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El tabú en la Literatura infantil

Comienzo esta exposición partiendo de la definición de ​Literatura infantil,​ definición que he generado y lo sigue
haciendo, debates en torno a ella, a su corpus y a su legitimidad.
Entiendo la Literatura Infantil como “todas las producciones estéticas o creativas que tienen como vehículo la palabra y
como receptor a un niño”. Rubió la define como aquella rama de la literatura de imaginación que mejor se adapta a la
capacidad de comprensión de la infancia y al mundo que de verdad les interesa.
Se consideran dentro de esta literatura tanto las obras ganadas, como las especialmente creadas para un público
infantil, teniendo en cuenta sus necesidades íntimas desde supuestos psicopedagógicos.
Quedan excluidas de la literatura todos aquellos libros instrumentalizados que carecen de creatividad, con intención
didáctica, moralizante, ideológica, adoctrinante o al servicio de las demandas del mercado, que apelan al niño como
lector, sin ser estrictamente literarios.
Partiendo de esta definición, como mediadora cultural desde la labor docente, surge la pregunta sobre lo que se lee en
las escuelas, como institución legitimadora del canon. Comparto con Cecilia Boujour la idea de cuestionar el carácter
normalizador y ajeno del canon y considerarlo un recorte posible entre tantos.
Teresa Colomer, en su libro Introducción a la literatura infantil y juvenil, dice: “Una de las funciones de la LIJ es la de
ofrecer acceso al imaginario humano configurado por la literatura”. Agrega que las obras tradicionales, se reelaboran, se
reinterpretan, a la luz de las preocupaciones morales, sociales e históricas de cada época y que uno puede dar cuenta de
cómo es una sociedad leyendo aquello que se edita para niños.
Hace ya unos años Graciela Montes explicaba que la literatura pertenece al orden del arte, el arte hecho con palabras. Y
que como las palabras, específicamente la lectura y la escritura, son cuestiones de la escuela, esto suele provocar un
malentendido. Decía Montes: “Ambas se ocupan de las letras y, sin embargo, la literatura es sapo de otro pozo. No es
una especie natural de la escuela, aunque sea bueno, y hasta extraordinariamente bueno que la escuela le haga un sitio.
En el fondo, la literatura es una extraña, una forastera, una rara, nativa de otros campos. […] A la escuela la sorprende y
la sobresalta la literatura, no sabe bien dónde ponerla, qué hacer con ella; a veces parece que la llevara en brazos como
un paquete engorroso, trastabillando con él, dejándolo caer en cualquier sitio” (Montes 1997).
Montes señalaba que en los años ochenta, algunos maestros comenzaron a hacer ingresar en la escuela la literatura
producida por los escritores argentinos como Elsa Bomerman, Laura Devetach, Graciela Cabal, Gustavo Roldán,y tantos
otros y que allí se produjo una conjunción de factores que favorecieron ese ingreso: maestros audaces, buena
producción de escritores y editoriales con compromiso.
Elsa Bornemann fue censurada por el gobierno militar por su cuento “Un elefante ocupa mucho espacio” simplemente
porque un elefante hacía huelga. Y el cuento “Monigote en la arena” de Laura Devetach por exceso de imaginación. La
lista sería demasiado larga.
Sin embargo, esa tendencia pasó y “se terminó el idilio”. Fue entonces cuando, según la escritora, se produjeron varios
cambios:

● De lo diverso a lo homogéneo: surgieron las clasificaciones, esto es, las colecciones, las series, las divisiones por
edades, por temas, por tonos, por valores.
● De lo casual a lo reglado: lo que era lectura sin restricciones ni reglas, pasó a depender de instructivos sobre
cómo leer y qué hacer antes, durante y después de la lectura.
● De lo global a lo fragmentario: de la lectura de libros completos hubo un traspaso a la lectura de manuales y
libros de texto en los cuales la literatura se fragmentó.
● De la pasión a la acción: la lectura se convirtió en la excusa para hacer cosas como maquetas, murales,
dramatizaciones, completar cuestionarios. Acciones para demostrar que con la lectura sola no basta, que hay
que hacer algo con ella. Y entonces se eligen lecturas por su adecuación a la actividad, más que por la calidad
literaria misma.

