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El desarrollo de las

funclones elípticas

Abel

RBA
Sumario

INTRODUCCIÓN

© 2016, José María Almira y José Ángel Cid por el texto capítuloi E1 genio que surgió del frío ....
© 2017, RBA Coleccionables, S.A.U.
capítulo 2 En busca de la solución perdida___
Realización: EDITEC
Diseño cubierta: Lloreng Martí
CAPÍTULO 3 Dos hombres y un Grand Prix: Abel, Jacobi
Diseño interior Luz de la Mora
y la teoría de las funciones elípticas_
Infografías: Alberto FregenaJ
Fotografías: Alamy: 29ad, 113ai; Archivo RBA: 29ai, 40,60, 72,
capítulo 4 E1 legado de Abel ....
76ai, 75ad, 75bi, 75bd, 83, 113bi, 113bd, 117,131, 135a; EmUio
Segré Visual Archives: 76; Getty Images: 113ad, 143, 146,147;
Spren Fuglede Jorgensen: 137; Lutz Lehmann: 85i, 85d; LECTURAS RECOMENDADAS ..
Bj0m Erik Pedersen: 29b; Shutterstock: 135b.
ÍNDICE .
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esta publicación puede ser reproducida, almacenada
o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.

ISBN (Obra completa): 978-84473-8775-5


ISBN: 978-84473-90694
Depósito legal: B 19456-2017

Impreso y encuademado en Cayfosa (Impresia Ibérica)

Impreso en España - Printed in Spain


Introducción

En Oslo, a finales de mayo, cuando el rigor del inviemo ya ha pa-


sado y el sol anima a los noruegos a salir a la calle, un curioso ritual
se repite año tras año: en los jardines del Palacio Real, a los pies
de una imponente estatua de bronce sobre un enorme pedestal de
granito, alguno de los mejores matemáticos del mundo coloca una
corona de flores en honor de Niels Henrik Abel, el genio nórdico
que murió antes de los veintisiete años y que protagoniza este libro.
E1 homenaje forma parte de los actos del premio Abel, que aspira
desde su creación en 2002, bicentenario del nacimiento de Abel, a
ser el premio Nobel de las matemáticas. La ceremonia principal,
la entrega del premio Abel por parte del rey de Noruega, suele
celebrarse al día siguiente y continúa con un banquete de gala y
dos lecturas por parte de los ganadores: una ante los miembros de
la Academia de Ciencias y Letras de Noruega, que concede el pre-
mio, y otra ante estudiantes de secundaria que tienen así la opor-
bnudad de conocer de primera mano los principales avances de
las matemáticas actuales. No en vano, uno de los motivos princi-
pales por los que el Parlamento noruego aprobó por unanimidad
la creación del premio Abel fue para aumentar el prestigio social
de las matemáticas y generar interés por las mismas entre las jó-
venes generaciones.
Pero, ¿quién fue este genio al que tanto respeto y admiración
se profesa en su país natal?, ¿cuáles fueron sus principales contri-
buciones al pensamiento científico?, ¿por qué se atribuye tanta. nocer un taJento superior en uno de sus alumnos y en luear de
importancia a su obra? A lo largo de las páginas de este libro se sentirse int.midado por éi, lo orientó y estímuló. Por este motívo
intentará responder estas y otras cuestiones con cierto detalle. el nünistro de Educac.on noruego entrega anualmente en vincu-
Ahora, a modo de introducción, se esboza un breve resumen que lación con el premio Abel, el premio en memoria de Beiit Michael
permitirá contextualizar la vida y la obra del persoraye en cuestión. Holmboe a Ia excelencia en la enseñanza matemática. La ceremo-
Niels Henrik Abel nació el 5 de agosto de 1802 en Finnoy —una nia de prenuacion tiene lugar el mismo día que se realiza la ofren-
pequeña isla del suroeste de Noruega—, hijo de Spren Georg Abel, da ante el monumento a Abel.
un pastor protestante, y Anne Marie Simonsen. Dos años después En 1820, cuando el padre de Abel murió, después de haber
del nacimiento de Abel, toda la familia se desplazó a la parroquia caído en desgracia política, el joven noruego se vio en serios apu-
de Gjerstad. Fue en esta pequeña villa del sureste de Noruega don- ros económicos: no dispoma de dinero para completar su educa-
de Niels Henrik pasó la infancia con sus cinco hermanos, en una ción y además debía convertirse en el sostén económico de su
época pohticamente convulsa y llena de dificuitades económicas. familia. Por fortuna, Holmboe acudió en su ayuday consiguió que
A principios del siglo xix Noruega formaba parte de Dinamarca, y varios colegas financiasen los estudios del joven, quien en 1821
en 1807 se vio sometida a un duro bloqueo por parte de Reino Uni- ingresó en la Universidad de Cristianía. Pronto empezaron a ver
do como represalia dentro del contexto de las guerras napoleóni- la luz sus primeros artículos y quedó claro que Noruega se le había
cas. A consecuencia del bloqueo, se paralizaron todas las exporta- quedado pequeña y que necesitaba entrar en contacto con Ios gran-
ciones e importaciones —lo que resultó especialmente grave para des matemáticos continentales para seguir progresando.
Noruega porque dependía del grano danés—, y el hambre y la po- Consiguió una pequeña beca de vi<ye para visitar a Carl Fer-
breza se extendieron por todo ei país. En 1814, tras una guerra dinand Degen y otros matemáticos daneses en Copenhague y que
entre Dinamarca y Suecia, Noruega pasó a depender de esta última. también le permitió conocer a quien pronto se convertiría en su
E1 padre de Niels Henrik era miembro del Storting, el Parlamento prometida, Christine Kemp, a la que cariñosamente Ilamaba Crelly.
noruego, y participó en la redacción de la nueva Constitución. Sin embargo, él tenía un objetivo más ambicioso: vúyaraAlemania
Abel estudió en casa hasta 1815, año en el que ingresó, jimto y Francia para tratar a la élite mundial de las matemáticas. Mien-
con su hermano mayor, en una escuela de Cristianía (la actual tras se preparaba para ello, Abel prodqjo su primer gran resultado:
Oslo). E1 potencial de Abel como matemático no se puso de mani- la imposibilidad de resolver la ecuación general de quinto grado
fiesto hasta que Bemt Michael Holmboe fue contratado como nue- mediante radicales. É1 mismo corrió con los gastos de la publica-
vo docente en 1818, en sustitución de un brutal profesor que mal- ción de este trabajo en un panfleto que vio la luz en 1824, y al año
trataba íísicamente a los alumnos y que fue despedido cuando uno siguiente inició un viaje por el continente que se prolongaría hasta
de ellos falleció. Holmboe supo apreciar el enorme talento de Abel mediados de 1827. En Berlín tuvo lugar para Abel el encuentro más
y lo motivó animándolo a leer las obras de los grandes matemáti- fructífero de todo su viaje. AIlí conoció al que seríci, junto con
cos: Leonhard Euler, Joseph-Louis Lagrange y Pierre-Simon Lapla- Holmboe, su más leal amigo y su más firme apoyo: August Leopold
ce, entre otros. Además de mentor, fue amigo íntimo y confidente Crelle. Este ingeniero y aficionado a las matemáticas fundó la re-
de Abel hasta su trágica muerte. Ni siquiera surgió un reproche vista Joumal für die reine und angewandte Mathematik, también
por parte de Abel cuando se concedió a Holmboe un puesto en la conocida como Crelle, en la que Abel publicaría muchos de sus
Universidad de Cristianía, para el que Abel podía considerarse le- trabajos y que sirvió para dar difusión a sus resultados entre los
gítimamente mejor cualificado y que además tanta falta le hacía matemáticos europeos. Cuando Abel llegó a París, después de dar
Holmboe fue un ejemplo maravilloso de maestro que supo reco- 1111 rodeo para atravesar los Alpes junto a unos anugos, era el ve-

e INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 9
rano de 1826 y el recibimiento de los matemáticos franceses fue te años y solo dos días antes de que Crelle le remitiera una carta
correcto pero distante. Conoció a Augustm-Louis Cauchy y Adrien- para inibrmm-Ie de que por fln le había conseguido un puesto de
Marie Legendre, pero en un primer momento no consiguió que se profesor en Berhn.
interesasen por sus descubrimientos. Aun así, trabajó muy duro Además de sus contribuciones fundamentales a las ya mencio-
durante varios meses para completar uno de sus estudios más nadas teoría de ecuaciones algebraicas y teoría de ñmciones elíp-
importantes, la llamada «Memoria de París», que contenía el teo- ticas, hiperelípticas y abeüanas, Abel participó de forma destacada
rema de adición para integrales abelianas, uno de sus resultados en el establecimiento firme del rigor en el análisis matemático,
más profundos. La memoria fue presentada por Jean-Baptiste Jo- especialmente en lo referente al estudio de la convergencia de las
seph Fourier ante la Academia de Ciencias, Abel confiaba en que series de funciones. En particular, se le considera autor de la pri-
una opinión favorable de la misma le abriría las puertas en el mun- mera demostración rigurosa y completa del teorema del binomio
do académico. Sin embargo, esperó en vano una respuesta: Cauchy de Newton, así como de algunas de las crítícas al trabajo de Cauchy
perdió el manuscrito, que no aparecería hasta después de la muer- —a quien sin embargo admiraba— y Euler, que dieron lugar a una
te de Abel. Además, su situación en París se volvió desesperada nueva corriente de pensamiento en el análisis cuyo testigo recoge-
por la falta de dinero. A finales de 1826 gastó sus últimos recursos rían posteriormente muchos otros matemáticos de renombre,
para pagar el vi^je de vuelta a Berlín. Allí pudo subsistir con la como Karl Weierstrass. Otro aspecto en el que destacó fue en el
ayuda de Holmboe y Crelle, pero su salud ya estaba deteriorada estudio y el uso de diversas ecuaciones funcionales, rama del aná-
Permaneció en dicha ciudad hasta mediados de 1827, trabajando lisis de la que también se le considera uno de los fundadores.
en la teoría de las funciones eh'pticas, una amplia generalización Los elogios y reconocimientos póstumos al genio noruego se
de las funciones trigonométricas con importantísimas aplicaciones sucedieron. En 1830 la Academia Francesa de Ciencias concedió
físicas, tales como el cálculo del período del péndulo simple o la a Abel y Jacobi su Grand Prix por sus descubrimientos en el cam-
rectificación de un arco de elipse. po de las funciones ehpticas. Sus obras completas vieron la luz en
AI finalizar su beca de viaje regresó a Cristianía, donde sobre- dos ediciones antes de finalizar el siglo xix. Apiincipios del siglo xx
vivió gracias a una pequeña ayuda de la universidad y dando clases se levantó la imponente estatua en losjardines del Palacio Real, a
particulares. Continuó trabajando en su teoría de funciones elíp- cuyos pies se realiza el homenaje anual del premio Abel. Y quizá
ticas en el aislamiento del inviemo noruego y no fue hasta princi- no menos importante es el sencillo reconocimiento que los mate-
pios de 1828 cuando descubrió los avances del matemático alemán máticos le rindieron, asociando su nombre con multitud de térmi-
Carl Gustav Jacob Jacobi en dicha teoría. Empezó entonces una nos y conceptos fundamentales de la disciplina: grupo abeliano,
frenética competición entre ambos. Abel dejó de lado todos sus integrales abelianas, funciones abelianas, variedades abelianas,
otros trabajos, incluidos sus nuevos resultados en ia teoría de ecuación funcional de Abel y transformada de Abel, entre otros.
ecuaciones, para centrarse en las funciones elípticas, consciente En las páginas que siguen se presentan, utilizando un mínimo
como era de la importancia del tema y temeroso de que Jacobi se de formalismo matemático, algunos de los resultados más signifi-
le adelantara. cativos demostrados por Abel, así como algunas de las derivacio-
En las Navidades de 1828 decidió viajar a Froland, donde se nes y consecuencias de los mismos, que han ayudado a la creación
encontraba Crelly, a pesar de que visitarla suponía viajar varios de varias ramas de la matemática en las que el nombre del mate-
días bajo un intenso frío. Llegó con fiebre y, después de las cele- mático noruego destaca como uno de sus fundadores. Resulta
braciones navideñas, la tuberculosis lo obligó a reposar en cama. sorprendente que alguien tan joven como Abel, condicionado por
E16 de abril de 1829, Abel murió sin haber cumplido los veintisie- la situación de aislamiento y depresión económica que le tocó vi-

INTRODUCCIÓN INT RODUCChÓN


vir. Uegara, en soUtario, tan lejos. Pero esa es, probablemente, una
delas marcas típicas del genio en matemáticas: la precocidad.
Después de su muerte, el matemático francés Charles Hermite
afirmó: «Abel ha dejado suficiente a los matemáticos para mante-
nerlos ocupados durante quinientos años». Hasta ahora, esta afir-
mación se ha mantenido cierta.
1802 El 5 de agosto, Niels Henrik Abel nace
entre ellos uno que contiene Ia
en Fimwy.
demostración de la imposibilidad de
resolver ecuaciones algebraicas a partir
1815 Abel se desplaza a C.ristianía (actual
Oslo) para ser escolari/.ado de forma del grado cinco. E110 de julio, Abel
llega a París. Redacta su «Memoria de
tardía —hasta entonces había recibido
París». Jean-Baptiste Joseph Fourier lee
clases de su padre— en la Escuela
el prefacio de esta ante la Academia
CatedraL
de Ciencias y el mamiscrito queda
1818 Bemt Michael Holmboe es sometido a publicación. Abel deja París
contratado como profesor de la en diciembre y vuelve a Berlía
Eseuela Catedral y se convierte en
1827 Vuelta a Cristianía, en mayo, flnalizado
niaestro de Abel.
su vúye por Europa. Aparecen
1820 Muere el padre de Abel. publicados los primeros artículos de
Abel y Carl Gustav Jacob Jacobi sobre
1821 Demostración (faliida) de la funciones elípticas.
solubilidad de la quíntica. Se gradúa
en la Escuela Catedral y se matricula 1828 Abel descubre los trabajos de Jacobi.
como alumno de la Universidad de Inicio de la competición entre ambos.
Cristianía, tras aprobar el examen de
1829 Aparecen publicados varios artículos
ingreso. Augustin-Louis Cauchy
de Abel. Uno de ellos es sobre ciertas
publica su Curso de análisis, que tanto
ecuaciones que pueden ser resueltas
influiría en Abel.
en radicales (las ecuaciones abelianas),

1823 Abel visita a Degen en Copenhague. otros son sobre funciones elípticas.

C-onoce a su futura novia, Christine, Publicación de los «Nuevos

Crelly, Kemp (1804-1862). Primeros fundamentos para una teoría de

artículos de Abel, publicados en funciones elípticas» de Jacobi. E16 de

Cristianía. abril Abel muere de tuberculosis en


Froland, tras pasar varios meses
1825 E17 de septiembre Abel inicia su viqje enfermo. Dos días después, Crelle le
por Europa con una primera parada en escribe desde Alemania confirmándole
Berlín, donde conoce a August Leopold su nombramiento como profesor.
Crelle y empieza su colaboración con él.
1830 Abel y Jacobi ganan ex aequo el gran
1826 Aparecen publicados varios artículos de premio de matemáticas de la Acadenúa
Abel en el primer número de CreUe, de Ciencias de París.

12 INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN 13
CAPÍTULO 1

E1 genio que surgió del frío

Nacer en Noruega en 1802 era, en gran medida, una


condena al aislamiento. Las matemáticas de la época se
hacían en París, aunque quizá también en Alemania. Nunca
tan al norte. Si además uno carecía de recursos
económicos, la condena era aún mayor. Tales fueron las
circunstancias del nacimiento de Abel, quien, pese a todo,
logró que su nombre llegara a figurar entre los más
importantes para las matemáticas del siglo xix.
S0ren Georg Abel (1772-1820) era un pastor protestante, luterano,
hijo de otro pastor, también luterano. Se había educado en
Copenhague, pero en 1800 se le requirió para trabajar en Finnoy,
una pequeña isla en el suroeste de Noruega, a donde se desplazó!
Ese mismo año conoció a quien más tarde sería su esposa, Anne
Marie Simonsen (1780-1846), hija de un marino mercante. Pronto
tuvieron descendencia. De hecho, el protagonista de este relato,
Niels Henrik Abel, nacido el 5 de agosto de 1802 en Finn0y, fue su
segundo hjjo. En total, Henrik tuvo cinco hermanos: cuatro chicos
y11113 ^hica, a la que siempre se sentiría muy unido. Cuando Henrik
tenía solo dos años, el puesto de su abuelo como pastor en la
parroquia de Gjerstad quedó vacante y fue ocupado por su padre,
de manera que el futuro matemático pasó su infancia aüí, en una
pequeña villa en el sureste de Noruega que actualmente cuenta
con menos de tres mil habitantes.
Los primeros años de su educación corrieron a cargo del pa-
dre, quien dio especial importancia a la lectura, la escritura, la
aritmética básica y, cómo no, el catecismo. Abel contaba ya con
trece años cuando, en 1815, ingresó junto con su hermano mayor
en una escuela de Cristianía (hoy Oslo). Allí se impartían clases
de lenguas clásicas y modemas, así como aritmética y geometría.
Durante los primeros cursos, Abel no mostró especial interés por
las matemáticas, pero esto caxnbió cuando, en 1818, un nuevo pro-

EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRlO


fesor entró en sustitución del anterior —quien acostumbraba al
estudiaban dentro de la Facultad de Filosofía v™Q„
maltrato físico de los niños, lo cuai no pudo ocultarse tras el falle-
cimlento de uno de sus aiunmos, motivo por el que fue despedi-
do—. La persona que lo relevó, Bernt Michael Holmboe (1795. dos profesores: Rasmussen y Christopher Hansteen (1784-187lT
1850), fue sin duda el motor que despertó la vocación del joven Aun así, Abel tema decidido formarse como matemático port
que asisüo a las clases de ambos. De ellos aprendió lo más'básico
noruego como matemático. No solo supo apreciar enseguida el
una introduccion general a las matemáticas y algo sobre geometria
talento de Abel para las matemáticas sino que rápidamente inten-
esférica y su uso en astronomía. Sin embargo, pronto se vio inmer-
tó cultivarlo y lo alimentó con las mejores lecturas que tenía a
so en la lectura directa de los grandes nombres de la matemátíca
mano. En efecto, ya durante los printeros meses de escuela, en
del momento. En parücular, en 1823 estudió en detahe laa Disnui
1818, Holmboe aninió a Abel para que leyera de primera mano a
sitiones arithmeticae de Gauss, lo cual le proporcionó de manera
los matemáticos más importantes del momento. En uno de los
inmediata una bateria de problemas de investigación a los que
cuademos de Abel se puede leer la siguiente anotación:
podía dedlcarse. Bajo su influencia investígaría no soio cuestíones
de teoría de números sino también sobre la teoría de las ecuacio-
Si uno desea averiguar qué debería hacer para obtener un resultado
nes y el problema de Ia rectiiicación de la lemniscata, que le Ueva-
con la mayor confomúdad con la naturaleza, debería consultar los
ría posteriormente al estudio de las funciones elípticas.
trabqjos del famoso Laplace, donde esta teoría se muestra con máxi-
En 1823, Hansteen, con la colaboración de otros dos profeso-
ma claridad y en una extensión que es acorde con la importancia de
res de la universidad, promovió la publicación de una revista cien-
la materia Es fácil ver que una teoría escrita por Laplace debe ser
tífica, bautizada con el nombre de MagazinfvrNaturuidenskaber-
superior a cualquier otra escrita por matemáticos menos brillantes.
ne, con el objetivo de dar a conocer e impulsar las investigaciones
Me parece que si uno desea progresar en matemáticas, debe estudiar
que se realizaban en Noruega. Allí publicaría Abel sus primeros
a los maestros, no a los discípulos.
trab^jos. De hecho, en el primer volumen de la revista aparecieron
dos contribuciones suyas. En la primera se solucionaban dos pro-
Sin duda alguna, la lista de «maestros» a la que hacía referen- blemas de cálculo integral surgidos de su lectura de los Fundamen-
cia era la sugerida por Holmboe, quien también se dedicaba a su
tos de cálculo diferencial de Euler y los Ejercicios de cálculo in-
estudio, tras haber asistido a ias clases de matemáticas de Spren
tegral del francés Adrien-Marie Legendre (1752-1833). En dicho
Rasmussen (1768-1850) en la Universidad de Oslo. En ella se in- trab^jo se resolvía una cuestión de la mecánica racional que gene-
cluían los nombres del suizo Leonhard Euler (1707-1783), el italia- ralizaba el problema de la tautócrona y conducía al estudio de una
no Joseph Louis Lagrange (1736-1813), los franceses Sylvestre- ecuación, ahora llamada «ecuación integral de Abel», que es de
Fran^ois Lacroix (1765-1843) y Siméon-Denis Poisson (1781-1840) hecho la primera de este tipo que se conoce. La teoría de ecuacio-
y ci alemán Carl Friedrich Gauss (1777-1855), a los que, al parecer, nes integrales sería ampliamente desarrollada setenta años después
Abel sumaría pronto a los franceses Pierre-Simon Laplace (1749- Por el sueco Erik Ivar Fredholm (1866-1927), el alemán David Hil-
182 () y Augustin-Louis Cauchy (1789-1857) como referencias fun- bert (1862-1943) y el italiano Vito Volterra (1860-1940), entre otros.
damentales. E1 segundo artículo estaba dedicado a la teoría de la elimi-
Abel ingresó en la Universidad de Oslo en 1821. Por entonces, nación, un tema propio de la teoría de ecuaciones algebraicas. Su
la institución estaba aún en sus primeros años (fue fundada en inclusión en la revista forzó a Hansteen a introducir una breve
1811, aunque abrió sus clases en 1813). Solo se ofertaban títulos explicación, argumentando que toda revista dedicada a las cien-
en Medicina, Teología, Derecho y Filosofía. Las matemáticas se Clas naturales debía añadir entre sus intereses la publicación de

18 El GEf+O QUE SOOG4Ó D€L RWO


EL 6£HO QUE 5U9GO DEi.
EL PROBLEMA MECÁNICO DE ABEL la cual se puede resolver (como hizo el joven noruego) utilizando una herramienta
matemática conocida como «la transformada de Laplace».
Considérese una curvay=y(x) suave. que vive en un plano vertical y sobre la cual
reposa una partícula material que se desliza sin fricción por el so o efecto de la 9ra- El problema de la curva tautócrona
vedad La partícula está situada en un punto (x, y) y cae hasta el origen de coorde- Si se apücan los cálculos al caso en el que se impone que f(y)= T para cierta cons-
nadas que es otro punto de la curva en cuestión. En esta situacion se pueden consi- tante T0>0 (de modo que la partícula tardará siempre el mismo tiempo en llegar al
derar dos preguntas importantes. Por un lado. s¡ se conoce la forma y=y (x) de la origen, se deje caer desde la altura que sea), entonces se resolverá el famoso proble-
curva ¿es posible calcular el tiempo T(y) que la part.'cula tarda en llegar al origen? ma de la curva tautócrona (o isócrona), que había sido estudiado por el neerlandés
Por otro. si se sabe el tiempo total de descenso T(y), ¿es factible recuperar la forma Christiaan Huygens (1629-1695) en el siglo xvii. Abel hizo los correspondientes cálcu-
de |a curva? Si se aplica e! principio de conservación de la energia mecámca, se verá
que ambos problemas están gobernados por la misma ecuacíón.
, 1 yrs'(.v')dv

donde s(v) - J*■J'\+x’(f)2 dt


o
representa la longitud de la curva, desde el punto de altura cero al punto de altura v,
medida desde el origen de coordenadas, y g representa la atracción gravitatoria. En
el primero de los problemas propuestos, el tiempo se calcula directamente a partir de -4-2 24
la forma de la curva, lo que garantiza conocer su longitud s(y). Sin embargo. la cosa Partlcula material deslizándose por una cicloide. Se puede probar que, de manera independlente del punto
se pone interesante al intentar resolver el segundo problema. En este caso, la función de partida que se tome. esta emplea el mismo tiempo en llegar al orlgen de coordenadas.
T(y) es un dato, y el objetivo es calcular la función f(v)=s'(v), lo que convierte el
problema en la búsqueda de una solución para la llamada ecuación integral de Abel, Dos conceptos muy importantes relacionados con estos cálculos, que más ade-
lante han sido ampliamente explotados, son la transformada integral de Abel
(que se aplica, por ejemplo, en estudios de radiología) y el cálculo diferencial
fraccionario.

artículos de matemáticas, aunque no estuviesen dedicados a te- revisión del manuscrito, un error de cálculo, y lo rechazó. Es más,
mas aplicados. Abel, con solo veintiún años y aún en proceso de fue necesario añadir una corrección del trabajo en un volumen
formacíón, debió de sentirse feliz al ver su obra impresa. posterior de la revista de Hansteen.
A1 año siguiente publicó otro artículo, esta vez dedicado a un De hecho, esta fue la segunda vez en la que Abel tuvo que ad-
tema de física aplicada: el análisis de la influencia de la Luna sobre mitir un error en uno de sus estudios. La primera fue en 1821, antes
el movimiento de un péndulo. Este trabajo resultó de interés para de ingresar en la universidad. Abel se había enfrentado nada menos
Hansteen, que estabainvolucrado en el estudio del campo magné- que a uno de los problemas abiertos más importantes del momen-
tico terrestre, hasta el punto de que decidió remitir una copia al to: la solución en radicales de las ecuaciones de grado cinco. Creyó
astrónomo alemán Heinrich Christian Schumacher (1780-1850), encontrar una demostración de que estas se podían resolver y se
editor de una importante revista de astronomía, para que conside- la pasó a Holmboe, quien a su vez se la enseñó a Hansteen. Ningu-
rase su republicación. Sin embargo, Schumacher encontró, en su n° de ellos supo encontrar el error, pero tampoco estaban conven-

EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRfO 21


20 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FR/O
cidos completamente del resultado y, conscientes de su importan- todos los textos de matemática avanzada conservados en la biblio-
cia, decidieron enviarlo a quien por aquella época se consideraba teca Hizo lo primero con éxito moderado, pues las notas obterüdas
uno de los mejores matemáticos del momento en el norte de Euro- en los exámenes fueron las justas para pasar el trance, excepto en
pa: Ferdinand Degen (1766-1825). Quizás él podría confirmar el fisica teórica y matemáticas, donde en ambos casos obtuvo la máxi-
resultado y sugerir su publicación en las Tmnsactions de la Real nia calificación (además, en matemáticas lo logró con honores).
Academia Danesa de Ciencias. Pero Degen —que tampoco encon- Con respecto a lo segundo, parece que devoró todos los textos
tró en-or alguno— solicitó del autor, a modo de test, el desarrollo disponibles, y pronto llegó ai punto en el que su pasión por el estu-
explícito de varias soluciones numéricas concretas. Fue entonces dio fue sustituida por un enorme ímpetu investigador. Ahora esta-
cuando Abel descubrió, en su intento de producir dichos ejemplos, ba preparado para iniciar un largo período productivo, que lo Ue-
que había una errata en su argumento y, quizá por primera vez, varía a superar en poco tiempo a sus maestros, al hacer algunas
comenzó a pensar que el problema podría ser irresoluble. E1 artí- contribuciones que aún hoy se consideran cruciales.
culo, por supuesto, no fue publicado en ninguna revista. Pero es
muy probable que esta aventura, que le había llevado tan lejos en
el estudio de un problema de importancia como era el de la quínti-
ca, fuera una de las razones fundamentales por las que Abel recibió, LOS NÚMEROS COMPLEJOS
apartir de entonces, todo el apoyo posible de Holmboe y los pro-
fesores de la Universidad de Oslo. De hecho, Abel es prueba evi- A lo largo de esta obra resultará fundamental, en numerosas oca-
dente de que el carácter frío que se suele adjudicar a los habitantes siones, conocer lo esencial sobre números complejos. Es por eUo
del norte de Europa es solo un tópico, un mito. Tal fue el cariño y por lo que se procede a introducirlos ya, desde el primer momento,
el entusiasmo que despertó en Ilolmboe y algunos profesores de la antes de comenzar a explicar las contribuciones de Abel a las dis-
Universidad de Oslo —incluyendo a los matemáticos Hansteen y tintas partes de la matemática Un número complejo es una expre-
Rasmussen, pero también al mismísimo rector, el filósofo Niels sión del tipo z = a + ib, donde a y b representan números reales (es
Treschow (1751-1833)— que cuando, tras aprobar su examen de decir, puntos de la recta real) y la letra i, llamada «unidad imagi-
ingreso, solicitó una de las pocas plazas libres de las que la univer- naria», es im nuevo tipo de número que, por imposición, satisface
sidad disponía para alojar a estudiant.es sin recursos en su colegio la identidad i2=-1. Evidentemente, i no es un número como los
mayor, no solo se le asignó una cama, sino que, con la aportación anteriores, porque se sabe que para los puntos de la recta real un
económica personal de estos profesores, se le concedió un peque- cuadrado da siempre una cantidad positiva. Entonces, ¿qué es?,
ño estipendio con el que podría subsistir. Es más, los propios pro- ¿cómo se puede dotar i de «realidad»?, ¿se puede construir de al-
fesores financiaron posteriormente un viaje a Dinamarca para que gún modo a paitir de los números que ya conocemos y aceptamos
Abel conociera a Degen y, al poco tiempo, lograron del gobiemo como «objetos reales»? Para lograrlo, se empleará un truco que en
noruego una beca de estudios con el fin de que visitara los distintos matemáticas a menudo es utilizado con éxito. La idea es muy sim-
«puntos calientes» de la matemática europea del momento, inclu- ple: en primer lugar se asume como cierto un resultado o concep-
yendo París, Berlín, Gotinga y, aunque solo fuera por cercanía físi- to nuevo, luego se derivan algunas consecuencias de esta hipótesis
ca y cultural, Copenhague. y> entre ellas, se busca alguna pista que permita introducir el resul-
A1 margen de su asistencia a las clases, Abel dedicó su primer fado o concepto desde una perspectiva diferente, más formal.
año en la universidad a dos tareas fundamentales: preparar su exa- Así, en el caso de los número complejos, inicialmente se su-
men para obtener el título de Candidatus Philosophiae y estudiar P°ne que de verdad existe un «número», al que se denota por i,

