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DOCTRINA IVOL

Instructores Voluntarios al servicio del mundo de las especies

En cierta ocasión, el Timonel Alejandro Molina, el hombre de fe Juverney Garcia,


el doctor Dominik de María, el ingeniero sabio, doctor Alberto Piedrahita, el
innovador Andrés David Pineda, el constructor de caminos Manuel Alejandro
Sánchez, y el Consejero Francisco Zapata, se sentaron a reflexionar sobre lo que
debería ser la sacra doctrina de los IVOL, Instructores Voluntarios, a partir de las
columnas fundantes de Colombia Con Principios, el viento renovador juvenil de
Medellín Con Principios, y el elixir transformador de nuestras vidas para el servicio
de la Escuela del Buen Vecino EBV.

La ciudad de Medellín con su dinámica, nos invitó a escribir varias cartas a la


manera del vecino que veíamos caminar por las calles, apurados, unos, felices
otros, pero en general con cierto mensaje en su rostro de soledad, de desolación,
de tristeza en el alma, de mucha tecnología en sus manos, pero con toda la
angustia por algo que no se ha logrado, que se sigue persiguiendo, pero que no se
sabe cómo se puede hallar.

LA PRIMERA CARTA. (de Francisco Zapata Vanegas). Como enseñar la felicidad


desde el otro, desde el próximo, y a vivirla y sentirla consigo mismo. Nos
encontramos muy cercanos pero muy lejanos a la vez. Nuestra vida transcurre
entre la tecnología que nos atrapa, las cuentas que debemos pagar antes de que
se venzan, los reality en TV, y la música de los famosos que vemos como dentro
de una burbuja, inalcanzables, como fantasmas que no pertenecen a nuestra vida
desgraciada. Nos tocamos nuestros bolsillos, y los bolsos, sabemos que solo
tendremos exacto el pasaje de ida y vuelta en el transporte masivo, que tal vez no
habrá almuerzo si optamos por desayunar, y que la noche que nos espera será
dependerá de la tarde como primera prueba de fuego para lograr llegar hasta
nuestra cama. Queremos entonces hablarle a un ser superior, ese que nos
inculcaron desde muy pequeños para tener fe, para luchar, para creer en la gente,
para formar una familia, para vivir, soñar y ser felices. Y me pregunto entonces,
¿que es la felicidad?, ¿acaso nacimos para ser felices?, y ¿que le ocurrió
entonces a ese ancianito, a esa ancianita que vemos en las bancas del centro
comercial, del parque del barrio o de la ciudad con su rostro inundado de arrugas,
con hambre, con soledad, con mucha vida vivida y poca satisfacción personal?.
Definitivamente todo nos lleva a pensar que venimos a vivir muy poquito, el joven
de la moto con cédula recién estrenada que se estrella contra el poste de
alumbrado, el otro que muere asesinado sin que nadie pregunte el porque, otro
más que muere en el hospital sin poderle ganar la apuesta a la enfermedad que lo
vence, o esa otra persona que muere en su casa porque el sistema de salud no le
dio la oportunidad de atención. Entonces como podría la Doctrina IVOL servirnos
de algo en medio de este desastre de todos contra todos. Si, es que es un
profundo y despiadado desastre la vida entre nosotros los humanos, tanto que ya
los animales y los arboles los hemos tenido que llamar a nuestro lado para que
nos enseñen convivencia, tolerancia, amor, y fraternidad al mejor estilo del Buen
Vecino. Bienvenidos esos seres que no combaten, que no hablan, que no
reclaman, que no insultan, que simplemente quieren y confían por siempre. Es esa
fraternidad la que necesitamos en abundancia para enseñarnos a no vigilarnos, a
tenernos confianza sin limites. Si, porque vivimos acosados, acorralados,
señalados con las cámaras en todas partes... hasta en la sopa, nos hacen
desgraciados, nos convierten en criminales, nos conduce a la inseguridad dentro
de nuestro propio espíritu, nos confronta ante autoridades sin rostro, nos involucra
a vivir tras el otro y no tras de nosotros mismos. Si los IVOL cumpliéramos nuestra
misión del amor, la fraternidad, la solidaridad hacia la construcción de sociedad
abierta, entonces los IVOL cumpliríamos con grandeza y desmedido amor el
encargo supremo y bondadoso de nuestro padre superior. FZV19 IVOL

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