe a
accepturisque amplissimum honorem éstos su deber, y convenza, así, a los que van a recibir
persuadeat, scire se, quid sit, quod la más importante de las magistraturas que él conoce
daturus sit: sic fit, ut illi quoque sciant, bien cuál es el valor de la dignidad que va a otorgarles!
quid acceperit. De ese modo se consigue que también los cónsules
conozcan el valor de la dignidad que han obtenido.

349 Los pretores, aunque eran magistrados de rango inferior al de los cónsules, eran considerados colegas de éstos en la
medida en que unos y otros eran elegidos por los comicios por centurias. Cfr. al respecto, Tito Livio, 7, 1, 6: “... y en
cuanto al pretor..., colega de los cónsules nombrado bajo los mismos auspicios...”; y sobre todo Aulo Gelio, Noches Áticas,
13, 15.
350 Pensamiento propio de la filosofía estoica, cfr. Séneca, Epístolas, 31,4: Έ1 trabajo nutre a los espíritus generosos”.
IV. E. El ofrecimiento de un cuarto consulado a Trajano por parte del Senado: caps. 78-79.

LXXVIII Los motivos por los que el Senado ha ofrecido un nuevo consulado a Trajano.
[78, 1] Quo iustius senatus, ut susciperes [78, 1] 351 Por ello, con tanta mayor justicia el Senado te
quartum consulatum, et rogavit et iussit. ha rogado y ordenado que asumas un cuarto
Imperii hoc verbum, non adulationis consulado352. Que la deferencia que muestras al Senado
esse, obsequio tuo crede: quod non alia in sea para ti la mejor prueba de que estas palabras son
re magis aut senatus exigere a te, aut tu una orden, y no mera adulación, pues no hay ningún
praestare senatui debes. otro servicio que el Senado tenga más derecho a exigir
de ti ni que tú debas cumplir de preferencia por
[2] Ut enim ceterorum hominum, ita obediencia al Senado. [2] En efecto, así como la vida de
principum, illorum etiam, qui dii sibi los demás hombres, así también la de los Príncipes,
videntur, aevum omne ei breve et fragile incluso la de aquellos que se creen dioses353, es breve y
est. Itaque optimum quemque niti et frágil. Conviene, por consiguiente, que los mejores
contendere decet, ut post se quoque Príncipes se esfuercen y hagan todo lo posible por
reipublicae prosit, moderationis scilicet seguir siendo útiles al Estado incluso después de
iustitiaeque monumentis, quae plurima muertos, naturalmente, dejando tras de sí ejemplos de
statuere consul potest. su moderación y de su justicia, los más importantes de
[3] Haec nempe intentio tua, ut los cuales puede proporcionarlos el cónsul. [3] Es tu
libertatem revoces ac reducas. Quem deseo, ciertamente, restablecer y restaurar la libertad.
ergo honorem magis amare, quod nomen ¿Qué honor, entonces, debes amar por encima de
usurpare saepius debes, quam quod cualquier otro, de qué título debes servirte más a
primum invenit recuperata libertas? Non menudo que de aquel que creó el primero nuestra
est minus civile, et principem esse ciudad cuando conquistó la libertad? No es menos
pariter, et consulem, quam tantum propio de un buen ciudadano ser Príncipe y cónsul al
consulem. [4] Habe etiam rationem mismo tiempo, que ser tan sólo cónsul. [4] Ten
verecundiae collegarum tuorum; asimismo en consideración la modestia de tus colegas,
collegarum inquam: ita enim et ipse sí, de tus colegas, repito, pues así es como tú mismo los
loqueris, et nos loqui vis. llamas y como quieres que nosotros los llamemos.
[5] Onerosa erit modestiae illorum tertii [5] Debido a su sentido del pudor, les resultará penoso
consulatus sui recordatio, donec te el recuerdo de su tercer consulado hasta que vean que
consulem videant. Neque enim potest tú eres cónsul por cuarta vez. En efecto, no puede dejar
non nimium esse privatis, quod principi de ser excesivo para unos ciudadanos particulares lo
satis est. Annuas, Caesar, optantibus, que es suficiente para un Príncipe. Accede, César, a las
quibusque apud deos adesse consuesti, súplicas de los que así te lo piden, y haz que aquellos a
quorum potens es ipse, votorum los que con frecuencia asististe ante los dioses354 vean
compotes facias. cumplidos los votos que dependen de ti.

LXXIX El celo de Trajano como cónsul y como Príncipe.


[79, 1] Fortasse sufficiat tibi tertius [79, 1] A ti quizás te bastaría un tercer consulado, pero
consulatus: sed nobis tanto minus a nosotros no nos basta en modo alguno. El modo en el
sufficit. Ille nos instituit et induxit, ut te que lo desempeñaste nos ha impulsado, nos ha

351 Aquí comienza probablemente una nueva ampliación del discurso original, que se extendería hasta el cap. 79,4.
352 Trajano desempeñó su cuarto consulado del 1 al 12 de enero del año 101, teniendo como colega a Quinto Articuleyo
Peto, cónsul sufecto en el 78 d.C. El cónsul sufecto que sucedió a Trajano fue Sexto Atio Suburano Emiliano (véase “2
Suburano” en el Apéndice 1).
353 Alusión a Domiciano (cfr. supra el cap. 52, 2 y nota al pasaje).

354 En su calidad de Pontífice Máximo.


iterum interumque consulem habere empujado a desear tenerte como cónsul una y otra vez.
cupiamus. [2] Remissius istud [2] Lucharíamos con menos ahínco por conseguirlo, si
contenderemus, si adhuc non sciremus, aún no supiésemos qué clase de cónsul ibas a ser:
qualis esses futurus. Tolerabilius fuit, habría sido preferible que no hubieses accedido a que
experimentum tui nobis, quam usum te pusiésemos a prueba, antes que negamos luego tus
negari. [3] Dabiturne rursus videre buenos servicios. [3] ¿Nos será posible ver una vez más
consulem illum? Audiet, reddet, quas a nuestro Príncipe ejerciendo como cónsul? ¿Escuchará
proxime, voces? praestabitque gaudium, las mismas aclamaciones de antes?, ¿responderá como
quantum ipse percipiet? Praesidebit antes a ellas? ¿Nos proporcionará tanta alegría como él
laetitiae publicae, auctor eius et caussa? mismo experimenta? ¿Presidirá la dicha del Estado
tentabitque affectus nostros, ut solet, como responsable y causa de ella, e intentará, como
cohibere, nec poterit? acostumbra, contener nuestro amor sin conseguirlo?
[4] Erit pietati senatus cum modestia [4] Sin duda, la devoción del Senado sostendrá un
principis felix speciosumque certamen, combate tan hermoso como afortunado contra la
seu fuerit victa, seu vicerit? Equidem modestia del Príncipe, ya sea que resulte vencida o
incognitam quandam, proximaque victoriosa. Ciertamente, me represento ya en mi
maiorem praesumo laetitiam. Quis enim imaginación una dicha, por así decirlo, desconocida
est tam imbecilli ingenio, qui non tanto hasta el presente y mayor que la última de la que
meliorem consulem speret, quanto hemos disfrutado. ¿Quién hay, en efecto, que sea tan
saepius fuerit? necio como para no confiar en que un cónsul será tanto
mejor cuantas más veces haya ejercido la magistratura?
[5] Alius labores, si non continuo se [5] Otro, aunque no se hubiese entregado a la indolen-
desidiae ac voluptati dedisset, otio tamen cia y a los placeres, sin embargo, habría intentado
et quiete recreasset: hic consularibus reponerse de un esfuerzo tan intenso retirándose a un
curis exsolutus, principales resumpsit; tranquilo reposo, nuestro Príncipe, por el contrario,
tam diligens temperamenti, ut nec después de dejar las responsabilidades consulares, se
consulis officium princeps, nec principis enfrentó nuevamente a las propias de su condición de
consul appeteret. Príncipe, y muestra un respeto tan escrupuloso por no
sobrepasar el justo límite que como Príncipe no desea
ejercer como cónsul igual que como cónsul no quiso
[6] Videmus, ut provinciarum desideriis, ejercer como Príncipe. [6] Vemos con qué celo satisface
ut singularum etiam civitatum precibus los deseos de las provincias e incluso las súplicas de
occurat. cada una de las ciudades. No pone ningún obstáculo a
la hora de escuchar a nadie, ni se demora a la hora de
[7] Nulla in audiendo difficultas, nulla in responder. [7] Todo el mundo es introducido de
respondendo mora: adeunt statim, inmediato a su presencia, y de inmediato le es posible
dimittuntur statim: tandemque principis retirarse. En fin, no asedia las puertas del Príncipe una
fores exclusa legationum turba non muchedumbre de embajadores a los que no se permite
obsidet. la entrada a palacio.
V. La vida privada de Trajano: caps. 80-87.
V. A. Introducción. Las responsabilidades del Imperio: cap. 80.

LXXX Trajano gobierna sobre el Imperio como Júpiter sobre el mundo.


[80, 1] Quid? in omnibus cognitionibus, [80, 1] ¿Qué más puedo decir? ¡Qué dulce severidad la
quam mitis severitas, quam non dissoluta tuya en todos los procesos que presides!, ¡qué
clementia! Non locupletando fisco sedes, clemencia tan libre de debilidad!355 No te sientas en el
nec aliud tibi sententiae tuae pretium, tribunal con el propósito de enriquecer el tesoro
quam bene iudicasse. imperial356, y la única satisfacción que obtienes de tus
sentencias es la de haber pronunciado un veredicto
[2] Stant ante te litigatores, non de justo357. [2] Los litigantes se presentan ante ti
fortunis suis, sed de tua aestimatione preocupados no por sus riquezas, sino por tu opinión,
soliciti; nec tam verentur, quid de caussa y no temen tanto qué juicio ha de merecerte su causa
sua, quam quid de moribus sentias. como su conducta. [3] 358 ¡Qué responsabilidades las
[3] O vere principis, atque etiam consulis, tuyas, propias, verdaderamente, de un Príncipe e
reconciliare aemulas civitates, incluso de un dios: reconciliar a ciudades rivales,
tumentesque populos non imperio apaciguar a pueblos amenazantes y no hacerlo con el
magis, quam ratione compescere: poder de las armas, sino con el de la razón, poner re-
intercedere iniquitatibus magistratuum, medio a las injusticas cometidas por los magistrados,
infectumque reddere, quidquid fieri non anular lo que no habría debido hacerse359, en fin,
oportuerit: postremo, velocissimi sideris semejante al más veloz de los astros, verlo todo, oírlo
more, omnia invisere, omnia audire, et todo360, y dondequiera que sea que se te invoque,
undecunque invocatum statim, velut presentarte inmediatamente allí a prestar la debida
numen, adesse et adsistere! [4] Talia esse asistencia! [4] Ésta es la forma en la que yo creería que
crediderim, quae ipse mundi parens con un movimiento de su cabeza gobierna el padre del
temperat nutu, si quando oculos demisit mundo, si es que alguna vez ha dirigido su mirada a la
in terras et fata mortalium inter divina tierra y se ha dignado incluir los destinos de los
opera numerare dignatus est: qua nunc mortales entre las preocupaciones divinas. Ahora, libre

355 Sobre estos juicios presididos por Trajano en su residencia imperial de Centum Cellae, cfr. epist. 6, 31.
356 Nueva alusión a Domiciano. Cfr., no obstante, Suetonio, Domiciano, 8,1: “Administró (sc. Domiciano) justicia atenta y
celosamente, viendo incluso con mucha frecuencia las causas en el Foro, de forma extraordinaria; anuló las sentencias de
los centunviros dictadas por motivos interesados...; puso nota de infamia a los jueces venales junto con sus asesores”.
357 Pensamiento propio de la filosofía estoica: la virtud debe ser desinteresada. Cfr. Séneca, Sobre la clemencia, 1, 1: “En

efecto, aunque el verdadero fruto de las acciones sea el haber actuado, y la virtud no tenga precio al margen de sí misma,
es agradable dirigir la mirada a nuestro interior y contemplar la buena conciencia”; id., Sobre la felicidad, 9, 4: “Me
preguntas qué busco en la virtud: a ella misma. En efecto, no tiene nada mejor, ella misma es su propia recompensa”; id.,
De los beneficios, 4, 1, 3: “¿Qué conseguiré, me preguntas, si hiciere esto con fortaleza, si hiciere esto con gratitud? Que lo
habrás hecho; no se te promete nada más. Si por acaso te obtuviere alguna ventaja, cuéntala como una añadidura. El
precio de las acciones honestas está en sí mismas”.
358 El énfasis que caracteriza el final de este capítulo (80, 3-5) da a entender que estamos ante una reelaboración del

discurso original.
359 Un ejemplo de ello puede leerse en la epist. 10, 56 ,4. Que se trata de un nuevo elogio propio del encomio dirigido a un

