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Septiembre de 2018
Construcción de un nuevo concepto
Para efecto, de lo planteado en el caso objeto de estudio, se puede afirmar que los servidores
públicos protagonistas de esta historia, gozan de su arbitrio por tener un alto cargo que pueden
manejarlo a su antojo y recibir dadivas; además son escasos en moral por aceptar sobornos y por
otra parte, en el ordenamiento jurídico las sanciones no son rápidas ni eficientes y además
cuando se descubra y se llegue a una sanción dichos servidores públicos ya no están en esos
cargos y se encuentran insolventados y la acción de repetición resultaría ilusoria. La alta
discrecionalidad en las decisiones de los funcionarios públicos se fundamenta en una serie de
cadenas de actividades administrativas que terminan dispersando la responsabilidad de los
mismos y haciendo difícil las operaciones para ser descubiertos y judicializados.
Desafortunadamente en Colombia la corrupción ha invadido todas las esferas, aun punto tal,
de obtener o estar según informes en los primeros lugares a nivel mundial de los países con
mayor índice de corrupción. Desde su establecimiento o sus orígenes, incluso en la época de la
conquista, la política ha sido empañada por este flagelo; hoy en día es común decir que la
política y la corrupción son sinónimos. Tristemente vemos como los recursos del erario público
se desangran día a día, el estancamiento cada día es mayor y el atraso más notable. Los elefantes
blancos, como el caso del ejemplo citado, son cada día más comunes, resulta casi que normal ver
a lo largo y ancho del país, enormes construcciones iniciadas o a medias, en las que debieran
estar funcionando hospitales, colegios, centros deportivos y de formación, pero en los que solo se
ve ruina, maleza y desolación, o quizá se vuelven en muchos casos, guarida para delincuentes,
malhechores y viciosos.
La política pública se sigue enfocando en el favorecimiento de unos cuantos, constituyéndose
en un monopolio de poder, que solo beneficia a los mismos o a los de siempre. Para el caso
puntual de la contratación, como se constata y evidencia en el texto, objeto de este análisis,
prima el denominado CAN ( Capacidad Autónoma de Negociación), en la que la licitación la
obtiene el oferente que mayores prebendas haya entregado, o el que esté dispuesto a dar al
asignante una mayor comisión de participación. Lo realmente importante que es la obra como tal,
se torna irrelevante y pasa a un segundo plano, pues desde que los bolsillos y las cuentas
bancarias de los contratistas queden llenos, que ha de importar que la infraestructura no se haga,
o se construya a medias, o haya que construirse con materiales de menor calidad y sin cumplir
las mínimas especificaciones técnicas que por obligación deben darse, esas son minucias que
fácilmente se resuelven en el camino.