Cabe preguntarse, entonces, de qué modo influyen estos pasajes en lo que se publica y circula como literatura para
niños y jóvenes en la actualidad, y si el panorama descrito por Montes hace ya unos años continúa igual o se ha
modificado.
Lo primero es decir que los cambios de eje descritos ponen al descubierto que, cuando la literatura deja de lado su
pertenencia al orden del arte para hacer ingresar la pedagogía en su interior, comienza a perder el libro su carácter
literario para convertirse en un instrumento más de uso didáctico en las aulas.
Las representaciones de infancia que tienen los selectores, ya sea en las editoriales como en las escuelas, y el temor a lo
que las familias de los chicos que recibirán esas lecturas piensen, influyen significativamente en lo que se produce en el
mercado editorial. Existen cuestiones que efectivamente se pueden relacionar con formas de censura o tabúes y que se
vinculan con lo que los diferentes actores del campo denominan “razones de mercado”.
Los temas más conflictivos son el sexo y la muerte, seguidos por las malas palabras, la discriminación, el acoso escolar y
la homosexualidad. Se nombran, además, otros temas como pobreza, marginalidad
(prostitución, cárceles, etc.), divorcio, ancianidad, cuestiones políticas y religiosas, temas escatológicos, explotación de
trabajadores, entre otros.
Existen temas sobre los cuales hay restricciones. Aunque en el mercado editorial sí se publican libros que se atreven a
tratar estas materias, con frecuencia lo hacen de manera superficial. Sin embargo, el problema se presenta más
crudamente a la hora de la circulación, es decir, cuando esos libros llegan a los diversos canales de distribución de lo
literario: librerías, bibliotecas, escuelas, etcétera.
Ya en los años ochenta del siglo veinte, Marc Soriano alertaba acerca de estas ausencias de contenidos y los dobles
discursos y ambigüedades que se generaban alrededor de lo sexual, negando incluso asuntos en torno a la diversidad de
género. En su imprescindible ensayo La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas, el
autor expresa que “las obras que se ocupan de estos problemas se consideran —casi peyorativamente—
comprometidas”, por el contrario “las que los ignoran son artísticas.”

Lo que Graciela Montes definió como el tendido de un corral sobre la infancia, donde la contemporaneidad y
visibilización contestataria de nuevas realidades sociales, culturales, políticas, que emergían a contra pelo de los
modelos o estereotipos “políticamente correctos”, quedaban en la periferia de los temas a tratar en la LIJ.

Fanuel Díaz habla de libros perturbadores, que se encuentran prácticamente marginados de la LIJ. Estos libros producen
inestabilidad en la mente del lector, dejan un sabor amargo, producen cambios en su psiquis. De allí su marginación por
parte de los mediadores.
Sin embargo, expresa que el mundo de los niños no es ni debe ser, totalmente idílico y que el mediador de esas lecturas
debe asumir que son necesarias ya que nos enfrentan a aspectos que forman parte de las experiencias de crecer y vivir.
El encuentro con un libro considerado “perturbador“ –término ampliamente utilizado para referirse a aquellos libros que
abordan temas turbulentos o extraños–, siempre es una invitación al debate, a repensar los cánones establecidos y,
sobre todo, a acercar a los lectores a temas que están en su entorno y que parecen ocultarse o evadirse, aunque estén
más latentes que nunca.

Como fenómeno de la recepción, la perturbación va ligada a la intolerancia que tenemos como lectores para aceptar
nuestra ​sombra, ​aspectos reprimidos de nuestra personalidad. La perturbación nos lleva a precipicios psíquicos que
desestructuran nuestra manera de percibir una experiencia o de evaluar el comportamiento humano.

Laura Devetach, en ​La construcción del camino lector​ sostiene que los adultos nos ponemos en el papel de guardianes
de los niños, que pensamos en la edad para la cual está destinado un libro, en la etapa en la que el niño se encuentra.
Pensamos también en si lo entenderá o no. Y sostiene que esta ideología con que se trata a la lectura reduce las
posibilidades de recepción, minimiza al receptor.

Si la ficción —que opera como un motor entre lo posible y lo soñado, entre lo real y lo impensado— no habla también
de estos temas “difíciles”, en realidad lo que sucede es que los niños de todas maneras acceden a estos conocimientos
“no dichos” —o son sorprendidos— por otras vías, en o fuera del entorno afectivo, y muchas veces, desde medios
menos comprometidos con el arte.
La LIJ está entre nosotros para comprometerse con la fantasía y también con la realidad cotidiana construida con
aciertos y contaminada de adulteraciones.
Los niños y niñas que habitan los relatos infantiles no siempre lo hacen en familias perfectas, amparados, escuchados o
protegidos y esto lo demuestran algunas recientes publicaciones. Niños perturbados, solos, avergonzados, angustiados,
rechazados, silenciados están ahí, casi sin comunicarse porque el otro no aparece o no está para reparar la intemperie
del principio.

