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CAPITULO II
MARCO TEÓRICO SOBRE ETIQUETA, BUENOS MODALES,
RELACIONES HUMANAS Y RELACIONES PÚBLICAS.

A. Generalidades de la etiqueta

En este capítulo se dará a conocer toda la teoría recopilada de lo que es:


etiqueta, buenos modales y las relaciones humanas. El objetivo principal es
tener una base teórica que permita desarrollar la guía con los mejores
conocimientos, y las normas adecuadas para que sean entendibles por el lector.

B. La Etiqueta

Es una parte esencial de la urbanidad. Se le dio este nombre al ceremonial de


los usos, estilos y costumbres que se observan en las reuniones de carácter
elevado y serio y en aquellos actos cuya solemnidad excluye absolutamente
todos los grados de familiaridad y la confianza.

Por extensión se considera la etiqueta, como el conjunto de cumplidos y


ceremonias que debemos emplear en todas las personas y todas las situaciones
de la vida.

Esta especie de etiqueta comunica al trato en general y aun en medio de la más


íntima confianza, cierto grado de circunspección que no excluye la espacian del
alma, ni los actos más afectuosos del corazón, pero que tampoco admite aquella
familiaridad sin reserva y sin freno y relajan los resortes de la estimación y del
respeto, base indispensable de todas las relaciones sociales. /1

1
/ Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño,Editorial Nacional, México D.F 1979
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1. Historia de la Etiqueta

Si algo ha hecho evolucionar al hombre, esto ha sido la educación. Desde los


tiempos más remotos se conoce la existencia de pautas sociales y normas de
comportamiento. Desde que el hombre está sobre la tierra siempre ha tenido
ciertas formas de comportamiento ante determinados eventos. Aunque todas
estas reglas se encuentran repartidas a lo largo de toda la historia, hay un hecho
definitivo y claro que da un punto de partida importante: la creación de la corte.
Esto dará un auge definitivo a las buenas maneras.

La nobleza, se comentaba en esa época, no se lleva sólamente en la sangre


sino en la forma de comportarse ante el Rey y ante el pueblo. Un hecho que se
debe tener siempre presente en la vida. Se puede ser rico, culto e incluso un
genio, pero todos somos personas y hay que comportarse educadamente con
los demás. El auge de la buenas maneras era glosado por trovadores y novelas
de caballería donde se daban consejos sobre como ser una dama o un caballero
educado.

Aunque muchas de la reglas queden obsoletas o deban transformarse, la buena


educación nunca pasa de moda. Ser educado no es un moda, es algo inherente
a la condición humana. Hace al hombre más libre y más tolerante.

Ser educado no es una moda, aunque algunos piensen lo contrario. Ahora bien,
tampoco se debe abusar, y caer en la pedantería. Todos los excesos son malos.
La buena educación abre muchas puertas y dice mucho de las personas. Dice
una conocida frase de Tayllerand, Príncipe de Benevento: "Solo los tontos se
ríen de la buena educación". Hay que ser natural en sus modales, y no forzarlos.
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Una frase muy utilizada es “si no sabe, es mejor no fingir (puede caer en un
ridículo espantoso); observe al resto de la gente como se comporta. /2

2. Historia de la apariencia personal

Así como existen reglas para normar los aspectos de la vida social, también hay
ciertos principios generales aceptados respecto a la presentación física; es decir,
reglas de pulcritud de la propia persona y del vestido. Este último no obstante
esta sujeto a los vaivenes de la moda, requiere la consideración de principios
fundamentales e independientes de los dictados, a veces un tanto veleidosos, de
los estilistas.

Ahora se hablará un poco sobre el origen del vestido. La Biblia informa


detalladamente que taparse el cuerpo fue el resultado de la desobediencia de los
buenos de Adán y Eva, nuestros primeros padres, expulsados del paraíso
terrenal por razones que todos conocemos.
Por lo tanto parece que el primer modélico de la historia fue la famosa hoja de
parra que en tan diversas maneras han reproducido los artistas de todos los
tiempos.

A partir de ese momento se desencadenó una verdadera manía por cubrirse y


adornarse el cuerpo y los cabellos en miles de forma distintas. Para ello, el ser
humano ha recurrido a todos los elementos que le rodean, desde pieles y
plumas hasta piedras y plásticos; y desde corales y cristales hasta conchas y
caracoles.

Su vanidad le ha hecho inventar la manera de cultivar gusanos de seda para


tejer finas telas, y de matar millones de “bichitos” para producir un color
especialmente favorecedor a la nobleza: el bermellón.

2
/ http://www.protocolo.org
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La preocupación por el vestido y todo lo que con el se relaciona ha despertado la


imaginación y la creatividad de los seres humanos.

Y las mujeres son las más obsesionadas por esta actividad. Recientes
estadísticas mundiales al respecto indican que los varones gastan actualmente
35% más que las mujeres en cosméticos. /3

A través de los siglos, muchas veces se ha cambiado de opinión sobre lo que es


bello, elegante, sano y deseable para el cuerpo. Hubo un largo tiempo en que la
belleza se relaciono estrechamente con la abundancia de carnes. También hubo
épocas en que el pelo en la cara de los hombres era obligado y se consideraba
signo de respetabilidad y belleza.

En culturas como la griega solo los hombres de cierta edad y de cierto prestigio
podía usar barba, justo lo contrario de lo que sucede en nuestro mundo actual.
En la época romántica se prefería a los personajes masculinos lánguidos y
flacuchos.

La belleza del bronceado se empezó a apreciar hace menos de 40 años.


Sin embargo se ha exagerado tanto su valor que para obtenerlo no solo nos
arriesgamos hacer víctimas de una insolación, sino que gastamos cantidades
respetables para comprar esas lámparas que tanto daño nos hacen a la piel.
Antes la piel bronceada se consideraba símbolo de pobreza y de poca elegancia,
pues solo tenían las campesinas que trabajaban de sol a sol en los campos.

Los antiguos mayas colocaban una cuenta de jade en la frente de los niños
recién nacidos para que desarrollaran el estrabismo, que era un signo de
belleza.

3
/ Modos Modas y Modales, Rasha Labón Collado, Editorial Trillas, México
37

Los zapatos de metal que se pusieron las mujeres por muchos siglos, en China
los utilizaban para deformar el pie y pareciera pequeño y por lo tanto bello.
Por fortuna, en nuestros tiempos se ha logrado desvanecer muchos de estos
mitos y las costumbres se han hecho más racionales, cómodas y funcionales.
Sin embargo, existen aún ciertas preconcepciones que nos obligan a sacrificios
físicos y económicos, para adecuarnos a los actuales cánones de belleza y
aceptabilidad de nuestra cultura impone.

3. Elementos indispensables de la presentación personal

La salud del cuerpo depende, además de las consideraciones de tipo patológico


que rebasan nuestros conocimientos, y que son materia de estudio de la
medicina, sobre todo de tres elementos fundamentales: el régimen alimenticio, el
descanso y el ejercicio.

En estos tres aspectos somos nosotros los responsables del mantenimiento de


esa maquina tan delicada y tan eficiente que es el cuerpo humano.
Nuestro bienestar depende en un altísimo porcentaje de lo que comemos. Una
dieta bien equilibrada y la vigilancia constante del peso constituyen una
disciplina diaria.

La dieta ideal consiste en comer poco de todo, con regularidad.


Ponerse a dieta por cuenta propia por un largo periodo, sin consultar a un
medico y sin tener idea clara de cómo funciona el metabolismo individual, puede
ser inútil, en el mejor de los casos, o definitivamente perjudicial.
Por tanto el mejor camino es comer con mesura, y ayunar un día al mes después
de un exceso de comida.

El cuerpo, como cualquier máquina, requiere de descanso para ayudar a su


buen funcionamiento. Descansar no quiere decir solamente dormir, significa
entrar en un estado de serena tranquilidad.
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La tensión y la angustia que nos consumen por la vida agitada de estos tiempos
impiden lograr un descanso realmente reparador. Controlar la angustia y la
tensión requiere de un entrenamiento de años, pero se puede lograr.

4. Ocasiones Sociales

Anselmo Brillant, probablemente uno de los más distinguidos conocidos de


modales de etiqueta de la historia, famosísimo anfitrión, excelente organizador
de fiestas y menús, en sus conocidas Meditaciones (1825) explica cuáles son los
elementos indispensables para hacer una velada agradable y elegante. Me
parece que son juicios tan certeros que aún son válidos y vienen al caso en
nuestro tiempo.

Los invitados no deben ser más de 12 de manera que la conversación sea una y
general. Estos serán seleccionados de forma que sus profesionales sean
distintas, pero sus gustos análogos; que todos puedan conocerse entre sí y se
eviten así las aburridas presentaciones. La iluminación del comedor será tenue,
el servicio limpísimo y la temperatura entre 13 y 16 grados.

Los señores, ocurrentes, pero no burdos; las señoras coquetearán con gracia y
delicadeza.

El orden de los platillos exige que se sirvan de los más delicados a los más
condimentados; y los vinos se comienza por los más claros, luego los mas
perfumados y oscuros.

La cena debe transcurrir con tranquilidad, ya que es la última actividad del día, y
los invitados son como viajeros que comparten la misma meta.
El café se servirá muy caliente y los licores serán escogidos con gran cuidado
por el anfitrión.
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El salón será suficientemente amplio para consentir que se organice, por


ejemplo, una partida de naipes al final de la cena, dejando espacio para que los
que no juegan puedan conversar a gusto.

Es deber del anfitrión que los invitados se sientan cómodos, en serena compañía
y tal vez puedan hasta tener esperanzas de alguna bella sorpresa
posteriormente.

Los invitados procurarán no despedirse antes de las once, pero a medianoche


es conveniente irse todos. /4

5. De la mesa en general

La mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el


grado de educación y de cultura de una persona, por cuanto son tantas y de
naturaleza tan severa, y sobre todo tan fáciles de quebrantarse, las reglas y las
prohibiciones á que están sometidas las personas.

Según lo anterior, jamás llegará a ser excesivo el cuidado que se ponga en el


modo de conducirse en la mesa, manifestando en todos los actos aquella
delicadeza, moderación y compostura que distinguen siempre en ella al
hombre/mujer verdaderamente finos.

Es importante advertir, antes de entrar en el pormenor de las reglas de esta


sección, que la mayor parte de los excesos y desaciertos en que suele incurrirse
en las reuniones de mesa, aun por personas bajo otros respectos
recomendables, tienen origen en los hábitos que hace contraer el gravísimo error
de pensar, que en la mesa privada ó de familia puede usarse de una amplia é
ilimitada libertad.

4
/ Modos Modas y Modales, Rasha Collado,Editorial Trillas, Primera Edición 1992 México.
40

Tan absurda creencia conduce a prescindir de una multitud de reglas que,


estando fundadas en los principios inalterables de la delicadeza, la propiedad y
el decoro, pertenecen indudablemente a la etiqueta general y absoluta y hace
sacrificar a cada paso la belleza, la dignidad y la elegancia, a una comodidad
que no acierta nunca a concebir el que ha llegado a acostumbrarse a proceder
en todas ocasiones conforme a los preceptos de la urbanidad.

Las costumbres domésticas, a fuerza de la diaria y constante repetición de unos


mismos actos llegan a adquirir sobre el hombre un imperio de todo punto
irresistible, que le domina siempre, que se sobrepone al conocimiento
especulativo de sus deberes, que forma al fin en él una segunda voluntad y le
someten a movimientos meramente maquinales.

Así, cuando se ha contraído malos hábitos en la manera de manejarse en la


propia mesa, es imponible que se deje de deslucir en una mesa extraña, por
grande que sea el cuidado que se ponga en aplicar unas reglas que no son
familiares.

Es, pues, indispensable que se adopte el hábito de observar en la mesa privada


las reglas de la urbanidad. Así porque la familia es acreedora a las mismas
consideraciones que se debe siempre en la mesa a los extraños, como porque
sin este hábito no se podrá proceder en los banquetes con aquella naturalidad y
aquel despejo que aparece siempre en las maneras del hombre culto.

En cuanto al desahogo que permite la íntima confianza que se tenga con la


propia familia, éste se revela, entre la gente fina, en ligeros é imperceptibles
rasgos de la conducta, que no pueden explicarse, y que pertenecen a las
excepciones y diferencias que sabe siempre establecer un sano criterio.
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REGLAS DE COMPORTAMIENTO EN LA MESA


a. Antes de injerir los alimentos

1. No tomar nunca asiento en la mesa antes que lo hayan hecho los padres,
ó cualesquiera otras personas de mayor respetabilidad que nosotros de
quienes estemos acompañados.

2. La regla anterior no tiene aplicación en las posadas públicas, donde cada


cual toma asiento en la mesa desde el momento en que llega. Más
cuando mediante una invitación especial, se vaya a comer en compañía
de amigos nuestros. No es sólo aquella regla la que se deba observar,
sino todas las demás relativas a los banquetes, con las modificaciones
que sean propias del carácter más o menos serio de la reunión. Tener
presente que la persona que ha convidado debe proceder bajo todos
respectos, y ser considerada por los demás, como si estuviese en su
propia casa.

3. Situarse a una distancia conveniente de la mesa, de manera que no se


quede ni muy próximos ni muy separados, y dar al cuerpo una actitud en
que aparezcan combinadas la naturalidad y la elegancia, sin inclinarse
hacia delante más de lo que sea absolutamente indispensable para comer
con comodidad y aseo.

4. No apoyar nunca en la mesa todo el antebrazo. Y en ningún caso poner


sobre ella los codos. Y téngase presente que es un acto que manifiesta
poca cultura, y que al mismo tiempo comunica al cuerpo un aire no
elegante y tosco, el dejar caer sobre las piernas una mano, ocultándola
así de la vista de los demás, en tanto que se está haciendo uso de la otra
para comer ó beber.
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5. No reclinarse en el respaldo del asiento, ni apoyarse en el de los asientos


de las personas que se tenga á su lado, no tocar a éstas sus brazos con
los nuestros, no estirar las piernas, no hacer, en fin, otros movimientos,
que aquellos que sean naturales y absolutamente imprescindibles.

6. El acto de levantar los codos al dividir con el cuchillo la comida que se


tiene en el plato, ó al tomarla con el tenedor para llevarla a la boca, es
singularmente característico de las personas mal educadas.

7. Jamás ponerse de pie, ni extender el brazo por delante de una persona ó


hacia las que se encuentran en el lado opuesto, con el objeto de alcanzar
algo que esté distante de nosotros, de tomar ó pasar un plato ó cualquier
otra cosa. Valgase en todos los casos de los sirvientes, ó de las personas
que se encuentren á nuestro lado, cuando éstas tengan muy a la mano lo
que necesitemos.

b. Uso de instrumentos y utensilios en la mesa

Cada uno de los instrumentos y utensilios de que se utilicen en la mesa, tienen


su manera peculiar de manejarse; y es observación que no debe omitirse, que
las faltas en este punto, de tan poca entidad real, son sin embargo
características de las personas mal educadas.

1. El cuchillo y el tenedor se toman empuñando el mango con los tres


últimos dedos, y adhiriendo á éste el pulgar por el lado interior y el índice
por encima, el segundo de los cuales debe quedar más avanzado que el
primero, sin que se leve nunca en el cuchillo más allá del principio de la
hoja, ni el tenedor hasta acercarlo a la raíz de los dientes.
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2. La cuchara se toma del modo siguiente: vuelta la palma de la mano hacia


dentro y un tanto hacia arriba, y manteniendo los tres últimos dedos algo
recogidos, se hace descansar la cuchara en el dedo cordial: el índice se
recoge hasta quedar adherido al canto del mango; y el pulgar cae por
último sobre el extremo del mango, pisándolo con la fuerza que sea
indispensable para que la cuchara quede enteramente sujeta.

3. El vaso se toma por la parte más inmediata a su base, con los dedos
índice, cordial y anular todos unidos por el lado del frente, y el pulgar por
el lado interior; recogiendo el meñique de manera que no quede
demasiado separado del anular, y dejando el mayor espacio posible entre
la superficie del vaso y la palma de la mano.

4. Una copa se toma por la columnilla que une el pie a la parte cóncava, con
los dedos índice y cordial por el lado del frente, y el pulgar por el lado
interior, y recogiendo los últimos dedos sin que lleguen á tocar la palma
de la mano.

5. Una botella se toma por el centro de su parte más ancha, con los cuatro
últimos dedos a la derecha, y el pulgar a la izquierda. Siendo de advertir
que cuando la botella haya de manejarse con la mano izquierda, los
dedos tendrán naturalmente una situación inversa, es decir, que los
cuatro últimos dedos quedarán a la izquierda y el pulgar a la derecha.

6. Cuando no se pueda tomar cómodamente la botella de la manera


indicada en el párrafo anterior y se tenga, por tanto, que tomarla por el
cuello, poner especial cuidado en alejar los dedos del extremo superior de
éste cuanto sea posible.
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7. La cuchara y el cuchillo se manejan invariablemente con la mano


derecha; más en cuanto al tenedor, tan sólo podrá manejarse con la
derecha, cuando se tomen comidas que no necesiten ser divididas con el
cuchillo

8. Suele usarse, al tomar del plato la comida con el tenedor en la mano


derecha, auxiliar éste con la mano derecha, auxiliar éste con otra mano
por medio de un pequeño pedazo de pan; pero téngase presente que este
acto produce siempre una impresión muy desagradable a la vista. En las
cosas en que no sea bastante el solo tenedor para tomar la comida,
abstengámonos de pasarlo á la derecha y auxiliémoslo con el cuchillo.

9. El uso de la cuchara y del tenedor está siempre indicado por el contenido


de cada plato, puesto que natural y necesariamente habremos de
servirnos de aquella para tomar los líquidos, y toda comida que no pueda
fácilmente llevarse á la boca con el tenedor, quedando éste por
consiguiente destinado para todos los demás casos. Pero suele verse
empleada la cuchara para comidas que evidentemente pueden tomarse
con el tenedor, y conviene por tanto advertir que este es un abuso
enteramente contrario á la propiedad y á la etiqueta de la mesa.

10. No incurrir nunca en la grave falta de llevar el cuchillo a la boca: éste no


tiene en general otro uso que el de dividir y servir las comidas sólidas con
el auxilio del tenedor, y el de subdividir de la misma manera la parte de
estas comidas que viene a nuestro plato.

11. Respecto del tenedor y la cuchara, no introducirlo en la boca sino aquella


parte que es absolutamente indispensable para tomar la comida con
comodidad y aseo; teniendo el cuidado de que estos instrumentos se
rocen jamás con nuestros dientes, lo cual produce un ruido sumamente
desagradable y chocante.
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12. El tenedor se lleva a la boca por su extremo, dirigiéndolo a ella


oblicuamente; y la cuchara por su interior de manera que quede paralela a
ella, o dándole también alguna oblicuidad, cuando ella sea enteramente
indispensable.

c. Forma correcta de injerir los alimentos

1. Jamás hacer variar de puesto el pan, que se coloca siempre a la


izquierda, ni los vasos, las copas y las tazas, que se colocan siempre a la
derecha.

2. El pan viene a la mesa en pequeños pedazos o rebanadas; y para ir


tomando la parte que hayamos de llevar a la boca, se tomara el pan con
la mano izquierda y lo dividiremos con la derecha, sin emplear para ello el
cuchillo y sin separar jamás la miga de la corteza.
El ejecutar esta operación con el cuchillo, o con sólo la mano izquierda
apoyando el pan en la mesa, es enteramente impropio de la gente bien
educada.

3. Al partir el pan, situar las manos de manera que las migajas que en este
acto se desprenden, caigan siempre dentro del plato en que se está
comiendo.

4. Jamás separar de una rebanada de pan o de un bizcochuelo, una parte


mayor que la que de una vez que se haya de tomar en la boca.
Es tan sólo propio de gentes mal educadas, el introducir en el café, en el
chocolate, o en cualquiera otro líquido, lo que ya se ha llevado a la boca,
por más natural que parezca esta libertad respecto de una taza o de un
vaso que otro no va a usar.
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5. No es de buen tono comer pan, ni beber licor o agua, hasta que no se ha


acabado de tomar la sopa.

6. Abstenerse severamente de llevar al anfitrión, ú ofrecer a otra persona,


las comidas que hayan estado en los platos y el cubierto que hayan ya
usado; así como de ofrecer el pan que hemos probado, el vaso o la copa
en que hemos bebido, etc., etc., y de ejecutar, en fin, ningún acto que en
alguna manera se oponga a las reglas anteriormente establecidas sobre
el aseo para con los demás.

d. Comportamiento del invitado o titular en la mesa

1. Por regla general, en la mesa no tomar con las manos, ni tocar otra
comida que no este destinado para nosotros. Respecto de las frutas,
jamás despojarlas de su corteza sino por medio del tenedor y el cuchillo;
absteniéndose de servir y de comer aquellas que para esta operación
necesiten de tomarse en las manos, para esta operación necesiten de
tomarse en las manos, las cuales vienen comúnmente a la mesa tan sólo
a constituir fuentes de adorno, o a contribuir a la belleza de otras fuentes.
En las mesas bien dispuestas, con excepción de aquellas pequeñas frutas
de corteza muy sutil, como el durazno, la manzana, etc., las demás se
presentan por lo común despojadas de su corteza y convenientemente
divididas.

2. No comer nunca en forma acelerada, ni demasiado despacio: lo primero


haría pensar que se procura ganar tiempo para comer como glotones,
impediría tomar parte en la conversación, y haría incurrir en las faltas que
la precipitación trae consigo en todos los casos.
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Lo segundo imprimiría cierto aire de desabrimiento y displicencia, que


entibiaría la animación y el contento de los demás, y expondría al invitado,
o bien a hacer el deslucido papel que hace siempre el que se queda al fin
comiendo solo, o a tener que renunciar.

Para evitar esto, a tomar lo indispensable para satisfacer debidamente la


necesidad de alimentarse. En cuanto a la manera de beber, también se
debe huir a un mismo tiempo de la precipitación y de la lentitud.

3. Son actos extraordinariamente impropios y groseros el aplicar el olfato a


las comidas y bebidas, así como él soplarlas cuando están en un alto
grado de calor, y el batir en este mismo caso una bebida, tomando una
parte de ella en la cuchara y vaciándola desde cierta altura en la taza que
la contiene. Siempre que se tema encontrar en alguna cosa un olor o un
sabor desagradable, abstenerse de tomarla, sin manifestar a nadie el
motivo; respecto de las comidas o bebidas calientes, tomarlas poco a
poco y en partes muy pequeñas, que de esta manera pueden siempre
llevarse a la boca, sea cual fuere su grado de calor.

No puede recomendarse, por demasiado repugnante, el uso de vaciar


líquidos calientes que se sirven en tazas, en el pequeño plato que las
acompaña, para conseguir que bajen pronto de calor y beberlos con el
mismo plato.

