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Han sido 12 meses intensos en este BLOG. Día a día he ido seleccionando las
investigaciones que en mi opinión mostraban avances en el área de la fisiología del
ejercicio, la salud, la nutrición deportiva y el entrenamiento, llegando a 250 resúmenes y
comentarios de investigaciones punteras en nuestra área. Pero eso es el pasado, lo
disfrutamos, fue interesante, ayudó a mantener nuestras ganas de aprender, pero ya
pasó. Ahora, tenemos ante nosotros 365 días por devorar, 365 días para aprender, 365
días para disfrutar compartiendo conocimiento, y os puedo asegurar que estoy más
motivado que nunca. Para 2019 tendremos muchas novedades en nuestra plataforma de
formación EXERCISE PHYSIOLOGY & TRAINING (www.fisiologiadelejercicio.com) que os
animo a explorar en los próximos meses. Todo el equipo EP&T está dispuesto a trabajar
duro buscando la excelencia y estoy seguro que los resultados serán muy satisfactorios.
Todos podemos y debemos aprender cada día, así que os animo a no acomodaros nunca,
no hay techo en el conocimiento. Con frecuencia se hace alusión a la homeostasis
(mantenimiento de una relativa constancia en la composición y las propiedades del medio
interno del organismo) como una condición fisiológica de equilibrio en el ser humano,
pero no hay que olvidar que la homeostasis en el resultado del cambio constante, es ahí
donde los seres humanos nos encontramos mejor, recibiendo estímulos cambiantes que
nos obligan a poner en marcha respuestas fisiológicas y mecanismos de adaptación. La
ilusión por el cambio y la puesta en marcha de mecanismos para conseguirlo es lo que
nos hace verdaderamente felices. No caigamos en la tentación de acomodarnos, esa es
la puerta principal del hastío. Fijémonos en los niños y su afán inveterado e insaciable por
el cambio, es la fisiología en estado puro.
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Los atletas muestran mayores valores de presión arterial sistólica en el ejercicio máximo
debido entre otros factores a que habitualmente tienen un mayor gasto cardiaco. Así, los
valores normales de respuesta al ejercicio máximo de la presión arterial sistólica (BPS) y
diastólica (BPD) son diferentes en atetas que en controles sedentarios. Recientemente se
han publicado los resultados de un estudio (Caselli y col, 2018; Eur Heart J 22-dic; doi:
10.1093/eurheartj/ehy810) cuyo objetivo fue valorar el significado pronóstico de una
elevada respuesta de la presión arterial al ejercicio (HBPR), respecto al desarrollo de
hipertensión arterial futura. Participaron 141 atletas normotensos con respuesta
hipertensiva al ejercicio (HBPR), agrupados por edad, género, tamaño corporal y tipo de
deporte. Los atletas fueron seguidos con controles médicos durante 6,5±2,8 años. En el
periodo de seguimiento, no hubo eventos cardiacos, pero 24 atletas fueron
diagnosticados de hipertensión arterial (8,5%). El análisis estadístico confirmó que el
desarrollo de hipertensión arterial fue más elevado en el grupo de respuesta hipertensiva
al ejercicio. Los autores concluyen que una respuesta hipertensiva al ejercicio aumenta el
riesgo a medio plazo de padecer hipertensión arterial en atletas normotensos.
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Los efectos de la intervención con ejercicio en pacientes con cáncer de mama (BC) ha
mostrado beneficios independientemente de las variables analizadas, aunque el tipo de
ejercicio y la duración del mismo durante la terapia no están totalmente clarificados.
Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Lee J, 2018; Cancer
Nurs 29-dic; doi: 10.1097/NCC.0000000000000682) cuyo objetivo fue investigar los
efectos de intervenciones de ejercicio sobre distintas variables de valoración, capacidad
física, calidad de vida (QL), fatiga, depresión, ansiedad y composición corporal, durante
terapia coadyuvante en pacientes con cáncer de mama. Veintinueve estudios fueron
seleccionados, incluyendo en el análisis a 2989 pacientes. Los resultados mostraron que
las intervenciones de ejercicio tuvieron efectos positivos en la capacidad funcional, fuerza
de agarre de mano, calidad de vida, fatiga, depresión, ansiedad, % grasa corporal y IMC.
Las intervenciones de ejercicio tuvieron una media de 150 min, 3 sesiones/semana, 17
semanas, y consistieron en ejercicio aeróbico moderado a vigoroso (60% VO2pico),
ejercicios de fuerza, o combinación de ambos.
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Con frecuencia los partidos de competición en fútbol se programan para última hora de
la tarde o incluso por la noche, y no se ha evaluado bien el impacto que ello puede tener
en la calidad y cantidad de sueño de los jugadores. Recientemente se han publicado los
resultados de un estudio (Nédélec y col, 2019; J Strength Cond Res 33: 174-179; doi:
10.1519/JSC.0000000000002906) cuyo objetivo fue examinar el impacto de los partidos
nocturnos en el comportamiento del sueño / vigilia de los jugadores de fútbol de élite que
participan en la UEFA Champions League y la Liga francesa de primera división. Se utilizó
un método mixto, que combina la evaluación objetiva del sueño con monitores de
actividad de la muñeca y una encuesta para determinar la valoración del sueño después
de los partidos nocturnos (inicio después de las 18:00 horas). La mayoría de los jugadores
(90%) indicaron que dormían peor en las noches después de los partidos de la noche que
después de los días de entrenamiento. El tiempo objetivo en la cama (-01: 39 horas;
tamaño del efecto [ES] = 1.7; p <0.001) y el tiempo total de sueño (-01: 32 horas; ES = 1.4;
p <0.001) fueron menores después de los partidos nocturnos que después de los días de
entrenamiento. Los partidos nocturnos tuvieron una marcada influencia en la cantidad
de sueño más tarde esa noche, tanto objetivamente como subjetivamente. La encuesta
reveló que los jugadores pueden no tener métodos apropiados para administrar mejor
su sueño después de los partidos nocturnos. Aún no se ha determinado si los jugadores
pueden beneficiarse de las intervenciones de sueño individualizadas en estas
circunstancias.
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El sedentarismo se asocia con efectos adversos para la salud, incluida la obesidad, enfermedades
cardiometabólicas, diabetes, ciertos tipos de cáncer y mortalidad prematura. Distintos estudios
han mostrado que la interrupción del tiempo de sedentarismo en un día por periodos cortos de
actividad de manera regular mejora el perfil metabólico en comparación a las personas que no lo
hacen y pasan prolongados periodos a lo largo del día en inactividad (ej. sentados trabajando).
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio ( De Jong y col, 2019; J Appl Physiol
10-ene; doi: 10.1152/japplphysiol.00632.2018) cuyo objetivo fue comparar la oxidación de
nutrientes en un periodo de 24 h entre una condición sedentaria (SED) y otra condición donde se
realizaban periodos de 5 min de ejercicio cada hora durante 9 h consecutivas durante 4 días
(MICRO). Para determinar si posibles cambios en la utilización de sustratos pudieran ser debido
únicamente al aumento del gasto energético, los autores también estudiaron una condición con
un periodo de ejercicio isoenergético de 45 min a intensidad moderada (ONE). Participaron 20
personas sedentarias con sobrepeso u obesas (10 hombres y 10 mujeres) que completaron las 3
condiciones (MICRO, SED, ONE) en orden aleatorio. Cada condición consistió en 3 días de control
del ejercicio seguido de 24 h en una cámara calorímetro para medir el gasto de energía total (TEE)
y la utilización de sustratos. También se determinó la oxidación de las grasas de la dieta. Los
resultados mostraron que tanto MICRO como ONE aumentaron el TEE respecto a SED resultando
un balance negativo. La condición MICRO aumentó la oxidación de carbohidratos comparado con
ONE y SED. ONE se asoció con una mayor oxidación de grasas total en 24 h en comparación con
SED, y una mayor oxidación de grasas de la dieta en comparación con MICRO y SED. Los autores
concluyeron que en personas con sobrepeso u obesas interrumpir el tiempo de sedentarismo por
periodos cortos de ejercicio aumento el metabolismo de los carbohidratos como sustrato en 24 h,
mientras que un ejercicio único de 30 min potenció la utilización de ácidos grasos en el mismo
periodo.
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Escuchar música reduce la percepción del esfuerzo, incrementa el disfrute del ejercicio y
puede mejorar el rendimiento principalmente a bajas y moderadas intensidades. Sin
embargo, el efecto de la música es menos concluyente en actividades de alta intensidad.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Maddigan y col, 2019; Peer
J 6:e6164; doi: 10.7717/peerj.6164) cuyo objetivo fue comparar los efectos de la música
de alto tempo (130 bpm) frente a no música, durante intervalos repetidos de alta
intensidad en bicicleta (80% Wmax, PPO), sobre tiempo de fatiga, percepción del esfuerzo
(RPE), frecuencia cardiaca (HR), frecuencia respiratoria, cinética de la ventilación y lactato
en sangre (BL). Los resultados mostraron que escuchando música los voluntarios
prolongaron el ejercicio un 10,7% (1 min) con frecuencia cardiaca más elevada (4%),
mayor frecuencia respiratoria (11,6%) y RER (7%) al final del ejercicio. No se observaron
diferencias importantes en la RPE y otras variables ventilatorias. Por otra parte, la
recuperación de la frecuencia cardiaca a los 5 min post-ejercicio fue más rápida en el
grupo que escuchó música, a pesar de que en el periodo de recuperación no escucharon
música. Los resultados apoyan el concepto o apreciación de que la música altera la
asociación entre la orden central motora, el comando cardiovascular y la percepción del
esfuerzo, contribuyendo a una mayor duración del ejercicio en altas intensidades, con
una recuperación más rápida.
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Los atletas máster suelen tener un menor %grasa corporal que los sujetos no entrenados
de la misma edad al tiempo que la longitud de sus telómeros es mayor, lo que ha llevado
a proponer una mayor esperanza de vida. Recientemente se han publicado los resultados
de un estudio (Aquiar y col, 2019; J Strength Cond Res 10-ene; doi:
10.1519/JSC.0000000000002932) cuyo objetivo fue analizar el papel de la grasa corporal
y del entrenamiento sobre el envejecimiento biológico de atletas máster, comparando y
verificando las relaciones entre marcadores de adiposidad, balance oxidativo y longitud
de los telómeros (TL) en corredores de edad media y sujetos no entrenados. Los atletas
master (esprínters y fondistas) (51,62±8,19 años) mostraron menor grasa corporal
(12,21±4,14 vs 26,03±4,29%) y longitud de los telómeros que los controles sedentarios
(45,41±10,34 años). Además, los atletas máster también mostraron un mejor balance
oxidativo. Se observó una correlación negativa entre TL y grasa corporal, así como una
correlación positiva con el balance oxidativo favorable. Los autores sugieren que los
atletas máster tienen una mayor longitud de sus telómeros, mejor perfil oxidativo y
menor grasa corporal que los sujetos no entrenados de la misma edad. Además, la grasa
corporal se asoció de manera inversa con la longitud de los telómeros y marcadores de
estrés oxidativo, demostrando el papel clave de la adiposidad en el envejecimiento
biológico.
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En entrenamiento de fuerza las cargas bajas son más eficaces que las
cargas altas para aumentar la masa muscular en mujeres jóvenes
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Los resultados de estudios que han valorado los efectos del aporte de L-carnitina en
deportistas son confusos. Para la mayoría la suplementación con L-carnitina no aporta un
valor ergogénico. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio
(Koozehchian y col, 2019; J Exerc Nutrition Biochem 22: 7-19; doi:
10.20463/jenb.2018.0026) cuyo objetivo fue examinar los efectos de 9 semanas de
suplementación con L-carnitina sobre el rendimiento, capacidad anaeróbica y
marcadores de estrés oxidativo inducido por el ejercicio, en deportistas varones
entrenados en fuerza. Se utilizó un diseño doble ciego, aleatorio con grupo placebo. El
grupo experimental ingirió 2 g/día de L-carnitina durante 9 semanas, al tiempo que
ambos grupos seguían entrenando fuerza (4 días/semana). Se realizaron valoraciones al
inicio, y semanas 3, 6 y 9. Los resultados mostraron un aumento significativo del volumen
de carga en press de banca en la semana 6 y 9 en el grupo de L-carnitina. Una tendencia
similar se observó en prensa de piernas en la semana 9 en el grupo de L-carnitina. En la
semana 9 del grupo L-carnitina, aumentó la potencia media y la potencia pico, con
reducciones de los niveles de lactato post-ejercicio, así como cambios beneficiosos en la
capacidad antioxidante total. Los autores sugieren que la suplementación con L-carnitina
mejora el rendimiento de fuerza, mientras atenúa los niveles de lactato y el estrés
oxidativo en respuesta al entrenamiento de fuerza.
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Los jugadores de fútbol profesional se suelen retirar casi invariablemente antes de los 35
años, alcanzado sus mejores rendimientos entre los 24 y 28 años aproximadamente.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Kalén y col, 2019; Front
Phychol 10:76; doi: 10.3389/fpsyg.2019.00076) cuyo objetivo fue analizar la evolución de
los jugadores que participaron en la Liga de Campeones de la UEFA desde 1992/93 hasta
2017/18 (n= 16062), y determinar cómo se relaciona su edad con el valor en el mercado.
