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VALORACION DE LA CONDUCTA HUMANA

I. Introducción.
El ser humano no es un ser cerrado al mundo y a los demás, al contrario es y está abierto
al ambiente donde realiza su vida y a un diario contacto intersubjetivo; es racional,
autoconsciente e inteligente y además posee una facultad volitiva para decidir que hacer
con su vida, como orientar sus actos, como encaminar su libertad hacia la realización
plena de sí. Teniendo claro esto, vemos que inmediatamente entramos a la dimensión
ética de la vida del hombre, siendo este el sujeto del obrar ético o moral. Esta es la
primera y fundamental estructura de la ética. Del estudio del hombre integral como
sujeto del comportamiento humano, surge una de las dimensiones importantes en el ser
humano y es el de la “responsabilidad” la cual es una de las categorías más importantes
en la antropología moral. Solamente un comportamiento responsable es un
comportamiento moral1.
La conducta humana es realmente impredecible, actualmente el hombre se comporta de
una manera que en realidad escandaliza a la humanidad o sobre todos aquellos que creen
en la ética y en una vida moralmente buena. También es claro como dichas actitudes y
comportamientos hoy son explicados desde disciplinas como la psicología, la sociología,
las ciencias tanto biológicas como tecnológicas, etc., más sin embargo nuestro enfoque
será esencialmente ético, ¿Por qué actuó de esta forma? ¿Por qué debo hacer esto y no
aquello y en que me favorece hacerlo? ¿Realmente importa la ética y la moral hoy y es
más, están vigentes en el mundo o se han perdido u olvidado?
II. ¿Qué es la ética?
El problema central al intentar decir algo sobre ética es el de precisar, con la menor
arbitrariedad pero también con la menor pedantería académica que sea posible, de que
asuntos vamos a tratar: ¿los deberes que tenemos hacia nuestros semejantes?, ¿Las
normas que rigen la vida de una persona decente?, ¿los valores sociales que nos gustaría
ver respetados?, ¿las razones por las que podemos justificar haber obrado de tal o cual
manera, en lugar de cualquier otra?, ¿las pautas de conducta de las diversas épocas y
comunidades?
La lista de temas que podríamos asumir en la ética son muchos más2.
Antes que entrar en dar una respuesta clara de la conducta humana, debemos definir el
término de ética, es preciso mirar la etimología. El término “ética” deriva del ethos, que

1
Cfr. AGUDELO, G., Ética fundamental, profesional y de la educación, verdad y vida, Bogotá 1989, p. 38
2
Cfr. FERNADO SAVATER, Diccionario de conceptos básicos de filosofía.
significa costumbre y, por ello, se ha definido con frecuencia la ética como la doctrina
de las costumbres.
Primitivamente: es tomado en un sentido “adjetivo”: se trata de saber si una acción, una
cualidad, una virtud o modo de ser son o no éticos3. Aquí surge el primer problema
porque la palabra latina Mor (Moris), significa también lo mismo. Pues bien, la
diferencia que hay entre ética y moral es la siguiente: la moral es el conjunto de reglas o
normas de comportamiento, distinguiendo lo bueno y lo malo. La ética es el estudio
sistemático de la moral, es la filosofía de la moral 4. Esta tiene como objeto de estudio la
moralidad es decir, aquella prioridad que hace que nuestras acciones sean buenas o
malas5.
Es una parte de la filosofía de una gran antigüedad (XXV siglos al menos). En la
filosofía occidental destacamos a Sócrates6, Platón7 y Aristóteles8, como primeros y
máximos representantes. Anteriormente, el “hombre pensante” basaba su primer
movimiento de la filosofía en la admiración.
El giro antropológico ético fue iniciado por los sofistas9 y seguido por estos tres
autores mencionados.
Este giro se pregunta por la persona, las normas, las costumbres, códigos de
conducta, leyes, culturas… Es una pregunta al fundamento de esto (divinidad,
legislador, propio ser humano…). Supone un paso de búsqueda de lo externo a lo
interno. En el caso de Sócrates no se trató de una forma intelectual del todo verificable
ya que conocemos su pensamiento gracias a Platón. Sócrates prefería mostrar al

