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Nº 54 NOVIEMBRE - 2011

JUSTICIA A LOS MUERTOS


o un alegato a favor del recuerdo moral
Beatriz Restrepo Gallego1
Oscar Muñoz - Re-trato, Fotografía del video - 2003

1. Estudios de filosofía en Manhattanville College, New York, EUA;  Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Central de Madrid (hoy Complutense),
España; Instituto Superior de Filosofía, Univeridad Católica de Lovaina, Bélgica,  Docente de Filosofía en Facultad de Filosofía y Letras, UPB; Instituto
de Filosofía, UdeA.  Exsecretaria de Educación de Antioquia. Exsecretaria ejecutiva del PLANEA. 
Corporación Región identifica en el artículo JUSTICIA A LOS MUERTOS o un ale- conceptos de razón, historia y me-
gato a favor del recuerdo moral, de la profesora Beatriz Restrepo Gallego, un aporte moria en su relación con el tema que
desde la reflexión filosófica a la profundización de las reflexiones de las víctimas
y la sociedad hoy. Su artículo, publicado en el periódico El Colombiano en el año
aquí se propone, las víctimas, quiere
2000, se reedita con la certeza de su vigencia. aportar en la búsqueda del sentido
(filosófico y teológico) y de la signi-
ficación política de tantas muertes,
Según el Diccionario de la Real Aca- y de la injusticia. No se trata de rei-
para terminar con un breve recurso
demia Española, un alegato es “un vindicar un recuerdo para satisfacer
a la poesía.
escrito en el cual expone el aboga- a los vivos y a los dolientes; se trata de
do las razones que fundamentan el buscar darle un sentido a la muerte 1. La razón. Uno de los puntos más
derecho de su cliente”, o un “argu- inocente de tantos compatriotas, de interesantes del pensamiento de
mento o discurso a favor o en contra tal manera que su vida truncada y Metz es su controversia con la ra-
de alguien”. Pues bien, este texto su existencia interrumpida por azar, cionalidad moderna, tanto con la
quiere, ante el debilitamiento de error, insensatez o maldad, no caigan concepción ilustrada a la que cues-
nuestra memoria colectiva y la fra- en el vacío. Ello solo es posible si nos tiona su arrogancia, expresada en
gilidad de nuestros recuerdos, decir esforzamos por ver estas muertes términos de autonomía, sujeto y
una palabra a favor de los muertos y desde el punto de vista de la vida progreso, como con la más reciente
desaparecidos por nuestra violencia, y de la historia, esto es, de lo que razón comunicativa a la que señala
los miles de hombres, mujeres y ni- ellas significan para nosotros y para también limitaciones por su exigen-
ños víctimas de muertes inesperadas quienes han de venir detrás. cia de copresencialidad y consenso.
e inexplicables, individuales o colec- Considera nuestro autor que ni una
tivas, anónimas e insensatas, y recla- Para ello retomo el concepto de ni otra dan cabida a los vencidos, a
mar para ellos la justicia a que tienen memoria moral, central en el pen- las víctimas de la historia a quienes
derecho, que le dé reparación a sus samiento del filósofo y teólogo ale- quiere recuperar del olvido frente al
deudos y dote de sentido su muerte al mán Johannes Baptist Metz y que él sujeto autónomo de la razón ilustra-
reconocerla no solo como un hecho entiende como aquella memoria ca- da y al interlocutor válido de la razón
siniestro e inmerecido, sino también paz de atender los gritos de dolor de comunicativa.
como un símbolo cuyo significado las víctimas inocentes y de suscitar
compasión y solidaridad y exigencia Metz propone, en cambio, una razón
nos toca desentrañar a nosotros los
de justicia; mientras ésta llega, ella anamnética (del griego an: negación
vivos.
abre la puerta a la esperanza que se y amnésis: olvido = razón que no ol-
Más necesario es este alegato cuando mantiene activa gracias al recuerdo vida o razón memoriosa) que cumple
entre nosotros tantos están a favor moral (1999:181). La obra de este una doble función. Por una parte,
del olvido y en contra del recuerdo, autor, Por una cultura de la memo- frente a la razón ilustrada que criti-
desatendiendo así un llamado de ra- ria (Barcelona: Anthropos, 1999) y, ca, la razón anamnética recuerda y
dical solidaridad a nuestra razón y a especialmente, el epílogo escrito es memoria; y por otra, frente a la
nuestra sensibilidad como seres hu- por Reyes Mate, apretada síntesis razón comunicativa, ella se opone,
manos, a nuestra fe como creyentes del pensamiento de Metz, servirán de un lado, a la presencialidad de
y desconociendo, de paso, la fuerza de fundamento e hilo conductor a sus interlocutores recuperando la
crítica de la memoria del sufrimiento una reflexión que, centrada en los evocación y la escucha de los ausen-

