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SEMANA 2

SEMANA 22
MÓDULO
MÓDULO 2

ETICA Y DEONTOLOGIA
PROFESIONAL
ETICA INDIVIDUAL.
SOCIAL.PROFESIONAL

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Ética individual y social.

Tal como la ética y la moral determinan la forma correcta de actuar del


individuo, también existe la ética social que regula la conducta de todos los
individuos que forman parte de esa sociedad.

La ética individual determina en el sujeto la forma de actuar correcta o


incorrecta. Es así que los efectos de las acciones del individuo recaen sobre sí
mismo y no afectan a los demás. Pero así como los seres humanos somos
diferentes, también percibimos las cosas de manera diferente. Es así que
muchas veces, lo que es bueno para una persona no necesariamente lo es
para otra.

En la ética individual cada hombre hace suyas e internaliza normas de acción


de manera libre y consciente, y conforme a las cuales dirige sus actos. La
decisión y la ejecución del acto surgen siempre como consecuencia de la
decisión de la persona individualmente. Estos actos pueden llegar a repercutir
en otras personas, pero el primero sobre quien recaen todas sus
consecuencias, es el propio individuo que la realiza.
Se puede hablar también como de una ética personal, refiriéndonos a aquella
escala de valores propia, que podemos compartir o no con otras personas, y
que es la que nos guía a la hora de actuar. Es decir que a la hora de actuar el
ser humano pone en juego una serie de elementos que guían su conducta,
tanto normas de acción, como escala de valores.

Por ejemplo, cuando procuramos no dañar o herir a otras personas, lo


hacemos por respeto, por amor o aprecio, pero también porque sabemos que
eso no está bien, que hacer algo que les perjudicase también nos perjudicaría.
Ser personas sinceras, no tomar lo que no es nuestro, etc., lo podríamos
entender como los efectos de seguir una ética personal que nos conduce a
obrar bien.

La ética social en cambio refiere a la manera en cómo se maneja una persona


en sociedad y con las personas y culturas con quienes interacciona a través de
la vida.
La ética social tiene como base la moral individual. Sin embargo, la misma se
centra en el comportamiento apropiado de las personas como un todo.

Todos los seres humanos como seres sociales vivimos en relación con los
demás. Esto recibe la denominación de relaciones intersubjetivas. Y de esa
vida en relación es de donde surge una sociedad. En esa relación de
convivencia existen ciertas normas que todos deben seguir para alcanzar una
convivencia pacífica, y de ese modo garantizar la supervivencia de esa
sociedad. Es decir, que nuestro comportamiento como miembros de una
sociedad afecta a los demás indefectiblemente.

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Una sociedad hace moralmente al hombre. Ya que los individuos no crean su


moral a partir de la nada ni escogen sus normas morales, sino que todo
individuo se educa bajo la influencia del modelo de conducta que prevalece
en su sociedad.

La ética social implica tomar conciencia de que todos y cada uno de


nuestros actos tienen consecuencias sociales, sobre los demás y sobre el
medio ambiente.

Los derechos del otro deben ser respetados, porque su cumplimiento afecta la
convivencia social.
Es así que para hablar de una ética social, es necesario hablar de la ética
individual, puesto que es su base y de algunos derechos fundamentales.
Algunos de ellos son los derechos humanos, como el respeto a la dignidad de
la persona: el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de
expresión; los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al
trabajo, la seguridad social; o los derechos colectivos, como los derechos al
desarrollo y la libre determinación. Todos son derechos indivisibles,
interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de
los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta
negativamente a los demás.

Ética profesional

La ética individual y la ética social: son dos conceptos que se refuerzan y


alimentan mutuamente; lo único que cambia es la perspectiva: de lo personal a
lo común, de lo individual a lo solidario.

Cuando hablamos de "ética" se hace directamente referencia a la conciencia


personal. Por ello, con la concreción y diseño de códigos deontológicos,
además de autorregular una profesión, se invita al seguimiento de un camino
muy concreto y a la formación ética de los profesionales.

De forma teórica, podEmos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la


ética individual.

Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que


es la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos.
Aquí se puede situar la ética profesional, ya que rige el comportamiento del
profesional en su actividad laboral. Para conocer el fundamento ético y moral
de un código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí.

La ética profesional adquiere un reconocimiento público; y es que la moral


individual se hace trascendente en el campo de la profesión. La ética

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profesional surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en el


ámbito profesional para alcanzar unos fines. (Emmanuel Derieux).

