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funclones elípticas
Abel
RBA
Sumario
INTRODUCCIÓN
© 2016, José María Almira y José Ángel Cid por el texto capítuloi E1 genio que surgió del frío ....
© 2017, RBA Coleccionables, S.A.U.
capítulo 2 En busca de la solución perdida___
Realización: EDITEC
Diseño cubierta: Lloreng Martí
CAPÍTULO 3 Dos hombres y un Grand Prix: Abel, Jacobi
Diseño interior Luz de la Mora
y la teoría de las funciones elípticas_
Infografías: Alberto FregenaJ
Fotografías: Alamy: 29ad, 113ai; Archivo RBA: 29ai, 40,60, 72,
capítulo 4 E1 legado de Abel ....
76ai, 75ad, 75bi, 75bd, 83, 113bi, 113bd, 117,131, 135a; EmUio
Segré Visual Archives: 76; Getty Images: 113ad, 143, 146,147;
Spren Fuglede Jorgensen: 137; Lutz Lehmann: 85i, 85d; LECTURAS RECOMENDADAS ..
Bj0m Erik Pedersen: 29b; Shutterstock: 135b.
ÍNDICE .
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o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.
e INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 9
rano de 1826 y el recibimiento de los matemáticos franceses fue te años y solo dos días antes de que Crelle le remitiera una carta
correcto pero distante. Conoció a Augustm-Louis Cauchy y Adrien- para inibrmm-Ie de que por fln le había conseguido un puesto de
Marie Legendre, pero en un primer momento no consiguió que se profesor en Berhn.
interesasen por sus descubrimientos. Aun así, trabajó muy duro Además de sus contribuciones fundamentales a las ya mencio-
durante varios meses para completar uno de sus estudios más nadas teoría de ecuaciones algebraicas y teoría de ñmciones elíp-
importantes, la llamada «Memoria de París», que contenía el teo- ticas, hiperelípticas y abeüanas, Abel participó de forma destacada
rema de adición para integrales abelianas, uno de sus resultados en el establecimiento firme del rigor en el análisis matemático,
más profundos. La memoria fue presentada por Jean-Baptiste Jo- especialmente en lo referente al estudio de la convergencia de las
seph Fourier ante la Academia de Ciencias, Abel confiaba en que series de funciones. En particular, se le considera autor de la pri-
una opinión favorable de la misma le abriría las puertas en el mun- mera demostración rigurosa y completa del teorema del binomio
do académico. Sin embargo, esperó en vano una respuesta: Cauchy de Newton, así como de algunas de las crítícas al trabajo de Cauchy
perdió el manuscrito, que no aparecería hasta después de la muer- —a quien sin embargo admiraba— y Euler, que dieron lugar a una
te de Abel. Además, su situación en París se volvió desesperada nueva corriente de pensamiento en el análisis cuyo testigo recoge-
por la falta de dinero. A finales de 1826 gastó sus últimos recursos rían posteriormente muchos otros matemáticos de renombre,
para pagar el vi^je de vuelta a Berlín. Allí pudo subsistir con la como Karl Weierstrass. Otro aspecto en el que destacó fue en el
ayuda de Holmboe y Crelle, pero su salud ya estaba deteriorada estudio y el uso de diversas ecuaciones funcionales, rama del aná-
Permaneció en dicha ciudad hasta mediados de 1827, trabajando lisis de la que también se le considera uno de los fundadores.
en la teoría de las funciones eh'pticas, una amplia generalización Los elogios y reconocimientos póstumos al genio noruego se
de las funciones trigonométricas con importantísimas aplicaciones sucedieron. En 1830 la Academia Francesa de Ciencias concedió
físicas, tales como el cálculo del período del péndulo simple o la a Abel y Jacobi su Grand Prix por sus descubrimientos en el cam-
rectificación de un arco de elipse. po de las funciones ehpticas. Sus obras completas vieron la luz en
AI finalizar su beca de viaje regresó a Cristianía, donde sobre- dos ediciones antes de finalizar el siglo xix. Apiincipios del siglo xx
vivió gracias a una pequeña ayuda de la universidad y dando clases se levantó la imponente estatua en losjardines del Palacio Real, a
particulares. Continuó trabajando en su teoría de funciones elíp- cuyos pies se realiza el homenaje anual del premio Abel. Y quizá
ticas en el aislamiento del inviemo noruego y no fue hasta princi- no menos importante es el sencillo reconocimiento que los mate-
pios de 1828 cuando descubrió los avances del matemático alemán máticos le rindieron, asociando su nombre con multitud de térmi-
Carl Gustav Jacob Jacobi en dicha teoría. Empezó entonces una nos y conceptos fundamentales de la disciplina: grupo abeliano,
frenética competición entre ambos. Abel dejó de lado todos sus integrales abelianas, funciones abelianas, variedades abelianas,
otros trabajos, incluidos sus nuevos resultados en ia teoría de ecuación funcional de Abel y transformada de Abel, entre otros.
ecuaciones, para centrarse en las funciones elípticas, consciente En las páginas que siguen se presentan, utilizando un mínimo
como era de la importancia del tema y temeroso de que Jacobi se de formalismo matemático, algunos de los resultados más signifi-
le adelantara. cativos demostrados por Abel, así como algunas de las derivacio-
En las Navidades de 1828 decidió viajar a Froland, donde se nes y consecuencias de los mismos, que han ayudado a la creación
encontraba Crelly, a pesar de que visitarla suponía viajar varios de varias ramas de la matemática en las que el nombre del mate-
días bajo un intenso frío. Llegó con fiebre y, después de las cele- mático noruego destaca como uno de sus fundadores. Resulta
braciones navideñas, la tuberculosis lo obligó a reposar en cama. sorprendente que alguien tan joven como Abel, condicionado por
E16 de abril de 1829, Abel murió sin haber cumplido los veintisie- la situación de aislamiento y depresión económica que le tocó vi-
1823 Abel visita a Degen en Copenhague. otros son sobre funciones elípticas.
12 INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN 13
CAPÍTULO 1
artículos de matemáticas, aunque no estuviesen dedicados a te- revisión del manuscrito, un error de cálculo, y lo rechazó. Es más,
mas aplicados. Abel, con solo veintiún años y aún en proceso de fue necesario añadir una corrección del trabajo en un volumen
formacíón, debió de sentirse feliz al ver su obra impresa. posterior de la revista de Hansteen.
A1 año siguiente publicó otro artículo, esta vez dedicado a un De hecho, esta fue la segunda vez en la que Abel tuvo que ad-
tema de física aplicada: el análisis de la influencia de la Luna sobre mitir un error en uno de sus estudios. La primera fue en 1821, antes
el movimiento de un péndulo. Este trabajo resultó de interés para de ingresar en la universidad. Abel se había enfrentado nada menos
Hansteen, que estabainvolucrado en el estudio del campo magné- que a uno de los problemas abiertos más importantes del momen-
tico terrestre, hasta el punto de que decidió remitir una copia al to: la solución en radicales de las ecuaciones de grado cinco. Creyó
astrónomo alemán Heinrich Christian Schumacher (1780-1850), encontrar una demostración de que estas se podían resolver y se
editor de una importante revista de astronomía, para que conside- la pasó a Holmboe, quien a su vez se la enseñó a Hansteen. Ningu-
rase su republicación. Sin embargo, Schumacher encontró, en su n° de ellos supo encontrar el error, pero tampoco estaban conven-
convertirse en algo muy concreto: los puntos del plano. Se llama propia naturaleza establecer, antes que nada, unos principios firmes
«plano complejo» al conjunto C = |a+i6:a,í)£R), el cual, como sobre los que luego se construirá toda la teoría, lo cierto es que con
se acaba de observar, se puede identificar de modo evidente con frecuencia estos se formulan inicialmente de forma imprecisa, y,
el plano real R x R. además, pasado cierto tiempo empiezan a mostrar señales de fla-
E1 plano complejo, con la suma y el producto introducidos, queza. E1 modelo propuesto por el matemático griego Euclides (ca.
tiene estructura de cuerpo, pero, además, permite resolver ecua- 325 a.C-ca 265 a.C.) para el desarrollo de la geometría tuvo que ser
ciones algebraicas que antes eran imposibles de abordar. Sobre sometido a examen por largo tiempo, básicamente como consecuen-
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24 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRlO EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRlO
cia del estudio del axioma de las paralelas, y finalmente fue acepta-
do a principios del siglo xx y gracias al trab^jo de Hilbert, quien en SERIES
1899 publicó un libro dedicado a los fundamentos de la geometría
La palabra «serie» se usa en matemáticas como abre\,\ar,™
(desde el punto de vista axiomático), que le consolidó como el ma-
Si se tiene una sucesión de valores an.a a a d®<<SUma ,nf,n,ta>>-
temático alemán más influyente del momento, y en el que, por fin, £su suma^S-a0+a, ...a la cual se representa demanera abrevladacomo
se establecieron unos principios sólidos para la geometría euclídea 2 3k y recibe el nombre de «serie de término general a ».
Además, el estudio de estas cuestiones fue fructífero, pues propor-
cionó a las matemáticas material para la creación de varias nuevas La paradoja de Zenón de Elea
geometrías, por no hablar de la influencia que tuvo en aspectos re- Este tipo de sumas aparece de forma natural en las matemáticas. Por ejemplo
lacionados con los fundamentos y la filosofía de la ciencia en la famosa paradoja de Zenon de Elea (490 a.C.-430 a.C.) sobre la imposi-
bilidad del movimiento. Esta afirma que todo movimiento es inviable porque
Toda teoría, sea matemática, física o de cualquier otro tipo,
s¡ uno desea moverse del punto A al punto B, entonces nunca llegará va qué
debe fundarse sobre unos pocos principios que inicialmente se primero se tiene que recorrer la mitad de la distancia d que los separé. a con-
usan para elaborar nuevos resultados. Estos mostrarán si las bases tinuación, la mitad de la distancia que queda por andar. y asi sucesivamente
establecidas al comienzo son o no las apropiadas para generar una lo cual implica una cantidad infinita de pasos que harán imposible llegar aí
destino. Si se piensa un poco. se verá que la paradoja se resuelve de forma
teoría interesante y útil. Si lo son, porque las consecuencias deri- nítida porque las diferentes distancias que se suman decrecen a gran veloci-
vadas aportan un conocimiento nuevo, que atrapa, entonces per- dad. lo que hace que la serie asociada
manecerán en su estado inicial, probablemente ingenuo, durante d d
un cierto período. Pero la historia confirma que con el paso del U-
¿2^2 + 4+'" +
tiempo llegan nuevas mentes que, a la luz de sus propias experien- aunque involucra una suma de infinitos tér-
cias vitales y de su estudio de la teoría que hasta el momento se minos. produzca un valor finito, que es justo
la distancia entre ambos puntos. Con respec-
consideraba bien establecida, se convencen de que es necesaria
to al tiempo necesario para realizar el des-
una revisión de los principios. Esto pasó con la geometría, pero plazamiento, hay que tener en cuenta que
también con el cálculo, en concreto a finales del siglo xvm y en el distancias más cortas abarcan tiempos me-
primer tercio del siglo xix. Abel fue uno de los protagonistas de nores. Se sigue que la suma de los tiempos
empleados también será finita (y su serie
esta revisión, al ocuparse del estudio riguroso de las series de asociada es del mismo tipo que la vinculada
funciones a mediados de la década de 1820. a las distandas). Una sencilla demostración
Cuando nació el cálculo, lo que de veras lo distinguió del ál- visual de que
gebra fue su uso del infinito, en diferentes formatos. Si se medita Y
¿j-^-1
un poco, resulta claro que en. toda definición de límite se tiene que se observa en el dibujo de la derecha.
hacer frente —se quiera o no— al infinito, pues aquella involucra Evidentemente, el ejemplo mostrado es muy sencillo. El estudio de las series
el establecimiento de ciertas desigualdades que deben ser satisfe- numéricas es, en realidad, bastante delicado. Las cosas se complican, además,
cuando en vez de sumar números, los términos introducidos son funciones. En
chas en mfimtos casos. Los conceptos de continuidad y diferen-
tal caso, merecen especial mención, por su importancia histórica y sus numero-
ciabilidad de funciones reposan sobre la idea de límite. Lo mismo sas aplicaciones, las series de potencias, que son series funcionales de la forma
sueede con conceptos geométricos como la rectificación y la cua- y akxk,
4y * » 2**t
dratura de las curvas (es decir, el cálculo de sus longitudes así
y las series trigonométricas, (que se corresponden con sumas de! tipo J cke T .
como del área encerrada por ellas), los cuales, evidentemente,
constituyeron desde el principio uno de los temas fimdamentales
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EL GENIO QUE SURGIÓ DEl FRÍO 29
EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO
para los que, en cualquier caso, se le concedió un pequeño estipendi0.