22 EL GENIO QUE SURGIÓ OEL FRlO


EL GENIO QUE SURGIÓ OEL FRIO
23
que satisface la igualdad i2=-1. A continuación, se asume que dos esta cuestión se hablará largamente
números complejos z=a + ibyw=c+id son iguales si y solo sia=c más adelante. Para este capítulo es
y b=d. Esto permite, entre otras cosas, representar dichos núme- necesario introducir los conceptos de
ros como puntos del plano, al identificar el complejo z=a+ib con módulo y argumento de un número
el punto del plano de coordenadas (a, 6). Finalmente, si se consi- complejo. E1 módulo de z = a + ib no
deran ambas hipótesis, se opera con estos números aplicando las es más que la distancia del punto
reglas habituales que satisfacen la suma y el producto, lo que lleva (a, b) al origen de coordenadas, y se
a la fórmula denota por 12:1 = yja2+b2. Un hecho
(a+i6) + (c+id) = (a+c)+i(6 + c0 interesante es que \z\2=z-z, donde
z = a-ib es elcopjugado de^=a+¿6.
para la suma de números complejos y a la fórmula E1 argumento es el ángulo que forma
con el eje de abscisas el vector que
(a + ib)(c + id') « a(c + id)+ib(c + id)
une el origen de coordenadas al punto
= ac + iad + ibc+i2bd (a, b). Un último resultado que se usa-
= (ac- bd)+i(ad + bc) rá con frecuencia es la fórmula de Euler: eie = cos0+isene. A par- Lat raíces cúblcas
de 1 son los
tir de esta fórmula es fácil deducir que el producto de dos números númoros
para el producto. Uegados a este punto, es posible realizar el ca- complejos resulta de multiplicar sus módulos y sumar sus argu- T -n/Vi A-iJi
mino inverso: se parte del plano RxlR, que es un objeto matemá- mentos. Y precisamente esto conduce a demostrar que un número 2 ‘ 2 ’
por lo que r75
tico conocido, y se definen en él una suma y un producto median- complejo tiene n raíces n-ésimas. Por ejemplo, las raícesn-ésimas toma estos tres
te las ecuaciones de 1 son los vértices del n-gono regular inscrito en la circunferen- valores.
Representadas
cia unidad, uno de cuyos vértices es justo 1 (véase lafigura 1). como puntos del
plano, coinclden
(a, b) + (c,d) = (a+c,b+d), con los vértlces de
(a, b)• (c, d) = (ac-bd,ad + bc). un trlángulo
equllátero. En
general, las rafces
n-ésimas de 1 son
Con dichas operaciones se comprueba que, al identificar los LAS SERIES DIVERGENTES los vértlces del
puntos de la recta real con el subcor\junto del plano dado por únlco n-gono
/-v j , . regular inscrlto en
Rx {0} y definir la unidad imaginaria como i= (0,1) se tiene que wue las matematicas son un modelo de rigor, exactitud y precision ia circunferenci*
íz=-l y se satisfacen las expresiones para la suma y el producto al que toda ciencia busca acercarse es un tópico que, como todos, “"n'tíne'S i como
de números complejos introducidas con anterioridad. Estos nú- contiene solo parte de verdad. Enlasmatemáticas, comoenelres- un°desus
t j , vértlces.
meros dejan, por tanto, de ser producto de la imaginación para lo ae ciencias, se producen crisis y, aunque se supone esta en su

convertirse en algo muy concreto: los puntos del plano. Se llama propia naturaleza establecer, antes que nada, unos principios firmes
«plano complejo» al conjunto C = |a+i6:a,í)£R), el cual, como sobre los que luego se construirá toda la teoría, lo cierto es que con
se acaba de observar, se puede identificar de modo evidente con frecuencia estos se formulan inicialmente de forma imprecisa, y,
el plano real R x R. además, pasado cierto tiempo empiezan a mostrar señales de fla-
E1 plano complejo, con la suma y el producto introducidos, queza. E1 modelo propuesto por el matemático griego Euclides (ca.
tiene estructura de cuerpo, pero, además, permite resolver ecua- 325 a.C-ca 265 a.C.) para el desarrollo de la geometría tuvo que ser
ciones algebraicas que antes eran imposibles de abordar. Sobre sometido a examen por largo tiempo, básicamente como consecuen-

25
24 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRlO EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRlO
cia del estudio del axioma de las paralelas, y finalmente fue acepta-
do a principios del siglo xx y gracias al trab^jo de Hilbert, quien en SERIES
1899 publicó un libro dedicado a los fundamentos de la geometría
La palabra «serie» se usa en matemáticas como abre\,\ar,™
(desde el punto de vista axiomático), que le consolidó como el ma-
Si se tiene una sucesión de valores an.a a a d®<<SUma ,nf,n,ta>>-
temático alemán más influyente del momento, y en el que, por fin, £su suma^S-a0+a, ...a la cual se representa demanera abrevladacomo
se establecieron unos principios sólidos para la geometría euclídea 2 3k y recibe el nombre de «serie de término general a ».
Además, el estudio de estas cuestiones fue fructífero, pues propor-
cionó a las matemáticas material para la creación de varias nuevas La paradoja de Zenón de Elea
geometrías, por no hablar de la influencia que tuvo en aspectos re- Este tipo de sumas aparece de forma natural en las matemáticas. Por ejemplo
lacionados con los fundamentos y la filosofía de la ciencia en la famosa paradoja de Zenon de Elea (490 a.C.-430 a.C.) sobre la imposi-
bilidad del movimiento. Esta afirma que todo movimiento es inviable porque
Toda teoría, sea matemática, física o de cualquier otro tipo,
s¡ uno desea moverse del punto A al punto B, entonces nunca llegará va qué
debe fundarse sobre unos pocos principios que inicialmente se primero se tiene que recorrer la mitad de la distancia d que los separé. a con-
usan para elaborar nuevos resultados. Estos mostrarán si las bases tinuación, la mitad de la distancia que queda por andar. y asi sucesivamente
establecidas al comienzo son o no las apropiadas para generar una lo cual implica una cantidad infinita de pasos que harán imposible llegar aí
destino. Si se piensa un poco. se verá que la paradoja se resuelve de forma
teoría interesante y útil. Si lo son, porque las consecuencias deri- nítida porque las diferentes distancias que se suman decrecen a gran veloci-
vadas aportan un conocimiento nuevo, que atrapa, entonces per- dad. lo que hace que la serie asociada
manecerán en su estado inicial, probablemente ingenuo, durante d d
un cierto período. Pero la historia confirma que con el paso del U-
¿2^2 + 4+'" +

tiempo llegan nuevas mentes que, a la luz de sus propias experien- aunque involucra una suma de infinitos tér-
cias vitales y de su estudio de la teoría que hasta el momento se minos. produzca un valor finito, que es justo
la distancia entre ambos puntos. Con respec-
consideraba bien establecida, se convencen de que es necesaria
to al tiempo necesario para realizar el des-
una revisión de los principios. Esto pasó con la geometría, pero plazamiento, hay que tener en cuenta que
también con el cálculo, en concreto a finales del siglo xvm y en el distancias más cortas abarcan tiempos me-
primer tercio del siglo xix. Abel fue uno de los protagonistas de nores. Se sigue que la suma de los tiempos
empleados también será finita (y su serie
esta revisión, al ocuparse del estudio riguroso de las series de asociada es del mismo tipo que la vinculada
funciones a mediados de la década de 1820. a las distandas). Una sencilla demostración
Cuando nació el cálculo, lo que de veras lo distinguió del ál- visual de que
gebra fue su uso del infinito, en diferentes formatos. Si se medita Y
¿j-^-1
un poco, resulta claro que en. toda definición de límite se tiene que se observa en el dibujo de la derecha.
hacer frente —se quiera o no— al infinito, pues aquella involucra Evidentemente, el ejemplo mostrado es muy sencillo. El estudio de las series
el establecimiento de ciertas desigualdades que deben ser satisfe- numéricas es, en realidad, bastante delicado. Las cosas se complican, además,
cuando en vez de sumar números, los términos introducidos son funciones. En
chas en mfimtos casos. Los conceptos de continuidad y diferen-
tal caso, merecen especial mención, por su importancia histórica y sus numero-
ciabilidad de funciones reposan sobre la idea de límite. Lo mismo sas aplicaciones, las series de potencias, que son series funcionales de la forma
sueede con conceptos geométricos como la rectificación y la cua- y akxk,
4y * » 2**t
dratura de las curvas (es decir, el cálculo de sus longitudes así
y las series trigonométricas, (que se corresponden con sumas de! tipo J cke T .
como del área encerrada por ellas), los cuales, evidentemente,
constituyeron desde el principio uno de los temas fimdamentales

EL GENIO QUE SURGIÓ OEL FRÍO


EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO 27
que la nueva disciplina podía abordar. Las derivadas involucrabart
FOTO SUPERiOP
el cálculo de límites de sucesiones de números y, luego, de límites I2OLUER0A. Bernt
Mlchaai Holmboe
de funciones. Por otro lado, las integrales requerían el cálculo de (1795-1850),
sumas infinitas, a las que se llamó «series» y, por supuesto, pronto maestro y gran
amlgo de Abel.
se hizo necesario especificar en qué sentido eran convergentes Supo apreciar
e Impulsar
estas sumas. su talento
A principios de la década de 1820 Cauchy publicó dos mono- matemítlco.

grafías cuya influencia en el desarrollo posterior del cálculo, desde FOTOSUPERIOR


OERECHA AUQUSt
el pimto de vista de sus fundamentos, fue de extrema importancia. Leopold Crelle
(1780-1855),
Se trata del Curso de análisis de 1821 y el Resumen de las Leccio- fundador del
nes de cálculo injinitesimal, de 1823. En ellos, el matemático fran- Jourml fOr die
reine und
cés se planteaba una nueva reconstrucción del cálculo basada en angewandte
Mathematik,
el concepto de límite, el cual se formulaba (en el texto de 1823) conocldo como
ffevlsta de
con exquisito rigor a través de lo que hoy en día se conoce como
Crelle, o
notación «e-ó» y que continúa siendo la forma estándar de definir slmplemente
Cre/le, que
los límites. Este método, acompañado de una introducción orde- dlfundió la obra
d* Abel. Fue su
nada de los distintos conceptos y resultados, permitía inyectar
mejor contacto
rigor y claridad al análisis, al grado de demostrar por vez primera •n Alemania,

algunas propiedades para las funciones continuas que en realidad IMAGENINFERIOR-


El antlguo
solo se habían establecido de manera precisa para clases de fun- edifido de la
ciones mucho más restringidas, como los polinomios. Además, Unlversldad de
Oslo, que, en la
cosa no menos importante, en ellos se establecía una nueva forma actualldad, aloja
la Facultad de
de explicar el análisis que facilitaría en gran medida su compren- Derecho.
sión a futuros estudiantes.
Ya en 1822, cuando Abel por fin pudo dedicarse seriamente a la
investigación en matemáticas, tanto él como los matemáticos de su
entomo comprendieron que necesitaba salir de Noruega. Esto era
importante porque le permitiría conocer a los grandes matemáticos
del momento, para formarse y quedar en posición de aportar su ta-
lento, del que nadie dudaba. Se le postuló entonces para una beca de
estudios, pero la comisión encargada de tomar la última decisión se
mostró inflexible en el momento final, y alegó que, si de verdad se
esperaba que el joven sacara provecho de su visye por Europa, era
fundamental que antes aprendiera lenguas modemas (presumible-
mente, frances y alemán), con el objetivo de establecer una comuni-
c^ion fluida con las personas a las que visitaría Esto requeriría al
menos dos anos de estudio, en los que debía permanecer en Osio y

28
EL GENIO QUE SURGIÓ DEl FRÍO 29
EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO
para los que, en cualquier caso, se le concedió un pequeño estipendi0.
mático pauvvu —^ «*•*««* en rrancés por él v ******
Aun así, Abel logró aJ menos pasar el verano de 1823 en Copenhague CreUe al aleman, el idioma en el que este deseaba
donde tuvo trato personal con Degen. A su vuelta, sollcitó de nuevó W revista. A pesar de que Abel había estudiado aiemán^
una beca para viqjar a Europa y, esta vez, sí la obtuvo. rios años en su epoca de escolarización preuniversrtaria^T
Su destino inicial fue Berlín, adonde ilegó en octubre de 1825.
muy incómodo con el idioma y de todos sus artículospubliSos
Una de las primeras cosas que hizo fue visitar a August Leopold en alemán, solo escnbio uno directamente en esa lengTs™
Creile (1780-1855), quien ya entonces era imo de los persomyes más bargo, en vistade laescasez detrabqjosemnadosaCreite
influyentes en el panorama matemático alemán. Aunque estaba de- tiempo su fundador decidió abrirla a otras lenguas, momento’Z
dicado en gran medida aproyectos de ingeniería, como la eonstruc- Abel aprovechó para presentor y publicar sus estudios en liancfe
ción de carreteras y líneas de ferrocarrii (fue responsable de la
construcción de la lmea que une Beriín y Potsdam), supo usar su
«Con la excepción de las series geométricas, no existe en todas
capacidad para influir en las autoridades políticas de Prusia con el
fin de beneficiar el avance de las matemáticas en Alemania Cuando las matemáticas una sola serie mfiiuta cuya suma haya sido
Abel lo visitó en su despacho en el Instituto de Industria, estaba determinada rigurosamente.»
ocupado con unos documentos y, sin levantar la vista de ellos
■— NtEL8 Henbik Abel.
pensando que el joven noruego era un estudiante que solicitaba ser
examinado para ingresar en el instituto, comenzó sus preguntas. Las matemáticas en Berlín se desarrollaban, en aquella épo-
Abel, que apenas sabía alemán, logró articular las palabras: «¡Nada ca, bien en tomo a la academia, bien en tomo a la universidad o,
de exámenes! ¡Solo matemáticas!». Entonces Crelle levantó la ca- finalmente, en el entomo de Crelle. Y era este último escenario el
bezay comenzó con su interlocutor una discusión mucho más re- que en realidad contaba con posibilidades de generar nuevas ideas.
lajada, parte en francés parte en alemán, sobre matemáticas. Abel Abel hizo una excelente elección al acudir al matemático y tuvo
había leído algunos trabajos de Crelle, y este comprendió en poco la suerte de congeniar con él. De hecho, entre ambos se prodqjo
tiempo que tem'a ante sí un diamante en bruto. Durante esta con- una provechosa simbiosis. Crelle, que había traducido numerosos
versación, el joven noruego se mostró asombrado de que en Ale- textos importantes de matemáticas (del francés al alemán) y dis-
marua no existiera una revista de investigación dedicada en exclu- porn'a de una magnífica biblioteca, puso de úunediato todos estos
siva a las matemáticas, lo cual era justo imo de los deseos íntimos libros a disposición de Abel, lo cual facilitó que su talento mate-
de Crelle, quien tenía previsto satisfacerlo en breve. En efecto, en mático eclosionara. Por otro lado, las contribuciones de Abel a la
1826 Crelle fundaría el Joumal fiir die reine und angewandte Revista de CreUe y su participación en los debates matemáticos
Mathematik (conocido más adelante como Revi.sta de CreUe o, que el alemán dirigía de manera periódica en su casa, supoman
simplemente, CreUe). que fue la primera publicación periódica de «na aportación muy valiosa para Crelle.
investigación matemática en Alemania no controlada por ninguna En la biblioteca de Crelle, Abel leyó las obras de Cauchy de
academia, Abel publicó nmnerosos trab^jos en ella y, de hecho, se 1821 y 1823 y, de inmediato, se sumó a sus ideas. Para él, resultaba
considera que gracias a ellos fue reconocido en el panorama mate- del todo incomprensible que se hubieran logrado tantos avances
matico intemacional. No resulta extraño que CreUe y él se hicieran en el análisis a pesar de los numerosos errores «de bulto» que se
anugos con rapidez y que ambos sintieran admiración mutua cometían constantemente. En particular, se mostraba muy preo-
relle no se linutó a fomentar la difusión de los trabajos de Abel cuPado con el tratamiento que las generaciones anterioreshabían
en su revista. De hecho, los primeros artículos que el joven mate- ^ado a las series infinitas.

EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRiO 3?


EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO
En efecto, la tradición impuesta durante los siglos xvn y xvm en
Esto quedó expresado de manera muy clara nnr 1
el estudio de las series numéricas y las series de funciones se basaba
pstadounidense Judith Victor Grabiner (n. 1938w v'atfflnática
en una inquietante mescolanza de métodos puramente formales y en rículo de 1974 publicado en Tíw Amerkan m **
algunos casos, cálculos numéricos explícitos. Esta situación queda
revista de la Asociaeión Matemátíca Estadourú^ que U
descrita con exactitud en la monografía de Giovanni Ferraro (n. 1957)
sotprendente título «¿Depende del tiempotavertad’iSS*1
El surgimiento y el desarrollo de la teoria de series hasta princi afirmaba:
pios de 1820, de reciente publicación, donde se afirma lo siguiente-

Todos los matemáticos conocen numerosos resultados de las mat


Los matemáticos que utilizaron las series por primera vez estaban máticas del siglo xvni, resultados que Uevan asociados los nombres
interesados en su capacidad para representar cantidades geométri- de Leibniz, Bemouüi, L’Hopital, Taylor, Euler y Laplace. Pero la pro-
cas, y tenían una idea intuitiva sobre su convergencia. Pensaban que babüidad de que estos se obtuvieran en sus orígenes de un moóo
una serie representaba una cantidad y poseía significado cuantita- absolutamente distinto de Ia forma en la que se demuestran en la
tivo si y solo si convergía a dicha cantidad. Sin embargo, carecían actualidad es muy elevada. Resulta dudoso que Euler y sus contem-
de una distinción entre sumas finitas e infinitas, lo cual originó la poráneos hubieran podido deducir sus resultados si se hubieran
aparición de mecanismos formales consistentes en la extensión in- tenido que constreñir a nuestros estándares de rigor.
finita de procedimientos finitos. En los trabajos de Newton y Leibniz
los aspectos cuantitativos y formales coexistían y la manipulación Para la autora, experta en las matemáticas de los siglos xvm y
formal era una herramienta para derivar series convergentes. xix, estaba claro que en el siglo xviu los matemáticos se obsesio-
naron con la búsqueda de nuevos resultados, aunque para alcan-
Cuando habla de aspectos formales, el autor se refiere aproce- zarlos tuvieran que dejar de lado algunas cuestiones relacionadas
sos como cambiar el orden de Ios sumandos o derivar e integrar con el rigor:
término a término una suma infinita, cosas que se pueden hacer sin
probiemas cuando el número de términos a sumar es finito, pero Para los matemáticos del siglo xvm, el fin justificaba los medios. Y
que en aquella época se hacían con sumas infinitas, sin preocuparse hubo numerosos éxitos. Aparecieron nuevas disciplinas, cada cual
excesivamente del rigor. E1 mayor experto en tratar las series desde con sus propios métodos y su propio dominio de resultados: el cái-
un punto de vista formal y, aun a riesgo de cometer errores en el culo de variaciones, la geometría descriptiva y las ecuaciones en
proceso, derivar nuevos resultados —muchos de ellos correctos si derivadas parciales, por ejemplo. Además, se logró una mayor sofis-
se interpretan de forma adecuada— fue Euler. Resulta soiprenden- ticación en materias ya existentes, como la física matemática y la
te saber que esta teoría de series imperfecta, en la que había grietas teoría de la probabilidad.
por doquier, se mostró muy poderosa a la hora de generar nuevas
matemáticas útiles e interesantes. Por ejemplo, las series divergen- Lo cierto es que algo muy parecido sucedió con el propio
tes se usaban para producir resultados en teoría de números. concepto de número. Una teoría rigurosa para los números reales
Los historiadores de la matemática están convencidos de que tuvo que esperar nada menos que a Ias contribuciones de los ale-
si los matemáticos del momento se hubieran aferrado al rigor, ne- manes Georg Cantor (1845-1918) y Richard Dedekind (1831-1916)
gándose a producir un solo resultado cuya prueba no estuviera com- —quien escribió su magnífico libro ¿Qué son y para qué sirven
pletamente libre de dudas, prístina, se habría producido de forma los núrneros? en 1888—, entre otros. Incluso entrado el siglo xx,
necesaria un importante estancamiento en el desarrollo del análisis. el mismísimo Hermann Weyl (1885-1955), matemático alemán y

32 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO que surgió del FRÍO


ei más destacado de los discípulos de Hilbert, redactó en 1918 Crecuérdese que Abel admiraba a Laplace, y este advertía a todos
libro muy crítico sobre la construcción del continuo numérico. Y L que deseaban formarse como matemáticos: «Leed a Eulen él es
el trabajo del austríaco-estadounidense Kurt Gódel (1906-1978) y el maestro de todos nosotros»).
del estadounidense Paul Cohen (1934-2007) sobre Ia hipótesis del La identidad
continuo (que finalizó en la década de 1960), lleva hasta la inquie- 1 + X + --- + Xn --
tante conclusión de que existen diferentes formas de construir 1-x
los números reales, que arrojan respuestas distintas a la pregun- se puede demostrar con solo realizar la multiplicación
ta, de entrada muy concreta, de cuáles son los cardinales que se (1 +x+ • • - ■+*")' C1~x) y comprobar que esta vale, en efecto, 1
alcanzan con los distintos subcor\juntos de la recta numérica. Si se hace tender a infimto el valor del entero n a ambos lados de
Esto, obviamente, implica que en el fondo nunca se sabrá definir la ecuación, se obtiene que
la recta numérica con absoluta precisión. Y, sin embargo, se ha oo 1

trabajado con los números reales, y sigue haciéndose, sin tener 2 xk -1+ #+•■•+#”+•••«—
k-o 1-a:
grandes dificultades y obteniendo resultados de enorme interés,
durante milenios. Incluso entrado el siglo xxi es posible encontrar cuando \x\ < 1, esto es, cuando el valor absoluto de x es menor que
varios artículos dedicados a definir el copjunto de los números uno (el valor absoluto de un número es su valor numérico sin tener
reales de nuevas formas, como por ejemplo en el trabajo del ma- en cuenta si es positivo o negativo). Dicha serie, Uamada «serie
temático suizo Norbert A’Campo (n. 1941) titulado «Una construc- geométrica» porque se corresponde con sumar los miembros de
ción natural de los números reales», aparecido en 2003. una progresión geométrica de razón x, es de vital importancia en
En cualquier caso, las crisis en matemáticas y, en particular, análisis ya que a partir del estudio de sus propiedades se pueden
la del rigor en el análisis matemático han sido siempre fructíferas. deducir numerosos resultados sobre los Uamados «desarroUos en
Además, ellas revelan que, como también sucede en el resto de series de potencias» (como, por ejemplo, los desarroUos de Ta-
ciencias, el avance en la investigación en matemáticas en raras ylor). Para Euler, la identidad entre el miembro de la izquierda y
ocasiones se produce de forma lineal, tal como se presenta más el de la derecha en la fórmula anterior era completa, hasta el pun-
adelante en los libros de texto, sino que se logra de un modo mu- to de haeerlos indistinguibles y, en particular, se producía incluso
cho más desordenado, en el que intervienen razones y motivacio- si la serie era divergente. De manera que sustituyendo x=-l, ob-
nes muy diversas. Y esta es precisamente una de las causas por las tenía la fórmula (para nosotros absurda):
que el estudio de la evolución histórica de las ideas en matemáticas
resulta interesante y tiene la capacidad de aportar im valor añadi- 1 —1 + 1 —1 + 1—1 + ... = 1/2.
do a nuestra comprensión de las mismas.
Así, defendía que:

SERIES INFINITAS CON NOMBRE PROPIO


Cuando una serie infinita se obtiene como el desarroUo de cierta
expresión cerrada, eUa puede utilizarse en las operaciones matemá-
En las siguientes líneas se repasarán algunos ejemplos de razona- ticas como equivalente a dicha expresión, incluso para los casos en
mientos con series infinitas que eran típicos del análisis tal como lo los que la serie diverge.
desarrolló Euler en sus FuTidamentos del cálculo diferencial, y que (•••} Si aceptamos esto, la nueva definición de la palabra «suma»
por tanto formaban parte del material de uso en la época de Abel
coincide con su significado ordinario cuando una serie converge

EL GBNIO QUE SURG/Ó DEL FRlO


EL GENK) QUE SURGIÓ OB- ^
y, puesto que las series divergentes no tienen suma en el sentid0 donde el producto se exüende sobre los números primos (aqueUos
propio de la palabra, ningún inconveniente puede surgir de esta números, diferentesdetquesolo se pueden drvidir entreTyeU™
terminología. Por último, gracias a esta definición podemos pre niism'Ks, como el2,3,5, 7,...).
servar la utilidad de las series divergentes y defender su uso de Sín exnbargo, cuando Abel releyó estos trabqjos, bajo la iníluen-
toda objeción. cia de la obra postenor de Cauchy, le resultaron del todo incom-
prensibles e injustificados. En una carta a Holmboe se quejaba-
Un análisis detallado de la obra de Euler muestra que él res-
tringía estas afirmaciones a las series de potencias y, en ese con- Las series divergentes son obra del diablo, y es vergonzoso basar en
texto concreto, la variable compleja crearía más adelante una ellas cualquier demostración. Puedes obtener, a partir de eüas, cual-
técnica denominada «prolongación analítica de funciones», que quier resultado que desees demostrar, y su uso ha causado numero-
justificaría sus afirmaciones en un sentido muy preciso y que sos desastres y paradojas. ¿Puede concebirse acaso algo más horri-
además, resultaría de enorme utilidad en distintas ramas del aná- ble que observar escurriéndose ante uno la identidad
lisis. Empleando estas ideas, Euler dedujo resultados como la
igualdad 0=l"-2n+3"-4»+...,

1+2+3 + ...=-1/12 donde n es un número entero? Risum teneatis amici [Contened la


risa, amigos] [...] Los hechos más importantes en las matemáticas
o, por ejemplo, la ecuación funcional se mantienen sin sustanciación. La mayor parte de ellos son correc-
tos, eso es un hecho, y es extremadamente sorprendente. Estoy es-
5(1 - *) - 2(2it)“s cos( ns / 2)r(s)5(s), forzándome por encontrar una base para ellos. Una tarea muy inte-
resante.
donde
A1 parecer, desde la perspectiva de los matemáticos del si-
T(s) = / e~xxs~l dx
o glo xvm, el cálculo era, en esencia, un coi\junto de técnicas dedi-
cadas al estudio de la relación existente, para las funciones reales
es la función gamma de Euler y de variable real, entre los procesos de derivación e integración.
Estas relaciones eran tanto más importantes cuanto con más in-
tensidad se podían usar para desarrollar aplicaciones en geometría
k-l K
y física, fundamentalmente. Según dicha perspectiva, lo más sig-
es la función zeta de Riemann, que tanta importancia tiene en mficativo eran las aplicaciones, que demostraban la increíble uti-
teoría analítica de números y cuyas propiedades fundamentales fidad de las matemáticas en el estudio de los fenómenos naturales.
se deducen a partir de la ecuación funcional anterior, así como de Sin embargo, durante el siglo xix y, en especial a partir de la obra
su descomposición como producto infinito —matemáticamente de Cauchy, se implantó una nueva visión del cálculo en la que aho-
representado con el símbolo []—, también debida a Euler, ra tanto un enunciado preciso de los conceptos sobre los que re-
posa la disciplina como la demostración rigurosa de todos los
resultados pasaban a primer plano. Abel se adhirió a este enfoque,
esP°leado por el uso aparentemente paradójico que hacía Euler de

37
EL GENIO QUE SURGIÓ OEL F&O
SUMACIÓN DE SERIES DIVERGENTES , de Fourier
5 «nfido ordinario, pues existen funciones continua*; , J 'cu,a ,a suma
Existen varias formas de asociar un valor numérico a una serie divergente. Para ello, eneentoéo PU0,C. Quizás es,e eiemplo no «JX2SSS STTl
basta introducir un criterio de sumación lineal que, cuando se aplique a una serie n sea matemático. Sin embargo, sí lo es el hecho de que las serieí h 9U'6n QUe
convergente del tipo - Hfilicen en física. En concreto, la igualdad 1+2+3 + .. =h/12 obtp 'Sd'ver9entes se
l prolongación analitica al plano complejo de la funclín zeta de R¡emeanTS'd8rar
k-0

recupere su valor en el sentido usual del término, que es el límite de las sumas parciales
Ks)-1f
-lim(a0+a, + ...+aN).
k-C **"
y evaluarla en el punto s = -l. es "e«saria para expllcar el efecto Casimlr, oue
Dos criterios de sumación importantes son el de Césaro y el de Abel. La serie ^ak asocia una energia finita al vac.o (desde el punto de vlsta de la teorla cuántiM de
se dice que es sumable en el sentido de Césaro s¡ existe el límite *-o pampos, lejos de «estar vaclo» se consldera ocupado por ondas electromagnétl-
cas que fluctúan, y cuya energia final no llega a cancelarse completamente y por
C«a»»-ÜEÑ74S*' un mar de partículas y antiparticulas virtuales que no se observan de manéra di-
recta). produciendo estimaciones numéricas que concuerdan con los datos expe-
donde Sk=a0+ay+...+ak. En cambio, la misma serie es sumable en sentido Abel si exis- rimentales.
te el límite
Métodos que aceleran la convergencia
A({an})-lim ^akxk Algunos métodos de sumación, cuando se aplican a series convergentes, generan
una sucesión que converge a la suma de la serie mucho más rápido que las sumas
Es fácil comprobar que C({(-l)n»=A({(-1)'’»=1/2. por lo que cualquiera de los dos parciales de la serie orrginal. de manera que se utilizan para «acelerar la convergencia»
métodos afirma la «igualdad» de las series. Euler ya observó que esto se producía en ciertos casos. Por otra parte,
la búsqueda de resultados que garantizasen que si una serie era sumable en sentido
l-1+l-1+1-1+...=1/2. generalizado también lo era en sentido ordinario, originó, tras el trabajo del austríaco
Alfred Tauber (1866-1942) de 1897, los llamados «teoremas tauberianos», loscuales
Los métodos de sumación se han utilizado en contextos muy diversos. Por ejemplo, recibieron un enorme impulso gracias a varias aportaciones del estadounidense Nor-
el de Césaro garantiza la convergencia uniforme (de las medias de Césaro) de la bert Wiener (1894-1964) en la década de 1930.

las series divergentes. De este modo, a diferencia de Cauchy, cuyo Con gran probabilidad, me quedaré en Berlín hasta finales de febre-
proyecto de refundación abarcaba todo el análisis, Abel decidió ro o marzo. Entonces viajaré a Gotinga pasando por Leipzig y Halle.
concentrarsus esfuerzos en aclarar algunos aspectos importantes No para ver a Gauss, porque se dice que es intolerabiemente reser-
de la teoría de series. vado, sino por la biblioteca, que, por lo visto, es excelente.
En lo referente a su viaje, Abel prolongó cuanto pudo su es-
tancia en Berlín. Según lo estipulado cuando pidió su beca, el des- Y eso hizo. O al menos Io intentó, porque tenía previsto rea-
tino principal era París y, de Alemania, se consideraba prioritario lizar la visita a Gotinga acompañado de Crelle y, posteriormente,
que visitara Gotinga, donde vivía Gauss. Pero Abel había oído ha- vi^jar con él a París. Sin embargo, esta expectativa se frustró en
blar del hermetismo de Gauss y, a sabiendas de que este se mos- el último momento. Tras haber visitado primero Leipzig y estando
traba inaccesible, decidió retrasar su visita lo máximo posible. Le ya en Preiberg, donde pasó un mes entero porque alH eneontro
escribió la siguiente nota a Holmboe: Uenas condiciones para trabajar y donde redactó su articulo so-

