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El Propósito del Cine

André Bazin, uno de los críticos más influyentes a mediados del siglo XX, plantea en sus escritos
una dicotomía entre: el deber del cine de capturar la realidad y del deseo del artista por intervenir
en la configuración de la imagen. Sin embargo, obras como La Strada de Federico Fellini, muestran
que la intervención del artista permite apreciar de formas más completa la realidad que se trata
de representar.

¿Cómo quedo Italia después de la segunda guerra? Esta es la pregunta que se haría un cineasta de
la corriente de Bazin. Por el contrario Fellini se preguntó ¿Qué es Italia para el pueblo después de
la segunda guerra mundial? Esta pregunta es mucho más profunda, no se limita a una descripción
superficial del territorio, por el contrario, concibe la cotidianidad de un país que vive en un
memento constate. Al interesarse en representar, y no en plasmar, Fenilli vuelve su película en
una metáfora de la vida. Una vida que se desarrolla en escenarios mórbidos, pero que sigue
resplandeciendo aunque las circunstancias sean difíciles.

Desde el principio de la obra se ve la intención de presentar un aura de decadencia. No se muestra


el día a día de Gelsomina con su familia (como se haría en una narrativa convencional) por el
contrario, la película empieza con tragedia, empieza con la madre vendiendo a su hija. A su vez,
como personaje principal se encuentra Zampano, un bruto enfurecido con el mundo y consigo
mismo. Sin embargo, Fellini ve una luz al final del túnel, esta luz se ve representada en Gelsomina.
Nunca se hace claro si ella entiende el mundo que la rodea, más aun, es esta inocencia la que la
vuelve la oportunidad de redención de Zampano, la redención de hombre Italiano. Es la
oportunidad de abrirse a los sentimientos para así cambiar el entorno que les rodea. Y con una
tonada de un loco, logra poner de rodillas a Zampano, mientras se le escaba una lagrima (tal cual
como su oportunidad de amar).

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