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Fisiopatología,
manifestaciones clínicas, dx. Abordaje inicial, tratamiento y seguimiento luego del alta
de acuerdo a al rango etario (pediátrico lactante, pediátrico y adulto)
2) ¿Cómo se evaluaría la función renal en lactantes (incluye hemograma) y cuáles son sus
valores de referencia?
3) ¿Qué implicancia tiene el antecedente de hidronefrosis gestacional en el desarrollo de
infecciones del tracto urinario en lactantes?
4) ¿Qué tipos de costos se encuentran implicados en el caso de Ezequiel? ¿Existen
estudios de costo-efectividad en el tto de la infección urinaria en lactantes?
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son muy comunes e importantes en la infancia.
Y particularmente las infecciones del tracto urinario superior (es decir, pielonefritis
aguda) pueden provocar cicatrices renales, hipertensión y enfermedad renal terminal.
PATOGENIA
TERAPIA ANTIBIÓTICA
Terapia oral: la mayoría de los niños que no están vomitando pueden tratarse
con antimicrobianos administrados por vía oral. Se debe mantener un contacto
cercano con la familia durante los primeros dos o tres días de terapia; Se debe
enfatizar la gravedad de la infección y la necesidad de completar todo el curso
de la terapia.
●Regímenes orales preferidos : sugerimos una cefalosporina como
agente oral de primera línea en el tratamiento de la infección urinaria en
niños sin anomalías genitourinarias. La terapia antimicrobiana para niños
con anormalidades genitourinarias es individualizada.
•Para los niños con una alta probabilidad de compromiso renal (es
decir, fiebre> 39 ° C [102.2 ° F] con o sin dolor de espalda) o
inmunodeficiencia, generalmente utilizamos cefalosporina de segunda
generación (p. Ej., Cefuroxima ) o de tercera generación. (por
ejemplo, cefixima , cefdinir , ceftibuten ). La probabilidad pronosticada
de resistencia a las cefalosporinas de primera
generación, trimetoprima-sulfametoxazol o amoxicilina es
relativamente alta, y las concentraciones de nitrofurantoína en los
tejidos pueden no ser adecuadas para erradicar el organismo
causante.
Para los niños con bajo riesgo de compromiso renal (fiebre ≤39 ° C [102.2 ° F],
sin apariencia tóxica), preferimos una cefalosporina de primera generación (por
ejemplo, cefalexina 50 a 100 mg / kg por día por vía oral en dos dosis divididas)
siempre que la resistencia local de E. coli a las cefalosporinas de primera
generación en la comunidad específica no sea alta (p. ej., ≥15 por ciento).
Terapia parenteral
Respuesta a la terapia.
IMAGEN
●Niños menores de dos años con una primera infección urinaria febril
●Niños de cualquier edad con IU febriles recurrentes.
●Niños de cualquier edad con una infección urinaria que tienen
antecedentes familiares de enfermedad renal o urológica, crecimiento
deficiente o hipertensión
●Niños que no responden como se espera a la terapia antimicrobiana
apropiada
SEGUIMIENTO
Se debe instruir a los padres de bebés y niños pequeños que han sido tratados
por una infección urinaria febril y niños con disfunción intestinal y vesical (un
factor de riesgo de infección urinaria recurrente) para que busquen una
evaluación inmediata de las enfermedades febriles posteriores para garantizar
el reconocimiento y el tratamiento oportunos de IU recurrente. La evaluación de
estos episodios debe incluir análisis de orina y urocultivo.
CISTITIS Y PIELONEFRITIS
ANATOMÍA PATOLÓGICA
La cistitis es, por regla general, una inflamación superficial de la pared vesical,
caracterizada por la aparición de un infiltrado inflamatorio, edema e hiperemia de la
mucosa. Si la infección progresa, pueden aparecer hemorragias focales o difusas y
exudado purulento. En la pielonefritis se observa un infiltrado inflamatorio con
predominio de leucocitos polimorfonucleares, generalmente localizado en un lóbulo
renal y de aspecto triangular con la base dirigida hacia fuera. Si existe obstrucción
ureteral puede afectarse todo el riñón y, en pocos días, la acción conjunta de infección
e hidronefrosis puede originar una lesión irreversible del parénquima renal. En los
primeros años de vida, la infección asociada a reflujo vesicoureteral y/o intrarrenal
puede originar cicatrices con pérdida de grosor de la corteza renal, deformación de los
cálices y deterioro progresivo de la función renal. Con el nombre de nefritis bacteriana
aguda focal se designa una forma de pielonefritis aguda que cursa con una intensa
respuesta inflamatoria local, ocasionalmente con formación de microabscesos.
Probablemente se trata de una fase flemonosa previa al desarrollo de un absceso
intrarrenal.
CUADRO CLÍNICO
La cistitis se caracteriza por la aparición de disuria, polaquiuria y micción urgente
(síndrome miccional irritativo o síndrome cistítico). Con menor frecuencia se observa
incontinencia, tenesmo y dolor suprapúbico, que puede aumentar con la micción
(estranguria). La fiebre y otras manifestaciones sistémicas son muy raras. Su aparición
indica la existencia de pielonefritis o de prostatitis. La orina puede ser maloliente y
turbia y ocasionalmente puede haber hematuria macroscópica (cistitis hemorrágica).
La pielonefritis suele comenzar de forma súbita con fiebre elevada, escalofríos y
afección del estado general. La distensión de la cápsula renal origina dolor en la fosa
lumbar, a veces con náuseas y vómitos. El dolor puede irradiar al flanco, a la fosa ilíaca
del mismo lado o al epigastrio. La percusión de la fosa lumbar y la palpación bimanual
suelen ser dolorosas. El cuadro puede acompañarse o ir precedido en 1 o 2 días de un
síndrome cistítico. En pacientes ancianos la infección puede cursar con incontinencia
urinaria, dolor abdominal vago, confusión, disminución de movilidad, caídas al suelo y
deterioro de la función renal. Cerca del 20% de los pacientes con pielonefritis aguda
presentan bacteriemia y en torno al 5% sufren shock séptico. En el paciente diabético
la pielonefritis puede complicarse con el desarrollo de necrosis papilar o necrosis del
parénquima renal y formación de gas (pielonefritis enfisematosa descrita más
adelante). La necrosis de una o varias papilas renales puede causar hematuria,
obstrucción ureteral con dolor semejante al de un cólico nefrítico y deterioro de la
función renal.
■ DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de cistitis es clínico. Puede confirmarse por la existencia de leucocituria.
Se dispone de tiras reactivas que revelan la presencia de esterasa leucocitaria y
permiten detectar la leucocituria a la cabecera del enfermo con una sensibilidad y
especificidad en torno al 90%. En el laboratorio puede realizarse un recuento de
leucocitos en una cámara cuenta glóbulos o un examen del sedimento de una muestra
de orina. Con la primera técnica, el 95% de las pacientes con cistitis tienen más de 10
leucocitos/mL de orina. El examen del sedimento es una prueba menos precisa pero
más fácil de realizar. Se consideran patológicos los recuentos superiores a ocho
leucocitos por campo. La presencia de cilindros leucocitarios indica que la infección se
localiza en el parénquima renal.
donde:
Urocultivo
Bacteriuria significativa : Chorro medio > de 100.000 UFC/ml, germen único en orinas recién
emitidas (3 hs de retención)
ETIOLOGÍA
En general, se debe evitar el examen en los primeros dos o tres días después del
nacimiento, ya que la hidronefrosis puede no detectarse debido a cambios en el líquido
extracelular que subestimarán el grado de hidronefrosis.