EL GENIO OUE SURGIÓ DEU FRlO QUE SURaÓ D6L FRk)


bre el teorema del binomio, recibió una carta de Crelle infnrm ,
EL VIAJE «TURÍSTICO» DE ABEL jole de que sus numerosas ocupaciones le imneri^n frman"
,e. Entonces tuvo que optpmre continnar^
Niels Henrik Abel. junto con Caesar Peter Mo-
ller Boeck (1798-1877). Baltazar Mathias Keil- el contrano, camb.arla por un vúye más relajado, e„ comna
hau (1797-1858), Nicolay B. Moller (1802-1860) Íía de varios de sus amigos noruegos, a Praga, Viena 2
y Otto Tank (1800-1864) constituian una élite después a París. Su carácter melancólico y su necesidad’decom
de jóvenes promesas científicas en las que
pañía le Wcieron optar por esta segunda vía, por lo que abandJó
Noruega depositaba sus esperanzas. En 1825
los cinco emprendieron un viaje científico por su idea de visitar Gotmga. Despues de todo, como Ie escribiría a
el continente. El objetivo primario de Abel era Hansteen, la biblioteca de Gotinga no podía «superar a las de
visitar París, el centro mundial de las matemá- Pnrís».
ticas en aquel momento. Sin embargo. des-
pués de su estancia en Berlín decidió cambiar
sus planes para permanecer más tiempo con
sus amigos y visitar juntos Dresde, Praga. Vie-
na, Graz, Trieste, Venecia. Verona, Bolzano, EL TEOREMA DEL BINOMIO, ANTES DE ABEL
Innsbruck, los Alpes Dolomitas y finalmente
Basilea, desde donde. en solitario, retomó su Keilhau, padre de la geología
noruega y gran amlgo de Abel. Tras
viaje a París. Puede considerarse que para la muerte de este, se ocupó de su
Uno de los resultados que se consideraron fundamentales para el
Abel este fue un viaje turístico, aunque nunca prometida Crelly casándose con ella. desarrollo del cálculo fue el teorema de Taylor, que establece la
dejó de trabajar ni de contactar con matemá-
ticos locales allí donde podía. De todas formas, consciente de que Hasteen no
identidad
aprobaba su decisión y de que estaba incumpliendo el programa establecido
en su beca, aprovechó su primera carta para justificarse: «Después de todo,
soy de una naturaleza tal que no puedo, o al menos no sin grandes dificultades, 4! n\
permanecer solo. En soledad me vuelvo melancólico y entonces no estoy en
el mejor estado de ánimo para hacer nada». Y en otro fragmento, tristemente bqjo ciertas condiciones sobre la función/ En particular, se asume
profético, argumentaba: «Viajaré al extranjero solo una vez en m¡ vida. ¿Pue- que la función se puede derivar tantas veces como se desee, en
de alguien culparme por querer ver algo de los usos y costumbres del sur? Yo
todos los puntos de un pequeño intervalo que contiene el punto a.
soy capaz de trabajar bien en el curso de mis viajes. 5i estoy en Viena, y via-
jando desde allí a París el camino más directo pasa a través de Suiza, ¿por qué La fórmula indica cómo recuperar el vaJor de la función cerca de
no debería verla un poco? iDios sabe que no soy insensible a la belleza de la dicho punto (es decir, al evaluarla un poco más allá del punto a,
naturaleza!».
en el punto a + h, donde h es un número de módulo pequeño, a
La ciencia y el dinero público partir de conocer los valores de todas Ias derivadas de la fimción
En pleno siglo xx, el matemático estadounidense Steven Smale (n. 1930) fue en a (f(n\a) denota la derivada n-ésima de la función evaluada en
acusado por el asesor científico del presidente Johnson de malgastar el dine- dicho punto y n!=l • 2 - 3•...(n-1)- n es el factoriaJ de n). A día de
ro de los contribuyentes en las playas de Río de Janeiro. En su defensa Sma-
le esgrimió que allí había descubierto la «herradura» —idea geométrica que hoy esta igualdad se deduce aplicando reiteradas veces el teorema
explicaba la presencia del caos en sistemas deterministas— y la demostración del valor medio a la diferencia f(a+x)-P^a(x), donde
de la conjetura de Poincaré en dimensión nz5, que le valíó la medalla Fields
en 1966. Los científicos, como Abel y Smale, tienen que rendir cuentas a quien
los financia, pero deben ser juzgados por la calidad de sus obras, no por el níW-/(a)+/'(a)/l+¿^ft¡+--+¿!^'>"
lugar donde las han llevado a cabo.
es el polinomio de Taylor de la función en el punto de referencia
k ^ste proceso lleva a una identidad del tipo

41
40 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRiO EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FR*0
f(a+h)-Pn,m+ ?**'(&) hn* EL TEOREMA del valor medio
(w+1)!

donde representa un punto —cuyo valor no se conoce de ante-


derivable en todos los puntos del interior de dicho intervalo Fn n J V 65
mano, pero cuya existencia está garantizada— que pertenece al un punto c del Intervalo (a,b) tal que la derlvada en este ounT a 8MSte
intervalo abierto (a, a+h) y al imponer ciertas condiciones sobre la pendiente de la recta tan9ente a la curva en el punto c, satWaca
función y hacer que el grado del polinomio crezca de manera inde-
finida, se obtiene el resultado deseado. Sin embargo, cuando el teo- b-d
rema de Taylor se dedqjo por primera vez, no se conocía el teorema
del valor medio (introducido por Cauchy en la déeada de 1820) y,
interpretación geométrica
por tanto, este se demostraba de un modo completamente dist.into.
En términos geométricos esto significa que. para cierto punto cdel interva
Un caso particular del teorema de Taylor que resulta muy im- ,0 (a.ó). la recta tangente a la gráfica de f es paralela a la recta que pasa por
portante es el llamado «teorema del binomio», los puntos (a.f(a)) y (b.f(b)). Una demostración sencilla se logra con solo
observar que la función. al ser continua en el intervalo [a,6], está acotada
por lo que. s. la recta que pasa por los puntos (a,f(a)) y (b.f(b)) se desplazá
de manera paralela. Ilegara un momento en el que esta abandonará la curva
f En ese mstante preciso, la «recta desplazada» debe coincidir con la tan-
' 2! k\ gente a la curva de la función. Este teorema, que se debe a Cauchy. es un
mgrediente fundamental en la prueba del teorema de Taylor y de otros
muchos resultados importantes del análisis matemático, incluyendo el teo-
Cuando m es un entero positivo, la fónnula se demuestra por rema f jndamental del cálculo. Su importancia se refleja también en las nu-
inducción (un método que pasa de lo «particular» a lo «general») merosisimas generalizaciones y variaciones de que ha sido objeto, en espe-
de forma sencilla. Este caso, que da lugar a una suma finita en el ciai durante el siglo xx.

miembro de la derecha, era conocido desde los tiempos del filóso-


fo, matemático y físico francés Blaise Pascal (1621M602), e inclu-
so antes, pero con la llegada del cálculo, mateniáticos como el
inglés Isaac Newton (1643-1727), el escocés James Gregory (16;18-
1675), el alemán Gottfried Leibniz (1646-1716), etc., moslraron
interés por hallar una expresión para el binomio (1 + .»)'" que fuera
aphcable para valores arbitrarios de m. Como se ha advertido, este
resultado se sigue de aplicar el desarrollo de Taylor a la función
#"'• Sin embargo, como pronto observaría Euler, dicho cálculo pasa
por hallar la derivada de x'n para m general, lo cual se hacía en
aquel momento precisamente usando el teorema del binomio y,
por tanto, entrando en un círculo vicioso. Por supuesto, se sabe
que esta derivada se puede calcular de forma directa aplicando
logaritmos y la regla de la cadena, que proporciona el cálculo de Representación de la curva f. La recta contlnua corresponde a la tangente a la grifica d« /, y
la derivada de la composición de funciones. Otra técnica que po- rectas en Ifnea discontinua son las paralelas a dicha recta tangente.

dna haberse utilizado en la época era aplicar la fórmula

42 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL PR(Q


EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO
en el disco abierto cuyo centro es el origen de coordenadas y s matemático actual) en 2009, dedica más de trescientas páginas
radio corresponde al módulo de xv
a su estudio.
A continuación, demostró que si las series

2 anK
uuoLuiiuau que
n-0 n-0 k-0\n,mi0;n+m-k
«^tucuinente en el análisis.
— Niels Henrik Abel.
son todas convergentes, se verifica la igualdad
Entre los años 1823 y 1827, Abel profundizaría en el estudio
de las ecuaciones funcionales, y publicó varios artículos que tam-
n—0 /=2 2
k’fí\n,m*0-.n+m-k
a„KI-
bién tendrían carácter fundacional. En el primero de ellos intro-
dqjo un método para, a partir del cálculo de derivadas parciales a
Con todos estos ingredientes, Abel pudo abordar lo que se ambos lados de una ecuación funcional, resolver ecuaciones que
considera la primera prueba rigurosa y completamente general del conteman varias funciones incógnitas. Particularmente importan-
teorema del binomio. te fue su segimdo trabajo en este tema, donde resolvió la siguien-
te cuestión: ¿qué funciones f(x, y) tienen la propiedad de que la
función/fo./fa7» y)) es simétrica respecto de las variables x, y, z?
En términos de ecuaciones, se trata de resolver el sistema
ABEL Y LAS ECUACIONES FUNCIONALES
f(z,f(x,y)) = f(z,f(y,x))~f(x,f(y,z))
Como se ha podido comprobar, algunas ecuaciones funcionales - f(x,f(z,y)) =■ f(y,f(x,z)) = f(y,f(z,x))t
sencillas tuvieron un papel destacado en las pruebas del teorema
del binomio presentadas por Cauchy y Abel. De hecho, a ambos que es una combinación de las propiedades de asociatividad y
se les considera pioneros en esta nueva rama del análisis (aunque conmutatividad. Si se piensa enf(x, y) como una operación bina-
existen contribuciones anteriores por matemáticos como el fran- ria definida sobre los números reales,/(a:, y)= x°y (es decir, se
cés Jean le Rond d’AIembert (1717-1783)). La sencilla ecuación interpreta la función como una regla que, dados dos números
a(x+y)=a(x) + a(y) que Abel había usado en su demostración del reales cualesquiera x, y, les asocia un nuevo número real, que se
teorema del binomio había sido estudiada por Cauchy en 1821, puede denotar por x o y), las ecuaciones anteriores se escriben
junto con las ecuaciones a(x+y) = a(x) a(y)y a(xy)=a(x) + a(y) y como
a(xy) = a(x) ■ a(y). Estas se consideran, de hecho, de gran impor-
tancia en la teoría de ecuaciones funcionales y su estudio ha Z O (x O y) = Z o (y o x) = X O (y o z)
motivado numerosas investigaciones desde su aparición hasta la ~xo(zoy) = yo(xoz) = yo(zox),
actualidad. Para apoyar esta afirmación bastará observar que
uno de los textos más influyentes del siglo xx en esta materia, con lo cual queda claro que Abel buscaba una caracterización de lo
escrito por el matemático polaco Marek Kuczma (1935-1991), pu- Que hoy se llama «semigrupos conmutativos uniparamétricos». En
blicado en polaco en 1985 y traducido al inglés y republicado por 1111 ^ríicolo de 1826, el matemático noruego demostró que si/(a;, y)
Birkhauser (una de las editoriales más influyentes del mundo Satisfacía estas ecuaciones, entonces existía una función g(t) tal

EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO 49


EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FWO
LA DEMOSTRACIÓN DE ABEL: UNA EXHIBiCIÓN DE VIRTUOSISMO «;olución del binomio
cn pste punto del proceso, Abel ya disponía de las condicíones baio , ,
La demostración del teorema del binomio revela el dominio de Abel para man¡pU|ar 6 ntizar la convergencia de la serie binomial. En particular h»K- ! esSepodía
cantidades complejas. y la sutileza con la que supo abordar un problema que llevab entonces *m) está bien definiba para «W
años dando quebraderos de cabeza a las mentes más brillantes de la época. Aquís^ Jtando ahora su criterio para el cálculo del producto de dos sJlT C0ntinu*
muestra, por primera vez, el genio que fue Abel. El noruego deseaba demostrar q\ Ut"S" ue para valores arbitrariosde n v mp“"«Wntes,
teorema en su máxima generalidad, por lo que asumió que tanto x como m son nú* Smódulo y el argumento de k» nümeros complejos. esta ecuac^ «tra"^05
meros complejos y, a continuación, tras diversas manipulaciones algebraicas, des-
compuso la serie binomial en sus partes real y compleja, que se denotan aqúí por
p(x) y q(x), respectivamente, f(n+m) = f(n)-F(m)

<t>(n+m) = <b(n) + $(m)+2kK


P(x)+/q(x),

donde fcm) = «m)«">. Como «m) representa el módulo de ^m), !e trata de una
y que Abel calculó explícitamente. En concreto, probó que función posltiva, por lo que puede escnbirse como y se obtlene la nueva
ecuación funcional

Pf.x') = 1+% K cos(ek) I x T y q(x) = j Aksen(0k) | x f


F(n+m)=F(n)+F(m).

para ciertos números positivos \ y ciertos números reales 0k, que dependen de los en la que la función F está defínida para todos los puntos del plano complejo, es con-
valores de k y de m. A continuación comprobó que tinua, y toma valores en la recta real. En estas condiciones, las únicas solucioiíes de la
ecuación son de la forma F(m)=aRe(m)+b/m(m), con a. b números reales. De manera
análoga, la ecuación funcional satisfecha por la función $ arroja soluciones del tipo
<¡>(m)=aRe(m) + film(m)-2kn (aquí /?e(a+/'p)=ay /m(a+/p)=pdenotan, respectivamente.
las partes real e imaginaria del número complejo a+/'p). Tras ajustar todos los célculos,
converge a |x| cuando k tiende a infinito, por lo que el criterio del cociente le permi- Abel desenmascaró los valores de a, b. a, p para concluir que si 1+x=pe’« y |x|<1 entonces
tía asegurar que si el módulo de x es mayor que 1, la serie binomial diverge, y si es
inferior a 1, converge (independientemente del valor de m). El caso |x| = 1 lo estudió (p(m) =
aparte, y probó que si |x| = 1, -1 <m<« y x*-l, la serie converge. Además, lo mismo
sucede si x=-l y m>0. Para el resto de casos, demostró que la serie diverge. que es uno de los valores de (1+x)m.

qaeg(f(x, y) )=g(x)+ g(y). Es más, las funciones f(x, y),g(t) esta- 9(x)+g(y) = h(xf(y) +yf(x)), que, obviamente, generalizaba la
ban determinadas por la ecuación diferencial (un tipo de ecuación ecuación de Cauchy a(x+y)= a (x)+ a (y).
que relaciona la función con sus derivadas) Sus contribuciones en este tema se basaron siempre en redu-
df(x,y)
g'(y)
df(*,y) 9'(x), Cir k® ecuaciones funcionales que se estaban estudiando a ciertas
dx dy ecuaciones diferenciales, que luego resolvía. Dado que las ecua-
ciones iniciales no requerían, por sí mismas, que las funciones
cuya solución calculó de forma explícita.
^volucradas fuesen diferenciables, el problema de resolverlas sin
Por último, en un artículo de 1827, Abel resolvió, para las fun-
^Surnir regularidad alguna se planteaba como algo natural- Tanto
ciones incógnita /, g, h, la ecuación funcional compuesta
es y tan importante (y difícil) era esta cuestión, que Hilbert la

50 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRIO


EL GENIO OUE SURGIÓ DEL FRlO
propuso de manera explícita en una nota al quinto enunciado
su famosa iista de problemas abiertos en el Congreso Inter ** ^e
?rr'acionaj f(x)~cx. En ib/o, «jaston Uarboux (1842-1
de Matemáticos de 1900:
bastaasumir la continuidad en un solo punto. Esto
senciUo de ver. Supongamos, smpérdidade generaüdad
[... ] Uegamos al extenso e interesante campo de las ecuaciones f
función es contmua en el cero, y tomemos un punto a cualqu'e a
cionales, que hasta la fecha ha sido ampliamente investigado
de la recta. Si la funoon es adittva, entonces para cada puntoVg®
miendo la diferenciabilidad de las funciones intervinientes Muc^
se tiene que
ecuaciones tratadas en la literatura, en particular las ecuaciones
estudiadas por Abel de fornia tan incisiva, no muestran característi \f(x)~f(a)\ - f(x) +/(0) f(0)~f(a)\ = l/(a:-a)-j(0)l,
cas intrínsecas que requieran la hipótesis de diferenciabilidad de las
funciones que aparecen en las mismas...
y como lx-al se hace pequeño precisamente cuando* está cerca
de a, la continuidad en a se deduce de la continuidad en 0. Dar-
Responder a esta cuestión ha sido, de hecho, un tema de boux demostró algo más fuerte. Concretamente, probó que si
investigación muy prolífico en el que aún hoy se realizan existe un intervalo abierto de la recta, por muy pequeño que sea,
contribuciones de enorme calado, aunque no era, por sí mismo, el donde la función permanece acotada, y la función es aditiva, en-
tema principal del quinto problema sino solo una observación de tonces es de la forma f(x)=cx. La prueba más elegante que se
corte filosófico. Si se ciñe al enunciado preciso del problema conoce de este resultado se debe al matemático español Ricardo
planteado por Hilbert, este se puede expresar, con la terminología San Juan (1908-1969). Fue publicada en 1946 y es uno de los pocos
actual, en pocas palabras: se trata de saber si todo grupo topológico artículos escritos en castellano que se consideracita obligada en
localmente euchdeo es un grupo de Lie. Obviamente, se trata de todo texto de ecuaciones funcionales. En él, San Juan demuestra
un enunciado corto pero técnico. Para entenderlo sería necesario de forma muy sencilla que si una función aditiva no es de la forma
explicar por separado cada uno de los conceptos implicados. Baste f(x) = cx, entonces los puntos de su grafo, G(f)=[(x,f(x)):
decir que detrás del problema hay un intento de comprender forman un subcoi\junto denso del plano. Es decir, paracadapun-
algunos aspectos geométricos del mundo y, en particular, por qué to (a, P) del plano y todo e > 0, por muy pequeño que este sea,
las transformaciones que preservan distancias (concepto que por siempre existe un punto de la recta x0 tal que la distancia entre
sí mismo no requiere la diferenciabilidad) tienen buenas los puntos (a, p) y (xn,f(x0)) es inferior a e. Piénsese que esta es
propiedades analíticas. De ahí la observación de Hilbert, que una propiedad extraordinaria, pues implica que las soluciones de
conecta este problema de geometría con las ecuaciones funcionales la ecuación de Cauchy son extremadamente regulares o extrema-
y, en particular, con los métodos empleados por Abel para su damente irregulares. Con un poco de teoría de la medida, el re-
resolución. sultado de Darboux se puede refinar mucho más, en otra direc-
Para mostrar que el problema de la regularidad no tiene una ción distinta. En efecto, basta que la solución de la ecuación esté
respuesta fácil, ni siquiera para ecuaciones funcionales sencillas, acotada en un copjunto con medida de Lebesgue positiva para
veamos cómo se resuelve para la más simple de todas, la ecuación Que sea necesariamente de la formaf(x) = cx. Esto se deduce de
funcional de Cauchy f(x+ y) = f(x) +f(y). Como ya hemos comen- Que si un cor\junto^4CR tiene medida positiva IAI>0, entonces el
tado, Cauchy introdujo esta ecuación en su Curso de análisis de Cor\junto A+A = {x+y. x,yCA\contiene un intervaloabierto. Se
1821, entre otras cosas para estudiar el teorema del binomio. El Sl8ue que si/(a:) es aditiva y su restricción al conjunto A está
demostró que si la función/(^r) resuelve esta ecuación y es conti- ac°tada por la constante M, entonces la restricción al coqjunto

55
52 EL GENIO OUE SURGIÓ DEL FRÍO EL GENIO QUE SURGIÓ FR<0
A+A, que contiene un intervalo abierto, está acotada
p°r 2ü CAPfTULO 2
puesto que si x, yEA entonces

l/(a;+y) I = \f(x) I + \J{y) I s M+M= 2M.

Por otra parte, en 1906, Georg Hamel (1877-1954) dem


utilizando el axioma de elección (un principio básico de la
de coryuntos, pero nada constructivo), que existen solucio ^
En busca de la solución perdida
la ecuación de Cauchy que no son regulares. nes de

En 1824 Abel publicó a sus expensas un breve panflet»


de seis páginas demostrando la imposibilidad de resolver la
ecuación general de quinto grado por radicales. En Berlín,
August Leopold Crelle reconoció la importancia de sus ’
ideas y le ofrecio publicar en su revista una versión
ampliada, que apareció en 1826. Sin embargo, Abel no pudo
caracterizar cuáles eran las ecuaciones resolubles
por radicales, tarea que completó otro genio precoz
y de vida trágica: Évariste Galois.

54 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


E112 de febrero de 1535, los matemáticos italianos Antonio Maria
del Fiore (ca. 1506-?) y Niccoló Fontana (ca. 1500-1557) dirimieron
sus diferencias en un desafío matemático público. En este tipo de
batallas, típicas del Renacimiento italiano, cada oponente retaba a
su rival a resolver una serie de difícües problemas matemáticos con
el objetivo de aumentar su reputación y las posibilidades de obtener
un trabajo bien remunerado. Ambos prepararon una lista de pre-
guntas cuyas respuestas dependían de saber resolver ciertas ecua-
dones cúbicas, y cada uno guardaba un as en Ia manga: una fórmu-
la secreta que proporcionaba las soluciones. Pero la fórmula de uno
de ellos era más poderosa e iba a permitirle humillar a su rivaL
Las ecuaciones de grado dos o cuadráticas, ax?+bx+c=0 donde a
es un número diferente de cero, aparecieron por vez primera en pro-
emas relacionados con la medición de áreas, remontándose su re-
solución a los babilonios hace 3600 años. Aunque eüos no disponían
e notación algebraica, y por tanto carecían de una fórmula general,
S1 ^Pptiían de una regla para resolver cualquier ecuación cuadrática
c°n números concretos. En notación actual, el cambio de variable

EN BUSCA OE LA SOIUOÓN PEROIOA


que se resuelve sin más que tomar raíces cuadradas: «otaba perdi^o en la ecuación. Con la roisma raíz se Uamaba también
a un componedor de huesos tal, y como aparece en d
;fr0 ¿W» ote * ta de * Cerva«es- E1 mate-
mico y poeta ^el siglo xi Omar Khayyam fue el primero en resolver
ecuaciones cubicas desde un punto de vista geométrico al
Teniendo en cuentaque = se llegaalafamiliar fórmuia Lpretar las soiuciones como puntos de intersección de dos séc
para la solución general tones cónicas, aunque seguía sm disponer de una fórmula generaL
Cl En 1494, el fraile y matemátíco italiano Luca Pacioli (1445-1517)
nublicó su libro Summa de Arithrmtwa, geormtria, proportioni et
un compendio de las matemáticas de su tiempo, ins-
Esta expresión presenta una peculiaridad: si ia cantidad imdo en los trabqjos de los matemáticos italianos Leonardo de Pisa,
tA-4ac, llamada «discriminante», es cero, entonces la úrüca solu- conocido como Fibomwci (ca. 1170-1250), y Piero deüa Francesca
ción de la ecuación es (ca. 1415-1492), que contema un primitivo simbolismo algebraico
b al üamar a la incógnita co, abreviatura de cosa. En su obra, Pacioti
x =-.
2a consideró la cúbica imposible de resolver. Este comentario espoleó
En el caso de que el discriminante sea positivo, la fórmula propor- al matemátíco de la Universidad de Bolonia Scipione del Ferro (1465-
ciona dos soluciones distintas, en correspondencia con el hecho 1526), quien obtuvo por primera vez una fórmula para las ecuacio-
de que un número positivo tiene dos raíces cuadradas distintas nes cúbicas de la forma F+mx= n. Del Ferro transmitió su fórmula
(por ejemplo >/9 =±3). Sin embargo, cuando el discriminante es secreta a su discípulo Fiore, por otro lado un matemático mediocre.
negativo, la fórmula no proporciona soluciones reales, puesto que Niccoló Fontana era más conocido como Tartaglia (’el Tar-
el cuadrado de cuaJquier número real, sea este positivo o negativo, tamudo') debido a un sablazo que recibió en la cara siendo niño
es siempre positivo y, por tanto, no existe Ja raíz cuadrada de un durante el asedio francés a Brescia y que le desfiguró el rostro para
número negativo. Hasta Ia adopción de los números complejos, en dificultarle el habla de por vida. Tartaglia había descubierto una
el sigío xix, Jos matemáticos considerarían que la ecuación cuadrá- fórmula para las cúbicas de la forma a?+ma?=n y cuando llegó a
tica no terna solución en el caso de discriminante negativo. los oídos de Fiore, este lo desafló a un reto público. Después de
aceptar el duelo, Tartaglia se esforzó en resolver otros casos de
ecuaciones cúbicas y lo consiguió poco antes de finalizar el plazo
establecido para el reto. En notación actual, se procedería de la
UNA AGRIA DISPUTA MATEMÁTICA: siguiente manera para resolver la cúbica: la ecuación general de
LA SOLUCIÓN DE LA CÚBICA tercer grado %?+ bx¿+cx+ d = 0 se transforma mediante el cambio
de variable
No se íiicieron avances signiflcativos en la resolución de ecuaciones b
hasta que los matemáticos árabes iniciaron el estudio del álgebra.
La palabra «álgebra» (al-jabr) tuvo su origen en el libro del mate- en una ecuación reducida y*+py+<?= 0, donde el término en y1 ha
mático persa al-Juarismi (ca. 780-ca. 850) Hisab al-jabr wa’l-rrw- esaParecido. Haciendo y=u+v se obtiene:
qabala, escrito en la primera mitad del siglo ix, y significa «recom-
poner», puesto que se trataba de recuperar el valor de la x que y*+Py+q = (u+vf+p(u+v)+q=u3+v*+(3 uv+p)(u+v)+q

58 EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


EN BUSCA D€ LA SOLUCIÓN PERDIOA
LA IMPORTANCIA DE LAS ECUACIONES ALGEBRAICAS

Las ecuaciones algebraicas aparecen en


múltiples contextos y por eso desde muy
antiguo se han desarrollado técnicas para
intentar resolverlas. Por ejemplo, en la tabli- _3x5J-2X ^ 37 + 7xJ6 + x35_3xJ4+10xí3+;f32_6;fJ,_2 f+8^’-5y0-
lla cuneiforme YBC 7289, perteneciente a la
'l2C8x«-7x2,+ 9XM + 3x’9-4x«-10^-7^ + 12^+7x^2^'
Colección Babilónica de la Universidad de +l4X Í 7X5-4X4 + 12x3-6x2 + 3x-6 = 0. 12^-4x"-2yo+ 5xH
+x7_7x^
Yale, se calcula la longitud de la diagonal de
un cuadrado de lado 30 unidades, lo cual a dudas, esta es una de las ecuaciones algebraicas
es equivalente a resolver la ecuación cua- Sin Iu9ar extraordinarias que se conocen. Con respecto a la con significado matemá-
dráticax2=2-302. Para ello se da una apro- tico mas constantedeConwayse
X= 1,303577...
5abe que
ximación realmente precisa a \¡2 (en nota-
ción sexagesimal, 1; 245110, que en nuestra
notación decimal se corresponde con

30547 Tablilla YBC 7289, donada en


m 1912 por el millonario
21600 John Pierpont Morgan a la Universldad de Yaie

Se cree que esta aproximación tan buena fue obtenida mediante el proceso iterativo
de «división y valor medio».

La sucesión audioactiva
La siguiente sucesión fue propuesta por el matemático británico John Horton Conway
(n. 1937) en 1985: se empieza por cualquier número natural, por ejemplo 11, y a con-
tinuación se cuentan en voz alta los grupos de digitos que contiene el número ante- Representación en el
rior, «dos unos», 21, «un dos un uno», 1211, «un uno un dos dos unos», 111221,... gene- plano complejo de las
rando así la llamada sucesión «audioactiva» 11, 21,1211,111221,... soluciones de la ecuación
Conway se preguntó cuál sería la longitud L(.n) del término que ocupa la posición algebraica anterior. El
punto señalado a la
n-ésima en la sucesión (en el ejemplo anterior, L(1)=2, L(2) = 2, L(3) = 4, L(4) = 6,...). derecha se corresponde
La sorprendente respuesta es que, salvo para la sucesión que empieza por 22 y que con la constante de
es constante, la longitud L(n) para valores grandes de n es propordonal a X", donde Conway.

y secumplequeyHpy + q^Osiu3+i^+q=0ySuv+p=0. Entonces


uy v satisfacen el sistemade ecuaciones u6 + qu3 ~ — = 0,
27

Que se puede reescribir como

Despejando v*=-q-u3 en la primera ecuación e insertándola (u3Y + qu°-£ = 0.


en la segunda, se llega a la ecuación de orden seis

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PER0©A


Esta es ima ecuación cuadrática en v? y puede p0r corno profesor en Brescia apenas le daba
solverse usando la fórmula conocida para las ecuaciones d Te'
paravivjr,ycon
pü;mesa de un patrociruo por un noble locaJ lo invitó a sucasa
dos y que se ha obtenido con anterioridad: e ía P10 cardano fue im magniñco anfitrión v Dor fin
e"^r la resistencia de Tartaglia; teentregé la fónm^a

27 i+.rz7z.
2 V 4 27
^cúbica en forma de poema cifrado y bajo juramento

velaf1^
de no des-

Cuando el cubo está con las cosas


Sustituyendo en la fórntula para v3 se iguala a un número completo,
encuentra otros dos números de los cuales sea diferencia.
P' ?1 + £1
-9 + --J-V +
4 27 4 27’ Después considerarás rutinario
que su producto sea siempre igual
entonces la solución de la cúbica reducida es al tercio del cubo de la cosa.

Entonces el resultado general


de sus raíces cúbicas restadas
te dará el valor de la cosa principal.
Fiore lo apostó todo a ima carta en su batalla con Tartaglia:
los treinta problemas que presentó en su lista se reducían a resol- En el segundo de estos casos,
ver ecuaciones cúbicas de tm mismo tipo, el que le había enseñado cuando el cubo penuanece aislado,
a resolver su maestro Del Ferro. Tartaglia sabía solucionar todos observarás los siguientes pasos:
los problemas de Fiore y puso en su lista problemas que involu- del número rápidamente hajás dos partes,
craban diferentes tipos de cúbicas y que estaban más allá de la de ntodo que una multiplicada por la otra produzca
capacidad de su rival. La victoria de Tartaglia fue rotunda y le el tercio del cubo de la cosa exactamente.
proporcionó una gran fama que atrajo sobre él la atención de uno Después de las cuales, como regla general,
de los personqjes más peculiares de la historia de las matemáücas: sumarás juntas sus raíces cúbicas
Gerolamo Cardano (1501-1576), matemático, médico, ludópatay y esta suma será lo que buscas.
hereje cuya turbulenta vida está retratada con inusual franqueza
en su Libro de mi vida. E1 tercero de nuestros casos
Tras escuchar la proeza de Tartaglia, Cardano trató infructuo- se resuelve como el segundo si te esmeras,
samente de resolver la cúbica por sí mismo. Obsesionado como ya que por naturaleza son casi iguales.
estaba con la solución, empezó a presionar a Tartagiia para que le
revelara su secreto. Por supuesto Tartagiia se negó a hacerlo, ya Esto encontré, y no con pasos lentos
que su reputación se basaba en ser el único en conocer la fórmula en el nñl quinientos treinta y cuatro
para la cúbica. Finalmente, en 1539, Cardano le tendió una trampa: con fur,damentos muy firmes y robustos
sabía que Tartagfia estaba necesitado de dinero, pues su hunulde
en la cludad rodeada por el mar.

EN 8USCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


EN BUSCA DE LA SOLUCIÚN PERDIDA
Cardano mantuvo el secreto durante años, hasta
imperioso para él publicar la fórmula: Lodovico Se ^ encontró la solución para la cúbica en una form.