4. Son también actos groseros, 1º. ,abrir la boca y hacer ruido al mascar: 2º.,
sorber con ruido la sopa y los líquidos calientes, en lugar de atraerlos ala
boca suave y silenciosamente: 3º., hacer sopas en el plato en que se está
comiendo: 4º., dejar en la cuchara una parte del líquido que se ha llevado
a la boca, y vaciarla luego dentro de la taza en que aquél se está
tomando: 5o., tomar bocados tan grandes que impidan el libre uso de la
palabra: 6o., llevar huesos a la boca, por pequeños que sean: 7º.
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Tomar la comida por medio del pan: 8º., arrojar al suelo alguna parte de
las comidas o bebidas: 9º recoger las últimas partículas del contenido de
un plato por medio del pan o de la cuchara: 10o., suspender el plato de un
lado para poder agotar enteramente el líquido que en el se
encuentre:11º., derramar en el plato las gotas de vino que han quedado
en el vaso, para poner en éste el agua que va a beberse: 12º., hacer
muecas o ruido con la boca, para limpiar las encías o extraer de la
dentadura partículas de comida por medio de la lengua.

5. Si la comida o bebida que ya se ha probado es desagradable, o si se


encuentra en el plato un objeto que por algún motivo incite asco, o que
sea realmente asqueroso, guardar de proferir ni la más ligera expresión
sobre el particular, o conducirse de manera que en ninguno de los
movimientos ni en el semblante llegue a notarse desagrado. Poner
disimuladamente a un lado del plato, sin contacto con la comida que en él
se encuentre, las partículas huesosas de las carnes y los huesos de las
frutas que no se pueden evitar llevar a la boca, las espinas de los peces y
cualquiera otra cosa que sea imposible hacer pasar al estómago.

Pero tener presente que este acto, de cualquiera manera que se ejecute,
será siempre desagradable a los que nos observen, y evitarlo por tanto
cuidadosamente en cuanto sea posible, procurando despojar en el plato
las comidas de todas aquellas adherencias antes de llevarlas a la boca.

6. Jamás usar para nada de la orilla del plato. La mantequilla, la sal, la salsa,
y todo lo demás que se sirvan para acompañar la comida principal, son
ejemplos de lo que no se debe poner en la orilla del plato.
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Si se desea deshacer de alguna cosa que se haya tenido ya en la boca,


apresurarse a entregarlo a los sirvientes, pues si es impropio ocupar la
orilla, todavía lo sería más el continuar tomando del contenido del plato,
después de haber hecho semejante mezcla.

7. Cada vez que en el acto de comer se haya de abandonar accidentalmente


alguna de las piezas del cubierto, ésta se colocara dentro del plato, de
manera que el mango descanse sobre la orilla de éste. Y cuando haya de
abandonar a un mismo tiempo el tenedor y el cuchillo, tener además el
cuidado de cruzarlos, poniendo el primero debajo del segundo.

8. Luego que se haya tomado lo bastante del plato, dejar dentro de él el


cubierto que hemos usado, poniendo el tenedor y el cuchillo juntos con el
mango hacia la persona, por ser este el signo que indica a los sirvientes
que deben mudarnos todo esto.

9. Para tomar los líquidos, apoyar el borde del vaso o de la taza en la parte
exterior del labio inferior, y sólo aplicar el labio superior cuando sea
absolutamente indispensable para beber sin ruido. Es altamente impropio
y grosero el introducir el borde del vaso o de la taza en la boca, de modo
que el labio inferior quede cubriendo una parte de su superficie, y el
superior sumergido en el líquido.

10. Jamás beber licor o agua, cuando se tenga aún ocupada la boca con
alguna comida.

11. No olvidar nunca limpiarse los labios inmediatamente antes y después de


beber licor o agua, y cada vez que se advierta no tenerlos
completamente aseados. Pero jamás emplear para esto el mantel, pues
en el caso de no habérsenos destinado una servilleta, debe usarse un
pañuelo que tendremos sobre las rodillas.
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12. En el acto de beber, ya sea licor, ya sea agua, fijar la vista en el vaso o en
la copa, y no dirijirla nunca hacia ninguna otra parte.

e. Lo que no se debe hacer en la mesa

1. En el momento en que una persona está bebiendo, es notable incivilidad


el dirigirle la palabra, y todavía más cuando ello tiene por objeto hacerle
una pregunta.

2. Siempre se encuentre en la forzosa necesidad de toser, estornudar,


eructar o sonarnos, pensar que estos actos son infinitamente más
desagradables en la mesa que en ninguna otra situación; y al mismo
tiempo procurar ejecutarlos de la manera más disimulada y que menos
llame la atención de los demás. Volverse siempre a un lado, para que
jamás nos queden de frente las viandas en tales momentos.

3. En cuanto a escupir y esgarzar, ya puede considerarse cuán contrarios no


serán estos actos a la severidad de la mesa, cuando están enteramente
prohibidos en todas las demás situaciones sociales

4. Muchas veces es imprescindible en la mesa el limpiarse el sudor, sobre


todo en los climas cálidos; pero tener siempre presente que este acto es
siempre desagradable en sociedad, y ejecutarlo con gran delicadeza que
apenas lo dejemos percibir de los demás.

5. Encontrándose las reglas que deben observarse en los banquetes,


pudiera acaso pensarse que las condiciones expresadas perdían algo de
su severidad, al tratarse de la conversación en la mesa privada o de
familia, y conviene por tanto advertir que semejante suposición sería de
todo punto absurda.
51

Por el contrario, al lado de las familias hablemos de estar todavía más


prevenidos que en los banquetes, a fin de no incurrir en ninguna falta
contra la propiedad y el decoro de la conversación en la mesa; pues la
confianza que nos inspira el círculo doméstico nos expone siempre
fácilmente a incurrir en extravíos de está naturaleza, al paso que la
presencia de los extraños nos impide de suyo cierta suma de respeto que
presta circunspección a nuestra conducta, y nos ayuda en cada caso a
llenar todas las fórmulas y a observar todas las reglas que la urbanidad
establece.

6. Entre los extravíos a que naturalmente se muestran en la mesa la


confianza con la familia, aparece desde luego la propensión a reñir a los
sirvientes, y la de hacer girar la conversación sobre asuntos privados que,
a poco que meditemos, reconoceremos que no es propio ni delicado se
trasciendan fuera de nuestra casa. Respecto de lo primero, pensemos
que si en todas ocasiones hay que ser prudentementes y tolerantes con
los domésticos, así por consideraciones que surgen de su misma
condición y de sus demás circunstancias personales como por la propia
tranquilidad. Nunca se debe ser en este punto más mesurados que
cuando se encuentre en la mesa; ya porque la presencia de muchas
personas hace demasiado mortificantes las reprensiones, circunstancia
que siempre vicia y debilita su efecto; ya porque éstas se oponen
abiertamente al buen humor y al contento que son tan propios de la mesa.

Y en cuanto a lo segundo, bastará recordar que en el acto de la comida


nos encontramos generalmente acompañados de niños y domésticos,
cuya ignorancia puede inducirlos a transmitir fácil e indiscretamente lo que
oyen, para que nos persuadamos de que en la mesa no debe proferirse
jamás ni una sola palabra de que no pueda imponerse todo el mundo.
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7. Cuando se tenga un motivo interior de tristeza, sobreponerse a el en la


mesa hasta aparecer por lo menos atentos y afables; pues no es justo ni
delicado que en tales momentos a turbar el placer de los demás, con el
aspecto y los movimientos siempre desagradables y aun mortificantes del
dolor y la melancolía.

8. Es una imperdonable grosería el separar del pan parte de su miga, para


traerla entre las manos y jugar con ella. Respecto de llegar en esto hasta
formar pelotillas y arrojarlas a las personas o hacia cualquiera otro objeto,
este es un acto tal, que no concibe pueda verse jamás ni entre personas
de la más descuidada de educación.

9. Jamás enjuaguarse la boca en la mesa, ni donde puede ser observados


en este acto por alguna de las personas de quienes se este acompañado.
El hacer esto con el licor o el agua que se tiene ya en la boca para beber,
es un acto extraordinariamente grosero.

10. Para levantarse de la mesa, esperar a que se ponga de pie la persona


que la presida; a menos que por algún accidente se tenga que retirar
antes, lo cual no hará, sin embargo, sin manifestar a los demás que la
necesidad nos obliga a ello. En las posadas públicas, con excepción de
los casos en que se encuentre en reuniones de invitación, se puede
levantar siempre libremente, sin esperar a que otros lo hagan primero, y
sin excusarse con nadie cuando se tenga que hacer durante la comida.

f. Del modo de trinchar, y del servicio en la mesa

1. Es un punto muy importante de la buena educación el saber trinchar, servir a


los demás y servirse a sí mismo, de oportuna manera, delicada y fácil.
53

No nada hay más desagradable que ver a una persona que sirve un plato
intempestivamente, que derrama los líquidos, que distribuye los manjares en
cantidades excesivas, que aparece, en fin, en tales actos llena de perplejidad
y de embarazo.

2. Procurar presentar aquí las reglas más importantes sobre la manera de


ejecutar convenientemente estas operaciones; pero téngase entendido que la
destreza y tino que en general requieren, son casi exclusivamente el
resultado de la observación y de la práctica.

3. Debe tenerse un especial cuidado en no servir nunca un plato fuera de la


oportunidad debida; y bien que en este punto haya alguna variedad, no por
eso dejan de existir reglas que tienen generalmente una aplicación uniforme
y constante, las cuales pueden reducirse a las dos siguientes:

1ª., en la primera mesa, después de tomada la sopa, se sirven el pescado,


los pasteles y todos los demás platos que necesitan del uso principal de la
cuchara, y al fin los platos fuertes, las ensaladas y la caza: 2ª., en los
postres, se sirven en primer lugar las frutas crudas: en segundo lugar los
lacticinios: en tercer lugar las tortas y demás preparaciones de harina: en
cuarto lugar las compotas, frutas secas, etc., y por último los dulces.

4. Jamás ponerse de pie ni para trinchar ni para servir. Este es un acto que
reúne a la vulgaridad e inelegancia, la circunstancia de ser
extraordinariamente molesto y fastidioso para las personas que se
encuentran inmediatas. Y cuando el plato que hayamos de acercarnos con
uno u otro objeto esté distante de nosotros, hagámoslo traer a nuestro puesto
con alguno de los sirvientes.
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5. Para trinchar una ave, se principia por separar de ella el ala y el muslo,
prendiéndola y asegurándola con el tenedor, e introduciendo acertadamente
el cuchillo en las articulaciones; y ejecutada esta operación, se van cortando
longitudinalmente rebanadas delgadas de la parte pulposa, la cual ha
quedado ya descubierta y desembarazada.

6. De las aves pequeñas se deja la caparazón en el trinchero, y se sirven los


cuartos y la pulpa, teniendo el cuidado de dividir aquellos previamente por las
articulaciones; pero de las aves grandes tan sólo se sirve la pulpa, dejando
todo lo demás en el trinchero.

7. Las viandas de carnicería se dividen en rebanadas delgadas que trae huesos


adheridos, se cortan también rebanadas longitudinales, cuando se hace difícil
el corte transversal.
8. El jamón, aunque contiene un hueso, no se corta jamás longitudinalmente,
sino en rebanadas transversales muy delgadas, y dejando a cada una de
ellas la parte de grasa que naturalmente saque en el corte.

9. Las rebanadas de todas estas piezas se sirven con el tenedor, auxiliado


siempre del cuchillo.

10. El pescado no se divide con el cuchillo: la parte que ha de ponerse en cada


uno de los platos se toma con una cuchara, o con una llana de plata a
propósito para este objeto.

11. Para servir un pastel, se corta con el cuchillo la parte de pasta


correspondiente al relleno que va a servirse, y todo ello se pasa al plato por
medio de la cuchara, cuidando de poner en éste la pasta sobre el relleno.
55

12. Todos los demás platos se sirven por medio del tenedor el cuchillo, o de la
cuchara, según la naturaleza de cada uno; y cuando es necesario auxiliar la
cuchara, esto se hace con el tenedor.

13. La forma de las partes que se tomen de un original, y la colocación que se les
dé en cada plato al servirlas, deben ofrecer siempre una apariencia
agradable a la vista.

14. La sal y la salsa se toman con una cucharilla que acompaña siempre al
salero y a la salsera; y el azúcar, con unas pinzas que acompañan al
azucarero. La sal puede tomarse a falta de la cucharilla, con un cuchillo que
aun no se haya empleado en ningún otro uso.

15. Jamás tomar la comida del original haciéndola pasar por la orilla del plato, ya
sea que se use para ello del tenedor y el cuchillo, o de la cuchara.

16. Cuando se vaya a servir de un plato a todos los circunstantes, tener presente
el número de éstos, a fin de arreglar las proporciones de manera que no
llegue a apurarse el contenido del plato antes que todos queden servidos.

17. Servir siempre los platos con la delicadeza que es propia de la sobriedad que
en todos se supone, y ser en esto todavía más escrupulosos respecto de las
señoras; para quienes sería un verdadero insulto un plato servido con
exceso.

18. Siempre que toque servir a los demás, cuidar de destinar a las señoras y
demás personas a quienes se deba especial respeto, aquellas partes de los
manjares que sean más agradables y más fáciles de comerse.

19. Cuando se haya de servir salsa a una persona, ponerla siempre al lado y
nunca encima de lo que contenga su plato.
56

20. Al hacer circular un plato entre todos los circunstantes, lo cual no se


acostumbra nunca sino en mesas de mucha confianza, cuidar de poner en él
un tenedor o una cuchara, según que el contenido del plato debe tomarse
con uno u otro instrumento

21. Cuando circule un plato común, un caballero no se servirá a sí mismo antes


de haber servido a la señora que tenga a su lado.

22. En el caso del párrafo anterior, los caballeros dejarán siempre para las
señoras, y los inferiores para los superiores, la parte más agradable y más
fácil de comerse de lo que contenga el plato que circula.

23. No servirse nunca demasiado de ningún manjar. Aun en la mesa de familia,


vale más servirse dos veces, que ofrecer a los demás la desagradable
impresión que produce siempre un plato servido con exceso.

24. No poner nunca en el nuestro plato, ni a aun mismo tiempo, ni


sucesivamente, diferentes comidas que hayan sido preparadas para ser
servidas separadamente.

25. Cuando se sirva licor o agua, o se sirva a una persona que éste situada a la
izquierda, tomar la botella con la mano derecha; y cuando se haya de servir a
una persona que ocupe a la derecha, tomarla con la mano izquierda, pues no
debemos jamás servir el licor ni el agua sino por el lado de la botella donde
se encuentre uno u otro pulgar.

26. No poner nunca en el vaso o en la copa mayor cantidad de licor o de agua,


que aquella que vayamos a tomar de una vez. Sin embargo, hay licores
dulces, y con otros que enseñará la práctica de las sociedades de buen tono.
57

27. Es sobre manera impropio servir a otra persona licor o agua, hasta llenar
enteramente el vaso o copa.

28. Cuando se nos sirva licor o agua por otra persona, luego que se tenga la
cantidad que es suficiente, indicarlo por medio de la palabra, o bien
levantando suavemente el cuello de la botella con el mismo vaso o con la
copa. Y cuando tengamos que servir a otra persona, hagcerlo sin
precipitación, a fin de que se pueda detener fácil e inmediatamente cuando
ella lo indique, y no vaya a quedar en su vaso o en su copa mayor cantidad
de la que quiera tomar.

29. Al poner en una taza café o cualquiera otro líquido, hacerlo de manera que
no llegue a rebosar.

30. Cuando se serva licor de una botella aun no decentada, poner primero en el
vaso o en la copa una pequeña cantidad, siempre que hayan podido caer
dentro de aquella, al destaparla, algunas partículas de corcho.

31. Siempre que se pida algo a una apersona que se encuentre en la mesa,
emplear una frase atenta, como hágame ud. el favor, tenga ud. la bondad,
etc. Cuando una persona pregunte si se desea tomar de algún plato o de
algún licor para servirnos, estar dispuestos a aceptar el ofrecimiento,
contestando con la frase si ud. me hace el favor, u otra semejante; y cuando
se haya de contestar que no se acepta, dar siempre las gracias a la persona
que nos hace el obsequio de dirigirnos la pregunta.

32. Cuando una persona nos sirva alguna cosa, ya sea a petición nuestra o por
ofrecimiento espontáneo, le daremos las gracias en breves palabras,
haciéndole al mismo tiempo una ligera inclinación de cabeza.
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g. La mesa.

El elemento en torno al cual se desarrolla una reunión es, naturalmente, la mesa.


Ya sea que la ocasión sea formal o informal, la mesa es el centro de la reunión.

Ciertamente, la selección del menú es de primordial importancia, así como la


calidad y cantidad de platillos y bebidas; sin embargo, no hay que olvidar la
presentación de todo ello y el ambiente que se logra crear. Aun cuando el objeto
de esta obra no es el proporcionar recetas de cocina, más adelante se dan
indicaciones útiles al respecto y algunos menús que puedan servir como modelo.
Por el momento, nuestra atención se concentrará en la forma de presentar
elegantemente la mesa. /5

h. Recipiente para lavarse los dedos

En el pasado, en las mesas muy refinadas se colocaba, a la derecha del plato,


un plato hondo con agua y una rebanada de limón para enjuagarse los dedos
después de un platillo de pescado; el platillo se retiraba antes de servir la carne.
En la actualidad, por razones prácticas ya no se usa. Se cuentan muchas
anécdotas acerca de invitados poco vividos o muy despistados que se han
bebido el agua de limpiarse los dedos.

i. Acomodo de los comensales

En todos los casos, el anfitrión y su esposa ocuparán las dos cabeceras de la


mesa. Es de mal gusto ofrecer la cabecera al invitado más importante aunque
se le quiera halagar al máximo; de hecho, el lugar de honor de una mesa es a la
derecha de la señora de la casa, para el invitado varón de más alto rango, y a la
derecha del señor de la casa para la dama invitada más importante.

5
/ Manual de Urbanidad, Manuel Antonio Carreño, Editora Nacional, 1979 México D.F.
pags.299-313
59

En general, el invitado de mayor rango es aquel en cuyo honor se ofrece la cena,


el más importante socialmente o la persona de mayor edad. Se debe procurar
sentar una dama y un caballero, pero nunca a un matrimonio junto.
Debe de tratar de acomodar contiguamente personas que tengan algo en
común.

6. Fiestas familiares

El núcleo familiar es el centro de la vida social y dentro de la familia existen


ciertas circunstancias que todos los pueblos y todas la civilizaciones han
marcado en forma especial según los ritos y costumbres. El nacimiento, la
pubertad, el matrimonio y la muerte son puntos culminantes en la vida de todo
ser humano. Cada grupo social los celebra de manera particular.

En nuestra comunidad existen también tradiciones; algunas son muy antiguas,


otras se han ido incorporando a lo largo del tiempo y otras más tienden a
desaparecer.

a. Nacimiento

El nacimiento de un bebé es un acontecimiento importante para todas las


familias y se anuncia con mayor o menor pompa, según la posición social de
éstas. A los parientes y amigos más íntimos se da la noticia inmediatamente
después del feliz suceso, por medio de llamadas telefónicas. A las personas que
se encuentran en otro lugar, o en otra ciudad, o en otro país se les puede
anunciar por medio de una tarjeta. Existen en el mercado algunas ya impresas
de clara influencia estadounidense; se pueden utilizar estas, o bien, solo enviar
una nota en la que se participa del acontecimiento, con los datos del día del
nacimiento y el nombre que llevará el recién nacido.
60

Los amigos, al conocer la noticia, deberán felicitar a los padres, bien con un
telegrama, una nota cariñosa enviada por correo o una visita al hospital o a la
casa. Si la amistad es íntima o si se trata de un pariente cercano, la visita al
hospital es lo esperado; Esta deberá ser muy breve respetando los horarios del
nosocomio. Si se envían flores a la nueva mamá, es conveniente considerar que
las habitaciones del hospital suelen ser reducidas y que por lo tanto, el arreglo
floral no debe demasiado voluminoso. Se deben evitar flores de perfume intenso
o las de excesivo polen, por que pudieran molestar tanto a la madre como al
bebé. Otros regalos usuales para la ocasión son: jabón, loción, perfume,
bombones, revistas o libros de interés para la nueva mamá; no se recomienda
regalar, por ejemplo, un tratado de jurisprudencia medieval, ya que aunque se
trate de una mujer muy culta, después de haber dado a luz, las mujeres no
tienen mucho tiempo ni ganas de lecturas serias.

A la criatura se le lleva algún juguete, un animal de peluche, una cajita de


música u objetos más grandes como una charola, la tina de baño, una cuna o
“moisés”.

Cada familia se pone de acuerdo para surtir al nuevo miembro de las cosas
indispensables; si es el primer hijo o nieto, éstas suelen ser muchísimas. Desde
luego, los regalos voluminosos, como los que se han mencionado, no deben
llevarse por ningún motivo al hospital, lo ideal es que lo reciban al volver a casa.
Si la visita al neonato se hace en casa, se recomienda anunciarse con una
llamada telefónica. Una mamá recién desempacada del hospital en compañía de
un bebé siempre está ocupadísima y, la mayoría de las veces, no con la mejor
disposición. Por tanto, y a menos que sea su hermana o madre, conviene
preguntar cuál es la hora más apropiada para hacerle una visita. Una vez en
casa, no pretenda cargar en la criatura y, desde luego, no la bese; si está
dormida no insista en verla, es mejor que vuelva otra ocasión.
61

b. Nombres

Una de las dificultades que con frecuencia surge entre los padres y los abuelos
es el nombre que se le pondrá al bebé. Para evitarlas, sígase la sabia costumbre
de que el padre escoja el nombre de la criatura si es niña, y que la madre elija si
es niño. En nuestra cultura es común que el primogénito lleve el nombre del
padre o de la madre, según el sexo, pero esto no es obligatorio. Esta no es la
costumbre de la mayoría de países occidentales; de hecho suele verse con
extrañeza que el padre y el hijo o la madre y la hija lleven el mismo nombre. Lo
que sí se recomienda enfáticamente, es no buscar nombres demasiado exótico
que a los padres pueden parecerles muy originales, pero que a través de los
años suelen causar innumerables bromas y desazones. También se recomienda,
por razones prácticas no usar más de dos nombres de pila, aunque un solo es
suficiente, cuanto más nombre tenga una persona, más posibilidades tienen de
que los equivoquen en los mil documentos que se tiene que obtener durante la
vida, acta de nacimiento, inscripción a la escuela, pasaporte o tarjeta de crédito.
Lo mismo es válido para nombre en lengua extranjera. Con ellos se corre el
peligro constante de que lo equivoquen en todas partes, amén de los
extravagantes que resulta llamarse Winfred Pérez, Betullah Moreno o peor aún
Iztaccihuatl Martínez.

c. Bautizo

El bautizo suele ser una ocasión básicamente familiar. En la actualidad se lleva a


cabo en la capilla del mismo hospital donde nace la criatura y se celebra
austeramente, con la presencia de los familiares más cercanos: padre, abuelos,
tíos y padrinos. Para festejar se ofrece una copa de champaña o vino blanco y
algún bocadillo comprado en a pastelería. Los padrinos como su nombre lo
indica y la tradición lo establece son las personas que deben hacerse cargo de la
criatura, si uno de los progenitores faltara.
62

Por lo tanto deben ser personas jóvenes con aceptable situación económica y
que pudieran desempeñar el papel de padres en caso necesario. En general,
los padrinos suelen ser también miembros de la familia.