Príncipe lo pone de manifiesto que Veleyo Patérculo ensalza a Tiberio por el mismo motivo, cfr. Veleyo Patérculo, 2, 126,
4: “La munificencia del Príncipe restaura los daños accidentales no sólo en los ciudadanos, sino en las ciudades: se
reconstruyeron las ciudades de Asia, las provincias se recuperaron de los abusos de los magistrados”.
360 Recuerdo de su tío Plinio el Viejo, 2, 13: “Considerando sus obras (sc. las del sol), es obligado creer que es el alma o, más

llanamente, la mente de todo el universo, el árbitro o divinidad primordial de la naturaleza... él también presta su luz a
los demás astros, él el más resplandeciente, el excepcional, el que todo lo ve, incluso el que todo lo oye, tal como veo yo
que le gustaba decir, sólo de él, a Homero”; o quizás directamente de Homero, Ilíada, 3, 277; id., Odisea, 11, 109, e ibidem,
12, 323.
parte curarum liber solutusque, caelo y despreocupado de esta parte del mundo, se cuida
tantum vacat, postquam te dedit, qui únicamente del cielo, después de haberte entregado a ti
erga omne hominum genus vice sua la tierra para que ocupases su puesto ante todo el
fungereris. género humano361.
[5] Fungeris enim, sufficisque mandanti, [5] Y ciertamente lo ocupas y satisfaces por completo a
quum tibi dies omnis summa cum quien te confió este cometido362, pues todos los días, al
utilitate nostra, cum tua laude, condatur. ponerse el sol, nos has dispensado los mayores
beneficios y tú mismo has merecido los mayores
elogios.

V. B. Los recreos del Príncipe. I. Las actividades físicas: caps. 81-82.

LXXXI La caza y la navegación.


[81, 1] Quodsi quando cum influentibus [81, 1] 363 Y cuando has conseguido hacer frente al conti-
negotiis paria fecisti, instar refectionis
nuo fluir de los asuntos que requieren tu atención,
existimas mutationem laboris. Quae enim buscas el descanso en otro tipo de esfuerzo. ¿En qué
remissio tibi, nisi lustrare saltus, excutere
consiste, en efecto, tu recreo sino en recorrer los
cubilibus feras, superare immensa bosques, hacer salir a las bestias de sus guaridas,
montium iuga, et horrentibus scopulis superar las inmensas cimas de las montañas y marchar
gradum inferre, nullius manu, nullius por escarpados peñascos, sin que nadie te eche una
vestigio adiutum; atque inter haec pia mano, sin que nadie te abra camino, y, en medio de
mente adire lucos, et occursare todo ello, visitar con devoción los bosques sagrados y
numinibus? [2] Olim haec experientia venerar piadosamente a los númenes? [2] En otro
iuventutis, haec voluptas erat; his artibus
tiempo364, estas prácticas, estos placeres eran propios de
futuri duces imbuebantur: certare cum la juventud, y los futuros generales eran instruidos en
fugacibus feris cursu, cum audacibus estas artes: rivalizar en la carrera con las bestias más
robore, cum callidis astu: nec mediocre veloces, en vigor con las más fieras y en sutileza con las
pacis decus habebatur submota campis más astutas. Y en tiempo de paz estaba considerado un
irruptio ferarum, et obsidione quadam motivo de gloria no pequeño haber alejado de los
liberatus agrestium labor. campos de cultivo una horda de bestias salvajes y
haber liberado, así, el trabajo de los campesinos de esta
[3] Usurpabant gloriam istam illi quoque especie de asedio. [3] Se atribuían esta misma gloria
principes, qui obire non poterant: también aquellos Príncipes incapaces de conquistarla,

361 Tópico del elogio al Príncipe, cfr. Valerio Máximo, 1 pref.: “Para hacer frente a esta empresa, tu ayuda invoco, César (.i.
Tiberio), que no en vano el acuerdo de dioses y hombres quiso que fueses tú el rector de mares y tierras...”; Séneca, Sobre
la clemencia, 1, 1, 2: “Yo, entre todos los mortales, ¿he recibido la aprobación y he sido elegido para desempeñar en la
tierra el papel de los dioses?”; Estacio, Silvas, 4, 3, 128-129 (el poeta se refiere a Domiciano): “He aquí que es un dios:
manda Júpiter que impere en su lugar sobre un mundo dichoso”. Trajano favoreció especialmente durante su Imperio la
idea de que Júpiter, el padre de los dioses, le había confiado el gobierno de la tierra. Así, por ejemplo, en el Arco de
Benevento, erigido en el año 114, se representa a Júpiter acompañado de Juno y Minerva, a un lado, y del resto de los
dioses del Olimpo, al otro, dando la bienvenida a Trajano y entregando a éste último el rayo, es decir, el símbolo de su
poder divino.
362 Naturalmente, Júpiter.

363 Aquí comenzaría una extensa ampliación del discurso original, hasta el cap. 88, 4, en que Plinio se ocupa del título de

“Príncipe Óptimo”. Por un lado, este título debería aparecer inmediatamente después de la comparación de Trajano con
Júpiter, pues los méritos que convierten a Trajano en un Júpiter sobre la tierra son los mismos que lo hacen digno del
título de “Príncipe Óptimo”. Por otro lado, el elogio de la vida privada del Príncipe (cap. 81-82, este último capítulo
incluye asimismo una nueva comparación de Trajano con Domiciano, lo que confirmaría su carácter de añadido), de su
familia (caps. 83-84) y de sus amigos (caps. 85-87) constituye uno de los tópicos más importantes del encomio.
364 Evocación de los tiempos de la República primitiva.
usurpabant autem, ut domitas fractasque se la atribuían, por lo demás, hasta tal punto que,
claustris feras, ac deinde in ipsorum después de haber domesticado y amansado encerradas
quidem ludibrium emissas, mentita en jaulas todo tipo de bestias salvajes, las soltaban
sagacitate colligerent. Huic par capiendi después para su diversión, a fin de poder capturarlas
quaerendique sudor, summusque et en sus redes con una falsa apariencia de habilidad.
idem gratissimus labor, invenire. Nuestro Príncipe, sin embargo, dedica tanto esfuerzo a
capturarlas como a seguir su rastro, y la mayor
dificultad de su empeño, pero, al mismo tiempo, la que
más placer le procura es la de descubrir sus escondites.
[4] Enim vero, si quando placuit idem [4] Y ciertamente, cuando decide poner de manifiesto
corporis robur in maria proferre, non ille en el mar ese mismo vigor de su cuerpo, no sigue las
fluitantia vela aut oculis sequitur aut velas ondeantes con sus ojos o con movimientos de sus
manibus: sed nunc gubernaculis assidet, manos, sino que ora toma el timón, ora rivaliza con los
nunc cum valentissimo quoque sodalium más valerosos de sus compañeros en quebrar las olas,
certat frangere fluctus, domitare ventos en dominar los vientos contrarios y en superar a fuerza
reluctantes, remisque transfretare de remos la resistencia de las corrientes.
obstantia freta.

LXXXII Comparación con Domiciano. Elogio de Trajano por no entregarse a los placeres en sus
ratos de ocio.
[82, 1] Quantum dissimilis illi, qui non [82, 1] ¡Qué diferente de aquel otro Príncipe que no
Albani lacus otium, Baianique torporem podía soportar la calma del lago Albano, ni la quietud
et silentium ferre, non pulsum saltem y el silencio del de Bayas, que ni siquiera podía oír el
fragoremque remorum perpeti poterat, ritmo de los remos y el golpeteo de éstos contra el agua
quin ad singulos ictus turpi formidine sin estremecerse ante cada palada, llevado de un
horresceret. [2] Itaque procul ab omni vergonzoso temor!365. [2] Y así, protegido contra el más
sono inconcussus ipse et immotus, mínimo ruido y sin experimentar en su persona
religato revinctoque navigio, non secus sacudida o movimiento alguno, era conducido como
ac piaculum aliquod, trahebatur. una víctima expiatoria por una nave arrastrada por
otra a la que iba amarrada por un grueso cable.
[3] Foeda facies, quum Populi Romani [3] ¡Qué triste imagen ver al emperador del pueblo
Imperator alienum cursum, alienumque romano seguir el curso que le fijaba el piloto de otra
rectorem, velut capta nave, sequeretur. embarcación, como si fuese en una nave prisionera!
[4] Nec deformitate ista saltem flumina [4] Ni siquiera se veían libres de esta infamia los ríos, y
carebant atque amnes. Danubius ac hasta el Danubio y el Rin tenían la satisfacción de
Rhenus tantum illud nostri decoris transportar sobre sus aguas este motivo de tan gran
vehere gaudebant, non minore cum deshonor para nosotros, no menor causa de vergüenza
pudore imperii, quod haec Romanae para el Imperio porque asistiesen a semejante
aquilae, Romana signa, Romana denique espectáculo las águilas romanas, las enseñas romanas y
ripa, quam quod hostium prospectarent: la orilla romana, que porque asistiese a él la orilla de
[5] hostium, quibus moris est, eadem illa nuestros enemigos, [5] esos enemigos que tienen por
nunc rigentia gelu flumina, aut campis costumbre recorrer en sus embarcaciones o atravesar a
superflua, nunc liquida ac deferentia, nado esos mismos ríos, ya sea que se encuentren
lustrare navigiis, nandoque superare. obstruidos por bloques de hielo o que se hayan
desbordado sobre los campos contiguos, ya sea que
fluyan apaciblemente y resulten de todo punto

365 Nueva alusión a Domiciano.


[6] Nec vero laudaverim per se navegables. [6] Ciertamente, yo no elogiaría con tanta
magnopere duritiam corporis ac intensidad la resistencia del cuerpo y la dureza de los
lacertorum: sed si his validior toto músculos por sí mismas, pero si un espíritu más vigo-
corpore animus imperitet, quem non roso que el cuerpo gobierna sobre ellas, de tal modo
fortunae indulgentia molliat, non copiae que los encantos de su elevada posición no lo debilitan
principales ad segnitiem luxumque ni las riquezas propias de un Príncipe lo empujan a la
detorqueant; tunc ego, seu montibus, seu indolencia y a los excesos, entonces, tanto si se ejerce en
mari exerceatur, et laetum opere corpus, los montes como si lo hace en el mar, expresaré mi
et crescentia laboribus membra mirabor. admiración por un cuerpo robustecido por el ejercicio y
por unos miembros fortalecidos por el esfuerzo366.
[7] Video enim iam inde antiquitus [7] Veo asimismo que ya desde la antigüedad los
maritos dearum, ac deorum liberos, nec esposos de las diosas y los hijos de los dioses no se
dignitate nuptiarum magis quam his distinguieron más <por la divinidad de sus padres>367 o
artibus inclaruisse. el esplendor de su matrimonio que por su habilidad en
[8] Simul cogito, quum sint ista ludus et este tipo de artes. [8] Al mismo tiempo, pienso que, si
avocamentum huius, quae quantaeque estas actividades constituyen un entretenimiento y una
sint illae seriae et intentae, et a quibus se distracción para nuestro Príncipe, qué serias y graves
in tale otium recipit, voluptates. Sunt han de ser sus responsabilidades, puesto que, para
enim voluptates, quibus optime de olvidarse de ellas, se entrega a un reposo semejante.
cuiusque gravitate, sanctitate, Pues son los placeres, sí los placeres, los que mejor
temperantia creditur. ponen de manifiesto la gravedad, la rectitud y la
[9] Nam quis adeo dissolutus, cuius non moderación de una persona. [9] ¿Quién hay, en efecto,
occupationibus aliqua species severitatis tan depravado que no muestre una cierta apariencia de
insidat? Otio prodimur. An non plerique seriedad en sus ocupaciones cotidianas? Somos
principes hoc idem tempus in aleam, traicionados por nuestro reposo368. ¿O acaso la mayor
stupra, luxum conferebant, quum parte de los Príncipes no consagraban este tiempo a
seriarum laxamenta curarum vitiorum jugar a los dados369, a abandonarse a la lujuria370 y a
contentione supplerent? cometer todo tipo de excesos, pasando, así, de la
indolencia en el desempeño de las responsabilidades
serias a un intenso esfuerzo en el disfrute de los peores
vicios?