mático pauvvu —^ «*•*««* en rrancés por él v ******
Aun así, Abel logró aJ menos pasar el verano de 1823 en Copenhague CreUe al aleman, el idioma en el que este deseaba
donde tuvo trato personal con Degen. A su vuelta, sollcitó de nuevó W revista. A pesar de que Abel había estudiado aiemán^
una beca para viqjar a Europa y, esta vez, sí la obtuvo. rios años en su epoca de escolarización preuniversrtaria^T
Su destino inicial fue Berlín, adonde ilegó en octubre de 1825.
muy incómodo con el idioma y de todos sus artículospubliSos
Una de las primeras cosas que hizo fue visitar a August Leopold en alemán, solo escnbio uno directamente en esa lengTs™
Creile (1780-1855), quien ya entonces era imo de los persomyes más bargo, en vistade laescasez detrabqjosemnadosaCreite
influyentes en el panorama matemático alemán. Aunque estaba de- tiempo su fundador decidió abrirla a otras lenguas, momento’Z
dicado en gran medida aproyectos de ingeniería, como la eonstruc- Abel aprovechó para presentor y publicar sus estudios en liancfe
ción de carreteras y líneas de ferrocarrii (fue responsable de la
construcción de la lmea que une Beriín y Potsdam), supo usar su
«Con la excepción de las series geométricas, no existe en todas
capacidad para influir en las autoridades políticas de Prusia con el
fin de beneficiar el avance de las matemáticas en Alemania Cuando las matemáticas una sola serie mfiiuta cuya suma haya sido
Abel lo visitó en su despacho en el Instituto de Industria, estaba determinada rigurosamente.»
ocupado con unos documentos y, sin levantar la vista de ellos
■— NtEL8 Henbik Abel.
pensando que el joven noruego era un estudiante que solicitaba ser
examinado para ingresar en el instituto, comenzó sus preguntas. Las matemáticas en Berlín se desarrollaban, en aquella épo-
Abel, que apenas sabía alemán, logró articular las palabras: «¡Nada ca, bien en tomo a la academia, bien en tomo a la universidad o,
de exámenes! ¡Solo matemáticas!». Entonces Crelle levantó la ca- finalmente, en el entomo de Crelle. Y era este último escenario el
bezay comenzó con su interlocutor una discusión mucho más re- que en realidad contaba con posibilidades de generar nuevas ideas.
lajada, parte en francés parte en alemán, sobre matemáticas. Abel Abel hizo una excelente elección al acudir al matemático y tuvo
había leído algunos trabajos de Crelle, y este comprendió en poco la suerte de congeniar con él. De hecho, entre ambos se prodqjo
tiempo que tem'a ante sí un diamante en bruto. Durante esta con- una provechosa simbiosis. Crelle, que había traducido numerosos
versación, el joven noruego se mostró asombrado de que en Ale- textos importantes de matemáticas (del francés al alemán) y dis-
marua no existiera una revista de investigación dedicada en exclu- porn'a de una magnífica biblioteca, puso de úunediato todos estos
siva a las matemáticas, lo cual era justo imo de los deseos íntimos libros a disposición de Abel, lo cual facilitó que su talento mate-
de Crelle, quien tenía previsto satisfacerlo en breve. En efecto, en mático eclosionara. Por otro lado, las contribuciones de Abel a la
1826 Crelle fundaría el Joumal fiir die reine und angewandte Revista de CreUe y su participación en los debates matemáticos
Mathematik (conocido más adelante como Revi.sta de CreUe o, que el alemán dirigía de manera periódica en su casa, supoman
simplemente, CreUe). que fue la primera publicación periódica de «na aportación muy valiosa para Crelle.
investigación matemática en Alemania no controlada por ninguna En la biblioteca de Crelle, Abel leyó las obras de Cauchy de
academia, Abel publicó nmnerosos trab^jos en ella y, de hecho, se 1821 y 1823 y, de inmediato, se sumó a sus ideas. Para él, resultaba
considera que gracias a ellos fue reconocido en el panorama mate- del todo incomprensible que se hubieran logrado tantos avances
matico intemacional. No resulta extraño que CreUe y él se hicieran en el análisis a pesar de los numerosos errores «de bulto» que se
anugos con rapidez y que ambos sintieran admiración mutua cometían constantemente. En particular, se mostraba muy preo-
relle no se linutó a fomentar la difusión de los trabajos de Abel cuPado con el tratamiento que las generaciones anterioreshabían
en su revista. De hecho, los primeros artículos que el joven mate- ^ado a las series infinitas.
trabajado con los números reales, y sigue haciéndose, sin tener 2 xk -1+ #+•■•+#”+•••«—
k-o 1-a:
grandes dificultades y obteniendo resultados de enorme interés,
durante milenios. Incluso entrado el siglo xxi es posible encontrar cuando \x\ < 1, esto es, cuando el valor absoluto de x es menor que
varios artículos dedicados a definir el copjunto de los números uno (el valor absoluto de un número es su valor numérico sin tener
reales de nuevas formas, como por ejemplo en el trabajo del ma- en cuenta si es positivo o negativo). Dicha serie, Uamada «serie
temático suizo Norbert A’Campo (n. 1941) titulado «Una construc- geométrica» porque se corresponde con sumar los miembros de
ción natural de los números reales», aparecido en 2003. una progresión geométrica de razón x, es de vital importancia en
En cualquier caso, las crisis en matemáticas y, en particular, análisis ya que a partir del estudio de sus propiedades se pueden
la del rigor en el análisis matemático han sido siempre fructíferas. deducir numerosos resultados sobre los Uamados «desarroUos en
Además, ellas revelan que, como también sucede en el resto de series de potencias» (como, por ejemplo, los desarroUos de Ta-
ciencias, el avance en la investigación en matemáticas en raras ylor). Para Euler, la identidad entre el miembro de la izquierda y
ocasiones se produce de forma lineal, tal como se presenta más el de la derecha en la fórmula anterior era completa, hasta el pun-
adelante en los libros de texto, sino que se logra de un modo mu- to de haeerlos indistinguibles y, en particular, se producía incluso
cho más desordenado, en el que intervienen razones y motivacio- si la serie era divergente. De manera que sustituyendo x=-l, ob-
nes muy diversas. Y esta es precisamente una de las causas por las tenía la fórmula (para nosotros absurda):
que el estudio de la evolución histórica de las ideas en matemáticas
resulta interesante y tiene la capacidad de aportar im valor añadi- 1 —1 + 1 —1 + 1—1 + ... = 1/2.
do a nuestra comprensión de las mismas.
Así, defendía que:
37
EL GENIO QUE SURGIÓ OEL F&O
SUMACIÓN DE SERIES DIVERGENTES , de Fourier
5 «nfido ordinario, pues existen funciones continua*; , J 'cu,a ,a suma
Existen varias formas de asociar un valor numérico a una serie divergente. Para ello, eneentoéo PU0,C. Quizás es,e eiemplo no «JX2SSS STTl
basta introducir un criterio de sumación lineal que, cuando se aplique a una serie n sea matemático. Sin embargo, sí lo es el hecho de que las serieí h 9U'6n QUe
convergente del tipo - Hfilicen en física. En concreto, la igualdad 1+2+3 + .. =h/12 obtp 'Sd'ver9entes se
l prolongación analitica al plano complejo de la funclín zeta de R¡emeanTS'd8rar
k-0
recupere su valor en el sentido usual del término, que es el límite de las sumas parciales
Ks)-1f
-lim(a0+a, + ...+aN).
k-C **"
y evaluarla en el punto s = -l. es "e«saria para expllcar el efecto Casimlr, oue
Dos criterios de sumación importantes son el de Césaro y el de Abel. La serie ^ak asocia una energia finita al vac.o (desde el punto de vlsta de la teorla cuántiM de
se dice que es sumable en el sentido de Césaro s¡ existe el límite *-o pampos, lejos de «estar vaclo» se consldera ocupado por ondas electromagnétl-
cas que fluctúan, y cuya energia final no llega a cancelarse completamente y por
C«a»»-ÜEÑ74S*' un mar de partículas y antiparticulas virtuales que no se observan de manéra di-
recta). produciendo estimaciones numéricas que concuerdan con los datos expe-
donde Sk=a0+ay+...+ak. En cambio, la misma serie es sumable en sentido Abel si exis- rimentales.
te el límite
Métodos que aceleran la convergencia
A({an})-lim ^akxk Algunos métodos de sumación, cuando se aplican a series convergentes, generan
una sucesión que converge a la suma de la serie mucho más rápido que las sumas
Es fácil comprobar que C({(-l)n»=A({(-1)'’»=1/2. por lo que cualquiera de los dos parciales de la serie orrginal. de manera que se utilizan para «acelerar la convergencia»
métodos afirma la «igualdad» de las series. Euler ya observó que esto se producía en ciertos casos. Por otra parte,
la búsqueda de resultados que garantizasen que si una serie era sumable en sentido
l-1+l-1+1-1+...=1/2. generalizado también lo era en sentido ordinario, originó, tras el trabajo del austríaco
Alfred Tauber (1866-1942) de 1897, los llamados «teoremas tauberianos», loscuales
Los métodos de sumación se han utilizado en contextos muy diversos. Por ejemplo, recibieron un enorme impulso gracias a varias aportaciones del estadounidense Nor-
el de Césaro garantiza la convergencia uniforme (de las medias de Césaro) de la bert Wiener (1894-1964) en la década de 1930.
las series divergentes. De este modo, a diferencia de Cauchy, cuyo Con gran probabilidad, me quedaré en Berlín hasta finales de febre-
proyecto de refundación abarcaba todo el análisis, Abel decidió ro o marzo. Entonces viajaré a Gotinga pasando por Leipzig y Halle.
concentrarsus esfuerzos en aclarar algunos aspectos importantes No para ver a Gauss, porque se dice que es intolerabiemente reser-
de la teoría de series. vado, sino por la biblioteca, que, por lo visto, es excelente.
En lo referente a su viaje, Abel prolongó cuanto pudo su es-
tancia en Berlín. Según lo estipulado cuando pidió su beca, el des- Y eso hizo. O al menos Io intentó, porque tenía previsto rea-
tino principal era París y, de Alemania, se consideraba prioritario lizar la visita a Gotinga acompañado de Crelle y, posteriormente,
que visitara Gotinga, donde vivía Gauss. Pero Abel había oído ha- vi^jar con él a París. Sin embargo, esta expectativa se frustró en
blar del hermetismo de Gauss y, a sabiendas de que este se mos- el último momento. Tras haber visitado primero Leipzig y estando
traba inaccesible, decidió retrasar su visita lo máximo posible. Le ya en Preiberg, donde pasó un mes entero porque alH eneontro
escribió la siguiente nota a Holmboe: Uenas condiciones para trabajar y donde redactó su articulo so-
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40 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRiO EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FR*0
f(a+h)-Pn,m+ ?**'(&) hn* EL TEOREMA del valor medio
(w+1)!
2 anK
uuoLuiiuau que
n-0 n-0 k-0\n,mi0;n+m-k
«^tucuinente en el análisis.
— Niels Henrik Abel.
son todas convergentes, se verifica la igualdad
Entre los años 1823 y 1827, Abel profundizaría en el estudio
de las ecuaciones funcionales, y publicó varios artículos que tam-
n—0 /=2 2
k’fí\n,m*0-.n+m-k
a„KI-
bién tendrían carácter fundacional. En el primero de ellos intro-
dqjo un método para, a partir del cálculo de derivadas parciales a
Con todos estos ingredientes, Abel pudo abordar lo que se ambos lados de una ecuación funcional, resolver ecuaciones que
considera la primera prueba rigurosa y completamente general del conteman varias funciones incógnitas. Particularmente importan-
teorema del binomio. te fue su segimdo trabajo en este tema, donde resolvió la siguien-
te cuestión: ¿qué funciones f(x, y) tienen la propiedad de que la
función/fo./fa7» y)) es simétrica respecto de las variables x, y, z?