El principal hallazgo fue que se ha producido una tendencia al envejecimiento en las
últimas tres décadas en la Liga de Campeones. Se observó un aumento significativo en la
edad promedio de los jugadores (> 1.6 años), que aumentó de una edad de 24.9 a 26.5
años. Los porteros y los centrales tienden a alcanzar su punto de máximo rendimiento
más tarde que los delanteros, y su rendimiento máximo puede durar hasta una edad de
aproximadamente 31 años. Finalmente, una curva de U invertida define la asociación
entre el valor de mercado y la edad, con el valor máximo que aparece en el rango de edad
de 26-30. Estos resultados proporcionan información útil sobre a qué edad es probable
que los jugadores de fútbol se desempeñen en el nivel más alto, así como la edad en la
que probablemente tengan el mayor valor de mercado.
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Los ejercicios de alta intensidad llevan a la fatiga en un corto espacio de tiempo. Depende
de su estructura los ejercicios interválicos de alta intensidad se vinculan a un metabolismo
preferente y con ello se manifiesta una característica de fatiga neuromuscular.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Fiorenza y col, 2019; Med
Sci Sports Exerc 26-feb: doi: 10.1249/MSS.0000000000001959) cuyo objetivo fue examinar
el grado de fatiga neuromuscular desarrollada junto con los cambios en el metabolismo
muscular durante dos protocolos de ejercicio intermitente de alta intensidad en sujetos
entrenados. Once deportistas de resistencia aeróbica entrenados realizaron 2 protocolos
de ejercicio intermitente de alta intensidad igualados por el trabajo total realizado. Un
protocolo incluyó esprints cortos (18x5 s; SS) y el otro esprints más largos (6x20 s; LS). La
fatiga neuromuscular se determinó antes y después del ejercicio midiendo cambios en la
máxima fuerza de contracción voluntaria (MVC), nivel de activación voluntaria y
propiedades contráctiles del cuádriceps. Se realizaron biopsias del músculo vasto lateral
para medir pH y metabolitos, antes y después del primer y último esprint. Los resultados
mostraron que la potencia pico, MVC y fuerza, disminuyeron en menor cuantía en SS en
comparación con LS, mientras que el nivel de activación voluntaria disminuyo de manera
similar en SS y LS. El nivel de fosfocreatina antes del último esprint fue 1,5 veces menor
en SS que en LS. La acumulación intramuscular de lactato y H+ postejercicio fue dos y tres
veces más baja, respectivamente, en SS que en LS, mientras que el descenso de glucógeno
fue similar. La tasa de glucólisis muscular fue similar en SS y LS durante el primer esprint,
pero dos veces superior en SS que en LS durante el último esprint. Los resultados
sugieren que, en sujetos entrenados en resistencia aeróbica, esprint repetidos de larga
duración (20 s) inducen un mayor deterioro del rendimiento con mayor fatiga periférica
en comparación con esprint de menor duración (5 s). Esas diferencias son probablemente
atribuidas a una mayor activación de la glucolisis en los esprint de menor duración con la
consiguiente mayor acumulación intramuscular de lactato y H+.
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Los resultados de este estudio van en línea con los comentados ayer, y debe
llevar a la reflexión de entrenadores de ciclismo y triatlón, y por supuesto de
los propios deportistas, acerca de la conveniencia sistemática de seleccionar
altas cadencias de pedaleo de manera global sin llegar a individualizar las
respuestas de cada deportista.
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Una mayor rigidez arterial y una presión arterial media de 24 h poco controlada son
indicadores de mala salud cardiovascular. La evidencia a mostrado que el entrenamiento
interválico de alta intensidad (HIIT) puede ser una mejor alternativa que el entrenamiento
continuo de moderada intensidad (MICT) en la mejora de los factores de riesgo
cardiovascular, como el fitness cardiorrespiratorio y la función vascular. Recientemente
se han publicado los resultados de un metaanálisis (Way y col, 2019; J Sci Med Sport 22(4):
385-391; doi: 10.1016/j.jsams.2018.09.228) cuyo objetivo fue comparar HIIT vs MICT en
los efectos sobre la rigidez arterial y presión arterial de 24 h. Los resultados mostraron
que el HIIT fue superior al MICT en la reducción de la presión arterial diastólica nocturna.
Hubo una tendencia no significativa de mayor efecto del HIIT sobre la reducción de la
presión arterial sistólica y diastólica durante el día. No se observaron cambios en la rigidez
arterial. Los autores concluyeron que el HIIT se asocia a reducciones superiores de la
presión arterial diastólica nocturna, no observando efectos significativos sobre la presión
arterial durante el día.
Los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la presión arterial son evidentes;
sin embargo, la capacidad de influencia sobre los valores de presión arterial
en pacientes hipertensos es limitada. Difícilmente vamos a revertir una
hipertensión arterial consolidada solo con el ejercicio físico, pero aún así bajo
mi punto de vista es obligado introducir el ejercicio como parte del tratamiento en
hipertensos, no solo por su mayor o menor contribución a normalizar los valores de
presión arterial, sino también (y quizás más importante) sobre las adaptaciones asociadas
a nivel cardiometabólico y vascular.
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Desde hace tiempo se recomienda la ingesta de proteínas (30 g) justo antes de dormir
en deportistas con el fin de mejorar las adaptaciones musculares al ejercicio.
Recientemente se ha publicado una revisión bibliográfica al respecto (Snijders y col, 2019;
Front Nutr 6:17; doi: 10.3389/fnut.2019.00017) cuyo objetivo fue valorar los efectos de la
ingesta de proteínas antes de dormir sobre la tasa de síntesis de proteína muscular
durante la noche y las respuestas adaptativas del músculo al entrenamiento. Las
proteínas ingeridas antes de dormir son adecuadamente absorbidas durante la noche de
sueño incrementando la tasa de síntesis proteica muscular. El consumo de proteínas
antes de dormir no parece que reduzca el apetito en el desayuno, ni durante el día, y no
modifica el gasto de energía en reposo. Cuando se aplica durante periodos prolongados
junto con entrenamiento de fuerza se asocia a un efecto beneficioso sobre el aumento
de masa muscular y la fuerza. Por otra parte, se ha hipotetizado que la ingesta de
proteínas por la noche representa una estrategia nutricional eficaz para preservar la masa
muscular en personas de edad avanzada, especialmente cuando se combina con
actividad física o electroestimulación. En conclusión, la ingesta de proteínas antes de
dormir es una estrategia nutricional eficaz para mejorar la síntesis de proteínas
musculares durante el sueño, mostrando efectos beneficiosos sobre la hipertrofia y
fuerza muscular cuando se combina con el entrenamiento.
Para muchos deportistas y sobre todo para la mayoría de las personas que
realizan ejercicio físico por afición, lo más fácil del proceso del entrenamiento
es precisamente entrenar, pero a partir de ahí muchos olvidan que el
entrenamiento se asocia a procesos de adaptación que deben favorecerse en
la medida de lo posible con conductas que deben asociarse al entrenamiento, como son
la calidad del sueño o una adecuada nutrición. No es fácil, en muchas ocasiones,
convencer a algunos colectivos de deportistas que buscan rendimiento lo importante que
es ingerir los nutrientes adecuados en el tiempo preciso. En mi opinión la figura del
nutricionista del ejercicio es necesaria en todo este proceso, pero la realidad es que su
competencia es absorbida en muchas ocasiones por otros profesionales con menor
formación, y con ello dejamos de optimizar uno de los pilares más importantes del
proceso del entrenamiento.
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La disfunción eréctil puede ser un primer signo de disfunción entotelial y por lo tanto de
una base de enfermedad cardiovascular, especialmente si se añaden otros factores de
riesgo. Entre los factores de riesgo reversibles en relación a la disfunción endotelial la
inactividad física quizás sea el más importante. Recientemente se ha publicado una
revisión bibliográfica (Duca y col, 2019; Andrologia 15:e13264; doi: 10.1111/and.13264 )
sobre la influencia del ejercicio regular sobre la disfunción eréctil. La actividad física ha
mostrado influencia positiva sobre la disfunción eréctil a través de distintos mecanismos
relacionados con el metabolismo de la glucosa y los lípidos, la regulación de la presión
arterial, la producción de óxido nítrico y la modulación hormonal. Además, el ejercicio
actúa de manera sinergista con los medicamentos habitualmente utilizados en el
tratamiento de la impotencia. Ya que muchos pacientes con disfunción eréctil pueden
padecer enfermedades cardiovasculares, antes de recomendar ejercicio es necesario un
buen reconocimiento médico para descartar posibles contraindicaciones del ejercicio.
Tanto el ejercicio aeróbico como el ejercicio de fuerza/anaeróbico han mostrado efectos
positivos, si bien un metaanálisis reciente mostró que el ejercicio aeróbico de intensidad
moderada/vigorosa es el más efectivo para mejorar la erección. La testosterona es un
importante modulador del rendimiento físico y sus niveles en sangre deben ser evaluados
en pacientes con disfunción eréctil.
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La aplicación de frío después del ejercicio está en discusión desde hace tiempo entre los
fisiólogos del ejercicio de todo el mundo. Diferentes metodologías de aplicación de frío
muestran en su conjunto en el momento actual que no es un procedimiento que aporte
ventajas claras e incluso puede retrasar el proceso de recuperación. Pero como todo en
biología, y más si esta se aplica al ejercicio, no hay solo caminos únicos, sino que los
enfoques en los posibles efectos fisiológicos pueden ser muy diferentes y aplicados en
deportistas de diferentes modalidades deportivas y nivel competitivo. Recientemente se
han publicado los resultados de un estudio (Douzi y col, 2019; BMC Res Notes 12: 141;
doi: 10.1186/s13104-019-4172-9) cuyo objetivo fue determinar si la utilización de la
crioestimulación parcial podría repercutir sobre la calidad del sueño de futbolistas
profesionales. Se aplicaron diferentes duraciones de exposición a -180C de manera
aleatoria, después de estandarizar la sesión de entrenamiento en nueve jugadores de
fútbol profesionales (no crioestimulación, 180 s de exposición, dos exposiciones de 90 s
separadas por 5 min en reposo a temperatura ambiente y 90 s de exposición). Se
analizaron los efectos sobre la calidad del sueño utilizando acelerómetros durante las
horas destinadas al sueño. Los resultados mostraron que el número de movimientos
durante el sueño después de la crioestimulación fue reducido solo cuando la exposición
fue de 180 s en comparación a la situación control. La crioestimulación parcial parece
ejercer un impacto positivo sobre la calidad del sueño que parece dosis dependiente.
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Existen numerosos estudios que muestran que la actividad física aeróbica de intensidad
moderada-vigorosa (MVPA) se asocia con un menor riesgo de padecer hasta 7 tipos de
cáncer. Sin embargo, la asociación o mecanismos de relación entre las actividades que
conllevan un aumento de la fuerza y la etiología del cáncer no son bien conocidos.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Mazzilli y col, 2019; Med
Sci Sports Exerc 25-mar; doi: 10.1249/MSS.0000000000001987) cuyo objetivo fue
determinar la asociación entre el entrenamiento de fuerza y la incidencia de diez tipos de
cáncer. Los resultados mostraron una menor incidencia de cáncer de colon en sujetos
que entrenaban fuerza. También se observó una menor incidencia de cáncer de riñón,
pero desapareció al ajustar por MVPA. Los autores sugirieron que realizar entrenamiento
de fuerza se asoció a un menor riesgo de padecer cáncer de colon y una tendencia a una
menor incidencia de cáncer de riñón, frente a los sujetos que no realizaron
entrenamiento de fuerza.
Hasta hace pocos años la gran mayoría de los estudios vinculados a la salud
se desarrollaban en el entorno de actividades de resistencia aeróbica. De
alguna manera se asumió que para prevenir y tratar diferentes patologías el
ejercicio aeróbico era el más idóneo. En la actualidad esa relación no solo no
se ha perdido, sino que se ha reforzado, pero la diferencia en el posicionamiento actual
ha sido considerar al entrenamiento de fuerza también como una modalidad de ejercicio
de similares efectos positivos para nuestra salud.
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La gran mayoría de los estudios que tratar de valorar los efectos del ejercicio en el corazón
postinfarto aplican entrenamientos de resistencia aeróbica (ET). Aunque está demostrado
que el entrenamiento aeróbico ayuda a preservar la función cardiaca, la evidencia sugiere
que esa modalidad de entrenamiento aumenta las dimensiones interiores del ventrículo
izquierdo (VI) como resultado de la expansión del volumen plasmático. En contraste, el
entrenamiento de fuerza (ST) induce una hipertrofia cardiaca concéntrica y mejora la
función cardiaca sin causar dilatación del ventrículo izquierdo. Recientemente se han
publicado los resultados de un estudio (Garza y col, 2019; J Physiol Sci 25-mar; doi:
10.1007/s12576-019-00672-x) cuyo objetivo fue investigar los efectos del entrenamiento
de fuerza sobre la función cardiaca y el remodelado en ratas con infarto de miocardio,
que fue inducido quirúrgicamente en ratas de 7 semanas de vida mediante la ligadura de
arteria coronaria. Las ratas supervivientes fueron asignadas a uno de los siguientes
grupos experimentales: MI-Sed (no ejercicio), MI-ST y grupo control (no MI, no ST). Las
ratas del grupo MI-ST comenzaron a entrenar 1 semana después del infarto subiendo una
pendiente con peso durante 10 semanas. Los resultados revelaron que el ST indujo un
acortamiento de las dimensiones telediastólicas del VI en comparación con el grupo MI-
Sed. Las velocidades pico de contracción y relajación fueron significativamente mayores
en el grupo MI-ST que en el grupo MI-Sed. Esas adaptaciones al entrenamiento
contribuyeron a mejorar la fracción de eyección. Los resultados sugieren que el
entrenamiento de fuerza puede ser beneficioso en el postinfarto atenuando la dilatación
del ventrículo izquierdo y la concomitante disfunción cardiaca asociada al infarto de
miocardio.