366 Subyace en todo este pasaje una nueva comparación de Trajano con Hércules. La primera, más explícita, se puede leer
en el cap. 14, 5.
367 Esta expresión falta en el original, pero la mayor parte de los editores y estudiosos del texto la consideran necesaria

tanto por razones sintácticas como por la necesidad de establecer un paralelismo con la primera parte de la frase: si “el
esplendor de sus bodas” se corresponde con “los esposos de las diosas”, la construcción “los hijos de los dioses” carece,
en el original latino, de paralelo a continuación. A modo de ejemplo se ha propuesto, en consecuencia, la expresión: “por
la divinidad de sus padres”.
368 La misma idea se encuentra en Quintiliano, 1, 3, 12: “También se descubren en el juego del mozo más inocente las

predisposiciones morales”.
369 Sin duda, Plinio piensa especialmente en Domiciano, aunque también otros Príncipes fueron grandes aficionados a ese

juego: Augusto, Calígula, Claudio y Vitelio. Cfr. Suetonio, Domiciano, 21: “En sus ratos de ocio se entretenía (sc.
Domiciano) jugando a los dados, incluso en los días laborables y por la mañana”. Cfr. asimismo Suetonio, Augusto, 71, 1-4;
id., Calígula, 41, 2; id., Claudio, 33, 2; e id., Vitelio, 4.
370 Posiblemente, estamos ante una nueva crítica a Domiciano, cfr. Suetonio, Domiciano, 22: “Era de una lascivia

exagerada, y así, llamaba a sus constantes ayuntamientos carnales «combates de cama», como si se tratara de un tipo de
ejercicio físico; se creía asimismo que depilaba a sus concubinas con sus propias manos, y que nadaba entre las más
vulgares meretrices”.
V.C. Los recreos del Príncipe. II. La vida familiar: caps. 83-84.

LXXXIII Elogio de la esposa de Trajano: la emperatriz Plotina.


[83, 1] Habet hoc primum magna fortuna, [83, 1] El hecho de ocupar una elevada posición en la
quod nihil tectum, nihil occultum esse sociedad tiene como efecto inmediato que no permite
patitur: principum vero non modo que nada quede a cubierto, que nada permanezca
domus, sed cubicula ipsa intimosque oculto371, y, así, no sólo abre los palacios de los
secessus recludit, omniaque arcana Príncipes, sino incluso sus habitaciones y sus más
noscenda famae proponit atque explicat. íntimos refugios, y revela y pone en conocimiento de la
Sed tibi, Caesar, nihil accommodatius opinión pública todos los secretos de sus vidas. No
fuerit ad gloriam, quam penitus inspici. obstante, en tu caso, César, nada redundaría más en
beneficio de tu gloria que el que se te conociese a
[2] Sunt quidem praeclara, quae in fondo372. [2] Son, ciertamente, ilustres las cualidades
publicum profers; sed non minora ea, que exhibes en público, pero no son inferiores aquellas
quae limine tenes. Est magnificum, quod que muestras dentro de tu casa. Es admirable el que te
te ab omni contagione vitiorum reprimis mantengas a ti mismo alejado y apartado de todo
ac revocas, sed magnificentius, quod contacto con cualquier vicio, pero es más admirable
tuos. aún el que también consigas mantener así a los tuyos.
[3] Quanto enim magis arduum est, alios [3] En efecto, en la misma medida en que es más difícil
praestare, quam se: tanto laudabilius, responder por los demás que por uno mismo, en esa
quod, quum ipse sis optimus, omnes misma medida es tanto más digno de elogio el que,
circa te similes tui effecisti. siendo tú mismo un hombre excelente, hayas hecho a
[4] Multis illustribus dedecori fuit aut todos los que te rodean semejantes a ti. [4] Para muchos
inconsultius uxor assumpta, aut retenta hombres insignes fue un motivo de deshonor el
patientius: ita foris claros domestica haberse casado con su mujer de un modo demasiado
destruebat infamia: et ne maximi cives imprudente o el haber retenido a ésta a su lado con un
haberentur, hoc efficiebat, quod mariti exceso de indulgencia. Así, a esos hombres ilustres en
minores erant. Tibi uxor in decus et la vida pública los perjudicaba la ignominia de su vida
gloriam cedit. Quid enim illa sanctius? familiar, e impedía que fuesen considerados los
quid antiquius? mejores de los ciudadanos el que como maridos valían
muy poca cosa. [5] En tu caso, tu esposa contribuye a tu
dignidad y a tu gloria373. ¿Quién hay que sea de
costumbres más puras que ella?, ¿quién que se
conforme mejor a los ideales de nuestra antigüedad?
Nonne, si Pontifici Maximo deligenda sit [5] ¿Acaso si un Pontífice Máximo tuviese que elegir

371 Tópico literario, cfr. Cicerón, Sobre los deberes, 2, 44: “Porque si un hombre desde su más tierna edad se encuentra en
tales condiciones sociales que ya tiene una buena base de celebridad..., todos los ojos de la ciudad se ponen en él e
indagan con ánimo de penetrar hasta en sus actos más íntimos y, como si se hallara en plena luz del sol, ni una sola
palabra ni un solo acto suyo pueden quedar ocultos”; Salustio, C. cfr. Catilina, 51, 13: “De suerte que cuanto más grande
es la fortuna menor es la libertad...”; Séneca, Sobre la clemencia, 1, 8, 1-5: “Consideras (sc. Nerón) grave que se prive a los
reyes de la libertad de expresión, cosa que poseen los más humildes... Distinta es la situación de quienes se mantienen
ocultos entre la masa de la que no escapan...; el rumor acoge vuestras acciones y palabras (sc. las de los Príncipes), y por
eso nadie tiene que preocuparse más de qué se dice sobre él, que aquél que haga lo que haga, va a ocupar la atención...
No puedes alejarte de tu fortuna, te cerca y dondequiera que desciendas te sigue con su aparato. Esta es la servidumbre
del más alto puesto: que no es posible reducir su altura. Pero esta exigencia te es común con los dioses...”; id., Epístolas,
43, 3: “Tú, ahora, en tu provincia, aunque personalmente te desprecies, eres grande. Cuanto haces, tu forma de comer, tu
forma de dormir, se indaga, se conoce; por ellas has de vivir con un mayor cuidado”.
372 Cfr. epist. 6, 31, 2: “¿Qué puede ser más grato, en efecto, que observar de cerca la justicia del Príncipe, su gravedad y su

afabilidad, y en un lugar retirado además, donde todas estas cualidades se ponen especialmente de manifiesto?”.
373 Trajano se había casado con Pompeya Plotina antes de asumir el Imperio (véase “Plotina” en el Apéndice 1).
coniux, aut hanc, aut similem (ubi est una esposa, no la elegiría a ella o a una semejante a
autem similis?) elegerit? ella?374 Si bien ¿dónde podría hallarse una como ella?
[6] Quam illa nihil sibi ex fortuna tua, [6] ¡Cómo no reclama nada para sí de tu elevada
nisi gaudium, vendicat! quam constanter, posición a no ser el derecho de alegrarse por ella! ¡Con
non potentiam tuam, sed ipsum te qué constancia muestra en todo momento que su afecto
reveretur! Idem estis invicem, quod recae sobre ti, no sobre tu poder! Sois el uno para el
fuistis: probatis ex aequo: nihilque vobis otro los mismos que fuisteis en el pasado, os amáis por
felicitas addidit, nisi quod scire coepistis, igual, y nada os ha dado la fortuna que ya no tuvieseis,
quam bene uterque vestrum felicitatem a no ser el que comenzaseis a saber con qué serenidad
ferat. [7] Eadem quam modica cultu! podéis sobrellevar ambos la fortuna. [7] ¡Y qué modesta
quam parca comitatu! quam civilis se muestra en el vestir!, ¡qué discreta en su séquito!,
incessu! Mariti hoc opus, qui ita imbuit, ¡qué sencilla en su forma de caminar! Todo ello es
ita instituit: nam uxori sufficit obsequii mérito de su marido, quien así la instruyó y así la
gloria. [8] An, quum videat, quam te educó, pues para una esposa es gloria suficiente
nullus terror, nulla comitetur ambitio, mostrarse sumisa375. [8] ¿O acaso, al ver que no forman
non et ipsa cum silentio incedat? parte de tu séquito ni el terror ni la pompa, no ha de
ingredientemque pedibus maritum, in caminar también ella en silencio y, en la medida en que
quantum patitur sexus, imitetur? se lo permite su sexo, imitar a su marido, que siempre
Decuerit hoc illam, etiamsi diversa tu va a pie? Ésa es la conducta que le convendría, aunque
facias. Sub hac vero modestia viri, tú te comportases de otro modo. Pero, cuando es tanta
quantam debet verecundiam uxor la modestia del marido, ¡cuánto respeto debe una
marito! femina sibi! esposa a su esposo, y una mujer a sí misma!

LXXXIV Elogio de la hermana de Trajano: Ulpia Marciana. Rechazo por parte de ambas del
título de “Augustas”.
[84, 1] Soror autem tua, ut se sororem [84, 1] Y por lo que respecta a tu hermana376, ¡cómo re-
esse meminit! ut in illa tua simplicitas, cuerda a ti!, ¡cómo se reconoce en ella tu sencillez, tu
tua veritas, tuus candor agnoscitur! ut, si sinceridad, tu inocencia! Tanto es así que, si alguien la
quis eam uxori tuae conferat, dubitare compara con tu esposa, se le presenta inevitablemente
cogatur, utrum sit efficacius ad recte la duda de qué es mejor para llevar una vida recta: una
vivendum, bene institui, aut feliciter buena educación o un afortunado nacimiento.
nasci. [2] Nihil est tam pronum ad [2] Nada propicia tanto la enemistad como la rivalidad,
simultates, quam aemulatio, in feminis sobre todo en las mujeres. Por lo demás, la rivalidad
praesertim: ea porro maxime nascitur ex nace principalmente de la vida en común, crece con la
coniunctione, aliter aequalitate, igualdad, se aviva con la envidia y termina por
exardescit invidia, cuius finis est odium. convertirse en odio.
[3] Quo quidem admirabilius [3] Ciertamente, debe considerarse por ello tanto más
existimandum est, quod mulieribus admirable el que entre dos mujeres que viven en una
duabus in una domo, parique fortuna, misma casa y disfrutan de una misma posición social
nullum certamen, nulla contentio est. no exista enfrentamiento ni disputa alguna.
[4] Suspiciunt invicem, invicem cedunt: 4] Sienten una profunda estima la una por la otra,

374 Dado que Trajano era asimismo el Pontífice Máximo de Roma, Plinio sugiere que, si el Príncipe estuviese soltero y
tuviese que elegir una esposa, sin duda, su elección recaería de nuevo sobre Plotina.
375 Sobre los méritos del esposo en la educación de su mujer, cfr. epist. 1, 16, 6 y nota al pasaje.