3
Cfr. FERRATER MORA J, Diccionario de filosofía, T. I, p. 1141
4
Cfr. GONZALEZ, L., Ética, Ediciones Búho, Bogotá 2000, p. 24.
5
Cfr. BARON, F., Nociones de ética, Ediciones Voluntad, Bogotá 1945, p. 9-12.
6
Para el mismo Sócrates "una cuestión suprema domina todo el campo de la ética: la eudaimonia. Es la felicidad del bien
obrar y del perfecto éxito del obrar (…). El arte moral es el arte de ser feliz porque se vive bien". JACQUES MARITAIN.
Filosofía Moral. (p. 34 - 37). Ediciones Morata. Madrid.
7
Recordemos que, para Platón, "la moral es también una moral de felicidad (…). La meta es el liberarse de la cárcel del
cuerpo y el purificarse por la ascesis y el amor" (…) "La felicidad aparece como una ascensión nunca terminada, un
progreso en la participación que no alcanza jamás su límite". Maritain destaca cuatro temas en la ética platónica: "Bien,
felicidad, Fin y valor". En definitiva, nos encontramos con "una ética de los valores, con la dignidad intrínseca que les es
propia, más todavía que ética del fin último. Es una ética con valor estético". JACQUES MARITAIN. Filosofía Moral. (p.
45 - 49). Ediciones Morata. Madrid.
8
No solo fundo la ética como disciplina filosófica, sino que planteo la mayor parte de los problemas que luego ocuparon la
atención en los filósofos morales: relación entre las normas y los bienes, relación entre la ética individual y la social;
clasificación de las virtudes; examen de la relación de la vida teórica y práctica. FERRATER MORA, Dic. filosofía,T. II.
9
Aunque, según Maritain: "los sofistas carecían por completo de un principio interno de sabiduría. Y así, lo que creían por
sabiduría no podía ser más que un arte de seducción y persuasión mental. La vida intelectual era un combate de elocuencia".
Y siguiendo al mismo autor: "con los sofistas no tenemos todavía una filosofía moral. Estaban en contacto con toda la
materia de la moralidad humana, escrutándola con una inteligencia y una penetración a veces superiores; pero les debemos
gratitud, ya que hicieron posible a Sócrates". JACQUES MARITAIN. Filosofía Moral. Ediciones Morata. Madrid.
individuo su ignorancia en el conocimiento. En concreto, quiere buscar el fundamento
de la ley que no está en el legislador sino en el mismo hombre10.

Adela Cortina, considera que la ética y la moral son sinónimos, que significan el lugar
donde vivimos y cómo debemos vivir, las costumbres y el modo de ser, de cada persona.
La ética designa una reflexión sobre los problemas morales ¿por qué debemos?; la moral
se refiere al conjunto de principios, normas, valores trasmitidos que orientan el modo de
comportarse ¿qué debemos hacer?11
a. ¿Por qué el hombre es un ser moral?
Una primera certeza sobre el hombre, a saber, es que el sujeto (ego, persona) halla al
encontrase con los otros no sólo la certeza sobre sí misma como sujeto originario, sino
también un rasgo fundamental del ser humano. Ser para los demás y con los demás
pertenece al nucleó de la existencia humana: la relación con otros sujetos constituye y
forma parte de la definición de hombre 12. Por tanto la moral lo que busca en el hombre
es su realización como persona cada día con los demás y su liberación.
Para dar una repuesta a este interrogante se debe tener en cuenta tres criterios
fundamentales: 1. la persona como una realidad ética fundamental. Aquí se puede ver
en este criterio que la fundamentación de la moralidad está, es en el análisis del ser
humano en cuanto persona, aquí la persona para que encuentre su fundamento debe tener
un espacio libre para que se pueda desenvolver cada vez más. 2. La persona “lugar”
adecuado de la moralidad, toda la moral tiene como fundamento a la persona misma,
porque es en ella quien se constituyen cada uno de los valores morales. 3. la persona
“abierta”: fundamento completo de la moralidad, la persona humana no puede
entenderse como una realidad cerrada a la relación con los demás, antes bien debe ser
una realidad abierta a la alteridad y también como persona abierta a Dios. En pocas
palabras el hombre es el lugar donde habitan y permanecen los valores morales13.

