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Historia Dictadura 2 Niveles PDF
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I EL GOLPE DE ESTADO
El 11 de septiembre del año 1973, en Santiago el Ejército, la Fuerza Aérea y Carabineros ubicaron a
sus personeros en lugares estratégicos, cerraron el centro cívico y bloquearon los cordones industriales. El
presidente Salvador Allende se dirigió a La Moneda y, una vez allí, se le comunicó que debía renunciar y que se
le darían facilidades para salir del país con su familia. Allende se negó y, en una locución a través de radio
Magallanes, pidió a los ciudadanos mantener tranquilidad. Cerca del mediodía se inició el bombardeo a La
Moneda, al que el presidente y un grupo de sus partidarios resistieron, en un primer momento, hasta que instó a
sus colaboradores a salir del edificio, mientras él, en uno de los salones, terminó con su vida.
Entre las primeras medidas tomadas por la Junta, se pueden destacar las siguientes:
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2. La represión durante el gobierno militar
De acuerdo a la Doctrina de Seguridad Nacional, impulsada por Estados Unidos, la Junta estimó que
el país se encontraba en Estado de Guerra, entablando un combate sin cuartel contra el marxismo. Es por ello
que la persecución de los miembros y simpatizantes de la Unidad Popular pasó a ser un tema prioritario para
dicha entidad.
En 1974 se creó la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Fue dirigida por el general Manuel
Contreras, quien tenía la función no solo de coordinar el resto de los organismos de inteligencia, sino también de
efectuar allanamientos y detenciones, extendiendo su actividad a todo el país y fuera de él. Un ejemplo de ello
fue la llamada "Caravana de la muerte", la cual recorrió de norte a sur el territorio para ejecutar a 96 personas.
Por otra parte, junto a servicios de inteligencia de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, se llevó a cabo, desde
1975 la "Operación Cóndor", destinada a eliminar a la oposición política. Por último, hubo acciones terroristas
puntuales fuera del país, como fueron los asesinatos del general Carlos Prats y su esposa en Argentina y de
Orlando Letelier en Estados Unidos, además del atentado a Bernardo Leigthon en Italia.
En 1977, luego de múltiples críticas desde diferentes rincones del Mundo por dichas acciones, fue
disuelta y reemplazada sucedida por la Central Nacional de Inteligencia (CNI), bajo el mando de Odlanier
Mena.
Desde el exilio, muchos dirigentes se encargaron de mostrar la realidad chilena ante el mundo. Se
promovieron campañas solidarias, diversas organizaciones humanitarias desplegaron, con muchos obstáculos,
su acción en el país y el régimen fue condenado públicamente por su política de represión sistemática.
Una de las principales instituciones que se convirtió en defensora de los Derechos Humanos fue la
Iglesia católica. En octubre de 1973, el cardenal y arzobispo de Santiago, monseñor Raúl Silva Henríquez,
constituyó el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Comité Pro Paz), que tenía como misión prestar
asistencia legal y social a las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos. Dicho organismo derivó en
1976 en la Vicaría de la Solidaridad, que se convirtió en la organización más importante en la defensa de las
víctimas, y que operó durante todo el período, promoviendo la creación de policlínicas, comedores populares,
bolsas de cesantes y talleres artesanales.
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II LA IMPLEMENTACIÓN DEL MODELO NEOLIBERAL
A) Descentralización Económica del Estado: el nuevo modelo postulaba que el mercado sería la principal
instancia de asignación de recursos. Para ello, se planteaba que el Estado debía inhibirse de intervenir en
la economía orientándose solo a la regulación de la política monetaria y fiscal. En esta perspectiva se
implantó el principio de Estado subsidiario que quiere decir que, solo por excepción, el Estado participa
en la economía (invirtiendo, o gestionando recursos), cuando los privados no pueden por sí mismos.
B) Apertura comercial exterior, mediante la rebaja generalizada de los aranceles a un nivel cercano al
30% (como objetivo inicial), la cual era pareja para todos los productos; la eliminación de las
prohibiciones de importación de aquellos productos que afectaban la competitividad de la industria
nacional; aumento y valoración del tipo de cambio (aumento del valor de la moneda nacional en
relación al dólar) y mantenimiento de este tipo de cambio en el tiempo, proporcionando créditos para
promover las exportaciones, y rediseño de las política de endeudamiento externo y de inversiones
extranjeras.