376 Ulpia Marciana, única hermana de Trajano, nacida hacia el año 50 d.C. Estuvo casada probablemente con Gayo

Salonio Matidio Patruino, muerto hacia el año 78, cuando era senador de rango pretorio. Su hija, Matidia, fue la madre de
Vibia Sabina, la esposa del emperador Adriano, con quien aquélla se casó hacia el año 100. Murió el 29 de agosto del año
112, siendo divinizada el 3 de septiembre de ese mismo año.
quumque te utraque effusissime diligat, ceden siempre en sus derechos la una en favor de la
nihil sua putant interesse, utram tu magis otra, y aunque ambas te profesan el más tierno afecto,
ames. Idem utrique propositum, idem creen que no debe inquietarlas saber a cuál de las dos
tenor vitae, nihilque, ex quo sentias duas tú prefieres. Las dos se rigen por los mismos principios,
esse. las dos observan el mismo tenor de vida, nada hay en
ellas que permita saber que se trata de dos mujeres
[5] Te enim imitari, te subsequi student. distintas. [5] En efecto, se aplican en imitarte, en seguir
Ideo utraque mores eosdem, quia tus pasos. Si ambas tienen las mismas costumbres es
utraque tuos, habet: inde moderatio, inde porque ambas tienen las tuyas: de ahí su modestia, de
etiam perpetua securitas. Neque enim ahí también esa tranquilidad suya que nada podrá
unquam periclitabuntur esse privatae, perturbar, y es que nunca se verán en peligro de con-
quae non desierunt. vertirse en simples particulares, dado que nunca han
[6] Obtulerat illis senatus cognomen dejado de serlo. [6] El Senado les había ofrecido el
Augustarum, quod certatim deprecatae título de “Augustas”, pero ellas con gran firmeza
sunt, quam diu appellationem patris quisieron renunciar a él mientras tú, por tu parte,
patriae tu recusasses: seu quod plus esse rehusases el título de “Padre de la Patria”, o porque
in eo iudicabant, si uxor et soror tua, juzgasen que era más honroso ser llamadas esposa tuya
quam si Augustae dicerentur. [7] Sed y hermana tuya que ser llamadas Augustas377. [7] Pero,
quaecunque illis ratio tantam modestiam sea cual sea la razón que las ha llevado a mostrarse tan
suasit, hoc magis dignae sunt, quae in modestas, son tanto más dignas de ser Augustas y ser
animis nostris et sint et habeantur tenidas por tales en nuestros corazones por el hecho de
augustae, quia non vocantur. [8] Quid no ser celebradas con semejante título. [8] ¿Qué puede
enim laudabilius feminis, quam si verum ser, en efecto, más digno de alabanza en una mujer que
honorem non in splendore titulorum, sed considerar que la verdadera dignidad no reside en el
in iudiciis hominum reponant, esplendor de los títulos, sino en el juicio de los
magnisque nominibus pares se faciant, hombres, y mostrarse merecedoras de los más grandes
etiam dum recusant? honores incluso cuando los rechazan?

V. D. Los recreos del Príncipe. III. Los amigos: caps. 85-87.

LXXXV La importancia de la amistad para Trajano.


[85, 1] Iam etiam et in privatorum animis [85, 1] Ya había desaparecido de los corazones de los
exoleverat priscum mortalium bonum, ciudadanos particulares la amistad, ese antiguo bien de
amicitia, cuius in locum migraverant los mortales. Su lugar lo habían ocupado el halago, la
assentationes, blanditiae, et peior odio adulación y la simulación del amor, que es peor que el
amoris simulatio. Etenim in principum odio378. Y así, en el palacio de los Príncipes, de la
domo nomen tantum amicitiae, inane amistad sólo quedaba el nombre, un nombre vano, por
scilicet irrisumque, manebat. [2] Nam lo demás, y objeto de mofa. [2] ¿Cómo podía existir, en
quae poterat esse inter eos amicitia, efecto, amistad entre quienes se tenían a sí mismos los
quorum sibi alii domini, alii servi unos por amos y los otros por esclavos?379 Esta, después

377 Plotina y Ulpia Marciana rehusaron el título de Augustas al comienzo del gobierno de Trajano, en el año 98, al igual
que el Príncipe rechazó el de Padre de la Patria. No obstante, a finales del 98, Trajano ya incluyó entre sus títulos oficiales
el de Padre de la Patria. Por su parte, Plotina y Ulpia Marciana acabaron aceptando el título de Augustas hacia el año 102.
378 Cfr. las palabras que Tácito pone en boca de Galba en el discurso que éste dirige a L. Calpurnio Pisón en el momento

de adoptarlo como hijo y sucesor del Imperio, Historias, 1, 15, 4: “La lealtad, la libertad, la amistad, principales bienes del
alma humana, cierto que las mantendrás tú con la misma firmeza; pero las harán menguar otros con su servilismo:
irrumpirán la adulación, la complacencia y el interés personal, que es el peor veneno del verdadero afecto”.
379 La misma idea en Q. Curcio Rufo, 7, 8, 28: “No pienses que son tus amigos aquellos a quienes has vencido, pues entre

el señor y el esclavo no puede existir amistad”.


videbantur? Tu hanc pulsam et errantem de haber sido expulsada de entre nosotros, vagaba
reduxisti: habes amicos, quia amicus ipse errante, pero tú la has traído de vuelta a nuestra
es. ciudad: tienes amigos porque tú mismo te muestras
[3] Neque enim, ut alia subiectis, ita amor como un verdadero amigo. [3] El amor no puede
imperatur: neque est ullus affectus tam imponerse a unos súbditos como se imponen a éstos
erectus, et liber, et dominationis otras cargas, pues no hay ningún sentimiento tan
impatiens, nec qui magis vices exigat. elevado, tan libre, tan incapaz de soportar cualquier
servidumbre380, ningún otro que exija tanto verse
[4] Potest fortasse princeps inique, potest correspondido. [4] Un Príncipe puede resultar odioso a
tamen odio esse nonnullis, etiamsi ipse algunos ciudadanos, de manera injusta quizás, pero,
non oderit: amari, nisi ipse amet, non pese a todo, ello es posible, aunque él, por su parte, no
potest. odie a nadie. Lo que de ningún modo es posible es que
él sea amado por sus ciudadanos a menos que él, a su
[5] Diligis ergo, quum diligaris, et in eo, vez, los ame también a ellos381. [5] Así pues, sientes gran
quod utrinque honestissimum est, tota afecto por tus ciudadanos, puesto que tú, por tu parte,
gloria tua est, qui superior factus, eres objeto del suyo, y la gloria de este mutuo
descendis in omnia familiaritatis officia, sentimiento tan honroso para ambos recae por entero
et in amicum ex imperatore submitteris; sobre ti, que desde tu elevada posición desciendes a
immo tunc maxime imperator, quum cumplir con todos los deberes propios de la amistad y
amicum ex imperatore agis. te conviertes de emperador en simple amigo, o más
bien, entonces te muestras especialmente como
emperador, cuando actúas como amigo.
[6] Etenim quum plurimis amicitiis [6] Ciertamente, siendo así que la posición del Príncipe
fortuna principum indigeat, praecipuum necesita contar con numerosas amistades382, el principal
est principis opus, amicos parare. deber de un Príncipe es ganarse amigos.
[7] Placeat tibi semper haec secta, et cum [7] ¡Ojalá que siempre te agrade esta conducta y con-
alias virtutes tuas, tum hanc serves con la mayor constancia junto con tus restantes
constantissime teneas: nec unquam virtudes también ésta, y que nunca llegues a creer que
persuadeatur, humile esse principi, nisi es indigno de un Príncipe no tener odio! La mayor
odisse. Iucundissimum est in rebus dicha en la vida de un hombre es ser amado, pero no es
humanis amari, sed non minus amare: [8] menos delicioso amar. [8] Tú disfrutas tanto de la
quorum utroque ita frueris, ut, quum felicidad de ser amado como de la de amar, y hasta tal
ipse ardentissime diligas, adhuc tamen punto ello es así que, aunque tú, por tu parte, sientes el
ardentius diligaris: primum, quia facilius más vivo afecto por tus ciudadanos, sin embargo, eres
est, unum amare, quam multos: deinde, objeto de un afecto mucho más vivo aún por su parte,
quia tibi amicos tuos obligandi adest en primer lugar, porque es más fácil amar a uno solo
facultas tanta, ut nemo possit te, nisi que a muchos, y después, porque tantos son los medios
ingratus, non magis amare. de los que tú dispones para obtener el reconocimiento
de tus amigos, que nadie puede dejar, sin mostrarse
ingrato, de amarte más a su vez.

380 La misma idea en Séneca, Sobre la brevedad de la vida, 19, 3: “Ciertamente es triste la condición de toda la gente ocupada
y, sin embargo, es mucho más triste la de aquéllos que ni siquiera trabajan en sus ocupaciones..., andan al paso de otro,
reciben órdenes para amar y odiar, las cosas más libres de todas”.
381 Tópico, cfr. Séneca, Epístolas, 9, 6: “Dice Hecatón: «Yo te descubriré un modo de provocar el amor sin filtro mágico, sin

hierbas, sin ensalmos de hechicera alguna: si quieres ser amado, ama»”; Marcial, 6, 11, 10: “Esto no se consigue con
palabras, Marco: para ser amado, ama”.
382 Tópico, cfr. Salustio, Guerra de Jugurta, 10, 4: “Ni ejercicio ni tesoros son la salvaguardia del reino, sino los amigos, que

no puedes ni forzar por las armas ni ganarte con el oro: se logran con el cumplimiento y la lealtad”; Tácito, Historias, 4, 7,
3: “No hay mejor instrumento del buen gobierno que los buenos amigos”.
LXXXVI La generosidad de Trajano para con uno de sus mejores amigos, prefecto del Pretorio.
[86, 1] Operae pretium est referre, quod [86, 1] Es digno de interés recordar qué aflicción te has
tormentum tibi iniunxeris, ne quid amico causado a ti mismo por no negar un deseo a un amigo.
negares. Dimisisti optimum virum Relevaste de su puesto, concediéndole el retiro, a un
tibique carissimum, invitus et tristis, et excelente varón, muy amigo tuyo, y lo hiciste a tu pesar
quasi retinere non posses. Quantum y lleno de tristeza, como si no pudieses retenerlo a tu
amares eum, desiderio expertus es, lado. Cuánto lo amabas, bien lo has comprobado luego
distractus separatusque, dum cedis et por el modo en que lo añoras. Y así, te sientes
vinceris. desgarrado y solo, pero cedes ante su voluntad y te
[2] Ita, quod fando inauditum, quum sometes a ella. [2] He ahí algo inaudito y nunca visto:
princeps et principis amicus diversa tú, el Príncipe, y un amigo tuyo, un amigo del Príncipe,
velletis, id potius factum est, quod teníais deseos distintos, y se hizo lo que quería tu ami-
amicus volebat. O rem memoriae go. ¡Qué hecho tan digno de recuerdo, tan digno de ser
literisque mandandam! praefectum fijado por escrito: elegir a un prefecto del Pretorio no
praetorii non ex ingerentibus, sed ex entre aquellos que se ofrecen a sí mismos para los
subtrahentibus legere: eundemque otio, cargos, sino entre quienes desean substraerse a ellos, y
quod pertinaciter amet, reddere: después permitir disfrutar de nuevo a esta misma
quumque sis ipse distentus imperii curis, persona del reposo que tanto ama, y aunque tú, por tu
non quietis gloriam cuiquam invidere. parte, te encuentras abrumado por las
responsabilidades del Imperio, no negar a nadie la
gloria de retirarse de la vida pública para llevar una
[3] Intelligimus, Caesar, quantum tibi pro vida tranquila! [3] Nos damos cuenta, César, de todo lo
laboriosa ista statione et exercita que te debemos por tu esforzada y penosa vigilancia en
debeamus, quum otium a te, tanquam res nuestro favor, cuando se te solicita el reposo como el
optima, et petatur, et detur. Quam ego más precioso de los bienes y tú lo concedes como si así
audio confusionem tuam fuisse, quum lo fuese. ¡Cuánta era tu turbación, por lo que he oído,
digredientem prosequeris! Prosequutus cuando acompañaste a tu querido amigo en el
enim nec temperasti tibi, quo minus momento de su partida! Lo acompañaste, sí, y no pu-
exeunti in litore amplexus osculum diste evitar abrazarlo y besarlo en la costa al despedirte
ferres. [4] Stetit Caesar in illa amicitiae de él. [4] Y allí permaneció el César de pie, allí
specula, precatusque maria, celeremque permaneció en ese promontorio consagrado a la
(si tamen ipse voluisset) recursum, nec amistad, suplicando a los dioses que los mares
sustinuit recedentem non etiam atque ofreciesen un viaje tranquilo al que partía y un rápido
etiam votis, lacrymis, sequi. regreso, pero únicamente en caso de que aquél así lo
desease, y sin poder abstenerse de seguir con sus ojos
al que se alejaba de él, acompañándolo de sus mejores
deseos y derramando por él abundantes lágrimas. [5] Y
[5] Nam de liberalitate taceo. Quibus dejo a un lado tu generosidad hacia él, pues ¿qué
enim muneribus aequari haec cura presentes pueden ser comparables a la solicitud del
principis, haec patientia potest, qua Príncipe, a su condescendencia, cuando tan grandes
meruisti, ut ille sibi nimium fortis, ac fueron éstas que hiciste que incluso aquel gran hombre
prope durus videretur? Nec dubito, quin creyese actuar con excesiva severidad, casi con
agitaverit secum, an gubernacula crueldad? Estoy convencido de que ha debido reflexio-
retorqueret: et fecisset, nisi quod paene nar detenidamente sobre la conveniencia de cambiar el
ipso contubernio principis felicius rumbo y regresar a tu lado, y que lo habría hecho de no
iucundiusque est, desiderare principem ser porque es casi más agradable y más delicioso que
desiderantem. disfrutar de la intimidad del Príncipe el sentir añoranza
[6] Et ille quidem, ut maximo fructu de un Príncipe que también te añora. [6] Ese gran
suscepti, ita maiore depositi officii gloria hombre así como gozó en el pasado del extraordinario
fruitur: tu autem facilitate ista honor de ejercer ese cargo, así también goza ahora de la
consequutus es, ne quem retinere gloria aún mayor de haber renunciado a tan gran
videaris invitum. honor, y tú, por tu parte, con tu bondad has puesto de
manifiesto que no retienes a nadie contra su voluntad.