Aunque este fue un estudio realizado con ratas, los resultados son lo
suficientemente interesantes para plantear el entrenamiento de fuerza en
pacientes postinfartados, algo que ya se está llevando a cabo en muchos
hospitales. El entrenamiento de fuerza sin duda va a ganar protagonismo en
todas las patologías. Pienso que estamos a las puertas de un cambio de paradigma en la
consideración de ejercicio terapéutico y preventivo.
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Las carreras de coches es uno de los acontecimientos deportivos que reúne más
espectadores en el mundo, compitiendo juntos hombres y mujeres. No hay estudios
científicos que hayan analizado posibles respuestas fisiológicas diferentes entre hombres
y mujeres pilotos. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio
(Ferguson y col, 2019; Med Sci Sports Exerc 4-abr; doi: 10.1249/MSS.0000000000001997)
cuyos objetivos fueron: 1) evaluar las respuestas fisiológicas de pilotos hombres y
mujeres en coches de competición de cabina abierta y cerrada; y 2) examinar la influencia
de la fase del ciclo menstrual sobre las respuestas fisiológicas en mujeres piloto. Se
midieron: frecuencia cardiaca y respiratoria, temperatura de la piel y del núcleo e índice
de estrés fisiológico (PSI) en tres carreras diferentes. Los resultados mostraron que
durante la carrera no hubo diferencias entre hombres y mujeres en frecuencia cardiaca,
temperatura de la piel y del núcleo o PSI. Las mujeres tuvieron una frecuencia respiratoria
mayor que los hombres. Comparado con la fase folicular, en la fase lútea se desarrolló
mayor frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, temperatura de la piel y del núcleo y
PSI. Los coches cerrados se asociaron a mayor temperatura de la piel y del núcleo, así
como de PSI. Los autores concluyeron que no hubo diferencias entre hombres y mujeres
en las respuestas fisiológicas en una competición automovilista. En la fase lútea las
mujeres manifestaron mayores respuestas fisiológicas que en la fase folicular, pero sin
alcanzar diferencias significativas con los hombres.
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El ejercicio regular mejora todas las funciones de órganos y sistemas, pero las
adaptaciones en el aparato reproductor masculino no han sido muy estudiadas.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Hajizadeh y col 2019; J
Strength Cond Res 33:1130-1145; doi: 10.1519/JSC.0000000000002389) cuyo objetivo fue
valorar los efectos de entrenamiento de moderada intensidad sobre tapiz rodante
(treadmill) (MI), entrenamiento de fuerza (RT) y entrenamiento combinado aeróbico +
fuerza (CT) sobre marcadores de la función reproductora masculina, incluyendo
marcadores seminales de inflamación y estrés oxidativo, así como calidad del semen e
integridad del DNA de los espermatozoides, en sujetos sanos. 282 sujetos fueron
distribuidos aleatoriamente en 4 grupos: MI, RT, CT y no ejercicio (NON-EX). El periodo de
intervención fue de 24 semanas. Los resultados mostraron que después de la
intervención, en comparación al grupo NON-EX, los 3 grupos de entrenamiento redujeron
la masa corporal, %grasa, circunferencia de cintura, radicales libres, niveles de
interleukinas 1β, 6, 8 y TNF. El VO2pico aumentó significativamente, así como la
movilidad, concentración espermática e integridad del DNA de los espermatozoides. En
resumen, las intervenciones de entrenamiento atenuaron los marcadores de inflamación
y estrés oxidativo, y mejoró la composición corporal, parámetros de calidad del semen e
integridad del DNA de los espermatozoides. Considerando todos los aspectos estudiados,
el entrenamiento combinado aeróbico más fuerza se asoció a los mejores resultados en
comparación a los entrenamientos aislados aeróbico ó de fuerza.
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Cada vez existe más evidencia de los potenciales efectos del entrenamiento de fuerza
sobre los factores de riesgo cardiovascular, aunque la mayoría de los estudios se han
centrado en las respuestas agudas. Recientemente se han publicado los resultados de un
estudio (Sarin y col, 2019; Med Sci Sports Exerc 8-abr; doi:
10.1249/MSS.0000000000002003) cuyo objetivo fue investigar los efectos del
entrenamiento crónico de fuerza sobre el perfil de biomarcadores relacionados con el
riesgo cardiovascular. Participaron 86 hombres sanos sin experiencia previa en
entrenamiento de fuerza. Los sujetos fueron distribuidos aleatoriamente en grupos: 1)
entrenamiento de fuerza (RT); 2) no entrenamiento RT. Se obtuvieron muestras de sangre
antes (PRE) y 4 semanas después (POST-4wk), y 3) después de 16 semanas de intervención
con entrenamiento de fuerza (POST-16w), así como en basal y después de 20-24 semanas
en el grupo que no entrenó. Los resultados mostraron que el entrenamiento de fuerza se
asoció a alteraciones favorables en la composición corporal con elevación de masa libre
de grasa (2,8%), descenso de la grasa androide (9,6%) y de la masa grasa total (7,5%).
Estos cambios en la composición corporal se acompañaron con modificaciones en el perfil
anti-aterogénico sérico como una reducción de colesterol no HDL y apolipoproteína B, y
un aumento de ácidos grasos linoleico conjugado. Los sujetos con un perfil inicial más
desfavorable fueron los que más beneficios obtuvieron. En conclusión, el entrenamiento
de la fuerza mejora los factores de riesgo cardiometabólicos incluso en personas jóvenes
y sanas, lo que sugiere un riesgo atenuado para el desarrollo de enfermedad
cardiovascular futura.
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Los jóvenes con bajo fitness muscular tienen más riesgo de mantener un bajo
fitness muscular de adultos. Las intervenciones precoces de entrenamiento
de fuerza en niños podrían potencialmente mejorar el fitness muscular en
adultos y reducir futuras enfermedades crónicas. Los niños sin un desarrollo
de la fuerza muscular adecuado y pobre desarrollo motor es más probable que adopten
comportamientos más sedentarios y ello se asocie a factores de riesgo para su salud
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El entrenamiento de fuerza cada vez está siendo aplicado como primera opción en
muchas enfermedades sensibles al ejercicio como coadyuvante del tratamiento. El
entrenamiento de fuerza (RT) mejora la capacidad de caminar en personas con
enfermedad arterial periférica. Recientemente se han publicado los resultados de un
metaanálisis (Parmenter y col, 2019; Br J Sports Med 12-abr; doi: 10.1136/bjsports-2018-
100205) cuyo objetivo fue investigar los efectos del RT sobre la enfermedad arterial
periférica, medida como la capacidad de caminar (caminar sobre tapiz y/o test de los 6
min caminando). Se seleccionaron 15 ensayos clínicos que realzaron solo entrenamiento
de fuerza; 7 ensayos compararon RT con ejercicio aeróbico. Se analizaron un total de 826
pacientes con una edad media de 67,1 años. El entrenamiento de fuerza se realizó 2-7
veces/semana, de intensidad baja a elevada, con ejercicios combinados de la parte
superior e inferior del cuerpo, con una media de 17 semanas de intervención. Los
resultados mostraron que en conjunto el RT mejoró la carga asociada al inicio de la
claudicación y el total de distancia recorrida en el test de 6 min. La intensidad jugó un
papel clave en la mejora, con el entrenamiento de alta intensidad mostrando las mejoras
más significativas. Los autores concluyeron que el entrenamiento de fuerza mejora
clínicamente la capacidad de caminar de pacientes con enfermedad arterial periférica,
además, la mayor intensidad parece asociarse a mayores mejoras.
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Los efectos de la inmersión en agua fría o helada después del ejercicio han sido y son
objeto de debate actualmente en el ámbito de la fisiología del ejercicio, llevando a algunos
investigadores a no recomendar esta práctica. Recientemente se han publicado los
resultados de un estudio (Ahokas y col, 2019; J Strength Cond Res 16-abr; doi:
10.1519/JSC.0000000000003134) cuyo objetivo fue comparar la efectividad de 3
diferentes tipos de intervención de inmersión en agua fría después de recuperación
activa, en comparación con solo recuperación activa, en relación al rendimiento mental y
físico. Todos los sujetos del estudio realizaron un protocolo de ejercicio que incluyó saltos
y esprint de máxima intensidad. Se utilizaron diferentes métodos de recuperación (10
min): inmersión en agua fría (CWI, 10C), inmersión en agua termo-neutra (TWI, 24C), y
terapia de contraste (CWT, alternando 10C y 38C). Todos esos métodos fueron utilizados
después de una recuperación activa (10 min cicloergómetro, 60-73% FCmax). Un grupo
solo hizo recuperación activa (ACT). 96 h (4 días) después de realizar el protocolo de
ejercicio, se realizó un test de esprint de 30 m corriendo, salto contramovimiento (CMJ),
percepción dolor muscular, cuestionarios de relajación, y niveles de lactato en sangre,
creatin-quinasa, testosterona, cortisol y catecolaminas. Los resultados mostraron que la
percepción de relajación después de 60 min de recuperación fue mejor después de CWI
y CWT. No hubo otras diferencias entre métodos de recuperación en ninguna otra
variable analizada. En el esprint de 30 m sin embargo, la velocidad más lenta se observó
en el grupo ACT y CWT, y el CMJ más reducido se observó en ACT, al comparar los
resultados con los obtenidos antes del ejercicio. En base a estos resultados, los autores
concluyeron que la inmersión en agua fría o en baños de contraste mejora la percepción
de relajación post-ejercicio, hecho que puede tener un papel positivo en el rendimiento
del atleta.
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Los autores definen muy bien los criterios que se han de cumplir para
estructurar una verdadera sesión de HIIT. Intensidades del 95% VO2max en
los intervalos con recuperaciones activas al 70-80% del umbral láctico, es un
entrenamiento demasiado exigente como para estar al alcance de deportistas
de cualquier nivel. Así, solo los deportistas de resistencia aeróbica más entrenados y
capacitados pueden realmente asumir entrenamientos HIIT genuinos. Para la gran
mayoría se utilizan pequeños o grandes “retoques” para edulcorar algo este
entrenamiento tan exigente y eficaz.
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La suplementación con nitratos está siendo recomendada en los últimos años con el
objetivo de mejorar el rendimiento en atletas. Recientemente se han publicado los
resultados de un estudio (Husmann y col, 2019; Front Physiol 10: 404; doi:
10.3389/fphys.2019.00404) cuyo objetivo fue investigar las bases mecánicas que puedan
justificar la mejora de la tolerancia al ejercicio después de la suplementación con nitrato
en la dieta. En un diseño aleatorizado, doble ciego, cruzado, doce hombres físicamente
activos completaron un test hasta el agotamiento con los extensores de rodilla después
de 5 días de consumir tanto jugo de remolacha rico en nitrato (NITRATO) como carente
en nitrato (PLACEBO). Los resultados mostraron que sl tiempo hasta el agotamiento se
mejoró con NITRATE (12:41 ± 07:18 min) en comparación con PLACEBO (09:03 ± 04:18
min; P = 0,010). El grupo que consumió nitratos tuvo una menor percepción de esfuerzo
y dolor muscular en las piernas. Los hallazgos de este estudio amplían la base mecánica
para mejorar la tolerancia al ejercicio al mostrar que la suplementación con nitrato
dietético (i) atenuó el desarrollo de la fatiga muscular al reducir las deficiencias inducidas
por el ejercicio en la función muscular contráctil; y (ii) disminuyó la percepción tanto del
esfuerzo como del dolor muscular en las piernas durante el ejercicio.
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Las medias de compresión han tenido una notable aceptación entre atletas aficionados
en los últimos años. Sin embargo, su justificación científica no es muy fuerte.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Rennerfelt y col, 2019;
Sports Med 15-may; doi: 10.1007/s40279-019-01103-y) cuyo objetivo fue examinar los
efectos de llevar medias de compresión (CS) sobre la presión del compartimiento
muscular anterior y la oxigenación del músculo tibial anterior, así como cambios en
biomarcadores sanguíneos de daño muscular durante una carrera de 10 km en tapiz
rodante realizada por sujetos sanos. Veinte sujetos realizaron 2 sesiones idénticas de
ejercicio, con y sin CS, en orden aleatorio. Antes, durante y después del ejercicio se midió
la presión intramuscular (IMP) y la oxigenación muscular de una pierna. Se obtuvieron
muestras de sangre antes y después de las sesiones de carrera para analizar
concentraciones de mioglobina y creatín quinasa. Los resultados mostraron que el uso
de CS durante la carrera aumentó la IMP de manera significativa y se asoció a un menor
índice de oxigenación tisular. Además, el de cambio en la concentración de mioglobina
fue más alto cuando se utilizaron CS. No se observaron diferencias en las concentraciones
de creatín quinasa entre grupos. Los autores concluyeron que la utilización de medias de
compresión durante la carrera elevó la presión del compartimiento muscular anterior y
disminuyó la oxigenación muscular en corredores sanos. Además, la utilización de medias
de compresión no previno el daño muscular inducido por el ejercicio.
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En los últimos 10 años la aplicación del entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT)
ha irrumpido con gran fuerza y penetración en el ámbito del ejercicio vinculado a la salud.