C) Liberalización de los precios, eliminando los controles de precios que se habían establecido sobre la
economía. Control de la inflación, mediante el control de las remuneraciones públicas, la reducción del
gasto fiscal, y cambios impositivos para aumentar los recursos del Fisco. Se creó un nuevo impuesto de
valor agregado a todos los productos (IVA).
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Respecto al sistema educativo, el Estado traspasó la administración de la educación primaria y
secundaria a las municipalidades. La misma suerte corrió la educación superior: El Estado dejó de
administrarlas, entregando a partir de 1981 a las llamadas universidades tradicionales, un Aporte Fiscal Directo,
pese a lo cual, estos planteles, agrupados en el Consejo de Rectores, debieron competir, con las nuevas
universidades privadas.
En el sistema de salud se redefinieron las funciones del ministerio a cargo, se creó el Fondo Nacional de
Salud (FONASA) y se municipalizaron los centros de atención primaria. Adicionalmente, se creó un sistema
previsional de salud privado con el establecimiento y reglamentación de las Instituciones de Salud Previsional
(Isapres), lo que permitió la libertad de elección de cada afiliado.
Entre 1976 y 1979, la economía chilena registró una gran expansión, de la mano de las exportaciones,
que permitió que el PIB creciera a una tasa anual de 6,6 % y el volumen de exportaciones en 10,7 % al año. Más
impresionante aun fue el crecimiento de las exportaciones no tradicionales, que pasaron de US$100 millones
en 1973 a cerca de US$1 800 millones en 1980. El resultado más alabado por los economistas fue la
disminución de la tasa de inflación: en 1975 alcanzaba un 370 % anual, hacia 1979 llegó a 33 % y dos años
más tarde, solo a 9 %. Dicha reducción se complementaba con la del déficit fiscal, que pasó de 21 % en 1977 a
2,9 % en 1981, y un aumento de los salarios reales en un promedio de 9 % entre 1976 y 1981. Fue lo que se
llamó el “milagro económico” chileno, asociado a un boom de importaciones y, especialmente, a un aumento de
la especulación. Esto se debió a la caída sustancial de los precios de bienes de consumo, como automóviles
y electrodomésticos, junto con la expansión del crédito. Otro factor fue la propaganda estimulada por el Estado.
El “comprar hoy y pagar mañana” se convirtió en la aspiración de numerosas personas.
Este optimismo terminó abruptamente en 1982, cuando la economía chilena se sumergió en una nueva y
grave recesión. El alza de los precios generales, en especial del petróleo, provocó el alza de las tasas de
interés y la disminución de los créditos internacionales, lo que encareció las importaciones y aumentó el
costo de la deuda externa. Ante esta situación, muchos países latinoamericanos deudores no fueron capaces de
solventar sus obligaciones financieras.
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En Chile, la baja en el precio del cobre significó una caída de US$ 25 millones en las exportaciones.
Sumado a esto, el aumento de la tasa de interés internacional provocó un alza en los pagos con sus acreedores
extranjeros, que pasaron de 20 % de sus exportaciones en 1978, al 40 % en 1981 y a más del 50 % al año
siguiente. A lo anterior se sumó una reducción abrupta de los créditos internacionales. Por otra parte, en
1981 se produjo la caída del PIB en 14 % respecto al año anterior, aumentó el desempleo por sobre el 25 % en
el mismo lapso, y la industria y la construcción decrecieron hasta alcanzar cifras negativas. El Banco Central
registró una pérdida de sus reservas internacionales, que disminuyeron al 53,6 % respecto de 1981 y la deuda
externa, que a fines de 1977 ascendía a US$ 5 200 millones, hacia fines de 1982 ya había alcanzado la suma de
US$ 17 100 millones. En tanto, el presupuesto fiscal, que había logrado un superávit en el bienio 1980-1981, fue
nuevamente deficiente en el siguiente de 1982-1983, con -2,3 % y -3 % respectivamente. Y, por último, uno de los
mayores logros del sistema económico, la baja de la tasa de inflación, fue revertida por su aumento en más del 20
% anual. Entonces se multiplicaron las quiebras de pequeñas, medianas y algunas grandes empresas, que no
pudieron cumplir sus deudas: el promedio anual de estas para el período 1975-1981 fue de 277, cifra que
aumentó significativamente en 1982, a 810.