10
Para Sócrates, "toda su empresa testimoniaba que es preciso, en definitiva, que sea posible definir las virtudes. Y así, lo
que ahora importa es que el ideal de un conocimiento firme e incuestionable en sí, de una ciencia de las cosas morales, está
ahora delimitado" (…) "Al mismo tiempo tiene lugar un cambio de atención hacia lo interior, hacia el descubrimiento de ese
mundo interno que llevamos dentro y que corresponde al concepto socrático de alma. Para Sócrates el alma tiene una
significación moral. Se trata de volver bueno el mundo interior, de que el alma sea sana, buena y bella". "Sócrates estará
dedicado a la moral. No predica ninguna clase de liberación mística sino la verdadera virtud y la felicidad que son una
misma cosa". (…) "La misión de Sócrates era práctica y no teórica". El mismo Maritain reafirma la genialidad primitiva
socrática comentando: "Pero no hubo antes de Sócrates filosofía moral propiamente dicha, o saber filosófico, teniendo por
objeto específico la conducta humana. Sócrates ha fundado paradójicamente un tal saber a fuerza de dudas, de cuestiones e
interrogaciones". Jacques Maritain. Filosofía Moral. (p. 20 -32) Ediciones Morata. Madrid
11
Cfr. CORTINA, A. - MARTINEZ, E.Ética.Editorial Akal, España 1996, p. 22.
12
Cfr. GEVAERT JOSEPH, El problema del hombre,p. 43 - 44
13
Cfr. VIDAL, M. - SANTIDRIAN, P., Ética personal, p. 35-38.
b. El bien moral propio del hombre
El bien moral es propio del hombre y de sus acciones libres en la vida, es el bien
correspondiente a lo más específico de la naturaleza humana, el bien en el propio
hombre radica es en la rectitud de su obrar, tanto con los demás como consigo mismo.
Los fines de la naturaleza humana constituyen el fundamento ontológico de nuestra
conducta y los indicadores que marcan el camino hacia nuestro bien. El bien adquiere en
el mismo hombre el carácter moral, porque el hombre es libre.
El obrar humano no sólo se caracteriza por una serie de valores, sino también porque
estos valores se asumen a la hora de obrar. La libertad y los valores son componentes
inseparables de la única acción humana. En cierto modo es la suprema aspiración del
hombre, (la libertad), la meta de sus esfuerzos individuales y colectivos; parece que la
libertad tiene mucho que ver con la realización plena del hombre. Es una palabra que
evoca el hecho de estar libre de muchas esclavitudes y alienaciones y, a la vez, el hecho
de poder ser uno mismo14. De manera que la consecución del bien depende es de la
autodeterminación (inteligencia y voluntad).
La bondad moral es la bondad propia de las acciones libres y rectas del hombre;
depende de su obediencia o desobediencia al orden o ley natural. En el hombre el bien
significa perfección, acabamiento, plenitud; por eso, la razón del bien compete más al
perfeccionamiento último que se adquiere por una recta actuación. El bien del hombre
radica en su rectitud de su obrar, en que su conducta se encamine a la verdadera
perfección del sujeto15
III. La experiencia moral

a. Definición:
Es necesario insistir en la clarificación y precisión de la palabra experiencia, dada la
importancia que tiene en toda la historia de la filosofía. Esta palabra aparece cargada de
diversos significados y acepciones que se pueden utilizar en diferentes sentidos:
 La experiencia como hábito prolongado para realizar cierto trabajo, hasta alcanzar
una habilidad perfecta.
 La experiencia como síntesis inductiva de muchos experimentos científicos.
 Experiencia de la gracia o experiencia cristiana. En otros términos de experiencia
religiosa, de una cierta apertura vivida y orientada a lo sobrenatural.16
14
Cfr. GEVAERT JOSEPH, El problema del hombre. p. 202 - 203
15
Cfr. RODRIGUEZ, A., Ética, Editorial Eunsa, Madrid 1986, p. 39-40.
16
Cfr. VALORI, Paolo. L´esperienzamorale. Mocelliana. Brescia. 1976, p. 117-119.
 Experiencia como aprehensión de un sujeto de una realidad, una forma de ser, un
modo de hacer, una manera de vivir, un modo de vivir, un modo de conocer algo
inmediatamente antes de todo juicio formulado.17
La experiencia tiene las siguientes características: La inmediatez; constituye la esencia
de la experiencia. Indica un contacto inmediato, intuitivo, vivido, presencial con el
objeto sin mediaciones ni interferencias. Receptividad; es necesaria cierta pasividad en
el momento de captar el objeto. Contacto con la realidad; es decir un contacto real con
las cosas, para captar su esencia.
Nuestra definición de experiencia se verifica perfectamente en la acepción de la
moralidad. La experiencia moral se entiende como un contacto inmediato, presencial,
vivida con una realidad que se nos impone de frente, realidad no empírica sino esencial,
que dice relación no a un mundo factual, físico, biológico etc. sino al significado y
dignidad de la conducta humana. Cuando hablamos de experiencia moral nos referimos
al conocimiento de realidades morales (costumbres, fenómenos espirituales,
instituciones, etc.) alcanzada por la observación externa ya sea directa o a través de la
literatura, historia, educación, etc. Con tal expresión designamos la actividad
espontánea con que nuestra razón práctica dirige las acciones voluntarias desde el punto
de vista del bien absoluto18.
b. Elementos de la experiencia moral
Los fenómenos morales, como los juicios éticos o prácticos son el punto de partida de
toda la ética. Se presentan como el nivel más fundamental por el cual nos sentimos
obligados o culpables moralmente ante una acción realizada. El juicio es una cierta toma
de posición ante la realidad que la reconoce y ratifica. Es un acto existencial vivido que
deriva de las mismas raíces de la condición humana, en la cual el sujeto en búsqueda de
un por qué y de un sentido para su vida, expresa el valor de aquellas acciones que
constituyen y enriquecen el significado19.
Unido al juicio ético, está la obligación y el sentido del deber. Corresponde a lo que
se debe hacer y a lo que no se debe hacer; es decir, lo mandado y lo prohibido. Es una
forma de juicio orientado a la praxis, con un marcado carácter de urgencia autoritaria,
como algo que se le pone al hombre. Debo cumplir cierta acción porque ella es buena.
El bien debe ser realizado. El mal debe ser evitado a costa de la propia vida.