1565), su talentoso ayudante, había descubierto cómo *** ^nte equivalente »la que le hab.a eonfiado Tartagfia
ecuación cúbica generai y haciendo un esfuerzo °Ter de un* fuente “'depend.ente, Cardano se SíntiHbera^
también había encontrado la solución para la ecuación* P uamento y publico las soluciones de la cúbica y la cuártic!

xi+bxi+cj?+dx+e=0. Mediante el cambio de variable CUártica SUobrT^« magna (1545), concediendo el debido crédito a C
Dá Ferro y Ferrari. Srn embargo, Tartaglia entoeció al vtr
b “llíadasu fórmula y lo considero una traición por parte de Ca
V-x+~
4 EU una de las polem.cas más agrias de la historia de 1-
ÍSemátíc^, cardano y Tartaglia se cruzaron reproches y acuT
se convierte en una ecuación reducida tf+pif+qy+r^ 0
^tétinino W„neS mutuas y la disputa desembocó en un desafio púbhco Fe-
en y^o equivalentemente
mari ocupó el lugar de su maestro Cardano en el combate mate-
rnático. Ante un ambiente hostíl y agresivo, y viéndose con pocas
-qy-r-
oOSibiüdades de superar al talentoso Ferrari, Tanagfia abandonó
|a ciudad después del pnmer día, hundiendo su reputación y con
E1 ingenioso truco de Ferrari consistió en observar que si u*Q ella sus esperanzas de un futuro mejor.
es solución de la siguiente ecuación cúbica auxiliar, llamada «ecua-
ción resolvente»,

8u3+ 8 pu2 + (2 p2-8 r)u-q2 = 0, EN busca de una solución radical


entonces

Una vez resueltas las ecuaciones hasta el cuarto grado por los
matemáticos del Renacimiento italiano, la ecuación de grado cin-
co estaba en el punto de mira de la comunidad matemática, aguar-
y, por tanto, dando el nuevo ingenioso truco que permitiese resolverla redu-
ciéndola de alguna manera a una ecuación de grado inferior. Sin
embargo, a pesar de todos los esfuerzos, el problema estaba en un
punto muerto. E1 objetivo era encontrar una fórmula para las so-
Resolviendo esta ecuación cuadrática se obtiene la solución luciones a partir de los coeficientes, capaz de involucrar solamen-
y de la cuártica, en la que aparecerán solamente raíces cúbicasy te un número finito de operaciones aritméticas (sumas, restas,
cuadradas. productos y divisiones) y extracciones de raíces, pero esta fórmu-
La solución de Ferrari dependía por tanto de resolver previa- la estaba resultando tremendamente elusiva y ya en 1799 el mate-
mente la ecuación resolvente, una cúbica, mediante la fórmula de mático alemán Carl Friedrich Gauss (1777-1855) opinó que era
Tartaglia, y esta se hallaba protegida por el juramento que su maes- imposible, aunque, como era habitual en él, sin dar ninguna pista
tro Cardano le había hecho. Sin saber muy bien qué hacer, Carda- o indicación. En palabras de Abel, «Gauss es como el zorro, que
no vigjó a Bolonia para pedir consejo al yemo de Del Ferro, el con su c°Ia borra sus huellas en la arena».
primer matemático que había descubierto la solución de la cúbica. Mientras tanto, una nueva clase numérica se había ido ganan-
Alli, en unos viejos cuademos que habían pertenecido a Del Ferro, 0 poco a poco el respeto de los matemáticos: los números com-

EN BUSCA DE 1_A SOLUCIÓN PERDIDA EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDlDA


plejos, formados por un número real y otro de ttpo imagin • , „131,0 complejo-, de forma que los números reales rw
Cualquier número reaJ multiplicado por sí mismo es positivo ° ■7! L1de y los imagmarios puros, el de ordenadasS
tanto la ecuación a^=-l no tiene solución si x es un numero ^
Ío si V&*’ e” 6SenCla’ “ 68 P°SÍble Const™ir un modeín
En general en la fórmuia que resuelve la ecuación cuadrár^ estOS ‘<nUTTS m'a8marí0S” ^Plemente si se de^
„ de forma apropiada las operaciones de suma y mulüplicactóÍ'
aor+ bx+ c=0 donde aesun valor diferente de cero, aparec i*
raíz cuadrada del discriminante b2- 4ac, y cuando esta cantidad * £losPuPt°sdelP'71)eef;7d°’laimagmaria
£Bficaría con el punto (0,1) del plano, y cada número completo
t
negativa, la ecuación no tiene soluciones reales.
Un fenómeno más inquietante surgió de la fórmula para Zi * correspondena con un punto (a,ft), tai comomuesriah
resolver la cúbica: como Cardano observó en su libro^aiaplK^j. finnal. Así, interpretódosde maneraadecuada, lospuntosdei piano
la fórmula a la ecuación z/3—15z/—4=0 se obtiene y = ^/2+V^lfl ^corresponden con estas canüdades imaginarias, que pierden de
+^2-V^Í2l , que carece de sentido por aparecer en la expresión esta fomia su carácter. irreal, para convertirse defacto
est»AL,*a*— ,, , . - ^ — en objetos
la raíz cuadrada de un número negativo. Sin embargo, es fácil matemáticos tan aceptables como los mismisimos números reales
comprobar que la ecuación tiene una solución perfectamente vá- Además, interpretado como un punto del plano, el numero
lida, y=4. Ambos resultados pueden congraciarse si uno aplica complejo *=u+bi pupde^escribirse (figura 1) mediante su distan-
manipulaciones formales a la fórmula que proporciona la solución: cia al origen \z\ = Var + b~ — llamada «módulo»— y el ángulo 0
se define i = V-í, es decir, se supone que i es un nuevo tipo de —IJamado «argumento»— que forma con el semieje de abscisas
número que cumple laecuacióni2=-l. Como i no era un número positivo en sentido antihoraiio, comprendido entre los vaJores -ji
real, fue llamado «unidad imaginaria» y se combinó con los nú- y n y medido en radianes, usando la fórmula
meros reales para formar los números complejos a + bi, z = \z\ (cos0 + fsen0) - |^j eia. Representíclón sn
el plano complíjo
que se manipulan siguiendo las reglas usuales del álgebra y te- de un núm»roj>
con parte real y
niendo en cuenta que i2=-l, tal y como se ha visto en el capítulo De esta forma, la siuna y el producto de dos números comple- parte Imaslnarla.
anterior. jos adquirieron también interpreta-
Alrededor de 1560, el matemático italiano Rafael Bombelli ciones geométricas claras: los núme- ----
(1526-1572) comprobó que ros complejos se suman según la Iey FIG'
del paralelogramo y se multiplican .
(2+i)3 -8+12¿+6i2 + ¿3 »8+12¿-6-¿ =
como el producto de sus módulos y Eje imaginario *=a+
-2+ll¿ -2+llV^I“2+V-121 la suma de sus argumentos. Por )
ejemplo, sea z = i, entonces \zl = 1 y /
y, de igual manera, (2 - i)3 - 2 - V-121, con lo cual V2+V-12Í = 0=n/2, de manera que multiplicar w/
=2+i y ^2-7-121=2-1 Así, lasolución de_lacúbica_^g¿a- Por i consiste en hacer una rotación i /
bía sorprendido a Cardano era y = y2+V-12l + v2-v-121 ■ Z*11 radianes, es decir 90°, en sen- Áo
* (2+i)+(2 - i)« 4, con lo que se obtenía la solución real conoci- °do antihorario. - a-L
da. Esto no podía ser casualidad, pero los matemáticos no enten- La descripción geométrica de
dían los números complejos y no se encontraron a gusto con ellos
c°mplejos, debida al
hasta que pudieron darles una interpretación geométrica: al i£u
que los números reales se disponen de manera geométrica sobre Sjean'R°bert ^
casparw 1822^> 81 n°ruego-danés
una recta —la recta real— los complejos se ubican en un PiaI10
Wessel (1745-1818) y a Gauss, I___

66 EN BUSCA DE LA SOUUCIÓN PERDIDA


EN BUSCA DE LA SCH-UOÓN PERW0A
UNA DEMOSTRACIÓN TOPOLÓGíCA DEL TEOREMA FUNDAMENTAt
DEL ÁLGEBRA AL

Gauss probó que todo polinomio de grado se anula en algún punt


que recibió el nombre de «teorema fundamental del álgebra». La sia ° resu,tado
tración está basada en una idea topológica sencilla pero muy poderosa^6 dem°s'
de vueltas»: si y (0), 0 £ [0,2n] (es decir. si la función y depende de un ánq' ? <<número
puede tomar un valor comprendido entre O y 2n) es una curva cerrada ° ° que
que no pasa por el origen y es una elección continua del argumento T ^ P,an°
ángulo) de y, entonces el número de vueltas que da y alrededor del origen ° 6S’61
iv(y). tv( y)=0
2n

lademosuo'--- -
Por ejemplo, si y(Q)=(.x0y0M0.0) es constante. entonces v Dor .
Apart.V deun pol.nom.o con coef.cientes compleiosMde gradoy sln ninol
Por otro lado, s¡ y(e)=0»“entonces se puede tomar * =ney asT^M° n TL ’ "^0-
,1 es posible deformar contmuamente una curva constante v (0) en h "9 a
propiedad del número de vueltas es que permanece Invariante por homotOD^' a„egar asl a la contradiccíón 0^)=^,)=„*!. Esto PJ¿Z¿£>T
decir. si la curva yo(0) es deformada de forma continua en otra curva y (0) s¡n n **
en ningún momento por el origen entonces tv(y0) = ivly,). ' ; Pasar íomptóopW de grado nel debe tener alguna raíz, que es preclsamente el enundá°
do del teorema fundamental del algebra. enuricia-

permitió asentarlos con base firme y que dejaran de verse como p(z) Z + n-2
. ' KA/, &TU/,
' T’ ' "0 •*** pvunuuuu uc giauo 71
meros artificios. Pero ahora una nueva cuestión ocupaba el centro igual o mayor que uno con coeficientes a. complejos, entonces
de ia investigación matemática. La unidad imaginaria se había in- existe un número complejo a,(llamado raíz del polinomio) tal que
troducido para resolver Ia ecuación a^=-l y, combinada con los P(a>°.esto es> si se sustituye la incógnita z por ax en el polino-
números reales para formar los números complejos, ciertamente miop el resultado será cero. Por el algoritmo de la divisiónse sabe
permitía resolver cualquier ecuación cuadrática. Sin embargo, que a, es una raíz del polinomio p(z) si y solo si V(z)=(z-o^q(z\
¿cualquier ecuación algebraica admitía una soíución compleja?, siendo q(z) un polinomio de grado n-1 al que podría apficarse de
¿o tal vez habría que introducir nuevas clases de números para nuevo el teorema. Procediendo inductivamente se llegaa que exis-
resolver otras ecuaciones más complicadas que las cuadráticas? ten w números complejos a,, a2,..., a (no necesariamente distin-
E1 conocido filósofo y matemático francés René Descartes *ob) tales que p(a)=(*-„,) (2-^)., .(*_0]>).
(1596-1650) afirmó en 1637 que cualquier ecuación de grado n
álg b Sta ^act0r*zac*ón’ eQuivalente al teorema fundamental del
tenía exactamente n raíces, resultado que llegó a ser conocido
máxi^ muestra ^ue cualquier polinomio de grado na 1 tiene como
como «teorema fundamental del álgebra», y cuya primera demos-
° n raíces, y si llamamos 6.,6,.B a las raíces diferentes
tración universalmente aceptada apareció en la tesis doctoral de
^) m 6n C°n (número de veces que se mues-
Gauss en 1799. Más adelante Gauss presentaría otras tres pruebas
•>mr> respectivamente, se cumple que
diferentes, para dejar constancia de la gran importanciaque daba
a este resultado. En concreto, el teorema citado afirma que si
í>^~an(2!~P1)Wi(2'-p2)”»2...(z~$y*r} ml+m2+... +mr- ■n,

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


69
EN BUSCA D£ LA SOLUCIÓN PERDIDA
y por tanto un polinomio de grado ?
raltieneexactamentea^. Fn cuanto a la resolución de la ecuación general h.
cada una con su multiplicidad, tal ycomoDeScarte8hab¡aN
h n ¡gual a cinco, el matemático suizo Leonharu t ? grado
turado. También a partir de la factonzación del
"’l’cado en 1738 sus propias soluciones a ecnaciontd^1’3
pO)=z"+ev, z-‘+an_2 z-2+...+a¡ z+a0 con raices a
deduce con facilidad que 11 2’"’a,se

ffjB y 1» de gtado cuatro como tfj + ’Vb, «cJZTbc


ao=(-l)“a!ct2...ali,
Íludones de una «ecuacion resolvente» de grado inferiof C™
Zló que tambien exisüa una ecuación resoivente DaJ
a a, ... + «2a3... aj,
s£ * ^ ’7*r 2 «”• *»p“ ís
aría resolverse mediante una expresión dp
an-2=aia2+«i«3+-+ctn_1aa,
T^tfB + 'tJC+^- Pero n0 P°do Probar este resultado ™a
Aiexandre T. Vandermonde (1735-1796), matenático musicó.
a**—<ai + «2+...+an). ,ogo y político francés, intentó en 1770 un enfoque alternativo Z.
(ando de construir formulas que prodqjesen las raíces a partir dé
Estas fórmulas, que relacionan los coeficientes del polinomi las funciones simétncas elementales, lo cual funcionó para los
con sus raíces, eran ya conocidas desde la época de Cardano y casos conocidos, pero al llegar a la ecuación de grado cinco se vio
reciben el nombre de «funciones simétricas elementales»; simé- Uevado a una ecuación resolvente de grado seis, lo que le impidió
tricas porque no cambian si se intercambia el orden de las raíces seguir avanzando en el problema.
y elementales porque, como demostraron el físico, matemáticoy
filósofo Isaac Newton y el matemático británico Edward Waring
(1734-1798), son los bloques básicos de los que depende racional- «Si u*o quiere progresar en matemáticas, debe estudiar a los
mente cualquier otra función simétrica de las raíces. maestros y no a los discípulos.»
Sin embargo, el teorema fundamental del álgebra es solo un
— Nibls Hbnrik Abbl
teorema de existencia: afirma que las raíces existen pero no pro*
porciona una fórmula para calcularlas, por lo que el problema de Sin duda, la persona que más influyó en el trabíyo de los
resolver la quíntica por radicales permanecía inexpugnable. E1 matemáticos posteriores que se ocuparon de la teoría de ecua-
propio Gauss realizó algún avance al probar que las raíces enési- ciones, incluido Abel, fue Joseph-Louis Lagrange, quien, entre
mas de la unidad, es decir, las soluciones de la ecuación z" = 1, eran 1770 y 1771, publicó Reflexiones sobre la resolueión algebraica
expresables mediante radicales para todo valor de n. Este no era de las ecuaciones. Lagrange analizó las soluciones conocidas a
un resultado evidente puesto que la fórmula habitual para descri-
as ecuaciones de grado menor o igual a cuatro tratando de bus-
bir las raíces de la unidad
car un patrón que pudiera ser generalizado a las de grado supe-
nor. La principal novedad que introdujo fue el estudio del núme-
2kit .
= cos-+ isen —, fc-1,2,. ..,n e valores que toma una función cuando sus argumentos son
n n
rmutados, investigación que continuó el matemático francés
Abei^ p ^ ^UG sena un mgrediente fundamental en la prueba de
usa funciones trigonométricas que no son admisibles en una solu-
cación d tra^^° °*e Lagrange aparece sin duda la primera apli-
ción algebraica.
n e la teoría de grupos a la teoría de ecuaciones que cul-

70 EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


7!
EN BUSCA DE LA SOtUOÓN PEROIOA
Wa espectacularmente con la obra del francés , .
l8lM832).
i teoría de grupos
10IS rjna permutóción de un conjunto fiuito es
matemáticos como Joseph'Louis Lagrange, Augustin-Louis «ienación de sus elementos, como euandose h™P,emente una
variste Galois surgieron los rudimentos que luego cristali- g¡se idenüflca el conjunto conlos»pnmeros
epto abstracto de grupo. Un grupo G es simplemente un
zarían en el conc , 9 3 ..,nl,unapermutacionescualquierorrto„ Snaturales
de una operación interna GxG-*G que a dos elementos
conjunto dotado
otro elemento a*beG y que cumple las siguientes propie- I1: *¿ c;mo (2,1,3,....*) dondeloquesehIh ^10"de‘°8
a.beG les asigna
dades o axiomas: r: el í con el 2 y dejar los demás números<***
p%era posición podemos elegir entre » nútneros,
- Asociatividad: <a.ó)*c=a.<b*c), para cualesquiera a.b.cEG, es decir, al ope-
rar con tres elementos no importa cómo se asocien dos de ellos. idoel primero, y como los numeros no pueden repefee pot
- Existencia de elemento neutro: Existe eEG tal que a«e=e*a=a para cual- mos escoger n-1 numeros para el segundo lugar, ™
quier a£G, es decir, cualquier elemento operado con el neutro permanece
tercero, y así sucestvamente hasta Uegar a la últitna posiciúñT^
inalterado.
- Existencia de inverso: Para cualquier a6G existe otro elemento denotado b duc hay una umca posibihdad. Es decir, en total ex’S
como a-'EG tal que a*a''=a''*a=e, es decir, todo elemento operado con su n!=»• (W-1) • (n 2)-... -3 21 ordenacionesdistintasopermuta
ciones de n eíementos.
Si se considera, por ejemplo, la función de tres variables
fíxx,x2,xj=xx+x2+xy se satisface que, para cualquierpermutación
de dichas variables, la función no cambia, es decir, toma única-
mente un valor, por lo que se puede afirmar que es simétrica. Por
otro lado, la función/^Tj, x2, x^)=(x2—xx) (x3-x2) (x2-xx) dasolodos
\z\oTesJ(xx,xvx^o-f(xvxvx^ cuandoserealizacualquierade
las seis posibles permutaciones de las variables. Lagrange probó
quesi f(xx,x2,..., xj es una función racional —esdecír, expresa-
ble en forma de cociente de polinomios— que toma los valores
distintos/,,/^alpermutarsus variables, entoncesresun
divisor de n! Además, los coeficientes A0, Ax,.. ,,Ar í del polinomio
construido a partir de los valoresfx,f2, ...,fr como
E! orden de un grupo
Si G es un grupo finito, se llama or-
den de G a su número de elementos.
El teorema de Lagrange afirma que
en todo grupo finito el orden de cual- scn funciones simétricas de xx, x2,..., xn.
quiera de sus subgrupos es siempre En particular, una función racional de tres variables podría
un divisor del orden del grupo. En mar 1, 2, 3 o 6 valores diferentes (los divisores de 3!=3 • 2 -1=6),
particular, si el orden de G es un nú-
mero primo entonces los únicos sub- Pero nunca 4 o 5. Este tipo de argumento sería fundamental en la
grupos de G son los triviales. Joseph-Louls Lagrange
P^ueba de Abel.
tj0n 17995 siguiendo la senda iniciadapor Lagrange, el malemá-
y médico italiano Paolo Ruffini (1765-1822) publicó laprueba

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


UASOLUOÓNPeíO®*
EN BUSCAOC
oue demostraba por primera vez la imposibilidad de resolVer,
quíntica por radicaJes. Sin embargo, la comprobación era mUy J
ga y complicada, pues ocupaba cerca de qumientas páginas, y n'
recibió demasiada atención por parte de la comunidad mate’mátü
ca. Ruffini se esforzó en obtener la opinión de Lagrange, a qUjen
tenía en la mayor estima, pero este apenas le prestó atención. En.
tre quienes tuvieron la paciencia y el interés en ieer con detaile sn !
demostración pronto surgieron críticas a ciertas suposiciones no :
comprobadas. Como consecuencia, Ruffini publicó varias versio.
Sür-
nes diferentes de su prueba a lo largo de veinte años, pero la opj.
555?^
nión generalizada era que se encontraba incompleta y que la pñ- 'TVa1^mitico
mera demostración esencialmente correcta fue la de Abel. Entre ob*«lo«5
ton oi métoflg

los matemáticos de renombre solo Cauchy —poco dado, por otro


**e«UJCionw
lado, a elogiar la obra de otros— alabó a Ruffini e, inspirado por cüblcasdí
T*rt49li», hjjtj
él, publicó una influyente memoria sobre los valores que una fun- «Puntod,*»,,
ción podía tomar cuando se permutaban sus argumentos, resulta- ^unítran»»
w»q»i»
do que sería fundamental para Abel. En particular, Cauchy gene- cWl*SM»l4
Wfmula.
ralizó el resultado de Ruffini —según el cual una función de cinco
Poro
variables no podía tener exactamente tres o cuatro valores cuando 'ZO/lfRDA.
R«r«Q Oei
se permutaban sus argumentos— probando que «el número de niósofo y

valores que toma una función no simétrica de n cantidades cuando TOtwlitiCO


francésRwé
sus variables se permutan de todas las maneras posibles no puede Oescartes
0596-1650),
ser menor que el mayor primo p menor que n sin ser igual a dos». pintado por tl
plntof netflandé»
Frans Hah.

FOTOINFEROR
OERECHl.
Nlles Henrtk Abel
LA DEMOSTRACIÓN DE ABEL 0802-W29)
retrataJopor el
plntor noruego
JohanGBrbltzen
E1 padre de Abel fue elegido, a finales de 1817, miembro del Stor- 1826, durante so
ting (Parlamento noruego), pero apenas unos meses después cayó eitanclaenParh.

en desgracia al acusar falsamente a dos representantes en una


sesión. E1 fin de su carrera política y sus problemas con el alcohol
deterioraron seriamente su salud y lo llevaron a la muerte en 1820.
Abel, su madre y sus cinco hermanos quedaron en una situacíon
económica muy precaria, y fue su mentor Holmboe quien consi-
guió apoyo económico para que Abel pudiera acabar el colegio y
empezar sus estudios en la Universidad de Cristianía (actual Oslo)

74 EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


enbuscadelasoluciónperoim
75
i «21 Con sol° diecinueve anos, Abel nrec
EL DILEMA DE ULAM
^lapararesolverlaecuacióndegradocCpo?0^^
p, Joumai für die reine und angewandte Mathematik. en cuyo primer núm. Sada Noruega, Abel no había tenido notic^ d^*' En
en 1826, aparecieron hasta seis artículos de Abel. fue la la primera revisTa a
matemáticas de Alemania nocontrolada por nmguna academia. P0C0a
l Ruffiw «obre la ‘m[)OS,b,Udafi de resolver la ñuta ,0S taNos
esfuerzos contmuaban, en latradicióu de
fueron apareciendo en Europa unas cuantas publicaciones especializadas Sim°
^entrados en buscar una formula que proporcio^ V**”».
lares a esta, en las que los matemáticos presentaban sus principales hallaZQn ‘
Por tanto, para estar al corriente de tas novedades en la disciplina bastah'
con acudir a la biblioteca y leer este puñado de revistas. En la actualidaq u
L Como Holmboe no fue capaz de determinar k Soluci“-
¡umento de Abel, decidieron enviárselo a Ferdinlnd? ** *
situación es mucho más complicada. Se conoce como «dilema de uiam» i
íejor matematico danes de la epoca. Degen resnonriírf gen’el
problema planteado por el matemático polaco Stanislaw Ulam (1909-7984)»*
su autobiografía Aventuras de un matemático: ^nable pidiendo ejemplos numéricos. Precisatnentetet
estos ejemplos como Abel se dio cuenta de un err0r en 1 fT?°
Hace algunos años, durante una conferencia que pronuncié en Princeto Y j0 que resulta no menos importante, Degen le nronr!
en los actos de celebración del vigesimoquinto aniversario de la compu0 consejo Que tendna grandes consecuenciÍ ¿gí ?
tadora de Von Neumann, de repente me puse a estimar mentalmenté
cuántos teoremas se publican al año en las revistas de matemóticas. Hice su trabajo: «Me refiero a las integraies elípbcas. ün inv^"
un rápido cálculo mental y llegué a una cifra de cien mil teoremas al año serio con capacidades adecuadas para una investigación detT
Si el número de teoremas es mucho mayor de lo que es humanamente tipo no se restringiría solo a las muchas beUaspropiedadesde
posible examinar, ¿en quién fiarse para juzgar qué es importante?
estas notables funciones, sino que podría descubrir un estrecho
Si el dilema de Ulam planteaba una pregunta de dif/cil respuesta en 1976, año de MagaUanes que condqjese a las vastas extensiones de un tre-
de publicación de su libro, una solución es hoy en dia todavía más acuciánte, mendo océano analítico».
debido al crecimiento exponencial del número de revistas y de las facilidades Abel obtuvo una pequeña ayuda para visitar a Degen y aotros
que proporciona Internet a la hora de difundir y publicar el trabajo de los
matemáticos de todo el mundo. matemáticos daneses en Copenhague. Lo más reseñable de este
viqje fue que en su transcurso conoció a Christine, CreUy, Kemp,
Stanlslaw Ulam quien se convertiría en su prometida.
(derecha) con
Rlchard A su vuelta a Cristianía continuó trabajando en la ecuación de
Feynman
(centro) y John
quinto grado. Tratando de enmendar su error, Abel empezó acam-
von Neumann, biar de pareeer y pensó que la fóimula que buscaba no existía. Por
cerca de Los
Álamos hacia otro lado, sus profesores y amigos noruegos, el astrónomo y físico
1949.
Christopher Hansteen y el matemático Sqren Rasmussen eran
conscientes de que un genio de la taUa de Abel necesitaba entrar
en contacto con los grandes matemáticos europeos para desarro-
Uar todo su potencial. Por ello, consiguieron del gobiemo noruego
beca de viaje para Abel. Esgrimieron el argumento de que «una
cstancia en el extrar\jero, en los lugares donde se encontraban los
roatemáticos más sobresalientes, contribuiría de forma excelente
a su educación científica y erudita».
En 1824 Abel había conseguido probar la imposibilidad de
esolver la quíntica mediante radicales y decidió publicar la de-

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA SOLUOÓN PEf®lDA


EN BUSCAOELA
mostración pagando al impresor de su bolsülo para tener una h itía iina solución por radicales, es decir .
na carta de presentación ante los matemáticos europeos a i0 % ^órmula que combinando los coeflcient
iba a conocer en su inminente viaje. Como solo pudo pern^ un* número fimto de sumas, restas, productal V- “<
un breve paníleto de seis páginas, su primera demostración p *¿ión de raíces proporcionaba las solucio^’ ^nes , e¡t.
cada fue poco clara y parca en detaUes. La envió a Gauss, eSpe ‘ licado en detafie en su articulo de 1826 -v n Pnmer ^
do reconocimiento del gran matemático alemán, pero parece^ e*L 1824- consistió en probarque cualquier ° 6n su Panfle’
este ni siquiera llegó a abrir el sobre. La idea inicial de Abe\f ^jes podía escribirse como taci0“ Por radi-
visitar a Gauss en Gotinga se truncó ante la falta de interés de 6
último y así ambos genios no llegaron a conocerse en personajf
Berlín, sin embargo, sí consiguió impresionar a August Leopold
Crelle, fundador del Joumalfiir die reine und angewandte Mathe nn número primo y R, c , a n
matiky primera revista matemática alemana no controlada p0r podían descomponerse de la misma fomtá querTtósuctr
ninguna academia, que en su primer número, en 1826, publicó una ^ente hasta Uegar finalmente afimciones racionales t
versión ampiiada del panfleto de Abel. A1 no tener que pagarp0r 2» + *-.^"^nosepodía^^
lapublicación, pudo elaborar mejor la demostración y aportar más función racional de los coeficientes , de 9¡., ^ ^
detalles. Este artículo y un resumen del mismo que Abel escribió expresión de la solucton aparecian distintas raíces anidádas
en francés para la revista del barón de Ferrusac (1786-1836) dieron dentro de raíces) hasta llegar en el nivel más interiora flmci0I1fis
a conocer al mundo al talentoso joven noruego que afirmaba haber racionales (sin raíces).
demostrado la imposibilidad de resolver la quíntica por radicales. Por ejemplo, la solución de la cúbica reducida tf+py+n*0
A diferencia de lo que sucedió con Ruffini, esta vez la comunidad es, según la fórmula de Del Ferro-Tartaglia-Cardano-Ferrari vista
matemática fue receptiva con las ideas de Abel y le dio crédito por anteriormente,
desentranar el misterio de esta ecuación.
La demostración de imposibilidad de Abel es una pieza de
orfebrería matemática y procede por «reducción al absurdo»: su-
pone que existe una fórmula algebraica que proporciona las solu-
ciones a partir de los coeficientes de la ecuación general de grado pero también admite la expresión equivalente y=$ÍR +g2'[Í?, áendo
cinco y sigue de manera laboriosa con una cadena de deducciones
hasta llegar a una contradicción, probando que la existencia de
tal fórmula es imposible. Como escribió el famoso matemático de
Cambridge Godfrey H. Hardy (1877-1947), «Reductio ad absur-
dum, que Euclides tanto amaba, es una de las mejores armas del
matemático. Es un gambito mucho más fino que cualquiera del Que es de la forma descrita por Abel.
ajedrez: un jugador de ajedrez puede ofrecer el sacrificio de un ^ A continuación Abel dedtuo de manera brillante que^ gr~,9p-i
peón o incluso unapieza, pero un matemático ofrece la partida»- y V R son funciones racionales de las raíces de Ia quíntica Así, lRt
Abel empezó suponiendo que la ecuación de grado cinco es necesariamente una función irracional de los coeficientes
e a ecuación, ¡es sin embargo una función racional de las raíces.
of+aA #*+a3 a?+a2 a^+ a¿c+aQ= 0 ta pr°Piedad, fundamental para la prueba de Abel, había sido

78 EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA SOLUQÓN P6R0*W


ÉN BUSCA D€ LA
utilizada por Ruffini en su memoria de 1799 pero sin haberi tri cason = 5 es el más sencillo de excluir n
mostrado. Su comprobación justifiea la reputación de Abel Co * ^ cuación probada previamente por Abel qUe a Partir de
primero en resolver completamente el misterio de la quíntic
ejemplo, si se considera que las raíces de la ecuación cuadr'•
^ " 5 ^! + 0,4x2 +' •' + OTg),
¿2+6a;+c=0son 04

-b+%lb2-4c -b-\¡b2 -4tc Honde X\>x2>"’,a'& so^ raices & Quíntica y a es una -
distíntade uno, sesigue queelmiembro7elrai2Wnta
a ma Cinco valores distmtos al permutar las raíc^ m ^^erda
se comnrueba con facilidad que \¡b2 -4c- xx-x2 y por tanto ‘Cbro de la derecha cambia su valor co^T*****
función \¡b2 -4c, que es irracional en los coeficientes bvr a
el contrano racional en las raices xx y xv en concordancia con ei expresiones sean iguales, y la unica posibiiidad que queda
resultado general de Abel.
Aplicando un razonamiento análogo, Abel concluyó que cual
quier radical que apareciese en la solución x debía ser una función «¡Qué cabeza tíene este joven noruego!»
racional de las raíces. Llegado a este punto, el matemático ya es-
taba preparado para usar el teorema de Cauchy sobre el número
de valores que toma una función racional cuando se permutan sus Para descartar el caso n=2 Abel tuvo que trabqjar más duro
valores, para Ilegar a una contradicción y demostrar así que la probando que en ese caso se cumpha la ecuación
solución por radicales no podía existir.
En efecto, Abel prestó atención ahora a los radicaJes del nivel )(xl+a4x2 + ...+c
más interior, es decir, aquellos de la forma '<¡R donde R es una
función racional de los coeficientes a0, av ...,a4 de la ecuación de donde h0, hx y S eran funciones simétricas de las raíces. Así, al
grado cinco (es decir, R está libre de raíces) ywesun número permutar las cinco raíces de todas las formas posibles, el miembro
primo. Como los coeficientes son las funciones simétricas elemen- de la izquierda tomaba 5! = 120 valores pero el miembro de la de-
tales de las raíces, se cumple entonces que R también es una fun- recha solo 10, al tener la raíz cuadrada dos valores posibles y mul-
ción simétrica de las raíces y, por su parte, Abel había demostrado tiplicarlos por los cinco admisibles de cada raíz quinta Abel Uegó
que yfR=r(xv xv..., x¿) era una función racional de las raíces de de tal manera a una contradicción que implicaba que la premisa
la quínticaxvx2,..., x6. A1 permutar las cinco variables de r se ob- imcial era falsa: no existía solución por radicales paralaecuación
tiene un úmco valor de R, porque R es simétrica, y por tanto \[R general de grado cinco.
toma los n valores distintos de la raíz n-ésima. AI ser n primo, Abel Esto implicaba que la ecuación general de grado tampo-
invocó en este punto el teorema de Lagrange para garantizar que eo era resoluble por radicales (si se multiplica la ecuación general
n=2,3 o 5 —puesto que n divide a 5!=5• 4■ 3■ 2• 1 = 120 y n es pri- e grado cinco por xn'5, se obtiene una ecuación de grado que
mo y teorema de Cauchy para establecer que entonces n=5° I ° Puede resolverse por radicales), poniendo así fin a un problema
n=2, al no ser posible el caso n=3. En particular, esto significa que
^gamente estudiado: solo era posible resolver de forma general
la raíz situada en el nivel más interior de la expresión debía ser una
nocH^6 ^nnu^as algebraicas los casosw=2, w=3yw=4yaco-
raíz quinta o una raíz cuadrada Solo faitaba por tanto analizar cada
otro d°S' Per° cuando 1111 problema se cierra, de inmediato surge
caso por separado y descartarlo si se llegaba a una contradicción.
e interés igual o mayor.