Tradicionalmente regalaban el ropón para el niño, aunque en muchas familias


existe un ropón colectivo (entre las más encopetadas es antiguo), que se usa de
generación en generación ya que se emplea una sola vez, es conveniente no
comprarlo especialmente para la ocasión, a menos que las ocasiones
económicas de los padrinos, sean muy holgadas. Así mismo, los padrinos
regalaban a la criatura una medalla de oro con su cadenita; en el reverso de
aquellas se grava el nombre del bebé y la fecha del bautizo. Los otros
concurrentes sino lo han hecho antes llevan un regalo para el niño que puede
ser, cubiertos miniatura de plata, ropa, algún juguete, animales de peluche, o si
se trata de una niña, pendientes, una pulsera de oro o un broche pequeño para
detener el babero. También se acostumbra llevar un regalo para la mamá:
flores, lociones o perfumes, bombones, etc.

Si la familia desea festejar especialmente el nacimiento y si los medios


económicos lo permiten se puede hacer una fiesta más grande varias semanas
después, cuando la madre ya se ha recuperado del parto. Se celebra una
ceremonia religiosa en la parroquia de la familia que no es necesario adornar
especialmente, ya que la ceremonia se desarrolla en el bautisterio y al recepción
en la casa de los padres o de los abuelos, no se acostumbra utilizar un lugar
público para el bautizo. En este caso, se invita un mayor número de gente. A
menos que se desee hacer una ocasión verdaderamente excepcional, las
invitaciones se hacen por teléfono, los bautizos suelen celebrarse por la tarde,
de preferencia en un día no laboral, ya sea sábado o domingo. Después de la
ceremonia religiosa se sirve un cóctel, es conveniente, si se tienen más de
veinte invitados, contar con los servicios de uno o más camareros, para
atenderlos.
63

En México se acostumbra todavía el “bolo”, que corre por cuenta del padrino, no
así la recepción, que es cubierta por los padres o los abuelos de la criatura
bautizada. El bolo consistía originalmente en moneditas de oro que se reparten
entre los asistentes.

Son pocas las familias que estos tiempos pueden repartir monedas de oro entre
los invitados por los que se regalan pequeños objetos de plata o metal plateado
(ceniceros, charolitas, o decoraciones con el nombre del niño y la fecha del
bautizo. El bolo se puede sustituir con una estampa decorativa, que tenga
religioso o infantil, que lleve impreso en el reverso el nombre de la criatura, de
los padres, de los padrinos, del sacerdote que ofició en la ceremonia y la fecha
en que esta se llevó a cabo. Esta costumbre a desaparecido paulatinamente,
por que es poco práctico y muy costosa, por ello es aceptable hacer una fiesta
de bautizo sin hacer “bolo”.

Desde luego, se espera que todos los convidados lleven un regalo para la
criatura o para la madre, como los descritos con anterioridad. Los almuerzos de
bautizos sólo se siguen realizando en las regiones rurales apartadas, en las
cualquier ocasión se aprovecha como pretexto para hacer una fiesta. En estos
bautizos por demás muy folclórico y alegre se lleva música y se sirve mole. Por
desgracia la vida agitada de las ciudades, impide conservar estas viejas
costumbres campesinas y provincianas, el vestido adecuado para el bautizo es
discreto, como para salir a cenar a un restaurante o para ir al teatro; no se
requiere en absoluto el traje de cóctel, ningún otro adorno llamativo.

d. Primera Comunión

Únicamente, la primera comunión se realiza en forma colectiva, de manera que


un grupo de niños, que frecuenta la misma escuela o que toman clases de
catecismo, juntos hacen esta ceremonia al mismo tiempo.
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Es una costumbre muy práctica que resulta económica para los padres. En
general, una sola persona se hace cargo de los preparativos a nombre de todo el
grupo y los padres simplemente comparten los gastos con la iglesia, las flores, la
música.

Si se desea, se comparten también los gastos del desayuno. O bien, cada uno
por su cuenta organiza el desayuno según sus necesidades y posibilidades
particulares.

Otra forma de hacer la primera comunión más íntima, es aquella que se organiza
entre los miembros de la misma familia; es decir, que dos o más hermanos o
primos de aproximadamente la misma edad (se supone que debe hacerse de los
siete años en adelante y no después de los 12) la realizan juntos.

En este caso, la familia se pone de acuerdo sobre la manera de festejarlo la


ceremonia religiosa se celebra por la mañana (entre las 8 y las 9), por lo que es
conveniente servir después de esta, el desayuno, que suele ser más bien
abundante y puede constar de los siguientes platillos: jugo de frutas, frutas
frescas, huevos revueltos, tamales, atoles, y/o chocolate y pan dulce. El pastel
es poco frecuente además resulta ser excesivo. Dado el clima templado que
disfrutamos en la mayor parte de México es común que los desayunos se sirvan
en el jardín, ya sea de la casa de algún miembro de la familia o en locales que
se alquilan especialmente para la ocasión. Aquí también conviene seleccionar
un día festivo o un sábado, si se quiere tener la seguridad de contar con los
invitados.

A la primera comunión se invita fundamentalmente a los parientes cercanos y a


los amigos íntimos, o bien de los amigos de los niños protagonistas; es decir, se
trata más bien de una fiesta de niños y de pariente. Es de mal gusto
aprovechar esta situación para establecer relaciones sociales y de negocios.
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Las invitaciones se hacen por teléfono y se acepta o se declina la invitación con


toda anticipación en el caso que se invite también al desayuno, pues es
necesario planear número de personas que asistirán.

Para esta ceremonia se acostumbra sólo la madrina, que se selecciona, como


siempre, entre personas muy allegadas.

La madrina tiene como obligación regalar a la criatura un libro de misa, el rosario


y la vela. Si su condición económica lo permite, también el vestido, pero este no
es obligatorio. En el pasado a las niñas se le hacían vestido de primera
comunión excesivos, que parecían más bien de novia. Esto es cursi e impráctico
pues es una prenda que no se usa más que un solo día. Los niños
tradicionalmente vestían pantalones largos por vez primera, pero en la
actualidad ya no se acostumbra; los niños pueden vestirse de traje.
Es elegante el pantalón gris perla y la chaqueta azul marino (que además podrá
utilizar un par de años), camisa blanca y corbata. Sin embargo, es adecuado,
vestir un bonito suéter y un pantalón de casimir (evite, desde luego, los jeans y
los zapatos tenis, sí es que piensa hacer un festejo más o menos formal).

Los regalos adecuados han cambiado mucho en los últimos 20 años, pues
originalmente se hacían regalos de tema religioso, lo cual ocasionaba que las
pobres criaturas, terminaran con tres o cuatro rosarios, varios libros de misa y
biografías de santos. En la actualidad, y con la creciente tendencia a ser más
práctico, se estila regalar cualquier cosa que pueda agradar a una criatura de
esa edad: libros, discos, cassettes, ropa, juguetes, alguna alhaja a las niñas (no
cara naturalmente), artículos deportivos, etc. los regalos religiosos
indispensables los hace la madrina.

El vestuario para los adultos debe ser informal, puesto que es de mañana:
señoras pocas alhajas, y absolutamente prohibido llevar pieles.
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Se acostumbra también repartir (hágase o no desayuno) una estampita religiosa


con el nombre del niño o la niña, el nombre de la madrina, el sacerdote oficiante,
la fecha de la ceremonia y el templo donde esta se llevó a cabo. Estos
recuerdos últimamente poco usuales, se reparten entre los asistentes a
diferencia de la boda religiosa, en la primera comunión, no es de buen gusto
invitar a la gente a la ceremonia y no al desayuno. Es una grosería hacer que
alguien se levante para ir a oír misa y después no ofrecerle desayuno.

e. Quince años

La fiesta de quince años es una de las ocasiones en las que fácilmente puede
caerse en el ridículo y resultar de una cursilería sin límite, sino se tiene el
suficiente tacto para celebrarla con sencillez, elegancia y austeridad.
En otros tiempos en los que las chicas efectivamente no tenían la pasión de ser
vistas y conocidas y en los que el matrimonio se concertaba a muy temprana
edad, esta fiesta tenía por objeto dar a conocer a las niñas casaderas las
amistades de la familia, y acercar candidatos aceptables para el matrimonio. En
la actualidad las muchachas gozan de una mayor libertad, para salir solas, o con
amigos para formar su propio círculo de amistad, por lo que esta fiesta resulta un
tanto obsoleta e innecesaria, sin embargo, existen familias que tienen especial
interés en celebrarla, si usted está incluida en entre estas personas e insiste en
hacerle la fiesta de quince años a su hija, tenga en cuenta lo siguiente: es
necesario que consulte con la muchacha si efectivamente quiere que se celebre
su cumpleaños o prefiere un regalo de otra índole; muchas prefieren hacer un
viaje, abrir su propia índole o comprarse otra cosa verdaderamente útil en vez de
comprarse un vestido de tul, pastel de tres pisos y “chambelán” acartonados, si
la chica está de acuerdo es ella quién debe decidir, quienes serán lo invitados a
su fiesta, entre los que destacarán naturalmente, la gente joven, es absurdo que
a las fiestas de quince años concurran las tía seniles, los tíos calvos, y las
amistades de trabajo del papá y de la mamá.
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No es justo que los padres tomen como pretexto el cumpleaños de una hija, para
agasajar a sus amistades personales o a sus relaciones de trabajo o de negocio.

Si se quiere verdaderamente festejar a una quinceañera hay que dejar que sea
ella la que decida en que forma desea que se haga.

f. Matrimonio

En las familias más tradicionales y cuando la novia es todavía muy joven y vive
en casa de sus padre, se acostumbra la petición de manos, es una ceremonia en
la cual el padre del novio, el hermano mayor o pariente cercano de mayor
prestigio, pide una cita con la familia de la contrayente, para solicitar
formalmente la autorización para el matrimonio. Se sobreentiende, por supuesto,
que esta será concedida.

En esta ocasión, el novio regala el anillo de compromiso a la chica, y de acuerdo


con una costumbre estadounidense, este suele ser de brillantes. En la vieja
tradición hispánica, de la cual somos herederos, el regalo solía ser una pulsera o
aretes de piedras preciosas. De cualquier manera aún sin el regalo, el
compromiso es un acontecimiento social, que para algunos círculos es de gran
trascendencia. Con motivo de esta visita, la familia de la novia, debe invitar a
cenar a los emisarios del joven contrayente.

El matrimonio puede efectuarse mediante el rito civil, el religioso o ambos, en


nuestro país, este último es posterior al matrimonio civil. El primero, por lo
general, es menos formal, en cuanto a la organización; El segundo, conlleva
ciertas reglas más tradicionales, en ambos casos es necesario presentar los
siguientes documentos: Acta de nacimiento, análisis médicos, certificado de
residencia, todo lo cual se presenta ante el juez del Registro Civil.
68

Para el matrimonio se requiere el acta de bautizo, la de confirmación (en


ocasiones esta se dispensa) la publicación de amonestaciones en la parroquia a
la que pertenecen los contrayente, y el certificado del Registro Civil.

Existen convenciones tradicionales respecto a la división de los gastos (pero sí


la cenicienta se casa con un Rockefeller o viceversa se entiende que la familia
Rockefeller efectuará todos los gastos).

En general, si los contrayentes son todavía muy jóvenes y no tienen los recursos
económicos necesarios, las familias respectivas se distribuyen los gastos de la
siguiente manera: La familia de la novia se encarga de las invitaciones, los
gastos de la fiesta y la ceremonia, si el matrimonio es religioso, la erogación
suele ser importante por el gasto en flores, música, contribución al templo, etc.
La familia del novio por su parte, cubrirá el costo del vestido de la novia, el ramo,
los anillos, la luna de miel, y el mobiliario del “nidito de amor”.
Pero si los contrayentes son personas autosuficientes, entre los dos cubren los
gastos según las posibilidades de cada uno, a este respecto, son las familias
más tradicionales las que tienden a conservar la costumbre de la división de las
erogaciones.

i. Invitaciones para el matrimonio

Si el matrimonio se celebra con una recepción, es importante entregar las


invitaciones, con suficiente anticipación, estas se entregan personalmente, para
esta tarea siempre es bueno contar con la colaboración de amigos y parientes
cercano, se envía por correo solo las que van a otras ciudades del país o al
extranjero, si el matrimonio no se celebra con una fiesta especial, se envía las
llamadas participaciones.
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En este caso, como no se espera que la gente concurra a la ceremonia, las


tarjetas pueden mandarse por correo para preparar la fiesta de invitados es
indispensable que se reúnan las dos familias de los novios, y se dialogue
abiertamente las prioridades en las invitaciones, no es extraño que esto
constituya, la primera fricción entre las dos familias, ya que cada una tiene sus
invitados ineludibles. El primer criterio, que de debe seguir es que la prioridad
las debe llevar los invitados de los novios y después por parte exactamente
iguales, los padres de cada uno de los contrayentes.

El formato clásico de las invitaciones es: a la izquierda comunican el matrimonio


de los padres de la novia y a la derecha los del novio. En general, se evitan los
títulos académicos u otro tipo distinciones, el sobre siempre se rotula a mano.

ii. Ceremonia matrimonial

En la ceremonia de la boda civil, la familia del novio se coloca a la derecha y la


de la novia a la izquierda, los amigos donde deseen. El novio llegará unos
minutos antes y se colocará delante de la persona que se celebrará la
ceremonia. Los testigos del novio estarán a la izquierda, y los de la novia a la
derecha. Esta llegará acompañada por su padre y se colocará a la izquierda de
su futuro esposo. En la ceremonia religiosa la disposición es la misma, pero el
contrayente espera a su prometida a la puerta de la iglesia y la ayuda a bajar del
automóvil a su llegada. En las bodas especialmente elegante pero un poco
pasadas de moda, se organiza el cortejo nupcial con damas, madrinas y
pajecitos. Desde la entrada a la iglesia, el cortejo se coloca en el orden
siguiente. La novia y su padre (o el varón que la entrega puede ser un hermano
o tío) los pajes que llevan la cola y los anillos; las damas entre las que designa la
madrina de lazo y al de ramo, la primera lleva el lazo en el cortejo, la segunda
recibe el ramo de las manos de la novia al iniciar la ceremonia ante el altar.
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Después de las damas sigue el novio que da el brazo a su madre; la madre de la


contrayente acompaña al padre del novio, y después siguen los familiares y los
testigo invitados a participar en el cortejo siempre por parejas. El resto de los
invitados se van ubicando en el interior del templo para el cortejo que procede a
los acordes de alguna de las varias marcha nupciales.

Una forma más sencilla y tal vez más elegante es que se prescinda del cortejo
en cuyo caso, la novia entrará en la iglesia del brazo de su padre y el novio la
espera a un lado del altar, los demás familiares ya se habrán acomodado
previamente. Para ellos se suele dejar libres las primeras dos filas de bancas
que ocupan, por general, la familia inmediata de los contrayentes.

La tradición de arrojar arroz a los novios a la salida de la iglesia, aún se


acostumbra en muchos círculos y parece divertida, pero la costumbre de atar
latas al coche y pintarrajearlo es deplorable, de pésimo gusto y acoplado a las
películas estadounidenses. Las familias verdaderamente finas de aquel país, ni
muertas permitirían una falta de gusto tan flagrante.

iii. Cómo vestirse al asistir a un matrimonio

Si el matrimonio es por la iglesia y se desea otorgarle solemnidad, la tradición


exige que la novia vaya de blanco, de largo y con cola, y el novio de negro (traje
de etiqueta). Si, en cambio, se desea una ceremonia sencilla es suficiente un
traje obscuro para él y vestido blanco corto para ella. Si el novio es militar o
marino, puede usar su uniforme de gala; esto suele dar colorido a la ceremonia,
pero para ello es necesario solicitar autorización a las autoridades militares
competentes. La novia puede elegir entre la romántica de vestido largo de cola
o, más moderno, un vestido corto, siempre de blanco o de un color pastel.

La novia llevará siempre adornada la cabeza, ya sea con el clásico velo, un


sombrero o simplemente flores de azahar.
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En lo que respecta a los invitados, el vestido de las señoras dependerá de la


solemnidad con que se celebre la ceremonia, pero si quiere ir realmente
elegante, trate evitar una apariencia ostentosa, sobre todo si es usted una simple
invitada. Los varones se vestirán con traje completo de color oscuro, las damas
utilizarán, de acuerdo con el clima, un vestido de seda o traje sastre. En este
caso no hay reglas particulares como sean las del buen gusto. Sin embargo, es
necesario evitar el color blanco para no competir con la novia, que debe ser la
estrella del espectáculo, se dice que las señoras no deben vestirse de negro, ya
que se trata de una ocasión festiva; pero no es obligatorio.

Si es de noche puede usar un sombrero y joyas; si la ceremonia nupcial es al


medio día, no hay que llevar vestidos muy escotados ni pieles, ya que el clima
de nuestro país no las requiere.

iv. Recepción

En las películas de Hollywood, el matrimonio se realiza en la casa de campo de


la novia, desde donde, en el fondo, se ve la iglesia, de sus antepasados. Esto,
desde luego, no sucede en la vida real. Generalmente, la recepción se ofrece en
el salón de fiestas de un hotel, en un restaurante, en la casa de la novia o en la
de u pariente rico. De acuerdo con el horario de la ceremonia, se servirá un
cóctel una comida o una cena; en la actualidad están de moda las ceremonias
nocturnas, el menú varía según los gustos personales y, sobre todo, las
posibilidades económicas de la familia; lo que si es obligatorio es el pastel de
bodas y el champaña. Se aconseja evitar las cursilísimas figuritas de azúcar
sobre el pastel.

Un consejo: más vale un espléndido cóctel o vino de honor, que un banquete


sin la preparación adecuada. Mejor una sola copa de champaña y bocadillo de
caviar, que tres platillos de mal gusto y mal servidos.
72

Si la boda se celebra con un banquete en el que los comensales están sentados,


el orden será el siguiente; en la mesa de los novios, sus respectivos progenitores
y padrinos, y los invitados de mayor rango y edad, a la derecha del novio la
desposada y a su izquierda la madre de ella é inmediatamente el padre de él. De
ahí en adelante, alternadamente en orden e importancia, se sentarán los
parientes y amigos empezando siempre por la derecha de la novia.

En el resto de las mesas, los invitados se suelen acomodar por grupos de


personas que se conocen entre sí, es conveniente que algún familiar de los
novios esté pendiente de las personas que asistan solas, y no se atrevan a
unirse a un grupo, para acomodarlas con gente de confianza que las atienda, si
el banquete es de pocas personas, y muy formal, se recomienda asignar los
lugares.

v. Regalos

Los más importantes son los de los padres y testigos. Lo mejor es regalar cosas
prácticas y útiles, hace algún tiempo se acostumbraba consultar la lista de
regalos para bodas en tiendas de regalos comerciales. Infórmese si esta lista
existe; seguramente en ella podrá encontrar todo lo que los novios desean y
necesitan: desde una azucarera hasta piezas de plata, desde luego, la
elaboración de esta lista no es elegante ni discreta, pero se acepta solo gracias
a que resulta muy práctico.

El regalo de bodas, se entrega en la casa de la novia por lo menos con cuatro


días de anticipación, sino se puede hacer antes entrégueselo a los novios
después de la boda en su nueva casa, y evite llegar a la ceremonia con el
paquetito entre las manos pues es de pésimo gusto. /6

6
/ Modos, Modas y Modales, Manual de Etiqueta, Editorial Trillas, primera edición, 1992 México.
Págs.106-130.
73

6. Cómo comportarse en lugares públicos y con personas


particulares

a. Comportamiento en espectáculos públicos

Los espectáculos públicos son cada día más numerosos y a ellos asiste con
mayor frecuencia gran número de personas.
Las reglas de urbanidad o de simple respeto humano parecen no existir en
algunos de ellos, los prueba el hecho de que últimamente resulta inevitable la
violencia en los estadios de fútbol en los que se rige absolutamente la ley de la
selva. De cualquier manera, en otro ámbito poco menos cruentos si se observan
algunos principios fundamentales de cortesía y de buenas maneras que es útil
recordar. En este caso, se aplicaría el viejo principio de “no hagas a los demás,
lo que no querrías que te hicieran a tí”.

El mundo del espectáculo está integrado por tres grandes esferas: los
espectáculos que podríamos llamar de tipo deportivo, los espectáculos de masa,
y los que consideran de alta cultura. En el primer caso las reglas de
comportamiento son más flexibles y la única exigencia es la del respeto a la
dignidad y la integridad de los demás. En el segundo, que incluye el cine, el circo
y el teatro, ligero de vodevil, abarcan también espectáculos de carácter informal.

Desde luego, huelga decir que no solo es maleducado sino verdaderamente


peligroso el tratar de no respetar la fila, para tratar de comprar los boletos o
pretender abrirse pasos a codazos y puntapiés para entrar en una sola o en un
recinto público. De ninguna manera se acepta empujar a otras personas para
alcanzar el mejor lugar. Asimismo, apartar el sitio de una persona que debe
ocuparlo en breve si es perfectamente normal pero es inadecuado tratar de
bloquear quince lugares, cada uno con un programa, por si acaso llegan amigos
y conocidos y no liberarlos hasta después que ha comenzado la función.
74

Frecuentemente este tipo de práctica puede ser motivo de fuertes discusiones y


hasta de golpes.

Las señoras y algunos jóvenes de la “onda punk” deben tener en cuenta que las
melenas voluminosas y los adornos vistosos en la cabeza pueden ser un
obstáculo para los desafortunados espectadores que se sienten detrás de ellos.

En los espectáculos que hemos llamado de alta cultura y entre los que se
contaría la opera, el teatro, los conciertos y las conferencias, se deben observar
ciertas reglas, no solo de cortesía hacia los demás sino de respeto para con los
interpretes o los músicos que se presenten.

He aquí algunas de las reglas fundamentales que deben observarse en los


espectáculos públicos:

• Hablar lo menos posible con la persona del lado, y si se hace procurar que
sea en voz muy baja.

• Llegar a tiempo y si no es así, esperar a que termine el primer acto, si se


trata de teatro o la primera ejecución musical, si es un concierto (en el Royal
Festival Hall de Londres, por ejemplo, si uno llega tarde puede oír la primera
parte del concierto en lobby y verlo por televisión pero además de ser
incomodo es molesto).

• No se admite sentarse en un lugar que no es que a uno le corresponde,


cuando son asientos numerados, hasta después del primer acto, si se trata
de una obra teatral, o después del primer número musical si se trata de un
concierto.
75

• En un evento de alta cultura, está estrictamente prohibido comer durante la


función, no así en los espectáculos deportivos o ligeros como el circo o los
coros.

• Cambiar de lugar continuamente es molesto para el resto de los


espectadores.

• Aún cuando no le agrade el espectáculo no debe salir de la sala si no hasta


el intermedio. Si lo hace, está indicando claramente que encuentra el
espectáculo horrendo e insoportable.

• Nunca se debe aplaudir en medio de un número aunque éste implique un


acto de gran virtuosidad. En cambio, si se admite el aplauso al final de un
aria de ópera o de un monólogo teatral, especialmente extraordinario.
Aplaudir a una prima bailarina después de una serie de piruetas es de un
provincialismo extremo.