Es por ello que, a comienzos de 1983, el régimen militar debió realizar la mayor intervención bancaria
hasta entonces: liquidó tres bancos por problemas de insolvencia, intervino cinco de los principales bancos
comerciales (Banco de Chile, Banco de Santiago, Banco de Valparaíso, etc), además de varias financieras, y
el Banco Central debió realizar sendos préstamos al resto de las instituciones bancarias para darles liquidez a
corto plazo. Adicionalmente, las autoridades económicas impusieron una serie de medidas tendientes a
estabilizar la situación; entre ellas, la devaluación del peso en 50% y la modificación del sistema de cambio fijo a
uno movible, por lo que el dólar subió su antiguo valor fijo de $39 a $45, el que seguiría aumentando. Esto
permitió contener las importaciones, expandir las exportaciones y hacer frente a la deuda externa contraída entre
1978 y 1981.
Entre las principales consecuencias de esta crisis, se pueden destacar las siguientes:
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II LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD
Discurso de Chacarillas.
En 1976, se materializó la derogación de la Constitución de
1925, con la promulgación sucesiva de Actas Constitucionales. El 9 de julio de 1977, en lo que se conoce como
el "discurso de Chacarillas", Pinochet enunció el proyecto, cuyo eje principal fue generar una democracia
“autoritaria, protegida, integradora, tecnificada y de auténtica participación social”, de la cual las Fuerzas
Armadas y de Orden serían garantes. Este proyecto político se basaba ideológica y políticamente en las
propuestas emanadas desde los sectores políticos gremialistas, que tenían en el asesor personal de Augusto
Pinochet, Jaime Guzmán, a su más importante representante.
Dentro de las disposiciones transitorias se establecía que el período presidencial que regiría a partir de
la puesta en vigencia de la Constitución se prolongaría por 8 años, es decir, que Pinochet se mantendría en el
cargo hasta el término del mismo, lo que era extendido también a la junta de gobierno, que mantenía el ejercicio
del poder constituyente y legislativo, lo que significó que la conformación de un Congreso Nacional, tal como lo
establecía la Constitución, solo se concretó tras el llamado a elecciones democráticas en 1989.
V EL RESURGIMIENTO DE LA OPOSICIÓN
A pesar de la represión ejercida, se ofreció una especie de “apertura”, liderada por Sergio Onofre Jarpa,
a la oposición política. Sin embargo, una cuarta protesta alcanzó mayor extensión y radicalidad. El 2 de julio de
1986, al iniciarse una nueva jornada de protesta, una patrulla militar roció con fuego y quemó a dos personas, de
las cuales una falleció, en lo que fue conocido como el “caso quemados”. El afán de la oposición política de
establecer diálogo con el gobierno y la cada vez más violenta protesta en las poblaciones, provocaron un
desgaste de esta forma de movilización.
A principios de los años de 1980 los miembros y las dirigencias de los partidos políticos comenzaron un
lento proceso de reorganización.
La DC, en los primeros meses del régimen militar, instó a sus militantes a cooperar en la labor de
reconstrucción nacional y culpó directamente al gobierno de Allende de la situación extrema que llevó a los
militares al poder. Sin embargo, al explicitar Pinochet su intención de permanecer en el poder, más las constantes
denuncias de violaciones a los Derechos Humanos, determinaron que pasara decididamente a la oposición.
En el Partido Socialista, la mayoría de sus militantes salieron al exilio, otros pasaron a la clandestinidad
y otros tantos fueron encarcelados o asesinados. Además, sufrió varias escisiones dentro de sus filas: el PS-
Almeyda (dirigido por Clodomiro Almeyda) y el PS-XXIV Congreso (dirigido por Carlos Altamirano). Por otra
parte, el Partido Comunista fue prácticamente desmantelado; muchos de sus dirigentes fueron detenidos y
desaparecidos, mientras que otros resultaron exiliados. Aquellos que se quedaron en Chile resistieron desde la
clandestinidad (Frente Patriótico Manuel Rodríguez).
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En 1983 se firmó el Manifiesto Democrático y, luego, se constituyó la Alianza Democrática, formada
por democratacristianos, radicales, socialistas renovados y algunos disidentes de derecha. Dicho manifiesto
propuso el establecimiento de una asamblea constituyente, la renuncia de Pinochet y la instalación de un
gobierno provisional que en 18 meses restableciera la democracia, además de implementar un plan económico
de emergencia. Simultáneamente, el Partido Comunista estableció una alianza estratégica con el Mir y con la
fracción Almeyda del PS, y formaron el Movimiento Democrático Popular (MDP), junto con el Frente Patriótico
Manuel Rodríguez (FPMR).
En 1985 surgió una nueva instancia de conversación, propiciada esta vez por la Iglesia católica,
cristalizada en el documento "Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia", que pretendía
negociar algunos cambios en el proceso de transición –por ejemplo, la sustitución del plebiscito por una elección
competitiva–, pero Pinochet se sintió directamente amenazado y desechó cualquier tipo de diálogo con los
representantes de los partidos.