80 EN BUSCA DE LA SOIUCIÓN PERDIDA 81


enbuscadelasoluoón^
UNA SOLUCIÓN A LO IRRESOLUBLE
GALOIS
évaR*ste
A pesar de su espectacularidad, el resultado de Abel de isp
su versión ampliada de 1826, probaban solamente que no • ? Évariste Galois nació cerca de París en
1811,
hijo de padre republicano. Después
una fórmula para resolver mediante radicales la ecuación s
de ser educado doce años en casa por su
de quinto grado tf+a^+ajcP+afí+ap:+a0=0. Sin embargo^1 fnadre, en 1823 entró en el Liceo de Louis- Á
no implicaba que una ecuación particular como a^-6^+3 JneS° le-Grand, donde se despertó su interés M
por las matemáticas y se forjó su espíri- ,' K
pudiese ser resuelta con este método. De hecho, se sabía ^
tu revolucionario. Galois intentó por dos t
ciertas ecuaciones como xn-1=0 sí eran resolubles por radicalUC veces acceder a la Escuela Politécnica, la ■ T
para cualquier número naturai n. Peor aún, el hallazgo de Ata universidad más prestigiosa de Francia y
conocida por el activismo político de sus '
ni siquiera implicaba que existiese alguna ecuación «particular!
estudiantes. Siguiendo el ejemplo de su ' ’
que no pudiese ser resuelta por radicales. Tal vez siempre hubie" padre, se había convertido en un ardiente ■ . i
se una fórmula válida, pero distinta para cada ecuación panicu republicano, pero su negativa a respon- ■ • /
lar, de manera que no existiese una misma expresión para resol- der a ciertas preguntas del tribunal que '■ /.
lo examinaba, por considerarlas obvias, y V- ij-,
verlas todas.
su menosprecio al mismo (la leyenda dice ( Jfc'
Abel estaba fascinado por la teoría de las ecuaciones y, cons- que tiró un borrador a uno de los miem- V
ciente de las limitaciones de su teorema de imposibilidad, comen- bros del tribunal) lo llevaron al fracaso.
zó a estudiar condiciones que garantizasen que una ecuación par- Galois. resignado. entró en la Escuela Normal en1830.
considerada mucho me-
nos interesante desde el punto de vista científico
ticular fuese resoluble por radicales. Este trabajo cristalizó en su en lo político. Galois se inició en la investigación 1
y rnucho más conservadora
- matemática en 1829 con un
«Memoria sobre una clase de ecuaciones resolubles algebraica- artículo publicado sobre ffracciones continuas y varios artículos sobre la resdu-
mente», escrita en 1828 y publicada en Crelle en 1829, poco antes ción algebraica de las ecuaciones. [
Jcc;cnc3. Después de conocer el trabajo en ecuaciones
de Abel, presentó a la Academia de París i«- —_
de su muerte. E1 principal resultado de Abel en esta memoria ga- --una memoria sobre las condiciones
para que una ecuación fuese resoluble algebraicameñte'Es^ren^dal
rantizabaque una ecuación de grado n con raíces a,, a2,..., an era Jean-Baptiste Joseph Fourier, secretario de la Academia, para ser considera-
resoluble por radicales si todas las raíces eran expresables como da para Grand Prix en matemáticas, pero Fourier muriódos meses más tarde
funciones racionales a partir de una sola de ellas, es decir, y la memoria se perdió. Curiosamente, el Grand Prix de 1830 fue concedido
a Abel (a título póstumo) y al alemán Carl Gustav Jakob Jacobi (1804-1851).
a.=i2.(a,) siendo R. una función racional, y además para cada par
i y j se cumplía que Acontecimientos turbulentos
En julio de 1830 estalló una revolución en París y el rey CarlosXhuyódeFran-
cia. Galois fue expulsado de la Escuela Normal después deescribir unacarta
Ri(RJía.1))=Rj(Ri(al)).
al director quejándose de que impedía a sus estudiantes sumarse a la revolu-
ción. Se unió entonces a la Artillería de la Guardia Nacional, una milicia repu-
Esta última ecuación era una condición de conmutatividad 'icana, que pronto sería abolida por el nuevo rey, Luis Felipe. Durante este
(no importa el orden en el que se apliquen las funciones) y justifi- Período Galois ingresó dos veces en prisión. A finales de mayo de 1832 fue
ca que el término «abeliano» se utilice en la teoría de grupos como er,do de muerte en un duelo cuyas causas nunca han sidoaclaradas, peroque
se supone relacionado con una mujer de la que se habia enamorado. La noche
sinónimo de «conmutativo».
es de' duelo, consciente de que su final era inminente, escribió ene 1»-
Abel no publicó más trab^jos en vida sobre la teoría de ecua- lR^cte t0d0 lo due sabía sobre la resolución de ecuaciones por r 'caes^
ciones, pero en su correspondencia con Crelle y Holmboe anunció 46' JosePh Liouville publicó en su revista la solución completa de
numerosos resultados sobre el tema. La información contenidaen

82 EN BUSCA DE LA SOLUCtÓN PERDIDA

EN BUSCA DE LA PB®®*
estas cartas junto con un manuscrito inconcluso de 1828 f
incluidos póstumamente en sus Obras comptetas con el tftuj n
eu método DE newton-raphson Y uos FRACTALES
bre la resolución algebraica de las ecuaciones». Abel se hab^80'
, método iterativo de Newton-Raphson
puesto un ambicioso objetivo: «Dada una ecuación de cualQP^
grado, determinar si podía o no ser resuelta por radicalesrp
matemático noruego expresó de manera clara su programa ¡n,1
introducción del manuscrito: «De esto se siguen de forma natj? DUede apücarse en el p.ano complejo para aproximar |as ra-
S Como el teorema fundamental del álgebra garaS ‘
dos problemas, cuya solución completa comprende toda la teo^ de grado n tlene n rafces comptejas, es natural preguntZ “
de la solución algebraica de las ecuaciones: m iri el método empezando en un punto arbitrarío z <jal nl
®e pintan del mismo color todos los puntos que coovérgt '
ebtiene la «cuenca de atraccón» de dicha raíz, p„dr® a"
— Encontrar todas las ecuaciones de un determinado grad0 ounto de vlsta geometrrco, que cada punto converge a
que son resolubles algebraicamente. nero la situaclón se complica en el borde de estas regmJl
— Decidir si una ecuación dada es o no algebraicamente re- compHcadas y bellas figuras fractales, Los fractales, de acuerdn
n0 acuñado por el matematico francopolaco Benoit Mandelbrot
soluble».
en 1978. son objetos geométricos irregulares y autosemejantes
su estructura a distintas escalas.
Su prematura muerte le impidió alcanzar este objetivo y nun-
ca publicó un criterio general para decidir cuándo una ecuación
era resoluble desde un puitto de vista algebraico. Sin embargo, en
una carta a Crelle de 1828 le comunicó, sin demostración, lasi-
guiente condición suflciente: «Si tres raíces cualesquiera de una
ecuación irreducible de grado primo están relacionadas de tal for-
ma que una de ellas puede ser expresada racionalmente por las
otras dos, entonces la ecuación en cuestión será siempre resolubie
por radicales». Se puede conjeturar hasta dónde habría llegado
Abel en sus investigaciones de no haber muerto tan joven, pero lo
cierto es que le correspondió a otro genio, Galois, cuya muerte fue
aún más prematura, resolver completamente el misterio de la re-
solución por radicales. Cuencas de atracción de *M=0 Cuencas de atracclón de ¿“-1-0

Uno de Ios principales resultados de Galois completaba el


criterio de Abel, diciendo que una ecuación irreducible de grado
primo era resoluble por radicales si y solo si cada raíz podia ser
expresada racionaimente a partir de otras dos raíces cualesquiera iuviese al menos dos raíces reales entonces todas tendrían que ser
Como el matemático alemán Leopold Kronecker observó en reales pues dependen racionalmente de Las dos primeras). Como
1856, del teorema de Galois se sigue que si f(pc) es un polinomio c°nsecuencia del resultado de Kronecker es fácil establecer que,
con coeficientes racionales, irreducible y de grado primo, y laecua por ejemplo, ia ecuación af-Aoc-2=0no es resoluble por radicales,
cióny(.2-)=0 es resoluble por radicales, entonces o bien f(x) f,que es irreducible, de grado primo y tiene exactamente tres
exactamente una raíz real o bien todas sus raíces son reales (s ^ees reales y dos complejas. De esta forma, la poderosa eo

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA ENBUSCADELASOLUCtóN^A


creada por Galois permitió encontrar por vez primera ecUa
particuiares que no eran resolubles por radicales, una
que Abel no había Logrado el éxito. en la
* .las exactas porque el desarrollo de dlai)onef
de eficientes y fácilmente implementables^n ” numéri«»
ráPmite obtener cualquier solución de una ecuaci<W'?"ador
MÁS ALLÁ DE LO IMPOSIBLE per i arado de aproximación deseado. Por eiemn,„P *°micíl
C0P ¿os numéricos más conocidos para aproximar üZu - ‘°8
E1 teorema de Abel mostraba que la ecuación general de gr h fÍUn/(*)=° 68 e’ Uamad° ‘mét°d0 de NeZ,tDrde
mayor o igual que cinco no podía ser resueita por radicales. Ga!o ° fajubién recibe el nombre de «método delasm^^^
fue un paso más allá y probó exactamente qué ecuaciones podí * 1 mngente a una curva es una recta que pasa por un
ser resueltas por radicales y cuáles no. Sin embargo, esta no , curva y, justo en este punto tiene la misma pendienl Zh
la única forma de solucionar una ecuación: por ejemplo, la cúbi curva) porque se parte de un vator aproximado inicialr
ca x3-^-1 = 0 es resoluble por radicales mediante la fórmula de d0 por tanteo, y se sustituye la funcion f(x) por sa rectaUente
Del Ferro-Tartaglia-Cardano-Ferrari, pero también admite como nX>f(*$x-xutilizand° el de corte de la tangente con
resultado el eje de abscisas —es decir, la solución de la ecuación/{x
(*-*,>) = como nuGva aProximación a la solución (véase í
*-2o°s(f)- figura2).
que es una fórmula con una función trigonométrica en lugar de Repitiendo este procedimiento se genera el método iterativo
una expresión algebraica con radicales.
x -x n)
E1 hallazgo de Abel no impedía que la quíntica pudiese resol-
verse raediante fórmulas que usasen funciones trigonométricas u
otras más complicadas. En efecto, el francés Charles Hermite que converge a gran velocidad a la solución siempre que el valor
(1822-1901), gran admirador del tra- inicial x0 se elija suficientemente cerca. En la película 21 Blackjack
bajo de Abel, probó que la quíntica se dice que Newton le robó el método a Joseph Raphson (1668-
podía ser solucionada usando funcio- 1715) porque este último lo publicó cincuenta años antes. Aunque
nes elípticas, la teoría a la que Abel es cierto, se sabe que Newton había descubierto el método para el
hizo sus contribuciones raás impor- caso polinomial antes que Raphson y que este lo extendió al caso
tantes, y el alemán Felix Klein (1849- general, por lo que es correcto y justo denominarlo con el nombre
1925) mostró la estrecha relación óe ambos.
existente entre las ecuaciones de gra-
do cinco, las funciones elípticas y las
simetrías del icosaedro. Asimismo se
sabe que la ecuación quíntica adnute
una solución altemativa usando radi-
cales y «ultrarradicales», donde el
ultrarradical del número a es una fun-

86 EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN PERDIDA


enbuscaoela solución pero®*
CAPÍTulo 3

Dos hombres y Un Grand p.


Abel.Jacobiyiatg^
de las funciones elípticas

Quizás el trabajo más importante de Ah ,


aquel que requirió mayoresfuer2oporsunT
y cuyas consecuencias e impücaciones se han
más profundas y diversas, fue su contribución al 2?
de las funciones elípticas y, en parücular, suteoremaí
adición. Las investigaciones del matemático norueeo
en este campo tuvieron su fuente de inspiración en el
trabajo de Leonhard Euler y Adrien-Marie Legendre
Toda aproximación al cálculo que intente abarcar los conceptos
fundamentales de la materia y que aspire a ofrecer una aproxiina-
ción reposada, con tiempo para interiorizar las ideas y con material
apropiado para aprehender los conceptos básicos como la conti-
nuidad, la derivabilidad y la integración de funciones, así como sus
aplicaciones geométricas y físicas, requiere construir algunos ejem-
plos sencillos de funciones que sirvan de banco de pruebas para
las distintas ideas que se van a trabajar. No es necesario inventar
estos ejemplos «de la nada», improvisando, porque surgen de forma
naturaJ (a partir de cuestiones interesantes de física y geometría)
y proporcionan por sí mismos un conjunto de problemas cuya re-
solución ayuda a comprender la teoría Se trata de las Uamadas
«funciones elementales»: los polinomios, las funciones trigonomé-
tricas, las funciones racionales (algebraicas y trigonométricas), las
exponenciales y los logaritmos, así como las funciones inversas de
las funciones anteriores —cuando sea posible calcularlas y las
fítnciones que se pueden obtener a partir de todas las anteriores
niediante operaciones algebraicas y composición de funciones. s
iniportante conocer bien todas estas ñmciones y estudiarlascon
Profundidad, lo que proporcionará algunas claves fündnmei^i
Pnra comprender el cálculo. Sin ir más lejos, está claro que P
omios y las funciones racionales algebraicas (cocientesi ®
noniios) existen Doraue es oosible sumar, multiplicary

H°MBRES y un GRAND PRIX: abel. jacobi y la TEORlA de las funcio

i
meros. Pero, por poner un ejemplo sencülo, introducir l particularmen e ,m- FtG. 2
trigonométrica sen(0) requiere algo de geometría a
En concreto, esta función se define como el cocie Jnteínc,^,osalb0reS
p°rT„evadtócipltaa,abor-
teto opuesto por la hipotenusa en un triángulo rectán^i6 ^1 ^ de!aHSlaperapectivadel
el que se observa en la figura 1), donde la hipotenusa f°
el estudio de las có-
ángulo 8 con el cateto contiguo; y el hecho de que este c q'***** Ut1
cal„ qUe son las curvas
dependa del tamaño del triángulo (por lo que se trata de n° "btetadasaltatemecarun
ro perfectamente definido) se debe al teorema de Tales L^
°™o y nn cono recto. Asi,
se puede argumentar para las otras dos funciones trigon
directas: el coseno y la tangente. etriCas ntíejetaPl0’,os l°8ar*tmos
^ultandeconsiderarel
Así, se descubre que el cálculo es, en realidad, inseparabl encerrada por una ta-
ájea
la geometría y que, de hecho, existen cuestiones geométric 6^ Ibolayelejedeabscisas
motivan la introducción de ideas importantes en el cálcuf8 ^
gntre dos puntos dados
ejemplo de ello es la búsqueda de longitudes y áreas (es decir1!11
rectiíicación y la cuadratura de curvas), temas que llevan a defln ^
ciertas integrales e intentar calcularlas. Desde esta perspecfiva, la
geometría fue, desde el principio, una fuente de inspiración de la y )as funciones trigonométricas inversas surgen a partir del pro-
que bebieron los matemáticos de los siglos xvc, xvm y xjx que que- blema de la rectificación de la circunferencia
rían ahondar en el cálculo y, simultáneamente, el cálculo propor- Obviamente, esta metodología se puede aplicar sobre diferentes
cionóun coqjunto de técnicas de extrema utilidad para el estudio
curvas, y los matemáücos que comenzaron a desarrollar el cálculo
de objetos geométricos como las curvas y ias superficies.
sepusieron de inmediato a trabajar en esta dirección. No obstante,
Los estudiantes de cálculo aprenden temprano a hallar áreas descubrieron con estupor que la rectificación de algunas curvas
y vol«menes. Si además se inician en la geometría diferencial o
algebraicas sencillas, como la elipse, daba lugar al cálculo de ciertas
en las ecuaciones diferenciales, pronto descubrirán algunos re-
integrales que, por más que se empeñaban, nadie sabía resolver.
sultados que caracterizan estos objetos a partir del conocimien'
Además, a la luz de los resultados de la mecánica celeste, que
to de ciertas funciones con propie- describían las trayectorias de los planetas con elipses, larectifica-
dades y definiciones especiales. ción de estas curvas en concreto se consideraba fundamental. Leib-
Por ejemplo, una curva en el espa- wz propuso el problema a Gregory y Newton en 1675. É1 estaba
B cio queda determinada a partir de convencido de que podía obtener una expresión cerrada para la
o sus funciones de curvatura y tor- longitud del arco de una elipse, pero lo cierto es que en sus deduc-
í£ sión. La curvatura mide cuánto se C10nes había cometido un error del que se dio cuentamás adelante,
a o. dobla la curva dentro de cierto has revisarlas, al recibir la noticia de que los otros matemáticos
plano, denominado «osculador»,
sol° lo§raban resolver el problema usando series ínfimtas.
c que es el plano que mejor se apro- Lo peor del caso es que, a raíz de las aplicaciones geométricas
xima a ella. La torsión establece
t . lcas fiue estas integrales prometían, su estudio y, al menos, su
cuánto se separa la curva de su ^u ación, resultaba imperativo. ¿Seríaposible expresar estas
plano osculador.
clones como funciones elementales?

92
DOS HOMBRES Y UN GRAND EL|PTICAS 93
PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES funcioneselípticas
Doshombres
Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS
OBTENCIÓN DE LAS FUNCIONES TRIGONOMÉTRICAS INVERSAS pueden igualar ambos resultados, de manera que
«w -j

Si se tiene en cuenta que la longitud de una curva plana a(f)» (x(f)


íj^dy^
puntos a(f0) y a(f,) viene dada por la expresión ' >J 6n^e

Ia integral
L(a)~ }jx'(02 + y‘(02dt,
*0 Eno.raSPa‘abraS’ {'FT'* representa «I «rco cuyo S6no ralt x &
dec'f.
donde x*(0 e y(f) son las derivadas de las componentes de la curva a(f) v arcsen(x) - f-j-L—dy.
metriza la circunferencia de radio unidad entre los puntos de ordenadas y=o ^8' o VI-y2
mediante la curva y(y) -(>/l-y2.y). (a longitud L de dicho segmento de r¡rr..í7Sene
cia viene dada por erer>- . de manera habitual, las funciones trigonométricas inversas se introducen a partir
AS Sudio de las funciones tr.gonometricas en base a su definición geométriSZ

1 ■ J JbfrJ+14, = I
ícS de los trlángulos recténgu os. Sin embargo el proceso podría realizarset

jrp*- ?JC‘ j'nversa. Se comenzar.a con la circunferencia. que es una curva conocida, des-
^como el conjunto de soluciones de una ecuación algebraica sencilla y, a panir de
rW'cación. se introduciría la función que representa su longitud dearco(eneste
El mismo cálculo, realizado esta vez con la parametrización cp(t)=(cost, sent) ent e) arcoseno) y se obtendría la función seno como su función inversa. locual se
los puntos f = 0 y t=0, proporciona el valor ’ re solo forzar la igualdad
b ,- e
L = / V(-sent)2 +(cosf)2 dt=fdt = e
Tj>
LAS INTEGRALES ELÍPTICAS Y EL TEOREMA DE EULER donde k2 - —5—
b2
Se considerará a continuarión una elipse de la forma (pc/af+(y/bf=1 Si se define una nueva variable z como z = sení, por lo que
y se supondrá, sin pérdida de generalidad, que el valor de b es ma- dz = costdt = \ll-sen¿tdt = -s/l -z2dt, de donde se despeja dt
yor que el de o. Esta curva puede parametrizarse usando funciones
trigonométricas con la fórmuia y(0)=(acos0, ósenQ). Utilizando
estaexpresión se sigue que la longitud del arco de elipse compren-
dido entre el punto P(l, 0) y el punto Q(a cosQ, b sen0) es la integral y Si se sustituye en la expresión de la longitud L, la integral queda
exPresada en la forma
e _
L = ft/VCl -k2sen‘t)dt

aeno —

br
o

DOS HOMBRES Y UN GRAND PR,X: ABEL, JACOBl V LA TEORlA DE LAS EUNCONES 6LlPTlC« CIONES ELÍPTICAS
*8res Y UN GRAND PRIX: abel, jacobi Y LA TEORÍA de LAS FUNI
integrales de este tipo aparecen también ,
cujvas algebraicas. Por ejempi0, F
RECTIFICACIÓN DE CURVAS
ie tT(ñg^ 3)’ una CUrVa QUe matemáücamemet ° h le"
S¡ la función a(t)=(x(t), y(0, z(0) parametriza una curva en el espacio P següü si se utilizan coordenadas cartesianí
posible interpretar que la variable t representa el tiempo y que a(f) es |a 0
sición. en el instante de tiempo f, de una particula móvil que se desplaza a ?'
largo de la curva. Visto así, la derivada de dicha función es el vector a'(f)=(^ff?
/(f), z'(O). Que muestra la velocidad de la partícula en el instante f. Esta «y
locidad» obviamente encierra dos significados. Por una parte, su tamaño6" c0ordeuad^Pol“-es
módulo -
I a XOII- Jx '(t)2 + y '(t)2 + z '(t)2
7*= cos(20).
señala la rapidez con la que se desplaza la partícula y. por otra, su dirección
indica hacia dónde se produce ese desplazamiento. Si se tiene ahora en cuen- u rectificación de esta curva conduce a la integraJ
ta que en un movimiento uniforme el espacio recorrido se calcula multiplican-
do la velocidad por el tiempo, se deduce que en un intervalo infinitesimal dt
esto es, un intervalo de tiempo muy pequeño, el espacio recorrido p0r ia
partícula será igual a lla'(f)Hdf y, por tanto, si se integra la expresión entre
dos valores f^, f,, se calculará la longitud de la curva entre los puntos a(t) y
a(f,), que viene dada por la expresión 0 a ja que se referirá a partir de ahora como «integral lemniscátíca»
(que es, obviamente, un caso particular de integral elíptica).
L(a) - / /x'(t)2+y'(t)2+z'(t)2dt. Apesar de su apariencia sencilla, estaintegral seresistíaatodo
tipo de ataques y solo admitía ser resuelta por técnicas que reque-
Si la curva es plana, se puede suponer que vive en el plano z=0, por lo que nan desarrollos en series infinitas, como el teorema del binomio.
los cálculos se pueden repetir simplemente imponiendo z(t) = 0. En cambio, la integral
X Ht

que es la integral de una función del tipo asociada a la circunferencia, era fácilmente resoluble, no solo
con el argumento presentado con anterioridad sinotambién,por
R(x) ejemplo, sustituyendo la variable t por la expresión í=2s/(l+s2),
lo que la transformaba en la integral de una función racional.
Entonces, el matemático suizo Jakob Bernoulli (1667-1748) plan-
donde R(x) es una función racional (un cociente de polinomios) teó la cuestión de si la integral lemniscática definía un nuevo tipo
y PA(^)= %+ aix+ a2ot^+ a3x* + a4x4 es un polinomio de grado cua- de función, diferente de las otras elementales conocidashastael
tro a lo sumo. Como consecuencia de Ios cálculos acabados de aiomento.
exponer, estas integrales fueron bautizadas por el matemático ita- Esta pregunta, si se piensa un instante, se parece mucho al
liano Giulio Carlo Fagnano (1682-1766) con el nombre de «integra- fipo de interrogantes a los que Abel se había enfrentado cuando
les elípticas». Si se cambia el polinomio P4(x) del integrando por estudiaba el problema de la quíntica, pues trata de desvelar si un
otro de grado superior a cuatro, se hablará de «integrales hipere- eterminado objeto matemático (una función, en este caso, un
lípticas». nUrnero, en el caso de las ecuaciones algebraicas) se puede o e-

DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNClONES EÜPTlCAS
hOMBREs Y un GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA D£ LAS FUNC>°NES
Curva lemniscata
e integral
lemniscática
asocíada.

Piiados ick» - --- ecuación a]ge-


ic?anterior, es claro que esU se puede resolverpam lavanaíle
es posible inteipretar el resultado de Euler aíirmando J
*• L de las longitudes de dos arcos de lalemniscataasociados
la!Tnarámetros o:, y da lugar a la longitud de otro arco de lem-
3 ^ ta cuyo parámetro z está algebraicamente relacionado con
^ os dos parámetros. Esto, en realidad, resulu bastante des-
,0S °ertante, porque la integral lemniscática define en concreto
C0Í1 función trascendente. Se considera que la teoría de integrales
Tücas nació justo cuando Euler demostró este teorema Sin em-
í * el verdadero impulsor de una teoría coherente para estas
fimciones fue Legendre.

ner en un número finito de pasos tras aplicar determinados pro-


cesos (bien definidos) a otros objetos ya construidos. De hecho, laaportación de legendre
las técnicas empleadas por Galois para la teoría de ecuaciones
algebraicas serían utilizadas posteriormente con la finalidad de A partir de 1793, Legendre inició un largo período de investigación
demostrar que ciertas funciones, entre las que se incluía el cocien- sobre las integrales elípticas. Este estudio cristaüzó en un extenso
te 1 /Vl-í4, noadmitíanprimitivaelementaly,portanto,lafun- tratado en tres volúmenes que publicó en 1825,1826 y 1828 bajo
ción el título general de Estudio de lasfunciones elípticas y las inte-
. *r dt grnles eulerianas. Su aportación más relevante fue, por un lado,
F(x>{^ la reducción de las integrales elípticas, mediante ciertas transfor-
niaciones, a unos pocos casos especiales, a los que denominó «for-
pertenecía, en efecto, a una nueva clase de funciones trascenden- mas canónicas de primera, segunda y tercera especie». Además,
tes, más amplia que la de las funciones elementales. dedicó un esfuerzo titánico a la evaluación numérica precisa de
E1 trabajo de Fagnano terminó por caer en manos de Euler, a estas integrales.
quien de inmediato le inspiró el siguiente hermoso teorema de La técnica de reducir una integral general a unos pocos casos
adición: si Ios nümeros x, y, z están algebraicamente relacionados esPeciales es bien conocida por todo estudiante de cálculo, porque
de tal modo que cumplen la expresión aP^ca a la resolución de las integrales de las funciones raciona
es- Así, cuando se quiere hallar una integral del tipo
x2+y2+x2y2z2-z2-2xyjl^z* -0,
rPWdr
entonces se satisface la relación
!^f’

DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEU JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTlCAS
S "««« V UN GRand ^ ABEL JAC0B, y ^ TE0R(A DE LA5 FUMClONESaiPT-*
donde p(x), q(x) son polinomios de coeficientes reales
reciben el nombre de integrales elípticas deDlÍTno
del siguiente modo: si el grado del numerador es
,U,ercera especie, respectivameute. Si se
ai del denominador, se realizará la división, de modo ^ °ÍgUal
y h e t Por la expresion t = sene, y se tienen e/ ^lava-
¿os n, *, estas ^rales e~Mpor^¿^
?0) q(x)'

donde c(x), r(x) son polinomios —siendo c(x) el cocie


división y r(x) el residuo- y el grado de r(x) tiene que ser * k
que el de q(x). Como la integral de un polinomio se cal(■^.en0,
manera inmediata, el problema se reduce al caso en el aue 7 * n(n,<p,/c) = f7-
merador tíene grado estrictamente menor que el denomir,' u o (1 + ?ísen“6)vl ~A:2sen20’
Además, se puede suponer, sin pérdida de generalidad queelT
bnomio q(x) es mónico, esto es, el coeficiente del término de71 respectivamente, donde 4> = arcsen^). Legendre, motivado por las
y°r grado es la unldad- Coiocados ya en esta situación, se hace » aplicaciones que tenían en mecánica celeste, tabuló estas funcio-
dei teorema fundamental del áigebra para descomponer el noli^ nes, para lo que necesitó demostrar que verificaban ciertas rela-
nuo q(x) como producto de factores lineales y cuadníticos (s¡ se ciones funcionales e idear varios métodos iterativos.
desea hacer todos los cálculos con números reales),

q(x)-(x- .(x- r$)n>(x2 + a¡x+ bI)m‘... (x2+ atx+ bt)m>.