• Con frecuencia las obras musicales tienen largo silencio entre un movimiento
y otro. Si usted no conoce la obra, absténgase de aplaudir en el primer
silencio cometerá una incorrección. Si no conoce la obra, espere a que la
mayoría del público aplauda o fíjese bien en la actitud del director que
generalmente baja los brazos cuando ha terminado la obra.

• Un espectáculo de alta cultura equivale a una ceremonia, por lo que se


requiere un vestuario adecuado. No necesariamente lujoso, pero sí discreto y
respetuoso. El ser muy “informal” no justifica el mal gusto de presentarse a
un evento de este tipo con el mismo atuendo que se usa para ir de excursión
al desierto de los leones, de la misma manera que sería ridículo presentarse
a un día de campo de traje negro y corbata de seda o con vestido de
noche.
76

• Si por razones ajenas a su voluntad sufre un ataque de tos es necesario


levantarse y salir de la sala hasta que éste haya pasado por completo. Si se
trata de solo aclararse la garganta, se puede hacer en un momento de
silencio ya sea de la música o del monólogo.

• La antigua procedencia es un palco sigue en vigor; es decir, que las señoras


se sientan en la fila de adelante, dando el mejor lugar a las señoras de mayor
edad; mientras que los señores se acomodan en las filas de atrás,
otorgando siempre el lugar de mejor visibilidad al varón de mayor edad.

b. Comportamiento en el automóvil

A bordo de un vehículo de cuatro ruedas suelen verificarse fenómenos de


metamorfosis verdaderamente inusitados, y así, personas que usualmente, y
paradas en las banquetas, pueden ser educadas, gentiles, dulces y hasta
simpáticas.

Cuando se sientan detrás de un volante se convierten en monstruos


sanguinarios de brutal agresividad e iracunda actitud, sin contar el cambio total
de uso del vocabulario. Efectivamente, el tránsito caótico de las ciudades
modernas convierte a los seres humanos en indescriptibles ejemplares dignos
de la más espeluznante película filmada por Hitchcock. Se requiere un
verdadero esfuerzo de voluntad para conservar la sangre fría y no renegar de las
cuidadosa educación que en todos los demás ámbitos de la vida somos capaces
de demostrar.
77

El automóvil es como una casa miniatura, una pequeña propiedad privada, en la


que el dueño tiene las mismas obligaciones del anfitrión de un castillo, por
ejemplo: antes de abrir la ventanilla pregunta a los demás ocupantes de vehículo
si ellos no les causa molestia, al igual que si enciende la radio, la calefacción o el
aire acondicionado. El asiento contiguo al del conducto se considera el lugar de
honor del automóvil, aún cuando, de acuerdo con las estadísticas de las
compañías de seguros resulta el más peligroso en absoluto.

Que remedio, también ser importantes tienen sus inconvenientes, el ocupante


del asiento de honor debe, a su vez, comprobar que la persona que está detrás
tenga suficiente espacio para acomodar las piernas y adaptará el asiento a las
circunstancias.

Tradicionalmente se acostumbraba que el caballero, abra y cierre la portezuela


de la señora, tanto al subir como al bajar del auto. En la actualidad el feminismo
ha hecho a un lado este requisito, arguyendo que la mujer es perfectamente
capaz de abrir y cerrar una puerta por sí sola, así como de ponerse el abrigo o la
capa de armiño, por lo que los señores que asisten en perpetuar esta tradición,
pueden parecer un poco pasados de moda, sin embargo, sigue siendo un acto
de cortesía muy a preciado por la chica de más de cuarenta años y tal vez hasta
por las señoritas.

Cuando la señora se sienta en el asiento de atrás y en el mismo se va a sentar


el caballero, éste la ayuda a subir al auto y después da la vuelta para entrar por
la portezuela.

Al automóvil, como a la casa, se le aplican ciertas reglas elementales de buen


gusto en la decoración. Evite adornos Kitsch como calcomanías amuletos,
perritos de peluche, muñecos y fotografías de su adorada familia deseándole
buen viaje. Descarte también los asientos de paja y plástico.
78

Las reglas de buena educación al volante coinciden, como es natural, con las de
tránsito. Es decir, no se toca el claxon solo cuando es estrictamente necesario,
no se rebasa por la derecha, no se obstruye el tránsito ni se estaciona en doble
fila, se respetan los semáforos en rojo (el rojo de los semáforos no es una
sugerencia, es una orden, además de la multa se ganará la reprobación
silenciosa pero elocuente de la sociedad civil). Cuando se es un verdadero señor
o una verdadera señora lo es en todo momento, también al volante del
automóvil.

No es válido invocar la prisa para ejercitar un comportamiento antisocial. Si tiene


verdaderamente tanto, use el taxi o trabaje menos: nadie tiene la obligación de
sacrificarse para contribuir a que usted haga carrera.

Quién conduce un automóvil debe controlarse, especialmente si lleva consigo a


los propios hijos. Recuerde que para nuestros hijos somos seres perfectos, por
lo menos hasta que no descubren que más bien resultamos detestables; No les
cause una desilusión prematura.

Cuando no se está solo es preferible abstenerse de fumar, si el trayecto es largo


no es largo; de otra manera se debe preguntar a los demás si no les molesta y,
en todo caso, reducir el número de cigarros al mínimo indispensables para no
morir de crisis de abstinencia.
Viajando en el automóvil durante varias horas se descubre si uno
verdaderamente se lleva bien con los amigos, los problemas que más
frecuentemente se presentan son el aire, la música y la calefacción; ejercite su
paciencia. El espíritu democrático impone la voluntad de la mayoría.

Si usted viaja en automóvil como huésped de los dueños del mismo, debe
comportarse como si estuviera en su casa. Es decir, use la máxima discreción,
agradezca después del viaje y en todo caso, ofrézcase a compartir los gastos de
la gasolina, aceite, peaje de la carretera, etc. no lleve demasiado equipaje.
79

Si los propietarios del vehículo no aceptarán su ofrecimiento de compartir los


gastos, invítelos a comer o a cenar después de éste o envíe a la señora un
bonito ramo de flores.

El disfrutar de la enorme dicha de tener un chofer que sea el que se destroce los
nervios en los embotellamientos de la dos de la tarde, implica conocer las reglas
principales en este caso, el sitio de un pasajero en un automóvil con chofer es el
asiento de la derecha de la parte trasera del vehículo.
Actualmente, en un alarde de democracia, si el pasajero es el dueño del
automóvil y viaja solo con el chofer, suele sentarse al lado de este. Si el dueño
del automóvil viaja con una señora, esta ocupa el lugar principal, es decir, el de
la derecha de atrás. En este caso es, naturalmente, el chofer el que abre y cierra
las portezuelas y es obligatorio que se baje para abrirle y cerrarle la portezuela al
pasajero (excepto en el caso en que su patrón va sentado junto a él).

Es conveniente instruir al chofer en el sentido de que por ningún motivo debe


participar en la conversación de los pasajeros, a menos que se le pregunte algo
directamente a él. Por otra parte se debe exigir que su presentación sea siempre
impecable y discreta.

Traje oscuro y camisa azul; en ocasiones especiales: la tradicional: gorra de


visera. En casos informales o durante los meses calurosos: pantalón oscuro y
camisa blanca, de manga larga.

c. Comportamiento dentro de un elevador

El elevador es un lugar público por lo que el comportamiento dentro de él está


sujeto a precisas reglas de cortesía. Si hay otras personas dentro del elevador
cuando usted suba a él, es necesario hacer un breve saludo: “Buenos días” o
“buenas tardes”. Los caballeros se descubren la cabeza como cualquier otro
recinto cerrado, si hay damas presentes.
80

Tanto en el elevador de la oficina como en el de la propia casa es recomendable


no hacer comentarios de índole personal y privada en el viaje: corre el riesgo de
que, entre el cuarto y el quinto piso sus confidencias se conviertan en
información pública. Si sube al ascensor con otras personas, pregunte a qué
piso van los demás y espere su turno para oprimir el botón correspondiente.
Despídase brevemente al salir, dejando pasar a las señoras y personas mayores
o de mayor rango primero, si es que el espacio lo permite.
Si el ascensor es demasiado pequeño o está muy lleno, el protocolo puede
causar pocos pisotones y patas. Como en cualquier otro medio de transporte, la
lógica más que la educación, que se deje salir o bajar a las personas que están
dentro antes de abordarlo. Al salir se debe hacer con orden, evitando arrollar a
quién espera abordar el elevador, fumar en el elevador, casi siempre está
prohibido, resulta no sólo molesto para los demás ocupantes, sino muy
peligroso, por tanto absténgase de hacerlo.

d. Comportamiento con el servicio doméstico

El servicio doméstico que hasta hacia poco tiempo disfrutábamos en nuestro


país, empieza a convertirse en una leyenda del pasado. Las viejas criadas, nos
acompañaban desde la cuna hasta el cementerio han desaparecido
completamente. Esperamos que esto verdaderamente un signo de que nuestra
economía ofrece otras alternativas más halagüeñas a las personas que antes no
tenían más posibilidad laboral, dada su escasa preparación, que “la de servir en
casa ajena”.

Sin embargo, si pertenece usted a la privilegiada súper elite de los que todavía
tienen servicio de planta en su casa, es justo y conveniente que recuerde
algunos principios de decencia humana para con las personas que le sirven las
24 horas al día, y que tienen ciertos derechos sacrosantos como seres
humanos, por ejemplo:
81

• Dormir en un lugar cómodo, limpio y agradable, durante las horas


obligatorias de descanso.

• Que se les pague el salario convenido con la prioridad acordada y completo.

• Que los obsequios que usted desee hacerles tipo de ropa que ya no le sirve-
no tenga nada que ver con sus derechos laborales (sueldo y horas de
descanso).

• El sirviente, como usted (y así lo provee el art. 123 de nuestra constitución),


tiene derecho a vacaciones pagadas y su aguinaldo de fin de año. La gente
bien nacida le hace también un regalo de Navidad o Reyes.

• Asimismo, y ya que la ley no lo obliga a concertar un seguro medico, el


sirviente tiene derecho a que lo atienda un médico y a las medicinas
correspondientes por cuenta del patrón, en caso de enfermedad.

• El sirviente merece el respeto de sus patrones y sobre todo de los hijos de


éstos – a los que la vida le da la oportunidad única de aprender a respetar
a sus semejantes, aunque estos sean de nivel social inferior, desde que la
tierna infancia -. Aprenda a respetar a sus sirvientes los convertirá
automáticamente en verdaderos señores.

• Por otra parte, una verdadera señora no discute sus asuntos íntimos con la
servidumbre, y mucho menos con el chofer.

Últimamente, conformarse con los servicios de personas que trabajan por día o
hasta por hora – práctica normal en la mayoría de los países altamente
industrializados en los que la doméstica suele llegar a trabajar e un automóvil
mejor que el de la señora de la casa.
82

En este caso, las obligaciones del patrón ya señaladas son igualmente válidas
con la excepción de que no es obligatorio hacerse cargo de los gastos médicos
de este tipo de personal. Obviamente, no viviendo e la casa, tampoco subsiste
el renglón de las habitaciones. /7

C. BUENOS MODALES

1. Historia de los Buenos Modales

El problema de cómo comportarse en compañía de los congéneres (de la misma


especie) ha preocupado a la sociedad civilizada desde tiempos inmemorables.
Los ritos y las danzas religiosas de las tribus más primitivas contenían ya un
elemento formal que podría considerarse de tipo “protocolario”.
Las cortes persas y mesopotámicos poseían un complicado sistema de
etiquetas, paralelo a una minuciosa estratificación de cargos y funciones
estables y de tipo cortesano, leyes jurídicas y normas de comportamiento. Las
primeras quedan claramente consignadas en los códigos y las legislaciones; las
segundas en cambio son acuerdos tácitos que adopta una comunidad y que
pueden modificarse en el transcurso del tiempo, por lo cual es difícil consignarla.
En varias épocas de la historia se han hecho intentos por plasmar las normas de
estos acuerdos tácitos, como lo muestran algunos ejemplos curiosos que se
verán a continuación.

2. Un antiguo código de conducta social

Un antiguo código de conducta social acaba de reeditarse un interesante libro


escrito en el siglo XIV por un franciscano catalán, Francés Eiximenis, asesor de
Pedro el ceremonioso, rey de Cataluña y Aragón e inclusive Patriarca de
Jerusalén.

7
/ Modos, Modas y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México 1992
Págs 178-188.
83

Fray Francés representa una voz medieval que proporciona datos acerca de las
normas de comportamiento que regían la convivencia en aquella época.

Llamó su libro Lo crestia (el cristiano) y en el incluye elementos de estética en el


comportamiento de la actividad erótica, en la mesa y en la ciudad; es decir, un
manual de buenos modales en lo amoroso, sexual y urbano.

Ya desde entonces se probaban las malas costumbres de “las mujeres actuales”


tema que se repite obsesivamente a través de los siglos en la cultura occidental
judeocristiana. Para Fray Francés, un motivo de disgusto eran las mujeres
fenestreres, es decir las que con frecuencia se asomaban a las ventanas para
provocar los deseos lujuriosos de los transeúntes; también las que se paseaban
por la ciudad para lucir su belleza “aun cuando no es día de mercado” y que
mueven el cuerpo con exagerada cadencia “peor que una serpiente”.

Las que se pintaban las pestañas de catorce colores y pasaban el día “cantando,
siempre cantando canciones francesas” andaban todas olorosas con perfumes
escandalosos y zapatos de larga punta, en verano usaban guantes dorados,
cosa que enfurecía a sus maridos.

Los consejos del buen fraile constituyen un manual interesante de buenas


maneras desde luego no es el primero, como se ha visto puesto que revela los
hábitos y las costumbres de la Europa medieval como por ejemplo:

Si la pica una pulga o cualquier otro insecto y le provoca comezón en el cuerpo,


no lo demuestre, compórtese como si estuviese en misa.
Cuando tome un pedazo de carne con la mano y se lo lleve a la boca procure no
chuparse los labios.

Jamás tosa ni se suene en la servilleta, ni en el mantel extendido sobre la mesa.


84

Durante una reunión tenga cuidado de no bostezar jamás, por ninguna razón,
sino pudiera evitarlo cúbrase la boca y no produzca ruidos horribles que
molestan a las personas.

El fraile también sugiere prestar atención para no hacer ruido con los dientes o
con los labios, porque no se deben oír ruidos extraños en un convite, y mientras
esta sentado a la mesa evite limpiarse los dientes o las uñas o hacer otra cosa
que provoque asco, como hablar de excrementos, enfermedades repugnantes o
de muerte.

3. La cortesía en el renacimiento

Mientras Erasmo de Rotterdam indicaba en su De convivió las normas del buen


gusto en la mesa y reglamentaba el uso de solo tres dedos el pulgar, el índice y
el medio para tomar los alimentos, en Italia ya se había iniciado el uso de los
cubiertos personales.

En un principio consistían en un mondadientes de metal y la cuchara. No es de


extrañar que fuera precisamente Italia la iniciadora de una vida cortesana más
sofisticada, puesto que se habla del pleno renacimiento, lo que repercutió para
que los gustos fueran mas refinados; la vida social se intensificó como resultado
del gran auge económico y político de algunas ciudades entre las que
sobresalen, Florencia, cuna del renacimiento europeo.

Muchos autores de la época escribieron tratados de buenos modales pero él


más famoso es, sin duda. Monseñor Della Casa, quien entre 1551 y 1554
escribió un libro que más tarde serviría de base a muchos otros publicados en
toda Europa, incluido el famoso Carreño.
85

Se cree que Florentino, Della Casa, nació en 1503 y estudio en Bolonia y


Florencia se hizo clérigo y libertino cosa bastante común en aquel tiempo y
compuso una serie de poesías, por demás licenciosas que más que suscitar
escándalo le abrieron las puertas de la corte pontificia donde fue nombrado
obispo de benevento y más tarde nuncio apostólico ante la República de
Venecia.

Su libro de buenos modales, con detalles de humor tubo éxito extraordinario, se


edito varias veces y se tradujo en varios idiomas.
Su estilo revela el carácter de su autor: joven mundano, poeta licencioso,
prelado y diplomático que en el libro aparecen como un venerable anciano que
da consejos al joven Galateo.

Muchos siglos han pasado y miles de paginas se han escrito sobre el tema
desde que el Galateo hizo su entrada en el mundo civilizado. Hoy algunas de
estas máximas provocan risa, otras sin embargo siguen siendo validas y se
basan en el principio de no ofender a otros de manera alguna.

4. La educación

La buena educación consiste en conocer y aplicar una serie de reglas


establecidas que permiten la convivencia en la sociedad humana.
No se pretende hablar de la llamada “alta sociedad”, sino de la interacción
respetuosa que hace la vida agradable. Independientemente del grado de cultura
o de riqueza de una persona, su educación constituye la característica principal
para ser aceptada y estimada. Cuántas veces se oye decir de fulano o de
perengano: “es muy rico (o poderoso), pero no tiene educación”.

Ser educado significa, básicamente, considerar al prójimo y respetarlo: “no


hagas a otros lo que no quieren que te hagan a ti”. Si, se parte de este principio,
las reglas de la buena educación se derivan lógicamente de él.
86

Dos palabras mágicas (o sus equivalentes) encabezan el código de la buena


educación: “por favor” y “gracias”. Después de “mama” y “papá” son las primeras
expresiones que deben enseñarse a un niño como el comienzo de un largo
proceso, toda vez que son el primer paso para obtener lo que se llama “modales
de cuna” o “ser bien nacido”.

Con tiempo y paciencia, en la difícil tarea de convivir con otros, uno se da cuenta
de los grandes y pequeños hechos que puedan ayudar a conducirse con mayor
soltura en la vida familiar, laboral y social. Son pequeños detalles que nadie
enseña y que, a pesar de ser tan obvios, son también muy útiles.

La etiqueta en cambio, se impone sólo en algunas ocasiones formales y se


refiere sobre todo a las costumbres de la mesa y el vestir.
Más formal aún es el protocolo para asistir a funciones oficiales del gobierno o
de la corte (de donde procede la palabra “cortesía” es decir, el comportamiento
en la corte) y sus reglas son rígidas y están claramente establecidas.

Tener buenos modales no quiere decir ser solemne, ni “estirado”, ni aburrido. De


hecho, la naturalidad llevada con elegancia y discreción es la meta máxima a
que se debe aspirar en el interno de poseer realmente una buena educación.

Estrechar la mano con cordialidad, pedir las cosas con gentileza agradecer
efusivamente cualquier servicio que se recibe, evitar la arrogancia a toda costa,
ceder los propios derechos en favor de los más débiles, hacer a un lado el
egoísmo, pensar primero en los demás contestar con educación, aun cuando el
interlocutor haya sido agresivo, jamas recurrir a la violencia son características
del verdadero señor y de la autentica dama.

Aun las personas más ordinarias advierten esta actividad y terminan en respetar,
como los otros, al individuo que posee actitud y terminan en respetar, como los
otros, al individuo que posee estas cualidades.
87

A la larga, quien más se beneficia es aquel que a pesar de todo demuestra ser
superior, no por tener poder, dinero o belleza.

5. Cortesía en el trabajo

El ambiente de trabajo o en el medio social. Cuando una dama entra en recinto


cerrado, los varones deben ponerse de pie para saludarla, y no volverán a
sentarse hasta que ella no lo haya hecho. Si están presentes otras mujeres,
estas no deben levantarse a menos que le mujer que llega sea anciana y/o de
gran respeto.

El entrar o salir, el varón es el que abre la puerta y cede el paso a la señora o


señoras que estén con él. Si son dos o más los hombres que deben pasar se
cede el paso al de mayor prestigio o al mas anciano; la regla es valida cuando
dos o más señoras se encuentran en la misma circunstancia.

Dado que en el lugar de trabajo se pasan aproximadamente ocho horas al día,


es ahí donde se pone a prueba la buena educación. Un compañero de trabajo
brillante, pero mal educado merece menos respeto de sus colegas que aquel
que sin muy inteligente da muestras de buena crianza, aun en los momentos de
crisis y nerviosismo.

Cada centro laboral tiene sus propias leyes de comportamiento según el tipo de
trabajo, él numero de personas que lo frecuentas, el nivel cultural de los
trabajadores, etc. En todas circunstancia, el recién llegado debe tratar de
adaptarse lo más pronto posible y de aprender el código de conducta ya
existente /8

8
/ Modos y Modales, Rasha Labon Collado, Editorial Trillas, Primera Edición, México, 1992.
88

6. La conversación
a. De la conversation en General

La conversación es el alma y el alimento de toda sociedad, por cuanto sin ella se


careciera del medio más eficaz de transmitir las ideas y de hacer más agradable
y útil el trato de nuestro semejante. Pero pensemos que él puede conducirnos a
cada paso las situaciones difíciles y deslucidas, cuando no esté precedida por la
dignidad y la discreción, y que no basta el deseo y la facilidad de comunicar
nuestros pensamientos para hacerlo de manera que nos atraigamos el aprecio y
la consideración de todas las personas que nos oyen.

No hay señal más clara que la educación de una persona, depende de su


conversación: el tono y las inflexiones de la voz, la manera de pronunciar, la
elección de los términos, el juego de la fisonomía, los movimientos del cuerpo, y
todas las demás circunstancias físicas y morales que acompañan la enunciación
de las ideas.

Lo anterior da a conocer desde luego el grado de cultura, y delicadeza de cada


cual, desde la persona más vulgar hasta aquellas que poseen las más finas y
elegantes maneras.

La infinita variedad de los asuntos que se tratan en sociedad, los diferentes


grados de instrucción y de experiencia que demuestran los interlocutores, el
empeño natural toma cada cual en discurrir con acierto, y las diversas fases
que presenta el corazón humano, en el comercio general de las opiniones, dan a
la conversación un carácter eminentemente instructivo, y la hacen servir
eficazmente al desarrollo de las facultades y al importante conocimiento del
mundo.
89

La conversación debe estar siempre animada de un espíritu de benevolencia y


consideración que se extienda no sólo a todos los circunstantes sino también a
los que no se hallan presentes, siendo muy digno de notarse, que toda idea
ofensiva a personas ausentes, incluye también la falta de ofender el carácter de
los que nos oyen, por cuanto de este modo las consideramos capaces de
hacerse cómplices de semejante acto.

Por muy discretas y muy cultas que sean las personas con quienes
acostumbremos conversar, pensemos que alguna vez podremos oír palabras
que algún irrespecto nos sean desagradables, pues en el ancho espacio que
recorre la conversación, difícil es que sean siempre agradados todos los gustos,
todas las opiniones y todos los caprichos. La tolerancia, que es la virtud más
conservadora de la armonía social, será en semejantes casos nuestra única
guía; y así, dejaremos correr libremente todas las especies que se viertan en
medio de una conversación pacífica y amistosa, sin manifestarnos nunca
ofendidos por lo que evidentemente no se haya dicho con la dañada intención
de mortificarnos.

La afabilidad y la dureza son en todas ocasiones el más poderoso atractivo de la


conversación; pero cuando se habla con señoras, vienen a ser deberes estrictos,
que no se deben apartar jamás.