LXXXVII Los ciudadanos deben mostrarse dignos de la amistad del Príncipe.


[87, 1] Civile hoc erat, et parenti publico [87, 1] Esto es lo propio de un ciudadano, esto lo más
convenientissimum, nihil cogere, adecuado en el caso del Padre del Estado: no imponer
semperque meminisse, nullam tantam nada a nadie, y recordar siempre que no puede
potestatem cuiquam dari posse, ut non entregarse a nadie un poder tan grande que no resulte
sit gratior potestate libertas. [2] Dignus siempre más grata la libertad que ese poder. [2] Tú eres
es, Caesar, qui officia mandes deponere verdaderamente digno, César, de confiar los cargos a
optantibus; qui petentibus vacationem quienes desean substraerse a ellos, de conceder el
invitus quidem, sed tamen tribuas; qui ab reposo a quienes así te lo soliciten, a tu pesar, pero en
amicis orantibus requiem non te relinqui cualquier caso, de concedérselo, de no considerarte
putes; qui semper invenias, et quos ex abandonado por aquellos amigos que te supliquen
otio revoces, et quos otio reddas. descansar de sus obligaciones, y de encontrar siempre a
quienes sacar de su vida retirada y a quienes devolver
[3] Vos quoque, quos parens noster a ella. [3] Y vosotros, por vuestra parte, a quienes
familiariter inspicere dignatur, fovete nuestro Padre tenga la bondad de mirar con afecto,
iudicium eius, quod de vobis habet: hic mostraos dignos del buen juicio que él tiene de
vester labor est. [4] Princeps enim, quum vosotros, ése es vuestro deber. [4] El Príncipe, en efecto,
in uno probavit amare se scire, vacat cuando ha probado, por su afecto a un hombre, que
culpa, si alios minus amat. Ipsum sabe amar, carece de culpa si no ama tanto a otros. Y
quidem quis mediocriter diligat, quum por lo que a él mismo se refiere, ¿quién puede no llegar
leges amandi non det, sed accipiat? Hic a sentir por él más que una mínima inclinación, cuando
praesens, ille mavult absens amari: no es él quien establece las reglas del afecto, sino que
uterque ametur, ut mavult; nemo in las recibe de los demás? Éste prefiere ser amado
taedium praesentia, nemo in oblivionem estando él mismo presente, aquél, estando él mismo
absentia veniat. ausente. Uno u otro son amados en las condiciones en
que ellos prefieren. Y que nadie tema causar fatiga al
Príncipe con su presencia, ni ser olvidado por éste por
[5] Tenet quisque locum, quem semel su ausencia. [5] Todo el mundo conserva en su corazón
meruit; faciliusque est, ut oculis eius el lugar que una vez mereció, y más fácil es que el
vultus absentis, quam ut animo caritas rostro del amigo ausente se borre de los ojos del
excidat. Príncipe que el afecto que éste siente por aquél
desaparezca de su corazón383.

383El mismo testimonio sobre la fidelidad de Trajano en la amistad puede leerse en Aurelio Víctor, 13, 8: “Fue justo,
clemente, extremadamente paciente y muy fiel a sus amigos”.
VI. El Príncipe Óptimo: caps. 88-89.

LXXXVIII Las razones y el significado del título de “Príncipe Óptimo”.


[88, 1] Plerique principes, quum essent [88, 1] La mayor parte de los Príncipes, aunque se
civium domini, libertorum erant servi: mostraban como unos tiranos hacia sus ciudadanos,
horum consiliis, horum nutu regebantur: eran ellos mismos esclavos de sus libertos: se dejaban
per hos audiebant, per hos loquebantur: dominar por los consejos y por la voluntad de éstos,
per hos praeturae etiam, et sacerdotia et concedían audiencia por medio de ellos, por medio de
consulatus, immo et ab his, petebantur. ellos hablaban, e incluso se solicitaban a través de ellos
las preturas, los sacerdocios y los consulados, es más,
[2] Tu libertis tuis summum quidem incluso se solicitaban a ellos384. [2] Tú muestras,
honorem, sed tamquam libertis, habes; ciertamente, la mayor consideración por tus libertos,
abundeque sufficere his credis, si probi et pero sin olvidar que se trata de libertos, y entiendes
frugi existimentur. Scis enim, que ya es suficiente honor para ellos el ser tenidos por
praecipuum esse indicium non magni probos y honrados servidores. Sabes, en efecto, que el
principis magnos libertos. mayor indicio de la mediocridad de un Príncipe es la
grandeza de sus libertos.
[3] Ac primum neminem in usu habes, [3] Y así, en primer lugar, no tienes a tu servicio a
nisi aut tibi, aut patri tuo, aut optimo ningún liberto que no haya sido elegido y apreciado
cuiquam [principum] dilectum; por ti mismo, por tu padre o por los mejores
statimque hos ipsos quotidie deinde ita Príncipes385; y después, diariamente les recuerdas que
formas, ut se non tua fortuna, sed sua, no deben estimarse con arreglo a tu posición, sino a la
metiantur: et tanto magis digni, quibus suya. De ese modo son tanto más dignos de obtener
honor omnis praestetur a nobis, quia non cualquier honor que nosotros queramos concederles,
est necesse. [4] Iustisne de causis Senatus cuanto que no estamos obligados a ello. [4] ¿No ha sido
Populusque Romanus OPTIMI tibi acaso por justos merecimientos por lo que el Senado y
cognomen adiecit? Paratum id quidem, et el pueblo romano te han otorgado el título de
in medio positum, novum tamen. Scias “ÓPTIMO”?386 Se trata, ciertamente, de un apelativo que
neminem ante meruisse, quod non erat ya existía y de todos conocido, pero al mismo tiempo el
excogitandum, si quis meruisset. honor en sí es nuevo, pues has de saber que nadie antes
lo había merecido, y no habría sido difícil de imaginar,
si alguien hubiese sido en verdad digno de él387

384 Los libertos ocuparon en tiempos de los primeros emperadores los cargos más importantes de la cancillería imperial,
de ahí que en algunas épocas controlasen una buena parte de la vida pública. Se cita siempre como ejemplo
paradigmático de ello el Principado de Claudio. Vitelio fue el primero que empezó a confiar algunos de estos cargos a los
caballeros romanos. Adriano será el primer emperador que reserve estos puestos casi en exclusividad para los caballeros.
Cfr., por ejemplo, Suetonio, Claudio, 28-29: “Entre sus libertos, estimó (sc. Claudio) especialmente al eunuco Poside,... y a
Hárpocras...; en mayor grado aún, a Polibio, director del archivo,...; pero más que a ninguno a Narciso, su secretario, y a
Palante, su superintendente... Sujeto a éstos... y a sus esposas, se comportó no como un Príncipe, sino como un sirviente,
repartiendo honores, ejércitos, gracias y suplicios según los intereses, o incluso los deseos o los caprichos de cada uno de
ellos...”; y Plinio, epist. 8, 6, sobre Palante, liberto primero de Claudio y luego de Nerón. Véase asimismo al respecto
“Procurador” en el Apéndice 5.
385 Se trataría de libertos nombrados por Vespasiano o Tito que aún permanecerían al servicio del emperador en tiempos

de Trajano.
386 La expresión de Plinio de que “el Senado y el pueblo romano te han otorgado el título de «Óptimo»” parece indicar

que el Senado aprobó la concesión de semejante título a Trajano por medio de un senadoconsulto, anterior, por lo tanto, a
la fecha del presente discurso, septiembre del año 100.
387 Aunque Calígula también recibió el mismo título, parece que, en su caso, semejante honor no fue aprobado por un

decreto del Senado, es decir, nunca llegó a ser un título oficial del emperador, cfr. Suetonio, Calígula, 22, 1: “Después de
haber adoptado (sc. Calígula) un gran número de sobrenombres (se lo llamaba, en efecto, «Pío», «Hijo de los
[5] An satius fuit, FELICEM vocare? [5] ¿Habría sido acaso más adecuado llamarte “FELIZ”?
quod non moribus, sed fortunae datum Este honor no responde a las virtudes de una persona,
est: satius, MAGNUM? cui plus invidiae, sino a su posición. ¿Lo habría sido llamarte
quam pulchritudinis inest. Adoptavit te “MAGNO”?388 Este título te habría granjeado un odio
optimus princeps in suum, senatus in mayor del lustre que te habría proporcionado. Un
OPTIMI nomen. Príncipe excelente te adoptó y te dio su nombre, y
ahora lo ha hecho el Senado y te ha dado el de
[6] Hoc tibi tam proprium, quam “ÓPTIMO”. [6] Este título te es tan propio como el
paternum; nec magis definite nombre que has recibido de tu padre, y no te nombra
distincteque designat, qui TRAIANUM, más claramente ni con mayor precisión el que te llama
quam qui OPTIMUM appellat: ut olim TRAJANO que el que te llama “ÓPTIMO”, como en otro
frugalitate Pisones, sapientia Laelii, tiempo los Pisones merecieron su sobrenombre por su
pietate Metelli monstrabantur. Quae probidad, los Lelios por su sabiduría y los Metelos por
simul omnia uno isto nomine su piedad filial, cualidades todas que se hallan
continentur. contenidas en este nombre tuyo.
Nec videri potest OPTIMUS, nisi qui est Y no puede parecer “ÓPTIMO” a no ser el que aventaja a
omnibus optimis in sua cuiusque laude todos los mejores, y a cada uno de ellos en la virtud
praestantior. que le es propia.
[7] Merito tibi ergo post ceteras [7] Así pues, con razón, después de todos los anteriores
appellationes haec est addita, ut maior. títulos que has merecido, se te ha concedido éste como
Minus est enim, imperatorem et el mayor de todos389. En efecto, es menos excelente ser
Caesarem et Augustum, quam omnibus emperador y César y Augusto que ser el mejor de todos
imperatoribus et Caesaribus et Augustis los emperadores, Césares y Augustos. [8] Por ello,
esse meliorem. [8] Ideoque ille parens precisamente, el padre de los hombres y de los dioses
hominum deorumque OPTIMI prius, es honrado antes con el título de “ÓPTIMO” que con el
deinde MAXIMI nomine colitur. Quo de “MÁXIMO”390. Y lo que hace aún más ilustre tu gloria

