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Mercado laboral
Mariam Kiziryan
Lectura: 3 min
Se denomina mercado de trabajo o mercado laboral al mercado en donde confluyen la oferta
y la demanda de trabajo. La oferta de trabajo está formada por el conjunto de trabajadores
que están dispuestos a trabajar y la demanda de trabajo por el conjunto de empresas o
empleadores que contratan a los trabajadores.
El mercado de trabajo tiene gran importancia para la sociedad. Su mal funcionamiento puede
afectar negativamente al crecimiento económico y al empleo de un país. Además, el paro
tiene importantes costes económicos y sociales:
Económicos, ya que el desempleo supone una pérdida de producción potencial.
Sociales, por los efectos nocivos del desempleo sobre la distribución de la renta y, de
ahí, sobre la cohesión social.
De esta manera, el crecimiento, la optimización de los recursos y cohesión social dependen, en
buena medida, del correcto funcionamiento del mercado de trabajo.
El salario es el precio del factor trabajo. Cuantos más bajos sean los salarios reales más trabajo
demandarán las empresas. Cuanto más elevados sean los sueldos, más gente querrá trabajar.
La demanda de empleo está directamente vinculada a la actividad económica, de modo que
sólo un crecimiento sostenido de la renta puede garantizar el crecimiento del empleo en
cantidad suficiente para absorber la población dispuesta a trabajar. En otras palabras, la
demanda de trabajo es derivada de la demanda de bienes y servicios, porque cuando una
empresa vende quiere producir más, para ello querrá contratar trabajadores. Por tanto, si no
hay producción no habrá más trabajadores que puedan ofertar su empleo.
El desempleo es un desequilibrio económico originado por la diferencia entre la cantidad de
trabajo ofrecida y la cantidad de trabajo demandada, en las condiciones y niveles de salarios
existentes en un momento dado en el mercado de trabajo. En sentido estricto, por desempleo
se entiende el conjunto de personas en edad activa que, estando dispuestos a trabajar, no
tienen empleo.
Funcionamiento del mercado laboral
El mercado de trabajo, además, tiene otras peculiaridades. A pesar de que como cualquier otro
mercado se rige por la ley de la oferta y la demanda. En él intervienen, mucho más que en
otros mercados, los Gobiernos a través de las normas jurídicas, las instituciones sociales, las
relaciones colectivas y las valoraciones personales. En él se fija el salario y las condiciones
laborales mediante un proceso de negociación, determinándose así el nivel y la calidad de vida
de los trabajadores.
En los mercados competitivos el precio funciona como un mecanismo de ajuste, hasta que se
alcanza el equilibrio. El mercado de trabajo no funciona como un mercado perfectamente
competitivo, ya que tiene imperfecciones, rigideces e intervenciones desde el exterior.
Imperfecciones porque tanto las empresas como los trabajadores tienen poder de mercado
para influir en el salario. Rigidez porque el empleo supone una relación personal estable y
tanto al trabajador como a la empresa les interesan otras condiciones además del salario. E
Intervención de la legislación laboral en el mercado de trabajo donde se fijan las características
de los contratos laborales, las indemnizaciones por despido, la fijación de un salario mínimo.
MERCADO LABORAL
OFERTA: es una función creciente del salario. A mayor salario, mayor es el número de
trabajadores dispuestos a trabajar
DEMANDA: representa la cantidad de trabajadores que las empresas o empleadores están
dispuestos a contratar.
EMPLEO
es el verbo trapiculare o tripaliere, que significaba “hacer sufrir”, el concepto que más
se aproxima a lo que hoy entendemos por trabajo, al menos en alguna de sus posibles
acepciones. En efecto, este verbo se asocia con hacer sufrir, pero también con “hacer hablar
al cuerpo”. En el sentido que sostenía Foucault: “El verdadero suplicio tenía por
función de hacer estallar la verdad; y se persigue, incluso delante de los ojos del público,
el trabajo en cuestión” . (Foulcault 1975). Por más curioso que parezca, el sufrimiento
se consideraba para nuestros antepasados y en cierta medida la idea sigue teniendo vigencia-
“trabajo productivo”, como por ejemplo, el “trabajo de parto” de las mujeres al momento
de dar a luz. Esta acepción del término trabajo aparece recién en los diccionarios del 1165.