17
Cfr. FERRATER MORA J, Diccionario de filosofía. T II. p. 1181-1188.
18
Cfr. VALORI, P., L’esperienzamorale, p. 123-154.
19
Cfr. Ibídem, 124-138.
Posee una dimensión dinámica, activa, practica, “veo lo que debe o lo que no debe ser
hecho”, lo obligatorio o lo prohibido. El deber no es separable del bien y del amor al
que se dirige20.
Haciendo un análisis de la experiencia moral, merece una especial atención el
arrepentimiento y el remordimiento como reflejo subjetivo de la valoración o estimación
moral.
En primer lugar el remordimiento significa una mordedura dolorosa a la conciencia
debido a una culpa cometida.En segundo lugar se encuentra el arrepentimiento que
indica la aflicción que nos golpea por un acontecimiento penoso; pero el arrepentimiento
indica algo positivo, porque a través de él yo me verifico capaz de reprenderme, de
romper la cadena de la culpa, aquella especie de fatalidad con la que yo estaba en
complicidad secreta. El yo arrepentido quiere decir que yo soy el autor de mis acciones,
que asumo toda la responsabilidad y reconozco lo que he hecho y sobre todo quiero
cambiar la vida21.
c. Características:
La experiencia moral presenta unas características propias que la hacen diferente a
cualquier otro tipo de experiencia social, estética, religiosa… la experiencia moral se
caracteriza por: 1. La percepción de un valor propio, el hombre concreto como persona
en sí mismo y por sí mismo, en su relación con otras personas coexistentes en la
intersubjetividad y obrando en conformidad a su dignidad irrepetible e inalienable,
según una mayor o menor fidelidad al sentido auténtico de su vida. 2. Tal valor no es un
hecho ya dado, sino que es la elección libre que tiende dinámicamente a realizarlo a
través de un proyecto. Esta tarea está conectada con el significado esencial de la
existencia para transformarse en obligación. La experiencia moral escoge, decide y
propone lo que podrá ser pero que tiende a ser. La moral presupone el poder tomar en
las manos nuestro destino, desligándonos de los determinismos. 3. La experiencia moral
aparece entonces como la correlación perenne e inagotable entre lo íntimo del yo libre y
el sentido que se busca dar a la existencia. En la opción el yo se construye a sí mismo y
se proyecta según un ideal axiológico que lo trasciende y que se esfuerza por alcanzar22.