La Literatura infantil, como manifestación artística de la palabra que, en el caso de los libros para niños, interactúa
también con la ilustración (expresión plástica importantísima en la construcción de sentido por parte del joven lector,
especialmente en el libro álbum). Sus relatos tienen que ver con temáticas peculiares a la infancia, y si bien durante
mucho tiempo ha sido “instrumentalizada” como material pedagógico, o sea, con fines didactistas, la LIJ se ha alejado de
ese “servilismo”, abordando todo tipo de temáticas, incluso varias consideradas tabúes.
A continuación, una selección de textos que recorren dichas temáticas. Es necesario recordar aquí que siempre la
selección de un canon es un recorte, una determinación particular que excluye otros casos, ya sea por desconocimiento
de su existencia, o por elección, y que lo que se describe en los textos analizados a continuación es solo la lectura
reflexiva de quien describe, o sea la manera autónoma con la que un lector interpreta y construye sentidos desde su
subjetividad.
En este corpus, se han considerado los textos que cumplen con el criterio de ser material capaz de evidenciar, desde la
ficción, acercamientos textuales propios del arte literario, sin explícita referencia a estrategias educativas respecto de
esos temas. La cuestión no es abordar cierto tema, sino como se lo enfrenta para que no sea un panfleto y sí literatura.
Colomer define como uno de los elementos asociados al lenguaje literario su capacidad de evocación y connotación a
través del uso de imágenes y símbolos, su posibilidad de apartarse de la exposición lógica de los conceptos para apelar a
una comunicación más global que atañe a diversos niveles de las personas. La fuerza de las imágenes literarias, su
capacidad de evocación y connotación es lo que las incorpora en el imaginario colectivo
Incluyo en este corpus cuentos ilustrados y también álbumes infantiles, teniendo en cuenta que en estos , las
ilustraciones son constructoras de sentido y un complemento del texto, nunca su repetición.
Se considera que el álbum ilustrado presenta información visual y textual de una forma concreta y específica. La
combinación de los modos semióticos visuales y textuales puede llegar a determinar la comprensión del cuento por
parte del niño.

Temas tabú en la LI:

La sexualidad y abuso​: Han estado presentes en la LIJ desde sus orígenes. Ya la versión de Caperucita Roja —recogida
de la oralidad popular y transcripta por Charles Perrault—, prevenía con explícita moraleja a las niñas sobre no dejarse
seducir por “seductores” que solo quieren llevarlas a la cama. Pero tal vez sea “Piel de asno” —también recopilado por
Perrault e incluido en su célebre Cuentos de Mamá Oca (1697)—, uno de los primeros relatos para niños que toca el
escabroso tema del incesto y la amenaza del abuso (un rey que halla en su propia hija la posibilidad de volver a casarse
con alguien tan hermosa como su fallecida esposa y madre de la víctima):
Cabe recordar que por aquellas épocas, la infancia era una etapa de vida poco mirada, un sector poblacional
desatendido, y que los niños de los sectores populares llegaban a mayores si lograban sobrevivir a las extremas
condiciones de vida que compartían con cualquier adulto.

(2009)
¡Estela, grita muy fuerte!
Isabel Olid
Ilustrado por Martina Vanda

Análisis pragmático:
Isabel Olid (también firma como Bel Olid) es catalana (n.1977). Miembro del grupo de investigación de literatura infantil
y juvenil Gretel, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Este libro recibió el premio Qwerty al Mejor Libro Infantil en
2009. Si bien este texto es incluido en programas de prevención del abuso infantil, y la autora ha expuesto públicamente
el haber sido abusada de niña, el texto en sí no explicita ninguna estrategia pedagógica o didactista. Por el contrario,
está narrado poéticamente sin caer en ningún remate moralista o con moralejas. En palabras de la propia Isabel Olid,
esta no es una historia sexual, sino un cuento sobre el grito.
Martina Vanda es italiana (n.1978). Además de ilustradora, es artista plástica y autora integral. Se graduó en ilustración
en la Universidad de Roma y continuó estudios en bellas artes en la ESAG de París. Edita y publica sus propios libros
ilustrados en España, México y Francia. Vive entre Roma y Barcelona desde 2004, donde trabaja y expone sus obras.
Según sus propias palabras: “Para el dibujo cotidiano saco inspiración de mi cotidianidad (mis clases de danza, la lluvia,
las montañas, la música, la poesía, los encuentros…) Para mis proyectos completos, saco de las experiencias vividas
plenamente y los recuerdos de mi niñez.”