EL PÉNDULO SIMPLE
y a continuación se demuestra que el cociente p(x)/ q(x) se puede
descomponer como una suma finita de funciones racionalesde
Uno de los problemas de física en los que aparecen, de foima na-
la forma
tural, las integrales elípticas, es el estudio del péndulo simple. Si
se asume que la úrtica fuerza que interviene en el movimiento del
~ y de la forma B,aX + C,ü
péndulo es la gravedad, es fácil deducir que la ecuación que go-
(x2 + ahx-bh)1
biema dicho mecanismo, escrita en términos del ángulo 0(í) que
forma ]a varilla de la que está suspendido el peso con el eje de
para valores apropiados de Ias constantes Akj, Bhl, CM, lo que redu-
°rdenadas en el instante t, viene dada por
ce el cálculo de la integral de cualquier función racional al cálculo
e las integrales de unas pocas funciones racionales, que se pue-
den estudiar en detalle. 0"(£)+—sen9(O~0»
L
En el caso de las integrales elípticas, la reducción realizada
por Legendre conducía al estudio de las integrales
eS constante gravitacional, L la longitud de la varillay
dei y la se§unda derivada de la expresión del ángulo respecto
Poro!fmP°' Se sabe ‘I110 el movimiento del péndulo es Perio
de 6 n° e>oste rozamiento, de manera que al no haber per
r^a’ t°da la energía cinética acuniulada en el momen o e

100
DOS HOM8RES Y UN GRANO PRiX: ABEL. JACOB. Y LA TEORÍA DE LAS FUNOONES EÜPTíCAS »1
D°s nom8res OMESalPTlCAS
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORfA DE LAS FUNC1(
variUa se encuentra alineada —__
e\ <Pe llrza de la gravedad debe resti- R04
fórmulas para el seno y el coseno de una suma
conla ^ energía potencial y, por tanto, .f »
La tabulación de las funciones sen0 y cos0 se apoya, de forma muy evidente ^e.T subirá hasta ocupar la misma j\ \
en las fórmulas la varí¡!eSde la que se dejó caer el peso ;Í \
fsen(0+q?) = sen0cos <p+cos0sen(p ^lturade y ei movimiento se repro- , '■ \ \
^uevo pero en sentido inverso \ \
[cos(0+<p) - cos 0 cos q? - sen0senqp
ducirá 0 yuelva a ocupar su po- \
y sus corolarios, las fórmulas del ángulo doble y del ángulo mitad (por ejem- tücial (véase la figura 4). \
plo, cos26= cos20 - sen20). Una forma elegante de deducir estas fórmulas
conoce el ángulo desde el cual \
consiste en observar que la matriz (un conjunto de números agrupados en
filas y columnas dispuestas sobre una tabla rectangular) asociada a R, don- bl]ta el peso, una pregunta intere- Y** .,
de R representa la rotación del plano (en sentido antihorario) de un ángulo se SUe e nues, cuál va a ser el período
0, viene dada por
santeJtante, esto es, eltlempo mínimo ^. \
TreS d0S instantes en los que el péndu- \
se encuentra en la misma posición y \
n ia misma velocidad. Para responder, \
Al componer dos rotaciones, los ángulos se suman (primero se rota un ángu-
lo y a continuación el siguiente) y, como consecuencia, el producto de las f1 necesario realizar algunos cálculos
matrices asociadas a dos rotaciones coincide con la matriz asociada a la ro- sencillos. Multiplicando la ecuación
tación de la suma de sus ángulos, por lo que
del movimiento por 0'(í) e integrando,
seobtieneque
cos(0+<j>) -sen(0+<p) cosQ -sen0 cosqp -senq>
sen(0+q>) cos(0+q>) sen<j> costp
? -—cos0(í) - c, DbgrarTM da
2 Li fueraaídd
Las fórmulas para el seno y el coseno pér.dulo fimpla.
de una suma se deducen de igualar donde c es una constante desconocida Ahora bien, si 0(0)=a es
términos en la identidad anterior tras el ángulo máximo del péndulo, entonces
realizar el producto indicado en el
miembro de la derecha. Este tipo de
expresiones son más difíciles de ob- -9-— = 0 = e+—cosa, porloque c = -—cosa.
tener en el caso de las funciones elíp-
ticas, pero Legendre se las ingenió
para calcularlas, lo cual resultó de Se sigue que
extrema utilidad en su construcción
de tablas de valores para dichas fun- (0 * 2(cos 6(0 - cos a) = ±J4 (sen2 - ■-1sen
ciones.

y> tomando la raíz positiva e integrando entre 0 y a,

1 r dd vc' [¿hi.ÍÍI
Ejemplo de rotaclón antlhoraria y su efecto
sobre un trozo del plano.

isen 2-Sen l)

102 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELlPTICAS
funciones elípticas
H°MBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS
a sus simetrias, consideraba más interesanr»
Es decir, el período del péndulo viene dado en terminos de u, 1 canónica propuesta por Legendre para esta C
integral eKptica de primera especie, w for Entonces se planteo investigar la funció„ m
c>o«e°; , En otras palabras, se ocupó del problema de |a J"
*(o(f ia fundón «M, buscando la función ♦(*) qne resow'
síon

Es más, llegados a este punto no es difícil demostrar qUe ei /(l-c2í2)(l+e2í2)


cálculo exph'cito de la función 0(0 pasa por hallar la función in-
versa de una integral elíptica.
Este proceso de inversión se puede hacer, en primerainstan-
cuando se considera la función a(a;) restringida al intervaio

C(H/cl Pues la función es estrictajnente creciente en dicho inter-


valo, siendo su valor máximo
LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA

Cuando Degen recomendó a Abel que se dedicase a las integrales


elípticas, él sin duda siguió el consejo y se dispuso a estudiar las
contribuciones de Euler y Legendre. Abel no se demoró en tener
Esto signiiica, en particular, que la función inversa 4>(a;) está bien
ideas propias sobre esta materia, pues ya en 1823, durante su visi-
definida, en tal punto del proceso, sobre el intervalo (0,oj/2j, y ade-
ta a Copenhague, mostró a Degen un pequeño artículo en el que
se utilizaba la idea de invertir las ftmciones ehpticas. Es más, según mássatisface 4>(0)=0 y 4>(m/2)=l/c.

declararía posteriormente Holmboe, Abel había redactado varios A continuación, Abel se planteó estudiar las propiedadesque

manuscritos sobre estos temas con anterioridad a su vi<ye por tenían las funciones obtenidas de este modo, a las que bautizó con
Europa, en 1925. Sin embargo, no fue hasta dicho viqje cuando el nombre de «funciones elípticas».
Abel se decidió a dar una forma definitiva a sus ideas y publicarlas, Para empezar, extendió su dominio de definición a todo el
cosa que hizo en una Iarga memoria titulada «Investigaciones sobre plano complejo (excepto, quizás, unos pocos puntos aislados don-
Ias funciones elípticas», aparecida en Crelle, en los volúmenes de de la función se hacía infinita) y demostró que estas funciones eran
1827 y 1828. periódicas por partida doble. Esto significa que existían dos núme-
La primera contribución importante fue decidir que las fun- r°s complejos wvw2 linealmente independientes, tales que
ciones inversas de las funciones que aparecían como resultado del ♦(2í+ wj)= §(z+ w2) para todo z.
cálculo de integrales elípticas merecían atención. En su primera Con el fin de extender sus funciones más allá deUflteffi- 0
aproximación al tema, Abel concentró su interés exclusivamente »«o/2l, introduio las funciones auxiliares /(n) “ v1_c ^ J
en las integrales eh'pticas de primera especie. Además, se dispuso (a)= yl+e2(J>2(a) (también doblemente periódicas), y Pr0 0
a estudíar de forma directa la integral Suiente teorema de adición;

a(a;) = / (bf a'i f(ñW( 8) +


o

104 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELÍPtiCAS
'0M8RES Y GRAND PRIX: abel. jacobi y la teorIa de las funciones ELIPT'CAS
/(g)/(P) - c2<Kcc)<KP).F( a).FYftj
/(ct + P)
Í + e*cV(a>|>2(P) ~~ POUVILLE Y LAS FUNCIONES ELÍPTICAS

Uno de los teoremas fundamentales de la teoría de fun,•


na+3)=^(gy(P)+ga»(q>l)(P)/(a)/rB} compleja. el teorema de LiouvHle. afirma que s¡ de variable
l+e2c2<|)2(a)(J>2(p) sentido complejo en todos los puntos del p|ano comp e¡0 11* derivab,e en
está acotada o b.en es una constante. Este teorema tín?toncesob*nno
No hay que desanimarse al eontemplar estas fórmulas n eplicaciones, entre las que destaca la demostración comn! Irn?0rtantí^as
teorema fundamental del álgebra. Curiosamente, £¡£l
aspecto enrevesado. En realidad, lo fundamental en niiac i?FSU
con las funciones el.pticas. De hecho, Joseph LiouvilleorohA . ac¡onado
debemos recordar, lo que demuestran y fue utilizado por Abel tras estudiar las Obras completas de Abel. En aquel momoT 6 6 resultado
enorme rendimiento, es que el valor de la función elíptica «j» en°ei la doble periodicidad de las funciones elípticas. Su alumnoCh^H^L®50'por
punto a+p se puede rescatar a partir de los valores de esta función te había mostrado una prueba muy sencilla y elegante , ite'
Ifos de Fouríer, de «ue una función real de W
en los puntos a, p. Es esta propiedad en concreto la que le perm?
peri-odos independientes (es decir, linealmente independientes sob IZT*
tió extender dicha función fuera del intervalo [0,o)/2]. De hecho po de los números raciona.es) debe ser constante. La demosS^
tras algunos cálculos algebraicos sencillos, comprobó que la fun- hecho consistia en desarrollar la func.ón en serie de senos y cosenos res!^
to de uno de los períodos y, a continuación, forzar la identidadentreestev
ción se podía definir sobre toda la recta reaJ, donde era periódica
su traslación con respecto del segundo período. Usando la expresión para el
con período igual a 2co. Además, cambiando la variable t por it seno y el coseno de una suma en las series de ambos lados de la ecuación se
donde i = es la unidad imaginaria, y estudiando las propieda- llegó a una identidad del tipo
des de la integral elíptica coi\jugada
2 + ¿V2)|sen2-cosJ j- 0. para k «u...;

a(x) - / -
o >J(l-ezt2)(\.+c2tz) donde a, p son los períodos de la función y

2kx , 2kn
demostró que, si se introducía la constante co 7 2 - a(l / e), enton- a. cos—+asen—-
ces es posible definir la función <J> sobre el eje imaginario, donde
se comporta como una función periódica con período 2o)'. Final- es su desarrollo de Fourier respecto del período a. Si p/a es un número irra-
cional —número cuyos decimales son infinitos y no presentan ninguna perio-
mente, observó que el teorema de adición que acababa de probar
dicidad—, las igualdades anteriores forzaban que aK-b= 0 para /ral, y la función
permitía extender <}) a todo el plano complejo, excepto en los pun- era, por tanto, constante. Liouville demostróeste resultado primero para las
tos que pertenecen a 1 / 2(co+io ')Z+1 / 2(co - m ')Z, donde la fun- funciones holomorfas doblemente periódicas y, después, para las funciones
ción tiene polos simples (singularidades, puntos donde la función enteras. En particular, de la doble periodicidad de las funciones elípticas se
dedujo que estas deben tener alguna singularidad (y, gracias a la periodicida ,
se hace infinita), como una función periódica con períodos 'nfinitas singularidades). Fue justo Liouville quien iderttificó las funciones e p-
wx= (0 + ¿to' y W2= co-íco'. bcas con las funciones meromorfas doblemente periódicas, quees la forma
Uno de los objetivos principales (si no el principal) de este habitual de presentarlas en la actualidad. Recuérdese que «holomorfa*. g
'ca «derivable como función de variable compleja» y «meromo », ^
primer artículo de Abel era resolver, para la función 4», el problema
o omorfa en un abierto, al que se ha borrado un conjunto ISC'’° . tales
de la división. Es decir, quería conocer una expresión que deter- Uonde se dice que tiene singularidades aisladas)y qu».s»««
minase el valor de <]) (a) en términos de 4> (ma), o lo que es equiva Qularidades, entonces la función (z-a)N/(rí es derivab
entero pos¡t¡vo N
lente, identificar (j> (aJm) en términos de 4> (a). Este problema tenia
un origen geométrico y equivalía a decidir para qué valores enteros

elípticas
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBt Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES LASFUNCONESELÍPTtCAS
GRand PRIX: abel, jacobi y la teoría de
m era posible calcular —mediante sumas, productos, divjs-
extracción de raíces— las coordenadas del punto de la Cj!°nes^
rencia de radio la unidad que definía un arco de circunfere pe ^nados con esta sucesion de números. Por PiPr, ertos
longitud que es el punto encia de
relhfS> hay inflnitos prim0s de Fermat y. de hecho Í"088
sab noce si )a sucesión de números de la forma 2^*1 *
2n 2k\
¡—,sen— . ^nümeroscompuestos. tlco®ene
m mj
^Cuando Abel resolvió eii problema de la división psra la lem
Se trataba de un problema que se había planteado en ]a Gr vrata, escribió entusiasmado a Holmboe:. Ahora que he
clásica, permaneciendo abierto hastala ilegada de Gauss ^mtóterioquereposabasobrelateorfadeGaussparaelprt
en sus Disquisitiones arithmeticae, había estudiado ei prohi Im» de 1» division en la circunferencia, veo con la claridad de
de clasificar los polígonos regulares que se podían construir co ,a luz del día cómo llego alli», y luego añadía: «Todo lo que he
regla y compás. Gauss demostró que si m=2kpjpr. ,pt para ciert(^ escrito sobre la lemniscata es el fruto de mis esfuerzos en la teo-
k>0 y ísO, donde todos los númerosp. eran primos de laforma ría de ecuaciones». En efecto, la teoría que había desaiTollado era
p, =22“+l para algún vaior entero n.> 0 (primos de Fermat), en- una mezcla de la teoría de funciones elípticas y su teoría de ecua-
tonces el poKgono regular de m lados se puede construir con regla
y compás. E1 matemático alemán afirmó que su condición es tam-
ciones' , _
Las «Investigaciones sobre las funciones elípticas» de Abel
bién necesaria, pero no llegó a probarlo. La demostración de este contenían, además de los resultados que se acaban de exponer,
hecho llegaría de manos del francés Pierre Wantzel (1814-1848) en una serie de teoremas bastante técnicos dedicados a desarrolJar
1837. Abel se obsesionó con resolver ei problema correspondien- las funciones elípticas como series infinitas y productos infinitos,
te para la lemniscata, y eso le llevó a estudiar (y solucionar) el que eran técnicas de representación de funciones a las que los
problema de la división para las funciones 4» que acababa de intro- matemáticos de la época estaban acostumbrados. Aestastécnicas
ducir y a aplicar sus resuitados al caso e=c= 1, que es el que apare- añadió el uso sistemático de ias ecuaciones funcionales. Y, poste-
ce en la rectificación de la lemniscata. En su artículo, Abel com- riormente, en su «Resumen de una teoría de funciones efipticas»,
probó que los puntos que dividen la lemniscata en n partes iguales de 1829, incorporó a su lista de métodos de describir lasfunciones
se pueden construir con regla y compás si n se descompone como elípticas la de desarrollarlas como un cociente de dos series de
producto de una potencia entera de 2 y un número finito de prinios potencias. Todos estos métodos tenían el objetivo de exponer di-
de Fermat distintos dos a dos. Es decir, n = 2kp]pr..pl con&>0, ferentes formas de representar la misma función, Io cual servíasin
t*0 yP¡, ■ ■ -,p, primos de Fermat distintos. De nuevo, la necesidad duda alguna para su análisis desde distintas perspectivas, segün
de esta condición tuvo que esperar bastante tiempo para ser com- el gusto y ios conocimientos de quien las fuera a estudiar. En este
probada Fue el estadounidense Michael Rosen (n. 1938) quien, en punto hay que decir que, a diferencia de lo que había sucedido con
1981, lo resolvió usando la teoría de cuerpos de clase, una rama Su twbfío sobre el teorema del binomio, Abel no fue especialmen-
avanzada de la teoría de números algebraicos. Una prueba elemen- Preciso ni mostró excesivo cuidado en los aspectos relaciona os
tal del resultado, basada en la demostración de que ciertos polino- ??.la c°nvergencia de los procesos infinitos que utüizó para es-
mios son irreducibles, fue publicada por los matemáticos estadou *las fnnciones elípticas. Se dejó Uevar en este caso p°r a
nidenses David A. Cox (n. 1948) y Trevor Hyde (n. 1990) en 2014,
ohí«CÍÓn ^ere^aóa de los tiempos de Euler, ya que su ^eres.^
en el Joumal of Number Theory, una de las revistas más PresU e, ner nuev°s resultados sobrepasó a su celo a la hora e cui
giosas de teoría de números en la actualidad. Es curioso el Prota ing°ry ios detalles.

DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBIY LA TEORÍA OE LAS FUNCIONES ELÍPf'C^ )NES ELÍPTlCAS
RES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DEIAS FUNCIO
EL TEOREMA DE ABEL pstas irtegi-ales, Uamadas «abelianas» en honor a Abel «
„ las elípticas e iuperehpücas, que son las que se » SWe‘
Cuando Abel Uegó a París, en 1826, era verano. La universidari ^Toí ecuación del tipo/(í, donde C8”011'
ba cerrada. No había clases ni se podía acudir a biblioteca ] den de grado 3 o 4 (en el caso elíptico) o de gradn 08Un J
Sin embargo, estos acontecimientos, que podrían haberle fpl caso hipereUptico). Obsérvese que Ia eou«n/(f^
dado, no parecieron importarle y, de hecho, fueron acogiri C°m°' 4 una curva algebraica plana que generaliza ]a iLL '
satisfacción. No es que deseara descansar o no quisiera enconta>C°n
después de tan largo viqje, con los sabios de aüí, que eran la
pientei y
temática del momento. Todo lo contrario, Abel vio en estas cir ^
tancias la oportunidad de preparar mejor su primer contacto^
«u practica modema de emnarcar el teorema de Abel en
tan destacadas personalidades. Por un lado, deseaba perfecci ^
su francés. Por otro, pretendía finalizar una memoria, en la que ver^ términos de vanables complejas y superficies de Riemann no
trabajando desde tiempo atrás, sobre las funciones elípticas. Quería solo oscurece la gran penetración de Abel y la forma en que
presentar el manuscrito ante la Academia de Ciencias y coníiaba abordó el tema, sino que también conduce a enunciados que son
que fuera aceptado para su pubUcación en las Memorias desabios menos satisfactorios que el origmal.»
extranjeros. A1 mismo tiempo, estaba redactando otros trabqjos que
- Hakold M. Edwards, en su conperencia «La visión DE Abel obl TEOBERA OE AbEL»,
quería presentar a los Anales de matemáticas puras y aplicadas del
Baltimose, 2014
francés Joseph Gergonne (1771-1859), a los Anates del astrónomo
austríaco Joseph von Littrow (1781-1840) y a Crelle. De todos estos
trabajos que Abel Ilevaba entre manos, el más profundo y el que más E1 resultado principal de la memoria, expresado en términos
tiempo le consumía era la memoria para la Academia de Ciencias, la elementales, establece lo siguiente: dada la curvaalgebraicapla-
«Memoria de París», que es como ha sido bautizado por la historia, na C definida por una ecuación irreducible del tipo
cuyo recorrido hasta su publicación, en 1841, fue bastante azaroso,
pero su importancia le coloca en primera posición en la obra del pro- f(po, y)= y,l+ffx)yn-l+...+fn(x)=Q,
tagonista de este libro, pues contiene el resultado más destacado (y
difícil) demostrado por Abel en toda su vida. Este ilevaba por título existe un número entero p > 0 (que hoy se denomina género de
«Memoria sobre una propiedad general de una clase muy amplia de la curva) tal que, para todo entero positivo k, y toda función ra-
funciones trascendentes» y su objetivo principal era probar un teo- cional R(x, y), cualquier suma así expresada
rema de adición general —al estílo del teorema de adición que Euler
había presentado para la lemniscata— para las integraies del tipo f(x,y,)R(x,y)dy + --+fMR(x,y)dy,

f R&y'tdt, ^°nde los línutes inferiores se consideran fijos (pero arbitrarios) y


a
mtegrales se calculan sobre la curva C, se expresa como una
donde R(x, y) es una función racional ey=y(t) resuelve una ecua- ción elemental en términos de ias variables xv. ■ *, Vv ■ •> ^* ^
ción algebraica irreducible del tipo ^^adelfípo

M y)=yn+fi(t)yn~1+... +/n(í)=o. f^R^x, y)dy+-+f{z*^ R(x,y)dy,

DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES


’ Y ON GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES EL
donde zv...,zp son valores que verifican una ecuación alg k
en Ia variable z cuyos coeficientes son funciones racion
y» ylos valores *.-•••s, se obtienen a parfer,116 C'enclas^p
valores zv...t zp y de la exigencia de que el punto (zp S) perJ 08
ca a la curva C. Las relaciones así establecidas entre las c nez‘ ■kLuls XIV.
nadasxt,...,xk,yv...t yky las coordenadassv...tS d^6* FOTOSUPgRot,
minan, además, los límites inferiores de lasp integrales ¿¿n® ' OERECHA
-Htan-Baptlste
términos de los límites inferiores de las k integrales iniciales ^ ■'oseph Pouri,r
0768-1830),
Pourler.quiw,
Pfesenló aote la
Academia de
«Cauchy está loco, y no hay manera de Ilevarse bien con él Cleneiasde Paris
la memorla de
aunque ahora mismo es el único que sabe cómo se deben hacer Abel.

las matemáticas.» POTOlNFSRiOR


I20UÍR0»
— Niels Henkik Abel. Retrat>carlcatura
del matemátlco
tancés Adrlen-
Marie Legendre
0752-1833).
Esta fue la primera vez que se caracterizó el género de una
1=070 INFERQR
curva algebraica, que es uno de esos conceptos matemáticos a los DERECHA
que se puede llegar desde muy distintas perspectivas y que, por Retrato de
Augustln-
tanto, acaban siendo centrales en una buena parte de esta disci- touli Cauchy
(1789-I8S7).
plina. Evidentemente, Abel no usó dicho término para referirse al qu¡»n,juntoeon
número natural p. Tal terminología es posterior. y tiene su origen Ugendre, fue
responsable de
en el trabajo desarrollado por numerosos matemáticos que inves- Inlormar sobre la
«Memorla de
tigaron en temas de geometría, topología y geometría algebraica,
Parls», de Abel,
incluidos nombres tan importantes como el británico Williani King-
don Clifford (1845-1879) y los alemanes Alfred Clebsch (1833-
1872), Adolf Hurwitz (1859-1919), Emmy Noether (1882-1935) o
Bemhard Riemann (1826-1866), entre otros.
Abel entregó su memoria a la Academia de Ciencias y el lunes
30 de octubre de 1826 fue presentada por su secretario, Jean-Bap-
tiste Joseph Fourier, quien leyó (en presencia de Abel) la introduc-
ción del manuscrito ante Ios académicos. La revisión del trabqjo se
dejó en manos de Cauchy y Legendre, aunque el encargado de re-
dactar un informe era Cauchy. Pero el matemático francés, que vivía
pendiente de su propia obra, se olvidó del manuscrito y este fue
abandonado en un cajón hasta que, en 1829, se enteró de la tempra-
na muerte de Abel. Ekitonces lo leyó y presentó un informe favorable,

112 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPT,caS 113
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA DÉ LAS FUNCIONES B-<PTlCAS
lleVó a la Aeademia a incluirlo entre los arim.ti,,
¿QUÉ ES EL GÉNERO DE UNA CURVA?
10 f„ en sus Merrwrias de sabios extranjeros mi
deAbel.
1,813 Publi-
^comohabia^
Asociada a la ecuación f(x,y)=0
- -' - .;c>ue define una curva alaphra.v, -
como un objeto del plano real R2, luego, de forma ampliada Z Cprirner 0 el úW®08 díaS de Abd Cn París-13 oiudad que hab,
2
del «plano complejo» C y, finalmente. mediante la adiunción h Un troze „tro de todas sus esperanzas pero donde no loeLh el
finito de puntos. que la convierten en un espacio comoacto-- 6
Un número
C nrión ni obtener el reconocimiento que en realidla Captar b
truir una superficie topológica que. ademés. tiene las propiedariP^ COns’
pacta, orientable y sin bordes (compacta significa que es cerrarí** ^ C°m' ^grandes matemáticos del momento, fueron penStf3
onentable quiere decir que. cuando nos desplazamos sobre e |a inl aC°t3da; ¿íei dinero de la beca y, en consecuenci^ irujvivW ,'y **
temente de cómo se baga, nuestra idea de derecha e izquierda
s.n bordes significa que todo punto vive en el interior de un entomn ^y
Jdeformadeficiente.Parapodercumplireonlospi^1^
homeomorfo e un disco abierto). Cada una de estas superficies °
Sos Por compromiso con el gobiemo noruego,
identificar (v.a un homeomorfismo, es decir, una función continua ® prestado a Holmboe y, aun ast, no .e liegaba No
y COn ,nversa continua u^ espacio topológico a otro) de forma unfvnr 3' dareeen
darse fYancia. cta
en mncia. Erael
e, momento, oe
de votverylo
volverylohizo,
hizo, apeSdt
apettcónd
una esfera con p asas añadidas o. !o que es lo mismo desde el punío S T
Crelle, pasando pnmero por Berlrn y Copenhague. Demauerant
topologico, con la suma conexa de p toros. Este valor p es lo que se |.am
genero de la superficie (o. también. de la curva algebraica Q Una cararL «rihiica, incapaz de asumir extras de rtingún tino '
zacon muy v.sual del género es la siguiente: coincide con el máximo núme n massenuuu^ ^ -•— — cAciusivamente aestudiar
de c.rculos d.sjuntos que se pueden eliminar de la superficie de manera simul
lo que resultó muy fructífero desde el punto de vista matemático’
anea s.n que esta se rompa en más de un trozo. Aquí se entiende por «cfrcu-
k>» cualquier curva que se pueda pintar dentro de la superf.cie y sea topoló- comen^ó, desesperado por
Ailí comenzo, pui la
ia ausencia de respuesta por parte
gicamente equ.valente a la circunferencia. Existen fórmulas que permiten a Hp la Academia, a redactar la extensa memoria «investigaciones
de _
part.r de la ecuación que define la curva, calcular su género. sobre las funciones elípticas», descrita en la sección anterior. Abel
abandonó París el 29 de diciembre de 1826, rumbo a Berlín.

LA RIVALIDAD CON JACOBI Y EL GRAND PRIX


DE 1830

Es muy probable que Abel tuviera algún contacto —aunque este


debió de ser muy casual— en el Berlín de 1825, durante laépoca
en *a ^ue conoció a Crelle, con otro joven matemático alemán cuyo
nombre ha quedado unido de forma indisoluble al suyo por la his-
lona: Jacob Jacobi (1804-1851). En aquella época, Jacobi había
c grado defender su habilitación, y disfrutaba de una posición
m° profesor en la Universidad de Berlín, donde imparüaciases
ca f.e0rnetna ^crencial —un tema por el que al parecer Abel nun-
Suma conexa de tres toros. Es un ejemplo de superflcie de género p = 3.
°stró interés, así que es posible que no asistiera a sus clases—.
***** era 1111 ^^Síúfico docente que hacía fácil lo difícil. Sin
g0’su arrogancia le convertía en un personaje insoportable

114 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELfPT'cA
; Hq*bres Y funciones eufucas
UN GrAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA D€ LAS
para la mayoría. Cuando Gauss preguntó al matemátieo al
Friedrich Bessel —quien era amigo de ambos— por este ^ car,.güsTAVJACOBJACOBI
talento (que le había remitido algunos trabajos exeelentes f ^ fprencia de Abel. Carl Gustav Jacob
teoría de numeros), Bessel se vio forzado a incluir en su resnu ** A d're. c¡5 en el seno de una familía
el siguiente comentario: * JaC°rialada, en Pc>tsdam-en 1804- Mostfó
muy'pronto quG tenía un esdec¡al
de5dfo para el estudio. Con solo dieciséis
No hay duda de que posee un gran talento, pero desde que Uegó t3-len omenzó sus estudios en la Univer-
ha logrado que casi todo el mundo se considere su enemigo, poique aSCde Berlín y con veínte ya había de-
? dido su tesis doctoral. En 1825 estaba
a todos y cada uno les ha dicho algo desagradable, y lo ha hecho de
habilitado para dar clases en las univer-
tal modo que ninguno podrá olvidarlo. Aun así, confío que con el n wadps alemanas como Privatdozent.
tiempo se olviden todas estas estupideces y no se mencionen más nos años más tarde, en 1827, logró su

Conmigo se ha comportado siempre de manera correcta... nombramiento como profesor titular en


la Universidad de Kónigsberg. puesto
aue abandonó en 1842 por motivos de
Hay que decir que, en efecto, con el paso de los años, Jacobi salud. Entonces el gobierno de Prusia le
abandonaría de forma gradual sus actitudes arrogantes y que en asignó una pensión vitalicia que le per-
el caso que aquí nos ocupa —la relación de competencia que man- mitió retirarse a vivir en Berlín, donde
falleció en 1851. Sus contribuciones a la
tuvo con Abel en tomo a las funciones elípticas—, siempre se
teoría de funciones elípticas le pusieron en feroz competencia con Abel, pero
expresó correctamente e, incluso, mostró admiración por el tra- la muerte temprana de este lo liberó de tal tipo de tensíones, y le dejó tiempo
bajo de Abel (y lo mismo sucedió por parte del joven noruego). para desarrollar sus propias ideas de forma més despreocupada. A pesarde
Tanto Jacobi como Abel habían estudiado la obra de Legendre. su carácter orgulloso, supo ver en Abel a un justo competidor y un gran ma-
temático por el que no dudó en expresar su admiración.
Aunque a Jacobi la lectura no le resultó inspiradora y, de hecho,
estuvo tentado de abandonar el tema. Sin embargo, poco antes de
devolver el libro de Legendre a la biblioteca porque le resultaba
pesado, tuvo un momento de inspiración que le permitió redactar
dos pequeños artícuios para la revista del astrónomo danés y ale- le pidió explicaciones. Tras una larga colaboración entre ambos,
mán Heinrich Christian Schumacher, Astronomische Nachrichten. no entendía por qué de pronto rechazaba que le enviara otros tra-
Schumacher tuvo dudas sobre el trabajo de Jacobi ya que Nos. A esto Gauss respondió rápidamente, conciliador.
anunciaban varios resultados, pero no contenía las pruebas. No
era, pues, el tipo de estudio que a él le hubiera gustado publicar. Me preocupa que hayas malinterpretado mis observaciones sobre
Como no era experto en el tema, pero sabía de buena tinta que 138 contribuciones de Jacobi de un modo que resulte injusto para mí.
Gauss se había dedicado a trabajar en este ámbito y que era reacio ^iempre estaré preparado para examinar artículos matemáticos, in-
a publicar, tuvo la idea de preguntarle su opinión. Gauss reacciono cluso aquellos que no me interesan, si puedo serte de utilidad. Pero
diciéndole que, en efecto, los resultados de Jacobi eran ciertos, y
n°<!U1ero recibir este tipo de comunicaciones, como las de Jacobí,
que lo sabía porque constituían parte de otros que él había logrado
^Ue ^ismo no deseas imprimir, porque mis propios intereses estan
demostrar pero que aún no había sometido a pubhcación. Ademas,
juego. Sus resultados son solo fragmentos de mis investigaciontó,
le rogó que, por favor, no le remitiera más artículos de este tipo en
us extensas, las cuales desearía editar y publicar en un ^
el futuro. Schumacher, contrariado por la agria respuesta de Causs,
^Prehensivo alguna vez en el futuro, si el cielo me gratifica co

ELlPTlCAS
116 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES

Es Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORÍA DE LAS EUNClONES B.I


vida, energía y pa2. Por tanto, no puedo ser indiferent ueinania, impulsando a Jacobi hacia la h
pueda acusarme de que algunas partes de dicho trlb^ al®a*n v 'legÓ Ther escribió al matemático alemán nara También
conocido mediante comunicaciones privadas. * las haya Así que durante ese otoñoJac^^ f
sus pruebas con una grau inteasidad nUe l! Presión f
Como Gauss confirmaba la validez de los resultados dCSa niáxini0- Si lo lograba se estoía labraado
cher decidió pubUcarlos, aunque seguía pensando qU ¡bChuma' f°r nente en la umversidad, pero si íallaba quedari!? P °"
bería entregar lo antes posible sus pruebas. 4 C JaC°bi de*
Las dos notas vieron por fin la luz en septiembre de 1897 » 135 Cn Fue la lectura de la memoria de Abel qup nos-
nusmo mes apareció, en Crelle, la primera parte de las t hSe
gaciones sobre las funciones elípticas» de Abel (cuya r d genio y su enorme teson, lo que condqjo a Jacobi a flafc
había terminado mientras estaba en Berlín, de camino a casaTpí Pfdemostraciones y renuttrselas a Schumacher, quien laspufe
memoria, que sería descrita posteriormente como «un viaie de M Sciembre de 1828 bqjo el ttttrlo «Sobre las transform^
gaüanes por el inmenso océano de las fimciones», y las dos notasd lonales de las trascendentes ehpücas». Aunasí, eraunarticulo
Jacobi hicieron saltar las alarmas entre los matemáticos cercanos breve, de ocho páginas, en nada comparable a la memork de AbeL
a Gauss y Legendre, pues se daban cuenta de que tanto Abel como gn compensación, una vez reconocida la importancia de su con-
tnbución, se le concedió—cuando aún tenía veintitrés año&~ una
Jacobi estaban revolucionando el estudio de las integrales elípticas
posición permanente en la Universidad de Kónigsbeig.
y algunos de ellos escribieron a Gauss para que se apresurara a
pubUcar sus propios resultados si quería garantizarse el reconoci- Abel no recibió las contribuciones de Jacobi de inmediato,
miento de haberlos descubierto antes que nadie. pues ya se encontraba en su aislada Noruega Las primeras notas,
La reacción de Gauss fue en parte airada, pues aíirmaba que sin pruebas, llegaron a Oslo entre octubre y noviembre de 1827¡
Abel se le había anticipado, pubUcando «una tercera parte» de lo pero su lectura no impresionó a Abel. Lo único que hizo fue añadir,
que él ya había hecho en 1798 (pero no había salido a la luz) y, en en la segunda parte de sus ínvestigaxyiones, una observación en ia
parte, generosa porque reconocía que la memoria de Abel estaba que refería cómo las fórmulas de transformación de Jacobi se de-
escrita con elegancia y acierto y, según sus palabras, eso le hacía ducían directamente de su trabajo. E1 tercer artículo de Jacobi,
«sentirse aliviado» del peso de tener que redactar por sí mismo con sus demostraciones completas, llegó a Oslo en abril de 1828
esos resultados. y esta vez Abel tomó conciencia del problema; alguien en Alemania