En términos de ecuaciones, se trata de resolver el sistema
ABEL Y LAS ECUACIONES FUNCIONALES
f(z,f(x,y)) = f(z,f(y,x))~f(x,f(y,z))
Como se ha podido comprobar, algunas ecuaciones funcionales - f(x,f(z,y)) =■ f(y,f(x,z)) = f(y,f(z,x))t
sencillas tuvieron un papel destacado en las pruebas del teorema
del binomio presentadas por Cauchy y Abel. De hecho, a ambos que es una combinación de las propiedades de asociatividad y
se les considera pioneros en esta nueva rama del análisis (aunque conmutatividad. Si se piensa enf(x, y) como una operación bina-
existen contribuciones anteriores por matemáticos como el fran- ria definida sobre los números reales,/(a:, y)= x°y (es decir, se
cés Jean le Rond d’AIembert (1717-1783)). La sencilla ecuación interpreta la función como una regla que, dados dos números
a(x+y)=a(x) + a(y) que Abel había usado en su demostración del reales cualesquiera x, y, les asocia un nuevo número real, que se
teorema del binomio había sido estudiada por Cauchy en 1821, puede denotar por x o y), las ecuaciones anteriores se escriben
junto con las ecuaciones a(x+y) = a(x) a(y)y a(xy)=a(x) + a(y) y como
a(xy) = a(x) ■ a(y). Estas se consideran, de hecho, de gran impor-
tancia en la teoría de ecuaciones funcionales y su estudio ha Z O (x O y) = Z o (y o x) = X O (y o z)
motivado numerosas investigaciones desde su aparición hasta la ~xo(zoy) = yo(xoz) = yo(zox),
actualidad. Para apoyar esta afirmación bastará observar que
uno de los textos más influyentes del siglo xx en esta materia, con lo cual queda claro que Abel buscaba una caracterización de lo
escrito por el matemático polaco Marek Kuczma (1935-1991), pu- Que hoy se llama «semigrupos conmutativos uniparamétricos». En
blicado en polaco en 1985 y traducido al inglés y republicado por 1111 ^ríicolo de 1826, el matemático noruego demostró que si/(a;, y)
Birkhauser (una de las editoriales más influyentes del mundo Satisfacía estas ecuaciones, entonces existía una función g(t) tal
donde fcm) = «m)«">. Como «m) representa el módulo de ^m), !e trata de una
y que Abel calculó explícitamente. En concreto, probó que función posltiva, por lo que puede escnbirse como y se obtlene la nueva
ecuación funcional
para ciertos números positivos \ y ciertos números reales 0k, que dependen de los en la que la función F está defínida para todos los puntos del plano complejo, es con-
valores de k y de m. A continuación comprobó que tinua, y toma valores en la recta real. En estas condiciones, las únicas solucioiíes de la
ecuación son de la forma F(m)=aRe(m)+b/m(m), con a. b números reales. De manera
análoga, la ecuación funcional satisfecha por la función $ arroja soluciones del tipo
<¡>(m)=aRe(m) + film(m)-2kn (aquí /?e(a+/'p)=ay /m(a+/p)=pdenotan, respectivamente.
las partes real e imaginaria del número complejo a+/'p). Tras ajustar todos los célculos,
converge a |x| cuando k tiende a infinito, por lo que el criterio del cociente le permi- Abel desenmascaró los valores de a, b. a, p para concluir que si 1+x=pe’« y |x|<1 entonces
tía asegurar que si el módulo de x es mayor que 1, la serie binomial diverge, y si es
inferior a 1, converge (independientemente del valor de m). El caso |x| = 1 lo estudió (p(m) =
aparte, y probó que si |x| = 1, -1 <m<« y x*-l, la serie converge. Además, lo mismo
sucede si x=-l y m>0. Para el resto de casos, demostró que la serie diverge. que es uno de los valores de (1+x)m.
qaeg(f(x, y) )=g(x)+ g(y). Es más, las funciones f(x, y),g(t) esta- 9(x)+g(y) = h(xf(y) +yf(x)), que, obviamente, generalizaba la
ban determinadas por la ecuación diferencial (un tipo de ecuación ecuación de Cauchy a(x+y)= a (x)+ a (y).
que relaciona la función con sus derivadas) Sus contribuciones en este tema se basaron siempre en redu-
df(x,y)
g'(y)
df(*,y) 9'(x), Cir k® ecuaciones funcionales que se estaban estudiando a ciertas
dx dy ecuaciones diferenciales, que luego resolvía. Dado que las ecua-
ciones iniciales no requerían, por sí mismas, que las funciones
cuya solución calculó de forma explícita.
^volucradas fuesen diferenciables, el problema de resolverlas sin
Por último, en un artículo de 1827, Abel resolvió, para las fun-
^Surnir regularidad alguna se planteaba como algo natural- Tanto
ciones incógnita /, g, h, la ecuación funcional compuesta
es y tan importante (y difícil) era esta cuestión, que Hilbert la
55
52 EL GENIO OUE SURGIÓ DEL FRÍO EL GENIO QUE SURGIÓ FR<0
A+A, que contiene un intervalo abierto, está acotada
p°r 2ü CAPfTULO 2
puesto que si x, yEA entonces
Se cree que esta aproximación tan buena fue obtenida mediante el proceso iterativo
de «división y valor medio».
La sucesión audioactiva
La siguiente sucesión fue propuesta por el matemático británico John Horton Conway
(n. 1937) en 1985: se empieza por cualquier número natural, por ejemplo 11, y a con-
tinuación se cuentan en voz alta los grupos de digitos que contiene el número ante- Representación en el
rior, «dos unos», 21, «un dos un uno», 1211, «un uno un dos dos unos», 111221,... gene- plano complejo de las
rando así la llamada sucesión «audioactiva» 11, 21,1211,111221,... soluciones de la ecuación
Conway se preguntó cuál sería la longitud L(.n) del término que ocupa la posición algebraica anterior. El
punto señalado a la
n-ésima en la sucesión (en el ejemplo anterior, L(1)=2, L(2) = 2, L(3) = 4, L(4) = 6,...). derecha se corresponde
La sorprendente respuesta es que, salvo para la sucesión que empieza por 22 y que con la constante de
es constante, la longitud L(n) para valores grandes de n es propordonal a X", donde Conway.
27 i+.rz7z.
2 V 4 27
^cúbica en forma de poema cifrado y bajo juramento
velaf1^
de no des-
1565), su talentoso ayudante, había descubierto cómo *** ^nte equivalente »la que le hab.a eonfiado Tartagfia
ecuación cúbica generai y haciendo un esfuerzo °Ter de un* fuente “'depend.ente, Cardano se SíntiHbera^
también había encontrado la solución para la ecuación* P uamento y publico las soluciones de la cúbica y la cuártic!
xi+bxi+cj?+dx+e=0. Mediante el cambio de variable CUártica SUobrT^« magna (1545), concediendo el debido crédito a C
Dá Ferro y Ferrari. Srn embargo, Tartaglia entoeció al vtr
b “llíadasu fórmula y lo considero una traición por parte de Ca
V-x+~
4 EU una de las polem.cas más agrias de la historia de 1-
ÍSemátíc^, cardano y Tartaglia se cruzaron reproches y acuT
se convierte en una ecuación reducida tf+pif+qy+r^ 0
^tétinino W„neS mutuas y la disputa desembocó en un desafio púbhco Fe-
en y^o equivalentemente
mari ocupó el lugar de su maestro Cardano en el combate mate-
rnático. Ante un ambiente hostíl y agresivo, y viéndose con pocas
-qy-r-
oOSibiüdades de superar al talentoso Ferrari, Tanagfia abandonó
|a ciudad después del pnmer día, hundiendo su reputación y con
E1 ingenioso truco de Ferrari consistió en observar que si u*Q ella sus esperanzas de un futuro mejor.
es solución de la siguiente ecuación cúbica auxiliar, llamada «ecua-
ción resolvente»,
Una vez resueltas las ecuaciones hasta el cuarto grado por los
matemáticos del Renacimiento italiano, la ecuación de grado cin-
co estaba en el punto de mira de la comunidad matemática, aguar-
y, por tanto, dando el nuevo ingenioso truco que permitiese resolverla redu-
ciéndola de alguna manera a una ecuación de grado inferior. Sin
embargo, a pesar de todos los esfuerzos, el problema estaba en un
punto muerto. E1 objetivo era encontrar una fórmula para las so-
Resolviendo esta ecuación cuadrática se obtiene la solución luciones a partir de los coeficientes, capaz de involucrar solamen-
y de la cuártica, en la que aparecerán solamente raíces cúbicasy te un número finito de operaciones aritméticas (sumas, restas,
cuadradas. productos y divisiones) y extracciones de raíces, pero esta fórmu-
La solución de Ferrari dependía por tanto de resolver previa- la estaba resultando tremendamente elusiva y ya en 1799 el mate-
mente la ecuación resolvente, una cúbica, mediante la fórmula de mático alemán Carl Friedrich Gauss (1777-1855) opinó que era
Tartaglia, y esta se hallaba protegida por el juramento que su maes- imposible, aunque, como era habitual en él, sin dar ninguna pista
tro Cardano le había hecho. Sin saber muy bien qué hacer, Carda- o indicación. En palabras de Abel, «Gauss es como el zorro, que
no vigjó a Bolonia para pedir consejo al yemo de Del Ferro, el con su c°Ia borra sus huellas en la arena».
primer matemático que había descubierto la solución de la cúbica. Mientras tanto, una nueva clase numérica se había ido ganan-
Alli, en unos viejos cuademos que habían pertenecido a Del Ferro, 0 poco a poco el respeto de los matemáticos: los números com-
lademosuo'--- -
Por ejemplo, si y(Q)=(.x0y0M0.0) es constante. entonces v Dor .
Apart.V deun pol.nom.o con coef.cientes compleiosMde gradoy sln ninol
Por otro lado, s¡ y(e)=0»“entonces se puede tomar * =ney asT^M° n TL ’ "^0-
,1 es posible deformar contmuamente una curva constante v (0) en h "9 a
propiedad del número de vueltas es que permanece Invariante por homotOD^' a„egar asl a la contradiccíón 0^)=^,)=„*!. Esto PJ¿Z¿£>T
decir. si la curva yo(0) es deformada de forma continua en otra curva y (0) s¡n n **
en ningún momento por el origen entonces tv(y0) = ivly,). ' ; Pasar íomptóopW de grado nel debe tener alguna raíz, que es preclsamente el enundá°
do del teorema fundamental del algebra. enuricia-
permitió asentarlos con base firme y que dejaran de verse como p(z) Z + n-2
. ' KA/, &TU/,
' T’ ' "0 •*** pvunuuuu uc giauo 71
meros artificios. Pero ahora una nueva cuestión ocupaba el centro igual o mayor que uno con coeficientes a. complejos, entonces
de ia investigación matemática. La unidad imaginaria se había in- existe un número complejo a,(llamado raíz del polinomio) tal que
troducido para resolver Ia ecuación a^=-l y, combinada con los P(a>°.esto es> si se sustituye la incógnita z por ax en el polino-
números reales para formar los números complejos, ciertamente miop el resultado será cero. Por el algoritmo de la divisiónse sabe
permitía resolver cualquier ecuación cuadrática. Sin embargo, que a, es una raíz del polinomio p(z) si y solo si V(z)=(z-o^q(z\
¿cualquier ecuación algebraica admitía una soíución compleja?, siendo q(z) un polinomio de grado n-1 al que podría apficarse de
¿o tal vez habría que introducir nuevas clases de números para nuevo el teorema. Procediendo inductivamente se llegaa que exis-
resolver otras ecuaciones más complicadas que las cuadráticas? ten w números complejos a,, a2,..., a (no necesariamente distin-
E1 conocido filósofo y matemático francés René Descartes *ob) tales que p(a)=(*-„,) (2-^)., .(*_0]>).
(1596-1650) afirmó en 1637 que cualquier ecuación de grado n
álg b Sta ^act0r*zac*ón’ eQuivalente al teorema fundamental del
tenía exactamente n raíces, resultado que llegó a ser conocido
máxi^ muestra ^ue cualquier polinomio de grado na 1 tiene como
como «teorema fundamental del álgebra», y cuya primera demos-
° n raíces, y si llamamos 6.,6,.B a las raíces diferentes
tración universalmente aceptada apareció en la tesis doctoral de
^) m 6n C°n (número de veces que se mues-
Gauss en 1799. Más adelante Gauss presentaría otras tres pruebas
•>mr> respectivamente, se cumple que
diferentes, para dejar constancia de la gran importanciaque daba
a este resultado. En concreto, el teorema citado afirma que si
í>^~an(2!~P1)Wi(2'-p2)”»2...(z~$y*r} ml+m2+... +mr- ■n,
FOTOINFEROR
OERECHl.
Nlles Henrtk Abel
LA DEMOSTRACIÓN DE ABEL 0802-W29)
retrataJopor el
plntor noruego
JohanGBrbltzen
E1 padre de Abel fue elegido, a finales de 1817, miembro del Stor- 1826, durante so
ting (Parlamento noruego), pero apenas unos meses después cayó eitanclaenParh.