Recientemente se han publicado los resultados de una revisión sistemática y metaanálisis
(Campbell y col, 2019; Med Sci Sports Exerc 51(6); 1220-1226; doi:
10.1249/MSS.0000000000001934) para valorar la relación entre el HIIT y la reducción de
riesgo de enfermedades cardiometabólicas. Se identificaron 260 artículos de bases de
datos. Los resultados mostraron una evidencia moderada de los efectos del HIIT sobre la
mejora de la sensibilidad a la insulina, presión arterial y composición corporal en adultos
de entre 22 y 77 años. Esas mejoras en factores de riesgo de enfermedades
cardiometabólicas fueron comparables a los obtenidos con el ejercicio continuo de
moderada intensidad, siendo más notables los efectos en adultos con mayor riesgo de
enfermedad cardiovascular y diabetes que en sujetos sanos. Existe una evidencia
moderada que indica que los adultos con sobrepeso u obesidad son más respondedores
que los adultos en normopeso en la influencia del HIIT sobre la sensibilidad a la insulina,
presión arterial y composición corporal. No hay evidencia disponible para determinar sin
existe una relación dosis-respuesta entre la cantidad de HIIT realizado respecto a los
factores de riesgo cardiovascular y de diabetes, o si los efectos del HIIT sobre los factores
de riesgo son influenciados por la edad, la raza o el estatus socioeconómico. Los autores
concluyeron que el HIIT aplicado en adultos, especialmente en aquellos con sobrepeso u
obesidad, puede mejorar la sensibilidad a la insulina, presión arterial y composición
corporal, de manera comparable al entrenamiento continuo de moderada intensidad.
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El factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) es una proteína asociada a los
procesos fisiológicos de plasticidad y desarrollo del sistema nervioso. Recientemente se
han publicado los resultados de un estudio (Cefis y col, 2019; Brain Struct Funct 14-may;
doi: 10.1007/s00429-019-01889-7) cuyo objetivo fue investigar en el cerebro de ratas
adultas: 1) si la activación del BDNF inducida por el ejercicio es dependiente de intensidad;
y 2) si la mejora de la memoria inducida por ele ejercicio es proporcional a la activación
de la vía de señalización del receptor de la tirosina quinasa (TrkB). Un grupo de ratas
fueron sometidas a baja (40% velocidad aeróbica máxima, VAM) y alta (70% VAM)
intensidad en tapiz rodante, 30 min/día, 7 días consecutivos. Los animales fueron tratados
con escopolamina para inducir una afectación severa de su memoria, siendo sometidos
a test de reconocimiento de objetos para valorar la mejora potencial de la función
cognitiva. Expresiones de BDNF, fosforilación de receptores TrkB, sinaptofisina (un
marcador de sinaptogénesis), c-fos (marcador de actividad neuronal) y sintasa del óxido
nítrico endotelial fosforilado (marcador del flujo cerebral) fueron medidos en corteza
prefrontal e hipocampo en los diferentes grupos de ratas. Los resultados mostraron que,
en relación a la cognición, solo el ejercicio más intenso mejoró la memoria. También los
resultados revelaron que las vías de activación del BDNF fueron dependientes de la
intensidad, con efecto gradual en hipocampo, mientras que solo la más alta intensidad
llevó a una activación en corteza prefrontal. Los resultados revelaron que la mejora de la
memoria a través de la activación de la BDNF es dependiente de la intensidad del ejercicio.
Desde hace unos años diferentes estudios que han valorado respuestas al
ejercicio en diferentes órganos y sistemas celulares de activación han
mostrado que la intensidad del ejercicio es un factor clave para lograr
algunas de las adaptaciones más relevantes relacionadas con la salud. El
protocolo de entrenamiento-salud más aceptado en el momento actual seguramente sea
el HIIT en sus distintas versiones, y ello es debido a que en esta modalidad de
entrenamiento preside la intensidad. La mayor actividad simpático-adrenal y la liberación
de mioquinas seguramente estén detrás de los efectos observados al ejercitarnos a altas
intensidades.
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Los triatletas a menudo tienen malas sensaciones durante el periodo de puesta a punto
(peak period) antes de una competición. Recientemente se han publicado los resultados
de un estudio (Matsumoto y col, 2019; J Strength Cond Res 23-ene; doi: 10.1519/
JSC.0000000000002918) cuyo objetivo fue evaluar factores relevantes en la condición
física de triatletas y su impacto sobre las respuestas inmunes de la mucosa y la tasa de
secreción de la IgA (inmunoglobulina A). Participaron triatletas universitarios (33 hombres
y 7 mujeres) que participaron en un triatlón distancia olímpica. En cada participante se
midió IgA en saliva de manera continua durante 1 mes antes de la carrera (periodo de
puesta a punto). Se obtuvieron datos en el mismo periodo de la actividad física
desarrollada, evaluándose la relación entre esos factores y la IgA. La cantidad de actividad
física fue más alta durante el periodo de 2-3 semanas previas a la carrera, en 744,7±51,5
kcal por día. En los sujetos que de media gastaron más de 1000 kcal/día en ejercicio, entre
12 y 14 días antes de la carrera, la tasa de secreción salivar de IgA se redujo en
comparación al valor obtenido 1 semana antes de la carrera. En el día de la competición.
En el día de la carrera se observó una nueva reducción. La secreción salivar de IgA
disminuyó con el ejercicio de alta intensidad durante el periodo de puesta a punto para
la competición, y ello se asoció con una pérdida de la condición óptima justo antes de la
carrera.
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Los efectos reparadores del sueño son fundamentales para los deportistas
de elite. Sin embargo, debido a las altas cargas de entrenamiento con alto
componente de estimulación simpaticoadrenal y también motivado por la
elevada activación relacionada con la competición, muchos deportistas tienen
una baja calidad de sueño lo que repercute en su rendimiento y en la incidencia de
lesiones. Promover procedimientos para mejorar la calidad del sueño de los deportistas
debe ser un objetivo prioritario.
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El enjuague bucal con bebidas que contienen carbohidratos (CHO) ha mostrado efectos
positivos sobre el rendimiento en actividades de resistencia aeróbica de menos de 60 min
de duración. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Bastos-Silva
y col, 2019; J Strength Cond Res 33(6): 1653-1657; doi: 10.1519/ JSC.0000000000002092)
cuyo objetivo fue investigar el efecto del enguague bucal con bebida que contenía
carbohidratos (CHO) sobre el volumen de carga (TLV; nº de repeticiones x carga (kg), en
dos ejercicios: prensa de piernas (LP) y press de banca (BP). Participaron 12 hombres
entrenados en fuerza, a los que se valoró la fuerza máxima (1RM) y la resistencia muscular
(ME) en LP y BP. La resistencia muscular fue determinada mediante el número máximo
de repeticiones realizados hasta la fatiga, con una carga igual al 80% 1RM. Los ejercicios
fueron realizados en días aparte (separados por 72 h) en tres condiciones experimentales:
control (CONT), CHO (25 ml con 6,4% de maltodextrina) y placebo (zumo sin CHO, PLA).
Antes de cada ejercicio se utilizó CHO y PLA. Los resultados no mostraron diferencias
significativas entre condiciones en el número de repeticiones, ni TLV en LP. Sin embargo,
CHO mejoró repeticiones y TLV en comparación al control en BP. Los autores sugieren
que el enjuague con CHO mejora el rendimiento en hombres entrenados, lo que sugiere
que podría utilizarse como estrategia para utilizar durante el entrenamiento de fuerza.
Con frecuencia los usuarios de fitness que entrenan fuerza beben soluciones
ricas en proteínas, ello no ha mostrado más efectos que hacerlo al finalizar
de entrenar. Sin embargo, si pudiera estar justificado recomendar para
aquellos deportistas que buscan la mejora cualitativa del entrenamiento el
enjuague con soluciones ricas en carbohidratos, hecho que sin aportar kilocalorías podría
favorecer el volumen total de trabajo realizado.
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Pienso que hay que ser cautos a la hora de extrapolar estos datos a todos los
niveles de entrenamiento, perfil de sujetos y tiempo de aplicación. Lo que
sabemos es que conforme menos adaptado está un músculo al
entrenamiento, cualquier estímulo aplicado tiene efectos significativos.
Seguramente en personas no entrenadas los protocolos empleados no tengan tanta
importancia para conseguir mejoras de la fuerza, pero conforme el grado de adaptación
es mayor, la especificidad del entrenamiento necesariamente ha de hacerse las precisa.
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Está claro que existe un techo de estímulo más allá del cual las adaptaciones
fisiológicas no solo se enlentecen o no se producen, sino que incluso puede
asociarse a detrimentos de rendimiento. Conocer dónde está ese “techo”
para cada deportista no es tarea fácil para el entrenador al ser un factor muy
individual. Por ello, no todos los entrenamientos que han mostrado eficacia para algunas
personas son válidos u óptimos para otras. En el caso de la fuerza y la hipertrofia, al
margen de los casos particulares, parece claro la existencia de ese “efecto techo” en
relación con el volumen de entrenamiento, y seguramente también en la intensidad del
mismo. Conocer dónde está ese techo es tarea del entrenador.
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El entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) ha mostrado ser tan eficaz como el
entrenamiento de resistencia aeróbica de moderada intensidad para mejorar los
indicadores de salud metabólica. Sin embargo, no tenemos tantos datos de los efectos en
personas de edad avanzada, incluso si estos son diferentes en función del sexo.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Chrois y col, 2019; Eur J
Sport Sci 30: 1-11; doi: 10.1080/17461391.2019.1615556) cuyo objetivo fue investigar los
efectos del HIIT sobre la capacidad respiratoria mitocondrial y contenido mitocondrial en
hombres y mujeres de edad avanzada. Participaron 22 hombres y mujeres que
completaron 11 semanas de HIIT supervisado, realizado 3 días por semana. El
entrenamiento consistió en 5 intervalos de 1 min en bicicleta (124% Wmax en las sesiones
2 a 6, y 135% Wmax en las sesiones 7-20), con 90 s de recuperación entre intervalos. Antes
de la intervención y 72 h después de finalizar la última sesión se obtuvieron muestras
musculares por biopsia, para valorar la capacidad respiratoria mitocondrial, actividad
citrato sintasa y proteínas implicadas en el metabolismo mitocondrial. Además, se evaluó
la composición corporal y el VO2max. Los resultados mostraron un aumento del VO2max
y un descenso del %grasa corporal después de HIIT en ambos sexos. Además, la actividad
de la CS se incrementó en ambos sexos. La respiración mitocondrial aumentó solo en
hombres, mientras que la respiración mitocondrial normalizada con la actividad de la CS
no se modificó con el HIIT. Los autores sugieren que el HIIT induce adaptaciones
favorables en el músculo esquelético de sujetos de edad avanzada aumentando el
contenido mitocondrial, lo que puede ayudar a mantener la capacidad oxidativa
muscular, y quizás enlentecer el proceso de sarcopenia asociado al envejecimiento.
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El boxeo es un deporte de combate popular que requiere una alta intensidad de ejercicio.
Sin embargo, no hay muchos estudios sobre las respuestas fisiológicas obtenidas durante
combates. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Kilic y col, 2019;
Medicina (Kaunas) 55(6): doi: 10.3390/medicina55060288) cuyo objetivo fue investigar los
cambios inducidos por combate desde el punto de vista metabólico, hormonal y de
estatus inflamatorio, en boxeadores de elite. Participaron 20 boxeadores de elite con más
de 5 años de experiencia. Se obtuvieron muestras de sangre de los deportistas antes y
después de un combate para determinación de distintas variables hematológicas. Los
resultados mostraron que un combate de 9 min se asoció a un aumento plasmático de
glucosa y lactato, junto con hormonas metabólicas (insulina, ACTH, cortisol y hormona del
crecimiento), marcadores inflamatorios (interleuquina 1β, IL-1β; y factor de necrosis
tumoral , TNF-), indicadores de daño muscular (alanina aminotransferasa, ALT;
aspartato aminotransferasa, AST) y marcadores de estrés oxidativo (SOD). También se
observó un descenso del estatus oxidante total (TOS). No hubo cambios significativos en
los niveles de testosterona, IGF-1, lípidos, marcadores de función renal (creatinina y urea)
o minerales (hierro o magnesio). Los autores concluyen que la elevación de los sustratos
energéticos y hormonas metabólicas es un reflejo de la alta exigencia energética durante
un combate de boxeo. Los marcadores de daño tisular e inflamación se asociaron al
propio carácter traumático del deporte.
Seguramente el boxeo sea uno de los deportes más exigentes desde el punto
de vista fisiológico. Además, es seguramente uno de los deportes más
completo, si no el más completo, al implicar el desarrollo de adaptaciones a
múltiples niveles fisiológicos (coordinación, resistencia aeróbica, capacidad
glucolítica, fuerza y potencia muscular, equilibrio, etc.). Ello lo vincula a una preparación
física compleja y altamente especializada en la que los entrenadores se enfrentan a un
reto fisiológico complejo al tener que combinar modalidades de entrenamiento cuyas
adaptaciones pueden interferir.
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La inmersión en agua fría (CWI) es utilizada con frecuencia para reducir el daño muscular
post-ejercicio y la inflamación. Sin embargo, estudios recientes han cuestionado la
conveniencia de la utilización de CWI al interferir potencialmente en las adaptaciones
asociadas al entrenamiento de fuerza. Recientemente se han publicado los resultados de
un estudio (Earp y col, 2019; Eur J Appl Physiol 20-jun; doi: 10.1007/s00421-019-04178-7)
cuyo objetivo fue determinar los efectos de la inmersión en agua fría después de una
sesión de entrenamiento de fuerza sobre la testosterona libre circulante (T) y las
citoquinas IL-6 y TNF-. Participaron 11 sujetos entrenados en fuerza que realizaron 2
sesiones de entrenamiento (6 series de 10 repeticiones de sentadillas al 80% 1RM), con 1
semana de separación. Después de una de las sesiones los sujetos estuvieron 15 min en
inmersión en agua fría (CWI, 15 C) o recuperación pasiva. Las medidas se realizaron antes
(PRE), y 5, 15, 30 y 60 min después de finalizar el entrenamiento. Los resultados mostraron
que para la testosterona libre circulante la condición CWI disminuyó la concentración a
los 30 min respecto a las condiciones control, e incluso descendió por debajo de los
niveles PRE a los 60 min post-ejercicio. También se observó un descenso de la respuesta
de las citoquinas en IL-6 a los 30 min post y de la TNF- a los 15 min post. Los autores
concluyeron que la inmersión en agua fría afecta a la respuesta de la testosterona libre y
citoquinas después de una sesión de entrenamiento de fuerza.