Legendre respondió de forma mucho más humilde. A Jacobi le le estaba pisando los talones, y se trataba de una persona muy
advertía de que uno de sus resultados ya lo había publicado él, pero inteligente que, además, utilizaba las técnicas que él (y solo él)
le expresaba su enorme admiración por el segundo (una fórmula había creado, sin citarle. Para colmo, en enero de 1828 Jacobi
muy general para la transformación de integrales eUpticas) ya que pubücó una nota muy breve, de una sola página, titulada «Suple-
él mismo había trabajado intensamente y sin éxito en esa misma mento a la memoria de Abel», en la que simplificaba uno de los
dirección. A continuación le pedía que, por favor, suministrara las ^ulos del noruego.
pruebas porque estaba deseoso de conocerlas y, si ello fuera posi- Abel había enviado ya a Crelle la segunda parte de su memoria
ble, añadir un suplemento a su libro sobre las funciones elípticas ?,febrero de 1828), y ahora que sabía que Jacobi estaba traba-
donde el resultado quedase explicado. Además, en una de las sesio-
aS k manera ^ouy activa en los mismos temas, decidió man ar
nes de la Academia durante el mes de noviembre, Legendre alabo
trah UíUacber uu ariículo que, esperaba, mortificanaasuriv
el trabsyo de Jacobi. Esta intervención fue recogída por la prensa ^0’ ^ulado «Solución de un problema general relaciona o

eüpticas
118 OOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES
8RES V ON GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES EÜP
con la transformación de las ftmciones elíptjc
ma biografía de Jacobi, Uegaría a afirmar
mente por otro de título «Suplemento a iamem
,!119°4 ÍOS trabajos de Abel, que estaban clara? ^ hecho
pom'a de forma elegante una teoría general q 0FÍa ^rio^ ^
ritos y ordenados con tachj SS"**-*-
tiones planteadas por Jacobi en sus trabajos ^c *
í*" que los de Jacobi para el mundo matemáaco» Hrn°S
Abel quería ganar a Jacobi en su propio terreno Sit> 2?
él mismo decía en privado, y hacerlo adernás en ^6^0. c0? wdas formas'que aflnales de'adécadade 1820
<)ecir' conseientó del vaior de las contxibuciones de Abeu^
rio que Jacobi había elegido para la pugna en la qu
y»era ber expresándole su admiración no solo por
inmersos: la revista de Schumacher. Por otra p¿!
I.*0 Snde’formapübUea, en'aAcadeirdadeCienciastcoC.i"0
revista las contribuciones era garantía de una puhr 6nviaraíha
<^sconJacobi>Porsupane,Schumacherexpre8ór::
Si Abel pretendía humillar a Jacobi y, por así d CaClÓn ^ ^ vTces a Gausssu deseo de que luciera públicas sus conft
le de su camino, fracasó. Jacobi no solo no se achant'^0’ ^ es pues estaba convencido de la superioridad de las mis-
derrotado sino que, por el contrario, expresó entusi buC!0aun’sin haberlas visto. En una carta a Gauss, le comentaba
ración por las contribuciones de Abel. Y, además de^^0 y ^ niaS¿ía, por boca de Hansteen, que Abel había empalidecidotras
la capacidad de renovarse y reinventa^se. Lo meioíT^ aUe el tercer trab^jo de Jacobi, y había necesitado beber un ücor
sobre las funciones elípticas estaba aún por llegar. 6 SU °bra leeF para reponerse. Y, a continuación, pedía a Gauss que pU-
Resulta curioso observar las reacciones de Gauss L hlicara sus ideas, a lo que añadía, en tono sarcástico: «Abel nece-
y Schumacher a las contribuciones de Abel y Jacobi sobre Su tará más licor cuando lea tus trabqjos». Probablemente este co-
ciones elípticas. Legendre reconocía el enorme taiento de 2 ^entario de Schumacher se basaba en la afirmación previa de
pero apoyaba a Jacobi porque comprendía mucho mejor sus resul Gauss de que Abel había desarrollado solo un tercio de lo que éi
tados, probablemente por una cuestión de lengujye y notación ya había logrado en 1798. Sin embargo, aquí es Gauss quien sub-
Jacobi se mantuvo más cerca de la terminología establecida estimaba a Abel (o se sobrevaloraba a sí mismo).
durante décadas por Legendre—, mientras que las ideas de Abel Hay que decir que Jacobi tuvo una actitud ambivalente con
le resultaban extrañas y difícües de entender. Incluso hubo algúu la obra de Abel. Si bien es cierto que en sus comunicaciones pri-
momento en el que Jacobi, con la intención de explicar a Legendre vadas —fundamentalmente a través de cartas— lo alababa, por
sus propios avances, se vio obligado a mostrarle lo que ya había otraparte, sobre todo en sus primeras contribuciones al tema,se
hecho Abel traducido a la terminología que ambos compartían, mostraba muy reticente a citarle en sus artículos. También es
cosa que Legendre agradeció de forma explícita. Por su parte, Abel indiscutible que fue él quien, tras conocer la existencia de la «Me-
tampoco pareció mostrar por Legendre la afección y el respeto moria de París» de Abel, escribió a Legendre pidiéndole explica-
por no decir, devoción— que le demostraba Jacobi. En unacar- ciones de por qué dicho manuscrito no había tenido ya una res-
ta llegaría a decir que Legendre era extremadamente atento, «pero puesta. Y, de hecho, fueron sus palabras las que movieron de
más viejo que las piedras». Lo curioso es que a todos los matemá- mievo la maquinaria de la Academia de Ciencias para tomar una
ticos que se especialízaron con posterioridad en el tema, la obra decisión sobre ella. Además, cuando CreUe, que era consciente
de Abel les parecía mucho más clara, elegante y mejor expresada 4e la grave situación de precariedad económica en la que se en-
que la de Jacobi, cosa que no se prodiyo en el momento en el e°ntraba Abel, decidió desarrollar una campaña en su favor con
dichos trabajos se publicaron, época en la que solo Gauss y Crelle **** de encontrar una posición para él en Berlín, Jacobi no dudo
tenían un claro concepto de la superioridad de Abel. Incluso el ^ contribuir con su opinión favorable, redactando para Cre e
matemático alemán Leo Kónigsberger (1837-1921), quien escribió a cafta de recomendación en la que afirmaba:

720
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES
°MBRes Y Un GRAND PRIX: abel. jacobi y la teoría de las funciones eüp
Abel, de manera muy diferente a como lo he hecho 4l posteriormente, el noruego Marius Sophus r ,
mi teoría de la transformación, en la cual yo le anti ^# llegac,° a 18 Íue preP^0 Junt° con el noruego JW*(I842'
0)» qU
-i, n 832-1918) la
SvioW (1832-1918) la segunda
segunda edición de .] terLudwie
modo en que él se ha anticipado a mí en muchos otros t ^
revista apareció un artículo de Abel donde se demuestL^35'En * ideU Abel, obtuvo penrüso para leer el original,
teoría de la transformación es exhaustiva y conciusiva cQUe nuest*a ^Te^eááo (eSt° SUCedÍÓ en 1874).
demostración una de las obras maestras más hermosas ’iaWa d n i¿ obras completas coincide con la que JL , n m'
e* análisjg 1841. En 1942, el danés Poul Heegaard (187119^
Crelle intentó conseguir dinero del gobiemo para ieIÍÜ ír del manuscrito de Abel en Roma y, en 19*9 • haUo
con la idea de pagar un salario a AbeL Asimismo buscó cn » 1 »■»*« v» b™ (.
sus energías que se le ofreciera un puesto de pro’fesor v ”t0das ^delmanuscrito original en Florencia. Pue necesario espeZ
gurarse, le preguntó si aprobaría un nombramiento p0r síT* ^ ¿í año 2000 para que Andreadel Centinaencontrara^
Abel aceptabay, de hecho, urgíaaCrelle arealizarIasgesbb"6' Sas que faltaban, recuperando así el ensayo original al com
Además, al mismo tiempo, presionó en Osio para conseguir 1 to Ciento cincuenta anos después de su redacción.
puesto allí (pues, de otro modo, «acabaría marchándose a Berlín " P jacobi, desde luego, sobrevivió a Abel por mucho tiempo y
donde se le esperaba). En su país, sin embargo, la amenaza oudo, de este modo, avanzar a placer, libre de competencias, en
surtió efecto. 0 ei desarroüo de la teoría. De hecho, aún hoy numerosos matemá-
En io científico, Jacobi se dedicó en cuerpo y alma, por espacio ticos asocian las funciones elípticas a Jacobi antes que a AbeL Uno
de más de año y medio, tiempo en el que apenas doimía, a redactar de los resultados de Jacobi que merece la pena comentar, y que
una memoria sobre las funciones elípticas en la que quedara claro fue demostrado en 1835, varios años después del fallecimiento de
cuál había sido su contribución a este tema. Dicha memoria apare- Abel, es el sigitiente: si se considera el conjunto^de los períodos
ció en 1829 bajo el título «Nuevos fundamentos para una teoría de unafunción meromorfa/ definida sobre el plano complejo, enton-
funciones elípticas». Abel, cuando tuvo noticias sobre Ias intencio- cesp^forma un subgrupo de C topológicamente cerradoy, en
nes de Jacobi de publicar este ensayo, decidió redactar también él consecuencia, si la función admite tres períodos independientes
un nuevo trabajo, que llevaría el título de «Resumen de una teoría (esdecir, tres períodos hv h2, h3S C tales que las combinaciones
de funciones elípticas», que del mismo modo apareció publicado n^+nfy+nji^ con nv nv n3, números enteros cualesquiera, sirven
en 1829 aunque, por desdicha, de forma póstuma. para aproximar tanto como se quiera a cualquier número comple-
Precisamente por la «Memoria de París», que ya había sido jo), entonces/es una constante. Este resultado fue extendido por
aceptada para publicación, así como por la memoria de Jacobi de el francés Maurice Fréchet (1878-1973) en 1909 al considerar un
1829, la Academia de Ciencias de París decidió otorgar a ambos (a
c°ncepto de período más general, dando lugar a la primera carac-
Abel, de manera póstuma) el Grand Prix de 1830.
^rización que se conoce de los polinomios como soluciones de
E1 destino de la «Memoria de París» fue, de hecho, más trucu-
ecuación funcional que no requiere utilizar derivadas. De he-
lento, porque en 1832, cuando buscaron el manuscrito a petición
la te 6Sla ^enerattzación es el origen de lo que hoy se conoce como
de Holmboe —quien preparaba la primera edición de las obras
tie polinomios en espacios de Banach.
completas de Abel—, descubrieron que la memoria había desapa-
bi p a tas razones por las que se recuerda el trabajo de Jaco-
recido de los archivos de la Academia. Así, estas se presentaron
en 1839 sin incluir la «Memoria de París». En la Academia volvie- •ionp h CÍ°nes etíPticas es que supo aplicarlo a numerosas cues-
ron a buscar el ensayo, que finalmente fue localizado y publicado taCl,|S e teoria tie números, logrando algunos resultados espec
ares- p°r ejemplo, a él se debe una demostración muy

122 FUNClONES ELÍPTICAS


OOS HOMBR6S Y UN GRAND PRIX: AB6L, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS

Y UN GRand PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORfA D€ LAS FUNOONES ELfPTlC


elegante de que todo número natural positiv
reveni<io de emprender el viíye, qUe dUrab .
cuadrados perfectos. Incluso, encontró una fó°r,eS SUnia cn
P «hle de
^nosible ae realizar en condiciones adecuaj^
adecu^ “ ' *
3003
nar el número de formas en las que esto se Para def„
^Puedeconseg^ Abd lg^°r° 61 ConseÍ° e ibtentó ocí ^
dud »108 demaS' Cima’11 Uegax a teti^ SU e*a-
Ü>ie!.f en sus artículos y acabó agotándosey emnl"0deWde
ttaMAn inicini- A pesar de esto, el 6 de enero de 1829 AhT° SU
UNA VIDA QUE SE EXTINGUE
o trabajo a Crelle. Ya se había oonvencido de qttT6
»”ulTe ciencias de Pans no Publicaría su memoria7J, Aca'
P°r desgracia, a CreUe no le dio tiempo de encontra
den adquirido conciencia de la importancia de presenT™38’
económica para Abel. En la Navidad de 1828 intensM S0|uci“i
ña de apoyo, para la cual encontró además en el ale C° SU camM- htS®doS S¡ n° d(?Seaba QUe C°mo Jaeobi. «e antom
decidió publicar una breve nota con el enunciado He¡
von Humboldt (1769-1859) un excelente aliado Z“'Alexa'>'Í9 Tma pru'ur-
nrincipal de ~la «Memoria de París», su l;™oso
famoso teorema
teore«
.«orenia
cientiflco traía varias cartas de recomendación para Hp’adición. E1 articulo, de tan solo dos paginas, prometia que en
entre otros por Gauss y Legendre). E128 de diciembre iZT Lros estudios aparecenan diversas aplicaciones, pero Abel no
las autondades prusianas suplicándoles celeridad en su d •'°8 Jíasaber entonces que este sería el último trabnio que escribiria
pues otras instituciones como la Universidad de CopenhasÜe T' Coando, para el 9 de enero, Abel tema previsto volver, su salud
pezaban ya a mostrar interés por reclutar a Abel. A esto añaH™ mostró síntomas inequívocos de empeorar y ya no pudo ocultar
las siguientes palabras: ’ ma que llevaba tiempo escupiendo sangre. No se le dejó partir; por el
contrario, se le forzó a mantener absoluto reposo durante semanas
Los cabaUeros Dirichlet, Abel, Jacobi y Steiner, quienes todosaex- -que luego se convirtieron en meses—. Pero Abel no se recuperó
cepción de Abel están al servicio del gobiemo de Prusia, representan y, finalmente, el 6 de abril de 1829, falleció de tuberculosis. Su
ciertamente un gmpo de jóvenes matemáticos que garantizan las más entierro tuvo lugar en PYoland, a los pocos días. E18 de abril, solo
altas expectativas para el avance de la ciencia. Quizás eilos, con el dosdías después de su fallecimiento, Crelle le escribía desde Ale-
tiempo, serán matemáticos del más elevado rango, pues apesarde mania una carta comunicándole la decisión del gobiemo de con-
su juventud, la ciencia ya les debe importantes progresos. Una vez cederle una plaza de profesor permanente en Berlín. Demasiado
el gobiemo de Prusia atrajo a los matemáticos de mayor mérito tarde. En su carta le decía: «Ya no tendrás que preocuparte nunca
Euler, Lagrange, Lambert, etc.— y les ofreció lo que no podían roás por el futuro».
encontrar en otros países: una posición honorable que les permitie-
ra eievarse por encima de su período y por encima de la ciencia
contemporánea. De nuevo las autoridades de Prusia se encuentran
en la posición de apoyar taientos tan irunensos que la naturaiezalos
produce solo raramente...

Esas mismas Navidades Abel había via,jado desde Oslo, ciudad


en la que se encontraba solo, hasta Froland, donde adeiuás e
estar cerca de varios de sus amigos, podía pasar las fiestas con su
novia. Antes de partir ya se encontraba enfermo y el iriédico

124
OOS HOMBR6S Y UN GRAND PRIX: A86L. JACOBI Y LA TEORfA DE LAS FUNCIONES
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA OE LAS
CAPÍTULO 4

E1 legado de Abel

Si el tamaño de una estatua es una medida


de su importancia, entonces el imponente monumento
a Abel en Oslo —una escultura de bronce de cuatro metros
sobre una columna de gramto de ocho— da una idea
del enorme respeto que se profesa a dicho matemático
en su país natal. En 2002, coincidiendo con el bicentenario
de su nacimiento, el gobiemo noruego ínstauró el premio
Abel con la mtención de convertirlo en el Nobel
de las matemáticas.
r

J la prematura y trágica rnuerte de Abel en 1829, un cierto sen-


túnieflto de culpa se extendió entre la sociedad noruega por no
haber proporcionado a tan üustre genio un puesto académico que
le aportase seguridad económica. Los elogios póstumos al mate-
mático noruego y a su obra se sucedieron rápidamente. Grelle
escribió en su revista:

Todos los trabajos de Abel llevan la impronta de un ingenio y una


fuerza de pensamiento que es inusual y por veces asombrosa,
incluso si la juventud del autor no se tuviese en cuenta Pero
no fue solo por su gran talento que se granjeó el respeto e hizo su
pérdida infinitamente lamentable. Se distinguió de igual forma
por la pureza y nobleza de su carácter, y por una rara modestia
que hizo su persona apreciada al mismo inusual grado que lo fue
su genio.

Por su parte, Jacobi, su gran rival en la creación de la teoría


e las funciones elípticas, escribió en una carta a Legendre:

Unos P°cos días después de mi última carta recibí la triste noticia


^la muerte de Abel {...]. Los problemas que se planteó -encon-
J1 c°ndición necesaria y suficiente para que una ecuación
Sebraica sea resoluble por radicales y para que una integral ar i

129
ellesadode-4861
traria sea expresable en forma finita, su maravili0s Ae parís, y Por la ^ue se le concedió nóstnm
miento de una propiedad general compartida por tnHQ!?Cubr‘- CiendSixde 1930 junto a Jacobi, Permanecíap^^Tf16^ el
ciones que son integrales de funciones algebraicas 3S GP*áP^d0 ser incluida. La memoria apareció
cuestiones de una naturaleza que era peculiar suya; nadi ^Sori
él se había atrevido a plantearlas. É1 se ha ido, pero ha d en la revista de
gran inspiración. ejacJo una < conmemorar el centenario del naeim.ento de Abel ™
Jlcidió erigirse un monumento en su honor. Laestam» f
Su gran andgo y mentor Holmboe escribió en su obituan Íetadaseisaños despuesporGustavVigeland(S ',
¿erado el mejor escultor noruego de la época. La impo^
Su vida y actividad científica fueron breves; sin embargo al ^Satua, qne se encuentra en el parque del Palac.o Real enZ
grandes hitos para la ciencia. Todos sus artículos llevan la •
ta del más penetrante ingenio, y demuestran sin lugar a dud^^
fue una de las mentes matemáticas más eminentes jamás ^
Aquellos que no se pueden formar un juicio propio leyendoy^ UNA S£GUNDA EDICIÓN PARA LAS OB*AS COMPLBTAS DE ABEL
tendiendo sus trabqjos se convencerán de la veracidad de estaafr Dos matemáticos noruegos de talla interna-
mación por la aclamación que los más famosos matemáticos le han cional, Ludwig Sylow y Sophus Lie, se ocu-
otorgado. paron de la reedición de las obras completas . jl
de Abel, pues se hizo patente la necesidad Í'fjftL 3
de revisar las anteriores para corregir ciertos * •Mm 1?H
errores y añadir la memoria sobre las funcio-
«Abel ha dejado suficiente a los matemáticos para mantenerlos nes elípticas. La nueva edición fue publicada v g
ocupados durante quinientos años.» en 1881 y ocupaba más de 950 páginas en Xj '¡1

— Chasles Hermite.
dos volúmenes, una extensión impresionan- B m?/-. cSym J
te si se tiene en cuenta que Abel murió antes K y1
de cumplir veintisiete años. s'"
Con respecto a la «Memoria de Parfs», los ' ^lj
editores intentaron conseguir el original, 1 ■
pero otra vez había desaparecido: IÉÉIÍÉHL^ ■!
abel, tesoro nacional
Nos ha parecido muy deseable poder s°PhUíU*
E1 trabqjo de Abel se encontraba diseminado en diferentes revis- comparar la memoria impresa con la original y Sophus Ue obtuvo en
tas, no siempre de fácil acceso, por lo que se estimó conveniente 1874 el permiso de la Academia de Ciencias de París para consultar el
manuscrito de Abel; pero fue constatado en los archivos de la Academia
editar sus obras completas. E1 gobiemo noruego corrió con los
Que el manuscrito ya no se encontraba allí después de la impresión de
gastos, y la labor de edición recayó en Holmboe, de manera que la memoria.
fueron publicadas en 1839, tan solo diez años después de la muer-
te de Abel. Holmboe fue un gran amigo del difunto matemático, ?e |'ecbo, la memoria original de Abel no fue completamente recuperada
asta 2000, cuando el matemático italiano Andrea del Centina halló las ocho
pero tal vez no era el más apropiado para ocuparse de su obra,
Vitf'naS que faltaban del manuscrito que había encontrado con antenondad
pues incluyó en su edición alguno de los primeros trabajos de 9° Brun en la biblioteca Moreniana de Florencia en 1952.
Abel que contenía errores. Además, la importante memoria de Abel
sobre funciones elípticas que había presentado a la Academia ae

130
EL LEGADO DE ABEL
B.LEGADODEA8EL
representa a Abel como una figura romántica, con el n . He su nacimiento tan gran modesti, ,
do al viento, y que se mantiene de pie sobre dos figura! ° °ndf% mundo, también puede ser
que simbolizan los genios del espíritu y del pensami j» podrían,ser aplicadas Propio SybV?0 U"a
junto con Galois, es ei prototipo de genio matemático T^' Abe|> vida ocupo cargos mferiores a su cate3 mayor
y esta visión idealizada es la que realza la escultura d í* . y hasta los sesenta y cinco aííos no obLv * C°m°
aunque no todos estuvieran de acuerdo. En particular tr^eñte en urüversidad. Sus resultados más conoVPUe8t0
yente matemático alemán Felix Klein criticó la obra de P^'Vidos teoremas de Sylow en teoria de grupos c"V05 so"
en comparación con la estatua de Mozart en Viena en lgeland’ 105 üidoun reeíproco parcial del teorema de I^Vge
minos: ’ Stos*n es un grupo finito cuyo orden es divisible por

W'mo V ontonceS ° tiene ™ ement° de ordei1 P SylowVT0


En su lugar, debo mencionar el monumento de una clase m Pnm H resUltado demostrando que sip* es la mavor ™t 8 ra'
rente que fue erigido a Abel en Cristianía y el cual debe decenc TiToP ^áe
9ue * °rden del G’ entonces G tTne suta
Peorden^"- Ef* 1871 y 1881, SylowySophusIie^
grandemente a cualquiera familiar con su naturaleza Sobre
ponente y escarpado bloque de granito, un juvenii atleta tipo Byron ^anueva edicion de las obras completas de Abel en laque inclu-
pasa por encima de dos grises víctimas sacrificiales, apuntando en veron material que no habia sido utilizado por Holmboe en Iaedi-
dirección al cielo. Si fuera necesario, uno podría tomar ai héroe cióndel839.
como un símbolo del espíritu humano, pero uno reflexiona en vano Sophus Lie (1842-1899). Posiblemente sea el matemático no-
sobre el significado más profundo de los dos monstruos. ¿Sonlas mego de mayor renombre después de Abel. Lie estudió en la Uni-
derrotadas ecuaciones quínticas y funciones elípticas? ¿0 las penas versidad de Cristianía, donde recibió clases de Sylow sobre la
y preocupaciones de su vida cotidiana? E1 pedestal del monumento teoría de ecuaciones algebraicas desarrollada por Abel y Galois.
lleva, en letras inmensas, la inscripción «Abel». Se graduó sin demostrar especial interés ni talento por las mate-
máticas, hasta que en 1867 fue deslumbrado por una ideay decidió
convertirse en matemático. AI igual que Abel, consiguió una ayu-
daestatal para visitar los principales centros matemáticos inter-
ALGUNOS MATEMÁTICOS NÓPDICOS DESTACADOS nacionales: Berlín, donde congenió con Emst Kummer (1810-
1893) y Felix Klein, y París, ciudad en la que conoció a Gaston
EI matemático noruego Viggo Brun escribió, en el prefacio de su Darboux (1842-1917), Michel Chasles (1793-1880) y CamiUe Jor-
libro sobre las matemáticas en Noruega antes de Abel, estaspala- dan (1838-1922). Lie estaba en París cuando estalló la guerra
bras: «[...] en la mayoría de los casos se tratabamás de unasuer- franco-pmsiana de 1870. En su huida de Francia a través de Italia
te de cálculo que de matemáticas. No más de cuatro de los acade- fae detenido acusado de ser un espía alemán —para los fianceses,
micos que menciono podrían reclamar el título de matematico»- 508 notas matemáticas eran la prueba irrefutable de que transmi-
La situación cambió después de Abel, y los países nórdicos conü ba mens3jes secretos codificados— y solo la intervención de Dar-
nuaron produciendo matemáticos de primera fila, siendo los si 0UX übró de la cárcel. E1 mayor interés de Lie fueron las ecua-
guientes algunos de los más destacados. ones diferenciales, para las que aspiraba crear una teoría sunilar
Ludwig Sylow (1832-1918). Fue el mayor de diez herman^ E aque Galois había construído para las ecuaciones algebraicas.
recibió una esmerada educación en la que la modestia se co U en Profundidad los grupos de transformaciones conO
raba una virtud esencial. Sus palabras referidas a Abei en e ’dando ongen a los llamados «grupos de Lie». Editó, jun

ELLEGADODEABa
132 EL LEGADO DE ABEL

l
con Sylow, las Obras Completas de Abel de 1881, aunqUe r
s°!0a***o*
pre afirmó que la mayor parte del trab^jo había sido Uevad ^ S‘etn' nor,J^o en
honordeNle,s
porSylow. °acabo H«nrik Abei,
Magnus Gósta Mittag-Leffler (1846-1927). Nació en Est
y fue profundamente influenciado por su madre y familia Monum(ntQa
?**"*'»*<*»
hasta el punto de que a los veinte años decidió añadir a suT^ Oalacio (?W|

el apellido de soltera de su madre: Mittag. Después de 0 0


•n *>,N ru«ga,

su tesis doctoral, realizó una estancia de tres años en 1908poretOefl


««oiltor Gurtav
Berlín, donde conoció a Charles Hermite y Karl Weier?1Sy Vi9eland 0869-
»43).
(1815-1897) y percibió la importancia de la colaboración inte^8
cional en matemáticas. En 1882 fundó la revista Acta Mathm^
tica, que sigue siendo en la actualidad una de las revistas mate
máticas más prestigiosas e influyentes del mundo. En 19ig
Mittag-Leffler y su mujer legaron su casa y su magnífica bibliotecá
en Djursholm, en las afueras de Estocolmo, a la Academia Sueca
de Ciencias, donde hoy se levanta el Instituto Mittag-Leffler, uno
de los centros punteros en investigación matemática. En palabras
del matemático británico Godfrey H. Hardy, «Mittag-Leffler fue
un hombre notable en muchos sentidos. Fue un matemático de
primera fila, cuyas contribuciones al análisis se han vuelto clási-
cas, y desempeñó un papel importante en la inspiración de la in-
vestigación posterior; fue un hombre de fuerte personalidad, con
una intensa devoción por su objeto de estudio; y tenía la persis-
tencia, la posición y los medios para hacer valer su entusiasmo».

EL PREMIO ABEL

En 1897 vio la luz el testamento del industrial sueco Alfred Nobel


(1833-1896), en el que se establecían los conocidos premiosque
Uevan su nombre en química, literatura, paz, física y medicina.
Los premios Nobel se concedieron por primera vez en 1901, y en
poco tiempo se convirtieron en los de mayor prestigio en sus
respectivas áreas. No sería hasta 1968 cuando se añadiría el pre-
mio Nobel de Economía, técnicamente el premio en Ciencias Eco-
nómicas en memoria de Alfred Nobel, como consecuencia de una

EL LEGADO DE ABEL 135


EL LEGADO DE ABEL
donación del Banco Nacional de Suecia a la FunHo • -
Matemáticas. Cl°n Nobel
La ausencia de un premio Nobel en Matemátic MATEMATICOS: MEDALLARaos
sido un asunto polémico. Se ha apuntado, como Po^Jlempre ha
mala relación existente entre Alfred Nobel y Mittag i CaüSa- la ^rfudícado^daramerrteeUeconacj1^^-1^'0 Nobe, 6n ^
de ello, varlos matemáticos han *t0 s«¡al de . ' a,e'
habría Uevado al primero a no querer establecer ,^effler< que
plinSs. como en Ilteratura -enl904 el españo|°osfE°premi«n otras'S
podría haber sido ganado por el segundo, aunque 10 m?reml0 que P¡ien se debe tamb.en el perfn brográfico sobre AbC|nT** (18K',9>6) a
es que al pragmático hombre que era Aifred Nobel ias JT Pr°babfe “ tgSO el bntánrco Bertrand Russell 0872-1970)- 0 Í5L"W<>" «Norfe y
le pareciesen demasiado teóricas y carentes de * economla, como los estadounidenses Kenneth Arral más fr«w„¡e
joñn Nash (1928-2015) en 1994. Para corrrpensar " S20171 ¡TOy
mundo real. ^Ucaci°nene|
Íd0 a lo lar9° del s'9'° ® drstintos premios maten,á,Lcla se ¡"stao-
Fields y el premio Abel los que han alcanzadp mayor pS',!™0 ,a m“alla
M 0910 V repercusión,
pos galardones distintos
«E1 teorema de Abel es un monumento más duradero
ia medalla Fields, creada por el matemático canadiense John ,
que el bronce.» (1863-7932). se entregó por primera vez en el Congreso intpL * ? Fie,ds
— Abrjen-Maríe Legendke, pakafraseando a Horacio.
temáticos de Oslo de 1936. Considerada durante muchos años cn ^ Ma'
mí0 más prestigioso de las matemáticas, posee ciertas car^JT° pre'
dlferencian claramente de los premios Nobel: se entrega caS cSm T '3
un mínimo de dos y un máximo de cuatro matemáticos menores de
La falta de un premio Nobel en Matemáticas impulsó a Sophus años y su cuant.a económica es de unos 10000 euros. En contraste 6I Nqm
Lie a intentar establecer un premio Abel en matemáticas puias En es anual. no puede ser compartido por más de tres ganadores, la ed'ad ZS
de los galardonados es bastante avanzada y sucuantía esdecasiunmiltónr£
1898 utilizó su amplia red de contactos para recabar apoyos inter- euros. El límite de edad en la medalla Fields se toma tan en seho que cuando
nacionales al premio. Su idea fue en general muy bien recibida por el matemático británico Andrew Wiles (n. 1953) probó el óltimo teorema de
la comunidad matemática, y obtuvo respuestas positivas de impor- Fermat recib.ó solo una placa conmemorativa portener más decuarentaaños
El premio Abel fue presentado en 2002,
tantes matemáticos, como los franceses Émile Picard (1856-1941) coincidiendo con la celebración del b¡-
y Charles Hermite o el alemán Felix Klein, pero tras la muerte de centenario del nacimiento de matemáti-
Lie, en 1899, el proyecto fue abandonado. co noruego. Se creó para premiar traba-
La idea del premio Abel en Matemáticas volvió a surgir en jos matemáticos de excepcional calídad,
para aumentar el estatus social de las
1902 en el contexto de las celebraciones del centenario del naci- matemáticas y atraer el Interés de los
miento de Abel. E1 gobierno y la Casa Real se involucraron a más jóvenes por las mismas. La Acade-
fondo en la conmemoración, a la que también fueron invitados mia Noruega de las Artes y las Ciencias /
importantes matemáticos extrai\jeros, y se decidió erigir el mo- lo concede anualmente a uno o dos ma- 4. .*!;
emáticos de trayectoria excepcional, y ■. t1V-1 'fl
numento a Abel que Vigeland completaría seis años después. E1 es entregado por el rey de Noruega en ' / || w
propio rey Oscar anunció la creación de una medalla de oro en una ceremonla de gran solemnidad. Su yjJL. 1 m / O í1
honor del noruego para premiar los trabajos matemáticos más cuantia económica -6000000 de co- e1_I. " &V f i
^onas noruegas, unos 650000 euros- • « • ’
destacados. Se crearon varias comisiones con el fin de estudiar
la viabilidad dei premio y diseñar sus estatutos, pero un grave
0
C SnUVp!?!rCUSÍÓn en ,OS med¡OS lo han E1
El matemát,co
matemático «tadounidense
estadounidense Michael
día 0:1(30 en *° más parecido hoy en Freedman, ganador
Freedman, ganador de la medalla
de la medalte Rekte
Fiekte
asunto político, la separación de Noruega y Suecia en 1905, im- a on premio Nobel en Matemáticas. 1986-
pidió culminar el proyecto.