(Supiot) Una segunda derivación, relacionada a la de sufrimiento, aparece en el siglo XV y
XVI asociada a la idea de preocuparse o “hacerse mala sangre” por algo, es decir, de
atormentarse: “el asunto me trabaja”. Una tercera extensión conceptual que también
parte del sentido de tortura se expresa por ejemplo en el box al “trabajar al adversario”, es
decir, al realizar una acción continua orientada a obtener un resultado. Esta idea
se extiende a muchos otros ámbitos y se mantiene todavía hasta nuestros días. Desde esta
perspectiva, poco a poco se va atando a la idea de trabajo la de esfuerzo o
actividad penosa. Pero a partir del siglo XVI, la noción de eficacia productiva pasa a ser la idea
asociada predominante al concepto de trabajo. “Hacer trabajar” se asocia a la idea de
“emplear” y así aparece en los diccionarios de 1581. (Pillon y Vatin op.cit.) En el siglo XVII, el
concepto de trabajo amplía nuevamente su contenido perdiendo su carácter social en sentido
estricto. Se piensa en “hacer trabajar el dinero”, y en el siglo XIX se extiende al mundo
industrial, hablándose del trabajo de los animales (por ejemplo, los de carga) e incluso del
de las máquinas.
En este sentido, el concepto de trabajo aparece crecientemente ligado a la idea del
cumplimiento de una función y recupera prácticamente como sinónimo a un conjunto de otros
conceptos de distinto origen, como por ejemplo, el de labor u obraje, incorporando así su
sentido y sintetizándolo bajo el rótulo trabajo. Simultáneamente, el concepto de trabajo se
extiende en otra dirección, y pasa de estar asociado y delimitado a una actividad básicamente
física, a entenderse como una actividad que también puede ser intelectual, e incluso,
solamente intelectual. Es a partir de la progresiva extensión del concepto de trabajo
que éste pasa a ser un concepto central en la organización de la sociedad a partir del siglo
XIX y durante todo el siglo XX
Neffa
Cabe entonces hacer la distinción entre la actividad, el trabajo y el empleo asalariado, siendo
este último sólo una de las modalidades que adoptó el trabajo en un momento histórico dado.
1. La actividad Se trata de un concepto muy amplio, que abarca todo el dinamismo de la vida
humana requiere un esfuerzo que no incluye solamente al trabajo, sino también el
desenvolvimiento de todas las facultades humanas en otras diversas esferas: doméstica,
deportiva, cultural, asociativa y política. La actividad es algo que tiene en primer lugar un
sentido para quien la realiza y que se hace para obtener de manera directa un bien o acceder a
un servicio con el objeto de satisfacer una necesidad, material o inmaterial. (Fouquet, A., 1998)
2. El trabajo El trabajo es uno de esos modos de actividad que se caracteriza por ser un
esfuerzo realizado por el hombre para producir algo que es exterior a sí mismo, hecho en
dirección de otros y con una finalidad utilitaria. Desde ese punto de vista, afirma A. Gorz, el
trabajo como labor o esfuerzo, no va a desaparecer nunca. Es una actividad multidimensional
que se manifiesta en diversas esferas: económica, tecnológica, social, ética, etc., pero también
tiene dimensiones cognitivas y psíquicas, es decir subjetivas, intersubjetivas, afectivas y
relacionales. Dejando de lado por el momento sus implicaciones específicamente económicas,
consideramos interesante referirnos a las investigaciones de un grupo de ergónomos,
psicopatólogos y psicólogos del trabajo del Conservatoire National des Arts et Metiers (CNAM)
que han hecho aportes importantes sobre esta noción. Su originalidad consistió en formalizar
conceptualmente la distinción existente en la realidad productiva entre el trabajo prescripto y
la actividad o trabajo realmente ejecutado, redescubriendo el enigma y la riqueza del acto de
trabajar, a pesar de las restricciones a las cuales está sometido. (Dejours, D., y Molinié, P.,
1995) El trabajo humano no sólo es una actividad que despliega el esfuerzo humano, sino
también la expresión de un saber hacer acumulado, de la habilidad personal, del aprendizaje
realizado en el seno del colectivo de trabajo, que pone de manifiesto la autonomía, la
responsabilidad, la creatividad y las capacidades de adaptación de que disponen los
trabajadores para hacer frente a los desafíos cotidianos que les plantea la actividad. La
ejecución de un trabajo programado por otros -los conceptores, tecnólogos y especialistas en