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La influencia del tiempo de sueño sobre el rendimiento aeróbico no está clara. Lo que si
sabemos es que la restricción de sueño afecta negativamente al rendimiento.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Roberts y col, 2019; Med
Sci Sports Exerc 25-jun; doi: 10.1249/MSS.0000000000002071) cuyo objetivo fue examinar
los efectos de una prolongación o restricción de sueño durante 3 días consecutivos sobre
el rendimiento en ciclismo. Participaron 9 ciclistas/triatletas que completaron un
protocolo de estudio en 3 condiciones: restricción de sueño (SR), sueño normal (NS) y
sueño prolongado (SE). En cada condición se obtuvieron 7 días/noches de datos (-2, -1,
D1, D2, D3, D4, +1). Los participantes completaron test los días D1-D4 que incluyeron una
contrarreloj simulada (TT), estado de ánimo y valoración psicomotora. La percepción del
esfuerzo (RPE) fue evaluada en cada TT. Los participantes durmieron habitualmente antes
de D1; sin embargo, el tiempo en cama fue reducido un 30% (SR), permaneció normal (NS)
o aumentó un 30% (SE) en las noches D1, D2 y D3. Los resultados mostraron que en las
noches D1, D2 y D3, el tiempo total de sueño fue mayor en SE (8.6±1.0; 8.3±0.6; 8.2±0.6h,
respectivamente), y más corto (P<0.001) en la condición SR (4.7±0.8; 4.8±0.8; 4.9±0.4h)
comparado con NS (7.1±0.8; 6.5±1.0; 6.9±0.7h). Comparado con NS, el rendimiento en TT
fue más lento (P<0.02) en D3 de SR (58.8±2.5 vs 60.4±3.7min) y más rápido (P<0.02) en D4
de SE (58.7±3.4 vs 56.8±3.1min). Comparado con NS, el disturbio del estado de ánimo fue
mayor y se vio afectada la vigilancia psicomotora, después de SR. Los autores concluyeron
que dormir más durante 3 noches mejora el rendimiento aeróbico en comparación a una
duración de sueño normal o restringida. La restricción del sueño afectó negativamente al
rendimiento. Los atletas de resistencia aeróbica deberían dormir >8 h por noche para
optimizar el rendimiento.
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Valgan los resultados de este estudio no tanto para sacar ninguna conclusión
que permita una aplicación práctica, sino más bien para poner en evidencia
la necesidad de dedicar tanto esfuerzo en optimizar el calentamiento como
se hace con las sesiones de entrenamiento más complicadas. Esto es
especialmente importante de cara a la competición. En este caso eran futbolistas, pero
podíamos haber estado hablando de nadadores, atletas de esprint o saltadores.
Evidentemente no es fácil llegar al protocolo ideal de calentamiento debido a que las
competiciones no son tan frecuentes y además porque ningún entrenador va a “probar”
nada nuevo antes de competir, pero para eso están las simulaciones mediante test que
pueden ir siendo administrados a lo largo de la temporada.
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Recientes estudios han sugerido que los ejercicios monoarticulares no son necesarios
para maximizar los resultados del entrenamiento de fuerza (RT). Sin embargo, la literatura
no es unánime en esta consideración manteniendo alguna controversia. Recientemente
se han publicado los resultados de un estudio (Mannarino y col, 2019; J Strength Cond Res
1-jul; doi: 10.1519/JSC.0000000000003234) cuyo objetivo fue comparar los efectos de un
ejercicio multiarticular unilateral (dumbbell row, DR) frente a un ejercicio monoarticular
(curl bíceps, BC), sobre la fuerza y el espesor muscular de los músculos flexores del codo.
Participaron 10 sujetos no entrenados que realizaron un entrenamiento de 8 semanas de
flexores de codo. Un brazo entrenó DR y el otro realizó BC. Antes del periodo de
entrenamiento se midió el espesor muscular mediante ultrasonidos, y la fuerza mediante
un test 10 RM. El entrenamiento se estructuró en 4-6 series de 8-12 repeticiones hasta el
fallo concéntrico, con 2 sesiones a la semana). Los resultados mostraron que el ejercicio
monoarticular provocó mayor hipertrofia de los flexores del codo (11,06%) que DR
(5,16%), después de las 8 semanas de entrenamiento. La mejora del 10RM en DR fue
mayor en el brazo que entrenó DR, mientras que la mejora del 10RM en BC fue mayor en
el grupo que entrenó BC. Los autores concluyeron que el ejercicio monoarticular se asoció
a una mayor hipertrofia de los músculos flexores del codo después de 8 semanas de
entrenamiento, mientras que las mejoras de la fuerza fueron mayores en función de la
especificidad del entrenamiento. En resumen, si el objetivo es la hipertrofia de los flexores
del codo el entrenamiento debería ir dirigido a ejercicios monoarticulares.
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Las guías de ejercicio aplicado a la salud sugieren que el tiempo total de ejercicio diario
es el hecho importante relacionado con la salud, pudiendo administrarlo de manera
continua o como la suma de periodos cortos realizados a lo largo del día. Recientemente
se han publicado los resultados de un metanaálisis (Murphy y col, 2019; Sports Med 2-jul;
doi: 10.1007/s40279-019-01145-2) cuyo objetivo fue examinar si las intervenciones con
ejercicio consistentes en una sola sesión diaria frente a múltiples micro periodos de
ejercicio repartidos a lo largo del día, con la misma duración total, tipo e intensidad, puede
llegar a tener efectos diferentes sobre el estado de salud en adultos. Se analizaron un
total de 19 estudios con 1080 participantes. Los resultados no mostraron diferentes entre
realizar ejercicio continuo o acumulado en sesiones muy cortas en capacidad funcional,
presión arterial, perfil lipídico, insulina y glucosa. Se obtuvo alguna evidencia en algunos
estudios de una mayor eficacia del entrenamiento fraccionado a lo largo del día sobre el
HDL colesterol y la masa corporal. Colectivamente los resultados sugieren que los adultos
obtienen beneficios similares para la salud entrenando una sesión diaria de ejercicio o
efectuando tiempos más breves de ejercicio distribuidos a lo largo del día.
Para muchas personas efectuar micro periodos de ejercicio a lo largo del día
puede ser más fácil de llevar a cabo, y si ello le aporta beneficios para la salud
es una buena opción que deberíamos contemplar. Lo que parece claro es
que evitar tiempos prolongados en reposo es una de las claves de
mantenimiento de la salud metabólica y de la regulación del peso corporal. Esto incide
muy directamente al esquema de trabajo que muchos desarrollamos, en los que estamos
demasiado tiempo sentados sin muchas posibilidades de cambio. Interrumpir cada 50
min ese estado de inactividad con 10 min de actividad física (ej. sentadillas, subir o bajar
escaleras…etc) puede ser muy beneficioso, aunque operativamente es muy complicado
de seguir regularmente.
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Pocos estudios han examinado la asociación entre actividad física (PA), estilo de vida
sedentario (SB) y riesgo de cáncer colorrectal (CN). Recientemente se han publicado los
resultados de un meataanálisis (Wang y col, 2019; Br J Sports Med 11-jul; doi:
10.1136/bjsports-2018-100350) cuyo objetivo fue comprobar posibles asociaciones. Se
identificaron 32 estudios observacionales. Los resultados mostraron que la actividad
física realizada (mayor o menor) se asoció inversamente con el riesgo de cualquier tipo
de CN, y CN avanzado. Los resultados mostraron un riesgo relativo un 23% menor para
cualquier tipo de cáncer colorrectal y un 27% de menor riesgo de padecer cáncer
colorrectal avanzado en aquellas personas con mayor actividad física en comparación con
las que realizaban menos ejercicio físico.
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La relación entre la frecuencia del entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) y las
adaptaciones obtenidas no están claras. Recientemente se han publicado los resultados
de un estudio (Chin y col, 2019; Med Sci Sports Exerc 19-jul; doi:
10.1249/MSS.0000000000002097) cuyo objetivo fue comparar los efectos de diferentes
frecuencias de aplicación de HIIT sobre la composición corporal en adultos con sobrepeso
y obesidad. Participaron 56 adultos de entre 18 y 30 años de edad que fueron asignados
aleatoriamente a uno de los siguientes grupos: no intervención (CON); MICT realizado 3
veces/semana (MICTx3); HIIT realizado 3 veces/semana (HIITx3), HIIT realizado 2
veces/semana (HIITx2) y HIIT realizado una vez/semana (HIITx1). Cada sesión de HIIT
consistió en 12x1 min al 90%FCreserva (HRR), con periodos de recuperación de 1 min al
70% HRR. Se midieron capacidad aeróbica, composición corporal, frecuencia cardiaca de
reposo, función vascular, resistencia a la insulina y biomarcadores de síndrome
metabólico, antes y después de 4 y 8 semanas de intervención. Los resultados mostraron
que la capacidad aeróbica y el % de masa libre de grasa incrementaron significativamente
en todos los grupos de ejercicio comparado con el grupo CON, mientras que la masa
grasa y la presión sistólica disminuyeron significativamente después de 8 semanas de
intervención en todos los grupos de ejercicio comparados con el CON. La masa grasa
corporal disminuyó después de 4 semanas de intervención con HIIT en todos los grupos
respecto a CON, pero no en el grupo MICTx3. Los autores concluyeron que la realización
de HIIT una vez por semana mejora la capacidad aeróbica, la composición corporal y la
presión arterial de personas con sobrepeso y/o obesidad. Un HIIT de baja frecuencia
quizás sea una estrategia eficaz para la prescripción inicial de un programa de ejercicio
en personas con sobrepeso y/o obesidad.
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La miel es una sustancia natural formada principalmente por carbohidratos ( 80%) que
también contiene una serie de otros compuestos que supuestamente confieren
beneficios para la salud cuando se consumen. Debido a su composición de carbohidratos
(bajo índice glucémico, principalmente fructosa y glucosa), la miel puede ejercer
teóricamente efectos positivos cuando se consume antes, durante o después del
ejercicio. Recientemente se han publicado los resultados de una revisión sistemática (Hills
y col, 2019; Nutrients 12-jul; doi: 10.3390/nu11071586) cuyo objetivo fue examinar los
efectos del consumo de miel en combinación con ejercicio en humanos. Los autores
seleccionaron 9 artículos para su análisis. La suplementación aguda en una única sesión
de ejercicio se asoció a un rendimiento y respuestas perceptivas e inmunológicas
similares en comparación con otras fuentes de carbohidratos, aunque se observaron
algunos beneficios sobre el rendimiento en comparación con los controles sin aporte de
carbohidratos. Cuando se consume durante varias semanas, la miel puede amortiguar las
perturbaciones inmunológicas derivadas del ejercicio y posiblemente mejorar los
marcadores de formación ósea. Se requiere más investigación bien controlada para
comprender mejor el papel de la miel en un enfoque para la nutrición deportiva.
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Las adaptaciones cardiacas son una de las justificaciones en las que se apoya
la mejora de la capacidad aeróbica obtenida con el HIIT. La alta intensidad de
entrenamiento aplicada de manera intermitente obliga al corazón a soportar
unas presiones que ocasionan adaptaciones incluso en los atletas entrenados.
Debido a ese estrés cardiaco asociado al HIIT es imprescindible antes de aplicar HIIT
realizar las exploraciones necesarias para confirmar que ese corazón está sano, de lo
contrario un periodo/sesión de HIIT puede ser potencialmente peligrosa para la salud.
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En el fútbol de competición, lo jugadores tienen a menudo que jugar con poco tiempo de
recuperación entre partidos (3-4 días). Conocer que estrategia ligada al entrenamiento es
la que permite la mejor recuperación neuromuscular y física es muy importante.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Trecroci y col, 2019; J
Strength Cond Res 31-jul; doi: 10.1519/JSC.0000000000003269) cuyo objetivo fue
examinar como la función muscular de los flexores y extensores de la rodilla, y el
rendimiento de esprint, se recuperaban 72 h después de un partido con diferentes
sesiones de entrenamiento. Participaron 9 jugadores sub-élite (edad: 17,6 años) que
realizaron un entrenamiento específico de fútbol (SST) o un régimen de recuperación
activa (AR) en el segundo día después del partido. Inmediatamente después (0 h) y +72 h
después del partido, los jugadores realizaron 30 metros de esprint y repetidos periodos
de esprint (RSA). También se determinó la fuerza máxima isométrica (MVF) de extensores
y flexores de la rodilla a 120º y 90º. Los resultados mostraron que SST y AR tuvieron
similares efectos sobre la cinética de esprint, RSA y MVF de los extensores de rodilla. Sin
embargo, AR restauró mejor MVF de flexores de rodilla después de 72 h. Ya que la fatiga
muscular se ha asociado con un aumento de riesgo de lesiones, un entrenamiento
basado en recuperación activa puede ser una intervención válida para promover la
recuperación de fuerza muscular de los flexores de rodilla y reducir el riesgo de lesión en
el periodo postpartido.