Análisis paratextual

Se trata de un cuento ilustrado, presentado en formato de libro de 21 x 21 cm., en papel ilustración con tapas
semiduras. Visualmente predominan los colores azules, amarillos y marrones, con dibujos de trazos sueltos, que dan
plena sensación de imágenes en movimiento.

Apenas abrir la primer página, conmueve la dedicatoria “A mis hijos, para que aprendan a gritar cuando lo necesiten. A
mi madre, para que aprenda a escuchar cuando grito.”

Análisis narrativo

Es un cuento ilustrado.
Estela es una niña feliz, juega, se divierte pero le apena que su mejor amiga, Lucía, tiene muy mal carácter y siempre
quiere lo que Estela toma para jugar. Y si ella no se hace lo que la amiga quiere, Lucía la pellizca o molesta. Estela
siempre cede, se imagina que es pájaro y se mete en las historias de los libros.

La maestra de las niñas nota esa dificultosa relación que va del cariño a la pelea entre ellas y le explica a Estela que
“cuando alguien te haga algo que no te guste, tienes que decirle que pare. Y si no para, entonces gritas muy fuerte hasta
que vengan a ayudarte” (la palabra “gritas” está en negrillas y en tipografía mayor).

Estela ensaya la estrategia, incluso cuando mamá la peina y sin querer tironea su cabello. Y mamá entonces para, se
disculpa y lo hace más suave.

Luego aparece el tío Anselmo, que era bueno y divertido. Cuando se reunían en casa de los abuelos hacía magia y
contaba cuentos. Un día la invita a jugar al baño, le quita la ropa y la toca en partes íntimas. Estela no entiende ese
juego, pero le pide que pare, y como no lo hace, luego grita:

Le sale un grito enorme.


Un grito tan fuerte que se escapa por la ventana
y viaja mar adentro, resuena por China y por Australia
y les llega a los pingüinos del Polo Sur
y a las jirafas de África.
Y entonces toda ella se convierte en el grito
y siente cómo tiemblan las hojas de los árboles de la selva,
cómo los caracoles esconden los cuernos,
cómo los perros corren debajo de las camas
y todas las nubes se ponen a llover.

La resolución, a través de palabras poéticas, es amorosa y de rescate familiar. Estela aprendió a decidir: cuando alguien
quiera hacerle daño, ella gritará muy fuerte.

(2013)

Las fotos de Caro


Christel Guczka

Ilustrado por Edmundo Santamaría Gómez

Análisis pragmático

Editorial Junco. Libros del Rincón. Colección Al sol solito. Secretaría de Educación pública. México. 32 páginas.
Este es un libro álbum, en formato de 21 x 21 cm., presentado en papel ilustración con tapas semiduras. Editado inicialmente por
Junco, luego fue comprado sus derechos por la SEP para su distribución gratuita en escuelas primarias de México (con un tiraje
inicial de 89,000 ejemplares). También puede ​descargarse gratuitamente​ y verlo narrado por varios mediadores de lectura en
Youtube.

“El cuento de ​Las fotos de Caro ​originalmente constaba de diez cuartillas de texto. Pero dado a la crudeza del contenido y las
situaciones que se planteaban, consideré que lo mejor era buscar sinergia con algún ilustrador/a que, desde su libertad
creativa, pudiera aportar al impacto de la historia.”

Trabajar estos temas es casi épico, pero lograr que una editorial lo quiera publicar es aún más difícil. Christel Guczka, al
respecto plantea:

“Vale la pena compartir también la polémica que surgió en torno a este libro. Una vez que la propuesta estaba terminada, me
di a la tarea de buscar editor. Pasaron años para que alguien se animara a publicarla: el argumento principal era justamente
por el tema… no era “vendible” y, desde el punto de vista de muchos editores, seguramente los padres de familia o escuelas
no lo adquirirían por temor a acercarlo a los pequeños y porque, literalmente, ‘había temas más importantes que abordar en
la LIJ’.