En tanto, ocurrieron dos hechos de suma importancia. El primero de ellos, ocurrido en el mes de agosto,
fue el descubrimiento de un arsenal de armas en la localidad nortina de Carrizal Bajo, que había sido ingresado
de manera clandestina por el FPMR para futuras acciones militares en contra del gobierno. Y segundo, fue el
atentado frustrado a Augusto Pinochet el 7 de septiembre de 1986, perpetrado por el Frente Patriótico en la
zona del Cajón del Maipo y que dejó como resultado 5 muertos y 11 heridos, pero que no cumplió su objetivo
principal.
De esta forma, se cerró una primera etapa de intentos de la oposición por avanzar en un camino de
retorno a la democracia.
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VI EL FIN DEL GOBIERNO MILITAR
1. El Plebiscito de 1988
El 2 de febrero se formó la Concertación de Partidos por el No, que logró hacer converger a un amplio
espectro de partidos políticos de izquierda, centroizquierda y centro, entre los que se encontraban la DC, el PR,
múltiples sectores del PS, el Partido Social Demócrata, el Partido Humanista, la Izquierda Cristiana, el MAPU y
otras organizaciones políticas y sociales. El PC se comprometió de manera parcial a través de su eslogan “No,
hasta vencer”.
Para la derecha, la campaña por el Sí constituyó un foco de conflictos, sobre todo por el candidato de
continuidad establecido, ya que había sectores importantes en la derecha e incluso en las Fuerzas Armadas que
no querían que fuese Pinochet el candidato del régimen. De hecho, para muchos ni siquiera debía ser
uniformado. A pesar de ello, las dos más importantes agrupaciones, Renovación Nacional y la Unión
Demócrata Independiente, la apoyaron.
Todo el proceso estuvo acompañado de una intensa campaña electoral. Las fuerzas que estimulaban el
voto por la opción No, mediante el eslogan “Chile, la alegría ya viene”, promovieron la imagen de un país de
mayor integración y más libertades públicas. En cambio, la opción Sí apuntó a una campaña que revivía los
miedos asociados a la experiencia socialista. De acuerdo a lo señalado por el Tribunal Calificador de Elecciones,
el resultado del plebiscito del 5 de octubre de 1988 fue: opción Sí 44,01 % de los votos y opción No 55,99 % de
los votos.
Luego del triunfo del NO, el 30 de julio de 1989, con un apoyo que superó el 85 %, se aprobaron
mediante plebiscito las nuevas modificaciones propuestas a la Constitución. Entre estas se encontraban: una
reducción única del período presidencial a cuatro años, la modificación de la composición del Consejo de
Seguridad Nacional (COSENA), la derogación del artículo 8 y la reducción, en casi todos los aspectos, de los
quórums requeridos para modificar la Constitución. A pesar de estos arreglos, se mantuvieron los senadores
designados y vitalicios, el Tribunal Constitucional con dos miembros nominados por el COSENA, la
inamovilidad de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, el sistema de elección
parlamentaria binominal y el rol de las Fuerzas Armadas como “garantes de la institucionalidad”.
En otro ámbito, el régimen militar traspasó propiedades desde el Estado hacia las Fuerzas Armadas,
reasignó funciones de inteligencia a antiguos funcionarios de la CNI y dictó leyes importantes, como la que
asignaba el 10 % de las ventas al exterior de Codelco a las Fuerzas Armadas, la que prohibía el aborto
terapéutico, la Ley Orgánica Constitucional de Educación y la ley del Banco Central.
Para cumplir con el proceso eleccionario, las fuerzas de oposición se mantuvieron en el pacto formado
para el plebiscito con un nuevo nombre, Concertación de Partidos por la Democracia, y determinaron como su
candidato al democratacristiano Patricio Aylwin. El candidato de los partidos políticos de derecha fue el
ingeniero Hernán Büchi. Un tercer candidato, de corte empresarial y populista, fue Francisco Javier Errázuriz.
Los resultados de la elección, llevada a cabo 14 de diciembre de 1989, fueron: Aylwin obtuvo el 55,17%;
Büchi, con el 29,4 %, y Errázuriz obtuvo el 15,43 %. De esta forma, el 11 de marzo de 1990, el general Pinochet
hizo entrega de la banda presidencial al nuevo presidente de la república, poniendo fin así al gobierno militar.
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