-b+%lb2-4c -b-\¡b2 -4tc Honde X\>x2>"’,a'& so^ raices & Quíntica y a es una -
distíntade uno, sesigue queelmiembro7elrai2Wnta
a ma Cinco valores distmtos al permutar las raíc^ m ^^erda
se comnrueba con facilidad que \¡b2 -4c- xx-x2 y por tanto ‘Cbro de la derecha cambia su valor co^T*****
función \¡b2 -4c, que es irracional en los coeficientes bvr a
el contrano racional en las raices xx y xv en concordancia con ei expresiones sean iguales, y la unica posibiiidad que queda
resultado general de Abel.
Aplicando un razonamiento análogo, Abel concluyó que cual
quier radical que apareciese en la solución x debía ser una función «¡Qué cabeza tíene este joven noruego!»
racional de las raíces. Llegado a este punto, el matemático ya es-
taba preparado para usar el teorema de Cauchy sobre el número
de valores que toma una función racional cuando se permutan sus Para descartar el caso n=2 Abel tuvo que trabqjar más duro
valores, para Ilegar a una contradicción y demostrar así que la probando que en ese caso se cumpha la ecuación
solución por radicales no podía existir.
En efecto, Abel prestó atención ahora a los radicaJes del nivel )(xl+a4x2 + ...+c
más interior, es decir, aquellos de la forma '<¡R donde R es una
función racional de los coeficientes a0, av ...,a4 de la ecuación de donde h0, hx y S eran funciones simétricas de las raíces. Así, al
grado cinco (es decir, R está libre de raíces) ywesun número permutar las cinco raíces de todas las formas posibles, el miembro
primo. Como los coeficientes son las funciones simétricas elemen- de la izquierda tomaba 5! = 120 valores pero el miembro de la de-
tales de las raíces, se cumple entonces que R también es una fun- recha solo 10, al tener la raíz cuadrada dos valores posibles y mul-
ción simétrica de las raíces y, por su parte, Abel había demostrado tiplicarlos por los cinco admisibles de cada raíz quinta Abel Uegó
que yfR=r(xv xv..., x¿) era una función racional de las raíces de de tal manera a una contradicción que implicaba que la premisa
la quínticaxvx2,..., x6. A1 permutar las cinco variables de r se ob- imcial era falsa: no existía solución por radicales paralaecuación
tiene un úmco valor de R, porque R es simétrica, y por tanto \[R general de grado cinco.
toma los n valores distintos de la raíz n-ésima. AI ser n primo, Abel Esto implicaba que la ecuación general de grado tampo-
invocó en este punto el teorema de Lagrange para garantizar que eo era resoluble por radicales (si se multiplica la ecuación general
n=2,3 o 5 —puesto que n divide a 5!=5• 4■ 3■ 2• 1 = 120 y n es pri- e grado cinco por xn'5, se obtiene una ecuación de grado que
mo y teorema de Cauchy para establecer que entonces n=5° I ° Puede resolverse por radicales), poniendo así fin a un problema
n=2, al no ser posible el caso n=3. En particular, esto significa que
^gamente estudiado: solo era posible resolver de forma general
la raíz situada en el nivel más interior de la expresión debía ser una
nocH^6 ^nnu^as algebraicas los casosw=2, w=3yw=4yaco-
raíz quinta o una raíz cuadrada Solo faitaba por tanto analizar cada
otro d°S' Per° cuando 1111 problema se cierra, de inmediato surge
caso por separado y descartarlo si se llegaba a una contradicción.
e interés igual o mayor.
EN BUSCA DE LA PB®®*
estas cartas junto con un manuscrito inconcluso de 1828 f
incluidos póstumamente en sus Obras comptetas con el tftuj n
eu método DE newton-raphson Y uos FRACTALES
bre la resolución algebraica de las ecuaciones». Abel se hab^80'
, método iterativo de Newton-Raphson
puesto un ambicioso objetivo: «Dada una ecuación de cualQP^
grado, determinar si podía o no ser resuelta por radicalesrp
matemático noruego expresó de manera clara su programa ¡n,1
introducción del manuscrito: «De esto se siguen de forma natj? DUede apücarse en el p.ano complejo para aproximar |as ra-
S Como el teorema fundamental del álgebra garaS ‘
dos problemas, cuya solución completa comprende toda la teo^ de grado n tlene n rafces comptejas, es natural preguntZ “
de la solución algebraica de las ecuaciones: m iri el método empezando en un punto arbitrarío z <jal nl
®e pintan del mismo color todos los puntos que coovérgt '
ebtiene la «cuenca de atraccón» de dicha raíz, p„dr® a"
— Encontrar todas las ecuaciones de un determinado grad0 ounto de vlsta geometrrco, que cada punto converge a
que son resolubles algebraicamente. nero la situaclón se complica en el borde de estas regmJl
— Decidir si una ecuación dada es o no algebraicamente re- compHcadas y bellas figuras fractales, Los fractales, de acuerdn
n0 acuñado por el matematico francopolaco Benoit Mandelbrot
soluble».
en 1978. son objetos geométricos irregulares y autosemejantes
su estructura a distintas escalas.
Su prematura muerte le impidió alcanzar este objetivo y nun-
ca publicó un criterio general para decidir cuándo una ecuación
era resoluble desde un puitto de vista algebraico. Sin embargo, en
una carta a Crelle de 1828 le comunicó, sin demostración, lasi-
guiente condición suflciente: «Si tres raíces cualesquiera de una
ecuación irreducible de grado primo están relacionadas de tal for-
ma que una de ellas puede ser expresada racionalmente por las
otras dos, entonces la ecuación en cuestión será siempre resolubie
por radicales». Se puede conjeturar hasta dónde habría llegado
Abel en sus investigaciones de no haber muerto tan joven, pero lo
cierto es que le correspondió a otro genio, Galois, cuya muerte fue
aún más prematura, resolver completamente el misterio de la re-
solución por radicales. Cuencas de atracción de *M=0 Cuencas de atracclón de ¿“-1-0
i
meros. Pero, por poner un ejemplo sencülo, introducir l particularmen e ,m- FtG. 2
trigonométrica sen(0) requiere algo de geometría a
En concreto, esta función se define como el cocie Jnteínc,^,osalb0reS
p°rT„evadtócipltaa,abor-
teto opuesto por la hipotenusa en un triángulo rectán^i6 ^1 ^ de!aHSlaperapectivadel
el que se observa en la figura 1), donde la hipotenusa f°
el estudio de las có-
ángulo 8 con el cateto contiguo; y el hecho de que este c q'***** Ut1
cal„ qUe son las curvas
dependa del tamaño del triángulo (por lo que se trata de n° "btetadasaltatemecarun
ro perfectamente definido) se debe al teorema de Tales L^
°™o y nn cono recto. Asi,
se puede argumentar para las otras dos funciones trigon
directas: el coseno y la tangente. etriCas ntíejetaPl0’,os l°8ar*tmos
^ultandeconsiderarel
Así, se descubre que el cálculo es, en realidad, inseparabl encerrada por una ta-
ájea
la geometría y que, de hecho, existen cuestiones geométric 6^ Ibolayelejedeabscisas
motivan la introducción de ideas importantes en el cálcuf8 ^
gntre dos puntos dados
ejemplo de ello es la búsqueda de longitudes y áreas (es decir1!11
rectiíicación y la cuadratura de curvas), temas que llevan a defln ^
ciertas integrales e intentar calcularlas. Desde esta perspecfiva, la
geometría fue, desde el principio, una fuente de inspiración de la y )as funciones trigonométricas inversas surgen a partir del pro-
que bebieron los matemáticos de los siglos xvc, xvm y xjx que que- blema de la rectificación de la circunferencia
rían ahondar en el cálculo y, simultáneamente, el cálculo propor- Obviamente, esta metodología se puede aplicar sobre diferentes
cionóun coqjunto de técnicas de extrema utilidad para el estudio
curvas, y los matemáücos que comenzaron a desarrollar el cálculo
de objetos geométricos como las curvas y ias superficies.
sepusieron de inmediato a trabajar en esta dirección. No obstante,
Los estudiantes de cálculo aprenden temprano a hallar áreas descubrieron con estupor que la rectificación de algunas curvas
y vol«menes. Si además se inician en la geometría diferencial o
algebraicas sencillas, como la elipse, daba lugar al cálculo de ciertas
en las ecuaciones diferenciales, pronto descubrirán algunos re-
integrales que, por más que se empeñaban, nadie sabía resolver.
sultados que caracterizan estos objetos a partir del conocimien'
Además, a la luz de los resultados de la mecánica celeste, que
to de ciertas funciones con propie- describían las trayectorias de los planetas con elipses, larectifica-
dades y definiciones especiales. ción de estas curvas en concreto se consideraba fundamental. Leib-
Por ejemplo, una curva en el espa- wz propuso el problema a Gregory y Newton en 1675. É1 estaba
B cio queda determinada a partir de convencido de que podía obtener una expresión cerrada para la
o sus funciones de curvatura y tor- longitud del arco de una elipse, pero lo cierto es que en sus deduc-
í£ sión. La curvatura mide cuánto se C10nes había cometido un error del que se dio cuentamás adelante,
a o. dobla la curva dentro de cierto has revisarlas, al recibir la noticia de que los otros matemáticos
plano, denominado «osculador»,
sol° lo§raban resolver el problema usando series ínfimtas.
c que es el plano que mejor se apro- Lo peor del caso es que, a raíz de las aplicaciones geométricas
xima a ella. La torsión establece
t . lcas fiue estas integrales prometían, su estudio y, al menos, su
cuánto se separa la curva de su ^u ación, resultaba imperativo. ¿Seríaposible expresar estas
plano osculador.
clones como funciones elementales?
92
DOS HOMBRES Y UN GRAND EL|PTICAS 93
PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES funcioneselípticas
Doshombres
Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS
OBTENCIÓN DE LAS FUNCIONES TRIGONOMÉTRICAS INVERSAS pueden igualar ambos resultados, de manera que
«w -j
Ia integral
L(a)~ }jx'(02 + y‘(02dt,
*0 Eno.raSPa‘abraS’ {'FT'* representa «I «rco cuyo S6no ralt x &
dec'f.
donde x*(0 e y(f) son las derivadas de las componentes de la curva a(f) v arcsen(x) - f-j-L—dy.
metriza la circunferencia de radio unidad entre los puntos de ordenadas y=o ^8' o VI-y2
mediante la curva y(y) -(>/l-y2.y). (a longitud L de dicho segmento de r¡rr..í7Sene
cia viene dada por erer>- . de manera habitual, las funciones trigonométricas inversas se introducen a partir
AS Sudio de las funciones tr.gonometricas en base a su definición geométriSZ
1 ■ J JbfrJ+14, = I
ícS de los trlángulos recténgu os. Sin embargo el proceso podría realizarset
jrp*- ?JC‘ j'nversa. Se comenzar.a con la circunferencia. que es una curva conocida, des-
^como el conjunto de soluciones de una ecuación algebraica sencilla y, a panir de
rW'cación. se introduciría la función que representa su longitud dearco(eneste
El mismo cálculo, realizado esta vez con la parametrización cp(t)=(cost, sent) ent e) arcoseno) y se obtendría la función seno como su función inversa. locual se
los puntos f = 0 y t=0, proporciona el valor ’ re solo forzar la igualdad
b ,- e
L = / V(-sent)2 +(cosf)2 dt=fdt = e
Tj>
LAS INTEGRALES ELÍPTICAS Y EL TEOREMA DE EULER donde k2 - —5—
b2
Se considerará a continuarión una elipse de la forma (pc/af+(y/bf=1 Si se define una nueva variable z como z = sení, por lo que
y se supondrá, sin pérdida de generalidad, que el valor de b es ma- dz = costdt = \ll-sen¿tdt = -s/l -z2dt, de donde se despeja dt
yor que el de o. Esta curva puede parametrizarse usando funciones
trigonométricas con la fórmuia y(0)=(acos0, ósenQ). Utilizando
estaexpresión se sigue que la longitud del arco de elipse compren-
dido entre el punto P(l, 0) y el punto Q(a cosQ, b sen0) es la integral y Si se sustituye en la expresión de la longitud L, la integral queda
exPresada en la forma
e _
L = ft/VCl -k2sen‘t)dt
aeno —
br
o
DOS HOMBRES Y UN GRAND PR,X: ABEL, JACOBl V LA TEORlA DE LAS EUNCONES 6LlPTlC« CIONES ELÍPTICAS
*8res Y UN GRAND PRIX: abel, jacobi Y LA TEORÍA de LAS FUNI
integrales de este tipo aparecen también ,
cujvas algebraicas. Por ejempi0, F
RECTIFICACIÓN DE CURVAS
ie tT(ñg^ 3)’ una CUrVa QUe matemáücamemet ° h le"
S¡ la función a(t)=(x(t), y(0, z(0) parametriza una curva en el espacio P següü si se utilizan coordenadas cartesianí
posible interpretar que la variable t representa el tiempo y que a(f) es |a 0
sición. en el instante de tiempo f, de una particula móvil que se desplaza a ?'
largo de la curva. Visto así, la derivada de dicha función es el vector a'(f)=(^ff?