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La β-alanina es una de las ayudas ergogénicas más demandada por deportistas que
tienen en la potencia y/o la fuerza la base de su rendimiento deportivo. Recientemente
se han publicado los resultados de un metaanálisis (Saunders y col, 2019; Br J Sports Med
2-ago; doi: 10.1136/bjsports-2019-101129) acompañados de una excelente infografía. La
carnosina (β-alanil-L-histidina) es un compuesto abundante en el músculo esquelético
que parece clave para regular el pH intracelular. La suplementación con β-alanina durante
varias semanas aumenta la carnosina muscular, y distintos estudios han mostrado una
mejora en el rendimiento físico en actividades de alta intensidad. Entre los factores que
más influyen en la eficacia ergogénica de la β-alanina está la duración del ejercicio; así,
los ejercicios de entre 30 s y 10 min son en los que se ha mostrado más efecto de la
suplementación con beta-alanina, mientras que en aquellos de menos de 30 s no se han
objetivado efectos beneficiosos sobre el rendimiento. En los ejercicios de más de 10 min
de duración no se obtuvieron tampoco efectos ergogénicos, aunque se detectó una
tendencia de mejora. Por otra parte, en sujetos entrenados los efectos ergogénicos de la
β-alanina fueron menores que en sujetos no entrenados. La suplementación con β-
alanina combinada con bicarbonato de sodio (aumentando así la capacidad
amortiguadora extracelular) ofreció mejores resultados sobre el rendimiento que la
aportación aislada de β-alanina. La dosis recomendada de β-alanina es de entre 3,2 y 6,4
g/día, durante periodos de hasta 24 semanas, repartiendo su ingesta cada 3-4 horas (0,8-
1,6 g) para evitar efectos secundarios leves (ej. parestesias).
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La edad es un factor de riesgo primario para una serie de enfermedades crónicas que
incluyen discapacidad de movilidad, enfermedad cardiovascular (ECV), diabetes tipo 2
(T2D) y cáncer. La mayoría de las guías de actividad física enfatizan el desempeño de 150
minutos de entrenamiento moderado a vigoroso o 75 minutos de ejercicio aeróbico
vigoroso (AET) semanalmente para reducir el riesgo de enfermedades crónicas. No
obstante, existe un conjunto de evidencia emergente que muestra que el entrenamiento
con ejercicios de fuerza (RET) parece ser tan efectivo como AET para reducir el riesgo de
varias enfermedades crónicas. También puede ser que RET sea más efectivo que AET en
algunos aspectos; lo contrario probablemente también sea cierto. Pensamos que los
beneficios de salud que dependen del modo de ejercicio divergente percibido de AET y
RET son probablemente pequeños en la mayoría de los casos. Los autores de esta revisión
(Mcleod y col, 2019; Front Physiol 6-jun; doi: 10.3389/fphys.2019.00645) se marcaron
como objetivo examinar la evidencia de asociaciones entre el entrenamiento de fuerza y
el riesgo de enfermedades crónicas (discapacidad de movilidad, T2D, CVD, cáncer).
También postularon sobre cómo el entrenamiento de fuerza puede estar influyendo en
el riesgo de enfermedades crónicas y cómo es un componente crítico para un
envejecimiento saludable.
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Aún persiste la idea en algunos recodos del ámbito del fútbol, que se trabaja
duro en pretemporada para tener una base aeróbica sostenible para el resto
de temporada. Esa idea caducada de entrenadores y preparadores físicos
con buena disposición, pero limitada formación en fisiología del ejercicio ha
presidido durante muchos años algunos titulares de las pretemporadas de equipos de
futbol de primer nivel. Afortunadamente, los nuevos preparadores físicos de los equipos
de fútbol conocen mejor la fisiología del ejercicio y saben que una cualidad fisiológica no
puede mantenerse meses a no ser que se trabaje sobre ella con determinada frecuencia.
Por consiguiente, el futbolista debería realizar “recordatorios” habituales sobre esos
estímulos para mantener o mejorar el fitness aeróbico durante toda la temporada.
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La aplicación de frío después del ejercicio está seriamente cuestionada desde hace
tiempo, a pesar de que en determinados colectivos sigue siendo una costumbre
inveterada. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Broatch y col,
2019; Sci Reo 9(1): 12013; doi: 10.1038/s41598-019-48518-1) cuyo objetivo fue investigar
los efectos de la aplicación regular de crioterapia de cuerpo entero (WBC) sobre las
adaptaciones fisiológicas y de rendimiento asociadas al entrenamiento interválico de alta
intensidad (HIIT). Participaron 22 ciclistas bien entrenados distribuidos en 2 grupos, que
realizaron 4 semanas de HIIT, siguiendo a cada sesión 3 min de WBC (-110C) o un control
pasivo (CON). Los participantes realizaron antes y después del periodo de entrenamiento,
un test de esfuerzo (GXT), un test hasta el agotamiento (Tmax), una contrarreloj de 20 km
(20 TT), y un test de 120 min de intensidad submáxima (SM120). Se obtuvieron muestras
de sangre para valorar cambios basales en hormonas adrenales (adrenalina,
noradrenalina y cortisol). También fueron analizados los patrones de sueño de los
deportistas. Los resultados mostraron que la administración de frío no tuvo efectos sobre
el valor de VO2max, potencia aeróbica pico en la prueba de esfuerzo, duración Tmax,
rendimiento en 20 TT, oxidación de sustratos durante SM120, concentraciones basales de
adrenalina, noradrenalina y cortisol, o patrones de sueño. Los resultados sugieren que la
aplicación de frío de cuerpo entero después de HIIT durante 4 semanas no es una
estrategia eficaz para mejorar las adaptaciones al entrenamiento, ni el rendimiento.
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La fatiga y la disnea son síntomas habituales en pacientes con insuficiencia cardiaca (HF).
Recientemente se han publicado los resultados de un ensayo clínico (Hossein Pour y col,
2019; Jpn J Nurs Sci 19:e12290; doi: 10.1111/jjns.12290) cuyo objetivo fue evaluar los
efectos del entrenamiento de los músculos inspiratorios (IMT) sobre la disnea, fatiga y
clasificación funcional de la HYHA en pacientes con HF. Participaron 84 pacientes con HF
(NYHA clases II-III/IV) con una edad media de 56,62 ± 9.56, que fueron asignados
aleatoriamente a un programa de 6 semanas de IMT o a un placebo. El IMT se realizó al
40% PIM (Presión Inspiratoria Máxima), mientras que el grupo placebo trabajó al 10% PIM.
Los resultados mostraron una mejora significativa de la disnea, de la fatiga y de la clase
funcional NYHA, en comparación con el otro grupo. En análisis intragrupo mostró mejoras
en la disnea (de 2.63 ± 0.79 to 1.38 ± 0.66, P < .001), fatiga (de 43.36 ± 8.5 to 28.95 ± 9.11,
P < .001) y clase funcional NYHA (de 2.73 ± 0.5 to 2.1 ± 0.6, P = .001). Los autores
concluyeron que un programa de 6 semanas de entrenamiento de músculos inspiratorios
es eficaz y seguro reduciendo la disnea y la fatiga y mejorando la clasificación funcional
de la NYHA.
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Muchos atletas de elite abandonan los entrenamientos por completo al finalizar su etapa
activa en competición; ese descenso de actividad física se asocia en un alto porcentaje de
ellos a obesidad y enfermedad coronaria. Aunque la actividad física asociada al deporte
se reconoce sin dudas como cardioprotectora, el 25% de las muertes en jugadores de
fútbol americano se asocian a enfermedad cardiovascular (CVD), especialmente en los
jugadores clasificados como obesos. Recientemente se han publicado los resultados de
un metaanálisis (McHugh y col, 2019; Orthop J Sports Med 7(8): 2325967119862750. doi:
10.1177/2325967119862750) cuyo objetivo fue investigar el perfil de salud cardiovacsular
en atletas retirados. Se seleccionaron 13 estudio incluyendo 4350 atletas varones de 2
deportes (fútbol americano y fútbol), de edad media 42,2-66 años. Los resultados
mostraron que los atletas retirados mostraban valores de presión arterial elevados en 4
de 6 estudios; aproximadamente el 50% de los estudios encontraron valores de HDL-C
elevados; aproximadamente el 80% de los estudios observaron triglicéridos bajos, y todos
los estudios mostraron valores de LDL-C elevados, en comparación al grupo control. La
prevalencia y severidad de calcio arterial y placas de ateroma fueron similares que en los
controles. Los resultados, aún con algún sesgo metodológico importante mostraron que
los atletas retirados tenían un perfil de riesgo de ECV comparable con la población
general. Los atletas retirados con un índice de masa corporal elevado tuvieron una mayor
prevalencia y gravedad de los factores de riesgo.
Si bien es cierto que los atletas de elite tienen unos condicionantes genéticos
que les facilitan el desempeño de sus actividades deportivas, ello no implica
que esa genética privilegiada extienda su influencia también al área de salud.
Que el ejercicio es saludable no lo puede negar nadie, pero tampoco puede
negar nadie que las adaptaciones asociadas al ejercicio no son permanentes, ni en el área
del rendimiento, ni en la salud. Vaya, que no se puede vivir del recuerdo en ninguno de
los dos escenarios. Es muy habitual, o al menor es habitual, encontrar a deportistas de
elite con hábitos de vida marcadamente sedentarios después de años de actividad física
intensa. Lo que este metaanálisis señala es que los atletas por el mero hecho de haber
entrenado no se garantizan una protección cardiovascular por vida, sino que deben
seguir activos físicamente si quieren prolongar los beneficios del ejercicio en relación a la
salud cardiovascular.
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La pérdida de grasa abdominal y general, junto al aspecto estético, son los motivos
principales por los que miles de personas realizan ejercicio físico en el ámbito del fitness.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Brennan y col, 2019; Med
Sci Sports Exerc 30-ago; doi: 10.1249/MSS.0000000000002140) cuyo objetivo fue: (1)
determinar los efectos de la cantidad e intensidad de ejercicio sobre la proporción de
sujetos para los que la respuesta del tejido adiposo (AT) es superior a la diferencia mínima
clínicamente establecida (MCID); y (2) Examinar si los cambios antropométricos
establecidos reflejan las respuestas del AT por encima de MCDI. Participaron 41 hombres
y 62 mujeres de 52,7 años de edad media, y que fueron asignados aleatoriamente a un
grupo control, bajo volumen e intensidad de ejercicio (LALI), alto volumen y baja
intensidad de ejercicio (HALI) y alto volumen y ata intensidad de ejercicio (HAHI). Los
participantes realizaron ejercicio sobre un tapiz rodante durante 24 semanas. Los
cambios en el componente graso se midieron por resonancia magnética. Los resultados
mostraron que para la grasa visceral, HAHI y HALI tuvieron la mayor proporción de sujetos
en los que se redujo la grasa visceral y el 90% superaron la MCID. Para el resto de
depósitos de grasa, todos los grupos de ejercicio registraron más sujetos de manera
significativa en los que los cambios fueron mayores que la MCID en comparación con los
controles. Por otra parte, en aquellos que alcanzaron una reducción de la circunferencia
de cintura o peso total superior a la MCID, entre el 76-93% tuvieron cambios significativos
en grasa abdominal, subcutánea y visceral. Los autores concluyeron que el aumento de
volumen y/o intensidad de ejercicio puede aumentar la proporción de sujetos que
alcancen reducciones de grasa corporal clínicamente relevante. Los cambios en la
circunferencia de la cintura o en el peso corporal más allá del umbral clínico, son
predictivos de cambios en la adiposidad abdominal.
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Los suplementos de proteína de suero (WPS) son muy utilizados por atletas para mejorar
el rendimiento muscular y la recuperación en las lesiones relacionadas con el deporte.
Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Lam y col, 2019; Syst
Rev 8(1): 130; doi: 10.1186/s13643-019-1039-z) cuyo objetivo fue investigar la efectividad
de los WPS sobre la bioquímica sanguínea, especialmente sobre los aminoácidos, creatina
quinasa y mioglobina, que pueden influir en el rendimiento y recuperación en atletas. Se
seleccionaron 15 artículos para el análisis. Los resultados mostraron que los WPS
aumentaron significativamente el nivel de aminoácidos esenciales en 624.03 nmol/L
(CI = 169.27, 1078.8; I2 = 100%; p = 0.00), y de aminoácidos de cadena ramificada en
458.57 nmol/L (CI = 179.96, 737.18; I2 = 100%; p = 0.00) en comparación con el grupo
control (sin WPS). Además, se observó un descenso de los niveles de mioglobina en
11.74 ng/ml (CI = - 30.24, 6.76; I2 = 79.6%; p = 0.007) y de creatinaquinasa en 47.05 U/L
(CI = - 129.47, 35.37; I2 = 98.4%; p = 0.000) en comparación al grupo control. Los autores
concluyen que la evidencia clínica soporta la efectividad de la suplementación con
proteína de suero como una ayuda ergogénica eficaz en atletas por sus efectos en los
niveles séricos de aminoácidos, creatina quinasa y mioglobina.
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Recomendaciones principales:
• el ejercicio debe integrarse como parte de la práctica estándar en la atención del
cáncer y verse como una terapia complementaria que ayuda a contrarrestar los
efectos adversos del cáncer y su tratamiento
• todos los miembros del equipo multidisciplinario en el tratamiento del cáncer deben
promover la actividad física y recomendar que las personas con cáncer se adhieran a
programas de ejercicio.
