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Espacio Curricular: Proyecto Vocacional

Curso: 6to año


Año: 2020
Docente: M. Verónica Coto
Alumno: Francisco Medina

Lee con atención el siguiente cuento:

“El árbol confundido”


Había una vez un lindísimo jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos
rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol


profundamente triste.

El pobre tenía un problema. ¡No sabía quién era!

-Lo que te falta es concentración –le decía el manzano-; si realmente lo


intentas podrás tener sabrosas manzanas. ¡Ves que fácil es!

-No lo escuches –exigía el rosal- Es más sencillo tener rosas. ¡Ves que bellas
son!

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba


ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, el más sabio de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó:

-No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos


seres sobre la tierra. Yo te daré la solución:

-No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas… Sé tú mismo,
conócete, y para lograrlo escucha tu voz interior.

Y dicho esto, el búho desapareció.

-¿Ser yo mismo, conocerme? – se preguntaba el árbol desesperado-, cuando


de pronto, comprendió...

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón y por fin pudo escuchar su
voz interior diciéndole:

-Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada


primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer

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grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al
paisaje… Tienes una misión. ¡Cúmplela!

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo, y se dispuso a ser todo aquello


para lo cual había sido creado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y solo
entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿cuántos serán robles que no se


permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto,
sólo dan espinas? ¿Cuántos naranjos que no saben florecer?

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar…

¡No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la


maravillosa esencia de nuestro ser!

Autor desconocido.

¿Cómo descubrimos nuestra vocación, ese llamado del alma a expresar todo nuestro
ser en lo que hacemos?
La respuesta a esa pregunta es: conociéndonos a nosotros mismos más
profundamente y revelando la propia identidad.
Muchas personas llevan a cabo sus trabajos en forma mecánica, se sienten como
la rueda de una máquina o como parte de una empresa en donde no aportan nada
especial. Trabajan sin sentido y caminan por la vida en piloto automático.
Pocas son las personas que se toman el tiempo a observarse, hacer memoria
sobre su vida y reflexionar para descubrir su identidad, su manera única y especial de ser
y para buscar un trabajo con sentido.
Descubrir la propia identidad requiere de un conocimiento mucho más profundo
de nosotros mismos. Implica reconocer nuestro propio modo de ser, nuestras cualidades
y nuestras maneras de sentir, pensar y actuar. Implica explorar y registrar estos aspectos
que nos definen: nuestras características personales, nuestros gustos, intereses, valores
y estilo propio.
La identidad es original y única. Además es dinámica, se va construyendo y
tejiendo en la historia y está fusionada con el llamado a realizarse plenamente, es decir,
con la vocación.

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Te invito a preguntarte:

 ¿Querés descubrir tu identidad y ser vos mismo o querés ser uno más?
 ¿Querés encajar en un molde o querés reconocer y asumir tu propia manera de
ser?
 ¿Querés dedicarte a algo ajeno a vos o querés hacer algo que te importe y que
tenga sentido?

El cultivo del árbol: el despliegue de tu vocación


Imagina el despliegue de la vocación como el desarrollo de un árbol. El árbol va
creciendo y desplegándose lentamente. Necesita de condiciones favorable para crecer.
Precisa de cuidados indispensables, como ser aire, luz, agua y abono en la tierra.
Para desarrollar nuestra vocación, necesitamos también de nuestro cuidado.
Necesitamos cultivar el autoconocimiento, comunicarnos con los demás en profundidad
y cultivar nuestro espíritu para crecer y plenificarnos.

Las estaciones
En este proceso de crecimiento, con seguridad tu árbol irá pasando por distintas
estaciones.
El otoño. Es la estación de los cambios y las mudanzas. Son los momentos en los que
vamos dejando ir lo que no nos ayuda a crecer. Allí se puede acrisolar la experiencia.
El invierno. Son las noches oscuras del alma, donde nos sentimos confundidos, solos, no
entendemos demasiado. De estos momentos de confusión puede surgir la búsqueda y el
aprendizaje.
La primavera. Son aquellos tiempos en los que nos sentimos plenos, alegres y con ganas
de salir y hacer cosas.
El verano. Aquí nos animamos a ir a la acción, a poner en juego lo que somos, nos
sentimos realmente confiados y hacemos realidad lo que nos propusimos.
Ciertamente pasarás por diferentes estaciones en distintos momentos de tu vida. Lo
importante será saber que siempre tenemos la oportunidad de aprender de la
experiencia.

Te propongo que pienses… ¿En qué estación te encontrás hoy? ¿Por qué?
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“El único y verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar
nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”. Buda

Te animo a:
MIrarte en un espejo especial. Un espejo que mire tu interior,
tu forma de ser.
A descubrirte a vos mismo, preguntándote ¿cuáles son tus
características personales?
Al elegir los adjetivos que te describen, tené en cuenta que todos tenemos muchas
características, pero hay algunas que nos definen mejor y que se dan más en nuestras
vidas.
Una persona puede ser amigable, alegre, solidaria, olvidadiza, desorganizada y
respetuosa. Eso no significa que siempre sea así, significa que tiende a ser de esa manera
y que se puede identificar con esas características.
Para conocerte más…
¿Cuáles son los adjetivos que mejor te describen?
Imagínate la siguiente composición de lugar:
Asistís a una entrevista de trabajo y el empleador te pregunta por tus rasgos
personales. Él te pide sinceridad, y vos le respondés con honestidad. ¿Qué le dirías?
Resalta las características que identificas como propias:
Activo Divertido Imaginativo Perfeccionista
Adaptable Dócil Impulsivo Pesimista
Ágil Empático Inconstante Práctico
Alegre Espontáneo Independiente Preciso
Ansioso Estructurado Informal Proactivo
Cálido Exigente Inseguro Racional
Colaborador Expresivo Introvertido Reflexivo
Controlador Extrovertido Intuitivo Reservado
Creativo Metódico Sensible
Flexible
Crítico Formal Optimista Sensitivo
Curioso Franco Ordenado Serio
Detallista Idealista Perceptivo Tenaz

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Quisieras agregar alguna otra….
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Finalmente, como ejercicio de autoconocimiento y fortalecimiento de la autoestima,
escribe tu nombre en forma vertical y utiliza cada letra del mismo para destacar,
principalmente, tus características positivas.
(Recuerda que toda característica puede ser positiva o negativa según la intensidad de la
misma, el contexto y las circunstancias.)

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