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tes, de los muertos (sobre todo de mer, hecha de solidaridad y capaz
los inocentes) y de otro, se opone de percibir en la humanidad no la
también al carácter consensual de su dignidad realizada, sino la dignidad
verdad, señalando el disenso propio desarrollado al amparo de la moder- humillada ( p.189).
de la razón anamnética al denunciar nidad ilustrada: es una historia que
y exigir justicia entendida, además, Estos tres conceptos: razón, historia
–citando a Bonhöffer– contempla los y memoria son esenciales a la tarea
como una forma de verdad. Más aún, acontecimientos desde abajo, desde
para Metz, la razón anamnética es que este texto quiere suscitar: man-
la perspectiva de los marginados, de tener viva la memoria de nuestros
una categoría constitutiva del espí- los maltratados, de los débiles, de
ritu humano (1999:73-78) que nos muertos inocentes y darle a su muer-
los oprimidos y humillados, en una te un sentido que permita asignarles
permite acceder no sólo a la verdad palabra, de los que sufren (p.184). un lugar en nuestra historia, de la
sino al mundo de una manera total-
3. La memoria es puesta por Metz cual –hasta ahora– parecen quedar
mente nueva, según apunta Reyes
como mediación entre razón e his- proscritos. Se trata, como dice Metz,
Mate (p.166).
toria. Es ella rasgo esencial del ser de recomponer una cultura del re-
2. La historia. Hija legítima de la ra- humano: como razón, y gracias al cuerdo, antes de que sea demasiado
cionalidad moderna es, para Metz, la recuerdo que es su función propia, tarde, antes de que la historia sepulte
historia racionalista que se ha desa- deviene medio de liberación; como a la memoria. Se trata de sustituir la
rrollado en los últimos siglos, “muda historia, hace presente el pasado y impasibilidad del logos (de la razón)
e impotente frente al sufrimiento”. posibilita nuestra conciencia his- por la compasión de la memoria… de
Ella, amarrada a una razón triun- tórica que es el fundamento de la unir el pensar y el pesar, la reflexión
fante, al sujeto que se afirma en la responsabilidad y la solidaridad. Es y el sufrimiento (p. 186). Veámoslo.
autonomía de su voluntad y en el pues inhumana, a los ojos de Metz, la 4. Las víctimas. La tarea es, en térmi-
optimismo del progreso (p.169) solo propuesta de olvidar (p.63). Además, nos metzianos, construir una cultura
registra las grandes gestas, los nom- improcedente: sin la memoria del de la memoria que mantenga vivo el
bres de los héroes y los vencedores, sufrimiento, el futuro deviene cada recuerdo de tantos muertos víctimas
la marcha de un tiempo lineal hacia vez más frágil; sin el recuerdo de la de la violencia, como acontecimiento
un progreso indefinido, olvidando injusticia, ésta se repite en el presen- histórico –tal vez el más importante
que toda conquista es despojo y toda te; más aún, es por la fuerza crítica y significativo en nuestra trayecto-
dominación, servidumbre. de la memoria del sufrimiento y de ria como nación–. Se entiende por
la injusticia que el establecimiento acontecimiento histórico un hecho
Metz se vuelve, entonces, a la con-
teme a los contenidos subversivos pasado que, gracias a la memoria
cepción cristiana y bíblica de la his-
del recuerdo, según una conocida colectiva, se mantiene en el presente
toria que culmina en una perspec-
tesis de Marcuse (p.11). y, preñado de sentido, afecta formas
tiva teológica: no hay dos historias,
de pensar y transforma comporta-
una sagrada y otra profana, una del Metz va agrandando el papel de la mientos sociales. Solo en el marco
mundo y otra de la salvación. Para memoria hasta convertirla en su ca- de una cultura de la memoria, como
el creyente solo hay una historia, la tegoría hermenéutica fundamental, la plantea Metz, podremos recuperar
de la salvación, entendida como la como recuerdo moral del sufrimien- del olvido a tantas víctimas inocentes
misma historia del mundo, troque- to ajeno, de la injusticia pasada. Este para hacer de su muerte un aconteci-
lada por una esperanza indestruc- recuerdo mantiene viva la esperanza miento histórico y no un mero dato
tible en la justicia de Dios que es en que las cosas serán de manera estadístico; para señalarles un lugar
universal, que incluye a los muertos diferente, si cada uno de nosotros en nuestra historia y no solo en los
y sus sufrimientos y que nos implica mantiene viva la memoria. Se trata, titulares de prensa. Acontecimiento
a los vivos en el compromiso con su entonces, de construir una cultura histórico que por su sentido entre a
realización (p.41). Así, el tema espe- de la memoria –como propone el transformar nuestras mentalidades
cífico de la religión judeo-cristiana título del libro que se ha tomado de y a modificar nuestras prácticas so-
es la historia, pero una historia ra- guía– en la que haya lugar para un ciales. ¿Cuál puede ser este sentido?
dicalmente distinta de la que se ha ética compasiva como la de Horkhei- Ese es el meollo de la cuestión.