/(f), z'(O). Que muestra la velocidad de la partícula en el instante f. Esta «y
locidad» obviamente encierra dos significados. Por una parte, su tamaño6" c0ordeuad^Pol“-es
módulo -
I a XOII- Jx '(t)2 + y '(t)2 + z '(t)2
7*= cos(20).
señala la rapidez con la que se desplaza la partícula y. por otra, su dirección
indica hacia dónde se produce ese desplazamiento. Si se tiene ahora en cuen- u rectificación de esta curva conduce a la integraJ
ta que en un movimiento uniforme el espacio recorrido se calcula multiplican-
do la velocidad por el tiempo, se deduce que en un intervalo infinitesimal dt
esto es, un intervalo de tiempo muy pequeño, el espacio recorrido p0r ia
partícula será igual a lla'(f)Hdf y, por tanto, si se integra la expresión entre
dos valores f^, f,, se calculará la longitud de la curva entre los puntos a(t) y
a(f,), que viene dada por la expresión 0 a ja que se referirá a partir de ahora como «integral lemniscátíca»
(que es, obviamente, un caso particular de integral elíptica).
L(a) - / /x'(t)2+y'(t)2+z'(t)2dt. Apesar de su apariencia sencilla, estaintegral seresistíaatodo
tipo de ataques y solo admitía ser resuelta por técnicas que reque-
Si la curva es plana, se puede suponer que vive en el plano z=0, por lo que nan desarrollos en series infinitas, como el teorema del binomio.
los cálculos se pueden repetir simplemente imponiendo z(t) = 0. En cambio, la integral
X Ht
que es la integral de una función del tipo asociada a la circunferencia, era fácilmente resoluble, no solo
con el argumento presentado con anterioridad sinotambién,por
R(x) ejemplo, sustituyendo la variable t por la expresión í=2s/(l+s2),
lo que la transformaba en la integral de una función racional.
Entonces, el matemático suizo Jakob Bernoulli (1667-1748) plan-
donde R(x) es una función racional (un cociente de polinomios) teó la cuestión de si la integral lemniscática definía un nuevo tipo
y PA(^)= %+ aix+ a2ot^+ a3x* + a4x4 es un polinomio de grado cua- de función, diferente de las otras elementales conocidashastael
tro a lo sumo. Como consecuencia de Ios cálculos acabados de aiomento.
exponer, estas integrales fueron bautizadas por el matemático ita- Esta pregunta, si se piensa un instante, se parece mucho al
liano Giulio Carlo Fagnano (1682-1766) con el nombre de «integra- fipo de interrogantes a los que Abel se había enfrentado cuando
les elípticas». Si se cambia el polinomio P4(x) del integrando por estudiaba el problema de la quíntica, pues trata de desvelar si un
otro de grado superior a cuatro, se hablará de «integrales hipere- eterminado objeto matemático (una función, en este caso, un
lípticas». nUrnero, en el caso de las ecuaciones algebraicas) se puede o e-
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNClONES EÜPTlCAS
hOMBREs Y un GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA D£ LAS FUNC>°NES
Curva lemniscata
e integral
lemniscática
asocíada.
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEU JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTlCAS
S "««« V UN GRand ^ ABEL JAC0B, y ^ TE0R(A DE LA5 FUMClONESaiPT-*
donde p(x), q(x) son polinomios de coeficientes reales
reciben el nombre de integrales elípticas deDlÍTno
del siguiente modo: si el grado del numerador es
,U,ercera especie, respectivameute. Si se
ai del denominador, se realizará la división, de modo ^ °ÍgUal
y h e t Por la expresion t = sene, y se tienen e/ ^lava-
¿os n, *, estas ^rales e~Mpor^¿^
?0) q(x)'
100
DOS HOM8RES Y UN GRANO PRiX: ABEL. JACOB. Y LA TEORÍA DE LAS FUNOONES EÜPTíCAS »1
D°s nom8res OMESalPTlCAS
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORfA DE LAS FUNC1(
variUa se encuentra alineada —__
e\ <Pe llrza de la gravedad debe resti- R04
fórmulas para el seno y el coseno de una suma
conla ^ energía potencial y, por tanto, .f »
La tabulación de las funciones sen0 y cos0 se apoya, de forma muy evidente ^e.T subirá hasta ocupar la misma j\ \
en las fórmulas la varí¡!eSde la que se dejó caer el peso ;Í \
fsen(0+q?) = sen0cos <p+cos0sen(p ^lturade y ei movimiento se repro- , '■ \ \
^uevo pero en sentido inverso \ \
[cos(0+<p) - cos 0 cos q? - sen0senqp
ducirá 0 yuelva a ocupar su po- \
y sus corolarios, las fórmulas del ángulo doble y del ángulo mitad (por ejem- tücial (véase la figura 4). \
plo, cos26= cos20 - sen20). Una forma elegante de deducir estas fórmulas
conoce el ángulo desde el cual \
consiste en observar que la matriz (un conjunto de números agrupados en
filas y columnas dispuestas sobre una tabla rectangular) asociada a R, don- bl]ta el peso, una pregunta intere- Y** .,
de R representa la rotación del plano (en sentido antihorario) de un ángulo se SUe e nues, cuál va a ser el período
0, viene dada por
santeJtante, esto es, eltlempo mínimo ^. \
TreS d0S instantes en los que el péndu- \
se encuentra en la misma posición y \
n ia misma velocidad. Para responder, \
Al componer dos rotaciones, los ángulos se suman (primero se rota un ángu-
lo y a continuación el siguiente) y, como consecuencia, el producto de las f1 necesario realizar algunos cálculos
matrices asociadas a dos rotaciones coincide con la matriz asociada a la ro- sencillos. Multiplicando la ecuación
tación de la suma de sus ángulos, por lo que
del movimiento por 0'(í) e integrando,
seobtieneque
cos(0+<j>) -sen(0+<p) cosQ -sen0 cosqp -senq>
sen(0+q>) cos(0+q>) sen<j> costp
? -—cos0(í) - c, DbgrarTM da
2 Li fueraaídd
Las fórmulas para el seno y el coseno pér.dulo fimpla.
de una suma se deducen de igualar donde c es una constante desconocida Ahora bien, si 0(0)=a es
términos en la identidad anterior tras el ángulo máximo del péndulo, entonces
realizar el producto indicado en el
miembro de la derecha. Este tipo de
expresiones son más difíciles de ob- -9-— = 0 = e+—cosa, porloque c = -—cosa.
tener en el caso de las funciones elíp-
ticas, pero Legendre se las ingenió
para calcularlas, lo cual resultó de Se sigue que
extrema utilidad en su construcción
de tablas de valores para dichas fun- (0 * 2(cos 6(0 - cos a) = ±J4 (sen2 - ■-1sen
ciones.
1 r dd vc' [¿hi.ÍÍI
Ejemplo de rotaclón antlhoraria y su efecto
sobre un trozo del plano.
isen 2-Sen l)
102 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELlPTICAS
funciones elípticas
H°MBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS
a sus simetrias, consideraba más interesanr»
Es decir, el período del péndulo viene dado en terminos de u, 1 canónica propuesta por Legendre para esta C
integral eKptica de primera especie, w for Entonces se planteo investigar la funció„ m
c>o«e°; , En otras palabras, se ocupó del problema de |a J"
*(o(f ia fundón «M, buscando la función ♦(*) qne resow'
síon
declararía posteriormente Holmboe, Abel había redactado varios A continuación, Abel se planteó estudiar las propiedadesque
manuscritos sobre estos temas con anterioridad a su vi<ye por tenían las funciones obtenidas de este modo, a las que bautizó con
Europa, en 1925. Sin embargo, no fue hasta dicho viqje cuando el nombre de «funciones elípticas».
Abel se decidió a dar una forma definitiva a sus ideas y publicarlas, Para empezar, extendió su dominio de definición a todo el
cosa que hizo en una Iarga memoria titulada «Investigaciones sobre plano complejo (excepto, quizás, unos pocos puntos aislados don-
Ias funciones elípticas», aparecida en Crelle, en los volúmenes de de la función se hacía infinita) y demostró que estas funciones eran
1827 y 1828. periódicas por partida doble. Esto significa que existían dos núme-
La primera contribución importante fue decidir que las fun- r°s complejos wvw2 linealmente independientes, tales que
ciones inversas de las funciones que aparecían como resultado del ♦(2í+ wj)= §(z+ w2) para todo z.
cálculo de integrales elípticas merecían atención. En su primera Con el fin de extender sus funciones más allá deUflteffi- 0
aproximación al tema, Abel concentró su interés exclusivamente »«o/2l, introduio las funciones auxiliares /(n) “ v1_c ^ J
en las integrales eh'pticas de primera especie. Además, se dispuso (a)= yl+e2(J>2(a) (también doblemente periódicas), y Pr0 0
a estudíar de forma directa la integral Suiente teorema de adición;
104 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELÍPtiCAS
'0M8RES Y GRAND PRIX: abel. jacobi y la teorIa de las funciones ELIPT'CAS
/(g)/(P) - c2<Kcc)<KP).F( a).FYftj
/(ct + P)
Í + e*cV(a>|>2(P) ~~ POUVILLE Y LAS FUNCIONES ELÍPTICAS
a(x) - / -
o >J(l-ezt2)(\.+c2tz) donde a, p son los períodos de la función y
2kx , 2kn
demostró que, si se introducía la constante co 7 2 - a(l / e), enton- a. cos—+asen—-
ces es posible definir la función <J> sobre el eje imaginario, donde
se comporta como una función periódica con período 2o)'. Final- es su desarrollo de Fourier respecto del período a. Si p/a es un número irra-
cional —número cuyos decimales son infinitos y no presentan ninguna perio-
mente, observó que el teorema de adición que acababa de probar
dicidad—, las igualdades anteriores forzaban que aK-b= 0 para /ral, y la función
permitía extender <}) a todo el plano complejo, excepto en los pun- era, por tanto, constante. Liouville demostróeste resultado primero para las
tos que pertenecen a 1 / 2(co+io ')Z+1 / 2(co - m ')Z, donde la fun- funciones holomorfas doblemente periódicas y, después, para las funciones
ción tiene polos simples (singularidades, puntos donde la función enteras. En particular, de la doble periodicidad de las funciones elípticas se
dedujo que estas deben tener alguna singularidad (y, gracias a la periodicida ,
se hace infinita), como una función periódica con períodos 'nfinitas singularidades). Fue justo Liouville quien iderttificó las funciones e p-
wx= (0 + ¿to' y W2= co-íco'. bcas con las funciones meromorfas doblemente periódicas, quees la forma
Uno de los objetivos principales (si no el principal) de este habitual de presentarlas en la actualidad. Recuérdese que «holomorfa*. g
'ca «derivable como función de variable compleja» y «meromo », ^
primer artículo de Abel era resolver, para la función 4», el problema
o omorfa en un abierto, al que se ha borrado un conjunto ISC'’° . tales
de la división. Es decir, quería conocer una expresión que deter- Uonde se dice que tiene singularidades aisladas)y qu».s»««
minase el valor de <]) (a) en términos de 4> (ma), o lo que es equiva Qularidades, entonces la función (z-a)N/(rí es derivab
entero pos¡t¡vo N
lente, identificar (j> (aJm) en términos de 4> (a). Este problema tenia
un origen geométrico y equivalía a decidir para qué valores enteros
elípticas
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBt Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES LASFUNCONESELÍPTtCAS
GRand PRIX: abel, jacobi y la teoría de
m era posible calcular —mediante sumas, productos, divjs-
extracción de raíces— las coordenadas del punto de la Cj!°nes^
rencia de radio la unidad que definía un arco de circunfere pe ^nados con esta sucesion de números. Por PiPr, ertos
longitud que es el punto encia de
relhfS> hay inflnitos prim0s de Fermat y. de hecho Í"088
sab noce si )a sucesión de números de la forma 2^*1 *
2n 2k\
¡—,sen— . ^nümeroscompuestos. tlco®ene
m mj
^Cuando Abel resolvió eii problema de la división psra la lem
Se trataba de un problema que se había planteado en ]a Gr vrata, escribió entusiasmado a Holmboe:. Ahora que he
clásica, permaneciendo abierto hastala ilegada de Gauss ^mtóterioquereposabasobrelateorfadeGaussparaelprt
en sus Disquisitiones arithmeticae, había estudiado ei prohi Im» de 1» division en la circunferencia, veo con la claridad de
de clasificar los polígonos regulares que se podían construir co ,a luz del día cómo llego alli», y luego añadía: «Todo lo que he
regla y compás. Gauss demostró que si m=2kpjpr. ,pt para ciert(^ escrito sobre la lemniscata es el fruto de mis esfuerzos en la teo-
k>0 y ísO, donde todos los númerosp. eran primos de laforma ría de ecuaciones». En efecto, la teoría que había desaiTollado era
p, =22“+l para algún vaior entero n.> 0 (primos de Fermat), en- una mezcla de la teoría de funciones elípticas y su teoría de ecua-
tonces el poKgono regular de m lados se puede construir con regla
y compás. E1 matemático alemán afirmó que su condición es tam-
ciones' , _
Las «Investigaciones sobre las funciones elípticas» de Abel
bién necesaria, pero no llegó a probarlo. La demostración de este contenían, además de los resultados que se acaban de exponer,
hecho llegaría de manos del francés Pierre Wantzel (1814-1848) en una serie de teoremas bastante técnicos dedicados a desarrolJar
1837. Abel se obsesionó con resolver ei problema correspondien- las funciones elípticas como series infinitas y productos infinitos,
te para la lemniscata, y eso le llevó a estudiar (y solucionar) el que eran técnicas de representación de funciones a las que los
problema de la división para las funciones 4» que acababa de intro- matemáticos de la época estaban acostumbrados. Aestastécnicas
ducir y a aplicar sus resuitados al caso e=c= 1, que es el que apare- añadió el uso sistemático de ias ecuaciones funcionales. Y, poste-
ce en la rectificación de la lemniscata. En su artículo, Abel com- riormente, en su «Resumen de una teoría de funciones efipticas»,
probó que los puntos que dividen la lemniscata en n partes iguales de 1829, incorporó a su lista de métodos de describir lasfunciones
se pueden construir con regla y compás si n se descompone como elípticas la de desarrollarlas como un cociente de dos series de
producto de una potencia entera de 2 y un número finito de prinios potencias. Todos estos métodos tenían el objetivo de exponer di-
de Fermat distintos dos a dos. Es decir, n = 2kp]pr..pl con&>0, ferentes formas de representar la misma función, Io cual servíasin
t*0 yP¡, ■ ■ -,p, primos de Fermat distintos. De nuevo, la necesidad duda alguna para su análisis desde distintas perspectivas, segün
de esta condición tuvo que esperar bastante tiempo para ser com- el gusto y ios conocimientos de quien las fuera a estudiar. En este
probada Fue el estadounidense Michael Rosen (n. 1938) quien, en punto hay que decir que, a diferencia de lo que había sucedido con
1981, lo resolvió usando la teoría de cuerpos de clase, una rama Su twbfío sobre el teorema del binomio, Abel no fue especialmen-
avanzada de la teoría de números algebraicos. Una prueba elemen- Preciso ni mostró excesivo cuidado en los aspectos relaciona os
tal del resultado, basada en la demostración de que ciertos polino- ??.la c°nvergencia de los procesos infinitos que utüizó para es-
mios son irreducibles, fue publicada por los matemáticos estadou *las fnnciones elípticas. Se dejó Uevar en este caso p°r a
nidenses David A. Cox (n. 1948) y Trevor Hyde (n. 1990) en 2014,
ohí«CÍÓn ^ere^aóa de los tiempos de Euler, ya que su ^eres.^
en el Joumal of Number Theory, una de las revistas más PresU e, ner nuev°s resultados sobrepasó a su celo a la hora e cui
giosas de teoría de números en la actualidad. Es curioso el Prota ing°ry ios detalles.
