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En 1969, Ernst Haeckel definió la Ecología como el estudio de las interacciones entre los
organismos y su ambiente. A nivel de organismo, la Ecología lidia con la manera en que los
individuos afectan y son afectados por su ambiente (Begon et al., 2009). Los individuos presentan
variaciones que impactan de manera directa en su respuesta ambiental, dichas variaciones son
observables a nivel poblacional y sobre éstas actúan las presiones selectivas. La variación
fenotípica es una cuestión central en la Ecología y juega un papel importante en la adaptación, el
cambio de nicho, la plasticidad fenotípica, la dinámica poblacional y en la diversificación evolutiva
(Angers et al., 2010).
La importancia de dar un enfoque epigenético a los estudios ecológicos radica en que podrían
comprenderse fenómenos de variación que no pueden ser explicados por diferencias en el DNA.
Numerosos estudios realizados en la actualidad ponen en evidencia la utilidad de la Epigenética
para entender la aparente falta de variabilidad genética en poblaciones con fenotipos muy
variados y que son muy exitosas, como ocurre frecuentemente en las bioinvasiones (Pérez et al.,
2012). Una bioinvasión se define como la expansión de organismos exóticos hacia regiones donde
no existían previamente, generalmente como resultado de la actividad humana (Pérez et al.,
2012). Se ha observado que los cambios epigenéticos prevalecen sobre los cambios genéticos en la
determinación del éxito de las bioinvasiones, pues las modificaciones epigenéticas pueden ocurrir
con una mayor velocidad en comparación con las mutaciones genéticas (Jablonka y Lamb, 2005;
Pérez et al., 2012). Por tanto, la variación epigenética juega un papel ecológico potencial en la
adaptación de las especies invasoras a nuevos ambientes (Schrey et al., 2012).
Entre los estudios más citados sobre este tema, se encuentra el realizado por Schrey y
colaboradores (2012), en donde evaluaron la variación epigenética en el gorrión común, Passer
domesticus, una especie que ha sido introducida en numerosos lugares del mundo. En esta especie
se observan diferencias muy notorias en morfología, fisiología, comportamiento y características
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La metilación del DNA es la adición de un grupo metilo a las citosinas convirtiéndolas a 5-metil-citosina,
esto ocurre en las denominadas islas CpG, que son sitios ricos en citosinas y guaninas encontradas
principalmente en los sitios regulatorios de los genes. Este mecanismo está relacionado con la represión de
la expresión génica. La metilación del DNA ha sido la más frecuentemente estudiada en poblaciones
naturales (Schrey et al., 2013) y, generalmente se hace un estudio global, teniendo como resultado el
metiloma del organismo (patrones de metilación). La técnica usada para evaluar la metilación del DNA de
manera global se llama MS-ALFP (DNA microarray-based methylation-sensitive).
de historia de vida según los lugares en donde habitan; este hecho resulta muy sorprendente dado
el corto tiempo que las poblaciones de estos organismos invasores han tenido para adaptarse a
tan diversos ambientes. En este estudio compararon la metilación del DNA en dos poblaciones,
una en Nairobi, Kenia y la otra en Tampa, E.U., en estos sitios la bioinvasión se dio en tiempos
diferentes, siendo la de Nairobi la más reciente. Encontraron que los patrones globales de
metilación eran similares en ambos lugares, sin embargo, la metilación a nivel local era mucho
más frecuente en la población muestreada en Nairobi. La población de Nairobi presentaba una
muy baja variabilidad genética, por lo que el hecho de presentar patrones de metilación similares
a los de una población cuyo evento de invasión fue mucho más antiguo, sugiere que la metilación
del DNA es en este caso un factor determinante para el éxito de esta especie como invasora. Es
notable también el hecho de que la población de Tampa poseía una variabilidad genética similar a
la de la población nativa en Europa, mientras que la población de Nairobi poseía una menor
variabilidad genética que las antes mencionadas, por tanto, la alta variabilidad epigenética podría
tener un papel compensatorio en la baja variabilidad genética, permitiendo que los organismos
enfrenten de manera relativamente rápida las nuevas condiciones ambientales que se presentan.
Los estudios antes mencionados son propuestas recientes que tratan de explicar el éxito de las
especies invasoras al enfrentar nuevas condiciones ambientales, sin embargo, a pesar de la idea
tentativa de atribuir el éxito de las bioinvasiones a causas puramente epigenéticas, se ha
propuesto tomar una visión integrativa, no olvidando posibles causas como la desocupación de
nichos y mutaciones adaptativas, entre otras (Pérez et al., 2012).