Tardé mucho tiempo para colocarlo en una pequeña editorial que lo imprimió exclusivamente para concursar en los Libros de
Rincón de la Secretaría de Educación Pública. Entró a concurso y, luego de grandes debates entre comités de selección de
diferentes estados del país, sobre la pertinencia del material para niños, es como resultó elegido y fue repartido en todas las
escuelas públicas del país. Para que esa decisión se diera, intervinieron UNICEF y otras instituciones, como IBBY, para
determinar que el libro era adecuado. ​Si bien el libro ha sentado un precedente en el país y es conocido por mucha gente,
hoy en día ninguna otra editorial ha querido obtener los derechos para su reedición, venta y distribución por los mismos
argumentos: hay miedo de abordar el tema.​ Sin embargo, he trabajado con él en muchos talleres con pequeños lectores de
diferentes edades (y también con algunos maestros y promotores de lectura convencidos de su importancia) y la respuesta es
magnífica. Esto me lleva a confirmar que el trabajo de sensibilización es mayoritariamente con los adultos.”

Análisis paratextual

Es un libro álbum. Tiene 32 páginas. Conmueve visualmente que el ilustrador Edmundo Santamaría Gómez solo ha usado
fondos negros e imágenes en marrones, grises y sepias. Siempre en primeros planos la cara de Caro, sus enormes ojos
queriendo entender lo que sucede. Sobre el final, los colores se van haciendo claros, dejando ver la luz que entra a la vida de
Caro.

Análisis narrativo

Narrado en tercera persona, la voz omnisciente va contado en cada página lo que la niña vive.A Caro su tío siempre le ha
dicho que hay que sonreír en las fotos.

La onomatopeya ​flash​ se repite muchas veces en el libro, mientras aparecen fotos que registran la vida de juegos y
cumpleaños de Caro. “Sin embargo, las últimas fotos no han sido divertidas” y el álbum pasa a imágenes tristes, donde solo se
ve la cara asustada de la niña con una lágrima rodando por su mejilla, y un brazo que la lleva a algún lado. Y luego el tío, los
secretos y las imágenes que no serán palabras habladas ni fotos mostradas en un álbum familiar.
Una doble página sin texto muestra a niña y hombre desnudos, imagen difusa, tras la mampara de un baño, los enormes ojos
de susto de Caro pintan la escena de desamparo y desolación.

Otra escena del álbum la muestra asustada, orinándose encima mientras su tío le repite que está obligada a guardar ese
secreto.
Ella no entiende por qué sucede todo aquello, solo sabe que no le gusta. Se esconde. Se aísla. Se encierra en sí misma. No
habla. Su imaginación la lleva a otros lugares donde puede ser feliz.Cuando el lector ya espera o presupone un desenlace tras
un “Pero un día…”, el tono cambia y anuncia un futuro: “Un día no muy lejano, Caro se dará cuenta que el miedo no debe
llevarse en silencio”. Hasta allí los fondos de ilustración siguen siendo negros. En la última página, aún con esos primeros
planos sobre la carita de Caro, todo color se aclara, ya no es negro, torna a color beige, y el texto habla de un futuro, cuando
pueda hablar de sus miedos, hallará abrazos y modos de salir de esta situación que la hace infeliz.

Un libro álbum que invita al lector a descubrir en cada palabra y cada imagen, un recodo de literatura donde leer, con los
chicos y las niñas, temas y realidades que no siempre son gratos, y experimentar lo liberador que llega a ser el arte al tender
puentes necesarios para ensayar otras reflexiones y miradas.

La muerte:

Más allá del gran río. Editorial Juventud (2004)