20
Cfr. Ibídem, 149-154.
21
Cfr. Ibídem, 143-149.

22
Cfr. Ibídem. 154-163.
IV. El bien moral y el valor moral

a. Los valores en general


La noción de valor es una noción muy compleja, porque por una parte hace referencia a,
algo específico; pero por otra parte, el valor no puede concebirse sin referenciarlo a otras
categorías, como el bien; el fin... en ultimas el valor es una cualidad estructural que tiene
existencia y sentido en situaciones concretas; pero el valor no se reduce a las cualidades
empíricas, no se agota en sus realizaciones concretas, sino que deja abierta una ancha vía
a la actividad del hombre. Es fundamental tener en cuenta que el valor es fruto de una
síntesis que surge entre una realidad objetiva y una realidad subjetiva23.
b. El valor moral
Los valores más específicamente humanos son los que tocan a lo más propio de la
persona, a su libertad, y éstos son los valores morales. Los valores morales afectan al
sujeto en lo que tiene más íntimo y personal, en lo que es más propiamente de él
mismo: se refiere a su libertad. La libertad es la que determina el calificativo de buena o
mala de una acción. Los valores morales son los que se refieren, pues, a las acciones
propias del hombre en cuanto preceden a su libertad; de aquí concluimos que el valor
moral es el que mide propiamente el valor de la misma persona humana24.
c. El bien moral
El bien adquiere en el hombre carácter moral porque el hombre es libre, de manera
que la consecución de su bien depende y es causada por su libre autodeterminación. El
hombre se gobierna así mismo mediante la inteligencia y la voluntad, según la ley moral.
La persona humana conoce los bienes morales que debe conseguir, y según los cuales
debe auto dirigir su vida, aunque puede no hacerlo. El ser humano es moralmente bueno
cuando respeta el orden o la ley natural que se le presenta25.
En últimas lo que se resalta en esta parte del bien moral y el valor moral, es hacer ver
que la persona humana es capaz de adquirir o tener una conducta aceptable en su vida,
de modo que sus actos sean siempre encaminados hacia la búsqueda del bien y de su
propia felicidad, ya que el hombre es capaz de autodeterminarse y por medio de la
libertad, realizar acciones buenas.

23
Cfr. VIDAL, M – SANTIDRIAN, P. Ética personal, p. 54
24
Cfr. AGUDELO, G. Ética fundamental, profesional y de la educación. Verdad y Vida, Bogotá 1973, p. 196 - 197
25
Cfr. RODRIGUEZ, A., Ética, p.39-40.
V. La conciencia moral

a. ¿Qué se entiende por conciencia?


La conciencia es una realidad muy compleja. Su complejidad se manifiesta desde los
márgenes con que se alude a ella. “Voz de Dios” que nos habla en nuestro interior,
“gusano” que muerde y remuerde, “voz del alma”: cumple las funciones de “acusador”,
“testigo” y “juez”26. La conciencia moral es la misma persona en cuanto se siente
referida a algo superior a ella que lo trasciende; es la interioridad misma de la persona;
es la persona misma en su dimensión esencial hacia la plenitud de su ser27.
Desde el personalismo se entiende la conciencia moral como aquella función de la
persona y para la persona. El orden moral se tiene formalmente en cuanto la naturaleza
se personaliza. La conciencia no es función de la conciencia. Los escolásticos entendían
la conciencia como la conclusión de un silogismo en el que intervenía la conciencia
moral como la premisa mayor. La conciencia estaba en función de la conciencia moral.
La conciencia es función de unidad y de claridad dentro de la persona. De la conciencia
recibe la persona su dignidad28.
La conciencia corresponde a una actividad profunda, propia y exclusiva del sujeto
humano. Emite juicios sobre la bondad o maldad del comportamiento justificándolo o
reprobándolo29. Esto significa que el hombre es un ser moral por su índole racional, que
puede captar el sentido de sus actos libres. El hombre es un ser consciente; es decir, que
posee conocimiento de sí mismo como sujeto responsable de sus propios actos. ¿Cuándo
y cómo surge la conciencia moral en cada sujeto humano? La respuesta es sencilla: ella
aparece con el uso de la razón, y se ejerce con la pregunta: ¿qué debo hacer?, ¿Qué es
bueno aquí y ahora?, ¿Por qué y para qué hago determinada acción? La conciencia
moral como capacidad valorativa aparece cuando el sujeto es capaz de valorar su
conducta30.
b. Índole normativa de la conciencia moral
La norma de moralidad actúa de acuerdo con los contenidos que se haya en la
conciencia. La conciencia es norma de moralidad en la cual se establece la moral de mis
actos e incluso de los actos de las otras personas.
Para que la conciencia actúe como norma de moralidad debe reunir las siguientes
condiciones: rectitud, verdad y certeza. La conciencia es recta cuándo actúa con
26
Cfr. GONZALEZ, L., Ética, p. 133.
27
Cfr. VIDAL, M. - SANTIDRIAN, P., Ética personal, p. 71-74.
28
Cfr. RODRIGUEZ, A., Ética, p. 99.
29
Cfr. GONZALEZ, L., Ética, p. 134.
30
Cfr. Ibídem, 136.
autenticidad; es decir, se ajusta a los principios y valores de la persona y los actos se
realizan en conformidad a la ley moral. Lo contrario sería la conciencia errónea, que
está en desacuerdo con la ley moral. La conciencia es verdadera cuando conoce y
comprende la realidad de las situaciones y los principios universalmente aceptados. La
conciencia es cierta cuando se procede con seguridad en el juicio moral31.
c. Educación de la conciencia
Es necesario formar, educar la conciencia de acuerdo a la ley natural. Para ello se
requiere un esfuerzo por conocer la ley moral, instruyéndose oportunamente. El
despertar de la conciencia es un proceso lento en la historia de la humanidad que
coincide con el despertar del sentido de libertad, dignidad humana y autonomía moral.
La educación se logra: mediante la identificación de todos a las motivaciones, hábitos,
costumbres, leyes… acumulados en la conciencia desde la infancia; descubrir el valor
moral en cada uno de los anteriores elementos; optar por los valores morales y
religiosos; practicar las virtudes y luchar contra los vicios.
Los principales estados de deformación de la conciencia son los siguientes: La
conciencia laxa, que sin fundamento quita la razón de pecado o de pecado grave. Esta
conciencia puede ser cauterizada si por la frecuencia de un determinado pecado no se le
advierte de su gravedad; o puede ser también farisaica cuando hace a la persona sensible
a algunos actos exteriores, pero que permite pecar sin escrúpulo alguno en materias de
gran importancia. También, se puede dar la conciencia escrupulosa. Es aquella que sin
motivos fundados teme haber cometido algún pecado y causa ansiedad
desproporcionada32.
VI. El sentido del deber y la ley
¿Cuál es el origen el fundamento? Es el interrogante que surge cuando nos planteamos
el hecho de que en el hombre haya un sentido del deber y la ley. La tarea, el fin o el
objetivo al cual tiende es a corto plazo; su fin, es hacer que el hombre con sus actos sea
más persona, teniendo en cuenta que el deber existe, como valor supremo.
 ¿Qué sentido tiene la ley?
La colectividad, es importante en este punto, porque, quieren lograr un fin, pero para
alcanzarlo y lograrlo se obligan al individuo en unos deberes y normas, como la ley,
siendo expresión formal del deber con carácter general permanente y obligatorio.