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBIY LA TEORÍA OE LAS FUNCIONES ELÍPf'C^ )NES ELÍPTlCAS
RES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DEIAS FUNCIO
EL TEOREMA DE ABEL pstas irtegi-ales, Uamadas «abelianas» en honor a Abel «
„ las elípticas e iuperehpücas, que son las que se » SWe‘
Cuando Abel Uegó a París, en 1826, era verano. La universidari ^Toí ecuación del tipo/(í, donde C8”011'
ba cerrada. No había clases ni se podía acudir a biblioteca ] den de grado 3 o 4 (en el caso elíptico) o de gradn 08Un J
Sin embargo, estos acontecimientos, que podrían haberle fpl caso hipereUptico). Obsérvese que Ia eou«n/(f^
dado, no parecieron importarle y, de hecho, fueron acogiri C°m°' 4 una curva algebraica plana que generaliza ]a iLL '
satisfacción. No es que deseara descansar o no quisiera enconta>C°n
después de tan largo viqje, con los sabios de aüí, que eran la
pientei y
temática del momento. Todo lo contrario, Abel vio en estas cir ^
tancias la oportunidad de preparar mejor su primer contacto^
«u practica modema de emnarcar el teorema de Abel en
tan destacadas personalidades. Por un lado, deseaba perfecci ^
su francés. Por otro, pretendía finalizar una memoria, en la que ver^ términos de vanables complejas y superficies de Riemann no
trabajando desde tiempo atrás, sobre las funciones elípticas. Quería solo oscurece la gran penetración de Abel y la forma en que
presentar el manuscrito ante la Academia de Ciencias y coníiaba abordó el tema, sino que también conduce a enunciados que son
que fuera aceptado para su pubUcación en las Memorias desabios menos satisfactorios que el origmal.»
extranjeros. A1 mismo tiempo, estaba redactando otros trabqjos que
- Hakold M. Edwards, en su conperencia «La visión DE Abel obl TEOBERA OE AbEL»,
quería presentar a los Anales de matemáticas puras y aplicadas del
Baltimose, 2014
francés Joseph Gergonne (1771-1859), a los Anates del astrónomo
austríaco Joseph von Littrow (1781-1840) y a Crelle. De todos estos
trabajos que Abel Ilevaba entre manos, el más profundo y el que más E1 resultado principal de la memoria, expresado en términos
tiempo le consumía era la memoria para la Academia de Ciencias, la elementales, establece lo siguiente: dada la curvaalgebraicapla-
«Memoria de París», que es como ha sido bautizado por la historia, na C definida por una ecuación irreducible del tipo
cuyo recorrido hasta su publicación, en 1841, fue bastante azaroso,
pero su importancia le coloca en primera posición en la obra del pro- f(po, y)= y,l+ffx)yn-l+...+fn(x)=Q,
tagonista de este libro, pues contiene el resultado más destacado (y
difícil) demostrado por Abel en toda su vida. Este ilevaba por título existe un número entero p > 0 (que hoy se denomina género de
«Memoria sobre una propiedad general de una clase muy amplia de la curva) tal que, para todo entero positivo k, y toda función ra-
funciones trascendentes» y su objetivo principal era probar un teo- cional R(x, y), cualquier suma así expresada
rema de adición general —al estílo del teorema de adición que Euler
había presentado para la lemniscata— para las integraies del tipo f(x,y,)R(x,y)dy + --+fMR(x,y)dy,
112 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPT,caS 113
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA DÉ LAS FUNCIONES B-<PTlCAS
lleVó a la Aeademia a incluirlo entre los arim.ti,,
¿QUÉ ES EL GÉNERO DE UNA CURVA?
10 f„ en sus Merrwrias de sabios extranjeros mi
deAbel.
1,813 Publi-
^comohabia^
Asociada a la ecuación f(x,y)=0
- -' - .;c>ue define una curva alaphra.v, -
como un objeto del plano real R2, luego, de forma ampliada Z Cprirner 0 el úW®08 díaS de Abd Cn París-13 oiudad que hab,
2
del «plano complejo» C y, finalmente. mediante la adiunción h Un troze „tro de todas sus esperanzas pero donde no loeLh el
finito de puntos. que la convierten en un espacio comoacto-- 6
Un número
C nrión ni obtener el reconocimiento que en realidla Captar b
truir una superficie topológica que. ademés. tiene las propiedariP^ COns’
pacta, orientable y sin bordes (compacta significa que es cerrarí** ^ C°m' ^grandes matemáticos del momento, fueron penStf3
onentable quiere decir que. cuando nos desplazamos sobre e |a inl aC°t3da; ¿íei dinero de la beca y, en consecuenci^ irujvivW ,'y **
temente de cómo se baga, nuestra idea de derecha e izquierda
s.n bordes significa que todo punto vive en el interior de un entomn ^y
Jdeformadeficiente.Parapodercumplireonlospi^1^
homeomorfo e un disco abierto). Cada una de estas superficies °
Sos Por compromiso con el gobiemo noruego,
identificar (v.a un homeomorfismo, es decir, una función continua ® prestado a Holmboe y, aun ast, no .e liegaba No
y COn ,nversa continua u^ espacio topológico a otro) de forma unfvnr 3' dareeen
darse fYancia. cta
en mncia. Erael
e, momento, oe
de votverylo
volverylohizo,
hizo, apeSdt
apettcónd
una esfera con p asas añadidas o. !o que es lo mismo desde el punío S T
Crelle, pasando pnmero por Berlrn y Copenhague. Demauerant
topologico, con la suma conexa de p toros. Este valor p es lo que se |.am
genero de la superficie (o. también. de la curva algebraica Q Una cararL «rihiica, incapaz de asumir extras de rtingún tino '
zacon muy v.sual del género es la siguiente: coincide con el máximo núme n massenuuu^ ^ -•— — cAciusivamente aestudiar
de c.rculos d.sjuntos que se pueden eliminar de la superficie de manera simul
lo que resultó muy fructífero desde el punto de vista matemático’
anea s.n que esta se rompa en más de un trozo. Aquí se entiende por «cfrcu-
k>» cualquier curva que se pueda pintar dentro de la superf.cie y sea topoló- comen^ó, desesperado por
Ailí comenzo, pui la
ia ausencia de respuesta por parte
gicamente equ.valente a la circunferencia. Existen fórmulas que permiten a Hp la Academia, a redactar la extensa memoria «investigaciones
de _
part.r de la ecuación que define la curva, calcular su género. sobre las funciones elípticas», descrita en la sección anterior. Abel
abandonó París el 29 de diciembre de 1826, rumbo a Berlín.
114 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES ELfPT'cA
; Hq*bres Y funciones eufucas
UN GrAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA D€ LAS
para la mayoría. Cuando Gauss preguntó al matemátieo al
Friedrich Bessel —quien era amigo de ambos— por este ^ car,.güsTAVJACOBJACOBI
talento (que le había remitido algunos trabajos exeelentes f ^ fprencia de Abel. Carl Gustav Jacob
teoría de numeros), Bessel se vio forzado a incluir en su resnu ** A d're. c¡5 en el seno de una familía
el siguiente comentario: * JaC°rialada, en Pc>tsdam-en 1804- Mostfó
muy'pronto quG tenía un esdec¡al
de5dfo para el estudio. Con solo dieciséis
No hay duda de que posee un gran talento, pero desde que Uegó t3-len omenzó sus estudios en la Univer-
ha logrado que casi todo el mundo se considere su enemigo, poique aSCde Berlín y con veínte ya había de-
? dido su tesis doctoral. En 1825 estaba
a todos y cada uno les ha dicho algo desagradable, y lo ha hecho de
habilitado para dar clases en las univer-
tal modo que ninguno podrá olvidarlo. Aun así, confío que con el n wadps alemanas como Privatdozent.
tiempo se olviden todas estas estupideces y no se mencionen más nos años más tarde, en 1827, logró su
ELlPTlCAS
116 DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES
Legendre respondió de forma mucho más humilde. A Jacobi le le estaba pisando los talones, y se trataba de una persona muy
advertía de que uno de sus resultados ya lo había publicado él, pero inteligente que, además, utilizaba las técnicas que él (y solo él)
le expresaba su enorme admiración por el segundo (una fórmula había creado, sin citarle. Para colmo, en enero de 1828 Jacobi
muy general para la transformación de integrales eUpticas) ya que pubücó una nota muy breve, de una sola página, titulada «Suple-
él mismo había trabajado intensamente y sin éxito en esa misma mento a la memoria de Abel», en la que simplificaba uno de los
dirección. A continuación le pedía que, por favor, suministrara las ^ulos del noruego.
pruebas porque estaba deseoso de conocerlas y, si ello fuera posi- Abel había enviado ya a Crelle la segunda parte de su memoria
ble, añadir un suplemento a su libro sobre las funciones elípticas ?,febrero de 1828), y ahora que sabía que Jacobi estaba traba-
donde el resultado quedase explicado. Además, en una de las sesio-
aS k manera ^ouy activa en los mismos temas, decidió man ar
nes de la Academia durante el mes de noviembre, Legendre alabo
trah UíUacber uu ariículo que, esperaba, mortificanaasuriv
el trabsyo de Jacobi. Esta intervención fue recogída por la prensa ^0’ ^ulado «Solución de un problema general relaciona o
eüpticas
118 OOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES
8RES V ON GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORlA DE LAS FUNCIONES EÜP
con la transformación de las ftmciones elíptjc
ma biografía de Jacobi, Uegaría a afirmar
mente por otro de título «Suplemento a iamem
,!119°4 ÍOS trabajos de Abel, que estaban clara? ^ hecho
pom'a de forma elegante una teoría general q 0FÍa ^rio^ ^
ritos y ordenados con tachj SS"**-*-
tiones planteadas por Jacobi en sus trabajos ^c *
í*" que los de Jacobi para el mundo matemáaco» Hrn°S
Abel quería ganar a Jacobi en su propio terreno Sit> 2?