Se ha encontrado que los procesos epigenéticos son muy importantes para la plasticidad
fenotípica y existen numerosos estudios que evidencian dicha relación (Pigliucci et al., 2008;
Richards et al., 2010). La inducción de la floración en las plantas por cambios en la temperatura
(vernalización) es un fenómeno estrechamente relacionado con mecanismos epigenéticos: la
remodelación de la cromatina en un gen específico FLOWERING LOCUS 1 (FLC) que está
relacionado con la represión de la floración. Se han estudiado procesos epigenéticos adicionales
que operan en conjunto para mantener en estado reprimido a dicho gen durante los períodos de
frío (que corresponden al otoño e invierno) y, una vez terminado este período, se dan nuevos
mecanismos epigenéticos que activan esta vía, permitiendo así la floración. Este fenómeno es
particularmente interesante porque una vez que la planta ha sido sometida por vez primera a
períodos con bajas temperaturas se genera una “memoria” de vernalización que es mitóticamente
estable (Sung y Amasino, 2004).
Los procesos epigenéticos se han relacionado también con el comportamiento animal (Pigliucci,
2008). Se ha observado que los efectos “ambientales” inducidos por los padres a la descendencia
en etapas tempranas del desarrollo están relacionados con su plasticidad fenotípica. La variación
en las tácticas reproductivas de algunas especies se ha asociado a efectos parentales. En un
estudio realizado por Cameron y colaboradores (2008), se evaluó el efecto del cuidado materno de
ratas en el comportamiento reproductivo de la descendencia. Para ello se seleccionaron ratas con
características opuestas de cuidado materno, unas tenían un alto nivel de cuidado con sus hijos
(ratas que invertían mucho tiempo en lamer y acicalar a sus crías) y las otras un bajo nivel de
cuidado materno. Los resultados obtenidos demostraron que el comportamiento de cuidado
materno tenía efectos en el comportamiento sexual de la descendencia: aquellas hembras que
provenían de camadas cuyas madres tenían bajo nivel de cuidado materno eran altamente
receptivas a los machos (y solían adquirir el comportamiento de cuidado materno que tenían sus
madres), mientras que en las hembras que provenían de camadas cuyas madres tenían un alto
nivel de cuidado eran menos receptivas a los machos (y presentaban un alto nivel de cuidado
hacia su descendencia). Adicionalmente se asoció el efecto materno con una alteración en los
sistemas neuroendócrinos asociados al comportamiento sexual y al comportamiento materno,
estos cambios se debían a modificaciones epigenéticas en el promotor del receptor de estrógenos
(ERa).
Dado el creciente interés de muchos ecólogos en los mecanismos epigenéticos como explicación a
fenómenos ecológicos, se ha postulado una nueva línea de investigación con el nombre de
Ecología Epigenética (Ledón-Rettig, 2013). La Ecología Epigenética tiene como objetivo estudiar la
relación existente entre la variación epigenética y la variación fenotípica relevante para los
procesos ecológicos (Schrey et al., 2013). Asimismo, trata de responder preguntas como en qué
grado los factores bióticos y abióticos pueden inducir cambios heredables en la variación
epigenética (Pigliucci et al., 2008)
Se han realizado numerosos estudios que pretenden comprobar la relación entre Epigenética y
Ecología, sin embargo, existe un estudio (realizado por Bazaga y Herrera, 2011) que constituye el
primer trabajo en el cual se aborda una pregunta ecológica y se logra asociar dicha pregunta de
manera exitosa con patrones de metilación (Bossdorf y Zhang, 2011).
En este estudio evaluaron la metilación del DNA en una población de la planta Viola cazorlensis
con el propósito de identificar las interacciones entre la variación genética, ambiental y
epigenética, con particular atención en el grado en que estos factores están relacionados con el
daño por herbivoría en estas plantas. Se encontró que la variación epigenética era mucho mayor y
que ésta estaba relacionada en mayor parte con las diferencias halladas en exposición a largo
plazo de herbivoría, mientras que la variación genética sólo estaba relacionada poco, por lo que se
sugiere que la variación epigenética es el mayor factor que influencia las interacciones herbívoro-
planta en el campo (Bazaga y Herrera, 2011). En este estudio se logró ligar de manera directa a la
variabilidad epigenética con un la interacción ecológica del organismo modelo en el campo, un
patrón epigenético que se asocia con las interacciones que se dan entre los organismos, en este
caso en particular, una relación de depredación por herbivoría.
A pesar de las limitaciones antes mencionadas, algunos autores proponen nuevas metodologías de
secuenciación que integran reacciones que permiten en un solo ensayo identificar zonas
diferencialmente metiladas (Secuenciación con bisulfito de sodio, MS-ALFP, entre otros), por lo
que el problema de la secuenciación de los organismos podría dejar de ser una limitación
metodológica (Ledón-Rettig, 2013). Asimismo, comienzan a realizarse estudios como el de Bazaga
y Herrera (2011) que pretenden entender los alcances y la estructura de la variación epigenética
entre las poblaciones naturales, así como las relaciones que se establecen entre dicha variabilidad
epigenética, la variación fenotípica y las interacciones ecológicas (Pigliucci, 2008).
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