No tomar nunca la palabra, sin estar seguros que se halles con facilidad todos
los términos y frases que sean indispensables para expresar claramente las
ideas.

Cuando se sostiene un diálogo, ambos interlocutores deben cuidar de conservar


una perfecta inteligencia en la recíproca enunciación de sus ideas, pues es
sobre manera desagradable y aun ridículo, el lleguen a un punto en que hayan
de persuadirse que cada uno hablaba en diferente sentido.
90

En el caso de conocer que la persona con quien se habla no nos ha


comprendido, guardar de decirle Vd. No me entiende, ni ninguna otra expresión
semejante que pueda ofender su amor propio. Aunque se crea haber explicado
con bastante claridad, la buena educación exige que se acepte como propia la
falta, y que con suma naturalidad con buen modo decir: Veo que no he tenido la
fortuna de explicarme bien; sin duda no he sabido hacerme entender; o
cualquiera otra cosa concebida en términos análogos.

Tener especial cuidado de no perder jamás en sociedad la tranquilidad pues


nada desluce tanto en ella a una persona, como una palabra, un movimiento
cualquiera que indique exaltación o enojo. Cuando los puntos sobre que se
discute se hacen controvertible, se pone prueba la civilidad y la cultura de los
que toman parte de la discusión: y si queremos en tales casos salir con
lucimiento y dar una buena idea de nuestra educación, refrenemos todo
arranque del amor propio, y aparezcamos siempre afables y amables en toda
contradicción que experimentemos en nuestras opiniones.

En ningún caso entrar en discusión con una persona, sobre materiales que no
interesen evidentemente a los demás circulantes. Desde el momento en que
una discusión se observe que el adversario echa mano de sofismas, interpreta
torcidamente los conceptos, o bien empieza a perder la calma y a exaltarse,
abandonar decididamente la cuestión por medio de palabras suaves y corteses.

Evitar siempre entrar en discusión con personas que no sean conocidamente


discretas y de buen carácter; y sobre todo con aquellas que estén siempre
animadas de un espíritu disputador y de contracción.

Si a veces no es lícito comunicar a nuestro razonamiento aquel grado de calor y


energía, que se permiten los hombres cultos en medio de una decente discusión,
tengamos presente que, en sociedad con señoras, jamás debemos salir de un
tono dulce y afable, sean cuales fueren las materias que con ellas discutamos.
91

Cuando la sociedad no pasa de seis u ocho personas, la conversación siempre


debe ser siempre general, es decir, que solo una persona debe usar la palabra, y
ser oída de todas las demás; pero cuando la reunión es numerosa cada cual
puede conversar con las personas que se encuentren a su lado, prefiriendo
siempre aquellas con quienes tenga alguna amistad.

Cuando las conversaciones en general, es una incivilidad el llamar la atención de


una persona para conversar con ella sola.

No hablar jamás en una sociedad sobre materias que no estén al alcance de


todos los que la oyen, ni menos usar palabras o frases misteriosas con
determinadas persona, ni hablemos a nadie en un idioma que no entienden los
demás.

Cuando se nos dirija una pregunta, y no podamos o no debamos satisfacerla, no


contestemos con palabras que puedan arrojar la nota de indiscreción sobre la
persona que nos habla.

Es intolerable la costumbre que llegan a contraer algunos de hablar siempre en


términos chistosos y de burla; y más intolerable todavía la conducta de aquellos
que se esfuerzan en aparecer como graciosos. El chiste de sociedad necesita
de gran pulso para que no se convierta en una necia y ridícula impertinencia; y
no es la verdad, el que se afama en hacer reír, el que generalmente lo consigue.

Cuando en un círculo llegan todos a guardar silencio, toca siempre al dueño de


la casa, o a la persona más caracterizada, tomar la palabra para reanimar la
conversación.
Cuando acontezca que dos personas tomen simultáneamente la palabra, el
inferior la cederá siempre al superior, y el caballero a la señora.
92

Siempre que una persona canta, toca o hace cualquiera otra cosa con el objeto
de agradar a la sociedad, es una imperdonable incivilidad el conversar, aun
cuando se haga en voz baja.

Jamás deja de ser molesta y fastidiosa la conversación de una persona, cuando


ésta habla en exceso. Los que llegan a adquirir éste hábito, concluyen por
hacerse intolerables en sociedad, y no hay quien no evite encontrarse con ellos.

Es igualmente insoportable la excesiva parsimonia en el hablar. La persona que


por lo general no hace otra cosa que oír a los demás, manifiesta un carácter
insociable y reconcentrado, o bien una carencia absoluta de dote intelectuales,
circunstancias ambas que la excluyen de todo círculo de gente y bien educada.

El lenguaje hablado es el elemento básico de comunicación entre los hombres.


Por la forma de hablar es fácil reconocer el carácter, la educación y el origen
social de una persona. Otros elementos, la presentación personal, el vestido, el
tipo de automóvil, pueden dar indicios de la posición social que se tiene, pero el
habla es la que más claramente lo indica; existen mujeres bellísimas y hombres
famosos que dan la impresión de ser fascinantes, pero que en cuanto abren la
boca resultan francamente desagradables.

La entonación, él timare de voz y la actitud que se adopta importante más que el


discurso.

b. De la atención que se debe prestar al conversar

Prestemos una completa atención a la persona que lleve la palabra en una


conversación general, y a la que nos hable particularmente a nosotros; dirigiendo
siempre nuestra vista a la suya, y no apartándola sino en aquellas breves
pausas que sirven de natural descanso al razonamiento.
93

Es un acto impolítico, y altamente ofensivo a la persona que no habla, el


manifestar de un fondo cualquiera que no tenemos contraiga enteramente la
atención a lo que nos dice, como ejecuta con las manos operación, tocar con los
dedos sobre un mueble, jugar con un niño o un animal, fijar la vista en otro
objeto.

La urbanidad exige que se debe tomar un perfecto interés en la conversación de


los demás. Así nuestro continente deberá participar siempre de las mismas
impresiones que experimente la persona que nos habla, sobre todo cuando nos
refiere algún hecho que la conmueve, o nos discurre sobre un asunto patético de
cualquiera especie.

No quiere decir esto que se deba contribuir a aumentar o la exaltación de aquel


que nos refiere la ofensa que ha recibido, ni la amargura de la persona que
habla de sus desgracias. Por el contrario, se debe siempre tratar de calmar al
uno, y de consolar al otro, con palabras y incivilidad e indolencia manifestarnos
serenos y tranquilos con el que está agitado, alegres con el que está triste,
mustios y displicentes con el que se muestra animado y contento.
De la misma manera la atención debe corresponder siempre a las miradas del
que habla, o al espíritu de su conversación, manifestándose admirados o
sorprendidos, cuando se nos refiera un hecho con el carácter de extraordinario, y
compadecidos, si el hecho es triste y lastimoso; aplaudiendo aquellos rasgos
que se nos presenten como nobles y generosos.

Celebrando los chistes y agudezas, y manifestando siempre, en suma, con


naturalidad y sencillez, todos los afectos que la personas que os habla ha
esperado excitar en nuestro ánimo aún cuando no haya sido feliz en la elección
de los medios.
94

La distracción incluye casi siempre una grave falta, que puede conducirnos a
lances de una desagradable trascendencia, por cuanto indica generalmente
menosprecio a la persona que nos habla y no siempre encontramos indulgencia
en el que llega a creerse de esta suerte ofendido. Las frecuentes preguntas
sobre la inteligencia de lo que nos está hablando, la excitación a que se nos
repitan palabras o frases de difícil comprensión, y una mirada fija, inanimada e
inteligente, revelan distracción en el que oye; y nada puede haber más desatento
y más bochornoso, de llegar a un punto de la conversación, en que nos toque
hablar o contestar una pregunta, y tener que confesar nuestra incapacidad de
hacerlo, por haber permanecidos extraños a los antecedentes.

Hay personas que contraen las costumbres de desatender completamente al


que refiere una anécdota, desde en el momento en que principia a hablar, para
ocuparse en recordar los pormenores de otra que desde luego se proponen
referir.

Además de ser este un acto de incivilidad y menosprecio, él puede dar origen,


como se ha visto más de una vez, a la más ridícula de todas las faltas de éste
género cual es la de repetir precisamente el mismo hecho que acaba de
relatarse
Cuando una persona con quien se tenga poca confianza nos refiere algún
suceso de que ya estemos impuestos, conduzcirse en todo como si hasta aquel
momento lo hubiésemos ignorado.

Si la persona que narra un acontecimiento, entra en pormenores


inconsecuentes, se extravía en largas digresiones, o de cualquier otra manera
hace difusa y pesada su narración, no manifestarle que se está fastidiado, ni
excitarle a concluir, con palabras o frases que tengan evidentemente esta
tendencia, sobre todo si es una señora, un anciano o cualquier otra persona
digna de especial consideración e indulgencia.
95

Por regla general, jamás interrumpir de modo alguno a la persona que habla. En
los diálogos rápidos y animados, en donde se cruzan las observaciones con
demasiada viveza, suelen ser excusables aquellas ligeras e impremeditadas
interrupciones que nacen del movimiento mismo de la conversación. En todo
otro caso, este acto está justamente considerado como incivil y grosero, y por lo
tanto proscrito entre la gente fina.

La más grave, de todas las faltas que pueden cometerse en sociedad, es la


desmentir a una persona, por cuanto de este modo se hace una herida profunda
a su carácter moral; y no creer que las palabras suaves que se empleen puedan
en manera alguna atenuar semejante injuria.

El ilícito en ciertos casos contradecir un relato equivocado; más para ello


deberemos tener muy presentes las reglas que acerca de este punto quedan
establecidas. Y sobre todo, la estricta obligación en que estamos de salvar
siempre la fe y la intención de los demás.

No está admitido contradecir e ningún caso a las personas que se encuentran en


Un círculo de etiqueta, ni aquellas que están constituidas en alta dignidad. Lo
que generalmente autoriza para contradecir es la necesidad vindicar la ajena
honra, cuando delante de nosotros puede quedar en alguna manera vulnerada;
mas en sociedad con tales personas no hay lugar a esto, porque de ellas no
podemos oír jamás ninguna palabra que salga de los límites de la más severa
circunspección.

Cuando una persona se manifiesta seriamente interesada en el asunto del que


habla, es una incivilidad llamarle la atención para referirle una anécdota, ó para
que nos oiga una ocurrencia chistosa; y todavía lo es mucho más degenerar su
conversación, dándole por nuestra parte carácter burlesco, y aún cuando
pretendamos de este modo distraerla de ideas que la agiten ó la tengan
apesarada.
96

Así mismo es considerado incivil, cuando una persona no refiere algo a que
presta entera fe, el contestarle bruscamente oponiéndole incredulidad o dudas.
El que cree firmemente lo que refiere, se siente siempre mortificado, si para
advertirle su engaño no se procede con mesura y cortesía, y si no se reconoce
por lo menos, la verosimilitud de aquello que ha creído.

Cuando por algún motivo nos sea desagradable el asunto de que nos hable una
persona, y se crea prudente variar de conversación, no hacerlo repentinamente,
ni valerse de ningún medio que pueda dejar de entrever la intención que motivo.

A menos que el asunto produzca en la persona una impresión demasiado


profunda, entonces no es lícito manifestarlo francamente, y es preferible alejarse
con cualquier pretexto razonable.

Siempre que se oiga una palabra o frase que sólo admita una inteligencia
absurda, procuremos discretamente hacer que la persona que nos habla nos
repita el concepto; pues sería para ello ofensivo que la consideremos capaz de
expresarse de semejante modo, cuando e realidad no hubiese habido de su
parte sino una simple equivocación.
Guardar de dar por entendido y sobretodo de reírse de alguna palabra o frase
poco culta que involuntariamente se escape a la persona que habla.

Finalmente son faltas contra la atención que se deben prestar a la persona que
habla, 1° interrumpirla a cada instante con las palabras, sí, sí, señor y otras
semejantes; 2° emplear para excitarla a repetir lo que no oímos claramente, las
palabras ¿cómo? ¿Eh? Y otras que indican poco respeto, 3° suministrarle las
palabras que ha de usar, cuando se detiene algunos instantes por no
encontrarlas prontamente, 4° corregirle las palabras o frases, cada vez que se
incurre en una equivocación. 5° usar con frecuencia de interjecciones, y de
palabras y frases de admiración o de sorpresa.
97

c. Apelativos

Para dirigirse a una persona es necesarios saber como llamarla. Por ese medio
se establece cierto tipo de relación: de respecto, de autoridad, de poder,
amistosa, íntima, agresiva, etc.

En otras palabras, se llama a una persona con un “oiga usted” autoritario o con
un amable “perdone usted, doctor” se está determinando como se desarrollará el
encuentro.

En cada circunstancia, es la propia sensibilidad la que indica el tono en que uno


debe dirigirse a una persona. En términos generales, es siempre preferible
adoptar una actitud amable y respetuosa y, en todo caso, modificada según el
sesgo que toma la conversación. Se recurre a una actitud agresiva y violenta
solo cuando se desea llamar fuertemente la atención del interlocutor hacia una
incorrección cometida.

En nuestra lengua el grado de familiaridad se indica a troves del “tu” y “usted”, y


aunque cada vez se usa con más frecuencia la forma “tú” es conveniente
recordar algunos principios generales que rigen los apelativos.

7. Presentaciones
a. De las presentaciones en general

La buena sociedad no reconoce otro medio que el de las presentaciones, así


para la creación de las amistades, como para todo acto de comunicación que no
esté naturalmente legitimado por un grave accidente del momento, por la
necesidad de tratar sobre un negocio o por alguna circunstancia excepcional de
las que se expresarán más adelante.
98

Las presentaciones pueden ser especiales u ocasionales, las primeras son las
que se hacen premeditadamente, y con la intensión de poner a dos o más
personas en contacto amistoso; las segundas son las que se nacen de
encuentros casuales o de circunstancias puramente transitorias, y solo tienden a
establecer relaciones accidentales. Una y otras, pueden hacerse por medio de
cartas de recomendación o de simple introducción.

Grande debe ser en todos casos, nuestra circunspección y procedencia para


presentar una persona a otra, por que este acto influye siempre cierta suma de
garantía que prestamos a favor de la persona que presentamos respondiendo,
por lo menos, que de no es indigna de la estimulación de la obra. Más si bien
las presentaciones ocasionales no comprometen de absoluta manera nuestra
responsabilidad moral por su carácter esencialmente accidental, no puede
decirse otro tanto respecto de las especiales. Por medio de estos expresamos,
como acaba de verse una intensión deliberada de poner a dos o más personas
en relación permanente: y est intensión debe por lo tanto, estar apoyada en el
deseo o consentimiento que cada una de ellas nos halla manifestado sobre el
particular o en el convencimiento intimo, que una serie de observaciones halla
hecho nacer en nosotros, de que a todas habrá de ser agradable y conveniente
el tratarse.

Este convencimiento no autoriza, sin embargo, sino para presentar una a otra
siendo ambas de un mismo sexo, y no creándose de hecho relaciones que se
hagan extensivas a una familia, para presentar un caballero a una señora, o a un
padre o madre de familia, es requisito indispensable el expreso y formal
consentimiento de la persona a quién se ha de hacer la presentación.

Para presentar una persona a un señora, debe además tener en consideración


que las amistades inconvenientes no perjudican tanto al hombre como a la
mujer, ni puede esta cortarlas con igual facilidad que aquel, al persuadirse de
que por algún respeto pueden llegar a ser contrarias a sus intereses morales.
99

El caballero debe ser siempre presentado a la señora, y el inferior al superior:


excepto en las presentaciones por cartas, en que, como se verá más adelante,
el portador de la carta es siempre el presentado. Cuando el superior sea de
nuestra propia familia, podremos presentarle al inferior; a menos que la
diferencia de edad o que la categoría sea demasiado notable, pues entonces
seguiremos la regla general.

Los dueños de casa no podrán ser en ella los presentados, si no en los casos
en que el presentante sea uno de ellos mismos.

La presentación se hace indicando el nombre de la persona presentada y los


títulos que tenga, a aquella a quién se presenta haciendo enseguida lo mismo
respecto de esta; más cuando la persona a quién otra es presentada esta e su
casa, nos abstendremos siempre de mencionar su nombre.

Cuando la persona presentada esa investida de un título de naturaleza


permanente, como el del obispo, doctor, general, etc. el título se menciona antes
del nombres; más cuando aquel tan solo es inherente a la posesión a un empleo
de naturaleza transitoria, como el representante de una nación, ministro de
estado, tesorero, etc. generalmente propuesto.
Y en caso de reunirse en una persona títulos de una y otra especie, se
mencionaran ambos en el orden que quede indicado.

Cuando la persona social ocupa una posición social muy elevada, y esta
investida de un título de naturaleza permanente, es muestra de respeto y de
obsequiosa cortesanía silenciar su nombre, mencionando únicamente su título y
su apellido.
100

Cuando se encuentre en una reunión con amigo recién casado, el cual no nos
haya participado formalmente su enlace, no pretender que presente a su
señora; y caso de que él lo haga espontáneamente, consideremos este acto
como una simple presentación.

b. De las presentaciones especiales.

Para presentar a una persona, se requiere generalmente que se tenga alguna


confianza con aquella a quien hayamos de hacer la presentación.

O que, por lo menos, las relaciones con ella no sean recientes; é idénticas
circunstancias deben mediar respecto de la persona a quién pedimos no
presenten.

En cuanto a la presentación de un caballero en una casa, las personas más


llamadas a hacerla son las que con ella están ligadas por vínculos de familia, o
por o los de una íntima amistad; no siéndonos lícito pedirles que nos presenten
a nosotros, si no tenemos con ellas ninguna confianza.

De todas presentaciones, la que se hace de un caballero en una casa es la más


grave y trascendental, y la que puede comprometer en un mayor grado de
responsabilidad moral del presentante.

Ser, pues, muy circunspecto para pedir que se nos presente a nosotros, y serlo
todavía mucha más para acceder a sugerencias de ésta especie.

Cuando se haya de presentar a un caballero en una casa, ver ante todo si su


posición social, su educación, su principio y todas sus demás circunstancias
personales, están en armonía con las de la familia en cuya amistad se va a
presnetar.
101

No proceder a pedir a un padre o a una madre de familia, o a una señora


cualquiera, el permiso expreso y formal que es indispensable para presentar a
un caballero, si no después que, por medio prudente e indirecto se haya
descubierto disposición admitirle en su amistad. Si no existe tal disposición se
debe de abstener de solicitar el permiso, ocultando cuidadosamente el resultado
de las observaciones a la persona que se intentaba presentar.

Para presentar a una persona en una casa no elijir nunca un día en que se
prepare en ella algún festín, en que se celebre un acontecimiento feliz, o que por
cualquier motivo se experimente un gran pesar. A menos que medie alguna
particular circunstancia, que evidentemente nos autorice para prescindir de tales
consideración no sólo a la persona, sino también a la que se va a presentar.

El lugar más propio para una presentación especial es la casa de la persona a


quién se hace. Bien, no es una falta aprovechar para ello una ocasión favorable
que las circunstancias proporcionen en otra parte, sobre todo cuando la
presentación es de una persona a otra de su mismo sexo, y el acto no se
extiende a toda una misma familia.

Para presentación de un caballero en una casa se observarán las reglas


siguientes: 1ª . Al llegar a la sala de recibo, conducir al caballero ante el señor
de la casa, el cual por su parte, deberá desde luego dirigirse a nosotros y se le
hará la presentación, mencionándole el nombre del presentado, en la forma que
ha estado establecido; 2ª . El señor de la casa conducirá luego el caballero ante
la señora y se lo presentará el mismo. Quedando así presentado a toda la
familia: 3ª. Cuando la señora no tenga marido y tenga hijos ya formados,
después que el caballero le haya sido presentado, lo presentará ella al
caracterizado de sus hijos. Quedando de hecho presentado a los demás: 4ª.
102

Cuando en el caso de la regla anterior, el caballero sea notablemente superior


al hijo más caracterizado de la señora, bien por su edad o por cualesquiera otras
circunstancias, el segundo será presentado al primero: 5ª al terminarse la visita,
el presentado rendirá sus respetos a los dueños de la casa, en breves y precisos
términos, principiando por la señora y ellos le contestarán con palabras
obsequiosas de ofrecimiento, las cuales serán también breves y precisas.

En todo acto de presentación especial, la persona presentada, dirigiéndole


algunas cortas palabras de ofrecimiento y en que le manifieste el placer que
tendrá en cultivar su amistad, las cuales deberán serle contestadas con otras de
igual naturaleza.

Cuando es una señora la que ha de ser presentada en una casa, la presentación


se hará a la señora de esta, la cual le presentará inmediatamente a su marido; y
si no teniendo marido, tuviera hijos ya formados, el más caracterizado de ellos
será presentado a aquella por su madre.

Al retirarse la señora, rendirá sus respetos a la de la casa en una forma ya


indicada; más el marido ó el hijo adelantarán siempre estas manifestaciones a la
señora presentada.

Cuando se presente a una persona en una casa, procurar que durante la visita
permanezca a nuestro lado y tan cerca como sea posible de los dueños de la
casa. Si una señora es la presentada, la señora de la casa la situará
precisamente a su lado.

En ningún caso podrá el presentante podrá separarse de la visita de


presentación, ni antes ni después del presentado tocando siempre al primero
excitar al segundo a terminar a visita, cuando aquel no sea miembro de la familia
de la casa.
103

Si lo fuere esperará la excitación el presentado, el cual la hará algo más tarde e


los que debe hacerla siempre al presentante, como se verá en el artículo de las
visitas.

La presentación especial de una señorita y la que de ella se haga, siempre que


se halle fuera de su casa, está sujeta a las reglas y restricciones siguientes:

1° A los padre o tutores de una señorita son los llamados a presentarle a una
persona cualquiera y su consentimiento es condición indispensable para toda
presentación que no hagan ellos mismos; 2° ningún hermano y menos otro
pariente cualquiera de la señorita, podrá creerse jamás autorizado por sí mismo
para presentarle un amigo suyo; 3° cuando en una sociedad nos encontremos
con una señorita perteneciente a una familia amiga a la nuestra, ya que por
singulares circunstancias no hayamos sido sin embargo presentados, no
podemos pretender que nos presente a ella por ninguna persona que no sea el
jefe de su familia.

Cuando una persona recibe un servicio de gran importancia, o una muestra


cualquiera de especial consideración y aprecio, de otra persona de posición
social análoga a la suya y con la cual no tenga amistad debe considerarse, por
este solo hecho, como presentada especialmente a esta, y hacerle desde luego
una visita, la cual tendrá por objeto, no solo manifestarle su agradecimiento sino
ofrecerle sus amistad y sus respetos.

Esta visita, sin embargo, deberá de reputarse como la de presentación.


Debemos una visita a la persona a quién hemos sido presentados después de la
que haya tenido por objeto el acto de la presentación; siendo de advertir, que la
mayor o menor distancia que medie entre este acto y nuestra visita, será
considerada será considerada como un signo del mayor o menor aprecio que
hacer de la amistad que se acaba de contraer.
104

La etiqueta no admite sin embargo, que esta visita se haga al día siguiente
cuando ello no obliga alguna particular circunstancia.