métodos de producción- no puede nunca ser ejecutado totalmente de la manera en que fue
prescripto, porque en su desarrollo concreto surgen los incidentes e intervienen factores
aleatorios que siempre exigen hacer adaptaciones, ajustes y rediseños, si se desea cumplir con
los objetivos fijados en materia de productividad, costos, calidad y cálculo de los plazos de
entrega. Incluso el taylorismo y el fordismo - procesos de trabajo que se caracterizan por ser
esencialmente rígidos -, para ser eficaces requieren la activa intervención humana, e incluso
una inteligencia astuta, que puede conducir a hacer trampas, violar los reglamentos y las
consignas del trabajo prescripto como condición necesaria para que el objetivo de la
producción sea alcanzado. El trabajo implica una actividad biológica que no podrá nunca ser
totalmente eliminable, a pesar del avance de la automatización, y que no está exenta de fallas
y fracasos propios de la condición humana. Esto significa que necesariamente el trabajo
requiere también una movilización subjetiva, es decir mental y psíquica del trabajador, para
compensar las fallas de la concepción y del trabajo prescripto y hacer frente a los problemas
aleatorios encontrados en la realidad. Esta movilización subjetiva sólo se opera plenamente
cuando el trabajador espera obtener, en contrapartida de su actividad, su realización personal
y un reconocimiento social de su identidad. Un trabajo bien hecho es imposible, si no cuenta
con un cierto margen de autonomía y de libertad de los individuos, condiciones que hacen
posible la comunicación, coordinación y cooperación entre los miembros del colectivo de
trabajo, violando cada vez que se considera necesario las consignas en cuanto a la
individualización de cada puesto Orientación y Sociedad - 1999 - Vol. 1 10 buscada mediante la
división social y técnica del trabajo. Cada vez más el trabajo es, de manera directa o indirecta,
una actividad esencialmente social, donde intervienen los valores culturales, la ética, y las
creencias que hacen posible la coordinación. Ahora bien, la relación de coordinación y
cooperación entre los productores está condicionada a su previa comunicación, y la
comunicación dentro del colectivo de trabajo requiere construir un lenguaje que exprese
mediante símbolos la representación social de la realidad y que sea adaptado a las
características específicas del proceso de trabajo de que se trate. Cuando las condiciones y el
medio ambiente de trabajo por una parte, y/ o el contenido y la organización del trabajo por
otra, son deficientes, provocan accidentes y están en el origen de problemas de salud
biológica, pero también de problemas psíquicos y mentales que dan lugar al sufrimiento. Las
capacidades de adaptación y de resistencia de los trabajadores ante el sufrimiento se
movilizan, y para hacer frente a la situación se construyen las ideologías defensivas, de
naturaleza colectiva, cuya perennización tiene repercusiones negativas no sólo sobre la salud
física, psíquica y mental de los trabajadores, sino también sobre la eficiencia de la empresa, en
términos de ausentismo, productividad, costos, calidad y cumplimiento de los plazos
establecidos, elementos claves de la nueva competitividad. Dada la centralidad del trabajo que
postula esta corriente de pensamiento, y el papel de mediador que éste ejerce entre lo
singular y lo colectivo, entre la esfera social y la esfera privada, entre las actividades sociales y
las actividades domésticas, entre la persona y la naturaleza, esa actividad es, o puede ser, un
operador de salud, o por el contrario constituir una restricción con efectos patológicos y
desestabilizantes. Por esa causa, la interrupción de la actividad laboral por razones
independientes de la voluntad del trabajador es también fuente de sufrimiento. Desde ese
punto de vista, la desocupación bajo cualquiera de sus modalidades, puede estar en el origen
de la alienación y de numerosas patologías, razón por la cual debería ser combatida por todos
los medios. (Dejours, D. y Molinié, P., 1995) A modo de síntesis, y de manera complementaria,
se pueden señalar las principales dimensiones que tiene para nosotros el trabajo humano,
visto desde una perspectiva antropológica y filosófica. En su esencia, en tanto que actividad, el
trabajo es indisociable de la vida humana y no tendrá fin, a pesar de las apocalípticas profecías
de Jeremías Rifkin. Consideramos que el trabajo es un derecho humano fundamental y al
