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DOCENTES.
El desafío de sistematizar
Pre-texto:
Desde hace dos años, en el marco de las propuestas formativas que ha diseñado
la Línea de investigación de MOVA, venimos realizando, con diferentes grupos de
maestros y maestras, una aproximación a la sistematización, con el propósito de
que docentes del Municipio de Medellín recuperen sus experiencias y prácticas
educativas y las conviertan en objetos de estudio pertinentes, generadores de
saberes pedagógicos y que, por ser comunicables, puedan dinamizar otros
modos de ser, hacer y pensar lo que les sucede en la escuela.
El ejercicio ,ha pasado y pasa por múltiples momentos, cada uno de ellos ha
presentado sus desafíos, sus obstáculos y complejidades que hemos podido
sortear a su debido tiempo, a veces con éxito y en otras la dificultad se volvió
freno y los tropiezos, para algunos, se volvieron una frustración más; pero, si algo
hemos ido aprendiendo ha sido que este tipo de propuestas investigativas críticas
requieren no sólo de claridades epistemológicas, teóricas y metodológicas, sino,
también, compromiso, coraje e imaginación para no estancarse y no frenarse al
querer producir un conocimiento que parte de la autoobservación y de la reflexión
crítica y, que, además de generar un saber pedagógico, origina un saber de
cambio, inconforme, capaz de orientar una práctica docente hacia una “escuela
otra”.
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Alfredo Manuel Ghiso. Profesor jubilado del departamento de Trabajo Social y Sociología a cargo de la
cátedra de Investigación Social e Investigación Cualitativa en todos sus niveles en la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia. Profesor de investigación socio educativa en La
Especialización en Pedagogía Y Didáctica y en la Maestría en Educación de la Universidad Católica de
Oriente. Colaborador de la escuela de posgrado de la Universidad Católica Luis Amigo y del programa de
sistematización del CEAAL. Autor de artículos y libros sobre sistematización, pedagogía social, investigación
temática, metodologías dialógicas y participativas de investigación. Contacto: amghiso@gmail.com
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Este ejercicio formativo en sistematización de prácticas y experiencias
pedagógicas ha sido también origen de preguntas que problematizan las
propuestas investigativas tradicionales: ¿Cómo aprender de lo que nos pasa en
procesos de sistematización de la práctica/experiencia docente? ¿Qué dificultades
y retos se presentan al querer sistematizar la práctica/experiencia docente? ¿Qué
hay que hacer para que el saber pedagógico de la experiencia pueda aflorar y
madurar a lo largo de la sistematización?
María Zambrano (1989), filósofa española, pensaba que estamos viviendo en una
época en la que, especialmente los profesionales, estamos llenos de ciencia y de
técnicas, pero somos personas pobres de todas las formas activas y actuantes del
conocimiento, de todas aquellas formas de conocer que son necesarias para vivir,
para emprender la vida; un saber que, articulado con la experiencia, oriente la
práctica pedagógica y nuestra presencia particular en el mundo. Por ello, es un
saber que no es ciencia, que no quiere ascender a ciencia, que se resiste a
ascender al cielo de la objetividad, de la evidencia, las homologaciones y los
concursos que convocan a consagrar prácticas exitosas. Hoy, para muchas y
muchos maestros es un desafío enfrentarse a la perfectibilidad de sus prácticas, al
inacabamiento de su formación y al desarrollo de un pensamiento crítico que vaya
más allá de los concursos, indicadores y programas que se les imponen.
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ahora cuando éste se ha convertido en un espacio de aplicación de teorías o
regulaciones ajenas y extrañas a su propia reflexión.
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Aprender de aquello que nos pasa por medio de la sistematización.
Vale la pena recordar que, en la década de los ochenta del siglo pasado, en el
Movimiento Latinoamericano de Educación Popular (Barragán; Torres; 2017) se
empieza a usar la expresión sistematización para dar cuenta de la construcción de
conocimiento sobre la práctica y experiencia educativa realizada. Se necesitaba
comprenderla, conocerla, comunicarla y sobre todo recrearla constantemente para
que fuera pertinente de acuerdo con las realidades del contexto.
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sujetos pertinentes de acción política y estudio para el cambio, capaces de
construir una sociedad en solidaridad, justicia y vida digna para todo ser que
habite el planeta.
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Recontextualización de la práctica. 6 Comprensión e interpretación de la práctica y
7 Como una mirada a los saberes propios sobre la práctica.
Así es que los y las participantes en estos encuentros formativos constatan que no
hay un concepto único, ni unívoco y que esto responde a tradiciones teóricas y a
intereses de los y las que sistematizan que le otorgan valor o mayor significado a
determinados componentes de la propuesta. No es extraño el desconcierto en
este momento y, por ello, el grupo se enfrenta a una experiencia epistémica y
metodológica que busca unos acuerdos conceptuales, entre participantes a partir
de las comprensiones, los intereses y las prácticas/experiencias que desean
sistematizar.