Texto: Armin Beuscher
Ilustración: Cornelia Haas
Existen libros en la LIJ que tratan sobre la muerte, son pequeñas obras maestras que tocan el tema con valor y madurez,
cuentos como “No es fácil pequeña ardilla” de Elisa Ramón y Rosa Osuna, “El pato y la muerte” de Wolf Erlbruch o “Como si el
ruido pudiera a molestar” de Gustavo Roldán. “Más allá del gran río” se ubica dentro de esta clasificación. La ternura y
fortaleza del texto, el tono alegórico que no oculta la realidad pero nos prepara para ella, la belleza de las ilustraciones, tanto
de los personajes como de los fondos, todo se conjuga para hacer un libro álbum inolvidable.
El río ha sido frontera natural a lo largo de la historia. Y eso ha hecho que también en el ámbito simbólico fuera frontera: por
ejemplo, en la mitología griega Caronte era el barquero que cruzaba el río Aqueronte con las almas de los muertos, y este río,
que separaba el mundo de los vivos del Hades, el de los muertos, resultaba ser una frontera implacable: una vez cruzada no
había comunicación posible entre los habitantes de ambas orillas. El río también aparece continuamente como metáfora de la
vida, como discurrir de días y correr alegre de agua: meandros, cascadas, remansos, lagunas, rápidos...; curso y transcurso de
la vida que termina por llegar al mar, que es el morir. El río es, por tanto, una imagen potente a la que este libro álbum acude
para abordar la muerte. Con un texto muy cuidado y unas ilustraciones delicadas y elocuentes, este libro nos permite
enfrentarnos a la muerte de los seres queridos de una manera natural: dando cauce a la tristeza, a las incertidumbres, a la
pena, pero también a los recuerdos felices y, sobre todo, este libro afirma el valor del grupo para compartir la ausencia y
seguir avanzando los días juntos. Un libro álbum hermoso en el que se habla de la muerte. Un libro que habla de la tristeza
ante la muerte, pero también del recuerdo y del consuelo, incluso de la celebración de las cosas buenas compartidas. Un libro
estupendo para acompañar la pérdida.

Análisis paratextual y narrativo

Vale la pena realizar un análisis detallado del libro, para ver cómo se conjugan texto e ilustración, formando capas de sentido
de gran belleza y sentimiento.
La tapa nos muestra el abrazo eterno entre la Liebre y el Mapache, apenas separados por un tronco de raíz que se hunde
hacia el suelo. En la guarda inicial la Liebre mira un libro y se va pensativa (¿irá a buscar al Mapache?). En la primera doble
página la Liebre y el Mapache se miran, el fondo son tonos pasteles en amarillo y verde, sin detalles, algunas hojas los rodean
en una suerte de abrazo. La Liebre le dice al Mapache.
–Tengo que hacer un viaje y no puedo llevarte. Al Pato, al Elefante y al Ratón tampoco.
-¡Oh, no! –dijo el Mapache -.No puedes irte sola. Debemos ir contigo porque tienes que cruzar el gran río y el río es ancho y
profundo.
En la segunda página son las flores las que rodean a la Liebre y al Mapache. La Liebre, decidida, nos da la espalda: “este viaje
tengo que hacerlo sola. Tú puedes acompañarme hasta la orilla”. El Mapache se gira para mirarnos, “El Mapache se sentía
muy raro”, nos dice el texto.
En la tercera está la imagen de la tapa y contratapa, el abrazo de despedida. El tronco de la raíz actúa como frontera, las
medias que tapaban las orejas de la Liebre cuelgan de él, son un símbolo del recuerdo de la vida. “estaría bien que les
hablaras de mí al Pato, al Elefante y al Ratón” pide la Liebre “… y una lágrima de Liebre se deslizó por su cara”
La siguiente página nos muestra el río, ancho, con dos amarres, se ven hojas flotando, arriba, gotas de agua, como lágrimas.
Sin texto, la ilustración delicada pero hermosa, simboliza la muerte.
En la página siguiente el Mapache está solo sentado en una piedra, los tonos verdes y amarillos dejan paso a los azules, que
rodean la sombra del Mapache. “Entró en el agua pero no se hundió. Era como si estuviera sentada en una barca que la
llevaba. Pero yo no vi ninguna barca y después la Liebre desapareció” contaría después el Mapache. “Tenía el corazón roto. Se
sentó en una piedra y lloró…”
La siguiente página es impresionante, el Mapache sentado mirando hacia la izquierda, recordando, los tonos azules, y la
Liebre pintada en lápiz blanco sentada contra su espalda mirándolo. Y es el recuerdo de la Liebre el que da fuerzas al
Mapache. “…recordó cómo se animaban mutuamente”
En la siguiente página vuelven los tonos amarillos y verdes, el Mapache está con el Ratón, el Pato y el Elefante. “La Liebre no
volverá” les dice, “¿ha muerto” pregunta el Elefante. “-Sí –contestó el Mapache.” Las medias de la Liebre, en una botella,
acompañan al Mapache.
Los cuatro van a dar una vuelta en silencio, arriba de cada uno, en lápiz blanco sobre azul, se ven los recuerdos que cada uno
tiene de la Liebre.

