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PRESENTADO POR
NATALIA ANDREA CAMPOS OLAYA
GRADO
1101
DOCENTE
AURORA TORRES
AREA
LENGUA CASTELLANA
21 ABRIL 2020
EL AMOR EN LA PANDEMIA
Pero entonces ocurre esto y ahora, quizá con suerte, algunos aprendan a
ponerse en el lugar del otro, ahora que el sistema hace aguas y empieza a
enseñar sus pústulas; que sus hogares pueden convertirse en sitios peligrosos,
que puedan hacerse así una mínima idea de cómo viven en esos países de los
que huye la gente a la que disparan en las costas; cuando Europa no esté a salvo
ni donde creía que estaba a salvo; cuando se cierren las fronteras también hacia
el otro lado; cuando escasee el alimento donde siempre hubo todo; cuando se
enfermen ellos, sus hijos o mueren sus padres porque llevan años torpedeando
el Estado de bienestar.
Si hay algo que ayer me hizo pensar que no todo está perdido son las reacciones
amorosas y solidarias a la epidemia, las redes de cuidados en el barrio, las
vecinas, las familias, los amigos y las militancias diversas, especialmente de
mujeres y migrantes, que se han activado inmediatamente después de
conocerse el alcance del virus en varias ciudades, las cancelaciones y cierres,
para darse apoyo mutuo. De pronto, gente que se ofrece a cuidar a la abuela
enferma, a los niños que se han quedado sin cole, a hacer la compra, a dar
apoyo psicológico y emocional ante la creciente ansiedad.
Ojalá menos privilegiados dando ese espectáculo bochornoso de arrasar y
desabastecer las tiendas de comestibles para almacenar en sus bunkers. Ojalá
menos medidas de urgencias clasistas que desconocen la realidad de las familias
trabajadoras y precarias. Y más gente ofreciéndose a velar por tantas migrantes y
sus hijos, que cuidan sin contrato, sin papeles, sin nada, expuestas a enfermarse
sin tener derechos laborales ni redes familiares. Ojalá esto sirva para que se den
cuenta de todo el trabajo invisible que subyace al ruido imparable de la
maquinaria que hoy desacelera. Que la crisis económica que se avecina no la
paguen las mismas de siempre. Y el cementerio de la peste se convierta en el
cementerio de las rosas.
Se me ocurre que en estos días, como los personajes de Gabo, podríamos tratar
intencionalmente de confundir un poco el coronavirus con el amor o con la
posibilidad del amor. O que la peste, la infección, el contagio, sean una
oportunidad para contagiarnos cosas mejores.
¿Y si el amor en los tiempos del coronavirus fuera esto?