La persona que es presentada por medio de una carta, es relevada del deber
que impone, y así, luego que ha hecho su visita de presentación, no hace
ninguna otra hasta que aquella no le ha sido pagada.

c. De las presentaciones ocasionales

Según se ha visto ya, una presentación ocasional no es otra cosa, que aquellas
ceremonias por las cuales quedan autorizadas dos o más personas entre sí
desconocidas, para comunicarse en una visita, en un festín, o en un lugar
cualquiera, donde se reúnan con un amigo en común sin que ninguno de ellos
pueda considerarse obligados por este solo hecho, a darse por conocida de las
demás, en ninguna otra ocasión en que se encuentre.

Esto no obsta para que personas de un mismo sexo, que así hayan sido puestas
en comunicación, se saluden o se comuniquen en otra parte, y aún
establezcan relaciones permanentes, cuando a ello las mueva una reciproca
compañía y según las circunstancias particulares que medien en cada caso.
Pero jamás podrá entenderse que sea esta intención del presentado, el cual con
las únicas excepciones que aquí se verán cuenta y debe contar siempre conque
los efectos de su presentación cesan enteradamente desde el momento en que
se disuelve la reunión en que ella ha ocurrido.

Para ver continuar y consolidarse las relaciones establecidas por una


presentación ocasional, según lo indicado en el párrafo anterior, se requiere que
sea el superior, el que de algún modo manifieste su disposición al inferior. Y
respecto de un simple saludo entre personas así presentadas, en cualquier lugar
que se encuentre, el inferior no podrá dirigirle nunca la superior, ni el caballero a
la señora, sin ser autorizados para ello por una mirada.
105

No hay inconveniente para personas un mismo sexo, que se encuentren en un


festín cualquiera, se comuniquen en todo el curso de la reunión, sin necesidad
de que sean unas a otras presentadas; pues el hecho de hallarse reunidas por
un amigo común, suple naturalmente, en tales casos la presentación ocasional.

Más téngase presente, que la discreción aconseja esperar para esto a descubrir
en los demás cierta disposición a prescindir de aquella ceremonia y la etiqueta
prescribe que sin ningún motivo justificado, no sea nunca el inferior, el que se
anticipe a dirigir la palabra al superior.

En los banquetes, y en cuales quiera otros festines, desde el momento en que


un caballero es excitado por el dueño de la casa, a atender a atender y a servir a
una señora o señorita, debe considerarse como presentado a ella, y autorizado
por lo tanto para dirigirle la palabra en todo el curso de la reunión.

Cuando un caballero ha sido presentado ocasionalmente, a una señora o


señorita en un festín, puede comunicarse con ella, en otro festín, sin necesidad
de ser nuevamente presentado.

Respecto de aquellas personas que frecuentan una misma tertulia, o visitan a


unos mismos amigos, no llega suceder que sean presentados muchas veces
ocasionalmente unos a otras; ya por que la comunidad de sus amistades que
indica en ellas, cierta analogía de circunstancias personales las llama
generalmente a contraer relaciones personales.

Es natural que se den por desconocidas, cuando menos para comunicarse en


cada lugar en que encuentren, después que han sido una vez puestos en
comunicación, y observan que han de hallarse, a menudo en unos mismos
círculos.
106

Cuando se esté en otra casa con una persona amiga, y llegue otra para ella
desconocida, ponerlas inmediatamente en comunicación, por medio de una
presentación ocasional, siempre que entre ambas medien circunstancias
análogas. Si son dos las personas con quienes estamos y llegare otra
desconocida para entrambas, procederemos de la misma manera.

Si son más de dos sin exceder de seis u ocho la que llegue será presentada a
todas en general, sin mencionarle a ella sus nombre, y si la reunión fuera
numerosa nos abstendremos de presentar a la que entre, la cual estará
naturalmente autorizada para tomar parte en la conversación, conforme a las
reglas anteriormente establecidas.

De la misma manera procederemos cuando estemos acompañados de amigos


nuestros en la calle, en el teatro o en cualquier otro lugar, y se nos acerquen
otros amigos, con tal que esto no sea en una casa ajena y nos encontremos a
presencia de los dueños de ella, pues entonces todo acto de presentación nos
está enteramente prohibido a nosotros.

Si yendo por la calle acompañados por un amigo, se nos acercare otro para el
desconocido, y no creamos prudente ponerlos en comunicación, procurar no
detener al que encontramos para que no se haga notable la falta de aquella
ceremonia.

Y si no se pudiera evitar que se detenga, dirigirse alternativamente la palabra a


uno y a otro, de modo que no llegue a verse en la necesidad de hablarse.

Por regla general siempre que yendo por la calle con un amigo, la persona para
él desconocida que se nos acerque, no haya de permanecer con nosotros sino
breves instantes, abstenerse de ponerlos en comunicación, sino existe para ello
el motivo especial.
107

La presentación de un caballero, a una señora o señorita en un baile, para que,


según las reglas de etiqueta, le sea lícito invitarla a bailar, será hecha
preferentemente por un miembro de la familia de aquella, o por una persona de
la casa, y no siendo esto fácil por cualquier amigo común; pero en ningún caso
por otro caballero que le haya sido presentado en la misma reunión.

En una presentación ocasional, la persona a quién esta se hace, y al que es


presentada, se limitarán a hacerse recíprocamente una inclinación, sin dirigirse
ninguna palabra relativa a la presentación; y al despedirse, se abstendrá de
hacer alguna especie de ofrecimiento, y solo se darán la mano si fueren del
mismo sexo. Sin embargo en las presentaciones ocasionales por cartas, está
admitido el darse siempre la mano, y aún hacerse recíprocamente ofrecimientos
obsequiosos.

Una presentación ocasional puede dar origen a la más larga y sólida amistad;
pero esto, como se ha dicho antes, es obra de las simpatías de otras
circunstancias particulares que pueden influir en cada caso, las cuales no entran
en la mente del que hace la presentación, así como no podrían comprenderse en
los estrechos límites de un libro elemental.

Una demostración de cortesía es presentar a las personas que no se conocen,


aun en la calle; la presentación debe ser rápida y precisa.

En general se presenta el caballero a la dama y la persona de menos edad y


prestigio social a la más anciana y/o importante; se hace mientras se dice el
nombre y apellido de las personas.
Es útil dar algún detalle acerca de la actividad de los presentados, siempre y
cuando esta sea de algún interés.
108

d. Saludos

El saludo debe ser lo más discreto y personalizado, en el cual se muestre un


verdadero interés por la persona a la que se le dirige y se exprese un genuino
gusto por conocerla o por volverla a ver.

A diferencia del estilo anglosajón, en el cual no es natural dar la mano y mucho


menos abrazar o besar a la gente, el espíritu latino, que es el nuestro, tiene a
exagerar las demostraciones de afecto. Desde luego, dar la mano con gusto
cordial es indispensable; los abrazos palmeados y los besos en la mejilla se
referían para las personas con las que se tiene amistad y confianza.

Cada país tiene costumbre diversa para otorgar este tipo de efusiones; pero si
uno esta en él, es conveniente avenirse a los hábitos locales.

8. Diálogo telefónico

Llamar por teléfono es una actividad social como cualquier otra, lo cual implica
ciertas reglas de cortesía elementales que a continuación se enumeran.

Cuando se hace una llamada telefónica, la persona que llama es la que debe
identificarse; es ilógico preguntar ¿quien habla? Más bien dirá: Soy fulano de tal
y quiero hablar con X”.
En las llamadas de trabajo es importante mencionar el asunto que se desea
tratar porque a menudo la persona que contestar el telefonista y se le debe
informar del asunto para saber a quien pasar la comunicación.

El teléfono es muy útil para acortar las distancias y su uso ahorra en gran
medida el tener que ir a un lugar para obtener la información necesaria; Por esta
razón, las llamadas telefónicas deben ser lo más breve posible.
109

9. Formas de cómo conducirse en lugares fuera de casa


a. En la calle
1. De la forma de caminar en la calle

i. Hacer las debidas atenciones a las personas que en ella se encuentren;


sacrificando, cada vez que sea necesario, la propia comodidad por los
demás, conforme a las reglas que aquí se establecen.

ii. El caminar no debe ser ordinariamente ni muy lento, ni muy precipitado;


pero es permitido a los hombres de negocios acelerarlo un poco en las
horas de trabajo. En una mujer siempre sería impropio el paso acelerado.

2. El movimiento del cuerpo al caminar

i. Los movimientos del cuerpo deben ser naturales y propios de la edad, del
sexo y de las demás circunstancias de cada persona. Formalidad en el
anciano, en el sacerdote, en el magistrado: suavidad y respeto en la
señora: modestia y gentileza en la señorita: moderación y cortesía en el
joven.

ii. Los brazos ni deben dejarse caer de su propio peso de modo que giren
libremente, ni contraerse hasta el punto que vayan como adheridos al
cuerpo, sino que deben gobernarse lo suficiente para que lleven un
movimiento suave y elegante. En cuanto a las señoras, ellas no deben
llevar nunca los brazos sueltos como los hombres.

iii. No está admitido llevar las manos ocultas en la parte del vestido que
cubre el pecho, ni en las bolsas del pantalón. Las manos deben ir
siempre a la vista y en disposición natural, sin recoger los dedos ni
extenderlos.
110

iv. Las pisadas deben ser suaves, y los pasos proporcionados a la estatura
de la persona.

v. Sólo las personas ordinarias asientan fuertemente los pies en el suelo, y


forman grandes pasos para caminar, respecto del paso demasiado corto,
esta es una ridícula afectación, tan sólo propia de personas poco
juiciosas.

vi. No fijar detenidamente la vista en las personas que se encuentren al


caminar, ni en las que se hallen en sus ventanas. Ni volver la cara para
mirar a las que ya han pasado. Las anteriores son costumbres todas
impropias de gente bien educada, y que si pudieran ser perdonables en
un hombre, jamás lo serían en una mujer.

vii. No acercarse nunca a las ventanas de una casa con el objeto de dirigir la
mirada hacia dentro. Esto es un acto incivil y grosero, y al mismo tiempo
un ataque a la libertad inviolable que cada cual debe gozar en el hogar
doméstico. Una persona de educación, especialmente si es una señora,
no se detiene delante de las ventanas de la casa donde se celebra un
festín.

viii. Cuidar de no hablar nunca tan recio que los demás puedan percibir
distintamente lo que conversamos.

ix. Siempre es un acto incivil y tan solo propio de gente vulgares el fumar por
la calle; pero no podría expresarse nunca debidamente locura de la falta
que comete el que lo hace cuando va con señoras.

x. De ninguna manera llamemos a una personas que veamos en la calle,


especialmente si por algún respeto es superior a nosotros. El caballero
que llamará a una señora, incurriría en una falta imperdonable.
111

xi. No está permitido el detener a una persona en la calle sino en el caso de


una grave urgencia, y por muy breve instante. En general, el inferior,
nunca debe detener al superior, ni el caballero a la señora.

xii. Jamás detener a aquel que vaya acompañado de señoras o de cualquier


otra persona de respeto.

xiii. Se puede, sin embargo, detener a un amigo de circunstancias análogas a


las propias, aunque no se tenga para ello un objeto importante; pero
guardar de hacerlo respecto a aquellos que se sabe viven rodeados de
ocupaciones, y de los que, por el paso que llevan, se debe suponer que
andan en asuntos urgentes.

xiv. Por regla general jamás se debe detener a los hombres de negocios en
las horas de trabajo, sino con el objeto de hablarles de asuntos para ellos
importantes o de recíproca conveniencia.

xv. Una vez detenidas dos personas en la calle, toca a la más caracterizada
de ellas adelantar la despedida; más si se han detenido tres, no hay
inconveniente para que se separe primero la menos caracterizada.

3. Cómo ceder el paso a las demás personas en las aceras.

i. Jamás pasar entre dos o más personas, sean quienes fueren, que se
hayan detenido a conversar; y en el caso que no podamos evitarlo, por
ser el lugar estrecho o por cualquiera otra causa, suspenderemos por un
momento nuestra marcha, y pediremos cortésmente permiso para pasar
por en medio.
112

ii. Las personas que se encuentran detenidas evitaran por su parte que el
que se acerca llegue a solicitar permiso para pasar, ofreciéndole de
antemano el necesario espacio; y harán que pase por en medio.

iii. Cuando las personas estén detenidas y ocupen el lugar de la acera,


despejarán enteramente al pasar señoras u otras de respetabilidad.

iv. Se debe un saludo, y a las mujeres una ligera inclinación de cabeza, a las
personas que encontrándose detenidas, se abren para dejar libre el paso
por la acera de por en medio de ellas.

v. Cuando una persona ha de pasar por delante de otra, el inferior cederá


siempre el paso al superior, el caballero a la señora, el que va a caballo al
que va a pie. Si es una señora la que va a caballo, tan solo cederá el paso
a otra señora.

4. La forma correcta de saludar en la calle.

i. Toca siempre a las señoras autorizar con una mirada el saludo de los
caballeros de su amistad, y a los superiores de los inferiores.

ii. No debe saludarse nunca a la persona con quien no se tiene amistad. Sin
embargo, debemos siempre un saludo a las personas de alta
respetabilidad a quienes encontramos de cerca, y a todas aquellas que de
un modo notable nos hayan cedido la acera con la intención de
obsequiarnos el paso.
113

iii. No es admisible la costumbre de saludar a las señoras que están en sus


ventanas, cuando con ellas no se tienen relaciones de amistad; y aun
teniéndolas, si no son íntimas, no deben saludarse desde la acera
opuesta cuando ha entrado ya la noche ni a ninguna hora si se
encuentran en ventanas con celosías.

iv. Cuando se saluda a señoras o a otras personas respetables, no nos


limitarse a tocarse el sombrero, sino que descubrirse completamente.

v. Cuando se encuentre a una persona con la que se tenga amistad,


acompañada de otra que no lo sea, hacer de manera que nuestro saludo
las incluya a ambas.

vi. En el caso del párrafo anterior la persona que va con nuestro amigo, si es
una señora, deberá contestarnos con una ligera inclinación de cabeza, si
es un hombre, se tocará el sombrero. En cuanto a un amigo, se
abstendrá de contestar en tono de confianza, aunque así lo acostumbre,
pues de este modo faltaría a la consideración debida a la persona que le
acompaña.

vii. No saludar nunca desde lejos a ninguna persona con quien no tengamos
una íntima confianza, y en ningún caso, a una señora ni a otra persona
cualquiera de respetabilidad.

viii. Cuando según se deduce de la regla anterior, si se desea saludar desde


lejos a una persona, hacerlo, únicamente, por medio de una inclinación o
de un movimiento de la mano.
114

ix. Cuando se encuentre a una señora o a cualquier otra persona respetable


que manifiesta el deseo de hablarnos, no permitir que se detenga, sino
que, aun cuando se lleve una dirección opuesta, continuar caminando
hasta la esquina inmediata, donde ella misma deberá adelantar la
despedida.

x. Pero a las señoras y a todas las personas que saben han de recibir esta
muestra de consideración, deberán por lo mismo evitar el entrar en
conversación en la calle con aquellos que deben tributársela, cuando para
ello no tengan un motivo urgente.

5. Lo que no se debe hacer al caminar en la calle

i. Jamás deberá un caballero incorporarse con una señorita que no vaya


acompañada de alguna persona respetable, a menos que sea un sujeto
de avanzada edad, y que al mismo tiempo lleve relaciones de íntima
amistad con su familia.

ii. Tampoco es ilícito a un caballero, a un caballero, y mucho menos si es un


joven, el detenerse a conversar con una señorita o señora joven que se
encuentre sola en su ventana, por muy íntima que sea la amistad que con
ella tenga.

iii. Evitar, en cuanto sea posible, el detenerse por largo rato a conversar con
señoras que estén en sus ventanas, aunque sean personas de edad o se
encuentre acompañadas.

Y cuando alguna se detenga, guardar de no cerrar el paso para los transeúntes,


especialmente a las señoras y demás personas de respetabilidad.
115

iv. Es un acto muy incivil el conservar o tomar la acera cuando ha de privarse


de ella a una persona a quien se debe particular atención y respeto. Para
el uso de la acera hay reglas fijas, las cuales no pueden quebrantarse sin
faltar abiertamente a la urbanidad.

v. En todos los casos el inferior debe dejar la acera al superior, y el caballero


a la señora; y cuando se encuentran dos personas de circunstancias
analógicas, la regla general es que la conserve el que la tiene a su
derecha.

6. Cortesía al caminar por la calle

i. Una persona sola debe ceder la acera a dos o tres personas que
encuentren juntas; a menos que le sean todas inferiores, pues entonces
serán ellas las que deberán cederla.

ii. Cuando van tres caballeros juntos deben marchar en una misma línea
lateral, tomando el centro el más caracterizado y el lado de la acera el que
le siguen respetabilidad. Pero si yendo un sujeto de alto carácter los dos
que le acompañan le son muy inferiores, entonces llevará aquél el lado de
la acera, y estos se situarán en el orden que les indique sus respectivas
circunstancias.

iii. En ningún caso deberán marchar más de tres personas en una misma
línea lateral. Cuando de dos ó tres personas que encuentren a otra sola
le sea una superior y a las demás inferiores, éstas se abrirán dejando a
aquella la acera, para que la persona sola pase por en medio.

iv. Cuando yendo una persona respetable en medio de otras dos


encontraren a una persona sola, inferior a aquella, y al mismo tiempo
superior a la que lleva la acera, ésta conservará siempre su puesto.
116

v. Cuando son señoras las que van se observa generalmente lo siguiente:


1°. Una señora y una señorita marchan en una misma línea; 2°. Si van
dos señoras y una señoritas, las señoras van juntas y la señorita por
delante: 3°. Si son tres señoras, marchan en una misma línea: 4°. Si es
una señora y dos señoritas, la señora marchan sola y las señoritas por
delante: 5°. Si son tres señoritas, o marchan todas juntas o la de mayor
edad marcha sola y las demás por delante.

vi. Las persona bien educadas siempre procuran ceder la acera a los demás;
bien que nunca a aquellos que les son muy inferiores, porque, en
realidad, sería intolerablemente ridículo que un anciano tratara de hacer
este obsequio a un niño, o una señora a un joven.

7. Consideraciones de los caballeros al caminar por la calle para con


las señoras

i. Una señora que va acompañada de un caballero cede siempre la acera a


las señoras solas que encuentra; pero si van dos señoras y un caballero
en el centro, sólo la cederán a señoras de mayor respetabilidad.

ii. Pueden encontrarse señoras que de una y otra parte vayan acompañadas
de caballeros, y para tales casos se tendrán presentes las siguientes
reglas: 1ª. Cuando en todos los que encuentran mediante circunstancias
iguales, así respecto del número de personas, como de su respetabilidad,
la acera corresponde, según la regla general, a los que la tienen a su
derecha: 2ª. Cuando entre una y otra parte existe en totalidad una
diferencia notable de respetabilidad, también se aplicará la regla general,
y los inferiores cederán la acera a los superiores, 3ª. Cuando entre una y
otras parte hay diferencia en el número de las personas, se dará la
preferencia al mayor número; a menos que en la parte del menor número
concurran circunstancias de una notable superioridad.
117

4ª, en todos los demás casos se obrará discrecionalmente; sin olvidar


nunca que si bien el que usare de más desprendimiento manifestará
mejor educación, no por eso podrá un caballero hacer este género de
obsequios a las personas que encuentre, a costa de la comodidad y con
mengua de la respetabilidad de las señoras que acompañe.

iii. Cuando se encuentren grupos de más de tres personas, y no existe entre


unas y otras en totalidad una diferencia que marque claramente el
derecho a la acera, como cuando son de una parte señoras y de otra
hombres, se estimarán generalmente las circunstancias de los que
marchen por delante; pues serían embarazosos y ridículos los
movimientos que hubieran de hacerse para que cada inferior diese
preferencia a cada superior.

iv. Cuando una persona va en la misma dirección y por la misma acera que
otra, a la cual va a dejar por detrás, por llevar un paso más acelerado, no
debe tomar la acera, aunque a ella tenga derecho, si no encuentra fácil y
cómodamente el suficiente espacio. Pero el que siente pasos por detrás
debe cuidar de dejar siempre este espacio pues debería serle penoso que
una señora o cualquier otra persona respetable, tuviera que tomar el lado
de la calle para pasar. Siempre que en estos casos media una
superioridad notable, como la que existe entre una señora y un niño, es
lícito abrirse paso por el lado de la acera, por medio de una ligera y
delicada insinuación.

v. Cuando el caballero conduce a una señora, ésta lleva el lado de la acera;


si conduce dos, se coloca en el centro, tomando la acera la más
caracterizada; si conduce una señora y dos señoritas, da el brazo a la
señora, y a las señoritas van por delante; y si conduce a una señora y a
tres señoritas, da el brazo a la señora y a la señorita de más edad, y las
otras dos van por delante.
118

vi. Al ofrecer un caballero el brazo a dos señoras debe entrar por detrás de
ellas, y nunca presentarse por delante, de manera que le dé la espalda al
colocarse en el centro.

vii. Cuando un caballero que conduce señoras encuentra un mal piso, hace
que las señoras ocupen el lugar más cómodo y decente, aunque tenga
que abandonar la posición que había tomado según las reglas aquí
establecidas. El caballero que conduce señoras debe adaptar su paso al
de aquella que marche más lentamente.

viii. Cuando un caballero conduce a una señora y a una señorita, o una


señora de avanzada edad y a otra señora joven, debe cuidar, al cambiar
de acera, hacer que la señorita o señora joven cambie también de lugar,
para que vaya siempre del lado de la calle.

ix. Cuando las señoras van acompañadas no sólo de caballeros de su familia


sino de otros de su amistad, éstos tendrán siempre la preferencia en todo
lo que sea obsequiarlas, ofrecerles el brazo, ayudarlas cuando sea
necesario. Respecto de los entre sí, tendrán preferencia los de menor
intimidad y entre esto, los que sean más caracterizados por su edad y sus
demás circunstancias personales.

8. Del comportamiento ante situaciones imprevistas en la calle

i. Si se encuentra a una persona en una situación cualquiera en que


necesite de algún auxilio, ofrecerlo desde luego, aun cuando no se tenga
con ella ninguna especie de relaciones.
119

ii. Mostrar un respeto profundo a todos los actos religiosos que se celebren
en la calle; y tener siempre muy presente que una persona culta y bien
educada no toma más parte en los desórdenes que suelen formarse en
las procesiones, en los cuales se falta.

iii. No sólo a los deberes que la religión y la moral nos imponen sino a la
consideración que se debe a las personas que ellas asisten con una mira
puramente devota.

iv. Cuando se advierta que el santuario está en la misma calle que se


atravezará, aunque sea a mucha distancia, se quitará el sombrero, y no
se cubrirá hasta que la procesión o se haya variado de calle; y siempre
que haya de pasar el santuario junto de nosotros, arrodillarse, doblando
ambas rodillas, sea cual fuere el lugar en que s encuentre.

v. Debe aquí advertirse, por conclusión, que la costumbre de andar por la


calle con un perro, es enteramente impropia de personas bien educadas.

b. En los establecimientos públicos

En las oficinas establecidas para la administración de los negocios públicos, no


se entra jamás sino con objetos propios de sus respectivas atribuciones, ni se
penetra a otros lugares que los destinados a dar audiencia, ni se ejecuta ningún
acto contrario a la policía del local, aun cuando no haya de incurrirse por esto en
ninguna pena.