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Oscar Muñoz - Aliento, Instalación serigrafía sobre película grasa - 1996

Porque nosotros no solemos hacer- minos de colectividad y de reconocer sino del respeto, horror, espanto, que
nos preguntas de esta profundidad. que estos muertos, que no murieron ello suscita, porque estos aconteci-
Nuestra razón instrumental y estra- librando su propio y particular com- mientos no demandan respuestas
tégica se conforma con preguntar: bate, no pueden ser confinados al de la razón, sino que interpelan a
¿Qué hacer? ¿Qué hacer con tantos recuerdo amoroso y doliente –pero todo el ser humano a escuchar a las
muertos y desaparecidos, aparte de frágil y débil como todo lo indivi- víctimas, a mirarlas frente a frente
hacer de ellos escalofriante y ver- dual– de quienes los amaron. Más en compasión y solidaridad. Ante
gonzosa estadística? Y con presteza bien ellos, que murieron a causa de las víctimas inocentes, a nosotros
damos respuestas expeditas. En el nuestra incapacidad para construir, como seres humanos, como personas
plano teórico, es la tesis de “perdón como ciudadanos, una convivencia y como cristianos, no nos queda sino
y olvido”, equivocadamente ligada a ordenada y justa, para asumir como invocar el recuerdo moral, no como
una comprensión de la reconcilia- comunidad moral compromisos con clamor de venganza, sino como escu-
ción basada en el perdón como olvi- la solidaridad y la justicia y para cha a una demanda que apela a todo
do. En el plano práctico, la respuesta el hombre en su humanidad común.
hacer realidad como cristianos los
se ha concretado de una manera aún Lo que no se puede es callar (Reyes
efectos salvíficos de la redención,
más desafortunada: “Que cada quien Mate, p.180). Al recuperar del olvi-
tendrían que ser rememorados por
recuerde a sus muertos”, mientras do a los muertos nos dejamos tocar
todos.
nosotros olvidamos los de todos. por su mirada y por esta pregunta
5. El sentido. ¿Cómo entonces inter- sombría: ¿Por qué? ¿Por qué yo? Y
Ambas respuestas dan cuenta de pretar estas muertes? Retomemos a la filosofía no tiene más respuesta
nuestra radical insolidaridad e in- Metz, quien habla no de la compren- que ésta, en dirección de la historia:
capacidad de pensar y actuar en tér- sión del sufrimiento de las víctimas, que no se repita, a la manera de un