736
EL LEGADO DE ABEL

EL LEGADO 06 AB8-
La memoria de Abel siguió viva en Noruega. P
rostro fue impreso en un sello con motivo del cem
TéORE*A del número PR1MO
muerte en 1929 —un privüegio que solo habían disW^0
fecha la fanülia real y el dramaturgo Henrik íbsen ri 22? ^ , .mero primo
número primo es
es cualquier
cualquier natural
natural distinto de, au„ ,
y en 1948 su retrato apareció en el bülete de 500 coron I9°6K sí mlsmo. Los numeros pnmos son los btoqu« ü* « «visible n»,
^mpuestos todos os numeros, al90 as¡ como los s, ®05 de K» que S
se han escrito distintas biografías sobre la vida de AhT Tarilb‘ér¡ C°esto que <odo numero natural se descon,DO„e »rltmét¡«
más completas la de 0ystein Ore (1899-1968), Niels u Sl6n<ío ^ £rden de los factores- como producto de „úmeroS n°™a umca 'Mlvo «
MathematicianExtraordinary (1957), y ArildStubhauT*Abet> ° feao Euclldes ya probo, en los Elementos, que habfaf El "'«mátlm
% números prlmos: dados los primosp,, p„... pn el núl^, Wl„¡,a
Niels Henrik Abel and his Times (2000). 8 bn> l948), e5 divlsible por mnguno de los primos anteriires po
En 2000, en vísperas del bicentenario del naci Ida uno de ellos da resto 1 y, por tanto. o bienp es entre
ple por un prlmo diferente a p„ p.pn. En cualqu¡er ° ° b,e„ p es d¡<¡s¡.
matemático, tomó fuerza de nuevo la idea de crear un^0del
Abel en Matemáticas. Esta vez la idea fructificó, y al año
números primos no puede ser fmrto. La distribucidn altam nte ?6 'os 0
lo5 números pnmos entre los numeros naturales ha desconcprt2 í 9ular de
te el gobierno noruego anunció la creación de’un fondo^lf ?? pre a los matemáticos. Gauss conjeturd en su diario uSSSSSíí ***
millones de coronas (aproximadamente 22 millones de m que representa el numero de primos menores o iguales a n Jn ¡¡¡¡5J
administrado por el Ministerio de Educación
y cuyo retorno
limjW'nW,!
n
anual sería concedido a la Academia Noruega de Ciencias y Le
tras para otorgar el premio Abel a una o más personalidades por La fórmula dice que asintóticamente, para valores grandes de n,
la densidad
de números primos
sus contribuciones excepcionales a las matemáticas. La crea- *(n)
ción del premio alcanzó un amplio consenso político, tal vez n
porque uno de sus objetivos explícitos era elevar la considera- se comporta como el inverso del logaritmo neperiano
ción social de esta disciplina y atraer hacia eila el interés de
niños y jóvenes.
Este resultado, conocido como teorema del número primo, fue probado en
1896 por los franceses Jacques Hadamard (1865-1963) y Charles Jean de la
Vallée-Poussin (1866-1962), de forma independiente, a través de técnicas de
variable compleja y completando el programa que Bernhard Riemann (1826-
LOS GANADORES DEL PREMIO ABEL 1866) había esbozado en 1851.

Una demostración elemental


Por fin, más de cien años después de la primera propuesta al res-
La prueba analítica del teorema del número primo era muy sofisticada y de-
pecto, el premio en honor de Abel veía la luz de manera oficial en jaba la puerta abierta a la existencia de una demostración que no usase la
2002, coincidiendo con el bicentenario de su nacimiento. A conti- teoría de funciones de variable compleja. Así, el noruego Atle Selberg y el
nuación se reseñan los ganadores hasta la fecha de dicho prenúo, húngaro Paul Erdós (1913-1996) impactaron a la comunidad matemática cuan-
do en 1949 encontraron una comprobación de este tipo para dicho teorema.
mediante los cuales se offece, sin duda alguna, un panorama fóós, matemático nómada, extremadamente colaborativo y prolíftco, es una
las mejores matemáticas del siglo xx: w leyenda de las matemáticas del siglo xx. Por su parte. Selberg muchomás
En 2002, el año de su instauración, el premio Abel se conce ^ reservado, desarrolló casi todo su trabajo en solitario en ellnst,tut0 d*^tu
'os Avanzados en Princeton, y fue merecedor de los mayores dr ?002.
deforma honorífica a AÜe Selberg (1917-2007), a la sa2Ón
atemáticas: la medalla Fields en 1950 y el premio Abel honorifi
mátíco noruego de mayor prestigio intemacional. Selberg e y
lló la mayor parte de su carrera en Princeton, Estados 111

LEGADO DE A8EL
EL LEGADO DE ABEL
sus principales coníxibuciones fueron en la teoría de Su nombre aparece vinculado tanto a ,
estudio de los ceros de la función zeta de Riemann nÚítleros: el » 0°Zlz de paresf 1«) como a ^
criba, la demostración elemental del teorema del de ricos (leI (esquema numenco de Lax-Friedrioh« , com-
la fórmula de la traza, entre otros. Selberg obtuvo Ia med^ Prün° y P<enc" de Tal y alguien
en 1950, y gozaba de gran prestigio y autoridad dentro d i ^ <*1U,V „nte dado que su trabajo forma parte de 1» a hum°-
nidad matemática.
En el primer año de su concesión regular, 2003
e ,a conm. ¿iSíS*
PuC Pfnciado de alguna manera su propio premio Abél Ux
francés Jean-Pierre Serre (n. 1926), un gigante de las'mafe^031 premio Abel de 2006 fue concedido al sueco LemartCar
del siglo xx que había sido el miembro más joven del memáticas „,L 1928) por sus profundas contnbuciones al análiskél
Iectivo de matemáticos franceses Bourbaki. En 1954 se h h'C° C0" foya la teoría de ios sistemas dinámicos. Carleson es un ^
vertido también en el matemático más joven hasta ent ^Hco teórico famoso por haber resuelto problemas muy diflcilM
recibir la medalla Fields. Las contribuciones de Serre a la ^ <eisos campos. Se podría afirmar que su resultadl mL “
gía, Ia geometría algebraica y la teoría de números son numerP°1(> ¡Itacular es la demostracion de la convergencia puntual (en casi
y profundas. En particular su trabqjo en teoría de números Zo punto) de la serie de Fourier de una función de cuadrado
dió las ideas introducidas por Abel en su demostración de !a iiü "uegrable. Este hecho contrasta con el ejemplo presentado e„
posibilidad de resolver la ecuación de quinto grado por radicales i928 por el matemático ruso Andréi Nikoláevich Kolmogórov
Serre también había sido nombrado doctor honoris causa porla (1903-1987) de una función absolutamente integrable, cuyaserie
Universidad de Oslo en 2002, en conexión con el bicentenario del * Fourier diverge en casi todo punto. Otro resultado impactante
nacimiento de Abel. de Carleson fue la demostración rigurosa —que confirmaban las
En 2004 el premio Abel fue concedido conjuntamente al ma- evidencias numéricas— de la existencia de un atractor extraño,
temático británico Michael F. Atiyah (n. 1929) y al matemático esdecir, un copjunto invariante y con dinámica caóüca, en laapli-
estadounidense Isadore M. Singer (n. 1924) por su teorema del cación de Hénon.
índice. Según este teorema, que relaciona propiedades anahticas, En 2007 el premio Abel volvió a ser concedido a un matemá-
geométricas y topológicas, el índice de un sistema de ecuaciones ticovinculado al Instituto Courant: S. R. Srinivasa Varadhan (n.
diferenciales —un indicador del número de soluciones del sistema 1940), de origen indio pero asociado a la institución neoyorquina
en una cierta región— depende solo de la topología, es decir, de desde 1963. Las aportaciones de Varadhan, especialistaenpro-
la forma, de dicha región. Sorprendentemente, este teorema de babilidad, han sido fundamentalesparalateoríade Ias «grandes
matemática pura fue muy bien acogido por la comunidad de físi- desviaciones». Por ejemplo, según la ley de los grandes números,
cos teóricos, quienes lo usaron, por ejemplo, en el desarrollo de al lanzar una moneda muchas veces, la proporción de caras se
la teoría de cuerdas. Atiyah había sido galardonado también con aproximará cada vez más a pero aun así hay una pequeñísima
la medalla Fields en 1966. probabilidad de que todas las monedas caigan de cara. Calcular
Peter D. Lax (n. 1926), reconocido experto en ecuacionesen la Pr°babilidad de estas «grandes desviaciones» es del mayor
derivadas parciaies y uno de los matemáticos aplicados de mayor *nteres Práctico —basta pensar en las compañías de seguros—.
prestigio, recibió el premio en 2005. Húngaro de nacimiento, de- los resultados de Varadhan han tenido aplicaciones en cam-
sarrolló prácticamente toda su carrera en el Instituto Courant e esf 5? diversos como la teoría cuántica de campos, la física
Nueva York, creado por el matemático alemán Richard ^ouran otrn 1SUCa’la dinámica de poblaciones y la economía, entre
(1888-1972) a imagen y semejanza del Instituto de Matematic

140 EL LEGAOO DE ABEL a.LEGADOOEA8a


E1 premio Abel de 2008 fae compartido p0r
John Griggs Thompson (n. 1932) y el francés^ esta^°Unicje
por sus contribuciones fundamentales a la ^ ^ 19^ CLAS.F.CAC.ÓN DE UOS GRUPOS F,N|Tos ^

pos: el santuario que Lagrange, Cauchy, Abel y ofteoría T


teoría de grupos se inició con los estudios snh .
a levantar se convirtió durante el siglo xx en ernPe^' or radicales llevadas a cabo por Ugra„fle '\rK°taón ce
entre cuyos arquitectos principales figuran TtT ^ Catedr^ día es un concepto transversal con múlti^c Chy< V &¡7CU8ao‘
particulas hasta la cristalografia, pasan(¡0'por|aPI,c,acion«. desd°|aJ¡ho»
Thompson se especializó en el estudio de los grun°mPSOn y TlJ
los mosaicos de la Alhambra, Uno de los arf„H uci6n a cubo h ñ'Slca
los grupos de permutaciones en los que Abel trab°S ^*08’ c°m0 grupos fue la clasificación de los grupos bnitoí h'tos del s¡9lo » í ,Rublk
con la imposibilidad de resolver la quíntica por radic ** relación n9,rosPaue se forma “alquier
r 105 que se cualpuier otro
otro grupo
9Cíln ?***£
finito u ta f SUe 800 los C s
que Tits creó un nuevo marco teórico para el estudi ñ iS el trabajo conjunto de mas de cien matemátlcos
matemát¡cos v° n ¡n9en,s: mvou
°in9en,s: ¡"vou
□inas. Un
ginas. resultado clave
Un resultado clave fue
fue probado
probado en
en 1%2
locn p“ S139
! °cu°° más
más de
* hi„
die2 \
«
continuos, como los introducidos por Ue. Los resultad ^ ****** lohn Griggs Thompson, premlo Abel en 200a\rnlf Feit (,9»-2004)
han sido fundamentales paxa culminar uno de los ^ jen ¡mpar es resoluble». A pesar de su senclllo enunlTr 9rupo fi"¡to de '
temáticas del siglo pasado: la clasificación de los ™laS ma' talabras, su demostración ocupó un volumen completo h. tan 50,0 ocfio
evista Pacific Journa! of Mathematics. y constituvó un f1°á9inas la
simples, unaespecie de tablaperiódicaque expUcaUP°S^ jara el teorema de clasificación, según el cualcualQuiJn^rtees^'
de los grupos finitos. Thompson también había recibidn ?****** !S de uno de los sigutentes tipos: un grupo cíclico de ant? f'nit°simple
Fields en 1970. do ia me<küa ilternado, un miembro de una de las dieciséis familias de ^ Prim0, un gmpo
o uno de los veintiséis grupos esporádicos. 9rUpos de üe finitos
E1 matemático rusofrancés Mijafl Leonídovich Grómnv.
1943) recibió el premio Abel en 2009 por sus «revolucio^ El monstruo

tnbuciones a la geometría». En particular, destacan su estudio de El enfoque geométrico de la teoría de grupos introducído por Jarn„0c
el otro galardonado en 2008 con el premio Abel, resultó a su vez fundl^
propiedades globales en geometría de Riemann y sus trab^jos pio-
talel estud.o de los grupos esporádicos, y en particular del mayorde tX
neros en el campo de la geometría simpléctica, cuyo origen se conocido de forma popular como el «Monstruo» por su enorme tamaño: com
halla en el formalismo hamiltoniano de la mecánica clásica y que tiene unos 8080 -1050 elementos, un número increíblemente grande que eoui-
se apüca, por ejemplo, en teoría de cuerdas. Grómov también in- vale al número de partículas elementales en el planeta Júpiter. Parahacerse
una idea de la complejidad del «Monstruo» basta señalarquesecorresponde
trodqjo conceptos geométricos en grupos discretos que hantenido con el grupo de simetrías de un espacio de 196883 dimensiones.
gran repercusión en el estudio de sus propiedades algebraicas. En
palabras de uno de sus colaboradores: «Es increíble lo que Mijafl
Grómov puede hacer solo con la desigualdad triangular» (se refe-
I' ,'irwfc ..iwiWt. írJkI
ría a la desigualdad a<b + c que cumplen los lados a,b,c> 0 de
cuaiquier triángulo).
Jacques Tlts y John Grlggs
E1 galardonado con el premio Abel en 2010 fue el matemá- Thompson (segundo y
tico estadounidense John Torrence Tate (n. 1925), por su gran tercero por la izquierda,
fespectivamente) posan
impacto en la teoría de números. Tate descubrió su gusto por con los monarcas
"O'uegos y con |a es
las matemáticas siendo muy joven a través de los puzles de
^Tits, Marie-Jeanne
Henry Dudeney (1857-1930) y del clásico libro del escocés Eric iPnniera POr |a derecha).

Temple Beli (1883-1960) Los grandes matemáticos, que tantas tras uCÍ° Real de °sl°
e, 2Qr®C'bir el Premio Abel,
vocaciones matemáticas ha despertado. Su principal campo e “e may0 de 2008.

estudio ha sido la teoría de números algebraicos, es decir, ^aS

142 EL LE6ADO DE ABEL


raíces de polinomios con coeficientes racionales Al • . ,bel destaco sus vaUosas contribuciones a i,
que han terado un gran irnpacto en ,a *; “‘ geomenfa
Abel, su influencia puede medirse por la cantidad de
y resultados asociados a su nombre: módulo de Tate iie^ Tde la representación. Su resultado más rJ ' nÚn,et°s
f»»“”aCión de 1> hipótesis de Eiemann Pam va^X?6
de Tate, teorema de Serre-Tate, teoría de Honda-Tat§0rltmo
o finito, una vanante de la hipótesis de Rie
otros. e’ entre
En 2011 el premio Abel fue concedido aj estadoumd ia actuahdad el problema abierto más
& cüefn °nginal-
«uecSComo consecuencia de su
Wiliard Milnor (n. 1931), uno de los matemáticos másenSe Johl1 .máticas- teorema, DeUgne
del siglo xx, con importantes contribuciones en topol0a^erSáliJes matc „r resultados tan increíbles como una estím, pudo
tría y álgebra. Uno de sus resultados más asombrosos ’
que recibió la medalla Fields en 1962, fue el descubriní/ P°f el d .nadrados.
las «esferas exóticas» en dimensión siete. Así, Milnor proh ^ ^ 90 E1 ganador del premio Abel en 2014 fue Yákov G Sinái r
existen variedades diferenciables que pueden transforn° ° ^ J) un prestigioso investígador de la escuela rusa que
forma continua en una esfera heptadimensional, pero dicha tra ^ S íontera entre las raatematícas y la fisica. Sus conlribuciont
formación nunca es suave, siempre aparecerán arrugas o Di:U*ns' Z, destacadas han terado lugar en la teoría de los sistemas dj
que no pueden alisarse. De hecho, en dimensión siete exist^ los, la teoría ergódica y la mecanica estadística, dondeintrodu-
veintiocho «esferas exóticas» diferentes. Milnor también realizó importantes conceptos como la entropía de Koimogórov-Smái
aportaciones importantes en teoría de nudos —escribió su primer medidas de Sinái-RueUe-Bowen y los paseos de Sinái, enta
artículo sobre el tema con diecisiete años, un ejemplo de preco- otros. En un interesante artículo de 2006, Sinái se preguntaba si
cidad como Abel—, teoría de grupos, K-teoría, dinámica comple- matemáticos y físicos eran como perros y gatos, y terminaba con
ja, etc. estas palabras: «Sin embargo, es verdad que el mundo de los ma-
E1 matemático húngaro Endre Szemerédi (n. 1940) recibióel temáticos y el de los físicos son bastante diferentes y que existe
premio Abel en 2012 por sus numerosas y profundas contribucio- una frontera que los separa. Esta frontera es muy personal, y cada
nes a Ia combinatoria, entendida en un sentido amplio como el uno elige la suya».
estudio de ias estructuras discretas. Su resultado más importante, E1 premio Abel de 2015 fue concedido a los matemáticos John
el teorema de Szemerédi, afirma que S(k, ri) —el mayor número Forbes Nash (1928-2015) y Louis Nirenberg (n. 1925), por sus con-
de enteros entre 1 y n que puede elegirse sin contener ninguna tribuciones a las ecuaciones en derivadas parciales y sus aplica-
progresión aritmética de longitud k— es un porcentaje de n tan ciones al análisis geométrico. Nirenberg es reconocido intemacio-
pequeño como se quiera siempre que n sea suficíentemente gran- nalmente como uno de los líderes en el estudio de las ecuaciones
de. E1 teorema de Szemerédi aúna un enunciado sencillo de en- en derivadas parciales, mientras que Nash publicó pocos artículos
tender y una prueba extremadamente complicada, aunque de P^ro de una gran influencia. En concreto, se debe a Nash, y de
naturaleza elemental, es decir, sin usar conceptos matemáticos ^dependiente al matemático italiano Ennio de Giorgi (1928-
avanzados. Los resultados de Szemerédi han tenido importantes 6)> la demostración de la regularidad de las soluciones de ecua-
aplicaciones en teoría de números, ciencias de la computación e C10nes típo elíptico. Las aplicaciones al análisis geométrico que
inteligencia artificial. onocía eljurado del premio Abel son los teoremas de mmersión
E1 galardón de 2013 recayó en el belga Pierre Deligne (n. 1944). Probados por Nirenberg para superficies de Riemann de curva-
Considerado como uno de los mejores matemáticos del siglo
que í>0^va*y P°r Nash para variedades de Riemann generales—,
fue ganador también de la medalla Fields en 1978. E1 comité de
usieron de manifiesto que estos objetos geométricos abstrac

144 EU LEGADO DE ABEL


EL LE6ADO D£ ABEl-
na forma modular. A mediados de Ia década a
JOHN F. NASH: UNA VIDA DE PELÍCULA ^ de que la corqeturade Tarüy^ t 98°Se%ó

En 2015, por primera y hasta ahora única vez, 8fl


Kdicho teoremapodía
te0ren,aHde construine
Fermat’ Pue*una• CWva7® '«n&aejen,.

un ganador dei premio Abel había sido ga-
iardonado previamente con el premio Nobel: ■$ PWLar asociada. Fue justo un caso Particular
el matemático estadounidense John Forbes Kf T' . M rurvas senuestables, pero aun así suflcientem^
Nash había conseguido en 1994 el premio V p
Nobel de Economía por su teoría del equili- Wk ^v
brio para juegos no cooperativos, desarro- |m • 'Tk
P%j premio Abel de 2017, el último concedidl k ° Wües-
llada en su tesis doctoral cuarenta y cinco MjM * ha sido otorgado al matemático francés nacido 'afecha'
años antes. El premio Abel de 2015 se le con- W v 1
("• l039)’ por el desarroll° de la teoria de o„dl 7" Wes
Mever
cedió. junto a Louis Nirenberg, por sus con- , V
ff-Baptiste Joseph Fourier el primero en defenderSfi
tribuciones a la geometría diferencial y a las V í
ecuaciones en derivadas parciales. Nash pro-
bablemente sea el ganador más mediático m
de cuantos han recibido el premio Abel, pues
en su vida se mezclaron la genialidad, la tra- UNA CARTA DE ABEL SOBRE FERMAT
gedia —en forma de una esquizofrenia que
lo mantuvo apartado del mundo durante cuarenta años- y una inesperada El premio Abel de 2016 fue concedido al matemático britóni^ a
recuperación acompañada de grandes reconocimientos, un best seller sobre por su demostración del últímo teorema de Fermat
su vida titulado Una mente prodigiosa y la película Una mente maravílllosa que tiene soluciones enteras positivas si n>2. La prueba de Wiles se>°
ganó cuatro premios Óscar en 2001. Por desgracia. Nash y su esposa. Alicia relación existente entre formas modulares y curvas elípticas un «22?
fallecieron en un accidente de taxi cuando regresaban del aeropuerto pocos matemáticas que se remonta a las investigaciones de Abel sobre las
días después de haber recogido el premio Abel en Oslo. elípticas. Precisamente, una carta de Abel a Holmboe en el verano de JB23
donde le relataba sus primeros avances en la teoría de las funciones elípticas’
mientras estaba visitando a Degen en Copenhague, contenía una referenciaal
último teorema de Fermat: aunque Abel reconocíaquenohabíasidocapazde
resolverlo, enviaba a Holmboe cuatro teoremas relacionados con él que había
tos podían «introducirse» en un espacio euclídeo ordinario con- obtenido. Por ejemplo, Abel probó que s¡ x y n>2 eran primos, entonces la
servando las distancias. ecuación de Fermat no tenía solución. Curiosamente, Abel comentaba a Holm-
boe que «los matemáticos británicos no son tan malos como yo pensaba», lo
E1 premio Abel de 2016 recayó en el matemático británico
que resulta premonitorio si se tiene en cuenta que el misterio del último teo-
Andrew J. Wiles (n. 1953), quien había acaparado las portadas rema de Fermat fue desvelado
mundiales en 1994 cuando anunció que había demostrado el último Precisamente por un matemá- PIERRE DE FERjMAT
teorema de Fermat. Su enunciado es muy sencillo (la ecuación tico de dicha nacionalidad. La ... £»*
epistola terminaba con una ijplfol'C á/L 1 4/t%
x"+yn=zn no tiene soluciones enteras positivas si n > 2), pero su r°ma matemática: Abel pro- ji' 7
demostración eludió a los mejores matemáticos durante más de Porcionaba como fecha de ¡M ■ 1
trescientos años. La prueba de Wiles usaba dos conceptos, curvas decimal de ‘V r
elípticas y formas modulares, que habían sido introducidos en di ... 321219, lo que se co- ?
espondía con el 4 de agosto. % / 4
ferentes contextos por los matemáticos de los siglos xvm y xix-
la década de 1950, los matemáticos japoneses Yutaka Tarüyun^ El teorema de Fermat n'a solution pour ^es ****** umm*
(1927-1958) y Goro Shimura (n. 1930) establecieron una conjetur en un sello francés.
según la cual a cada curva elíptica le correspondía de forma Pr

146 EL LEGADO DE ABEL ELLE6ADO0EABÉ1-


de manera sistemática que una función periódica r»
componerse como una suma, posiblemente inflnita
cosenos. Desde Fourier se han encontrado muchas ot 861108 *
ortonormales, es decir, coqjuntos de funciones perpen^ bases
dos a dos que comparten esta importante propiedad daiCUlares
cosenos. En la teoría de ondículas hay una «ondícula
genera,portraslacionesydilataciones,todoslosdemási W
tos de la base ortonormal. Las ondículas permiten
cualquier señal (datos, imágenes, sonidos, etc.) en elemp°ner
más simples, fáciles de almacenar y que permiten recupe?erU°s
gran eficiencia y fiabilidad la señal original (p0r ejemplo ?n
ondículas son usadas en el formato de compresión gráfica jppr
2000). Meyer inició su carrera en la teoría de números y come a
a estudiar las ondículas gracias a una afortunada coincidencia
en la fotocopiadora de su facultad, donde vio el trabajo de dos
colegas suyos y supo relacionarlo con una teoría que conocía
en profundidad.
La concesión del premio Abel de 2017 no ha estado exentade
una cierta polémica porque muchos consideraban que debía ha-
ber sido compartido con la matemática belga Ingrid Daubechies
(n. 1954), otra figura muy destacada en el desarrollo de la teoría de
ondículas. Hubiera sido, además, la primera mqjer en recibir dicho
premio, reivindicando de esta forma el trabqjo femenino en un cam-
po dominado en gran mayoría por los hombres. Aunque Daubechies
merecía sin duda ser reconocida igual que Meyer, parece que en
este caso no se trató de una discriminación, sino de un conflicto de
intereses: Ingrid Daubechies fiie presidenta de Ia Unión Matemática
Intemacional (UMI) de 2011 a2014, y laUMI nominaalamayoríade
los miembros de la comisión que selecciona a los ganadores del pre*
mio Abel. La Academia Noruega de Ciencias y Letras se toma muy en
serio el problema de las incompatibilidades, y en 2017 Daubechies
aun no podía ser elegida para el premio Abel. En 2014, la matematica
irarn' Maryam Mirayani (1977-2017) fue la primera mujer
con la medaJla Fields; sin embargo, habrá que esperar a
ediciones para ver a la primera mujer ganadora del premio ^
A pesar de Ias enormes dificultades a las que tuvo que en ^
tarse Niels Henrik Abel en su corta vida, incluida la P° rez
Lecturas recomendadas

E T., Los grandes matemáticos, BuenosAires, Losada. 2Hin


SoabaV, J, «Ei Newton del Norte», Gateta dehReal Sociedad
Matemática Espamlxi, volumen 5, numero 1, pp. 162-173,2002.
GRATTAN-<ítt[NNESS» I- (editor), Del cáleuloa la teoría de conjun-
tos, 1630-1910. Una introd'ucción histórica, Madrid, Alianza
Editorial, 1984.
Hayek, N., «Una biografía de Abel», Números, volumen 52, pp. 3-26,
San Cristóbal de la Laguna, Academia Canaria de Ciencias,
2002.
Kline, M., El pensamiento matemático de la antigüedad a nues-

tros días, Madrid, Alianza Editorial, 2012.


Lakatos, I., Pruebas y refutaciones. La lógica del descubrimiento

matemático, Madrid, Alianza Editorial, 1986.


Lmo, M., La ecuación jamás resuelta: c&mo dos genios mate-

máticos descubrieron el lenguaje de la simetría, Barcelona,


Ariel, 2013.
Orb, 0., Niels Henrik Abel, Mathematician Extraordirmry,

Nueva York, American Mathematícal Society, 1957.


^c» P., Abel’s Proof: An essay on the sources and meaning of
wathematical unsolvabüity, Cambridge (Massachusetts),
MIT Press, 2003. , .
SAnchez-fernández, C., Nobiega-Sánchez, T., Abel. El romántico
nárdic0) Madrid, Nivola, 2005.
índice

Degen, Carl Ferdinand 9,13 22.


30, 77,104,147
Deligne, Pierre 144,146
desarrollo de Taylor 42
Descartes, René 68,70,75
Bolzano, Bernard 40, 44 Disquisitiones Arithmeticae 108
Bombelli, Rafael 66
Brun, Viggo 123, 131, 132 ecuación
algebraica 61,68,95,112,129
Cardano, Gerolamo 62-66, 70, 75 deAbel 11,19,20
Carleson, Lennart 141 diferencial 50
Cauchy, Augustin-Louis 10,11,13, en derivadas parciales 33,140,
18,28, 31,37, 38, 42-45, 47, 48, 145,146
51-54, 71,72,74, 80, 112,113, funcional 11,36,49-52,123
133,142,143 ecuaciones abelianas 13
clasificación de los grupos finitos Erdos, Paul 139
simples 142,143 Euler, Leonhard 8,11,18,19,25,
convergencia 11,32, 38, 39, 44, 46, 32-37,39,42,44,71,77,89,98,
51,109,141 99,104,109,110,124
Cr«üe 29,30, 31
Cr®Ue, August Leopold 9-11, 13, Ferrari, Lodovico 64,65
39,41, 55, 78, 82, 84,115, Ferro, Scipione del 59,62,64,65
119> 120-122,124, 125, 129 Fourier, Jean-Baptiste Joseph 10,
^algebraica 111,112,114 13,83,112,113,147,148
función
Daubechies, Ingnd 148 elíptica 106
Szemerédi, Endre 144
hiperelíptica 11
- Hca70, 71,74,77-81,
holomorfa 107 iínGca , v’
»7, 142, Tate, John Torrence 142
meromorfa 107,123
tautócrona 19,21
racional 73,79,80,82, 96,97,
Tartaglia, Niccolb 59,62-65 75
100,110 Lebesgue, Henri Léon 63 teorema ’ 0
simétrica 70
Legendre, Adrien-Marie in de Abel 86,110, iU,
zeta de Riemann 36,39,140
fimciones
81, 89, 98-102, loTiof’, ' g0ren 18,19, 22, 77 de Euler 94
113, 116, 118, 120,'i2TT¿2- ^^óndecuivas 26,92,93, de Taylor 41-44
de variable compleja 36,107,139 129,136 ' I24>
trigonométricas 10, 70,86,92, del binomio 11,41,42,4446
lemmscata 19,98,99, I^ 96,97 i/-w 73 74, 77, 78,80
94,95 48, 50,52,97,109,149
Ue,Sophus 123,,3U33,13Ji136 oriffini- Pa°l0 n
del número primo 139,140
trigonométricas inversas 93-95
her Heinrich Christian del valor medio 4143
Liouville, Joseph 83,107
Galois, Évariste 55, 72, 83, 84, 86, fundamental del álgebra 68-70
85,100,107
98,132,133,142,143 Mandelbrot, Benoit 85 im4° teoremas de adición 10,89 98 105
Gauss, Carl Friedrich 18, 19,38,39, mecánica racional 19 rgente 36,46,46,47,50 106,110,125,149 ’ ' ’
66, 67, 68, 70, 78, 108, 109, medalla Fields 40,137,139 140 ^ 35,38,50,141 teoría de las funciones elípticas 10
116-118,120,121,124,139 142, 144, 148
füncional 45 89,129,147
género de una curva 111, 112, 114 Memoria de París 10,13,110 113
Gergonne, Joseph 110 Serre,Jean-Pierre 140 Tlts, Jacques 142,143
122, 125,131
Griggs Thompson, John 142, 143 Sinái, Yákov G. 145 transformada de Abel 11
Meyer, Yves 147,148
Grómov, Mijaíl 142 Milnor, John Willard 144 Singer, Isadore M. 140
grupo 52, 72,133,143 soludón por radicales 79-81,84 último teorema de Fermat 146,147
Mittag-Leffler, Magnus Gosta 134
abeliano 11 136 Srinivasa Varadhan, S.R. 141
sumación de series divergentes 38 Vigeland, Gustav 131,132,136,136
Hansteen, Christopher 19-22, 41, Nash, John 137, 145,146 Sylow.Ludwig 123, 131-134 Wiles, Andrew 137,146,147
77,121 Newton, Isaac 11, 32,42,70,87,93
Hardy, Godfrey H. 78, 134 Nirenberg, Louis 145,146
Hilbert, David 26, 34, 51, 52 Nobel, Alfred 134,136,137
Holmboe, Bemt Michael 8-10,13, número complejo 24,25,31,67,69
18, 21, 22, 29, 37, 38, 74, 77, 82,
104,109,115,122, 130,133,147 Pacioli, Luca 59
péndulo 20,101, 103
integral 96, 97,104,106, 111 período del péndulo 10,104
integrales abeüanas 10,11,111,149 períodos de una función 45,106,
107,123
Jacobi, Carl Gustav Jacob 10,11, permutación 73,81
13,83,91,115-125,129,131 Poisson, Simeón-Denis 18
polos de una función 106
Kemp, Christine 9,13, 77 premio
Klein, Felix 86, 132,133,136 Abel 7, 9,11,129,134,136-148
Kronecker, Leopold 84,85 Nobel 7,134,136,137,146

154 ÍNOICE

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