En los establecimientos industriales, y demás casas que estén abiertas al


público, deberán aplicarse las mismas reglas del párrafo anterior: en ellas no
entrar nunca a distraer inútilmente a los que trabajan; y si puede ser tolerable
que les haga visitas, es únicamente en los casos en que no se pueda verlos en
sus casas de habitación.
120

Hay sin embargo casos excepcionales, en que puede ser lícito hacer una visita
en su escritorio a un hombre de negocios con quien no tengamos íntima
confianza; pero esta visita habrá de ser tan corta, que podamos quedar seguros
de no haberle causado ningún perjuicio, aun dado que para recibirnos haya
tenido que interrumpir una ocupación importante.

Jamás entremos en una oficina con el sombrero puesto, ni fumando. Aquellos


que tal hacen incurren en una imperdonable falta de respeto, y manifiestan
apreciar muy poco su propio respeto.

Es un acto de grosera inconsideración el hacer que lo comerciantes se ocupen


en mostrarnos sus mercancías, cuando no tenemos absolutamente la intención
de comprarlas, lo mismo que tocarlas y traer entre las manos, de manera que se
ajen y pierdan de su mérito.

No nos acerquemos nunca a un lugar donde existan descubiertas prendas o


dinero. Una persona de elevados principios no debe, intervenir o admitir como
posible que se atribuya jamás una acción torpe; más el que echa de menos una
cosa de su propiedad, necesita poseer principios igualmente elevados para
apartar de sí una sospecha indigna, y así, la prudencia nos aconseja ponernos
en todos los casos fuera del alcance de la más infundada y extravagante
encajar.

Las personas bien educadas se abstienen severamente de levantar la voz y de


entrar en discusiones acaloradas en los establecimientos públicos; y huyen de
encontrarse en ello en los que hayan de referirse luego, y generalizarse hasta
caer bajo el dominio del público.

Cuando nos encontremos en una fonda, jamás paguemos lo que se haya servido
a una persona con quien no tengamos amistad, puesto esto, lejos de ser un
obsequio, es un acto incivil y hasta cierto punto ofensivo.
121

Tampoco no es lícito ofrecer en una fonda comidas ni bebidas a personas que


no sean de nuestra amistad.

Evitemos, en cuanto nos sea posible, el que otro pague lo que nosotros
hayamos tomado; fuera de los casos en que preceda una invitación especial,
pues entonces la sola pretensión de pagar nosotros, seria una ofensa que
haríamos al amigo que ha querido obsequiarnos.

Cuando ocasionalmente nos encontremos en una fonda con amigos nuestros,


tomemos junto con ellos alguna cosa, sin invitación especial de ninguno,
procuremos ser nosotros los que paguemos; sin llamar para ello la atención de
modo alguno, a fin de que no se crea que sólo hemos querido afectar
generosidad, ofreciendo a otros la ocasión de acudir a “elevarnos del pago.
Nada hay, por otra parte, más ridículo, más indecoroso, ni más indigno, que la
conducta de aquellos que, después de haber comido y bebido en tales casos en
compañía de sus amigos, se alejan disimuladamente y con mal fingidos
pretextos en la oportunidad de pagar.

c. En los viajes

Cuando hayamos de viajar en compañía de otras personas, seamos exactos en


reunirnos con ellas a la hora señalada para emprender la marcha; pues si
siempre es impolítico hacerse esperar, los es todavía más en éstos casos, en
que toda demora produce trastorno y aún perjuicios de más o menos
trascendencia.

Pero existen reglas que observar cuando se viaja de esta manera y se


expondrán en los párrafos siguientes:
El caballero ofrecerá la mano a la señora, para subir al coche y para bajar de
él; y de la misma manera cederá su asiento a una señora a quién haya
tocado uno menos cómodo o menos digno. Para esto es conveniente saber
122

que los asientos más cómodos son los del fondo del coche, y los menos
cómodos, todos los que tienen la espalda hacia su frente y que de los
primeros preferentes son siempre los de la derecha y de los segundos los de
la izquierda. Cuando los asientos son laterales, los más cómodos y al mismo
tiempo los preferentes, son los que están más al fondo del coche; a menos
que en éste lugar esté la puerta como sucede en los ómnibus, pues entonces
la comodidad y la preferencia están en razón de la mayor distancia de
aquella.

Las señoras por su parte, procurarán no abusar de la preferencia que la


urbanidad les concede, aceptando sin instancia un asiento que no les
pertenezca; a menos que las circunstancias que sean tales que la fácil
prestación no haga recaer sobre ellas la nota de inconsideradas.

En los coches pueden entrar en conversación personas que no se conozcan


entre sí; pero nunca será el inferior el que dirija primero la palabra al superior,
ni el caballero a la señora, ni la señorita al caballero, entre señoras, señoritas
y caballeros una notable diferencia en la edad puede autorizar la alteración
de ésta regla, dirigiendo primero la palabra, por ejemplo, a un anciano a una
señora joven o una señorita a un joven de mucho menor edad que ella.

Según se ha indicado, la etiqueta de los viajes no es tan severa como en las


demás situaciones sociales; así, al mismo tiempo que no está permitido
conversar en un coche con personas que nos son absolutamente extrañas
podemos igualmente, sin faltar a la urbanidad, dejar de tomar parte en la
conversación general, guardar absoluto silencio, limitándose a contestar a lo que
se nos pregunte; y aún entregarlos a la lectura o al sueño.

Es un acto extraordinariamente incivil el fumar dentro de un coche, aun cuando


no haya entre los pasajeros ninguna señora: cuando la hay no es posible que
existe un hombre medianamente educado que sea capaz de hacerlo.
123

En los lugares donde se detenga el coche, ver si las señoras que vayan con
nosotros algo que les podamos proporcionar y ofrezcámosles de las comidas y
bebidas que encontremos.

En los viajes por mar se observarán los mismos principios que rigen para los
viajes en coche; debiendo siempre el hombre de buena educación sacrificar su
comodidad a la de las señoras, y mostrarse en todas ocasiones amable, cortes y
con descendiente.

Si por desgracia amenaza algún peligro a la embarcación que nos encontremos,


rodeemos a las señoras, y aún cuando nos sintamos impresionados y temerosos
nosotros mismos, procuremos aparecer ante ellas tranquilos y serenos a fin de
consolarlas, y de comunicarles aquel grado de valor que se necesita en tales
ocasiones, y que generalmente está privado de su sexo.

Terminado un viaje, cesa enteramente la comunicación en que durante él hallan


estado las personas entre sí desconocidas; y en los lugares en que más
adelante se encontraren, toca a las señoras autorizar con una mirada el saludo
con los caballeros y a los superiores. /9

d. El Día a Día: Ambiente Laboral

El tercero de los ámbitos de nuestra convivencia con los demás es el laboral o


profesional. De hecho, el trabajo ocupa buena parte de nuestro tiempo y a todos
nos relaciona de una forma u otra.

La vida útil de las personas comprende periodos muy concretos de nuestra


existencia, y a esa dedicación práctica no siempre discurre exenta de
dificultades y de situaciones conflictivas.

9
/ Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, Manuel Antonio Carreño, Editora Nacional, México
1979, Págs.126-184
124

Más bien sucede todo lo contrario. Pero lograr que el ambiente en que
desarrollemos nuestra actividad profesional sea agradable, solo depende de
nosotros, al margen de problemas, cambios y discusiones.

Negocios, empresas, industrias y tareas tienen por objetivo común el


mantenimiento de la actividad laboral de sus jefes, administrativos, trabajadores
y empleados, sin otra distinción al menos en teoría que la capacidad profesional
de estas personas y el buen desempeño de las funciones a ellas asignadas.
Una parte importantísima de este entramado descansa en la adaptación de unos
y otros a los objetivos marcados por la propia sociedad.
Se analizarán que prioridades competen a los distintos componentes del mundo
profesional y cómo deben desarrollarse sus relaciones de convivencia.

En todo caso, los escenarios escogidos son válidos para otros ambientes de
trabajo y la aplicación de normas y sugerencias requeriría tan sólo un cambio de
decorado.

La convivencia laboral afecta a todos y cada uno de los miembros, de un medio


profesional, sea cual fuere su dedicación. La cortesía no está reñida con la
eficacia ni con las exigencias propias de cada función.

No hay mejor maestro que el ejemplo. El trato entre personas de distinto nivel
profesional vendrá establecido por lo que se haga en el punto más elevado de la
pirámide hasta el último escalón.

Siempre se ha dicho que para saber mandar hay que saber obedecer. Una
reunión de trabajo dará resultados nulos y contraproducentes si el máximo
responsable no sabe mantener el orden con firme cortesía.
Cortar enfrentamientos dialécticos y violentos compete a quien ostenta la
autoridad. Saberla ejercer a tiempo y con moderación, es un arte que todo
directivo debe practicar.
125

Escatimar esfuerzos a la hora de agasajar a clientes y colaboradores es una


mala inversión. Hacerlo ostentosamente y con despilfarro de medios, dará una
pésima imagen.

D. RELACIONES HUMANAS
1. Concepto de las Relaciones Humanas

Las relaciones humanas son las habilidades de llevarse bien con los demás. Es
importante que recuerde esta definición, también hay que recordar que las
relaciones humanas no son un juego que efectúas contigo mismo o con los
demás. Ellos saben generalmente cuando eres hipócrita en tus acciones o
comentarios.

Las relaciones humanas son una actividad “instantánea” o algo que es inflexible,
son un proceso continuo que varia en su naturaleza dependiente de los
individuos que participen.

Son relaciones humanas la prueba de distintas características de una manera


superficial.

Si las relaciones humanas no son un juego que practicas con sigo mismo, no
son tampoco un juego que practicas con los demás. Las Relaciones Públicas
son un arte y una ciencia.

Conocer sus postulados y aplicarlos oportunamente cuesta menos que un solo


error debido a la improvisación. /10

10
/ El Libro de las Buenas Maneras, Bárbara Quiros,Editorial Agata Libsa, España 1998. Págs 94-96.
126

Las relaciones humanas son un proceso continuo, no son algo en lo que


participes una hora un día, o quizás una semana y luego lo olvides por el resto
de tu vida.

Son un proceso en el que continuamente aprendes, son un proceso en el que


continuamente crees.

2. Desarrollo histórico de las relaciones humanas.

La revolución industrial, iniciada en Inglaterra, trajo consigo cambios en la


estructura económico social, creando las condiciones para la aparición, por un
parte, de un grupo e industriales emprendedores y audaces, y por otra, de la
fuerza e trabajo sujeta a condiciones insalubres y salarios de subsistencia.

En esta etapa, el naciente grupo empresarial se encontró con la inesperada y


prodigiosa tarea de convencer al público en general de su derecho de autoridad
en la industria y de que la necesidad de industrialización no constituía un reto
para los intereses en pugna. En aquel tiempo las ideologías empresariales
estaban basadas en una relación de “necesaria dependencia” por parte de los
obreros, sobre quienes se ejercía la autoridad a través de las líneas tradicionales
de amo y sirviente. La teoría de la dependencia presuponía que los ricos
deberían ser responsables para con los pobres y atenerse a las reglas morales
correspondientes al buen orden social. Posteriormente, al rechazar, tal
responsabilidad, el movimiento de laissez faire dejó abandonado al pobre a su
propia suerte.

Después al final del siglo XIX, en Inglaterra y más aún en Los Estados Unidos,
las teorías del Darwinismo social, justifican la autoridad empresarial y la riqueza
por medio de la mayor habilidad para sobrevivir, de aquellos que la detectan.
127

Al finalizar la centuria pasada, Frederick Taylor junto con otros estudiosos de


menor renombre, de la “ dirección científica”. Este movimiento ha sido muy
criticado en vista de que esclavizó y explotó más a los trabajadores que los
beneficios que éstos recibieron. Entre los principios más importantes
cristalizados por Taylor se encuentran: a) la disociación del proceso de trabajo
de la pericia de los obreros; b) la separación de la concepción de la ejecución,
debiendo quedar la primera bajo el control de la gerencia y; c) el control directo
de proceso del trabajo y su modo de ejecución por parte de la administración de
la empresa.

La división del trabajo en proceso simple y la apropiación del control por parte de
la gerencia, trajo por consecuencia la destrucción de los oficios, el
abarrotamiento de la fuerza de trabajo, un menor costo de mantenimiento, una
mayor productividad y por lo tanto, la polarización de los extremos, de aquellos
cuyo tiempo es infinitamente valioso y aquellos cuyo tiempo no vale nada.
Además una consecuencia importante de la detallada división del trabajo fue el
desmembramiento del obrero, su alineación y su conversión, en simple
mercancía.

Finalmente a partir de los últimos 20 años de este siglo, el movimiento de las


relaciones humanas cobró ímpetu con los estudios de Elton Mayo, quién
demostró que el factor humano es de importancia capital en la industria, para la
elevación de la productividad. En resumen durante los últimos doscientos años
las ideologías de la dirección, principalmente en la civilización angloamericana,
han cambiado de la teoría de la dependencia, a la de la laissez faire, Darwinismo
social, administración científica, y finalmente el enfoque de las relaciones
humanas.
128

Como se ha visto, el modo de pensar de los empresarios ha ido cambiando a


medida que el proceso de industrialización se hace mucho más complejo, hasta
sentir la necesidad de aplicar el método científico al control de la conducta
humana, la filosofía gerencial considera ahora al individuo generalmente como
retórica que no se transforma en acción comúnmente integral, al que debe darse
la oportunidad de desarrollar su talento de la manera que mejor se adapte a su
personalidad, para provecho tanto de él como de la propia empresa.

Posiblemente el pensamiento de los hombres del negocio, ha sido influenciado


por movimientos como el de los derechos del hombre y la tendencia hacia de la
democratización de la sociedad. Quizá también la violencia y la acción
anarquista más reciente de una parte de la juventud están influyendo en el
cambio del pensamiento empresarial.

Sin embargo, un gran número de administradores y empresarios de corte


tradicional aún persiste en creencias de línea Tayloriana como las siguientes:

“El trabajador constituye una entidad completamente separada de la


administración y por lo tanto, no debe actuar de acuerdo con su propia iniciativa
sino bajo el mando exclusivo de la gerencia. Si tan solo el trabajador siguiera las
ordenes al pié de la letra no habría ningún problema entre el capital y el trabajo”.

“La función de la administración es la de pensar; la del subordinado trabajar”.


“Los incentivos no monetario quizá darán buenos resultados con los ejecutivos,
pero nunca con los trabajadores”.
Se sospecha que la fuerza de trabajo tratará siempre de obtener lo mejor de la
empresa sin dar nada a cambio.
“Si la empresa quiere sobrevivir es menester que la administración aplique la
fuerza y la astucia con los trabajadores. La disciplina debe ser férrea e
inquebrantable”.
129

Además de la persistencia de la filosofía empresarial, autoritaria, es necesario


tomar en cuenta que también el modo de pensar incluyendo el positivo difiere de
la realidad y aún en los países desarrollados existe una brecha entre la
actuación y el modo de pensar, desafortunadamente la enajenación, creciente,
de la sociedad moderna, ha llevado a la mayoría de las personas a actuar de
acuerdo con sus intereses más que de acuerdo con sus ideas. En la práctica el
individuo olvida a menudo el derecho de los demás aún a costa de ser
incongruentes sus acciones con sus ideas. En este clima frecuentemente se
pasa por alto que la empresa debería constituir una mutualidad de intereses
económicos y sociales, donde la dignidad humana debe ser preservada y el
desarrollo individual promovido.

3. El objetivo de las relaciones humanas.

Muchos autores norteamericanos dan a entender implícitamente que el objetivo


de las relaciones humanas a final de cuentas es la mayor productividad de la
fuerza de trabajo en la organización. Algunos de estos autores han llegado a
mencionar explícitamente que estas deberían de considerarse tan solo como un
medio para la consecución de los objetivos económicos, de la empresa. Si se
quiere que esta triunfe económicamente, es menester tomarlas como una
herramienta y no como un objetivo. Todavía más atribuyen el fracaso económico
de algunas empresas, él considerarlas como un objetivo incluso si el programa
correspondiente tiene un amplio contenido.

Para dilucidar esta cuestión que podría establecer explícitamente el nivel al que
se está hablando a saber: nivel social, nivel de la empresa, o de las relaciones
humanas. El sistema económico enmarcado dentro del sistema social debería en
primer lugar satisfacer las necesidades principalmente materiales y legítimas de
la comunidad, dentro de un marco de disponibilidad de recursos y de una
tecnología dada.
130

En el sentido social más amplio el crecimiento económico se consideraría como


un medio para el desarrollo de la personalidad humana, el cual a nivel individual
se traduciría en un estándar de vida adecuado, en la oportunidad de educación
de realización y de competencia personal.

Esto llevaría al individuo a la adquisición de seguridad, respeto a su dignidad


humana y a contar con posibilidades reales de desarrollo.

La empresa, como parte del llamado sistema de economía mixta, debería


contribuir al logro de los objetivos de este último de manera que una empresa
tendría que cumplir con sus funciones económicas es decir la creación y/o
distribución de satisfactorios a los precios más bajos, el crecimiento de la misma,
el ofrecimiento de empleo, abundantes y bien remunerados, que contribuye a la
distribución más justa del ingreso, así como el convertirse en factor de progreso
económico para la comunidad pero a la vez si la empresa tiene que ayudar a
cumplir la finalidad última del sistema social del que forma parte, será menester
que dé oportunidad y contribuya al perfeccionamiento de sus miembros.

En un sistema de economía socialista la empresa también juega un papel central


en la producción y distribución de bienes y servicios. Aún cuando en tales
sistemas el pago de sueldos es más igualitario, subsiste la necesidad del
desarrollo integral de sus miembros. Posiblemente la empresa socialista no
cuenta con un enfoque de tipo accidental, donde la mercadotecnia y la ciencia
del comportamiento se enfatizan, sin embargo, la mejor distribución del ingreso a
través de remuneraciones más igualitarias le facilitan la eliminación del
antagonismo entre la administración y el trabajo.

En un sentido objetivo, las relaciones humanas deberán cumplir eficientemente


con la predicción y evaluación de la conducta humana en las organizaciones,
tanto las que persiguen objetivos económicos, como las que persiguen otras
finalidades.
131

En un sentido subjetivo, se podrían identificaron diferentes finalidades. El


incremento de la productividad y/o el desarrollo y estabilidad humana. En el
primer sentido constituyen una ciencia aplicada; en el segundo se apela a los
objetivos a los cuales deben servir en última instancia. Habrá que tomar en
cuenta que las ciencias aplicadas no tienen una justificación por sí mismas, sino
que ésta se encuentra fuera de ellas.

En la vida real generalmente no coinciden los objetivos individuales con los de la


empresa, pero aun cuando coincidiesen, si están en contraposición a las
necesidades colectivas existirá una situación anómala desde el punto de vista
social.

En este sentido encontramos muchas de las críticas que se hacen a las


relaciones humanas, es decir, quienes las aplican asumen que los objetivos de
la empresa son buenos y tratan de identificar a los trabajadores con éstos,
independientemente sí están o no en la contraposición al interés social.

Es necesario estar consciente que nos encontramos dentro de un campo


altamente normativo. En este sentido se podría decir que cada individuo tendría
su propia jerarquización de objetivos; unos les darían mayor peso a los
económicos y otros a los de perfeccionamiento humano. Sin embargo, la
experiencia de los países industrializados nos muestra que aun cuando el
cumplimiento de los objetivos económicos ha contribuido a satisfacer ciertas
necesidades y a facilitar el trabajo de algunos grupos sociales, la subordinación
de los individuos exclusivamente a la producción, ha provocado alienación y una
baja considerable en el nivel de salud mental de los empleados y obreros.
A nivel social no cabe duda que la empresa debería contribuir al desarrollo y
perfeccionamiento humano, si realmente quiere colaborar al progreso social del
país que se trate. Por lo tanto, aun considerando como instrumento a las
relaciones humanas dentro de la organización, deberían servir en primer término
al desarrollo de las personas y en segundo a los objetivos económicos.
132

Independientemente de los objetivos funcionales de la organización, éstas


deberían perseguir la finalidad de mejoramiento humano. Claro que si también
sirven simultáneamente a los logros económicos.

Resumiendo, en el sentido objetivo las relaciones humanas pueden ser un medio


para cumplir con las finalidades de la empresa, siempre y cuando éstas se
identifiquen con el bien común. En el sentido subjetivo tienen como finalidad el
desarrollo y el perfeccionamiento humano, el cual también debería de constituir
uno de los objetivos primordiales de toda organización.

El olvido de esta finalidad principal, considerando exclusivamente como un


medio para alcanzar fines económicos, puede prevenir la obtención de estos
últimos a mediano o largo plazo. La manipulación o la falta de respeto a la
dignidad personal, tarde o temprano darán resultados negativos tanto en el
orden de la productividad como en el humano.

Su justificación está no tan solo en función de su contribución a la formación de


individuos más conocedores de sí mismos y mejor capacitados para entender a
los demás, sino también en función de la construcción de la filosofía y una
práctica, de las relaciones, que lleve a los individuos al logro de una sociedad
más equilibrada y justa.

Antes de pasar a examinar el enfoque y el contenido de las relaciones humanas,


se tratará de aclarar la diferencia entre éstas y la administración de personal, en
vista que muy a menudo se ha confundido el ámbito de ellas.

4. La administración de personal y las relaciones humanas

A partir de 1950 se ha dado mucho énfasis a la administración de personal en


los países desarrollados.
133

En un principio se notó cierta confusión en cuanto a las funciones del


departamento fueron los problemas de actitudes y estado de ánimo de los
empleados y en general los problemas provenientes de las interrelaciones de los
empleados y trabajadores con sus compañeros y con sus superiores. Sin
embargo, estos problemas correspondían a las relaciones humanas, y la
responsabilidad para solucionarlos a cada uno de los individuos de la empresa,
especialmente a los superiores.

Tanto las funciones de personal, como las de relaciones humanas deberían


estar integradas en un solo paquete en la organización. A pesar que ambas
funciones se aplican sobre los individuos, se efectúan en ámbitos generalmente
diferente. También el alcance y la finalidad pueden tener diferencias, en el
sentido que la administración de personal ha estado más ligada a los intereses y
necesidades de la empresa que a las personas mismas, en quien las relaciones
humanas están interesadas. Sin embargo, se podrá ver mas adelante, existen
tareas de contacto entre algunas de las funciones de ambas. Para tener una
idea más clara de sus diferencias y afinidades, hagamos un breve examen de
sus funciones.

5. El contenido de las relaciones humanas

Los científicos sociales, especialmente los interesados en el comportamiento


humano, han contribuido –desde hace mucho tiempo- con sus teorías e
investigaciones a la formación de un cuerpo de conocimientos en este campo.