31
Cfr. Ibídem, 142 – 143.
32
Cfr. RODRIGUEZ, A., Ética, p. 104-105.
La ley en últimas busca el bien, el valor. La moral en el hombre tiene a la ley como
complementariedad, para llegar a su felicidad, iluminada por la conciencia. Por eso la
ley es norma objetiva y nos dice lo que es bueno y malo en general.
Los extremos a los cuales se llega es a que las personan sean legalistas, sean relativistas
y tiendan al subjetivismo moral.
“la ley en la moral tiene el papel de indicar, señalar, orientar, mostrar los principios
generales y universales”
 ¿Cómo está dividida la ley?
Ley eterna: el fundamento es Dios. Ley natural: el fundamento es la sociedad y la
comunidad, la organización que halla. Ley positiva humana: es la que debe buscar el
bien común por medio de la autoridad. Ley moral: la ubicamos en la naturaleza misma
de la persona, como un ser libre y con voluntad. Sus características son: que la ley moral
permanece – no cambia. Universalidad e inmutabilidad, dos características que se dan y
son válidas para todo el mundo. Cognocibilidad, es decir que todo ser humano por
medio de la razón podemos conocerla.
VII. La responsabilidad social
Responsabilidad viene “del latín respondere, responder, que referido a actos significa
que se asumen como autor. En sentido amplio significa: madurez psicológica de una
persona que la hace apta para realizar adecuadamente una tarea determinada y capaz de
tomar las decisiones pertinentes. La responsabilidad moral obliga a uno a reconocerse
autor de sus actos, ante la propia conciencia y ante la sociedad”33.
Partimos preguntándonos, yo ¿qué tengo que ver con los problemas de mi familia, de mi
comunidad, de mi región, departamento, nación y de la humanidad?, ¿por qué soy
responsable de algo que no he cometido o de una problemática que viene desde hace
mucho tiempo?, es verdad, que no tenemos grandes respuestas, ni soluciones, pero en la
medida en que reflexionemos al respecto iremos encontrando algunas respuestas.
Porque vivimos en sociedad, la felicidad a la que aspiramos se halla condicionada por
las limitaciones y deficiencias de las estructuras sociales de convivencia; así por
ejemplo, en una sociedad donde predomina la armonía, en las relaciones entre los
ciudadanos, donde se respetan los derechos de cada persona y las estructuras aseguran a
todos los medios para alcanzar un mínimo de bienestar… sus miembros disfrutan de
condiciones que les permiten acercarse más fácilmente a la felicidad. Pero allí, donde
predomina el conflicto, la violencia en las relaciones y la mayoría ni siquiera tiene