• la mejor práctica para el cuidado del cáncer incluye la derivación a un fisiólogo o
fisioterapeuta acreditado en ejercicio con experiencia en el cuidado del cáncer.
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Recientemente se han publicado los resultados de un ensayo clínico (Fahy y col, 2019;
Aging Cell 8: e13028. doi: 10.1111/acel.13028) que sugiere por primera vez que es posible
revertir el reloj epigenético del organismo, que mide la edad biológica de una persona. El
estudio ha merecido el comentario de Alison Abbott en Nature 2019 Sep;573(7773):173.
doi: 10.1038/d41586-019-02638-w, que resumo a continuación. Durante un año, nueve
voluntarios sanos tomaron un cóctel de tres medicamentos habituales: hormona de
crecimiento y dos medicamentos para la diabetes, y en promedio disminuyeron 2,5 años
es su edad biológica, medida analizando marcas en sus genomas. El sistema inmunitario
de los participantes también mostró signos de rejuvenecimiento. Los resultados no deben
tomarse en absoluto como concluyentes, ya que se trata de un pequeño ensayo clínico,
sin grupo control. En estudio se utilizaron cuatro estimadores de edad para mostrar que
el envejecimiento epigenético puede revertirse en humanos. Básicamente se utilizó un
protocolo para estimular y restaurar tejido del timo. La glándula, que se encuentra entre
los pulmones y el esternón, es crucial para inmunidad porque ayuda a desarrollar células
T especializadas en combatir infecciones y cánceres. Pero la glándula comienza a
atrofiarse después de la pubertad y se obstruye con grasa. Evidencia de animales y
humanos han mostrado que la hormona del crecimiento estimula la regeneración del
timo, si bien esta hormona puede promover la diabetes, por lo que el ensayo incluyó dos
medicamentos contra la diabetes, dehidroepiandrosterona y metformina. Los autores
observaron cambios inmunológicos protectores, índices de riesgo mejorados para
muchas enfermedades relacionadas con la edad y una edad epigenética media de
aproximadamente 1,5 años menor que el valor basal después de 1 año de tratamiento
(cambio de -2,5 años en comparación con ningún tratamiento al final del estudio). La tasa
de reversión del envejecimiento epigenético en relación con la edad cronológica se
aceleró de -1.6 años / año de 0-9 meses a -6.5 años / año de 9-12 meses. El predictor
GrimAge de morbilidad y mortalidad humanas mostró una disminución de 2 años en la
edad epigenética versus cronológica que persistió seis meses después de suspender el
tratamiento. Este es, según nuestro conocimiento, el primer informe de un aumento,
basado en un estimador epigenético de la edad, en la esperanza de vida humana prevista
mediante una intervención de envejecimiento actualmente accesible.
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Ver partidos de fútbol: lo que debería ser una actividad relajante, es posiblemente para
muchos un motivo de estrés añadido que algunos han relacionado con un mayor riesgo
de eventos cardiovasculares. Recientemente se han publicado los resultados de un
metaanálisis (Lin y col, 2019; J Sports Sci 9: 1-9; doi: 10.1080/02640414.2019.1665246)
cuyo objetivo fue valorar si ver partidos de fútbol puede estar relacionado con el
desencadenamiento de eventos cardiovasculares. Los resultados mostraron que ver
partidos de fútbol se asoció con un mayor riesgo de eventos cardiovacsulares fatales
(muerte) (RR: 1.06, 95%CI: 1.01-1.12), tanto en hombres (RR: 1.13, 95%CI: 1.004-1.28) como
en mujeres (RR: 1.08, 95%CI: 1.01-1.15). El análisis por subgrupos demostró que cuando
el equipo perdió hubo un riesgo elevado de evento cardiovascular con resultado de
muerte (RR: 1.29, 95%CI: 1.15-1.45). Sin embargo, un menor riesgo se observó cuando el
equipo obtenía la victoria (RR: 0.80, 95%CI: 0.66-0.96). Para eventos cardiovasculares no
fatales, ver fútbol también se asoció con un mayor riesgo de infarto agudo de miocardio
(RR: 1.20, 95%CI: 1.04-1.38), en hombres (RR: 1.51, 95%CI: 0.99-2.28) y en mujeres (RR:
1.21, 95%CI: 1.08-1.36). Los autores concluyeron que el fútbol se asocia con un mayor
riesgo de eventos cardiovasculares, especialmente entre los hombres. La victoria del
equipo se asoció con un menor riesgo.
Que alguien pueda tener un infarto de miocardio por ver un partido de fútbol
suena a broma, pero es una realidad extendida en todo el mundo.
Desconozco si esa misma relación existe en otros deportes, como el tenis,
baloncesto, balonmano o rugby, pero tengo la impresión subjetiva (sin datos)
que no. El fútbol es especial, probablemente por la incertidumbre de cada momento del
juego; siempre puede pasar algo inesperado que provoque una situación de peligro que
propicie el gol del equipo propio o del rival. Si realmente nos gusta el deporte, no debería
estresarnos tanto que gane el mejor equipo, aunque no sea el nuestro.
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Interrumpir estar sentado con múltiples actividades de moderada intensidad (PA) parece
mejorar los marcadores de riesgo cardiometabólicos posprandiales. Recientemente se
han publicado los resultados de un estudio (Maylor y col, 2019; Int J Sports Med 9-sep;
doi: 10.1055/a-0997-6650) cuyo objetivo fue examinar el efecto de alta y baja frecuencia
de interrupciones con PA (igualadas por la duración total de PA y gasto energético) sobre
las respuestas cardiometabólicas posprandiales cuando se compararon con estado
prolongado sentado. Participaron 14 mujeres sedentarias de 33.8±13.4 años, que
completaron 3 protocolos de 7,5 h: 1) estado sentado prolongado (SIT); 2) alta frecuencia
de interrupción con PA (HIGH-FREQ) que consistió en 15x2 min de actividad de moderada
intensidad en tapiz rodante (treadmill) cada 30 min; y 3) baja frecuencia de interrupción
con PA (LOW-FREQ) que consistió en 3x10 min de actividad de moderada intensidad en
tapiz rodante (treadmill) cada 180 min. La PA se realizó al 65% VO 2pico. Se calculó el
incremento neto del área bajo la curva (iAUC) en cada periodo de 7,5 h para glucosa,
insulina y triacilglicerol (TAG). Los resultados mostraron que la iAUC para la insulina fue
menor (p<0.026) durante HIGH-FREQ FREQ ([95%CI]; 82.86 [55.02, 110.70] µU/mL∙7.5 h)
que en LOW-FREQ (116.61 [88.50, 144.73] µU/mL∙7.5 h) y SIT (119.98 [92.42,
147.53] µU/mL∙7.5 h). El iAUC de la glucosa y TAG no fueron distintos entre condiciones.
Los autores concluyeron que establecer interrupciones frecuentes del estado de
sedestación prolongado con actividad física, es eficaz para atenuar la respuesta de la
insulina posprandial comparado con interrupciones menos frecuentes y con no
interrupción.
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La recuperación del glucógeno resulta esencial para todos los deportistas, pero es
especialmente crítica en aquellos deportistas que encadenan entrenamientos o
competiciones con poco tiempo de recuperación (ej. carreras ciclistas por etapas).
Recientemente, se han publicado en la web del Prof. Jeukendrup
(https://www.mysportscience.com/; 16 de septiembre) redactado por Javier T Gonzalez,
unas recomendaciones muy interesantes acerca de la reposición del glucógeno, que
resumimos a continuación. La manera de almacenar carbohidratos en el organismo es
en forma de glucógeno, especialmente en el tejido muscular y en el hepático. La cantidad
máxima de glucógeno almacenado es el equivalente a unas 3500 kcal, no siendo
suficiente para cubrir las necesidades de muchos deportistas en su actividad competitiva
o entrenamientos, lo que hace necesario una reposición durante el ejercicio. A pesar de
llevar a cabo un aporte adecuado de carbohidratos en el ejercicio, los deportistas
terminan con bajos niveles de glucógeno al final de cada etapa, lo que significa que la
reposición es clave para enfrentarse a la siguiente etapa de competición en el caso
específico del ciclismo, pero por extensión en otras actividades de competición con un
breve periodo de recuperación. Las guías de nutrición deportiva establecen que, para
lograr una rápida repleción de glucógeno en recuperación, los atletas deberían ingerir
entre 1,0-1,2 g de carbohidratos/kg por hora, en las primeras 4 h después del ejercicio. En
la reposición del glucógeno muscular, el tipo de carbohidrato consumido no parece muy
importante, pero para el glucógeno hepático si parece existir una sensibilidad diferencial
entre tipos de carbohidratos y su llenado rápido. Por ejemplo, la co-ingesta de fructosa (y
galactosa) con glucosa potencialmente aumenta la reposición de glucógeno hepático,
pero no la muscular. Así, la recuperación de glucógeno hepático es 2 veces superior al
ingerir fructosa-glucosa cuando se compara con solo glucosa. En resumen, para optimizar
la recuperación de glucógeno post-ejercicio se recomienda la ingesta de 1,0-1,2 g/kg/h de
glucosa-fructosa, en las primeras horas (aprox. 4 h) después de finalizado el ejercicio
vinculado a depleción de glucógeno.
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El potencial antifatiga y los beneficios para el rendimiento del agua enriquecida con
hidrógeno (HRW) ha tenido interés para los investigadores en los últimos 5 años. La
molécula H2 tiene importantes propiedades antioxidantes, particularmente relacionadas
con la reducción de radicales libres hidroxilos. El agua enriquecida con hidrógeno parece
estimular la respiración mitocondrial y ello se traduciría en menor formación de lactato.
Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Botek y col, 2019; Int J
Sports Med 1-oct; doi: 10.1055/a-0991-0268) cuyo objetivo fue valorar las respuestas
fisiológicas y de percepción del esfuerzo en un protocolo de ejercicio incremental después
de la administración de 600 ml de HRW en los 30 min anteriores al esfuerzo. Con un
diseño aleatorio doble ciego cruzado, 12 sujetos realizaron un protocolo de ejercicio que
consistió en 10 min de calentamiento, seguido de 8 min a 2,0, 3,0 y 4,0 w/kg,
respectivamente. En el último minuto de cada fase de ejercicio se analizaron variables
cardiorrespiratorias, lactato en sangre y RPE. Los resultados mostraron menores niveles
de lactato con HRW (4.0±1.6 y 8.9±2.2 mmol.l-1) comparado con placebo (5.1±1.9 y
10.6±3.0 mmol.l-1), en 3,0 y 4,0 w/kg, respectivamente. El equivalente respiratorio para el
oxígeno y RPE presentaron menores valores con HRW (32.3±7.2, y 17.8±1.2 puntos,
respectivamente) comparado con placebo (35.0±8.4, y 18.5±0.8 puntos, respectivamente)
a 4 W.kg-1. Los autores concluyeron que la suplementación pre-ejercicio con agua
enriquecida con hidrógeno reduce los niveles de lactato en alta intensidad, mejorando la
percepción de esfuerzo y la eficiencia ventilatoria.
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Los estudios que utilizan a personas físicamente activas utilizan diferentes estrategias
para dosificar el aporte de vitamina D, lo que puede implicar alcanzar distintos estatus de
vitamina D debido al peso corporal y a los niveles iniciales de la vitamina. La evidencia
sugiere que los niveles séricos de 25(OH)D de 100-200 nmol/L son óptimos para el
rendimiento; sin embargo, en los estudios se suele administrar la misma dosis para todos
los participantes independientemente del estatus inicial de 25(OH)D y peso corporal. Esta
estrategia no siempre lleva a que los sujetos alcancen los niveles séricos óptimos para el
mejor rendimiento. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio
(Scholten y col, 2019; J Sports Med Phys Fitness 23-sep; doi: 10.23736/S0022-
4707.19.09607-5) cuyo objetivo fue valorar la normalización del estatus de la vitamina D
sobre marcadores anaeróbicos de rendimiento en adultos físicamente activos llevando a
los niveles séricos de 25(OH)D a niveles de 100-120 nmol/L. Participaron 42 personas de
entre 18 y 42 años en los meses de invierno. Los participantes eran físicamente activos
con insuficiencia/deficiencia de 25(OH)D (<75 nmol/L) y fueron suplementados con dosis
individualizadas para alcanzar como objetivo los 120 nmol/L en 8 semanas de
suplementación, aplicando la fórmula de: Dosis (UI) = 40 * [objetivo 25(OH)D3 – valor
inicial 25(OH)D3]*peso corporal (kg). Antes y después de la suplementación se realizaron
test de Wingate, esprint de 10 y 40 m, salto vertical, fuerza de prensa de mano, pushups
y flexión y extensión isocinética. Los resultados mostraron que 39 de los 42 participantes
completaron el estudio. 27 participantes en el grupo de vitD aumentaron los niveles de
25(OH)D de 61 nmol/L a 123 nmol/L. 12 participantes del grupo placebo disminuyeron los
niveles de 25(OH)D de 98 nmol/L a 83 nmol/L. A pesar de esos cambios en el estatus de
vitamina D, no hubo cambios en los test anaeróbicos. Los autores concluyeron que la
normalización de los niveles de vitamina D a niveles óptimos no mejoraron el rendimiento
anaeróbico en personas físicamente activas.
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Evitar los lácteos y otros alimentos ricos en calcio, la restricción de consumo de energía
y/o desórdenes de la alimentación aumentan el riesgo de un estatus subóptimo de calcio.