La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas


específicas o “aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión
no sólo ser un buen o mal profesional sino también su ser ético.

Según Vaillarini: "La ética de una profesión es el conjunto de normas, en


términos de los cuales definimos como buenas o malas, una práctica y
relaciones profesionales. El bien se refiere aquí, a que la profesión constituye
una comunidad dirigida al logro de una cierta finalidad".

La ética profesional implica actuar de manera responsable, aplicando valores


éticos, normas, leyes, en el entorno laboral y profesional, que conlleva al
desarrollo como profesional. Refiere a un conjunto de normas y valores que
hacen y mejoran al desarrollo de las actividades de los profesionales. La ética
profesional está orientada al bien.

Se supone que la ética profesional también determina cómo debe actuar un


profesional en una situación determinada.

La ética profesional implica una serie de principios y de reglas que los


profesionales de una misma actividad deberán observar en la realización de su
quehacer.

Se trata de una disciplina que se halla inserta en la ética aplicada porque


refiere a una parte específica de la realidad.

En un nivel general la ética no es coactiva, es decir, no impone castigos


normativos, sin embargo, la ética profesional sí podría hacerlo en caso de
haber un código deontológico que regule la actividad profesional en cuestión.
La ética normativa es lo mismo a decir deontología y consiste de una serie de
principios y de reglas que exigen un cumplimiento obligatorio.
Desde la ética profesional se expondrá y sugerirá aquello que es deseable y
aquello que por el contrario no lo es en una profesión.

Entonces, el concepto de ética profesional es aquel que se aplica a todas las


situaciones en las cuales el desempeño profesional debe seguir un sistema de
reglas morales de diferente tipo. La ética profesional puede variar en términos
específicos con cada profesión, dependiendo del tipo de acción que se lleve
adelante y de las actividades a desarrollar. Sin embargo, hay un conjunto de
normas de ética profesional que se pueden aplicar a grandes rasgos a todas o
a muchas de las profesiones actuales, de allí su carácter más bien universal.

La idea de ética profesional se establece a partir de la idea de que todas las


profesiones, independientemente de su rama o actividad, deben llevarse a

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cabo de la mejor manera posible, sin causar daños a terceros ni buscar


exclusivamente el propio beneficio de quien las ejerce. Así, algunos de los
elementos comunes a la ética profesional son por ejemplo el principio de
solidaridad, el de eficiencia, el de responsabilidad de los hechos y sus
consecuencias, el de equidad. Todos estos principios, y otros, están
establecidos a modo de asegurar que un profesional, cualquiera sea su
especificidad a fin de que desempeñe su actividad coherente y sensatamente.

Entonces, el profesional como individuo es quien tiene la responsabilidad de


desarrollar de manera ética su trabajo, orientando su accionar al bien común.
Se deberá evitar anteponer los beneficios individuales por sobre ese bien
común.

Los profesionales enfrentan diariamente diferentes situaciones, por lo cual la


ética profesional debería verse plasmada en un código de ética
profesional para prevenir errores, cada colegio de profesionales debería
contar con uno que deje en claro qué está bien y qué no, tanto moral como
éticamente.

La responsabilidad es una parte esencial cuando hablamos de ética


profesional, sin ella no seríamos capaces de establecer nuestras propias
metas, tanto laborales como profesionales. Cuando sabemos que debemos
actuar bajo la responsabilidad, se ponen en juego la voluntad de uno mismo y
la libertad. La responsabilidad hará que cada persona pueda realizar de forma
justa y profesional todo su trabajo.

La ética general de las profesiones se plantea en términos de principios: el


principio de beneficencia, el principio de autonomía, el principio de justicia y el
principio de no maleficencia.

Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas.
Los principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del
actuar. Las normas aplican los principios a situaciones más o menos concretas,
más o menos genéricas. Las normas suelen hacer referencia a algún tipo de
circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también los principios
se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen
referencia a las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos
generales un principio enuncia un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio,
intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe
aplicarse un principio en determinadas situaciones.

Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de
aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas
específicas que caen bajo dicho principio.

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Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio, para juzgar las


actuaciones profesionales, será si se logra y cómo se logra realizar el bien
(principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como
destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales personas,
respetando su dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio
(principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se llevan a cabo en
un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos
más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia
(principio de justicia). Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no
perjudicar a nadie que pueda quedar implicado o afectado por una actuación
profesional (principio de no maleficencia).

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