Sin embargo, la importancia que se le dio a la aplicación sistemática e


interdisciplinaria data de aproximadamente tres décadas, poco después de los
estudios de Elton Mayo. Tal parece que el énfasis inicial de ese autor, o sea ver
los problemas en el contexto más amplio de la sociedad industrial, se ha ido
perdiendo; actualmente se les enfoca casi exclusivamente desde el punto de
vista más estrecho de la empresa.
134

La crítica más justificada que se puede hacer al contenido actual de las


relaciones humanas es su falta de ligamento al contexto social. Sus temas
principales están centrados en la empresa y en su ámbito interno, si tomar en
cuenta el impacto que sus programas pueden tener en la sociedad.

Especialmente los relacionistas humanos norteamericanos toman los objetivos


de las relaciones humanas subordinados a los objetivos económicos de la
empresa. Es decir, los conocimientos y descubrimientos acerca del
comportamiento humano se han aplicado al logro de una mayor productividad
del trabajo en la organización.

El sesgo, es el contenido de las relaciones humanas se hace entendible, cuando


se toma en cuenta que las ciencias sociales, por una parte, el producto de la
ideología dominante, y por la otra, un método de investigación científica. En vista
que las relaciones humanas nacieron dentro de un sistema preponderantemente
de libre empresa –el de los Estados Unidos de Norteamérica- su objetivo
implícito es el de servir a la organización lucrativa privada, habiendo esterilizado
ideológicamente su función social. De esta manera es explicable que los
relacionistas norteamericanos le hayan dado a las relaciones humanas el
objetivo de ayudar a alcanzar una productividad más alta. Así la finalidad del
desarrollo humano y de la creación de una sociedad más justa y satisfecha, pasa
a segundo término.

Dejando a un lado esta crítica y yendo al ámbito en el que las relaciones


humanas se mueven, nos percatamos que no pueden escapar a un enfoque
interdisciplinario. Aun cuando se logre establecer una síntesis de su cuerpo de
conocimientos, seguirán nutriéndose de varias ciencias. Primordial importancia
tiene la psicología individual, entre cuyas contribuciones se cuentan: las pruebas
psicológicas, la colocación y satisfacción en el trabajo, los incentivos, la
motivación y las diferencias individuales.
135

La aportación de la psicología social también es importante ya que analiza el


comportamiento del grupo, su estructura, así como las motivaciones y actitudes
de sus miembros. También esta ciencia ha hecho aportaciones importantes en el
campo del lenguaje y la comunicación social. La psicología y la antropología han
contribuido en campos tales como la dinámica de grupo y la influencia de la
cultura en el comportamiento social, respectivamente, aun cuando podrían ser
complementarias por sus traslapes en ciertos temas con la psicología social.
Las ciencias políticas proveen información acerca del poder, la organización, el
conflicto individual, y de grupo, así como sobre el proceso administrativo en
general.

Existen temas desarrollados por otras ciencias sociales que podrían


considerarse como contribuyentes potenciales a las relaciones humanos. En
algunos casos conocimientos no se han incorporado, en vista del poco énfasis
que las relaciones humanos ponen en el aspecto social. Por ejemplo, la
economía podría contribuir a explicar las relaciones de producción, la
distribución del ingreso y sus factores determinantes, aspectos que arrojarían luz
sobre las causas básicas sobre las relaciones humanas desiguales. Además, la
economía podría contribuir con el estudio del mercado de trabajo, el
comportamiento económico del trabajador así como el análisis de la tecnología y
su impacto en la productividad.

También hay ciencia que no han hecho contribuciones posiblemente porque no


han ahondado lo suficiente en algunos aspectos del conocimiento, poco se sabe
de los efectos de la constitución fisiológica en la psicología individual; de los
efectos motivacionales de los diferentes usos semánticos, etc. Sin embargo, los
científicos del comportamiento esperan que los campos mencionados y otros
más, harán contribuciones especiales a lo que un día, sin duda, será una teoría
del individuo y el trabajo.
136

Los temas centrales de las relaciones humanas, que casi nunca se pasan por
alto en las relaciones de texto, libros de lecturas y en la literatura general del
comportamiento en las organizaciones son:

a. Liderazgo y autoridad
b. Motivación y conducta
c. Estructura organizacional
d. Comunicación
e. Cambio organizacional
Otros de los temas que a menudo encontramos en la literatura de
relaciones humanas son:
f. Diferencias y afinidades individuales
g. Estudio de grupos pequeños: estructura, funciones, interacción y
cohesividad
h. Participación de lo subordinados
i. Guía y consejo de los empleados
j. Investigación

Algunos de estos últimos solo son subtemas de los de arriba indicados; por
ejemplo la participación generalmente se incluye en la administración de
cambios. Para tener una idea más precisa del contenido general de las
relaciones humanas, pasemos a ver brevemente cada uno de los temas
centrales.

El estilo de dirección (liderazgo) tiene mucha importancia para la motivación de


los trabajadores y el logro de una productividad alta. A través de enfoques
diferentes, se argulle, que el éxito en la dirección no estriba tan solo en las
características del líder, sino en las del grupo, las de la organización y las del
medio ambiente.
137

Cada vez se ha ido un poco más adelante en el logro de un modelo integrativo y


sobre todo más realista, así, la mayoría de los enfoque situacionales han llegado
a la conclusión que en n solo estilo de dirección no es aplicable a todas las
situaciones, aun cuando no se trate de un estilo ideal.

El incremento del tamaño de las empresas y la separación entre la propiedad y


la dirección, han llevado a la conclusión que el manejo de la empresa moderna
tendrá que hacerse a base de confianza entre más autoridad se delegue. Si se
quiere obtener la buena voluntad de parte de los subordinados, será necesario
motivarlos positivamente hacia el perfeccionamiento en su trabajo e
identificación con los objetivos de la empresa. Es por esto que muchos autores
califican a la motivación como el corazón de la dirección.

Los incentivos económicos bien utilizados por la gerencia, pueden constituir una
motivación fuerte para los subordinados; sin embargo, siempre existe una región
donde dicho incentivo no trabajan, región donde será necesario descubrir los
objetivos de tipo económico hacia los que el individuo se sienta motivado, que
pueden ser, por ejemplo, culturales, sociales, morales, de propia realización, etc.

La estructura organizacional y el control administrativo juegan un papel muy


importante en la conducta de los individuos dentro de la organización. Esta
cuenta con una estructura formal que, de acuerdo con la planificación,
organización y control define metas, políticas y procedimientos.

Estructura la autoridad, fija actividades, establece supervisión y medidas para


evaluar la actuación. Pero existe otra estructura más dinámica, menos lógica y
más difícil de controlar que es la estructura formal. El administrador moderno
tiene que reconocer y comprender esta otra dimensión de la empresa y en
causarla positivamente si quiere obtener resultados efectivos.
138

Por otro lado, la estructura formal por sí misma puede ser fuente de problemas
de conductas y está pobremente concebida o sino se adapta a las circunstancias
operacionales de la empresa.

Muchas veces no se le da la importancia necesaria, sino tan sólo de una


estructura organizacional que provoca confusiones y mal entendidos entre las
personas. También en este caso el administrador también debe conocer y
entender las incompatibilidades entre una estructura formal específica y el sano
comportamiento humano.

4. La comunicación en las relaciones humanas

Es concebida tanto una habilidad del administrador, como un proceso difícil y


constante de transmisión de información. No es cuestión únicamente de dar
órdenes, explicar el trabajo que se quiere o los objetivos que se persiguen sino
de saber motivar a los subordinados para cumplir órdenes voluntariamente, de
explicar el trabajo dejando participar y contribuir a lo empleados, o comunicando
con el ejemplo el camino hacia los objetivos fijados. Para que la comunicación
pueda fluir ágilmente habrá que crear la estructura organizacional adecuada a
las funciones a realizar; pero más que todo será menester crear las condiciones
de confianza y alta moral conducentes a una comunicación efectiva. Además de
información deberá transmitirse también entendimiento. Si existen buenas
relaciones entre el jefe y los subordinados, habrá más probabilidades que la
recepción del mensaje sea fiel en contenido e intención, tal como el superior los
haya concebido.

La empresa moderna es una isla de colectivismo rodeado por un mar cambiante


y dinámico. Si bien la empresa tiende a realizar sus propios objetivos, éstos y la
manera de conseguirlos se verán afectados por la tecnología, las decisiones
gubernamentales y los gustos de los consumidores.
139

Muchos de estos cambios producen a su vez cambios en la estructura de la


empresa, en sus funciones y por lo tanto en las personas que la integran. La
hostilidad y resistencia al cambio se origina, en la incertidumbre que ésta crea,
tanto en la mente del subalterno como en la del ejecutivo.

A la solución de este problema los relacionistas humanos han aplicado la


participación, combinada con medidas tendientes a amortiguar la tensión y la
incertidumbre al cambio. Además, e ha descubierto que ciertas estructuras de
organización se adaptan más que otras al cambio y se ha concentrado que la
naturaleza de ciertas industrias compromete a sus miembros a buscar
concientemente el cambio. De cualquier manera, ya sea en una empresa
estable o cambiante, el administrador estará más capacitado para lograr un
clima de estabilidad psicológica, si sabe lo que está pasando en su organización
y cómo puede amortiguar los efectos negativos del cambio.

7. La persona y su contexto social

Ahora bien, sin olvidar que cada individuo es distinto, es menester enfatizar que
desde el punto de vista social, el marco básico de las relaciones humanas está
constituido por la equidad y la justicia entre los hombres. Las diferencias
individuales inciden principalmente en el trato interpersonal y en los grupos
pequeños. Pero, si en verdad queremos que las relaciones humanas florezcan,
es necesario que las reglas del juego sean justas. Cuando tales bases no
existen en la sociedad y en la empresa, las relaciones humanas se convierten en
mera manipulación de los subordinados por los dirigentes.

8. Las diferencias individuales


Una de las causas principales de las diferencias individuales es la influencia
hereditaria. Por el momento y para efectos de análisis, se examinará
separadamente la influencia genética, de la influencia psicológica y la del medio
ambiente.
140

Sin embargo, posteriormente se hará mención del intercambiar entre estos


factores y su influencia conjunta sobre la personalidad del individuo. La
estructura orgánica y las características funcionales y psicológicas de la persona
no pueden separarse, ni considerarse como constantes; tampoco se podría
separar el medio ambiente ya que éste las convierte en variables.

9. Influencias genéticas

Algunas de las nociones y conceptos generales que necesitamos conocer para


entender el papel de las influencias genéticas en la personalidad son:
a) Los conceptos de fenotipo y genotipo
b) Los cromosomas
c) El papel de los genes
d) Efectos de la dominancia y receptividad de los genes

a) El fenotipo está constituido por el inventario de características, que


expresamente muestra un individuo en su estructura orgánica y psicológica,
tales como: el color del pelo, de la piel, de los ojos, su habilidad para
distinguir normalmente los colores, o su nivel de inteligencia. El genotipo se
refiere al conjunto de características heredadas por un individuo, que puede o
no transmitir a su prole, independientemente que se muestran o no en el
organismo del transmisor.

b) Los cromosomas son cuerpos microscópicos, filiformes que se encuentran en


el núcleo de las células vegetales y animales.

Los cromosomas están formados por cadenas de genes, ocupando estos


últimos un lugar específico dentro del encadenamiento señalado. Los
cromosomas se dan en pares y normalmente hacen un total de 46; en la
concepción el ser humano recibe 23 cromosomas de la célula masculina –
esperma- y 23 de la femenina –óvulo-.
141

c) Dentro de la dotación cromosómica la mujer normalmente cuenta con dos


cromosomas “X” y el hombre con uno “X” y otro “Y”. Este par de cromosomas
es diferente de los demás y es determinante del sexo, dependiendo de la
proporción de cromosomas X y Y. Generalmente los X son más grandes que
los Y. En la especie humana, las hembras darán gametos: Unos con el
cromosoma X y otros conteniendo el Y. por lo tanto, el que decide el sexo.
/11

10. Importancia de las relaciones humanas

Las relaciones humanas desempeñan un papel muy importante en el mundo de


los negocios. El movimiento de las relaciones humanas realmente comenzó a
fines, de la década de los años 20 y principios de la de los 30, cuando los
empresarios e industriales observaron que los trabajadores tenían muchas
necesidades y creencias. Antes de eso las compañías sólo se interesan en la
productividad, no en las necesidades de los trabajadores.

Se debe de ver a los trabajadores como un individuo, con necesidades


especiales. Las empresas de hoy día demuestran este interés por los
trabajadores ofreciéndoles mejores condiciones de trabajo y muchas
prestaciones como vacaciones y premios de diversos motivos. /12

E. RELACIONES PÚBLICAS

1. Concepto de las Relaciones Públicas

Las relacionas públicas son cualquier situación, acto, o palabra que incluye
sobre la gente.

11
/ Relaciones Humanas, Agustín Reyes Ponce, Editorial Limusa, México 1966
12
/ Relaciones Públicas Modernas, John E. Marston, Editorial McGraw-Hill, Primera edición 1988.
142

Las relaciones públicas son el arte de hacer que su compañía sea agradable
para sus empleados, sus clientes, las personas que le compran y las personas a
las que les vende, y que éstos la respeten.

Las relaciones públicas son tan difíciles de definir con la educación o la religión.
Todo mundo está de acuerdo en que la religión y la educación son importantes;
sin embargo, no existen dos personas que las definan de la misma forma.

No es necesario ser un experto para saber como afectan a las personas los
conflictos conyugales, las problemáticas familiares (relaciones padres-hijos,
relaciones entre hermanos, crisis de adolescencia, etc.) o las relaciones
humanas insatisfactorias en el trabajo.

En efecto, es bien conocido el que las llamadas enfermedades psicosomáticas


(colon, irritabilidad, asma, alergias, hipertensión, etc.), son consecuencias
directas de la tensión.

También, que la tensión acelera la arteriosclerosis, que afecta las funciones


sexuales al alterar el balance de las hormonas respectivas, y así sucesivamente.
También hay consenso entre los especialistas que el cáncer tiene como factor
destacado

Y por su parte los trastornos mentales funcionales (neurosis, inhibiciones,


psicosis funcionales) dependen esencialmente de las problemáticas en
relaciones humanas.

En suma, para tener una vida feliz es requisito indispensable el gozar de buenas
relaciones humanas.
143

Por otra parte, la eficiencia y productividad en empresas e instituciones diversas


(clubes deportivos, instituciones vecinales, etc.) tienen como factor de primera
importancia la constitución de equipos de trabajo que tengan buenas relaciones
humanas. Porque en ambientes conflictivos y con discordias en que predominan
los antagonismos, resentimientos y desconfianza, suceden precisamente lo
contrario. Lo que impulsa cada vez más a ejecutivos y directivos tanto a
aplicarse en propia capacitación en relaciones humanas, como a la puesta en
práctica de programas destinados a mejorar el respectivo clima organizaciones.

2. Historia de las Relaciones Públicas: el Porqué de la Capacitación de


Ejecutivos y Supervisores

La práctica de los talleres de relaciones humanas es un hecho común en la


actualidad. Acude a ellos desde ejecutivos y dirigentes de alto nivel, pasando
por personas con diversas responsabilidades sociales, hasta dueñas de casa en
busca de actividades que la saquen del estrecho ambiente hogareño.

Cada uno de ellos con la expectativa de resolver variados problemas de


relaciones en su entorno social inmediato (trabajo, grupos varios, familia,
amistades, etc.).
Así, se ofrecen "talleres" de todos tipos en un exceso que sorprende y también
resulta inquietante por las discutibles consecuencias que tienen para las
personas que recurren a este tipo de prácticas y asimismo en el respectivo
entorno social.
Porque en sus orígenes se esperaba precisamente de los participantes en estas
actividades que pasaran a ser "agentes de cambio" dentro del medio social en
que se desenvolvieran. Además de que con frecuencia estos talleres se asientan
en creencias y mitos que distan mucho de aquello que corresponde
efectivamente al conocimiento científico e, incluso, que parecieran estar en
abierta contradicción con el pensamiento lógico.
144

Se hace necesario entonces el precisar lo que es, o ha sido, el así llamado


"movimiento de las relaciones humanas" y sobre que bases científicas se
asienta. Y como es que se llegó, desde el movimiento de las relaciones
humanas a lo que hoy se describe como Desarrollo Organizaciones.

3. Acciones para aplicar las relaciones humanas en las empresas

Capacitación constante de relaciones humanas.


Desarrollo adecuado de las relaciones humanas entre compañeros de
trabajo.
Posesión de mejores relaciones personas.
Mejorar la atención a las diferentes personas que frecuentan la agencia.
Realizar encuestas para evaluar las relaciones humanas en el área de
trabajo.
Poseer mayor facilidad de expresión, para tener mejor comunicación a nivel
empresarial.

4. Crecimiento de las relaciones públicas

El rápido desarrollo de las relaciones públicas en los negocios ha sido igualado


por el hincapié puesto en organizaciones de asistencia pública, instituciones
educativas, organizaciones gubernamentales, sindicatos y asociaciones
comerciales, y por celebridades, líderes políticos y causas diversas.

Se estima que 100,000 personas trabajan en relaciones públicas en Estados


Unidos, y que sus ganancias anuales son superiores a los 1 000 millones de
dólares por año. Cuanto más se gasta en actividades de relaciones públicas,
aparte de dichos sueldos, sólo puede conjeturarse.
145

5. Relaciones públicas de los profesionales

¿Qué es una profesión?, No existe una respuesta sencilla, pues debido a la


proliferación del conocimiento especializado el número de ocupaciones humanas
que requiere de mucha capacitación y conocimiento ha aumentado tanto en
años recientes, que la antigua y simple lista de las profesiones las dividía en
clero, derecho, medicina, milicia y algunas otras, se ha vuelto absoluta.
Sin embargo, existen algunos distintos profesionales. Uno es la posesión de un
conjunto de conocimientos especiales y organizaciones que no puede adquirirse
sin un largo y difícil estudio. El leo busca los servicios de un profesional, una
abogado o médico, por ejemplo, porque no tiene los conocimientos que ellos
poseen: los derechos de los ciudadanos ante la ley o el efecto de una medición
en una enfermedad.

6. LA ÉTICA
a. Concepto de Etica

La ética es una disposición de la filosofía; se ocupa de lo que debe hacerse, no


de lo que prácticamente hacemos. El otras palabras, es una disciplina que
estudia la conducta humana bajo un punto de vista normativo.

b. La persona y sus exigencias éticas

Se entiende por exigencia ética la necesidad de pautas y normas de


comportamiento, que toda persona tiene.
Aun aquella persona que, aparentemente, no comulgan con ninguna alternativa
moral, suelen ofrecernos una normativa de vida y de conducta, consistente,
quizá, en hacer lo que uno quiera; pero aun en este hipotético caso aparece una
exigencia, sino ética, sí a la menos regulativa.
146

Es, pues, inherente a las personas al sentido ético, entiendes por tal no sólo la
necesidad personas de una normativa que nos suministre criterios mediante los
cuales podamos calificar nuestro comportamiento y el ajeno, sino también la
tendencia de toda persona a valora el comportamiento propio y el de los demás.
Y cuando hablamos del sentido ético de la persona, nos estamos refiriendo al
hombre social.

c. Importancia

La ética no es una cosa abstracta desligada de la vida, todo lo contrario,


continuamente estamos dando juicios éticos, vamos a verlo, con una serie de
ejemplos cuya importancia está en la mente de todos.

Es bueno o malo dominar de tal modo la naturaleza.


La libertad es valor humano, sin embargo, “hasta qué punto es ético permitir que
la libertad de uno se empeñe en daños con los demás.

En el trato impersonal, en las relaciones en el seno de las familias, las


relaciones de trabajo, en la vida política, en las relaciones interpersonales se
plantean continuamente problemas éticos o morales. Todo esto implica la
importancia del conocimiento de la ética o de la moral en la educación y todos
los actos de nuestra vida diaria

Una persona sin ética es una persona sociológicamente inmadura, por otro lado,
siempre hay una ética, quien dice no tener ética moral, tiene en realidad la moral
de la amoralidad o de la inmoralidad. /13

13
/ Relaciones Humanas, Agustin Reyes Ponce, Editorial Limusa, México 1966. Págs 80-85
147

d. El hombre y la ética

Actualmente el hombre es el punto de partida de la filosofía. Afortunadamente es


filosofía del hombre, la persona es el centro de donde surgen los problemas y
preocupan al mundo. La persona es el objeto de la filosofía porque la persona es
la síntesis misteriosa de materia y espíritu, de tiempo de y de eternidad del yo y
del no yo, de libertad y necesidad sin las personas sinceramente no habría
filosofía.

e. Ética profesional

Se empieza forzosamente por la conciencia de la responsabilidad que mantener


un trabajo, en tales condiciones de escasez, la ética profesional abarca todos los
ámbitos del trabajo y se propone una conciencia de responsabilidad del mismo.
Valores con la horades, el empeño por mejorar en lo que respecta a las tareas
recomendadas, sin embargo solo posibles cuando las empresas posibilitan una
ambiento idóneo para este trabajo.

Cuando ello es posible no están justificadas conductas claramente deshonestas


en el campo laboral, los falsos certificados médicos como justificación la lentitud
excesiva y la desgana, sobre todo cuando estas tareas son de cara al publico.

f. La ética del comunicador

La postura del comunicador es difícil de mantener sin riesgos a la empresa, pues


debe mantener un equilibrio que le permita conservar la credibilidad entre el
público irresponsable a las instrucciones y política que fija la dirección.
148

Algunas veces los intereses de la empresa y los de su personal chocan y el


comunicador debe ser bastante prudente como para continuar su función no sea
la de negociar oficial, que es el aspecto laboral corresponden al gerente o
director de relaciones industriales o al gerente o director de personal, a quien su
descripción de puesto se le atribuye.

g. La ética y la responsabilidad social de la compañía

Las compañías necesitan utilizar la ética para evaluar si en realidad están


practicando una gestión ética y socialmente responsable. Se considera que el
éxito de una empresa, la satisfacción continua del cliente y otros grupos de
interés, están íntimamente ligados con la adopción e instrumentación de altas
normas de conducta y de servicio al cliente. Las compañías más admiradas del
mundo obedecen un código de dar servicio a los intereses del prójimo y no a los
propios. /14

h. Opinión pública

1. Concepto de Opinión Pública

Decisiones de grupos de personas en relación con temas mencionados,


identificados.

Esto defiere de las actitudes públicas, que son las predisposiciones, ideas, o
sentimientos de las personas hacia los conceptos que aún no se han
materializado de cierta manera.

14
/ Dirección de Mercadotecnia, Philip Kotler, Prentice-Hall Hispanoamericana, S.A., Octava edición,
México, 1996. Pág.s 763.
149

2. Objetivo de la opinión pública en la empresa

Uno de los objetivos que persigue la comunicación organizacional interna es la


creación de Opinión Pública favorable a los proyectos y objetivos de los
institución y además, neutralizar aquella que pudiese dañarla.
La opinión pública actualmente es considera como un fenómeno spicosocial y
político, por medio del cual, un grupo de personas manifiestan públicamente su
interés en que determinado asunto se resuelve de acuerdo a sus deseos.

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