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imperativo categórico como lo pro- Ahora bien, esto supone apropiarnos
puso Adorno frente a Auschwitz; y de la muerte del otro, especialmente
la teología, a su vez, se vuelve hacia de la de la víctima inocente, asumien-
la escatología: el pasado sigue pen- de la Plaza de Mayo y las nuestras de do así el carácter no sólo individual
diente mientras llega la justicia de La Candelaria, que devino eficaz, gra- sino colectivo del morir humano:
Dios que es para todos, los vivos y cias a la memoria persistente de un algo irreparable sucede cuando mue-
los muertos (p.181). re un miembro de una comunidad
dolor que se negó a ser consumido
por el tiempo. Nosotros no hemos si es que hemos aprendido a valorar
Solo la filosofía y la teología nos
comprendido la fuerza política de el ser humano en su común huma-
permiten, según Metz, encontrar un nidad que compartimos, no solo en
sentido a la muerte de tantos inocen- la memoria del sufrimiento: hemos
desperdiciado su potencial al reducir sus ilusiones y esperanzas (p.178), en
tes, de tal manera que se haga de ello su potencialidad laboral y su signifi-
un acontecimiento histórico en la al ámbito de lo privado –del duelo
personal– lo que debiera ser piedra cación económica, criterios con los
medida en que, por una parte, como que, con frecuencia, fríamente nos
de escándalo colectivo –y de duelo
seres humanos nos comprometemos referimos a los muertos de nuestra
público–. Este concepto de lo público
a luchar por que aquello de lo que violencia.
que tan ajeno nos es, irrumpe aquí
guardamos memoria, no se repita en
con mucha fuerza: el amor se hace Hemos aceptado el juicio interna-
el presente y contribuya a un futuro
política cuando el recuerdo privado cional que ha hecho de nosotros el
en el que la muerte sea el fruto de la
del ser querido encuentra su plena país más violento. Pero hemos des-
consumación o la entrega (Ferrater
satisfacción al acceder al ámbito de atendido la otra cara de la moneda:
Mora, El ser y la muerte, p.205) y lo público y convertirse en exigencia
no, como ahora, del radical desam- a mayor violencia, mayores sufri-
de justicia en el presente y esperanza miento y dolor. Somos igualmen-
paro. Y, por otra, como cristianos nos de justicia en el futuro. te el pueblo con más sufrimiento
comprometemos, en una apasionada
acumulado que, paradójicamente,
implicación con nuestra realidad, en Pero transformar el duelo individual
no ha logrado lo que sentenció Eu-
la realización de la fe en la justicia en duelo colectivo requiere un ta-
rípides: “aprender del sufrimiento”
universal de Dios. Lo que realmente lante espiritual, político y moral, del
y que Metz comparte al afirmar
se esconde tras la memoria moral es cual aún no damos muestras como
que la memoria moral es autoridad
una exigencia de justicia, de nunca pueblo, como nación. W. Benjamin
práctica y teórica del sufrimiento
más. En ambos casos, piensa Metz, decía a este respecto en “La vida de (p.179). Para hacerlo, tendríamos
hay esperanza, la que se mantiene los estudiantes” (en La metafísica de que tener una clara conciencia histó-
viva gracias al recuerdo moral. Solo los estudiantes, p.121), que hay un rica derivada de una comprensión de
este recuerdo “salva”, tanto del odio criterio sencillo y seguro para poner nuestro mundo como historia de la
y del rencor como de la congoja y la a prueba el valor espiritual de una cual hace parte también la violencia
autocompasión. El recuerdo moral comunidad; es éste: ¿Encuentra su que tantos muertos y desaparecidos
salva (p.189), sea que lo interpre- expresión todo lo que sucede a esa ha causado (p.149), no como hasta
temos filosófica o teológicamente, comunidad? Reflexionemos en cuán ahora cuando la “gran” historia ofi-
avaros hemos sido en las expresio- cial la ha tratado como un evento
pues nos compromete en una acción
nes colectivas de duelo que en otros secundario y minoritario. Solo la
transformadora.
tiempos y lugares han caracterizado conciencia histórica nos constituye
6. La fuerza política. Cuando se asu- a los pueblos espiritualmente unidos como sujetos históricos, responsa-
me la responsabilidad histórica de en momentos de prueba: los ritos bles, por tanto, solidariamente de
mantener el recuerdo moral al luchar funerarios, los actos de purifica- todo lo que en nuestra historia ha
contra la desaparición de la memo- ción y desagravio, los monumentos sido: vida y muerte, victoria y derro-
ria, ésta asume una dimensión políti- y memoriales, las conmemoracio- ta, gozo y sufrimiento, abundancia
ca y replantea de una manera nueva nes públicas, los símbolos, que las y escasez. Mientras no tomemos en
la relación ética-política (p.165): el prácticas rituales y los lenguajes del serio la historia, liberando del olvido
amor deviene política (p.42). Así ha arte convierten en vida colectiva al tantos acontecimientos, no nos sen-
sucedido con el amor de las madres conjurar y derrotar el olvido. tiremos solidarios con el sufrimiento