él mismo decía en privado, y hacerlo adernás en ^6^0. c0? wdas formas'que aflnales de'adécadade 1820
<)ecir' conseientó del vaior de las contxibuciones de Abeu^
rio que Jacobi había elegido para la pugna en la qu
y»era ber expresándole su admiración no solo por
inmersos: la revista de Schumacher. Por otra p¿!
I.*0 Snde’formapübUea, en'aAcadeirdadeCienciastcoC.i"0
revista las contribuciones era garantía de una puhr 6nviaraíha
<^sconJacobi>Porsupane,Schumacherexpre8ór::
Si Abel pretendía humillar a Jacobi y, por así d CaClÓn ^ ^ vTces a Gausssu deseo de que luciera públicas sus conft
le de su camino, fracasó. Jacobi no solo no se achant'^0’ ^ es pues estaba convencido de la superioridad de las mis-
derrotado sino que, por el contrario, expresó entusi buC!0aun’sin haberlas visto. En una carta a Gauss, le comentaba
ración por las contribuciones de Abel. Y, además de^^0 y ^ niaS¿ía, por boca de Hansteen, que Abel había empalidecidotras
la capacidad de renovarse y reinventa^se. Lo meioíT^ aUe el tercer trab^jo de Jacobi, y había necesitado beber un ücor
sobre las funciones elípticas estaba aún por llegar. 6 SU °bra leeF para reponerse. Y, a continuación, pedía a Gauss que pU-
Resulta curioso observar las reacciones de Gauss L hlicara sus ideas, a lo que añadía, en tono sarcástico: «Abel nece-
y Schumacher a las contribuciones de Abel y Jacobi sobre Su tará más licor cuando lea tus trabqjos». Probablemente este co-
ciones elípticas. Legendre reconocía el enorme taiento de 2 ^entario de Schumacher se basaba en la afirmación previa de
pero apoyaba a Jacobi porque comprendía mucho mejor sus resul Gauss de que Abel había desarrollado solo un tercio de lo que éi
tados, probablemente por una cuestión de lengujye y notación ya había logrado en 1798. Sin embargo, aquí es Gauss quien sub-
Jacobi se mantuvo más cerca de la terminología establecida estimaba a Abel (o se sobrevaloraba a sí mismo).
durante décadas por Legendre—, mientras que las ideas de Abel Hay que decir que Jacobi tuvo una actitud ambivalente con
le resultaban extrañas y difícües de entender. Incluso hubo algúu la obra de Abel. Si bien es cierto que en sus comunicaciones pri-
momento en el que Jacobi, con la intención de explicar a Legendre vadas —fundamentalmente a través de cartas— lo alababa, por
sus propios avances, se vio obligado a mostrarle lo que ya había otraparte, sobre todo en sus primeras contribuciones al tema,se
hecho Abel traducido a la terminología que ambos compartían, mostraba muy reticente a citarle en sus artículos. También es
cosa que Legendre agradeció de forma explícita. Por su parte, Abel indiscutible que fue él quien, tras conocer la existencia de la «Me-
tampoco pareció mostrar por Legendre la afección y el respeto moria de París» de Abel, escribió a Legendre pidiéndole explica-
por no decir, devoción— que le demostraba Jacobi. En unacar- ciones de por qué dicho manuscrito no había tenido ya una res-
ta llegaría a decir que Legendre era extremadamente atento, «pero puesta. Y, de hecho, fueron sus palabras las que movieron de
más viejo que las piedras». Lo curioso es que a todos los matemá- mievo la maquinaria de la Academia de Ciencias para tomar una
ticos que se especialízaron con posterioridad en el tema, la obra decisión sobre ella. Además, cuando CreUe, que era consciente
de Abel les parecía mucho más clara, elegante y mejor expresada 4e la grave situación de precariedad económica en la que se en-
que la de Jacobi, cosa que no se prodiyo en el momento en el e°ntraba Abel, decidió desarrollar una campaña en su favor con
dichos trabajos se publicaron, época en la que solo Gauss y Crelle **** de encontrar una posición para él en Berlín, Jacobi no dudo
tenían un claro concepto de la superioridad de Abel. Incluso el ^ contribuir con su opinión favorable, redactando para Cre e
matemático alemán Leo Kónigsberger (1837-1921), quien escribió a cafta de recomendación en la que afirmaba:
720
DOS HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBl Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES
°MBRes Y Un GRAND PRIX: abel. jacobi y la teoría de las funciones eüp
Abel, de manera muy diferente a como lo he hecho 4l posteriormente, el noruego Marius Sophus r ,
mi teoría de la transformación, en la cual yo le anti ^# llegac,° a 18 Íue preP^0 Junt° con el noruego JW*(I842'
0)» qU
-i, n 832-1918) la
SvioW (1832-1918) la segunda
segunda edición de .] terLudwie
modo en que él se ha anticipado a mí en muchos otros t ^
revista apareció un artículo de Abel donde se demuestL^35'En * ideU Abel, obtuvo penrüso para leer el original,
teoría de la transformación es exhaustiva y conciusiva cQUe nuest*a ^Te^eááo (eSt° SUCedÍÓ en 1874).
demostración una de las obras maestras más hermosas ’iaWa d n i¿ obras completas coincide con la que JL , n m'
e* análisjg 1841. En 1942, el danés Poul Heegaard (187119^
Crelle intentó conseguir dinero del gobiemo para ieIÍÜ ír del manuscrito de Abel en Roma y, en 19*9 • haUo
con la idea de pagar un salario a AbeL Asimismo buscó cn » 1 »■»*« v» b™ (.
sus energías que se le ofreciera un puesto de pro’fesor v ”t0das ^delmanuscrito original en Florencia. Pue necesario espeZ
gurarse, le preguntó si aprobaría un nombramiento p0r síT* ^ ¿í año 2000 para que Andreadel Centinaencontrara^
Abel aceptabay, de hecho, urgíaaCrelle arealizarIasgesbb"6' Sas que faltaban, recuperando así el ensayo original al com
Además, al mismo tiempo, presionó en Osio para conseguir 1 to Ciento cincuenta anos después de su redacción.
puesto allí (pues, de otro modo, «acabaría marchándose a Berlín " P jacobi, desde luego, sobrevivió a Abel por mucho tiempo y
donde se le esperaba). En su país, sin embargo, la amenaza oudo, de este modo, avanzar a placer, libre de competencias, en
surtió efecto. 0 ei desarroüo de la teoría. De hecho, aún hoy numerosos matemá-
En io científico, Jacobi se dedicó en cuerpo y alma, por espacio ticos asocian las funciones elípticas a Jacobi antes que a AbeL Uno
de más de año y medio, tiempo en el que apenas doimía, a redactar de los resultados de Jacobi que merece la pena comentar, y que
una memoria sobre las funciones elípticas en la que quedara claro fue demostrado en 1835, varios años después del fallecimiento de
cuál había sido su contribución a este tema. Dicha memoria apare- Abel, es el sigitiente: si se considera el conjunto^de los períodos
ció en 1829 bajo el título «Nuevos fundamentos para una teoría de unafunción meromorfa/ definida sobre el plano complejo, enton-
funciones elípticas». Abel, cuando tuvo noticias sobre Ias intencio- cesp^forma un subgrupo de C topológicamente cerradoy, en
nes de Jacobi de publicar este ensayo, decidió redactar también él consecuencia, si la función admite tres períodos independientes
un nuevo trabajo, que llevaría el título de «Resumen de una teoría (esdecir, tres períodos hv h2, h3S C tales que las combinaciones
de funciones elípticas», que del mismo modo apareció publicado n^+nfy+nji^ con nv nv n3, números enteros cualesquiera, sirven
en 1829 aunque, por desdicha, de forma póstuma. para aproximar tanto como se quiera a cualquier número comple-
Precisamente por la «Memoria de París», que ya había sido jo), entonces/es una constante. Este resultado fue extendido por
aceptada para publicación, así como por la memoria de Jacobi de el francés Maurice Fréchet (1878-1973) en 1909 al considerar un
1829, la Academia de Ciencias de París decidió otorgar a ambos (a
c°ncepto de período más general, dando lugar a la primera carac-
Abel, de manera póstuma) el Grand Prix de 1830.
^rización que se conoce de los polinomios como soluciones de
E1 destino de la «Memoria de París» fue, de hecho, más trucu-
ecuación funcional que no requiere utilizar derivadas. De he-
lento, porque en 1832, cuando buscaron el manuscrito a petición
la te 6Sla ^enerattzación es el origen de lo que hoy se conoce como
de Holmboe —quien preparaba la primera edición de las obras
tie polinomios en espacios de Banach.
completas de Abel—, descubrieron que la memoria había desapa-
bi p a tas razones por las que se recuerda el trabajo de Jaco-
recido de los archivos de la Academia. Así, estas se presentaron
en 1839 sin incluir la «Memoria de París». En la Academia volvie- •ionp h CÍ°nes etíPticas es que supo aplicarlo a numerosas cues-
ron a buscar el ensayo, que finalmente fue localizado y publicado taCl,|S e teoria tie números, logrando algunos resultados espec
ares- p°r ejemplo, a él se debe una demostración muy
124
OOS HOMBR6S Y UN GRAND PRIX: A86L. JACOBI Y LA TEORfA DE LAS FUNCIONES
Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORÍA OE LAS
CAPÍTULO 4
E1 legado de Abel
129
ellesadode-4861
traria sea expresable en forma finita, su maravili0s Ae parís, y Por la ^ue se le concedió nóstnm
miento de una propiedad general compartida por tnHQ!?Cubr‘- CiendSixde 1930 junto a Jacobi, Permanecíap^^Tf16^ el
ciones que son integrales de funciones algebraicas 3S GP*áP^d0 ser incluida. La memoria apareció
cuestiones de una naturaleza que era peculiar suya; nadi ^Sori
él se había atrevido a plantearlas. É1 se ha ido, pero ha d en la revista de
gran inspiración. ejacJo una < conmemorar el centenario del naeim.ento de Abel ™
Jlcidió erigirse un monumento en su honor. Laestam» f
Su gran andgo y mentor Holmboe escribió en su obituan Íetadaseisaños despuesporGustavVigeland(S ',
¿erado el mejor escultor noruego de la época. La impo^
Su vida y actividad científica fueron breves; sin embargo al ^Satua, qne se encuentra en el parque del Palac.o Real enZ
grandes hitos para la ciencia. Todos sus artículos llevan la •
ta del más penetrante ingenio, y demuestran sin lugar a dud^^
fue una de las mentes matemáticas más eminentes jamás ^
Aquellos que no se pueden formar un juicio propio leyendoy^ UNA S£GUNDA EDICIÓN PARA LAS OB*AS COMPLBTAS DE ABEL
tendiendo sus trabqjos se convencerán de la veracidad de estaafr Dos matemáticos noruegos de talla interna-
mación por la aclamación que los más famosos matemáticos le han cional, Ludwig Sylow y Sophus Lie, se ocu-
otorgado. paron de la reedición de las obras completas . jl
de Abel, pues se hizo patente la necesidad Í'fjftL 3
de revisar las anteriores para corregir ciertos * •Mm 1?H
errores y añadir la memoria sobre las funcio-
«Abel ha dejado suficiente a los matemáticos para mantenerlos nes elípticas. La nueva edición fue publicada v g
ocupados durante quinientos años.» en 1881 y ocupaba más de 950 páginas en Xj '¡1
— Chasles Hermite.
dos volúmenes, una extensión impresionan- B m?/-. cSym J
te si se tiene en cuenta que Abel murió antes K y1
de cumplir veintisiete años. s'"
Con respecto a la «Memoria de Parfs», los ' ^lj
editores intentaron conseguir el original, 1 ■
pero otra vez había desaparecido: IÉÉIÍÉHL^ ■!
abel, tesoro nacional
Nos ha parecido muy deseable poder s°PhUíU*
E1 trabqjo de Abel se encontraba diseminado en diferentes revis- comparar la memoria impresa con la original y Sophus Ue obtuvo en
tas, no siempre de fácil acceso, por lo que se estimó conveniente 1874 el permiso de la Academia de Ciencias de París para consultar el
manuscrito de Abel; pero fue constatado en los archivos de la Academia
editar sus obras completas. E1 gobiemo noruego corrió con los
Que el manuscrito ya no se encontraba allí después de la impresión de
gastos, y la labor de edición recayó en Holmboe, de manera que la memoria.
fueron publicadas en 1839, tan solo diez años después de la muer-
te de Abel. Holmboe fue un gran amigo del difunto matemático, ?e |'ecbo, la memoria original de Abel no fue completamente recuperada
asta 2000, cuando el matemático italiano Andrea del Centina halló las ocho
pero tal vez no era el más apropiado para ocuparse de su obra,
Vitf'naS que faltaban del manuscrito que había encontrado con antenondad
pues incluyó en su edición alguno de los primeros trabajos de 9° Brun en la biblioteca Moreniana de Florencia en 1952.