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“Hacemos sin preguntarnos ni una sola vez por qué lo hicimos. Nos damos
cuenta de qué hacemos pero no indagamos las razones por las que lo
hacemos. Eso es lo que caracteriza nuestro operar en el mundo concreto
de lo cotidiano. Actuamos en él con una serie de saberes que al haber sido
aprendidos a lo largo de nuestra sociabilidad se convirtieron en hábitos
automatizados. Y por actuar así, nuestra mente no funciona
epistemológicamente. Nuestra curiosidad no se activa para la búsqueda de
las razones de ser de los hechos. “(p.115)
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otros lo que sucedió? mueve a educadores a pensar la práctica educativa en
cuanto experiencia, esto es, como acontecimiento singular, ético y profundamente
humano, que es vivido y a la vez, significado y resignificado por los sujetos
involucrados en el quehacer pedagógico. Sobra aclarar que ni las prácticas de
docentes, ni sus experiencias sentidas y significadas no pueden ni se dejan
generalizar ni universalizar, como lo pretende la ciencia y la institucionalidad
globalizada que busca prácticas ejemplares o modelos parametrizables.
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actores, en sus propios contextos, en los que se recupere la experiencia, se
promueva la escritura y la producción de saber pedagógico de manera solidaria,
que se reconozca un tipo de reflexión orientada hacia la transformación de la
práctica educativa. Por ello a lo largo de la formación en sistematización el eje de
los encuentros era la experiencia de los sujetos involucrados en la práctica
pedagógica, para recuperar toda la plenitud y especificidad de las prácticas que
promueven un conocimiento crítico para el cambio. De aquí que el propósito
manifiesto fue el de proponer la sistematización como un tipo de investigación
autónoma, sobre la práctica pedagógica, concebida como un camino de reflexión y
transformación del quehacer educativo.
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momento han sido: ¿Cómo convertir una experiencia pedagógica en un relato
pedagógico? ¿Cómo interrogar un relato de experiencia pedagógica? ¿Cómo
diseñar, planificar y gestionar dispositivos de documentación narrativa de
experiencias? Por último el grupo de participantes elabora un perfil de la propuesta
de sistematización que esperan ejecutar.
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conceptuales y nociones construidas en grupo. Las preguntas que caracterizan la
preocupación del grupo, en este momento, tienen raíces en formaciones
académicas y se interroga por las categorías y marcos referenciales; también,
dudan de la posibilidad de que sean los mismos relatos y sus reflexiones los
lugares desde los que surgen las preguntas y los aprendizajes. El pensamiento
teórico, en el que la gran mayoría de docentes ha sido formada, se hace presente
cuando se pone en duda la potencia o integridad epistémica de la
práctica/experiencia y de su reflexión
Paulo Freire (1970) alertaba, hace ya tiempo, que no hay manera de captar y
comprender lo que sucede, de manera aislada, suelta, desconectada; por el
contrario, hay que leer la práctica y las experiencias, en lo que él llamaba: “unidad
epocal” (Freire; 1970: 119). Leer las dificultades que maestros y maestras tienen
para indagar sus prácticas está en relación con las ideas, las concepciones en
boga de lo que es educar, enseñar o ser profesor; entender lo que frena, frustra o
paraliza hoy a docentes a indagar su práctica está muy seguramente asociado con
miedos y dudas instaladas desde los tiempos de su formación. Las dificultades
para asumir la sistematización como una estrategia para construir conocimiento y
saber (sabiduría) pedagógico, desde la reflexión de la práctica, están, también,
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relacionadas con las esperanzas, los valores y opciones en juego y sobre todo con
los obstáculos para ser maestras y maestros orientados al cambio.
Los valores en juego en la unidad epocal que nos tocó vivir pone a los maestros y
maestras a no leerse en sus preocupaciones e interrogantes, los saca al afuera y
se desencadena un ejercicio de comparación permanente con los demás. Se
habla del maestro auténtico, de la maestra innovadora, de la diversidad de sus
prácticas, todos recursos que pueden ser explotados por el sistema imperante
(Han, 2018). La singularidad, la alteridad, lo incomparable de una práctica
docente, de las experiencias de maestras y maestros, no pueden ser expuestas en
concursos, comercializables o premiados. El reconocimiento que educadores
hacen de ello, por medio de la sistematización no lleva a un intercambio de
complacencias, ni a un sentirse cansado de sí mismo y, menos, a verse vaciado,
enajenado de su experiencia, de sus saberes pedagógicos; y es por ello, que entre
otras cosas, se dificulta sistematizar. La razón la señala el filósofo Han, Byung-
Chul (2018)
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Estos quieren una labor docente predecible, garantizada y que carezca de
conflictos, riesgos o fragilidades (Biesta, 2017).