Campamentos», «Padre de los Ejércitos», «César Óptimo Máximo»)...”. Es asimismo dudoso que fuese un título oficial de
Nerva, cfr. Frontino, Los acueductos de Roma, 64, 1. Sin embargo, a partir de la epist. 8, 6 de Plinio, en la que éste cita un
senadoconsulto de época de Claudio (del 52 d.C., según Tácito, Anales, 12, 53, 2-3), parece deducirse que este emperador
fue honrado con el título de Óptimo por un decreto del Senado (cfr. epist. 8, 6, 10).
388 Plinio se refiere, respectivamente, a los sobrenombres de L. Cornelio Sila y de Gn. Pompeyo (véase “Silas” y

“Pompeyo” en el Apéndice 1). Cfr. Livio, 30, 45, 6: “No tengo información contrastada acerca de si el sobrenombre de
«Africano» comenzó a popularizarlo el entusiasmo de la tropa o el fervor popular, o si tuvo su origen en la adulación de
su círculo de amigos igual que el de «Afortunado» en el caso de Sila, y «Grande» en el de Pompeyo”; Veleyo Patérculo, 2,
27, 5: “Es evidente qué juicio tuvo Sila sobre este joven, pues al verlo muerto se dio el sobrenombre de Feliz, que le habría
correspondido con toda justicia, si el umbral de su victoria hubiera coincidido con el final de su vida”; Plinio el Viejo, 7,
137: “Hasta el momento Lucio Sila ha sido el único hombre que se ha atribuido el sobrenombre de Feliz, elegido sin duda
por la sangre de los ciudadanos y el asedio a su patria. Pero ¿por qué pruebas de felicidad se guió? ¿Acaso porque había
podido proscribir y asesinar a tantos miles de ciudadanos?”.
389 Los títulos de Trajano hasta ese momento eran: Emperador César Nerva Trajano Augusto Germánico, Pontífice

Máximo, Padre de la Patria. A partir del año 103, coincidiendo con la victoria en la Primera Guerra Dácica, han llegado
hasta nosotros monedas con la dedicatoria, siempre en el reverso: ‘SPQR OPTIMO PRINCIPI (“El Senado y el Pueblo de
Roma al Óptimo Príncipe”), pero no sería hasta el verano del año 114, hacia el final ya de su vida, cuando Trajano
incorporó este honor a su titulación oficial de emperador, según permite deducirlo el hecho de que aparezca ya en el
anverso de las monedas junto con el resto de los títulos imperiales. Su titulación quedó entonces como sigue: Emperador
César Nerva Trajano Optimo Augusto Germánico Dácico. Finalmente, en el 116, a todos los anteriores títulos se añadió el
de Pártico.
390 Alusión a Júpiter Óptimo Máximo (véase Apéndice 1), cfr. Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses, 2, 64: “... al propio

Júpiter, esto es, ‘el padre que ayuda’... lo llaman los poetas ‘padre de las deidades y de los hombres’, mientras que
nuestros mayores lo llaman ‘Óptimo Máximo’. Y, desde luego, antes ‘Óptimo’ —esto es, sumo benefactor— que
‘Máximo’, ya que el hecho de aprovechar a todos resulta más grandioso y, a buen seguro, más de agradecer, que el de
praeclarior laus tua, quem non minus es que todos los ciudadanos coinciden en que no sólo
constat optimum esse, quam maximum. eres el mejor de los Príncipes, sino también el más
[9] Adsequutus es nomen, quod ad alium grande de ellos. [9] Has merecido un título que no
transire non possit, nisi ut appareat in puede pasar a otro sin que parezca inapropiado en el
bono principe alienum, in malo falsum: caso de un buen Príncipe, y falso en el de uno malo. Y
quod licet omnes postea usurpent, aunque todos ellos en el futuro se lo atribuyan, siempre
semper tamen agnoscetur ut tuum. [10] será considerado, no obstante, como tuyo. [10] En
Etenim, ut nomine AUGUSTI efecto, así como el título de “AUGUSTO” nos recuerda a
admonemur eius, cui primum dicatum aquel a quien se concedió por primera vez391, así
est, ita haec OPTIMI appellatio nunquam también el apelativo de “ÓPTIMO” nunca se presentará
memoriae hominum sine te recurret, a la memoria de los hombres sin ir acompañado de tu
quotiesque posteri nostri OPTIMUM imagen, y siempre que nuestros descendientes se vean
aliquem vocare cogentur, toties obligados a tratar de “ÓPTIMO” a un Príncipe,
recordabantur, quis meruerit vocari. recordarán quién se hizo acreedor a ser llamado así392.

LXXXIX La alegría de sus dos padres en el cielo: su padre adoptivo, el emperador Nerva; y su
padre natural, M. Ulpio Trajano.
[89, 1] Quanto nunc, dive Nerva, gaudio [89, 1] ¡Cuánta es ahora tu dicha, divino Nerva, al ver
frueris, quum vides, et esse OPTIMUM et que es un Príncipe excelente y que es llamado
dici, quem tamquam optimum elegisti! “ÓPTIMO” aquel a quien tú elegiste en la idea de que
quam laetum tibi, quod comparatus filio era el mejor de los ciudadanos! ¡Qué alegre te resulta el
tuo vinceris! Neque enim alio magis que, al ser comparado con tu hijo, seas vencido por él!
approbatur animi tui magnitudo, quam Ciertamente, no hay una mayor prueba de tu grandeza
quod optimus ipse non timuisti eligere de ánimo que el que, siendo tú mismo un Príncipe
meliorem. excelente, no temiste elegir al mejor sucesor posible393.
[2] Sed et tu, pater Traiane, (nam tu [2] ¡Y a ti también, Trajano padre, que si no habitas
quoque, si non sidera, proximam tamen asimismo en las estrellas, has de habitar en algún lugar

poseer grandes recursos”.


391 Gayo Julio César Octaviano, hijo adoptivo de Julio César, recibió del Senado el título de “Augusto” el 16 de enero del

27 a.C. Cfr. Suetonio, Augusto, 7, 2: “Más tarde tomó el nombre de Gayo César y luego el sobrenombre de Augusto, el
primero en virtud del testamento de su tío abuelo y el segundo siguiendo el parecer de Munacio Planeo. Mientras
algunos opinaban, en efecto, que debía llamársele Rómulo, como fundador también él de la ciudad, prevaleció la
propuesta de que se lo llamara mejor Augusto, con un sobrenombre nuevo y además más ilustre, porque también se
denominan augustos los lugares religiosos y en los que se hace alguna consagración después de haber tomado los
augurios...”.
392 Todo este capítulo, y en especial desde 88, 5 a 88, 10, debe ser puesto en relación con Séneca, Sobre la clemencia, 1, 14, 2:

“Esto que debe hacer el padre, también lo debe hacer el Princeps, al que hemos concedido el nombre de Padre de la Patria
sin dejamos llevar de una falsa adulación. Es cierto, los demás apelativos se han concedido a título honorífico. Los hemos
llamado Magnos, Felices, Augustos, y al concederles esto, hemos amontonado todo lo que hemos podido sobre su
majestad ávida de títulos...”.
393 Es posible que Plinio piense aquí en Augusto. Tácito y Suetonio se hacen eco de los rumores que, en tiempos de

Augusto, atribuían a este emperador haber escogido como sucesor suyo a Tiberio precisamente por juzgar a éste último
inferior a sí mismo, por lo que su gloria, tras su muerte, sería aún mayor entre el pueblo romano como resultado de la
inevitable comparación que los romanos establecerían entre ambos, cfr. Tácito, Anales, 1, 10, 7: “Ni siquiera a Tiberio lo
había adoptado (sc. Augusto) como sucesor por afecto o por cuidado de la República; antes bien, dado que había calado
en su arrogancia y crueldad, se había buscado la gloria con la peor de las comparaciones”; Suetonio, Tiberio, 21, 2: “Sé que
es creencia general que, cuando Tiberio salió de la alcoba después de esta conversación privada, los esclavos del
dormitorio sorprendieron la siguiente exclamación de Augusto: «¡Pobre pueblo romano, que será víctima de unos
colmillos tan lentos!». Tampoco ignoro lo que otros han contado, a saber, que Augusto condenó abierta y claramente la
crueldad de su carácter..., pero que consintió en adoptarlo vencido por los ruegos de su mujer, o incluso movido por la
ambición de hacerse añorar más un día con semejante sucesor”.
sideribus obtines sedem) quantam próximo a ellas394, cuánto placer te embarga al ver a ese
percipis voluptatem, quum illum tribuno tuyo, a ese simple soldado tuyo convertido en
tribunum, illum militem tuum, tantum tan gran general, en tan gran Príncipe, y al disputar
imperatorem, tantum principem cernis! amistosamente con su padre adoptivo qué es más
cumque eo, qui adoptavit, amicissime hermoso: haber engendrado a un hombre semejante o
contendis, pulchrius fuisse genuisse haberlo elegido como Príncipe!
talem, an elegisse! [3] Macte uterque [3] ¡Felicidades a ambos por vuestro extraordinario
ingenti in rempublicam merito, cui hoc servicio al Estado, al que dispensasteis tan gran
tantum boni contulistis! Licet alteri beneficio! Aunque la piedad filial de vuestro hijo os
vestrum filii virtus triumphalia, coelum haya concedido a uno las insignias honorarias del
alteri dederit: non minor tamen vestra triunfo y a otro el cielo395, no es menor vuestra gloria
laus, quod ista per filium, quam si ipsi por haber alcanzado semejantes distinciones a través
meruissetis. de vuestro hijo, antes que por vosotros mismos.

VII. El agradecimiento de los nuevos cónsules a título individual: caps. 90-93.

XC Es ya tradicional que los nuevos cónsules al entrar en el cargo expresen públicamente


cuánta es su deuda de agradecimiento para con el Príncipe.
[90, 1] Scio, Patres Conscripti, cum [90, 1] 396 Sé bien, padres conscriptos, que todos los
ceteros cives, tum praecipue consules, ciudadanos y de un modo especial los cónsules deben
oportere sic affici, ut se publice magis, considerarse más obligados hacia el Estado por un
quam privatim, obligatos putent. sentimiento de gratitud pública que hacia cualquier
[2] Ut enim malos principes rectius otro ciudadano por intereses particulares. [2] En efecto,
pulchriusque est ex communibus iniuriis así como es más recto y noble odiar a los malos
odisse, quam propriis: ita boni speciosius Príncipes por las injusticias cometidas contra el con-
amantur ob ea, quae generi humano, junto de los ciudadanos que por las sufridas por uno
quam quae hominibus praestant. mismo, así también es más hermoso amar a los buenos
por aquellos beneficios que dispensan al género
humano antes que por los que puedan dispensar a
[3] Quia tamen in consuetudinem venit, unas determinadas personas397. [3] No obstante, puesto
ut consules, publica gratiarum actione que se ha convertido en una costumbre que los
perlata, suo quoque nomine, quantum cónsules, después de haber expresado el debido
debeant principi, profiteantur: concedite, agradecimiento al Príncipe en nombre del Estado, ex-
me non pro me magis munere isto, quam pongan además cuánto deben ellos mismos
pro collega meo, Cornuto Tertullo, particularmente al Príncipe, permitidme que cumpla
clarissimo viro, fungi. con este deber tanto en nombre de mi querido colega,
el muy honorable Cornuto Tertulo, como en el mío
[4] Cur enim non pro illo quoque gratias propio. [4] Pues ¿por qué no he de dar gracias al
agam, pro quo non minus debeo? Príncipe asimismo en nombre de aquel hacia el que
praesertim quum indulgentissimus tengo una deuda de reconocimiento no menor?, sobre

394 En la época de redacción del discurso, año 100 d.C., M. Ulpio Trajano, padre natural del emperador, no había sido aún
divinizado por su hijo. Su apoteosis se produjo entre mayo del año 113 y agosto del 114.
395 Las insignias honorarias, a su padre natural: M. Ulpio Trajano; y el cielo, a su padre adoptivo: Nerva, por haberlo

divinizado (cfr. supra el cap. 11).