Abel que contenía errores. Además, la importante memoria de Abel
sobre funciones elípticas que había presentado a la Academia ae
130
EL LEGADO DE ABEL
B.LEGADODEA8EL
representa a Abel como una figura romántica, con el n . He su nacimiento tan gran modesti, ,
do al viento, y que se mantiene de pie sobre dos figura! ° °ndf% mundo, también puede ser
que simbolizan los genios del espíritu y del pensami j» podrían,ser aplicadas Propio SybV?0 U"a
junto con Galois, es ei prototipo de genio matemático T^' Abe|> vida ocupo cargos mferiores a su cate3 mayor
y esta visión idealizada es la que realza la escultura d í* . y hasta los sesenta y cinco aííos no obLv * C°m°
aunque no todos estuvieran de acuerdo. En particular tr^eñte en urüversidad. Sus resultados más conoVPUe8t0
yente matemático alemán Felix Klein criticó la obra de P^'Vidos teoremas de Sylow en teoria de grupos c"V05 so"
en comparación con la estatua de Mozart en Viena en lgeland’ 105 üidoun reeíproco parcial del teorema de I^Vge
minos: ’ Stos*n es un grupo finito cuyo orden es divisible por
ELLEGADODEABa
132 EL LEGADO DE ABEL
l
con Sylow, las Obras Completas de Abel de 1881, aunqUe r
s°!0a***o*
pre afirmó que la mayor parte del trab^jo había sido Uevad ^ S‘etn' nor,J^o en
honordeNle,s
porSylow. °acabo H«nrik Abei,
Magnus Gósta Mittag-Leffler (1846-1927). Nació en Est
y fue profundamente influenciado por su madre y familia Monum(ntQa
?**"*'»*<*»
hasta el punto de que a los veinte años decidió añadir a suT^ Oalacio (?W|
EL PREMIO ABEL
736
EL LEGADO DE ABEL
EL LEGADO 06 AB8-
La memoria de Abel siguió viva en Noruega. P
rostro fue impreso en un sello con motivo del cem
TéORE*A del número PR1MO
muerte en 1929 —un privüegio que solo habían disW^0
fecha la fanülia real y el dramaturgo Henrik íbsen ri 22? ^ , .mero primo
número primo es
es cualquier
cualquier natural
natural distinto de, au„ ,
y en 1948 su retrato apareció en el bülete de 500 coron I9°6K sí mlsmo. Los numeros pnmos son los btoqu« ü* « «visible n»,
^mpuestos todos os numeros, al90 as¡ como los s, ®05 de K» que S
se han escrito distintas biografías sobre la vida de AhT Tarilb‘ér¡ C°esto que <odo numero natural se descon,DO„e »rltmét¡«
más completas la de 0ystein Ore (1899-1968), Niels u Sl6n<ío ^ £rden de los factores- como producto de „úmeroS n°™a umca 'Mlvo «
MathematicianExtraordinary (1957), y ArildStubhauT*Abet> ° feao Euclldes ya probo, en los Elementos, que habfaf El "'«mátlm
% números prlmos: dados los primosp,, p„... pn el núl^, Wl„¡,a
Niels Henrik Abel and his Times (2000). 8 bn> l948), e5 divlsible por mnguno de los primos anteriires po
En 2000, en vísperas del bicentenario del naci Ida uno de ellos da resto 1 y, por tanto. o bienp es entre
ple por un prlmo diferente a p„ p.pn. En cualqu¡er ° ° b,e„ p es d¡<¡s¡.
matemático, tomó fuerza de nuevo la idea de crear un^0del
Abel en Matemáticas. Esta vez la idea fructificó, y al año
números primos no puede ser fmrto. La distribucidn altam nte ?6 'os 0
lo5 números pnmos entre los numeros naturales ha desconcprt2 í 9ular de
te el gobierno noruego anunció la creación de’un fondo^lf ?? pre a los matemáticos. Gauss conjeturd en su diario uSSSSSíí ***
millones de coronas (aproximadamente 22 millones de m que representa el numero de primos menores o iguales a n Jn ¡¡¡¡5J
administrado por el Ministerio de Educación
y cuyo retorno
limjW'nW,!
n
anual sería concedido a la Academia Noruega de Ciencias y Le
tras para otorgar el premio Abel a una o más personalidades por La fórmula dice que asintóticamente, para valores grandes de n,
la densidad
de números primos
sus contribuciones excepcionales a las matemáticas. La crea- *(n)
ción del premio alcanzó un amplio consenso político, tal vez n
porque uno de sus objetivos explícitos era elevar la considera- se comporta como el inverso del logaritmo neperiano
ción social de esta disciplina y atraer hacia eila el interés de
niños y jóvenes.
Este resultado, conocido como teorema del número primo, fue probado en
1896 por los franceses Jacques Hadamard (1865-1963) y Charles Jean de la
Vallée-Poussin (1866-1962), de forma independiente, a través de técnicas de
variable compleja y completando el programa que Bernhard Riemann (1826-
LOS GANADORES DEL PREMIO ABEL 1866) había esbozado en 1851.
LEGADO DE A8EL
EL LEGADO DE ABEL
sus principales coníxibuciones fueron en la teoría de Su nombre aparece vinculado tanto a ,
estudio de los ceros de la función zeta de Riemann nÚítleros: el » 0°Zlz de paresf 1«) como a ^
criba, la demostración elemental del teorema del de ricos (leI (esquema numenco de Lax-Friedrioh« , com-
la fórmula de la traza, entre otros. Selberg obtuvo Ia med^ Prün° y P<enc" de Tal y alguien
en 1950, y gozaba de gran prestigio y autoridad dentro d i ^ <*1U,V „nte dado que su trabajo forma parte de 1» a hum°-
nidad matemática.
En el primer año de su concesión regular, 2003
e ,a conm. ¿iSíS*
PuC Pfnciado de alguna manera su propio premio Abél Ux
francés Jean-Pierre Serre (n. 1926), un gigante de las'mafe^031 premio Abel de 2006 fue concedido al sueco LemartCar
del siglo xx que había sido el miembro más joven del memáticas „,L 1928) por sus profundas contnbuciones al análiskél
Iectivo de matemáticos franceses Bourbaki. En 1954 se h h'C° C0" foya la teoría de ios sistemas dinámicos. Carleson es un ^
vertido también en el matemático más joven hasta ent ^Hco teórico famoso por haber resuelto problemas muy diflcilM
recibir la medalla Fields. Las contribuciones de Serre a la ^ <eisos campos. Se podría afirmar que su resultadl mL “
gía, Ia geometría algebraica y la teoría de números son numerP°1(> ¡Itacular es la demostracion de la convergencia puntual (en casi
y profundas. En particular su trabqjo en teoría de números Zo punto) de la serie de Fourier de una función de cuadrado
dió las ideas introducidas por Abel en su demostración de !a iiü "uegrable. Este hecho contrasta con el ejemplo presentado e„
posibilidad de resolver la ecuación de quinto grado por radicales i928 por el matemático ruso Andréi Nikoláevich Kolmogórov
Serre también había sido nombrado doctor honoris causa porla (1903-1987) de una función absolutamente integrable, cuyaserie
Universidad de Oslo en 2002, en conexión con el bicentenario del * Fourier diverge en casi todo punto. Otro resultado impactante
nacimiento de Abel. de Carleson fue la demostración rigurosa —que confirmaban las
En 2004 el premio Abel fue concedido conjuntamente al ma- evidencias numéricas— de la existencia de un atractor extraño,
temático británico Michael F. Atiyah (n. 1929) y al matemático esdecir, un copjunto invariante y con dinámica caóüca, en laapli-
estadounidense Isadore M. Singer (n. 1924) por su teorema del cación de Hénon.
índice. Según este teorema, que relaciona propiedades anahticas, En 2007 el premio Abel volvió a ser concedido a un matemá-
geométricas y topológicas, el índice de un sistema de ecuaciones ticovinculado al Instituto Courant: S. R. Srinivasa Varadhan (n.
diferenciales —un indicador del número de soluciones del sistema 1940), de origen indio pero asociado a la institución neoyorquina
en una cierta región— depende solo de la topología, es decir, de desde 1963. Las aportaciones de Varadhan, especialistaenpro-
la forma, de dicha región. Sorprendentemente, este teorema de babilidad, han sido fundamentalesparalateoríade Ias «grandes
matemática pura fue muy bien acogido por la comunidad de físi- desviaciones». Por ejemplo, según la ley de los grandes números,
cos teóricos, quienes lo usaron, por ejemplo, en el desarrollo de al lanzar una moneda muchas veces, la proporción de caras se
la teoría de cuerdas. Atiyah había sido galardonado también con aproximará cada vez más a pero aun así hay una pequeñísima
la medalla Fields en 1966. probabilidad de que todas las monedas caigan de cara. Calcular
Peter D. Lax (n. 1926), reconocido experto en ecuacionesen la Pr°babilidad de estas «grandes desviaciones» es del mayor
derivadas parciaies y uno de los matemáticos aplicados de mayor *nteres Práctico —basta pensar en las compañías de seguros—.
prestigio, recibió el premio en 2005. Húngaro de nacimiento, de- los resultados de Varadhan han tenido aplicaciones en cam-
sarrolló prácticamente toda su carrera en el Instituto Courant e esf 5? diversos como la teoría cuántica de campos, la física
Nueva York, creado por el matemático alemán Richard ^ouran otrn 1SUCa’la dinámica de poblaciones y la economía, entre
(1888-1972) a imagen y semejanza del Instituto de Matematic
tnbuciones a la geometría». En particular, destacan su estudio de El enfoque geométrico de la teoría de grupos introducído por Jarn„0c
el otro galardonado en 2008 con el premio Abel, resultó a su vez fundl^
propiedades globales en geometría de Riemann y sus trab^jos pio-
talel estud.o de los grupos esporádicos, y en particular del mayorde tX
neros en el campo de la geometría simpléctica, cuyo origen se conocido de forma popular como el «Monstruo» por su enorme tamaño: com
halla en el formalismo hamiltoniano de la mecánica clásica y que tiene unos 8080 -1050 elementos, un número increíblemente grande que eoui-
se apüca, por ejemplo, en teoría de cuerdas. Grómov también in- vale al número de partículas elementales en el planeta Júpiter. Parahacerse
una idea de la complejidad del «Monstruo» basta señalarquesecorresponde
trodqjo conceptos geométricos en grupos discretos que hantenido con el grupo de simetrías de un espacio de 196883 dimensiones.
gran repercusión en el estudio de sus propiedades algebraicas. En
palabras de uno de sus colaboradores: «Es increíble lo que Mijafl
Grómov puede hacer solo con la desigualdad triangular» (se refe-
I' ,'irwfc ..iwiWt. írJkI
ría a la desigualdad a<b + c que cumplen los lados a,b,c> 0 de
cuaiquier triángulo).
Jacques Tlts y John Grlggs
E1 galardonado con el premio Abel en 2010 fue el matemá- Thompson (segundo y
tico estadounidense John Torrence Tate (n. 1925), por su gran tercero por la izquierda,
fespectivamente) posan
impacto en la teoría de números. Tate descubrió su gusto por con los monarcas
"O'uegos y con |a es
las matemáticas siendo muy joven a través de los puzles de
^Tits, Marie-Jeanne
Henry Dudeney (1857-1930) y del clásico libro del escocés Eric iPnniera POr |a derecha).
Temple Beli (1883-1960) Los grandes matemáticos, que tantas tras uCÍ° Real de °sl°
e, 2Qr®C'bir el Premio Abel,
vocaciones matemáticas ha despertado. Su principal campo e “e may0 de 2008.
154 ÍNOICE