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y la injusticia, no habrá lugar para entre los vivos y con los muertos
el recuerdo históricamente signi- como nos dice Rilke en su poema
ficativo de nuestros compatriotas Hora solemne:
y conciudadanos muertos: “sólo lo
El que llora en el mundo en cual-
que no cesa de doler permanece en
quier sitio
la memoria” apunta Metz a propósito
de Nietzsche (p.7). llorando sin motivo en este
mundo,
Sin solidaridad no son posibles la llora por mí.
memoria y el recuerdo moral que
..........................
no es simple rememoración, sino re-
cuerdo activo, transformador, como El que camina en el mundo en
sucede con el compromiso político, cualquier sitio
la racionalidad ética y la vida de fe caminando sin motivo en este
cuando son genuinas. mundo,
viene hacia mí.
7. La poesía. Quizás estos discursos
El que muere en el mundo en
de la política, la filosofía y la teología,
cualquier sitio
no convoquen a todos. Quedan aquí,
sin embargo, abiertos como invita- muriendo sin motivo en este
mundo,
ción permanente a nuestra ciudada-
nía, a nuestra común racionalidad y me mira a mí.
a una fe que requiere ser reflexionada En nuestro país, miles de hombres,
de manera fundamental. Volvámo- mujeres y niños dolientes, lloran por
nos entonces al universal lenguaje todos nosotros; desplazados, vienen
poético para que sea la poesía, en hacia nosotros. Pero en particular, y
su capacidad evocadora y sugeren- de manera aún más perentoria, miles
te, en su precisión y profundidad, y de hombres, mujeres y niños, vícti-
en su potencial para afectar nuestra mas inocentes, nos miran. Y desde el
más profunda sensibilidad, la que pasmo aterrado de su muerte violen-
nos recuerde la radical condición ta e insensata, todavía no justificada
humana de solidaridad: que mana pero sí olvidada, sus miradas, ya para
de la compasión ante el sufrimiento siempre mansas y sosegadas, nos re-
ajeno, que nos posibilita el recuerdo claman el recuerdo moral –por tanto
moral y sin la cual la cultura de la colectivo– que les haga justicia y les
memoria no es posible. Solidaridad señale su lugar en nuestra historia.

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