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Una alerta planteaba el pedagogo brasileño Paulo Freire (1997) cuando indicaba:
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acción con los que resuelve el día a día. Las epistemologías de los y las docentes
tienen componentes cognitivos: creencias, percepciones, concepciones,
intuiciones y componentes de orden afectivo, como: expectativas, motivaciones,
valores, miedos, entre otros. Cuanto más articulados estén estos componentes
cognitivos y afectivos con lo que propone la episteme hegemónica más
dificultades se presentarán porque querrá apropiarse de una estrategia de
construcción de conocimiento orientada al cambio.
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vienen haciendo sobre el quehacer docente es un freno. Por ello es que es un
debate constante entre la permanencia de lo ya establecido, del
acostumbramiento de mirar al otro como objeto de estudio y el cambio epistémico
que lleva a mirarse, reflexionarse, expresarse sobre los motivos del propio hacer.
Las preguntas iniciales siempre apuntan fuera de sí, de la práctica, de la
experiencia vivida. Resituar la pregunta, restablecer al sujeto de enunciación,
hacer conciencia de ello y del beneficio que ese cambio tiene es un camino de
concientización, necesario si queremos cambiar las formas de interrogar, describir,
comprender y explicar lo que nos pasa en nuestro actuar frágil, arriesgado e
incierto.
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muchos llegan desde las rutinas que no sólo se radican en la acción sino y, sobre
todo, en conciencia que se tiene del hacer.
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hace referencia a ideas, nociones, conceptos y teorizaciones que permiten
comprender motivos y momentos de la acción, que dan cuenta de los nombres
que ponemos a nuestros actos y sus sentidos. A diferencia de las investigaciones
tradicionales, en la sistematización nos interesa reconocer los vacíos y debilidades
de las fuentes inspiradoras y, producto de esta reflexión se dé una
reconceptualización que permita reinformar la práctica, enriquecerla y orientar los
cambios a dar. El transitar de un pensamiento teórico a uno epistémico y de un
marco teórico a descubrir fuentes inspiradoras diversas en su naturaleza y
diferentes en su profundidad y fecundidad comprensiva origina en docentes
angustias, frenos y desasosiegos, porque la propuesta entra en el campo del
sentipensamiento y se separa de las teorías y disciplinas científicas.
A lo señalado anteriormente, traigo a cuenta las palabras del maestro Paulo Freire
(1997) cuando decía:
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académica, vemos que en los escritos se presenta falta de estructura en los textos
que coarta posibilidades descriptivas y comprensivas.
Como vemos son muy variados los retos, dificultades y las diferentes dimensiones
con las que se relacionan las propuestas formativas y en especial aquellos que
tienen como propósito ampliar las capacidades para construir pensamiento crítico
y transformador sobre la práctica. La propuesta que hacemos de formación en
sistematización sigue una pauta de Freire y es la de no permitir que nos paralicen
el miedo a los obstáculos y a las dificultades.
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las técnicas se reconozcan, tensionen y problematicen tanto en las condiciones de
producción, como en las condiciones que permiten legitimar socialmente los
saberes pedagógicos producidos. Para dar estos pasos se tienen que trabajar
algunos conceptos como: cambio, pertinencia, sentipensamiento, curiosidad
epistémica y solidaridad.
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Similar a la formación en IAP, cuando se inicia el de sistematización aparecen
componentes invariantes que requieren ser tenidos en cuenta, develados,
estudiados, conceptualizados. Hay componentes que además requieren de
aprendizajes y de alertas, para conservar la opción epistémica crítica y dialógica.
En esta perspectiva, el preguntarse, el describir, el recuperar la intuición, la
sensibilidad, el saber diferenciar y complementar la explicación/comprensión, el
desarrollar capacidades para imaginar posibles cambios pasan por una formación
y práctica que permita interpelar el pensamiento teórico y fortalecer un
pensamiento epistémico alternativo.
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que tenemos que aprender a conectar la intuición, la emoción, la curiosidad, la
pasión, el cuerpo, los sueños, los deseos, los sentimientos para registrar,
documentar, narrar e interrogar nuestras prácticas desde allí. La sistematización
es una tarea que nos reconecta con nosotros mismos, con la práctica y con el
nicho ecológico en el que somos y hacemos, para ser lo que somos.