396 Se cree que esta última parte del discurso también debió de ser parcialmente reelaborada por Plinio. En concreto, las

alusiones a Domiciano de los cap. 90, 5 y 92, 4 habrían sido añadidas durante la revisión de la obra con vistas a su
publicación.
397 El mismo pensamiento se encuentra en Séneca, De los beneficios, 7, 19, 9: “... otorgo la prioridad y la preferencia de mis

deberes para con el género humano, sobre la obligación que pueda yo tener con un individuo”.
imperator in concordia nostra ea todo cuando el más bondadoso de los emperadores,
praestiterit ambobus, quae si tantum in atendiendo a la íntima amistad que nos une a Tertulo y
alterum contulisset, ambos tamen a mí, nos ha otorgado a ambos un honor, que, aunque
aequaliter obligasset. únicamente hubiese sido concedido a uno de nosotros
dos, no obstante, nos habría hecho sentimos a ambos
[5] Utrumque nostrum ille optimi obligados por igual hacia el Príncipe. [5] A los dos
cuiusque spoliator et carnifex stragibus aquel tristemente famoso expoliador y verdugo de
amicorum, et in proximum iacto fulmine todos los mejores ciudadanos nos había echado encima
afflaverat. Iisdem enim amicis su aliento, asesinando a muchos de nuestros amigos, y
gloriabamur, eosdem amissos nos había amenazado lanzando su rayo cerca de
lugebamus: ac sicut nunc spes nosotros398. En efecto, nos enorgullecíamos de los
gaudiumque, ita tunc communis nobis mismos amigos, nos lamentábamos por la suerte de los
dolor et metus erat. mismos amigos, y del mismo modo que ahora
compartimos la misma esperanza y la misma alegría,
así también entonces compartíamos el mismo dolor y el
[6] Habuerat hunc honorem periculis mismo miedo399. [6] Por los peligros que habíamos
nostris divus Nerva, ut nos, etsi minus ut corrido, el divino Nerva nos había dispensado el
bonos, tamen promovere vellet: quia beneficio de promovernos en la carrera de los
mutati seculi signum et hoc esset, quod honores400, en la idea de que, aunque no éramos
florerent, quorum praecipuum votum conocidos, éramos buenos ciudadanos, pues era
ante fuerat, ut memoriae principis también una señal del cambio de los tiempos el que
elaberentur. prosperasen aquellos cuyo principal deseo en el
pasado había sido escapar al recuerdo del Príncipe.

XCI La alegría de Plinio y de su colega Cornuto Tertulo por ejercer juntos el consulado.
[91, 1] Nondum biennium compleramus [91, 1] No habíamos aún cumplido dos años en un
in officio laboriosissimo et maximo, puesto extremadamente fatigoso e importante401,
quum tu nobis, optime principum, cuando tú, el mejor de los Príncipes y el más valeroso
fortissime imperatorum, consulatum de los generales, nos ofreciste el consulado, para que al
obtulisti, ut ad summum honorem gloria honor de obtener la más señalada de las magistraturas
celeritatis accederet. [2] Tantum inter te se añadiese la gloria de una rápida promoción: [2]
et illos principes interest, qui beneficiis tanta es la diferencia que existe entre ti y aquellos
suis commendationem ex difficultate Príncipes que pretendían destacar el valor de sus be-
captabant, gratioresque accipientibus neficios por las dificultades que ponían a la hora de
honores arbitrabantur, si prius illos dispensarlos, y que consideraban que las dignidades
desperatio, et taedium, et similis repulsae resultaban más gratas a quienes las alcanzaban, si
mora, in notam quandam pudoremque antes la desesperación, el cansancio y una espera que
vertissent. podía interpretarse como un rechazo habían hecho de
ellas una especie de humillación pública y un motivo

398 Alusión a Domiciano. Plinio se sirve de la misma imagen en la epist. 3, 11, 3.


399 Si hemos de creer a Plinio, hacia el final del gobierno de Domiciano, Metió Caro, uno de los delatores del Príncipe,
habría denunciado a Plinio al emperador en un informe por escrito que Domiciano no llegó a leer antes de ser asesinado
(véase epist. 7, 27, 14).
400 Alusión a su nombramiento como prefectos del tesoro de Saturno para el año 98.

401 La prefectura del tesoro de Saturno. Puesto que los cónsules sufectos del año en curso eran elegidos a comienzos de

enero de ese mismo año, probablemente el día 9, ello querría decir que Plinio y Cornuto Tertulo fueron designados
prefectos del tesoro de Saturno entre esa fecha y la muerte de Nerva, en la noche del 27 al 28 de enero del año 98. Ello
explicaría que, en el momento de resultar elegidos cónsules sufectos el 9 de enero del año 100, aún no se hubiesen
cumplido dos años completos desde el momento en el que habían sido nombrados prefectos.
[3] Obstat verecundia, quo minus de vergüenza. [3] La modestia nos impide detallar qué
percenseamus, quo utrumque nostrum elogiosa exposición hiciste al Senado de nuestros
testimonio ornaris: ut amore recti, amore méritos a la hora de justificar nuestra elección, cómo
reipublicae, priscis illis consulibus llegaste en ella a equiparamos a aquellos grandes
aequaveris. cónsules de la antigüedad por nuestro amor de la
[4] Merito nec ne, neutram in partem probidad y nuestro amor al Estado. [4] Si tuviste razón
decernere audeamus; quia nec fas est, o no al expresarte así, no nos atrevemos ni a
affirmationi tuae derogare, et onerosum confirmarlo ni a negarlo, pues no es lícito invalidar
confiteri, vera esse, quae de nobis, siquiera parcialmente una afirmación tuya, y resulta
praesertim tam magnifica, dixisti. embarazoso confesar que son ciertos los elogios que
nos dedicaste, sobre todo cuando son tan
[5] Tu tamen dignus es, qui eos consules extraordinarios. [5] No obstante, tú eres digno de
facias, de quibus possis ista praedicare. nombrar cónsules a aquellos a los que puedas atribuir
Tribuas veniam, quod inter haec semejantes cualidades. Te rogamos que nos disculpes
beneficia tua gratissimum est nobis, quod si nos permitimos decir que, de todos los beneficios
nos rursus collegas esse voluisti. que te debemos, el que más grato nos resulta es el que
quisieses que fuésemos de nuevo colegas.
[6] Ita caritas mutua, ita congruens tenor [6] Así lo requería nuestro recíproco afecto, así lo
vitae, ita una eademque ratio propositi requería el coincidente desarrollo de nuestras vidas, así
postulabat: cuius ea vis, ut morum lo requería, en fin, la conformidad de nuestros
similitudo concordiae nostrae gloriam principios, una conformidad tan exacta que la se-
minuat, ac perinde sit mirum, si alter mejanza de nuestras costumbres disminuye la gloria
nostrum a collega, ac si a seipso de nuestra concordia, y que sería sorprendente, al
dissentiat. mismo tiempo, que uno de nosotros se mostrase en
desacuerdo con su colega, pues sería tanto como
mostrarse en desacuerdo consigo mismo.
[7] Non ergo temporarium et subitum [7] No es, por lo tanto, algo circunstancial y repentino
est, quod uterque collegae consulatu, el que cada uno de nosotros dos se alegre por el
tamquam iterum suo gaudet; nisi quod consulado de su colega como si se tratase de un
tamen, qui rursus consules fiunt, bis segundo consulado suyo. La única diferencia entre este
quidem, sed temporibus diversis caso y un verdadero segundo consulado es que los que
obligantur: nos duos consulatus son nombrados cónsules por segunda vez tienen,
accipimus simul, simul gerimus, alterque ciertamente, un doble movimiento de agradecimiento
in altero consul, sed iterum et pariter hacia el Príncipe, pero en dos momentos distintos de
sumus. su vida, mientras que nosotros dos hemos alcanzado al
mismo tiempo dos consulados, los ejercemos al mismo
tiempo, somos cónsules el uno en el otro, y lo somos
tanto por segunda vez como en un mismo ejercicio.

XCII Es un gran honor ejercer el consulado el mismo año que Trajano y por añadidura el mes
del cumpleaños del Príncipe, organizando así los Juegos Públicos en honor de éste.
[92, 1] Illud vero quam insigne, quod [92, 1] ¡Y qué distinción tan grande además que nos
nobis praefectis aerario consulatum ante, otorgases el consulado cuando desempeñábamos la
quam successorem dedisti! Aucta est prefectura del tesoro público y sin que hubieses
dignitas dignitate: neque continuatus designado a nuestro sucesor! Una dignidad fue
tantum, sed geminatus est honor, acrecentada con otra dignidad, y no sólo siguió
finemque potestatis alterius, tamquam inmediatamente un honor a otro, sino que, además, un
parum esset excipere, praevenit. honor fue duplicado con otro y el comienzo de un
cargo se adelantó a la finalización de otro, como si no
fuese suficiente que uno sucediese al otro sin
[2] Tanta tibi integritatis nostrae fiducia interrupción. [2] Era tanta tu confianza en nuestra
fuit, ut non dubitares, te salva diligentiae integridad que estabas convencido de actuar con
tuae ratione esse facturum, si nos post arreglo a los criterios de tu escrupulosa vigilancia de
maximum officium privatos esse non los intereses del Estado, aunque no nos permitieses
sineres. Quid, quod eundem in annum convertimos en simples particulares después de haber
consulatum nostrum contulisti? Ergo non desempeñado un cargo tan importante como el de la
alia nos pagina, quam quae te consulem prefectura del tesoro público. ¿Y qué puedo decir del
accipiet, et nostra quoque nomina hecho de que nos hayas otorgado el consulado el
addentur fastis, quibus ipse praescriberis. mismo año que tú lo has ejercido? Como consecuencia
de ello, la misma página402 incluirá el testimonio de
nuestro consulado y del tuyo, y a esos fastos que
encabeza tu nombre serán añadidos también los
[3] Tu comitiis nostris praesidere, tu nuestros. [3] Nos hiciste el honor de presidir los
nobis sanctissimum illud carmen praeire comicios en los que fuimos elegidos y de dictamos la
dignatus es, tuo iudicio consules facti, venerable fórmula del juramento de nuestro cargo.
tua voce renuntiati sumus: ut idem Fuimos nombrados cónsules por el buen juicio que te
honoribus nostris suffragator in curia, in merecemos y proclamados como tales por tu propia
campo declarator exsisteres. voz, para que así como tú habías sido quien habías
apoyado en la curia nuestras candidaturas a esta
magistratura, así también fueses tú quien anunciases
oficialmente en el Campo de Marte nuestra elección.
[4] Nam quod eum potissimum mensem [4] Y en cuanto al hecho de que nos reservases en
attribuisti, quem tuus natalis exornat, especial para el mes que se ve realzado por tu
quam pulchrum nobis! quibus edicto, cumpleaños, ¡qué gran honor supone algo así para
quibus spectaculo celebrare continget nosotros, que seremos los encargados de celebrar con
diem illum, triplici gaudio laetum: qui un edicto y unos Juegos Públicos un día como ése,
principem abstulit pessimum, dedit dichoso por tres motivos distintos de alegría: porque
optimum, meliorem optimo genuit. nos libró de un pésimo Príncipe, porque nos dio uno
excelente403, y porque engendró a otro mejor aún que el
[5] Nos sub oculis tuis augustior solito que había sido excelente!404 [5] Apareceremos bajo tu
currus accipiet: nos inter secunda omina, mirada montados sobre un carro más venerable que de
et vota certantia, quae praesenti tibi costumbre405, y en medio de los deseos de prosperidad
conferentur, vehemur alacres, et incerti, y de las súplicas a los dioses que en tu presencia todos
ex utra parte maior auribus nostris los ciudadanos rivalizarán por ofrecerte, recorreremos
accidat clamor. el Circo felices y sin poder distinguir de qué lado son
mayores las aclamaciones que llegan hasta nuestros
oídos.

402 Alusión a los fastos consulares: la lista de los cónsules del año en curso que se adjuntaba al calendario romano de ese
año (los fastos).
403 El emperador Nerva.

404 Trajano nació el 18 de septiembre del año 53 (o quizás del 56), Domiciano fue asesinado el 18 de septiembre del 96,

fecha ésta última, en consecuencia, del advenimiento de Nerva al Imperio.