33
Cfr. FERRATER MORA J. Diccionario de filosofía, T. IV, p. 3082
asegurados los bienes necesarios para la supervivencia, la felicidad parece estar lejos de
las aspiraciones cotidianas34.
Nos preguntamos: ¿quién o quiénes son los responsables de esta situación social?
acusar al sistema de gobierno y a las estructuras sociales, no son respuestas aceptables.
Si el ser humano crea un estado de cosas, él es el responsable. Ciertamente nadie es
responsable de aquellos acontecimientos causados por fenómenos naturales (un
terremoto) independientes de nuestra voluntad. A nivel colectivo un pueblo puede que
no sea responsable de las acciones de otros pueblos. Sin embargo, fuera de los
acontecimientos que se nos imponen, existen muchos otros que dependen de nuestras
decisiones. El campo de la responsabilidad individual o colectiva es tan amplio como el
campo de la libertad.
Todos somos responsables de nuestra situación social. La responsabilidad de cada uno
es mayor o menor según el grado de participación en la vida social. Como personas
inteligentes que somos todos tenemos un grado de poder, mayor o menor, para
transformar el medio. Todos participamos de algún modo en la marcha del país.
Participamos por acción o por omisión, de tal manera que la desidia, el conformismo, la
resignación, el desentendimiento, el silencio… Son actitudes tan inmorales como el
soborno, el crimen, la estafa, la usura…
Es verdad, que no somos responsables del pasado, pero sí lo somos del presente y del
futuro. Yo soy responsable del presente y del futuro, de la situación de mi pueblo hoy y
mañana. Nuestra situación es inmoral. ¿Qué puedo hacer por disminuir su inmoralidad?,
siempre hay “un algo” que hacer, un algo que es posible, del cual yo soy responsable de
ese “algo que hacer”35.
VIII. Conclusiones
En últimas el hombre es un ser que está en un constante obrar en su propia vida; la
manera en la que se da ese obrar, esa conducta, sea buena o mala, según la moral, es
independiente de cada persona, porque el hombre es una persona que en individualidad
tiene libertad, voluntad e inteligencia, para poder actuar en el mundo, de la mejor
manera.
La ética y la moral ayudan en cada persona, a través de las costumbres que está adquiere
a medida que se va desenvolviendo en la cultura, religión, estado, etc.

34
Cfr. GONZALEZ, L., Ética, 187.
35
Cfr. Ibídem, 189 – 172. Emmanuel Lévinas, es la esencia de la subjetividad, así lo afirma en el siguiente texto: “La
responsabilidad es lo que, de manera exclusiva me incumbe y que, humanamente, no puedo rechazar… soy yo en la sola
medida en que soy responsable. Yo puedo sustituir a todos, pero nadie puede sustituirme a mí. Tal es mi identidad
inalienable de sujeto” (LEVINAS, E., Ética e Infinito, p. 85).
Tanto ética como moral, hacen ver y reconocer en la persona su carácter y modo de ser,
en la realidad que en la cual está sumergida; esto va en consonancia como Paul Ricœur
se expresó de la ética hablando que ella, es la morada donde el ser permanece.
En la vida de cada hombre es necesaria la ética y la moral, porque primero que todo
son normativas que ayudan a la persona a vivir de una manera más humana en el mundo;
es el arte de vivir, pero de vivir humanamente como personas y por ultimo dan
elementos a cada persona para que cada día la persona pueda vivir.
Por tanto, el hombre debe cada día hacerse responsable de su accionar en su vida, de
modo que haga buen uso de la libertad que tiene, para que por medio de su obrar pueda
construir un hombre con una buena conducta humana; es que como habla Aristóteles “el
hombre virtuoso se construye a través de actos virtuosos que constantemente se repitan”
y de esta manera llegue a la felicidad a la cual está llamado y que por medio del buen
obrar, tanto consigo mismo, como con los demás pueda llegar.
Anexo36
La tradición parlamentaria de este país debe mucho al instinto nacional de moderación,
al deseo de alcanzar un genuino equilibrio entre las legítimas reivindicaciones del
gobierno y los derechos de quienes están sujetos a él. Mientras se han dado pasos
decisivos en muchos momentos de vuestra historia para delimitar el ejercicio del poder,
las instituciones políticas de la nación se han podido desarrollar con un notable grado de
estabilidad. En este proceso, Gran Bretaña se ha configurado como una democracia
pluralista que valora enormemente la libertad de expresión, la libertad de afiliación
política y el respeto por el papel de la ley, con un profundo sentido de los derechos y
deberes individuales, y de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Si bien con
otro lenguaje, la Doctrina Social de la Iglesia tiene mucho en común con dicha
perspectiva, en su preocupación primordial por la protección de la dignidad única de
toda persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, y en su énfasis en los
deberes de la autoridad civil para la promoción del bien común.
Con todo, las cuestiones fundamentales en juego en la causa de Tomás Moro continúan
presentándose hoy en términos que varían según las nuevas condiciones sociales. Cada
generación, al tratar de progresar en el bien común, debe replantearse: ¿Qué exigencias
pueden imponer los gobiernos a los ciudadanos de manera razonable? Y ¿qué alcance
pueden tener? ¿En nombre de qué autoridad pueden resolverse los dilemas morales?
Estas cuestiones nos conducen directamente a la fundamentación ética de la vida civil.
Si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más