No hay un indicador específico del estatus del calcio. La valoración de la densidad mineral
ósea puede indicar un crónico bajo consumo de calcio, pero otros factores como el
estatus subóptimo de vitamina D y los desórdenes de la alimentación son también
importantes. Se recomienda un consumo de calcio de 1500 mg/día y 1500-2000 UI de
vitamina D para optimizar la salud ósea en atletas con baja disponibilidad de energía o
disfunción menstrual. (Maughan RJ, et al. Br J Sports Med 2018;52:439–455.
doi:10.1136/bjsports-2018-099027)
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El fútbol es un deporte que a alto nivel se asocia a daño muscular transitorio que
podríamos incluso denominar como fisiológico. Recientemente se han publicado los
resultados de un estudio (Bok D y Jukic I, 2019; Int J Sports Physiol Perform 2:1-7; doi:
10.1123/ijspp.2019-0084) cuyo objetivo fue determinar las respuestas de la creatina
quinasa sérica (CK) durante la fase preparatoria e inicial de la competición en un Mundial,
y determinar la influencia de la capacidad aeróbica en las respuestas de la CK postpartido.
Se analizaron 11 equipos nacionales. Se determinó el umbral láctico durante los 3
primeros días, tomando una muestra de sangre capilar casi todas las mañanas (21 de 30
días) para medir la CK. Los resultados mostraron que las concentraciones pico de CK se
alcanzaron en el día posterior a los partidos, con valores de 474 (261), 520 (419), y 460
(126) U/L sin diferencias entre ellos. Las concentraciones de CK retornaron a valores
prepartido (331±201 U/L) en el segundo día después del partido. Los cambios en las
concentraciones de CK entre pre y postpartido se correlacionaron significativamente con
la velocidad en el umbral láctico (r = .614, P = .044). Los autores concluyeron que los
futbolistas de alto nivel muestran bajos niveles de daño muscular durante torneos
oficiales, recuperándose para el siguiente partido. El daño muscular postpartido fue
mayor en jugadores con mayor capacidad aeróbica debido a su mayor capacidad de
realizar actividades repetidas de alta intensidad.
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El costo de oxígeno durante la carrera esta muy influenciado por las estrategias del
entrenamiento, incluyendo la modalidad (continuo e interválico). Sin embargo, no hay un
posicionamiento claro acerca de que modalidad de entrenamiento se asocia a una mayor
mejora en la reducción del costo de oxígeno en la carrera. Recientemente se han
publicado los resultados de un metaanálisis (González-Mohino y col, 2019; Sports Med
12-oct; doi: 10.1007/s40279-019-01201-x) cuyo objetivo fue valorar los efectos de
diferentes modalidades de entrenamiento sobre el costo de oxígeno en la carrera. Los
resultados mostraron que en conjunto el costo de oxígeno mejoró más con el
entrenamiento continuo en comparación con el entrenamiento interválico. La mejora del
costo de oxígeno fue mayor en corredores de mayor VO 2max (≥52,3 ml/kg/min) y en
programas ≥8 semanas. Cuando el volumen total de entrenamiento interválico fue ≥23,2
min, hubo significativas mejoras favorables al entrenamiento continuo. Los autores
concluyeron que el entrenamiento continuo es en conjunto una mejor estrategia para
reducir el costo de oxígeno durante la carrera en atletas aficionados.
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Que el ejercicio realizado con regularidad disminuye la tasa de mortalidad por cualquier
causa en comparación con grupos de hábitos sedentarios no es discutible. Recientemente
se han publicado los resultados de un metaanálisis (Pedisic y col, 2019; Br J Sports Med 4-
nov; doi: 10.1136/bjsports-2018-100493) cuyo objetivo fue investigar la asociación entre
la participación en actividades de carrera (running) y la dosis de la actividad con el riesgo
de mortalidad por cáncer, enfermedad cardiovascular y por cualquier causa. Catorce
estudios con una muestra de 232149 participantes fueron incluidos. Se registraron 25951
muertes durante los 5,5-35 años de seguimiento. Los resultados mostraron que el
running se asoció con un 27%, 30% y 23% de menor riesgo de mortalidad por cualquier
causa, enfermedad cardiovascular o cáncer, respectivamente, comparado con grupos
que no corrían. Además, un análisis de meta-regresión mostró que no hubo relación
dosis-respuesta con la frecuencia semanal, duración total semanal, ritmo y volumen total
de entrenamiento. Los autores concluyeron que la participación en actividad de carrera,
independientemente de la dosis, mejora la salud de la población y la longevidad.
Cualquier volumen de carrera, incluyendo una sesión/semana, es mejor que no correr,
pero altos volúmenes de carrera no se asociaron necesariamente con mayores beneficios
relacionados con la mortalidad.
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Muchos futbolistas de elite son musulmanes y realizan ayuno durante el mes del
ramadán, al tiempo que mantienen sus entrenamientos y competiciones. Recientemente
se han publicado los resultados de una revisión sistemática (Chtourou y col, 2019; Tunis
Med 97: 1114-1131) cuyo objetivo fue evaluar los efectos del ayuno en el mes del
Ramadán sobre marcadores de rendimiento físico en jugadores de fútbol. La mayor parte
de los 18 atículos seleccionados mostraron que el ayuno durante el Ramadán no afecta
al rendimiento máximo en pruebas cortas (ej. salto vertical, esprint, contracción máxima
voluntaria, fuerza de mano, agilidad). Durante el test de Wingate de 30 s, test de esprint
repetidos y ejercicios de mayor duración de intensidad creciente o estable, la mayoría de
los estudios mostró efectos negativos del ayuno incluso cuando se mantuvo la carga de
entrenamiento. Para tareas específicas del fútbol y test con balón, la mayoría de los
estudios no mostraron efectos negativos asociados al ayuno cuando la carga de
entrenamiento se mantuvo. En conclusión, con el mantenimiento de las cargas de
entrenamiento durante el Ramadán no se observaron efectos negativos en el
rendimiento de tareas explosivas y test específicos de fútbol y test con balón. Sin
embargo, el rendimiento en test de esfuerzo máximo de 30 s, esprint repetidos y
ejercicios de mayor duración se afectaron negativamente, incluso cuando la carga de
entrenamiento se mantuvo.
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Los factores que muestran agresividad hacia el endotelio se asocian con el desarrollo de
arteriosclerosis. El ejercicio puede atenuar o prevenir ese proceso, pero se conoce poco
acerca de como puede influir el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) en ese
proceso en adolescentes. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio
(da Siiva y col, 2019; Physiol Behav 29:112728; doi: 10.1016 /j.physbeh.2019.112728 ) cuyo
objetivo fue valorar los efectos del HIIT sobre la función endotelial, perfil lipídico,
composición corporal y capacidad física en adolescentes con normopeso, sobrepeso y
obesidad. Participaron 38 adolescentes de entre 14 y 17 años físicamente inactivos que
fueron asignados a uno de los siguientes dos grupos: peso normal (NW) y sobrepeso-
obesidad (OW). Se valoraron: composición corporal, perfil lipídico, capacidad funcional y
función endotelial (dilatación mediada por flujo, FMD), antes y después de aplicar 12
semanas de HIIT (aprox. 15 min) + actividades deportivas (30 min, 3 días/semana), sin
dieta. Los resultados no mostraron cambios en masa corporal, IMC y grasa corporal
después del periodo de entrenamiento, pero el grupo OW mostró una reducción del
perímetro de la cintura y circunferencia abdominal. Se observó mejora de la capacidad
funcional (cardiorrespiratoria, fuerza explosiva, resistencia abdominal, y flexibilidad) en
ambos grupos. FMD aumentó en ambos grupos (NW Δ4.1%; OW Δ4.5%; p<0.001) sin
diferencias entre grupos. Los autores concluyeron que una rutina de HIIT incluso sin
cambios en la dieta, mejora la capacidad física y la función endotelial en adolescentes.
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El periodo del sueño en el ser humano es fundamental para la salud, y en deportistas vital
para optimizar los procesos de recuperación asociados al ejercicio. Recientemente se han
publicado los resultados de un estudio (Silva y col, 2019; Int J Sports Physiol Perform 10:1-
5; doi: 10.1123/ijspp.2019-0185) cuyo objetivo fue investigar la relación entre la calidad y
cantidad de sueño con lesiones en futbolistas de elite. Participaron 23 futbolistas de elite
que competían en 2 equipos brasileños, realizando un seguimiento de 6 meses. El sueño
fue monitorizado durante 10 días utilizando informes diarios y monitorizando la
actividad. Se recogieron datos de lesiones de los jugadores estudiados. Los resultados
mostraron una moderada correlación negativa entre la eficiencia del sueño con
características particulares de lesiones, incluyendo severidad y número. El análisis de
regresión mostró que un 44% de la varianza total en el número de lesiones se pudo
explicar por la eficiencia del sueño, un 24% de la varianza total por los días de baja
después de lesiones, y un 47% de la varianza total por la severidad de la lesión. Los
autores concluyen que los jugadores de fútbol que duermen poco o tienen periodos de
sueño poco reparadores muestran asociaciones con el número y severidad de las
lesiones musculoesqueléticas.
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Nuevos datos que refuerzan la idea de los efectos beneficiosos para la salud
del ejercicio realizado durante toda la vida. Seguramente el tipo de ejercicio
desarrollado no muestre grandes diferencias en relación a los efectos
beneficiosos para la salud, ya que en el fondo lo importante es mantener la
mayor masa muscular activa a lo largo de los años, y ello implica una activación muscular
que puede ser expresada como entrenamiento de fuerza o aeróbico.
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Distintos estudios han sugerido que un valor bajo de fuerza de agarre (hand grip) en
personas de edad avanzada puede estar relacionado con problemas de salud, habiendo
planteado si hay un mínimo nivel de fuerza en la prensa de mano asociado a un descenso
de la mortalidad. Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Lee
J, 2019; J Aging Phys Act 5:1-12; doi: 10.1123/japa.2018-0348) cuyo objetivo fue identificar
una asociación entre la fuerza de prensa de mano en personas de edad avanzada, y
mortalidad por cualquier causa y mortalidad asociada a patología cardiorrespiratoria y
cáncer. Treinta estudios con 194767 personas fueron incluidos en el análisis. Una mayor
fuerza en prensa de mano se asoció con un 18% de descenso en la mortalidad por
cualquier causa, y una menor fuerza se asoció con mayor mortalidad. La fuerza mínima
en mujeres de edad avanzada que no aumentó la mortalidad fue 18,21 kg.
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Algunos estudios han mostrado que escuchar música durante la realización de ejercicio
puede modificar las respuestas fisiológicas al mismo, destacando las subjetivas ligadas al
esfuerzo. Recientemente se han publicado los resultados de una revisión analítica ( Terry
y col, 2019; Psychol Bull 5-dic; doi: 10.1037/bul0000216) cuyo objetivo fue revisar y
analizar los potenciales beneficios asociados a escuchar música durante el ejercicio. Se
analizaron 139 estudios (3599 sujetos), categorizando los potenciales beneficios en cuatro
áreas: respuestas psicológicas, respuestas fisiológicas, respuestas psicofísicas y
rendimiento. Los resultados mostraron efectos beneficiosos de escuchar música sobre
rendimiento, percepción de esfuerzo y consumo de oxígeno. No se encontraron
beneficios sobre la frecuencia cardiaca. Los efectos sobre el rendimiento fueron
moderados, con efectos más marcados con tempos rápidos. En conjunto, los resultados
soportan la utilización de la música para promover mejoras del rendimiento, ligados a la
menor percepción del esfuerzo y quizás a mejora en la eficiencia fisiológica.
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En el entrenamiento dirigido a ganar masa muscular o generar más fuerza máxima caben
muchas modalidades de entrenamiento. El entrenamiento “al fallo” y el volumen total de
trabajo son dos opciones que se barajan habitualmente en los centros de fitness de todo
el mundo. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Lacerda y col,
2019; J Strength Cond Res 4-dic; doi: 10.1519/JSC.0000000000003438) cuyo objetivo fue
investigar los efectos del entrenamiento con fallo muscular (MF) o sin fallo muscular
(NMF) sobre las ganancias relativas de masa muscular y de fuerza (datos medios e
individuales). Cada pierna entrenó con un protocolo unilateral de entrenamiento (NF ó
NMF con igual volumen), con un ejercicio de extensión de rodilla. En ambos protocolos se
realizaron 3-4 series, con 3 min de recuperación y 55-60% 1RM. Se midió el área
transversal del recto femoral y vasto lateral (CSA), fuerza máxima (1RM y contracción
isométrica máxima voluntaria) y resistencia muscular (número máximo de repeticiones),
antes y después de 14 semanas de entrenamiento. Además, se midió la activación
neuromuscular mediante señal electromiográfica (EMGRMS) en las sesiones 2ª y 35ª. Los
resultados medios mostraron que ambos protocolos fueron similarmente eficaces en la
mejora de la fuerza e hipertrofia. Sin embargo, el análisis individual sugirió que el
protocolo NMF con igual volumen se asoció a similares o incluso mayores ganancias de
hipertrofia muscular (vasto lateral) y rendimiento de fuerza resistencia, frente al
protocolo NF. Las respuestas EMGRMS fueron similares entre protocolos. Los autores
concluyeron que los protocolos de entrenamiento de fuerza llegando y sin llegar al fallo
con el mismo volumen de entrenamiento se asocian a similares ganancias de fuerza
máxima y activación neuromuscular. Sin embargo, el entrenamiento sin llegar al fallo
podría ser una estrategia más apropiada para ganar en hipertrofia (vasto lateral) y
rendimiento en fuerza resistencia en sujetos no entrenados.
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