En la siguiente página, el Elefante tomó su trompeta y comenzó a tocar una canción.


“Tocaron hasta muy tarde y el Mapache incluso bailó”, en esta página los azules rodean el núcleo amarillo y verde de los
personajes, representando la reconciliación con la separación.
La anteúltima página muestra a los personajes acostados. Mapache abraza la botella con las medias de la Liebre. “¿Tú crees
que la Liebre nos ha oído tocar?” preguntó el Ratón. “Claro que sí” dijo el Mapache. “-Pues entonces tocaremos más a
menudo”.
En la última página vemos el gran río amarillo como en un amanecer; en el amarre, la botella, como una despedida y un nuevo
comienzo.
El libro no se detiene en la alegoría, el gran río es un símbolo, pero la Liebre ha muerto. Los personajes se enfrentan a ella con
entereza, sufren, aman y de ese amor y esos recuerdos sacan fuerzas para seguir, para cantar y ser felices.
Aceptar la muerte como una etapa más de la vida, sin temerla, es quizás el regalo más importante que podemos legarle a un
niño, este libro, como los otros mencionados, nos ayuda en este objetivo.

La soledad, la desesperanza, la depresión.


El árbol rojo, de Shuan Tan. (2005)

Análisis pragmático
Shaun Tan, escritor y dibujante de poco más de 30 años, australiano, y que su afición por la lectura de la ciencia
ficción le llevó a unos inicios de ilustraciones fantásticas. Estas ilustraciones han ido tomando forma y calidad de tal
manera que libro que publica (bien escrito por él mismo o por otro autor), premio que recibe o, mejor dicho,
premios.

El árbol rojo se ha traducido a muchos idiomas, incluido el chino, el japonés y el coreano, lo que indica que tiene un atractivo
intercultural. Un tipo completamente distinto de «traducción» ha sido la adaptación de este libro como producción teatral
infantil desarrollada para el festival Out of the Box de Brisbane, que se inauguró en el Queensland Performing Arts Centre en
junio de 2004. Éste fue un proyecto fascinante y una oportunidad bienvenida de colaborar con artistas de disciplinas muy
distintas, de ver cómo se las arreglaban para interpretar el libro y, a la vez, de ver cómo respondía el público a ello. Las ideas
del libro original son muy amplias y en mi opinión apuntan más a un método de expresión, de «mundos emocionales», más
que el hecho de tener un contenido muy concreto, por lo que no solo induce a interpretaciones variables, sino que además
casi las está pidiendo. Eso parece apropiado si tenemos en cuenta que la experiencia de cada uno con el «sufrimiento» y la
«esperanza» es única y personal.
Construído con páginas de bajo contenido léxico, donde su protagonista, una niña sin nombre, recorre un mundo surrealista
de tintes oníricos con la sensación de que no puede hacer nada para cambiar lo que está a su alrededor. Pero al terminar el
día llega la esperanza de su vida a través de un árbol rojo.
La protagonista de la obra está construida bajo conceptos minimalistas,
También el hecho de tener el gran formato, no tener la tapa dura, y encajar todas las ilustraciones en recuadros,
les da a ambas publicaciones un aire de cómic que, no obstante, no lo son ya que la participación de los fondos de
las páginas, los tamaños de los recuadros y su distribución en las mismas, y la ausencia de bocadillos hacen que
difieran de esa otra forma de narración gráfica. Sin embargo serán unos libros igualmente admirados por los
amantes del noveno arte.

En El árbol rojo, Shaun Tan nos hace recorrer un día en la vida de una chica que lo inicia «vacío de esperanzas». Así
nos irá ofreciendo todo lo que ello conlleva: oscuridad, incomprensión, falta de lógica, de comunicación, ver cómo
pasa ante si lo bello como inasequible, incluso perderse de uno mismo… pero al final había un motivo para todo,
un respiro, una ilusión, un árbol rojo tal y como «lo imaginaste».

La situación del personaje es tan dolorosa que hace creíbles las metáforas plásticas para representar su
abatimiento. Son especialmente impresionantes el zoom de alejamiento del caracol en la espiral para representar
la desesperanza, y el caos de grandes buques que rodean la pequeña barca en la que sitúa a la chica para
representar esos momentos en los que todos los problemas llegan de golpe.

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