mismo tiempo un deber social. La importancia del trabajo para quien tiene un empleo, no es
solamente que le permite obtener los recursos para sobrevivir. Es una actividad necesaria,
porque es creadora o transformadora de bienes y servicios sin los cuales no podría vivir ni
reproducirse la especie humana. Al ejecutar esa actividad, al mismo tiempo que se domina y
transforma de alguna manera la Orientación y Sociedad - 1999 - Vol. 1 11 naturaleza, se están
desarrollando o involucrando todas las dimensiones de la personalidad del trabajador. El
trabajo le permite a quien lo ejecuta instaurar relaciones interpersonales, y construir un
colectivo de trabajo, es decir una entidad nueva generada por los lazos e inter-relaciones que
crean una solidaridad de hecho entre todos los trabajadores asalariados y demás categorías
socio-profesionales de una misma unidad productiva. Gracias al trabajo, los seres humanos
construyen su propia identidad y por su intermedio buscan un sentido a lo que hacen. El
trabajo convierte a las personas en seres humanos trascendentes, pues sus obras van a
perdurar en el tiempo luego de la muerte biológica y pueden llegar a desplazarse físicamente
en el espacio mucho más allá del medio local y de las fronteras nacionales. Estas cuatro
dimensiones del trabajo humano son las que fundamentan de manera objetiva el derecho del
trabajo, o mejor dicho los derechos del trabajador. (Neffa, J. C., 1992)
Tipos de desempleo
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Existen muchos tipos de desempleo. Cabe aclarar, en este punto, que el tipo al que hagamos
referencia dependerá de la clasificación. Por ejemplo, podemos clasificar el empleo por edad,
por sexo, por nivel educativo o incluso por la época económica en la que ocurre.
Habitualmente, este último punto es el que sirve para clasificar los tipos de desempleo. Es
decir, en economía, normalmente, se tienen en cuenta los siguientes tipos de desempleo:
Coyuntural o cíclico
Estructural
Friccional
Estacional
Estado de la economía
Edad
Sexo
Nivel educativo
Zona geográfica
Duración del desempleo
Desempleo por estado de la economía
El tipo de desempleo en función del estado de la economía es el más popular y utilizado. Pero,
no el único. Entre estos tipos de desempleo se encuentran:
Coyuntural o cíclico
Estructural
Friccional
Estacional
Juvenil
Mayores de 52 años
El desempleo por sexo es una de las métricas más importantes. Además, también es
importante el tipo contrato al que acceden según el sexo. El análisis de desempleo por sexo se
suele analizar junto con la edad o el nivel educativo. De ahí, que sea un concepto relacionado
con el de brecha salarial.
Mujeres
Hombres
Educación superior
Educación media
Educación básica
Sin educación
Dependiendo de la zona geográfica el nivel de desempleo puede variar. Así, en algunos países
existen zonas con más desempleo y otras con menos desempleo. Por ejemplo, en España,
suele existir más desempleo en las comunidades del sur que en las del norte. De la misma
forma, las capitales de provincia suele tener menores tasas de paro que los pueblos o zonas
rurales.
Ciudades
Pueblos
Rural
Norte
Sur
También cabe destacar, que el desempleo, en cuanto a geografía se refiere, también podría
deberse a la evolución del país. Por ejemplo, puede que en determinados lugares una industria
haya crecido más y por eso tiene más empleo.
Hilando con lo anterior, el desempleo también se puede clasificar por sectores. Esto es algo
habitual en los datos de empleo. La estructura del empleo o desempleo vendrá determinada
por el desarrollo de un país. De tal forma que, en los países más desarrollados habrá menor
nivel de desempleo en el sector servicio y mayor nivel de desempleo en el sector agrícola.
Sector terciario
Sector secundario
Sector primario
Es importante indicar, que hablamos de la evolución a largo plazo. Así, por ejemplo, puede que
puntualmente haya una crisis en el sector primario de un país y esto provoque desempleo.
Larga duración
Menos de dos años
Menos de un año
Estas métricas hacen referencia al periodo de tiempo que una persona se encuentran en
situación de desempleo. Lo ideal es que el tiempo que una persona se encuentra desempleada
sea lo menos posible. A menor duración del desempleo, mejor funcionará la economía. Querrá
decir, que es sencillo encontrar trabajo.
2. Desempleo estacional
3. Desempleo estructural
4. Desempleo friccional