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Así, hemos de ver que el carácter del ser de lo a la mano lo comprendemos dentro de la
conformidad. El ser de lo a la mano posee ese carácter de ser referido, que entendemos
como la referencia, así Heidegger dirá que: “El ente es descubierto en cuanto que, como
este ente que él es, es referido a algo” (Heidegger, P.98), de modo que hemos de
conformarnos con él en algo. Pero con esta conformidad no se trata de dar una construcción
óntica sobre los entes, sino que se considera una determinación ontológica del ser de estos
en el guardar la conformidad; en sí, la conformidad se da como una posibilidad del ser.
Ahora, la totalidad de conformidad es aquello que nos señala qué conformidad ha de ser
guardada respecto con algo a la mano; este va hasta donde no existe el guardar
conformidad, retrocede al para qué, donde el ente ya se considera no en la forma de lo a la
mano contenida en un mundo, sino como ser en el mundo. De modo que podemos notar una
relación entre la estructura de la conformidad y el ser mismo del Dasein, dado a que el
primario para qué, al que retrocede la totalidad de conformidad, va al por mor del que, el
cual es exclusivo del Dasein.
Seguidamente, hemos de aclarar lo que acontece con el hablar del conformarse tanto óntica
como ontológicamente, para entender la libertad basada en el fondo de la conformidad y su
caracterización hacia el ser del Dasein. El sentido óntico del conformarse comprende el
curarse de, donde se ha de dejar ser algo que se entiende en sentido ontológico; pero no un
dejar ser en sentido de dar por definido el ser de algo, sino el descubrir un ente, en su ser a
la mano, para que haga frente y el Dasein, en su andar óntico, se conforme en ellos. Por otra
parte, el conformarse ontológicamente es el que da el estado de libertad a todo ente a la
mano -dentro del mundo circundante-, sea que uno se conforme o no ónticamente con él.
Así, en lo a la mano que hace frente, la conformidad descubierta, se encuentra la
mundiformidad de lo a la mano; entendiendo que la descubierta forma de ser no puede
concebirse como un ente de aquello sobre el fondo de lo cual se da la libertad de lo a la
mano.
Pero es el comprender el mundo ese previo abrir aquello sobre el fondo de lo cual se da la
libertad a lo que hace frente dentro del mundo, y es algo en lo cual, en cuanto ente, el
Dasein se desenvuelve. Es claro pues que al ser del Dasein se le presenta la particularidad
de serle inherente una comprensión del ser, y Heidegger dirá: “La comprensión tiene su ser
en el comprender” (Heidegger, P.100), de modo que si al Dasein le es principalmente
pertinente la forma de ser del ser en el mundo, su comprensión debe ser un comprender el
mundo.
Por último, vemos que Heidegger precisa unos problemas referentes a la mundanidad desde
un aspecto ontológico, pues quiere aclarar ontológicamente el punto de partida del análisis,
que es el ente intramundano, para lo cual ha de hacer uso de los supuestos de Descartes,
con el fin de discutir los fundamentos ontológicos en que se mueven las interpretaciones del
mundo posteriores y anteriores al mismo Descartes.