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Discurso del Papa Benedicto XVI a los intelectuales de Inglaterra en Westminster Hall
sólido que el mero consenso social, entonces este proceso se presenta evidentemente
frágil. Aquí reside el verdadero desafío para la democracia. La reciente crisis financiera
global ha mostrado claramente la inadecuación de soluciones pragmáticas y a corto
plazo relativas a complejos problemas sociales y éticos. Es opinión ampliamente
compartida que la falta de una base ética sólida en la actividad económica ha contribuido
a agravar las dificultades que ahora están padeciendo millones de personas en todo el
mundo. Ya que "toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral"
(Caritas in veritate, 37), igualmente en el campo político, la dimensión ética de la
política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno puede permitirse
ignorar. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en uno de los logros particularmente
notables del Parlamento Británico: la abolición del tráfico de esclavos. La campaña que
condujo a promulgar este hito legislativo estaba edificada sobre firmes principios éticos,
enraizados en la ley natural, y brindó una contribución a la civilización de la cual esta
nación puede estar orgullosa.
Así que, el punto central de esta cuestión es el siguiente: ¿Dónde se encuentra la
fundamentación ética de las deliberaciones políticas? La tradición católica mantiene que
las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón,
prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en
el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran
conocerlas los no creyentes. Menos aún proponer soluciones políticas concretas, algo
que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en
ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios
morales objetivos. Este papel "corrector" de la religión respecto a la razón no siempre ha
sido bienvenido, en parte debido a expresiones deformadas de la religión, tales como el
sectarismo y el fundamentalismo, que pueden ser percibidas como generadoras de serios
problemas sociales. Y a su vez, dichas distorsiones de la religión surgen cuando se
presta una atención insuficiente al papel purificador y vertebrador de la razón respecto a
la religión. Se trata de un proceso en doble sentido. Sin la ayuda correctora de la
religión, la razón puede ser también presa de distorsiones, como cuando es manipulada
por las ideologías o se aplica de forma parcial en detrimento de la consideración plena
de la dignidad de la persona humana. Después de todo, dicho abuso de la razón fue lo
que provocó la trata de esclavos en primer lugar y otros muchos males sociales, en
particular la difusión de las ideologías totalitarias del siglo XX. Por eso deseo indicar
que el mundo de la razón y el mundo de la fe -el mundo de la racionalidad secular y el
mundo de las creencias religiosas- necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de
entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización.
En otras palabras, la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar,
sino una contribución vital al debate nacional. Desde este punto de vista, no puedo
menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión,
especialmente del cristianismo, en algunas partes, incluso en naciones que otorgan un
gran énfasis a la tolerancia. Hay algunos que desean que la voz de la religión se silencie,
o al menos que se relegue a la esfera meramente privada. Hay quienes esgrimen que la
celebración pública de fiestas como la Navidad debería suprimirse según la discutible
convicción de que ésta ofende a los miembros de otras religiones o de ninguna. Y hay
otros que sostienen -paradójicamente con la intención de suprimir la discriminación- que
a los cristianos que desempeñan un papel público se les debería pedir a veces que
actuaran contra su conciencia. Éstos son signos preocupantes de un fracaso en el aprecio
no sólo de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y a la libertad
religiosa, sino también del legítimo papel de la religión en la vida pública.

ADRIANO EDUARDO RINCÓN CARDENAS_________________________________________________

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