Por lo anterior, a lo largo de estos dos años encontramos que los debates éticos,
políticos y pedagógicos hacen parte de la formación en sistematización, y toca
abrirles un espacio para que estos se den, se presenten y se asuman desde la
autonomía que el grupo construye en cada encuentro. Al crear estos espacios se
ve que el pensar teórico pedagógico entra en diálogo con los saberes y las
experiencias de maestros.
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Figura 2. Invariantes la formación en sistematización
Por otra parte, la propuesta formativa en sistematización tiene que ver con la
necesidad de aprender a manejar la confusión, la incertidumbre que originan los
desacomodos, las ausencias y presencias, las tensiones entre posiciones de
poder desiguales en el grupo de educadoras y educadores. La ecología de la
acción formativa es compleja y requiere en cada encuentro una lectura estratégica
de lo hecho, de los avances, de las dificultades y de las condiciones en las que
cada participante se esfuerza por construir una propuesta de sistematización o
escribir relatos sobre sus prácticas. Este tipo de saber pedagógico estratégico
permite recrear la propuesta y el proyecto formativo, por cuanto es pertinente con
las necesidades e intereses de los sujetos participantes.
Esto tiene que ver, también, con la necesidad de trabajar con las y los
participantes las emociones, las condiciones contextuales, las motivaciones que
direccionan y le dan o quitan aliento a la sistematización que emprenden, por esto
la animación se realiza a corto plazo: de un encuentro a otro, en la escritura
colectiva en un blog4 o a mediano plazo: la esperanza de una publicación, como
fue el caso de este libro.
En otro orden de cosas, aprendimos que hay asuntos por develar o deconstruir en
la formación y estos tienen que ver con comprender el origen de las inquietudes
que mueven la reflexión de la práctica, la naturaleza y el tipo de preguntas que se
hacen cuando quieren analizar su quehacer, la percepción que tienen de su
quehacer y las posibilidades de cambio que ven, los ejes o aspectos centrales de
las narrativas, en las que organizan lo que saben y desean resaltar; por ello es
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Ver el blog: https://sispraxis.blogspot.com/2019/08/trabajo-grupal.html
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que toca insistir en la necesidad de no quedarse sólo en ello. Así como se puede
avanzar sobre estas tareas, también existe la necesidad de ir, a lo largo toda la
formación en sistematización, dialogando, problematizando y aclarando las
comprensiones que tienen, y buscar una mayor y mejor apropiación para que las
propuestas se hagan posibles.
Los encuentros formativos son espacios privilegiados para dialogar sobre las
condiciones que tienen los educadores para producir saber pedagógico,
documentar sus prácticas, narrarlas, reflexionarlas. Reconocer los
condicionamientos permite problematizar las lecturas deterministas o fatalistas del
“aquí nada se puede” o “en estas condiciones cualquier cosa es imposible…”. Es
necesario que el grupo reflexione los contextos y sobre las condiciones que limitan
u obstaculizan la construcción de saber pedagógico, es necesario develar y
denunciar aquello que cierra horizontes, limita autonomías, altera preguntas y
respuestas, genera frustraciones y miedos, paraliza la capacidad sentipensante
de docentes. A la vez, al reflexionar en los encuentros sobre las condiciones de
producción de saber pedagógico se da uno cuenta de que existen posibilidades y
potencialidades que facilitan, movilizan y apoyan procesos de sistematización y
reflexión de las prácticas pedagógicas. Para avanzar en ello quizás sea oportuno
elaborar cartografías personales y grupales que den cuenta de las condiciones
institucionales, laborales, profesionales, o de otros aspectos con los que cada
maestra o maestro pueda identificar en qué y cómo inciden esos
condicionamientos en el desarrollo de la reflexión y de la escritura.
Por último, insistir en que hoy desde una opción de cambio y con una postura ética
solidaria, construir saber pedagógico y poder compartir lo que nosotros sabemos
sobre nuestras prácticas cobra sentido si asumimos el propósito de recrearnos,
de cambiar; esto tiene carácter de urgente; pero es necesario que respondamos a
esa exigencia sin desprendernos de las utopías, sin desistir de la amorosidad, sin
abortar la esperanza, sin renunciar a la tarea educativa de formar en y para la paz
con justicia social y, sobre todo, sin olvidar que nuestra tarea, como educadores,
educadoras está orientada a promover el cuidado de la comunidad de vida en el
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planeta y a educar para apoyar acciones orientadas a dignificar las condiciones de
existencia.
Referencias bibliográficas
Biesta, Gert (2017) El bello riesgo de educar. Cada acto educativo es singular y
abierto a lo imprevisto. Madrid: SM.
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Larrosa, Jorge (2003) Entre las lenguas. Lenguaje y educación después de Babel.
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Mortari, Luigina (2002) “Tras las huellas de un saber”. En Diótima, El perfume de
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