405 Durante las ceremonias destinadas a celebrar el cumpleaños de Trajano el 18 de septiembre, en ese caso, del año 100.

Con ocasión de las mismas, los cónsules en ejercicio, vestidos con la toga púrpura del triunfo, encabezaban el cortejo
inaugural de los juegos públicos recorriendo el circo sobre un carro cerrado con adrales adornados de incrustaciones de
marfil.
XCIII La completa libertad con la que Trajano permite en todo momento ejercer su magistratura
a los cónsules.
[93, 1] Super omnia tamen praedicandum [93, 1] No obstante, me parece que, por encima de
videtur, quod pateris consules esse, quos todo, debo elogiar el hecho de que permites que actúen
fecisti: quippe nullum periculum, nullus realmente como cónsules aquellos a los que nombras
ex principe metus consulares animos tales. En efecto, no amenaza el Príncipe a los cónsules
debilitat et frangit: nihil invitis con ningún peligro, no intenta suscitar en ellos ningún
audiendum, nihil coactis decernendum miedo con el fin de anular y quebrantar la voluntad de
erit. Manet manebitque honori veneratio éstos, que no tendrán que conceder audiencia a nadie
sua, nec securitatem auctoritate contra su deseo, ni que aprobar ningún decreto bajo
perdemus. coacción406. Conserva y conservará en todo momento
esta magistratura el sagrado respeto que merece, y no
pagaremos con nuestra seguridad hacer uso de nuestra
[2] Ac si quid forte ex consulatus fastigio autoridad. [2] Y si, por casualidad, la dignidad del
fuerit diminutum, nostra haec erit culpa, consulado sufriese algún menoscabo, nuestra será la
non seculi. Licet enim, quantum ad culpa y no de los tiempos. Ciertamente, por lo que
principem, licet tales consules agere, respecta a nuestro Príncipe, tienen los cónsules
quales ante principes erant. completa libertad, sí, completa libertad, repito, para
mostrarse semejantes a los cónsules que ejercieron el
cargo con anterioridad a la institución del Principado.
[3] Ullamne tibi pro beneficiis referre [3] ¿Podemos, acaso, mostrarte un reconocimiento
gratiam parem possumus? nisi tantum comparable a tus beneficios? El único modo será,
illam, ut semper nos meminerimus quizás, recordar siempre que hemos sido cónsules, y
consules fuisse, et consules tuos; ea cónsules tuyos, tener unos sentimientos y expresar
sentiamus, ea censeamus, quae unos juicios dignos de senadores de rango consular,
consularibus digna sunt; ita versemur in entregamos de tal modo al servicio del Estado que se
republica, ut credamus esse vea que estamos convencidos de que existe un Estado
rempublicam. Non consilium nostrum, del que formamos parte todos los ciudadanos, no
non operam subtrahamus, nec disiunctos negar en ningún momento ni nuestro consejo ni
nos et quasi dimissos consulatu, sed nuestra ayuda, no consideramos nunca liberados del
quasi adstrictos et devinctos putemus; consulado ni, por así decirlo, licenciados de nuestro
eundemque locum laboris et curae, quem servicio en esta magistratura, sino sujetos y
reverentiae dignitatisque, teneamus. encadenados permanentemente a ella, y trabajar con
una aplicación y un celo acordes al respeto y a la dig-
nidad de que gozaremos.

406Cfr., por el contrario, la situación del Senado en tiempos de Domiciano tal y como es descrita por Plinio supra en el
cap. 76, 3-4, y en la epist. 8, 14, 8-9.
VIII. Conclusión: caps. 94-95.

XCIV Votos a los dioses y en especial a Júpiter Capitolino para que protejan al Príncipe, en
quien reside la prosperidad del Imperio.
[94, 1] In fine orationis praesides [94, 1] Al término de mi discurso, yo, el cónsul de
custodesque imperii deos, ego consul pro Roma, en nombre del género humano, os suplico
rebus humanis, ac te praecipue, divinos protectores y guardianes del Imperio, y en
Capitolone Iupiter, precor, ut beneficiis especial a ti, Júpiter Capitolino, que continúes
tuis faveas, tantisque addas muneribus prodigándonos tus beneficios y que a tantos presentes
perpetuitatem. tuyos añadas el que éstos duren eternamente.
[2] Audisti, quae malo principi [2] Atendiste los ruegos que te elevamos contra un mal
precabamur; exaudi, quae pro Principe407, concédenos ahora lo que te pedimos en
dissimillimo optamus. Non te favor de uno completamente distinto a aquél. No te
distringimus votis. Non enim pacem, non fatigamos con nuestros votos, pues no te suplicamos la
concordiam, non securitatem, non opes paz, ni la concordia, ni la tranquilidad, ni riquezas, ni
oramus, non honores: simplex cunctaque honores. Uno solo es el voto de los hombres, y es tal
ista complexum unum omnium votum que contiene en sí mismo todos esos bienes: LA
est, SALUS PRINCIPIS. [3] Nec vero PROSPERIDAD DEL PRÍNCIPE. [3] Por lo demás, no es nue-
nova tibi iniungimus. Tu enim iam tunc va para ti la responsabilidad que te confiamos. En
illum in tutelam recepisti, quum efecto, ya entonces tú, por tu propia iniciativa, pusiste a
praedonis avidissimi faucibus eripuisti. nuestro Príncipe bajo tu protección, cuando lo salvaste
Neque enim sine auxilio tuo, quum de las fauces del más codicioso de los ladrones408, pues,
altissima quaeque quaterentur, hic, qui en aquellos tiempos en que todos los mejores eran
omnibus excelsior, inconcussus stetit. abatidos, éste, que era superior a todos los demás, no
Praeteritus est a pessimo principe, qui pudo permanecer incólume sin tu ayuda: pasó
praeteriri ab optimo non potuit. inadvertido a un pésimo Príncipe quien no podía pasar
[4] Tu clara iudicii tui signa misisti, inadvertido a uno excelente. [4] Nos enviaste luego una
quum proficiscenti ad exercitum tuo clara señal de la elección que habías hecho en su
nomine, tuo honore cessisti. Tu voce persona, cuando renunciaste en su favor a tu título y a
imperatoris quid sentires locutus, filium las aclamaciones en tu honor el día en que él debía
illi, nobis parentem, tibi pontificem partir para ponerse al frente de su ejército. Expresaste a
maximum elegisti. continuación lo que sentías por boca del emperador409,
y elegiste así un hijo para él, un padre para nosotros,
[5] Quo maiore fiducia iisdem illis votis, un Pontífice Máximo para ti. [5] Por ello, en los mismos
quae ipse pro se nuncupari iubet, oro et términos en los que nuestro Príncipe ordena que se
obtestor, si bene rempublicam, si ex hagan por él los votos a los dioses, con tanta mayor
utilitate omnium regit, primum, ut illum confianza te ruego y suplico, “si gobierna sabiamente el
nepotibus nostris ac pronepotibus serves: Estado y de acuerdo con el interés general”, en primer
deinde, ut quandoque successorem ei lugar, que lo conserves sano y salvo para nuestros
tribuas, quem genuerit, quem formaverit, nietos y bisnietos, y después, que algún día le concedas
similemque fecerit adoptato; aut, si hoc un sucesor que él mismo haya engendrado y que haya
fato negatur, in consilio sis eligenti, instruido y formado a semejanza del hijo adoptivo que
monstresque aliquem, quem adoptari in él es, o bien que, si esto le es negado por el hado, lo

407 Naturalmente, Domiciano. Plinio quiere decir que Júpiter escuchó las súplicas que los romanos le elevaban y en las
que rogaban al padre de los dioses que los librase de Domiciano. Júpiter habría escuchado estas súplicas permitiendo que
prosperase la conspiración contra ese Príncipe.
408 Nueva alusión a Domiciano (cfr. supra el cap. 50,5-6).

409 Del emperador Nerva.


Capitolio deceat. asistas con tu consejo a la hora de elegir sucesor, y le
señales a alguien digno de ser adoptado en el
Capitolio410.

XCV Agradecimientos de Plinio al Senado y promesa de mostrarse como un fiel servidor de este
estamento.
[95, 1] Vobis, Patres Conscripti, quantum [95, 1] Y en cuanto a vosotros, padres conscriptos, todo
debeam, publicis etiam monimentis lo que os debo está recogido en las actas del Senado.
continetur. Vos mihi in tribunatu quietis, En el pasado, me honrasteis con los más hermosos
in praetura modestiae; vos in istis officiis testimonios de vuestro reconocimiento por mi
etiam, quae e studiis nostris circa serenidad en el ejercicio del tribunado, por mi
tuendos socios iniunxeratis, cuncti modestia en el ejercicio de la pretura, y por mi
constantiae antiquissimum testimonium honradez y mi firmeza en el cumplimiento de aquellos
perhibuistis. deberes que confiasteis a mi oratoria en defensa de los
[2] Vos proxime destinationem intereses de nuestros aliados411. [2] Recientemente,
consulatus mei his acclamationibus manifestasteis vuestra aprobación por mi designación
approbavistis, ut intelligam, etiam atque para el consulado con tales aclamaciones que soy
etiam enitendum mihi, ut hunc consciente de que debo esforzarme al máximo por
consensum vestrum complectar, et mostrarme digno de vuestro unánime favor, por
teneam, et in dies augeam. Etenim conservarlo y por acrecentarlo día tras día. Sé bien,
memini, tunc verissime iudicari, meruerit ciertamente, que cuando mejor se juzga si alguien es o
quis honorem, nec ne, quum adeptus est. no merecedor de un cargo, es cuando lo ha obtenido.
[3] Vos modo favete huic proposito, et [3] Por mi parte, sólo os ruego que acojáis
credite, si cursu quodam provectus ab favorablemente esta declaración de principios y
illo insidiosissimo principe, antequam confiéis en mi sinceridad: si, después de haber sido
profiteretur odium bonorum, postquam promovido en la carrera de los honores por el más
professus est, substiti; [4] quum viderem, pérfido de los Príncipes412 antes de que éste confesase
quae ad honores compendia paterent, su odio a los mejores ciudadanos, una vez que lo
longius iter malui; si malis temporibus confesó, renuncié a seguir participando de ella413, [4] y
inter moestos et paventes, bonis inter aunque veía los atajos que permitían un acceso más
securos gaudentesque numeror; si rápido a los honores, preferí tomar el camino más
denique in tantum diligo optimum largo; si, así como en los malos tiempos me conté entre
principem, in quantum invisus pessimo quienes se hallaban consumidos por la tristeza y
fui. debían temer por sus vidas, así también en los buenos
tiempos me cuento entre los que viven libres de
inquietud y alegres; en fin, si mi aprecio por el mejor
de los Príncipes es tan grande como grande fue el odio

410 Del mismo modo que Trajano había sido adoptado oficialmente por Nerva en el templo de Júpiter Óptimo Máximo en
el Capitolio (cfr. supra el cap. 8).
411 Alusión a los juicios en los que Plinio había asumido la defensa de los provinciales contra los abusos de sus

gobernadores, como en el caso de la defensa de los habitantes de la Bética contra su exgobernador Bebió Masa en el 93 y
contra los cómplices de su exgobernador Cecilio Clásico a mediados del año 100, o en el de la defensa de los africanos
también contra su exgobernador Mario Prisco en enero del año 100 (cfr., sobre todo, Plinio, epist. 2, 11, 19 y 3, 9, 23).
412 Domiciano, a quien Plinio debía el sevirato de los caballeros romanos, la cuestura, el tribunado de la plebe, la pretura

y la prefectura del tesoro militar.


413 Las ejecuciones de Domiciano comenzaron en el 85, cuando llevaba cuatro años en el poder. Es evidente que Plinio

falsea deliberadamente la realidad de lo ocurrido, puesto que fue cuestor (y además, cuestor del César) hacia el 89/90,
tribuno de la plebe hacia el 92, pretor hacia el 93, y prefecto del tesoro militar durante los tres últimos años del
Principado de Domiciano, años 94-96.
[5] Ego reverentiae vestrae sic semper de que fui objeto por el peor de ellos, [5] todo ello es la
inserviam, non ut me consulem, et mox mejor garantía de que siempre me mostraré un
consularem, sed ut candidatum humilde servidor de vuestra noble autoridad,
consulatus putem. considerándome en todo momento, no un cónsul ni
más adelante un senador de rango consular, sino
simplemente un eterno candidato al consulado.

También podría gustarte